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LAS ENCUESTAS ELECTORALES EN MEXICO: RUMBO AL 2012 Ricardo de la Peña Desde fines de fines de la década de los ochenta las encuestas se han hecho presentes como un actor importante en los procesos electorales. Ello es consecuencia de una reducción de costos y un acceso creciente a tecnologías que posibilitan la realización de estos estudios en forma rápida y económica, y de la pluralidad creciente de la sociedad mexicana, tanto en lo relativo a la existencia de procesos electorales competidos, donde las encuestas juegan un papel relevante tanto como vía de información a las elites como al público en general, como a la diversificación y liberalización del espacio mediático nacional. Para la elección presidencial de 1988 se contó con apenas unas cuantas encuestas y ninguna casa encuestadora difundió más de una medición nacional. Para 1994 se dispuso de casi una veintena de encuestas nacionales y al menos cuatro agencias dispusieron de series que daban cuenta de los cambios a lo largo del proceso. En 2000 las mediciones publicitadas fueron más de sesenta, existiendo casi una decena de series de mediciones bajo responsabilidad de diferentes casas encuestadoras. Ya para 2006 el número de encuestas nacionales mediante entrevistas personales en domicilio superó el centenar, se dispuso de diversas series y aumentó la cantidad de firmas generadoras de esta información. Para el proceso electoral federal por venir es factible que incluso se disponga de reportes públicos de encuestas cotidianas de seguimiento que permitirán al electorado seguir el pulso de las preferencias y su dinámica en tiempo real.

Las encuestas electorales en México: rumbo a 2012

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"Las encuestas electorales en Mexico: rumbo al proceso de 2012", Consultoría. Industria del Conocimiento, Cámara Nacional de Empresas de Consultoría, México, febrero de 2012, pp. 42-46.

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  • LAS ENCUESTAS ELECTORALES EN MEXICO: RUMBO AL 2012

    Ricardo de la Pea

    Desde fines de fines de la dcada de los ochenta las encuestas se han hecho

    presentes como un actor importante en los procesos electorales. Ello es consecuencia de

    una reduccin de costos y un acceso creciente a tecnologas que posibilitan la

    realizacin de estos estudios en forma rpida y econmica, y de la pluralidad creciente

    de la sociedad mexicana, tanto en lo relativo a la existencia de procesos electorales

    competidos, donde las encuestas juegan un papel relevante tanto como va de

    informacin a las elites como al pblico en general, como a la diversificacin y

    liberalizacin del espacio meditico nacional.

    Para la eleccin presidencial de 1988 se cont con apenas unas cuantas

    encuestas y ninguna casa encuestadora difundi ms de una medicin nacional. Para

    1994 se dispuso de casi una veintena de encuestas nacionales y al menos cuatro

    agencias dispusieron de series que daban cuenta de los cambios a lo largo del proceso.

    En 2000 las mediciones publicitadas fueron ms de sesenta, existiendo casi una decena

    de series de mediciones bajo responsabilidad de diferentes casas encuestadoras. Ya para

    2006 el nmero de encuestas nacionales mediante entrevistas personales en domicilio

    super el centenar, se dispuso de diversas series y aument la cantidad de firmas

    generadoras de esta informacin. Para el proceso electoral federal por venir es factible

    que incluso se disponga de reportes pblicos de encuestas cotidianas de seguimiento

    que permitirn al electorado seguir el pulso de las preferencias y su dinmica en tiempo

    real.

  • Es por ello que resulta importante la preservacin de los espacios mediticos que

    dan cabida a informacin sobre preferencias electorales producto de ejercicios

    demoscpicos. Esto viene a cuento porque, a pesar de la relativa apertura que ha venido

    avanzando a lo largo de los ltimos quince aos, no dejan de advertirse acechanzas ante

    las cuales hay que estar pendientes.

