Las Virtudes Del Corazon Nuevo

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El corazon nuevo y las vitudes teologales

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FE, CARIDAD Y ESPERANZA:

EXPRESIONES ESTRUCTURALES

DE LA VIDA TEOLOGAL

(Tomado de: COZZOLI, MAURO, Etica teologale. Fede, Carit, Speranza, Edizioni Paoline, Milano, 1991. Traduccin del prof.)La renovacin de la teologa moral, pedida y orientada por el Concilio Vaticano II, ha llevado a repensar y redisear en clave personalista toda la tica teolgica. Es un esfuerzo que lleva ya un cuarto de siglo y que, a pesar de ciertos desequilibrios o lagunas, ha llegado a resultados notables y apreciables.

Tomando de los aportes de la renovacin bblica y teolgica, en dilogo permanente y fecundo con las ciencias humanas, y en un discernimiento atento de los signos de los tiempos, la teologa moral ha reconsiderado y redefinido mbitos, mtodos y contenidos, ha repropuesto su proyeccin normativa de modo mejor y ms profundamente fundado, ha respondido a requerimientos y a interrogantes inditos del decidirse y obrar actuales, ha elaborado sntesis sectoriales y estudios sistemticos y globales nuevos. Particularmente, se ha ido configurando la autonoma relacional, pero distintiva, de la teologa moral respecto del derecho y de la asctica, con los cuales coincida de diversas maneras y en muchos aspectos.

En el intento por delinear la novedad cristiana, por acreditarla dentro del cuadro epistemolgico del saber y de situarla correctamente en el dilogo de las culturas, la tica teolgica ha desarrollado en particular, la investigacin sobre la determinacin del proprium cristiano, en relacin a lo universal humano. La determinacin de lo especficamente cristiano ha llegado a ser un motivo de notable claridad, una articulacin hermenutica, especialmente por la distincin entre universalidad normativa y especificidad fundante. Se ha reconocido la relevancia decisiva de esta ltima: la conciencia axiolgica de ser persona en Cristo como fuente de motivaciones para el obrar.

Este estudio es una contribucin a definir tal conciencia. No se sita en el mbito de los tratados de moral especial, puesto que representa, no un momento sectorial, sino arquitectnico de la moral teolgica. Trata de delinear el rostro teologal del sujeto tico: dar a ste la conciencia del propio ser y obrar en la economa constitutiva y dinamizante de la salvacin. No se puede hacer de la moral cristiana un suplemento normativo o una argumentacin para confirmar la tica racional; tampoco un cdigo de comportamiento teonomsticamente impuesto, mucho menos en tiempos de fuerte relativismo crtico. Esta es la conviccin tica del ser de gracia: la fidelidad operativa de la persona en Cristo. Trazar una tica teologal es delinear este personalismo tico cristiano, decisivo para todo el obrar del cristiano y de toda la moral cristiana.

Tal personalismo toma cuerpo en la trada bblica de fe, caridad, esperanza como los modos fundamentales de la relacin constitutiva y dinmica con Dios: del ser, y del deber-ser cristiano. No tres obligaciones de vida cristiana, ni tampoco tres actitudes sectoriales o categoriales, sino las tres expresiones estructurales de la vida teologal: reveladoras y decisivas del ser y del obrar cristiano. La vida cristiana es vida teologal. La vida teologal es vida de fe-caridad-esperanza. La fe-caridad-esperanza constituye el novum tico: lo especficamente fundante y dinmico de la moral cristiana.

REVESTIDOS DE LA CORAZA DE LA FE Y DE LA CARIDAD

CON EL YELMO DE LA ESPERANZA

LA VIDA TEOLOGAL COMO EXISTENCIA DE FE, CARIDAD Y ESPERANZA

Partcipe de la naturaleza divina, el cristiano no es slo constituido en la vida teologal sino, al mismo tiempo, habilitado para esta novedad de vida. El cristiano, en efecto, recibe de Dios no slo el ser sino tambin el obrar: Es Dios quien suscita en vosotros el querer y el obrar (Flp 2,13). Y esto por la accin interior del Espritu Santo y el don de las virtudes teologales, es decir, la fe, la caridad y la esperanza, que nos revisten como habitus propio de la vida nueva (cf. 1 Ts 5,8).

1. LA ESPECIFICIDAD TEOLOGAL

Fe, caridad y esperanza son los modos especficos y temticos de la vida teologal, puesto que expresan su esencia dinmica de manera, al mismo tiempo, inseparable y diversa.

