Las Siervas con nuestro carisma mariano-eclesial al servicio de la Nueva Evangelización de la cultura.

Celo por la salvación de las almas y comunicación de la fe, enseñando el Esplendor y poder liberador del Evangelio con la particular contribución de nuestro carisma

Por Hna. Ana Laura, SCTJM Sólo para uso privado

Índice

I-Introducción…………………………………………………………………………………1

II-La Evangelización………………………………………………………………...………...2

III-¿Por qué una nueva evangelización?....................................................................................4

IV-Los escenarios de la nueva evangelización………………………………………………..8

V-Concepto de Cultura………………………………………………………………....…....10

VI-Centralidad de la persona humana, punto natural de inserción de la fe………………….13

VII-Fe-Cultura……………………………………………………………………………….15

VIII-Causas antiguas y nuevas de la increencia y de la ruptura de la fe con las culturas

actuales……...………………..……………………………………………............................26

IX-Proposiciones Concretas…...………………………………………………………….….30

X-Conclusión…….…………………………………...……………………………………...41

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“Las Siervas con nuestro carisma mariano-eclesial al servicio de la Nueva Evangelización de la cultura”

Celo por la salvación de las almas y comunicación de la fe, enseñando el Esplendor y poder liberador del Evangelio con la particular contribución de nuestro carisma

Por Hna. Ana Laura, SCTJM Sólo para uso privado

I-Introducción

La última palabra que Jesucristo resucitado dirige a sus discípulos es una palabra que

implica la misión y vocación de la Iglesia y que debe cumplirse hasta los últimos confines de la

tierra1. Leemos ese mandato universal de la evangelización de todas las culturas:“Poneos, pues,

en camino; haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos…enseñándoles a poner por obra

todo lo que os he mandado” (Mt 28,19; Hch 1,8). Se denota la vocación universal del

cristianismo, con la consiguiente conciencia por parte de los creyentes de la primera hora, de

transmitir su fe a todos los hombres, un bien al que todos los seres humanos tenían derecho. “No

fue el afán de poder el punto de partida del universalismo cristiano, sino la certeza de haber

recibido el conocimiento salvador y el amor redentor…”2, que todos los hombres están llamados

a recibir y que lo anhelan en lo más intimo de su ser. El proceso de diálogo y confrontación con

las culturas es una experiencia que la Iglesia ha vivido desde los comienzos de la predicación del

Evangelio, pues es a través de la cultura que la persona accede a su verdadera y plena

humanidad3. En efecto, el Evangelio de Jesucristo llega al hombre en su propia cultura, impregna

su manera de vivir la fe y la moldea. Y bien, el corazón de cada cultura se encuentra en su

aproximación al más grande de los misterios: el de Dios. Lo que está en juego en la pastoral de la

1 Card. J. Ratzinger, “Fe, verdad y tolerancia. El Cristianismo y las religiones del mundo”. Ed. Sígueme, Salamanca, sexta edición 2006, p.52. 2 Ídem anterior. 3 Para una pastoral de la cultura, Consejo Pontificio para la Cultura, 23 de mayo de 1999, n.1.

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cultura en las palabras del beato Juan Pablo II es que “…una fe que no se convierte en cultura es

una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida con fidelidad4”. La

Evangelización de la cultura radicará primariamente en presentar una antropología sana,

sustrayendo al hombre de su tentación antropocéntrica, viviendo en independencia de Su

Creador5, presentándole la vocación gloriosa a la que ha sido

llamado como hijo de Dios.

II-La Evangelización

El Santo Padre Benedicto XVI, en su carta apostólica en

forma de “motu proprio” “Ubicumque et Semper” en la cual instituye el Consejo Pontificio para

la Promoción de la Nueva Evangelización, manifiesta que la Iglesia ha sido fiel al deber del

anuncio del Evangelio al mundo6, anunciando a Jesucristo como verdadero Dios y como

verdadero Hombre, que con su pasión, muerte y resurrección alcanzó la salvación del género

humano7. Bajo este respecto, el Instrumentum Laboris del Sínodo de los Obispos para “La

Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana”, expresa que “Toda persona tiene

el derecho de escuchar el Evangelio ofrecido por Dios para la salvación del hombre, Evangelio

que es el mismo Jesucristo”8. La evangelización consiste en esa comunicación, ofrecimiento del

Evangelio, que tiene el efecto de “trasfigurar al hombre, a su mundo y a su historia”9. El

documento hace referencia a esa experiencia de la novedad del Evangelio que produce una

transformación en el hombre en virtud del Misterio Pascual de Jesucristo. En efecto, el núcleo de

4 B. Juan Pablo II, Carta autógrafa por la que se instituye el Consejo Pontificio de la Cultura, 20 de mayo de 1982. 5 Para una pastoral de la cultura, Consejo Pontificio para la Cultura, 23 de mayo de 1999, n.I.2 6 S. Mateo 28, 19-20: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado”. 7 Carta Apostólica en forma de “motu proprio” Ubicumque et Semper, S.S. Benedicto XVI, por la cual se instituye el Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización 21 de septiembre de 2010. 8 Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, “La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana”, Instrumentum Laboris nro.33. (en adelante Instrumentum Laboris) 9 Ídem anterior, nro.31

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la fe que trasmite la Iglesia, es el Amor de Dios por cada hombre, la fe cristiana consiste creer en

el amor y a través del rostro y de la voz de ese amor, que es Jesucristo10.

Esta tarea es la vocación propia de la Iglesia, que perpetúa la de Jesucristo, su fundador,

y todos los cristianos están convocados a esa orden dada a los doce “Id y proclamad la Buena

Nueva”. Así lo expresa el venerable Pablo VI11”:

"Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa”

Como enseña el Instrumentum Laboris, la Iglesia permanece en el mundo, continuando la

misión evangelizadora de Jesús, consciente que obrando de esta manera participa de la condición

divina; en tanto que impulsada por el Espíritu Santo a anunciar el evangelio en el mundo entero,

“…revive en ella misma la presencia de Cristo resucitado que la pone en comunión con Dios

Padre”12. En palabras de nuestra Madre fundadora: …”la evangelización refiere a la Iglesia que

sale al encuentro del hombre, la Iglesia que anuncia a Jesús en cada generación, la Iglesia que

presenta el Evangelio en cada momento histórico”.13

El Instrumentum Laboris14recoge el concepto de evangelización que se encuentra en el

Directorio General para la Catequesis15(aunque no está explícitamente referenciado) y dice lo

siguiente:

“…, hemos de concebir la evangelización como el proceso, por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo,

10 Ídem anterior, nro.35 11 Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (Venerable Pablo VI, 8 de diciembre de 1975) nro. 14 (en adelante EN) 12 Instrumentum Laboris, nro. 27. 13 “La Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización”. 14 Instrumentum Laboris, nro. 92. 15 DGC, nro.48; y éste lo forma del decreto Ad gentes del Concilio Vaticano II, de la Carta encíclica Redemptoris Missio (B. Juan Pablo II, 7 de diciembre) y de las Exhortaciones Apostólicas Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae (B. Juan Pablo II ,16 de octubre de 1979).

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de tal modo que ella: Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; da testimonio entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos; y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el “primer anuncio”, llamando a la conversión. Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la “catequesis” y los “sacramentos de iniciación”, a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana. Alimenta constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la educación permanente en la fe (homilía, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad; y suscita continuamente la misión, al enviar a todos los discípulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y obras por todo el mundo.”

La evangelización lleva al hombre a esa experiencia de lo que

constituye el corazón de la fe cristiana16, vale decir, ese encuentro personal con

Jesucristo vivo y resucitado; Evangelio de Dios Padre para el hombre, que transfigura, orienta y

dirige cada una de sus decisiones vitales y fundamentales; y por el don del Espíritu Santo lo

reúne y lo congrega en la familia de Dios, la Iglesia.

III-¿Por qué una nueva evangelización?

El Santo Padre Benedicto XVI17, señala que esta misión de llevar el Evangelio hasta los

confines del mundo, conforme al mandato recibido por los apóstoles, se ha desarrollado de

diversas formas y modalidades según las exigencias históricas. Como explica nuestra Madre

fundadora la Iglesia nunca se siente apaciguada, calmada o acomodada, sino siempre en estado

de misión; “…la Iglesia tiene que enfrentar las batallas de cada momento, las culturas de cada

país, debe confrontarse con las realidades que al hombre le toca abrazar”18.En el presente

momento histórico, la Iglesia debe confrontar diversas y complejas transformaciones sociales y

culturales que han provocado un cambio profundo en cuanto a la percepción del hombre de sí

16 Instrumentum Laboris, nro. 17. 17 Ubicumque et Semper 18 Madre Adela Galindo,“La Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización”.

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mismo, del mundo y un creciente alejamiento de la fe en Dios. En efecto, si bien los avances de

la ciencia y de la técnica han posibilitado un mejoramiento en las condiciones de vida y en los

espacios de libertad individual; los cambios en el campo económico han llevado a una

interrelación más profunda de etnias y culturas en virtud de los fenómenos migratorios, también

se ha verificado una pérdida del sentido de lo sagrado, en naciones incluso en que la fe cristiana

había contribuido a lo largo de los siglos a la construcción

de la cultura y de la sociedad.19El Santo Padre puntualiza la

situación muy agudamente:

“…(se) ha llegado a poner en tela de juicio los fundamentos que parecían indiscutibles, como la fe en un Dios creador y providente, la revelación de Jesucristo único salvador y la comprensión común de las experiencias fundamentales del hombre como nacer, morir, vivir en una familia, y la referencia a una ley moral natural. Aunque algunos hayan acogido todo ello como una liberación, muy pronto nos hemos dado cuenta del desierto interior que nace donde el hombre, al querer ser el único artífice de su naturaleza y de su destino, se ve privado de lo que constituye el fundamento de todas las cosas. 20”

En este sentido citando al Venerable Pablo VI, el Santo Padre hace referencia a la necesidad de

una evangelización en la que la Iglesia encuentre los medios y el lenguaje apropiados a fin de

proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo; alcanzando a todos aquellos que recibieron

el bautismo pero viven al margen de una vida cristiana, los que tienen cierta fe, pero carecen de

los fundamentos de la misma; de aquellos intelectuales que tienen necesidad de conocer a

Jesucristo, con una luz diferente a como se les ha revelado en su infancia. Se trata asimismo,

siguiendo los lineamientos del beato Juan Pablo II, de una tarea especialmente dirigida a los

países y regiones de antigua cristianización; que denotan una historia donde la vida cristiana fue

19Instrumentum Laboris, nro. 7. 20 Ubicumque et Semper

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floreciente y operativa, pero en la actualidad están azotadas por el indiferentismo, laicismo y

ateísmo, donde se vive “como si Dios no existiera”21.

La expresión nueva evangelización, utilizada por el venerable Pablo VI, luego es

utilizada por el beato Juan Pablo II para denotar la tarea que la Iglesia debe desarrollar en el

tercer milenio. Y en este sentido, en el Instrumentum Laboris hace referencia al uso de esta

expresión y dice así22:

“El Beato Juan Pablo II, en el primer discurso que habría dado notoriedad y resonancia a este término, dirigiéndose a los obispos del Continente latinoamericano, la define de la siguiente manera: «La conmemoración del medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso vuestro como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de reevangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión». Cambian los interlocutores y también el tiempo, y el Papa se dirige a la Iglesia en Europa con una llamada muy similar, al afirmar que emerge «la urgencia y la necesidad de la “nueva evangelización”, consciente de que Europa, hoy, no debe apelar simplemente a su herencia cristiana anterior; hay que alcanzar de nuevo la capacidad de decidir sobre el futuro de Europa en un encuentro con la persona y el mensaje de Jesucristo».

