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LAS PLEGARIAS DE ORDENACIÓN ANTOLOGÍA DE TEXTOS CUADERNOS PHASE 194 Centre de Pastoral Litúrgica Barcelona

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LAS PLEGARIAS DE ORDENACIÓN

ANTOLOGÍA DE TEXTOS

CUADERNOS PHASE194

Centre de Pastoral LitúrgicaBarcelona

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Dirige Cuadernos Phase: Josep Urdeix

Junio 2010

Edita: Centre de Pastoral Litúrgica Rivadeneyra 6,7. 08002 BarcelonaISBN: 978-84-9805-423-1D.L.: B - 30.214 - 2010Imp.: Punt Dinàmic

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Sumario

Presentación (J.U.) ................................................................... 5

Sección primeraLos testimonios más antiguos de las plegarias de ordenación

1. Tradición Apostólica ................................................... 9 2. Escritos pseudo-clementinos ..................................... 11 3. Los Cánones de Hipólito ............................................ 12 4. Las Constituciones Apostólicas ................................. 13 5. El Testamento de Nuestro Señor Jesucristo ............. 16 6. “Eucologio” de Serapión ............................................ 20

Sección segundaPlegarias de ordenación de las liturgias orientales 0. Proclamación de la ordenación ................................. 25Grupo Antioqueno: I. Ritos Siro-occidentales ...................... 26 1. Rito armenio ................................................................ 26 2. Rito bizantino .............................................................. 29 3. Rito jacobita ................................................................. 33 4. Rito maronita .............................................................. 36 5. Rito melquita ............................................................... 40 Grupo Antioqueno. II. Ritos Siro-orientales ......................... 44 1. Rito caldeo ................................................................... 44 2. Rito georgiano ............................................................. 48

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Grupo alejandrino ................................................................... 50 Rito copto ........................................................................... 50

Sección terceraPlegarias de ordenación de las liturgias occidentales 1. Rito romano.................................................................. 55 2. Rito galicano ................................................................ 65 3. Rito hispano ................................................................. 69

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Presentación

Ya en otras ocasiones, “Cuadernos Phase” ha publicado números monográfi cos, cuyo objetivo era el de presentar una antología de textos litúrgicos correspondientes a una misma temática. Así se hizo, por ejemplo, con el tema de las letanías (núm. 170) o con el de las plegarias eucarísticas (núm. 184).

Ahora, nos ha parecido oportuno hacer lo mismo con las plegarias de ordenación, bien sean episcopales, presbiterales o diaconales. Acerca de la teología subyacente en estas plegarias o sobre el rito mismo de la ordenación, también se ha tratado ya en “Cuadernos Phase”. Por ejemplo, en: La ordenación epis-copal (núm. 116) o en La plegaria de ordenación presbiteral (núm. 144). En este “Cuaderno”, por tanto, no nos detenemos ni en los aspectos teológicos de las plegarias de ordenación ni en el comentario sobre el desarrollo litúrgico de la misma. Ofrecemos los textos, con el interés que tienen en sí mismos y contando que ya es prestar una ayuda a los lectores el hecho de que puedan disponer de ellos con facilidad, al encontrarse agrupados en una misma publicación. Por otra parte, ya es en este aspecto que se centra el interés de las antologías: tener a mano los textos pro-pios de una determinada temática. En nuestro caso, el abanico en el que se abre esta antología tiene ya su propio interés, tanto en lo que afecta al tiempo (desde los primeros documentos litúr-gicos hasta el Vaticano II) como en lo que afecta a la diversidad de ritos, bien sean orientales u occidentales.

* * *Cuando en “Cuadernos Phase” hemos publicado antolo-

gías de textos, lo hemos hecho sin nombre de autor en cuanto

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a la selección de los mismos, porque hemos dado prioridad a los textos en sí mismos y hemos considerado el trabajo de su selección como algo funcional. En este caso, la situación es algo especial y por eso hemos de hacer mención de la procedencia de esta antología.

La base de la selección de textos y la traducción de los mismos tiene su origen en unos apuntes de clase del Profesor Don Ignacio Oñatibia, unos apuntes difíciles de datar, a los que además hemos añadido algunos textos para completar el itinerario de las plegarias de ordenación del rito romano, que posiblemente los alumnos del profesor Oñatibia ya tenían a mano aparte de aquellos apuntes. Dejamos así constancia del origen de esta antología porque D. Ignacio merece que lo haga-mos constar explícitamente, de igual manera que él no hubiera tenido difi cultad en aceptar los pequeños retoques que hemos dado a esta antología de plegarias de ordenación, que los estudiosos de la liturgia agradecerán, así lo esperamos, al poder encontrar-los reunidos en un manejable fascículo.

Josep Urdeix

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Sección primera

LOS TESTIMONIOS MÁS ANTIGUOS DE

LAS PLEGARIAS DE ORDENACIÓN

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1. Tradición Apostólica

Fuente documental: Edición: B.Botte, La tradition apostolique de saint Hyppolyte. Essai de reconstitution (LQF), Münster. W., 1963. (Núm. 2-3,7,8)

1. Plegaria de ordenación episcopal

Dios y Padre nuestro Señor Jesucristo, Padre de las miseri-cordias y Dios de toda consolación,1 que habitas en lo más alto y fi jas tus ojos en lo que es humilde,2 que conoces las cosas antes de que existan;3

Tú que fi jaste las reglas (horous)4 de tu Iglesia por la pala-bra de tu gracia,5 que predestinaste desde el principio a la raza de los justos6 descendientes de Abrahán y que instituiste jefes y sacerdotes (archontas... hiereis katastèsas) y no dejaste sin servicio (aleitourgèton) tu santuario; Tú que has querido, desde la funda-ción del mundo, ser glorifi cado en aquellos que elegiste,

Derrama también ahora (kai nyn) el poder que viene de Ti, el del Espíritu soberano (tou hègemonikou Pneumatos),7 que diste a tu bienamado Hijo8 Jesucristo y que Él dio a tus santos Após-toles9 que fundaron (hathidrysan) la Iglesia en todo lugar como santuario tuyo para la gloria y alabanza incesante de tu Nombre. Padre, que conoces los corazones,10 concede (dos) a tu siervo a quien has escogido para el episcopado apacentar (poimainein)

1 Cf. 2Cor 1,3.2 Cf. Sl 112(113), 5-6.3 Cf. Dn 13,42.4 Horos=“ley”, “regla”: se refi ere a las normas que rigen la Iglesia en

materia de ministerios.5 Cf. Lc 4,22; Hch 14,3; 20,32. Aquí concretamente, “la Palabra de tu

gracia” es Cristo.6 Genos dikaiou, en la literatura cristiana, es la Iglesia.7 Cf. Sl 50(51), 12: spiritus principalis (“espíritu de dirección”).8 Pais = “Hijo”, pero también “Siervo”.9 Epitome: “que por medio de tu Hijo Jesucristo diste a tus santos

Apóstoles”.10 Cf. Hch 1,24. Ver Kleinheyer, Apg. 1,24 im Kontext der Weiheli-

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tu santo rebaño, ejercer para Ti el sacerdocio soberano (archiera-teuein) sin reproche, sirviéndote (leitourgounta) día y noche. Que no deje de volver propicio tu rostro (hilakesthai) y ofrezca los dones (prospherein soi ta dôra) de tu santa Iglesia; que, en virtud del espíritu del sacerdocio soberano (tô pneumati tô archieratikô), tenga el poder (exousia) de perdonar según tu mandato;11 que distribuya los ministerios (didonai klêrous) según tu orden12 y desate todo lazo en virtud del poder que diste a los Apóstoles;13 que te sea agradable por su mansedumbre y su corazón puro, ofreciéndote un perfume agradable14

Por tu Hijo Jesucristo por quien te es dado a Ti el poder, la gloria, el honor, con el Espíritu Santo en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos. Amén.

2. Plegaria de ordenación presbiteral

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,Mira a tu siervo aquí presente y concédele el Espíritu de

gracia y de consejo (symboulia) para que ayude a los presbíte-ros15 y gobierne a tu pueblo con corazón puro, del mismo modo que miraste a tu pueblo escogido y ordenaste a Moisés escoger a unos ancianos (presbyteros) a quienes llenaste del Espíritu que diste a tu siervo.16

Concede también ahora (kai nyn), Señor, que conservemos17 indefectiblemente en nosotros el Espíritu de tu gracia y, una vez

turgie, Zum Aufbau des Kapitels De ordinatione in Gegenwart und Geschichte: ZkTh 107 (1985) 31-38.

11 Cf. Jn 20,23.12 Cf. Hch 1,26.13 Cf. Mt 18,18.14 Cf. Ef 5,2.15 Según otras versiones: “el espíritu de gracia y consejo de los pres-

bíteros (del presbiterio) para que ayude”.16 Cf. Nm 11,16-25.17 En este párrafo los verbos están en primera persona del plural: se

refi ere a un grupo de personas que incluye por de pronto al obispo y al nuevo presbítero (y probablemente a todo el presbiterio).

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llenos de ese Espíritu, haznos dignos de servirte en simplicidad de corazón, alabándote por tu Hijo Jesucristo

por quien te es dada la gloria y el poder, al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

3. Plegaria de ordenación diaconal

Oh Dios, que todo lo creaste y dispusiste por el Verbo, Padre de nuestro Señor Jesucristo

a quien enviaste para servir según tu voluntad y manifestar-nos tus designios,

concede el Espíritu de gracia y de celo (Spiritum gratiae et sollicitudinis et industriae) a tu siervo a quien has escogido para servir a tu Iglesia y para presentar18 en tu santuario lo que te ofrece aquel que ha sido establecido como tu sumo sacerdote, para gloria de tu Nombre, para que, sirviéndote sin reproche y con una vida pura, alcance un grado superior (o: dignus sit gradu hoc magno et excelso)19 y te alabe y glorifi que por tu Hijo Jesu-cristo, Señor nuestro,

por quien te es dado a ti honor y fuerza y alabanza, con el Espí-ritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

2. Escritos pseudo-clementinos

Edición: Die Pseudoklementinen. T. 2: Rekognitionen in Rufi ns Uebersetzung, ed. F. Paschke (GCS 51,140), Berlín, 1965.

4. Plegaria de la ordenación de Zaqueo

Dueño y Señor del universo, Padre y Dios, custodia al pastor

18 La versión latina se interrumpe aquí. Lo que sigue es una recons-trucción hipotética a partir de las versiones orientales.

19 Cf. 1Tim 3,13.

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con el rebaño. Tú eres la causa. Tú eres la fuerza. Nosotros somos los socorridos. Tú el que prestas el socorro, el médico, el salva-dor, la muralla, la vida, la esperanza, el refugio, la alegría, lo anhelado, el reposo; en una palabra, Tú eres todo para nosotros. Ayúdanos a alcanzar la salvación eterna, protégenos, guárda-nos. Tú lo puedes. Pues Tú eres príncipe de príncipes y señor de señores, dueño absoluto de reyes.

Concede al que va a presidir el poder de desatar lo que se deba desatar y de atar lo que se debe atar.20 Otórgale la sabidu-ría. Custodia (diaphylaxon) por medio de él, como tu instrumento (organon), que es, la Iglesia de tu Ungido como Esposa hermosa.

Porque tuya es la alabanza eterna: gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, por todos los siglos. Amén.

3. Los Cánones de Hipólito

Edición: Les canons d’Hippolyte, ed. R.-G. Coquin (PO 31/2), París, 1966, p. 357, núms. 39-42.

5. Plegaria de ordenación diaconal

Oh Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,te suplicamos que derrames tu Santo Espíritu sobre N. y lo

cuentes entre los que te sirven según tu beneplácito,como Esteban y sus compañeros;llénalo de fuerza y de sabiduría;21 hazle vencer todo poder

del maligno con el signo de la cruz con que Tú lo signas; haz que su vida sea sin pecado delante de los hombres y sea una verda-dera enseñanza para muchos, a fi n de que salve a muchos en la santa Iglesia sin escándalo, y acepta todo su servicio.

Por nuestro Señor Jesucristo por quien te es dada la gloria, con Él y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

20 Cf. supra, en la ordenación episcopal de La Tradición Apostólica: “Tenga el poder de perdonar según tu mandato”.

21 Cf. Hch 6,5.8.10.

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4. Las Constituciones Apostólicas

Edición: Didascalia et Constitutiones Apostolorum ed. F.X. Funk, vol. I, Paderborn, 1905 (reimpr. 1979), 474-476,522-524. Las coincidencias textuales con La Tradición Apostólica se presentan en cursiva.

