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Seminário Internacional Fazendo Gênero 11 & 13th Women’s Worlds Congress (Anais Eletrônicos),
Florianópolis, 2017, ISSN 2179-510X
LAS MIGRACIONES Y LOS CUIDADOS: APUNTES DE UNA RELACIÓN
INCONCLUSA
María José Magliano1
Ana Inés Mallimaci Barral2
Resumen: Desde las últimas décadas, la articulación entre las migraciones y los cuidados ha
recibido una importante atención política y académica a nivel global y regional. Bajo este escenario,
y a partir de un trabajo de campo sostenido en el tiempo con mujeres migrantes que se dedican a
distintos trabajos de cuidado remunerados (trabajo doméstico, enfermería, peluquería) en ciudades
argentinas, esta ponencia se propone reflexionar sobre la construcción del campo de estudios sobre
migraciones y cuidados. En particular, busca analizar los principales aportes que las investigaciones
sobre migraciones internacionales y los/as migrantes pueden realizar a los estudios sobre los
cuidados, especialmente aquello que la especificidad migrante tiene para decir en relación con los
trabajos de cuidados, entendidos éstos como aquellos que se realizan en pos de mantener o
preservar la vida del otro y que involucran aspectos tanto materiales como afectivos y psicológicos
(ESQUIVEL, 2010; MOLINIER, 2005; VEGA y GUTIÉRREZ-RODRÍGUEZ, 2014). Nuestro
interés radica en poder visibilizar y discutir los alcances de esos aportes, así como también dar
cuenta de los desafíos que enfrenta este campo aún en construcción.
Palabras clave: Migraciones, Cuidados, Mujeres migrantes, Argentina
Introducción
Esta ponencia surge de una necesidad. En tanto investigadoras de las ciencias sociales, pero
también desde nuestra pertenencia al feminismo como movimiento académico-político
suspendemos momentáneamente nuestras prácticas productivas en la investigación social para
reflexionar sobre la instalación de ciertas categorías que reestructuran el campo de la investigación
sobre migraciones y los géneros. En este sentido, coincidimos con Wolf quien considera que los
conceptos y modelos deben ser tratados como un arsenal de instrumentos conceptuales a través de
los cuales podemos revisar periódicamente nuestro stock de ideas, como una “evaluación crítica de
cómo hacemos preguntas y respondemos a las cuestiones y limitaciones que podemos traer a esas
tareas” (WOLF, 1988, 321 citado en FELDMAN-BIANCO et.al, 2015).
La categoría de “cuidados” ha tenido una importante recepción en el campo de los estudios
migratorios locales, especialmente aquellos que investigan a las mujeres migrantes. En esta
ponencia intentaremos analizar, de modo no exhaustivo, las formas en que las reflexiones e
investigaciones sobre los cuidados se han articulado con el estudio de las migraciones en América
1 CEICS/CONICET - FFyH, Córdoba, Argentina 2 IIEGE/CONICET - UNAJ, Buenos Aires, Argentina.
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Latina y en Argentina en particular. Se trata de un ejercicio reflexivo sobre el modo en que se ha ido
incorporando la categoría de cuidados en el campo de los estudios migratorios y las consecuencias
que ha tenido esta inclusión en el campo de los estudios sobre géneros y migraciones. Esta revisión
tendrá un claro sesgo hacia la producción anglosajona, francesa e hispanohablante y seguramente
dejaremos fuera importantes producciones realizadas en otros circuitos académicos.
Si bien no existe una única definición de “cuidados”, en esta ponencia los concebimos como
aquellas actividades que se realizan en pos de mantener o preservar la vida del otro y que
involucran aspectos tanto materiales como afectivos y psicológicos (ESQUIVEL, 2010;
MOLINIER, 2005, VEGA y GUTIERREZ-RODRÍGUEZ, 2014). Recuperando los planteos de
Arango Gaviria (2011, 92), “el cuidado constituye una de las categorías que la crítica feminista ha
producido en su esfuerzo por construir herramientas conceptuales adecuadas para entender las
particularidades de una buena proporción del trabajo que realizan las mujeres”. Específicamente, las
teorías del cuidado conocen sus primeros desarrollos a partir de los trabajos en psicología moral de
Gilligan (1982) para, luego, de ser retomadas y politizadas por otras autoras que, entre otros
aportes, definen el cuidado como una actividad y abren al estudio de su desigual distribución social
(TRONTO, 1993). Al interrogarnos por la migración, y en particular por las mujeres migrantes, los
trabajos de cuidado (remunerados y no remunerados) se tornan centrales en la organización,
sostenimiento y reproducción del proyecto migratorio.