La nueva evangelización refiere pues a esa capacidad de parte de la Iglesia de vivir de un modo

renovado la fe y su anuncio en las nuevas situaciones culturales y escenarios del mundo actual.

Como enseña nuestra Madre fundadora no es nueva por su

contenido, porque no hay otro evangelio que predicar que el

Evangelio de Jesucristo:

“Es nueva en su ardor, por el fuego que nos consume el corazón, por la disponibilidad mariana con la que salimos con prontitud, y por el celo misionero que

nos impulsa a navegar océanos y a recorrer montañas para dar la vida de Cristo que levamos dentro. Nueva en sus métodos, por una mirada aguda y penetrante para reconocer cuáles son los auténticos remos que necesitamos tomar para llegar a los océanos donde muchos peces todavía esperan. Para saber hacer uso con

21 Ibidem anterior 22 Instrumentum Laboris, nro. 45, B. Juan Pablo II, Discurso a la XIX Asamblea del CELAM (Port au Prince, 9 de marzo de 1983.

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integridad, eficiencia y eficacia los medios que el Señor ponga en las manos. Nuevas en sus expresiones, por el conocimiento profundo del Evangelio y de los Tesoros del Magisterio de la Iglesia, que nos permita presentar la verdad de forma amorosa, adecuada, sencilla, elocuente y totalmente fiel. Y este anuncio debe ir acompañado de signos visibles, gestos, presencia y palabras que presenten la elocuencia poderosa del Evangelio, el anuncio del Reino del Amor y de la Verdad.”23

En el Instrumentum Laboris se aclara el concepto de nueva evangelización denotando aquello

que no involucra el contenido del concepto. En efecto, no refiere a un modelo de acción pastoral

sino a un proceso de relanzamiento de la misión fundamental de la Iglesia.24Tomando las

indicaciones del venerable Pablo VI25, se expresa que no se trata de una cuestión organizativa o

estratégica, sino primariamente espiritual. El secreto último de la nueva evangelización yace en

la respuesta a la llamada a la santidad de cada cristiano26.

Se trata de promover una cultura, en la cual se expresa la identidad y sentido de la

existencia del hombre, más arraigada en el Evangelio27; en descubrir el hombre nuevo (cfr.Ef

4,24), que está en el hombre por el Espíritu que nos ha sido dado por Jesucristo y por el Padre28.

Frente al diagnóstico que presenta el Instrumentum Laboris, cual es una “…debilidad de la vida

de fe de las comunidades cristianas, disminución del reconocimiento de la autoridad del

Magisterio, privatización de la pertenencia a la Iglesia, reducción de la práctica religiosa, falta de

empeño en la transmisión de la propia fe a las nuevas generaciones”29 se vuelve en imperativo

para la Iglesia la novedad, hacer “nueva” su evangelización. El propósito pues, de la nueva

evangelización, es tratar de orientar el corazón y “… la libertad de las personas,…, hacia Dios,

23 Madre Adela Galindo, Carta 190, 11 de junio de 2010, “¡Remad mar adentro! Testigos ardientes de la Nueva evangelización. 24 Instrumentum Laboris, nro. 77 25 Exhortación Apóstolica Evangelii Nuntiandi,41.(En adelante EN) 26 Instrumentum Laboris, nro. 158 27Instrumentum Laboris, nro. 164 28 Idem anterior 29 Instrumentum Laboris, nro. 48

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fuente de la verdad, de la bondad y de la belleza”; viviendo en la perfección del amor a Dios y al

prójimo30.

IV-Los escenarios de la nueva evangelización

El Instrumentum Laboris toma guía para la identificación de los escenarios el magisterio

del beato Juan Pablo II31, y distingue los escenarios cultural, social, económico, político,

científico y tecnológico, comunicativo y religioso32. Si bien son escenarios diferentes, todos

influyen en el escenario cultural que nos aboca en este estudio, pero centraremos nuestro estudio

en este último.

El primer escenario que es la base donde se desarrollan los demás es el escenario

cultural. El fenómeno de la secularización impregna toda la cultura occidental, conlleva una

concepción considerada como positiva de liberación y de plantear la vida del mundo y de la

humanidad sin referencia a la trascendencia, donde la vida cotidiana de las personas y sociedades

se desarrolla bajo una mentalidad, a veces muy sutil, en la cual Dios está ausente en todo o en

parte, y su existencia misma depende del juicio de la conciencia humana33; la razón autónoma

individual ha producido un individualismo incontrolable con fatales consecuencias en el orden

moral. Además de la secularización, la increencia y el indiferentismo han afectado e influyen en

el comportamiento habitual de muchos cristianos. Así se ven sumidos en sus decisiones bajo una

mentalidad consumista y hedonista que promueve modos muy superficiales de afrontar la vida y

las responsabilidades. Asimismo se incrementa la afirmación de la inexistencia de la verdad

como tal, y la eliminación de la cuestión de Dios como respuesta a preguntas fundamentales que

30 Instrumentum Laboris, nro. 69.. 31 Explicitados en su Carta Encíclica Redemptoris missio (7 de diciembre de 1990), nro.37 32 Instrumentum Laboris, nro. 51. 33 Instrumentum Laboris, nro. 52.

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el hombre se formula. De hecho, las respuestas a la necesidad religiosa inscripta en el corazón

humano son saciadas con una espiritualidad individualista sin ningún tipo de exigencia o

responsabilidad, hasta llegar a afirmarse un clima general de relativismo34.

Características generales de la cultura estadounidense35

Se caracteriza por un gran énfasis en la libertad, lo cual se destaca por el pluralismo y diversidad

que se distingue en el país. Hay distorsiones a la libertad genuina, donde se pone una

preeminencia artificiosa sobre la libertad y derechos del individuo, teniendo como resultado un

relativismo moral y una privatización de la religión. La libertad religiosa, actualmente muy

comprometida, ha llevado que lo que sería una legítima autonomía entre la religión y el estado,

se trate de separar completamente la religión de la vida pública. El pragmatismo, vale decir, la

concentración en el conocimiento práctico en lugar del intelectual, fomenta una actitud utilitaria

donde algo o alguien es valioso en la medida que es útil. Los nuevos adelantos de la ciencia y la

tecnología denota aspectos positivos en cuanto mejoran la calidad de vida, pero el bien o mal

moral de dichos avances no puede basarse, en el hecho tecnológico en particular, sino en la

implicaciones para el bienestar del individuo y de la sociedad. Asimismo se sitúa una gran

responsabilidad en los católicos en ser responsables de los efectos negativos de la globalización;

para que se acentúe una mayor solidaridad de este país hacia el mundo, como uno de los agentes

de la globalización. Finalmente, la movilidad, se presenta como una característica de la cultura

de este país, lo que lleva que la inmigración, el transporte y la tecnología de las comunicaciones,

congregue a comunidades en razón de su sentido de pertenencia, en vez de comunidades y

programas geográficamente próximas.

34 Instrumentum Laboris, nro. 53. 35 Resumen del Directorio Nacional para la catequesis. Comité de Catequesis de la Conferencia Católica de Obispos de los Estados Unidos, cap.1

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V-Concepto de Cultura

El Beato Juan Pablo II en un discurso pronunciado a la Organización de las Naciones

Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)36señalaba la significación esencial

de la cultura precisando que “El hombre vive una vida verdaderamente humana gracias a la

cultura”.

La Constitución pastoral Gaudium et Spes37precisa que es a través de la cultura que la

persona humana alcanza un nivel verdadero y plenamente humano, de manera que el cultivo y

desarrollo de los bienes y valores naturales, ponen en estrecha relación la vida humana en sí

misma, la naturaleza y la cultura. Y proporciona la siguiente definición:

“Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano”38.

Hace referencia a dos aspectos del concepto de cultura: alude a la perfección de las

cualidades del hombre y refiere al conjunto de valores y nociones cognoscitivas y operativas en

la referencia a las costumbres e instituciones.

Explica Monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda:

“Toda cultura tiene un componente cognoscitivo y operativo. La cultura ofrece un modo de percibir la realidad... Además, toda cultura proporciona pautas de conducta y modelos de acción, es decir, un ethos determinado, normalmente no

36 París, 2 de junio de 1980, nro.6 37 Concilio Ecuménico Vaticano II. Constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual, 7 de diciembre de 1965, nro.53. (En adelante Gaudium et Spes). 38 Idem anterior

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consciente. Se espera que una persona se comporte o reaccione de un modo determinado en una situación dada, conforme a pautas de comportamiento socialmente adquiridas. Es decir, que la cultura afecta y condiciona tanto la percepción de la realidad, la esfera cognoscitiva, como la acción humana, la esfera volitiva, y por tanto la respuesta libre del hombre. De ello resulta una pluralidad de modos de comprender y actuar, tantos como culturas diferentes hay.”39

El Santo Padre Benedicto XVI (entonces Cardenal Joseph Ratzinger) expresando una

categoría inicial del concepto de cultura dice al respecto40:

“La cultura tiene que ver primeramente con el conocimiento y con los valores. Es un intento por entender el mundo, y en él la existencia del hombre. Pero no es un intento de naturaleza puramente teórica, sino que está dirigido por el interés fundamental de nuestra existencia. El entender nos mostrará cómo se hace eso, el ser del hombre, cómo el hombre se inserta correctamente en ese mundo y responde a él, a fin de ganarse de este modo a sí mismo, de hacer su existencia sea lograda, de llevarla a la felicidad”

Si bien cada cultura denota formas de conocimiento y comportamiento particulares, esto no

implica sostener un relativismo cultural. Siempre hay una igualdad en la esencia de la naturaleza

humana. La cultura conlleva una relación intrínseca con el hombre, centro de toda cultura.41En

palabras del beato Juan Pablo II: “La cultura es aquello a través de lo cual el hombre, en cuanto

hombre, se hace más hombre, “es” más, accede más al ser”42. Y esta relación con el hombre

contiene un doble aspecto: la cultura perfecciona al hombre, es un factor de humanización. Y al

mismo tiempo, es producto de la naturaleza humana, y en cuanto tal, marcada por la grandeza y

39Mons. Melchor Sánchez de Toca, Subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura, en Dialogo de Fe-cultura en el Magisterio Contemporáneo, conferencia dada en Roma el 31 de octubre de 1998, ap.2. 40 “Fe, verdad y tolerancia. El Cristianismo y las religiones del mundo. Ed. Sígueme, Salamanca, sexta edición 2006, p.55. 41 Mons. Melchor Sánchez de Toca y Alameda, op.cit. ap.2. 42 Discurso del Beato Juan Pablo II a la UNESCO, París, 2 de junio de 1980, nro.7

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las limitaciones de toda obra humana.43 En este sentido, expresaba el beato Juan Pablo II en el

encuentro en Polonia con los rectores de las Universidades44:

"Cada vez que hablo de cultura, me viene a la mente la expresión de santo Tomás de Aquino: ‘Genus humanum arte et ratione vivit’. Arte et ratione... Ratione... Por tanto ¡el hombre vive de la ciencia! De la ciencia, es decir, de la búsqueda de la verdad sobre sí mismo, sobre el mundo que le rodea, sobre el cosmos y finalmente sobre Dios. El hombre no es sólo creador de la cultura, sino que también vive de la cultura y mediante la cultura"

En esta perspectiva, siendo el sujeto y artífice de la cultura, ésta se define en relación al hombre

y el hombre se define por su relación a la cultura. En palabras de nuestra Madre fundadora:

“Donde quiera que haya una persona humana hay una cultura, porque la cultura es el terreno de

la persona humana” . La cultura siempre tendrá una dimensión común y universal en tanto que

siendo una obra humana no es sino “la respuesta al interrogante fundamental acerca de la

existencia humana, y aunque pueda variar la respuesta, la pregunta es siempre la misma . En este

sentido, resulta imperioso destacar la urgencia de la nueva evangelización de la cultura. Como

enseña nuestra Madre fundadora dado que la cultura refiere a todo ese sistema de valores y

rasgos característicos de cada nación en los cuales la persona humana crece y se desarrolla, es

preciso contemplar todos aquellos rasgos que no forman a la persona humana y hacen a su

dignidad sino que la deforman . En Gaudium et Spes, la Iglesia recuerda la subordinación de la

cultura a la perfección integral de la persona humana, el bien de la comunidad y de la sociedad

entera. Precisa que se debe “…cultivar el espíritu de tal manera que se promueva la capacidad de

admiración, de intuición, de contemplación y de formarse un juicio personal, así como el poder

cultivar el sentido religioso, moral y social” .

