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Universidad Nacional de La Plata Facultad de Trabajo Social Cátedra de Trabajo Social V “Las Mujeres en el Capitalismo” La doble desigualdad de la mujer

Las Mujeres en El Capitalismo - La Doble Desigualdad de La Mujer

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Page 1: Las Mujeres en El Capitalismo - La Doble Desigualdad de La Mujer

Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Trabajo Social

Cátedra de Trabajo Social V

“Las Mujeres en el Capitalismo”

La doble desigualdad de la mujer

Autora: Lic. Eccher, Ma. Florencia1

Año: 2012

M.P: 15.579

1 Licenciada en Trabajo Social, UNLP. Lic. en Trabajo Social de la Secretaría de Desarrollo Humano y Defensa de los Derechos del Ciudadano, Municipalidad de Gral. La Madrid. Integrante y cofundadora del Grupo de Ayuda Mutua “Mujeres de Pie”, Gral. La Madrid.-

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Introducción

El presente trabajo monográfico ha sido realizado bajo los requerimientos de la

Cátedra de Trabajo Social V de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad

Nacional de La Plata.

En dicho trabajo intento presentar un análisis sobre cómo ha afectado el sistema

capitalista al género femenino, partiendo de la hipótesis de que dicho sistema socio

económico, desde sus inicios hasta nuestros días, viene perpetuando, no sólo el dominio

y la subordinación de las clases trabajadoras en general, sino también, y especialmente,

ejerciendo su dominio, control y autoridad sobre las mujeres, con el fin de garantizar la

reproducción del sistema que lo mantiene vivo, y seguir acumulando riqueza.

Considero que la explotación de las mujeres en el sistema capitalista, tiene una

función central en el proceso de acumulación, ya que somos las productoras y

reproductoras de la mercancía capitalista más preciada: la fuerza de trabajo, tarea

productiva y reproductiva que no se nos es reconocida como tal, lo cual genera una

diferencia significativa en la valoración del trabajo realizado entre hombres y mujeres.

Este no reconocimiento, a mi entender, coloca a las mujeres en una posición de doble

desigualdad.

Para tal fin, dicho sistema se vale de instituciones que reproducen e imponen

ciertas pautas culturales, roles, ideologías, etc., es decir, instituciones que transmiten las

construcciones socio - culturales (que son construidas en cada momento histórico y en

cada lugar en particular), las cuales permiten que se mantenga y desarrolle el sistema

capitalista.

Lo que intento rescatar en el presente trabajo, es que a pesar de las luchas de los

movimientos feministas, de los ideales progresistas y movimientos revolucionarios, de

las transformaciones culturales, sociales y jurídicas que reconocen la igualdad entre el

hombre y la mujer, de género, de las minorías étnicas, etc., (a través de las cuales se han

logrado que se reconozcan y garanticen muchos de los derechos que se negaban), las

mujeres seguimos siendo víctimas de la discriminación, opresión, subordinación y de

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una violencia social, cultural e institucional, de la que no podemos escapar, mientras el

sistema en el que estamos insertos, tanto hombres como mujeres, no se transforme.

Sostengo, que es importante reflexionar sobre la mirada histórica del capitalismo

desde un punto de vista femenino, lo que implica, a mi entender, un esfuerzo para

entender y redefinir las categorías históricas aceptadas, que visibilicen las estructuras

ocultas de dominación y explotación. Por ello, presentaré algunos conceptos que nos

ayudaran a comprender porque las mujeres ocupamos el lugar que ocupamos en la

sociedad capitalista, y porque debemos “aceptar” (o “aceptamos”) dicho lugar en la

escala social.

Por lo expuesto, y a los fines de ser más clara en mi análisis, he decidido utilizar

como referencia al Patronato de Liberados Bonaerense2, (institución en la cual realice

mi última práctica pre profesional), para poder contrastar los efectos del capitalismo

sobre el trabajo femenino, centrandolo en la división sexual del trabajo, y

relacionándolo con la profesión del Trabajo Social, ya que la misma es una profesión

predominantemente femenina.

“Para él, ella era una mercancía fragmentada cuyos sentimientos y

elecciones rara vez eran consideradas: su cabeza y su corazón

estaban separadas de su espalda y sus manos, y divididas de su

matriz y vagina. Su espalda y sus músculos estaban insertos en el

campo de trabajo […] a sus manos se les exigía cuidar y nutrir al

hombre […] Su vagina, usada para el placer sexual de él, era la

puerta de acceso a la matriz, lugar donde él hacía inversiones de

capital – el acto sexual era la inversión de capital y el hijo que

resultaba de ella la plusvalía acumulada […]”3

Barbara Omolade, “Heart of Darkness”, 1983

2 En adelante PLB.3 Omolade, B; “Heart of Darkness”. 1983 En: Federici, S “Calibán y La Bruja. Mujeres, Cuerpo y Acumulación Originaria”. Cap. II. Ed. Traficantes de Sueños.

