Las Ruinas de La Memoria Fcastro- Florez

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  • 7/23/2019 Las Ruinas de La Memoria Fcastro- Florez

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    LAS RUINAS DE LA MEMORIA Y LA FORTIFICACIN DEL SUJETO.(Unas consideraciones en torno a Rosell Meseguer)

    [Fernando Castro Flrez]

    La casa de Can en las estepas de Enoch viene a ser el blocao inicitico, construido segn lasescalas de proteccin y las necesidades de una nueva vida, ruinas imaginarias que ap enas

    esbozan diseo alguno. Su pla nta obedece a la al egora de la tumba en donde a veces se

    alarga como laberinto y refugio para la vida, si el azar as lo destina1.

    Zirek ha sealado que entre los antagonismos que caracterizan nuestra poca, tal vez lecorresponda un sitio clave al antagonismo entre la abstraccin, que es cada vez msdeterminante en nuestras vidas, y la inundacin de imgenes pseudoconcretas. Si podemosentender la abstraccin como el progresivo autodescubrimiento de las bases materiales delarte, en un proceso de singular despictorializacin, tambin tendramos que comprender

    que en ese proceso se encuentra en ncleo duro de lo moderno. En un mundo catico una delas salidas puede ser mete rse en la cripta camuflarse, evitar estar desnudo a la inte mperie .En el camuflaje o, para complicarlo ms, en lo que Caillois llamara psicastenia legendaria,esa suerte de psicosis insectoide, relacionada con el estadio del espejo, se produce unavirtual desustanciacin del ego2. Frente al mantenimiento de la diferencia y la autoposesin,el mimetismo representa, de este modo, una prdida de la autonoma, de lo diferente, dellmite: la confusin con su entorno, la inscripcin en el espacio, acerca al sujeto a ladesposesin, como si cediese a una tentacin ejercida sobre l por la vasta exterioridad delespacio mismo, una tentacin a la fusin3. Recuerdo ahora el cartel repetido de CiudadanoKane !Prohibido el paso!, nos advierte de que si seguimos adelante entraremos en undominio extrao4. Rosell Meseguer se adentra, ciertamente, en un dominio raro, fotografa,con una morbosidad extraordinaria, las formas del poder militar devenidas ruinas, rastrea unazona de la costa mediter rnea, en cierto sentido re torna a un descenso a l subsuelo infantil5.Vuelve, una y otra vez, a las trincheras, a las fortificaciones, a los tneles, a los vestigios de unconflicto del que, aunque no tengamos memoria, todava extiende sus races en nuestrapoca descoyuntada. Los conceptos nacidos de esos espacios militares escribe RosellMeseguer- en la actualidad abandonados, se articulan unos con otros cmo imgenes dearchivo de emplazamientos, habitculos deshabitados, desrticos, despoblados, solitarios;hay quienes imaginan el olvido como un depsito desierto/una cosecha de la nada y sin

    embargo el olvido est lleno de memoria , mezclada con postales, recortes de prensa,documentos visuales y escritos6. Esta creadora despliega una memoria en espiral, recuperafragmentos del mapa histrico, yuxtapone sucesos actuales con eventos del pasado,fascinada con la idea de defensa y con la inminencia del ataque. Batera de Cenizas, es una de

    aquellas fortificaciones, hecha de las relaciones entre sus medidas y los acontecimientos del

    1Antonio Fernndez Alba: Ruinas en las estepas de Enoch en Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, ed.Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 14.2Cfr. Roger Caillois: Mimtisme et psychastnie lgendarie, en Minotauro, n 7, Paris, Junio de 1935.3Denis Hollier: Mimesis and Castration en October, n 31, invierno de 1984, pp. 3-16.4Se puede tratar de una repugnante intrusin excremental: Ah reside el sentido del famoso cartel Prohibido el Pasoal principio y al final de El ciudadano Kane: es muy peligroso entrar en este dominio de la mxima intimidad, donde unoencuentra ms de lo que busca y, repentinamente, cuando ya es demasiado tarde para retirarse, uno se encuentro a smismo en un reino viscoso y obsceno (Slavoj Zizek: El acoso de las fantasas, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1999, p. 34)5Todo empez con la bajada a una mina en mi infancia; un verdadero laberinto de galeras. Entonces yo viva en lacosta Cartagena, Espaa- y algunos das mi padre nos llevaba a mi hermano, a mi hermana y a m a visitar los barcosdel puerto: una corbeta, un submarino..., en casa haba colgadas toda una serie de imgenes de los mismos. Aquellosviajes, que tocaban desde la sal de las salinas hasta los astilleros han sido laraz de mi atraccin hacia los mundos del

