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LAS COMUNIDADESDE MONTES EN ALAVAJESUS M.a GARAYO URRUELA
1. INTRODUCCION
El acceso y disfrute a bienes y derechos de aprovechamiento agropecuario-forestales comunales vieneposibilitado y condicionado por la vecindad, lo que se canaliza a través dela integración residencial en el senode un pueblo en cuanto conformauna comunidad social con una identidad político-administrativa.
Las comunidades de montes seconfiguran como fórmulas comunales de organización de la propiedady los aprovechamientos integradaspor dos o más entes locales, bien conpersonalidad jurídica (municipio,junta administrativa, concejo ...) o sinella (pueblo o lugar, barrio, cofradía, caserío, etc.). Pueblos y vecinosse benefician y aprovechan de unosrecursos silvopastorales cuyo dominio corresponde en comunidad auna titularidad plural formada por laconcurrencia de varios pueblos o núcleos de población.
Las comunidades de montes hanconstitu ido históricamente el elemento estructurante de cuestiones yconflictos en torno a la titularidad deluso y disfrute de los aprovechamientos agropecuario-forestales de sueloy de vuelo, cuestiones y conflictosque, si bien no desaparecieron, encontraron el marco de referenciaadecuado para su amigable resolución, haciendo posible la explotaciónde unos recursos que, de otro modo,hubieran sido fuente continua de desavenencias y que, de no sucederasí, hubieran hecho peligrar una racional e idónea utilización y disfrutede los mismos.
La permanencia en común bajo lafórmula de la comunidad de montesde los bienes con contenidos agropecuario-forestales ha servido parasacar mayor partido económico desus producciones, especialmente delas pastorales, ha sido un elementoque ha frenado la fragmentación jurídica dentro de montes y sierras,que constituyen una unidad ecológica, productiva y medioambiental, yen cierto modo, por ello, se han mantenido los eleme ntos potencialespara una gestión y aprovechamiento
de los mismos unificados o, al menos, coordinados.
Las Comunidades de Montes tienen notable peso en los patrimoniosconcej iles de los entes locales alaveses, lo que, en parte, está unido ala supervivencia de estructuras territoriales vecinales que poseen unapersonalidad diferenciada y un patrimonio propio distintos y separadosal del respectivo municipio en el queestán integrados.
Los 417 núcleos de población actualmente existentes en Alavaforman324 juntas administrativas y pertenecen a 51 municipios. La formaciónde buena parte de estos núcleos yentidades de población data o arranca de la época altomedieval e, incluso anterior. La porción de terrenoalavés ocupado por parte de cadauno de estos núcleos de poblaciónes el resultado del asentamiento enel mismo de un primitivo grupo socialdedicado históricamente a explotarde forma estable los recursos delmismo. Los cond icionantes físicosdel terreno y el dinamismo socioeconómico de cada núcleo de población han influido en la extensión delos mismos.
Con unos límites fluctuantes queno empezaron a tomar contornosprecisos y estables hasta la BajaEdad Media, surgiendo , incluso, problemas de límites en la etapa Moderna, los habitantes de un núcleo,en la búsqueda de recursos forestales y pastori les , confluyeron conotras colindantes en la explotaciónde un mismo territorio, compartiéndolocon ellas.Enestesentido ,el45 %de los núcleos de población de Alavaposeen patrimonios territoriales encomunidad con otras entidades locales e, incluso, se da el caso de núcleos de población sin personalidadjurídica como el caserío de La Encontrada, residuo de una antigua ferrería, que participaba como un comunero más en la propiedad, administración y explotación del patrimonio en común, en este caso, de laComunidad de la Sierra de Badaya.
En el proceso histórico, las formascomunales de tenencia y aprovechamiento de la tierra han experimenta-
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Mapa de Alava con sus principales sierras y cadenas montañosas, en las que selocalizan el mayor número de Comunidades de Montes existentes en la misma.
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do un intenso retroceso, siendo sustituidas por una progresiva privatización primero de las tierras de calidadagronómica altas, después de mediana, etc., hasta comprender todo elterritorio con vocación agrícola e, incluso, silvo-pastoril. Las comunidades de montes se han visto inmersasen este proceso pero la intensidaddel mismo ha sido bastante ínferior aldel conjunto de las formas comunales de prop iedad y aprovechamientos agrarios al ocupar terrenos pobres de pendiente acusada y a granaltitud, colindantes del valle, comarca, provincia, región , etc., siendo sudedicación productiva la pastoril y laforestal.
