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Las bóvedas del claustro del monasterio de Santa María de Valdeiglesias Julián García Muñoz Carlos Martín Jiménez El monasterio de Santa María de Valdeiglesias es uno de los edificios cistercienses de mayor importancia de la Comunidad Autónoma de Madrid. Está situado en el término municipal de Pelayos de la Presa, en el ex- tremo sudoeste de la región. Es un edificio poco cono- cido en términos generales, pero su singularidad ha despertado recientemente el interés de la comunidad académica, y su historia y su arquitectura han empeza- do a ser estudiadas con detalle (García 2010; Merino 2000; Tejela 1990; Vela 2011). Pese a ello, aún existen numerosos aspectos por investigar, tales como la evo- lución de su configuración constructiva (Díaz 2005). El conjunto monástico, cuyas primeras trazas pue- den datarse en el S. XII, consta de tres zonas clara- mente diferenciadas. Al norte, la iglesia, de planta de cruz latina de una nave, con una cabecera triple y transepto; al sur, un claustro de planta romboidal que daba acceso a diferentes dependencias (sala capitu- lar, cocina y refectorio); al oeste, un volumen abierto en forma de ele que albergaba la hospedería. En la actualidad una parte importante del monaste- rio se encuentra en ruina, por lo que en los últimos años se han llevado a cabo diferentes actuaciones con la intención de consolidar y estabilizar las es- tructuras existentes. La presente comunicación da cuenta de una de esas actuaciones: la intervención, realizada en 2016, sobre las bóvedas de la esquina noreste del claustro. Las obras fueron promovidas por el área de conservación y restauración de la Di- rección General de Patrimonio Histórico de la Comu- nidad de Madrid (figura 1). UNA HISTORIA DEL MONASTERIO Los hitos de la evolución histórica y arquitectónica del monasterio han sido detallados de forma reciente en diferentes estudios. Fernando Vela y Alejandro García resumían los principales en un breve artículo (Vela 2011) en el que destacaban que «el Valle de las Iglesias (Valdeiglesias) debe su nombre al gran nú- mero de ellas que fundaron los primitivos eremitas que durante siglos se retiraron a este … paraje» e in- dicaban que «sobre una de ellas, la ermita de la Santa Cruz, agruparía el rey Alfonso VII en el año 1150 las distintas comunidades religiosas mozárabes que po- blaban el valle para conformar el monasterio de San- ta Cruz» (Vela 2011). Las obras que arrancaron en- tonces sobre el templo primitivo permitieron adaptar el edificio a su nueva condición monástica cuando fue dado por Alfonso VIII, en 1177, «a los monjes cistercienses del monasterio de la Santa Espina (Cas- tromonte, Valladolid), quienes enviaron a él cinco re- ligiosos entre los cuales se encontraba el francés Ni- vardo, hermano del propio Bernardo de Claraval» (Bango 1998). Desde ese momento fundacional hasta las refor- mas renacentistas y barrocas existen pocos datos so- bre la evolución arquitectónica y constructiva del edificio, aunque sí se dispone de abundante informa- ción sobre la gestión del mismo (Rodríguez-Martín 1986). La incorporación del monasterio, realizada en 1485, a la Regular Observancia de Castilla, y el «im- pulso reformador propiciado por los Reyes Católi- Actas Vol. 2.indb 689 Actas Vol. 2.indb 689 13/11/17 10:03 13/11/17 10:03

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Las bóvedas del claustro del monasterio de Santa María de Valdeiglesias

Julián García MuñozCarlos Martín Jiménez

El monasterio de Santa María de Valdeiglesias es uno de los edificios cistercienses de mayor importancia de la Comunidad Autónoma de Madrid. Está situado en el término municipal de Pelayos de la Presa, en el ex-tremo sudoeste de la región. Es un edificio poco cono-cido en términos generales, pero su singularidad ha despertado recientemente el interés de la comunidad académica, y su historia y su arquitectura han empeza-do a ser estudiadas con detalle (García 2010; Merino 2000; Tejela 1990; Vela 2011). Pese a ello, aún existen numerosos aspectos por investigar, tales como la evo-lución de su configuración constructiva (Díaz 2005).