    subsuelo y los entornos de la costa; una rastreadora de vestigios y documentos del pasado. (Rosell Meseguer enGeneracin 2003. Becas de arte, Obra Social Cajamadrid, p. 66).6Rosell Meseguer. Batera de Cenizas. Metodologa de la Defensa, en Rosell Meseguer. Batera de Cenizas.Metodologa de la Defensa, Fundacin Antonio Prez, Cuenca, 2003, p. 17.

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    pasado. En la actualidad, un cmulo de galeras, almacenes vacos y maquinaria obsoleta,cuyos tneles recorren el monte de las Cenizas, a travs de un entramado de vas dondepequeos carros portan los obuses hasta el interior de los pozos, cuyas galeras de piedra,recuerdan a las catacumbas de la Fundacin Antonio Prez. Largos corredores subterrneosque conectan el reverso con su anverso; el subsuelo con el suelo7.

    Sabemos que la arquitectura es, desde los comienzos la materializacin de un deseodramtico de proteccin y seguridad, una respuesta pnica con respecto al otro que nosparece, en nuestro delirio, destructivo y siempre letal. El bnker, el blocao es, no cabe duda,una de las ms contundentes manifestaciones de ese miedo a lo otro que est a punto deaparecer, es un reto que tiene algo de protohistrico y posnuclear: su tiempo ha pasado y,paradjicamente, an est por llegar. El despotismo tecnolgico-militar habra adoptado,para su arquitectura mas extrema, el vector de lenguaje formalmente ms deshumanizado yfuncionalista de la vanguardia8. Fernando R. De la Flor subraya que el blocao es laprotorruina de la modernidad, una obra muerta que es un fsil del fascismo o, mejor, delfascismo telrico, con su mitologa guerrera y ctnica. En estas contundentes fortificacionesel cimiento es el orden de la razn, acaso sea la propia metafsica (la decantacin del

    pensamiento occidental) la que se atrinchera. Pero tambin es una construccin concreta,un emplazamiento histrico: Se trata, en el caso de la fortificacin cuyo tiempo discurreentre 1930 y 1945, de la creacin de una inhabitacin del territorio que converge con lainminente aparicin en la escena histrica del concepto nuevo de guerra total. Se trata dela creacin de un espacio suicidario. Un teatro de formas concebido como el locus idealdonde por vez primera el estado ensaya la aniquilacin de s mismo 9. Un lugar desde el queestablecer el control del enemigo, el territorio de la dominacin, esto es, el paisajetransformado en dispositivo blico10 . Cuando uno est en el territorio de las casamatas y lastrincheras, contempla una escena sublime (un paisaje que no puede ser reducido aconcepto) pero, al mismo tiempo, cobra conciencia de que esos lugares van desapareci endo,la mirada a penas reconoce el rostro pasado de la violencia11 . No cabe duda de que las

    trincheras y los bnkeres constituyen, actualmente, una topologa fantasmal. Virilio sealque el bunker es el ltimo gesto teatral de un final de la historia militar occidental. Esebrutalismo del espacio polmico requiere una extraa arqueologa.

    Necesitamos meditar, con detalle, sobre la logstica y el teatro de operaciones12 en unapoca de metamorfosis de los objetos militares en proyectiles13 . Como Virilio ha sealado, elarma inventa la velocidad, o el descubrimiento de la velocidad inventa el arma, lo quedetermina el carcter proyectivo de las armas. La mquina de guerra implica la liberacin de

