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DIOCESIS DE PASTO En estado permanente de Misión DOMINGO VIGESIMO QUINTO TIEMPO ORDINARIO - CICLO B El más grande en el Reino

Lectio Divina domingo 25

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AMBIENTACION Cada domingo es una nueva convocación de Dios a cuantos han creído en su

salvación. Venir a misa no puede convertirse en un acto rutinario, común y corriente, sin relieve o en el cumplimiento de una práctica sin trascendencia.

Si es cierto que siempre celebramos la misma salvación, también es verdad que cada

día esta salvación nos descubre un nuevo rostro, nos presenta un aspecto inédito.

Descubrir este aspecto y confrontarlo con nuestra vida, reconocer y celebrar los

caminos siempre nuevos de la salvación de Dios, es el objetivo de este encuentro de hermanos, a la vez gozoso e inquietante.

La Palabra hoy nos invita a dejarnos formar por Jesús para que aprendamos cuáles

son los valores del Reino de Dios.

1. PREPARACION: Invoquemos AL ESPIRITU SANTO

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia

en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.

Crea en nosotros el silencio

para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas,

sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,

podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo

en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz.

Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María,

que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. LEAMOS LA PALABRA: ¿QUÉ DICE el texto?

Sb. 2, 12.17-20: «Se gloría de tener por padre a Dios»

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El autor del libro, pone en boca de «los impíos» toda una concepción de la vida.

Desde el comienzo del capítulo 2 en adelante expresan una mentalidad hedonista de la vida. Liberarse es para ellos alejarse de toda preocupación que pueda poner freno a los placeres de la vida.

En esa situación, la sola presencia del «justo» se les hace insufrible y ponen a prueba

su fidelidad. El texto que indudablemente se refiere a la experiencia de los judíos fieles de

Alejandría ha sido aplicado a la Pasión de Cristo, «El justo», piedra de choque de sus

contemporáneos. La eliminación del incómodo, del que se opone al modelo de vida establecido por los

poderosos, ha sido, y sigue siendo, un procedimiento normal para mantener inmutables los propios intereses.

«Estos (los impíos) florecen con la felicidad del siglo, perecen por la fuerza de Dios. Florecen para el tiempo, perecen para la eternidad. Florecen con falsos bienes y perecen con verdaderos males». (San Agustín).

Sal. 54(53): «El Señor sostiene mi vida»

Este salmo está organizado con la siguiente estructura:

1. Llamada a Dios: vv. 3-4. 2. Exposición del peligro en que se encuentra: v. 5. 3. Profesión de confianza en Dios: vv. 6-7 4. Acción de gracias: v. 8

Este salmo queda considerado por todos como u n lamento individual. Por la confianza en que se apoya en Dios como el único que puede hacer justicia sobre él y salvarle de sus enemigos, atisbamos que se trata de un hombre de una fe profunda. El salmista nos invita a la confianza en Dios. Él va escribiendo las líneas de nuestras vidas que no ven nuestros ojos humanos.

El salmo presenta reminiscencias de Jeremías y de la teología del Deuteronomio

acerca del nombre de Yavé. Debe ser considerado de la época del post-exilio" (Deissler).

«Él sostiene su vida» (v. 6b): el salmista se siente seguro en Dios, como pisando

una tierra firme. Sin El se desmoronaría todo su ser. Sin Él la vida sería el sin sentido, el caos, la nada. El tema de Dios no lo podemos plantear a niveles teóricos sino existenciales. Cuando nos piden razones de nuestra fe debemos contestar no con las palabras, sino con la misma vida. Dios debe ser para nosotros: el suelo en que nos afirmamos, el aire que respiramos, el pan con que nos alimentamos, el agua con que saciamos la sed de eternidad que anida dentro de nuestro corazón.

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De vez en cuando nos debemos hacer este tipo de preguntas: ¿Quién está sosteniendo actualmente mi vida? ¿Quién sostiene la vida de mi grupo, de mi comunidad?

Stg. 3,16- 4,3: «La sabiduría que viene de arriba es amante de la paz»

Estos versículos de la carta de Santiago hay que encuadrarlos dentro de uno de los

temas fundamentales que aborda en su carta: la fe sin obras es una fe estéril. Estas recomendaciones de Santiago a las primeras comunidades cristianas, por una

parte, nos obligan a desmitificar el concepto excesivamente «puro» que de las mismas nos hemos ido forjando, y por otra parte, sugieren una reflexión a fondo para corregir las actitudes y posturas que son causa de toda clase de maldad.