El conjunto monástico, cuyas primeras trazas pue-den datarse en el S. XII, consta de tres zonas clara-mente diferenciadas. Al norte, la iglesia, de planta de cruz latina de una nave, con una cabecera triple y transepto; al sur, un claustro de planta romboidal que daba acceso a diferentes dependencias (sala capitu-lar, cocina y refectorio); al oeste, un volumen abierto en forma de ele que albergaba la hospedería.

En la actualidad una parte importante del monaste-rio se encuentra en ruina, por lo que en los últimos años se han llevado a cabo diferentes actuaciones con la intención de consolidar y estabilizar las es-tructuras existentes. La presente comunicación da cuenta de una de esas actuaciones: la intervención, realizada en 2016, sobre las bóvedas de la esquina noreste del claustro. Las obras fueron promovidas por el área de conservación y restauración de la Di-rección General de Patrimonio Histórico de la Comu-nidad de Madrid (figura 1).

UNA HISTORIA DEL MONASTERIO

Los hitos de la evolución histórica y arquitectónica del monasterio han sido detallados de forma reciente en diferentes estudios. Fernando Vela y Alejandro García resumían los principales en un breve artículo (Vela 2011) en el que destacaban que «el Valle de las Iglesias (Valdeiglesias) debe su nombre al gran nú-mero de ellas que fundaron los primitivos eremitas que durante siglos se retiraron a este … paraje» e in-dicaban que «sobre una de ellas, la ermita de la Santa Cruz, agruparía el rey Alfonso VII en el año 1150 las distintas comunidades religiosas mozárabes que po-blaban el valle para conformar el monasterio de San-ta Cruz» (Vela 2011). Las obras que arrancaron en-tonces sobre el templo primitivo permitieron adaptar el edificio a su nueva condición monástica cuando fue dado por Alfonso VIII, en 1177, «a los monjes cistercienses del monasterio de la Santa Espina (Cas-tromonte, Valladolid), quienes enviaron a él cinco re-ligiosos entre los cuales se encontraba el francés Ni-vardo, hermano del propio Bernardo de Claraval» (Bango 1998).

Desde ese momento fundacional hasta las refor-mas renacentistas y barrocas existen pocos datos so-bre la evolución arquitectónica y constructiva del edificio, aunque sí se dispone de abundante informa-ción sobre la gestión del mismo (Rodríguez-Martín 1986). La incorporación del monasterio, realizada en 1485, a la Regular Observancia de Castilla, y el «im-pulso reformador propiciado por los Reyes Católi-

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cos» posibilitó una situación de «mejora que habrá de mantenerse a lo largo de los siglos XVI y XVII, como demuestra el aumento del número de monjes y el propio crecimiento del edificio» (Díaz 2005).

De nuevo Vela y García han documentado la cons-trucción de diferentes áreas del edificio en el siglo XVI: «Entre los años 1528 y 1559, dando acceso a las nuevas celdas monacales, se realizó el claustro alto, hoy completamente arruinado» (figura 2). «Pa-ralelamente se ejecutaron reformas en el refecto-rio…, incluyendo el retablo mayor y el coro de mon-jes, que fue concluido en el año 1571. A finales de este siglo se construyeron el noviciado, la hospedería y la portada monumental de acceso». Durante la pri-mera mitad del siglo XVII se levantaron las últimas

construcciones: «la nueva fachada principal de la iglesia y la gran bodega ubicada al sur del conjunto» (Vela 2011).