Las partes altas de las principalessierras y alineaciones montañosasde la Provincia de Alava, como SierraSalvada, Arcena, Arkamo, Guibijo,Badaya, Toloño, Cantabria, Codes,Montes de Vitoria, Encia e Iturrieta,Altzania, Urquilla y Elguea, Gorbea,etc., están en su mayor parte ocupadas hoy en día por comunidadesde montes. Las hectáreas de montede la Provincia de Alava, que estánafectadas por un uso y aprovechamiento agropecuario-forestal mancomunado o proindiviso y poseencomo titulares domin icales a pueblosy/o ayuntamientos, totalizan alrededor de un sexto de la superfic ie forestal provincial, aproximadamente
unas 30.000 hectáreas, y abarcan auna cuarta parte de los montes catalogados.
En fin, las comunidades de montesrepresentan una forma de organización del aprovechamiento de los recursos naturales, sin cuyo concursoresulta difícil conocer de forma completa el cuadro institucional alavés,así como desarrollar una gestión correcta de los recursos forestales alaveses.
La vec indad en el pueblo, llave de acceso a los bienes yaprovechamientos comunales. Rebaño de ovejas en Olaeta (Aramaiona).Foto: Gerardo López de Guereñu.
2. ORIGEN Y CLASES DECOMUNIDADES DE MONTES
La concurrencia de entes localesalaveses en la proindivisión del aprovechamiento y propiedad de recursos silvopastoriles se ha producido através de diferentes procesos históricos . Estos distintos procesos históricos de acceso a la comunidad debienes, sin que suponga alteraciones esenciales en los rasgos jurídicos de la proindivisión, provocó , sinembargo, la aparición de diferenciasorganizativas y lingüísticas, lo queha dado lugar a una riqueza de formas en la explotación de los recursosforestales bajo la fórmu la de la comunidad de montes.
El origen de parte de las comun idades de montes alaveses estuvo relacionado con una econom ía fundamentalmente pastoril , que arrancade siglos atrás. Desde tiempos prehistóricos, los ganaderos, integradosen distintas organizaciones socialesprimero gent ilicias y, poster iormente,territoriales, confluyeron en el aprovechamiento y posesión de montesy sierras. El uso ininterrumpido diolugar a que los entes sociales, herederos de los grupos sociales primitivos, fueron adqu iriendo una serie dederechos sobre los patrimonios territoriales compartidos que cristalizaron en una comunidad de dom inio yaprovechamiento tras una evolucióngradual y pacífica o después de conflictos resueltos por la vía jurídica(convenios, sentenc ias judiciales,etc.).
En los terrenos de estas comun idades de montes, son bastante normales los enterramientos funerariosprehistóricos y antiguos. Asimismo,desde las épocas en que se tienennot icias histór icas documentadas,los entes locales comuneros han estado const ituidos como unidades socialmente diferenciadas y físicamente deslindadas . En este grupo, se incluyen comunidades de monte comolas de las Sierras de Guibijo, Badayae Izquiz alto y bajo, estas últimas desaparecidas, la Parzonería Generalde Guipúzcoa y AlavaenAlzania,a lzay Urbía y las otras de Encia-Iturrieta.
Otro grupo de comun idades demontes tuvo su orígen en los métodos de repobl ación del territo riopuestos en marcha con la Reconquista y posterior organización de losterr itor ios ocupados ante riormentepor los árabes. La reorgani~ación
del territorio y de los asentamientosde poblac ión , acometida a partir detales hechos, estuvo basada en lacreación de villas y hermandades,surgidas en ocasiones sobre estruc-
turas territoriales ya vigentes comolos valles.
El proceso de creación de villas,radicado en estrategias po líticasconcretas, bien monárquicas o señor iales , respon dió consecuentemente a objetivos claramente definidos en relación a la distr ibuc ión de lapob lación en el territorio, a la dinamización económica y social del entorno , así como a la ordenación/subord inación políticas del medio ruralcircundante. Las aldeas de un valleque jurídicamente eran iguales y solamente divergían en conten idosfuncionales, entre los siglos XII alXIV, estuvieron sometidos a procesos de jerarquización subordinación,concediendo a una de ella la carta devilla y convirtiéndola en cabeza capitalidad de parte o de todas ellas. Enunos casos, la concesión de villazgovino a refrendar y consolidar el dinamismo económ ico y social de aldeas, que ya destacaban sobre elresto. En otros , prevalecieron otroselementos como local izaciones geográficas privilegiadas , potenciaciónde actividades económicas (industriales, comerc iales, etc.), situaciónde frontera , protección de la vida depersonas , etc.
La concesión del fuero de villa supuso la aplicación de un estatus jurídico a una entidad local. cuya po-
Los mojones actúan co mo indicador es de los limites delos pueblos. Mojón de los Montes de Vitoria en su divisoriacon el Condado de Treviño.Foto: Mikel Arrazola.