    7 Rosell Meseguer. Batera de Cenizas. Metodologa de la Defensa, en Rosell Meseguer. Batera de Cenizas.

    Metodologa de la Defensa, Fundacin Antonio Prez, Cuenca, 2003, p. 27.8Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 24. 9Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 26.10Si sobrevolamos rpidamente la historia del control y del espionaje militar, constatamos que esta dominacin seefecta desde el mismo principio por la ocupacin a viva fuerza de las cumbres naturales, sitios dominantes, puntoselevados del territorio, puntos de vista desde donde la mirada escrutadora se extiende a lo lejos, formas primarias de laprevisin y de la anticipacin de los movimientos enemigos, necesarias para la movilizacin preventiva de las fuerzas.Estas ocupaciones militares provisionales completadas por las de los lugares de pasaje obligado, pasos, desfiladeros,vados, istmos martimos, sern en consecuencia poblados por un campesinado que aprovechar all sus ventajas juntoa una proteccin contra robos. Esos lugares dominantes sern en consecuencia fortificados, provistos de atalayas, detorres e incluso de abadas cuyos campanarios servirn a la vez de observatorio y de seal de alarma (Paul Virilio. Elinmaterial de guerra en Un paisaje de acontecimientos, ed. Paids, Buenos Aires, 1997, p.175).11El imperio de lo efmero conquista estas ltimas posiciones fuertes o huellas trgicas de la historia, dispersandoeficazmente en el aire la coagulacin violenta que representaban. La historia en escombros ve disuelta su facies

    amenazadora(Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid,2000, p. 28).12Cfr. Paul Virilio: Logistique de la perception, Ed. de l Etoile, Pars, 1984.13

    Leconomie de la Guerre qui tendait jusqu alors transformer le paisage humain en rduit dfensif para unecongruente des fortifications, tend maintenant rduire les disparits de l armament en mtamorphosant les objetsmilitaires en aurant de projectiles (Paul Virilio: L`espace militaire, Bunker Archologie, Centre Georges Pompidou,Paris, 1975, p. 16).

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    un vector velocidad. En ocasiones la velocidad se abstrae en la propiedad de un proyectil,bala u obs, que condena a la inmovilidad en la guerra de 1914). Pero un equilibrio defuerzas es un fenmeno de resistencia, mientras que la respuesta implica una precipitacin oun cambio de velocidad que rompen el equilibrio: el tanque reagrupar el conjunto de lasoperaciones en el vector-velocidad, y volver dar un espacio liso al movimientodesenterrando los hombres y las armas14 . Finalmente ese atrincheramiento revela laimpotencia, para ser ms preciso, su esencial ineficacia: la velocidad contempornea arruinaesa localizacin pnica15 . El proyectil contempornea ocasiona la desaparicin progresiva delas murallas, de los escudos macizos, la desintegracin de las formaciones de combate enunidades pequeas menos vulnerables: desmaterializacin que afectar entonces al ejrcitoy a su exhibicin, el fuerte y la vill a forti ficada, la tropa y el t ropero16 .

    Rosell Meseguer comprende el bnker como un nmada autosuficiente, minimalista, de unrigor implacable, un fortn en el que ornamente es ciertamente delito. O bien como unazona cero, un territorio donde todas las energas se agotan y toda defensa conoce suextincin, pero igualmente como una arquitectura del deseo para tiempos de Apocalipsis.Ese monumento defensivo termina por expresar un enigmtico amor a la tierra, establece un

    asentamiento radical o, valga la deriva, una estructura melanclica. Monumento catnico,sin duda arquitectura que expresa el duelo. Testimonio de un frente a tiempo deshecho,lentamente borrado. Esta arquitectura expresa nostalgia de las eras fuertes y tiene en lasprofundas corrosiones de sus estructuras ferradas, la huel la misma de la pasin de la mater ia,del va crucis y holocausto que sufrieron las cosas situadas en la lnea sin retorno, y sagrada,del Frente17 . Podemos tomar la obra de Rosell Meseguer como una radiografa de lasorprendente violencia de la calma en la que nos encontramos. Las fortificacionesabandonadas son el espacio negativo de un tiempo en el que se propaga la epidemia de latontera, el momento de los bandos, del bandern e enganche de la banalidad. La realidadviolenta que no queremos afrontar conduce al imaginario postmoderno hacia un camuflajede la impotencia que nos sita en e l lugar de la complici dad con lo negativo. En tanto ruinas,

    estos fragmentos de un orden militarizado, alegorizan mundos diramos casi tambinclimas-, construidos y luego sobrepasados por la dinmica invisibilizadora de lo histrico, quelos relega, y fatal y retricamente los condena, a la asignificacin, a la intranscendencia;mientras se convierten en objeto puro de una demolicin inconsiderada, una vez que se losha utilizado largamente, exprimindolos en su tarea de impartimiento de la muerte18 . Lacuestin decisiva es la demolicin, lo saben, como narra Berger, hasta los perros de la calle:Humare, King, la palabra latina para enterrar, est en desuso. La nueva palabra es demoler.Demoler, demolicin, ni rastro. Demoler para que nada pueda ser visto19 .