Todavía se tiene del Evangelio una idea excesivamente casuística y moralizante,

cuando la conversión que exige el Evangelio debe llevar a una transformación mucho más radical de la persona humana.

En este sentido la interpretación Paulina enlaza con la de Santiago. Un cambio de

actitud que no se manifiesta en obras es estéril; «Quien no vive como piensa acaba pensando como vive»; pero también unos actos a los que «no responden» actitudes, son hipocresía.

La pelea, la lucha, el robo, la injusticia son el fruto de una actitud más honda del

hombre y suponen la opción egoísta por sí mismo, aunque sea pasando sobre los demás y pisando sus derechos.

Mc. 9,30-37: « Quien me recibe a mí... recibe al que me envió »

EVANGELIO DE JESUCRISTO

SEGUN SAN MARCOS

Gloria a Ti, Señor

Segundo anuncio

de la pasión y resurrección (Mt. 17,22s; Lc. 9,44s)

30 Desde allí fueron recorriendo Galilea, y no quería que nadie lo supiese. 31 A los discípulos les explicaba:

–El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, pasando tres días, resucitará.

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32 Ellos, aunque no entendían el asunto, no se atrevían a hacerle preguntas.

Instrucción comunitaria (Mt. 18,1-5; Lc. 9,46-48)

33 Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa, les preguntó:

–¿De qué hablaban por el camino? 34 Se quedaron callados, porque por el camino habían estado discutiendo

quién era el más grande. 35 Se sentó, llamó a los Doce, y les dijo:

–El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.

36 Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les

dijo: 37 –Quien reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Quien me recibe a mí, no es a mí a quién recibe, sino al que me envió.

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Re-leamos LA PALABRA para interiorizarla

Momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en

nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración:

a) ¿Cuál es la frase de este texto que más me ha gustado o atraído mi atención? b) ¿Cuál es la actitud de los discípulos en cada pasaje: vv 30-32; vv 33-37? c) ¿Cuál es la enseñanza de Jesús en cada episodio? d) ¿Qué significa hoy para nosotros la frase: «Quien no está contra nosotros está

con nosotros?»

- La estructura de este breve pasaje es muy simple:

a) Mc. 9, 30-32: el anuncio de la Pasión

b) Mc. 9, 33: discusión sobre quién es el más grande

c) Mc. 9, 34-37: Enseñanza de Jesús sobre el servicio

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Re-leamos el texto: Al segundo anuncio de la Pasión se acompaña en Mc. (y en Lc. 9, 46-48) la

respuesta de Jesús acerca de quién es el mayor en el Reino de los Cielos.

Si las palabras del Evangelio hay que interpretarlas en el contexto global de todo el

Mensaje, estos versículos nos tienen que recordar toda la tradición bíblica que había de la

predilección de los pequeños, los pobres, los humildes...

Ante las pretensiones «lógicas» de sus apóstoles, Jesús expresa un criterio opuesto

que supone un cambio total de actitud. La muerte que les anuncia será el último servicio por el que el Padre le da el Reino en posesión.

Mc. 9,30-32: El anuncio de la Cruz.

Jesús camina por Galilea, pero no quiere que la gente se entere, pues está ocupado

con la formación de los discípulos y conversa con ellos sobre la Cruz. Dice que, conforme a la profecía de Isaías (Is 53,1-10), el Hijo de Hombre debía ser entregado y condenado a muerte.

Esto indica que Jesús se dejaba orientar por la Escritura, Palabra de Dios, tanto en la

realización de su propia misión, como en la formación dada a los discípulos. El sacaba su enseñanza de las profecías. Como en el primer anuncio (Mc 8,32), los discípulos lo escuchaban, pero no entendían la palabra sobre la cruz. Pero tampoco piden aclaraciones. ¡Tienen medio de dejar trasparentar su ignorancia!

Mc. 9,33: La mentalidad competitiva.

Al llegar a casa, Jesús pregunta: «¿De qué discutían por el camino?» Ellos no

responden. Es el silencio de quien se siente culpable, «pues por el camino habían discutido entre sí quién era el más grande».

La mentalidad de competición y de prestigio, que caracterizaba la sociedad del Imperio

Romano, se infiltraba ya en la pequeña comunidad que ¡estaba a punto de empezar! ¡Aquí aparece el contraste, la incoherencia: mientras Jesús se preocupa de ser Mesías Servo, ellos sólo piensan en ser el mayor! Jesús trata de bajar. ¡Y ellos quieren subir!

