Upload
vuongtu
View
221
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Las instituciones importan para eldesarrollo: en torno al libro deAlonso y Garcimartín
ACCIÓN COLECTIVA YDESARROLLO. EL PAPELDE LAS INSTITUCIONES
José Antonio Alonsoy Carlos Garcimartín
Instituto Complutense de Estudios
Internacionales, Madrid, 2008
Los profesores Alonso y Garci-
martín abarcan en su libro una am-
plia problemática en torno al papel
que juegan, o que deberían jugar,
las instituciones en el desarrollo
económico. El lector interesado por
el tema, y sobre todo, el ejecutor
práctico de políticas de desarrollo,
es conveniente que abra el libro sa-
biendo que la mayor parte de los te-
mas examinados son materia viva,
en debate permanente, abierta a
nuevos enfoques, y que, por tanto,
no debe esperar un libro-formulario
con instrucciones precisas sobre
qué o cómo hacer en tales o cuales
supuestos, sino ideas y sugerencias
válidas para contrastar su viabilidad
sobre escenarios reales, provocar
reflexiones propias y desenvolverse
con pragmatismo en los proyectos
de institucionalización.
A costa de simplificar, agruparía-
mos el contenido del libro en dos
partes principales, más un intere-
sante artículo de perspectiva históri-
ca que se comentará aparte.
Una parte es instrumental. Alonso
y Garcimartín familiarizan al lector
con nociones fundamentales: pro-
ponen una definición amplia de ins-
tituciones, y esbozan los orígenes y
actualidad del pensamiento institu-
cionalista. Son muy útiles sus acla-
raciones a los conceptos clave de
costes de transacción y de acción
colectiva, y especialmente informa-
tivos los capítulos dedicados a cali-
dad institucional y a indicadores de
calidad.
Una segunda parte está enfocada
hacia economía institucional aplica-
da. Los autores razonan el papel
crítico de las instituciones para per-
mitir el funcionamiento fluido de una
economía de mercado, y analizan
con especial atención la compleji-
dad de los procesos de cambio,
subrayando aspectos como la iner-
cia, el carácter secuencial de los
procesos y, de manera muy desta-
cada, el papel que debe jugar la ins-
titución Estado.
Los autores dedican un capítulo a
otra dimensión del problema del de-
sarrollo, la determinación de sus
causas últimas —geografía, institu-
ciones, comercio—. Dada la rele-
vancia que asume el factor institu-
cional, los autores toman partido en
el debate acerca del papel que han
podido desempeñar las institucio-
nes de factura española en la evolu-
ción económica de América Latina.
Lo que sigue no es un resumen
de la obra, sino comentarios que
sólo pretenden destacar o comple-
mentar algunos aspectos concre-
tos. En alguna ocasión, se echa de
menos que la formidable base aca-
démica de los autores no les haya
inducido a tratar algo más extensa-
mente algunos puntos (¿tal vez una
segunda edición ampliada sea la
oportunidad de hacerlo?).
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 217ICE
El desarrollo económico
en clave institucional
No está de más recordar, como
hacen los autores, que la irrupción
de las instituciones en los estudios
sobre desarrollo es un suceso relati-
vamente reciente. Aunque hoy nos
parezca una aportación imprescin-
dible, lo cierto es que las preocupa-
ciones de teóricos y prácticos se en-
caminaron hacia otros derroteros
durante buena parte de los últimos
sesenta años.
Alonso y Garcimartín distinguen
en su introducción tres etapas en
los estudios sobre el desarrollo. Es
evidente que los límites entre eta-
pas nunca puedan trazarse de ma-
nera precisa, pero es una aproxi-
mación muy significativa para
comprender los antecedentes inte-
lectuales del actual énfasis sobre
instituciones, y sólo querría reite-
rar la presentación de los autores
añadiendo algunas observaciones
complementarias.
En cada etapa, la práctica del de-
sarrollo económico evoluciona bajo
las influencias cruzadas de tres fac-
tores: la política de los países do-
nantes, el pensamiento económico
y la estrategia de las instituciones fi-
nancieras internacionales (IFI). Es
curioso notar la facilidad con que los
críticos —desde cualquier ángulo
del espectro ideológico— descar-
gan en las IFI, y sobre todo, en el
Banco Mundial, una gran responsa-
bilidad por la lamentable despropor-
ción que revela la realidad entre
propósitos de desarrollo, o de alivio
de la pobreza, y los resultados prác-
ticos en cada etapa. Toda crítica
debe ser bienvenida, desde luego,
pero conviene que los disparos se
dirijan al blanco apropiado. El Ban-
co Mundial, igual que otras IFI, no
es un centro autónomo de operacio-
nes, dedicado a idear arbitrarias es-
trategias desde una torre de marfil,
sino un instrumento al servicio de
sus Estados accionistas, y sus deci-
siones se ajustan indefectiblemente
a las políticas cambiantes de estos
últimos, en particular —como es de
suponer— de los países donantes
cuyo peso es mayoritario en Direc-
torio. Por otra parte, creo que es in-
teresante subrayar también que el
Banco Mundial no ha sido origina-
dor de doctrinas sobre el desarrollo,
sino «tomador» o intérprete de la
doctrina más extendida en cada
época, que normalmente se ha ge-
nerado en facultades de economía
del mundo anglosajón, y especial-
mente de EE UU.
En una primera época —después
de la Segunda Guerra Mundial—
teoría y práctica coincidieron en el
papel crítico del Estado para corre-
gir los fallos del mercado e impulsar
la acumulación de capital. El Banco
Mundial se creó para prestar a sus
«miembros», los Estados accionis-
tas (Estatutos, III.2), y sus progra-
mas financiaron proyectos de re-
construcción y grandes infraestruc-
turas, incluso hasta el final de la
larga presidencia de McNamara
(1968-1981). La ayuda bilateral en
este período no fue cuantitativa-
mente decisiva y por lo general bus-
caba más bien aliados en la Guerra
Fría que objetivos de desarrollo. No
es posible aquí entrar en detalles, y
baste con señalar que los resulta-
dos de esta primera etapa de prota-
gonismo estatal, en términos de de-
sarrollo y de alivio de la pobreza,
fueron decepcionantes. La crisis del
petróleo primero, y la crisis de deu-
da subsiguiente, le pusieron punto
final dramático. Por eso cuando el
péndulo se movió lo hizo hasta el
extremo opuesto.
Una buena parte del pensamiento
económico miraba ya en otra direc-
ción. La pobreza no puede aliviarse
más que por medio del crecimiento
que, se suponía, irá filtrándose ha-
cia todas las capas de la sociedad.
Pero el crecimiento no es compati-
ble con la gestión estatal de la eco-
nomía. Intervenciones y controles
desvirtúan la eficacia del sistema de
precios y, por tanto, los mecanis-
mos de asignación de recursos en
la economía. Esta es la labor del
mercado libre (getting prices right).
A fin de despejar dudas, se rechazó
incluso la autonomía intelectual de
que habían gozado los economistas
del desarrollo en la época anterior.
Los agentes económicos respon-
den a los mismos incentivos de
mercado en una economía atrasada
que en una avanzada, de manera
que no hay por qué buscar singula-
ridades a la economía del desarrollo
que no pueda abarcar el modelo
neoclásico de mercados perfectos.
LOS LIBROS
218 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
El Banco Mundial reflejó estas in-
fluencias, dando un giro radical a
su visión anterior. A partir de los
años 80, toman posiciones directi-
vas en la entidad notables econo-
mistas de formación neoclásica,
por ejemplo, Krueger, como econo-
mista jefe (desplazando a un cono-
cido experto en modelos de desa-
rrollo, Chenery), o Stern, como vi-
cepresidente para operaciones,
que imprimen con energía su orien-
tación ideológica lo mismo en la se-
lección de personal que en la ope-
rativa del Banco. Un estudio interno
sobre las causas del progreso limi-
tado de las economías subsaharia-
nas (Informe Berg, 1981) dirigió el
punto de mira, sin vacilaciones, ha-
cia las torpezas gestoras del sector
público. Ya no preocupan los fallos
del mercado. Lo que preocupan
son los fallos del sector público,
cuando interviene en la economía
esgrimiendo el pretexto de corregir
fallos del mercado. El Banco mini-
mizó su gran activo, la especializa-
ción en proyectos, y pasó a ofrecer
programas de ajuste estructural,
structural adjustment loans, condi-
cionados formalmente a la intro-
ducción de reformas liberales en
las economías de países atrasa-
dos. El llamado Consenso de Wa-
shington no fue más que un resu-
men de las «recomendaciones» de
política económica liberal que mu-
chas IFI, y desde luego, el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Inter-
nacional, impusieron a los países
en desarrollo a través de las fórmu-
las de condicionalidad en sus pro-
gramas.
Pero hacia fines de la década de
los ochenta se produce otro movi-
miento, aunque esta vez el péndulo
quedó a mitad del recorrido. El
Banco Mundial, que periódicamen-
te somete su actividad a tratamien-
to autocrítico —es verdad que algo
tarde, pero aun así, hace mucho
más que la práctica general— ter-
minó reconociendo la debilidad de
sus programas de ajuste estructu-
ral. La condicionalidad basada en
elementos de libre mercado, en tér-
minos a veces agobiantes, había
generado animadversión general
en los países en desarrollo y resul-
tados poco alentadores. Las tera-
pias de choque no sirvieron para
crear mercados eficientes, y las pri-
vatizaciones de servicios públicos
fueron en muchos países polémi-
cas, corruptas, y terminaron desha-
ciéndose en años posteriores. Se
cae en la cuenta de que las políti-
cas mejor diseñadas no pueden te-
ner éxito cuando falta la capacidad
local, pública y privada, para asimi-
larlas y ejecutarlas, esto es, cuan-
do el país carece de una base insti-
tucional eficaz. El ambiente intelec-
tual de aquellos años daba ya lugar
relevante al pensamiento neoinsti-
tucionalista —destacado por dos
Premios Nobel, Coase (1991) y
North (1993)—, y el Banco Mundial
lo toma en cuenta a partir de un
nuevo informe sobre Africa sub-
sahariana en 1989 (From Crisis to
Sustainable Growth).
El interés se fue desplazando
hacia una concepción «holística»
del desarrollo, algo mucho más
complejo que la sola interacción
de variables económicas, que in-
corpora al análisis elementos de
difícil cuantificación, como la bue-
na gobernanza y la creación o re-
forma de instituciones (getting ins-
titutions right). Este campo es muy
abierto y, sobre todo, muy ingrato,
porque sus efectos raramente son
visibles en plazos cortos. La base
de trabajo continúa siendo el mo-
delo de libre mercado, desprovisto
del dogmatismo anterior (por
ejemplo, en materia de privatiza-
ciones, o de liberalización finan-
ciera), sobre el que se articulan
—a veces, simplemente, se super-
ponen— las instituciones necesa-
rias para asegurar el cumplimiento
de las condiciones de primer orden
—derechos de propiedad, respeto
a los contratos, estabilidad macro,
y otras— que son requisito para
que el mercado funcione. Pero la
economía del desarrollo, aunque
haya asimilado la importancia cla-
ve de las instituciones, no dispone
de una metodología consolidada
para tratar el institution building de
manera sistemática —qué tipo de
instituciones, en qué momento,
con arreglo a qué secuencia—,
dentro del marco de economía po-
lítica de cada país, y de ahí el inte-
rés de obras como la que hoy se
comenta en esta revista.
Aquí es donde nos encontramos.
Hemos caído en la cuenta muy tar-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 219ICE
de, malgastando recursos y deso-
rientando a muchos países, de que
el desarrollo económico es un todo
integrado por crecimiento más
transformaciones sociales profun-
das, que difícilmente pueden intro-
ducirse a falta de un entramado ins-
titucional apropiado. Hay una carac-
terística esencial de todo programa
de desarrollo, la «apropiación»
(ownership) por el país, pregonada
ruidosamente por IFI, donantes, y
ONG, que sin embargo es un con-
cepto vacío cuando el país carece
de instituciones capaces de condu-
cir el programa con conocimiento e
independencia. Con este telón de
fondo —formado por las primeras
páginas de la obra—, podemos pa-
sar directamente al comentario de
los grandes temas que abordan los
autores.
Definiciones: ¿de qué hablamos?
Como tantos otros conceptos ma-
nejados en ciencias sociales, las ins-
tituciones se resisten a una defini-
ción precisa, pero muchos autores
—economistas y sociólogos— no se
han resistido a proponer la suya.
Alonso y Garcimartín, con muy buen
sentido, no convierten el capítulo co-
rrespondiente en un ejercicio forma-
lista de comparaciones. Prefieren
desarrollar la definición integradora
de Avner Greif, quien explícitamente
reconoce que cada una de las apor-
taciones de sus colegas permite
capturar algún aspecto de la reali-
dad, y es, por tanto, especialmente
apropiada para examinar un proble-
ma determinado. No las considera
«recíprocamente excluyentes» y
prefiere proponer, de forma práctica,
la integración en una sola definición
de los elementos que considera cru-
ciales: sistemas de factores sociales
—en el sentido de ser una creación
humana, que cada individuo acepta
como un dato que va a influenciar su
conducta— que se componen de re-
glas, creencias, valores, organiza-
ciones y que generan pautas de
comportamiento regular en indivi-
duos y en sociedad. Los autores de-
dican buena parte del Capítulo 2 a
profundizar en cada uno de estos
elementos.