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    Gilles Deleuze y Flix Guattari: Tratado de nomadologa: la mquina de guerra, Mil Pesetas. Capitalismo yesquizofrenia, Ed. pre-textos, Valencia, 1988, p. 399. Fuller () muestra como la guerra de 1914 fue concebidaprincipalmente como una guerra ofensiva y de movimiento, basada en la artillera. Pero sta se vuelve contra s misma,e impone la inmovilidad. No se puede removilizar la guerra multiplicando los caones, puesto que los agujeros de losobuses, hacan el terreno impracticable. La solucin, en la que los ingleses y sobre todo el general Fuller participaronde manera determinante, fue el tanque : buque terrestre, el tanque reconstitua sobre la tierra un espacio martimo oliso, e introduca la tctica naval en la guerra terrestre. Por regla general, la respuesta nunca va de los mismo a lomismo: el tanque responde a la artillera, el helicptero de misiles responde al tanque, etc. De ah el factor deinnovacin en la mquina de guerra, muy diferente de la innovacin en la mquina de guerra, muy diferente de lainnovacin en la mquina trabajo. (Gilles Deleuze y Flix Guattari: Tratado de nomadologa: la mquina de guerra,Mil Pesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Ed. pre-textos, Valencia, 1988, p. 428-429).151944, naturalmente, es tambin la fecha en que se revela la pattica ineficacia, especialmente frente al arma area,de esta utopa de la defensa inmvil, sobrepasada por siempre por las tecnologas guerreras que nacen de la velocidady de la accesibilidad total a su control del territorio del mundo . (Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Erade la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 45).16Paul Virilio: El inmaterial de guerra, Un paisaje de acontecimientos, Ed. Paids, Buenos Aires, 1997, p. 177.17

    Fernando R. de la Flor: fragmento de su Eplogo. Fragmentos de Apocalipsis en Blocao. Arquitecturas de la Era dela Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, sin nmero de pgina18Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 29.19John Berger: King. Una historia de la calle , Ed. Alfaguara, p. 204.

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    La magnfica obra fotogrfica e instalativa de Rosell Meseguer nos transporta al fuerte, alborde y a la frontera, a la memoria sepultada, vale decir, a la cripta que tiene una enormeintensidad potica. Debemos insistir en la experiencia esttica del blocao como aquelloque preserva la identidad amenazada del sujeto moderno: del sujeto, para decirlo as,kafkiano, asediado siempre por el deseo de un retorno al tero, protector y primario. Losubterrneo, sobre lo que se funda su espacio esta casa blica de realizacin monoltica ytubular, mitiga con sus promesas el imaginario desatado del temor. BLOCAO: espacio de unavigilancia (sin esperanza); arquitectura de la proteccin imaginaria y del resguardosoado20 . Eso es , por supuesto , cosa del pasado. Hemos llegado a la deslocalizacin militar21 , cuando el hombre de guerra ya es algo anticuado22 . Rosell Meseguer recorre su terreno,tan real como imagnario, con una actitud arqueolgica, completando ms que un paisajismopintoresco una suerte de singular land-artdel bnker. Derivamos a partir del enigma de losrestos, sin perder de vista la dislocacin contempornea, en ese momento en que laabstraccin revela la agorafobia o, en otros trminos, la desunin y la inquietud23 . En elbnker permanece una significacin enigmtica. Acaso sean los faros de una supervivenciaque apenas es legible para nosotros. Vestigios banales, estas obras advierte Paul Virilio-han tornado la simple morfologa en taludes, slo preservados por la dificultad que entraa

    su demolicin. Asombrosos ejemplos de la ceguera de una poca acerca de s misma, estasobras primordiales anuncian con todo una nueva arquite ctura fundamentada no tanto sobrelas facultades fsicas, sino sobre e l psiquismo. Constituyen una suerte de urbanismo donde elanlisis elemental de la realidad social ha quedado totalmente desechado a favor de unhbitat en cuanto que disponible para ser creado conforme a las disponibil idades secretas delos individuos24 .

