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Lahilfe. FORMAS CHILENO-PERUA:SAS DE PEJERREYES 81

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Las ormas chileno-peruanas d e pejerreyes y la evolución d e la aleta caudal

POR .EL

Dr. F e r n a n d L A H I L L E

l. LAS FORliAS CHILENO-PERUAN.~S

cEl cuerpo del pez con todas sus curvas, sus aletas, sus espinas, sus escamas, es la resultante de su mo-delaje por la resistencia del agua».

F. HOUSSAY 1912.

Los pejerreyes se encuentran, tanto en las aguas dul-ces y salobres como en el mar que baña las costas templa-das y frías de Sud-América.

Su vari~bilidad es grande, y los especiógrafos ({Ue no . tuvieron entre sus manos sino pocos ejemplares a veces

uno o dos solamente no se han privado de darles nom-bres específicos. Ott·os ictiólogos han asimilado, sin mayor estudio, formas chilPnas a algunas fo1·mas del Atlántico. I.Jas descripciones primitivas incompletas facilitaron esta . ' reun1on.

Por todo esto me propuse, hace tiempo, emprender investigaciones sobre la sistemática de los pejerreyes .

Más tarde, cuando tengamos reunido mucho material y resuelta la amplitud de oscilación de la variabilidad de las formas de toda edad y de todo sexo y en cada locali-dad bien detern1inada, podremos entonces hablar de espe·

• CleS.

Hace muchos años que me he dado cuenta del valor muy relativo, bajo el punto de vista biológico, de las cla-sificaciones actuales. Facilitar el estudio, definir cla1·a· mente la forma que uno examina y menciona, es el justi· ficativo de la taxonomía; pero creo que nunca conviene fundar especies sobre caf·acte'res variables, y menos aún, géneros sob1·e caracteres insignificantes.

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Lahille.-FORMAS CHtLENO-PERUANAS DE PEJERHEYEs 83

Para Cu vier y \T alenciennes, los pejerrey es pert'Jne-cían al género Atherina, nombt~e creado po1· Belon en 1557. Jenyns (1842), Richardson (1845), Guichenot (1848), quienes tu vieron pejert·eyes a su disposición y pudieron estudiarlos, por lo tanto, directamente, participaron de la autorizada opinión de Cúvier y Valenciennes, y siguieron dando a estos peces el nombre genél'ico de Atherina.

En 1854, C. Girard, al examinar los pejerreyes obte· nidos po1· la expedición norteamericana naval y astronó· mica enviada a Sud.AnJérica (1848-1852), rese1·vó el nom· bre de Atherina para las formas cuyo borde oral estaba constituído, en parte, por los maxilares, e hizo notar que ~ n los pejerreyes que él observó, el borde superior de la boca estaba formado tinican1ente por los pre-maxilares.

Propuso, además, 1·epartir a estos pejerreyes en tres géneros nuevos, caracterizados por el largo re la ti vo de las

· 1naxilas. De estos tres nombres se conserva el de Basi-lichthys, sin1ple traducción .en griego de· pez-rey, y aunque este género difiera muy poco del género Menidia (C. Bp. 1 ~ 3 6 ) considero que nos conviene adoptarlo atribuyéndole el valor de ·un sub-,qénero y aplicándolo a todas las fot·mas sudamericanas, por los motivos que expresaré en mi mo· no grafía.

Para sirnplificar la notación y no apartarse del siste-Dla de nomenclatura binominal, al cual hay que aferrarse, en vez de escribir, por ejemp1o como sería lo más correc-to Menidia (Basilichthys) bonariensis, llamaré al pejerrey· de Bs. Aires simplemente: Basilichthys bonariensis, pero no habrá qus olvidar que este pejerrey, conzo los de1nás, no presenta caracteres bastante irnportantes que autoricen a descartat·los del género: Menid·ia.

Las jorntas chileno-peruanas de pejerreyes señaladas hasta la fecha, son en núrnero de diez, y nquí va su en11· meración, por orden de fecha de las descripciones origi-nales, y su sinonim_ia. Considero A. laticlavia C. V. como variedad de B. r e g i u s (Humb.) y (f. archaeus Cope como variedad de B. microlepidotus (J en.).

Recordaré de paso que en el tomo III de la tan im-portante Revista Chilena de Historia Natural del Dr. Pot·-ter, el distinguido y malogrado intiólogo Dr. F. DELFÍN

REVISTA CHILENA DE HISTORIA NATUUAL

dió ·en su «Catálogo de los pec.es chilerlOtJ » , uua lista de pe· jerreyes que hay simplemente que completar.