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Junta de la Comun idad de la Sierra de Badaia en la Casade Asquegui que se reúne anualmente el13 de Junio.Foto: Mikel Arrazola.
el Valle o son limítrofes entre sí, pudiendo pertenecer o no al mismo valle o ayuntamiento. El origen de estascomunidades ha venido dado por eluso y posesión continuadas sin tenerrelevancia en ello la adscripción delos pueblos comuneros a un determinado ente local superior, sea valle,hermandad, villa, etc. En esta clasede comunidades se encuadran lasComunidades de Altube, la de la Sierra de Arcamo, la de la Consierra deArcena, la de Yarto, la de Itesasi, lade Ilarra, la de Quilchano, la de Ocaramendi, la de Ugarana, etc.
El concepto de propiedad, talcomo se entiende actualmente, alcanzó su plena conformación y extensión en el siglo XIX. Las comunidades que disponen de títulos fehacientes que acrediten sus derechos dominicales, son escasas. Lamayor parte de las comunidades demontes han adquirido el derecho depropiedad a partir de una demostrada posesión secular e ininterrumpida. La posesión es un elemento que,en una y otra forma, está presente enlos distintos tipos enunciados paralas comunidades de montes. La organización del territorio ha incididoen la confirmación documental de losderechos posesorios (carta fuero)y en la composición y ámbito de lospueblos beneficiarios (valles).
Las diferencias y matices comprobables en las comunidades de montes no se agotan en lo hasta aquídicho, sino que, además, las comunidades de montes de la parte alavesa, confinante bien con Guipúzcoao bien con Navarra, presentan unasformas específicas de organizacióny denominación lingüística. En lassierras de Alzania, Olza, Urbía y Encía, las comunidades de montes toman la forma de Parzonerías mientras que, en las sierras de Codes yLoquiz, son conocidas por Facerías. En este sentido, además de laParzonería General de Guipúzcoa y
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blación se pretendía fomentar mediante la asignación de los recursosnecesarios para el desenvolvimientoóptico de las bases de riqueza económica. En este sentido, el rey benefició a las villas con la concesiónen plena propiedad de patrimonio territoriales destinados a cubrir las necesidades forestales y ganaderasdemandadas por la población asentada en las mismas. La concesión deeste tipo de bienes a una villa conformada plurinuclearmente, a la villaya los pueblos rurales de su jurisdicción, dio lugar a la formación de comunidades de montes, llamadas eneste caso comunidades de villa y sierra. A este tipo de comunidades correponden la Comunidad de la Antigua Villa y Tierra de Laguardia enSierra Cantabria, el monte Sotos yVargas, propiedad de Salvatierra yde Alangua, Arrizala, Eguileor y Opacua, pueblos anejos a la misma, y losMontes Altos de los Ayuntamientosde Villarreal y Vitoria, entre otros.
Los territorios rurales, no integrados en el perímetro ocupado poruna villa, tras concesión real comorecompensa a la colaboración prestada en las acciones militares de laReconquista, pasaron a depender enbuena parte de la nobleza bajo la figura del señorío. Estas concesionesreales no implicaron necesariamenteuna ruptura con la imperante organización del territorio, manteniéndose en muchos casos el valle comoestructura terr itorial de encuadramiento político-institucional.
De este modo, los diferentes pueblos del valle, como secularmentehabía venido sucediendo, pudieronsegu ir aprovechándose con juntamente de los recursos silvopastorales de las montañas y sierras de suentorno próximo. La secular posesión se tradujo en propiedad , constituyéndose una comunidad de montes, cuyos titulares beneficiarios erancada uno de los pueblos históricamente integrantes del Valle. A estetipo de comunidades pertenecen laspropiedades forestales del Valle deLaminoria en la sierra del mismonombre, las dos de los valles de Zuyay Cigoitia en el Gorbea, la de Valderejo, etc.
Desde el punto de vista del origen,un nuevo tipo de comunidades demontes viene constituido por aquéllas constituidas por pueblos , colindantes entre si o situados al pié deuna determinada montaña o sierra,pero en vertientes contrapuestas ,que coincidieron en el aprovechamiento y posesión de la misma. Estospueblos , en ocasiones, han formadoparte de una sub-unidad dentro de launidad de conjunto configurada por
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Alava, enclavada en la sierra de AIzania, Olza, Urbia y la Parzoneria General de Encia en la Sierra Encia-Iturrieta, caben ser mencionadas las facerías de Gastiain con los pueblosalaveses de Alda, Ullibarri Arana yContrasta en la Sierra de Loquiz y lafacería del pueblo navarro de Zúñigacon Santa Cruz de Campezo en laSierra de Codes, sierra en la que, asímismo, está localizada la «cornunería» o comunidad de montes de Hernán Ruiz integrado por Bernedo(Alava) y la población Meano y Marañón, pueblos navarros.