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Índice

Introducción………………………………………………………………….. 2

Índice…………………………………………………………………………. 4

Capitalismo y Patriarcado…………………………………………………….. 5

La Construcción de los géneros……………………………………………….. 9

Las Mujeres en la División Sexual del Trabajo……………………………….. 13

Las Trabajadoras Sociales, una mirada desde el “PLB”………………………. 15

Conclusión……………………………………………………………………... 19

Bibliografía…………………………………………………………………….. 20

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Capitalismo y Patriarcado

El sistema socio - económico que impera en nuestras sociedades, y que marca

el ritmo y desarrollo de nuestras vidas, es el sistema capitalista. Dicho sistema tiene

como meta y objetivo principal: el aumento de la plusvalía, los capitales, la ganancia,

etc. Esta ganancia es propiedad de unos pocos privilegiados, quienes son dueños de los

medios de producción, es decir, dueños de la materia prima necesaria para la fabricación

de mercancías, de las herramientas e instrumentos necesarios de trabajo, y de los medios

necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, de los medios

necesarios para la subsistencia de las personas.

El proceso capitalista de producción expresa una manera históricamente

determinada de producción y reproducción de las condiciones materiales de la

existencia humana y las relaciones sociales a través de las cuales, los hombres, realizan

la producción. En este proceso, a su vez, se reproducen las ideas y representaciones

sociales que expresan dichas relaciones y condiciones materiales en las cuales se

producen, encubriendo el antagonismo y justificando la dominación y subordinación de

una parte de la sociedad, que detenta dichos medios de producción, sobre la otra parte

que solo tiene para ofrecer en el mercado su fuerza de trabajo, y de la cual depende para

poder sobrevivir.

De esta manera, el producto de la producción capitalista, no es solo la

fabricación de un valor de uso, de una mercancía, sino que su producto específico es la

plusvalía, ésta es el fin y el resultado del proceso capitalista de producción. La plusvalía

es la materialización del tiempo de trabajo excedente no pagado al trabajador y

apropiado por los dueños de los medios de producción, la “clase capitalista”.

En dicho proceso de producción, el valor de uso o mercancía es producido por

el trabajador, quién recibe, a cambio de la venta de su fuerza de trabajo, un porcentaje

del producto de su trabajo en carácter de salario, el cual no es más que lo justamente

necesario para la reproducción y subsistencia de él y la de su familia. De este modo, el

capitalista, se asegura que el trabajador no pueda acceder a los medios de producción,

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que no pueda valerse por sí mismo, que aumente las ganancias del capital, y que la

fuerza de trabajo se mantenga y reproduzca.

Según la autora Marilda Iamamoto, en este proceso de producción capitalista, en

el cual el trabajador se encuentra enajenado del producto de su trabajo, “…el trabajador

produce y reproduce el capital, produce y reproduce la clase capitalista que lo

personifica, en fin, crea y recrea las condiciones de su propia dominación…”4. Esto es

así porque, en el trabajo, el trabajador ve al producto de su trabajo como algo extraño,

inalcanzable y que no le pertenece, es decir, el trabajador se encuentra enajenado de su

trabajo. El hombre se enajena de los otros hombres debido a que el trabajo, su actividad

vital, aquello que lo diferencia de los animales en cuanto actividad libre, consciente, en

cooperación con los otros trabajadores, es visto sólo como un medio para la satisfacción

de necesidades físicas, como si él fuera un individuo aislado. Esto expresa la

explotación del hombre por el hombre, la pérdida de autonomía y libertad de una clase

social, como consecuencia de la explotación a la que la somete otra clase social.

Esto da cuenta de que, en realidad, las relaciones de producción no son

relaciones entre cosas, sino relaciones sociales, es decir, entre clases sociales diferentes:

una, propietaria de los medios de producción, y otra, no propietaria de los medios de

producción.

Como ya he mencionado, cada proceso de producción expresa una manera

históricamente determinada de producir y reproducir las condiciones materiales de

existencia humana y las relaciones sociales a través de las cuales realizan la producción.