El lector no debe pensar que
Alonso y Garcimartín han utilizado
la definición de Greif debido a la co-
modidad de disponer de una espe-
cie de collage de las de otros auto-
res. Ésta sería una visión equivoca-
da. La definición de Greif, autor
nada fácil, y nada convencional, es
un intento ambicioso de reunir la vi-
sión más economicista de las insti-
tuciones —como contratos, o como
reglas del juego, formales o infor-
males— y sus múltiples visiones
culturales —instituciones como re-
flejo de sistemas de creencias y va-
lores— en un conjunto coherente.
Las motivaciones de los individuos
para obedecer las reglas son cen-
trales al análisis sociológico, y se
les atribuye carácter endógeno: no
basta con suponer el cumplimiento,
sino que es necesario explicar por
qué unas reglas se obedecen y
otras no. El aparato teórico que de-
sarrolla a partir de su definición es
relativamente complejo y lo aplica al
análisis de interesantes episodios
históricos del mundo medieval, en
los que arroja luz, o al menos, pro-
pone nuevos ángulos de particular
interés para la interpretación com-
parada de los procesos de cambio o
dinámica institucional, por ejemplo,
entre la alianza de comerciantes
magrebíes y algunas ciudades-Es-
tado italianas. Pero las investigacio-
nes de Greif han generado no poca
controversia entre especialistas, y
los autores hacen bien en no aden-
trar al lector en sus diferencias. Por
otra parte, aunque del análisis histó-
rico de Greif se derivan observacio-
nes de interés para los problemas
del desarrollo, creo que en su ma-
yor parte son ya valor entendido y
—en este terreno específico— no
reflejan puntos de vista innovado-
res.
Los autores exponen con notable
claridad algunas notas especialmen-
te características de las instituciones.
Dan la importancia debida a la nece-
sidad de estructuras self-enforcing, o
autosostenidas, en las que los indivi-
duos ajustan su comportamiento de
conformidad con pautas ya experi-
mentadas, de modo que así refuer-
zan la credibilidad de la propia institu-
ción y su capacidad de imponer nor-
mativas. Las instituciones pueden
constituir cauce efectivo para abordar
problemas importantes de coordina-
ción que plantea la acción colectiva
—además de ser resultado de la pro-
LOS LIBROS
220 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
pia acción colectiva—, como recuer-
dan los autores al mencionar la obra
de Olson.
Entra la economía política
Cualquier programa de creación
o de reforma de instituciones nece-
sita basarse en estudios serios de
viabilidad. La observación parece
trivial. Pero no se trata solamente
de la consabida evaluación «técni-
ca» del proyecto, en busca de una
figura institucional «óptima», o que
mejor refleje las «buenas prácticas»
vigentes en alguna otra parte del
mundo. La oportunidad y configura-
ción de las instituciones deben eva-
luarse sobre un trasfondo de la eco-
nomía política del país, y esto resul-
ta mucho más complicado. Los
autores han resumido ya las ideas
fundamentales en su capítulo de
definiciones, y luego las reelaboran
—de manera creo que muy acerta-
da— a lo largo del Capítulo 8.
Toda reforma comporta ganado-
res y perdedores, y éstos últimos
—perdedores absolutos, o perde-
dores en términos relativos, o sim-
plemente, grupos sociales con la
percepción de que van a ser perde-
dores— tratarán de frenar o adulte-
rar el proceso por todos los medios.
Un análisis de las posibilidades de
creación o de cambio institucional
será siempre insuficiente si no in-
corpora lo que Alonso y Garcimar-
tín llaman la «aritmética de intere-
ses» que prevalece en el país, en
clara referencia a los condicionan-
tes que impone la economía políti-
ca. Unas veces serán grupos con
poder de mercado los que se opon-
gan a la aparición de las nuevas
instituciones que contribuirían a
abrirlo. Burocracias que medran en
una administración corrupta cerra-
rán filas frente a cualquier intento
de desregulación o de liberaliza-
ción que permita a los ciudadanos
operar sin pasar por la ventani-
lla. Los ejemplos podrían clara-
mente multiplicarse. Uno de los
más graves es la «resistencia fis-
cal» opuesta por grupos sociales
con capacidad tributaria, que pro-
duce el efecto de condenar al Esta-
do a una situación de penuria en la
que difícilmente puede atender ser-
vicios públicos indispensables. Un
examen en profundidad de este
problema se encuentra en un buen
artículo de Omar Sánchez1, ilustra-
tivo del problema en Guatemala
—país cuya relación impues-
tos/PIB figura entre las más bajas
del mundo— pero sobre todo, estu-
dio de un «caso» bien enrevesado
de economía política.
El mismo condicionamiento que
impone la economía política de un
país obliga a recordar con los auto-
res que las instituciones, como di-
cen de los buenos vinos, «viajan
mal». En general, traducir e impor-
tar instituciones desde algún país
avanzado ha producido muchos fra-
casos. Siempre habrá que matizar,
por supuesto, como en el ejemplo
tradicional de la recepción legislati-
va del código civil suizo, práctica-
mente en bloque, por la Turquía de
Atatürk. Pero habitualmente las di-
ferencias en valores y percepciones
—parte de origen cultural, en parte
debidas al distinto grado de evolu-
ción política o económica— conde-
nan a la irrelevancia las operacio-
nes de trasposición de instituciones.
Las instituciones deben nacer con
el marchamo de ser «propias» (de
nuevo, la noción de ownership), lo
cual es compatible con la consulta y
la inspiración en elementos ajenos:
la gran reforma en 2001 de la nor-
mativa mejicana sobre valores estu-
vo precedida de un enorme esfuer-
zo de comparativa internacional,
pero en último término reflejó los
principios, compromisos y prácticas
emanados del complejo entorno de
la economía política nacional.
No debe confundirse la «forma»
que adopte una institución —y que
es lo más fácilmente «importable»
de otro país— con la eficacia funcio-
nal que debe alcanzar en su propio
entorno nacional. Como recuerda
Rodrik (Growth Strategies, 2003, bi-
bliografía de los autores), es erró-
neo enfocar la creación o reforma
de instituciones como problema de
convergencia formal con las institu-
ciones de otros países. Regulación
de valores, seguridad social, meca-
nismos presupuestarios, pueden
instrumentarse tan satisfactoria-
mente en un país como en otro, a
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 221ICE
1 SÁNCHEZ, O. (2009): New PoliticalEconomy, marzo.
pesar de que cada país articule es-
quemas institucionales coherentes
con sus datos de economía política.
La distinción entre funciones y for-
ma es fundamental (y muy clara so-
bre el papel, aunque lo sea menos
en la práctica). Creo que éste es el
punto de vista mantenido por los au-
tores y por la doctrina más solvente,
lo cual no excluye que IFI y donan-
tes continúen incluyendo en sus
programas generosas ofertas de
consultores que muchas veces pro-
ponen simplemente trasladar «for-
mas» de un país a otro.
Pruebas de calidad
Alonso y Garcimartín enumeran
en el Capítulo 4 varios criterios que
sirven para caracterizar la «calidad»
de las instituciones. Aunque, como
ellos mismos indican, la práctica co-
rriente no se inclina por evaluar las
instituciones de esta forma, me pa-
rece tan importante como a ellos
reunir elementos de juicio suficien-
tes para poder analizar críticamente
la funcionalidad de una institución.
Brevemente, los criterios estableci-
dos por los autores son,
— eficiencia estática, indicando
la capacidad de una institución para
generar los incentivos apropiados
que aseguren un funcionamiento
fluido de los mercados (lucha anti-
monopolio, agencias reguladoras
independientes...);
— eficiencia dinámica, o disposi-
ción al cambio, que se refiere a la
capacidad de adaptación al cambio,
de la propia institución, y de los
agentes sociales interesados;
— seguridad, con objeto de ami-
norar los factores de incertidumbre
a los que se enfrenta la interacción
humana en los mercados;
— credibilidad, o legitimidad que
debe caracterizar a la institución
para que su marco normativo sea
aceptado por los agentes económi-
cos y sociales del sistema.
Estos criterios reaparecen opor-
tunamente en el Capítulo 8, dedica-
do al cambio institucional y al análi-
sis del desigual avance de las insti-
tuciones a lo largo de las sucesivas
fases de un proceso de desarrollo.
Obsérvese que falta un criterio de
eficiencia social. Esto puede sor-
prender al lector que piense que,
si introducimos las instituciones
como endógenas al análisis, y ad-
mitimos que nacen para resolver
un problema, nuestro objetivo debe
ser el de encontrar la solución efi-
ciente del problema. La economía
aspira a encontrar soluciones efi-
cientes y, por tanto, el análisis eco-
nómico nos debiera permitir encon-
trarlas en forma de instituciones
eficientes. Quizá convenga recor-
dar al lector la razón de esta apa-
rente anomalía.
Tenemos que remitirnos a la eco-
nomía política. En cualquier entorno
social hay que prever situaciones
de conflicto cuando algún grupo so-
cial pretenda crear o reconfigurar al-
guna institución como reflejo de sus
propios intereses, sobre todo tratán-
dose de un proyecto que implique
consecuencias de carácter distribu-
tivo. Evidentemente, el objetivo de
eficiencia para la sociedad está muy
lejos de planteamientos de esta cla-
se, porque, si el grupo es dominante
e impone sus criterios, la institución
resultante quedará definida como
instrumento de defensa o protec-
ción de unos intereses determina-
dos. Los autores aportan una cita
oportuna de North, recordando que
este autor abandonó el criterio con-
vencional de eficiencia en la asigna-
ción de recursos, que supone un
comportamiento de las instituciones
ajustado a las señales del mercado
(North I, según los autores), para
centrarse en otra visión del concep-
to, la eficiencia adaptativa, que ca-
racteriza a las instituciones que sa-
ben anticiparse al ritmo requerido
por la evolución de la sociedad y
evolucionar con ella (North II). Los
estudios sobre el terreno revelan la
complejidad de este problema, por-
que la casuística es muy variada y
muchas instituciones realizan fun-
ciones diversas, algunas de las cua-
les pueden producir resultados efi-
cientes para la sociedad, pero otras
no. Para un país en desarrollo, cuyo
institution building se tiene que apo-
yar sobre bases frágiles, el proceso
entraña especial gravedad, porque
si bien es posible iniciar el desarro-
llo aunque algunas instituciones no
respondan a un óptimo de eficien-
cia, hay el peligro de que la inefi-
ciencia institucional en áreas críti-
cas pueda inhibir los estímulos para
sostener el desarrollo a medio pla-
LOS LIBROS
222 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
zo. Esta diferencia debe tenerse
muy en cuenta en la práctica, y
guarda relación con la que han des-
tacado algunos economistas entre
el «arranque» del proceso de desa-
rrollo, y su «sostenibilidad» en el
tiempo (v. Rodrik, Growth Strate-
gies, bibliografía de los autores).
Éste sigue siendo uno de los mu-
chos temas abiertos que contiene la
economía del desarrollo.
Es curioso observar el desfase
que se observa entre el pensamien-
to económico-institucional y el análi-
sis de las instituciones que realizan
los historiadores económicos, por-
que parece añadir cierta confusión
a lo que ya es un tema bastante
complicado. Muchos estudios histó-
ricos están enfocados a demostrar
cómo antiguas instituciones —feu-
dalismo, gremios medievales, la
Mesta castellana— respondían a
los problemas de cada momento
con soluciones socialmente benefi-
ciosas. Como dice Ogilvie2, historia-
dora económica, sus colegas «han
reinterpretado prácticamente toda
institución premoderna en términos
de eficiencia... (preguntándose) por
qué instituciones aparentemente
ineficientes duraron siglos... la nue-
va respuesta es simple: porque,
después de todo, no eran ineficien-
tes». Ogilvie, por cierto, no oculta
sus críticas al método histórico em-
pleado por Greif, autor que rechaza
el criterio de eficiencia social pero
que luego parece recuperarlo en su
valoración de las instituciones me-
dievales investigadas.
La pasión por cuantificar
la calidad
Contiene el libro comentado tres
Capítulos, 4, 5 y 6, que me parecen
de lectura obligada para muchos
otros públicos, incluyendo profesio-
nales de medios que a veces mane-
jan indicadores como si realmente
se tratase de datos definitivos e irre-
futables.
Me parece que los autores expo-
nen con enorme acierto las graves
dudas de método que suscita el de-
seo de calificar con un número el
grado de libertad económica que
prevalece en un país, o la calidad de
su gobernanza, o su nivel de compe-
tividad o el atractivo que supone
para la inversión. Las páginas 114 a
121 señalan perfectamente las insu-
ficiencias de estos indicadores, y el
lector puede comprender con facili-
dad las inexactitudes a que puede
conducir su manejo indiscriminado.
