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Las causas de la persistencia de la economía de base estrecha

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Las causas de

la persistencia

de la economía

de base estrecha

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Los estudios de caso, presenta-dos en los cuatro capítulos pre-cedentes, sugieren la presenciade tres hechos en la economíaboliviana, todos ellos relaciona-

dos con la persistencia de lo que hemos de-nominado como economía de base estre-cha (tabla 8.1). El primero se refiere a lasprácticas individuales o familiares de di-versificación ocupacional sin una conco-mitante especialización productiva. El se-gundo hecho es la coexistencia entre unaalta reciprocidad, confianza y cultura aso-ciativa en las esferas social y política, juntoal bajo nivel de confianza y las incipientesprácticas de cooperación en la esfera eco-nómica. El tercero tiene que ver con un an-damiaje institucional diseñado desde y pa-ra pocos actores económicos. En la tabla8.1, perseguimos el objetivo de esquemati-zar estos tres fenómenos, estrechamenterelacionados con las dificultades de la eco-nomía popular para articularse positiva-mente con la plataforma exportadora na-cional, y por consiguiente, con mayoresoportunidades de ingreso y redistribución.

Diversificación sin especialización

La diversificación ocupacional

Entendemos por diversificación ocupacionalla combinación de distintas actividades la-borales y productivas, realizadas al mismotiempo por los miembros de las unidadeseconómicas domésticas1. La participaciónen más de una actividad económica es unaestrategia de las familias para lograr su re-producción física, sicológica y social frentea las oportunidades y limitaciones de suentorno inmediato. Esta forma de inser-ción laboral responde a la necesidad de di-versificar la cartera de ingresos del hogar ysuavizar así los efectos de impactos adver-sos en el corto plazo.

Sin embargo, la participación de los miem-bros de los hogares en diversas actividades

no sólo persigue mejorar la estabilidad deingresos y minimizar los riesgos para la su-pervivencia del núcleo familiar, sino que estambién una manera propia y deliberadade organizar la vida cotidiana por la queamplios sectores sociales transcienden ladimensión estrictamente económica. Estacombinación de restricción, pero tambiénde posibilidad u oportunidad ha hecho quese convierta en una práctica generalizadaen las áreas urbanas y rurales de Bolivia yque esté presente en los distintos estratossociales.

Los factores socioculturales tienen tanta in-fluencia como los económicos en las opor-tunidades y motivaciones de los hogares.Las instituciones sociales como el parentes-co, la familia, la comunidad, así como losderechos de propiedad, el acceso a serviciospúblicos como la educación, los servicios desalud, los caminos y la provisión de aguacondicionan las estrategias ocupacionales.

Las actividades económicas cotidianas parala reproducción del grupo doméstico inclu-yen tanto aquellas que generan un ingresomonetario para la compra de bienes y ser-vicios en el mercado como aquellas dirigi-das al procesamiento de bienes y serviciospara consumo directo en la esfera del ho-gar.2 Muchas veces las actividades dirigi-das al mercado y aquellas para el consumodirecto se sobreponen inclusive en el mis-mo espacio físico. En estos casos se tratade una “unidad doméstica campesina” o“empresa familiar”, en la que los miem-bros están involucrados en los procesosproductivos y desarrollan diferentes activi-dades al mismo tiempo. Además del con-junto de actividades productivas y de co-mercialización para la oferta de productoso servicios en el mercado, los miembrosrealizan actividades para la reproduccióndel hogar, migran temporalmente, com-plementan con trabajo asalariado en épo-cas recesivas e intercalan distintas ramasde actividad como el comercio, la artesa-nía o el trabajo agrícola, entre otras. Así, es

L

1 La unidad doméstica está formada por individuos que conviven en una vivienda y comparten la totalidad o parte del presupuesto y que, porlo general, tienen lazos de consanguinidad.

2 Para un análisis sobre la interdependencia entre actividades mercantiles y no mercantiles en los hogares bolivianos, ver Wanderley (2003).

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poco común la especialización del trabajoal interior de las familias.

La tendencia a la participación en múltiplesactividades asume varias modalidades: 1)la complementación entre actividades deproducción (trabajo mercantil) y reproduc-ción (trabajo no mercantil), 2) la combina-ción entre trabajo asalariado como obrero

o empleado y trabajo independiente comotrabajador por cuenta-propia o empleadory 3) la intercalación de distintas ramas deactividad como el trabajo casual, agrícola,las labores de transformación (produccióny artesanía) y el comercio, entre otras.

La diversificación ocupacional no es parte dela idiosincrasia de la sociedad boliviana y

Institucionalidad para algunos pocos Una economía de base estrechase sostiene sobre la continuidadde una sociedad y una política debase estrecha. El colapso delpatrón estaño en 1985 no produjocambios automáticos en elconjunto de las relacionespolíticas y sociales ni en lasexpectativas colectivasconsolidadas a lo largo de lahistoria del país. Entre esascontinuidades están: 1) la apuestaal crecimiento con base en losrecursos naturales, 2) la culturarentista y patrimonial basada en laexplotación de recursos naturales,3) la posición ambigua otorgadapor el Estado a los pequeñosempresarios, productores yartesanos, 4) la ausencia de unanormativa adecuada y lainsuficiencia de políticaseconómicas orientadas afortalecer las articulaciones entrela economía popular y ladiversificación de exportaciones,5) las reglas “informales” de laeconomía popular que generancierta estabilidad para lastransacciones económicas, perono sustituyen un orden económicoy jurídico transparente e inclusivo.

Diversificación sin especializaciónEl profundo cambio demográfico ysocial en la segunda mitad delsiglo XX concentró la población enáreas urbanas del país. Laproliferación de pequeñosemprendimientos familiares se haestructurado a partir de redessociales de inmigrantes de primeray segunda generación en lasciudades y áreas metropolitanascomo parte de estrategias dediversificación de actividades.Argumentamos que lapluriactividad no responde sólo ala necesidad de estabilizar losingresos en un contexto delimitadas oportunidades de trabajoasalariado. Encontramos que lasprácticas de diversificaciónocupacional forman un modo deorganización de las actividadeseconómicas en que los factoressociales y culturales son tanimportantes como losestrictamente económicos. Lascondiciones socio-económicas yculturales garantizan lareproducción endógena yespontánea de unidadeseconómicas de tamaño reducidoy, al mismo tiempo, definensectores económicos con bajosniveles de especialización de lasempresas en una etapa, productoo servicios y, por lo tanto, conniveles también bajos decomplementación productiva.

Solidarios, pero solitariosLa literatura reciente sobre capitalsocial propone que las sociedadesque cuentan con un conjunto derelaciones sociales signadas por laconfianza, la solidaridad, lacooperación y la reciprocidad,estarían en mejores condicionespara encarar los desafíosproductivos y competitivos en unmundo cada vez más globalizado.Es en el contexto de este debateque se configura la paradojaboliviana - baja confianza en laesfera productiva y alta confianzaen las esferas social y política –. Laexperiencia boliviana expresa lacoexistencia entre, por un lado, altareciprocidad, confianza y culturaasociativa en las esferas social ypolítica y, por el otro, bajo nivel deconfianza, incipientes prácticasasociativas y limitados esfuerzoscolectivos para lograr beneficioscomunes en la esfera económica.Nos inclinamos a buscar laexplicación para la baja confianzaen la esfera económicaprincipalmente en la inadecuacióne insuficiencia de reglas formales einformales que propicien lascondiciones e incentivos para lasocialización de riesgos.

TABLA 8.1 Tres hechos de la economía boliviana

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ha sido identificada en muchos países ymomentos históricos distintos (Comitas,1974, White, 1976, Long, 1979, Long y Ro-berts, 1978). Sin embargo, las estrategiaseconómicas y la diversificación surgen encontextos socioeconómicos y geográficosespecíficos. En Bolivia, la heterogeneidadde las estrategias de diversificación en lasdistintas regiones y estratos sociales hacedifícil la comparación y la generalizaciónde un único portafolio de alternativas. Detodos modos se puede identificar algunosfactores socioeconómicos y culturales im-portantes que estructuran la tendencia a lamulti-actividad de la economía popular enel país. El primero es el limitado mercadode trabajo, el segundo es la organizacióncampesina familiar, el tercero se refiere alos procesos migratorios, principalmentedel campo a la ciudad y el cuarto es la pro-liferación de pequeñas empresas familia-res en las áreas urbanas del país.

El mercado de trabajo

La historia económica boliviana se caracteri-za por tener un alto porcentaje de trabaja-dores por cuenta-propia concentrados enactividades agropecuarias, manufacture-ras y de comercio. Aunque en los últimos50 años se observa el crecimiento relativodel trabajo asalariado en el país, éste no lle-ga a sobrepasar el 40% del total de la po-blación ocupada en 2001. En el censo de1950, los trabajadores asalariados ascen-dían a 24% del universo total de ocupados,en el censo de 1976 se contabilizó 26% detrabajadores asalariados, porcentaje quesubió a 32% en 1992 y a 39% en el censode 2001. Es importante notar que las uni-dades económicas de pequeña escala con-tribuyeron constante y significativamentea la generación permanente de empleo y ala absorción de desempleados desplaza-dos por las reformas estructurales en losúltimos 20 años.

Muchas explicaciones asocian la diversifica-ción del ingreso, la combinación entre au-to-empleo y empleo asalariado y, el creci-miento de las pequeñas empresas familia-res a los contextos donde la industria, laexplotación de recursos naturales y el sec-tor de servicios no absorben en forma asa-lariada y estable a la gran mayoría de la po-blación económicamente activa (PREALC,1974,1978; Mezzera, 1988 y Carbonetto,1985).

Según estos estudios, en contextos de incer-tidumbre laboral, los hogares buscan la di-versificación como el medio para reducir elriesgo del fracaso completo de una fuentede trabajo y para estabilizar los flujos de in-gresos a lo largo del año. Si bien el controldel riesgo es un importante objetivo de lamulti-actividad, este no es la única motiva-ción para diversificar. Si fuera así, los ciclosde expansión de la demanda de trabajoasalariado darían lugar a la contracciónsignificativa del número de unidades pe-queñas y del auto-empleo. Sin embargo,esta correlación no se confirma.3 El análi-sis que sigue muestra que la tendencia a ladiversificación en Bolivia está asociadatambién a la valoración social de la auto-nomía e independencia económica de lasfamilias, la cual tiene una larga tradiciónen las áreas rural y urbana del país.

La unidad familiar campesina

La unidad familiar campesina es una de lasformas predominantes de organización delas actividades agropecuarias que se sos-tiene en la participación de los miembrosfamiliares en una diversidad de activida-des simultáneas. La gestión de las activida-des de producción, distribución y consu-mo se realiza a partir de unidades domés-ticas independientes que mantienen rela-ciones de interdependencia social y eco-nómica en el ámbito de la comunidad (Mo-lina Rivero, 1987).

3 Hernando Larrazábal, desde el CEDLA, detectó en los años 80 que el sector de la microempresa crece con la igual fuerza en tiempos deestabilidad o crisis. Las diferencias estarían en la intensidad. En periodos de expansión, se da un ensanchamiento de las unidades yaexistentes que contratan más operarios, mientras en tiempos de recesión, se genera una proliferación mayor de unidades pequeñas. Enese sentido, resulta hoy rebatible afirmar que los pequeños emprendimientos son síntoma automático de pérdida de dinamismo económicoy atraso.

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La condición de miembro de una comuni-dad es la que asegura el acceso a la tierra, amano de obra extra-familiar, a bienes yservicios públicos como son mecanismosde resolución de conflictos y asistencia enmomentos de vulnerabilidad como enfer-medad y muerte. La organización del tra-bajo se establece al interior de la unidaddoméstica con la división de las tareas ba-sada en el sexo y edad de los miembros.Esta división depende además del tipo detrabajo y el período agropecuario (Sped-ding y Llanos, 1999, Dandler 1987). Lasiembra y la cosecha son los momentosque más demandan mano de obra dehombres y mujeres. Después de la cose-cha, los hombres adultos se ausentan pararealizar los viajes inter-ecológicos y a ven-der su fuerza de trabajo en otros lados. Elpastoreo es responsabilidad principal delas mujeres adultas y los niños de ambossexos. En las actividades de comercio,hombres y mujeres participan por igual,aunque predominan estas últimas. La divi-

sión de las actividades agropecuarias entrelos miembros del hogar y la combinacióncon otras ramas de actividad en otros es-pacios geográficos es una práctica tradicio-nal que se ha intensificado en las últimasdécadas debido a la fragmentación y ero-sión de la tierra. La migración temporal odefinitiva se convierte cada vez más enuna estrategia importante de diversifica-ción ocupacional de la población rural (ta-bla 8.1).