Mc. 9,34-37: Servir, en vez de mandar. Jesús es buen pedagogo. No interviene inmediatamente. Sabe esperar el momento

para luchar contra la influencia de la ideología en sus formandos. La respuesta de Jesús es un resumen del testimonio de vida que él mismo venía

dando desde el comienzo: Si uno ser el primero, sea el último de todos, el siervo de todos.

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Pues el último no gana premio ni recompensa. Es un siervo inútil. (cf. Lc 17,10). El poder hay que usarlo no para subir y dominar, sino para bajar y servir. Este es el punto en que Jesús más insistía y del que más dio testimonio (cf. Mc 10,45; Mt 20,28; Jn 13,1-16).

Enseguida, Jesús coloca a un niño en medio de ellos. Una persona que sólo piensa en subir y en dominar, no prestaría gran atención a los pequeños. ¡Pero

Jesús lo invierte todo! Dice: El que recibe a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me recibe. Quien me recibe a mí, recibe a aquel que me ha enviado. El se identifica con los niños. Quien acoge a los pequeños en el nombre de Jesús, acoge a Dios mismo.

3. MEDITEMOS LA PALABRA: ¿QUÉ NOS DICE el texto?

El texto del evangelio que nos propone la liturgia de este domingo nos trae el

segundo anuncio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Como sucede en el primer anuncio (Mc. 8,31-33), también ahora los discípulos se han atemorizado y están sobresaltados por el miedo. No entienden nada acerca de la cruz,

porque no son capaces de entender, ni de aceptar un Mesías que se convierta en siervo de los hermanos.

Ellos continúan soñando con un Mesías glorioso (cfr. Mt. 16,21-22). Existe una gran

incoherencia en los discípulos. Cuando Jesús anuncia su Pasión-Muerte, ellos discuten

quién será el más grande entre ellos (Mc. 9,34). ¡Jesús quiere servir y ellos piensan sólo en mandar!

La ambición los lleva a querer colocarse junto a Jesús: los primeros puestos:

«Habían estado discutiendo quién era el más grande». ¿Qué es lo que

mayormente me estimula en mi vida: la competitividad o el deseo de mandar o el deseo

de servir y de promover a las personas?

La reacción de Jesús a la pretensión de los discípulos ayuda a percibir algo de la

pedagogía fraterna usada por Él para formar a sus discípulos. Indica cómo le ayudaba a

superar «la levadura de los Fariseos y de Herodes» (Mc. 8,15). Esta levadura tiene

raíces profundas. ¡Renace de nuevo cada vez! ¡Pero Jesús no desiste! Combate y critica

siempre la «levadura» mala.

Jesús, formador de los discípulos

Es propio en la «convivencia»” de tres años con Jesús, que los discípulos reciban su

formación. Una formación de «seguimiento de Jesús», no es, en primer lugar, la

transmisión de verdades para repetir, sino la comunicación de una nueva experiencia de Dios y de la vida que irradiaba de Jesús para los

discípulos.

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La comunidad misma que se formaba alrededor de Jesús era la expresión de esta

nueva experiencia. La formación llevaba a las personas a tener una visión distinta, una

actitud diversa. Hacía nacer en ellos una nueva conciencia de la misión y el respeto de

uno mismo. Operaba de modo que se alineasen de parte de los excluidos. Producía una

«conversión», consecuencia de haber aceptado la Buena Noticia (Mc. 1,15).

Jesús es el eje, el centro, el modelo, la referencia para la comunidad. Él indica el

camino a seguir, es «camino, verdad y vida» (Jn. 14,6). Para sus conductas es la

prueba y la muestra del Reino: vuelve transparente y encarna el amor de Dios y lo revela (Mc. 6,31; Mt. 10,30; Lc. 15,11-32).

Jesús es una «persona significativa» para ellos, que dejará por siempre una

impronta en ellos. Muchos pequeños gestos reflejarán este testimonio de vida con el cual

Jesús señalaba su presencia en la vida de los discípulos. Era su modo de dar forma humana a la experiencia que Él mismo tenía del Padre.