6. Plegaria de ordenación episcopal

Soberano Señor, Dios omnipotente, que eres el único ingé-nito y sin rey (abasileutos), que eres desde siempre y existes desde antes de los siglos; que no necesitas absolutamente de nada (anendeès) y estás por encima de toda causa y origen; que eres el único verdadero, el único sabio, el único altísimo; que eres invisible por naturaleza, con un conocimiento que no tiene principio; que eres el único bueno e incomparable, que lo conoces todo antes de que exista y conoces lo que está oculto;22 que eres inaccesible y sin dueño; Dios y Padre de tu Hijo unigénito, Dios y Salvador nuestro, Creador del universo por él, proveedor (pro-noètes) y defensor (kèdemôn), Padre de las misericordias y Dios de toda consolación,23 que habitas en lo más alto y fi jas tus ojos en lo que es humilde;24

Tú que has fi jado las reglas de tu Iglesia por la venida en carne de tu Cristo, siendo testigo el Paráclito, por medio de tus Apóstoles y por nosotros obispos presentes por tu gracia; Tú que desde el principio estableciste (proorisas) sacerdotes para ayuda (epistasian) de tu pueblo: a Abel en primer lugar, a Set, Enós, Enoch, Noé, Melquisedec y Job; Tú que constituiste (anadeixas) a Abrahán y a los demás patriarcas con tus fi eles siervos (therapousin) Moisés, Aarón, Eleazar, Fineas; Tú que tomaste de entre ellos (procheirisa-menos) a príncipes y sacerdotes en la tienda del testimonio; Tú que elegiste a Samuel como sacerdote y profeta; Tú que no dejaste sin

22 Cf. Dn 2,22.23 Cf. 2Cor 1,3.24 Cf. Sl 113 (112),5-6.

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servicio tu santuario; Tú que distinguiste con tu benevolencia a aque-llos en quienes quisiste ser glorifi cado;

derrama también ahora, por mediación (mesiteia) de tu Cristo, por medio de nosotros, la fuerza del espíritu soberano que sirve (diakoneitai) a tu bienamado Hijo Jesucristo y que por tu voluntad El otorgó a los santos Apostóles, que son tuyos, Dios eterno. Con-cede en tu nombre, Dios conocedor de los corazones,25 a este siervo tuyo a quien has elegido para obispo apacentar tu santo rebaño y ejercer para ti el sacerdocio soberano, sirviéndote sin reproche día y noche y, aplacando tu rostro, congregar (episynagagein) a los que se han de salvar y ofrecerte los dones de tu Santa Iglesia. Concédele, Señor todopoderoso, por tu Ungido la participación (metousian) del Espíritu Santo,26 de manera que tenga poder de perdonar los pecados según tu mandato,27 de distribuir los ministerios según tu precepto28 y de desatar todo vínculo según el poder que diste a los Apóstoles,29 para que te sea agradable por su mansedumbre y puro corazón, ofrecién-dote constante, inocente e irreprensiblemente el sacrifi cio puro e incruento, que por medio de Cristo instituiste como misterio del Nuevo Testamento, en olor de suavidad.30

Por Jesucristo, tu santo Hijo, Dios y Salvador nuestro, por quien te es dada la gloria, el honor y el culto en el Espíritu Santo ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

7. Plegaria de ordenación presbiteral

Señor todopoderoso, Dios nuestro, que por medio de Cristo creaste el universo y por Él provees convenientemente a todo, ya que quien tiene el poder de crear distintas cosas tiene también el poder de proveer de distintas maneras; así, por Él, oh Dios, provees a los inmortales sólo con la vigilancia (phylakèmonè), a

25 Cf. Hch 1,24.26 Cf. 2Cor 13,14.27 Cf. Jn 20,23.28 Cf. Hch 1,26.29 Mt 18,18.30 Cf. Ef 5,2.

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los mortales con el seguimiento (diadochè), a las almas con la pre-ocupación de las leyes (phrontidi nomôn) y al cuerpo con la satis-facción de sus necesidades (anaplèrôsei tès endeias)

Mira ahora (kai nyn) Tú mismo a tu Santa Iglesia y acrecién-tala; multiplica a los que presiden en ella (proestôtas) y concéde-les fuerza para trabajar de palabra31 y de obra en la edifi cación (oikodomèn) de tu pueblo. Mira también ahora (kai nyn) Tú mismo a este siervo que ha sido agregado al presbiterio con el voto y la deliberación (psèphô kai krisei) de todo el clero y llénalo con el Espíritu de gracia y consejo (charitos kai symboulias) a que ayude y gobierne32 a tu pueblo con corazón puro,

como miraste a tu pueblo escogido y ordenaste a Moisés escoger ancianos a quienes llenaste de Espíritu.33 Y ahora (kai nyn), Señor, concede que, conservando intacto en nosotros el Espíritu de tu gracia, lleno de energía curativa y de carisma de enseñanza (energèma-tôn hiatikôn kai logou didakitou), adoctrine a tu pueblo con manse-dumbre y te sirva a Ti sinceramente, con conciencia pura y alma ferviente y cumpla sin reproche los servicios sagrados en favor de tu pueblo.

Por tu Cristo con quien Te es dada a Ti y al Espíritu Santo la gloria, el honor y el culto por los siglos. Amén.

8. Plegaria de ordenación diaconal

Oh Dios todopoderoso, verdadero y no falaz, rico para todos los que te invocan de verdad,34 terrible en tus decisiones, sabio en tus juicios, fuerte y grande:

escucha nuestra oración,35 Señor, acoge nuestra plegaria, ilumina tu rostro sobre este siervo tuyo36 que ha sido escogido

31 Cf. 1Tim 5,17.32 Cf. 1Cor 12,28.33 Cf. Nm 11,16-25.34 Cf. Rom 10,12.35 Cf. Sl 143(142),1.36 Cf. Sl 31(30),17.

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(procheirizomenon) para Ti para el ministerio y llénalo de espíritu y de fuerza,

como llenaste a Esteban, mártir e imitador de los padeci-mientos de tu Cristo.37

Concédele que, cumpliendo convenientemente el ministe-rio (leitourgèsanta) que le ha sido confi ado honradamente y sin reproche, se haga digno de un grado mejor (meizonos axiôthènai bathmou)38

por la mediación (mesiteias) de tu Hijo unigénito, con quien, y con el Espíritu Santo, te es dada la gloria, el honor y el culto por los siglos. Amén.

5. El Testamento de Nuestro Señor Jesucristo

Edición: Testamentum Domini nostri Jesu Christi, ed. I.E. Rah-mani, Maguncia, 1899; reimpr. Hildesheim, 1968, cap. 21,30,39.

Las coincidencias textuales con La Tradición Apostólica se pre-sentan en cursiva.

9. Plegaria de ordenación episcopal

Oh Dios, que todo lo creaste y consolidaste en fuerza; Tú que estableciste el orbe habitable con el concepto de la mente; Tú que adornaste con decoro todas las cosas creadas por Ti; Tú que les concediste la posibilidad de guardar tus preceptos; Tú que nos diste a nosotros la inteligencia de la verdad; Tú que nos diste a conocer aquel Espíritu bueno tuyo; Tú que enviste para nuestra redención a tu amado Hijo como único Salvador nuestro inma-culado; Dios y Padre nuestro Señor Jesucristo, Padre de las miseri-

37 Cf. Hch 6,5,8.38 Cf. 1Tim 3,13.

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cordias y Dios de todo consuelo,39 que habitas eternamente en puras y elevadas (mansiones), que eres altísimo, digno de alabanza, terri-ble; Tú que lo ves todo y conoces todo antes de que ocurra;40 Tú en quien están ya todas las cosas antes de que existan;

Tú que iluminaste a la Iglesia por la gracia de tu Hijo Unigé-nito, determinando de antemano y desde el principio que habitaran en tus mansiones los que desean la equidad y hacen lo que es santo; Tú que elegiste a Abrahán, que te agradó por su fe,41 y al santo Enoc trasladaste al tesoro de la vida;42 Tú que ordenaste príncipes y sacerdotes en tu altísimo santuario; oh Señor, que los llamaste a alabar y glorifi car tu santo nombre y el de tu Unigé-nito en el lugar de tu gloria; Señor Dios, que desde antes de la creación del mundo no dejaste tu sublime santuario sin servicio y desde la creación del mundo adornaste y decoraste tus santurios con príncipes (pontífi ces) y sacerdotes fi eles según el modelo de tus cielos.

Oh Señor, que también hoy quieres ser alabado y te has dig-nado constituir príncipes (presidentes) para tu pueblo, ilumina y derrama la inteligencia y la gracia de tu Espíritu soberano,43 que diste a tu amado Hijo Jesucristo; concede, oh Dios, la sabiduría, el consejo, la fortaleza, la fuerza, la unidad del espíritu para hacerlo todo con tu colaboración; concede, oh Dios, tu santo Espíritu, que fue dado a tu Santo; envíalo a tu santa y pura Iglesia, que canta tus alabanzas en todo lugar. Concede, Señor, que este siervo tuyo te agrade, para contar tu gloria y tu alabanza inac-cesible, para perfectas glorifi caciones, para tiempos propicios, para oraciones agradables, para súplica fi el, corazón humilde, para comportamiento de vida en humildad y verdad, para la ciencia de la rectitud. Oh Padre, que conoces los corazones de todos,44 a este siervo tuyo a quien elegiste para el episcopado, para que apaciente a tu santo rebaño y ejerza sin reproche el sumo sacerdocio, sirviéndote

39 2Cor 1.3.40 Cf. Dn 13,42.41 Cf. Heb 11,8.42 Cf. Gn 5,21-24; Heb 11,5.43 Cf. Sl 50(51), 12.44 Cf. Hch 1,24.

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día y noche, concede(le) que se manifi este tu rostro, hazlo digno de ofrecerte las ofrendas de tu santa Iglesia con diligencia y con todo temor. Otórgale que tenga tu Espíritu con pleno poder para soltar todos los lazos, como concediste a tus Apóstoles;45 que Te agrade en humildad; llénalo de caridad, ciencia, discreción, disciplina, perfección, magnanimidad junto con un corazón puro, mientras ora en favor del pueblo, mientras se entristece con los que obran insensatamente y los atrae a la ayuda, mientras Te ofrece alaban-zas, elogios y oraciones en olor de suavidad,46

por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, por quien (Te es dada) la gloria, el honor y el imperio juntamente con el Espíritu Santo, antes de los siglos y ahora y en todo tiempo y de genera-ción en generación y por los siglos de los siglos sin fi n. Amén.

10. Plegaria de ordenación presbiteral

Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que eres inefable, que eres espléndido, que no tienes ni principio ni fi n; Señor, que todo lo organizaste y circunscribiste, y a las cosas que creaste fi jaste un orden con tu voluntad;

Escúchanos y vuélvete a este siervo tuyo, concédele y otórgale el espíritu de gracia, de consejo y de magnanimidad, el espíritu del presbiterado que no envejece y no fl aquea, el espíritu homogé-neo que ama y reprende a los fi eles, para que ayude y gobierne a tu pueblo de obra, con temor, con corazón puro, en santidad, con decoro, en sabiduría y bajo la acción del Espíritu Santo y bajo tu providencia.

Señor, así como, cuando miraste a tu pueblo elegido, mandaste a Moisés que eligiera ancianos a quienes llenaste del Espíritu tuyo que diste a tus servidores.47

también ahora, Señor, concede a éste tu Espíritu que no falla, el que diste a los que fueron adoctrinados por Ti y a todos los que por ellos creyeron en Ti de verdad, y hazlo digno de que,

45 Cf. Mt 18,18.46 Cf. Ef 5,2.47 Cf. Nm 11,16-25.

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lleno de tu sabiduría y de tus ocultos misterios, gobierne a tu pueblo con el resplandor de un corazón puro y verdadero, mien-tras glorifi ca, bendice, alaba, da gracias y eleva la doxología en todo tiempo, de día y de noche a tu santo y glorioso nombre, trabajando en alegría, en paciencia, para que sea instrumento de tu Santo Espíritu, teniendo y llevando en todo tiempo la cruz de tu Hijo Unigénito nuestro Señor Jesucristo,

por quien Te (es dada) a Ti la gloria y el dominio juntamente con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

11. Plegaria de ordenación diaconal

Oh Dios, que todo lo creaste y adornaste por medio del Verbo; Tú que descansas en mundos puros; Tú que por medio de tus pro-fetas nos serviste la vida eterna y nos iluminaste con la luz de la ciencia; oh Dios, creador de cosas grandes y autor de toda gloria, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

a quien enviaste para cumplir tu voluntad para que sea liberado todo el género humano, y nos declaraste y manifestaste tu mente, tu sabiduría, tu presencia (visitationem), a tu amado Hijo Jesu-cristo, Señor de la luz, Príncipe de príncipes, Dios de dioses,

envía el espíritu de gracia y de diligencia sobre este siervo tuyo, para que le sea dada la solicitud, el descanso, la magnanimidad, la virtud de agradarte. Hazlo, Señor, obrero según la ley, sin con-fusión, manso, amante de los huérfanos, amante de los hombres piadosos, amante de las viudas, de espíritu ferviente, amante de las cosas buenas. Ilumina, Señor, a quien amaste y elegiste para servir a tu Iglesia, para ofrecer santamente en tu santuario las ofrendas que te son presentadas por la herencia del principio de tu sacerdocio, para que ejerciendo su ministerio sin reproche y pura y santamente y con el alma inmaculada, se haga digno de este orden grande y excelso por tu voluntad y te alabe incesantemente por tu Hijo Unigénito Jesucristo nuestro Señor,

por quien te es dada a Ti la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

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6. “Eucologio” de Serapión

Edición: Didascalia et Constitutiones Apostolorum, ed. F.X. FUNK, vol. II, Paderborn, 1905 (reimpr. 1979), 188-193.

12. Plegaria de ordenación episcopal

Tú que enviaste al Señor Jesús48 para ganar (aposteilas eis kerdos) al universo entero; Tú que escogiste (eklexamenos) por medio de Él (di´autou) a los Apóstoles49 y que de generación en generación50 ordenas (cheirotonôn) a los santos obispos; oh Dios de la verdad,51

haz de este hombre un obispo celoso (zônta), un obispo santo de la sucesión (tès diadochès) de los santos Apóstoles, y dale la gracia y el Espíritu divino que otorgaste a todos tus auténticos servidores y profetas y patriarcas. Hazle digno de apacentar a tu rebaño (poimainein sou tèn poimnèn)52 y haz que persevere sin reproche y sin perjuicio en el episcopado,

por tu Hijo único Jesucristo, por quien te es dada a Ti la gloria y el poder, en el Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amén.

13. Plegaria de ordenación presbiteral

Extendemos (ekteinomen) la mano, Señor, Dios de los cielos,53 Padre de tu Unigénito, sobre este hombre, y Te rogamos que venga sobre él el Espíritu de la verdad (to pneuma tès alètheias).54

48 Cf. Jn 3,17; 17,3.49 Cf. Lc 6,13.50 Cf. Est 9,28 (LXX).51 Cf. Sl 31(30), 6.52 Cf. Hch 20,28; 1Pe 5,2.53 Cf. Ne 1,4.5.54 Cf. Jn 15,26.