La migración rural-urbana

La migración temporal y el traslado definitivoa otros espacios territoriales es una alterna-tiva tanto para superar los problemas derestricción de ingresos en el lugar de origencomo para la acumulación de recursos mo-netarios y educativos en el lugar de llegada.Otras razones también dan lugar a la deci-sión de migrar como el acceso a servicios ybienes públicos como salud y saneamientobásico (Zoomers (2002). La movilidad es-

TABLA 8.1 Actividades de hogares campesinos por tiempo empleado (por ciento)

Actividad Agricultura Cría Migración Procesamiento Comercio Actividades Actividades Otras Totaldomestica temporal (incluida la sociales reproductivas

de animales artesaníaPorcentaje total* 13 23 12 6 5 20 20 1 100

Fuente: Pied-Andino, Zoomers (2002)* Todos los miembros familiares mayores a 16 años de edad.

TABLA 8.2 Las principales ramas de actividad de las mujeres inmigrantes entre 1996 y 2001 en las ciudades Santa Cruz, Cochabamba y La Paz

Ramas de actividad Santa Cruz Cochabamba La PazAgricultura, ganadería, pesca, caza y sivicultura y explotación de minas 0,9% 1,6% 1,7%Industria Manufacturera 7,2% 8,2% 5,7%Comercio al por mayor y al por menor 25,8% 24,2% 18,0%Servicios domésticos y servicios a los hogares 41,1% 36,7% 46,6%Hoteles y restaurantes 11,1% 11,6% 7,8%Otras ramas de actividad en el sector servicios 13,2% 17% 19,5%No responde 0,7% 0,7% 0,7%Total 100% 100% 100%

Fuente: CIDES 2001, con base en el censo 2001.

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pacial ocurre dentro de las fronteras nacio-nales y también hacia otros países.4 La bús-queda de trabajo se concretiza en un pri-mer momento bajo la forma asalariada,aunque principalmente sin un contrato for-mal. La inserción por rama de actividad va-ría de acuerdo al sexo, la edad, el nivel deinstrucción y la formación laboral del indi-viduo. En el caso de las mujeres proceden-tes del área rural, dos de las principalesocupaciones en las ciudades son el serviciodoméstico remunerado y el comercio. En elcaso de los hombres, las principales ocupa-ciones cuando ellos llegan a la ciudad son elcomercio, la industria y la construcción (ta-blas 8.2 y 8.3).

En el caso de la migración estacional, se veri-fica la doble residencia en espacios territo-riales distintos, lo que permite a las fami-lias consolidar la diversificación económi-ca a lo largo del año (Cortes, 2004). Mu-chas veces, la ciudad es percibida como unespacio transitorio que además de facilitarel acceso a la educación, también permitela realización de actividades no agrícolascomo el comercio y el transporte. La com-pra de una casa en la ciudad no necesaria-mente tiene por objetivo la instalación de-finitiva, sino que permite disponer de unlugar para el comercio de los productosagrícolas, para la estadía de los hijos mien-

tras estudian o para la realización de otraslabores propiamente urbanas. La ciudadno se convierte en un punto de llegada conel abandono de las comunidades de ori-gen, es más bien el lugar de paso de movi-mientos circulares entre el campo y la urbe(Cortes, 2004).

Las redes de parentesco que se extiendendesde las comunidades de origen hasta loscentros urbanos u otros puntos geográfi-cos de llegada son canales que estructuranla movilidad espacial de la población. La tí-pica trayectoria de migración rural-urbanaincluye la llegada a la casa de un parienteen la ciudad, el cual introduce al recién lle-gado a una nueva red de relaciones y opor-tunidades de trabajo. Los inmigrantes es-tán dispuestos a trabajar en la ocupaciónque se presente antes y, normalmente, laprimera oportunidad proviene de la activi-dad del pariente que lo recibió. Aquí lasprincipales alternativas son dos: 1) Cuan-do el pariente es dueño de su propio nego-cio, el inmigrante empieza a trabajar comoayudante con o sin contracto o remunera-ción y 2) Cuando el pariente es empleado,el inmigrante empieza como ayudante cono sin remuneración en el lugar de trabajodel pariente.

El aprendizaje ocurre en el propio trabajo. Ladisponibilidad de aprender cualquier ocu-

4 La migración hacía la Argentina es analizada en el estudio de Hinojosa, Pérez y Cortez (2000).

TABLA 8.3 Las principales ramas de actividad de los hombres inmigrantes entre 1996 y 2001 en las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz

Ramas de actividad Santa Cruz Cochabamba La PazAgricultura, ganadería, pesca, caza y sivicultura y explotación de minas 6,3% 3,7% 3,9%Industria Manufacturera 18,8% 20,6% 14,9%Comercio al por mayor y al por menor 25,5% 19,9% 17,9%Construcción 13,2% 18,4% 12,7%Transporte, almacenamiento y comunicaciones 12,1% 10,4% 10,9%Otras ramas de actividad en el sector servicios 23,5% 26,4% 39,3%No responde 0,6% 0,6% 0,4%Total 100% 100% 100%

Fuente: CIDES 2001 con base en el censo 2001.

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pación manual como aprendiz facilita laadaptación ágil a diferentes trabajos, lacual es una capacidad altamente valoriza-da. Los recién llegados se describen comocarentes de conocimientos suficientes (in-formación técnica sobre el nuevo espacioterritorial y contactos) para orientar la bús-queda de un trabajo específico. Por eso de-penden de la ayuda de los familiares parainsertarse en el nuevo ambiente laboral.En las ciudades, este tipo de trayectoria la-boral restringe a los migrantes a ciertos ti-pos de actividades como el comercio y losservicios, la producción en pequeña escalay empleos temporales como obreros.Cuando los migrantes no cuentan con laayuda de redes personales para acceder alprimer trabajo y realizan la búsqueda víacanales impersonales como periódicos yanuncios, el trabajo al que acceden es engeneral peor en términos de remunera-ción y calidad al que consiguen mediantelas relaciones personales. La importanciade las redes de relaciones personales en lareproducción de espacios económicos seg-mentados fue descrita hace décadas porAlbó, Greaves y Sandóval (1982) y más re-cientemente por Burgos (2000).

Los recién llegados así como los jóvenes resi-dentes en las ciudades conocen otras alter-nativas de trayectoria laboral como, porejemplo, la adquisición de una profesión através de centros educativos y de forma-ción para después entrar al mercado detrabajo. Esta trayectoria abre la posibilidadde acceder a profesiones de más prestigiosocial y mejor remuneradas como, porejemplo, la abogacía y medicina. Sin em-bargo, esta alternativa no es realista para lamayoría de los recién llegados a la ciudad ypara muchos jóvenes que están ingresan-do al mercado de trabajo debido a que ne-cesitan generar ingresos inmediatos en susvidas. Con el nivel de instrucción alcanza-do por los migrantes, la vía de aprendizcontiene la expectativa de ingresos futurossuperiores a lo que uno podría alcanzar víatrabajo asalariado. La futura posibilidad deacumulación de bienes, mejores condicio-nes de vida y más prestigio social está rela-

cionada a la aspiración de “independizar-se”, o sea, de abrir el propio taller cuandose logre la acumulación necesaria de capi-tal, conocimiento y contactos.

La empresa familiar

“Independizarse” implica ingresar a un mo-mento de transición de aprendiz/emplea-do a maestro/empleador, que en muchoscasos está asociado a la formación de unafamilia y la llegada de los hijos. La asocia-ción entre la propiedad de un negocio y laformación de una familia se consolida conel significado mismo de la empresa fami-liar, cuyo valor reside en la cooperaciónmutua entre esposos (y después con los hi-jos) y la distribución de responsabilidadesy riesgos en la generación de ingresos yotros recursos para todo el grupo empa-rentado. La necesidad de independizarseexpresa la aspiración por autonomía en lageneración de ingreso. La autonomía fami-liar en la organización del trabajo y en la vi-da cotidiana permite al grupo controlar eltiempo y el espacio, así como de los recur-sos materiales acumulados.

Esta autonomía sobre el proceso productivono sólo es una forma de continuar o pre-servar los rasgos de las actividades rurales,sino que también permite combinar el tra-bajo no mercantil para la reproducción fa-miliar con el trabajo generador de ingresoen el contexto urbano. Esto es muy impor-tante para las familias, la mayoría con ni-ños, y particularmente para las mujeresque asumen la responsabilidad de cuidadode los hijos y de la casa. La empresa fami-liar es además una alternativa efectiva pa-ra la diversificación de riesgo al permitirque todos los miembros contribuyan a lageneración de ingreso mientras tambiénse dedican a otras actividades como el es-tudio, el comercio, las tareas temporales yel cuidado del hogar. El control en el usodel tiempo no sólo facilita la compatibili-dad de múltiples actividades económicasen el campo y la ciudad, sino también laparticipación en otras actividades socialesy culturales a lo largo del año.

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Una de las ventajas de las empresas familia-res es la adaptación rápida y flexible a loscambios de circunstancias. La contracciónde la demanda es confrontada con la dis-minución y, en caso extremo, con la inte-rrupción de la producción, la cual es posi-ble gracias al uso de trabajo familiar. Siem-pre existe pues la posibilidad de jugar condiferentes combinaciones y proporcionesentre trabajadores contratados y familia-res, dependiendo de los vaivenes del mer-cado. Esta es una estrategia importante pa-ra mantener el flujo constante de ingresosy adaptar las diferentes necesidades de lafamilia y del negocio. Sin embargo, la di-versificación laboral, en respuesta a la fluc-tuación de la demanda, debilita a su vez laespecialización de oficios en beneficio dehabilidades generales de los trabajadores yde los gerentes/propietarios.

Una de las desventajas de las empresas fami-liares es la interferencia del trabajo domés-tico en la organización de la producción.Como se sabe, es necesario un mínimo deaislamiento de la unidad productiva parapermitir el flujo constante de trabajo y laadecuada administración del negocio.También es cierto que no siempre coinci-den las capacidades de los miembros conlas necesidades del negocio. La dificultadpara separar los roles familiares de los de laproductividad también pueden echar portierra la calidad del trabajo, de los paráme-tros de compensación y de instrumentossofisticados para la toma de decisiones.Además las relaciones familiares puedengenerar demandas redistributivas, que li-mitan la acumulación de capital y, por tan-to, el crecimiento del negocio. Estos sonalgunos de los elementos de la gestión fa-miliar que restringen el crecimiento soste-nido de las empresas.

Especialización y complementación productiva

Más allá de las ventajas y desventajas de lasunidades económicas familiares, es im-

portante enfatizar que la diversificaciónocupacional y la apertura de negocios pro-pios son parte de una estrategia de controlde riesgos en contextos de alta incerti-dumbre económica y laboral. Al mismotiempo, tienen su razón de ser en la altavaloración social de la autonomía e inde-pendencia en la esfera económica. Lasdos condiciones se retroalimentan refor-zando prácticas económicas, que de-muestran su eficacia para la supervivenciade los grupos familiares y al mismo tiem-po confieren prestigio y reconocimientosocial. Estas acciones se inscriben en ex-pectativas y aprendizajes que son trans-mitidos a las nuevas generaciones en am-bientes económicos con escasas oportuni-dades laborales.

Estas prácticas hacen que en Bolivia existauna “reproducción espontánea” de unida-des económicas muy similares. Así, lascondiciones sociales permiten la creaciónendógena de negocios. El acceso a los fac-tores básicos como el capital, el conoci-miento y la mano de obra es regulado porrelaciones sociales estables y convencio-nes culturales sólidas. Por ejemplo, el capi-tal para comprar maquinarias e insumos,alquilar/comprar un espacio físico y empe-zar un negocio propio, proviene principal-mente del ahorro logrado durante el proce-so de funcionamiento como aprendiz y tra-bajador asalariado. También se consigueayuda financiera de parientes y amigosque pueden tomar la forma de un présta-mo de dinero, la transferencia de maqui-naria o el acceso a un lugar propicio paraempezar el negocio. Una vez que el taller ounidad productiva está funcionando, laprincipal fuente de ingreso son las ganan-cias del propio negocio. También se consi-gue capital en medio de las redes de rela-ciones personales o sistemas más imper-sonales como el micro-crédito o los presta-mistas.5 La banca formal es una alternativasólo para una minoría.

En relación al reclutamiento de fuerza labo-ral, la familia nuclear es la principal fuente

5 Uno de los primeros estudios sobre el micro-crédito fue escrito por Rivera (1997).

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de trabajo. Cuando el negocio empieza aprosperar, entonces otros trabajadores soncontratados. Como ya mencionamos, unavía de contratación es la red de parentescoextendida a través de la cual migrantes re-cién llegados a la ciudad son incorporadosal negocio. Esta vía se enmarca en una ins-titución de reciprocidad, que ofrece un ca-nal para la movilidad geográfica del fami-liar inmigrante, y le provee de un lugar pa-ra llegar, lo introduce a una nueva red derelaciones, le abre la capacitación laboral yconsigue para la familia receptora, una fa-cilidad de acceso a mano de obra barata.Otra forma de reclutamiento se realiza através de vecinos y conocidos de los em-pleados.