Resumiendo la cuestión, a) estos
indicadores facilitan e invitan a efec-
tuar comparaciones internaciona-
les, en las que con frecuencia se ol-
vida que el dato correspondiente a
cada país está afectado por márge-
nes de error potencialmente serios
(y que las fuentes de los datos
no siempre señalan claramente); y
b) en su vertiente práctica, la valora-
ción asignada a un país es un ins-
trumento más bien tosco para basar
en ellos recomendaciones de polí-
tica. Este reconocimiento de las li-
mitaciones de los indicadores ins-
titucionales lo formula con toda fran-
queza, por ejemplo, la última
edición de los indicadores de gober-
nanza del Banco Mundial (Gover-
nance Matters VI, julio 2007, 4.
Conclusions) pero, en esos o en se-
mejantes términos, lo recogen tam-
bién muchas otras publicaciones de
indicadores. El problema radica en
que, a pesar de todas las cautelas,
es tentador para terceros la cita y el
uso de este tipo de indicadores sin
corregir el subjetivismo de las apre-
ciaciones ni conocer el fundamento
estadístico, a veces muy complejo,
de los datos reunidos. Amigos fran-
ceses se preguntaban, ¿qué base
han podido tener las fuentes consul-
tadas —entre siete y diez— para
que las cifras del Banco Mundial co-
rrespondientes al indicador «efecti-
vidad del gobierno» muestren un
desplome contundente en Francia
(y en Alemania), entre 1998 y 2006?
Por supuesto, los indicadores
pueden ser instrumentos útiles.
Pero hay que ser conscientes de
sus limitaciones. Un dato estadísti-
co directo —la variación del empleo
en Andalucía, del movimiento por-
tuario en Barcelona, o de la cose-
cha de soja en Argentina— guarda
relación inmediata con datos de su
serie y refleja comportamientos co-
nocidos. Un indicador compuesto,
resultante de estimaciones numéri-
cas subjetivas aplicadas a diversos
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 223ICE
2 OGILVIE, S. (2007): The Economic HistoryReview, noviembre.
componentes, no puede darnos una
idea inmediata de factores causa-
les. Proporciona órdenes de magni-
tud que a lo sumo sugieren, en el
supuesto de que las fuentes no in-
curran en sesgos no identificados,
una cierta consistencia en la intro-
ducción de reformas o en la pérdida
de alguna calidad institucional. Pero
la búsqueda de causas —como en
el ejemplo anterior— tropieza con
problemas. ¿Y si es el dato el que
contiene sesgos que nos ponen en
una pista falsa? ¿Habrán valorado
las fuentes cada componente con
arreglo a criterios idénticos al año
anterior? Aunque así fuera, ¿cuáles
son esos criterios? ¿Cómo pode-
mos remontarnos a las causas que
motivaron a las fuentes para corre-
gir sus valoraciones subjetivas y
modificar los indicadores?
Las comparaciones internaciona-
les pueden resultar igualmente úti-
les, pero también hay que formular
reservas. Siempre que el dato co-
rrespondiente a la India refleje valo-
raciones análogas a las del dato
para China, tendrá sentido compa-
rar las posiciones relativas de uno y
otro país, y observar sus desplaza-
mientos hacia arriba o hacia abajo
en años sucesivos. Pero subrayo
que la condición formulada es muy
fuerte. Friedman se hace eco de es-
tas dudas, y menciona a Bhagwati y
a Srinivasan, entre los autores que
son decididamente contrarios a esta
metodología, por temor —segura-
mente fundado— de que termine
empleándose de manera indiscrimi-
nada para valoraciones comparati-
vas y recomendaciones político-
económicas sin otra base que la po-
sición relativa en una clasificación
internacional3.
El prontuario del hombre
de negocios
Hay una conocida serie de indica-
dores que procura apoyarse en ba-
ses más objetivas, e integra el do-
cumento llamado Haciendo Nego-
cios (Doing Business) del Banco
Mundial y de la CFI. Alonso y Garci-
martín resumen muy bien su orien-
tación y limitaciones, y formulan co-
mentarios, a los que me referiré
más adelante, que me parecen muy
acertados. Éste es un documento
que, gracias a una organización
bastante didáctica de sus datos y a
la clasificación de países por méri-
tos apreciados, produce un extraor-
dinario impacto mediático. Sus edi-
tores han sabido convertir la publi-
cación anual en un auténtico
«evento», invitando a medios y aca-
démicos a sus presentaciones en
diversas capitales, y cuando un país
en desarrollo —y algunos que no lo
son, como España— ha sufrido al-
guna reclasificación poco airosa es
muy posible que el suceso aparez-
ca en titulares de prensa o de TV,
sobre todo si posee alguna poten-
cial derivada política. Desgraciada-
mente, raras veces la información
va acompañada de aclaraciones
que ayuden a comprender la signifi-
cación y las limitaciones de los indi-
cadores de que se trate.
Los autores dejan constancia de
las reservas fundadas que suscitan
la metodología e interpretación de
Doing Business. Como principio ge-
neral, es importante señalar con
ellos que el valor asignado a un indi-
cador —un número— no puede to-
marse como expresión de calidad
de una institución, ni tampoco
—añado— debe suponerse que de-
trás de la cifra hay un trabajo meti-
culoso y riguroso por parte de las
fuentes consultadas. Un ejemplo,
además de los que aportan los au-
tores: las autoridades francesas
—en general, muy críticas con este
documento— se quejaron en 2005
de uno de los valores del indicador
«comercio transfronterizo», el co-
rrespondiente a documentos exigi-
dos por la aduana. Doing Business
señaló que las aduanas francesas
imponían la presentación de trece
documentos para tramitar una ope-
ración de importación. Las autorida-
des consideraron que el dato era
erróneo y que proporcionaba una
imagen desfigurada de sus procedi-
mientos aduaneros. Esta reclama-
ción sirvió para poner de manifiesto
un claro problema de método: las
fuentes consultadas habían listado
todos los documentos de exigencia
posible, incluyendo algunos de uso
meramente ocasional (por ejemplo,
LOS LIBROS
224 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
3 FRIEDMAN, B. M. (2005): The MoralConsequences of Economic Growth, Vintage,Books.
para acceder a un arancel preferen-
cial específico). La publicación in-
formaba de la exigencia de trece
documentos como si se tratase de
la rutina oficial. Este caso constituye
una llamada de atención hacia la
calidad de la información que puede
derivarse de la metodología em-
pleada por Doing Business. En la
edición de 2007, la lista de docu-
mentos se había reducido ya a sólo
cinco, y en la última a sólo dos. Esto
calificaría a Francia como gran país
reformista, si no supiéramos que
realmente es la publicación la que
está arreglando su propia cocina in-
terna.
Siempre he desconfiado del tono
excesivamente optimista con que
Doing Business da la bienvenida a
las reformas «del año» y a los paí-
ses más reformistas en recuadros
visibles que encabezan cada sec-
ción. Es normal que en las listas fi-
guren muchos países en desarrollo,
con frágiles entornos instituciona-
les, y que el empresario al que pue-
da afectar ésta o aquélla reforma se
pregunte tanto por su verdadera
efectividad como por su sostenibili-
dad en el tiempo. La publicación es
consciente de este interrogante, por
supuesto, y en los últimos párrafos
de algunas secciones es posible en-
contrar observaciones que ponen
de relieve la dificultad de consolida-
ción que afecta a algunas reformas:
en la edición de 2009, por ejemplo,
nos enteramos de que la ventanilla
única establecida en Bangladesh
para licencias de construcción sigue
sin funcionar dos años más tarde,
de modo que los interesados nece-
sitan seguir recorriendo las mismas
ventanillas que antes de la reforma;
o de que el nuevo tribunal de co-
mercio en Ghana no ha conseguido
en dos años más que reducir en un
11 por 100 el tiempo necesario para
dictar sentencia (desde 552 días a
487). Creo que este tipo de informa-
ción, que más bien parece aislada u
ocasional, debiera incorporarse de
forma sistemática a la publicación al
menos siempre que la «reforma»
correspondiente hubiese sido regis-
trada como tal en una edición ante-
rior. Una publicación cuya vocación
es la de orientar e informar a empre-
sarios, sector por sector, país por
país, debiera equilibrar el entusias-
mo inicial ante la introducción de re-
formas con el seguimiento riguroso
de su sostenibilidad.
La calidad «necesaria»
para el desarrollo
Los autores analizan con rigor
cuestiones que a menudo se pasan
por alto en los estudios, y sobre
todo, en la práctica del desarrollo.
Querría destacar tres como espe-
cialmente importantes.
En primer lugar, hay que formular
una pregunta difícil: ¿es realista que
un país en desarrollo pueda dotarse
de instituciones que cumplan con los
criterios señalados más arriba?
Alonso y Garcimartín explican per-
fectamente lo que ocurre en el insti-
tution building del mundo real. Las
instituciones creadas en las prime-
ras etapas del desarrollo de un país
es probable que no puedan reunir al-
gunos de los criterios de un marco
razonable, como el de los autores. A
pesar de ello, un cumplimiento par-
cial puede resultar lo bastante efecti-
vo como para permitir el funciona-
miento de los mercados y de un sis-
tema aceptable de precios. Por
ejemplo, la creación de un aparato
legal estable —evidente progreso
frente a la práctica de normas cam-
biantes a capricho de los gobernan-
tes—, o la disposición a ir adaptando
a crecientes exigencias sociales la
organización y prestaciones de las
correspondientes instituciones publi-
cas. La afirmación de los autores
está apoyada por la experiencia de
países en desarrollo que han sido
capaces de alcanzar elevadas tasas
de crecimiento sobre una base insti-
tucional globalmente muy débil, pero
acertando a ofrecer garantías de se-
guridad y credibilidad lo bastante
persuasivas como para transmitir
confianza a los inversores4.
En segundo lugar, la continuidad
del desarrollo permite a la sociedad
experimentar y perfeccionar las ins-
tituciones. Siguiendo el razona-
miento de párrafos anteriores, no se
trata del camino «hacia la eficien-
cia», sino de un proceso gradual de
prueba y error, en que dentro de los
condicionantes de la economía polí-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 225ICE
4 CHHIBBER, A. et al. (2006):Reform&Growth, Transaction Publishers.
tica del país, las instituciones vayan
adaptándose a demandas más y
más exigentes de una sociedad que
va mejorando sus niveles de vida.
Así ha ocurrido con las estructuras
institucionales en países avanza-
dos. En economías atrasadas y es-
tancadas, en cambio, las experien-
cias derivadas del «rodaje» de las
instituciones serán pocas y ocasio-
nales. Las exigencias de una socie-
dad con limitado horizonte de pro-
greso serán también menos apre-
miantes y harán difícil la tarea de
identificar vacíos institucionales.
Alonso y Garcimartín recuerdan al-
gunos ejemplos muy significativos,
como Japón, Corea del Sur, España
o Brasil, países donde la evolución
institucional se produjo gradualmen-
te, en paralelo con un desarrollo eco-
nómico sostenido, y con fuerte grado
de ownership. Este tipo de ejemplos
ha generado, entre teóricos y prácti-
cos del desarrollo, «modelos» de re-
ferencia poco justificados. Por ejem-
plo, donantes, incluida la UE, IFI, me-
dios de comunicación, parecen
olvidar la dificultad y la duración que
tuvieron esos procesos de gestación
institucional, y creer que, con la impo-
sición de condiciones precisas y el
ofrecimiento de asistencia técnica,
países atrasados pueden dar el salto
a instituciones plenamente operati-
vas a partir de la nada, o de figuras
preexistentes viciadas. Es compren-
sible que falte paciencia entre los pro-
motores de ayuda, sobre todo porque
los gobiernos donantes tienen que
dar cuenta a sus ciudadanos de los
recursos malgastados en sus políti-
cas de ayuda, pero la realidad es que
la cooperación ha de prestarse, aquí
y ahora, en condiciones que serán
siempre subóptimas. Subordinarla a
reformas institucionales que rindan
frutos inmediatos es desconocer por
completo la economía política local y
los problemas de proceso que vivie-
ron los países que sirven de ejemplo.
Un caso ilustrativo entre muchos —el
de creación de agencias anticorrup-
ción en países africanos— se puede
leer en Doig (y otros)5.
Y finalmente, los autores dedican
también atención al grave problema
de que una sociedad, sobre todo
primitiva, dotada probablemente de
mecanismos institucionales infor-
males, por ejemplo, para ejecución
de contratos o resolución de conflic-
tos, los descarten en su deseo (o
bajo la presión exterior) de dotarse
de instituciones «modernas». Es
pertinente aquí el comentario de
Rodrik sobre la necesidad de aten-
der a la convergencia de funciones,
y no a la de formas. Por otra parte,
North (1990, bibliografía de los au-
tores) destaca el problema opuesto,
de que el marco institucional de un
país genere tan elevados costes de
transacción que el subdesarrollo no
pueda encontrar otra salida y tienda
a perpetuarse. Si el clima inversor
es poco estimulante —derechos de
propiedad inseguros, leyes incum-
plidas por la propia administración,
barreras de entrada, etcétera—, la
actividad económica se refugiará en
el sector «negro», o informal, y sola-
mente surgirán iniciativas inverso-
ras importantes para proyectos
cuya factibilidad dependa de incen-
tivos arbitrarios y extraordinarios
«pactados» de alguna forma con los
poderes públicos.