    Pasando a aspectos tcnicos, hace veinte aos el debate sobre las encuestas

    electorales se centraba en la pregunta sobre si era posible hacer en Mxico este tipo de

    investigacin obteniendo resultados vlidos. Se argumentaba que los mexicanos no

    dicen la verdad por razones culturales o polticas, por lo que era imposible aplicar con

    xito estas herramientas propias del Occidente democrtico.

    As, uno de los primeros ensayos difundidos basado en encuestas electorales

    buscaba poner a prueba la utilidad y confiabilidad de los sondeos de opinin pblica.

    Ello, a pesar de que ya entonces se dispona pblicamente de mltiples resultados de

    investigaciones por encuesta sobre el fenmeno poltico de corte acadmico y de que

    muy diversas empresas llevaban aos realizando estudios serios sobre asuntos poltico-

    electorales.

    Los esfuerzos de medicin de las preferencias electorales y de divulgacin de

    sus resultados en 1988 dejan en claro que es posible realizar este tipo de investigacin

    en nuestro pas y que sus resultados pueden ser exitosos. Pero ello deja abierto el debate

    sobre cmo deben ser realizados estos estudios.

    Es as como la primera mitad de ltima dcada del siglo pasado fue ocasin para

    un debate que entonces pareca central: dnde debe abordarse a las personas para

    entrevistarlas como parte de la muestra para un estudio sobre preferencias electorales?

  • El debate confrontaba dos opciones de entrevista personal: en la va pblica o en

    la vivienda. Quienes apoyaban la opcin de va pblica, argumentaban que ello

    facilitaba el mantenimiento del anonimato del informante, indispensable para obtener

    datos fidedignos. Por el contrario, quienes apelaban por la entrevista en la vivienda,

    advertan la inexistencia de evidencia de que una aproximacin directa al domicilio

    provocara sesgos y que, por el contrario, posibilitaba un diseo muestral ms riguroso.

    El debate propici la realizacin de experimentos para medir las diferencias

    introducidas por el mtodo de aproximacin. La discusin pareci saldarse en lo

    fundamental en ocasin de la eleccin presidencial de 1994: ms all de sus conocidas

    virtudes en cuanto a rigor, diversos estudios realizados en vivienda tuvieron adems

    resultados muy certeros al compararlos con los datos reales, lo que refutaba el

    argumento del supuesto sesgo introducido por esta forma de aproximacin.

    Con el arranque del nuevo siglo surge un nuevo diferendo respecto a los

    mtodos de aproximacin: el debate sobre la pertinencia de las encuestas telefnicas

    para la medicin de las preferencias electorales.

    Las crticas al empleo de este mtodo se basan en dos consideraciones: la

    imposibilidad de lograr una cobertura cabal del universo de los electores mediante

    entrevistas telefnicas, dado el reducido alcance del propio sistema telefnico, y la

    existencia de sesgos derivados de una baja tasa de respuesta en encuesta telefnicas

    respecto a las cara a cara.

    Estas crticas, empero, deben acotarse: la cobertura lograda en algunas entidades

    y municipios o delegaciones es hoy en da tan elevada como en muchas naciones donde

    es prctica regular la encuesta telefnica. A medida que aumente la cobertura telefnica

    nacional la exclusin de un segmento relevante del electorado se ir diluyendo. Y

  • existen ocasiones en que la aproximacin por va telefnica pareciera resulta inclusive

    mejor que otras tcnicas.

    Tal vez uno de los aspectos en que ms se ha avanzado y al mismo tiempo en

    que ms pendientes quedan por resolver es el de los diseos muestrales involucrados en

    los estudios orientados a conocer las preferencias electorales de los ciudadanos.

    Hace dos dcadas era comn que las encuestas sobre preferencias electorales que

    se difundan partieran de un diseo muestral escasamente riguroso, adoptando mtodos

    arbitrarios o difusos de seleccin de unidades primarias y procedimientos de cuotas para

    la seleccin de personas a entrevistas en dichas unidades primarias. Ello era acorde con

    la lgica de aproximacin en va pblica y con supuestos de representatividad de las

    muestras por un reparto regional o estatal de casos que coincidiera con los pesos

    demogrficos de estas divisiones.

