Lección No. 3.-EL COMO EN LA EVANGELIZACION 1 A costa de
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Lección No. 3.- EL "COMO" EN LA EVANGELIZACION Siguiendo el ejemplo de Jesús descubrimos métodos y prácticas 1 O. A costa de grandes sacrificios Antes de proseguir -y deseando ser bien entendido-, Paulo VI vuelve a rela- cionar estos tres conceptos elementales para la evangelización : el Reino, la Salvación y el Evangelio. Esta es la síntesis de todo tratado de evangelización: 0 El Reino es la meta final o «estado deffnitivo» al que deben llegar todas las cosas, esto es: El Reino de Dios, El Reino de los Cielos. 0 La Salvacion va a ser para muchos «la llegada», el arribo a tal estado de cosas, a una situación ya inmutable, sin más cambios, que ha de constituir la vida eterna. 0 El Evangelio es «el anuncio» del Reino y de la Salvación. El evangelizador no debe perder de vista nunca estos tres elementos esen- ciales de la evangelización, pues de perderlos corre el peligro de desvirtuar su actuación como evangelizador, y junto con esto su misión evangelizadora . Por ello el Papa llama a las palabras «Reino» y «Salvadón» -a propósito de su importancia-: «palabras clave en la evangelización de Jesucristo» . Muchos que no lo entendieron así -o que ya dentro de su actividad de evangelizadores las perdieron de vista, o las olvidaron-, se fueron por el camino de las «añadiduras» secundarias, y dejaron de ocuparse en parte, o del todo, de lo que era esen-cial en su acción evangelizadora . Así, dejaron de ser evangelizadores auténticos para convertirse en agentes y anunciadores de cualquier otra cosa , menos pro- clamadores del Evangelio, del Reino y de la verdadera Salvación. Afirma aquí el Papa que por dos caminos a la vez se distinguen y coin- ciden- recibe el hombre el Reino de Dios y la Salvación: 0 el primero proviene de Dios mismo, por el camino de la gracia (recordemos aquí que 'gracia' viene del latín 'gratia' ='favor', lo que se obtiene de otro, sin merecerlo el que lo recibe), y por misericordia de El. Esto es, que por este camino llegan el Reino y la Salvación al hombre sin que él ponga nada de su parte, sin su aportación, ya que al Señor le place regalárselo movido por su infinita bondad, la que -hablando a lo humano- le hace sentir nuestra desgracia original y actual. 0 El segundo camino, en cambio, se debe a la iniciativa del hombre: por este medio le llegan el Reino y la salvación a través del esfuerzo y el empeño con que él mismo los busca, si bien, como dce san Pablo, aún este interés y deseo de búsqueda, son gracia divina: "Mas, por gracia de Dios, soy Jo que soy; y la gra- cia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo" (1 Co 15, 10). El segundo camino es el interés y esfuerzo que pongamos en obtener el Reino y la Salvación 30301
Lección No. 3.-EL COMO EN LA EVANGELIZACION 1 A costa de
Siguiendo el ejemplo de Jesús descubrimos métodos y prácticas
1 O. A costa de grandes sacrificios
Antes de proseguir -y deseando ser bien entendido-, Paulo VI vuelve
a rela cionar estos tres conceptos elementales para la
evangelización: el Reino, la Salvación y el Evangelio. Esta es la
síntesis de todo tratado de evangelización:
0 El Reino es la meta final o «estado deffnitivo» al que deben
llegar todas las cosas, esto es: El Reino de Dios, El Reino de los
Cielos.
0 La Salvacion va a ser para muchos «la llegada», el arribo a tal
estado de cosas, a una situación ya inmutable, sin más cambios, que
ha de constituir la vida eterna.
0 El Evangelio es «el anuncio» del Reino y de la Salvación.
El evangelizador no debe perder de vista nunca estos tres elementos
esen ciales de la evangelización, pues de perderlos corre el
peligro de desvirtuar su actuación como evangelizador, y junto con
esto su misión evangelizadora.
