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Clio & Crimen nº 6 (2009), pp. 36/51 ISSN: 1698-4374 D.L.: BI-1741-04 Las luchas por el poder en la corona de Castilla: nobleza vs. monarquía (1252-1369) (Les luttes pour le pouvoir au sein de la Couronne de Castille: noblesse vs monarchie, 1252-1369 Power struggles and the Castilian Crown: nobility vs. monarchy, 1252-1369 Gaztelako koroaren boterea lortzeko borrokak: noblezia vs. monarkia, 1252-1369) César GONZÁLEZ MÍNGUEZ Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea nº 6 (2009), pp. 36-51 Artículo recibido: 25-III-2009 Artículo aceptado: 20-IV-2009 Resumen: Sin entrar en el detalle de las luchas constantes que a lo largo del periodo considerado mantuvieron nobleza y monarquía, se ha pretendido hacer una valoración global de las mismas, atendiendo al trasfondo de la crisis bajomedieval y a la impor- tancia que tuvieron de cara a la propia maduración institucional del Estado feudal castellano-leonés que llevará a la configuración posterior del Estado Moderno. Palabras clave: Baja Edad Media. Corona de Castilla. Monarquía. Nobleza. Relaciones de poder. Résumé: Sans entrer dans le détail des luttes permanentes que se livrèrent noblesse et monarchie tout au long de la période considérée, l’objectif était d’en faire une évaluation globale, en insistant tout particulièrement sur la signification profonde de la crise bas-médiévale et sur l’importance qu’eurent ces luttes face à la maturation institutionnelle de l’État féodal castillano-léonais qui con- duira à la configuration postérieure de l’État Moderne. Mots clés: Bas Moyen Âge. Couronne de Castille. Monarchie. Noblesse. Relations de pouvoir. Abstract: Without going into detail of the constant struggles between the nobility and the monarchy throughout the period, at attempt has been made to undertake an overall evaluation, looking at the crises in the Late Middle Ages and the importance they had in the institutional maturing of the feudal Castilian-Leonese State that was subsequently to give rise to the structuring of the Modern State. Key words: Late Middle Ages.The Crown of Castile. Monarchy. Nobility. Power relations. Laburpena: Aldi horretan nobleziaren eta monarkiaren artean egon ziren etengabeko borroken xehetasunetan sartu gabe, horien balorazio orokorra egin nahi izan da, Behe Erdi Aroko krisiaren oinarriei erreparatuz, eta Gaztela-Leongo estatu feudalaren instituzio hel- dutasunari begira, Estatu Modernoa eratzera eraman zituena. Giltza-hitzak: Behe Erdi Aroa. Gaztelako Koroa. Monarkia. Noblezia. Botere harremanak.

Las luchas por el poder en la corona de Castilla: nobleza ... · PDF file4MITRE FERNÁNDEZ,Emilio:Evolución de la nobleza ... «Disolución del régimen señorial en España ... «El

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Las luchas por el poder en la corona de Castilla:nobleza vs. monarquía (1252-1369)

(Les luttes pour le pouvoir au sein de la Couronne de Castille: noblesse vs monarchie, 1252-1369

Power struggles and the Castilian Crown: nobility vs. monarchy, 1252-1369

Gaztelako koroaren boterea lortzeko borrokak: noblezia vs. monarkia, 1252-1369)

César GONZÁLEZ MÍNGUEZ

Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

nº 6 (2009), pp. 36-51

Artículo recibido: 25-III-2009Artículo aceptado: 20-IV-2009

Resumen: Sin entrar en el detalle de las luchas constantes que a lo largo del periodo considerado mantuvieron nobleza ymonarquía, se ha pretendido hacer una valoración global de las mismas, atendiendo al trasfondo de la crisis bajomedieval y a la impor-tancia que tuvieron de cara a la propia maduración institucional del Estado feudal castellano-leonés que llevará a la configuraciónposterior del Estado Moderno.

Palabras clave: Baja Edad Media. Corona de Castilla. Monarquía. Nobleza. Relaciones de poder.

Résumé: Sans entrer dans le détail des luttes permanentes que se livrèrent noblesse et monarchie tout au long de la périodeconsidérée, l’objectif était d’en faire une évaluation globale, en insistant tout particulièrement sur la signification profonde de la crisebas-médiévale et sur l’importance qu’eurent ces luttes face à la maturation institutionnelle de l’État féodal castillano-léonais qui con-duira à la configuration postérieure de l’État Moderne.

Mots clés: Bas Moyen Âge. Couronne de Castille. Monarchie. Noblesse. Relations de pouvoir.

Abstract: Without going into detail of the constant struggles between the nobility and the monarchy throughout the period, atattempt has been made to undertake an overall evaluation, looking at the crises in the Late Middle Ages and the importance they had inthe institutional maturing of the feudal Castilian-Leonese State that was subsequently to give rise to the structuring of the Modern State.

Key words: Late Middle Ages. The Crown of Castile. Monarchy. Nobility. Power relations.

Laburpena: Aldi horretan nobleziaren eta monarkiaren artean egon ziren etengabeko borroken xehetasunetan sartu gabe, horienbalorazio orokorra egin nahi izan da, Behe Erdi Aroko krisiaren oinarriei erreparatuz, eta Gaztela-Leongo estatu feudalaren instituzio hel-dutasunari begira, Estatu Modernoa eratzera eraman zituena.

Giltza-hitzak: Behe Erdi Aroa. Gaztelako Koroa. Monarkia. Noblezia. Botere harremanak.

1. Un breve apunte historiográfico

La nueva historia política, que es la historia del poder y de las estructuras y rela-ciones de poder que afectan a la “sociedad política” de un Estado, tiene en lo

que afecta a la Corona de Castilla un temprano antecedente. En efecto, en 1959, LuisSuárez Fernández publicó una de sus obras más conocidas e importantes, en la quedesarrolló un interesante y sugestivo ensayo interpretativo sobre la historia políticacastellana del siglo XV desde la óptica de la pugna entre nobleza y monarquía1. Fue,sin duda, un luminoso punto de arranque para algunas tesis doctorales realizadas bajosu dirección, que estudiaron algunos reinados concretos, como los de Fernando IV2 ,Enrique II3 o Enrique III4, en los que se prestó especial atención al complejo papeljugado por la nobleza. Paralelamente verían la luz las obras de Salvador de Moxó sobrela nobleza y el régimen señorial5, que tanto contribuyeron a la renovación de los estu-dios nobiliarios, por su clara concepción, rigor metodológico y valor conceptual, yque todavía hoy siguen siendo inevitables primeras vías de acceso para cualquier his-toriador que pretenda senderear por este inmenso campo temático.