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Concédele visión y conocimiento y un corazón bueno;55 hágase en él (genesthô) en autô) el Espíritu divino para que pueda administrar (oikonomèsai) a tu pueblo para Ti, comunicar tus oráculos divinos (presbeuein ta theia sou logia) y reconciliar (kata-llaxai)56 a tu pueblo contigo, Dios unigénito,

Tú que del espíritu (apo tou pneumatos) de Moisés diste a los elegidos57 el Espíritu Santo,

Concede (merison) también, a éste, el Espíritu Santo del (ek) Espíritu de tu Unigénito con vistas a la sabiduría, el conoci-miento y la fe recta (eis charin sophias kai gnôseôs kai pisteôs),58 para que pueda servirte (hypèretèsai) con conciencia pura.59

Por Jesucristo, tu Unigénito, por quien te es dada a Ti la gloria y el poder, en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

14. Plegaria de ordenación diaconal

Padre del Unigénito,que enviaste (aposteilas) a tu Hijo60 y ordenaste (diataxas) las

cosas de la tierra (ta epi tès gès pragmata) y diste a la Iglesia cáno-nes y órdenes (kanonas kai taxeis) para utilidad y salvación de los rebaños; Tú que elegiste (eklexamenos) obispos y presbíteros y diáconos para el servicio (eis leitourgian) de tu Iglesia católica; Tú que por medio (dia) de tu Unigénito elegiste (eklexamenos) a siete diáconos y les diste el Espíritu Santo.61

instala (katastèson) también a éste como diácono de la Iglesia católica y concédele (dos en autô) el Espíritu de conocimiento y discreción (pneuma gnôseôs kai diakriseôs),62 para que en medio de

55 Cf. Lc 8,15.56 Cf. 2Cor 5,20.57 Cf. Nm 11,17-25.58 Cf. 1Cor 12,8.9.59 Cf. 1Tim 3,9; 2Tim 1,3.60 Cf. 1Jn 4,10.61 Cf. Hch 6,5-6.62 Cf. Is 11,2; 1Cor 12,10.

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tu pueblo santo pueda servir pura y limpiamente en este minis-terio (diakonèsai en tè leitourgia taulè).

Por Jesucristo tu Unigénito, por quien te es dada a Ti la gloria y el poder, en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

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Sección Segunda

PLEGARIAS DE ORDENACIÓNDE LAS LITURGIAS ORIENTALES

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PROCLAMACIÓNDE LA ORDENACIÓN

Edición: H. Denzinger, Ritus Orientalium Coptorum, Syrorum et Armenorum in administrandis sacramentis, 2 vols., Würzburg, 1853-1854 (reimpr. Graz, 1961); E. Renaudot, Liturgiarum orienta-lium collectio, 2 vols., 2a. ed., Frankfurt, 1847.

15. La fórmula de invitatorio: “La gracia divina”

La gracia divina (hè theia charis), que siempre cura al que està enfermo (ta asthenè therapeuousa) y suple lo que falta (ta elleiponta anaplèrousa) elige (procheirizetai) a N. como obispo (presbítero, diácono) de... Oremos, pues, por él, para que venga sobre él la gracia del Espíritu Santo.

NotaEn las ordenaciones bizantinas actuales, el obispo empieza por

decir, al mismo tiempo que impone la mano sobre la cabeza del can-didato, la fórmula “La gracia divina”, que es casi la misma fórmula para cada una de las ordenaciones. La fórmula “La gracia divina” va seguida del canto del Kyrie eleison, durante el cual el obispo dice en voz baja una primera oración sobre el ordenando: el texto de esta oración es diferente para la ordenación de un obispo, de un presbítero o de un diácono. Después se recita una letanía, durante la cual el obispo dice una segunda oración sobre el ordenando. La fórmula “La gracia divina” se encuentra, con variantes, en todos los ritos orientales. Esta fórmula tendría su correspondencia con la que en Roma se denomina “brevis advocationis” (breve anuncio o proclamación) y que empieza con las palabras: “Auxiliante Domino” (Con la ayuda del Señor). Ambas fór-mulas serían como una “proclamación” del candidato, que precedería a la plegaria de ordenación como tal.

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Grupo AntioquenoI. Ritos Siro-occidentales

1. Rito armenioEdición: Rituale Armenorum, ed. F.C. Conybeare, Oxford,

905, 228-235; H. Denzinger II, 286-363.

16. Plegaria de ordenación presbiteral

Señor, Dios omnipotente, creador de todas las creaturas, libertador y renovador del género humano,

que por tu infi nita benignidad distribuyes gracias visibles e invisibles a tu santa Iglesia;

ahora, pues, rogamos a tu benéfi ca clemencia que concedas la gracia a este siervo tuyo, para que, por esta llamada y por esta imposición de manos, alcance el grado del presbiterio, para que se haga digno de recibir tu Santo Espíritu a fi n de cumplir recta-mente los dones del ministerio.

Por la gracia y la misericordia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que nos invitó a todos nosotros a la santa vocación a cada cual en su rango, para rendir culto a Dios y glorifi car en la acción de gracias al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

17. Plegaria de ordenación presbiteral

Señor Dios omnipotente, providentísimo, creador de todas las creaturas, visible e invisibles; Tú habitas en una luz terrible e inaccesible y los abismos profundos están patentes a tus ojos; Te rodean ejércitos celestiales, ángeles, arcángeles, potestades, principados, tronos, dominaciones, serafi nes y querubines y todas las potencias incorpóreas y Te glorifi can siempre cantando el himno triunfal:

Tú, Señor de todas las potencias, fuerte en todo, que nada necesitas, compadecido en tu clementísimo amor de la humilla-

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ción del género humano, segregaste para Ti de entre todos los hombres un pueblo singular, tu santa Iglesia, a la cual llamaste “cuerpo y miembros tuyos” y constituiste en ella sacerdotes, pastores y jefes para tu pueblo.

Escucha, Señor, también ahora la voz de nuestras plegarias y a este siervo tuyo N. ordenado ahora, a quien Tú llamaste y acogiste en el presbiterado y sobre quien ahora se imponen las manos, y consérvalo incólume en este sacerdocio al cual ha sido llamado. Concédele un corazón recto, para que pueda obser-var diligentemente todos tus preceptos; ámete con todas sus fuerzas y con (todo) su corazón y con toda su mente;1 camine sin culpa por los caminos de la justicia con puro corazón y fe sincera; abunde en buenas obras, según tu rectísima voluntad; manténgase constante y puramente en el sacerdocio, delante de Ti en la Iglesia católica, edifi cado y confi rmado sobre la piedra de la fe de los Apóstoles y profetas, pues ha de sembrar en todos sus oyentes la fe vivifi cante y ortodoxa de la Iglesia apostólica. Concédele la gracia apostólica para ahuyentar y repeler de los hombres todas las enfermedades malignas y todos los espíritus inmundos, e imponiendo sus manos e invocando tu nombre omnipotente sobre ellos, pueda ofrecer ayuda y curación a los afl igidos.2 Sea digno de llamar del cielo al Espíritu Santo para la regeneración espiritual de los que son bautizados con fe en la fuente luminosa en la que consigan la gran gracia de tu adopción y se hagan herederos del reino de los cielos y templo del Espí-ritu Santo. Celebre el tremendo y santo misterio del Cuerpo y la Sangre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo para el perdón de los pecados de quienes comulgan dignamente; cumpla íntegra y santamente todo el ministerio de su sacerdocio y sea glorifi ca-dor de la santísima Trnidad y en recompensa reciba junto con los bienaventurados Apóstoles la vida eterna, haciéndose acreedor al doble honor.3

Por la gracia y la misericordia de nuestro Señor y Salvador

1 Cf. Dt 6,4.2 Cf. Sant 5,14.3 Cf. 1Tim 5,17.

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Jesucristo, que nos invitó y llamó a su Reino y a su gloria: con quien Te corresponde, juntamente con el vivifi cante y purifi ca-dor Espíritu Santo, la gloria, el poder, etc.

18. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: Rituale Armenorum: F.C. Conibeare; H. Denzinger II, 288-289.

Señor Dios, fuerte y glorifi cado por todos: las creaturas celestes y terrestre se hacen servidores de tu grande y tremenda voluntad santa con presurosa obediencia; de una manera espe-cial las creaturas intelectuales y racionales, puestas por tu volun-tad al servicio de la Iglesia, cumplen tus mandatos con gran contento. Te damos gracias a Ti, que eres fuerte en todo y no necesitas de nada;

Tú que miraste en tu bondad al género humano y de noso-tros elegiste para Ti a la Iglesia, templo y morada de la santísima y gloriosa Trinidad, y dispusiste en ella a los diáconos para el servicio de tu santa Iglesia.

Te suplicamos, Señor, y pedimos a tu bondad: desde tu morada santa mira con ojos de bondad a este siervo tuyo que ahora es ordenado para el servicio de tu santa Iglesia. Mantenlo constante en la vocación a la que ha sido llamado. Apártalo de todo mal. Fortalécelo en toda obra buena y acrecienta en él la caridad y la fe. Dale la virtud y la gracia

de san Esteban, tu protomártir y primer diácono,para que, lleno de tu Espíritu Santo, permanezca sin mancha

en el servicio de tu mesa santa. Perfumando a tu Iglesia con el incienso de una vida aromática4 y con ejemplares y buenas obras, se alegre a sí mismo y a todos sus próximos y alejados, y se haga digno de alcanzar a su debido tiempo el grado del presbiterado,

por la gracia y la clemencia de nuestro Señor Jesucristo, que nos invitó a su Reino y a su gloria. Y a Ti, Padre omnipotente, y a

4 Cf. Ef 5,2.

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tu Hijo unigénito y a tu Espíritu Santo verdadero, gloria, poder, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

2. Rito bizantinoEdición: J. Goar, Euchologion sive Rituale Graecorum, Venecia.

1730, 208-261; tr. franc. E. Mercenier y F. Paris, La prière des Égli-ses de rite byzantine, vol. I, Prieuré d’Amay-sur-Meuse, 1937.

19. Plegaria de ordenación episcopal

Soberano Señor y Dios nuestro, que por medio de tu glo-rioso Apóstol Pablo estableciste la jeraquía de grados y órdenes (bathmôn kai tagmatôn taxin) para servir y celebrar (eis to exypêre-testhai kai leitourgein) tus venerables y puros misterios en tu santo altar: en primer lugar los Apóstoles, en segundo lugar los profetas, en tercer lugar los doctores:5

Tú mismo, Señor del universo, fortalece con la venida, la potencia y la gracia de tu Santo Espíritu (tè epiphoitèsei kai dyna-mei kai chariti tou hagiou sou Pneumatos) a este que ha sido ele-gido y juzgado digno (psèphisthenta kai axiôthenta) de que, por mi mano pecadora y por la de estos obispos colegas, que concele-bran conmigo (tôn symparontôn leitourgôn kai synepiskopôn), se le imponga el yugo del Evangelio y la dignidad de sumo sacerdote (tèn archieratikèn axian),

del mismo modo que fortaleciste a los santos Apóstoles y a los profetas y ungiste a los reyes y santifi caste a los pontífi ces.

Dale un sumo sacerdocio (archierosynen) irreprensible, ador-nándolo con toda clase de virtudes y santifícalo para que pueda orar por la salvación del pueblo y ser escuchado por Ti.

Porque tu nombre es santifi cado y tu Reino glorifi cado, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

5 Cf. 1Cor 12,28.

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20. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: J. Goar 251. Tr. fr.: Mercenier-Paris 380-381.

Señor, Dios nuestro,puesto que la naturaleza del hombre no puede soportar la

esencia de tu divinidad, estableciste (katastèsas), conforme a tu plan (tè sè oikonomia), doctores sometidos a las mismas pasiones que nosotros, que ocuparan tu trono (ton sou epechontas thronon) para ofrecerte el sacrifi cio y la oblación (eis to anapherein thysian kai prosphoran)6 en favor de todo tu pueblo:

Tú, Señor, haz también que éste, que ha sido proclamado dispensador de la gracia del sumo sacerdocio (anadeichthenta oikonomon tès archieratikès charitos), sea imitador tuyo, Pastor ver-dadero, que diste la vida por las ovejas:7 un guía para los ciegos, luz para los que están en tinieblas, un preceptor para los igno-rantes,8 un maestro para los niños, una lumbrera en el mundo,9 a fi n de que, habiendo formado (katarisas) en esta vida a las almas, se presente sin rubor ante tu tribunal y reciba la gran recom-pensa que tienes preparada para los que han combatido por la predicación del Evangelio (tois athlèsasin hyper tou kerigmatos tou euangeliou sou).

Porque a Ti corresponde tener misericordia y salvar, oh Dios, y a Ti tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

21. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: J. Goar 242. Tr. fr.: Mercenier-Paris 370.

Oh Dios, sin principio y sin fi n (anarchos kai ateleutètos), que eres más antiguo (presbytatos) que toda la creación:

6 Cf. Heb 8,3.7 Jn 10,15.17.8 Cf. Rom 2,19-20.9 Cf. Flp 2,15.

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Tú que has honrado con el nombre de presbítero (ho tè prosègo-ria tou presbyterou timèsas) a los que has sido juzgados dignos de ejercer en este grado (en tô bathmô toutô) el ministerio sagrado de la palabra de tu verdad (hierourgein ton logon tès sès alètheias):

Tú mismo, Señor del universo, ten a bien que este hombre, de conducta irreprochable y de inquebrantable fe, a quien has querido promover por mi medio (procheiristhènai par’emou), reciba esta gran gracia de tu Espíritu Santo (tèn megalèn tautèn charin tou hagiou sou Pneumatos). Consagra (teleion anadeixon) a tu siervo, para que te sea agradable en todo y viva una vida digna de esta gran dignidad del sacerdocio (megalès tautès hiera-tikès timès) que le ha concedido la fuerza de tu providencia (tès dôrètheisès autô hypô tès sès prognôstikès dynameôs).

Porque tuya es la fuerza, la realeza y el poder, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

22. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: J. Goar 243. Tr. fr.: Mercenier-Paris 370-371.

Oh Dios, grande en poder e inescrutable en tu inteligencia, admirable en tus designios sobre los hijos de los hombres:

Tú mismo, Señor, llena también del don de tu Santo Espí-ritu (plèrôson tès tou hagiou sou Pneumatos dôreas) a este hombre a quien te has dignado introducir en el rango del presbite-rio (ton tou presbyteriou hypeiselthein bathmon), a fi n de que sea digno de estar sin reproche ante tu altar, anunciar el Evange-lio de tu Reino (kèryssein to euangelion tès sôtèrias sou), ejercer el ministerio sagrado de la palabra de tu verdad (hierourgein ton logon tès alètheias sou), ofrecerte dones y sacrifi cios espirituales (prospherein soi dôra kai thysias pneumatikas) y renovar a tu pueblo mediante el baño de la regeneración: para que también él salga al encuentro de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, tu Hijo unigénito, el día de su segunda venida,10 y reciba de tu inmensa

10 Cf. Tit 2,13.

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bondad la recompensa de una buena administración de su cargo (tès agathès oikonomias tou oikeiou tagmatos).