Adelantando algunas conclusiones, es importante señalar desde el inicio la importancia de
las mujeres académicas en la producción, incorporación y divulgación de las categorías
relacionadas con los trabajos de cuidado en el campo de las migraciones. Mujeres que en su
mayoría se encontraban estudiando a mujeres migrantes y que tensionaron elementos de los corpus
académicos tradicionales para poder volver inteligibles los procesos sociales que estaban
observando. Nuestro interés radica en poder visibilizar y discutir los alcances de esos aportes, así
como también dar cuenta de aquello que ha sido aún poco explorado.
Esta ponencia se organizará en torno a dos grandes líneas a partir de las cuales ha ingresado
la temática de los cuidados en los estudios migratorios: en primer lugar, los trabajos sobre los
cuidados no remunerados de las familias migrantes, en origen y destino; en segundo lugar, los
trabajos sobre los cuidados remunerados, en especial el trabajo doméstico.
Cadenas globales de cuidados, familias y maternidades transnacionales
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Sin duda el primer concepto importante que articuló el campo de los cuidados y el de las
migraciones es el de las “cadenas globales de cuidado” asociado a la “feminización de las
migraciones” y a los cambios en los Estados de Bienestar como fruto de una “globalización”. Esta
línea de investigación es tributaria de la economía feminista que discute la división de una esfera
productiva separada de la reproductiva, de las investigaciones sobre el “trabajo emocional” y los
estudios migratorios. Las condiciones que hicieron posible que este concepto surgiera dependieron
tanto de la visibilización de las mujeres como sujetas activas de las migraciones como de la
inclusión de la temática del cuidado en la agenda feminista internacional. Asimismo, el contexto
que aumentó la sensibilidad sobre estas temáticas fue el de la “crisis de los cuidados” en los países
del norte tal como se denomina la crisis de los sistemas de protección asociados a los Estados de
bienestar europeos. El derecho a ser cuidado dejó de estar protegidos por el Estado para volverse un
problema privado de las familias, especialmente, de sus mujeres.
Quien acuñó la noción de “cadenas globales de cuidado” fue Hochschild (2008) quien
señaló la existencia de una “fuga de cuidado desde los países del “sur” hacia los del “norte”, que
también definió como la “importación del amor y el cuidado de los países pobres por parte de los
países ricos” y el “drenaje de cuidados”. Para la autora, el amor puede ser pensado como un
producto que se extrae de los países del sur y se utiliza en los países del norte. La causa de la
existencia de estas cadenas se debe a una mayor participación de las mujeres en el mercado de
trabajo de los países del “norte” que genera demandas de empleo en el sector de los cuidados junto
con una cada vez mayor polarización social y el crecimiento de redes femeninas transcontinentales
que acompaña un crecimiento de la participación de las mujeres en las migraciones. Las mujeres de
los países empobrecidos migran para convertirse en cuidadoras de niños y niñas de los países
enriquecidos y en ese traslado la mayoría de las veces dejan a sus propios hijos e hijas al cuidado
de, generalmente, otras mujeres. Es decir, a partir de la incorporación de los “cuidados” y “los
afectos” como un sector asalariado las dinámicas de la globalización y mecanismos e desigualdad
históricos entre países y mujeres han hecho que los empleos de cuidados remunerados sean
cubiertos por mujeres inmigrantes. Pero también que mientras más se desciende en la cadena del
cuidado, el valor del trabajo decrece y poco a poco se convierte en no remunerado (HERRERA,
2012).
En los textos de Hochschild, las mujeres migrantes son asociadas a la maternidad en tanto
ejercicio de la práctica amorosa y de cuidado de los hijos e hijas que no puede ser llevada a cabo
por el desplazamiento migratorio. De este modo, se describen familias quebradas, mujeres que
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sufren, arrepentimientos que llevan a “transfieren” el amor por sus hijos a los hijos que cuidan.
Señala Hochschild que “desde esta perspectiva, podemos hablar del amor como un recurso
injustamente distribuido: se lo extrae de un lugar y se lo disfruta en otro”, un “nuevo imperialismo
emocional”.