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1 SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis: Nobleza y monarquía. Puntos de vista sobre la historia política castellanaen el siglo XV,Valladolid, 1959 (2ª ed.,Valladolid, 1975).2 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: Fernando IV de Castilla (1295-1312). La guerra civil y el predominiode la nobleza,Valladolid, 1976.3 VALDEÓN BARUQUE, Julio: Enrique II de Castilla: la guerra civil y la consolidación del régimen(1366-1371),Valladolid, 1966.4 MITRE FERNÁNDEZ, Emilio: Evolución de la nobleza en Castilla bajo Enrique III (1396-1406),Valladolid, 1968.5 MOXÓ, Salvador de: «Exenciones tributarias en Castilla a fines de la Edad Media», Hispania, 21(1961), pp. 163-188; «Los señoríos. En torno a una problemática para el estudio del régimen señorial»,Hispania, 94 (1964), pp. 155-236; «Disolución del régimen señorial en España», Anuario de Historia delDerecho Español, XXXV (1965), pp. 613-619; «El señorío, legado medieval», Cuadernos de Historia, 1(1967), pp. 105-113; «Los cuadernos de alcabalas, orígenes de la legislación tributaria castellana»,Anuario de Historia del Derecho Español, XXXIX (1969), pp. 317-450; «De la nobleza vieja a la noble-za nueva. La transformación nobiliaria castellana en la Baja Edad Media», Cuadernos de Historia, 3(1969), pp. 1-209; «La nobleza castellano-leonesa en la Edad Media. Problemática que suscita su estu-dio en el marco de una historia social, Hispania, 114 (1970), pp. 5-69; «La nobleza castellana en el sigloXIV», Anuario de Estudios Medievales, 7 (1970-71), pp. 493-513; «El señorío de Vizcaya. Planteamientospara el estudio comparativo del régimen señorial hispánico en la Edad Media», Edad Media y señoríos:el señorío de Vicaya, Bilbao, 1972, pp. 125-137; «Sociedad, Estado y Feudalismo», Revista de la UniversidadComplutense, XX (1972), pp. 171-202; «Los Albornoz. La elevación de un linaje y su expansión domi-nical en el siglo XIV», Studia Albornotiana, XII (1972), pp. 19-80; «El patrimonio dominical de un con-sejero de Alfonso XI. Los señoríos de Fernán Sánchez de Valladolid», Revista de la UniversidadComplutense, XXII (1973), pp. 123-162; Los antiguos señoríos de Toledo,Toledo, 1973; «Los señoríos:cuestiones métodológicas que plantea su estudio», Anuario de Historia del Derecho Español, XLIII(1973), pp. 271-309; «Los señoríos. Estudio metodológico», Actas de las I Jornadas de MetodologíaAplicada a las Ciencias Históricas, II, Santiago de Compostela, 1975, pp. 161-173; «La desmembracióndel dominio en el señorío medieval. Estudio sobre documentación de Aguilar de Campoo», Anuariode Historia del Derecho Español, L (1980), pp. 909-940; «El auge de la nobleza urbana y su proyecciónen el ámbito administrativo y rural a comienzos de la Baja Edad Media, 1270-1370», Boletín de la RealAcademia de la Historia, 178 (1981), pp. 407-505; etc.

Desde luego, el camino andado en estas cinco últimas décadas es impresionante.No obstante, los estudios realizados hasta la fecha resultan todavía insuficientes paratrazar una completa síntesis del papel jugado por la nobleza, tanto en el plano polí-tico como en el social y económico, en el heterogéneo conjunto de territorios queconstituyó la Corona de Castilla. Síntesis en la que se profundice tanto en los rasgosgenerales de la nobleza entendida como clase, como en su evolución a través deltiempo o en los diversos perfiles de la misma de acuerdo con los escenarios territo-riales donde radicaron sus principales señoríos.A finales de la década de los ochen-ta M.-C. Gerbet lamentaba que

«la nobleza del reino de Castilla no ha sido examinada nunca en su conjunto», aña-diendo que «la complejidad de problemas derivados de la estratificación social, la esca-la de fortunas, los poderes, y las relaciones entre los diferentes niveles de riqueza, hacennecesario un estudio global. Sin embargo, debido a la abundancia de la documentación,una empresa así no puede ser realizada más que en un cuadro regional limitado»6.

Por ello es más digno de una valoración positiva el esfuerzo realizado por estamisma autora al hacer un estudio comparativo de las distintas “noblezas” españolasdurante los siglos XI al XV7.

Un simple repaso de algunos estados de la cuestión a propósito de los estudiossobre la nobleza, me refiero, principalmente, a los realizados por M. C. QuintanillaRaso8, P. López Pita9, P. Martínez Sopena10 o J. M. Monsalvo Antón11, nos permitenalcanzar una idea bastante cabal tanto de lo hecho, que es mucho, como de lo quequeda por hacer, ya sea porque es necesario profundizar en viejos temas o porquehay que abrir el horizonte investigador con nuevos enfoques y propuestas. En estesentido, cabe destacar la utilidad y valor de las ponencias y comunicaciones presen-tadas en el VI Congreso de Estudios Medievales que tuvo lugar en León en 199712.

En lo que se refiere a la definición institucional del poder real y al proceso defortalecimiento del mismo hay que destacar, entre otros, los estudios realizados per-

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6 GERBET, Marie-Claude: La nobleza en la Corona de Castilla. Sus estructuras sociales en Extremadura(1454-1516), Cáceres, 1989, pp. 10-11. Esta obra es un resumen de su monumental obra La noblessedans le Royaume de Castille. Étude sur ses structures sociales en Estrémadure de 1454 à 1516, Paris, 1979.7 GERBET, Marie-Claude: Les noblesses espagnoles au Moyen Âge. XIe.-XVe. siècle, Paris, 1994 (versióncastellana: Las noblezas españolas en la Edad Media. Siglos XI-XV, Madrid, 1997).8 QUINTANILLA RASO, María Concepción: «Nobleza y señoríos en Castilla durante la Baja EdadMedia. Aportaciones de la historiografía reciente», Anuario de Estudios Medievales, 14 (1984), pp. 613-639, e «Historiografía de una élite de poder: la nobleza castellana bajomedieval», Hispania, 175 (1990),pp. 719-736.9 LÓPEZ PITA, Paulina: «Señoríos nobiliarios bajomedievales», Espacio, Tiempo y Forma. HistoriaMedieval, 4 (1991), pp. 243-284.10 Véase nota 3.11 MONSALVO ANTÓN, José María: «Historia de los poderes medievales, del Derecho a laAntropología (el ejemplo castellano: monarquía, concejos y señoríos en los siglos XII-XV)», Historia aDebate. Medieval, Santiago de Compostela, 1995, pp. 81-149.12 VV.AA.: La nobleza peninsular en la Edad Media, León, 1999.

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sonalmente13 o dirigidos por J. M. Nieto Soria14, que suman un conjunto de aporta-ciones de enorme interés. Igualmente, es de justicia destacar otros estudios recien-tes, dirigidos por F. Foronda y A. I. Carrasco Manchado, que afectan a la cultura pac-tista o contractual desarrollada en la Corona de Castilla a lo largo de la Edad Media,y que ofrecen perspectivas muy novedosas15.