El incendio que tuvo lugar en el año 1743 marcó el comienzo de la degradación arquitectónica del mo-nasterio, que se acrecentó cuando éste fue víctima de la desamortización en el año 1836. A partir de enton-ces la ruina progresiva del edificio se combinó con el expolio de material para construcciones de los pue-blos vecinos. Esta situación de abandono «ya no se detendría hasta la adquisición del conjunto por el Dr. Arquitecto Mariano García Benito [en 1974], quien ha sido último dueño y custodio» (Vela 2011) del monasterio hasta la constitución, en el año 2004, de la Fundación Monasterio Santa María la Real de Val-deiglesias.

EL ÁREA DE LA INTERVENCIÓN

La zona del edificio que se trata en la presente comu-nicación, en la que se realizó la intervención mencio-nada, es la de la esquina noreste del claustro, un área en la que tres bóvedas se mantenían parcialmente en pie. Se trata de tres bóvedas de crucería, estrelladas, sobre nervaduras de crucero, sin nervio continuo transversal, con terceletes, perpiaños y diferentes cla-ves (figuras 3a y 3b). El claustro cubierto al que per-tenecían es el llamado claustro alto, cuya construc-ción diversos autores (Navascués 2000; Vela 2011) fechan entre 1528 y 1559.

Es importante reseñar que la esquina en la que se sitúan las tres bóvedas se ve afectada por la irregula-ridad formal que afecta a todo el conjunto, y que se manifiesta en la falta de ortogonalidad de los muros que conforman el claustro. Por este motivo las bóve-das, y muy especialmente la de la esquina, tienen una planta irregular, prácticamente romboidal, y las ner-vaduras de crucero tienen dimensiones diferentes (fi-gura 4), correspondientes a la diagonal corta y larga del rombo que componen. Terceletes y ligaduras se ven también, como es lógico, sometidos a distorsio-nes debidas a este problema.

Las bóvedas estaban construidas originalmente con nervaduras de granito y plementería de la mis-ma piedra. La plementería se encontraba acabada al interior mediante revocos y pinturas de los que ape-nas se conservan restos. Se mantenían en pie la bó-veda de la esquina completa y los plementos de las

Figura 1Planta del monasterio de Santa María de Valdeiglesias (Gar-cía 2010). En gris se marca la zona afectada por los trabajos que se describen a continuación.

Figura 2Estado de las bóvedas al inicio de los trabajos. Fotografía: Carlos Martín.

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bóvedas laterales que se aprecian en la figura X. Parte de las nervaduras también habían desapareci-do de su ubicación original. La piedra presenta un elevado grado de degradación (similar, por otra par-te, a la del resto del conjunto arquitectónico) que ha sido atribuida (García 2002, González-Palacio

1973) a diferentes motivos: es evidente que el aban-dono del edificio y el expolio de las estructuras pudo ser un factor determinante, pero también que la construcción del cercano pantano de San Juan, y el consiguiente aumento de la humedad ambiente en la zona, pudo afectar al comportamiento higroscópi-co de los materiales constructivos.

Figuras 3A y 3BNervaduras y plementos en el estado inicial y en el estado reformado. Fuente: elaboración propia.

Figura 4aSecciones tipo de las nervaduras. 1: Arco crucero de 29x22 cm de sección. 2: Perpiaño de 28x28 cm. de sección. 3: Li-gadura de 26x22 cm de sección. 4: Formero de 30x23 cm. de sección. Fuente: elaboración propia.

Figura 4bNervadura y clave encontradas en la escombrera del monas-terio. Fotografías: Carlos Martín.

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TRABAJOS REALIZADOS

El concepto de la reconstrucción

La intención de los trabajos que se detallan a conti-nuación fue la de consolidar la zona y evitar, en la medida de lo posible, que continuara la degradación del edificio y la desaparición del material original. Por ese motivo se decidió recoger y catalogar las do-velas y claves que se encontraban en la escombrera del monasterio y emplear ese material, conveniente-mente restaurado, para reconstruir las nervaduras (fi-gura 5). Para la plementería se emplearon bóvedas tabicadas con ladrillo de tejar, un sistema constructi-vo que se integra bien en el conjunto pero que posi-bilita, a la vez, identificar a posteriori las zonas de reconstrucción.