Sin embargo, la proliferación de unidades depequeña escala en Bolivia no genera unaeconomía popular que se destaque por sucapacidad competitiva en mercados cre-cientemente abiertos. Por otra parte, la fa-cilidad para generar nuevos negocios es-tructura mercados locales y fronterizoscon niveles bajos de especialización de lasempresas en una etapa y, por lo tanto, conniveles también bajos de complementa-ción productiva. La estrategia empresarialdominante en el país es la auto-suficienciaautónoma a través de la internalización detodo el proceso de agregación de valor,desde la compra de materia-prima hasta lacomercialización. El bajo nivel de especia-lización de las empresas es acompañadopor niveles también incipientes de com-plementación entre empresas tanto dentrode la economía popular como entre ésta yel sector exportador. Es así que la diversifi-cación ocupacional sin especializacióneconómica establece mercados con preca-rios eslabonamientos productivos, que li-mitan la innovación, la productividad y lacompetitividad global de la economía.

Para comprender mejor la dinámica de di-versificación sin especialización en la eco-nomía popular es importante analizar al-gunos rasgos de las relaciones laboralesdentro de las unidades económicas. Pese aque muchos de los trabajadores en las uni-dades de pequeña escala son parte de las

redes personales y familiares de los pro-pietarios, la expectativa generalizada deambas partes es que la relación laboral nodure mucho. Esto se da, debido a la inesta-bilidad económica y a la tendencia de lostrabajadores a independizarse como nue-vos propietarios. El salario en el sector esnormalmente bajo y los derechos labora-les son mínimos. Bajo estas condiciones, elcompromiso de los trabajadores con launidad productiva es también reducido, loque afecta la transferencia de conocimien-to y la inversión en capacitación y conse-cuentemente la especialización de la ma-no de obra y de los procesos productivos.

La competitividad basada en los bajos pre-cios al interior de mercados locales haceque perdure la búsqueda de ventajas conayuda de la mano de obra barata y el tra-bajo flexible, las cuales son promovidaspor prácticas tradicionales y una regula-ción laboral deficiente y confusa. Los tra-bajadores se encuentran en una situaciónde desventaja toda vez que pueden sercontratados y despedidos en cualquiermomento y no cuentan con ninguna pro-tección contra el incumplimiento de con-trato. Estas condiciones hacen más alenta-dora la diversificación ocupacional y laapertura de negocios nuevos, a pesar de lacreciente saturación de los mercados loca-les. Muchos de los negocios inauguradospor ex operarios reproducen todas las ca-racterísticas de las unidades económicasen las que los nuevos propietarios obtuvie-ron su aprendizaje y acumulación inicial.Esta “clonación” de unidades auto-sufi-cientes y de producción restringida debienes y servicios es la que domina en losmercados locales de Bolivia. Son usualeslas historias de comerciantes, productoresy proveedores de servicios que cuentan có-mo el éxito de su iniciativa económica“pionera” generó la apertura de negociosidénticos en la misma calle o zona, cau-sando el fracaso generalizado de todos loscompetidores por la pulverización de losnúcleos de clientes. Este fenómeno es des-crito con la frase: “Ya hay mucha compe-tencia”.

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Aunque la diversificación sin especializacióncaracteriza a un segmento significativo dela economía popular, se advierten otras so-luciones como, por ejemplo, la apertura deunidades más especializadas en una eta-pa, producto o servicio en procesos pro-ductivos más integrados. La estrategia em-presarial en esta segunda vía no consisteen acaparar en una empresa toda la agre-gación de valor desde la compra de la ma-teria prima hasta la comercialización. Másbien se busca una mayor especializaciónde la empresa, es decir, espacios más vin-culados con otras empresas, tanto dentrode la economía popular como con el sectorexportador. Con esta vía se vislumbra laposibilidad de crear eslabones productivosmás sólidos y capaces de articularse a losdistintos sectores económicos.

Solidarios, pero solitarios

Las prácticas rurales y comunitarias

Los sujetos abordados en la mitad de los es-tudios de caso que conforman este Infor-me habitan en la zona andina de Bolivia.Comparten, por ello, una tradición produc-tiva que se remonta a la agricultura, en ini-cio; y a la minería, la artesanía y la manu-factura, después. Los mundos del trabajosurgidos en esta área geográfica tuvieroncomo cuna la comunidad campesina pre-via a la conquista española y allí corres-ponde remitirse para comprender su expe-riencia histórica, es decir, lo que Silvia Ri-vera llamaría su “memoria larga”.

De acuerdo a los estudios clásicos de la cul-tura productiva andina (Albó, Carter, Ma-mani, Murra, Platt), la comunidad, núcleofundamental de las civilizaciones cons-truidas en esta parte de América, descan-só sobre dos cimientos materiales muyconcretos: la propiedad comunal de losrecursos y el usufructo individual o fami-liar de los mismos. Vale decir que ya departida encontramos un equilibrio con-flictivo entre comunidad e individuo. Elcolectivo distribuye igualitariamente losdispositivos, los activos o las condiciones

para generar riqueza, pero su aprovecha-miento pierde de inmediato el sentido co-munitario y empieza a depender privati-vamente de cada uno de sus miembros.Así, el punto de arranque es el mismo, pe-ro los sitios de llegada difieren en funcióndel esfuerzo personal de cada productor.Todos reciben similares herramientas yrecursos al partir, pero al concluir el ciclo,cada uno le habrá sacado distinto prove-cho a las dotaciones iniciales.

Esta forma peculiar de distribuir recursos yno ganancias, llevó a Xavier Albó a soste-ner en los años 80 que el modo andino deproducción generaba una especie de “ter-cera vía” entre el esquema socialista y elcapitalista. En el mismo sentido, esta ma-nera de organizar la producción tambiénse distingue de la forma asociativa más co-nocida como cooperativa. Así, las comuni-dades le exigieron o exigen a cada quiensegún su capacidad, pero no repartieron oreparten de acuerdo a su necesidad. Esta-mos hablando entonces de una manera decreación de la riqueza sólo parcialmentecompartida y en la que sólo las oportuni-dades deben quedar bien distribuidas,mientras no ocurre lo mismo con el frutode las mismas.

Sin embargo, esta máxima distributiva tansimple no estaría íntegra si no aludimostambién a los lazos de reciprocidad que locompletan. En efecto, la desigualdad desalida, provocada por las distintas produc-tividades al uso, tuvo que ser y es un po-tencial claro de tensiones. Las sociedadesandinas eran muy conscientes de ello. Co-mo fruto no deseado del sistema producti-vo de Los Andes, era previsible esperar laconsolidación de disparidades sociales du-raderas, si es que se permitía que éstas per-sistan indefinidamente. A la larga, de nomediar intervención social alguna, quie-nes hubiesen logrado triunfar con distan-cia en el usufructo de las oportunidadesigualitarias, iban a terminar conformandouna clase social dominante, capaz de que-brar el sistema productivo y reemplazarlopor otro de rasgos, probablemente, asala-riados. Es por eso que a fin de preservar un

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cierto equilibrio y eludir la conformaciónde una sociedad tradicional de clases, bajola forma de una pirámide; las sociedadesandinas desarrollaron prácticas generali-zadas de reciprocidad. Su objetivo era re-ducir la cantidad de “pobres muy pobres”en la base y también el número de “ricosmuy ricos” en la cúpula. Albó usa por ellola figura de rombo para graficar las jerar-quías del mundo andino. Así, distintos me-canismos de redistribución impedían quelos más depauperados fueran arrojados ala indigencia absoluta, manteniéndose asíen la competencia, y que los más próspe-ros se apartaran demasiado del promediohasta el extremo de romper sus lazos co-munitarios en virtud de su poder económi-co individual. Con ello, no afirmamos quelas sociedades andinas fueran refractariasa la conformación de clases sociales; sim-plemente damos cuenta de una tendenciahacia la moderación de las desigualdades,ejecutada a través de mecanismos socialesy culturales de generosidad generalizada.Tampoco proponemos que esta dinámicasea única o exclusiva de las sociedades an-dinas. Como lo ha demostrado Temple, lostrabajos de Marcel Mauss detectan realida-des similares en pueblos tan lejanos comolos de Polinesia o próximos como los deAmérica del Norte.

Dos mecanismos fueron los más recurrentespara evitar la pirámide y provocar el rom-bo. Hacia abajo, a fin de prevenir caídasmuy profundas, se optó por infundir prác-ticas de solidaridad hacia los más desvali-dos. Un ejemplo de ello sigue siendo el ay-ni o la minka. Cuando alguien cae en des-gracia y pierde sus medios de subsistenciabásicos, la comunidad se moviliza rápida-mente para mantenerlo en carrera. La viu-da o el discapacitado; el accidentado o lavíctima de una catástrofe natural son auxi-liados de inmediato. Rolando Sánchez Se-rrano (2003) describe con claridad dichosactos vigentes hasta hoy en los segmentosandinos de la población boliviana. Es, diceél, el capital social que se moviliza para ga-rantizar la supervivencia. Por ello es muydifícil que alguien muera de hambre en Los

Andes. Los resortes sociales se encargande cada miembro tenga una plataformamínima, esencial o básica para no desfalle-cer y mantenerse a flote. Es la red que im-pide las caídas irrecuperables.

Hacia arriba, a fin de prevenir despegues odesmarques demasiado acelerados, se ge-neralizaron mecanismos sociales por loscuales los más acaudalados tuvieran queverse motivados a redistribuir su riquezaentre los menos favorecidos a cambio devalores inmateriales y decisivos como elprestigio. De ese modo, el derroche en ac-tividades comunales, entre las que sobre-salen las fiestas, era y aún es, premiadocon el reconocimiento social para quien re-aliza las ofrendas. Dicho atributo, es decir,el respeto generalizado por quien es capazde distribuir lo ganado individualmente,fortalece los lazos entre los miembros de lacomunidad y garantiza que el más próspe-ro sea capaz de movilizarla en su benefi-cio. En ese sentido, no estamos hablandode una generosidad plenamente desinte-resada y trascendente, sino del cálculoeconómico más mundano. Los más ricosintercambian sus bienes materiales a cam-bio de poder social, liderazgo y legitimi-dad; convierten capital material en capitalsimbólico o social. Se trata de una transac-ción alentada por la racionalidad instru-mental más vulgarizada. En ese sentido,no pretendemos recuperar una miradaidealizadora de la realidad andina; al con-trario, esperamos en este estudio situar es-tos rasgos sobre los resortes materiales yconcretos de la vida colectiva.

Gracias a la rápida explicación precedente yacontamos con algunos rudimentos inicia-les para comprender los orígenes de prác-ticas productivas y construcción de senti-dos comunes en la sociedad, que habríaproliferado en esta zona de América. Seña-lan los autores clásicos de la antropologíaandina, que estos resortes de racionalidadeconómica habrían desarrollado una com-petencia productiva notable. En pos delprestigio y del reconocimiento social, losproductores, siempre individualizados oatomizados, pugnaban por obtener la ma-

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yor cantidad de excedentes que les permi-tiera hacerse visibles socialmente, es decir,adquirir poder simbólico. Todos estos “so-litarios” engendraban frenéticamente ri-queza para luego poder ser “solidarios” yasí reforzar su papel jerárquico entre sussemejantes con el propósito final de edifi-carse un entorno altamente “amigable”,seguro y confiable. Es por eso que Domini-que Temple habla de sociedades de “so-bre-consumo”, prósperas, abundantes yhasta dispendiosas, pero no por ello me-nos individualistas y recelosas de su auto-nomía personal.

Si se observa con precisión, el sistema andi-no de producción6 colocó mucho énfasisen las cuentas claras a la hora del arqueo fi-nal. Este matiz es central para la presentereflexión. Debía quedar entonces muy visi-

ble cuánto obtuvo cada miembro indivi-dual, pues de acuerdo a ese balance, se re-partían y reparten las recompensas, mu-chas de ellas, inmateriales, pero no por esomenos lucrativas. El peso específico queadquiere el recuento de las ganancias sepone de manifiesto en investigaciones so-bre hechos contemporáneos como la im-pulsada por Sánchez Serrano (2003). En suestudio sobre los comportamientos econó-micos de los habitantes de Pucarani, Pata-camaya y la zona 16 de Julio de El Alto, es-te autor señala que “cuando aparece la po-sibilidad de que surjan ganancias colecti-vas, brota la desconfianza entre los pro-ductores quienes rompen generalmentesus lazos asociativos”.

La pulsión por dividirse cuanto antes lo obte-nido parece fundamentarse en lo señalado

Asociarse para producir es posibleNo todas son malas noticias cuando se ha-

bla de asociarse para producir en Los Andes.En nuestros estudios de caso, presentadosen los anteriores capítulos, se detectan expe-riencias distintas a la tendencia general. Así,por ejemplo, los socios de la cooperativaMultiactiva de Catavi se han visto “obligados”a explotar las colas y desmontes de modo co-lectivo (o empresarial como ellos prefierendecir), porque las características de la explo-tación no da lugar a prácticas individualistas.Es decir que si los pequeños agentes econó-micos son propensos a la producción indivi-dualizada, esta propensión no llega hasta elextremo de ser una pulsión suicida.