2. Poder nobiliar y poder real

El siglo comprendido entre 1250 y 1350, aproximadamente, es clave para el des-envolvimiento del feudalismo castellano16. En los años inmediatamente anteriores seha producido la conquista de la Andalucía Bética y del reino de Murcia, lo que supu-so la detención temporal de la Reconquista hasta su definitiva conclusión en 1492,tras la toma de Granada por los Reyes Católicos. La nobleza vio, pues, reducidas susposibilidades de seguir aumentando su patrimonio a costa de nuevas tierras recon-quistadas, aunque no cesó de aumentar su poder señorial al frente de sus estadospatrimoniales, al tiempo que entre las filas de la nobleza va sobresaliendo un redu-cido grupo de linajes que terminan por constituir una auténtica oligarquía, en la quedestacan Laras, Castros o Haros. Pero esta oligarquía rara vez forma un frente unido.Los enfrentamientos entre sí de las facciones aristocráticas más poderosas, que arras-tran detrás el inevitable cortejo de vasallos y clientes, así como el pulso permanen-te que mantienen con la monarquía, sirven muy bien para caracterizar un períodode intensa agitación política, salpicado por varias guerras civiles que pusieron en gra-ves aprietos en cada momento a los legítimos representantes de la institución monár-quica.

Desde el punto de vista del enfrentamiento entre la nobleza y la monarquíapuede afirmarse que la tensión u oposición dialéctica entre ambas fuerzas o bloquesde poder es permanente a lo largo de la historia. La Corona de Castilla, en este sen-tido, no es ninguna excepción. Pero sobre ese panorama de fondo debemos destacarque desde el siglo XII, tanto en el reino de León como en el de Castilla, se va pro-duciendo un proceso de robustecimiento del poder regio, visible en el plano legis-lativo, político, de la administración de la justicia, etc., que continuará tras la defini-

13 NIETO SORIA, José Manuel: Fundamentos ideológicos del poder real en Castilla (siglos XIII-XVI),Madrid, 1988; Iglesia y poder real en Castilla. El episcopado. 1250-1350, Madrid, 1988; Iglesia y génesis delEstado Moderno en Castilla (1369-1480), Madrid, 1993; etc.14 NIETO SORIA, José Manuel (dir.): Orígenes de la Monarquía hispánica: Propaganda y legitimación (ca.1400-1520), Madrid, 1999; La monarquía como conflicto en la Corona castellano-leonesa (c. 1230-1504),Madrid, 2006.Y como editor junto con LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, María Victoria: Gobernaren tiempos de crisis. Las quiebras dinásticas en el ámbito hispánico (1250-1808), Madrid, 2008. Obras todasellas en las que han participado un destacado elenco de autores.15 FORONDA, François y CARRASCO MANCHADO, Ana Isabel (dirs.): Du contrat d’alliance aucontrat politique. Cultures et sociétés politiques dans la Péninsule Ibérique à la fin du Moyen Âge, Toulouse,2007, y El contrato político en la Corona de Castilla. Cultura y sociedad políticas entre los siglos X al XVI,Madrid, 2008.16 ESTEPA DÍEZ, Carlos: «Propiedad y señorío en Castilla (siglos XIII-XIV)», Señorío y Feudalismo enla Península Ibérica (siglos XII-XIX), vol. I, Zaragoza, 1993, p. 375.

tiva unión de los mismos en 123017. Por ello la evolución de la nobleza entre los rei-nados de Alfonso X y de Pedro I, especialmente en lo que afecta al sector más pode-roso de la misma, debemos situarla en referencia permanente al sinuoso proceso defortalecimiento del poder real al que tanto contribuyó, desde un punto de vista doc-trinal, la gigantesca obra jurídica de corte romanista dirigida y patrocinada por elRey Sabio.

Ciertamente, la difusión de los principios jurídicos romanistas en el siglo XIII,que es un acontecimiento de profundo calado a escala europea, propicia el fortale-cimiento del poder monárquico. El problema reside en determinar cuál es el papelque la nobleza debe jugar en la estructura política del reino a lo largo de ese proce-so, ya porque a sí misma se lo atribuya o porque le sea atribuido por la instanciacompetidora, es decir, el poder monárquico, que por lo general necesita con reite-rada frecuencia de su apoyo y colaboración, tanto en la proyección militar del reinocomo al frente de los organismos de gobierno del mismo .

Por otra parte, en el enfrentamiento entre nobleza y monarquía, ¿se ve involu-crada toda la nobleza o, por el contrario, sólo afecta a aquellos linajes más impor-tantes o de mayor representatividad en la esfera política?19. El protagonismo delenfrentamiento lo ostentan,desde luego, unos pocos linajes, especie de cúspide nobi-liaria, que son también los principales capitalizadores del mismo. Pero no es menoscierto que, a través de los lazos familiares, de las relaciones personales y feudales ode la formación de clientelas, las repercusiones de tal enfrentamiento alcanzaron amuy amplios sectores nobiliarios.

Por último, y como criterio matizador, debería también tenerse en cuenta la exis-tencia entre la nobleza de ciertas diferencias de índole regional dada la enormeextensión de la Corona de Castilla, como las que se pueden presentar, por ejemplo,entre la gallega y la andaluza, así como la vocación que algunos linajes tienen pormantener principalmente su protagonismo y su fuerza en los aledaños de la corte,en la que encuentran su plataforma de poder más eficaz, frente a otros que se con-forman con traducir su poder e influencia en un ámbito más restringido, el que afec-ta simplemente al área de su implantación patrimonial, o aquellos otros, por último,absolutamente minoritarios, que ejercieron el poder desde un señorío urbano.

A mediados del siglo XIII culmina en la Corona de Castilla el desarrollo del lla-mado Estado estamental, que integra los diversos estamentos socio-jurídicos en uncuerpo común, el reino, cuya cabeza visible es el rey. El reino se concibe como una«Universitas» que acepta el orden social establecido, es decir, el régimen estamental,y que presupone también la existencia de una “sociedad política”, integrada por laalta nobleza, las jerarquías eclesiásticas y los grupos dominantes en el ámbito urba-

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17 MONSALVO ANTÓN, José María: «Historia de los poderes medievales...», p. 116.18 QUINTANILLA RASO, María Concepción: «Nobleza y señoríos en Castilla durante la Baja EdadMedia.Aportaciones de la historiografía reciente», Anuario de Estudios Medievales, 14 (1984), p. 621.19 Para la primera mitad del siglo XIII se ha planteado este interrogante RODRÍGUEZ LÓPEZ,Ana:«Linajes nobiliarios y monarquía castellano-leonesa en la primera mitad del siglo XIII», Hispania, 185(1993), p. 845 y ss.

no, y cuya participación en el poder se considera indispensable. La evolución haciael Estado moderno que se irá produciendo en los siglos bajomedievales apunta haciael fortalecimiento de la autoridad del rey, que ejerce la «plenitudo potestatis» y con-forma un poder de tipo autoritario, que cuenta con escasas limitaciones jurídicasaunque la práctica del mismo tropiece con frecuencia con numerosas limitacionesfácticas. El resultado, aunque a primera vista parezca contradictorio, no es incompa-tible al mismo tiempo con una efectiva supremacía social y política de los gruposdominantes20. En efecto, los miembros más distinguidos de la alta nobleza, ya situa-dos al frente de la jurisdicción en sus estados señoriales, superaron los momentos ini-ciales de la crisis bajomedieval y se constituirán, ya en el siglo XV, como una verda-dera élite de poder que tendrá un protagonismo incontestado en el sistema políticode Castilla21.