Por ello, el proceso de producción capitalista, se vale además de estrategias ideológicas

y culturales, que le son útiles para justificar el dominio y control de las clases

subalternas, lo que le permite, seguir desarrollándose y manteniéndose como el único

sistema reinante. Entre dichas estrategias, y de acuerdo con lo que pretendo presentar en

dicho trabajo, puedo mencionar como unas de las más importantes: la acentuación del

patriarcado con la consecuente afirmación de la familia nuclear, la diferenciación entre

los géneros, y el refuerzo y profundización de la división sexual del trabajo.

4 Iamamoto, M; “Una concepción teórica de la reproducción de las relaciones sociales”. Cap. I. En: “Servicio Social y División del Trabajo. Un análisis crítico de sus fundamentos”. Ed. Cortez Editora. San Pablo. 1992.

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Según la autora Julia E. Martínez5, “…el patriarcado, es una forma de

organización política, social, económica, ideológica y religiosa basada en la idea de la

autoridad y superioridad de lo masculino sobre lo femenino, que se expresa en las

diversas normas, costumbres e instituciones que regulan la vida de las personas en las

sociedades organizadas bajo el esquema cultural del patriarcado, el cual se reproduce a

través de la socialización de género.6

La aparición de la organización patriarcal surgió mucho antes que naciera el

capitalismo, pero es precisamente con el surgimiento de éste último en que se refuerza y

profundiza junto con la división sexual del trabajo7, es decir, el trabajo para la

reproducción o mantenimiento de la vida, atribuido a las mujeres, y el trabajo para la

producción de los medios necesarios para la vida, atribuido a los hombres. Esta división

sexual del trabajo, no solo diferencio las tareas que las mujeres y los hombres debían

realizar, sino también sus experiencias, sus vidas, su relación con el capital y con otros

sectores de la clase trabajadora.

El sistema patriarcal, sus pautas culturales, su ideología, están presentes de

forma sistemática en nuestra organización social: en la forma en que nos relacionamos,

hablamos, en la crianza de nuestros hijos/as, en los trabajos que realizamos, etc. Ello ha

impuesto una percepción implícita de que, lo que hacen los varones es mejor y más

valioso que lo que hacen las mujeres. Estos comportamientos se encuentran sostenidos

por instituciones sociales que los refuerzan a diario, entre las que se destacan la familia,

la escuela, el mercado de trabajo, los medios de comunicación y las tradiciones

culturales.

De este modo, la familia comenzó a separarse de la esfera pública adquiriendo

sus connotaciones modernas, como principal centro para la reproducción de la fuerza de

trabajo, y relegándose al ámbito privado. Su función en la transmisión de valores,

normas y modelos, estereotipos o roles específicos de cada sexo, ha sido de fundamental

importancia tanto para la acentuación del patriarcado, como para la apropiación del

trabajo reproductivo no reconocido ni pagado de las mujeres por el capital.

5 Martínez, J.E; “Patriarcado para Principiantes”. En: www.contrapunto.com.sv/columnistas/patriarcado-para-principiantes. Publicado: 25 de Enero de 2011.

6 El proceso de socialización de género se refiere al proceso mediante el cual se le atribuyen una serie de estereotipos, roles y normas a hombres y mujeres, permite hacer que parezca natural la desigualdad y la discriminación contra las mujeres. (profundizare más sobre el tema en el apartado siguiente).

7 Ampliaré más al respecto en el apartado siguiente.

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La constitución de la “familia nuclear o tradicional”, ha sido la pieza clave de

la socialización de las personas y en la instauración de los roles y atributos específicos

para cada género. Así la subordinación femenina quedo consolidada.

La sociedad, a través de sus instituciones, (tales como la familia, la escuela, la

iglesia, los medios de comunicación, el Estado), imparte a sus miembros, mediante la

socialización de género, a ser y a comportarse de acuerdo a normas establecidas por el

sistema patriarcal: los varones son entrenados para sentirse superiores a las mujeres,

para agredirlas, para reprimir su ternura y su capacidad de sentir y amar, por el

contrario, a las mujeres se les enseña que deben poner su vida en función de agradar,

obedecer, criar hijos y a ser buenas esposas, así como a sufrir y resignarse ante la

violencia que padecen. Este “entrenamiento” tiene como principal objetivo hacer que

parezca natural la desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres.

Por lo expuesto, acuerdo con la autora Silvia Federici cuando plantea que, “…

como complemento del mercado, instrumento de la privatización de las relaciones

sociales y la propagación de la disciplina capitalista y la dominación patriarcal, la

familia surgió como la institución más importante para la apropiación y el ocultamiento

del trabajo de las mujeres.” (2004: 149). “…La división sexual del trabajo fue, sobre

todo, una relación de poder, una división dentro de la fuerza de trabajo, al mismo

tiempo que un inmenso impulso a la acumulación capitalista...”. (2004: 176).