43 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca y Alameda, Discurso del B. Juan Pablo II a la UNESCO, París, 2 de junio de 1980, nro.8. 44 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca y Alameda, ap.2.

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VI-Centralidad de la Persona Humana, punto natural de la inserción de la fe

El Instrumentum Laboris reafirma como punto de comunión, punto natural de inserción de la fe y

lugar privilegiado de evangelización el elemento humano . Explica el beato Juan Pablo II que

frecuentemente las concepciones del hombre que se difunden en la sociedad moderna,

constituyen verdaderos sistemas de pensamiento que tienden a apartarse de la verdad y a excluir

a Dios, considerando que dan primacía al hombre en la total supuesta libertad y la plena

realización. De esta manera privan al hombre de su dimensión constitutiva de persona creada a

imagen y semejanza de Dios, lo cual es una verdadera mutilación en cuanto lo sustrae de toda

relación con la trascendencia. Una tarea fundamental para la pastoral de la cultura es lograr que

el hombre contemporáneo descubra una sana antropología, vale decir, “…restituirlo a su plenitud

de criatura creado a imagen y semejanza de Dios (cfr.Gen1, 26), - base inmutable de toda la

antropología cristiana -, sustrayéndolo a la tentación antropocéntrica de considerarse

independiente del Creador”. En este sentido, si bien el hombre existe siempre en una cultura

concreta, el hombre no se agota en la misma cultura . De hecho, el progreso mismo de las

culturas denota que en el hombre existe una vocación a la trascendencia y que es parte de su

naturaleza. Como se hizo referencia ut-supra entre la estrecha relación que existe entre la

naturaleza y la cultura; la naturaleza es la medida de la cultura y es a la vez condición para que el

hombre no sea prisionero de ninguna cultura, sino que viva conforme a su dignidad personal y

verdad profunda de su ser. Así lo expresa la carta encíclica Veritatis Splendor :

Poner en tela de juicio los elementos estructurales permanentes del hombre, relacionados también con la misma dimensión corpórea, no sólo entraría en conflicto con la experiencia común, sino que haría incomprensible la referencia que Jesús hizo al «principio», precisamente allí donde el contexto social y cultural del tiempo había deformado el sentido originario y el papel de algunas normas morales (cf. Mt 19, 1-9). En este sentido «afirma, además, la Iglesia que en todos los cambios subsisten muchas cosas que no cambian y que tienen su fundamento

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último en Cristo, que es el mismo ayer, hoy y por los siglos». Él es el Principio que, habiendo asumido la naturaleza humana, la ilumina definitivamente en sus elementos constitutivos y en su dinamismo de caridad hacia Dios y el prójimo”.

Es pues, bajo la humanidad de Jesucristo en quien habita la plenitud de la divinidad (cf Col 2,9),

purificando lo humano a partir de Su humanidad es que es posible darle a la respuesta a todo

hombre que se cuestiona sobre lo humanamente serio y verdadero .

Como enseña el beato Juan Pablo II el humanismo cristiano puede presentarse a todas las

culturas, en tanto que revela el hombre a sí mismo denotando su valor, permitiéndole acceder a la

fuente de su existencia, al Padre Creador, “y vivir su identidad filial en el Hijo unigénito,

“primogénito de toda criatura” (Col 1,15), con un corazón dilatado por el soplo de su Espíritu de

amor” . De esta manera ante la abundancia y “… riqueza de la salvación realizada por Cristo,

caen las barreras que separan las diversas culturas (Fides et Ratio, 70)” y la locura de la cruz

puede enseñarse a todas las naciones . Asimismo, el humanismo cristiano logra integrar los

avances de la ciencia y de la técnica para un mayor bienestar del hombre a la luz de su dignidad.

De esta manera, manifiesta el beato Juan Pablo II que las amenazas contra una dignidad humana

básica, que es atacada desde su concepción hasta el término de la vida, es saneada con una

cultura con una sana antropología. Dice al respecto :

“Si el hombre vive una vida humana gracias la cultura, sólo existe cultura realmente humana si es del hombre, por el hombre y para el hombre, o sea, para todo el hombre y para todos los hombres. El humanismo más auténtico es el que nos muestra la Biblia en el designio de amor de Dios para el hombre, designio más admirable aún gracias al Redentor. “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”(Gaudium et Spes, 22)”.

Nuestra Madre fundadora explica con preclara sencillez todos estos elementos en una oración

espontánea que realizó :

“Señor te damos gracias por habernos enseñado con tu propia vida, con tus palabras, con tus gestos, con tus obras, sobre todo con el don de tu Pasión, Muerte

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y Resurrección. Por habernos enseñado que Tú has venido a darnos una nueva cultura, una nueva civilización de amor, de verdad, de vida. Te pedimos Señor, que nosotros los cristianos cooperemos activa y responsablemente como protagonistas de nuestro momento histórico en la construcción de una cultura de amor, de verdad, de solidaridad; una cultura de orden, de eficacia y excelencia. Una cultura donde la persona humana después de Dios y junto a Dios es primero. Una cultura en la que se descubra la dignidad de la persona humana, porque primero se descubre el amor de Dios quien ha creado la persona humana como su obra más excelente de amor. Enséñanos Señor a vivir unidos en el amor y sobre todo a construir juntos una sociedad digna de la persona humana, donde pueda crecer en sabiduría, gracia y estatura ante Dios y los hombres”.

VII-Fe y cultura

Fundamento Ontológico

Es precisamente esa relación esencial que existe entre la persona humana y la cultura, el

elemento religioso, la vocación a la trascendencia que se encuentra en el corazón de todo

hombre, lo que siempre estará presente en la cultura. Y de hecho esta dimensión es su núcleo

más íntimo. En palabras del Beato Juan Pablo II:

“…toda cultura es un esfuerzo de reflexión sobre el misterio del mundo y en particular del hombre: es un modo de expresar la dimensión trascendente de la vida humana. El corazón de cada cultura está constituido por su acercamiento al más grande de los misterios: el misterio de Dios” , “…una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida con fidelidad ”.

Bajo el mismo tenor se expresa el Santo Padre Benedicto XVI al analizar la relación entre fe y

cultura45:

“Lo primero que debemos hacer constar es que la fe misma es cultura. No existe una fe desnuda, una fe como simple religión. Desde el mismo momento en que la fe le dice al hombre quién es él y cómo ha de comenzar a ser humano, le fe crea cultura, es cultura. Esta palabra suya no es abstracta; ha ido madurando a través de una larga historia y en múltiples fusiones interculturales, en las que esa palabra ha plasmado toda una forma de vida, las relaciones del hombre consigo mismo, con el prójimo, con el mundo, con Dios. La fe es, ella misma, cultura.”

45 “Fe, verdad y tolerancia. El Cristianismo y las religiones del mundo. Ed. Sígueme, Salamanca, sexta edición 2006, p.61.

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El hecho que en la cultura contemporánea, exista como una negación de la dimensión

religiosa del hombre, no significa que no existe un proceso de búsqueda de esta dimensión

ascendente del hombre hacia Dios, y que se manifiesta en múltiples respuestas y formas de

expresión como lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica46. La fe se inserta en esta

dimensión natural que existe en todo corazón humano, purificándolo y elevándolo a la verdad.

La particularidad de la fe cristiana, es que es a la vez don sobrenatural de Dios que se acoge y a

la vez un acto humano, una respuesta libre del hombre a un Dios que sale a su encuentro,

abajándose y revelando el misterio acerca de Sí mismo y del hombre. En palabras del Santo

Padre47:

“…nosotros podemos creer en Dios porque Él se acerca a nosotros y nos toca, porque el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, nos hace capaces de acoger el Dios vivo. La fe es, pues, ante todo un don sobrenatural, un don de Dios. El Concilio Vaticano II dice: "Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad”".(Dei Verbum, 5)…”:”… pero también es un acto profundamente humano y libre. El Catecismo de la Iglesia Católica dice claramente: "Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre" (n. 154). Más aún, las implica y las exalta, en una apuesta de vida que es como un éxodo, es decir, en un salir de sí mismo, de las propias seguridades, de los propios esquemas mentales, para confiarse a la acción de Dios que nos muestra el camino para obtener la verdadera libertad, nuestra identidad humana, la verdadera alegría del corazón, la paz con todos.”

La relación básica entre la fe y la cultura se encuentra pues, bajo esta dimensión natural

religiosa del hombre y la fe, que no es producto del hombre, sino un don al cual responde

46 Catecismo de la Iglesia Católica (en adelante CIC), nro.28: “De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso: Dios «creó [...], de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 26-28)”. 47 S.S. Benedicto XVI, Audiencia General, 25 de octubre de 2012, Ciclo de catequesis sobre el Año de la fe,”¿Qué es la fe?”.