Inseparablemente puesto que fe, caridad y esperanza definen unitariamente la vida cristiana como vida teologal: son expresin de la nica libertad para Dios. Es lo que la teologa expres diciendo que las tres virtudes tienen a Dios como el mismo y nico objeto material. Por esto, ninguna puede subsistir sin las otras; es inconcebible, p. e., e insignificante una esperanza no creyente, una fe que no ama, una caridad sin esperanza. La libertad para Dios es una e indivisible en su triple expresin. Antes que afirmar lo que las distingue hay que subrayar la profunda unidad que caracteriza a las virtudes teologales.

Esta unidad arraiga en el acontecimiento redentor de Cristo, que se nos ofrece en unidad como revelacin del misterio de Dios para nosotros, amor que se autocomunica en Cristo cual don supremo, y promesa de realizacin escatolgica, a lo que el hombre responde con libertad indivisible de fe, caridad y esperanza.

En indisoluble unidad, sin embargo, cada una de las virtudes teologales expresa la vida teologal segn una modalidad propia y especfica de relacin con Dios en Cristo: la fe como virtud de relacin cognoscitiva, la caridad como virtud de relacin comunional, la esperanza como virtud de relacin tensional. La teologa ha expresado esto afirmando un diverso objeto formal para cada una de las tres. Son tres modos correlativos a las tres coordenadas estructurales y decisivas del existir humano: conocimiento, comunin, tensin.

Son virtudes teologales, pues, porque tienen a Dios como objeto inmediato (cada virtud es especificada por su objeto, que es un valor moral finito para las virtudes humanas: p.e., la verdad para la sinceridad, el derecho para la justicia, y el valor sumo, Dios, para las virtudes teologales): son ad Deum. Al mismo tiempo, porque tienen a Dios como su principio fontal y animador (a diferencia de las virtudes humanas que se adquieren por ejercicio humano, las teologales son infusas por gracia de Dios), son a Deo. Fe, caridad y esperanza son expresin y fruto de la obra del Espritu en nosotros, que nos conforma ontolgica y dinmicamente a Cristo (cf. Gal 2,20; Ef 1,21). El cristiano, pues, cree, ama y espera, no con una fe, un amor y una esperanza propios, sino con la fe, la caridad y la esperanza de Cristo en nosotros. Hunden sus races en nuestro ser en Cristo, Palabra del Padre: la fe; Amor encarnado: la caridad; el Resucitado: la esperanza. Ellas expresan acabada y especficamente la vida en Cristo: la vida cristiana es vida de fe, caridad y esperanza.

2. FUNDAMENTACION BIBLICA

Esta especificidad de fe, caridad y esperanza est presente en la autoconciencia originaria y permanente de la vida cristiana, desde la Iglesia apostlica.

Es significativo que el primer escrito neotestamentario -la 1Ts- se abra con un elogio, que hace Pablo, de la vida cristiana de la comunidad de Tesalnica como vida de fe, caridad y esperanza: En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros, recordndoos sin cesar en nuestras oraciones. Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Seor (1,2-3). Hay que notar que se pone de manifiesto el dinamismo concreto, lo que realizan la fe, la caridad y la esperanza: el ergon de la fe expresa un creer activo y operante, como lo exiga Jess (cf. Lc 11,28; Mt 12,50; Jn 14,23); el kopos de la caridad connota un amor que se fatiga en la entrega a semejanza de Cristo; la hypomene de la esperanza designa el aguardar lleno de constancia, perseverancia y paciencia la parusa de Cristo, sostenido por la fuerza del Resucitado.

En la misma carta, el Apstol repropone la trada en el simbolismo de la armadura con que se reviste el soldado (cf. 5,8); fe, caridad y esperanza son los vestidos nuevos de los hijos de la luz y del da (5). El cristiano es el soldado que avanza seguro y fuerte en la fe, en la caridad y en la esperanza.

Tambin al comienzo de la carta a los Colosenses Pablo configura, en un marco de accin de gracias, la vida de la comunidad cristiana como existencia de fe, caridad y esperanza (1,3-5; aqu la esperanza es vista como bien escatolgico, no tanto como virtud).

En la 1Co el Apstol celebra la caridad como el camino ms excelente (12,31), de la cual cobra sentido y valor todo carisma en la Iglesia. Pero no sin la fe y la esperanza, con las cuales la caridad est ntimamente vinculada: Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad (13,13). Es significativo el uso del verbo en singular, "subsiste" (aunque la Biblia de Jerusaln traduce en plural), porque subraya que fe, esperanza y caridad forman una profunda unidad. A diferencia de los textos anteriores, aqu la caridad est al final de la enumeracin, mientras que la fe siempre al comienzo. Este orden pone de relieve la orientacin escatolgica de la vida cristiana que, desde la fe aspira a la consumacin de la caridad, sostenida por la esperanza; se subraya as la preeminencia de la caridad, y la fe como raz de la vida cristiana.