En torno a la institución Estado
Me parecen muy importantes los
Capítulos 7 y 8 en que se trata del
papel activo que debe desempeñar
la institución Estado en el proceso
de desarrollo de un país. Es un actor
que debe aportar a la sociedad mar-
cos normativos, seguridad jurídica y
prestación de servicios públicos; al
mismo tiempo, debe interaccionar
con el sistema económico, promo-
viendo, a través de otras institucio-
nes públicas o privadas, el funciona-
miento verdaderamente libre de los
mercados, sin perjuicio de intervenir
activamente en la corrección de sus
fallos (por ejemplo, identificando ex-
ternalidades cuyo aprovechamiento
permita al país superar los límites de
su ventaja comparativa estática);
debe ser guardián activo de la cohe-
sión social, ejecutando políticas re-
distributivas apropiadas y gestionan-
do los intereses generales en las si-
tuaciones inevitables de conflicto
entre grupos sociales. Los autores
argumentan con amplio detalle cada
una de estas funciones en la segun-
da parte del Capítulo 7, y luego se
LOS LIBROS
226 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
5 DOIG, A. (2007): Public Administration andDevelopment, 27.
extienden en el Capítulo 8 sobre un
tema que pocas veces se aborda en
los estudios sobre el desarrollo, la
reforma del Estado.
El análisis que realizan los auto-
res, con bastante detalle, es muy
completo y de notable realismo fren-
te a posiciones que se han orientado
a neutralizar el papel del Estado,
proponiendo incluso la participación
de instituciones civiles en el ejercicio
de políticas claramente públicas.
Como decía Myrdal, el Estado es el
único agente capaz de influir sobre
los componentes de la «matriz insti-
tucional» (normas, regulaciones, or-
ganizaciones, capacidades, incenti-
vos) a fin de desencadenar procesos
acumulativos de crecimiento. Lo que
es necesario, es que, definidas sus
funciones en un contexto dado, la
institución estatal sea sólida y dota-
da de los recursos fiscales para sos-
tener una tecnocracia profesional,
basada en méritos, libre de interfe-
rencias de la sociedad, pero que, al
mismo tiempo, sepa ejercer sus fun-
ciones en interacción permanente
con los grupos sociales a fin de iden-
tificar e impulsar objetivos y políticas
de crecimiento. Esta noción de Esta-
do es la que Evans caracterizó en
términos de embedded autonomy
(bibliografía de los autores), frente a
visiones que olvidan que el nexo fun-
damental de un Estado no es con un
«concepto» de mercado, sino con la
«realidad» de la sociedad y los ciu-
dadanos. No se trata solamente de
asegurar la presencia activa del
Estado en la política de desarrollo,
sino de que la propia política de de-
sarrollo incorpore a sus objetivos
precisamente la constitución de un
Estado capaz de asumir y ejecutar
las funciones que figuran en el análi-
sis de Alonso y Garcimartín.
Tal vez sea oportuno referirse aquí
a un problema muy concreto que a
veces se transmite a países atrasa-
dos a través de IFI y países donan-
tes. Se trata de la intervención políti-
ca por parte de las diversas formas
de acción colectiva que se articulan
mediante el asociacionismo civil. La
argumentación se retroalimenta en
un círculo vicioso. Como estos países
disponen de instituciones estatales
débiles, es conveniente complemen-
tarlas con órganos de la sociedad ci-
vil; pero la participación en la gestión
pública de la sociedad civil nos excu-
sa, por otra parte, de la necesidad de
reforzar la institución Estado. Se
echa de menos algún apartado espe-
cífico para inducir a una cierta refle-
xión sobre el problema.
El concepto de sociedad civil tiene
hondas raíces en las ciencias políti-
cas y ha sido objeto de interpretacio-
nes absolutamente dispares, lo mis-
mo entre autores liberales que entre
autores marxistas y, naturalmente,
entre éstos y aquéllos. Los defenso-
res del Estado neoliberal, en particu-
lar, promovieron la sociedad civil
como conjunto de instituciones vita-
les para la democracia, centro de es-
tímulo a la transformación social y,
en cierto sentido, de oposición políti-
ca. Esta tesis es perfectamente ra-
zonable en países con instituciones
públicas consolidadas e iniciativas
civiles de gran arraigo, en los que el
asociacionismo dentro de la socie-
dad abre vías alternativas para ca-
nalizar aspiraciones y respuestas de
la sociedad hacia los niveles de re-
presentación política.
Pero en países atrasados la trans-
posición de este cuadro ha conduci-
do a países donantes y a las IFI a re-
comendar lo que, de hecho, equivale
a nociones minimalistas del Estado.
Esto es evidente, por ejemplo, en la
tendencia a imponer, como parte
asociada a los programas (a modo de
condicionalidad encubierta), la parti-
cipación de la sociedad civil por vías
diversas en lo que muchos conside-
ramos inexcusables responsabilida-
des públicas identificadas en los ór-
ganos del Estado, como la determi-
nación de políticas o la provisión de
servicios sociales. El Estado local
suscita desconfianza, probablemente
no sin motivo, y aquí tenemos uno de
los problemas más serios que afronta
el proceso de institution building de
un país en desarrollo. Buscar solu-
ción por la vía de la marginación o mi-
nimización del propio Estado equiva-
le a ignorar que todas las sociedades
necesitan estructurarse políticamente
y organizar sus centros de poder.
Como antes decía, las transformacio-
nes sociales que conforman el desa-
rrollo incluyen la creación de estruc-
turas políticas propias, y la misma es-
trategia de desarrollo debe incluir
entre sus objetivos un Estado institu-
cionalmente capaz. El desarrollo de
países atrasados implica reconocer
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 227ICE
prioridad a la reforma y potenciación
de la institución Estado que, a su vez,
debe convertirse en agente impulsor
del propio desarrollo. Y hay una con-
tradicción patente —que reaparece
una y otra vez en la práctica— entre
proponer a los países que se doten
de instituciones políticas representati-
vas y transparentes y, al mismo tiem-
po, forzar a éstas a compartir su
agenda con agendas de grupos civi-
les, cuyo financiamiento, representa-
tividad y responsabilidad son gene-
ralmente bastante difíciles de preci-
sar. Éste es un tema lleno de aristas,
de acusada gravedad en países pe-
queños, o con un sector público mi-
núsculo o inarticulado, y dependien-
tes de ayuda, como han destacado
sobre todo economistas o politólogos
de países en desarrollo. Es bien sig-
nificativo el título de un artículo de
Akbar Zaidi, en que reclamaba, frente
a las estrategias de donantes e IFI
basadas en ONG, «the need to bring
back the State6». Desde Europa, en
cambio, la literatura sobre ONG apa-
rece orientada hacia la revisión meto-
dológica de sus relaciones con los
países donantes que las financian,
más que hacia estudios acerca del
potencial impacto negativo de su acti-
vidad7.
El Estado desarrollista
La corrección de los fallos del mer-
cado y objetivos de justicia social
son, como recuerdan los autores, dos
grandes tareas de incumbencia del
Estado. Los autores elaboran muy
especialmente el caso del Estado de-
sarrollista, el Estado que ha hecho
del objetivo del desarrollo económico
el fundamento de su acción y, quizá
sobre todo, de su legitimación. No se
trata, necesariamente, de Estados al-
tamente intervencionistas, sino de
Estados «directores», capaces de ar-
ticular estrategias eficaces de desa-
rrollo, de proponer incentivos para
que los agentes las hagan suyas, y
de generar los apoyos sociales re-
queridos. La casuística —como
España o Corea del Sur a partir de
los sesenta— muestra que estos
apoyos se consiguen a menudo por
regímenes autoritarios más que a tra-
vés de estructuras políticas pluralis-
tas y democráticas. Chile e Indone-
sia, durante los períodos en que vi-
vieron bajo régimen militar, pueden
constituir otros dos ejemplos signifi-
cativos. Los Estados desarrollistas
tratan precisamente de asegurarse
alguna legitimidad dinamizando la ac-
tividad económica y proporcionando
a los ciudadanos mejoras tangibles
de su nivel de vida. La experiencia
sugiere que estos procesos terminan
abriendo perspectivas políticas ines-
peradas. Gradualmente, el éxito eco-
nómico genera expectativas de ma-
yor representatividad en los órganos
políticos y, en los casos citados, de-
sencadenó efectivamente procesos
diversos de reforma democrática. Las
razones para esta evolución son, sin
duda, de economía política y, por tan-
to, singulares país por país. Puede
que, a partir de cierto punto, las ten-
siones producidas en un entorno de
globalización exijan reformas econó-
micas que desborden la capacidad
de una burocracia dirigista. Las aspi-
raciones políticas de poblaciones me-
jor preparadas y con mayor nivel de
vida son seguramente parte de la ex-
plicación. El caso de Indonesia fue
peculiar, porque hizo falta una crisis
formidable, como la asiática de 1997,
no sólo para democratizar el régimen,
sino para reestructurar una economía
distorsionada por su singular varie-
dad de corrupción capitalista. No es-
tamos, sin embargo, ante una regla
general. China y Vietnam pertenecen
a la categoría de Estados desarro-
llistas que, al cabo del tiempo, no
han practicado reformas políticas de
fondo.
Este repaso al desarrollismo en-
cierra sólo constataciones de he-
chos aislados y, de ningún modo,
constituye para los autores la apro-
ximación a un modelo político de-
seable. Como es tema muy polémi-
co entre especialistas, merece un
par de comentarios específicos.
De un lado, los efectos observados
en Estados desarrollistas corroboran
las reflexiones de Alonso y Garcimar-
tín al tratar la calidad institucional. No
todos los criterios necesitan —ni pro-
bablemente, pueden— cumplirse
desde un principio para que las insti-
LOS LIBROS
228 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
6 AKBAR ZAIDI, S. (1999): Journal ofInternational Development, marzo-abril, en lamisma línea y revista, William Munro y otros.
7 Por ejemplo, el número del Journal ofEconomic Development, julio 2006, dedicadoal análisis de las organizaciones nogubernamentales; en particular, ensayos deT. TVEDT y de D. LEWIS (y otros).
tuciones entren en funcionamiento
efectivo. Por ejemplo, el marco legal
y la seguridad jurídica pueden conso-
lidarse, desde el punto de vista de la
confianza de los inversores, antes
que la eficiencia dinámica y la credibi-
lidad, y generar niveles interesantes
de inversión y crecimiento aunque la
estructura institucional sea aún in-
completa e imperfecta. Ni la creación
de instituciones se ajusta en el mun-
do real a una secuencia temporal
preestablecida, ni los criterios de cali-
dad de cada una se cumplen de for-
ma simultánea o siquiera ordenada.
En el fondo, es un campo de experi-
mentación que cada país tiene que
probar por sí mismo.
De otro lado, la correlación entre
regímenes políticos y tasas de cre-
cimiento económico ha interesado a
muchos economistas con la preocu-
pación, sobre todo, de poder esta-
blecerla entre democracias y creci-
miento elevado (por ejemplo, Rodrik
1999, citado por los autores; Fried-
man8). No es un tema, me parece,
que se pueda aclarar demasiado
mediante regresiones, y aunque
Friedman dedique también unas pá-
ginas —no muy afortunadas— a
comparar las clasificaciones de
Freedom House con datos de creci-
miento, son sus reflexiones sobre el
comportamiento de la sociedad en
Estados desarrollistas lo que pare-
ce de interés. El papel del creci-
miento económico, dice Friedman,
es paradójico (léase: paradójico, si
esperábamos que autoritarismo y
crecimiento fuesen incompatibles).
Niveles de vida en alza son una
fuente de estabilidad social a corto
plazo: el crecimiento «no discrimina
entre regímenes democráticos y re-
gímenes opresivos», sino que pro-
porciona visos de legitimidad a cual-
quier tipo de organización política.
Queda sin explicar por qué, a plazo
más largo, el desarrollo ha debilita-
do a muchos gobiernos autoritarios
y dado paso a regímenes más o
menos representativos. Al mismo
tiempo, Friedman afirma —sin apo-
yo empírico— que, a su vez, las de-
mocracias, en particular, las nue-
vas, son especialmente vulnerables
a la dinámica inversa que puede
provocar el empeoramiento de la si-
tuación económica.
La dinámica institucional
Además del tratamiento extensivo
que dan los autores a la institución
Estado, tienen mucho interés sus co-
mentarios sobre los cambios institu-
cionales en otras cinco áreas. Creo
que son muy válidas sus afirmacio-
nes acerca de la gestión y reforma
de mercados, medio ambiente, y po-
líticas redistributivas, y hubiera agra-
decido, quizá como otros lectores,
que todavía hubiesen ampliado más
el tratamiento de algunas de estas
materias. Solamente querría apuntar
algunas diferencias en el tratamiento
de otros dos temas, mercados finan-
cieros y corrupción.