El trabajo de Hochschild expresa la trayectoria de la autora que venía desarrollando una
línea de investigación sobre “trabajo emocional” y “se encuentra” con las migrantes que ocupan los
empleos remunerados de cuidados en los hogares lo que tiñe su trabajo. Sin embargo, ha sido la
utilización del concepto de cadenas globales de cuidado lo que ha visibilizado en las discusiones
sobre el cuidado el último eslabón de la cadena, el de los hogares en las sociedades de origen
(HERRERA, 2012).
Casi paralelamente a la emergencia del concepto de cadenas globales del cuidado, comienza
a construirse dentro del campo de los estudios migratorios la perspectiva “transnacional”. Si bien,
como lo señala Suárez Navaz (2008), las producciones teóricas y empíricas sobre la dimensión
transnacional de los procesos migratorios encierran una multiplicidad de sentidos, todas coinciden
en la crítica al “nacionalismo metodológico” en tanto supuesto que comprende que los fenómenos
sociales tienen como contenedores naturales a los territorios de las naciones. En los estudios
migratorios ello significa considerar el traslado como una situación excepcional en trayectorias de
vida sedentarias y territorializadas y que las personas una vez convertidas en migrantes desarrollan
acciones y relaciones sociales orientadas únicamente hacia las naciones de destino (MALLIMACI,
2016). La perspectiva transnacional se pone como objetivo aprehender los fenómenos migratorios
desde una epistemología y metodología que vaya más allá de las fronteras del Estado Nación y del
imaginario que impone (SUÁREZ NAVAZ, 2005).
En este contexto de debate, fueron diferentes investigadoras que venían trabajando con
mujeres migrantes quienes señalaron la importancia de repensar por fuera de los márgenes del
estado nación categorías clásicas como las de “familia” y “maternidad”. Partiendo de similares
contextos a los que dieron lugar a la emergencia del concepto de “cadena de cuidados”
(feminización, crisis del Estado de Bienestar e incorporación de las mujeres de los sectores medios
al mundo de los empleos remunerados) y ante la evidencia de la feminización de las migraciones
hacia los países del norte –que, tal como lo señala Mallimaci (2011), supone tanto un aumento de la
cantidad de mujeres como su preeminencia como pioneras de las cadenas migratorias– emergen a
mediados de los años noventa los conceptos de familia y maternidad “transnacional”. Es decir, que
dentro del contexto de las “cadenas mundiales de cuidado” es posible comprender la constitución de
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una maternidad y una organización familiar desterritorializada donde las mujeres continúan
gestionando o controlando el cuidado de sus hijos e hijas a pesar de la distancia geográfica que
impone su traslado. La idea de una “familia” quebrada por las migraciones es puesta en tensión, así
como una noción de cuidados excesivamente territorializada y basada únicamente en las
interacciones cara a cara: los cuidados no quedan necesariamente en manos de quienes no se
trasladan permitiendo el ejercicio de una maternidad de modo transnacional. En términos estrictos,
las familias transnacionales han existido siempre que un o una migrante continúa con los vínculos
familiares a través de los espacios nacionales (por ejemplo, a través del envío de remesas). La
centralidad de las mujeres en los flujos migratorios hacia los países del norte y la naturalización del
ejercicio del cuidado por parte de las mujeres orientaron los análisis hacia los cuidados
transnacionales (prácticas reproductivas) que se suman a provisión económica de la familia
(prácticas productivas) por parte de quienes se desplazan.
Debe destacarse que se trata de categorías que emergen de investigaciones que analizan los
relatos y representaciones de las propias migrantes (generalmente hacia países del norte) y que, en
gran parte, realizaron trabajos de campo en las sociedades de origen y de destino. De esta manera,
los trabajos sobre mujeres migrantes desde una perspectiva trasnacional suman a la comprobación
de la existencia de una cadena de cuidados global la posibilidad del ejercicio de las prácticas de
cuidado más allá de las fronteras nacionales. Tal como lo señala Herrera (2012) la migración
internacional de mujeres hacia tareas reproductivas junto con la posibilidad del ejercicio de una
maternidad transnacional (que combina elementos reproductivos y productivos) tensionan las
categorías tradicionales y las barreras entre trabajo productivo y reproductivo dentro de los hogares.