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libremente y que lo eleva y purifica del pecado que distorsiona e impide que alcance su plenitud

en la comunión con Dios. En definitiva, refiere a las relaciones que existen entre la gracia y la

naturaleza, y que se corresponde con la antropología en la revelación cristiana, presentada por el

Catecismo de la Iglesia Católica desde su primer artículo. En efecto, en la relación de Dios con el

hombre, se distingue un aspecto de revelación y otro de salvación. Por un lado Dios se revela, y

le revela al hombre lo que es el hombre y el cosmos. Asimismo, concede por Jesucristo un

camino de salvación en la historia48. Se trasunta una doble perspectiva antropológica; una

referida al misterio de la creación, con el orden interno que el designio creador establece en la

estructura de las cosas, del hombre y del cosmos lo que llamamos su naturaleza; y otra que se

refiere a una intervención libre y gratuita de Dios en la historia, todo lo que Dios Padre hace para

redimirlo y participarlo en Su vida divina, por Jesucristo en el Espíritu Santo, que se ofrece a los

hombre libremente, lo que llamamos gracia. Ambas perspectivas, no obstante se encuentra

abarcadas en el misterio de Jesucristo49: Pues por su naturaleza humana, como verdadero

hombre, revela lo que es el hombre50 en su perfección. Y, como verdadero Dios, es el origen de

la Creación, como Verbo, y es su plenitud humana, Cristo glorioso. Por la Santísima Virgen se

delinea el camino y por Él se realiza la transfiguración entre el estado de naturaleza creada y

herida por el pecado, y el estado del mundo glorioso obrado por la gracia en virtud del Misterio

Pascual de Jesucristo.51 Y bien esta relación entre fe y cultura, que se resuelve entre la acción de

48 CIC, n.1: “Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.” 49 Prbo. Dr. Juan Luis Lorda, docente en la facultad teología de la Universidad de Navarra.”Antropología en el Catecismo de la Iglesia Católica”.www.almudi.org 50 Gaudium et Spes, nro.22 51 CIC, n.280: “La creación es el fundamento de "todos los designios salvíficos de Dios", "el comienzo de la historia de la salvación", que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual, "al principio, Dios creó el cielo y la tierra" (Gn 1,1): desde el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf. Rm 8,18-23)”.

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la gracia y la naturaleza religiosa del hombre; se sintetiza en el principio

enseñado por Santo Tomás de Aquino, de que la gracia no destruye la

naturaleza sino que la edifica y la transforma52, este es el fundamento

ontológico de la relación entre fe y cultura. Es el Corazón de María, la

autentica escuela de fe53, el modelo insigne de respuesta y receptividad total

al Dios que se revela. Nuestra Madre fundadora, explicando las cinco disposiciones que deben

tener lugar en nuestro corazón en relación a la fe: creer, amar, atesorar, testificar y proclamar el

esplendor de nuestra fe, disposiciones del Corazón de María, nos describe esa respuesta y

obediencia de la fe54:

“… así Ella vivió su peregrinación de fe: creyó lo que el Señor había revelado, amó con total dedicación y adhesión personal cada palabra recibida, atesoró esa verdad en Su Corazón aún cuando las circunstancias parecían contradecirla, testificó con su vida, sus acciones y opciones, su fidelidad a la Palabra que en Ella se hizo carne, y Proclamó con su poderoso Magníficat, las grandezas de Dios… Ella siempre dirigió la mirada y el corazón de los apóstoles, discípulos y siervos hacia la obediencia de la fe: “Hagan lo que El les diga” (Jn 2).”

Diálogo fe-cultura

El venerable Pablo VI, señala que: “La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en

que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace

coloquio.55”Este diálogo, constitutivo de la Iglesia, “… indica un propósito de corrección, de

estima, de simpatía, de bondad por parte de quien lo inicia; excluye la condena apriorística, la

52 Madre Adela Galindo, “En el Corazón de la Nueva Evangelización, Cultura”, programa nro.7 Radio Paz, Miami, Florida, abril 2011. 53 Madre Adela Galindo, Carta 350, 15 de junio de 2012.”El triunfo del Corazón de María: Formar testigos vivientes y apóstoles ardientes de nuestra fe”. 54 Madre Adela Galindo, Carta 350, 15 de junio de 2012.”El triunfo del Corazón de María: Formar testigos vivientes y apóstoles ardientes de nuestra fe”. 55 Carta encíclica” Ecclesiam Suam”, Sobre el “Mandato” de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Venerable Pablo VI, 6 de agosto de 1965, n.27.

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polémica ofensiva y habitual, la vanidad de inútiles conversaciones”.56Explica que así como el

Verbo de Dios se ha hecho hombre, es necesario la actitud de compartir las formas de lenguaje

de aquellos a quienes se quiere llevar el mensaje de Cristo57.Sin embargo, es preciso hacer

distinciones respecto a las características de este dialogo para no desvirtuarlo. Pues no se trata de

un fin en sí mismo, sino que es el medio para el fin, cual es el anuncio del Evangelio, para

favorecer el encuentro con Jesús vivo y resucitado. Siempre ha de obedecer al mandato

evangélico misionero de Jesús que dice “Id y enseñad”, no “id y dialogad”58. Y para hacer llegar

el mensaje de salvación es preciso esa relación personal que se establece con el dialogo, por lo

que éste no es salvífico en sí mismo si no conlleva un anuncio explicito o implícito del

Evangelio59. Asimismo, debe notar cuatro características que enumera el Siervo de Dios Pablo

VI: 1) La claridad, el dialogo exige inteligibilidad, es preciso que se revise el lenguaje y su

contenido a fin de que sea comprensible al oyente. 2) La afabilidad, que siendo un virtud

intrínsecamente mariana, el mismo Señor nos exhortó a aprender de Él mismo: “Aprended de Mi

que soy manso y humilde de corazón”60. Citaré a continuación la descripción de esta

característica en sus propias palabras:

“…el diálogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrínseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que propone; no es una mandato ni una imposición. Es pacífico, evita los modos violentos, es paciente, es generoso.”61 3) La confianza, tanto en el valor de la propia palabra como en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; promueve la familiaridad y la amistad; entrelaza los espíritus por una mutua adhesión a un Bien, que excluye todo fin egoístico. 4) Finalmente, la prudencia pedagógica, que tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que oye: si es un niño, si es una persona ruda, si no está preparada, si es desconfiada, hostil; y si se esfuerza por conocer su sensibilidad y por adaptarse razonablemente y modificar las formas de la propia presentación para no

56 Ecclesiam Suam, n.30 57 Ecclesiam Suam, n.33 58Mons. Melchor Sánchez de Toca y Alameda, op.cit. ap.2 59 Idem anterior 60 Mt 11,29 61 Ecclesiam Suam, n.31

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serle molesto e incomprensible. Con el diálogo así realizado se cumple la unión de la verdad con la caridad y de la inteligencia con el amor.”62

Y finalmente, es preciso ser conscientes que en el diálogo para ese anuncio del

Evangelio, no se trata de una verdad parcial y limitada, sino de la Verdad, que es Jesucristo, y

esto debe excluir toda tentación de manipulación. El cristiano acoge en la fe, responde al don de

Dios que le revela la Verdad, no la fabrica por sí mismo, y a ella se subordina. Y tampoco

exponer la verdad sin su traje que es el amor. El Santo Padre Benedicto XVI expone al

respecto63:

“…hacer la verdad en la caridad, como fórmula fundamental de la existencia cristiana. En Cristo, coinciden verdad y caridad. En la medida en que nos acercamos a Cristo, también en nuestra vida, verdad y caridad se funden. La caridad sin verdad sería ciega; la verdad sin caridad, sería como «un címbalo que retiñe» (1 Corintios 13, 1)”. El beato Juan Pablo II citaba una frase de Edith Stein en la homilía de su canonización

que explican esta relación que existe entre el anuncio de la verdad y el amor64:

"…el amor y la verdad tienen una relación intrínseca"; "…No aceptéis como verdad nada que carezca de amor. Y no aceptéis como amor nada que carezca de verdad. El uno sin el otro se convierten en una mentira destructora".

Ahora bien, cuando referimos al diálogo entre fe y cultura, queremos significar el

concepto mencionado ut-supra, vale decir, en su sentido amplio antropológico contenido en

Gaudium et Spes, como lo emplea el siervo de Dios Pablo VI “las culturas del mundo”65. Se trata

pues de la cultura como realidad subsistente que refiere a la persona, las relaciones

interpersonales entre sí y con Dios (cf.EN n.20). Bajo este punto de vista la evangelización no se

identifica con ninguna cultura, sino que la impregna, la sana, la purifica y la eleva con el anuncio

del Evangelio (cf.EN n.20). Es decir que la novedad de este diálogo radica en que toma todo

aquello que es verdadero, bueno y bello de cada cultura para el anuncio de la Verdad, Bondad y 62 Idem anterior 63 Homilía del Cardenal J. Ratzinger en la Misa por la elección del Papa, 18 de abril de 2005. 64 Homilía B. Juan Pablo II, 11 de octubre de 1998, nros. 6 y 7. 65 EN, n.20

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Belleza que es Jesucristo; discerniendo y elevando todo a aquello que no se compadece con la

dignidad y verdad de la persona humana. Sin embargo, naturalmente van a estar incluidos

intelectuales, escritores, el arte en sus diversas expresiones, todos los agentes en la cultura desde

la moda hasta el cine, pasando por el diseño industrial, que con su aportación influyen

notablemente y aún decisivamente en plasmar modos de leer y comprender la realidad, llegando

a establecer escalas de valores, modificar códigos de conducta, pero el diálogo con este sector

está comprendido con el concepto de cultura en sentido amplio66.

El diálogo con las culturas, asume dos aspectos que corresponden a una misma realidad:

la inculturación de la fe y la evangelización de las culturas67.

Inculturación de la fe

Es un término que se utiliza frecuentemente en la praxis pastoral, pero a veces puede quedar

reducido a su mínima expresión. Ante la urgencia de la inculturación el beato Juan Pablo II

expresa68:

"El Sínodo considera la inculturación como una prioridad y una urgencia en la vida de las Iglesias particulares para un verdadero enraizamiento del Evangelio en África, «una exigencia de la evangelización», «un camino hacia la plena evangelización», una de los mayores desafíos para la Iglesia en el continente al aproximarse el tercer milenio".

Si nos trasladamos a América, la Asamblea de Santo Domingo dice así69:

"Esta evangelización de la cultura, que la invade hasta su núcleo dinámico, se manifiesta en el proceso de inculturación, al que Juan Pablo II ha llamado «centro, medio y objetivo de la nueva evangelización» (Discurso al Consejo

66 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.2. 67 Ídem anterior. 68 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.2. Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Africa, , B. Juan Pablo II, 14 de septiembre de 1995, n.59. 69 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.2. Nueva Evangelización-Promoción humana-Cultura cristiana. Conclusiones de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 12 de octubre de 1992, n.229.

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Internacional de Catequesis, 26-9-92). Los auténticos valores culturales, discernidos y asumidos por la fe, son necesarios para encarnar en esa misma cultura el mensaje evangélico y la reflexión y praxis de la Iglesia”

Por consiguiente es necesaria una inculturación

para que se pueda operar la evangelización. Pero

exactamente, ¿en qué consiste la inculturación? A

veces se considera que es una adaptación cultural,

adaptaciones en la catequesis, en la liturgia, en la

organización de la comunidad, de manera de hacerla asequible a cada pueblo. En la Carta

Encíclica Redemptoris missio, el beato Juan Pablo II la define de la siguiente manera70:

“…la inculturación « significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas ». Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la praxis de la Iglesia. Pero es también un proceso difícil, porque no debe comprometer en ningún modo las características y la integridad de la fe cristiana. Por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y, al mismo tiempo, introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro.”

Hay pues dos elementos constitutivos en la inculturación; la radicación del cristianismo

en las diversas culturas y una intima transformación de los valores culturales71. La primera

dimensión denota primariamente una dimensión sociológica, donde implica un esfuerzo de

adaptación del mensaje evangélico a las categorías cognoscitivas del hombre a quien se dirige.