Todo esto ha permitido que el capitalismo amplíe inmensamente la parte no

pagada del día de trabajo, y usar el trabajo (masculino) para acumular trabajo

femenino, utilizando la excusa de su inferioridad natural, de su incapacidad para

detentar el poder, etc.

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La Construcción de los Géneros

Según Graciela Di Marco, la noción de género es una “…categoría social que se

refiere a las relaciones sociales desde el punto de vista de las relaciones de poder y

subordinación que se establecen entre hombres y mujeres a partir de las elaboraciones

culturales sobre lo que se supone que es ser hombre o ser mujer. Elaboraciones

estructuradas a partir de las diferencias biológicas entre los sexos, que se conciben

como naturales, ahistóricas, inmutables y determinantes de los comportamientos y que,

precisamente, sirven para reproducir y sostener las desigualdades…”8.

La noción de género, como construcción sociocultural, se expresa en las

relaciones entre mujeres y hombres, enfatizando la subordinación de las primeras sobre

los segundos. También es una construcción simbólica, signada por creencias, valores,

significados que le son atribuidos a uno y otro sexo, moralidades sobre las

características que posee cada uno y sobre el rol que debería cumplir socialmente, etc.

Según Marta Lamas (2000:83), “la adquisición del género es un proceso

complejo que realizan todos los sujetos”9, esta adquisición se va construyendo desde el

mismo momento del nacimiento del niño/niña, por medio de los procesos de

socialización y aprendizaje, los cuales se dan, principalmente, desde el núcleo familiar,

y luego en las demás instituciones sociales (familia, escuela, trabajo, etc.) por las cuales

circula la persona.

En nuestra sociedad, signada por el sistema patriarcal, este proceso de

aprendizaje de los roles de género, y por lo tanto, el desarrollo de la identidad genérica

por parte de las personas, está influenciado por una organización parental,

generalmente, asimétrica y jerárquica entre la madre y el padre. Se considera al hombre

como modelo de ser humano y como medida de todas las cosas, como jerárquicamente

superior; y por otro lado, se considera a la mujer como un complemento del hombre,

inferior a él, relegada al ámbito privado del hogar y a la crianza de los niños.

8 Di Marco, G; “Relaciones de Género y Autoridad”. En: “Democratización de las Familias”. Cap. II. Coordinación Editorial. Buenos Aires. 2005.

9 Citada en: Di Marco, G; “Relaciones de Género y Autoridad”. En: “Democratización de las Familias”. Cap. II. Coordinación Editorial. Buenos Aires. 2005.

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“La formación del niño y de la niña como personas supone, durante los

primeros años de vida, un proceso de gestación cultural dentro de un contexto familiar

caracterizado por un determinado tipo de vínculo con los modelos dominantes de

género”10 (Di Marco, 2005: 59)

Según Aumann e Iturralde11, existen tres áreas principales en que se produce la

socialización del género en los niños y niñas:

Las diferentes estructuras del entorno físico para los niños y niñas: las distintas

vestimentas, los colores rosa o celeste, la decoración de las habitaciones, etc.;

Los juguetes que se proporcionan según el sexo: muñecas, juegos de cocina,

peluquería, etc., para las niñas y pelotas, camiones, armas, etc., para los niños;

Los diferentes estilos de interacción con los bebés, por parte de los adultos, en

función del género: a las niñas se les permite llorar, se las trata delicadamente, se

las consiente y sobreprotege, etc., a los niños se les enseña que no deben llorar,

que deben ser fuertes, valientes, etc.

Para las autoras, los adultos al hacer uso de estas clases de socialización,

influyen en la identidad de género de las niñas y niños, quienes de esta manera aprenden

a controlar sus propias acciones, a evitar las que creen que son propias del sexo opuesto

y perfeccionan las asignadas al propio sexo, para lograr la aceptación y el amor de los

demás, y de esta manera evitar ser segregados, excluidos, discriminados, etc.

Estos “mensajes”, implícitos o explícitos, sobre el rol y el papel que debe

cumplir cada sexo, dentro de una determinada sociedad, sumado a los valores

moralizantes imperantes de lo que se considera correcto o incorrecto para la mujer y el

hombre, ajustan la personalidad de cada sexo y determinan la forma de enfrentar las

expectativas personales respecto de lo que se espera de cada género; así como también,

determinan la forma de emprender las relaciones interpersonales, las cuales estarán

impregnadas de los estereotipos que impulsa la sociedad sobre lo que es ser hombre o

ser mujer.