Asimismo, se introducen ejes de desigualdad que explican la transferencia entre los hogares en base
a ejes de poder, entre los que cabe destacar el género, la etnia, la clase social, y el lugar de
procedencia (PÉREZ OROZCO, 2009).
En América Latina, las categorías de “cadenas de cuidado”, maternidad y familia
transnacional fueron desarrollados en primer lugar en las investigaciones que tomaban como objeto
de estudio las migraciones de mujeres latinoamericanas en Europa, es decir las investigadoras que
vivían en las sociedades donde se hallaban los hogares del “último eslabón” de la cadena de los
cuidados. También fue importante para la circulación de estos conceptos una serie de
investigaciones financiadas por el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las
Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (UN-INSTRAW) que analizaron la construcción de
estas cadenas y sus especificidades en el contexto regional continuando el trabajo de Amaia Orozco
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publicado en el 2009 sobre “cadenas globales de cuidado”. Estos trabajos fueron realizados en
Chile, Perú y Argentina coordinados por economistas que venían trabajando con el concepto de
“economía de cuidado”. En Argentina, coordinado por Sanchis y Corina Enriquez fue publicado en
el 2012 y se centró en el corredor argentino-paraguayo y puede considerarse junto con el trabajo de
Alicia Maguid y Marcela Cerruti sobre las cadenas de cuidado de argentinas en España (realizado
en el 2010 para UNFPA Y CEPAL) como los trabajos pioneros en trabajar la relación entre cuidado
y migraciones en el ámbito local. De esta manera, y de modo similar a lo ocurrido en la inclusión de
la categoría de género en los estudios migratorios argentinos, la agenda académica externa permea
los intereses de las organizaciones transnacionales que son las primeras en realizar investigaciones
sobre estas temáticas en el país y a reorganizar la agenda de los estudios de género y migración.
Coincidimos con Herrera (2011) que los estudios de cuidado en el campo de las migraciones
ponen en agenda la desigual distribución entre trabajo remunerado y no remunerado, “tema que
había permanecido relativamente dormido en las décadas anteriores en la agenda feminista en
América Latina” (HERRERA, 2011, 140) y el tema de las cadenas globales introduce la dimensión
afectiva en el análisis (HERRERA, 2016) relativamente ausente en el análisis del trabajo doméstico
y las migrantes.
“Sin nosotras no se mueve el mundo”: la extranjerización del trabajo doméstico remunerado
En España, en el año 2014, se conformó el grupo “Territorio doméstico” bajo el lema
“porque sin nosotras no se mueve el mundo”. Este grupo “transfronterizo”, como se presenta, está
conformado por “mujeres dominicanas, colombianas, salvadoreñas, ecuatorianas, rumanas,
españolas, senegalesas, nicaragüenses, bangladeshies, bolivianas, marroquíes, mujeres que desafían
las fronteras en busca de una vida mejor” y cuya reivindicación inicial “es el reconocimiento por los
derechos como trabajadoras del hogar, la dignidad y la valoración del trabajo en un sistema que
devalúa los cuidados, los invisibiliza y precariza, pero que son imprescindibles en el sostenimiento
de todas nuestras sociedades” (http://territoriodomestico.net)3.
El surgimiento de un espacio de estas características responde a una de las dinámicas
migratorias más visibles y relevantes protagonizadas por mujeres, en especial en el marco de la
migración Sur-Norte pero también Sur-Sur, como es aquella que explica la inserción en el trabajo
3 Accesso em: 26/04/2017.
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de cuidados remunerados, con especial énfasis en el trabajo doméstico y el cuidado de niños y
ancianos.