Implica un esfuerzo por comprender la cultura a la que se pretende anunciar el Evangelio, de su

lengua, sus símbolos, instituciones, valores, preconcepciones, etc., donde bajo la guía del

Espíritu Santo, se procurará traducir en la cultura particular el mensaje evangélico, con el

70 Carta Encíclica Redemptoris missio, B.Juan Pablo II, 7 de diciembre de 1990, n.52. 71 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3.

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especial cuidado de permanecer fieles e íntegros en la fe, por eso es que en la carta encíclica

referenciada ut-supra, se califica esta tarea como de difícil y delicada. Así comenzó San Pablo en

su célebre discurso en el Areópago de Atenas, donde luego de haber descubierto un altar

dedicado “al Dios desconocido”, toma esta expresión para comenzar su célebre discurso del

Areópago (cf. Hch 17, 22-34), en el que anunció la salvación de Dios realizada en Jesucristo e

intentó explicar el mensaje cristiano de la resurrección, y que el Dios cristiano era la respuesta

más profunda a su cultura, la griega y a todas las demás culturas. Este proceso “...requiere de

mucha paciencia y sabiduría, una gran apertura de corazón, un sentido advertido por la Tradición

y una gran audacia apostólica, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, de los Padres y de los

Doctores de la Iglesia.72”Nuestra Madre Fundadora enseña el espíritu con que hemos de vivir

esta dimensión73:

“Tenemos que conocer sus culturas, sufrimientos, fortalezas y debilidades de ese rebaño, porque vamos como madres, y la madre va automáticamente como pastora, maestra, formadora, va adelante del rebaño, ve los peligros de sus ovejas. Cada sector de la humanidad es una cultura, no podemos trabajar con niños como si fueran viejitos o adolescentes, cada uno tiene su cultura. Hay que estudiar su cultura, ver lo que la Iglesia dice; no lo que yo digo, y lo que dice el carisma. Hay que disponerse, no imponerse, debe tomarse la cultura para ahí comunicar el don del carisma”. La segunda dimensión refiere al aspecto salvífico que se opera con la inculturación del Evangelio.

En efecto, cuando se hace referencia a los términos “enraizamiento del Evangelio” o de su “encarnación”

en una cultura, se refiere a la verificación de un acontecimiento salvador:

“Cuando el Evangelio entra en contacto con el hombre o con sus obras, tiene lugar un encuentro salvador. Así como el hombre que se abre al encuentro con Cristo y lo acoge en su intimidad, es tocado por el Evangelio en su núcleo más íntimo, es atravesado por la espada de la Palabra en la separación entre el alma y el espíritu, el hueso y la médula (Hb 4,12), y al mismo tiempo, sin ser destruido, es sanado y elevado; del mismo modo, análogamente también en el encuentro

72 Discurso al Consejo Pontificio de la Cultura: el diálogo con los no creyentes y la inculturación de la fe, B. Juan Pablo II, 18 de marzo de 1994, n.3. 73 Madre Adela Galindo, 21 de marzo de 2011.

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entre el Evangelio y las culturas se produce esta purificación, sanación y redención”74.

Toda cultura, como se afirma en Lumen Gentium75, necesita ser “purificada, elevada y

perfeccionada”; y la inculturación en este sentido no es un mero proceso de adaptación sino de

sanación y elevación de la esencia de cada cultura, que refiere a la pregunta por Dios y el

significado y sentido de la existencia humana76. En este proceso se va a operar un

despojamiento, como sucede en la vida y libertad de cada hombre y su encuentro con la gracia de

la redención de Jesucristo; no destruye al hombre ni su historia, sino que sana su libertad, lo

eleva y lo purifica y lo lleva al encuentro con la verdad más íntima de su ser, cual es la de ser

hijo de Dios. En palabras de nuestra Madre Fundadora:77:

“Tenemos que hacer aquello que nos dijo el Señor a través de San Juan Bautista: Lo torcido enderécenlo; lo que está escaso, rellénenlo; lo que les sobre, córtenlo. El Señor no dijo que aniquiláramos…porque entonces no hay redención. Dios no nos aniquiló, Dios nos vino a redimir para darnos la posibilidad de restaurar. La tarea consiste en… conocer lo que está desordenado… enderezar lo que está torcido. …A medida que haya sido el desorden, también va a ser la necesidad de mortificación para llegar a restaurar, pero no podemos aniquilar. La tarea no es aniquilar sino restaurar, Dios quiere reparar”

Y más específicamente sobre la nueva evangelización de la cultura expresa nuestra Madre78:

“Purificar los aspectos culturales que tienen sombras, y dejar los que tienen luz. Porque todo tiene sombras y luces, la nueva evangelización de la cultura es recoger lo que tiene luz y hacerlo más luminoso y distinguir lo que tiene sombras e irlo eliminado de la cultura”.

Evangelización de la Cultura

En la dimensión salvífica de la inculturación, nos aproximamos al aspecto principal del

dialogo entre fe y cultura que es la evangelización de la cultura, vale decir, es el encuentro

74 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3. 75 Concilio Ecuménico Vaticano II .Lumen Gentium Constitución Dogmatica sobre la Iglesia, 21 de noviembre de 1964, n.17. 76 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3. 77 Madre Adela Galindo, historia fundacional. 78 Madre Adela Galindo, “En el Corazón de la Nueva Evangelización, Cultura”, programa nro.7 Radio Paz, Miami, Florida, abril 2011.

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salvador de la cultura con el Evangelio de Jesucristo79. Ahora bien, únicamente las personas son

capaces de conversión, de aceptar la fe y conformar su vida en respuesta a Dios que se revela80.

Sin embargo, el Concilio Vaticano II, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II, y en la

actualidad el Santo Padre Benedicto XVI hacen referencia a esta urgencia de evangelización de

las culturas. A este respecto se afirma en Evangelii Nuntiandi81:

"Se podría expresar todo esto diciéndolo así: es necesario evangelizar, – no de manera decorativa, a semejanza de un barniz superficial, sino de modo vital, en profundidad y hasta las raíces – la cultura y las culturas del hombre, en el sentido rico y amplio que estos términos tienen en la Constitución Gaudium et spes, partiendo siempre de la persona y regresando siempre a las relaciones de las personas entre sí y con Dios"

El Evangelio se dirige tanto a la conciencia individual como colectiva, buscando redimir la

cultura de las personas y grupos humanos, se trata de “imprimir una mentalidad cristiana en la

vida ordinaria”82. Pues es preciso, que el Evangelio se encarne en todo el sistema de valores

creencias y comportamientos que conforman la cultura donde los hombres viven y se desarrollan.

En la evangelización de la cultura se denota una relación reciproca entre la conversión de los

individuos y la de los grupos sociales83. Siempre va a comenzar desde la persona que acoge en su

vida el Evangelio, transfigura su existencia y su forma de leer y discernir la realidad y su forma

de actuar, y este se vuelve en evangelizador de la cultura. Al respecto dice nuestra Madre

fundadora84:

“La nueva evangelización de la cultura es tarea de todos los cristianos. Por ejemplo cuando es integro un operario, vive la excelencia cristiana, cumple con el horario, tiene una comunicación autentica, honesta, transparente, con sus compañeros de trabajo, él está transformando la cultura.”

79 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3. 80 Ídem anterior 81 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3, EN, n.20. 82 Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, B. Juan Pablo II, 28 de junio de 2003, n.58. 83 Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3. 84 Madre Adela Galindo,“En el Corazón de la Nueva Evangelización, Cultura”, programa nro.7 Radio Paz, Miami, Florida, abril 2011.

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Asimismo una cultura impregnada con los valores evangélicos conlleva a conversiones

individuales. EL beato Juan Pablo II refería en este sentido85:

"En el umbral del tercer milenio debemos retomar con fuerza la obra de la evangelización. Ayudemos a redescubrir a Cristo a quien lo ha olvidado junto con su enseñanza. Esto tendrá lugar cuando legiones de testigos fieles del Evangelio comiencen a recorrer de nuevo las rutas de nuestro continente; cuando las obras de arquitectura, de literatura y de arte muestren de modo convincente al hombre de hoy a Aquel que es el mismo ayer, hoy y siempre; cuando en la liturgia celebrada por la Iglesia los hombres vean qué hermoso es dar gloria a Dios; cuando descubran en nuestra vida un testimonio de misericordia cristiana, de amor heroico y de santidad".

VIII-Causas antiguas y nuevas de la increencia y de la ruptura de la fe con las culturas

actuales

Los Padres conciliares en la Constitución pastoral Gaudium et Spes (nn.19-21) identifican ciertas

causas del ateísmo contemporáneo, que se le agrega nuevos factores de increencia e indiferencia

en el comienzo del nuevo milenio. A continuación haré una breve mención de las mismas.

1) La pretensión totalizante de la ciencia moderna, el cientificismo. Es una visión del mundo sin

referencia alguna a Dios, cuya existencia se niega, y que se propaga a través de los medios de

comunicación. Las nuevas enseñanzas específicas sobre las relaciones entre ciencia y religión, o

entre ciencia y tecnología ayudan a superar esta visión que niega todo ser trascendente,

considerándolo como una hipótesis inútil86. El Santo Padre Benedicto XVI declara en este

sentido87:

“…la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no

85 Citado por Mons. Melchor Sánchez de Toca, op.cit., cap.3, Homilía del B. Juan Pablo II, pronunciada en Polonia, en la S. Misa con ocasión del milenario del martirio de S. Adalberto en Gniezno, 3 de junio de 1997. 86 Documento Final de la Asamblea Plenaria (11-13 e noviembre de 2004) ¿Dónde está tu Dios? La fe cristiana ante la increencia religiosa. Consejo Pontificio para la Cultura, n.2. (En adelante Documento Final) 87 Carta Apostólica en forma de motu proprio Porta Fidei, S.S. Benedicto XVI, 11 de octubre de 2011, n.12.

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puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad”

2) La exaltación del hombre como centro del Universo. Es el elemento más destacado de la

cultura dominante del Occidente secularizado, refiere a la difusión del subjetivismo absoluto,

donde se presenta un humanismo donde el “yo” es la única referencia, se hace al individuo como

centro de todo, es una concepción netamente egoísta y narcisista. Al respecto enseña el beato

Juan Pablo II88:

“Esta forma de pensar ha llevado a considerar al hombre como el centro absoluto de la realidad, haciéndolo ocupar así falsamente el lugar de Dios y olvidando que no es el hombre el que hace a Dios, sino que es Dios quien hace al hombre. El olvido de Dios condujo al abandono del hombre, por lo que, no es extraño que en este contexto se haya abierto un amplísimo campo para el libre desarrollo del nihilismo, en la filosofía; del relativismo en la gnoseología y en la moral; y del pragmatismo y hasta del hedonismo cínico en la configuración de la existencia diaria”

Esta exaltación del hombre conlleva una crisis de autoridad, lo cual genera rechazo y falta de

aceptación de la Iglesia como autoridad doctrinal y moral, se lo considera como una negación de

la libertad personal. Estas crisis de autoridad también afecta las organizaciones jerárquicamente

estructuradas89. También este paradigma de pensamiento implica el rechazo de toda verdad

objetiva, no hay jerarquía de valores y menos aún valores universalmente validos para todo

hombre, independientemente su cultura90.