La reconstrucción parcial de un abovedado de este tipo siempre enfrenta un problema: las bóvedas de claustro funcionan en continuidad, formando un sis-tema de contrarrestos consecutivos; un sistema de contrarrestos que no existe si alguna de las bóvedas, como en el caso actual, falta. Aquí, las dos bóvedas anejas a la de la esquina del claustro generan empu-jes laterales que no pueden ser recogidos por ninguna

bóveda adjunta. Por este motivo, la dirección faculta-tiva de las obras tomó la decisión de reforzar las bó-vedas laterales con un armado de varilla de fibra de vidrio, pensado para garantizar que los empujes de la bóveda podrían ser contenidos por este armado y ata-dos a la zona estable de la estructura de fábrica.

Fases de obra

La intervención se llevó a cabo entre los meses X e Y de 2016. Las fases en las que se desarrolló el trabajo fueron las siguientes:

A. Recogida, catalogación y limpieza de todas las dovelas y claves que existían en la escombrera del monasterio. Se recogieron claves suficien-tes para terminar las tres bóvedas, y también dovelas de diferentes secciones y radios. La ca-talogación de las piezas tuvo, desde el primer momento, la intención de clasificarlas por tipo-logías constructivas y asociarlas a posiciones específicas (formeros, cruceros, terceletes, per-piaños) para poder reutilizarlas en la recons-trucción posterior.

B. Levantamiento geométrico de la superficie me-diante triangulación, con la intención de cono-cer la geometría original y en especial los ra-dios de las diferentes nervaduras. La precisión de este tipo de medición es fundamental para que la catalogación previa pueda ser de utilidad práctica en la reconstrucción.

C. Identificación y localización de la ubicación de las dovelas y las claves necesarias para la re-construcción de las bóvedas.

D. Construcción de los camones de las nervaduras. Dada la complejidad geométrica de las bóvedas estrelladas y la forma romboidal de la planta en la que se insertan se emplearon camones espe-cíficos para cada nervadura (figura 6). Se cons-truyeron con madera, y fueron diseñados para alojar las dovelas en caja, al modo tradicional.

E. Instalación de grúas de brazo telescópico, dise-ñadas específicamente para la colocación de la cantería.

F. Presentado de las dovelas en la posición en la que se estimaba que podían estar colocadas (figu-ra 7), a efectos de comprobar la factibilidad del aparejo teórico estimado en las proyecciones rea-lizadas durante la identificación de las dovelas.

Figura 5Desarrollo de las nervaduras de la bóveda noroeste. A: 1ud Clave doble de perpiaño ligadura inclinada. B: 4ud pieza li-gadura inclinada derechas 0,60 cm. B1: 3ud pieza ligadura inclinada izquierdas 0,60 cm. C: 8ud pieza ligadura inclina-da de cierre a secundaria 0,60. D: 2ud pieza ligadura entre clave principal y secundaria. E: 2ud clave secundaria de cuadral/diagonal. F: 4ud arco diagonal hasta arranque de jarja. G 2ud piezas para completar las jarjas de segunda hi-lada faltantes. Fuente: elaboración propia.

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G. Estudio de los empujes que va a sufrir la bóve-da una vez descimbrada. Tras esta comproba-ción se concluye que volverán a producirse problemas de empuje lateral no contrarrestado (debido a la ausencia del resto de las bóvedas laterales del claustro, que serían, en el esquema tradicional, las encargadas de recoger los em-pujes de las reconstruidas) por lo que se hace necesario un procedimiento de atado de las bó-vedas.

H. Diseño de la estructura de varilla de fibra de vi-drio para el cosido de las nuevas nervaduras a la estructura original para evitar problemas de empuje. Para evitar la rigidización de la nerva-dura completa, sólo se emplean morteros de re-sina epoxidica (figura 8) de dos componentes en la conexión de las dovelas con las claves; en las conexiones de dovela con dovela se ha em-pleado exclusivamente varilla de fibra de vidrio sin relleno, rejuntado las piezas con mortero de cal. De esta forma se garantiza que el sistema sigue funcionando a compresión y que es tan deformable como lo era el sistema original, evitando generar problemas de empuje lateral.