Dichas relaciones interpersonales, son relaciones de géneros que refieren a

relaciones de poder y autoridad. Por ello, en nuestra sociedad, estas relaciones son

10 Ídem 711 Aumann, V e Iturralde, C; “La construcción de los géneros y la violencia doméstica”. En: “Jorge Corsi

(Compilador) y otros; “Maltrato y Abuso en el Ámbito Doméstico: fundamentos teóricos para el estudio de la violencia en las relaciones familiares”. Cap. III. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2006.

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asimétricas y jerárquicas entre los varones y mujeres, marcando la “superioridad” del

primero sobre la “inferioridad” de la segunda. Esta construcción sociocultural sobre los

géneros, está fundamentada sobre las diferencias, principalmente, biológicas entre los

géneros.

Estos estereotipos de hombres y mujeres, impuestos culturalmente y, como ya

expuse, difundidos por los procesos de socialización y aprendizaje, imponen por un

lado, que las mujeres debemos ser educadas, sumisas, serviciales, obedientes, relegadas

al ámbito doméstico, la crianza de los hijos, sin reconocimiento por las tareas realizadas

(es nuestro “deber y obligación”), abalándose los tratos diferenciados en los ámbitos

laborales, etc. por otro, los hombres tampoco están exentos de la influencia de estos

estereotipos, y se les impone que no deben expresar sus emociones ni afectos, que deben

desempeñarse más agresivamente en el medio social o público, a luchar y conseguir lo

que desea, se lo designa como sostén económico, como quien debe detentar el poder y

la autoridad dentro del hogar, como el único responsable de sostener a su familia.

Aunque ha habido grandes avances, por parte de los movimientos feministas y

las distintas experiencias colectivas, sobre la lucha por el reconocimiento de los

derechos de las mujeres y la igualdad en las relaciones entre los géneros, todavía falta

mucho para poder transformar, las relaciones autoritarias y jerárquicas de nuestra

sociedad, en relaciones igualitarias.

En este sentido, “Las identidades de género de todos los miembros del grupo

familiar, su grado de ajuste o desajuste respecto de los valores hegemónicos (según los

cuales, entre otras cosas, el ejercicio del poder se encuentra más legitimado en los

hombres que en las mujeres) y sus procesos de transformación, resultan claves para

analizar y resolver los conflictos que se producen en el interior de la familia. La

identidad de género de los miembros de las parejas pesa en los contratos implícitos que

éstos crean para la convivencia cotidiana y tiene gran impacto sobre el tipo de relación

amorosa que crean y recrean cotidianamente” (Di Marco, 2005: 60).

Como se ha mencionado anteriormente, la familia cumple un papel fundamental

en la transmisión de los estereotipos de género, ya que estos tienen que ver con una idea

preconcebida que define las características de cada sexo. En general, son un fiel reflejo

de las creencias populares de las actividades, roles, rasgos y atributos que caracterizan y

distinguen a las mujeres de los varones.

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Por otra parte, los roles de género se definen como el conjunto de

comportamientos, funciones, tareas y responsabilidades aprendidas, que a su vez

generan exigencias sociales y subjetivas, diferentes para cada género. Es decir,

podríamos diferenciar dos tipos de roles, los roles reproductivos y los roles productivos.

Los primeros fueron asignados, y los han asumido, las mujeres. Este rol incluye

el trabajo domestico, el cuidado y la educación de las/os hijas/os, el mantenimiento del

hogar y arreglos familiares. Estos roles no son reconocidos ni social ni económicamente

por parte de nuestra sociedad.

Los segundos se asignaron y los asumieron los varones. Estos circunscriben a los

varones a la elaboración y comercialización de bienes, servicios y recursos para su

propio sustento y el de la familia.

Como he referido en el apartado anterior, las familias nucleares son típicas del

patriarcado y se fueron constituyendo por razones económicas más que culturales. Lo

que determina que es femenino y que masculino, son por lo tanto, comportamientos

simbólicos típicos de las sociedades patriarcales y asentadas en el modo de producción

capitalista.

Por lo mencionado, sostengo que el modo de producción dominante es el que

determina la superestructura cultural, en realidad, creo que es una relación dialéctica

entre la psiquis humana y su relación social y económica, lo que conforma los

comportamientos humanos.

De esta manera, puedo afirmar que las construcciones culturales se van

modificando en cada momento histórico, ya que no afectan la estructura de la sociedad

y no alteran el modo de producción dominante, por ejemplo, hasta hace pocos años

atrás, era mal visto que una mujer se sentara en un bar y pidiera una cerveza, hoy no

causa sorpresa; ser profesora era considerada una profesión estrictamente femenina, hoy

hay un gran porcentaje de varones como profesores.