3. ETAPAS HISTORICAS DE LASCOMUNIDADES DE MONTES
Las comunidades alavesas demontes, dentro de la dinámica y laevolución histórica específica a cadauna de ellas, han recorrido o se encuentran en un estadio determinadode un proceso histórico, cuyos rasgos generales son ya conocidos, almenos, en parte.
La etapa más antigua correspondió a una situación, en la que la comunidad de montes regulaba su funcionamiento y la explotación del patrimonio silvopastoril por medio deun derecho no escrito, basado en lacostumbre y trasmitido de generación en generación. El uso y explotación de los recursos silvopastorilesestuvo marcado por una libertad absoluta y total en toda clase de aprovechamientos.
Algunas comunidades alavesasdemontes, tal como se desprende de ladocumentación histórica disponiblesobre la misma, que, en su mayorparte, es bastante moderna, habíanperdido o modificado las notas primigenias apuntadas para la EdadMedia. Así, en la época bajo medieval y por lo que respecta a la estructura organizativa de lascomunidadesde montes, se situa la vertebracióninstitucional de las Parzonerías llamadas grandes (Parzonería generalde Guipúzcoa, Alavay Parzoneríageneral de Encia) al dotarse de elementos organizativos que, a travésde la creación de la Junta de Parzonería y de unas reglas mínimas defuncionamiento, dieron a las mismasuna personalidad propia y diferenciada de sus miembros parzoneros.
Además, por documentación delos siglos XV, XVI Y XVII , puede comprobarse cómo algunas comunidades de montes adquirieron una vertebración institucional y procedierona aprobar unas Ordenanzas de Montes a modo de recopilación escritadel derecho consuetudinario validado en la práctica tanto por lo que se
refiere al contenido y atribuciones delos cargos personales y elementosorganizativos colectivos, como a laregulación de determinados aprovechamientos.
La regulación productiva pretendía hacer frente a aprovechamientosabusivos, tratando con ello de preservar la reproducción natural de recursos imprescindibles (madera,agua, grana) para la población derechohabiente o, simplemente, paragarantizar el disfrute igualitario de losmismos. El incumplimiento de la regulación establecida se castigaba enbase a las penas establecidas en laordenanza conforme a un procedimiento verbal instruido por los cargos y entes de laComunidad de Montes que gozaba de competencias enmateria de jurisdicción en el ámbitoterritorial comprendido por la propiedad de la misma.
Comunidades de montes, queaprobaron sus respectivas ordenanzas de montes en el siglo XV, fueronlas siguientes: Consierra de Arcena(1509), Comunidad de San Andrés(1529), Basaude (1545), Comunidad de Lauría (1 546), Altube(1550), Arbina (1552), Izkiz bajo(1553 , 1584), Ramuza (1568),Quilchano (1575), Badaya(1579), etc. Al siglo XVII corresponde las ordenanzas de montes delas comunidades de la Sierra de Guibija (1601), Izkiz alto (1 612) y modificaciones de las ya aprobadas anteriormente como suced ió entreotras con las comunidades de Badaya (1626) y Basaude (1660). DelXVIII datan las ordenanzas de lasComunidades de Arboro (1706),Abernaboa (1718), Maduraita(1728), San Bernabé (1732),Lauribaso (1 744), Erepia (1758),Jaundel (1 760), Ubarana (1788),etc., así como revisiones de otrasaprobadas en siglos anteriores, circunstancia que afectó, por ejemplo,a la Consierra de Arcena (1785).
La vertebrac ión institucional, laaprobación de las Ordenanzas deMontes, la regulación organizativoproductiva contenida en las mismas,etcétera, supuso la introducción deuna serie de aspectos que sirvieronpara mejorar el funcionamiento y garantizar una explotación racionalizada de los recursos silvopastoriles deaquellas Comunidades de Montesque procedieron a realizar tales novedades. Los cambios introducidos,sin embargo, no alteraron una libertad vecinal en el aprovechamiento, sise quiere ya no absoluta sino relativapara determinados usos productivos, y, en último término, se produjeron sin variación sustancial de tradiciones y costumbres seculares ni
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cortapisa alguna en la autonomía defuncionamiento por las que se dese nvol vieron las Co mu nidades deMontes y sus respectivas Juntas. Encualquier caso, se debe tener encuenta que los camb ios apuntadosse dieron solamente en determinadas Comun idades de Montes quepueden considerarse casos representat ivos y escog idos de los mismos pero no representan un númerocuan titativamente importante de lasmismas.