Al igual que en otras monarquías europeas, el poder real tuvo en Castilla una clarafundamentación ideológica, que tiene una base sobre todo teológica y, en menormedida, jurídica. Se parte de la base de que Dios es el único rey verdadero en sen-tido estricto y se acepta que el poder del rey humano tiene un origen divino queencuentra su plena justificación en el objetivo de lograr el “buen gobierno”.Al for-talecimiento del poder del rey contribuyó también la difusión de los principios jurí-dicos romanistas, que darán origen a ciertas imágenes de la realeza de indudablevalor político, especialmente aquellas imágenes que apuntan hacia el reconocimien-to en el poder real de «una superioridad incomparable con respecto a cualquier otro poderdel reino, no admitiendo la presencia de conceptos jurídicos, políticos o de cualquier otro ordencapaces de limitar tal superioridad, considerándose así ilegítimo cualquier intento de poner encuestión una decisión regia»22. Esta imagen de superioridad es elemento clave para laconstrucción, ya en el siglo XV (el reinado de Juan II es bien significativo en estesentido), de la idea de un poder real absoluto, que está en la base del llamado Estadomoderno.

Pero, por otro lado, no podemos dejar de tener en cuenta también que la exis-tencia de toda una serie de imágenes o nociones de función limitadora del poderreal, especialmente las que hacen referencia a los conceptos de ley, Corona real ybien común, de claro sentido contradictorio con respecto a lo dicho anteriormen-te sobre la imagen de superioridad de la realeza, servirán con frecuencia de funda-mento básico de muchos de los conflictos políticos y luchas por el poder que vivióla Corona de Castilla durante los últimos siglos medievales23.

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20 LADERO QUESADA, Miguel Ángel: «La Corona de Castilla: transformaciones y crisis políticas.1250-1350», Europa en los umbrales de la crisis, Pamplona, 1995, pp.293-294.21 QUINTANILLA RASO, María Concepción: La nobleza señorial en la Corona de Castilla, Granada,2008, pp. 188-189.22 NIETO SORIA, José Manuel: Fundamentos ideológicos del poder real…, p. 111.23 NIETO SORIA, José Manuel: Fundamentos ideológicos del poder real..., pp. 134-151.

3. El trasfondo de la crisis bajomedieval

Cualquier consideración interpretativa de carácter general que pueda hacersesobre las relaciones entre poder monárquico y poder nobiliar deberá tener en cuen-ta el inevitable panorama de fondo que para la época considerada,a partir de los añossetenta del siglo XIII, suponen los inicios de la crisis bajomedieval o crisis del feu-dalismo que alcanzará su máxima intensidad en el siglo siguiente. Su estudio, de lamano de destacados autores, como W. Abel en Alemania, E. Perroy en Francia, M.Postan y R. Hilton en Inglaterra, etc., constituyó en los años centrales del pasadosiglo uno de los temas historiográficos del mayor interés, como pudo comprobarseperfectamente en los Congresos Internacionales de Historia celebrados en París yRoma en 1950 y 1955, respectivamente. Con posterioridad, en 1976, Guy Boispublicó su magistral estudio sobre la crisis del feudalismo en Normandía24, que sus-citó un desigual cortejo de miméticos seguidores en toda Europa. Este mismo autor,en el año 2000, volvió a tratar el tema de la gran depresión bajomedieval, que cali-fica como «precedente de una crisis sistémica», en la medida que supuso «la aparición deun conjunto de disfunciones de efecto acumulativo, a partir del momento en que el sistema feu -dal había agotado lo esencial de sus posibilidades de desarrollo»25.

Las interpretaciones más conocidas y aceptadas que se han dado sobre la crisisbajomedieval en la Corona de Castilla están mayoritariamente influidas por lasdirectrices establecidas por autores como R.Brenner, R. Hilton, G. Bois, etc. Es justodestacar en este sentido algunas aportaciones de J.Valdeón Baruque, que tuvieron unverdadero carácter pionero26. A.Vaca Lorenzo, al sintetizar el estado de la cuestióndesde dicho punto de vista cuando se plantea el problema de la recesión económi-ca y de la crisis social de Castilla en el siglo XIV, concluye que

«la explicación a la denominada, en sentido amplio,“crisis del siglo XIV” no se hallaen la existencia y frecuente repetición de sucesos catastrofistas (climatología adversa,hambres, pestes o guerras) que asolaron el territorio castellano en esta época, como tam-poco en la dramática ecuación malthusiana entre recursos y población. En mi opinión,esta explicación se debe encontrar en el desarrollo general de la sociedad, en la urdimbreque entreteje las relaciones entre economía, sociedad y sistema social y, en especial, comoha manifestado R. Hilton, en la contradicción fundamental e inherente al feudalismo:la relación antagónica y asimétrica de señores y campesinos centrada sobre el control delexcedente, de la renta feudal»27.

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24 BOIS, Guy: Crise du Féodalisme, Paris, 1976.25 BOIS, Guy: La grande dépression médiévale: XIVe-XVe siècles. Le précedént d’une crise systémique, Paris,2000 (versión española: Madrid, 2001, por la que cito), p. 9.26 VALDEÓN BARUQUE, Julio: «Aspectos de la crisis castellana en la primera mitad del siglo XIV»,Hispania, 111 (1969), pp. 5-24; «Datos para la historia social y económica de la Castilla Medieval: Lasrentas de la catedral de Burgos de 1352», Anuario de Historia Económica y Social, 3 (1970), pp. 325-338;«Reflexiones sobre la crisis bajomedieval en Castilla», En la España Medieval. IV Estudios dedicados alProfesor D. Ángel Ferrari Núñez, Madrid, 1984, vol. II., pp.1047-1060; «Las crisis del siglo XIV en laCorona de Castilla», Homenaje a Marcelo Vigil Pascual, Salamanca, 1989, pp.217-235; etc.27 VACA LORENZO, Ángel: «Recesión económica y crisis social de Castilla en el siglo XIV»,Las cri -sis en la Historia, Salamanca, 1995, p. 55.

Sin entrar en la discusión de la validez del cuadro general que ofrecen tales inter-pretaciones, aunque pecan en ocasiones de un cierto dogmatismo, si conviene pre-cisar que la vocación globalizadora de las mismas para el conjunto de la Corona deCastilla se hace escaso eco de las variaciones regionales, frecuentemente desatendi-das por la penuria de las informaciones documentales, aparte de que los cuadrosexplicativos construidos para una zona relativamente mejor informada pueden resul-tar inapropiados para otra geográficamente muy distante. Por otro lado, como hadestacado M.A. Ladero Quesada, es necesario no perder de vista que las explicacio-nes de la crisis han afectado esencialmente al mundo rural, marco en el que se pro-ducen las contradicciones esenciales entre señores y campesinos, además de que talenfoque puede llevar a

«marginalizar los hechos propios de la economía mercantil y manufacturera, del mundode los intercambios, de las sociedades urbanas, aunque se les conceda un lugar en laexplicación, pero un lugar secundario porque, al ser una explicación estructural relativaa la sociedad rural, capta mal el peso de estos otros aspectos donde, además, las coyun-turas y cambios de corto plazo son tan importantes, o bien parece ignorar algunos deellos, como son los relativos a la historia monetaria»28.