Con esto quiero dejar en claro que no son las diferencias entre los géneros las

que estructuran una sociedad determinada, sino que es el modo de producción

dominante lo que estructura una sociedad.

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Las Mujeres en la División Sexual del Trabajo

La sociedad capitalista, está estructurada sobre la división de los hombres y

mujeres según la función que cumplen en la producción general de bienes. Por lo cual,

se divide entre aquellos que producen y aquellos que se apropian del trabajo ajeno. De

esta manera, el capital ha sabido apropiarse de la multiactividad y polivalencia del

trabajo femenino, de la experiencia que las mujeres trabajadoras traen de sus actividades

realizadas en la esfera del trabajo reproductivo, del trabajo doméstico, incorporando al

trabajo femenino de modo desigual y diferenciado en su división social y sexual del

trabajo.

Siguiendo a Antunes, R12, podemos decir que la mujer trabajadora realiza una

doble actividad laboral, dentro y fuera de su casa. De esta manera, es doblemente

explotada por el capital: por un lado, ejerce en el espacio público su trabajo productivo

como trabajadora asalariada, por otro, en el universo de su vida privada, consume su

tiempo en el trabajo doméstico, con el cual le posibilita al capital su reproducción y las

condiciones indispensables para la reproducción de la fuerza de trabajo de sus maridos,

hijos y la suya propia.

Así, los trabajos femeninos son vistos como complementarios, como una ayuda,

y por ende son desvalorizados, lo que favorece a que las mujeres no entremos al

mercado de trabajo con los mismos atributos que los varones, debido a la distinta

asignación por sexo del trabajo familiar. Pero al mismo tiempo, el trabajo domestico es

integrado al movimiento del capital, ya que permite “satisfacer una parte de las

exigencias objetivas de la reproducción, sin la mediación de la mercancía: disminuye,

como consecuencia, la cantidad de mercancías necesarias para la reproducción de la

fuerza de trabajo, y por consiguiente, su valor de cambio”. (Topalov, 1979:71)13

De esta manera, se promueve el ingreso al mercado de trabajo por parte de las

mujeres en profesiones que estarían en correspondencia con su “valoración natural”:

donde le quedan reservadas las tareas vinculadas a lo emocional, lo subjetivo, en

12 Antunes, R; “La clase que vive del trabajo. La forma de ser actual de la clase trabajadora”. En: Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo.

13 Citado en: Cardematori, F, “Condiciones de trabajo de los trabajadores sociales. Hacia un proyecto profesional critico”. Editorial Espacio. S/d.

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ámbitos privados, mientras que se reserva al hombre las actividades relacionadas al

conocimiento, la ciencia, lo racional, objetivo, a realizarse en el ámbito público.

Por lo tanto, y en relación a lo desarrollado en el apartado anterior, las relaciones

entre género y clase nos permite constatar que, tanto en el mundo productivo como

reproductivo, vivenciamos también la forma de efectuar una construcción social sexual,

donde hombres y mujeres trabajadores son diferentemente cualificados y capacitados

para el ingreso al mercado de trabajo, tanto desde la familia como por las instituciones

educativas.

A raíz de esto, y siguiendo lo planteado por Antunes, el capital incorpora el

trabajo femenino de modo desigual y diferenciado en su división social y sexual del

trabajo.

Así, según Cademartori14, las formas de contratación de la fuerza de trabajo

femenina podría caracterizarse por: salarios desiguales en cuanto al género; tareas

históricamente diferenciadas donde el varón asume labores ligados a lo técnico y el

conocimiento, y las mujeres ligados a las labores manuales y de repetición mecánica; la

doble jornada laboral de las mujeres; la poca valorización y legitimidad en espacios de

negociación o representación; etc.

Por lo expuesto, la posición de las mujeres en el mercado laboral se halla

concentrada en las posiciones más bajas, menos remuneradas y seguras, en trabajos

precarios, flexibles, con menores beneficios sociales, sin posibilidades de promoción,

mayor informalidad, menor prestigio social, menor remuneración por el mismo trabajo

realizado que el hombre, en trabajos creados específicamente para ellas y ofrecidos

solamente a ellas.

“Las jerarquías sexuales siempre están al servicio de un proyecto de

dominación, que sólo puede sustentarse a sí mismo a través de la

división de aquellos a quienes intenta gobernar”

Silvia Federici.

14 Cardematori, F, “Condiciones de trabajo de los trabajadores sociales. Hacia un proyecto profesional critico”. Editorial Espacio. S/d.