En este su modo de ser y de convivir, de relacionarse con las personas, de guiar al

pueblo y de escuchar a los que venían a hablar con Él, Jesús aparece:

* como una persona de paz, que inspira paz y reconciliación: «¡La Paz sea con ustedes!» (Jn. 20,19; Mt. 10,26-33; Mt. 18,22; Jn. 20,23; Mt. 16,19; Mt. 18,18);

* como una persona libre y que libera, que despierta la libertad y la liberación: «El hombre no se ha hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre»

(Mc 2,27 2,18-23);

* como una persona de oración, al que vemos orar en todos los momentos

importantes de su vida y que despierta en los otros las ganas de rezar: «Señor, enséñanos a orar» (Lc. 11,1-4; Lc. 4,1-13, 6,12-13; Jn. 11,41-42; Mt. 11,25; Jn 17,1-26; Lc. 23,46; Mc. 15,34);

* como una persona afectuosa, que provoca respuestas llenas de amor (Lc. 7,37-38; 8,2-3; Jn. 21,15-17; Mc. 14,3-9; Jn. 13,1);

* como una persona acogedora, que está siempre presente en la vida de los discípulos y que los acoge a la vuelta de la misión (Lc. 10,7);

* como una persona realista y observadora, que despierta la atención de los discípulos por las cosas de la vida mediante la enseñanza de las Parábolas (Lc. 8,4-8);

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* como una persona atenta, preocupada por los discípulos (Jn. 21,9) , que cuida

hasta de su descanso y que quiere estar con ellos de modo que puedan descansar (Mc. 6,31);

* como una persona preocupada con la situación, que olvida la propia fatiga y el propio descanso cuando ve que la gente lo busca (Mt. 9,36-38);

* como una persona amiga, que comparte todo, hasta el secreto del Padre (Jn. 15,15);

* como una persona comprensiva, que acepta a los discípulos como son, hasta en su huída, la negación, la traición, sin romper con ellos (Mc. 14,27-28; Jn. 6,67);

* como una persona empeñada, que defiende a sus amigos cuando son criticados por los adversarios (Mc. 2,18-19; 7,5-13);

* como una persona sabia, que conoce la fragilidad del ser humano, sabe lo que sucede en su corazón, y por esto insiste en la vigilancia y enseña a orar (Lc. 11,1-13; Mt. 6,5-15).

En una palabra, Jesús se presenta como una persona humana, muy humana, tan

humana como sólo Dios puede ser humano. ¡Hijo del Hombre!

4. OREMOS CON LA PALABRA: ¿QUE LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?

Padre de bondad, formados por tu Hijo, Jesús Maestro,

te pedimos que la Iglesia no busque el poder y la gloria del mundo, sino el servicio humilde a los más pobres y marginados.

Que todos los hombres nos unamos en la defensa de la verdad y la justicia,

hasta conseguir la liberación de todo el hombre y de todos los hombres.

Que aquellos que han sido eliminados por nuestra sociedad, por defender una causa justa o decir la verdad,

no desesperen, sino que pongan en Ti su confianza plena.

Que entre nosotros no domine la ambición de poder, el deseo de revancha o el odio que impide la paz verdadera, sino que,

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movidos por la espiritualidad de comunión, trabajemos por la construcción

de la civilización del amor y del servicio.

Padre, que amas a todos por igual y no quieres la injusticia ni la opresión de los hombres,

atiende nuestras súplicas y danos la fuerza para seguir siempre tus caminos sin mediocridad.

Con tu Palabra y con tu pan has levantado, Señor, nuestra esperanza. Que también nosotros, con la actitud y el ejemplo de nuestra vida,

sepamos mantener la esperanza de nuestros hermanos, para que un día todos juntos

podamos llegar a la liberación plena.

Amén.

5. CONTEMPLEMOS LA PALABRA Y COMPROMETÁMONOS: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la PALABRA?

Seguir a Jesús es dejarse formar por Él

También hoy existe una «levadura» de la ideología dominante. Una propaganda del sistema neoliberal, del comercio, del consumismo, de las novelas, de los juegos, todo esto influye profundamente en nuestro modo de pensar y de obrar. Como los discípulos de Jesús, también nosotros, no siempre somos capaces de mantener una conducta crítica ante la invasión de todo esto. El talante formador de Jesús nos sigue ayudando.

No por el hecho de que una persona «siga a Jesús» ya es santa y renovada. En medio

de los discípulos, cada vez de nuevo, la «levadura de Herodes y de los fariseos» (Mc 8,15) levantaba cabeza. En el episodio del evangelio de hoy, Jesús aparece como el maestro que forma a sus seguidores.