En cualquier sistema socio-económico, en este caso el feudal, existe siempre unmargen de tolerancia sobre la evolución de ciertas variables sin que el mismo se con-vulsione de forma radical. La cuestión clave es saber si los datos que tenemos sobredespoblados, guerras, conflictos sociales, alteraciones de precios, etc. entran dentro delos márgenes tolerables por el propio sistema siguiendo una evolución normal delmismo o, por el contrario, se trata de datos sintomáticos de una realidad mucho másgrave que pone en tela de juicio la supervivencia de todo el sistema29. La verdad esque la salida de la crisis del sistema feudal, que podemos situar aproximadamente apartir de la tercera década del siglo XV, no trajo la desaparición del mismo sino sureforzamiento, pues todavía vivirá otra larga fase de expansión que se prolongaráhasta finales del siglo XVI30.

Las consideraciones anteriores no deberán entenderse como un intento por negarla realidad de la crisis bajomedieval. Simplemente, se trata de llamar la atención sobrela necesidad de valorar adecuadamente la gravedad de la misma que, aun partiendode unas determinadas contradicciones estructurales, como las que pudieron afectara la demografía, a la producción o a las relaciones sociales, no fue uniforme paratodos los territorios ni está igualmente documentada en cada uno de ellos.Todo ellonos invita a ser prudentes en relación con algunos planteamientos, afectados en oca-siones de cierto dogmatismo, de la rígida aplicación de un modelo historiográfico oson en exceso generalizadores31.

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28 LADERO QUESADA, Miguel Ángel: «La Corona de Castilla: transformaciones y crisis políticas.1250-1350», Europa en los umbrales de la crisis: 1250-1350, Pamplona, 1995, p. 278.29 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: «El canciller don Pedro López de Ayala y la crisis bajomedievalen Álava», La historia de Álava a través de sus personajes,Vitoria, 2006, p. 47.30 LADERO QUESADA, Miguel Ángel: «La Corona de Castilla: transformaciones….», p. 278.31 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: «El canciller don Pedro López de Ayala…», p. 47.

Una de las hipótesis más reiteradas como elemento configurador de la crisis bajo-medieval es la de la caída de las rentas señoriales, aspecto del que tenemos escasainformación documental y que tiene una gran complejidad32. No obstante, el segui-miento puntual de la evolución de algunos linajes a través de las compras, donacio-nes, construcciones monumentales y mecenazgos efectuados parece acreditar enmuchos casos la fortaleza económica de los mismos a lo largo del siglo XIV33. Conesto no se pretende negar de forma absoluta y radical el posible descenso de las ren-tas señoriales, pero si convendría tener en cuenta el riesgo evidente de las generali-zaciones o extrapolaciones abusivas, pues pueden inducir a algunos errores. Por otraparte, conviene subrayar la necesidad de evaluar adecuadamente la formación y evo-lución de las fortunas y patrimonios señoriales, pues en algunos casos no parece quese hayan visto afectados, o lo fueron en grado mínimo, por la crisis bajomedieval,amén de que desde la aparición de los primeros síntomas de recesión la noblezapudo apelar inmediatamente a todo tipo de procedimientos, incluso de naturalezaviolenta, para evitar las repercusiones más negativas de la misma. Semejante com-portamiento no hizo sino agravar las consecuencias de la crisis, especialmente entrelos más desfavorecidos. Está claro que cuando comenzaron las dificultades económi-cas, la clase señorial abandonó completamente su función en la sociedad para dedi-carse a intentar frenar el deterioro de sus ingresos, lo que sin duda desestabiliza elorden social y deslegitima la posición de cada uno. Así los nobles recurrirán conharta frecuencia a la guerra para intentar paliar los efectos de la crisis, pero tambiénpara salvaguardad su poder y su legitimidad. Poco les importará realmente el conte-nido de los conflictos dinásticos o la legitimidad de tal o cual matrimonio. En rea-lidad, su único proyecto político es el que afecta a su propio estado, el de su linaje,cuyo engrandecimiento perseguirán a toda costa34.

Particularmente, estoy convencido de que la cuestión de la disminución de lasrentas señoriales habría que plantearla desde otra perspectiva, es decir, como caída delas rentas campesinas, en la medida que los simples campesinos, collazos y abarque-ros fueron quienes más tuvieron que sufrir el incremento de la presión señorial, y,en consecuencia, más verían disminuir realmente su nivel de rentas35. Ningún testi-monio probatorio es más elocuente en este sentido que los siguientes versos delCanciller López de Ayala:

«Los huérfanos e biudas, que Dios quiso guardaren su grant encomienda, véoles bozes dar:Acórrenos, Señor, non podemos durarlos pechos e tributos que nos fazen pagar.De cada día veo asacar nuevos pechos

La Guerra de los Cien Años:primer conflicto global en el espacio europeo

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32 VACA LORENZO, Ángel: «Recesión económica y crisis social en Castilla en el siglo XIV»,Las cri -sis en la Historia, Salamanca, 1995, p. 53.33 Los casos de Estúñigas y Ayalas en GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: «El canciller don Pedro Lópezde Ayala…», pp. 50-58.34 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César y URCELAY GAONA, Hegoi.: «La crisis bajomedieval enCastilla…», pp. 294-295.35 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: «El canciller don Pedro López de Ayala…», p. 59.

que demandan los Señores, demás de sus derechos;e a tal estado son llegados ya los fechos,que quien tenía trigo non le fallan afrechos»36.

Podríamos decir que nobleza y monarquía, o poder nobiliar y poder real, soncomo las dos caras de una misma moneda o, dicho con otras palabras, los dos sopor-tes esenciales de la arquitectura del poder. En general, el rey necesita la cooperaciónde la nobleza para la normal acción de gobierno, pues no se puede olvidar que juntocon las aristocracias locales y el alto clero constituye parte esencial de la denomina-da “sociedad política”. Pero sucede que esa participación en las tareas de gobierno yel inevitable y progresivo fortalecimiento de la nobleza puede dar lugar a ciertosriesgos para la propia estabilidad de poder real. La clave está en mantener el equili-brio entre ambos poderes, lo que permite el normal funcionamiento, sin mayorestensiones, de todo el sistema. Pero en la práctica, como es lógico, no siempre se con-sigue tal equilibrio. Frente al proceso de consolidación y fortalecimiento del poderreal estimulado por Alfonso X, la nobleza se encontró paralelamente con la parali-zación de la actividad reconquistadora, generadora de rentas y de prestigio, al tiem-po que se iniciaba la entrada en una etapa de recesión económica y de deterioro delas rentas señoriales. El asalto al poder real, es decir, el prolongado esfuerzo realiza-do por la nobleza para tratar de controlarlo en su propio beneficio, así como la par-ticipación más amplia en las rentas y bienes de la Corona, fueron mecanismos fre-cuentes utilizados por los nobles para hacer frente a la crisis bajomedieval y tratar asíde restaurar sus bases económicas. Sin olvidar, por otra parte, como se compruebacon un simple recorrido por las Crónicas de los reinados y por los cuadernos deCortes, la práctica frecuente por los nobles de todo tipo de «malfetrías», expresión dela violencia feudal de la época37.