Por ello el Papa llama a las palabras «Reino» y «Salvadón» -a
propósito de su importancia-: «palabras clave en la evangelización
de Jesucristo». Muchos que no lo entendieron así -o que ya dentro
de su actividad de evangelizadores las perdieron de vista, o las
olvidaron-, se fueron por el camino de las «añadiduras»
secundarias, y dejaron de ocuparse en parte, o del todo, de lo que
era esen-cial en su acción evangelizadora. Así, dejaron de ser
evangelizadores auténticos para convertirse en agentes y
anunciadores de cualquier otra cosa, menos pro clamadores del
Evangelio, del Reino y de la verdadera Salvación.
Afirma aquí el Papa que por dos caminos ~ue a la vez se distinguen
y coin ciden- recibe el hombre el Reino de Dios y la
Salvación:
0 el primero proviene de Dios mismo, por el camino de la gracia
(recordemos aquí que 'gracia' viene del latín 'gratia' ='favor', lo
que se obtiene de otro, sin
merecerlo el que lo recibe), y por misericordia de El. Esto es, que
por este camino llegan el Reino y la Salvación al hombre sin que él
ponga nada de su parte, sin su aportación, ya que al Señor le place
regalárselo movido por su infinita bondad, la que -hablando a lo
humano- le hace sentir nuestra desgracia original y actual. 0 El
segundo camino, en cambio, se debe a la iniciativa del hombre: por
este
medio le llegan el Reino y la salvación a través del esfuerzo y el
empeño con que él mismo los busca, si bien, como dce san Pablo, aún
este interés y deseo de búsqueda, son gracia divina: "Mas, por
gracia de Dios, soy Jo que soy; y la gra cia de Dios no ha sido
estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero
no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo" (1 Co 15, 10). El
segundo camino es el interés y esfuerzo que pongamos en obtener el
Reino y la Salvación
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Estas dos vías de acceso, como vemos, son dferentes, pero pueden
ser coin cidentes, es decir, se presentan una con la otra reunidas
de modo que parecen una sola: desde luego, la gracia y la
misericordia divinas siempre están actuando en bien nuestro, de
manera que el primer camino siempre existe, siempre está abierto.
Nuestra dsposíción, en cambio, no siempre se presenta. Es en
particular de esta última forma de que se instale el Reino y se
opere la Salvación de lo que se ocupa Paulo VI en' este inciso No.
10.
Para ello trae a la memoria dos citas evangélicas (Mt. 11, 12):
"Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los
cielos sufre violencia, y los vio lentos lo conquistan. •y Le. 16,
16): "La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a
anunciarse la Be:.~::: Nueva del Reino de Dios, y todos se
esfuerzan por entrar en él. •
Analizando estos pasajes coincidentes, los dos nos hablan de un
personaje: Juan el Bautista, que con su vida y su misión es como un
signo vivo que clausura la Antigua Alianza -la de la Ley y los
profetas-, en cuyo transcurso el hombre estuvo atenido a la
iniciativa dvina para obtener la salvación.
Al mismo tiempo el Bautista es signo vivo de la inauguración de la
Nueva Alianza, en que no sólo opera Dios para salvar al hombre,
sino que desde ese momento éste ha de poner su parte, y asi relata
San Marcos cómo actuaba San Juan Bautista en su misión: "Voz que
clama en el desierto: 'Preparad el camino del Señor, rectificad sus
sendas'. • (Me 1,3).
Ese es el segundo camino por el que han de llegar el Reino y la
Salvación, el cual prepara y allana el ingreso de la gracia. Para
que penetren en ellos, a partir del anuncio de San Juan los hombres
tienen que abrir la puerta de sus corazones.
Ya definido el segundo camino, ahora se va a ocupar el documento de
instru imos acerca de cómo es éste posible, para que conociendo
sus asperezas y difi cultades nos preparemos debidamente a la
labor de aderezarto.
Ante todo evitemos el perdemos: no vamos a abrir un camino que
vayamos a recorrer para de encontrar el Reino, sino que
prepararemos dentro de nosotros la inteligencia medante la
reflexión, y la voluntad motivando los afectos, que son el camino
por el que el Reino entrará en el corazón. Se trata de un trabajo
que va a ser para nosotros duro, dfícil y contrario a nuestras
humanas tendencias.