I. Desmontaje de dovelas y claves para la inser-ción de la red de varilla de fibra, y posterior ta-ladrado de las dovelas y claves mediante tala-dro de 10 mm para la inserción de la varilla de 8 mm.

J. Instalación de las dovelas y el varillaje, y ta-pado de juntas entre dovelas para la inyección

Figura 6Camones para las nervaduras, ya instalados. Fotografía: Carlos Martín.

Figura 7.Presentado de las dovelas en posición estimada. Fotografía: Carlos Martín.

Figura 8Proceso de colocación de las dovelas y armado mediante fi-bra de vidrio. Fotografía: Carlos Martín.

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de resina en la conexión con las claves y mor-tero de cal aérea entre dovelas (figura 9). Tras este tapado se produce el vertido de las resinas mediante inyección en la conexión con las cla-ves.

K. Descimbrado parcial de las nervaduras para po-sibilitar la construcción de la plementería.

L. Construcción de la plementería mediante bóve-das tabicadas de dos roscas con ladrillo de tejar de 12x24x4 (figura 10). La primera rosca se construye con aparejo recto; la segunda, al biés. La trasera de las dos roscas se remata con una capa de mortero de cal.

M. Cierre de los hastiales mediante mampuesto de piedra reutilizada, y relleno de hombros (figura 11) hasta la altura estipulada mediante material de recuperación.

N. Descimbrado completo del conjunto.O. Rejuntado y limpieza del intradós de las bóve-

das y nervaduras.

P. Ejecución de una capa de mortero impermeabi-lizante de 8 -10 cm. e instalación de lámina im-permeabilizante EPDM sobre el conjunto. So-

Figura 9Vertido de morteros y resinas en juntas y taladros. Fotogra-fía: Carlos Martín.

Figura 10Construcción de los nuevos plementos mediante bóvedas tabicadas. Fotografía: Carlos Martín.

Figura 11Cierre de los plementos previo al vertido de los rellenos. Fotografía: Carlos Martín.

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bre esta lámina está previsto que se ejecute, en restauraciones posteriores, un acabado coheren-te con la estética del edificio.

CONCLUSIONES

La intervención descrita en los apartados anteriores (figuras 12A, 12B, 13A y 13B) conseguirá proteger y conservar la zona del claustro afectada. Sin embargo, esta es sólo una acción puntual, una cirugía de emer-gencia; para preservar el legado arquitectónico del monasterio de Santa María de Valdeiglesias son ne-cesarias operaciones de mayor calado.

La degradación originada por los antiguos proce-sos de abandono y saqueo que arrancan tras la desa-mortización se ha visto aumentada, durante el siglo XX, por la elevada humedad originada por el cercano pantano de San Juan. Detener esta degradación es posible con técnicas actuales. Es nuestra obligación

preservar el legado cultural de un edificio de la im-portancia arquitectónica del monasterio de Santa Ma-ría de Valdeiglesias: el esfuerzo realizado por Maria-no García Benito (García 2010), que logró ralentizar, en alguna medida, la ruina del conjunto, necesita de un refuerzo que permita garantizar la supervivencia del edificio para que pueda seguir siendo estudiado y disfrutado en el futuro.

LISTA DE REFERENCIAS

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Garcia Benito, M. 2002. El Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias. Su arquitectura recogida en los planos del arquitecto Mariano García Benito. Madrid. Ediciones Cuatro Calles.

García Benito, M. 2010. «Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias: con El Paular y El Escorial, la gran tríada». En Ilustración de Madrid 17: 65–74.

Figura 12Vista general de las bóvedas terminadas. Fotografía: Carlos Martín.

Figura 13Vista general de las bóvedas terminadas. Fuente: elabora-ción propia.

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