Para diferenciar una de otra ·a estas diez· formas he p1~eparado el cuadro adjunto que permite observar en se· guida cuán artificiales son estas divisiones. Tanto el nú-mero de radios ramificados de la aleta anal, como el nú-mero de las escamas de la serie longitudinal y los valores de la distancia entre la inserción anterior de las dorsales pasan de uno a otro casi sin otra discontinuidad que la que hay en la serie natüral de los n1Í1neros. Por lo tanto, es bien evidente que hay que completar la diagnosis de las formas apelanflo a todas las demás relaciones, cuyo conjunto permite caracterizarlas un poco mejor.

En las costas de la ·extrernidad austral de Sud-Amé-l'ica existe una forma de pejerrey que la expedición sueca encontró!' tanto en Río Gallegos corno en el Seno de Ulti-ma Esperanza. Smitt (Bihang S ven. V et. Akad. 1898) la refirió a Atherinichthys re.qia var. laticlavia:· pero conside-ro, por los motivos que expresaré en mi monografía, que ella representa la variedad austral de una especie que llega en las costas del Atlántico hasta el Golfo de San Matías, y du.rante el invierno hasta el mismo puerto de Quequén (Prov. de Buenos Aires) en donde se la designa -no sé por qué razón con el hombre de «cuerno). He dado a esta forma del Atlántico sud el nombre de Basi-lichthys s m i t t i o pejerrey de < ~ o l a amarilla.

La cai"acterizo de esta manera: Dientes vomerinos presentes. Escamas de la serie longitudinal 90-109 aD ~S 103 circ. ~35 (%8) pD~ pA pAS (21-23)--bA=== (16-17).

En cuanto a la variedad australis, difiere de la forma snzitti por el valor de la relación aD~ : bD2 que es igual a 7 en s1nitti y sólo 6,09 en la variedad de Ultima Espe· ranza y de Río Gallegos.

En el diagrama adjunto (Lám. III) que representa esta variedad se encuentran indicados· en centésimos del cuerpo o soma, los valot"~s de las medidas que utilizo para precisar los caracteres de las varias formas de Basilichthys.

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86 HEYTSTA CHILENA DE HISTORIA NATURAL - --------- ·- . . -----

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J ord. J. &

Stanford

Lahille.-FORMAS CHILENO-PERUANAS DE PE.TERR.E:YES 89 -----------------------------------------------

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11. LA EVÚLUCIÓN DE LA ALETA CAUDAL

cLa téte avait loujours n1arcllé de-rant la queue.

La queue a u ciel se plaignit .. . • La cabeza habia siempre andado

po delante de la cola. La cola al . cielo se quejó ...

LA FoNTAINE. Fabl. VII, 17.

. Los peces al nadar, aún en aguas tranquilas, tienen que vencer una resistencia enorme. Sin embargo, en estas condici-ones, algunos def4arrollan una velocidad de 18 l(m. por hora, es decir, de 5 mts. por segundo. La resistencia del .agua actúa sobre los tejidos blandos de los embriones y larvas y modela forzosamente sus cuerpos plásticos, de acuerdo con la herencia del organismo y la potencia mus-cular de la cola del pececito encargada de vencer la resis-tencia. La forma de una planta o de un animal en un momento dado de su existencia, no puede ser pues sino la resultante de los factores internos y externos que han intervenido sobre él desde el estado de ge1·men hasta el momento que se considera.

La aleta caudal resulta así la mejor expresión de modo de reacción del pez a las fuerzas que actúan sobre él durante la natación y su forma se encuentra íntima-mente relacionada con el modo dé vida del pez y con su velocidad normal media. El examen de la aleta caudal y de su desarrollo reviste, por consiguiente, un interés es-pecial.

Agassiz (1833), Me Coy (1848), Rydet· (1886), Bal-four, Parker, Dollo, Boulanger, etc., han estudiado la. constitución y la evolución general de la aleta caudal en

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90 REVISTA CHTLF:'JA DE HISTORIA NATURAL

algunos peces y pudieron precisar etapas de su desarrollo progresivo o regresivo, pero Houssay en su admirable tra-bajo sobre «~a forma, potencia y estabilidad de los peces» (1912), realizó experimentos para comprobar cómo las varias disposiciones anatómicas observadas se encuentran impuestas por las necesidades fisiológicas.

Demostró que la inestabilidad es la condición más favorable para la natación y que el pez tiene que mante-ner de un modo activo su centro de gravedad su lastre-lo más alto posible. I.Jo que explica que al morir se de vuelta dorso abajo.

Houssay demostró también que para conservar el equilibrio, la cola de lo~ peces cartilaginosos tuvo ·que

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volverse asimétrica (Heterocerca) al mismo tiempo que las aletas pares extendidas se situaban ventralmente. Más tarde, bajo la influencia de nuevos factores estas colas he-terocercas tendieron a tomar, por lo menos en apariencia una disposición simétrica, es decir, que se volvieron ho· mocercas. Todos los autores que acabo de citar no han podido examina1~, como bien se concibe, sino unas cuan· tas especies. Por eso conviene, cuando la ocasión se pre· sente, estudiar nuevos tipos para obtenel' nuevos datos ilustrativos y nuevas cornprob11ciones.