En la misma lógica, los productores de SanPedro han constituido, de modo exitoso, unComité Impulsor de Caminos y un Grupo deComercialización de la soya. En el primer ca-so, los productores han aceptado dedicar unporcentaje de su producción a la construc-

ción de caminos, porque el municipio nuncalo hizo y porque, sin caminos esta produc-ción no iba a salir por ninguna parte. El casodel Grupo de Comercialización es aún másinteresante, puesto que este grupo de me-dianos productores se constituyó gracias ala iniciativa de las grandes empresas acopia-doras de soya que empezaron a ofrecer pre-cios diferenciados por volúmenes de oferta.Es decir que un pequeño productor de SanPedro logra vender una misma cantidad desoya a mejor precio si se asocia con otrosproductores a fin de mejorar su oferta globala las acopiadoras. Si este mecanismo diobuenos frutos en el mundo de la soya, ¿nopodría resultar interesante en el universo delas prendas de vestir o de las puertas de ma-dera? Es decir que si una empresa exporta-dora hace una oferta realmente interesante,¿encontrarían quizás allí los microproducto-res una motivación para asociarse?

Fuente: Elaboración propia

6 Saliendo del contexto andino, en San Pedro, dentro del corazón soyero del país, hemos visto que los productores lograron asociarse paraconstruir caminos, así como para producir más soya y desde allí venderla a mayor precio. En la misma región, hemos estudiado el caso deuna familia de migrantes potosinos que logró diversificar su oferta de productos y servicios sin salir de su especialización ligada al universosoyero. Además de producir soya, los miembros de esta familia ofrecieron servicios vinculados con la reparación de tractores y selecciónde semillas para así llenar nichos libres en el mercado local (ver capítulo 6).

RECUADRO 8.1

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antes. Apenas queda en duda la propiedadsingularizada de los frutos del trabajo, losactores productivos rompen amarras y op-tan por seguir caminos separados. Y es quesólo se sabe con exactitud cuánto corres-ponde a cada quien, mientras más atomi-zado o segmentado esté el proceso pro-ductivo. Sánchez Serrano lo expresa bienen una frase: “Cada cual quiere su propiotesoro”. Es decir que una vez que se ha ga-nado en solitario, a fin de asegurarse unared social de protección, recién se procedea ser solidario.

Por todos los indicios recogidos en este In-forme, prácticas productivas como el quealudimos, desincentiva la asociatividad ala hora de generar ganancias y la desplazaa los planos festivo o caritativo. La gente seorganiza para impulsar fines no lucrativos,porque sabe que en ellos no corre el peligrode beneficiar injustamente a nadie. Ese pa-rece ser hoy el meollo de la discusión aca-démica que vincula racionalidades econó-micas y comportamientos socio-culturalesen Los Andes. Este Informe y nuestros es-tudios de caso ayudaron precisamente aavanzar en este debate.

La importancia del capital social

La cultura sí importa. La frase resume una delas constataciones más recientes de la eco-nomía. Peyrefitte (1996) advierte que jun-to al capital y al trabajo, habría que colocara la cultura como un factor clave para elcrecimiento y la generación de la riqueza.Sería entonces la fuerza subjetiva e inma-terial la que motoriza la movilización de losrecursos en una u otra dirección. Por suparte, el premio Nóbel Douglas North(1998) fue el encargado de subrayar la im-portancia de las instituciones en las econo-mías. Con él comprendimos que la produc-ción de bienes públicos está en manos deactores sociales concretos, orientados porcertidumbres, vivencias, pautas de con-ducta y entornos legales restrictivos o am-pliatorios. Queda claro, por ejemplo, queuna red social confiable reduce los costosde transacción, aproxima a los producto-

res y los ayuda a tomar riesgos que solosno podrían enfrentar.

Francis Fukuyama (2001) también ha puestoel acento en la confianza entre actores eco-nómicos. Gran parte de la eficiencia y des-empeño de una economía descansaría jus-tamente en estos factores socio-culturales.La siguiente cita de Fukuyama (1996) ilus-tra su pensamiento al respecto: “La mayoreficiencia económica no ha sido lograda,en la mayor parte de los casos, por indivi-duos racionales y egoístas, sino, por el con-trario, por grupos de individuos que, a cau-sa de una comunidad moral pre-existente,son capaces de trabajar juntos en formaeficaz”. Estamos entonces ante una mane-ra sugerente de remodelar el pensamientoliberal, generalmente centrado en las ca-pacidades y derechos de los individuos.Ahora se prefiere aludir a los entornos so-ciales y a los contextos culturales o institu-cionales a fin de promover las economías.

Los autores citados y muchos otros han idolabrando un relativo consenso acerca de laimportancia de las variables culturales enel rendimiento de las economías del mun-do. Es cierto que la tendencia no es nueva,sin embargo ha recibido renovados impul-sos con el surgimiento de algunos “mila-gros” productivos en ciertas regiones, mu-chos de ellos atribuibles a redes de contac-tos interpersonales, a rituales de confian-za, a modos de cooperación y arreglos soli-darios. Desde entonces, los frutos de la ac-ción social son un dato igual o más rele-vante tanto para economistas como paraantropólogos o sociólogos.

Convengamos entonces que una sociedadque cuenta con un conjunto de relacionessociales signadas por la confianza, la soli-daridad, la cooperación y la reciprocidad,estaría en mejores condiciones para en-carar los desafíos productivos. Por lo tan-to, la asociatividad de los actores econó-micos ocupa hoy un lugar central en la li-teratura sobre condiciones competitivas.Es en el contexto de este debate que seconfigura la paradoja boliviana - bajaconfianza en la esfera productiva y altaconfianza en otras esferas sociales –. La

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experiencia expresa la coexistencia entre,por un lado, alta reciprocidad, confianzay cultura asociativa en las esferas social ypolítica y, por el otro, bajo nivel de con-fianza e incipientes prácticas asociativasen la esfera económica.

En otras palabras, importantes segmentosde la economía popular están formadospor unidades económicas de reducido ta-maño que tienen como estrategia princi-pal evitar, en lo posible, la interdependen-cia que acompaña la especialización deunidades productivas, a la vez que estáninmersas en densas redes de relaciones so-ciales caracterizadas por una activa vidaasociativa y una formidable capacidad deorganizar y desplegar acciones colectivasen la esfera social y política. La propensiónal aislamiento de unidades económicas au-tosuficientes contrasta con la enorme ca-pacidad de acción colectiva y asociativis-mo en otras esferas sociales y políticas. Larealidad boliviana cuestiona la suposiciónimplícita en la literatura sobre capital so-cial en el sentido de que una “cultura localde cooperación”, en la que lazos sociales,normas de reciprocidad y confianza gene-rados en ciertas esferas de la interacciónsocial, pueden convertirse automática-mente en un ingrediente positivo para po-tenciar economías de escala, generar co-nocimientos e innovación productiva enun proceso de creciente eficiencia econó-mica colectiva.

Reglas tácitas y formales en la economía popular

Visto todo ello, nos inclinamos a buscar laexplicación para la baja confianza en la es-fera económica en reglas compartidasque permiten a los actores organizar acti-vidades, establecer transacciones, compe-tir y cooperar. Estas normas incluyen ex-pectativas y prácticas colectivas sosteni-das por costumbre y tradición, las cualesson reforzadas por los incentivos queemanan de leyes y políticas económicasrestrictivas. El entorno institucional de laeconomía boliviana se caracteriza por re-

glas formales e informales insuficientes einadecuadas para aproximar a los actorese incentivarlos a encarar riesgos comu-nes. La carencia de mínimas garantías, demecanismos accesibles de resolución deconflictos y de legítimos espacios de con-trol social en la esfera económica impideque los actores cuenten con condicionesfavorables para socializar y amortiguarriesgos. De esta manera, nos apartamosde las corrientes que le imputan a la cultu-ra andina la explicación exclusiva para lacontinuidad de ciertas prácticas económi-cas en los mercados locales. Los arreglosinstitucionales y las políticas vigentes enel país son factores importantes en la es-tructuración de los comportamientos so-cio- culturales registrados.

El Estado participa de manera directa e in-directa, por acción u omisión, en la for-mación del conjunto de reglas y expecta-tivas compartidas que permiten a los ac-tores organizar actividades, establecertransacciones, competir y cooperar. Enrelación a las reglas tácitas, el Estado pue-de apoyar, no asumir el protagonismo uoponerse. Cada una de estas alternativastiene consecuencias en la estructuraciónde los mercados. Aunque la economía po-pular cuenta con regulaciones propias ba-sadas en normas, expectativas, prácticasy controles sociales, estas transaccionesno son inmunes a la obligatoriedad y a lassanciones impartidas por las leyes oficia-les. También es importante considerar elalcance que los marcos regulatorios nooficiales pueden lograr cuando contradi-cen o no son reconocidos por las leyesoficiales. Una de las limitaciones es quesu capacidad para estabilizar las transac-ciones económicas y solucionar los posi-bles conflictos, se restringe a los círculosde relaciones personales. Al limitar laconfianza a las relaciones más cercanas,se dificulta la expansión de las transac-ciones económicas en cadenas de agre-gación de valor que vayan más allá de lasredes familiares.

En la economía popular boliviana, una de es-tas reglas tácitas es la alta confianza en las

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redes de relaciones personales directas; enespecífico, la familia nuclear y extendida.La mayoría de los negocios en Bolivia seestructura bajo el principio de lealtades deparentesco que incluye lazos de consan-guinidad y de compadrazgo. Si bien la con-fianza familiar permite la creación de ne-gocios, ella no promueve, a su vez, la am-pliación de las transacciones económicasmás allá de los círculos personales. Es asíque la confianza generada en redes de re-laciones cercanas no es necesariamenteun factor propiciador de la confianza am-pliada en una “comunidad de negocios”,condición importante para que la apuestapor la especialización productiva con nive-les crecientes de complementación entreempresas, se convierta en la estrategia do-minante.

Otra importante característica de la institu-cionalidad no oficial es la organización cor-porativa de los espacios de producción ycomercialización. La organización gremiales una vía conocida y utilizada para lidiarcon leyes adversas, que establecen más in-certidumbres y riesgos que ventajas en losmercados locales y fronterizos. Los pro-ductores se organizan para estabilizar elcontexto institucional y económico a fin de

dar continuidad a sus actividades. Las prin-cipales funciones de las asociaciones deproductores son: 1) controlar las interfe-rencias de parte de los funcionarios públi-cos, 2) influir en la formulación de las leyesy obtener privilegios y rentas del Estado, 3)acaparar y regular los territorios de comer-cialización, 4) acceder a información yoportunidades económicas y 5) contar conuna red de seguridad para determinadascrisis personales como enfermedad, acci-dentes y muerte.

Aunque los gremios juegan un rol funda-mental en la organización de los territo-rios de comercialización, lo cual incluyela garantía de “propiedad” sobre espaciosen vías públicas (Morales, 1992). Las aso-ciaciones no han desarrollado medios pa-ra resolver otro tipo de conflictos en la es-fera de la producción o de la transacciónentre empresas. La baja confianza en elsistema judicial, supuestamente encarga-do de garantizar los contratos y acuerdosde negocio, no fue sustituida por la fe enotros mecanismos de control, arbitraje yresolución de problemas dentro de la co-munidad de negocios. La confianza en lasasociaciones y gremios está estrecha-mente vinculada a ciertas actividades y

Razones para asociarseLos siguientes testimonios de pequeños

productores giran alrededor de sus motiva-ciones para suscribir acuerdos estables enpos de la cooperación productiva. Son lasrazones que aducen para confiar en sus simi-lares a la hora de hacer negocios:

“Todos sabemos que es mejor pertenecera una organización para no quedarse solita-rios en algún reclamo, puede ser la renta, laalcaldía… siempre por eso los mercadoscuando se forman en sindicato tiene másfuerza, uno solo no tiene la unidad que hacela fuerza.” Miembro de la asociación de pren-das de ropa.

“La asociación se ha fundado en función alos abusos de autoridad de la Alcaldía, de ex-

torsiones de parte de la PTJ, de la renta in-terna; en este sentido es que se ha fundadoesta organización, para poder defendernos,porque muy individual no se puede, así enfrente de estas autoridades, porque son abu-sos prácticamente, se pasan de su autori-dad, y así hemos nacido”. Miembro de unaasociación del sector de prendas de vestir.

“Después de la asociación, la renta ya nonos molestan, antes venían a molestarnos,dábamos plata con engaños, ahora les deci-mos que somos una asociación, ya no nosmolestan… ahora pagamos simplificado”.Miembro de una asociación de muebles demadera.