3) El escándalo del mal, ha sido considerado como una causa de increencia en la existencia de un

Dios personal y lleno de bondad. Hay una negativa a aceptar el sentido de la libertad del hombre,

y su capacidad para hacer el bien y el mal, y este solo puede ser entendido a la luz de la

crucifixión y redención de Cristo (cf.Gaudium et spes, n.22)91.

88 Citado en Documento Final, n.2.2, Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, B. Juan Pablo II, 28 de junio de 2003, n.9. 89 Documento Final, n.2. 90 Ibídem 91 Ibídem

28

4) Los limites históricos de la presencia de los cristianos en el mundo. Muchos de los no-

creyentes e indiferentes son con frecuencia ex –cristianos, que se encuentran decepcionados y en

los que la creencia religiosa y sus practicas la consideran inútil. Es vital, el testimonio de

aquellos cristianos que tras un periodo de alejamiento regresan a la práctica de la fe y vida de la

Iglesia.

5) Dificultad creciente de la transmisión de la fe a través de canales tradicionales como la

familia. Debido a múltiples factores: ritmos de trabajo, falta de comunicación, alejamiento de los

abuelos cuyo papel siempre fue importante en la trasmisión de la fe, actividades extra escolares

que hacen casi nulo el intercambio con la familia, y la inestabilidad familiar en general.

Tampoco en las escuelas católicas se opera una efectiva trasmisión de la fe. Algunas veces por

falta de medios económicos se obligan a cerrar, otras por falta de profesores con auténtica

formación cristiana, lo que lleva a que no se enseñe nada específico en relación de la fe y la

moral cristiana.92

6) La globalización de los comportamientos, que considera al hombre y a la mujer como objetos

que se miden únicamente a partir de criterios exclusivamente materiales, económicos y

hedonistas, y así son propuestos a través de los medios de comunicación social. Se exalta una

búsqueda de éxito sin límites, la máxima ganancia, la competencia desleal y despiadada y el

placer personal.

7) La secularización de los creyentes

La secularización refiere a un proceso legitimo de autonomía de las realidades terrestres, el

secularismo refiere a una concepción del mundo que le explica por sí mimo sin recurrir a Dios.

En este sentido, como afirma el Siervo de Dios Pablo VI93, Dios resultaría superfluo y hasta un

92 Ibídem 93 EN, n.55

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obstáculo94. La fe pierde su valor y se la da la dualidad e incoherencia entre la fe profesada y el

testimonio de vida, un ateísmo práctico por parte de aquellos que se dicen creyentes, pero

carecen de formación, no han valorado su encuentro personal con Cristo en la oración y en los

sacramentos, viven en una mentalidad hedonista, consumista y relativista95. De esta manera se

considera la sexualidad como un aspecto meramente personal, y la cohabitación se convierte en

una norma aún de los que se casan por la Iglesia, el aborto y la eutanasia son pacíficamente

aceptados, a pesar de haber sido calificados como crímenes abominables por el Concilio

Vaticano II (Gaudium et Spes, n.27); se debilita la fe en la encarnación y redención de Cristo, la

subsistencia del alma tras la muerte, la resurrección de los cuerpos, la vida eterna; se cree en la

reencarnación en tanto que propone una vida nueva en el mismo mundo material96.

8) La existencia de una nueva religiosidad, de carácter subjetivo, donde hay mayormente una

búsqueda espiritual estética, pero carente de todo tipo de responsabilidad, donde no hay que

rendir cuentas sobre el propio comportamiento. Aquí encuentra acogida la nueva era y

proliferación de ciertos grupos sectarios, que si bien no son fuente de increencia propiamente

dicha, sí logran alejar muchas personas de las raíces religiosas tradicionales y causan confusión

religiosa97. Y muchos responden a la pregunta por la existencia de Dios como si fuera una

fuerza o ser superior, excluyendo toda consideración de ser persona y mucho menos padre98.

Hay, en definitiva, un “rechazo a una dimensión histórica de la revelación y del carácter personal

de la divinidad”99.

94 Documento Final, n.3. 95 Ibídem 96 Ibídem 97 Documento Final, n.4 98 Documento Final, n.4.1 99 Documento Final, n.4.4

30

Y la nueva religiosidad ubica al individuo en el centro, es la religión del “yo”, que se fundamenta

en el éxito personal y en el alcance de las propias metas y en el “sentirse bien”100. Lo

característico de la fe cristiana, es su carácter relacional; que encuentra su base en la Santísima

Trinidad, donde las Personas Divinas son relaciones subsistentes. De hecho toda la historia de la

salvación está signada por ese constante diálogo de Dios con los hombres, a

través de las alianzas. Y a su vez, la centralidad de la cruz y la resurrección de

Cristo, hace referencia a una “relación que va hasta el extremo don de sí al

otro”101.

En esta nueva religiosidad se denota asimismo una falta de interés por la

verdad, y para muchos la verdad tiene un sentido negativo asociado a “dogmatismo”,

“intolerancia” o “imposición”. Y la Verdad, en el Cristianismo, no es una idea abstracta o un

juicio dotado de validez, sino que es una Persona, quien se presentó como la Verdad: Jesucristo.

“Hablar hoy del Evangelio requiere afrontar el hecho de que la Verdad se manifiesta en la pobreza de la impotencia, de Aquel que por amor, ha aceptado de morir en la cruz. En este sentido, verdad y amor son inseparables…”.102

IX-Proposiciones concretas

Este desafío de impregnar el corazón de las culturas con el Evangelio, comienza en primer lugar

con la santidad. El Santo Padre en la homilía de clausura del Sínodo de Obispos sobre la Nueva

Evangelización; refiere justamente a este aspecto, que los santos son los grandes protagonistas de

la nueva evangelización: “…ellos hablan un lenguaje comprensible para todos, con el ejemplo de

la vida y con las obras de caridad”103. Como enseña nuestra Madre Fundadora convertimos no

100 Documento Final, n.4.4 101 Documento Final, n.4.2 102 Documento Final, n.4.3 103 Homilía de la Santa Misa para la Clausura del Sínodo de Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, “La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana 28 de octubre de 2012

31

por elocuencia sino por santidad104. Y refiriendo a los dos remos que caracterizan a la nueva

evangelización, enseña105:

“La nueva evangelización se basa en la santidad y de ahí fluye la misión… Anunciamos lo que hemos visto, oído, tocado, lo que transforma mi vida, y lo que ha causado efecto profundo en mi corazón...Todo el que vive su vocación, que la vive donándose con generosidad y dándose a los demás por amor a Dios, es un santo. Que no se deja dominar por la cultura sino que la conquista con su testimonio del Evangelio.”

Desde el punto de vista de nuestra consagración religiosa, este aspecto es de esencia. En efecto,

como se enseña en Vita Consecrata antes que las obras exteriores, la misión se realiza, haciendo

presente a Cristo, y en nuestro carisma mariano a la Santísima Virgen mediante el testimonio

personal. “Cuanto más se deja conformar a Cristo, mas lo hace presente y operante en el mundo

para la salvación de los hombres”.106Y también es de vital importancia la vivencia autentica de la

vida fraterna como signo indispensable para la nueva evangelización, en este sentido se

afirma107:

Hay que recordar a todos que la comunión fraterna en cuanto tal es ya apostolado; es decir, contribuye directamente a la evangelización. El signo por excelencia dejado por el Señor, es el de la fraternidad auténtica: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis los unos a los otros” (Jn 13,35)….El signo de la fraternidad es,…, el signo que muestra el origen divino del mensaje cristiano y posee la fuerza para abrir los corazones a la fe…La comunidad religiosa, si cultiva en sí misma la vida fraterna,…, tiene presente, de forma continua y visible, este “signo” que la Iglesia necesita sobre todo en la tarea de la nueva evangelización”.

Vale recordar las palabras del Santo Padre acerca del testimonio de vida, la estrategia de la

santidad que es la gran tarea de la nueva evangelización:

Nos convertimos en testigos cuando, por nuestras acciones, palabras y modo de ser, aparece Otro y se comunica. Se puede decir que el testimonio es el medio con

104 Enseñanza Madre Adela Galindo, acerca de la tarea de la Iglesia en América, impartida el 8 de enero de 2011. 105Madre Adela Galindo, “En el Corazón de la Nueva Evangelización, Cultura”, programa nro.6 Radio Paz, Miami, Florida, abril 2011. 106 Exhortación Apostólica Postsinodal Vita Consecrata, B. Juan Pablo II, 25 de marzo de 1996, n.72 107 La vida fraterna en comunidad. Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las sociedades de vida apostólica, 2 de febrero de 1994, nos. 54 y 55.

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el que la verdad del amor de Dios llega al hombre en la historia, invitándolo a acoger libremente esta novedad radical. En el testimonio Dios, por así decir, se expone al riesgo de la libertad del hombre.108”

La oración y diálogo con los no creyentes

La oración de intercesión por los no creyentes ocupa un lugar singular, y al respecto

existe organizaciones creadas a este efecto, además de la liturgia diaria de la Iglesia, que se

comprometen a orar por esta intención; que cuentan con el apoyo del Consejo Pontificio de la

Cultura, verbigracia la asociación fundada en Francia por el padre Jean-Baptiste Rinaudo que

cuenta con más de tres mil miembros en unos cincuenta países del mundo109. El diálogo,

sostenido por la oración, ha de ser paciente, respetuoso, amistoso, tratando de proponer la verdad

sobre Dios y el hombre, los problemas de la sociedad en forma equilibrada y oportuna. Es

preciso tener un verdadero discernimiento mariano110, como efecto ordenado para la

comunicación de la gracia, conforme a nuestra Madre fundadora, para juzgar las palabras, que

nuestra respuestas sean conformes a una verdadera femineidad, en actitud receptiva, de escucha,

para poder dar una respuesta fructífera111. Muchas veces nuestras palabras serán limitadas, pero

nuestra caridad materna será la que anuncie el Evangelio. El Santo Padre Benedicto XVI lo

refiere en estos términos:

“…el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar.”112

También encontraremos muy fecundas, instancias públicas de diálogos de creyentes y no

creyentes, como sucede en Francia, que se ha organizado específicamente para este fin, en Italia,

108 S.S. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis, 22 de febrero de 2007, nro.85. 109 Documento Final, n.II, 1.1. 110 Madre Adela Galindo, Participación en la Autoridad de María, 3 de noviembre de 2009. 111 Madre Adela Galindo, El carisma de la maternidad, 14 de diciembre de 2008. Parte 2. 112 Carta Encíclica Deus Caritas est, S.S.Benedicto XVI, 25 de diciembre de 2005, n.31c).

33

existe la “Cátedra de los no creyentes” en Milán, para fomentar este dialogo, en Lisboa se

mantiene un dialogo a través de un importante diario nacional.

La centralidad de la persona humana

Es preciso como se ha señalado en los párrafos antecedentes, salir al encuentro del hombre, que

es el camino de la Iglesia113,para saciar su sed, usualmente inconsciente, “…de paz, de

reconciliación, y de perdón…”114. Es preciso presentar la

antropología cristiana, que le descubre su verdadera dignidad

como ser humano, opacada por la secularización, que lleva no sólo

a los no creyentes, sino a los fieles y a los pastores hacia una

superficialidad y un egocentrismo que daña incluso la vida

eclesial115. Ese antropocentrismo desordenado lleva a un mayor incremento del amor propio y el

desorden subsecuente fruto de este último. Así como en la cultura actual se impone la excelencia

y éxito personal y competencia despiadada, esto se traslada al ámbito eclesial y se observan

actitudes, cuyo origen es el deseo de ser estimados y considerados y en la complacencia de la

propia perfección. En las relaciones con el prójimo este amor propio hace susceptibles,

inflexibles, soberbios, impacientes, fríos, indiferentes, injustos nuestros juicios y palabras116.