Hay que insistir, en consecuencia, en un hecho claro: el enfrentamiento entrenobleza y monarquía es frecuentemente más de tipo económico-financiero quepolítico. En un momento en que la expansión territorial y la obtención de botínhan agotado prácticamente sus posibilidades, salvado el reino de Granada, la noble-za se encuentra en la necesidad de asegurar su nivel de ingresos, con el panorama defondo de una coyuntura económica nada favorable, en la que la primera afectada esla propia hacienda regia como quedó bien manifiesto en las Cortes de Carrión losCondes de 131738. No obstante, muchas de las iniciativas de los reyes para pacificar

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36 LÓPEZ DE AYALA, Pedro: «Libro de Poemas» o «Rimado de Palacio». Edición crítica, introducción y notasde M. GARCÍA, Madrid, 1978, estrofas 242 y 243.37 MORETA, Salustiano: Malhechores-feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases enCastilla, siglos XIII-XIV, Madrid, 1978, especialmente pp. 85-91.38 «Et estonces ante todos los Concejos de la tierra afinaron la cuenta, et fallaron que non montaron más las ren -tas del Rey de un cuento de toda la tierra sin la frontera, et más seiscientas veces mil maravedís, a diez dineros elmaravedí, que eran martiniegas, et portazgos, et juderías, et derechos, et calopnias, et almoxarifadgos, et salinas, etferrerías. Et la razón porque las rentas del Rey eran tan apocadas, era por muchos logares et villas que los Reyesavían dado por heredamientos; et otrosí por muchas guerras que avían fecho en toda la tierra a muchos logares; etotrosí por las monedas que avían abatidas muchas veces en tiempos del Rey Don Fernando, que ganó a Córdobaet a Sevilla, et en tiempo del Rey Don Alfonso su fijo; et en tiempo del Rey Don Sancho su fijo fue abatida unavez; et otra vez fue abatida en tiempo del Rey Don Fernando su fijo, padre de nuestro Rey Don Alfonso».«Crónica de Alfonso XI», Crónicas de los reyes de Castilla, Madrid, 1953, vol. I, pp. 180-181.

a la nobleza, no son más que concesiones de tipo económico, en forma de dinero,de mercedes o, en menor medida, de privilegios jurisdiccionales.

Hace ya bastantes años, en un conocido trabajo, J. Gautier Dalché puso de relie-ve las concomitancias y relaciones entre la guerra civil de 1282-1284,promovida porel infante don Sancho, y la de 1366-1369, que dio el triunfo a Enrique II deTrastámara. En ambos casos hay una sublevación contra los reyes legítimos, AlfonsoX y Pedro I, respectivamente, mientras los dos aspirantes al trono cuentan con elapoyo de un amplio sector de la nobleza. En el fondo se trata de un verdadero asal-to al poder por parte del estamento nobiliar, en el primer caso de la denominada“nobleza vieja” mientras en el segundo se trata de una nobleza en buena parte reno-vada o “nueva nobleza”. Las dos coyunturas permiten observar el creciente poderíonobiliar, al tiempo que son expresión del proceso de “aristocratización” de la socie-dad castellana que viene ya de bastante atrás39. Durante el reinado de Fernando IVse consumará el definitivo triunfo de la nobleza vieja frente al poder real, si bien tuvoun carácter pasajero o transitorio ante la enérgica reacción de Alfonso XI a partir de1325.

En el amplio periodo considerado, ¿tuvo la nobleza, especialmente la alta noble-za, un proyecto político de carácter estatal o una concepción del Estado propios almargen o por encima de sus intereses de clase? La respuesta a este interrogante meparece bastante clara. Es cierto que la nobleza a partir del establecimiento de unaserie de pactos, que reciben distintos nombres según los objetivos a alcanzar (alian-za, amistad, cofradía, hermandad, asiento, concierto, capitulación, contrato, contratode obligación, concordia, confederación, etc.40), consiguió instaurar un complejo sis-tema de relaciones que sirvió para visualizar de forma muy evidente su poder, tantoa nivel de conjunto como, lo que era más operativo, de la formación de bandos quetendrán un influencia muy considerable en la actividad política de la Corona deCastilla. Pero de las actuaciones concretas de cada noble parece desprenderse unaconclusión evidente: es mayor su preocupación por la defensa de sus intereses per-sonales, o como mucho de clase, que de los generales del reino. Sin temor a error sepuede afirmar que entre los años 1252 y 1369 la nobleza no tiene conciencia de for-mar un verdadero bloque homogéneo y, por supuesto, carece de un auténtico pro-grama de partido. Lo que predominan son las facciones nobiliarias de carácter ines-table, lideradas por los parientes del rey o por los miembros más destacados de losgrandes linajes, y con frecuencia tales facciones o bandos están más preocupados porneutralizar al adversario, como es bien perceptible sobre todo durante las minoríasde Fernando IV (1295-1301) y de Alfonso XI (1312-1325), que en hacer un frentepolítico unitario ante la monarquía41. A través de la formación de tales facciones obandos la nobleza castellana manifestaba el uso de una doble práctica, la del cliente-lismo y la pactista, que constituían dos recursos o procedimientos esenciales parahacer ostentación de su fuerza como grupo de poder y, al mismo tiempo, alcanzar

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39 GAUTIER DALCHÉ, Jean: «L’histoire castillane dans la première moitié du XIVe. siècle», Anuariode Estudios Medievales, 7 (1970-1971), p. 246.40 QUINTANILLA RASO, María Concepción: La nobleza señorial…, p. 201.41 LADERO QUESADA, Miguel Angel: «La Corona de Castilla: transformaciones….», p. 308.

sus irrenunciables objetivos económicos y políticos42. Este comportamiento de lanobleza, que implica la formación de grupos que aúnan sus fuerzas, especialmentelas de tipo militar, para el logro de unos determinados objetivos, constituye el ante-cedente para la formación de los verdaderos “partidos políticos”, que posteriormen-te, ya en el siglo XV, serán elementos esenciales en la cotidiana acción política de laCorona de Castilla.

Uno de los más conspicuos representantes de la nobleza, el mal llamado infantedon Juan Manuel, pues no era hijo de rey sino nieto de Fernando III43, autor de unaimportante y variada obra literaria e histórica44, nos muestra claramente la contra-dicción entre su pensamiento político, que aboga por un poder real fuerte e indis-cutido pero respetuoso con la ley45,y su propia conducta. En su concreta actividadpolítica, especialmente durante los reinados de Fernando IV y de Alfonso XI, semostró con frecuencia hostil a la realeza46, al tiempo que preocupado muy princi-palmente por el engrandecimiento de sus propias rentas y señoríos47, pese a ser aprincipios del siglo XIV el noble más rico y poderoso del reino48. Tal comporta-miento, de apariencia contradictoria, se entiende teniendo en cuenta que llegó a