En este marco, uno de los tópicos que mayor interés ha despertado dentro del campo de los
estudios sobre género y migraciones ha sido el del trabajo de cuidados remunerado. Estos estudios
buscaron explicar las trayectorias de las trabajadoras, los modos de inserción laboral en los lugares
de destino y las formas en que se realiza ese trabajo. En un contexto de reflexiones más generales
sobre la globalización y sus alcances, las primeras investigaciones –nos referimos, entre otras, a las
producciones de Catarino y Oso, Hondgneu-Sotelo, Parella, Romero, Salazar Parreñas–
visibilizaron estas migraciones a partir de reconocer un proceso de “extranjerización” del empleo
doméstico, transformándolo en la principal inserción laboral para las mujeres migrantes en el
mundo. Estas investigaciones pioneras centraron sus esfuerzos en explicar las transferencias y las
lógicas de reproducción de los sistemas de desigualdad de género, tanto en origen como en destino
(SALAZAR PARREÑAS, 2001), a partir de la migración de mujeres (filipinas, mexicanas,
peruanas, ecuatorianas, entre otros flujos) para trabajar como empleadas domésticas. Además,
pusieron en el centro de la escena a este trabajo, históricamente no reconocido como tal, disputando
la idea de su naturalización como tarea propia de las mujeres. Finalmente, estas investigaciones
pusieron de manifiesto los sentidos de las crisis de los cuidados, especialmente en los países del
Norte, y el modo en que esa crisis era resuelta: de manera privada. Así, un conjunto de mujeres se
liberaba de sus “obligaciones” en el hogar mientras que otras mujeres, que llegaban desde la
periferia, las reemplazaban. Al focalizar en las trayectorias laborales de las mujeres migrantes, estos
estudios buscaban interpelar también al Estado y a las políticas públicas (o la ausencia de ellas).
En América Latina, el trabajo doméstico remunerado ha sido el ámbito privilegiado de
estudio de la migración tanto interna como internacional (HERRERA, 2016). En las últimas
décadas se multiplicaron las investigaciones focalizadas en analizar las movilidades femeninas
latinoamericanas, tanto hacia los países centrales como al interior de la región, bajo las mismas
categorías que se recuperan en otros contextos para pensar las migraciones y los cuidados
remunerados.
Bajo este escenario, los procesos de generización, etnización y racialización de los mercados
de trabajo a partir de la reconstrucción de las trayectorias laborales de las mujeres migrantes dentro
del universo de los cuidados se convirtieron en un campo de indagación relevante. Interrogantes en
torno a quién hace el “trabajo sucio” (DUFFY, 2007) en las sociedades contemporáneas cobraron
un renovado protagonismo. Así, si históricamente estos trabajos fueron ocupados por mujeres que
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provenían de las áreas rurales a partir de una migración interna (CATARINO y OSO, 2000; JELIN,
1976), en las últimas décadas las migraciones internacionales femeninas nutrieron también –y de
manera significativa– a este nicho laboral. La reconstrucción de esas trayectorias laborales puso en
el centro de la discusión, además, el modo en que el género, la clase social, la edad, el origen
nacional y la condición migratoria (estas últimas dos dimensiones para el caso de las migrantes
internacionales) emergen como clasificaciones sociales principales configurando
interseccionalmente diferentes experiencias al interior del trabajo de cuidados remunerado
(MAGLIANO, 2015).
El posicionamiento “sin nosotras no se mueve el mundo” muestra, de algún modo, el camino
recorrido –en el sentido de las disputas por la visibilización de un trabajo socialmente
desprestigiado y de presencias históricamente invisibilizadas– y, al mismo tiempo, lo que falta aún
por recorrer en términos de acceso a derechos. Lo que ese posicionamiento sugiere, asimismo, es
que las actividades asociadas a la reproducción –ámbito donde se constituyen los trabajos de
cuidado– siguen siendo un terreno de lucha fundamental para las mujeres (FEDERICI, 2016). Bajo
este panorama, a lo que se apunta cada vez más desde el ámbito académico y social, como desafío y
como apuesta política, es a la necesidad de colocar a los cuidados en el centro pero, como sostiene
Pérez Orozco (2014), no los cuidados basados en la idea de la autoinmolación y el sacrificio de las
mujeres y, sino como una responsabilidad compartida y como un reconocimiento de nuestra
interdependencia.
Sobre el rol de la agenda internacional
Una última cuestión a mencionar, central en la conformación y consolidación de este campo
de estudios es el papel que han desempeñado distintos actores a nivel global en la emergencia de
ciertos temas (y en el modo en que esos temas se han desarrollado). A partir de la década del
setenta, el impulso de los estudios de género en el campo de las ciencias sociales y el desarrollo de
movimientos sociales feministas repercutieron en la agenda política mundial; poniendo en evidencia
la invisibilidad de las mujeres en diversos procesos sociales y demandando la implementación de
políticas públicas que incorporen la dimensión de género para atender a las problemáticas que
enfrentan las mujeres en diferentes contextos sociales (MAGLIANO y DOMENECH, 2009, 55). La
inserción laboral de las mujeres, en este escenario, adquirió centralidad en esas agendas. En
particular, actores globales vinculados a las migraciones y al trabajo –como distintas agencias de las
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Naciones Unidas (ONU), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y, a nivel regional, la CEPAL– elaboraron diversos
de informes y documentos sobre la articulación entre migraciones, género y trabajo doméstico.