Y la humildad es esencial para acoger al Dios que se revela. Como enseña nuestro Santo Padre

en lo más profundo del pensamiento y sentimiento humano, sabe que debe existir un Dios117:

“Que en el origen de todas las cosas debe estar no la irracionalidad, sino la Razón creativa; no el ciego destino, sino la libertad. Sin embargo, pese a que todos los hombres en cierto modo sabemos esto -como Pablo subraya en la Carta a los Romanos (1, 21)- ese saber permanece irreal: Un Dios sólo pensado e inventado no es un Dios… La novedad del anuncio cristiano es la posibilidad de decir ahora

113 Carta Encíclica Redemptor hominis, B. Juan Pablo II, 4 de marzo de 1979, n.14. 114 Documento Final, n.II, 1.2. 115 S.S.Benedicto XVI, “La secularización en la Iglesia desvirtúa la fe cristiana y el estilo de vida de los creyentes, 8 de marzo de 2008, palabras dirigidas al Consejo Pontificio de la Cultura, con ocasión de la Asamblea Plenaria de dicho consejo. 116 P. Benito Baur, O.S.B., “En la Intimidad con Dios”, p.89. 117 Discurso de S.S.Benedicto XVI al mundo de la cultura, París- Colegio de los Bernardinos, 12 de septiembre de 2008.

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a todos los pueblos: Él se ha revelado. Él personalmente. Y ahora está abierto el camino hacia Él. La novedad del anuncio cristiano consiste en un hecho: Él se ha mostrado. Pero esto no es un hecho ciego, sino un hecho que, en sí mismo, es Logos -presencia de la Razón eterna en nuestra carne. Verbum caro factum est (Jn 1,14): precisamente así en el hecho ahora está el Logos, el Logos presente en medio de nosotros. El hecho es razonable. Ciertamente hay que contar siempre con la humildad de la razón para poder acogerlo; hay que contar con la humildad del hombre que responde a la humildad de Dios.”

Ahora bien, en la concepción antropológica cristiana, desarrollada por el Concilio Vaticano II, el

Catecismo de la Iglesia Católica y el magisterio del beato Juan Pablo II, se destaca la intuición

cristiana de que el hombre es un ser esencialmente responsable abierto a la vida de relación, a la

verdad, al amor y a la belleza y en definitiva, a Dios. Esto consolida la idea de la vocación del

hombre a la unión con Dios. De hecho, como se indica en el Instrumentum Laboris118:”Uno de

los signos de la eficacia de la nueva evangelización será el redescubrimiento de la vida como

vocación y el surgimiento de vocaciones en el seguimiento radical de Cristo.” Citando al Santo

Padre Benedicto XVI, se subraya la necesidad de enseñar la exigencia de una relación profunda

con Cristo, Palabra de Dios que llama a cada uno personalmente, manifestando así que “la vida

misma es vocación en relación con Dios”119. Y añade el Santo Padre120:

“…cuanto más ahondemos en nuestra relación personal con el Señor Jesús, tanto mas nos daremos cuenta de que Él nos llama a la santidad mediante opciones definitivas, con las cuales nuestra vida corresponde a su amor, asumiendo tareas y ministerios para edificar la Iglesia”.

Nuestra Madre fundadora destaca la importancia de comprender la necesidad del concepto de

vocación de la persona humana, y de entenderlo como una vida totalmente donada, de carácter

esponsal, y de paternidad o maternidad según la persona que se trate121:

118 Instrumentum Laboris, nro. 161. 119 S.S. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini, 30 de septiembre de 2010, n.77, citado por Instrumentum Laboris, nro. 161. 120 Idem anterior. 121 Madre Adela Galindo, 17 de junio de 2012.

35

“La donación de sí mismo es la esencia de cada vocación humana. ¿A quién?, ésa es la diferencia. A un esposo/a, hombre o mujer, eso es matrimonio. La auto donación, la total donación de nosotros mismos a Cristo, que es también nuestro esposo. Porque siempre hablamos de vocaciones que son esponsales, de paternidad o maternidad, conforme al género. La persona humana crece en sabiduría y estatura ante Dios y los hombres, para ser capaz de hacer, en un momento particular, la decisión de la donación total de uno mismo. Esto es lo que llamamos el momento en que hacemos una opción fundamental de vida, ya sea matrimonio, vida religiosa o sacerdocio. Cuando hacemos esa opción, hemos llegado al punto de hacer una opción fundamental de vida. Esto es muy importante. Esto no es una opción de vida temporal. Es una decisión fundamental, porque es la que determina la dirección del resto de nuestras vidas.”

Es el punto de partida del Catecismo, el hombre ha sido hecho por Dios y para Dios, es capaz de

Dios122; esa es la vocación esencial del hombre, y la revelación cristiana es el camino que

gratuitamente ha establecido Dios en la historia para responder a su cumplimiento a través de la

historia de la salvación. Así se expone en Gaudium et Spes (n.19):

“La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador”.

Y es en el descubrimiento de nuestra filiación divina, de sabernos hijos de Dios y de obediencia a

su designio de amor, que el corazón humano encuentra su gran sanación, su identidad, y el don

de aceptación del otro, ordenado todas las relaciones interpersonales a luz del amor y la

providencia de Dios123. Asimismo, es preciso considerar las dimensiones fundamentales del

espíritu humano: su relación con los trascendentales (verdad, belleza, bien), la estructura de su

obrar moral y las aspiraciones insaciables de infinito y felicidad en que todo esto se expresa y se

siente, todo lo cual encuentra su plenitud en su vida de comunión con Dios124. Otro aspecto y

consecuencia de lo anterior, radica en la idea cristiana del amor, en tanto creado a imagen y

semejanza de una Trinidad de Personas, la plenitud de la persona de la persona humana consiste

122 CIC,n.27 123 Madre Adela, carta 114, 13 de mayo de 2008. 124 CIC, nos. 33 y 45.

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en el don generoso de sí mismo125, a luz de la gran donación de Cristo y su obediencia al Padre,

lo cual refuerza el sentido antropológico del doble mandamiento de la caridad, la dignidad de

cada persona humana y sus derechos inalienables.

Presencia de la Iglesia en la vida pública

Siendo la Iglesia sacramento universal de salvación126, su presencia en todos los ámbitos de la

sociedad es indispensable para que todos los pueblos del mundo puedan tener acceso al

conocimiento de la verdad en Jesucristo127. A título de ejemplo: a)El testimonio público ofrecido

por los jóvenes que participan en las jornadas mundiales de la juventud interpela a muchos

jóvenes carentes de toda referencia religiosa y cambia la falsa imagen de la Iglesia como una

institución vieja y decadente. B) Las misiones ciudadanas tales como la peregrinación de

reliquias, que atrae a muchas personas lejos de la Iglesia, y ha sido de gran éxito en los lugares

que se ha realizado, como en Viena, Paris, Lisboa y Bruselas, con las reliquias de Santa Teresita.

c)Los movimientos y asociaciones de cristianos en la vida pública, la colaboración con

organizaciones de no creyentes en causas de defensa a derechos humanos fundamentales, en los

medios de comunicación social, en las estructuras gubernamentales, todo lo cual ayuda a crear

una cultura diferente: se trata de crear un puente entre el mensaje evangélico de la Iglesia y la

vida cotidiana, lo que no deja de elevar interrogantes fundamentales para el corazón humano y

revela al Invisible en medio de los visible128.

La Instrucción religiosa.

El Beato Juan Pablo II señala la importancia central y esencial en la cultura de la tarea de la

educación. Puesto que es a través de ella que el hombre puede llegar a ser cada vez más hombre,

125 Gaudium e spes. n.24. 126 CIC, nos..774-776 127 Documento Final, n.II, 2.1. 128 Idem anterior.

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plenamente hombre129. Es preciso, indica, que el hombre sepa “ser más” no únicamente en su

relación con los otros, sino también “para las hombres”, todo lo cual proviene de la verdad de sus

principios y de la conformidad de sus actos con estos principios, lo

cual constituye su autoridad moral130. El Instrumentum Laboris hace

referencia a esta “urgencia educativa” como lo califica el Santo Padre

Benedicto XVI, la necesidad de enseñar a las nuevas generaciones, en

escuelas y universidades, los valores básicos de la existencia humana

y un recto comportamiento. Lo cual exige una educación auténtica en la fe y educadores que

sean realmente tales131. A este respecto, se señala que la ignorancia, ya sea religiosa o cultural, es

una de las causas principales de la increencia, de la mal-creencia y de la indiferencia religiosa132.

La importancia de una catequesis sacramental intensa, la acogida con sabiduría y respeto de las

personas que se acercan a recibir sacramentos por tradición es de vital importancia. Asimismo, es

preciso el fácil acceso al estudio de la Sagrada Escritura, y la formación más profunda sobre los

contenidos de la fe, tanto en las parroquias, como a nivel universitario, de adultos y ancianos133.

En este sentido, la presencia de la Iglesia en las universidades, a nivel de enseñanza y de pastoral

es de suma importancia, se procura una evangelización de la inteligencia y la creación de nuevas

síntesis entre la fe y la cultura.

La vía de la belleza y el patrimonio cultural

La belleza es una vía privilegiada para acercar los corazones a Dios y saciar la sed mas intima

del corazón humano, como enseña San Josemaría Escrivá“…nuestra fe no desconoce nada de lo

129 Discurso del B. Juan Pablo II a la UNESCO, París, 2 de junio de 1980, nro.11. 130 Idem anterior. 131 Instrumentum Laboris, nros. 148 y 149. 132 Documento Final, n.II, 2.3. 133 Idem anterior.

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bello, de lo generoso, de lo genuinamente humano, que hay aquí abajo”134.La belleza, a través de

su lenguaje, hace posible el encuentro de hombres y mujeres de diversas culturas, en valores

comunes, los lleva a su propia identidad antropológica y permite la apertura al absoluto135.

Conforme a la enseñanza de nuestra Madre fundadora, la belleza es la primera ventana que

accede al corazón humano. Dado que Dios es la Belleza, todas las cosas realizadas en su nombre

han de ser bellas, lo cual aún la decoración de un lugar coopera a la salvación de las almas y del

mundo. Vivimos en una cultura que está obsesionada con la belleza pero rodeada de fealdad,

pero que busca la belleza. Por eso si Dios no puede venir a nuestras vidas llamándose Dios,

vendrá por otro nombre: Belleza136.

“Podemos hablarle a la gente y mover sus corazones por la belleza con la cual hacemos las cosas. Esta es una de las maneras en que podemos transformar la cultura y alcanzar los corazones…. Para ser de Dios, para mover el corazón humano al Amor, deber ser verdadero, bueno y bello. Si no lo es, no podemos transformar la cultura”137.

Por otra parte, el patrimonio cultural y artístico de la Iglesia, moldeados conforme al Evangelio,

siguen siendo medio privilegiado para acercar a los hombres a Dios138.