La segunda mitad del siglo XVIII
se correspo nde con una nueva etapahistórica marcada por los primerospasos en la transformación de la organización consuetudinaria de lascom unidades de montes. La confluencia de factores tanto internos(prácticas vecinales abusivas y control de los aprovechamientos forestales por medio de las Juntas de Comun idades con vistas a beneficiarsedirectamente de la expans ión experimentada por la demanda de productos modurables) como externos(intervención del Estado y, en elcaso de Alava, por ser Territorio foral,de la Diputación Provincial, con el finde preservar intereses de ámbito nacional como era el suministro de madera destinada a la construcc ión naval) desembocó en una crisis del sistema cons uetudinario y estructurainstitucional vecina l de las com unidades de montes , presentandocomo rasgo más interesante un sistema intensivo tanto en plantacionescomo en cortas forestales.
Con el Reglamento para el cuidadoy conservación de montes y tontsies,aprobado en las Juntas Generalesde la Provincia celeb radas el 11 dejul io de 1784 y confirmado por RealProvisión de 12 de noviembre de
1793, que, en el caso de AJava, vinoa ser la aplicación a su territorio delas ordenanzas generales de Montesde 7 de diciembre de 1748, se implantó la fiscalización técnico-administrativa de las cortas de arbolado yla absorción de atribuciones en materia penal por parte del Diputado General en cuanto Juez y Sub-delegado de Montes de Alava, lo que supuso la base legal para la abo liciónde la libertad vecinal de corta, la rebaja de atribuciones en las competencias jurisdiccionales de órganospersonales y colectivos y, en definitiva, una vía de urgerencia de poderes externos en la vida organizativa y produc tiva de las Comun idadesde Montes.
La instauración y desarrollo de laRevolución burguesa a lo largo delsig lo XIX conll evó una profundatransformac ión política y socioeconómica, a la que hubieron lógica mente que adaptarse las Comun idades alavesas de monte en su entramado organ izativo, product ivo y jurídico, abriéndose una nueva etapahistórica todavía sin culminar en todos sus aspec tos.
La Revolución liberal burguesa representó la consolidación y culminación de las tendencias apuntadaspara la etapa anterior en lo que respecta al conten ido y atribuc iones delos órganos personales y colectivosde las Comun idades de Montes ya laestructura organ izativa de las mismas. La Diputación de Alava asumióel cont rol, la inspección técnico-económica y la guardería de las producciones silvopasto riles de los montes.Los cargos tradicionales de las Juntas de las Comunidades de Montes(montaneros, Alguac iles Merinos,Jueces Conservadores, etc.) per-
18Saca de leñas foguerales en Garbea. Foto : Mlkel Arrazola.
El pastoreo es el uso producti vo predominante de comunidades de montes en sie rrascomo la de Badaia . Foto : G. Lz. de Guereñu.
dieron sus atribuciones jurisdiccionales y. en el caso de no ser suprimidos, pasaron a estar ocupados poralcaldes de municipio o regidores depueblos. Los usos vecinales, particularmente los relativos a los aprovechamientos forestales, fueron progresivamente abolidos por manifestarse incompatibles, dada la relaciónexistente entre población y recursos,con la conservación del arbolado.
El modelo de propiedad territorialpromovido por la Revolución burguesa, cuya característica más fundamental consistió en la plena capacidad dispositiva sobre la totalidad delbien poseído por parte de un titularindividual, estaba reñido con todasaquellas prácticas consuetudinariasy modelos de apropiación del territorio, en los que subyacian la amortización, la pluralidad en la titularidady la división en el dominio sobre losproductos obtenidos de la explotación agraria, rasgos todos ellos reunidos por las comunidades de montes.
Respecto al patrimonio de pueblosy municipios, el Estado liberal defendió diferentes estrategias pero todasellas orientadas a la consecución delobjetivo central de su reforma agraria: la propiedad libre, plena e individual de la tierra. La medida políticapor excelencia en esta materia fue ladesamortización, pero allá donde resultó difícil su aplicación, el Estado ydemás instituciones públicas supralocales se conformaron con disolverla proindivisión dominical.
Al margen de la legislación desamortizadora aprobada en Cortes, laAdministración dictó una serie denormas administrativas de rango in-
ferior por las que ordenó la venta delos bienes propios y la partición delos bienes comunales pertenecientes a comunidades de ciudad y tierra,villa y tierra, o, simplemente, de tierrapor la fórmula de común acuerdo. Laventa de los bienes de propios de estas instituciones locales, a las que setachó de organismos anticonstituCionales,vino regulada por laRealOrdende 31 de mayo de 1837 y la particiónde las propiedades proindivisas delas mismas estaba ordenada por laReal Orden de 22 de diciembre de1840.
Con el argumento de que la comunidad era fuente de conflictos ymotivo de abandono productivo, losentes públicos supralocales orientaron su actuación a la promoc ión dela división de los aprovechamientos,con lo cual la comunidad perdió contenido y vida, y, en lo posible, a ladivisión de la propiedad del suelocon vistas a consegu ir que cada pueblo o muncipio dispusiese como único dueño de una superficie forestalseparada y distinta. El lema..una propiedad, para una persona» o "unapropiedad , un propietario», recogidos por el Código Civil francés,se traducía por lo que respecta a la propiedad forestal concejil en: ..montepara cada pueblo o municipio».