Porque tu venerabilísimo y magnífi co nombre es bendecido y glorifi cado, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

23. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: J. Goar 208. Tr. fr.: Mercenier-Paris 367.

Señor, Dios nuestro,que, en tu providencia, envías la efusión de Santo Espíritu

(tè prognôsei tè sè tèn tou hagiou sou Pneumatos chorègian katapem-pôn) sobre aquellos a quienes has destinado por tu inescrutable poder a ser los servidores (leitourgous) y a servir (exypèreteisthai) a tus inmaculados misterios:

Tú mismo, Señor, conserva también en toda pureza a este hombre a quien has querido promover por mi medio al minis-terio del diaconado (Procheiristhènai par’emou eis tèn tès diakonias leitourgian), a fi n de que guarde el misterio de la fe con concien-cia pura.11 Concédele la gracia

que otorgaste a Esteban, tu protomártir, a quien escogiste el primero para la obra de tu servicio (eis to ergon tès diakonias sou).12

Hazlo digno de ejercer (oikonomèsai) según tu beneplácito el cargo (bathmon) que le ha sido encomendado por tu gracia, porque los que hayan cumplido bien su ministerio (hoi kalôs oikonomèsantes) alcanzarán un rango honorable (bathmon heau-tois kalon peripoiountat),13 y haz perfecto a tu servidor (teleion ana-deixon doulon sou).

Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

11 Cf. 1Tim 3,9.12 Cf. Hch 6,1-6; Ef 4,12.13 Cf. 1Tim 3,13.

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24. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: J. Goar 209. Tr. fr.: Mercenier-Paris 368.

Oh Dios, Salvador nuestro,que, con tu incorruptible voz, diste a conocer a tus Apósto-

les la ley del diaconado (ton tès diakonias nomon); que designaste como tal al proto-mártir Esteban y Te proclamaste a Ti mismo el primero en cumplir la obra del diaconado (ta tou diakonou plèrounta ergon), tal como está escrito en el Santo Evangelio: “Si alguno de vosotros quiere ser el primero, sea vuestro servi-dor”:14

Tú, Señor del universo, por la venida de tu santo y vivifi cante Espíritu (porque no es por la imposición de nuestras manos, sino por la visita de tus muchas misericordias que se concede la gracia a los que son dignos de Ti), llena también de una fe íntegra, de caridad, de fuerza y de santidad a este siervo tuyo a quien has juzgado digno de entrar en el ministerio de diácono (ton doulon sou touton hon katèxiôsas eis tou diakonou hypeiselthein leitourgian), a fi n de que, habiéndose mantenido alejado de todo pecado, esté en tu presencia sin culpa el día terrible del juicio y reciba la recompensa sincera de tu promesa.

Porque tú eres nuestro Dios, a Ti te tributamos la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

3. Rito “jacobita” (siro-antioqueno)

25. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: Pontifi cale iuxta ritum ecclesiae Syrorum Occidentalium, id est, Antiochiae, Roma, 1941; H. Denzinger II, 66-73; 82-101.

Oh Dios, que creaste el universo con tu poder y fundaste el orbe por la voluntad de tu Unigénito; que nos concediste el cono-

14 CF. MT 20,27.

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cimiento de la verdad; que nos manifestaste tu Espíritu bueno, tu Espíritu Santo soberano; que nos diste a tu amado Hijo, Verbo unigénito, Jesucristo, como pastor y médico de nuestras almas;

que por su sangre preciosa estableciste tu Iglesia e instituiste en ella todo el orden sacerdotal y nos diste jefes para que pudié-ramos agradarte multiplicando y glorifi cando en todo el orbe el conocimiento del nombre de tu Cristo.

Envía sobre este siervo tuyo tu Espíritu Santo y soberano, a fi n de que apaciente y administre a tu Iglesia que ha sido con-fi ada a su fe: establezca sacerdotes, unja a los diáconos; consagre altares e iglesias;15 bendiga las casas; haga invocaciones efi ca-ces; cure y juzgue; salve y libere; suelte, ate, separe y segregue. Concédele, en fi n, todo el poder de los santos: el que diste a los Apóstoles de tu Hijo unigénito, para que sea pontífi ce glorioso con el honor de Moisés, en el grado de Aarón, en la fuerza de tus discípulos, en las obras del obispo Santiago,16 en el solio de los patriarcas: para que se afi ance y confi rme tu pueblo, las ovejas de tu heredad, por medio de este siervo tuyo. Dale sabiduría e inteligencia, para que enseñe la voluntad de tu Majestad; para que conozca los pecados y sepa las normas de la justicia y de los juicios; encuentre el modo de resolver las cuestiones difíciles y desate todos los vínculos de la iniquidad. Porque Tú eres el que otorgas los bienes y concedes la ciencia máxima y los dones divinos,

y a Ti te glorifi camos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

26. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: H. Denzinger II, 90.

Oh Dios, grande y admirable, que haces cosas gloriosas y prodigiosas que no tienen número; grande en poder, e inteli-gencia inescrutable y admirable por encima de la comprensión

15 Cf. infra, n. 43,1.22-23.16 Santiago bar Addai (ca. 500-578), fundador de la Iglesia jacobita.

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humana. Tú eres nuestro Dios, que conoces los secretos de los corazones, que ves los pensamientos y escudriñas los riñones;17 porque nada está oculto a la rectitud y a la mirada de tus juicios. Tú conoces la vida de este siervo tuyo, Tú que conoces lo que pertenece a las obras de tus manos y prevés tanto lo que es como lo que será en el futuro.

Tú eres el que en todas las generaciones eliges para el minis-terio sagrado a los que a Ti te placen:

elige, por tanto, también a este siervo tuyo como presbítero y concédele que reciba el gran don de tu Espíritu Santo con cos-tumbres inmaculadas y con fe recta, y sea digno de ejercer el sacerdocio según el evangelio de tu Reino y de estar ante tu altar sagrado y ofrecerte dones y sacrifi cios espirituales y de renovar a tu pueblo por el baño de la regeneración. Que muestre a todos la lámpara brillante de la ciencia de Aquel que es coeterno contigo, tu Hijo unigénito, para ordenar y adornar18 a tu Santa Iglesia; para realizar buenas obras con la imposición de sus manos: para que la palabra de tu Evangelio se difunda, tu nombre sea glorifi -cado en toda la creación de la misma manera que en la Iglesia que ha sido confi ada a este siervo tuyo: para que al salir al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Dios grande y Salvador, reciba en el orden de los presbíteros el premio a una buena administración por la abundancia de la gracia de tu Hijo unigénito,

por quien y con quien te corresponde la gloria, el honor y el poder, con el Espíritu Santo y bueno, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

27. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: H. Denzinger II, 85-86.

Oh Dios, que edifi cas tu Iglesia y la consolidas; que la haces crecer supliendo lo que le falta por medio de tus santos que en todas las generaciones fueron ordenados para dirigirla:

17 Cf. Sl 7,10.18 En el fondo está la ambivalencia del término griego “kosmos” =

orden y ornamento.

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–36–

mira, Señor, en esta hora también a tu siervo y envía sobre él la gracia de tu Espíritu Santo; y llénalo de caridad, fe, virtud y santidad.

Y así como diste la gracia a Esteban a quien llamaste en primer lugar para la obra de este ministerio,19

concede de igual modo que venga sobre este siervo tuyo la ayuda del cielo. Porque la gracia se da a los que son dignos, no por la imposición de nuestras manos, sino por obra de tus abun-dantes misericordias. Por eso te rogamos y suplicamos, líbranos de participar en pecados (ajenos),20 porque Tú eres quien das a cada uno según sus obras.21 Concédenos, Señor, que nada come-tamos por error; sino danos conocimiento para elegir a los que son dignos y presentarlos ante tu santo altar, para que ejerzan su ministerio sin culpa22 y tu pueblo aumente y crezca; y no sirvan de escándalo a tu Iglesia; para que ellos se libren de la condena-ción eterna y nosotros escapemos también del terrible castigo de los que pecan contra tus altares; para que estando con pureza de corazón delante del altar, consigamos misericordia junto con este siervo tuyo el día de la justa retribución.

Porque Tú eres Dios compasivo y clemente y a Ti te corres-ponde la gloria, el honor, el poder, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

4. Rito maronita

28. Plegaria de ordenación episcopal

Edción: H. Denzinger II, 108-226.

Bendito eres,23 Señor Dios, que estás por encima de todo; que

19 Cf. Ef 4,12.20 Cf. 1Tim 5,22.21 Cf. Rom 2,6.22 Cf. 1Tim 3,10.23 Una fórmula idéntica a ésta (con las oportunas adaptaciones) se

emplea en la ordenación de un presbítero; proviene del rito melquita.

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–37–

adornas con variedad de dones a los hijos de los hombres y exal-tas a tu Santa Iglesia;

Del pueblo del primero y antiguo Testamento elegiste a setenta ancianos y los llenaste de espíritu de profecía24 y por este nuevo Testamento de tu Cristo pusiste, Señor, en tu Iglesia en primer lugar a los Apóstoles, luego a los profetas, después doc-tores25 y jefes y obispos, que ejercieran el ministerio de tu santo altar.

También ahora, Señor Dios, realiza tu gracia y tu don con nosotros y con este siervo tuyo N., obispo, y concédele, Señor Dios, la efusión del Espíritu Santo por la imposición de esta mano que hoy recibe de Ti y hazlo digno de que alcance tu misericordia y ejerza el sacerdocio y te ofrezca a Ti sacrifi cios puros con votos y primicias, incienso bueno y suaves aromas,26 que agraden a tu voluntad y satisfagan a tu divinidad. Concé-dele también, Señor, el don de tu palabra y elocuencia y sabi-duría, para que reprenda, corrija e increpe a todos aquellos que se desviaron del conocimiento de la verdad; sea visitador de huérfanos, amparo de viudas, reconductor de descarria-dos; que provea a las necesidades de los pobres, consuele a los forasteros, guarde tus divinos mandamientos, cumpla tus leyes apostólicas y se mantenga adherido a Ti y a tu volun-tad todos los días de su vida, haciendo y realizando en tu presencia todo lo que es conveniente y justo. Y por tus eter-nas misericordias haznos a nosotros dignos de que gocemos y exultemos con él en tu Reino celestial por las oraciones y súplicas de la Madre de la luz y de todos cuantos cumplen tu voluntad,

Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

24 Cf. Nm 11,16-17.24-25.25 Cf. 1Cor 12,28.26 Cf. Ef 5,2.

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–38–

29. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: H. Denzinger II, 153-154.

Oh Señor, Dios fuerte y Señor del universo, miles y miles y millones y millones de potencias celestes se asocian para honrar tu señorío con temor y temblor, y sirven y glorifi can, santifi can y bendicen y aclaman sin descanso con gran emoción;

Tú, por tu gracia y por tus muchas misericordias, constituiste a hombres terrenos y pecadores para tu servicio y, de entre ellos, hiciste y suscitaste sacerdotes y príncipes de sacerdotes que gobernaran a tu pueblo y apacentaran a tus ovejas espirituales.

También ahora, Señor Dios, te rogamos y apelamos a tu gran misericordia, para que nos mires misericordiosamente y confi r-mes a este siervo tuyo, N., que ha doblegado su cuello ante tu santo altar y ante nuestra humilde persona, para que reciba de nosotros pecadores esta imposición de manos de tu Santo Espí-ritu, para que cumpla este ministerio angélico y merezca servir a tu doctrina verdadera y divina para confi rmación y estabili-dad de la Santa Iglesia. Tú, Señor Dios nuestro, perfecciónalo por medio de este sacerdocio y por la imposición de manos que hoy recibe de Ti por medio de nosotros pecadores, y por la inha-bitación de tu Santo Espíritu y por el auxilio de tu gracia. Porque eres Dios de muchos dones y rico en misericordia,

y Te tributamos gloria y honor a Ti y a tu Hijo unigénito y al Espíritu vivo, santo, bueno, adorable, vivifi cante y consubstan-cial contigo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

30. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: H. Denzinger II, 132-139.

Santo y glorioso eres, Señor, que haces mensajeros tuyos a los vientos y ministro tuyo al fuego llameante;27 miles y miles

27 Cf. Sl 103 (104),4; Heb 1,7.

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están ante Ti y millones y millones glorifi can el esplendor de tu señorío; los querubines bendicen con voz potente tu eternidad y los serafi nes santifi can tu recóndita esencia con el temblor de sus alas; el fuego es obligado a servirte y el viento veloz a glo-rifi carte.

Así pues, Señor, ya que en tu bondad has colmado desde el principio con tus misericordias al enfermo y humilde género humano, reconocemos tu misericordia, Señor, que te rebajaste clemente hasta nosotros, para que tu grandeza fuera servida por los terrestres como lo es por los espirituales.

Sea ahora de tu agrado, Señor, y por tu gran misericordia concédenos el perdón que viene de Ti y concede el ministerio espiritual a este siervo tuyo, N., que ha derramado su alma en tu presencia esperando tu gracia, para que reciba de Ti el esplén-dido yugo de tu ministerio espiritual. Llénalo, Señor, de tu fuerza oculta; se derrame sobre él tu Santo Espíritu y reciba por esta imposición de manos el don perfecto, para que sea diácono de tus misterios espirituales y en él tu nombre sea ensalzado y tu altar propiciatorio sea enaltecido, y sea tributado a la Santísima Trinidad un servicio alegre y se cumpla en él tu divina voluntad y él sirva a tus misterios religiosamente y esté puramente delante de tu altar y Te alabe. Y nosotros elevamos nuestra alabanza al nombre de la Trinidad, digna de toda alabanza. Míranos, Señor, a nosotros y a este ministerio nuestro y purífi canos de todas las manchas, en el momento en que desde el cielo concedes a este siervo tuyo la gracia de ser, con tu ayuda, digno de servirte irre-prochablemente y de encontrarse con tus misericordias en com-pañía de todos los santos que Te agradaron desde siempre.

