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Las Persecuciones en la Iglesia
Desde los inicios del cristianismo hasta que Constantino les puso fin a las persecuciones
(Edicto de Milán, año 313).
Fue un período que marcó el rumbo de la historia de la iglesia, tanto así que se sigue
viviendo con la influencia de algunas decisiones y sobre todo el marco institucional de la
fe que rige en la actualidad. El cristianismo surgió en un mundo que tenía ya sus propias
religiones, sus culturas y sus estructuras políticas, una religión nueva que se inserto en este
mundo romano plagado de diversas culturas, por la situación de dominación de los pueblos
existente.
Dentro de ese marco, la nueva fe se fue abriendo camino, pero al mismo tiempo se fue
definiendo a sí misma, su principal característica el monoteísmo y el Dios hombre: Jesús,
su intolerancia ante el culto a otros dioses milenarios, como Isis, Astarté, la Ártemis efesia,
u otros que en el imperio había acogido como metrópolis del antiguo mundo; pero la más
importante tarea del cristianismo fue definir su propia naturaleza ante el judaísmo del cual
surgió y del cual se desmarco.
Es por ello que las primeras persecuciones contra los cristianos surgieron de su raíz cultica,
el judaísmo, desatadas por el fariseísmo y especialmente por Saulo un judío impetuoso y
fiel observante de la ley mosaica, letrado de la escuela de Hilel, discípulo de Gamaliel.
Pronto el cristianismo tuvo sus primeros conflictos con el estado, y fue dentro de ese
contexto fue que la nueva fe tuvo que determinar su relación con la cultura que le rodeaba,
así como con las instituciones políticas y sociales que fundaban ese imperio.
Se desencadeno también una persecución ideológica desde adentro, surgiendo del mismo
seno la Iglesia herejes que atentaban contra la doctrina cristiana, en su esencia.
Esos conflictos con el estado y con sus congéneres produjeron mártires y apologistas.
Los primero tres siglo de la Iglesia fue escrita con la sangre de los mártires, que a pesar de
las historias sucedidas en el tiempo, pareciera que el número de los mártires no fuero
exorbitantes, pero si los que ocurrieron, fueron sangrientos y determinantes en la fundación
de la fe cristiana como religión mundial. Se tiene testimonios, noticias fidedignas, relatos,
cartas y testigos oculares, incluso actas judiciales que dan pormenores de tales sucesos.
Dentro de los aspectos que llevaron a la persecución de los cristianos se pueden describir
muchas, pero me parece que la que más destaca es la perpetrada por el mismo pueblo del
imperio que al verse hostigados y menospreciados por la nueva religión por sus cultos y sus
creencias, comienzan por tomar justicia con sus propias manos, el odio hacia la nueva secta
nazarena se propago, adhiriéndoles hechos injuriosos y maliciosos a su desarrollo cultico,
acreditándoles culpabilidad como la peste y el hambre que asolo al imperio en tiempos de
Septimio Severo, tal y como le sucedió a Jesús ante el Sanedrín.
Veamos entonces, la institución del estado romano tomo carta en el asunto propiciando
elementos jurídicos para la persecución; Roma cuna del derecho civil y administrativo, con
una elaboración jurídica excepcional, a tal grado de ser cimiento del derecho actual,
imprime su sello personal al decretar edictos y restricciones contra los cristianos, los cuales
a diferencia del estado eran intolerantes ante el libre culto. De acuerdo con esto algunos
historiadores creen que hubo un punto en el derecho penal romano contra el cual los
cristianos chocaron y se vieron obligados de perseguirles.
No obstante el estado aún era bastante permisivo y tolerante, “el hecho de que los
cristianos se negaran por principio a rendir culto al emperador, los hubiera colocado sin
más ni más bajo las disposiciones penales de la lex maiestatis. Delito de lesa majestad que
era en su origen lo que hoy designamos con los términos de alta traición, rebelión o
sedición contra la autoridad constituida”.
Pero al parecer esto nunca fue un punto de partida para el genocidio cristiano, pues según
los procesos contra los cristianos que se conocen, jamás se hablo de ello, las gentes sin
importancia no fueron nunca objeto de estas leyes, mucho menos que el mismo emperador
se molestará personalmente en enjuiciar a algún plebe de su imperio, según los datos
históricos los cristianos se veían sometidos a juicios donde tenían la faculta de defenderse y
demostrar que su fe no iba en contra del “imperio”;
Ahora bien si se buscan motivos políticos, algunos autores, insisten en la posibilidad de que
el imperio se sintiera amenazado por el incremento de adeptos a la nueva religión, aunque
estos no amenazaban al estado, más bien su principio fundamental era una nueva vida
fundada en la solidaridad, el culto a un solo Dios y no al hombre, el cual es manifestación
del amor y la misericordia de ese Dios. Anquen los cristianos crecían rápidamente, podían
entonces tomar, a lo mejor, algún papel político que influyera por el mismo hecho de ser
muchísimos, tal como sucedió siglos después (300).