Sobre la inhibición del regulador
Los autores escriben que la crisis
de hipotecas sub-prime puede servir
para señalar las «limitaciones de la
acción reguladora de un banco cen-
tral», en este caso, la Reserva Fede-
ral de EE UU. La frase no aparece
como clave de su argumentación y
no justifica, por tanto, detenerse en
ella excesivamente. Pero es una afir-
mación que parece sugerir al lector
que la Reserva Federal operó dentro
de un marco de «limitaciones» exter-
nas que le impedían ejercer debida-
mente sus funciones sobre el siste-
ma bancario, lo cual equivaldría a
una interpretación muy generosa de
su papel en la crisis. Dudo mucho de
que sea ésta la intención de los au-
tores, de modo que me limito a un
brevísimo comentario.
Es indiscutible que el marco regu-
latorio para el sistema financiero más
avanzado del mundo había quedado
rezagado con respecto a las comple-
jidades de su dinámica innovadora.
Los vacíos eran llamativos, y la me-
cánica operativa de los hedge funds,
o de los credit default swaps, son
ejemplos obvios (la acción regulado-
ra, en estos casos, hubiera corres-
pondido a otras instituciones del en-
tramado regulador de EE UU, distin-
tas de su banco central). Pero existía
un marco regulatorio, y la Reserva
Federal (y las demás instituciones
competentes) sí que podían haber
actuado dentro de este marco y de-
tectado a tiempo el riesgo sistémico
que representaba la masiva origina-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 229ICE
8 Op. cit.
ción de préstamos hipotecarios a
clientes dudosos. Está comprobado
que no lo hicieron, y que no lo hicie-
ron por decisión deliberada. La figura
de mayor significación, Greenspan,
fue partidaria declarada de la menor
intromisión posible de las institucio-
nes supervisoras sobre el mercado fi-
nanciero. En innumerables ocasiones
manifestó preferencia absoluta por la
autorregulación del mercado, aunque
solamente en una —ante una Comi-
sión del Congreso, en octubre
2008— reconoció haberse equivoca-
do. Greenspan parecía operar dentro
de una restricción ideológica muy cla-
ra, la del modelo puro de un institu-
tions-free market, de un mercado cu-
yos agentes minimizan los costes de
transacción y donde no hay lugar, por
tanto, para instituciones ideadas
—teóricamente— para reequilibrar
asimetrías de información. Una co-
lumna de prensa resumió muy bien el
punto de vista que aquí se expone:
«much of the current crisis could have
been prevented if the existing pat-
chwork of agencies, using their exis-
ting powers, had simply done their
jobs...»9.
En esta misma línea, formularía
también una salvedad acerca del
papel del FMI (y del BIS). El marco
normativo prudencial que promue-
ven esas entidades no es perfecto,
desde luego, pero me parece du-
doso apelar a la crisis subprime
para demostrarlo, como se lee en
el Capítulo 7. Me remito a los co-
mentarios anteriores. El marco
más perfecto vale de poco si las
autoridades supervisoras deciden,
como en EE UU, no imponer el
cumplimiento a sus propias entida-
des. Incidentalmente, creo que es
interesante señalar que el progra-
ma llamado FSAP, que permite al
FMI y al Banco Mundial una valo-
ración periódica de la solidez del
sistema financiero de cada país
miembro que lo desea, no ha podi-
do nunca aplicarse al sistema fi-
nanciero de EE UU, como tampo-
co la parte del programa ROSC
dedicada a valorar el cumplimiento
por cada país de reglas y códigos
internacionales en materia de re-
gulación y supervisión. Las posi-
bles razones quedan al buen juicio
del lector. Añado que Japón y to-
dos los países europeos importan-
tes han colaborado abiertamente
en estos dos programas.
Una contrainstitución: la corrupción
La corrupción puede interpretar-
se como una degeneración institu-
cional, como una especie de con-
trainstitución, que aumenta los cos-
tes de transacción de la economía
en lugar de contribuir a reducirlos.
Por ejemplo, supongamos un país
que dispone de una normativa, cla-
ra y completa, con plena transpa-
rencia y publicidad, para regular,
desde la calificación de terrenos
hasta la obra terminada y los pro-
cesos administrativos para autori-
zación de construcciones. Pero la
vida no se deja encerrar fácilmente
en las leyes. En algún momento,
surgen intermediarios informales,
presentándose bajo la forma de
consultores, asesores o análogos,
sin cuya intervención cerca de la
correspondiente autoridad «se
sabe» que la tramitación puede tro-
pezar con triquiñuelas legales, que-
dar en suspenso y demorarse inde-
finidamente. Esa intervención su-
pone naturalmente honorarios
cuantiosos, pero ningún promotor
va a arriesgar el cumplimiento de
su plan de negocio cuando existe
un intermediario que, según es lu-
gar común, puede asegurar el buen
fin de la tramitación.
En definitiva, un completo marco
institucional, ideado para reducir
costes de transacción y facilitar la
fluidez en un mercado particular-
mente difícil, aparece infiltrado
subrepticiamente por una oferta de
servicios privados que, mediante un
precio, garantiza el absurdo, en un
Estado de Derecho, de que las ad-
ministraciones van a actuar dentro
del Derecho. El efecto positivo de las
instituciones creadas —un estudiado
marco normativo para reducir costes
de transacción— se ve contrarresta-
do por el efecto de signo contrario
—un factor de aumento en los cos-
tes de transacción— que produce
otro esquema informal de conduc-
tas, enteramente contra derecho, to-
lerado de hecho por las autoridades,
y que con el tiempo pasa a formar
LOS LIBROS
230 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
9 Columna en el Washington Post del 15 deabril 2009, firmada por PEARLSTEIN, S.
parte integrante del vigente marco
institucional. Éste (con otras mil va-
riantes) es el juego antiinstitucional
en que consiste la corrupción.
Por eso un libro sobre institucio-
nes, como el de Alonso y Garcimar-
tín, es lugar para reflexionar sobre
la corrupción. En un tema tan estu-
diado, pero tan poco fértil en reco-
mendaciones prácticas, tal vez los
autores debieran haber puesto su
excelente información y su expe-
riencia al servicio de un tratamiento
más amplio y más singular que el
que permite un simple subapartado
dentro del apartado Reforma del
Estado (Capítulo 8). En todo caso,
el enfoque realista de los autores
me parece muy apropiado para
abordar el irrealismo con que a me-
nudo se aborda esta materia.
Una reacción instintiva nos lleva a
todos a pensar que los efectos eco-
nómicos de la corrupción no pueden
ser positivos. La causalidad directa
es, sin embargo, muy difícil de esta-
blecer y estudios como el clásico de
Paolo Mauro (1995, bibliografía de
los autores), o el de Tanzi y Davoodi10
no han cerrado concluyentemente el
tema, a pesar de que han establecido
correlaciones empíricas interesantes
y asociado la corrupción a circunstan-
cias muy plausibles, como elevadas
inversiones públicas o baja calidad
de infraestructuras. Parece claro, sin
embargo, que no estamos ante una
relación unívoca entre dos variables.
Crecimiento, desarrollo, inversión,
dependen de fuerzas extraordinaria-
mente diversas y de intensidad muy
variable en cada país y en cada mo-
mento. Creo que la opinión de los au-
tores es muy clara en este orden de
cosas. No hay una relación lineal en-
tre corrupción y vida económica, sino
muchas variables en juego, y la in-
fluencia efectiva de la corrupción de-
penderá, en un medio concreto, de
circunstancias puramente empíricas,
como la intensidad con que se mani-
fiesten algunos de sus rasgos (su
grado de generalidad, el nivel que al-
cance, su previsibilidad).
Un país con elevada corrupción
puede atribuir a muchos factores su
baja tasa de inversión y crecimiento,
del mismo modo que tasas elevadas
se alcanzan en países donde la co-
rrupción es endémica (sin que a na-
die se le haya ocurrido establecer
una causalidad perversa). Grados
de corrupción nada desdeñables en
los gigantes asiáticos, por poner un
ejemplo, no han retraído la inversión
ni impedido fuertes tasas de creci-
miento: Indonesia en sus 30 años de
régimen militar fue otro ejemplo pa-
tente. Esta observación se encuadra
en otra más general. La explicación
de los autores creo que va directa-
mente a la raíz. Aunque la corrup-
ción reinante genere fuerte rechazo,
pueden existir oportunidades atracti-
vas de inversión que sugieran a los
agentes económicos la conveniencia
de adaptarse al entorno, integrando
el correspondiente coste de transac-
ción en sus propias estructuras de
costes, como los promotores de
obras en el ejemplo (teórico) que en-
cabeza esta sección.
A su vez, la asociación entre co-
rrupción y pobreza es probablemen-
te estrecha, pero puede actuar en
las dos direcciones. El Cuadro 3,
que se presenta para exponer esta
relación, no parece sin embargo
que aporte la claridad buscada. El
avance de los indicadores a través
de la clasificación de países según
niveles de renta puede resultar ex-
presivo, pero los márgenes dentro
de los que se mueven los índices
—sobre todo, «estado de derecho»,
«eficacia del gobierno», en relación
con «control de la corrupción»— me
parece que no permiten justificar
una fuerte asociación entre desarro-
llo creciente y mejor control de la
corrupción. Ni tampoco está claro
que los países de renta alta sean
paradigma a imitar. La corrupción
es planta que brota en cualquier
país: los contratos para equipos mi-
litares revelan —cuando sale algún
caso a la luz— el arraigo de la co-
rrupción en muchos países avanza-
dos (como EE UU) y todos estamos
lamentablemente familiarizados (al
menos en España) con las prácticas
corruptas que rodean al sector
construcción, desde las conocidas
«recalificaciones» de terrenos hasta
toda clase de licencias y permisos.
Y, por otro lado, tampoco habría que
pasar por alto el efecto perverso
que, de manera directa, producen
las empresas de países avanzados
sobre los países en desarrollo cuan-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 231ICE
10 Working Paper del FMI, 1998.
do tratan de influir mediante sobor-
nos en los procesos de adjudicación
o autorización. Exigimos a los paí-
ses en desarrollo un gran esfuerzo
para eliminar su corrupción «inter-
na», al mismo tiempo que preferi-
mos ignorar la corrupción «exporta-
da» desde el resto del mundo.
¿Qué se puede hacer?
Dicho esto, sobran motivos para
rechazar la corrupción. El problema
es cómo combatirla. Los autores ex-
cluyen algunas fórmulas, como la
potenciación de mercados competi-
tivos, o la reducción de controles
burocráticos, que creo pueden ser
útiles pero —en todo caso— de for-
ma muy parcial. No estoy seguro,
sin embargo, de que su propia pro-
puesta, «afrontar reformas simultá-
neamente en diversos frentes...
complementarios en su incidencia
sobre la corrupción», se pueda
transformar con generalidad en re-
comendación para una acción políti-
ca efectiva. El ejemplo que aportan
es excelente —una reforma simultá-
nea del IRPF, de la calificación pro-
fesional de los funcionarios de Ha-
cienda y del sistema de contrata-
ción pública—, pero se refiere a un
país latinoamericano, Uruguay,
donde la tolerancia hacia la corrup-
ción ha sido particularmente baja, y
por tanto, han podido imponerse
con éxito reformas administrativas
importantes (dentro de Latinoaméri-
ca, Uruguay y Chile reciben —con
diferencia— la mejor clasificación
en las series de Transparencia
Internacional).
En cierto sentido, mi temor es el
de que el análisis de Alonso y Garci-
martín sugiera al lector la idea de
que la corrupción es un problema
más —como los tratados en el resto
del Capítulo 8—, un fenómeno defi-
nible y manejable para el que los
economistas pueden ofrecer pro-
puestas ad hoc, como si se tratara
de la inflación, la reforma de los
mercados o la distribución de car-
gas medioambientales. Las IFI, que
durante muchos años prefirieron ig-
norar —sin más— la corrupción, o
disfrazarla bajo encabezamientos
crípticos —«impuesto implícito»,
por ejemplo— han lanzado más tar-
de campañas y programas antico-
rrupción, pero los resultados cose-
chados han sido poco brillantes.
Han avanzado más en establecer
indicadores de la corrupción que en
sugerir formas efectivas de comba-
tirla, tal vez porque hayan compren-
dido que esto último —después de
varios intentos— sobrepasa sus po-
sibilidades y seguramente, también
sus atribuciones. De hecho, el pro-
blema real para muchos organis-
mos internacionales sigue siendo
todavía el de asegurar su propia de-
fensa frente a la corrupción infiltra-
da en sus proyectos: aisladamente
o en colusión, cliente, suministra-
dor, autoridades, intermediarios di-
versos, pueden manipular precios o
partidas de coste y desviar parte de
la financiación hacia cuentas priva-
das.