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Las Trabajadoras Sociales, una mirada desde el

“PLB”

El Trabajo social es una disciplina que tiene sus orígenes en la sociedad

capitalista en la fase monopolista. El mismo interviene en las refracciones o

manifestaciones de la cuestión social y en la reproducción de las relaciones sociales. Es

decir que, es una profesión que es llamada a intervenir en muchos aspectos de la vida

cotidiana de las personas, con diferentes fines y propósitos, utilizando para ello su

bagaje teórico metodológico.

Las funciones que, desde sus orígenes, se le atribuyen a la profesión se vinculan

al control y disciplinamiento de las clases trabajadoras, naturalizando las desigualdades

sociales, por medio de la implementación de políticas sociales.

El estado se convierte en el principal empleador de los trabajadores sociales y

brinda los medios y servicios para que los mismos puedan ofrecer los servicios para los

cuales fueron contratados, desde ese momento se establece una relación contractual. El

Trabajo social es una forma de especialización del trabajo colectivo, cuya actividad se

desarrolla en la fase final de operacionalización de las políticas sociales. El proceso de

trabajo, en el que participa el trabajo social, es organizado por el Estado.

Cada contexto particular presenta determinaciones propias, y la conformación

del mercado laboral y los procesos de trabajo variarán de acuerdo a dichas

determinaciones.

En las últimas décadas del siglo XX se producen transformaciones políticas,

económicas, sociales y culturales. Se llevaron adelante una serie de reformas

estructurales, el ideario neoliberal penetró en la sociedad y en las políticas sociales,

produciendo un achicamiento del estado, la apertura del mercado, la disminución del

gasto público, el levantamiento de las barreras que protegían al mercado interno, un

endeudamiento externo, la privatización de las empresas estatales, el cambio de

políticas sociales universales a políticas sociales focalizadas, descentralizadas,

privatizadas, las transformaciones en la normativa y relaciones laborales, etc.

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Estas reformas generaron como consecuencias, un aumento considerado de la

pobreza y las desigualdades, reducción de salarios, desocupación, precarización laboral,

flexibilización, sub empleo y pluriempleo.

Tomando como referencia a Cadematoris15 podemos decir que: el mercado

laboral de los Trabajadores Sociales está caracterizado por cuatro procesos

fundamentales, que no son independientes entre sí, ni del mercado laboral general:

Caída de los salarios;

La inestabilidad laboral asociada a nuevas formas de contratación por tiempos

cortos de duración;

El aumento del pluriempleo;

El incremento del subempleo o desempleo parcial;

Por otro lado, y para ser más clara en mi análisis, relacionare a continuación la

función que cumplen los Trabajadores Sociales dentro del PLB.

El PLB16 es el organismo estatal que trabaja con toda persona que por

disposición judicial deba estar bajo la tutela, asistencia, tratamiento y/o control de este

organismo: liberados condicionales, condenados condicionales, eximidos de prisión,

excarcelados, condenados con libertad asistida, con suspensión de juicio, y todo aquel

que deba cumplir medidas o penas sustitutivas de prisión. Incluye a aquellos liberados

cumplidos que soliciten asistencia. Siendo su objetivo integrar a los tutelados con el

resto de la población.

De esta manera, el trabajador social debe cumplir con las funciones de control,

supervisando el cumplimiento de las reglas de conducta dispuestas judicialmente que

son plasmadas en oficios judiciales que llegan a cada Delegación del PBL, las cuales

son asignadas de acuerdo a las zonas de trabajo a los trabajadores sociales; de

asistencia, en la cual el trabajador social debe plasmar acciones concretas que tendrán

por objetivo garantizar las necesidades básicas de los sujetos de intervención a través de

“Programas” sociales y asistenciales; y de tratamiento, realizado en conjunto con los

psicólogos de dicha institución. Tenderá a evitar la reiteración y reincidencia del delito

por parte de la persona tutelada, instrumentándose a través de programas formativos y

educativos.

15 Ídem 1316 Dicha información se encuentra en la Pagina Web del PLB.

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Lo expuesto da cuenta de un abordaje de los problemas sociales que no

cuestiona lo instituido, que sigue al pie de la letra los mandatos de la institución, que se

guía por una razón instrumental subordinada al alcance de los fines particulares, de los

resultados inmediatos y funcionales a las estructuras.

Considero necesario hacer una ruptura con este tipo de prácticas, cómo futura

trabajadora social, ya que creo que debemos adoptar una posición y trabajar por y para

mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora a favor de los derechos sociales.

Realizando una práctica que supere el nivel de lo inmediato, que implica un esfuerzo en

el análisis y la reconstrucción de los problemas sociales.

Esto implica considerar a la persona, como un sujeto socio histórico, atravesado

por múltiples determinaciones, reconstruyendo la demanda inicial para poder intervenir

teniendo en cuenta su particularidad, desnaturalizando las desigualdades sociales,

partiendo de entender que la realidad es una totalidad compleja.