Porque Tú eres Dios, que quieres misericordia y bondad, y a Ti te corresponde la gloria, el honor y la adoración, a Ti y a tu Hijo único y a tu Santo Espíritu, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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31. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: H. Denzinger II, 136.

Señor,28 Dios, que tienes en tus manos todas las cosas y gobiernas el universo:

Tú que por medio de este ministerio de los diáconos has que-rido adornar a tu santa Iglesia y la has ensalzado con un ornato egregio y la sublimas con tu don sagrado; Tú, Señor, que con tu gracia elegiste a tu siervo Esteban, que estaba lleno del Espíritu Santo, lo llamaste y elevaste junto con sus otros compañeros a este grado del diaconado:

agrega, Señor, con pureza y santidad, todo el servicio de tu casa y de tu santo altar y distribuya el cáliz de la salvación a tu pueblo fi el y sea, Señor, visitador de huérfnos, consolador de viudas; sea también de espíritu vigilante, de conversación per-fecta y expedita; que todos los días obre bien, rindiéndote a Ti, Señor, un culto preclaro, caminando en rectitud y practicando la justicia y confi rmándolo Tú para la estabilidad y la dirección del gobierno de toda tu Iglesia.

Por tu gracia y tus muchas misericordias, elevamos la gloria a tu santo nombre, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siem-pre, por los siglos de los siglos. Amén.

5. Rito melquitaEdición: Rituale Melchitarum. A. Christian Palestinian Eucho-

logion edited and translated by M. BLACK (Bonner orientalische Stu-dien 22), Stuttgart, 1938, 58-71.

32. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: Fr. C. Conybeare y O. Wardrop, The Georgian Ver-sion of the Liturgy of Saint James: ROC 19 (1914) 171.

28 Una fórmula similar en el rito melquita.

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Tú que otorgaste el don del sacerdocio soberano y del minis-terio corporal en Israel y que estableciste para nosotros un sacer-docio espiritual:

escúchanos, Señor, y establece a tu servidor, N., como pastor para administrar fi elmente y guardar la fe, para velar sobre tu Iglesia, para congregar a los foráneos y para ser el vigilante de tus santos, de tus fi eles, de manera que pueda recibir la gracia de tu Cristo y hacer crecer a tu Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo, y tenerse de pie delante de la gloria de tu Cristo,

a quien corresponde la gloria, a Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos. Amén.

33. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: Rit. Melch.: M. Black, 68-69.

A Ti, Señor, rinden culto las potencias celestiales (Soi lei-tourgei ta ourania), millares y millares de fi eles servidores (leitourgôn).29 Tú instituiste el ministerio en la tierra, estable-ciendo en favor de tu pueblo presbíteros para estos ofi cios religiosos.

A Ti te pedimos ahora que a este siervo tuyo, N., le sea dado el Espíritu Santo para que cumpla para Ti el ministerio apos-tólico (tèn apostolikèn ekplèrôsè leitourgian), según la enseñanza verdadera (en alèthinè didachè), para que pueda presentar(te) a tu Iglesia,30 ejerciendo su celo con tu fuerza.

Porque tuya es la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

29 Cf. Dn 7,10; Ap 5,11.30 Cf. Ef 5,27.

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34. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: Rit. Melch.: M. Black, 69.

Tú que reuniste a la Iglesia e instituiste el sacerdocio (ho tèn ekklèsian synagagôn kai tèn hierôsynen ho katastèsamenos),

concede el carisma del Espíritu al presbítero, (uno de) los servidores que han sido consagrados para los santos dones (lei-tourgôn eis ta hagia dôra tetelômenôn) por el Espíritu de tu Cristo para celebrar (telein) los ritos (leitourgias) para tu Iglesia, enseñar (didaskein) los mandamientos e implorar tu propiciación para todos y la gracia de tu favor en benefi cio de tu pueblo, por la gracia y la fi lantropía de tu Cristo,

con quien Tú eres bendecido y alabado siempre con tu Espí-ritu santísimo y bueno y vivifi cante, ahora y siempre y por los siglos. Amén.

35. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: Rit. Melch.: M. Black.

Tú que adornaste a tu Iglesia con el ministerio del diaco-nado, oh Dis todopoderoso y que completaste su belleza multi-forme con los dones de tu Espíritu Santo; Tú que escogiste, por las manos de tus santos Apóstoles, a los siete diáconos, a Este-ban, hombre lleno de fe y de gracia y del Espíritu Santo, a Felipe y Prócoro, a Nicanor y Timón, a Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía:31

adscribe al servicio del diaconado a tu siervo, N., para cum-plir el servicio solemne y santo de tu Santo Santuario: para sos-tener la copa de tu Cristo y dar la comunión a tu pueblo; para proteger a las viudas y asistir a los huérfanos. Dirige su inten-

31 Cf. Hch 6,5.

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–43–

ción hacia el bien y provéelo de fuerza, para el buen orden de toda la organización de la Iglesia.

Porque a Ti te corresponde la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

36. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: Rit. Melch.: M. Black, 64.

De Ti, Señor de muchos consejos, recibe tu Iglesia la gracia para cada una de sus necesidades:

Tú que introdujiste el ministerio del diaconado, ajustando miembros a miembros, a los doctores con los diáconos, a los ministros con los sacerdotes,

concede la gracia del diaconado a tu siervo, N., y guárdalo como servidor de tu santuario, para que cumpla tu mandato con una fe segura y un amor perfecto, con honor y sin reproche; que progrese hacia dones más perfectos,32 estando siempre habili-tado para la perfección en Cristo Jesús, con quien Tú eres bende-cido y glorifi cado, con tu santísimo Espíritu, bueno y vivifi cante, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

32 Cf. 1Tim 3,13.

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Grupo AntioquenoII. Ritos Siro-orientales

1. Rito caldeo

37. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: Pontifi cale iuxta ritum Ecclesiae Syrorum Orientalium, ed est. Chaldeorum, pars I. ed. J.M. Vosté, Roma 1937-1938; H. Denzinger II, 227-245, 262-272.

Oh Dios nuestro,33 bondadoso y bienhechor, el que es (sic) rico en misericordias que no pueden medirse ni defi nirse y abundante en la gracia de su (sic) divinidad;

Tú, Señor, en la muchedumbre de tu gracia inefable nos pusiste como mediadores de tus dones divinos y celestiales que se otorgan con la ayuda de tu majestad y se conceden como socorro a los hombres y para la redención de todos, por medio de nuestras débiles manos, en tu Iglesia, esposa tuya, con quien desposaste a tu Hijo y a la que coronaste y redimiste por la pasión de tu Ungido.

Señor, según la tradición apostólica, que ha llegado hasta nosotros de generación en generación por la quirotonía y la imposición de manos del ministerio eclesiástico y por el bene-plácito y el consentimiento de la santa Trinidad y por la conce-sión de nuestros religiosos Padres que están en Occidente, sobre todo en este Iglesia de Coche, madre común de todas las Iglesias ortodoxas, he aquí que presentamos delante de tu majestad, oh Dios nuestro, digno de ser alabado y adorado por todos, a este siervo tuyo a quien segregaste y elegiste para que sea obispo electo en tu santa Iglesia y, con el consentimiento de todos noso-tros, grato a tu divinidad, y por el vínculo de la caridad y del

33 Esta fórmula se emplea también en la ordenación de un presbítero (Pontifi cale 156; H. Denzinger II, 236) y en la de un diácono (Pontifi cale 134; H. Denzinger II 236), cambiando “obispo” por “presbítero” o “diácono” más algunos otros retoques insignifi cantes.

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honor, suplicamos todos juntos por él, para que venga sobre él la gracia del Espíritu Santo, que se derrame y habite en él; que lo perfeccione y lo santifi que y lo complete en toda obra perfecta de este grande y excelente ministerio al cual es presentado por la gracia y la misericordia de tu Unigénito, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

38. Plegaria de ordenación episcopal

Edición: Pontifi cale 216; H. Denzinger II, 243.

Dios grande, que existes desde la eternidad; que conoces las cosas ocultas; que todo lo creaste con la fuerza de tu palabra y todo lo tienes y conduces con una señal tranquila y dulce de tu voluntad; que en todo tiempo nos concedes más de lo que pedi-mos o pensamos, según la potencia que actúa en nosotros;34

Tú que por la preciosa sangre de tu amado Hijo Jesucristo, nuestro Señor, adquiriste tu Iglesia y estableciste en ella Após-toles, profetas, doctores y sacerdotes que hacen crecer el cono-cimiento de la verdad que comunicó al género humano tu Hijo único:

Tú, Señor, ilumina tu rostro también ahora sobre este siervo tuyo y elígelo con una santa elección por la unción del Espí-ritu Santo, para que sea un sacerdote perfecto para Ti, emulador del Sumo Sacerdote de la verdad, que dio su vida por nosotros. Confírmalo por el Espíritu Santo en este ministerio sagrado al que accede. Tú, Padre santo y glorioso, concédele que apaciente tus rebaños con un corazón recto; que su lengua predique la palabra de la ortodoxia; que sea luz para los que están sentados en tinieblas, un guía para los ignorantes y un preceptor para los niños y la gente sencilla.35 Revístelo, Señor, con la fuerza de lo alto, para que pueda atar y desatar en la tierra y en el cielo;36 que por la imposición de su mano se curen los enfermos y que por él

34 Cf. Ef 3,20.35 Cf. Rom 2,19-20.36 Cf. Mt 16-19; 18.18.

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se realicen en tu nombre maravillas para alabanza de tu gloriosa divinidad; que por el poder del don que Tú le has concedido ordene presbíteros, diáconos, subdiáconos, lectores y diaconisas con vistas al servicio de tu santa Iglesia; que congregue y haga crecer a tu pueblo y a las ovejas de tu rebaño;37 que perfeccione en el temor de Dios y en la castidad las almas que le son confi a-das; que esté con seguridad ante tu terrible tribunal y merezca recibir de Ti la recompensa que has prometido a los diligentes administradores,

por la gracia y la misericordia de tu Hijo único: a Ti, a Él y al Espíritu Santo dirigimos gloria y honor, alabanza y adoración, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

39. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: Pontifi cale 157-158; H. Denzinger II, 236.

Señor, Dios fuerte y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y de cuanto hay en ellos;38

que congregaste a tu santa Iglesia y estableciste en ella profe-tas, Apóstoles, doctores y sacerdotes para el perfeccionamiento de los fi eles y para la obra del ministerio y para la edifi cación del cuerpo eclesiástico.39

Tú, pues, gran Dios de los ejércitos, Rey de todos los siglos, dirige tu mirada también ahora a estos siervos tuyos, escógelos con una elección santa por la venida del Espíritu Santo y dales una palabra de verdad cuando abran la boca40 y elígelos para el sacerdocio, Señor Dios todopoderoso, para que impongan sus manos sobre los enfermos y éstos se curen;41 que con un corazón puro y con una conciencia recta presten su servicio en tu altar sagrado ofreciéndote la oblación de las oraciones y el sacrifi cio

37 Cf. Sl 78 (79), 13; 94 (95), 7; 99 (100), 3.38 Cf. Sl 145 (146), 66.39 Cf. Ef 4,11-12.40 Cf. Ef 6,19.41 Cf. Sant 5,14.

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de alabanza en tu santa Iglesia; que por la fuerza de tu don san-tifi quen el seno propiciatorio para la regeneración mística de aquellos a quienes tu gracia llama a participar de la adopción fi lial de tu majestad; que por sus santas obras honren también a los hijos de la santa Iglesia para alabanza de tu santo nombre; y que, a causa del ministerio cumplido puramente delante de Ti, puedan estar con la frente erguida en el mundo nuevo y presen-tarse con confi anza delante del terrible tribunal de tu majestad.

Por la gracia y la misericordia de tu Unigénito: a Él y a Ti y al Espíritu Santo damos gloria, honor, alabanza y adoración, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

40. Plegaria de ordenación diaconal

Edición: Pontifi cale 134-135; H. Denzinger II, 232-233.

Señor, Dios fuerte y todopoderoso, santo y glorioso, que guarda (sic) la alianza, el favor y la fi delidad a los que le temen y observan sus mandamientos; en tu bondad diste a todos los hombres el conocimiento de la verdad al manifestar en la carne a tu Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo;

congregaste a tu santa Iglesia y estableciste en ella profetas y Apóstoles y sacerdotes y doctores para el perfeccionamiento de los fi eles y pusiste también en ella diáconos puros para el servicio de tus Misterios gloriosos y santos. Así como elegiste a Esteban y a sus compañeros,

también ahora, Señor, en tu misericordia, concede a estos siervos tuyos la gracia del Espíritu Santo, para que sean diáco-nos elegidos en tu santa Iglesia y sirvan en tu santo altar con corazón puro y recta conciencia; resplandezcan por sus obras justas ejerciendo el ministerio de tus Misterios vivifi cantes y divinos, y merezcan recibir de Ti los bienes del cielo el día de la retribución, por este ministerio pura y santamente ejercido en tu presencia.

Por la gracia y la misericordia de tu Unigénito: a Él, a Ti y al Espíritu Santo demos gloria y honor y alabanza y adoración ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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2. Rito georgiano

Edición: F.C. Conybeare y O. Wardrop, The Georgian version of the liturgy of St. James: ROC 19(1914) 162-173.

41. Plegaria de ordenación episcopal

Tú que concediste a Israel el don del sumo sacerdocio y del ministerio corporal y has establecido para nosotros un sacerdo-cio espiritual,

escúchanos, Señor, y establece a tu siervo, N., como pastor para servir fi elmente y guardar la fe; para vigilar sobre tu Igle-sia; para congregar a los foráneos y ser el guardián de tus santos y fi eles, de manera que pueda recibir la gracia de tu Cristo y hacer crecer a la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo y presen-tarse ante la gloria de tu Cristo

a quien es debida la gloria, al Padre, al Hijo y al Espírit Santo, ahora y en adelante y por siempre. Amén.