En el fondo, la corrupción es un
problema cuya solución exige, tal
vez en mayor medida que cualquier
otro, una decidida actitud política de
ownership por parte de las autorida-
des y de la sociedad del país, pero
no de ownership frente a IFI o do-
nantes internacionales, sino frente a
tramas internas, más o menos ma-
fiosas, de intereses creados, mu-
chas veces infiltradas en los mis-
mos círculos del poder desde los
que habría que combatir la corrup-
ción. Es un problema serio de políti-
ca doméstica, en que los enemigos
de la reforma pueden ser muy po-
tentes y, como tantas veces, los
partidarios poco cohesionados
—muchos sectores empresariales,
por ejemplo, tal vez se hayan habi-
tuado a convivir con la corrupción,
como subrayan los autores—. Es
absurdo pretender la ruptura de es-
tas líneas de resistencia mediante
políticas «externas». La lucha con-
tra la corrupción se puede concebir
en términos de principal y agente,
como exponía una publicación del
Banco Mundial11, Cuando hablamos
de reformismo, tendemos a suponer
que los principales están fuera de
este mundo: no tienen intereses
particulares que defender, son re-
formistas puros, libres de toda sos-
pecha, y lo que pretenden es que
sus agentes apliquen con celo y ob-
jetividad las medidas anticorrupción
LOS LIBROS
232 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
11 THE WORLD BANK (2005): EconomicGrowth in the 1990s, Cap. 9.
puestas en vigor. El planteamiento
se desvirtúa cuando los mismos
principales, la clase política que se
presenta como reformista, partici-
pan de la corrupción reinante, lo
cual es, por otra parte, sumamente
frecuente. Un caso bien conocido
es el de la campaña anticorrupción
del Presidente Kibaki en Kenia,
2002, aparentemente basada en
que la nueva agencia anticorrupción
sacase a la luz las conductas del
gobierno anterior, pero encubriese
las del nuevo. Las «reformas» no
sobrevivieron a la gestión impeca-
ble del director de la agencia (él
mismo tuvo que exiliarse para so-
brevivir)12. Muchas veces, sin em-
bargo, el problema es más difícil,
porque las agencias anticorrupción
asumen los mismos rasgos y con-
ductas que distinguen a los organis-
mos que deben investigar, como se-
ñala Doig (y otros) en el artículo ci-
tado más arriba.
La historia en clave institucional:
América Latina
El Capítulo 3 trata una cuestión
de cierta envergadura: las «causas
fundamentales» del progreso eco-
nómico, más allá de los meros «sín-
tomas» inmediatos que son obser-
vables, como la escasez de capital
o el retraso tecnológico. No es un
capitulo sencillo, porque el marco
puramente económico se ve des-
bordado por muchos flancos, pero
los autores lo exponen con claridad,
manejando con acierto la literatura
más relevante y apoyándose en sus
propias investigaciones.
Los autores prestan atención a los
tres enfoques más importantes a par-
tir de los que se han tratado de expli-
car las causas del desarrollo: el geo-
gráfico, el institucional, y el del co-
mercio. Las dificultades para efectuar
valoraciones empíricas son serias
—problemas de endogeneidad y coli-
nearidad, necesidad de definir varia-
bles instrumentales, sesgos en los
datos, problemas en la determinación
de cuales son las variables relevan-
tes— y se explican de forma precisa
para que el lector pueda ser cons-
ciente de las limitaciones del ejerci-
cio. Los autores citan a Bardhan
—«... (identificar) una fuente exóge-
na... es algo bien diferente a desvelar
una explicación casual adecuada»—
en términos que conviene recordar a
menudo a propósito de tantos estu-
dios econométricos. Aunque no pue-
da hablarse de resultados concluyen-
tes, los autores ven aceptablemente
confirmada la importancia del marco
institucional en la explicación del de-
sarrollo económico.
La formación histórica del marco
institucional, y su impacto sobre el
desarrollo, está ampliamente argu-
mentada en la literatura, y Alonso y
Garcimartín dedican algunas pági-
nas a discutir la validez de dos apor-
taciones, en particular la de Acemo-
glu (con Johnson y Robinson), y la
de Engerman y Sokoloff (en varios
trabajos).
Acemoglu, Johnson y Robinson
se enfrentaron al problema de aso-
ciar las variaciones transversales
de renta a los factores arriba men-
cionados, utilizando una ingeniosa
variable instrumental para resolver
el problema de causalidad cruzada:
las tasas de mortalidad registradas
en diversos asentamientos colonia-
les europeos. Suponen que tasas
bajas denotan salubridad acepta-
ble en ese entorno geográfico y,
por tanto, fácil adaptación de los
colonos y consiguiente disposición
a crear instituciones estables y un
régimen de derecho para protec-
ción de la propiedad privada. Tasas
elevadas inducirían en cambio a
los colonos a la explotación apre-
surada de recursos naturales sin
necesidad de constituir institucio-
nes sólidas y permanentes.
Engerman y Sokoloff argumenta-
ron, por su parte, que la dotación de
factores (concretamente, en Ameri-
ca Latina) permitió una fuerte con-
centración de la propiedad de tie-
rras y, por tanto, de poder político
en manos de grupos reducidos de la
población. Las instituciones resul-
tantes se crearon al servicio de es-
tos grupos y en detrimento de las
aspiraciones de la mayoría.
No escapa al lector del libro co-
mentado que desde aquí sólo hay
un paso hasta deducir las virtudes
del esquema colonial anglosajón
frente al modelo de gestión ibérico,
y atribuir a instituciones coloniales
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 233ICE
12 WRONG, M. (2009): It’s our Turn to Eat:The Story of a Kenyan Whistleblower, Harper.
el retraso relativo de America Lati-
na. Ésta es una noción muy difundi-
da entre estudiosos de la historia
económica latinoamericana.
Los autores son decididamente
críticos de este enfoque. Subrayan
el contraste llamativo entre el excesi-
vo nivel de generalización que pro-
ponen ambas aportaciones y su es-
casa utilización de materiales históri-
cos concretos. Notan asimismo la
anomalía de caracterizar un proceso
como dependiente de una trayecto-
ria temporal de cinco siglos, como si
nada relevante —se preguntan los
autores— hubiese ocurrido desde
entonces. Ellos mismos enumeran
brevemente varios hitos históricos
de relevancia, en principio, indiscuti-
ble, incluyendo uno de naturaleza
política, la independencia, cuyo aná-
lisis desde otra perspectiva ha servi-
do a algunos historiadores, como
Fernández Armesto, para contraar-
gumentar el origen colonial de las in-
consistencias institucionales visibles
en la America Latina de hoy. Las di-
vergencias respecto a EE UU, que
se agigantan a lo largo del Siglo XIX,
pueden reconducirse a circunstan-
cias muy específicas, y muy diferen-
tes, en las que se gestaron y desa-
rrollaron las respectivas luchas por
la independencia en Norteamérica y
en América Latina13.
Merece la pena que el lector tenga
en cuenta otras dos referencias de
peso que apoyan, en un tema tan
debatido, el punto de vista de los au-
tores.
El trabajo de Acemoglu, Johnson y
Robinson lleva un título absolutamen-
te explicativo: The Colonial Origins of
Comparative Development, y de he-
cho, su tratamiento nos lleva a algo
muy próximo a una teoría del desa-
rrollo institucional viciado, o estimula-
do, por sus orígenes coloniales. Ro-
drik menciona, sin embargo, que uno
de los autores reconoció personal-
mente que el pasado colonial sólo ex-
plicaba una parte relativamente me-
nor de la variación estudiada. Esto
hace pensar que los autores citados
no han asumido plenamente el hecho
de que la lectura de su propia investi-
gación sugiere conclusiones más ra-
dicales que las que ellos mismos pa-
recen sostener. Rodrik no oculta su
visión crítica del trabajo de Acemo-
glu, Johnson y Robinson, y en parte
emplea argumentación paralela a la
de Alonso y Garcimartín14.
Un conocido historiador de Ame-
rica Latina, Coatsworth, ha investi-
gado a fondo los avatares del desa-
rrollo latinoamericano y disiente, en
un artículo general sobre la materia
(bibliografía de los autores), de la
posición mantenida por Engerman y
Sokoloff. Quizá baste aquí con re-
cordar la frase con la que abre sus
comentarios: the Engerman-Soko-
loff thesis, while plausible, is almost
certainly wrong...
No creo que quepa duda de que
las instituciones importan, y los au-
tores han hecho un excelente tra-
bajo colocándolas en el centro de
la visión del desarrollo, con suge-
rencias prácticas de interés y refe-
rencias históricas ilustrativas. No
han ocultado la magnitud del pro-
blema ni la necesidad de profundi-
zar en muchos de sus aspectos, y
este mismo énfasis se ha tratado
también de poner en párrafos ante-
riores. Como escribía páginas
atrás, el práctico del desarrollo tie-
ne ahora que identificar las caren-
cias institucionales concretas, los
datos de su problema —básica-
mente, los condicionantes del cua-
dro de economía política— y adap-
tar o ampliar los materiales estudia-
dos, aprovechando la excelente
bibliografía que acompaña a la
obra. El «diagnóstico institucional»
—por analogía con el growth diag-
nostics de Hausmann, Rodrik y Ve-
lasco— tiene que llevar un fuerte
componente local para que la
ownership del país no sea una fic-
ción. El objetivo de libros como el
que comentamos es el de propor-
cionar, no respuestas, sino los ins-
trumentos adecuados, como reco-
mienda Stiglitz15, para ayudar a
que se formulen sus propias pre-
LOS LIBROS
234 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
13 FERNÁNDEZ-ARMESTO, F. (2003): TheAmericas, A Modern Library.
14 RODRIK, D.; SUBRAMANIAN, A. yTREBBI, F. (2002): «Institutions Rule», CEPR,número 3643.
15 Comentarios a YUSUF, S. (2009):Development Economics through the Decades,The World Bank.
guntas quienes, en el mundo en
desarrollo, asumen las responsabi-
lidades técnicas o políticas por el
futuro de sus países.
Pensando en que a esta edición
seguirán otras, convendría salvar
algunos errores de tipo menor. En
la página 46, por ejemplo, el nom-
bre de Olson está evidentemente
mal transcrito. La referencia de la
página 68 al capítulo séptimo de-
biera ser (me parece) al octavo. Es
un poco anómalo encontrar exacta-
mente el mismo párrafo, palabra
por palabra, repetido en las pági-
nas 204 y 233.
Luis Martí
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 235ICE
NOTASCRÍTICAS
INFORME SOBRE ELDESARROLLO MUNDIAL2009. UNA NUEVAGEOGRAFÍA ECONÓMICA
Banco Internacionalde Reconstrucción yFomento/Banco MundialWashington, 2008
Las transformaciones en la eco-
nomía mundial, el desarrollo de las
relaciones internacionales, la acen-
tuación de las especificidades de
los sectores de actividad, de las re-
giones y los territorios locales, así
como los avances en el estudio de
los fenómenos de integración eco-
nómica o de las desigualdades en el
desarrollo económico son algunas
de las razones que han impulsado,
desde el punto de vista del análisis
económico, la consideración de las
razones geográficas que explican la
concentración espacial de la activi-
dad económica y los flujos comer-
ciales y financieros, emergiendo
nuevos conceptos y teorías que, sin
constituir un modelo interpretativo
propiamente dicho, han aportado
nuevos elementos de análisis de los
desequilibrios interterritoriales.
Es a partir de los años ochenta
cuando empieza a concederse una
mayor importancia a la localización,
como variable en los análisis econó-
micos, con el desarrollo de nuevas
teorías del comercio internacional,
que inciden en modelos de compe-
tencia imperfecta y explican las con-
secuencias de los rendimientos cre-
cientes y la diferenciación vertical y
horizontal de los productos, o los
modelos de desarrollo endógeno,
que pretenden articular sobre nue-
vas bases conceptuales los espa-
cios locales en la globalidad o, si se
prefiere, replantear la dinámica de
las unidades estructurales en el
conjunto de la estructura económica
mundial.
Este nuevo marco teórico es co-
nocido como la nueva geografía
económica que encuentra a su má-
ximo representante en Paul Krug-
man. Este nuevo enfoque plantea
que, además de otros factores natu-
rales o sociales, la relación que se
da entre la actividad económica y el
espacio determinan el crecimiento y
el bienestar de la población. Junto a
la localización, otras variables como
la distancia, los costes de transpor-
te, la dimensión espacial de cual-
quier actividad económica y los ren-
dimientos de escala crecientes pue-
den explicar los procesos de
acumulación de riqueza favorecien-
do las economías de aglomeración,
es decir, un conjunto de efectos ex-
ternos positivos que atraen hacia al
territorio. Estos efectos, denomina-
dos fuerzas centrípetas, derivados
de las economías de aglomeración,
LOS LIBROS
236 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
se caracterizan, además, porque el
salario real suele alcanzar niveles
más elevados, donde el tamaño de
la economía es mayor, atrayendo
así a trabajadores de las regiones
circundantes, beneficiando a las
economías más desarrolladas, más
ricas, en detrimento de las más po-
bres. Junto a las fuerzas centrípetas
se generan fuerzas centrífugas, de-
seconomías externas, que provie-
nen de los costes de la tierra, del
transporte, de los efectos de la com-
petencia entre las empresas y la de-
manda de bienes industriales por el
sector agrícola. La mano de obra re-
sulta más barata en las regiones
más pequeñas, lo que puede ser un
elemento atractivo para las empre-
sas sometidas a una fuerte compe-
tencia en regiones con elevada den-
sidad empresarial. Estas desecono-
mías externas generan, por tanto,
un efecto expulsión. De esta forma,
la interacción de estos dos tipos de
fuerzas configura la estructura es-
pacial de una economía.