«Seguir» era un término que formaba parte del sistema educativo de la época. Era

usado para indicar la relación entre discípulo y maestro. La relación maestro-discípulo

es diferente a la relación profesor-alumno. Los alumnos asisten a las explicaciones del

profesor sobre una determinada materia. Los discípulos «siguen»" al maestro y conviven

con él, veinte y cuatro horas al día.

Fue en esta «convivencia» de tres años con Jesús, que los discípulos y las discípulas

recibieron su formación. El pasaje que sigue en evangelio de Marcos (cfr. Mc. 9,38-49)

nos dará otro ejemplo muy concreto de cómo Jesús formaba a sus discípulos.

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Nuestra respuesta a la Palabra

La salvación, la Liberación que anuncia y realiza la Muerte y Resurrección de Jesús se concretiza en la implantación del Reino de Dios. El Reino ha sido inaugurado y de una manera definitiva. Pero al mismo tiempo es una tarea por hacer.

Hay que «revelar» el Reino, sacarlo a la luz, apartando las piedras, que como en

la muerte de Jesús, aplastaban la nueva vida del Resucitado. Esa es la tarea. Eso es liberar: hacer posible el desarrollo de los nuevos valores que el Espíritu de Jesús ha desparramado en el mundo.

Frente a un concepto de liberación burguesa que se expresa en términos de «tener tiempo libre», no complicarse la vida, «cada uno en su casa y Dios en la de todos»... la

liberación cristiana nos cambia el juego colocándonos en actitud de servicio, provocando

una conversión que es un cambio de estilo de vida.

No sólo «vida del alma»

No podemos reducir la Salvación de Cristo al campo de lo «espiritual», al terreno de la intimidad, ni aplazarla hasta el límite de la muerte. Pero tampoco podemos olvidar la garantía definitiva que Dios reveló en Cristo, porque traicionaríamos al mundo al dejar de aportar nuestra esperanza. Esperanza de la que estamos todos necesitados para no jubilarnos antes de tiempo.

Cuando las palabras ya no sirven hay que mirar la vida. La amargura de muchos, el pesimismo y la falta de inquietud hablan demasiado claro de pecado, opresión, que ha llegado a aplastar hasta la raíz misma de la esperanza pensando como muchos, que «esto no hay quien lo cambie».

Frente a esta actitud, está la vida de Jesús que debe romper nuestra resistencia. Si el asunto de Jesús no hubiera existido, tendríamos que haberlo inventado, porque sin él se nos haría muy difícil a los hombres pensar y luchar por un mundo nuevo.

Hoy debemos preguntarnos: ¿Cómo intentamos nosotros hacer la salvación en el mundo? ¿Con el poder que oprime o con el servicio que libera? ¿Marginando al que nos inquieta o aceptando al que nos dice la verdad? ¿Implantando un orden o sembrando la paz que es fruto de la justicia?.

Para orar y vivir la Palabra:

«E l Señor sostiene mi vida»

Yo, Señor, no quiero hablar de Ti de una manera fría, puramente teórica. Quiero hablar de lo que Tú supones en m i vida, de lo que Tú haces en mí. Tú eres mi roca, mi fundamento. Sin Ti, mi vida se derrumba.

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El más grande en el Reino

Vengo a ser como esa casa edificada sobre la arena. En cambio, contigo, me siento fuerte, soy como la casa bien edificada sobre roca.

«Yo domino a los demonios desde lo alto y no les hago más caso que a las moscas. Los encuentro singularmente flojos. Desde que se ven despreciados, todo coraje los abandona. Atacan a los que se rinden a su discreción».

(Santa Teresa de Jesús)

Algunas preguntas para meditar durante la semana

1. Jesús quiere bajar y servir. Los discípulos quieren subir y dominar. ¿Yo? ¿Cuál es la motivación más profunda de mi «yo» desconocido?

2. Seguir a Jesús y estar con él, veinte cuatro horas al día, y dejar que su modo de vivir

se vuelva mi modo de vivir y convivir. ¿Está ocurriendo esto en mí? 3. ¿Tengo presente a Dios en mi vida? ¿En qué se nota? ¿Cuento con Dios en mis

determinaciones personales? 4. ¿Me siento distante de alguna persona de mi comunidad? ¿Qué hago para

acercarme? 5. La gente de la calle, ¿ya nota que es Dios quien está sosteniendo mi vida?

P Carlos Pabón Cárdenas, CJM.