    Pero ya para entonces se notaban tambin avances importantes, reconocindose

    la necesidad de sujetar el diseo a los principios del muestreo probabilstico. De hecho,

    varias series de encuestas publicadas en 1994 asuman un diseo probabilstico al

    menos en sus primeras etapas, aunque no necesariamente en la seleccin en de vivienda

    e informante dentro de una unidad en muestra.

    Puede afirmarse que en el nuevo siglo existe un claro consenso entre los

    principales investigadores de la opinin pblica en el pas: el recurso a procedimientos

    de seleccin aleatoria de secciones electorales tomadas como unidades primarias de

    muestreo. As, se asume que una muestra efectivamente nacional no puede excluir en el

    diseo el mbito rural y debe asignar una probabilidad conocida y mayor a cero a todas

    y cada una de las unidades comprendidas en el marco muestral.

  • En lo que an no existe un claro consenso es en cmo resolver el problema de la

    seleccin del informante en la vivienda. Al respecto, lo mismo se recurre a entrevistar al

    primer ciudadano contactado, a la eleccin de alguno de los presentes mediante algn

    mtodo aleatorio, o a rigurosos procesos de seleccin aleatoria entre los residentes con

    regresos hasta lograr el contacto.

    Falta an mucha investigacin sobre el impacto efectivo que uno u otro mtodo

    tiene en los resultados de los estudios, pues no deja de haber cuestionamientos a

    eventuales sesgos derivados de uno u otro mtodo de eleccin del informante.

    Pareciera haber un consenso de que las muestras para estudios nacionales sobre

    preferencias electorales no han de ser menores a mil casos, tomados regularmente en al

    menos cien unidades distintas. Empero, los mrgenes de error que se suelen reportar no

    corresponden necesariamente a los diseos utilizados. En la mayora de los casos, se

    reporta una precisin estimada como si fuera un muestreo aleatorio simple, cuando en

    ningn caso lo es.

    La bsqueda de exactitud de las mediciones por encuesta previas a las elecciones

    respecto a los resultados oficiales enfrenta diversos problemas, entre ellos: el error

    intrnseco al carcter muestral del ejercicio; los giros posibles en las intenciones de voto

    entre el momento de la entrevista y la celebracin de los comicios; los problemas

    derivados de la indefinicin de intencin de voto por un contendiente especfico; y el

    problema de deteccin de los votantes reales dentro del universo de los electorales.

    El error intrnseco al carcter muestral del ejercicio ha buscado disminuirse

    mejorando los procedimientos de seleccin de las muestras y logrando un tratamiento

    ms riguroso y apegado a los principios cientficos de los datos.

  • Los giros posibles en las intenciones de voto entre el momento de la entrevista y

    la celebracin de los comicios han tratado de ser enfrentados mediante modelos, aunque

    es escaso el avance efectivamente logrado en la materia, dado el reducido nmero de

    eventos y los cambios en el formato de la competencia electoral a lo largo de los ltimos

    aos. Por lo anterior, los esfuerzos por desarrollar modelos de ajuste de los datos

    observados se han orientado a tratar dos problemas distintos: el problema de los

    indecisos y el problema de la deteccin de los votantes probables.

    Hasta mediados de la dcada antepasada, la mayora de los investigadores

    atendan el problema de los llamados indecisos, entendiendo por tales lo mismo a

    quienes respondan no sabe a la pregunta de intencin de voto, a quienes no

    respondan o decan que su voto es secreto e incluso a quienes afirmaban que no

    votaran por ninguno de los contendientes.