42. Plegaria de ordenación presbiteral

Edición: Conybeare-Wardrop

Oh Señor a quien sirven miles y miles de seres celestiales.42

Tú instituiste un ministerio terreno y estableciste presbíteros para el pueblo, para que sean directores de buen servicio;

y ahora, Señor, te pedimos que concedas a tu siervo, N., tu Espíritu Santo, para que pueda desempeñar el ministerio apos-tólico para la enseñanza verdadera y presentarte a tu Iglesia,43 y pueda refrenarse a sí mismo y sus apetitos con la fuerza de tu gracia y por la benevolencia amable de tu Cristo,

a quien es debida la gloria, juntamente con el Espíritu Santo, ahora y en adelante y por los siglos de los siglos. Amén.

42 Cf. Dn 7,10; Ap 5,11.43 Cf. Ef 5,27.

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43. Plegaria de ordenación diaconal44

Edición: Conybeare-Wardrop

Señor, Dios, Soberano del universo, que manifestaste tu benevolencia hacia los que temen tu nombre y favoreciste a los hombres con el conocimiento de tu verdad con la venida y enca-nación de tu Hijo unigénito,

y manifestaste a los apóstoles para confi rmar a tus santos y manifestaste a los diáconos para el servicio de tu santidad por tu consejo: antes que a nadie a Esteban y a los que estaban con él los consagraste y dedicaste a este servicio;

y ahora separa y manifi esta por la gracia del Espíritu Santo a (este) tu siervo para el ministerio de tu santidad, de manera que pueda servir a tu altar con intención pura y así pueda destacar en buenas obras para la gloria de tu santo nombre, de suerte que en el día de la retribución pueda encontrar tu bondad por encima por la misericordia y perdón de tu Cristo, con quien te es debida la gloria juntamente con el Espíritu santísimo, ahora y en adelante y por siempre.

44 En el msanuscrito se presenta como “ordenación de un archidiá-cono”.

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Grupo Alejandrino

Rito copto

44. Plegaria de ordenación episcopal

Ed.: Pontifi cale: R. TUKI I, 65; H. Denzinger II, 23-25.Las coincidencias con las Constituciones Apostólicas van sub-

rayadas; cf. supra, n. 6. Las omisiones respecto de las Constitucio-nes Apostólicas son importantes.

Soberano Señor, Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor y nuestro Dios y nuestro Salvador Jesucristo, único Ingénito, sin prin-cipio y sin rey, que eres siempre y existes desde antes de los siglos, in-fi nito y único altísimo, el único sabio, el único bueno, invisible por natu-raleza, exento de principio, que tienes una ciencia incomprensible e incomparable; que conoces las cosas ocultas; que lo conoces todo antes de que ocurra; que habitas en lo más alto y miras a los humildes;

que estableciste normas (horos) eclesiásticas por medio de tu Hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo; que estableciste sacerdotes desde el comienzo para que asistieran a tu pueblo; que no dejaste tu santuario sin ministerio; que te plugo ser glorifi cado en aquellos que elegiste.

Tú, ahora, derrama nuevamente la fuerza de tu Espíritu soberano (hègemonikon), que diste a tus santos Apóstoles en tu nombre; da por tanto esta misma gracia a este siervo tuyo, N., a quien elegiste para obispo, para que apacentara tu santo rebaño y fuera para Ti un servidor irreprensible, que ore día y noche delante de tu bondad, congregando (¿conservando?) el número de los que han de sal-varse, ofreciéndote dones en las santas Iglesias. Así pues, Padre todo-poderoso, por tu Ungido, dale la comunión de tu Santo Espíritu, para que tenga el poder de perdonar los pecados según el mandato de tu Hijo unigénito, nuestro Señor; de ordenaar clérigos (klèros) para el santuario (hierateion), según su mandato, y de desatar todos los vínculos eclesiásticos, de levantar nuevas casas de oración (euk-tèrion) y de consagrar (hagiazein) altares (thysiastèrion);45 te agrade por su mansedumbre y humilde corazón, ofreciéndote inocente e irre-

45 Cf. supra, n. 24,1.12.

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prensiblemente el santo sacrifi cio incruento, el Misterio (mystèrion) de este Nuevo Testamento (diathèkè), en olor de suavidad. Dígnate, Se-ñor, llenarlo de dones saludables y de la palabra de la ciencia, para que sea guía de ciegos en el camino y luz de los que están en tinieblas, para que enseñe a los ignorantes,46 sea luz en el mundo, distribuyendo la palabra de la verdad, imitando al Pastor ver-dadero que dio su vida por sus ovejas,47 para que de este modo dirija a las almas a él encomendadas y él mismo esté dispuesto a obrar según tu santa voluntad, para que encuentre la razón de estar con confi anza (parrèsia) ante el terrible tribunal, recibiendo la gran recompensa que preparaste para los que combatieron en la predicaciçon del Evangelio. Purifícame también a mí de todos los pecados ajenos y líbrame de mis pecados personales.

Por la mediación (mesiteia) de tu Hijo Unigénito, nuestro Se-ñor y nuestro Salvador Jesucristo, con quien etc.

45. Plegaria de ordenación presbiteral

Ed.: Pontifi cale: R. Tuki I; H. Denzinger II, 12-13.

Soberano Señor, Dios todopoderoso, que creaste el universo por medio de tu Palabra coeterna; providente para con todos junto con Él mismo según tu beneplácito;

que en todo tiempo miras sobre tu Iglesia santa, haciéndola crecer y multiplicando a los que presiden (proestôs) en ella y dándoles fuerza para que trabajen de palabra48 y de obra:

mira sobre este siervo tuyo, N., que es promovido al presbiterado con el voto (psèphos) y la deliberación de los que lo han traído al medio;49 llena del Espíritu Santo y de gracia al que está temeroso en tu presencia, para que ayude y guíe a tu pueblo con corazón puro,

como miraste sobre tu pueblo al que elegiste y mandaste a tu sier-vo Moisés que eligiera para sí unos ancianos (presbyteros) a quienes Tú llenaste de Espíritu Santo increado, que de Ti procede.50

46 Cf. Rom 2,19-20.47 Cf. Jn 10,15. 17. 17.48 Cf. 1Tim 5,17,49 “Traer a uno al medio” = “presentarlo a la ordenación”.50 Cf. Nm 11,16-17. 24-25.

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Así pues, escúchanos, te lo pedimos, y conserva también en nosotros el Espíritu Santo increado de tu gracia; concédele el Espíritu de sabiduria, para que esté lleno de virtudes (energeia) saludables y de la palabra de la doctrina, para que enseñe a tu pueblo con manse-dumbre y Te sirva a Ti en santidad y con mente pura y alma cándida, para que realice las obras del sacerdocio en favor de tu pueblo, para que los regenere en el baño de la regeneración. Y a mí purifícame de todos los pecados ajenos y líbrame de mis pecados personales.

Por la mediación (mesiteia) de tu Hijo Unigénito, Señor nuestro y Dios nuestro y Salvador nuestro, Jesucristo, por quien etc.

46. Plegaria de ordenación diaconal

Ed.: Pontifi cale: R.tuki I; H. Denzinger II, 8.

Soberano Señor, Dios todopoderoso verdadero, veraz en tus promesas, rico en todo para con todos los que Te invocan:

escúchanos, te lo suplicamos: ilumina tu rostro sobre este siervo tuyo, N., que es promovido al diaconado con el voto (psèphos) y la de-liberación de los que lo han traído al medio;51 llénalo de Espíritu Santo y de sabiduría y de virtud,

del mismo modo que llenaste a Esteban, protodiácono y pro-tomártir, imitador de los padecimientos de tu Cristo.

Adórnalo con tu gracia, instálalo como servidor (hypèretès) de tu santo altar, para que sirva según tu beneplácito en el ofi cio de diácono (diakonia), que le ha sido confi ado, sin oprobio ni pecado, para que se haga digno de un grado superior.52 Porque la gracia no se da por la imposición de nuestras manos, pues ciertamente so-mos pecadores, sino por la venida de tus abundantes misericor-dias se le concedan las que le convienen a él. Purifícame también a mí de todas las inmundicias y de todos los pecados ajenos, líbrame de mis pecados personales.

Por la mediación (mesiteia) de tu Hijo Unigénito, Señor nuestro y Dios nuestro y Salvador nuestro, Jesucristo, por quien etc.

51 “Traer a uno al medio” = “presentarlo a la ordenación”.52 Cf. 1Tim 3,13.

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Sección tercera

PLEGARIAS DE ORDENACIÓN

DE LAS LITURGIAS OCCIDENTALES

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1. Rito romano

47/a. Plegaria de ordenación episcopal

Ed.: II. B. Porter, The Ordination Prayers of the Ancient West-ern Churches (Alcuin Club Collections, 49), Londres, 1967. Cf. Sac-ramentarium Veronense, núm. 947.

Dios de todos los honores, Dios de todas las dignidades (Deus honorum omnium, Deus omnium dignitatum) que están a tu servicio en las órdenes sagradas (sacratis famulantur ordinibus);

oh Dios que, conversando familiarmente con tu siervo Moisés, le instruiste, entre otros aspectos del culto celeste, acerca de la vestidura sacerdotal y le ordenaste que el elegido Aarón se revistiera de vestiduras místicas durante los ritos sagrados,1 para que la posteridad alcanzara a comprender el signifi cado de los modelos antiguos, a fi n de que en ninguna época faltara el conocimiento de tu doctrina; mientras a los antiguos la misma forma externa de los símbolos (ipsa signifi cationum species) infun-día reverencia, entre nosotros la experiencia de la misma reali-dad nos diera mayor seguridad que los enigmas y las fi guras (experimenta rerum quam aenigmata fi gurarum). En efecto, las ves-tiduras del sacerdocio antiguo signifi can el ornato de nuestra alma: y ya no son los vestidos honorífi cos los que realzan para nosotros la gloria del pontifi cado (pontifi calem gloriam), sino el esplendor de las almas; porque aquéllos, que entonces halaga-ban a los ojos carnales, remitían más bien a lo que en ellos se había de entender.

Por eso (idcirco) también te rogamos, Señor, que concedas esta gracia a estos siervos tuyos a quienes has elegido para el ministerio del sumo sacerdocio (ad summi sacerdotii ministerium), para que todo lo que simbolizaban aquellas vestiduras con el brillo del oro, con el esplendor de las piedras preciosas y con multitud de detalles brille en las costumbres y acciones de todos los hombres. Realiza en tus sacerdotes la plenitud de tu misterio

1 Cf. Ex 28,1-48.

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(Comple in sacerdotibus tuis mysterii2 tui summam) y santifi ca con la efusión del ungüento celestial (caelestis unguenti fl ore sanctifi ca) a los que están revestidos con los ornamentos de tu gloria. Que este ungüento se derrame abundantemente sobre su cabeza, se deslice por su rostro y descienda hasta las extremidades de todo su cuerpo,3 para que la fuerza de tu Espíritu lo llene interior-mente y lo cubra exteriormente. Abunde en ellos una fe cons-tante, un amor puro y una paz sincera.4 Concédeles la cátedra episcopal (cathedram episcopalem) para regir tu Iglesia y a todo tu pueblo (ad regendam ecclesiam tuam et plebem universam).5 Sé Tú su autoridad, sé Tú su poder, sé Tú su fortaleza. Multiplica sobre ellos tu bendición y tu gracia, para que siendo capaces por tu don de implorar continuamente tu misericordia, puedan por tu gracia dedicarse a Ti (esse devoti).

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con-tigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

47 / b. Plegaria de ordenación episcopal*

Edición: Pontifi cal Romano promulgado por Clemente VIII en 1596

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, tú eres el honor de cuantos dignamente te sirven, a gloria tuya, en las Órdenes sagradas.

Oh Dios, tú revelaste en la intimidad a tu siervo Moisés lo que debía saber sobre las realidades celestes del culto, así como tam-bién lo referente a los ornamentos del sacerdote, y le ordenaste

2 34 Sgel: “ministerii”.3 Cf. Sl 132 (133),24 . En este punto el Sgel., el Mfrancorum y el Sacramentario de

Angoulême introducen una larga interpolación galicana, “Sint speciosi”; ver más adelante, el núm. 52.

5 “Plebs universa”, aquí, se refi ere al conjunto de fi eles de la Iglesia particular (no a la Iglesia universal).

* Indicamos en cursiva la parte que resultó añadida al pasar el texto del Veronense por el Sacramenntario Gelasiano. (Nota del ed.)

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que Aarón, tu elegido, se revistiera para las acciones sagradas con vestidos que evocaran el misterio, para que las generacio-nes futuras captaran el sentido de lo que debían conocer gracias al ejemplo de sus antecesores y no hubiera época alguna que se viera privada de la riqueza de tus enseñanzas. Quienes nos precedieron acogieron con reverencia esta forma de lenguaje. También para nosotros debe ser tan cierta la realidad que expe-rimentamos como lo que se encuentra bajo el velo de las fi guras. Las vestiduras del antiguo Sacerdocio nos hablan de la belleza de nuestra alma. y el honor del vestido no nos lleva a percibir la gloria Pontifi cal sino el resplandor de las almas. Lo que entonces fue grato a los ojos, lo era para guiar a una mayor compren-sión de cuanto quería expresar.

Te suplicamos, pues, Señor, que concedas a este siervo tuyo, que elegiste para el ministerio del sumo Sacerdocio, la gracia de que, en sus costumbres y en sus obras, resplandezca lo que aque-llos ornamentos querian signifi car por medio del resplandor del oro, de la nitidez de las piedras preciosas y de la diversidad de sus múltiples adornos. Colma en tu Sacerdote la plenitud de tu ministerio y, a quien está revestido con los ornamentos de toda glorifi cación, santifícale con el rocío de la unción celestial. **

Que esta unción, Señor, se extienda abundantemente por su cabeza, corra por las comisuras de su rostro y descienda hasta las extremidades de su cuerpo, para que el poder de tu Espíritu llene su interior y recubra su exterior. Abunde en él la integridad de la fe, la pureza del amor y la sinceridad de la paz.