Fuente: Wanderley (2004)

RECUADRO 8.2

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momentos como, por ejemplo, el controlde territorios para la comercialización,eventuales crisis personales y la amenazade agentes externos (funcionarios res-ponsables de la fiscalización o actoreseconómicos con más poder de control delos mercados). Las asociaciones no asu-men un rol significativo en la construc-ción de comunidades de negocios, por-que, por ejemplo, no facilitan la transpa-rencia de acuerdos entre partes, ni imple-mentan mecanismos de control socialque garanticen los acuerdos, no promue-ven los contactos entre empresas, univer-sidades y centros de investigación, y tam-poco formulan iniciativas entre las áreaspública y privada para impulsar la cre-ciente productividad y competitividad co-lectiva (Wanderley, 2004).

La baja confianza en la institucionalidad ofi-cial y la insuficiencia de reglas tácitasorientadas a socializar y compartir riesgosen la esfera económica que puedan ade-más ser garantizadas por organizacionesque gocen de legitimidad, crea un ambien-te de negocios en el que la confianza se li-mita al círculo familiar. Esta insuficienciainstitucional (oficial y tácita) establece losincentivos para internalizar el proceso pro-ductivo dentro de las empresas familiaresen lugar de dar paso a una mayor especia-lización y complementación productivaentre empresas. En otras palabras, cuandose carece de mecanismos para facilitar latransparencia de los negocios, de controlde los acuerdos entre partes, de opcionesdirectas para resolver conflictos, de san-ción al incumplimiento de las transaccio-nes y de espacios de facilitación de los con-tactos dentro de la comunidad de nego-cios, toda estrategia de socialización deriesgos se torna poco atractiva y puedeacarrear más pérdidas que ganancias.

También es importante considerar que loscambios continuos en la legislación y enlas políticas y la ausencia de canales de co-ordinación con quienes toman las decisio-nes obligan a los actores a adaptarse demanera ágil y sin previo aviso a estas nue-vas reglas del juego. Esta adaptación es

más fácil de manejar individualmente queen coordinación con otros actores produc-tivos, lo que refuerza la tendencia a la bajaespecialización y baja integración de lascadenas de agregación de valor.

El entorno institucional y las decisiones empresariales

Por todo lo mencionado antes, se puede afir-mar que la institucionalidad real en quefuncionan las actividades económicas estáformada por reglas, expectativas y com-prensiones tácitas, respaldadas o no por elEstado, que sostienen la toma de decisio-nes. Ese conjunto de elementos descansasobre las percepciones compartidas de có-mo funciona el mercado, las oportunida-des que dependen de las acciones de otrosactores y las posibles consecuencias de lasdistintas alternativas. Los actores necesitancontar con una visión global del mundo enque están insertos para interpretar lo queotros hacen, así como entender la estructu-ra del mercado en que están insertos. Estasvisiones conforman los conocimientos lo-cales que se materializan en las tácticas decompetición y cooperación, en la identifi-cación de los competidores y aliados, en ladefinición de las fronteras de los mercadoso de las bases de competición, entre mu-chos otros aspectos importantes para la to-ma de una decisión empresarial.

En algunos sectores de la economía bolivia-na, varias de estas prácticas son creadas ytransmitidas por organizaciones como lasescuelas de negocios, los gremios empre-sariales, las empresas de consultorías y elflujo de profesionales entre diferentes em-presas. En estas relaciones emergen ma-neras de hacer las cosas que se estabilizanen reglas de cómo organizar las interac-ciones dentro y entre unidades económi-cas, cómo establecer relaciones de traba-jo, cómo delimitar las fronteras de la em-presa y los comportamientos adecuadospara dirimir conflictos. Al contrario, en laeconomía popular, los conocimientos yprácticas empresariales son formadosmás desde adentro y menos por la vía ex-

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terna de sistemas educativos y de forma-ción profesional.

En importantes segmentos de la economíapopular se comprende al mercado como ellugar de acceso y control de espacios físicosde comercialización. Estos territorios sondescritos como construcciones colectivas,por las que un grupo de productores asu-mieron los costos de su consolidación, porlo cual tienen el derecho a regular la entradade nuevos actores a través de una organiza-ción corporativa que establece las reglas ycontrola su cumplimiento. Las asociacionesgremiales privatizan los espacios públicos ydisputan el derecho de control de los mis-mos con el Estado y otras organizaciones.

En estos mismos segmentos de la poblacióneconómicamente activa, la competenciaes entendida como la llegada de nuevosproductores o comerciantes a estos territo-rios económicos. Los que pertenecen a lamisma organización gremial y que, por lotanto, comparten un mismo ámbito deproducción o comercialización son identi-ficados como los principales competido-res. En estos segmentos, se guarda bien el“secreto” sobre las fuentes de insumos, ca-tálogos y conocimientos a fin de evitar laimitación de nuevos modelos o de las prác-ticas que ofrecen ventajas sobre los com-petidores. Por ello, prevalece una dinámicacompetitiva basada en precios bajos y po-ca innovación.

En mercados locales cerrados y creciente-mente saturados no es sorprendente quelos ingresos individuales sean decrecientes.La dinámica competitiva que se imponefunciona como una profecía que se auto-re-aliza toda vez que el concepto de mercadocompartido por muchos empresarios es unjuego de suma cero en que las oportunida-des de venta son estáticas y lo que uno ganaestá en proporción directa a lo que el otropierde. En estos entornos económicos, losintereses comunes entre los actores se limi-tan a poder controlar los canales de comer-cialización, a defender y reclamar privile-gios a ser concedidos por la administraciónpública y a crear una red de seguridad paramomentos de crisis. En síntesis, el asociati-vismo de los pequeños productores se res-tringe a la protección de activos y no se ex-tiende, por ejemplo, a la promoción de ga-nancias económicas comunes.

Instituciones oficiales desde y para algunos pocos

La caída de los precios internacionales delestaño marcó el agotamiento del modelode capitalismo de Estado y el inicio de unanueva fase de economía de mercado enBolivia. Las reformas estructurales poste-riores a 1985 apostaron a una estrategia decrecimiento económico basada en la atrac-ción de inversión extranjera en un contex-to macroeconómico estable. Sin embargo,la diversificación de las exportaciones enlos últimos 20 años no estableció un nuevopatrón de crecimiento.

Otras experiencias internacionales comopor ejemplo la de Colombia o la de Chile,en que condiciones internacionales desfa-vorables, (en el primer caso la crisis del ca-fé y el segundo del cobre), dieron paso alsurgimiento de nuevos actores económi-cos y la consolidación de la exportación deproductos no tradicionales, nos obligan aindagar cuáles fueron los factores que pro-piciaron la redefinición de una nueva víade desarrollo en estos países y no así enBolivia.

En el caso boliviano, el principal factor para

Baja confianza en la producciónOtros testimonios orales de los pequeños productores se re-

fieren al recelo que existe entre ellos, cuando se perciben co-mo adversarios o competidores:

“¿Producir en forma conjunta? Tendríamos que mostrarnuestro catálogo especial, modelos especiales y trabajar conellos ya sería hacerme competencia y no estaría bien.” Pro-ductor de chamarras de cuero.

“Yo no puedo mostrar a ti porque tú eres mi competencia, yono te voy a mostrar, por ahí tú te vas a comprar mañana la mis-ma máquina que yo tengo”. Productor de chamarras de tela.

Fuente: Wanderley (2004)

RECUADRO 8.3

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explicar la continuidad de una economíade base estrecha, pese al colapso del pa-trón estaño en 1985, es que se ha preser-vado el andamiaje institucional, las prácti-cas y estrategias económicas y las expec-tativas y relaciones construidas alrededorde la explotación de recursos naturales. Elpasado permaneció en el presente no sólode manera inercial a través de los resulta-dos de decisiones pasadas, sino tambiénde manera activa mediante nuevas inicia-tivas públicas y privadas. La apuesta por elcrecimiento con base en los recursos na-turales perduró durante el corto intervalo

entre el fin de la era del estaño y la na-ciente era del gas.

La continuidad de la apuesta porlos recursos naturales

El Estado boliviano nunca dejó de ser unagente central en el desarrollo económicodel país. Antes de la Revolución de 1952,promovió consistentemente políticas eco-nómicas liberales acordes a la exportaciónde recursos naturales, principalmente elestaño, en asociación con una oligarquía li-derada por tres familias: Patiño, Hochs-child y Aramayo. Entre los años 50 y 80, el

Revisando casos: poco músculo, bajo respaldoComo fue planteado en el capítulo 6 de es-

te Informe, uno de los problemas centralesde las pequeñas empresas es que no tienen“el suficiente músculo” para competir en lici-taciones internacionales, así sea en el propiopaís. Es la experiencia de la empresa tarijeñaPetrosur en el duro mundo de los negociosgasiferos. Por ello, si esta lección vale parauna empresa apoyada por la banca nacional,valdrá también y con mayor razón para losmicroempresarios. Esta realidad muestrauna vez más la debilidad de las institucionespara reforzar los rasgos competitivos de lasempresas bolivianas.

Al mismo tiempo, es importante reconoceralgunas excepciones que muy probable-mente confirmen la regla. Como se observaen uno de nuestros estudios de caso, es in-negable que el complejo soyero cruceñocontó con sólidos apoyos institucionales,expresados en la exitosa negociación deacuerdos arancelarios con los mercados ve-cinos del Pacto Andino, que mejoraron mu-cho las condiciones productivas de las gran-des empresas, pero también de los media-nos y pequeños productores de soya. En es-te caso, debemos entonces admitir que lainstitucionalidad funcionó para mayor bene-ficio de un conjunto de agentes económicos

cruceños y que la institucionalidad para algu-nos pocos fue aprovechada por algunos mu-chos.

En ese sentido, es fundamental reconocerel hecho, tal como lo hacen Montenegro et al(1999), que el cluster cruceño de las oleagi-nosas es un ejemplo clásico de alianza entreproductores, agroindustriales y organismosestatales. Los soyeros cruceños serían ma-lagradecidos si no reconocieran la visibili-dad efectiva del apoyo estatal a favor de suindustria. Sin embargo, en el plano muy con-creto del acceso al financiamiento de susoperaciones por parte de los pequeños ymedianos productores de San Pedro, la si-tuación es otra. En este caso, tanto el Esta-do como el sistema bancario son, de modounánime, calificados como inaccesibles, unsinónimo de invisible en la perspectiva delos actores entrevistados en este municipio.Fueron entonces las grandes empresas, li-deradas por ADM-SAO, Gravetal, IASA eIOL, con un claro predominio de capital ex-tranjero en su estructura accionaria, las queasumieron el papel de intermediarios de losproductores entre el sistema financiero conlo cual aseguraron más del 60% del capitaloperativo requerido para encarar las laboresde siembra y manejo de los cultivos de soya.

Fuente: Elaboración propia.

RECUADRO 8.4

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Estado asumió el rol de empresario a tra-vés de la nacionalización de las minas y lagerencia de empresas en varios sectorescomo energía, telecomunicaciones e in-fraestructura. Durante este periodo, tam-bién asumió el rol de promotor de una cla-se empresarial incipiente mediante la cre-ación de bancos nacionales de inversióncon subsidios, políticas de protección yotros instrumentos de estímulo a la pro-ducción nacional.

Después de la crisis política y económica defines de los años 70 e inicios de los 80, ca-racterizada por sucesivos golpes de Esta-do, el incremento vertiginoso de la deudaexterna y la caída de los precios del estañoen el mercado internacional, Bolivia volvióal régimen democrático y enfrentó el retode controlar una hiperinflación que llegó a8.000% anual. En 1985, a través del de-creto supremo 21060, el modelo de capita-lismo de Estado fue sustituido por uno deeconomía de mercado. Las medidas anti-inflacionarias incluyeron la estabilizaciónde las tasas de intercambio, políticas mo-netarias restrictivas, el incremento de losingresos del sector público vía reforma delsistema impositivo y de las rentas prove-nientes principalmente del petróleo y gas.El primer resultado de esta nueva políticafue la reducción de las tasas de inflación.Entre 1987 y 2005, ésta se estabilizó alre-dedor del 4% anual.

Las reformas económicas posteriores a 1985respondieron a una estrategia de sustitu-ción de la explotación de estaño por la di-versificación de las exportaciones con ba-se en las inversiones extranjeras. La libera-lización de la economía incluyó la atrac-ción de inversión extranjera vía privatiza-ción/capitalización de las empresas estata-les, la apertura del mercado interno a pro-ductos importados, la eliminación del con-trol gubernamental sobre precios y sala-rios y la derogación de las disposiciones la-borales que garantizaban la estabilidad la-boral. Las reformas del sector público con-sistieron en el congelamiento salarial y el

despido masivo de empleados públicos. Laprescripción de disminuir la participacióneconómica del Estado y su responsabili-dad en la provisión de bienes y serviciospúblicos no restringió, sin embargo, el roldel Estado como promotor de la exporta-ción de recursos naturales, principalmentedel gas y la soya.