Es lo que voy hacer con el pejerrey. En la primera época de la fase larval del pejerrey,

cuando persiste aún la vesícula vitelina, la notocorda es recta y la parte terminal del cuerpo, la cola que al pt·inci· pio carecía de aleta impar (A.rquicerquia) y que la tuvo luego, pero hialina y sin radios (Lofocerquia), la tiene ahora sostenida por radios córneos o ceratotriquioR (Pro. tocerquia).

Esta aleta caudal prinzitiva es redondeada y simétri. ca (1) como en los marsipobranquios y algunos selacios paleozoicos ( P l e u r a c a n t h u s , por ejemplo) y puede dividirse en tres regiones: el lóbulo terminal o apical (LA), la re-gión epicordal de la aleta (AE) y la región hipocordal AH). La simetría es externa e interna a la vez, pero esta simetría no es el resultado como en la dificerquia, de la supresión de la extremidad del eje .

A la eclosión los pececitos descansan sobre el fondo de la laguna o de la pileta de crianza; la vesícula vitelina no es como para facilitarles la natación. Pero la compre-siótl consecutiva de la región hipocordal parece producir un doble efecto. Las fibras musculares oblícuas y longi-tudinales de la región epicordal encuentran, para contrac-tarse, rnayor facilidad que las fibras hipocordales, así es que. la extremidad posterior de la notocorda y de su vaina (VC), se van levantando o ende1·ezando. Correlativamente, en la región inferior más excitada por las presiones y que tiene que desarrollar una fuerza más intensa para la pro-gresión, aparece contra la vaina una serie longitudinal de cinco piezas cartilaginosas e i1npares, son las basales o ra-

' ( 1) En vez de la palabra protocerquia (Parker), Dollo usa la de

dificerquia primitiva o dificerquia propiamente dicha·

Lahille.-FOR::\lAS CHILENO-PERUA~AS DE l.,EJERREYES 93

diales (Bl a 135) sobre las cuales se van a insertar un poco más tarde los radios definitivos (Dermotriquios) de la ale-ta. De estas cinco piezas es la tercera la que tema mayor

. desarrollo y corresponde al punto de flexión de l~ noto-r corda (fig. 3). : Aparece la heterocerquia, acentuada y permanente en los ostra-,' . ' . . r ' ' . ' :. '. ' • . •

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codermos, la gra.n mayoría de Jos elasmobranquios, en todos los actua-les, en los holocéfalos, en algunos dipneustos fósiles y e.n los chon-drosteos actuales. .

La aleta se vuelve de más en más heterocerca. En la fig. 3 la aleta primitiva queda aún un poco más desarro-llada que la futura aleta definitiva, pero dislninuye pro-gresivamente de importancia y en las figut·as 5 a 10 se ve cómo llega a un estado rudimentario.

En cambio, a medida que el alevino va adaptándose a una natación Inás rápida y más perfecta, la aleta caudal definitiva, que según Dollo corresponde en realidad a una segunda anal (en la águila, v. gr.) y participo de esta . . . , . . . misma op1n1on--torna una Importancia siempre mayor y pasa por las formas sucesivas caracte1·ísticas de su evolu-ción progresiva: 1.0 redondeada (Fig. 7 y 8-La1·go medio del alevino. 16 a 18 mm.); 2.o truncada (Lai~go del pez 20 mm.); 3.o truncada y levemente escotada (Fig. 9) pez de 22 mm. de largo; 4.o francamente escotada (l4.,ig. lO-Largo del alevino 24 mm.); 5.o ahorquillada y con radios en abanico, t·ipidicerca (Adulto).

Al trigésimo sexto día la aleta caudal secundaria es inequilobadn e hipobática, y al llegar al estado adulto la sitnetría interna no es perfecta como lo sería por una dis-posición simétrica adquirida por las piezas neurales y he-males (Isocerquia.Cope 1871) o por la supresión de la par-te terminal del eje (Dificerquia-Coy 1848). La simetría puramente externa de la aleta del pejerrey se acentúa con la edad y la cola se pone así francamente homocerca.

El lóbulo dorsal de la aleta caudal del B. bonariensis adulto presenta diez radios marginales, uno a1·ticulado y ocho t·amificados, v el lóbulo ventral; 7 radios ramificados, .,

uno articulado y diez marginales. El primer radio marginal anterior de antbos lóbulos

de la aleta se encuentra soportado por las apófisis dorsal y ventral de la vértebra 46.a..

La columna vertebral está constituída por 50 vérte-bras y un breve urostilo o vaina osificada de la notocorda.