    La bsqueda de respuesta a este problema llev a desarrollar modelos diversos

    para su tratamiento. El ms simple posible y a la vez el ms utilizado, era distribuirlos

    en forma idntica a la de los definidos, lo que muchas veces result acertado, aunque

    no por ello sustentado. En muchas ocasiones se buscaron modelos de asignacin ms

    sofisticados, mediante la construccin de escenarios alternativos de participacin,

    modelos de anlisis discriminante y otras tcnicas estadsticas.

    Sin embargo, a raz del proceso electoral federal de 2000, se tom conciencia de

    que el problema haba sido planteado de manera invertida: de lo que se trataba no era de

    cmo distribuir a los indefinidos para incluir a todos los ciudadanos en el clculo,

    sino de cmo excluir a quienes probablemente no votaran, para llegar a estimaciones

    relativas a los votantes probables. Es as como desde 2000 la mayora de las agencias

  • de investigacin recurren a modelos de deteccin y filtrado de los votantes probables

    dentro del universo de electores.

    A pesar de esta coincidencia en que lo que se requiere es decantar la poblacin

    para detectar a estos votantes probables, no existe consenso ni sobre procedimientos

    de deteccin ni sobre los requerimientos a cumplir en estos ejercicios.

    Entre los procedimientos ms utilizados para la deteccin de votante probables

    cabra distinguir los modelos de filtrado de casos en muestra mediante reactivos

    especficos y los modelos de asignacin de probabilidad de votar a los casos con base en

    variables observadas.

    Hay quienes sostienen que debiera arribarse a un algoritmo que permita la

    deteccin, an y cuando ste sea complejo. Pero hay tambin quienes sostienen que los

    modelos han de ser casusticos, no posibles de sujetar a un modelo general riguroso.

    Quienes aspiran al encuentro de un procedimiento general suponen que su

    carencia es producto de limitaciones en el desarrollo de la investigacin y factiblemente

    de las propias herramientas disponibles para su encuentro.

    Quienes rechazan su existencia advierten que cualquier algoritmo sera limitado

    y factiblemente inadecuado en ocasiones, por lo que el nico recurso vlido es el

    encuentro en cada ocasin de las variables relevantes. El debate est abierto y ser tema

    recurrente de prximos encuentros entre los profesionales del campo.

    Otro punto en que se polemiza es sobre el alcance y validacin de los modelos.

    La posicin ms simplificadora y pragmtica supone que estos modelos son recursos

    exclusivamente destinados a aproximar las estimaciones de intencin de voto a los

  • resultados esperables y su evaluacin debe verse a la luz de la coincidencia entre

    estimaciones y resultado electoral.

    La posicin ms rigorista advierte que estos modelos debieran cumplir diversas

    condiciones para su validacin: que al decantar casos o asignar probabilidades, la

    proporcin de votantes probables respecto al electorado corresponda

    aproximadamente con la tasa de participacin; que el perfil de los votantes probables

    derivable del proceso de decantacin o asignacin de probabilidades sea prximo al

    perfil de los votantes reales; y que la distribucin de intenciones de voto de los

    votantes probables sea suficientemente prxima con el resultado de los comicios.

    Pasando al tema de los cuestionarios, aunque no existe un consenso sobre la

    estructura idnea de los instrumentos de recuperacin informativa y en el entendido de

    que sus contenidos suelen variar dependiendo de los objetivos e hiptesis del

    investigador, pareciera haberse arribado a algunos puntos de concordancia que resultan

    primordiales: el recurso a la boleta y urna para la aplicacin de la pregunta relevante

    sobre intencin de voto; la pertinencia de incluir reactivos que permitan un anlisis ms

    acucioso de las respuestas a reactivos relevantes y que posibiliten adems el desarrollo

    de modelos ms complejos; y la distincin entre respuestas sobre intencin de voto del

    ciudadano y respuestas sobre otros aspectos.

    As, la investigacin por encuesta sobre preferencias electorales es un campo

    vivo, que cumple su funcin de ser coparticipe responsable en la construccin y

    consolidacin de la democracia en Mxico.