Las políticas comerciales estuvieron orienta-das a proveer incentivos y reubicar recur-sos para la promoción del crecimiento y ladiversificación de la exportación. Algunosde estos mecanismos fueron: 1) la crea-ción de un arancel único y uniforme paralos bienes de capital (primero de 20% ydespués de 5%) y de 10% para todos losotros bienes importados, 2) la eliminaciónde otras barreras para-arancelarias y licen-cias previas de importación, 3) nuevos me-canismos para garantizar la neutralidadimpositiva a través de la autorización dedevolución de impuestos indirectos paga-dos por los exportadores de productos notradicionales en la compra de insumos yotros componentes incluidos en los costosde bienes exportados, 4) la formación deun Consejo nacional de comercio exterior(COMEX) con la participación de represen-tantes del sector público y privado, 5)acuerdos multilaterales y bilaterales y laexpansión de los acuerdos ya firmados co-mo la Asociación Latinoamericana de Inte-gración (ALADI), la Comunidad Andina deNaciones (CAN) y el Mercado Común deSudamérica (MERCOSUR).7

Durante la década de los 90, el Estado con-centró esfuerzos en rediseñar el marco ins-titucional y las políticas económicas ade-cuadas para el sector de las empresas pri-vatizadas y capitalizadas en los rubros deelectricidad, transporte, comunicaciones,gas, agua y servicios financieros. Variasdisposiciones fueron aprobadas como elCódigo Minero, la Ley de Hidrocarburos yla Ley forestal. En 1994, se estableció elSistema de Regulación Sectorial (SIRESE) afin de normar, controlar y supervisar lasactividades económicas en los sectores de

7 Para un análisis más detallado de las políticas de estabilización y de reformas estructurales en Bolivia a partir de 1985, ver Antelo (2000).

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telecomunicaciones, electricidad, hidro-carburos, transporte y agua. La ley 1.600estableció disposiciones para la competi-ción y el control de monopolios. El SIRESEes conducido por una SuperintendenciaGeneral y por Superintendencias sectoria-les con autonomía técnica, administrativay económica.

En el área financiera, varios bancos públicosfueron cerrados como, por ejemplo, elBanco Agrícola, el Minero y el del Estado.Nuevas leyes fueron aprobadas y nuevasentidades creadas para fortalecer el siste-ma bancario y promover la competición.En abril de 1993, la ley 1.488 de EntidadesFinancieras y Bancarias fue aprobada y seconsolidó la flexibilización de las tasas deinterés y la libre disposición de recursospor parte de intermediarios financieros.Esta ley fue complementada por la aproba-ción, en octubre de 1995, de un nuevoBanco Central independiente y con auto-nomía para garantizar el poder de comprade la moneda nacional. En los años si-guientes, varias entidades financieras fue-ron fundadas como por ejemplo el Fondode Desarrollo financiero y de apoyo al Sec-tor financiero (FONDESIF).

Mientras el reducido sector de las empresasprivatizadas/capitalizadas pasó a contarcon instituciones diseñadas específica-mente para ellas, otros sectores económi-cos y, particularmente aquellos orientadosal mercado interno y fronterizo, no fueronpercibidos por las políticas económicas y,por lo tanto, no contaron con incentivos yapoyos para su crecimiento. En este con-texto, las pocas empresas grandes y me-dianas existentes siguieron participandodel diseño de leyes y políticas que les afec-tan y estableciendo acuerdos privados pa-ra beneficios específicos. En contraposi-ción, las empresas de pequeña escala y laproducción para el mercado interno y fron-terizo siguió sin contar con un marco insti-tucional ni políticas económicas adecua-das para su crecimiento. De hecho, no hu-bo esfuerzos para superar los problemas

estructurales de amplios sectores econó-micos, traducidos en medidas como, porejemplo, el establecimiento de garantíaspara el cumplimiento de los contratos, unacceso adecuado a recursos financieros,información y conocimiento para la inno-vación, apertura de oportunidades de ne-gocios y apoyo a la exportación.

En las últimas dos décadas, las iniciativas pú-blicas para beneficiar al sector económicode los negocios de pequeña escala en mer-cados locales y fronterizos se restringierona tratar de cumplir con tres objetivos: la le-galización vía cumplimiento impositivo, elacceso a capital vía sistema de micro-cré-dito y la generación de empleo aunque debaja calidad. Durante este periodo no se lo-gró consolidar un liderazgo político capazde impulsar una nueva visión de desarro-llo, en el que la integración de la economíapopular a la estrategia de diversificaciónde las exportaciones se convirtiera en unfactor imprescindible en lo económico ysocial. Pese los avances en los discursosoficiales a fines de los años 908, la estre-chez del enfoque dominante sobre la eco-nomía popular explica muchos de los re-sultados negativos generados por las ini-ciativas públicas orientadas a los tres obje-tivos mencionados. Así:

1) El objetivo de ampliación de la base impo-sitiva nacional fue alcanzado mediante laimplementación del registro único simpli-ficado (RUC), el cual diferenció las activi-dades económicas por niveles de transac-ción para el sistema de cobro de impues-tos. Esta política ha logrado la ampliaciónde los inscritos en el sistema de impuestos,aunque sin aumentar significativamente larecaudación total.

2) Las dificultades de acceso de amplios sec-tores sociales a la banca formal fueron en-frentadas con la creación de sistemas pa-ralelos de oferta de capital. Los servicios de“micro-crédito”que proliferaron en el paísofertan capital con tasas de interés que os-cilan entre 25% y 35%, mientras que losintereses en el sistema bancario formal

8 Abordamos estos esfuerzos más adelante.

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son de 8% a 15%. Este sistema ha favore-cido sobre todo al comercio. Se calcula que70% de los clientes de Banco Sol son co-merciantes. Al ser concebidos primordial-mente como medidas sociales de reduc-ción de la pobreza y al responder paradóji-camente al principio de rentabilidad, el sis-tema de micro-crédito (tasas de interésmuy alta, montos de préstamo reducidos yplazos cortos de retorno) se concibe comofinanciamiento de consumo y no como fo-mento a la producción. Es importante queen estudios futuros se evalúe los resultadosdel sistema de micro-crédito en compara-ción con otros instrumentos financieros entérminos del impacto directo e indirectosobre el crecimiento sostenible de las acti-

vidades de agregación de valor y sobre laconsolidación de los tejidos productivos.

3) Hacia fines de los años 90, con la crecien-te evidencia de que el desempleo y la po-breza no serían resueltos por el sector delas empresas capitalizadas/ privatizadas yde la exportación de la soya, las activida-des de pequeña escala, principalmente enlas ramas de comercio y de servicio, seconvirtieron en la solución para amorti-guar los efectos negativos de las reformaseconómicas. Dichas empresas chicas, afin-cadas en los mercados locales, pasaron aser comprendidas como importantes ge-neradoras de empleo y fueron objeto devarias políticas sociales. Las medidas eco-nómicas en este período siguieron apos-

El caso de la ropa usada:comerciantes versusproductoresDurante la década de los 90, en relación a

la importación ilegal y legal de ropa, los pro-ductores de prendas de vestir realizaron va-rios esfuerzos para discutir con las autorida-des los efectos negativos para la producciónnacional de la llegada y venta de la ropa usa-da. Estos esfuerzos aprovecharon todas lasvías disponibles para acceder a las autorida-des: seminarios organizados por los gobier-nos municipal y central, los diálogos nacio-nales (1997, 2000 y 2003), la elaboración delos planes de los municipios, comunicacio-nes escritas, audiencias personales así co-mo marchas y manifestaciones públicas.Sus preocupaciones sobre la competenciainjusta de ropa donada a precios inferiores alcosto de producción y la amenaza a la pro-ducción nacional dirigida a los consumidoresde ingresos medios y bajos no resultaron enmedidas favorables para el sector manufac-turero de prendas de vestir.

Los productores demandaron la prohibi-ción de la importación o, por lo menos, unmejor sistema de aduana y control sanita-rio. En la segunda mitad de la década pasa-da, sus iniciativas empezaron a ser contra-

rrestadas por el sector gremial de peque-ños comerciantes, los beneficiarios direc-tos de la llegada de ropa usada al mercado.Estos protagonizaron manifestaciones enlas calles para defender sus fuentes de tra-bajo y frenar cualquier iniciativa de controlde la importación de prendas de vestir. En1997, el decreto supremo 24691 favorecióel comercio interno de ropa usada y regula-rizó su importación. Los productores deprendas de vestir interpretaron esta deci-sión como beneficiosa para los importado-res que tienen conexiones personales conlos políticos y para los comerciantes debidoa su capacidad de presión en manifestacio-nes masivas en la sede de gobierno. En di-ciembre de 2002, los productores de pren-das de vestir organizaron una nueva ola demanifestaciones demandando mayor con-trol de la ropa usada. Ellos denunciaron lapoca voluntad política para proteger la pro-ducción nacional y cuestionaron la falta deprioridad otorgada a la manufactura en rela-ción al comercio. Actualmente el comerciode ropa usada con los Estados Unidos esun tema no negociable en el Tratado de Li-bre Comercio.

Fuente: Wanderley (2004)

RECUADRO 8.5

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tando más que nada a las actividades deexplotación de recursos naturales, las cua-les presentan una limitada capacidad dearticulación con el resto de la economíanacional. Por ello, durante estos últimos 20años, no se priorizó a los mercados nacio-nales y fronterizos como sectores impor-tantes para sostener la diversificación delas exportaciones y, por lo tanto, no huboiniciativas para articular las empresas ex-portadoras con las labores de la economíapopular.

La ausencia de respuestas favorables a lasdemandas de apoyo a la producción debienes para los mercados locales y fronte-rizos en los últimos 20 años refleja la mar-ginalidad de estos sectores con respecto ala estrategia de crecimiento económico.Para comprender mejor la continua faltade atención de quienes toman decisionespara este sector, es interesante mencionardos ejemplos recurrentemente citados porlos pequeños empresarios. El primero serefiere a la regularización del ingreso de ro-

pa usada al mercado boliviano y el segun-do, a la aprobación de la ley forestal, queprohibió el uso de madera cortada con mo-to-sierras (ver recuadros 8.5 y 8.6).

La inadecuación del arreglo de las políticas yreglas formales para la producción en pe-queña escala es probablemente una de lasprincipales condiciones para el crecimien-to del comercio en detrimento de la pro-ducción manufacturera en la economía po-pular. En 1992, 51% de las pequeñas uni-dades productivas estaba en el sector decomercio, 29% en el de los servicios y25% en la manufactura. En 2000, las uni-dades comerciales ascendieron a 56%, lasde servicio continuaron ocupando el 29%del universo total y las de producción ma-nufacturera bajaron a 20% (viceministeriode la micro empresa, 2001).

En contraste, el soporte del Estado a sectoresrelacionados con los servicios y la exporta-ción de recursos naturales como gas, soyay sus derivados, explica, por lo menos enparte, el crecimiento de estos sectores du-

Sector madera: decisiones sin consultaOtro ejemplo de cómo la institucionalidad

boliviana no defiende los intereses de los pe-queños productores fue la discusión y apro-bación de la Ley Forestal. En torno a ello,existe un reclamo generalizado entre los pro-ductores de muebles y artefactos de maderadebido a que fueron marginados de la elabo-ración de dicha ley, que prohibió la comer-cialización de la madera cortada con moto-sierra.

Los productores señalan que sólo fueroninformados sobre esta nueva disposición le-gal cuando ésta ya había sido aprobada. Laconsulta y negociación, que ocurrió antes dela aprobación en 1996, incluyó a los actoresque el gobierno de turno identificó como losque tenían intereses directos en la modifica-ción de la legislación en curso, aprobada en1974. Estos actores fueron los partidos polí-ticos, los empresarios del sector maderero,

las organizaciones ecológicas, las poblacio-nes indígenas localizadas en la amazonía, lasorganizaciones internacionales, de campesi-nos, comités cívicos, alcaldías y la prensa(CEDLA, TIERRA y Promab, 1998). Los rela-tos expresan la percepción generalizada delos productores en el sentido de que no fue-ron tomados en cuenta por el Estado al noestar vinculados a las organizaciones inclui-das en los procesos de consulta y negocia-ción. Según ellos, su invisibilidad pese a susactividades económicas y la no participaciónen el proceso les impidió anticipar el impac-to de esta legislación sobre sus actividadeseconómicas. De la misma manera, la ausen-cia de iniciativas públicas para preparar o fa-cilitar la adaptación de este sector al cambiode la legislación es, según ellos, otra pruebade su invisibilidad como agentes económi-cos importantes para el Estado.

Fuente: Wanderley (2004)

RECUADRO 8.6

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rante los últimos años. Si en el periodocomprendido entre 1989-1996 el creci-miento de la economía alcanzó un prome-dio anual del 4%, no sólo la contribucióndel sector externo fue globalmente positi-va, sino que las exportaciones, que se ex-pandieron a un promedio anual del 10%,se constituyeron en la fuente principal delcrecimiento. En apenas 8 años, las expor-taciones no tradicionales sustentadas en eldinamismo del complejo agroindustrialcruceño se multiplicaron por cinco, y porprimera vez en la historia económicanuestro perfil exportador no estuvo mar-cado por el predominio de un solo produc-to. En contraste con ello, el periodo 2000-2004 marca la entrada en escena de las ex-portaciones de gas natural como determi-nante fundamental del crecimiento eco-nómico y a partir de 2002, el auge de lasexportaciones de gas –cuyo valor se multi-plica por 11- se combina con un incremen-to del 50% de las exportaciones de pro-ductos no tradicionales para elevar la con-tribución global del sector externo al creci-miento de la economía en cuatro puntosporcentuales por año. Sin embargo, las ex-portaciones están todavía concentradasen pocos productos relacionados con losrecursos naturales y la producción agrícolacomo por ejemplo el gas natural, la soya, elestaño, el oro, la plata y la madera, entrelos más importantes.