En estos textos la trada fe, caridad, esperanza aparece en forma estrechamente unitaria y explcita. Pero se encuentran otros en los cuales se las encuentra en forma textualmente menos compacta, pero no menos clara, y con acentuaciones particulares. Veamos.

Ante todo, Gal 5,5-6, en que la fe abre a la esperanza y se realiza en la caridad.

Para Ef 1,15-18, la iglesia de feso es una comunidad de fe y de caridad en camino hacia la esperanza.

El texto de Ef 4,2-5 exhorta a la caridad, contando a la esperanza y a la fe entre sus vnculos de unidad.

En Rm 5,1-5 la justificacin por la fe abre a la esperanza, certificada en nosotros por la caridad de Dios.

En el cap. 12 de la carta a los Romanos, fe, caridad y esperanza aparecen como las actitudes estructurales y decisivas de toda la vida moral cristiana; a cada una se le adjudican virtudes y disposiciones ticas particulares (ver vv. 3-8; 9-10; 12).

Finalmente dos textos de la carta a los Hebreos en los cuales se evidencia netamente la dinmica de fe, caridad y esperanza de la vida cristiana: 6,10.12; 10,21-24.

Ms all de los textos en los cuales terminolgicamente aparece expresamente la trada teologal, su significado atraviesa todo el mensaje neotestamentario, hasta convertirse en clave hermenutica decisiva. Por ej., veamos en el evangelio de san Juan, cap. 17, donde la vida teologal es presentada como vida eterna, participada por Jess a los suyos y vivida por stos como fe: He manifestado tu Nombre a los hombres que t me has dado... y ellos han reconocido verdaderamente que vengo de ti y han credo que t me has enviado (vv. 6.8); caridad: Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguir dando a conocer, para que el amor con que t me has amado est en ellos (v. 26); esperanza: Yo les he dado la gloria que t me diste... Padre, los que t me has dado, quiero que donde yo est estn tambin conmigo, para que contemplen mi gloria (vv. 22.24).

3. PANORAMA HISTORICO

Esta conciencia neotestamentaria se ha mantenido en la tradicin eclesial, manifestndose en la teologa y en el magisterio. Nos limitamos a sealar algunos puntos ms significativos de este desarrollo.

Ante todo el kerygma post-apostlico. En los primeros Padres la continuidad con la enseanza de los apstoles es explcita. S. Policarpo, p.e., escribe a los filipenses: Pablo, cuando se encontraba entre ustedes, hablando personalmente a los hombres de su tiempo, transmiti con seguridad y fuerza el mensaje de verdad, y tambin despus de su partida les dirigi cartas que, si las meditan atentamente, los edificarn siempre ms en la fe recibida. Les harn crecer en aquella fe que es nuestra madre comn (Gal 4,26), seguida por la esperanza que, a su vez, es precedida por la caridad hacia Dios, hacia Cristo y hacia el prjimo... Quien posee estas virtudes ha cumplido el mandamiento de la justicia, porque quien tiene el amor est lejos de todo pecado (Carta a los Filipenses, 3,1-5,2.

San Agustn, preguntndose sobre la esencia de la vida cristiana, la encuentra en ltima instancia en el culto a Dios: la vida cristiana es bonus Dei cultus que toma forma y consistencia en la trade teologal. Fe, caridad y esperanza son expresiones de una existencia acogida como gracia y correspondida como alabanza y gratitud a Dios (Cf. Enchiridion ad Laurentium seu de fide, spe et caritate, PL 40, 231-290).

Santo Toms de Aquino desarrolla de manera amplia y sistemtica la reflexin sobre las virtudes teologales en la Suma Teolgica: en la Primera y en la Tercera partes de modo difuso, en la Segunda de modo particular y especficamente tico. Argumenta esencialmente a partir de la destinacin del cristiano a una felicidad que trasciende toda felicidad natural, que le es ofrecida por su participacin en la vida divina y cuya consecucin supera las posibilidades humanas. Dios debe dar al hombre otros principios por los cuales el hombre se ordena a la bienaventuranza sobrenatural, de la misma manera que est ordenado al fin apropiado a su naturaleza por los principios naturales... Tales principios se llaman virtudes teologales (Suma Teolgica I-II, q. 62, a. 1).

El concilio de Trento ha vinculado el don de la fe, de la caridad y de la esperanza con la justificacin del pecador, entendida como regeneracin de la vida divina en el hombre: En la justificacin misma, juntamente con la remisin de los pecados, recibe el hombre las siguientes cosas que a la vez se le infunden, por Jesucristo, en quien es injertado: la fe, la esperanza y la caridad (D 800).