    En realidad Rosell Meseguer est haciendo una arqueologa de Cartagena, concretamentede sus sistemas defensivos25 , revisando una historia remota, pero creo que tambin estbuceando en su inconsciente, afronta, de una manera elptica, una memoria afectiva. Haysignos melanclicos e intensamente contemplativos e sus imgenes, una atmsfera de

    soledad que acaso est esperando el encuentro con algo otro. Frente a la lgica de los no-lugares, a ese estar en trnsito, literalmente en tierra de nadie 26 , esta creadora intentaconformar un lugar de la memoria. Batera de Cenizas. Metodologa de la defensa, es un

    20Fernando R. de la Flor: Blocao. Arquitecturas de la Era de la Violencia, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 58.21 Si, como pretenda Lenin, la estrategia es la eleccin de los puntos de aplicacin de las fuerzas, estamos obligadosa considerar que esos puntos, hoy, ya no son puntos de apoyo geoestratgicos, puesto que, en adelante, a partir de unpunto cualquiera se puede alcanzar otro donde quiera que est. () Paul Virilio: Vitesse et politique, Ed. Galie, Paris,pp.132-133).22Sin duda no hay nada ms anticuado que el hombre de guerra: hace ya mucho tiempo que se ha transformado enun personaje completamente distinto, el militar. Y el propio obrero ha sufrido tantas desventajas Sin embargo,vuelven a surgir hombres de guerra, con muchas ambigedades: todos aquellos que conocen la inutilidad de laviolencia, pero que son adyacente a una mquina de guerra a recrear, de respuesta activa y revolucionaria. Tambinvuelven a surgir obreros, que no creen en el trabajo, pero que son adyacentes a una mquina de trabajo a recrear, de

    resistencia activa y de liberacin tecnolgica. No resucitan viejos mitos o figuras arcaicas, son la nueva figura de unagenciamiento transhistrico (ni histrico, ni eterno, sino intempestivo). El guerrero nmada y el obrero ambulante. Unasiniestra caricatura los precede ya, el mercenario o el instructor militar mvil, y el tecncrata o analista transhumante,C.I.A. y I.B.M. (Gilles Deleuze y Flix Guattari: Tratado de nomadologa: la mquina de guerra, Mil Pesetas.Capitalismo y esquizofrenia, Ed. pre-textos, valencia, 1988, p. 405).23La tradicin abstracta no presupone en modo alguno de la existencia de ese hombre que se siente uno con elmundo. Se caracteriza por su sentido de desunin , por la inquietud que le produce la naturaleza cambiante de lofenomnico y por el deseo de redimirse mediante una rigurosa -o cristalina, en palabras de Worringer- visin delespacio gobernado por leyes , el impulso de traducir lo cambiante y lo contingente en trminos y valores y necesariosy absolutos (puesto) que tales formas abstractas, liberad d todo lo accesorio y finito, son las nicas, las ms elevadasen que un hombre pueda reposar y olvidar la confusa imagen del mundo (Dore Ashton: Una fbula del arte moderno,Ed. Fondo de Cultura Econmica Turner, Madrid, 2001, p. 171)24Paul Virilio: Arqueologa del bnkerActo,n 1, La Laguna, 2002, p. 92.25

    Esta ciudad militar, cuya construccin y artillado se extendi a lo largo de los aos 1930-1936 25, funciona comonexo de unin entre lo invisible y lo visible; saliendo mediante pozos de aire al cielo. Sus garitas defensoras, encierranen ellas, toda una maquinaria interna de guerra, frente a un exterior dominado por el azul del Mediterrneo. (Rosell

    Meseguer: Batera de Cenizas. Metodologa de la Defensa Rosell Meseguer. Batera de Cenizas. Metodologa de laDefensa, Fundacin Antonio Prez, Cuenca, 2003, p. 27).26Cfr. Marc Aug: Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropologa de la sobremodernidad, Ed. Gedisa,Madrid, 1993, p. 83.