Bajo el paraguas de la “feminización de las migraciones”, desde estos espacios se resaltaron
principalmente los “aportes” de las dinámicas migratorias laborales del cuidado a los países de
origen, destino y a las propias migrantes; a la vez que se señalaron las desigualdades presentes en
los mercados de trabajo y sus efectos en la vida de las mujeres. Un informe reciente elaborado por
la OIT indica que “los trabajadores domésticos migrantes proporcionan servicios indispensables a
los países a donde van, y contribuyen a la riqueza de las sociedades que envejecen y al
sostenimiento del bienestar de estos países y de sus sistemas de empleo. Sin embargo, al igual que
otros trabajadores migrantes, las trabajadoras y los trabajadores domésticos migrantes llegan a
enfrentarse a situaciones añadidas de vulnerabilidad que derivan en la violación de sus derechos
humanos y laborales (OIT, 2017).
El hincapié tanto en los “aportes” como en las situaciones de explotación que enfrentan las
trabajadoras domésticas migrantes en los contextos de destino atraviesan las agendas de trabajo
internacional. Esta visión dialoga con muchas de las líneas de investigación que desde la academia
se han venido desarrollando en las últimas décadas. En muchos casos, como dijimos anteriormente,
son los propios actores globales los que “marcan el ritmo” de los estudios académicos, instalando,
visibilizando y legitimando ciertos temas. De algún modo, lo que tratamos de plantear es la cercanía
temática entre el ámbito académico y político, los puentes que han comunicado a esos ámbitos y la
importante hipervisibilidad que adquirieron ciertos estudios debido a que los temas que trataban
estaban en “agenda”.
Ahora bien, en esta relación aún inconclusa entre las migraciones y los cuidados es
necesario tensionar e ir más allá de lo que las agendas proponen. No se trata de romper los puentes
que se fueron construyendo entre ambos ámbitos sino de poder resignificar ese vínculo a partir de la
emergencia de temas que no fueron todavía incorporados en las agendas de trabajo, ya sea por su
novedad, ya sea porque escapan a las lógicas que han permeado la construcción de esa agenda, en
especial aquella basada en la lógica costo-beneficio como clave explicativa de las migraciones y de
las presencias de las mujeres en esos procesos.
Conclusiones
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Estos apuntes –inconclusos– sobre la relación –también inconclusa– entre las migraciones y
los cuidados más que reconstruir un completo y exhaustivo estado de la cuestión pretenden abrir un
espacio de reflexión crítica sobre esta área temática para poder pensar colaborativamente en el
estado del campo y en aquellas temáticas que no han sido suficientemente investigadas y que
pueden ofrecer herramientas que permitan revertir la situación de devaluación que continúa
enfrentando el trabajo femenino, sea productivo o reproductivo, sea remunerado o no remunerado.
Desde nuestra perspectiva, el desafío pasa por re-situar los estudios sobre las migraciones y los
cuidados desde realidades concretas para, a partir de ahí, poder visibilizar formas y conceptos del
cuidado menos trabajadas y revisitar, desde miradas críticas, aquello que se ha configurado como el
campo de estudios sobre las migraciones y los cuidados.
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Migration and Care: Notes for an unfinished relationship
Abstract: Since the last decades, the articulation between migration and care has received an
important political and academic attention at global and regional level. Under this scenario, and
from a sustained field work with migrant women who performed different paid care work (domestic
work, nursing, hairdressing) in Argentinean cities, this paper sets out to think about the constitution
of the research field of migration and care. Particularly, it analyzes the main contributions that
international migration researches are able to make on care studies. It especially takes into account
what migration processes has to say regarding care work, understood as those jobs that are made in
order to keep or preserve the life of other, involving material, affective and psychological aspects
(ESQUIVEL, 2010; MOLINIER, 2005; VEGA y GUTIÉRREZ-RODRÍGUEZ, 2014). Thus, our
purpose is to make visible and discuss the significance of those contributions, as well as to describe
the main challenges this topic still faces.
Keywords: Migration, Care, Migrant women, Argentina.