Es por lo que Paulo VI nos recuerda que ya Cristo había dicho que
tan sólo los que «saben, pueden y quieren realizar esfuerzos» -los
esfonados-, llegarán a trazar el camino, desmontarto de las viejas
malezas de nuestras tendencias desordenadas, allanarto y
pavimentarto por medio de la docilidad y el desprendi miento, la
renuncia a viejos ídolos que nos impiden acercamos a Dios.
Cuando el Señor anuncia que el Reino "está en tensión" o "sufre
violencia". nos propone estos dos conceptos: 0 el primero -personal
nuestro- indica que para llegar a poseerto, antes ten
dremos que hacer muchas renuncias, realizar muchos esfuerzos. 0 el
segundo -ajeno a nosotros- es la oposición que encontraremos en el
de
monio, el mundo y la carne, que ponen toda clase de obstáculos
dentro y fue ra de nosotros mismos, para que no llegue a
instalarse el Reino en nosotros. 30302
Así pues -instruye la Exhortación-, debemos tomar la resolución de
abrir un camino, empleando lo que se llama la «motivación» en
nosotros mismos, pese a las fatigas y sufrimientos, a las
contradicciones de nuestras tendencias y deseos, a la renuncia a lo
que en muchas ocasiones nos parece legítimo, pero que acaso llega a
constituirse en una barrera que impide instalarse el Reino en
nosotros.
Esto nos recuerda la advertencia evangélica de que no se pueden
tener «dos señores; servir a la vez a Dios y a las riquezas» (cf.
Mt 6,24). La importancia de corregir nuestros defectos antes que
mirar los ajenos; exigimos la perfección a nosotros y ser
indulgentes hacia los demás (cf. Mt 7,'J3). Entrar por la puerta
estre cha y olvidar la ancha, esto es, soportar las dficuftades
para ganar el Reino rehu yendo la vida fácil {cf. Mt. 7, 13). No
quedarse en aspiraciones y buenos deseos, sino llegar a la acción
(cf. Mt. Cap. 6 y Cap.7). En (Mt. 10,37) está quizá la adver
tencia más dura: la renuncia al amor si ese amor se interpone entre
Dios y noso tros. La renuncia a la vida temporal {cf. Mt. 10,39)
habla de los que aceptan llegar hasta el martirio por la aceptación
del Reino, en un deseo extremo de obtenerlo.
Llama la atención que emplea Jesús la imagen de la cruz como
símbolo de renuncia, aceptación y vida de perfección por la
contradicción de sí mismo mucho antes de morir: "El que no tome su
cruz y me siga, no es digno de mi (Mt. 1 O, 38).
Estas aceptaciones y renuncias no han de ser contempladas
con..sentido de conformidad pasiva, como algo que, no teniendo
remedio ni posibilidad de eludir lo, se acepta con «resignación»,
con sentido del «fatalismo» de un ciego destino, lo que en el
paganismo se decía «fatídico» (de fatum, el hado, el destino); pues
si los dioses decidían quién debía sufrir o morir, al no poder
rebelarse contra esto, había que conformarse sin remedio. Hacia
Dios no hay resignación, sino adhesión y aceptación, a ejemplo de
María Santísima ante el misterio de la Encamación.
En el cristiano la aceptación de la cruz tiene un sentido profundo
y firme de esperanza en una remuneración de proporción muy superior
al valor de la prueba, remuneración que conocemos con el nombre de
«bienaventuranzas».
Esta esperanza fue la causa de que los paganos de los tiempos de la
perse cución miraran asombrados a los mártires marchar llenos de
alegría a la muerte y dar testimonio de su fe en medio de un
contento portentoso: era la convicción del premio de una vida sin
comparación mejor que la que dejaban. Del mismo modo la prueba
-muchas veces más pesada- de la cruz de la vida ordinaria, día con
día, puede ser soportada también con gusto cuando el hombre está
inundado de fe y esperanza, pues no hay prueba que supere la
alegría de quien está convenci do de la excelencia del premio que
le aguarda. (2 Tm 4,6-8).