Las medidas de ámbito generalcomentadas fueron confirmadas yadaptadas a las especificidades locales de cada Provincia por sus respectivas Diputaciones . Así, en elcaso de la Provincia de Alava, lasJuntas Generales, en las sesionesdel mes de noviembre de 1859, aprobaron la supresión de Parzonerlas,Comunidades y demás corporac io-
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nes encargadas de la administraciónde los montes así como la agilización en la conc lusión, impulso y promoción de los expedientes tramitados por división del arbolado de comunidades de montes .
La primera medida no resultó operativa pero la segunda dio pie a unproceso largo, que se prolongó hastafinales del XIX, y de notable importancia ya que, por lo menos, unas sesenta comun idades de montes, algoasí como un tercio de las existentes,entre las que se encont raban la Parzonería General de Encía (1 859),Armuru (1860), Lauribaso (1 861),Parzonería de Itu rr ieta (1861),Bengobasoa (1862), Ancobaso(1862), Sierra Salvada alta (1 862),Lamin oría (1863), Maduraita(1 868), Izkin alto (1 870), Basaude (1890), San Bernabé (1894),Altube (1896), etc., dividieron entresus propietarios comuneros el arbolado aprovechado hasta entonces deforma proindivisa.
La Revo luc ió n bu rguesa comprende un paquete de medidas agrarias que no se agotan en las transformac iones en el ámbito jurídicosino que abarcaron también los aspectos técnico-económicos de laproducción agraria. La reforma agraria burguesa, por tanto, no cons istesolamente en la consagración del ré·gimen individual de la propiedad sinoque también encerró un determinadomodelo econó mico basad o en elmercado, y una serie de nuevos sistemas y técnicas de producción queintervienen a modo de soporte y vehículo del esquema general liberalde cambio agrario.
La introducción y penetración delas relaciones de mercado en la esfera de las relaciones de mercado representó la crisis de las costumbresy normativas vecinales de aprovechamiento de productos forestalespero no llevó pareja la aplicac ión delos principios y técnicas productivasde las ciencias forestales. Intentosde someter las talas a reglas dasocráticas, la regeneración forestal mediante acotados , la experimentacióncon diferentes coníferas y, en fin,propu estas de actuación orientadasa la compatibilización de rendimientoeconómico y conse rvación forestalson conocidas para la segunda mitaddel siglo XIX. Desde esta perspectiva, puede hacerse mención del Proyecto de Administración, Régimen eInspección de los Montes de la Parzonería de Encia, vigente en el período 1848-1859, según el cual el arbolado quedaba dividido en diez porciones y las talas se concentraban deforma rotativa en uno de ellos por eltiempo de un decen io, o la política
forestal emprendida por los sesentadel siglo XIX destinado a reforzar elproceso natural de colonización delpino silvestre de terrenos anteriormente poblados por el hayedo en laSierra de Arcena. Todas ellas son, sinembargo, intervenciones limitadasen el tiempo o el espacio abarcando ,pudiéndose interpretar como tímidas y puntuales medidas de transformación técnico-económicas de laproducción forestal de las Comunidades de Montes.
De cualquier modo , en la historiaforestal, el siglo XIX se correspondecon una etapa de intensa desforestación. Las comunidades de montesalavesas se vieron también inmersasen ese proceso con intervención deparecidas o iguales causas: el pastoreo excesivo, particularmente decabras, los incendios, las cortas sinsujeción a regla desonómica algunaejecutadas por parte de los pueblos,acuciados por las deudas contraídas con motivo de guerras, las plagas forestales, etc.
La introducción de las relacionesde mercado y de las transformaciones técnico-económicas en los sistemas y técnicas de aprovechamiento forrajero del monte se produjerona un ritmo y con intensidad menoresal arbolado. Por algún dato como laconstitución de una asociación entrelos ganaderos disfrutantes de lospastos de Sierra Salvada alta en 1846con vistas a la mejora de la raza vacuna, de cuya andadura nada se conoce, puede apuntarse que hubo intentos aislados de mejora pastoril.La gestión de los pastos se mantuvodentro de un modelo tradicional deaprovechamiento tanto en cuanto acondiciones de acceso (ganado libre de cuotas y con total movilidadgeog ráfica) como en cuanto a técnicas de aprovechamiento (pastoreo extensivo forzadamente deambulante por una decrec iente y bajafertilidad de las praderas naturales).