Cultura rentista y patrimonial

A pesar de los distintos modelos de adminis-tración a lo largo del tiempo, es decir, el li-beralismo antes de la revolución de 1952,el capitalismo de Estado de 1952 a 1985 yel modelo de mercado después de 1985, larelación entre el Estado y el sector privado(grandes, medianas y pequeñas empresas)continuó estando marcada por una culturarentista y patrimonial, típicas de una eco-nomía centrada en la explotación de los re-cursos naturales. La búsqueda de ayuda es-tatal por parte de los empresarios fue unapráctica recurrente y formó parte de la cul-tura empresarial predominante en el país.

Para una parte importante del empresariadoboliviano, la gestión de los contactos e in-fluencias es uno de los principales mediospara garantizar seguridad y oportunidadesde inversión (IIG-PNUD, 2003).

A través de relaciones personales entre algu-nos hombres de negocios y los líderes polí-ticos en función gubernamental, se inter-cambian favores económicos y políticosque pueden consistir en la transferencia di-recta de riquezas (tierras, subsidios o con-donaciones de impuestos) y en la provi-sión de posiciones económicas. Los ejem-plos incluyen la transferencia de la propie-dad o el derecho a operar una empresa quese privatiza, la concesión de posiciones demonopolio o cuasimonopolio así comocréditos a tasas de intereses altamentesubsidiadas y contratos gubernamentales.Las empresas con nexos directos con lasélites políticas, principalmente las grandesy medianas, resuelven el problema de lasgarantías de que los contratos e inversio-nes serán respetados por el gobierno y porterceros a través de acuerdos privados, queno se convierten en reglas universales (IIG-PNUD, 2003 y Krueger, 2002).

La “gobernancia” económica entendida co-mo la vigencia de estructuras de confianzay seguridad para las inversiones se estable-ce a favor de un grupo selecto que puedecontinuar sus actividades si logra renovarlos acuerdos con los gobiernos de turno(IIG-PNUD, 2003).

Este tipo de estructura se sostiene sobrearreglos institucionales formales e infor-males con una larga tradición en el país yse redefine gracias al nuevo modelo de go-bernabilidad política ejecutado después de1985. La lógica de poder predominante ra-dicó en el reparto de los espacios de deci-sión y de los recursos políticos y económi-cos entre algunos partidos que bajo la con-ducción personalista y discrecional los dis-tribuía a su red clientelar y patrimonial.Debido a la baja institucionalidad y opaci-dad de este modelo de gobernabilidad, ladistribución de recursos y las garantías pa-ra la inversión fueron resueltas medianteacuerdos personales y no en espacios ins-

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titucionales transparentes. Este sistemafue denominado por varios analistas comocapitalismo de camarilla, porque es adver-so a un sistema de derechos económicosuniversales (recuadro 8.7).

Para las actividades de pequeña escala, queconforman gran parte de la economía po-pular, el Estado continuó siendo un entedistante, hostil y, sobre todo, una fuentede beneficios puntuales. Pese el esfuerzode organizaciones gremiales como la Fe-deración Boliviana de la Pequeña Indus-tria (FEBOPI), la Federación de la Micro yPequeña Empresa (FEMYPE), el ComitéEnlace de los Pequeños Productores, entreotros, estos actores todavía no logran abrirespacios institucionalizados para expre-sar sus demandas y coordinar respuestas.

Su marginalidad política tiene efectos per-versos, porque debilita las iniciativas dediálogo e incentiva los mecanismos depresión en las calles. La marginalidad polí-tica genera una cultura de desconfianzaen relación a las instituciones formalesfortaleciendo un capital social defensivo yprebendal al limitar la relación con el Esta-do a la búsqueda de protección contraprácticas abusivas y de beneficios puntua-les como recursos financieros, liberaliza-ción de impuestos, entre otros. Estas ac-ciones llevan a que las organizaciones gre-miales y los propios empresarios priori-cen la captura de rentas y no vean la im-portancia de las políticas públicas y leyesen la formación de un entorno empresa-rial que propicie incrementos sostenibles

El capitalismo de camarillaDe acuerdo a una definición de Joan Prats,

capitalismo de camarilla es un sistema: “su-jeto a reglas, pero no se trata de reglas uni-versales, sino elaboradas concertadamentepor y para la camarilla. La gobernanza eco-nómica en que se expresa es creada por losmiembros de la camarilla en beneficio pro-pio, aunque se impone su respeto al conjun-to de la población. De esta manera el gobier-no resuelve el problema de compromiso ge-nerando estructuras de confianza entre loscompinches que de esta manera ya puedeninvertir y tener una cierta seguridad para susinversiones mientras se mantengan en la ca-marilla. Así, cuando es capaz de reacomo-darse al cambio de sus miembros y de los su-cesivos gobiernos, la cararilla se institucio-naliza. En realidad la gobernanza política yeconómica que resulta expresa un procesoiterativo de contratos y recontratos entre loscompinches.

Este sistema es desde luego incompatiblecon el estado de derecho y la economía demercado institucionalizada. Los capitalistasprivados de este sistema no pueden calificar-se propiamente como burgueses, porque noaspiran a crear un orden económico y jurídico

universal ni a separar el Estado de la econo-mía y la sociedad. Los compinches aspiran acontrolar el proceso político, porque si pier-den el control, falla la solución del problemade compromiso y pierden la seguridad (no ju-rídica sino política y de poder) de sus dere-chos de propiedad. La integración de políticay economía que se produce, sólo es posiblebajo liderazgos presidenciales fuertes y alta-mente discrecionales. De ahí que cuando lacamarilla tiene que aceptar la democratiza-ción sólo puede hacerlo controlando el pro-ceso político (las élites de los partidos se inte-gran con las élites económicas y controlanpatrimonial, prebendal y clientelarmente asus partidos), es decir, manteniendo una de-mocracia de baja intensidad o delegativa. Endefinitiva, el capitalismo de camarilla expresauna fórmula de toma de decisiones y de solu-ción de conflictos entre actores estratégicosque no puede transparentarse, sino muy par-cialmente y que por ello está impregnada deinformalidad. Es decir, en el capitalismo decamarilla los empresarios formales tambiénson en gran medida informales, son los com-pinches de sus compinches políticos”.

Fuente: Prats, (2003)

RECUADRO 8.7

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de la productividad y competitividad co-lectiva (Wanderley, 2004).

Heterogeneidad institucional, debili-dades estatales y la semi-legalidad

La ausencia de reglas universales y mecanis-mos institucionales de definición y aplica-ción de políticas genera y, al mismo tiempo,es resultado de una economía de enclaves(entendidos como espacios económicos,sociales y políticos aislados entre sí, que nogeneran articulaciones virtuosas entre losdistintos sectores económicos, ni acumulanesfuerzos y recursos productivos en diná-micas de creciente productividad y compe-titividad). Una de las características de esteandamiaje político es la segmentación insti-tucional en el que algunos sectores cuentancon un marco legal y políticas económicas,mientras otros estructuran sus actividadesbajo arreglos informales con el poder políti-co y a través de corporaciones gremiales enel esfuerzo de garantizar ciertos niveles deseguridad para sus inversiones.

A la heterogeneidad de reglas formales e in-formales se suman las debilidades institu-cionales propias del Estado boliviano. Unade ellas es la duplicidad de responsabilida-des entre las distintas instancias guberna-mentales, las cuales compiten por los mis-mos recursos y multiplican los requisitosformales para el funcionamiento de lasempresas (es el caso del Viceministerio deIndustria y Comercio, VICI y el del Vicemi-nisterio de Microempresas citado antes).La ineficiencia y la falta de transparenciaen la administración pública ha traido máscostos que beneficios para la legalizaciónde las empresas. El costo de constituir una

empresa en Bolivia era 44 veces el salariomínimo vital y 3 veces el PIB per cápita en2001 (cuadro 8.1), (SBPC, 2001).

A partir de 2002 se han impulsado iniciativaspara simplificar algunos de los trámites delegalización de las empresas. Una es la de-legación del anterior Sistema Nacional deRegistro Comercial (SENAREC) a una orga-nización sin fines de lucro, FUNDEMPRE-SA, cuyo directorio está compuesto por re-presentantes de las principales Cámarasde Industria y Comercio del país. Otra im-portante decisión fue poner en marcha laventanilla única por la alcaldía municipalde la ciudad de La Paz. Estas iniciativas yamuestran resultados positivos hoy en día.Sin embargo todavía hay mucho por haceren el conjunto de registros, licencias y per-misos vigentes en el país para que la legali-zación de las empresas sea accesible yofrezca más ventajas que costos para lasempresas.

Las unidades económicas en general y, másespecíficamente, las de tamaño reducido,están obligadas a mantenerse en una zonagris de cumplimiento de algunos requisi-tos y de no cumplimiento de otros. Los em-presarios excluidos del círculo social de lasélites políticas y económicas no cuentancon las “garantías personales”, mientras lalegalidad genera más costos que benefi-cios. La legalidad incompleta tampoco loslibera de gastos financieros y, más bien,les agrega otros costos de producción ytransacción. El incumplimiento de una so-la norma legal puede llevar a sanciones se-veras, incluso al cierre de la empresa, prin-cipalmente para los que no cuentan con elsistema de “seguridad informal” otorgadopor la membresía en los círculos de poder.La salida para las empresas en la condi-ción de semi-legales es el pago de coimasa funcionarios públicos encargados de lafiscalización.

El bajo control dentro del Estado ha provoca-do que la fiscalización tenga como metagenerar ingresos extraordinarios por partede los funcionarios encargados de la fisca-lización. La probabilidad de encontrar pro-blemas que les permitan exigir un pago o

CUADRO 8.1 Costos de construir una empresa en Bolivia

Banco Mundial Of. Nal. de Inv. Eco.¨Pasos ———— 27Tiempo 66 días 80 díasCosto US$ 3.396 US$ 2.696

Fuente: Banco Mundial, 2000 y NBER, 2001, Cambridge, citado por SBPC, 2001.

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soborno a cambio de su silencio es muy al-ta, debido a que el cumplimiento de todaslas reglas es casi imposible. De modo quelos funcionarios ya saben lo que puedenencontrar. Los posibles problemas son laausencia de licencias de funcionamiento,ciertas conexiones ilegales a los serviciosde electricidad y agua o el incumplimientode las regulaciones laborales entre otrosregistros. El resultado de la semi-legalidades la corrupción y el desvío de estos recur-sos hacia bolsillos privados en vez de des-tinarlos a la oferta de bienes y servicios pú-blicos para el mismo sector.

Además, la semi-legalidad mantiene la nece-sidad de los empresarios y productores deseguir adoptando la estrategia de perma-necer invisibles para prevenir las sancio-nes y abusos por parte de los funcionariosresponsables de la fiscalización. Esta estra-tegia afecta la organización física de la pro-ducción al imponer la lógica de camuflajeantes que de la eficiencia en la ubicaciónde las máquinas y los trabajadores. De lamisma manera la estrategia de invisibili-dad disminuye los contactos con otras em-presas y organizaciones dentro de la co-munidad de negocios, reforzando la bajaintegración del tejido productivo y, conse-cuentemente, el incremento de los costosde transacción y producción.

La mirada ambigua del Estado

Las relaciones entre el Estado y los actores so-ciales a lo largo del tiempo han configuradoespacios de interlocución y de selección degrupos de interés con legitimidad para par-ticipar en ellos. En estas interacciones seconsolidaron, por un lado, las identidadescolectivas y, por el otro, las visiones de des-arrollo nacional.9 Algunos actores colecti-vos han sobresalido en la arena pública,mientras otros se mantuvieron marginalesy hasta invisibles en la historia boliviana.Estas diferencias se expresan tanto en la ca-

pacidad de presión e interlocución con elEstado, como en la ambigüedad de susidentidades como actores económicos.

El Estado no ha otorgado un trato consisten-te a los productores y artesanos, los cualesocuparon siempre una posición ambiguaen el escenario público. En los últimos 50años, el Estado los reconoció sucesiva o si-multáneamente como comerciantes, tra-bajadores que generan sus propias fuentesde ingreso, emprendedores sin capacidadde crecimiento, informales que se rehúsana cumplir con la normatividad y pagar im-puestos y, masa empobrecida formada porinmigrantes recientes del área rural. Estasdistintas miradas se reflejaron en las dis-tintas políticas públicas y espacios institu-cionales de coordinación con el sector.