Finalmente nos previene Paulo VI de que nada de esto es posible si
antes no se ha efectuado un cambio interior dentro de nosotros. Si
no se realiza en nues tro interior la «metanoia» (µµ€rávota
metanoia = cambio de opinión; viraje, con versión, esto es, hacer
que en adelante nuestras aspiraciones y deseos miren hacia lo alto,
a las cosas santas, limpias de pecado, a todo lo bueno, a Dios,
según enseña san Pablo: f!.sí pues, si habéis resucitado con
Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la
diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la
tierra.• (Col 3, 1-2).
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Y volvemos entonces a lo que proclamaba el Bautista: "Convertíos,
porque el Reino de los Cielos está cerca.• (Mt. 3,2) que es lo
mismo por donde Jesucristo comenzó su misión pública, esto es su
evangelización (Mt. 4, 17). De hecho, lo pri mero en la
evangelización es conseguir que los convocados se conviertan.
Y para que no se dude acerca de las disposiciones interiores, sin
las cuales es imposible que este Reino se instale en el hombre;
para que se entienda dara mente que la implantación del Reino
depende, antes que nada, de que cada uno de los hombres lo acepte
en lo personal, Cristo mismo lo declaró explicitamente a san Pablo
en su envio: "Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los
cuales yo te envío, para que les abras los ojos; para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a
Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la
herencia de los santificados mediante la fe en mí.· (Hch 26,
17-18). Todo viene como consecuencia de la conversión.
Con todas las enseñanzas contenidas en este solo párrafo, Paulo VI
nos está instruyendo sobre una sola cosa: para ser evangelizador
auténtico, debe reali zarse en nuestro interior ese cambio
interior sin el cual nosotros mismos, los evangelizadores, no
podemos ser evangelizados. Corremos el riesgo de no pa sar de ser
ciegos guías de ciegos, y: "Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No
caerán los dos en el hoyo?" (Le 6,39). Este cambio va a ser para
nosotros un gran sacrificio, así lo anuncia el Papa, mas es
necesario para quien se decida a cola borar en la
evangelización.
11. Predicación infatigable
Dos son los factores que intervinieron en la manera como Cristo
realizó su evangelización: la palabra y el signo: ·
0 La palabra hablada y escrita, por cuanto es el medo ordinario
para que el hombre comunique sus ideas a los demás. Con todo, la
palabra no siempre tiene virtud para convencer hacia el bien: como
medio de comunicación social debería ser aceptada por todos -y su
contenido creído por todos-; pero la malicia ha des virtuado
muchas veces su valor al emplearla con mentira y doblez de
significado. Por ello es importante analizar en los Evangelios cómo
fue recibida la palabra de Jesucristo entre los que le escucharon
durante su vida pública.
Para nosotros en particular, este análisis es importante para
entender cuál es la fuerza y eficacia de la palabra al conviertirse
en el medo de difusión del Reino y la Salvación. El ejemplo del
Divino Maestro tiene una importancia fundamental.
Tres son las cualidades que deben existir en la palabra de todo
evangeliza dor: autoridad, verdad y claridad; y de ellas se habla
en las tres citas evangéli cas que se consignan en el documento de
Paulo VI:
0 hablar con autoridad: Ya hemos dicho que si por la palabra
«Evangelio» entendemos la Buena Noticia, por la palabra
«evangelizador» hemos de con
cebir a aquél que es portador de esa grata noticia. Ahora bien,
cuando Cristo se presenta a dar la noticia, lo hace a la vista
de
todos. quienes tan sólo aprecian la apariencia de un hombre. Con
todo, no es un 30304
hombre común que hable por sí mismo: es el «enviado del Padre»,
cuya misión es precisamente hablar de aquello que el Padre quiere
damos a saber: "Los judíos, asombrados, decían: '¿Cómo entiende de
letras sin haber estudiado?' Jesús /es respondió: 'Mí doctrina no
es mía, sino del que me ha enviado. El que quiera cumplir su
voluntad, verá si mí doctrina es de Dios o hablo por mí cuenta'.·
(Jn 7, 15-16). Asimismo, en la Ultima Cena descubre cuál haya sido
el mensaje que nos trajo: "(Padre) He manífetado tu Nombre a los
que me has dado sacándo los del mundo. Tuyos eran y tú me los has
dado; y han guardado tu Palabra. Aho ra ya saben que todo lo que
me has dado viene de tí; porque yo les he comunica do lo que tú me
comunicaste; ellos han aceptado verdaderamente que vengo de tí, y
han creído que tú me has enviado.· (Jn 17,6-8).