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42 QUINTANILLA RASO, María Concepción: La nobleza señorial…, pp. 192-193.43 DÍEZ DE REVENGA, Francisco Javier y RUIZ ABELLÁN, María del Carmen: «Denominacióny títulos de don Juan Manuel», Miscelánea Medieval Murciana,VIII (1981), pp. 11-12.44 Sobre la figura de don Juan Manuel hay bastante bibliografía, de la que entresacamos en esta oca-sión el ya clásico estudio de GIMÉNEZ SOLER, Andrés: Don Juan Manuel. Biografía y estudio crítico,Zaragoza, 1932; PRETEL MARÍN,Aurelio: Don Juan Manuel, señor de la llanura (Repoblación y gobier -no de la Mancha albacetense en la primera mitad del siglo XIV),Albacete, 1982, yVV.AA.: Don Juan Manuel.VII Centenario, Murcia, 1982.45 En uno de los diálogos de su Libro del cauallero et del escudero afirma con rotundidad: «Ca los reys sonen la tierra en logar de Dios, et las sus uoluntades son en la mano de Dios, et por ellos se mantienen las tierrasbien et non tan bien. Ca segun las maneras o los fechos del rey, asy sera mantenido el su reyno; et Dios quiereque los reys sean en las tierras et las mantengan segun los merecimientos de las gentes del su regno. Pero a la pre -gunta que uos me fiziestes, commo quier que en pocas palabras non uos podria conplidamente responder, por queson muchas las cosas que ha mester el rey para fazer esto que uos preguntades, pero segun el mi poco saber uosrespondo que para seer el rey qual uos dezides, deue fazer et guardar tres cosas: la primera, guardar las leyes et fue -ros que los otros buenos reys que fueron ante que el dexaron a los de las tierras, et do non las fallare fechas, fazer -las el buenas et derechas; la segunda, fazer buenas conquistas et con derecho; la tercera, poblar la tierra yerma».DON JUAN MANUEL, Obras completas, vol. I, p. 43.46 «De los cinco reyes que él conoció o que aunque no conociera personalmente pueden ser considerados contempo -ráneos suyos, San Fernando,Alfonso el Sabio, Sancho el Bravo, Fernando IV y Alfonso XI sólo el primero, al quellama santo y bienaventurado y de quien afirma que hizo muchos milagros, mereció sus elogios: los demás salie -ron vituperados de su pluma de una manera tan general que es peor que si hubiera mencionado sus inmoralida -des; ninguno mereció que su padre le bendijera; Alfonso no podía dar su bendición al hijo Sancho porque no latenía y además no se la hubiera dado; Don Sancho murió maldito de su padre; Fernando IV no fue ni casi men -cionado por Don Juan, y al joven Alfonso lo retrató en sus modelos de reyes torticeros y bravos». GIMÉNEZSOLER,Andrés: Don Juan Manuel..., p. 122.47 «Don Juan Manuel se presenta como figura controversial si queremos abarcar conjuntamente dos imágenes tanopuestas como son su vida pública,marcada por el signo del orgullo y sagacidad política dirigida al acrecentamientode su poderío, y la de hombre de letras». STEFANO, Luciana de: «Don Juan Manuel y el pensamientomedieval», Don Juan Manuel.VII Centenario, p. 338.48 La Crónica de Alfonso XI dice de don Juan Manuel que «era el más poderoso ome de España que Señoroviese». «Crónica de Alfonso XI», Crónicas de los Reyes..., p. 192.

considerarse una especie de rey, pues en la práctica se comportó como los reyes que«non an otro iuez sobre si sinon Dios»49 y desde luego muy pagado por la indiscutiblegrandeza de su linaje50. Por todo ello aceptaba de mala gana el reconocimiento deun poder superior que no fuera el propio. Aunque la distancia entre don JuanManuel y otros ricos hombres sea muy considerable, no obsta para que su compor-tamiento general tenga una claro valor paradigmático respecto a lo que sucedía conel conjunto de la alta nobleza, en cuyas acciones, especialmente en cuanto afectabanal ejercicio de sus poderes jurisdiccionales, tenían pautas de comportamiento quetrataban de emular a las de los reyes51.

Por último, en las relaciones del rey con la nobleza cabía la posibilidad de que elprimero utilizara más a fondo las virtualidades que brindaban los lazos feudo-vasa-lláticos para vertebrar el poder en su propio beneficio. Tanto Alfonso X comoSancho IV y Fernando IV dispusieron de una larga nómina de vasallos reales, en laque se incluyen representantes de los más importantes linajes52. Incluso Alfonso Xtrató de crear un amplio grupo de caballeros villanos que fueran vasallos de laCorona con el objetivo de eliminar de las ciudades la inquietante influencia de laalta nobleza53. Se trataba, en definitiva, a través de dicha vía, de conseguir el apoyode las ciudades para la política alfonsí, aunque el proyecto no llegara a triunfar porcompleto.

En la segunda mitad del siglo XIII la verdad es que la nobleza vigila muy estre-chamente cualquier intento regio que pretenda un aumento del poder monárquicoy el vigor de los viejos lazos vasalláticos ha decaído de forma notable. Los reyes, porotra parte, se muestran con frecuencia incapaces de hacer cumplir a sus vasallos loscastigos que implica la quiebra de la fidelidad debida. Da la impresión, especialmen-te en algunos momentos, que el servicio y la lealtad al monarca derivan más de lacuantía de la soldada recibida que del vasallaje propiamente dicho, y nada hay tan

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49 Cf. PRETEL MARÍN,Aurelio: Don Juan Manuel..., p. 188.50 Así lo pone de relieve en las palabras que dirigió a su hijo don Fernando Manuel: «...ca yo en Espannanon uos fallo amigo en egual grado. Ca si fuere el rey de Castiella o su fijo eredero, estos son vuestros sennores;mas otro infante, nin otro omne en el sennorio de Castiella non es amigo en egual grado de uos; ca, loado a Dios,de linage non deuedes nada a ninguno. Et otrosi de la vuestra heredat podedes mantener çerca de mill caualleros,sin bien fecho del rey, et podedes yr del reyno de Nauarra fasta el reyno de Granada, que cada noche posedes envilla çercada o en castiellos de llos que yo he. Et segund el estado que mantouo el infante don Manuel, vuestroabuelo, et don Alfonso, su fijo, que era su heredero, et yo despues que don Alfonso murio et fin que yo heredero ensu lugar, nunca se falla que infante, nin su fijo, nin su nieto tal estado mantouiesen commo nos tenemos manteni -do. Et mando vos et consejo vos que este estado leuedes adelante; et non vos faga ninguno creyente que auedes amantener estado de rico omne, nin tener esa manera. Ca sabet que el vuestro estado et el de vuestros fijos herede -ros que mas se allega a la manera de los reys, que a la manera de los ricos omnes. Et si vos de buena ventura fue -redes et sopieredes leuar vuestro estado adelante, pocos ricos omnes avra en Castiella que si ovieredes que lis dar,que non sean vuestros vasallos. Et los mejores que y fueren, et de los mas altos solares et mas antigos, ternan porrazon de tener algo de uos, et catar vos por mayor et por mejor; que asi lo fizieron sienpre a aquellos onde vosvenides». DON JUAN MANUEL, «Libro enfenido», Obras Completas, vol. I, pp. 162-163.51 QUINTANILLA RASO, María Concepción: La nobleza señorial…, pp. 145-151.52 GRASSOTTI, Hilda: Las instituciones feudo-vasalláticas en León y Castilla, Spoleto, 1969, vol. I,pp. 285-290.53 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel: «Alfonso X y las oligarquías...», pp. 212-214.

quebradizo que una lealtad convertida en auténtica mercancía y que se brinda fácil-mente a quien más puede pagar por ella.