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    conjunto de imgenes reales reinventadas, una torre de fotografas suministrando evidenciade la realidad, eso s, de una verdad simblica y cambiante, heterognea y mltiple. Unarealidad que aparece en las fotografas como una inte rpretacin del mundo donde como unacolmena de abejas, como un conjunto de nichos, las ventanas van mostrando lascontradicciones de una defensa como ataque, de una estrategia de guerra frente al idlicoMediterrneo27 . Aunque da la impresin de que Rosell Meseguer se ha borrado en susimgenes, ha llegado a la aphanisis28, en realidad est retratando su tesoro, velando ymostrando elpticamente su retrato. Ese tesoro secreto podra te ner que ver con el deseo,con la joya que resplandece en la oscuridad y nos seduce vertiginosamente, como el agalmaque garantiza un mnimo de consistencia fantasmtica al ser del sujeto: el objeto a comoobjeto de la fantasa que es algo ms que yo mismo, gracias al cual me percibo a m mismocomo digno del deseo del Otro. La pregunta original del deseo no es aquella que quieresaber re almente qu e s lo que quieres decir, sino esa otra que espera saber realmente ququieren los otros de m: qu ven en m? qu soy para los otros? Aunque de ningn modoilustra Rosell Meseguer estas preguntas, la ausencia de marcas de borrado (la exactitudobsesiva) podra marcar su pertinencia.

    Rosell Meseguer indagando, con enorme clarividencia, en un lugar fronterizo, entre la tie rray el mar, entre el pnico y la violencia con respecto al otro29, construye un espacio, al mismotiempo, fortificado y ruinoso para el sujeto. Podras sealar en trminos topolgicos que ladivisin del sujeto no es la divisin entre un yo y otro, entre dos contenidos, sino la divisinentre algo y nada, entre la caracterstica de la identificacin y el vaco. Descentramientodesigna as primero la ambigedad, a oscilacin entre identificacin simblica e imaginaria la indecisin con respecto a dnde est mi verdadera clave, en mi yo real o en mi mscaraexterna, con las posibles implicaciones de que mi mscara simblica pueda ser ms realque lo que oculta, que el rostro verdadero tras ella30 . El descentramiento (en vez de lapantalla cartesiana de la conciencia central que constituye el foco de la subjetividad) es, ecierto sentido, un medio de identificacin del vaco. Cuando contemplo las magnficas

    fotografas de Rosell Meseguer pienso que son un sitio pero tambin creo que formulan unapregunta: dnde estoy?. Pero esa necesidad de saber en que lugar estamos implica, porsupuesto, la cuestin qu es un lugar?. Como Michel Serres advirtiera en su libro Atlas,tenemos que hallar una nueva definicin de un lugar-trnsito, donde se superponen el mapareal y e l virtual, en un plegamiento incesante31 . El sitio enigmtico y melanclico, de Rosell

    27Rosell Meseguer: Batera de Cenizas. Metodologa de la Defensa Rosell Meseguer. Batera de Cenizas.Metodologa de la Defensa, Fundacin Antonio Prz, cuenca, 2003, p. 27.28Hay una brecha que separar eternamente el ncleo fantasmtico del ser del sujeto de las formas ms superficialesde sus identificaciones simblicas y/o imaginarias no me es nunca posible el asumir totalmente (en el sentido deintegracin simblica) el ncleo fantasmtico de mi ser: cuando me lo acerco demasiado, lo que ocurre es la aphnisisdel sujeto: el sujeto pierde su consistencia simblica, se desintegra. Y, quizs, la actualizacin forzada en la sociedad

    real misma del ncleo fantasmtico de mi ser es la peor y ms humillante forma de violencia, una violencia que mina labase misma de mi identidad (mi imagen de mi mismo) (Slavoj Zizek: El acoso de las fantasas, Ed. Siglo XXI; Mxico,1999, p. 197)29Se da por lo tanto, una desvirtuacin de los sentidos y las convenciones: un odo que no oye, un pasamontaas queencapucha la vista, 1 + 1 = 3, el secuestro de la concentracin de dixido de carbono para reducir su concentracin, undisparo de una bala en un cristal como un ojo vaco, ciego y contrario al que se muestra en el Veo Veode los sentidoscontra el desconocimiento de lo otro, a lo que una batera, un conjunto de piezas de artillera colocadas en un parajepara hacer fuego al enemigo, una unidad tctica del arma de artillera, una obra de fortificacin destinada a conteneralgunas piezas de artillera, un conjunto de caones que hay en cada puente o cubierta de los buques de guerra,cuando siguen de popa a proa, construida en un lugar fronterizo entre la tierra y el mar, el norte y el sur, es dirigida.Rosell Meseguer: Batera de Cenizas. Metodologa de la Defensa Rosell Meseguer. Batera de Cenizas. Metodologade la Defensa, Fundacin Antonio Prez, Cuenca, 2003, pp. 27-33.30Slavoj Zizek: El acoso de las fantasas, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1999, p. 161.31Dnde estoy? Quin soy? Se trata de una misma pregunta que exige una respuesta sobre el ah? Solo habitoen los pliegues, slo soy pliegues.!Es extrao que la embriologa haya toado tan poco de la topologa, s ciencia madreo hermana!. Desde las fases precoces de mi formacin embrionaria, mrula, blstula, gastrulla, grmenes vagos