Las primeras persecuciones narradas son las cometidas por Nerón, su reinado se asocia
comúnmente a la tiranía y la extravagancia, además de como un implacable perseguidor de
los cristianos.
Su locura le llevo a incendiar Roma y descargar su mentira sobre la secta judía que ya
convivía entre ellos, entonces se desato un gran odio, tal y como lo formula Tertuliano:
“«En cuanto la Verdad entró en el mundo, con su sola presencia levantó el odio y la
hostilidad»”
Luego de esto aparece Trajano con su famoso rescripto:
1. No hay que ir a buscar a los cristianos, sino que sólo debe castigárselos cuando se ha formulado una denuncia, siempre que ésta no sea anónima.
2. Si un acusado se declara dispuesto a dejar de ser cristiano, y lo acredita prestando honores a los dioses, en gracia a su cambio de opinión no debe imputársele su sospechoso pasado.
Al ser denunciado un cristiano, entraba en escena el juez que utilizaba sus esfuerzos para
hacer posible la absolución, un defensor de oficio podríamos llamarlo ahora.
Según Tertuliano en su escrito Ad Scapulam relata un ejemplo característico de un
procónsul gobernando su provincia y dictaminando lo siguiente: «¡Canallas, si estáis
decididos a morir, arrojaos por un precipicio o ahorcaos vosotros mismos!».
Todo esto contrasta con la descripción de San Agustín al describir las persecuciones como
las diez plagas de Egipto en su De Civitate Dei, ya que al parecer las persecuciones no
gozaban de tiempos de paz, la persecución fue perenne, encontrándose a la expectativa de
las denuncias por parte de la población o de alguna autoridad romana; las persecuciones
tumultuarias eran ilegales y algunos emperadores dictaron edictos contar ellos, como lo
hizo Adriano y más tarde Antonino Pío.
Podría entonces concluir con que no se posee información acertada de el número
aproximado de los mártires cristianos, pero que su suplicio si fue sangriento; y que la
persecución no podría encajonarse solo desde el hecho de la muerte martirial, sino también
desde la represión. Tal persecución admitía varios grados, desde el arresto sin garantías, la
privación de derechos públicos, el encarcelamiento, el azotamiento y la tortura, la
ejecución, llamada martirio, pasando por el pago de un impuesto suplementario (como el
caso de los mozárabes), la confiscación de sus bienes o incluso la destrucción de sus
propiedades, su arte, sus libros y sus símbolos o la incitación a traicionar de sus principios y
delatar a otros cristianos. La persecución representa una influencia grande en nuestros
tiempos, de la cual la Iglesia aún sigue siendo objeto por los gobiernos liberales y
comunistas que chocan contra su doctrina; también es objeto de persecución a causa de
decantarse por la vida y las reglas morales y naturales que la vida misma proporciona; en
fin la violencia y la persecución ha sido y es una misiva que va delimitando el actuar de la
Iglesia en este mundo secularizado y materialista.
ANEXO
1- Persecución a los cristianos por judíos 1.1 Muerte de Esteban1.2 Saulo-Pablo de Tarso
2- Persecución a cristianos en el Imperio Romano 2.1 La persecución de Nerón, 64-68Pedro Y Pablo2.2 La persecución de Domiciano, 81-96
Simeón, obispo de Jerusalén Flavia, hija de un senador romano
2.3 La persecución de Trajano, 109-111 Se supone que el martirio de Ignacio de Antioquía sucedió bajo el reinado de este
emperador. El Papa Telésforo Policarpo de Esmirna
2.4 La persecución de Marco Aurelio, 161-180 Justino Apolonio
2.5 La persecución de Septimio Severo, 202-210 Santa Cecilia y su esposo Valeriano Séptimio promulgó una ley que prohibía la difusión del cristianismo y el judaísmo.
Este fue el primer decreto universal prohibiendo la conversión al cristianismo.Leonidas
Perpetua y Felicidad2.6 La persecución de Maximino, 235
Ponciano Hipólito
2.7 La persecución de Decio, 250-251 El papa San Fabián y Santa Águeda Orígenes Babillas, obispo de Antioquía, con sus tres pequeños hijos, Urban, Prilidan y
Epolon Sixto, obispo de Roma
2.8 La persecución de Valeriano 256-259 San Cipriano, obispo de Cartago y Sixto II, obispo de Roma
2.9 La persecución de Diocleciano, La gran persecución 303-313 fue la más grave, pues este quiso reformar el imperio en todos los aspectos y una
parte muy esencial de su política era reforzar el culto imperial. Fue tan larga esta persecución que fue llamada la Era de los mártires San Sebastián, San Pancracio y Santa Inés
Bibliografía
LUDWIG HERTLING, S. I.; Historia de la Iglesia; EDITORIAL HERDERhttp://es.wikipedia.org/wiki/Ner%C3%B3nhttp://es.wikipedia.org/wiki/Persecuci%C3%B3n_