El permanente pulso entre nobleza y monarquía continuará con fuerza durantelos reinados de Alfonso XI y de Pedro I.Tanto uno como otro monarca, especial-mente el segundo54, utilizando en ocasiones la más extrema violencia, es decir, lamuerte del adversario55, consiguieron de alguna forma mantener a raya al estamen-to nobiliar, cuya situación de evidente malestar no dejará de acentuarse. Se com-prende que cuando surgió la posibilidad de una alternativa al gobierno de Pedro Ien la persona de su hermanastro Enrique de Trastámara, los nobles no dudaron enalinearse con este último en la confianza, como así sucedió, de que su triunfo servi-ría para asegurarse en el futuro su protagonismo político, social y económico comoclase. La evolución política del Canciller Pedro López de Ayala, pasándose del bandopetrista al enriqueño, es un ejemplo bien paradigmático. No podemos olvidar quela importante obra cronística de corte pronobiliario que nos ha dejado escrita elCanciller está en buena parte motivada por la necesidad de justificar su propio pro-ceder, ante el grupo social al que pertenecía y ante la nueva dinastía Trastámara a laque lealmente sirvió56.

4. Reflexiones finales: el avance hacia la construcción del

Estado moderno

En conclusión, el conflicto entre nobleza y monarquía en la Corona de Castillaen los últimos siglos medievales inevitablemente hay que proyectarlo sobre el com-plejo panorama de fondo que constituyó la crisis del sistema feudal. La respuesta ala crisis se hizo a través de algunas transformaciones del sistema económico, que semanifestaron por medio del desarrollo del comercio, especialmente con la exporta-ción de algunas materias primas, y de la ganadería trashumante, lo que implicó tam-bién algunos cambios en las fuentes de ingresos de la nobleza.

Considerando globalmente el período cronológico objeto de estudio, de 1252 a1369, podemos afirmar que en el enfrentamiento entre nobleza y monarquía el año1272 marca el inicio de una etapa en que el protagonismo va a ejercerlo claramen-te la nobleza que, de alguna forma, mantiene cercada a la monarquía mientras queésta ve frenado el proceso de fortalecimiento institucional. Es lo que vino a sucederdurante los años finales del reinado de Alfonso X, los reinados de Sancho IV y deFernando IV y la minoría de Alfonso XI.Las cosas empiezan a girar a partir de 1325,con la anticipada proclamación de la mayoría de edad de Alfonso XI, y el definitivo

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54 GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César: «Una “lectura demográfica” de la crónica de Pedro I», Poder ysociedad en la Baja Edad Media Hispánica. Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín,Valladolid, 2002, tomo I, pp. 181-210.55 La utilización del asesinato como instrumento de acción política es bastante frecuente entre losmonarcas del siglo XIV contemporáneos de Pedro I, como puede comprobarse siguiendo las actua-ciones de Alfonso XI, Pedro IV el Ceremonioso, Enrique II o Pedro de Portugal. DÍAZ MARTÍN,Luis Vicente: Pedro I. 1350-1369, Palencia, 1995, p. 17.56 DÍAZ MARTÍN, Luis Vicente: Pedro I…, p. 19.

cambio de tendencia se produjo a partir de 1337, cuando el rey ha conseguido elcontrol de la nobleza y se camina con paso firme hacia el fortalecimiento del poderreal a través de las reformas institucionales. Su sucesor, Pedro I, seguirá por la líneade la construcción de un poder monárquico fuerte, aunque utilice mecanismos queincluían con frecuencia la eliminación física del adversario.

Tras el asesinato de Pedro I en 1369 y la instauración de una nueva dinastía de lamano de su hermanastro Enrique II de Trastámara, cobrará auge una nobleza reno-vada, la misma que ayudó a Enrique II a alcanzar el trono, pero, paradójicamente,ello no fue incompatible con el avance notable del proceso de institucionalizacióny fortalecimiento del poder monárquico, que alcanzará su máxima expresión a fina-les del siglo XV durante el reinado de los Reyes Católicos.

En efecto, en medio de los constantes vaivenes que se suceden en las relacionesentre monarquía y nobleza, es indudable que en la Corona de Castilla se produjo unproceso de fortalecimiento del poder monárquico desde la época de Alfonso X, quecontinuará hasta la formación del llamado Estado moderno. La nobleza, al igual queotras fuerzas políticas, como el alto clero o las aristocracias locales, tensionarán lasrelaciones con la monarquía a fin de tratar de controlar y de limitar el poder de laCorona, pero tales situaciones aunque frecuentes, tuvieron por lo general un carác-ter coyuntural o más o menos ocasional, en relación con la larga serie de conflictosy guerras que afectaron a Castilla desde el último tercio del siglo XIII, sin llegar aobstaculizar el proceso de fondo que afectaba a la renovación y maduración institu-cional de los órganos de gobierno monárquicos57.

El conflicto entre nobleza y monarquía traduce, de alguna forma, las dificultadesdel complejo proceso de institucionalización del Estado feudal castellano-leonés, encuyo seno era preciso articular de manera equilibrada los distintos componentes dela “sociedad política”. El periodo considerado en estas reflexiones, de 1252 a 1369,hay que insertarlo dentro de otro bastante más largo que podemos dar por conclui-do en 1504, cuando falleció Isabel la Católica. Durante dos siglos y medio, aproxi-madamente, la Corona de Castilla conoció un sinuoso proceso, el comprendidoentre el intento fallido, por prematuro, de configuración de un nuevo modelo deEstado, de signo claramente modernizador, que se propuso Alfonso X hasta el triun-fo de lo que habitualmente la historiografía reconoce como Estado moderno oEstado absoluto, que constituye el término de llegada de la obra política de los ReyesCatólicos, y cuyo ámbito territorial terminará por incluir toda la Península, a excep-ción de Portugal.

A partir de los años setenta del siglo XIII, la Corona de Castilla conoció una cri-sis de larga duración, que, con mayor o menor intensidad según momentos y terri-torios, afectó a los más variados aspectos, sociales, económicos, políticos, etc., al tiem-po que una interminable cadena de guerras civiles, la última la que permitió a losReyes Católicos el acceso al poder, a través de las cuales se puso ásperamente demanifiesto la lucha entre nobleza y monarquía, o dicho con otras palabras, se plan-teó de qué forma debían establecerse las relaciones de poder entre ambas fuerzas

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57 LADERO QUESADA, Miguel Ángel: «La Corona de Castilla: transformaciones….», p. 307.

dentro de la estructura política de la Corona. El resultado final es bien conocido, altiempo que paradójico, y la monarquía y la nobleza salieron fortalecidas del largoenfrentamiento, pues tanto una como otra eran imprescindibles para alcanzar el granobjetivo: la construcción del Estado moderno. La verdad es que las relaciones entreestas dos instancias de poder en los siglos bajomedievales son complejas y muyintensas, al margen de algunas coyunturas políticas concretas. No podemos olvidarque el rey se autoproclama «ennoblecedor, criador y facedor de nobles», y que éstos resul-tan imprescindibles para la normal acción de gobierno, una vez insertados en lasestructuras creadas por la propia Corona. Hay, por tanto, una convergencia de inte-reses que contribuyó indudablemente al reforzamiento recíproco instalado sobre labase de un equilibrio funcional58, que evidentemente es de naturaleza frágil pero queresulta indispensable para la buena gobernación del reino.

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58 QUINTANILLA RASO, María Concepción: La nobleza señorial…, pp. 48-49.