Aun manteniendo siempre la importancia esencial para la vida cristiana de la fe, la caridad y la esperanza, la teologa fue perdiendo gradualmente de vista su originaria dimensin mistrico-personalista: de expresiones dinmicas del ser en Cristo, por conformacin sacramental-ontolgica con El, se redujeron a cualidades de la gracia que informan las potencias sobrenaturales, perdiendo su valor ontolgicamente significativo y ticamente dinamizador de la vida cristiana; se las presentaba sobre todo como deberes y como actos de virtud.

Para el Concilio Vaticano II, fe, caridad y esperanza son expresin eclesial y personal de la vida cristiana. Expresin constitutiva de la Iglesia: Cristo... ha constituido su Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza y de caridad (LG 8). Expresin de su misin (DV 1) y de la vida de los fieles en la especificidad de los estados de vida (cf. AA 4; AG 14; GS 48).

4. LA CUALIDAD DE VIRTUD

La fe, la caridad y la esperanza constituyen y definen la vida cristiana en cuanto virtudes: hbitos de la vida teologal.

Las virtudes son aptitudes operativas, mediadoras de la densidad axiolgica del ser en el dinamismo existencial del obrar. Como tales, arraigan fundamentalmente en el ser: son modos del ser, que asumen y expresan sus exigencias dinmicas. Son, por lo tanto, la misma persona manifestndose en la accin. No son actos de la persona sino la persona en acto. Tampoco son normas directivas del obrar, sino la conciencia axiolgica y normativa del ser que informa y mueve ticamente la libertad. Es el ser automanifestndose como deber-ser.

El ser cristiano se expresa como libertad habilitada al deber-ser segn Dios en Cristo, y esta habilitacin define como virtudes los tres modos de ser fundamentales de la vida cristiana.

La virtud es una disposicin permanente y dinmica de la libertad al bien.

Disposicin. La virtud no es un acto ni una suma de actos, sino una inclinacin y polarizacin de toda la libertad al bien-valor (objeto) que la especifica. Como tal es una actitud, disposicin, constitutiva de la persona. Es la libertad moral -libertad para el bien- hecha estilo de vida.

Permanente. La virtud se caracteriza por la estabilidad, continuidad e inmediatez en la intencin operativa del bien-valor. Tanto que es habitus: un modo de ser de la persona que se expresa fielmente en la accin. Hbito, no costumbre; mientras sta ltima es de naturaleza psico-somtica, el hbito es de naturaleza tico-espiritual.

Dinmica. La virtud es una fuente interior de accin, un potencial tico que induce a la accin. Facilita la razn prctica y el querer moral en la intencin que pone por obra el bien-valor. Es un dinamismo de liberacin-libertad que nos vuelve giles para el bien. Por la virtud toda la persona, los motivos, las energas, el obrar y el ser del hombre son como marcados por el valor que la determina y reunidos en un todo caracterizante.

Fe, caridad y esperanza como virtudes son disposiciones permanentes y dinmicas de la libertad al bien-valor supremo del existir humano: Dios que en Cristo nos dona la comunin del Espritu.

Como disposiciones conforman teologalmente nuestra libertad. As, la vida cristiana no es la suma de actos meritorios ante un Dios remunerador, sino la fidelidad de la libertad que da testimonio de la gracia: de lo que Dios ha hecho de m, de mi libertad, por la conformacin del Espritu. Correlativamente, el pecado no es esencialmente la transgresin de un mandamiento divino, sino la infidelidad destructiva de la libertad que reniega de s misma, que reniega del propio ser de gracia.

En esta habilitacin del Espritu, est el carcter permanente, estable, de las virtudes teologales. Por ellas, la vida cristiana no se atomiza en una pluralidad de actos sino que se resume y unifica primariamente en la actitud fundamental de fe-caridad-esperanza, la cual determina, dirige y orienta todo el obrar concreto.

En la misma habilitacin del Espritu radica su carcter dinmico, como fuerza y posibilidad de corresponder a las exigencias de totalidad y perfeccin de la vida segn el evangelio y don de inteligencia y sabidura para discernir y elegir en situacin lo mejor (Flp 1,10), la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable a l, perfecto (Rm 12,2). Esta habilitacin de fe-caridad-esperanza es un potencial de accin que informa y mueve todas las potencialidades humanas. De modo que el cristiano vive una nica vida moral: la vida moral sobre-natural que no es tal por desvalorizacin o rechazo de lo natural sino por asuncin y elevacin.PAGE