En este contexto de máximo aprovechamiento del pastizal sin preocupación alguna por la reproduccióndel mismo y por la preservación desu calidad y valor nutritivos, al quehay que sumar la comisión de fraudes y abusos en el aprovecham iento,la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio de xx coincidieron en lascomunidades de montes con losconflictos entre pastores de ganadolanar con los de vacuno. La necesidad de mantener un equilibrio entrelos pastos estivales de montaña y elcenso ganadero y el criterio de darprioridad al ganado mayor o «ganado de villa»se concretaron en una serie de medidas como límites en elnúmero de cabezas con derecho a
pastos, acotados, recargos por sobrepasar los límites establecidos,cuotas de pasturación, etc.
Medidas como el establecimientode topes al ganado con derecho apastos gratuitos, la imposición de recargos y el establecimiento de canonde pasturación, inicialmente, aplicadas al ganado ovino acabaron porextenderse también al ganado rnayor. Así, la Parzonería General de Encia, que había limitado el número decabezas de ganado ovino con derecho a pastos en 1855 y les había impuesto un recargo de pasturación en1894, aplicó tales medidas al ganadomayor por las ordenanzas de 1928en base a los cuales todo ganado ,mayor y menor, estuvo sometido alimitaciones en el número de cabezas exentas y en el pago de cuotasde pasturación.
La declaración de utilidad públicay consiguiente inclusión de buenaparte de las comunidades alavesasde monte en el Catálogo ProvincialdeMontes de Utilidad Pública (1900)conllevó para ellas la excepción de ladesamortización y la asignación deun estatus jurídico especial que lepreservaba de posibles actuacionesabusivas, así como consagraba lainspección técnico-facultativa sobrelas mismas por el Estado, asumidasen el caso concreto de Alava por laDiputación Foral de Alava.
Los núcleos de población integrados en una unidad de ámbito minicomarcal o comarcal (villas y tierra,hermandades, etc.), por una serie defactores políticos , hacend ísticos ,sociológicos, etc., en un proceso iniciado en el XVI y proseguido en lossiglos siguientes, se desgajaron delente-matriz, adquiriendo un términopropio con su correspond iente jurisdicción ordinaria y con una personalidad político-administrativa diferenciada.
Este proceso de desmembraciónexperimentado por los entes mini-comarcales, incluso comarcales, de representación y organización político-administrativa, que representaban valles y villas, se lleva a cabo porlo general sin proceder al reparto delos bienes proind ivisos de uso sitvopastoril, creando una situación de vacío y desfase institucional al quedarsuprimidos los canales organizativosque encuadraban a las diferentes entidades congozantes por la desintegración territorial de la entidad territorial titular de los mismos. Esta situación afectó, por ejemplo, a lospueblos riojanos de Cripán, Lanciego, Elvillar, Moreda de Alava, Oyón,Yécora, Baños de Ebro , Elc ieg o,Leza, Navaridad, Samaniego, Laguardia y Lapuebla de la Barca,
miembros de la Antigua Villa y Tierrade Laguardia respecto a la Sierra deCantabria y, en igual caso, se encontraron los municipios cantábricos deAmurrio, Ayala, Lezama y Oquendoy la Junta de Ordunte , que integraban la Antigua Hermandad de Ayalarespecto a la Sierra Salvada o Zalduondo, componente de la desaparecida Hermandad de Asparrena,respecto a las participaciones deésta en las Parzoneríasde Guipúzcoay Alava y en la General de Encia.
La salida a los problemas surgidos por este motivo ha consistido enla constituc ión de una Junta y en laredacción de Ordenanzas de Montesreguladoras tanto del funcionamiento de aquéllas como de los aprovechamientos silvopastoriles, lo que hasido puesto en práctica por laAntiguaHermandad de Ayala en 1932 y porla Antigua Comunidad de Villa y Tierra en 1957 tras el fallido intento de1894.
La siguiente etapa, en la que, actualmente, están inmersas las comunidades de montes. está marcadapor un cambio de tendenc ia en lagestión productiva de las mismas. Elgiro señalado, que ha supuesto laculminación de actuaciones previasde carácter limitado y puntual, acaecidos con anterioridad a los añostreinta de este siglo, empezó a serpercept ible desde los años cincuenta y, claramente, a partir de los sesenta. Asimismo, las transformaciones ju rídicas , introdu cidas en elsiglo XIX en el régimen de propiedadproindivisa, plantearon una serie deproblemas que se manifestarán entoda su dimensión a lo largo delsiglo xx y, más particularmente , desde los años cincuenta.