La ambigüedad del Estado frente a los pro-ductores y artesanos ha contribuido a laactual inconsistencia en su auto-identifica-ción como grupo colectivo con intereseseconómicos y sociales específicos. Existeuna enorme confusión entre ellos mismossobre si deben auto-denominarse empre-sarios, productores, artesanos, trabajado-res, informales, micro-empresarios o pe-queños empresarios. Esta confusión se ex-presa en la fragmentación de organizacio-nes representativas, las cuales utilizan dife-rentes categorías para calificar a sus aso-ciados. Un rápido recorrido por los últimos50 años nos da una idea de las oscilacionesdel Estado entre las distintas categorizacio-nes en boga.

Los productores cercanos a los comerciantes

Después de la revolución del 52, la alianzaentre el Movimiento Nacionalista Revolu-cionario (MNR) y la Central Obrera Bolivia-na (COB) fomentó la asociación entre losproductores y comerciantes, mediante lanueva Confederación de artesanos y co-merciantes, creada en 1955. Con esta nue-

9 Tanto las fuerzas de derecha como de izquierda contribuyeron desde la discusión académica y política a consolidar la visión de desarrolloeconómico que asigna a las grandes empresas, públicas o privadas, nacionales o extranjeras, principalmente las asociadas al sector derecursos naturales, el rol de “motores del desarrollo”. Según esta perspectiva las empresas pequeñas desempeñan, en el mejor de loscasos, un rol secundario en la generación de riqueza del país. Para una lectura sobre el debate académico en Bolivia y su relación con lasorganizaciones representativas de los pequeños productores y la formulación de políticas económicas, ver Wanderley (2005).

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va organización, los productores y artesa-nos buscaron abrir un espacio para canali-zar sus demandas hacia las políticas gu-bernamentales de desarrollo económico yseguridad laboral. En ese momento, laprioridad para ellos era el control de la im-portación de bienes manufactureros. Estaasociación se mostró como desventajosapara los productores y artesanos. No sólono lograron la atención gubernamental asus demandas específicas, sino que, con eltiempo, los comerciantes sobrepasaron ennúmero e influencia a los productores y ar-tesanos y ofuscaron así la comprensión desus intereses específicos.

Productores-artesanos

Durante los años 60, se ejecutan algunasmedidas legales que benefician a los arte-sanos y productores, aunque aisladas delos planes de desarrollo nacionales. En1961, el Decreto 05918 estableció la pro-tección de la cultura artística y en 1969,con el decreto supremo 08844 se creó elcomité de soporte a la pequeña industria yla producción artesanal. En 1976, estas ini-ciativas resultaron en la creación del Insti-tuto Boliviano de la Pequeña Industria (IN-BOPIA), fundado con la misión de facilitary regular las actividades artesanales. En losaños siguientes, otras disposiciones lega-les dispusieron la liberalización de impues-tos de importación de maquinaria, herra-

mientas y materia-prima con el certificadode IMBOPIA y lo mismo de otros impues-tos. También se expanden las atribucionesde IMBOPIA, que pasa a ser intermediariade crédito y otros tipos de ayuda financie-ra. Sin embargo, las actividades concretasde esta entidad se limitaron a registrar a losartesanos y promover algunas ferias. Se-gún los registros, sólo tres artesanos y pe-queños industriales se beneficiaron de la li-beralización de impuestos hasta 1983, conlo cual esta instancia no pudo ser un espa-cio de formulación de políticas. En este pe-riodo se advierte el peso de la visión quesepara a los artesanos de los empresarios.

Sector informal

Durante los años 70, el concepto de sector in-formal fue introducido en los círculos inte-lectuales y políticos y se convirtió en elmarco para las políticas públicas relaciona-das con la producción artesanal de peque-ña escala. Este marco reforzó la identifica-ción de este sector con los pobres y margi-nados y su descalificación como agentesdel desarrollo. Según esta mirada, su con-dición principal era la de “informales” quese refería tanto a la condición de margina-lidad en relación al marco legal y, específi-camente, al sistema impositivo, como enrelación al sector moderno de la econo-mía. En las siguientes décadas las políticaspúblicas continuaron percibiendo a estasactividades como en la periferia de los sec-tores dinámicos de la economía. Esto, a suvez, volvió a limitar, de renovadas mane-ras, la institucionalización de espacios deinterlocución con el Estado.

Empresarios o trabajadores

En los años 80 y 90, la ya consagrada condi-ción de informales se entremezcla con laoscilación de parte del Estado entre posi-cionar al sector como de empresarios o tra-bajadores. Esta mirada dual se ha expresa-do en la yuxtaposición de instancias gu-bernamentales con idéntico mandato a finde diseñar e implementar políticas para el

Categorías de auto-identificaciónLa pregunta sobre la identidad de los pequeños productores

es central para trazar políticas públicas e interlocutores res-ponsables de las mismas. Aquí hay algunas respuestas alcuestionamiento íntimo de ¿quién soy?:

“No soy microempresario, porque el término no me gustamucho y otro es que yo no lo enfoco muy bien ese tema y el deartesano si lo enfoco desde mis raíces”. Miembro de ADEPI –La Paz (2000)

“He imaginado una forma digna de vivir, sin pedir prestado nirobar al Estado… ¡He decidido ser empresario!!” Slogan deADEPI – El Alto (2000)

RECUADRO 8.8

Fuente: Wanderley (2004)

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INFORME SOBRE DESARROLLOHUMANO EN BOLIVIA

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sector de las micros, pequeñas y medianasempresas. Del año 1998 hasta el 2003 co-existieron dos viceministerios en distintascarteras: el de Industria y Comercio en elMinisterio de Desarrollo Económico y el dela micro-empresa en el Ministerio de Tra-bajo. Al principio el primero estaría a cargode políticas orientadas al desarrollo gene-ral del sector, mientras que el segundo se-

ría el responsable de los temas de empleo.Sin embargo, el viceministerio de la microempresa fue creado precisamente, porqueel Viceministerio de Industria y Comerciono estaba cumpliendo su mandato. Unavez que empezaron a coexistir y, porquelas responsabilidades de la oficina antiguano fueron redefinidas, los dos reclamaronla autoridad sobre los recursos cada vez

¿Quién representa a lospequeños productores?Los pequeños productores viven un dilema

de identidad muy particular. Van cabalgandosobre dos monturas y no saben bien cuál deellas es la más próxima a sus intereses. Amomentos se perciben a sí mismos comoempresarios en ciernes, pero más adelante,sienten que su compromiso está con losobreros o los trabajadores. Esa ambivalenciatuvo efectos devastadores sobre su capaci-dad para convertirse en actores políticos,puesto que ninguna de dichas identidades,ni la obrera ni la empresarial, calza perfecta-mente con sus atributos propios.

Baste como ejemplo lo que sucedía conlos cooperativistas mineros bolivianos entre1952 y 2003. Después de la nacionalizaciónde las minas, las direcciones sindicales ob-servaron con fuertes recelos políticos a loscooperativistas. Sabían, por el pasado, queéstos conformaron sindicatos de desocu-pados, es decir, eran mineros sin trabajoque explotaban vetas marginales bajo con-diciones de alta precariedad. Más adelante,arrendaron parajes a Comibol. Por su situa-ción social, eran y son tan o más pobres quelos propios obreros, pero por su indepen-dencia económica y al no estar sujetos a unsalario, se asemejan, en algo, a los empre-sarios.

Este último dato fue suficiente para que losmineros sindicalizados sintieran desconfian-za de sus similares. Pese a ello, hasta 1968los incluyeron en su organización dándolesuna cartera al interior del comité ejecutivo de

la Federación de Mineros. Era mejor tenerloscerca, que enfrentados. Sin embargo, a par-tir de 1968, los cooperativistas organizaronsu propia Federación. La historia de la rela-ción entre ambos sectores está llena de ten-siones y acercamientos. En ciertas etapas dela lucha social, combatieron juntos por lasmismas metas, pero en otras, sufrieron dis-tanciamientos. En lo político, convivieronbien defendiendo la Revolución y la demo-cracia, mientras en lo económico, se articu-laron perversamente saqueando vetas esta-tales. No obstante, una diferencia central losseparó de forma insalvable. Para las coope-rativas, el cierre de la Comibol significó, porejemplo, reemplazarla, distribuirse sus des-pojos. La gran empresa nacionalizada pose-ía entonces la riqueza que los cooperativis-tas requerían para convertirse en actor eco-nómico central. Y así pasó, tanto que mu-chos obreros de Comibol vieron la manerade convertirse en cooperativistas para seguirviviendo de los socavones. Una vez reempla-zada la fuerza laboral asalariada, los nuevosmineros recuperaron un rol político impor-tante, aunque jamás equiparable al de susantecesores. En octubre de 2003 se movili-zaron hacia La Paz para acompañar la caídadel entonces presidente Sánchez de Lozada.A cambio, una persona afín a ellos ocupó laPrefectura de Oruro. En julio del 2005 se mo-vilizaron hacia La Paz y Sucre para apoyar larenuncia de los presidentes del Senado y dela Cámara de Diputados tras la renuncia delPresidente Mesa. Quizás, ahora sí, ha llega-do su momento político.

Fuente: Elaboración propia

RECUADRO 8.9

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rias dentro del gobierno. Los intentos detransformar esta propuesta en políticasconcretas encontraron obstáculos desde lapropia ubicación física de los responsablesen el Ministerio de Trabajo que no facilita-ba la coordinación con las instancias res-ponsables de la formulación de políticaseconómicas. El Viceministerio de la micro-empresa reconoció esta debilidad y lideróla creación de un nuevo comité formadopor viceministerios del área (de comercio,micro-empresa y finanzas), agencias pri-vadas, gobiernos locales, la Cámara de Co-mercio, las asociaciones de productores,las asociaciones de empresarios, variasONG, bancos y universidades. El propósitoera superar las barreras económicas e ins-titucionales para el crecimiento de estasactividades. Aunque el “Marco Integral dePolíticas de Desarrollo Competitivo y Pro-ductivo para las Empresas Pequeñas y Me-dianas”, propuesta por este comité expre-saba ambiciones muy amplias, éste estuvoconcentrado en la provisión de los servi-cios financieros.

La ambigüedad en relación a las pequeñasempresas ha generado confusión en la au-to-identificación de los actores de la eco-nomía popular. La mayoría mantiene laidentidad de productores-artesanos, mien-tras otros han adoptado la de micro o pe-queños empresarios. Existe una oscilaciónentre mirarse a sí mismos como parte de laclase trabajadora o percibirse como ungrupo de emprendedores que arriesgancapital y contratan mano de obra y que,por lo tanto, deberían ser tratados comoempresarios. Esta confusión a su vez debi-lita las capacidades de representación y deorganización de los productores y artesa-nos para intervenir con demandas propiasen el escenario público

10.

mayores para el sector de la micro y pe-queña empresa (para un análisis más com-pleto ver SBPC, 2001).

La duplicidad de jurisdicciones no es sólo unproblema de organización interna del Esta-do central, expresa también las ambigüe-dades en cuanto al tratamiento que se otor-ga al sector para el cual se dirige las políti-cas. Mientras en el Ministerio de DesarrolloEconómico no se pudo avanzar políticaseconómicas para el sector, probablementepor la fragilidad de la definición de estosactores económicos como empresarios, lanueva instancia es ubicada bajo el Ministe-rio de Trabajo, la cual relaciona a los microy pequeños empresarios con los trabajado-res en general.

En 2000, se realizó el Dialogo Nacional, quereunió 500 representantes de las organiza-ciones de los pequeños productores. Unode los resultados de este proceso fue la ela-boración de la Estrategia de Lucha contra laPobreza, que expresó la necesidad de crearun contexto más favorable para estas uni-dades. Este fue el primer documento quereconoció la importancia de tener un mar-co legal, financiero e impositivo favorable yacorde a las características del sector. Sinembargo, las acciones estatales continúanconsiderando a las pequeñas unidadesproductivas como marginales o periféricasa la vía seria del desarrollo económico y,por lo tanto, como sujetos de políticas so-ciales más que de políticas económicas.

En el mismo año, el Viceministerio de la mi-cro-empresa lanzó un Plan Nacional deDesarrollo del sector, que muestra un im-portante cambio en el discurso estatal alproponer que la creación de empleo dignoestá relacionada con la capacidad produc-tiva y competitiva de las pequeñas unida-des. Sin embargo esta nueva visión no fuecompartida por las otras instancias deciso-

10 La frustración de los pequeños agentes económicos frente al poder político es aún más exacerbada cuando estos primeros se movilizan ala iniciativa del Estado bajo la supuesta bandera de mejorar sus condiciones productivas, cuando, en definitiva, esta movilización resultatener por única finalidad de traducirse en capital político para el gobierno de turno. Es esta agria experiencia que experimentaron loscarpinteros alteños en torno a la reivindicación, vital para el gremio, de la construcción de un horno industrial de secado de madera (vercapítulo 4).