Con tu ayuda, sean bellos sus pies para anunciar la paz, para anun-ciar tus bondades. Concédele, Señor, ser ministro de reconciliación con su palabra y sus obras, con el poder de signos visibles e invisibles. Que

** Aquí se hacía una pausa en la recitación de la Plegaria de Orde-nación, se entonaba el himno Veni, Creator Spiritus y el consagrante prin-cipal ungía la cabeza del elegido. Esta unción iba acompañada con estas palabras: Ungatur, et consecretur caput tuum coelesti benedictione, in ordine Pontifi cali, añadiendo: In nomine Pa + tris, et Fi + lii, et Spiritus + Sancti. R/. Amen. V/. Pax tibi. R/. Et cum spiritu tuo. Concluido el canto del himno, proseguía la Plegaria.

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su forma de hablar y su predicación no ostenten las persuasivas pala-bras de la sabiduria humana sino que sean refl ejo del espiritu y de la virtud. Dale, Señor, las llaves del reino de los cielos y, sin vanagloriarse de este poder que le concedes, use de él para edifi car y no para destruir. Que cuanto atare en la tierra sea atado en el cielo, y cuanto desatare en la tierra sea desatado en el cielo. A quien retenga los pecados le sean retenidos, y a quien se los perdonara, perdónaselos tú. Sea maldito quien lo maldiga y colmado de bendiciones quien lo bendiga. Sea el siervo fi el y prudente, puesto por ti, Señor, al frente de tu familia para que a todos alimente en el tiempo oportuno, y haga que todos lleguen a la perfección. Sea diligente en el obrar, sea espiritualmente ferviente, huya de la soberbia y ame la humildad y la verdad, de la que nunca se aleje dejándose llevar por alabanzas o por temor. Que no confunda la luz con las tinieblas ni las tinieblas con la luz; que no diga que lo malo es bueno, ni bueno lo malo. Siéntase deudor de los más sensatos y de quienes lo son menos para que pueda alcanzar fruto del progreso de unos y otros.

Otórgale, Señor, la cátedra Episcopal para que gobierne a tu Iglesia y al pueblo que se le ha confi ado. Encuentre en ti su ayuda, su poder y su fi rmeza. Infunde abundante sobre é1 tu bendición y tu gracia: para que, habiéndole hecho idóneo para implorar siempre tu misericordia, pueda, con tu gracia, vivir consagrado a implorarla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

47 / c. Plegaria de ordenación episcopal*

Edición: Pontifi cal Romano reformado por mandato del Con-cilio Vaticano II. (II edición típica. Versión castellana. 1998)

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de miseri-cordia y Dios de todo consuelo, que habitas en el cielo y te fi jas en los humildes; que lo conoces todo antes de que exista.

* Cf. Plegaria de Ordenación episcopal de la Tradición Apostólica

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Tú estableciste normas en tu Iglesia con tu palabra bien-hechora. Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de Abrahán; nombraste príncipes y sacerdotes y no dejaste sin ministros tu santuario. Desde el principio del mundo te agrada ser glorifi cado por tus elegidos.

Infunde ahora sobre este tu elegido la fuerza que de ti pro-cede: el Espíritu de gobierno que diste a tu amado Hijo Jesucristo, y él, a su vez, comunicó a los santos Apóstoles, que establecieron la Iglesia como santuario tuyo en cada lugar, para gloria y ala-banza incesante de tu nombre

Padre santo, tú que conoces los corazones, concede a este servidor tuyo, a quien elegiste para el episcopado, que sea un buen pastor de tu santa grey y ejercite ante ti el sumo sacerdocio sirviéndote sin tacha día y noche; que atraiga tu favor sobre tu pueblo y ofrezca los dones de tu santa Iglesia; que, por la fuerza del Espíritu que recibe como sumo sacerdote y según tu mandato, tenga el poder de perdonar pecados; que distribuya los ministerios y los ofi cios según tu voluntad, y desate todo vínculo conforme al poder que diste a los Apósto-les; que por la mansedumbre y pureza de corazón te sea grata su vida como sacrifi cio de suave olor, por medio de tu Hijo Jesucristo, por quien recibes la gloria, el poder y el honor, con el Espíritu, en la santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

48/a. Plegaria de ordenación presbiteral

Ed.: Sacr. Veron. núm. 954: L. Feltoe; L.C. Mohlberg 121-122; H.B. Porter 24-28.

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno: Tú que dis-tribuyes todos los honores y todas las dignidades que están a tu servicio (honorum omnium et omnium dignitatum quae tibi militant distributor); gracias a Ti progresa el universo y se consolida todo, y la humanidad crece y se mejora por una sucesión debidamente ordenada (per ordinem congrua ratione dispositum).

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Por eso (unde) progresaron los grados sacerdotales y el ministerio de los levitas, instituidos con símbolos prefi gurativos (sacerdotales gradus et offi cia levitarum sacramentis mysticis instituta creverunt): así, cuando pusiste a los sumos sacerdotes al frente del pueblo para que lo gobernara (cum pontifi ces summos regen-dis populis praefecisses), les diste compañeros de menor orden y dignidad para que les ayudaran como colaboradores (ad eorum societatis et operis adiumentum sequentis ordinis viros et secundae dig-nitatis);6 así en el desierto irradiaste el espíritu de Moisés (Moysi spiritum propagasti) a través de las almas de los setenta varones prudentes de quienes se valió como de colaboradores (quibus ille adiutoribus usus) y gobernó fácilmente un pueblo numeroso;7 así también transmitiste a los hijos de Aarón, Eleazar e Itamar, la abundante plenitud otorgada a su padre,8 para que un número sufi ciente de sacerdotes asegura los sacrifi cios de salvación y continuidad del culto (ut ad hostias salutares et frequentioris offi -cii sacramenta suffi ceret meritum sacerdotum). Siguiendo el mismo plan (hac providentia), Señor, diste a los Apóstoles de tu Hijo com-pañeros como maestros en la fe (doctores fi dei comites addidisti), con cuya colaboración subalterna ellos predicaron el Evangelio en todo el orbe (quibus illi orbem totum secundis praedicatoribus impleverant);

Por lo cual (quapropter), Señor, concede también a nuestra fl aqueza (infi rmitati nostrae) esta misma ayuda (haec adiumenta), porque cuanto más frágiles somos, mayor número de colabo-radores necesitamos (qui quanto magis fragiliores sumus, tanto his pluribus indigemus). Te pedimos, Padre todopoderoso, que con-fi eras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado (presby-terii dignitatem); renueva en sus entrañas el Espíritu de santidad (innova in visceribus eorum spiritum sanctitatis);9 reciban de Ti el ministerio de segundo grado (secundi meriti munus) y sean con su conducta ejemplo de vida (censuram morum). Sean honrados

6 Cf. Nm 8,5-26.7 Cf. Nm 11,16-17. 24-25.8 Cf. Nm 3,1-4.9 Cf. Sl 50(51) 10b-11b.

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colaboradores de nuestro colegio (episcopal) (probri cooperatores ordinis nostri). Brille en ellos toda clase de virtudes (totius forma iustitiae), para que, al dar buena cuenta del ministerio a ellos confi ado (bonam rationem dispensationis sibi creditae), consigan el premio de la bienaventuranza eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con-tigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

48/b. Plegaria de ordenación presbiteral

Ed.: Pontifi cal Romano. Ordenación del obispo, de los presbíteros y de los diáconos, Madrid, 1998, 106-108.

48. Asístenos,10 Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, autor de la dignidad humana y dispensador de todo don y gracia (humanae dignitatis auctor et distributor omnium gratiarum);11 por ti progresan las criaturas y por ti se consolidan todas las cosas. Para formar el pueblo sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo (ad efformandum populum sacerdotalem ministros Christi Filii tui, virtute Spiritus Sancti, in eodem diversis ordinibus disponis).

Ya12 en la primera Alianza (iam in priore Testamento) aumenta-ron los ofi cios,13 instituidos con signos sagrados. Cuando pusiste a Moisés y Aarón14 al frente de tu pueblo, para gobernarlo y san-tifi carlo (Moysen et Aaron regendo et sanctifi cando populo), les ele-giste colaboradores, subordinados en orden y dignidad, que les acompañaran y secundaran. Así, en el desierto, diste parte del espíritu de Moisés, comunicándolo a los setenta varones pru-dentes con los cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo. Así

10 Damos el texto de la versión ofi cial española del RO 1989. Van subrayadas las adiciones hechas al texto antiguo en la última reforma. Se indican también en nota los incisos que han sido eliminados o retocados.

11 Honorum omnium et omnium dignitatum quae tibi militam distributor.12 Supr. “quapropter”.13 Supr. “unde sacerdotales gradus atque levitarum”.14 Supr. “pontifi ces summos”.

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también hiciste partícipes a los hijos de Aarón de la abundante plenitud otorgada a su padre, para que un número sufi ciente de sacerdotes ofreciera, según la ley, los sacrifi cios, sombra de los bienes futuros (sacrifi cia tabernaculi, quae umbra erant futuro-rum bonorum). Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos, enviaste al mundo. Padre santo, a tu Hijo Jesús, Apóstol y Pontífi ce de la fe que profesamos. Él, movido por el Espíritu Santo, se ofreció a ti como sacrifi cio sin mancha, y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad, los hizo partícipes de su misión: a ellos, a su vez, les diste colaboradores para anunciar y realizar por el mundo entero la obra de la salvación.15

También ahora (nunc etiam),16 Señor, te pedimos nos conce-das, como ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores (hos adiutores)17 que necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico. Te pedimos, Padre todopoderoso, que confi eras a estos siervos tuyos la dignidad del presbiterado: renueva en sus corazones el Espíritu de santidad; reciban de ti el segundo grado del minis-terio sacerdotal y sean, con su conducta, ejemplo de vida. Sean honrados colaboradores del orden de los obispos, para que por su predicación y con la gracia del Espíritu Santo, la palabra del Evangelio dé fruto en el corazón de los hombres y llegue hasta los confi nes del orbe. Sean con nosotros fi eles dispensadores de tus misterios, para que tu pueblo se renueve con el baño del nuevo nacimiento y se alimente de tu altar; para que los pecadores sean reconciliados y sean confortados los enfermos. Que en comunión con nosotros, Señor, imploren tu mise-ricordia por el pueblo que se les confía y en favor del mundo entero. Así todas las naciones, congregadas en Cristo, formarán un único pueblo tuyo que alcanzará su plenitud en tu Reino.18

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con-

15 Pequeños retoque en el último inciso.16 En vez de “quapropter”.17 En vez de “adiumenta”.18 En RO 1968 está interpolación era más breve: “para que las pala-

bras del Evangelio lleguen hasta los confi nes del orbe y todas las naciones, congregadas en Cristo, se conviertan en el único pueblo santo de Dios”. Se ha suprimido el último inciso del texto primitivo: “Brille... eterna”.

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tigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

49. Plegaria de ordenación diaconal

Ed.: Sacram. Veron. núm. 951.

Asístenos (adesto), Dios todopoderoso, Tú que otorgas los honores, repartes las órdenes y señalas a cada uno su propio ofi cio (honorum dator ordinumque distributor et offi ciorum disposi-tur);19 inmutable en Ti mismo, todo lo renuevas y ordenas20 por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro –palabra, sabiduría y fuerza tuya (per verbum et virtutem sapientiamque tuam Iesum Christum)–, con providencia eterna todo lo proyectas y concedes en cada momento cuanto conviene. A tu Iglesia, Cuerpo de Cristo, enri-quecida con dones celestes variados, articulada con miembros distintos y unifi cada en admirable estructura,21 la haces crecer y dilatarse como templo nuevo y grandioso:

estableciste que hubiera tres órdenes de ministros para tu ser-vicio (servitutem tribus gradibus ministrorum nomini tuo militare), eligiendo en primer lugar a los hijos de Leví para que perma-neciendo en fi el vigilancia sobre las obras de tu casa alcanzaran como herencia una bendición eterna.22

Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio a estos tus sier-

19 RO 1989, en vez de los tres atributos divinos: “de quien procede toda gracia, que estableces los ministerios regulando sus órdenes”.

20 RO 1989 supr. “ordenas”.21 RO 1989 añade aquí: “por la acción del Espíritu Santo”.22 Este párrafo, en RO, ha quedado así: “Como un día elegiste a los

levitas para servir en el primitivo tabernáculo, así ahora has establecido tres órdenes de ministros encargados de tu servicio”. Y seguidamente añade: “Así también, en los comienzos de la Iglesia, los apóstoles de tu Hijo, movidos por el Espíritu Santo, eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano, a siete varones acreditados ante el pueblo (viros boni testimoni) a quienes, orando e imponiéndoles las manos, les confi aron el cuidado de los pobres, a fi n de poder ellos entregarse con mayor empeño a la oración y a la predicación de la palabra”.

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vos, a quienes consagramos humildemente para el orden del diaconado y el servicio de tu altar (tuis sacrariis). Aunque como hombres desconocemos el pensamiento de Dios y las razones supremas, juzgamos sobre la vida de éstos lo mejor que pode-mos. Pero a Tí, Señor, no se te escapan las cosas que nosotros ignoramos ni se te ocultan las que para nosotros están escondi-das. Tú eres testigo de los pecados; Tú escudriñas las mentes; Tú eres realmente capaz de emitir un juicio celestial sobre ellos y de concedernos, aunque indignos, lo que te pedimos.23 Envía sobre ellos, Señor, el Espíritu Santo, para que, fortalecidos con tu gracia de los siete dones, desempeñen con fi delidad su ministerio (in opus ministerii fi deliter exsequendi septiformis gra-tiae munere roborentur). Que resplandezca en ellos el modelo de todas las virtudes:24 un amor sincero,25 una autoridad discreta, una pureza sin tacha y una observancia de sus obligaciones espirituales; que tus mandamientos, Señor, se vean refl ejados en su vida y que el ejemplo de su castidad (castitatis)26 suscite la imitación del pueblo santo; que, manifestando el testimo-nio de su buena conciencia, perseveren fi rmes y constantes con Cristo, de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo, que no vino a ser servido sino a servir, merezcan reinar con Él en el cielo: que27 contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

23 RO 1989 suprime “aunque como hombres... lo que pedimos”.24 RO 1989: “un estilo de vida evangélica”.25 RO 1989 añade aquí: solicitud para pobres y enfermos”.26 RO 1989 cambia “castitatis” por “conversationis” (vida).27 RO 1989: “Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...”.