En relación con estas cuestiones,
y basándose en la experiencia de
dos siglos de desarrollo económico,
con resultados tales como dispari-
dades espaciales en cuanto al in-
greso y la producción, el Banco
Mundial dedica su trigésimo primer
Informe sobre el desarrollo mundial,
del año 2009, a Una nueva geogra-
fía económica (en la versión ingle-
sa, World Development Report
2009. Reshaping Economic Geo-
graphy) cuyo mensaje de fondo es
que el crecimiento económico será
desequilibrado geográficamente.
Además, la idea predominante en el
Informe es que «el lugar donde se
concentra la actividad económica
puede marcar la diferencia entre la
pobreza y la prosperidad tanto para
la población como para los países».
Es esta prosperidad la que contribu-
ye a los movimientos de personas y
de productos, y a la flexibilización
de fronteras, dando lugar a un creci-
miento acelerado y compartido que
requiere, a su vez, transformacio-
nes geográficas.
El informe, dividido en tres partes,
resulta novedoso por los conceptos
de geografía y economía que intro-
duce. La primera parte, «El desarro-
llo en tres dimensiones» se centra
en tres elementos cuantificables
que guardan semejanza con los
conceptos de geografía humana, fí-
sica y política, como son: la densi-
dad, como dimensión importante a
nivel local y subnacional; la distan-
cia, como dimensión nacional; y la
división, como dimensión interna-
cional. Con la descripción de nume-
rosos ejemplos de distintos lugares
del mundo, sobre todo de Japón,
América del Norte y Europa Occi-
dental, relativos a estos tres aspec-
tos se quiere poner de manifiesto
que los resultados de algunos paí-
ses, sobre todo en el último siglo, se
deben a las transformaciones que
han promovido en estos tres ámbi-
tos: mayores densidades, creci-
miento de las ciudades y mayores
niveles de ingreso, distancias me-
nores, debido a los movimientos
tanto de personas como de empre-
sas, y menores divisiones, redu-
ciendo fronteras económicas y
aprovechando las ventajas de esca-
la y la especialización.
La segunda parte, «Configura-
ción de la geografía económica»,
estudia los factores o fuerzas de
mercado que contribuyen a estas
transformaciones, como son las
economías de aglomeración, la mo-
vilidad de factores y la migración y
los costes de transportes y la espe-
cialización. Para ello, el Banco Mun-
dial realiza una serie de investiga-
ciones sobre políticas realizadas en
los últimos años, demostrando que
estas fuerzas de mercado están
cambiando el panorama económico
de los países que avanzan hacia el
desarrollo. Recordando la obra clá-
sica de Adam Smith, La riqueza de
las naciones, donde se trataban es-
tas cuestiones, el Informe señala
cómo la interrelación entre las eco-
nomías de escala, los movimientos
de mano de obra y de capital, así
como la caída de los costes del
transporte, contribuyen a un rápido
crecimiento económico tanto en ciu-
dades como en países grandes o
pequeños.
Las economías de aglomeración
son un elemento de atracción so-
bre las personas y las finanzas,
dando lugar, por tanto, a movimien-
tos migratorios y de capital. Estos
movimientos resultan especialmen-
te delicados en el caso del personal
cualificado, que se siente atraído
por los lugares donde se da una
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 237ICE
mayor especialización. El Informe
analiza, también, la posibilidad de
que se den deseconomías exter-
nas, tales como falta de seguridad
o de servicios básicos, concluyen-
do que, aún así, el efecto atracción
resulta más beneficioso que el
efecto rechazo, y orientando a que
las políticas gubernamentales no
impidan que haya movimientos de
personas sino que éstos movimien-
tos no se hagan por razones equi-
vocadas. Del mismo modo, consi-
dera que las migraciones calibran
el potencial económico y son un in-
dicador de avance, por lo que los
gobiernos han de facilitar la movili-
dad laboral.
En relación a los costes de trans-
porte y comunicaciones, se indica
que la caída de los mismos ha dado
lugar a una mayor concentración
geográfica y especialización, trans-
formando la ubicación y el carácter
del comercio, que no sólo se centra
en la obtención de productos bási-
cos, sino que se diversifica para ob-
tener productos no básicos o de ca-
pricho personal. El aumento del co-
mercio da lugar a menores costes
de transporte y, a su vez, a más co-
mercio.
Por último, la tercera parte, «Re-
planteamiento de los debates sobre
políticas» recoge, sobre la base de
las dos anteriores, la importancia de
la integración económica. Cómo han
de plantearse los enfoques relaciona-
dos con las políticas, tanto locales,
nacionales como internacionales,
para que se acerquen más a la reali-
dad del crecimiento y desarrollo y
conseguir un crecimiento económico
más equilibrado espacialmente que
reduzca las desigualdades. Estas po-
líticas han de centrarse, sobre todo,
en la promoción de una urbanización
incluyente, del desarrollo territorial,
así como de la integración de los paí-
ses pobres en los mercados mundia-
les. Todo ello sobre la idea de que los
enfoques de política, aunque son im-
portantes a nivel local, han de am-
pliarse hacia un marco de integración
espacial, abogando por la creación
de instituciones neutras que coope-
ren y unifiquen los lugares, que den
cobertura universal, que se refuercen
con inversiones públicas en infraes-
tructuras compartidas, integradoras,
con capacidad de conexión e incenti-
vos especiales que conecten unos lu-
gares con otros, ya que la interacción
entre los lugares más avanzados y
los atrasados es la clave para el de-
sarrollo económico.
En definitiva, la obra Informe sobre
el desarrollo mundial 2009. Una nue-
va geografía económica, en línea con
la calidad de los informes realizados
previamente por el Banco Mundial,
destaca no sólo por la relevancia de
las cuestiones que considera, po-
niendo de nuevo en el debate los ar-
gumentos de la nueva geografía eco-
nómica, sino por el detalle de los
ejemplos utilizados, de los encartes
sobre «geografía en movimiento»
para Europa Occidental, Asia Orien-
tal y África al sur del Sahara, así
como los gráficos, tablas explicativas
y la selección de indicadores de geo-
grafía, de urbanización, de desarrollo
territorial o de integración internacio-
nal, que enriquecen y favorecen la
comprensión del mismo.
Gemma Durán Romero yAna M.ª López García
Universidad Autónoma de Madrid
LOCAL MODELS FORSPATIAL ANALYSIS
Christopher D. LloydCRC Press, Taylor & FrancisGroupBoca Ratón, FL, 2007
La importancia del espacio como
un concepto esencial a tratar dentro
del campo de la economía regional
y urbana es, hoy en día, incuestio-
nable. El espacio forma parte de la
experiencia humana, pues todo lo
que acontece lo hace en un mo-
mento del tiempo y en algún lugar
LOS LIBROS
238 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
del espacio. Sin embargo, en térmi-
nos generales, los efectos espacia-
les no son tenidos en cuenta con
suficiente rigor en el análisis econó-
mico, que sigue poniendo mayor
énfasis en los procesos temporales.
Poco a poco, disciplinas como la es-
tadística espacial, geoestadística y
econometría espacial van cobrando
mayor importancia en el mundo de
las ciencias sociales. El desarrollo
de la nueva geografía económica, y
el reconocimiento mundial que su-
pone la concesión del Premio Nobel
de Economía al profesor Paul Krug-
man, por sus trabajos en este cam-
po, ha sido muy importante para im-
pulsar todo el análisis espacial den-
tro de la economía y la empresa.
El libro que presentamos, Local
Models for Spatial Analysis, es un
exponente más del interés que el es-
pacio suscita en las ciencias socia-
les en general. Su autor, Christopher
D. Lloyd, es profesor de geografía en
la Queen’s University Belfast y ha
dedicado su investigación al análisis
urbano en el ámbito de las ciencias
sociales y medioambientales, utili-
zando bases de datos espaciales y
sistemas de información geográfica.
Con este libro, el profesor Lloyd rea-
liza una sistematización de las lla-
madas técnicas o modelos «locales»
de análisis espacial, en cuanto pro-
cedimientos que tienen en cuenta
las diferencias existentes en el inte-
rior de un país, una región o, incluso,
una ciudad.
En efecto, gracias a las nuevas
posibilidades que brinda la infor-
mática, se han puesto en nuestras
manos bases de datos georrefe-
renciadas cada vez más amplias, y
lo habitual, para los investigadores
especializados en este campo, es
analizar estos datos de manera
«global», es decir, para la totalidad
de la muestra disponible: por
ejemplo, buscando estructuras o
patrones de comportamiento ge-
nerales, relaciones causales entre
variables, etcétera. Sin embargo,
es frecuente encontrar, dentro de
una misma región y para el mismo
conjunto de variables, más de una
estructura o relación causal. Es lo
que se conoce como ausencia de
estacionariedad o inestabilidad es-
pacial, que invalidaría el estudio
«global» de los datos en favor de
un análisis «local» más reducido,
que tenga en cuenta estas diferen-
cias en las relaciones en distintas
subáreas del territorio. Por ejem-
plo, dentro del campo económico,
podríamos elaborar un modelo
causal global (o general) para sa-
ber si el centro de negocios de una
ciudad como París ejerce atrac-
ción y es determinante para la lo-
calización de las empresas en su
área metropolitana. Aunque la res-
puesta a esta pregunta es positiva,
es decir, la mayor densidad de em-
presas y actividades se encuentra
junto al distrito central de negocios
de París (Central Business Dis-
trict, CBD), se ha podido detectar,
con un análisis local, que existe
una subzona en la esquina sureste
del área metropolitana de París en
la que se produce una atípica aglo-
meración de negocios, que no pa-
rece seguir la pauta general.
En el centro de todos estos análi-
sis locales está el efecto de la de-
pendencia o autocorrelación espa-
cial. Es decir, el hecho de que aque-
llos objetos (personas, empresas,
regiones) que se encuentran más
cercanos en el espacio geográfico
tienden a ser más parecidos entre sí
que los objetos que se encuentran
más lejanos. Así es como Waldo R.
Tobler (1979) define la primera ley
de la geografía. Obviamente, cuan-
do los valores de una variable no
presentan ningún tipo de relación
con la proximidad geográfica, la in-
corporación del espacio al análisis
de los mismos no tiene sentido. Lo
que sucede es normalmente lo con-
trario: el espacio es importante en la
mayoría de los fenómenos socioe-
conómicos y, por ello, debe cuantifi-
carse.
Tanto la geoestadística como la
estadística y la econometría espa-
cial introducen este efecto de de-
pendencia espacial mediante fun-
ciones ponderadas de forma geo-
gráfica (es decir, teniendo en cuenta
la distancia entre las observacio-
nes). Así es como soluciona la
geoestadística el problema de la ob-
tención de datos ausentes, median-
te interpolación espacial. Por ejem-
plo, la estimación del precio de una
vivienda: si no se dispone de este
dato, pero sí de los valores de vi-
viendas cercanas, una solución
consistiría en predecir el valor au-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 239ICE
sente como la media ponderada del
precio de las viviendas próximas,
disminuyendo el peso con la distan-
cia a la vivienda cuyo dato se desea
conocer.
Sin embargo, aunque se demues-
tre la existencia de dependencia es-
pacial en una variable, la influencia
del espacio geográfico puede ser di-
ferente en unos lugares y en otros.
Por eso, en este libro se presentan
todos los métodos que hacen posi-
ble el análisis de la variación de la
estructura de dependencia espacial
dentro de un área (país, región, ciu-
dad...). Este análisis se complica
mucho más cuando se consideran
distintas escalas geográficas. Por
ejemplo, la relación estadística en-
tre dos variables como la renta per
cápita y la tasa de paro puede ser
claramente negativa cuando se
aborda el análisis con datos geográ-
ficos agregados (países, regiones),
y convertirse en nula, o hasta positi-
va, cuando el estudio se lleva a
cabo con unidades geográficas más
desagregadas, como los munici-
pios.
En términos generales, el libro
Local Models for Spatial Analysis
considera el análisis local de datos
geográficos en una doble vertiente.
Por un lado, presenta los métodos
de inestabilidad espacial paramétri-
ca en modelos econométricos, es
decir, la variación que se produce
en el análisis multivariante según
las observaciones estén localizadas
en una subzona u otra. Y, por otro,
también considera el análisis de la
variación espacial que se produce
en una única variable; por ejemplo,
hasta qué punto las observaciones
se encuentran más o menos agru-
padas en unas zonas con respecto
al resto del espacio considerado.
El autor del libro realiza un es-
fuerzo importante para sistematizar
métodos procedentes de discipli-
nas diferentes (matemáticas, geo-
grafía, geoestadística, econome-
tría espacial) utilizando ejemplos
también diversos, con bases de da-
tos económico-demográficas, cli-
matológicas y sobre usos del suelo.