    precisos de hombrecillo lo que se llama con razn tejido, se pliega, efectivamente, una vez, cien veces, un milln deveces, esas veces que en otros idiomas vecinos nuestros siguen llamando pliegues, se conecta, se desgarra, seperfora, se invagina, como manipulado por un toplogo, para acabar formando el volumen y la masa, lleno y vaco, elintervalo de carne entre a clula minscula y el entorno mundial, al que se le da mi nombre y cuya mano en este

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    Meseguer es tanto bnker cuando cripta32 en el que podramos encontrar ms que unaalegora o materializacin de la libertad, una indecisin o, para ser ms (psico)fsico, unaclaustrofobia intolerable33 . Viril io ha apuntado que, en poca de globalizacin, todo se juegaentre dos temas que son, tambin, dos trminos: forclusin (Verwerfung: rechazo,denegacin) exclusin o locked-in syndrom34 . Pero ah, en esas fortificaciones vacas, en esamemoria ruinosa, aparece una belleza desconcertante, la posibilidad de habitar y meditarall donde todo estaba preparado para desplegar a violencia. Pascal seal que odas nuestrasdesgracias emanaban de una sola causa: nuestra incapacidad para permanecertranquilamente en una habitacin. Mucho ms complicado es llegar a ese subsuelo con elque suea Rosell Meseguer, a esa mina de la infancia que lleva tanto tiempo rememorandocon un tono cordial que nos hechiza.

    momento, replegada sobre s misma, dibuja sobre la pgina volutas y bucles, nudos o pliegues que significan. (MichelSerres: Atlas, Ed Ctedra, Madrid, 1995, p. 47).32El fenmeno de la incorporacin crptica, descrito por Abraham y Torok, ha sido revisado por Jaques Derrida en eltexto F(u)ori, en el cual arroja luz sobre la singularidad de un espacio que se define al mismo tiempo como externo e

    interno: la cripta es, por tanto, un lugar comprimido en otro pero de ese mismo rigurosamente separado, aislado delespacio general por medio de paredes, un recinto, un enclave: ese es el ejemplo de una exclusin intestina oinclusin clandestina. (Mario Perinola: Larte e la sua ombra, Ed. Einaudi, Turn, 2000, p. 100).33La disponibilidad general causar una claustrofobia intolerable; el exceso de opciones ser experimentado como laimposibilidad de elegir; la comunidad participatoria directa universal excluir cada vez con ms fuerza a aquellosincapacitados de participar. La visin del ciberespacio abriendo la puerta a un futuro de posibilidades infinitas decambio ilimitado, de nuevos rganos sexuales mltiples, etc, etc, oculta su opuesto exacto: una imposicin inaudita decerrazn radical. Entonces eso es lo Real que nos espera, y todos los esfuerzos de simbolizar esto real, desde loutpico (las celebraciones New Age o deconstruccionistas del potencial liberador del ciberespacio), hasta lo msoscuramente diatpico (la perspectiva del control total a manos de una red computerizada seudodivina), son sloeso, es decir, otros tantos intentos de evitar el verdadero fin de la historia, la paradoja de un infinito mucho mssofocante que cualquier confinamiento actual. (Slavoj Zizek: El acoso de las fantasas, Ed. Siglo XXI, Mxico 1999, p.

    167).34El locked-in syndromes una rara patologa neurologa que se traduce en una parlisis completa una incapacidad dehablar, pero conservando la facultad del habla y la conciencia y la facultad intelectuales perfectamente intactas. La

    instauracin de la sincronizacin y del libre intercambio es la comprensin temporal de la interactividad, que interactasobre el espacio real de nuestras actividades inmediatas acostumbradas, pero ms que nada sobre nuestrasmentalidades . (Paul Virilio en dilogo con Sylvre Lotringer: Amanecer crepuscular, Ed. Fondo de Cultura econmica,Mxico, 2003, page 80).