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2. Rito galicano50. Plegaria de ordenación episcopal

Ed.: Missale Francorum, núm. 40.

Padre santo, Dios todopoderoso, que por medio de nuestro Señor Jesucristo en el principio creaste todas las cosas y luego, al fi nal de los tiempos, conforme a la promesa que recibiera nues-tro patriarca Abrahán, fundaste también la Iglesia congragando a los santos, disponiendo las cosas de manera que la religión (disciplinae religio) se rija por las leyes que Tú has establecido:

Haz que este siervo tuyo, por el fi el cumplimiento de su ministerio y de todas sus funciones (ministeriis cunctisque fi deli-ter gestis offi ciis) sea digno de celebrar los misterios de los sacra-mentos (sacramentorum mysteria) instituidos desde antiguo. Sea consagrado por Ti al sumo sacerdocio al que es promovido (per te in summum ad quod assumitur sacerdotium consecretur). Aunque la mano sea nuestra, sea tuya la bendición que venga sobre él (sit super eundem benedictio tua licet manus nostra sit). Ordénale, Señor, que apaciente tus ovjeas y concédele velar como solícito pastor sobre el rebaño que le ha sido confi ado. Que le asista tu Espíritu Santo, distribuidor de carismas celestiales (caelestium carismatum divisor), para que, como enseña el que Tú elegiste doctor de las naciones, no le falte la justicia, sea potente en mansedumbre y rico en hospitalidad. Mantenga la jovialidad cuando exhorta, la fi delidad en la persecución, la paciencia en la caridad, la fi r-meza en la verdad. Que deteste las herejías y todos los vicios, e ignore la envidia. No permitas que juzgue por favoritismo, pero haz que sea de corazón agradecido. En fi n, que aprenda de Ti abundantemente cuando haya de enseñar a tus fi eles para su salvación. Que no considere el sacerdocio como una dignidad, sino como una tarea (sacerdotium ipsum opus esse existimet, non dignitatem). Que el crecimiento en el honor redunde también en incremento de méritos (profi ciant ei honoris augmenta etiam ad incrementa meritorum), de manera que, así como por ésta (orde-nación) es agregado entre nosotros al sacerdocio (adsciscitur in sacerdotium), sea después por Ti admitido al reino.

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Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con-tigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

51. Plegaria de ordenación episcopal

Ed.: Missale Francorum, 9,40.

(...) Que tu don haga preciosos sus pies (sint speciosi muneri tuo) para proclamar la paz, para anunciar tus bienes.28 Concé-deles, Señor, el ministerio de la reconciliación29 de palabra y de obra y con la fuerza de los signos y de los prodigios.30 Que su palabra y su predicación no sea con persuasivas palabras de sabi-duría humana, sino con demostración de espíritu y de fuerza.31 Dales, Señor, las llaves del reino de los cielos;32 hagan buen uso y no se gloríen en el poder (nec glorientur potestate) que concedes para edifi cación, y no para destrucción.33 Cuanto ataren sobre la tierra sea atado en el cielo; cuanto desataren sobre la tierra sea desatado en el cielo.34 A quienes retuvieren los pecados les sean retenidos; a quienes perdonaren ellos los pecados, perdó-nales también Tú.35 Quien los bendiga sea bendecido y quien los maldiga sea él colmado de maldiciones.36 Sean siervos fi eles y prudentes, a quienes Tú, Señor, pongas al frente de tu familia, para que les den el alimento a su tiempo,37 para que presenten a todo hombre perfecto.38 Sean activos y diligentes, de espíritu

28 Cf. Rom 10,15; cf. Is 52,7.29 Cf. 2Cor 5,18.30 Cf. Rom 15,18-19.31 Cf. 1Cor 2,4.32 Cf. Mt 16,19.33 Cf. 1Cor 10,8; 13,10.34 Cf. Mt 16,19; cf. 18,18.35 Cf. Jn 20,23.36 Cf. Gn 27,29; cf. Nm 24,9.37 Cf. Mt 24,25 par.38 Cf. Col 1,28.

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ardiente.39 Odien la soberbia, amen la verdad y no la abandonen jamás, vencidos por la desidia o el temor. No hagan de la tinie-bla luz, y de la luz, tiniebla; no llamen a lo malo bueno, y a lo bueno, malo.40 Estén al servicio de sabios (e ignorantes) y saquen fruto del progreso de todos41...

52. Plegaria de ordenación presbiteral

Ed.: Missale Francorum, núm. 6.

Señor, origen de toda consagración (sanctifi cationum omnium auctor), tu consagración es verdadera y tu bendición, plena:

derrama tu bendición (manum tuae benedictionis eum infunde) sobre este siervo tuyo N. que consagramos al honor del presbite-rado (presbyterii honore dedicamus), para que por la seriedad de su comportamiento y por la severidad de su vida (gravitate actuum et censura vivendi) demuestre ser presbítero (seniorem), bien for-mado en la disciplina que Pablo expuso a Tito y a Timoteo; para que, meditando día y noche en tu ley42 oh Dios todopoderoso, crea lo que leyere, enseñe lo que crea, ponga en práctica lo que enseña (quod legerit credat, quod crediderit doceat, quod docuerit imi-tetur); manifi este en su propia vida la justicia, la constancia, la misericordia, la fortaleza; dé buen ejemplo y confi rme sus amo-nestaciones (exemplum probet, admonitionem confi rmet), para que conserve puro e inmaculado el don de tu ministerio (purum atque immaculatum ministerii tui donum custodiant) y para el servicio de tu pueblo (per obsequium pletae) consagre puramente el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo (corpus et sanguinem Filii tui immaculata bene-dictione transformet)43 cumpla su ministerio con conciencia pura

39 Cf. Rom 12,1140 Cf. Is 5,20.41 Cf. Rom 1,13-14.42 Cf. Sl 1,3.43 Cf. P. Batiffol, “Transformare”: balac 1(1911) 54-55; R. Falsini, La

“transformazione” del corpo o del sangue di Cristo: StF 52(195) 307-359.

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y fe plena y, lleno del Espíritu y con caridad inviolable, (llegue) a la madurez del varón perfecto, a un desarrollo proporcionado a la plenitud de Cristo, el día de la justicia del juicio eterno.

53. Plegaria de ordenación diaconal

Ed.: Missale Francorum, núm. 7.

Santo Señor, fuente de esperanza, fe, gracia y crecimiento espiritual; que en el cielo y en la tierra, en todas partes, has dis-puesto los servicios de los ángeles y sobre todos los elementos derramas la efusión de tu amor:

dígnate iluminar también con una mirada especial a este siervo tuyo N., para que, libre para tu servicio, se convierta en servidor puro de tus santos altares y, purifi cado con tu perdón, se muestre digno del ministerio (gradu)

de aquellos que, por impulso del Espíritu Santo, eligieron tus Apóstoles en número de siete, al frente de los cuales estaba san Esteban, y, adornado con todas las virtudes que son necesa-rias para servirte, sea de tu agrado.

Por nuestro Señor Jesucristo.

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3. Rito hispano

Plegaria de ordenación episcopalEn el rito hispano no se encuentra documentada ninguna

plegaria de ordenación episcopal. Sobre esta cuestión y sobre el intento de reconstruir una plegaria a partir de algunos textos de los Padres de la Iglesia Hispánica, puede verse, especialmente: A. Santantoni, L’ordinazione episcopale, Roma 1976, “Studia Anselmiana”, 19.

54. Plegaria de ordenación presbiteral

Ed.: Liber Ordinum: M. Ferotin 54-55; H.B. Porter 62.

Oh Dios,que ordenaste que se constituyera en el tabernáculo de tu

templo el orden de los presbíteros, que presidieran a tu Iglesia (seniorum ordinem qui praessent Ecclesiae tuae):

santifi ca a este siervo tuyo N, a quien consagramos con nues-tras manos al honor del presbiterado (presbyteri honore) en la Iglesia de N. Conserve la disciplina de la santa Iglesia llevando una vida honesta. Cumpla sin falta el ministerio que recibe y sea conocido por los ejemplos de una vida muy virtuosa. Como maestro del pueblo y jefe de sus subordinados (doctor plebium et rector subiectorum), mantenga ordenadamente la fe católica y anuncie a todos la salvación verdadera. Cuide la educación de su propia alma y conserve puro su cuerpo. Ponga en obra lo que lee y enriquezca su actividad con la lectura. Bástele la fe para la vida, la castidad para el presbiterado, el descanso para la humildad: a fi n de que, viviendo en castidad y fe, enseñe a los que le han sido confi ados tanto con sus enseñanzas como con el ejemplo de sus acciones.

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55. Plegaria de ordenación diaconal

Ed.: Liber Ordinum: M. Ferotin 49; H.B. Porter 66-68.

Oh Dios, Creador del universo, fuente de la vida, que son-deas los espíritus, santifi cas las almas,

mira (respice) sobre este siervo tuyo N. y dígnate ser propi-cio a quien consagramos al ministerio del diaconado (in offi cium diaconii dedicamus), ofreciéndotelo suplicantes al servicio de tu santo altar. Nosotros ciertamente, Señor, que desconocemos tus pensamientos (divini sensus inscii) e ignoramus completamente los secretos de la conciencia humana, evaluando en cuanto podemos la inocencia de este hombre, echamos mano de cual-quier juicio (qualecumque iudicium) sobre el hermano. A Ti no te pasan inadvertidas las cosas ignoradas; a Ti no te engañan las cosas ocultas. Tú conoces los corazones, Tú escudriñas las almas. Todo está a tu servicio; todo Te obedece, Tú puedes usar en esto tu eclesial juicio (coeleste iudicium); Tú puedes usar en esto tu celestial juicio (coeleste iudicium); Tú puedes valerte del Espíritu Paráclito y conceder lo que Te pedimos a uno que es digno o a uno que no lo es: para que, levantado de la pequeñez y ensal-zado a la altura (erectus a parvo et adlevatus in magno), alcance de tu mano admirable el grado de la dignidad eclesiástica (gradum ecclesiasticae dignitatis obtineat), a

ejemplo de aquellos a quienes tus Apóstoles eligieron en número de siete y los consagraron como mensajeros de paz y de servicio (pacis ac ministerii nuntius dedicaverunt). Que esté prepa-rado para servir a tus altares,

como sirvió Josué a Moisés tu siervo o como sirvió en el templo el joven Samuel.

Abunde en él el cortejo completo de las virtudes (perfectus ordo virtutum): el pudor, la autoridad, la inocencia, la disciplina. Persevere fi rme y estable en Cristo y merezca avanzar siempre y ser promovido de los grados inferiores a los superiores (dignoque successu semper a parvo ad maiora provehi mereatur), para que, con la ayuda de la gracia del Espíritu Santo, en el juicio de tu Hijo,

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nuestro Señor, se alegre de haber rendido cuentas irreprocha-bles.

Lo pedimos a tu gloria, Padre piadosísimo, que en la Tri-nidad eres glorifi cado como un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.

56. Plegaria de ordenación diaconal

Ed.: Liber Ordinum: M. Ferotin 50-51; H.B. Porter 68.

Oh Dios,que al elegir a Leví aseguraste el servicio de tu templo (templi

tui ministerium); Tú que quisiste que el orden de los levitas estu-viera al servicio de tu nombre (Levitarum ordinem ad serviendum nomini tuo in ministerio esse voluisti):

Te pedimos que bendigas a este siervo tuyo N. que va a ser agregado al orden de los levitas (Levitarum ordini sociando). Haz que día y noche medite y enseñe tu Ley44 y que, dotado de una gracia especial,

como san Esteban,venza y someta a los enemigos de la fe católica. Tenga la

fuerza del Espíritu Santo (habeat virtutem Spiritus Sancti), para que, colaborando con la gracia, presente siempre dignamente tu cáliz a los sedientos (calicem tuum sitientibus porrigat semper ido-neus). Amén.

44 Cf. Sl 1,2.

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CUADERNOS PHASEÚltimos fascículos publicados

143. “Redemptionis Sacramen-tum”

144. La plegaria de ordenación presbiteral

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146. La secuencia 147. La Iglesia, pueblo sacerdotal 148. El misterio eucarístico 149. La iniciación cristiana en la

tradición litúrgica oriental 150. La Divina Liturgia 151. Explicación de la Divina Li-

turgia 152. Introducción al martirologio 153. Los tesoros bíblicos de la misa 154. La confesión y la absolución

de los pecados 155. Liturgia comparada (1) 156. Liturgia comparada (2) 157. Breve historia de la misa 158. La liturgia del gesto 159. Los ornamentos pontifi cales 160. El rito de la Misa en el Misal

de san Pío V 161. La oración común del pue-

blo fi el 162. La mística de los sacramen-

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ñor Jesucristo 165. Los colores litúrgicos 166. Homilías sobre el Año Litúr-

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iglesias de Oriente (1) 169. Los ritos nupciales en las

iglesias de Oriente (2) 170. Las letanías 171. El sacramento de la caridad 172. La presencia de la obra reden-

tora en el misterio del culto

173. La muerte en la tradición bíblica

174. Las antífonas de la “O”175. Sponsa Verbi. La virgen con-

sagada al Señor176. La inspiración bíblica de la

liturgia177. El “exsultet”. Antología de

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liturgia y los sacramentos181. Las Constituciones Apostóli-

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carísticas 185. El cuerpo Místico de Cristo 186. Historia de la “Lectio Divina” 187. Los libros de la Liturgia La-

tina 188. Alabanzas y súplicas de las

Iglesias orientales189. Invitación al silencio190. La Eucaristía en el Concilio

de Trento191. Vida y ministerio del sacer-

dote192. Pascua la gran solemnidad193. La santa Unción de los en-

fermos. Historia. Teología. Pastoral

193. Las plegarias de ordenación. Antología de textos

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196. Las oraciones “apologé-ticas”. Para la devoción per-sonal del sacerdote.