La autoridad con que habla, pues, el Señor Jesús, es la que
proviene de quien le ha enviado, el Padre, Principio de toda
existencia y autoridad. De aquí que Jesucristo habla con la más
soberana y plena autoridad, la que se manifiesta en todo su
esplendor en la escena de la Transfiguración: " ... tomó consigo a
Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y, mientras oraba,
el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una
blancura fu/gu-rante, y he aquí que conversaban con El dos varones,
que eran Moisés y E/ías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban
de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus
compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despier
tos, y vieron su gloria y a los dos varones que estaban con El. Y
al separarse ellos de El, dijo Pedro a Jesús: 'Maestro, es bueno
estarnos aquí; vamos a hacer tres tiendas, una para tí; otra para
Moisés y otra para E/ías', sin saber lo que decía. Estaba diciendo
estas cosas cuando vino una nube y los cubrió con su sombra; y a/
entrar en la nube se llenaron de temor. Se oyó una voz desde la
nube, que decía: 'Este es mí Hijo, mí Elegido; escuchad/e'. · (Le
9,28-35).
Este "escuchadle" es a la vez mandato y sugerencia amorosa del
Padre que en un rasgo misericordiosísimo se valió de su Hijo para
damos el mensaje de sal vación, después de haber enviado a los
profetas que no fueron atendidos. A esto se refiere el mismo Jesús
en la parábola de los viñadores asesinos que aparece en (Mt 21,
33-42), quienes mataron primero a los siervos mensajeros del amo, y
finalmente mataron también a su hijo para quedarse con la
herencia.
Este testimonio que da el Padre de Jesús es el que constituye la
base de la autoridad de la Palabra con que El habla: •y el Padre,
que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no
habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni
habita su Palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha
enviado. Investigad las Escrituras, ya que creéis tener en ellas
vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí.• (Jn
5,37-39).
Y es que también el Antiguo Testamento -en el cual solamente decían
los fariseos creer-, era un testimonio que fincaba la autoridad de
Jesús: "He aquí mí siervo a quien Yo sostengo, mí elegido en quien
se complace mí alma. He puesto mí espíritu sobre él: dictará ley a
las naciones.• (Is 42, 1 ).
Ejemplo da así Jesús de que nadie puede hablar acerca del Reino sin
recibir autoridad para hacerlo. Hoy el evangelizador recibe esa
autoridad del mismo Cristo -que la recibió del Padre- a través del
mandato del Obispo: "En verdad en
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verdad os digo: quien acoja al que Yo envíe me acoge a mí, y quien
me acoja a mi, acoge a Aquél que me ha enviado.• (Jn 13,20). "Me ha
sido dado todo poder en el cielo y en la tieffa. Id, pues, y haced
discípulos a todas /as gentes bautizán dolas en el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñádo/es a guardar
todo lo que Yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros
todos /os dias hasta el fin del mundo.• (Mt 28, 18-20). Este
mandato, ciado personal mente a los Apóstoles, implica la potestad
de delegar funciones a sus colaborado res; de aquí nace el
requisito de que para trabajar como agentes de evangeliza ción,
los miembros de la Iglesia se unan estrechamente con su Obispo y de
él adquieran la facultad de evangelizar .
. La facultad de enseñar que llega a los laicos desde el Obispo a
través de la Jerarquía. es la que presta autoridad al agente de
evangelización. De modo que es necesario mantenerse unido de algún
modo y a través de alguien al Obispo paía que la misión sea
legitima. Comunmente esto se realiza a través del párroco.
0 hablar con verdad: constituye para el evangelizador una gran
responsabili- dad enseñar la verdad. Y para ello, junto con la
invocación de la luz del Espíri
tu Santo -que no la niega jamás al que la pide con humildad y recta
intención-, es necesario que busque su más amplia instrucción en la
medida de sus posibilida des. De modo que constituye una peligrosa
temeridad lanzarse a actuar sin la previa preparación tanto
instructiva como fonnativa.