A partir de ello, considero que la perspectiva teórica marxista es un material

importante que nos ayuda en el análisis de la complejidad de lo social. Para apropiarnos

de esta complejidad hay que ser conscientes de que la realidad nos muestra algo que no

es, nos muestra un fenómeno que oculta una esencia. La realidad es una unidad que

tiene contradicciones y esta totalidad es histórica.

Condiciones laborales de los trabajadores del Patronato de liberados

En el PLB el 90 % de los Trabajadores Sociales son mujeres, esto confirma la

condición de Profesión femenina del Trabajo Social.

En la institución puede observarse la división sexual del trabajo ya que son las

mujeres las que desarrollan tareas vinculadas principalmente a lo administrativo y

asistencial, mientras que los hombres desarrollan tareas vinculadas generalmente a lo

técnico y detentan los puestos de mayor jerarquía dentro de la institución.

Como características de trabajo de los trabajadores sociales dentro del PLB puedo

mencionar las siguientes:

La mayoría de los trabajadores sociales del PLB poseen más de un empleo, los

mismos se vinculan principalmente al ámbito educativo.

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En el último tiempo, si bien se ha producido un aumento de salario, los mismos no

son suficientes para la reproducción de las condiciones materiales de existencia.

Ej: el monto de las movilidades se elevo pero se redujo la cantidad de las mismas,

pasando de 12 a 9.

Los recursos con los que cuentan los profesionales son escasos (económicos,

materiales, financieros, humanos)

Algunos profesionales de PLB se encuentran en inestabilidad laboral en función de

la modalidad de su contratación. Ej: el personal de planta temporaria y los

practicantes rentados.

En la actualidad, cada profesional tiene a su cargo la supervisión de 50 a 70

tutelados lo que supera lo establecido normativamente estipulado en 30 tutelados.

La ART solo cubre el horario laboral establecido sin tener en cuenta que en muchas

ocasiones la jornada laboral se extiende por la cantidad de demandas y

supervisiones a realizar.

Las condiciones laborales anteriormente mencionadas condicionan el proceso de

trabajo generando consecuencias en los procesos de intervención y un marcado

deterioro en el rendimiento de los profesionales.

Considero de fundamental importancia conocer las condiciones en las que

trabajamos los Trabajadores Sociales, para poder transformar las condiciones laborales

existentes, no solo de nuestro colectivo profesional, sino la de todos los trabajadores.

Para ello es necesario la unión, organización y lucha de toda la clase trabajadora.

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Conclusión

Como he ido desarrollando a lo largo del trabajo, el capital califica a la clase

trabajadora de acuerdo con sus intereses y sus necesidades, a cada momento, no de

acuerdo con los intereses del trabajador. Éste queda desempleado conforme su fuerza de

trabajo atienda o no al interés del capital en aquel momento, conforme el mercado lo

absorba o lo descarte.

Que es trabajo “femenino” y “masculino” es definido a partir de la necesidad del

capital de obtener más lucro y utilizar la fuerza de trabajo disponible, aprovechándose

de sus diferenciaciones internas para éste o aquél empleo, aumentando su rendimiento,

con el objetivo de acumular sus ganancias y aumentar la plusvalía. Por lo tanto, la

opresión de la mujer, del negro, del inmigrante, tiene que ver con una lógica superior: la

necesidad del capital de reproducirse continuamente, adaptándose a los cambios

sociales de cada momento histórico.

Sostengo, a raíz de mi desarrollo, que el problema de la mujer trabajadora no es

ser mujer, sino que su problema es vivir en un régimen capitalista. No es necesario

rechazar nuestra feminidad ni ver en los hombres a nuestros adversarios, lo que

necesitamos, a mi entender, es reconocer nuestra propia fuerza y unirnos como clase

para luchar por el fin de la sociedad capitalista, debemos tomar conciencia de quién es

nuestro real enemigo y disponernos a luchar juntas como clase contra el capital, nuestro

real opresor, instigador y explotador.

Es importante problematizar y desnaturalizar las desigualdades entre los

géneros, reproducidos por las diferentes instituciones que sostienen el sistema de

relaciones asimétricas entre mujeres y varones.

Es sólo con la progresiva desnaturalización de estos roles históricamente

establecidos, y fomentando la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres, que

avanzaremos hacia la equidad de género y el efectivo cumplimiento de los derechos de

todas y todos, en todos los ámbitos de nuestras vidas.

“Las cosas no son así, sino que las cosas están así, y podemos

cambiarlas”

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