Hay que reconocer que se consi-
gue un resultado digno e interesan-
te, donde las técnicas se organizan
de forma clara y se combinan con
soltura modelos econométricos
causales con modelos estadísticos
predictivos, así como datos en reji-
lla (grid data), datos poligonales
(areal data) y datos puntuales
(point-patterns). Tal combinación
en una única obra no resulta fácil,
por cuanto implica unir los trabajos
de escuelas de investigación distin-
tas que muchas veces trabajan de
forma paralela, pese a compartir to-
das ellas su pasión por el análisis
espacial de datos. Pero el autor
sale airoso de la prueba, dejando
abiertas muchas puertas al análi-
sis, siendo algunas de ellas clara-
mente novedosas, y aunque éstas
no se exponen con detalle, sí se
hace de forma suficiente como
para encandilar al lector y proveer-
le de unas referencias básicas para
ampliar futuras investigaciones.
El libro está dividido en ocho ca-
pítulos. Tras la Introducción, en el
Capítulo 2, Local Modelling, se pre-
sentan varios enfoques que permi-
ten abordar el análisis espacial lo-
cal, como los modelos kernel de
ventanas móviles, modelos de pará-
metros cambiantes según la locali-
zación (locally-varying model para-
meters), eliminación de tendencias
espaciales, etcétera.
En los Capítulos 3 y 4 se exponen
los métodos que analizan el fenóme-
no de la variación espacial. En el Ca-
pítulo 3, Grid Data, este tema se
aborda para el caso específico (y me-
nos común en las ciencias sociales)
de variables de datos en rejilla. Por
su parte, el Capítulo 4, Spatial Rela-
tions, presenta el grupo de modelos
univariantes y multivariantes de análi-
sis espacial local, entre los que se en-
cuentra el método de expansión es-
pacial, las regresiones de ventanas
móviles (MWR), las regresiones geo-
gráficamente ponderadas (GWR) y
los modelos espaciales jerárquicos (o
modelos multinivel). El Capítulo 5,
Spatial Prediction 1: Deterministic
Methods, desarrolla el amplio abani-
co de métodos deterministas utiliza-
dos para la predicción espacial de va-
lores ausentes de una variable. Este
capítulo comienza presentando mé-
todos matemáticos de análisis local,
como los polígonos Thiessen, trian-
gularización, superficie tendencial,
método del inverso de la distancia
ponderada (IDW), vecinos naturales,
métodos adaptativos locales y spli-
nes. A continuación, se presentan
LOS LIBROS
240 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
otros métodos deterministas de inter-
polación, utilizados tanto para la ob-
tención de datos procedentes de uni-
dades poligonales (areal interpola-
tion) como para la estimación de da-
tos puntuales a poligonales (point to
areal interpolation).
En el Capítulo 6, Spatial Prediction
2: Geostatistics, se desarrollan los
métodos de la geoestadística que,
desde un enfoque estocástico, hacen
posible el análisis de la estructura es-
pacial de una muestra de datos, así
como la solución de problemas de
predicción espacial. Tras una presen-
tación del concepto de estacionarie-
dad espacial, este capítulo presenta
los métodos exploratorios de depen-
dencia espacial (correlograma espa-
cial, variograma, variograma cruza-
do), el método de krigeado para la
interpolación espacial (simple, ordi-
nario y cokrigeado) y los enfoques lo-
cales del krigeado. El Capítulo 7,
Point Patterns, se dedica a ciertas
técnicas de análisis de datos puntua-
les (point patterns), como los méto-
dos basados en la distancia (vecino
más cercano, función K), métodos de
densidad y funciones K locales. Por
último, en el Capítulo 8, Summary:
Local Models for Spatial Analysis, se
realiza un resumen con los aspectos
principales a destacar de todo lo ex-
plicado en los capítulos anteriores.
Por tanto, dentro del mundo eco-
nómico, este libro está pensado para
investigadores y profesionales inte-
resados en la economía regional y
urbana, así como el geomarketing.
Si bien es cierto que son necesarias
ciertas nociones de estadística y
análisis espacial, para aprovechar al
máximo sus contenidos, también
debe señalarse que el autor utiliza
un lenguaje «amigable» cuando se
aproxima al análisis teórico, sin abu-
sar de fórmulas innecesarias, y pro-
porcionando, en todo momento,
ejemplos y referencias que permiten
clarificar y ampliar los conceptos
más complejos o novedosos.
Coro Chasco Yrigoyen yAna M.ª López García
Universidad Autónoma de Madrid
CAUSAS Y REMEDIOSDE LAS CRISISECONÓMICAS
José Luis FeitoFundación para el análisis y losestudios socialesMadrid, 2009
Vivimos momentos difíciles y,
como tales, nadie parece haber en-
contrado todavía la fórmula infalible
para salir de ellos. Pero la inteligen-
cia nos indica que, por lo menos,
podemos mirar hacia atrás y evitar
los errores del pasado. En lo que
parece haber cierto consenso es en
fijar esa mirada atrás en la crisis de
los años 1930.
El libro de José Luis Feito está
oportunamente reeditado (se editó
en 1999 por primera vez), comple-
mentado con un preámbulo que tra-
ta precisamente de justificar la opor-
tunidad de su reedición en este mo-
mento.
El debate económico Hayek-Key-
nes es, sin duda, inspirador en el
período que estamos viviendo. Y
como no hay casi nada nuevo bajo
el sol, efectivamente, en la actuali-
dad vuelve a haber partidarios tanto
del uno como del otro.
Paul Krugman, el último Premio
Nobel de Economía, habla de «the
Keynesian moment», porque, según
él, la clave de la recuperación está
en la inyección de fondos al sistema
por parte del sector público. Otros
autores, como Jesús Huerta de Soto
en España, heredero de la escuela
austriaca, abogan por las tesis de
Hayek, es decir, desconfiar del rol de
los bancos centrales en la econo-
mía, ya que, según él, en épocas de
recesión, éstos tienen tendencia a fi-
jar tipos de interés por debajo del
«tipo natural», y, por otro lado, apos-
tar por la liberalización de la econo-
mía a todos los niveles; además, fa-
LOS LIBROS
ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 241ICE
cilitar la devolución de los préstamos
contraídos a escala masiva por las
economías domésticas, retrocedién-
doles renta a través de la reducción
del gasto público y los impuestos
(esto último, no contrario en definiti-
va a las tesis de Keynes).
José Luis Feito, el autor, es eco-
nomista del Estado, antiguo repre-
sentante de España ante el FMI y la
OCDE, y trabaja con varias asocia-
ciones empresariales. Tiene, por
tanto, experiencia tanto desde el
punto de vista institucional como
empresarial, y en recientes inter-
venciones se ha decantado por una
síntesis personal de los dos mode-
los: sí a un mayor gasto público
para estimular la economía, pero
hasta cierto límite, que según él ya
se habría alcanzado en nuestro
país; a partir del cual sólo las refor-
mas estructurales de signo liberali-
zador podrían ser la clave de una
salida durable de la crisis.
Así, el libro, en esta edición de
2009, tiene dos partes bien diferen-
ciadas: la primera es un preámbulo
relativamente largo en el que justifica
la oportunidad de reeditar el intere-
sante debate Hayek-Keynes de los
años 1930, poniendo de relieve las
similitudes entre la crisis de los años
treinta y la actual; la segunda repro-
duce la edición de 1999, con la sínte-
sis del debate entre los dos econo-
mistas, en términos sobre todo de po-
lítica económica.
En el preámbulo Feito subraya
como similitudes entre las dos cri-
sis, entre otras, las siguientes:
� Profundo deterioro del valor de
los activos de los intermediarios fi-
nancieros y de aquellos en los que
se había sobreinvertido (inmuebles
y bienes de consumo duradero).
� Mala gestión, o deficiente, por
parte de los bancos centrales: aun-
que las autoridades monetarias han
aprendido del pasado, todavía han
cometido errores, como, según el
autor, permitir la quiebra de Lehman
Brothers o las subidas del tipo de in-
terés por el BCE en 2008.
� En los dos casos, una parte del
debate se centró, no sólo en el con-
tenido óptimo de las intervenciones
estatales, sino en la conveniencia
misma de dichas intervenciones.
Feito termina el preámbulo propo-
niendo una solución a la crisis ac-
tual basada en la síntesis del pen-
samiento de los dos economistas,
en su errores y en sus aciertos.
Keynes veía en el patrón oro y su
política monetaria restrictiva la cau-
sa de la gran depresión en Gran
Bretaña; mientras que, según Ha-
yek, la depresión en EE UU era pro-
ducto de una política monetaria de-
masiado expansiva, que conducía a
una deficiente asignación de recur-
sos y a una explosión de créditos no
viables.
Feito, haciendo una reflexión so-
bre la postura de ambos y con la
«ventaja» de la perspectiva históri-
ca, piensa que una crisis provocada
por los excesos de la política mone-
taria no se puede zanjar rápidamen-
te sólo con políticas monetarias y/o
fiscales expansivas, que a partir de
cierto momento empezarán a ser
contraproducentes, sino que, una
vez asegurada la solvencia del me-
canismo de pagos de la economía
(algo que seguramente no hemos
alcanzado todavía en la crisis ac-
tual), hay que flexibilizar los merca-
dos de bienes y de factores produc-
tivos.
Feito subraya dos grandes ideas
que, según él, aportó Hayek:
� Las distorsiones creadas por
excesiva liquidez no significan alte-
raciones proporcionales del nivel
de precios, lo que hace que esta úl-
tima variable por sí sola sea insufi-
ciente para informar a los bancos
centrales.
� Una crisis cuyo origen es el ex-
ceso de liquidez ha de solucionarse
pasando primero por la eliminación
de ese exceso, y luego por la rea-
signación de factores productivos
hacia sectores con cierta autonomía
frente al crédito fácil y abundante.
La segunda parte del libro la de-
dica al debate económico Hayek-
Keynes, tal y como se había publi-
cado en 1999, como hemos indica-
do antes.
Feito trata de explicar por qué Ha-
yek pasó de la admiración al olvido
muy rápidamente. El hecho de haber
pronosticado con acierto la Gran De-
presión americana le granjeó gran
popularidad; sin embargo, según el
autor, su incursión en la filosofía polí-
tica, con la publicación en 1944 de El
camino de la servidumbre, y la caída
del ideal alemán después de la gue-
rra, le arrinconaron por lo menos
LOS LIBROS
242 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE
hasta 1974, año en el que se le con-
cedió el Premio Nobel de Economía.
A partir de ahí, Feito dedica unas
15 páginas a comentar la visión de
Hayek, y luego unas 22 a la visión
de Keynes.
Hayek parte de que una recesión
es siempre el resultado de una ex-
pansión monetaria excesiva, por lo
que, primero, como se había recor-
dado en el preámbulo, hay que re-
ducir ese exceso. Además, descon-
fía de la capacidad de los bancos
centrales para atajar una crisis por-
que desconocen, por ejemplo, el ni-
vel real de los tipos de interés de
equilibrio, al desconocer la voluntad
de ahorro de la economía, y debido
al hecho de que el sistema financie-
ro suele generar cíclicamente seña-
les que equivocan a los agentes
económicos en su interpretación del
estado real de la economía (pero
también, según él, porque una vez
que deciden aplicar una política mo-
netaria expansiva lo llevan acabo
de modo excesivo y antes de tiem-
po). Sin duda su mayor aportación,
como recuerda Feito, es la integra-
ción de la teoría monetaria con la
teoría del capital. Por primera vez
un economista dice que debido a
las imperfecciones del mercado mo-
netario se dan los ciclos económi-
cos, y que es la estructura del capi-
tal la que explica por qué la creación
de dinero distorsiona la economía.
Está además su concepción del
ahorro como motor de la inversión,
y por lo tanto del progreso social, y
la mayor duración del proceso de
ajuste entre éste y la inversión.
Para muchos, el hecho de que
Keynes «venciese» a Hayek en el
mundo académico y político, signifi-
có el triunfo del «capitalismo anglo-
sajón». Es posible que si hubiera
sido a la inversa no estaríamos hoy
en la crisis en la que estamos, pero
quizá estaríamos en otra de carac-
terísticas distintas. La sociedad de
consumo quizá no existiría a la es-
cala actual, pero una sociedad de
ahorro, como la japonesa, también
ha vivido crisis y las sigue viviendo,
aunque actualmente la globaliza-
ción hace que los contagios sean
más fáciles entre las economías
más integradas.
Hoy, desde luego, cuando se
pone en tela de juicio el sistema ca-
pitalista anglosajón o «de casino»,
como algunos lo han llamado, vuel-
ve a tener sentido plantearse alter-
nativas.
José Luis Feito reedita, por tanto,
su libro de 1999 en un momento
claramente oportuno, con un for-
mato sin pretensiones y fácil de
leer, a base de pequeños epígrafes
que van a lo esencial y que, para
los menos aplicados, o los más fal-
tos de tiempo, puede constituir la
única lectura del libro, sin por ello
perderse ideas esenciales. Aun-
que, como el libro es breve, y está
bien escrito, tampoco requiere mu-
cho más tiempo para su lectura in-
tegral.
Mónica Vázquez