Un nuevo lenguaje para comunicar el Evangelio: razón y sentimiento

En una cultura que prima la indiferencia y el relativismo, es muy difícil comunicar un discurso

objetivo, y presentar la verdad objetiva de Cristo, sino que es preciso exponer todo aquello que

conduce a Él y a los misterios de la fe, conforme a la cultura que se trate. A la luz de esto,

desarrollar la cultura de la “relación significativa” es vital para que el testimonio cristiano pueda

implicar a otros en el camino de la fe. De hecho, el primado de la persona y de las relaciones es

de esencia en la obra de la nueva evangelización. Es preciso tejer relaciones interpersonales; en

que se verifique un acompañamiento autentico de los niños, jóvenes, adultos, ancianos, en sus 134 San Josemaría Escrivá de Balaguer, “Es Cristo que pasa”, n.24. 135 Documento Final, n.II, 2.4. 136 Madre Adela Galindo, Compartir con las hermanas el 25 de diciembre de 2010. 137 Madre Adela Galindo, Compartir con las hermanas el 25 de diciembre de 2010. 138 Documento Final, n.II, 2.4.

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respectivas realidades y vocaciones, que las personas se siente acogidas en el hogar de la Iglesia,

y no como mera institución a la que se acude ocasionalmente. En una cultura donde predomina

el sentimiento, la estética y la emotividad, es preciso ofrecer mediante un testimonio sólido la

verdad, la bondad y la belleza de la fe en Jesucristo, “utilizando un lenguaje claro, conciso,

adecuado,… pero que eleve el corazón y la mente de las personas”139. La Nueva Era y las sectas

atraen a muchos actuando precisamente sobre la emotividad140. Es preciso pues, que las personas

puedan experimentar que la fe es un acto eclesial. Que como recuerda el Santo Padre Benedicto

XVI141:“La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la

Madre de todos los creyentes”. Y recuerda la célebre frase de San Cipriano: "Nadie puede tener a

Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”.

Otro medio de acercamiento personal se verifica a través de la música litúrgica o popular, y es

fuente de gran apertura a la dimensión religiosa.

Centros Culturales Católicos

Se consideran como laboratorios culturales, pues ofrecen un gran diversidad, ya sea en su

denominación (centros o círculos culturales, academias, centros universitarios, casa de

formación), también por la temática que se desarrolla en ellos; teológica, ecuménica, científica,

artística, educativa, etc., analizando las corrientes culturales, valores presentes en la sociedad, o

por las actividades que se llevan a cabo, tales como conferencias, debates, cursos, seminarios

publicaciones, bibliotecas, manifestaciones artísticas, películas, entre otros. Pueden provenir de

iniciativas privadas de católicos, pero siempre en comunión con la Iglesia. Son verdaderos

lugares privilegiados para la evangelización de la cultura y la respuesta a un análisis

139 Madre Adela Galindo, Compartir con las hermanas el 25 de diciembre de 2010 140 Documento Final, n.II, 2.5. 141 S.S. Benedicto XVI, Audiencia General 31 de octubre de 2012, “La fe de la Iglesia”.

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comprometedor, desde la fe a los problemas presentes en la sociedad142. El beato Juan Pablo II

los define como “…foros públicos que permiten la amplia difusión, mediante el diálogo creativo,

de convicciones cristianas sobre el hombre, la mujer, la familia, el trabajo, la economía, la

sociedad, la política, la vida internacional y el ambiente”143.

Turismo religioso

Siguiendo el concepto de la peregrinación, es preciso ofrecer a las no creyentes, el patrimonio

religioso y cultural de la Iglesia, exponiendo con belleza y simplicidad su significado, con un

espíritu de acogida y caridad. Se propone en este sentido tener oficinas con su correspondiente

información en la red de Internet, que coordinen las actividades eclesiales locales, donde se

presenta el patrimonio de la Iglesia. Organizar eventos, museos diocesanos, que puedan servir

para la catequesis y la educación. Dar a conocer la piedad popular a través de distintos

itinerarios, para dar acceso a la experiencia y vida de fe de los distintos pueblos. Tener guías con

información artística de calidad y formación solida en la fe para dar a conocer los monumentos y

patrimonio artístico de la Iglesia.

La Pedagogía de Santa María de Guadalupe

Como enseñara el beato Juan Pablo II, Discurso inaugural de la IV

Conferencia general del Episcopado latinoamericano, Santo Domingo, 12 de

octubre de 1992, en Santa María de Guadalupe, encontramos un gran ejemplo

de evangelización perfectamente inculturada. Es la Santísima Virgen que

tiene la iniciativa y va al encuentro de Juan Diego, y lo toma en su realidad, conoce sus

reacciones y la forma de comunicar a su alma. Desarrolla una relación de amistad, y más aún de

caridad y ternura materna, a través de un diálogo sencillo, lleno de cariño, de respeto y de

142 Documento Final, n.II, 2.6. 143 Citado por Documento Final, n.II, 2.6, Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Africa, B. Juan Pablo II, 14 de septiembre de 1995, n.103.

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confianza144. Lo eleva y lo promueve con delicadeza y caridad, no aceptando las excusas de Juan

Diego respecto a su indignidad e inutilidad respecto a la misión que le confiaba. Utiliza el

lenguaje propio de Juan Diego y se vale de los símbolos de la cultura indígena para hablarle del

“Dios por quien se vive”. Le deja una imagen, tan expresiva para el pueblo indígena, recordando

la permanente alianza de Dios con su pueblo, y de la misericordia de Dios a todos aquellos que

hasta el día de hoy se amparan bajo la mirada materna de la Santísima Virgen plasmada en la

tilma.

X-Conclusión

La inculturación de la fe y la evangelización de las culturas constituye un auténtico proceso

salvífico, por el que “…la fe se encarna en el modo de vida de cada pueblo, lo purifica, y lo abre

a la comunión, en el Espíritu, con todos los hombres”145. Este proceso de encarnación,

purificación y comunión, se describe en el documento de Santo Domingo, a la luz de los tres

grandes misterios de la salvación: la Navidad, Pascua y Pentecostés146:

“Es necesario inculturar el Evangelio a la luz de los tres grandes misterios de la salvación: la Navidad, que muestra el camino de la Encarnación y mueve al evangelizador a compartir su vida con el evangelizado; la Pascua, que conduce a través del sufrimiento a la purificación de los pecados, para que sean redimidos; y Pentecostés, que por la fuerza del Espíritu posibilita a todos entender en su propia lengua las maravillas de Dios”.

La Santísima Virgen es quien precede a la Iglesia en la peregrinación de la fe, respondió a la

revelación de Dios con la obediencia de la fe al don de la plenitud de la gracia147, Ella es la

auténtica escuela de fe148:

144 J. Salvador Hernández, “La Pedagogía de la fe”, Ed. Valores para el Tercer Milenio I.A.P., México, diciembre 2002, p.112. 145 Card. Paul Poupard, Primer presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, “Novedad y tradición de la evangelización de las culturas”, conferencia pronunciada en México, 16 de junio de 1988. 146 Citado por Card. Paul Poupard, op.cit., Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Santo Domingo, 12 de octubre de 1992, n.230. 147 Carta Encíclica Redemptoris Mater, B. Juan Pablo II, 25 de marzo de 1987, tomado del extracto compilado en la carta 350, 15 de junio de 2012.”El triunfo del Corazón de María: Formar testigos vivientes y apóstoles ardientes de nuestra fe”. 148 Madre Adela Galindo, Carta 350, 15 de junio de 2012.”El triunfo del Corazón de María: Formar testigos vivientes y apóstoles ardientes de nuestra fe”.

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“María…vive completamente desde y en la relación con Dios. Es un ser humano que escucha y ora, cuyo espíritu y alma están despiertos a las múltiples y tenues llamadas del Dios vivo. Es un ser humano orante, totalmente tendido hacia Dios, y, por esa razón, un ser humano que ama con la amplitud y magnanimidad del verdadero amor; pero también con su capacidad de discernimiento no susceptible de engaño y con la disposición al sufrimiento propia del amor”149.

Como se ha señalado al comienzo del presente trabajo, la nueva evangelización tiene su centro

en Jesucristo y en la acogida atenta de la persona humana, para posibilitar el encuentro con Él. Y

esto se extiende a todo el mundo y abraza todas las culturas, y no se cierra a ninguna experiencia

genuinamente humana para llevarle el mensaje salvífico de Jesucristo150. Es preciso fomentar

“… la convicción de que la fe tiene recursos suficientes para acoger los frutos de una sana razón

abierta a la trascendencia y tiene, …, la fuerza de sanar los limites y las contradicciones en las

que la razón puede tropezar”151. Siendo nuestro carisma un icono viviente de la maternidad de la

Iglesia, ejercerá esa maternidad sobre la cultura, principalmente a través del testimonio y

atrayendo a cada corazón humano a la vida de Dios, a la vida de la gracia, proporcionará la

formación en la fe para convertirse en cristianos maduros y atenderá con la ternura materna las

heridas de sus hijos enfermos; será un hogar, escuela y un camino152, para que el hombre de hoy

encuentre la verdad profunda de su ser, la cual no está reglada por la cultura sino por la vocación

a la que ha sido llamado153. Y nuestra comunión con Dios ha de ser tal, que como la Virgen, por

estar totalmente en Dios, está cerca del prójimo. Por eso puede ser la Madre de todo consuelo y

de toda ayuda, una Madre a la que todos, en cualquier necesidad, debilidad o pecado pueden

149 J.Ratzinger-Hans Urs von Balthasar, “María, Iglesia naciente”, p.52. Ediciones Encuentro, Madrid, 1999. 150 Mensaje al Pueblo de Dios, Conclusión de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 26 de octubre de 2012, n.10. 151 Ibídem 152 Madre Adela Galindo, 24 de septiembre de 2012. 153 Madre Adela Galindo, 19 de noviembre de 2012.

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dirigirse, porque lo comprende todo y lo abraza todo154, y por ende penetra toda cultura en el

estado que ésta se encuentre. Como nos indica nuestra Madre fundadora, debemos

cooperar con el Triunfo de Su Corazón, amando, atesorando, haciendo fecunda

nuestra fe al profesarla y compartirla, que podamos con nuestro testimonio de vida,

ser testigos vivientes y apóstoles ardientes del Esplendor de la fe, de la luz y el amor

de Dios revelado a los hombres en Jesucristo. El Santo Padre Benedicto XVI, expresa

que este camino de la nueva evangelización puede parecer una ruta en el desierto, pero

“…en la noche del desierto las estrellas se hacen más brillantes, así en el cielo de

nuestro camino resplandece con vigor la luz de María, la Estrella de la nueva evangelización, a

quien confiados nos encomendamos”155, para que brille nuestra luz ante los hombres, vean

nuestras buenas obras y alaben al Padre celestial (cf. Mt 5,16).

154 S.S. Benedicto XVI, Homilía pronunciada el 8 de diciembre de 2005, en ocasión del 40 aniversario de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. 155 Mensaje al Pueblo de Dios, Conclusión de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, 26 de octubre de 2012, n.14.

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“…una fe que no se convierte en cultura es una fe no acogida en plenitud, no pensada en su totalidad, no vivida con fidelidad"

Beato Juan Pablo II

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