Hablar como Jesús es hablar sobre la verdad; constituye gravísima
responsa bilidad hablar sin certeza de lo que se dice; y en todo
caso siempre será mejor pasar por ignorante, y con sencillez
reconocer ante los demás las propias limita ciones, ofreciendo
investigar e instruirse sob're lo que de momento no se puede
responder, que faltar a la verdad; o al merios arriesgar la verdad
de lo que se habla, cuando no se está seguro.
0 . hablar con claridad: No basta hablar con autoridad y hacerte
sobre la ver dad: es necesario saberlo trasmitir. Y esto también
exige preparación. De
poco serviría proclamar con autoridad la verdad sin saberta dfundir
adecuada mente, haciendo de este modo lenta y dfícil la
propagación de la verdad.
No import~ que lleve tiempo prepararse para poder enseñar: siempre
los fru tos se producirán después con abundancia efectiva por
parte del evangelizador debidamente preparado para saber trasmitir.
Hacerlo de manera precipitada, sin preparación adecuada, sólo
acarreará confusión de ideas, cuyo fruto amargo será la propagación
de errores.
Con todo, también es posible comenzar a intentar la tarea desde el
principio de la propia preparación, siempre que se tenga presente
con humilde reconoci miento la limitación de la propia valía;
conviene obrar entonces con sencillez, a sabiendas de que lo que de
momento se puede hacer es poco, y comenzar pres tando ayuda, de
ser esto posible, a otro que tenga mayor capacidad, y de quien se
pueda aprender; en todo caso, siempre acudiendo a quien más
sabe.
Nada conviene que sea improvisado, nada expuesto con sólo aparente
segu rié:lad cuando sea ignorado: lo cierto como cierto, lo dudoso
como dudoso, lo igno rad como ignorado, lo supuesto como supuesto;
todo con ánimo de que sea esclarecido, y aclararte consultando con
quien más sabe hasta surgir la verdad. 30306
Estas tres cualidades -en la justa proporción de la Persona de
Jesús que hablaba- fueron las que hicieron que El maravillara a sus
oyentes, que desautori zara a sus oponentes, que los de buena
voluntad se le arremolinaran en derredor por escucharle: •y sucedió
que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedó asombrada de
su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autori dad, y no
como sus escribas.; (Mt 7,28). "Los guardias volvieron donde los
sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: '¿Por qué no le
habéis traído?' Res pondieron los guardias: 'Jamás un hombre ha
hablado como habla ese hombre'.· (Jn 7,45-46). "Jesús se retiró con
sus discípulos a orillas del mar, y le siguió una gran muchedumbre
de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro
lado del Jordán, de la región e Tiro y Sidón, una gran muchedumbre,
al oír lo que hacía, acudió a El.· (Me 3,7-8).
TODO REFERIDO A CRISTO: Es tan maravillosa la doctrina de Jesús,
tan convincente la verdad cuando se le escucha, que con frecuencia
el evangelizador será objeto de personificación de lo que dice;
muchos de los que le oigan, le atribuirán el mérito de lo que dice,
y así ellos le van a asignar la gloria que sólo corresponde a
Cristo, a Dios. Es el secreto del éxito que consiguen muchos predi-
· cadores: no es tanto su modo de exponer, sino lo que exponen, lo
cual sólo perte nece al que los envió. Es importante recordar el
ejemplo de san Juan Bautista: "Viene un hombre detrás de mí, que se
ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.• (Jn 1,30);
"Es preciso que El crezca y que yo disminuya.• (Jn 3,30).
Cristo ha de ser quien sea manifestado y el evangelizador debe
desaparecer.
PALABRAS QUE CAMBIAN EL CORAZON Y EL DESTINO: Termina el Papa este
párrafo indicando cuál es el fruto de la palabra de Cristo: es lo
único capaz de que el hombre se transforme en su interior, y que,
como consecuencia, dé a su vida un cambio de rumbo.
12. Signos evangélicos
El segundo factor en la evangelización de Jesús fue el signo, es
decir, que apoyó la palabra, la predicación, en signos exteriores y
perceptibles por medio de los sentidos, para favorecer a sus
seguidores, para hacerles más fácil el interés por su doctrina.
Estos signos exteriores fueron los milagros y el cumplimiento de
las profecías.