La expansión y desarrollo económico experimentados por la economía alavesa a partir de los años cincuenta y sesenta, tuvo su traducciónen las zonas rurales en la pérdida depoblación y mano de obra agrícolas,en la intensificación de los procesosde cambio agrario, mereciendo aquíuna mención especial la mecanización agraria y la definitiva integracióndel campo alavés en el sistema capitalista de producción y modos urbanos de vida. El descenso de la carga productiva sobre el monte ha derivado en un desarrollo espontáneode la vegetación arbustiva, produciéndose una evolución natural haciasu poblamiento forestal. Los pueblos, con el objeto de obtener recursos con los que financiar las obrasnecesarias para dotarse de los mínimos equipamientos colectivos, hanoptado por una política de forestación y explotación intensivas, orientación productiva que, en ocasiones,
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no concuerda con la orientación elegida por labradores residentes en losmismos o en los colindantes, entrando en contradicción con determinadas prácticas agrícolas y ganaderasy surgiendo diferentes expectativasproductivas, cuyo adecuado planteamiento discurre forzosamente por laordenación forestal.
La partición del arbolado excluyóde la propiedad y explotación proindivisas al aprovechamiento de mayorvalor económico. Esta exclusión supuso una disolución de los contenidos comunitarios , cuyos primerosefectos comenzaron a notarse en lagestión administrativa de las Comunidades de Montes, manifestándoseen un descenso de los recursos económicos manejados por las mismasy traduciéndose finalmente en unareducción de la vida comunitaria(reducciones, contactos periód icos) de las Juntas de Comunidadesde Montes.
Las divisiones del arbolado aunque, inicialmente, simplificaron la administración de las comunidades demontes, a medio y, sobre todo, largoplazo, complicaron la gestión de lasmismas por los conflictos de usossurgidos por la división en la titularidad de los aprovechamientos. En losdocumentos , se hizo constar que ladivisión afectaba al arbolado, permaneciendo en común los aprovechamientos del suelo. Al dividirse lasmasas arboladas existentes pero noregularse las condiciones de su futuro crecimiento en los terrenos calvos de las porciones de terreno asignadas, estas divisiones, cuando seha tratado de proceder al fomento forestal por la vía de regeneración natural o por lade repoblación, han provocado la aparición de conflictos según las diferentes expectativas deuso que, sobre los mismos, sostenían los agentes interesados en laganadería o en la silvicultura.
La salida entrevista para estascuestiones ha sido la división delsuelo con el objeto de refundir en unespacio único la diversidad de titularidades jurídicas existentes y, portanto, adjudicar a cada pueblo comunero un trozo de monte para suexclusiva propiedad. De este modo,se completaba el proceso iniciadopor la división del arbolado que, siendo un paso parcial, trató de resolverla problemática más importante planteada a las Comunidades de Montescomo las de la Sierra Cantabria, Sierra Salvada, Sierra de Encia-Iturrietahan debatido el asunto sin llegar por
ahora a tomar decisión alguna. Sinembargo, en torno a partir de los sesenta, la división del suelo tuvo ciertaaplicación en las comunidades demonte de la Montaña Alavesa, bienpor la materialización práctica de losacuerdos de partición tomados a finales del XIX, caso de la comunidadde montes de Izkiz bajo, que lo había hecho en 1889, o bien por disolución entonces acordada, circunstancia que, por ejemplo, afectóa la comunidad de Bengobasoa, enla que habían participado históricamente Antoñana, Oteo y Silbando.
Quizá, el aspecto más relevante ala vez que indicador del cambio detendencia apuntado en las comunidades de montes a partir de los añoscincuenta es la política de recuperación forestal por ellas emprendidacon el asesoramiento técnico delServicio de Montes de la DiputaciónForal. Las plantaciones de especiesforestales de crecimiento rápido convistas a la colonización forestal de terrenos desarbolados se realizaron enterrenos a comunidades de montescon anterioridad a 1950, pudiéndosecitar, entre otras, las repoblacionesde las sierras de Garbea (1923,1930, 1931), Cantabria (1925), AItube (1929) , Apota-Ubarrundia(1929), Sierra de Elguea (Ozaetabajo, Elorduizábal, 1932) pero va aser en torno a esos años cuando lareforestación de terrenos de comunidades de montes adquirió continuidad, ritmo y volumen, llevándosea cabo repob lac iones en Garbea(1952-53, 1968-69, 1975), Toloño(1947-51, 1980), Altube (1955),Sierra de Laminaría (1958), Sierrade Elguea (1959,1962, 1964-65,1975), Sierra de Encia (1967-68).
La apuntada evolución históricacon sus diferentes etapas, y en particular la última, debe ser considerada como el resultado de la observación de hechos importantes por susignificado pero no necesariamentepor su extensión cuantitativa. Lasetapas consideradas han servidopara marcar tendencias y procesos,que no se agotan en la etapa de referencia sino que pueden habersedado antes y después de la misma:todavía hoy en día pueden encontrarse comunidades de montes queno disponen de elementos institucionales u organizativo alguno, o comunidades, que no han introducidonovedad alguna en el modelo tradicional proindiviso de propiedad yuso, o comunidades que no estáncatalogadas, etc.