0 El milagro. Ya sabemos que el milagro es un suceso que
contraviene las leyes de la naturaleza, cuyo legislador es Dios y,
por tanto, solamente Dios es
quien puede realizar el milagro, o un enviado suyo. Esto sucedió
con los profetas. Los milagros lograban captar la atención del
pueblo porque, además de
asombrar a la multitud, la necesidad material los hacía aceptar ser
llevados a lo espiritual escuchando las enseñanzas. Iban de lo
natural a lo sobrenatural.
0 La profecía. El cumplimiento de las profecías es también un
signo; su im portancia puede escapar a nuestros ojos por no ser
judíos ni haber vivido en
aquellos tiempos: para el judío de entonces, las profecías habrían
de servir en su cumplimiento como señal de la llegada del Mesías;
su presencia habría de ser
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anunciada por ellas; su autenticidad debería de ser certificada por
el cumplimiento de ellas. El que quisiera engañar al pueblo
fingiendo ser el Cristo, habría tenido que pasar la imposibie
prueba del cumplimiento de las profecías.
Las profecías fueron variadas y muy importantes. Muchas eran
desconocidas por el pueblo; algunas muy dfíciles de explicar, aún
por los doctores de la Ley.
Jesús, no aludió a todas, ni siquiera se refirió de palabra a las
más importan tes; simplemente las "vivió", esto es, se realizaron
en El; en los que vivieron junto a El; más aún, se cumplieron en y
por parte sus enemigos sin proponérselo ellos.
Un signo muy significativo es, no sólo que las muchedumbres vayan
detrás de Jesús, sino que sean los más pobres los que las
confonnen. Esto no es algo des conocido para nosotros: también en
los tiempos actuales se puede contemplar dondequiera, más aun, en
nuestros templos. ¿La causa? pudiera ser que la nece sidad haga
sentir y reflexionar al necesitado que cuando los hombres no pueden
o no quieren remediar sus necesidades, o sus medios son
insuficientes para satisfacer sus, -acaso detrás de promesas que a
la postre resultaron falsas, dejando defraudadas las esperanzas-;
entonces es cuando el necesitado se vuel ve a Dios y a sus
enviados, acepta sus preceptos y los pone en práctica.
Parece que a veces Dios se vale de estos extremos para llamamos;
parece que es entonces cuando abrimos los oídos a su voz.
Si extendemos el sentido de la palabra pobres hasta abarcar con
ella a todos los que padecen de alguna manera, entenderemos que en
realidad, tarde o tem prano todos entraremos en esa apreciación:
pobres son los que no tienen dinero, también IÓs que padecen
enfennedad difícil o incurable; luego quienes llevan el alma
herida, aquellos a los que agobia la soledad -lo 01ás grave, la
soledad en medio de la sociedad-, esos que no alcanzaron el éxito o
cayeron tras de haber sido elevados en la fama, en el poder, en la
estima de los hombres. ¡Cuántas for mas hay de sentir la necesidad
de Dios!
Es entonces cuando nos convertimos (convertirse es cambiar el
rumbo), y emprendemos el camino detrás de Jesús; somos entonces los
pequeños que escuchan el mensaje evangelizador. No era que no
creyéramos, sino qui:( había tántas cosas que nos ocultaban la
verdad, nos distraían y nos alejaban por irnos en pos de ilusiones
y espejismos vanos y engañadores.
Nadie es en realidad rico, todos de algún modo somos -antes o
después fui mos o seremos- verdaderos indigentes de Dios. Ojalá
esto nos sirva para encon tramos con Jesús y seguirle: la
auténtica conversión será el más feliz desenlace.
Para hacer su presentación ante el mundo, Jesús cumple esta cita
bíblica: "El Espíritu del Señor Yahvéh está sobre mí, por cuanto
que me ha ungido
Yahvéh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a
vendar los corazones rotos; a pregonar a Jos cautivos la
liberación, y a los reclusos la liber tad ... • (Is 61, 1).
Tennina Paulo VI citando la Constitución «Dei Verbum» del Vaticano
11: "El, con su presencia y manifestación, con sus palabras y
obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa
resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a
plenitud toda la Revelación y la confirma con testimonio
divino.•
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