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Ricardo Maliandi Ética: Conceptos y Problemas (Págs.95-145) 1 Problemas éticos principales y modelos de soluciones Consideraciones generales La complejidad propia del ethos, a la que hemos venido refiriéndonos desde el comienzo, determina un gran número de problemas. Buena parte de la "reflexión ética" (o sea, de la "tematización del ethos") consiste, como se vio, en la "problematización": hay que descubrirlos y hay que hallarles, por lo pronto, planteamientos claros y correctos, indispensables para orientar las investigaciones. Y ante todo, desde luego, hay que distinguir las preguntas éticas de las preguntas de otro tipo. Esas preguntas, y los problemas que ellas implican, constituyen los "temas" con que se ocupa la ética como disciplina filosófica. El planteamiento crítico de los problemas exige que éstos no se determinen a través de soluciones previas o prefiguradas. Antes de "investigar", y sobre todo antes de "teorizar", es necesario haber comprendido en qué consiste cada problema. El problema es lo primero; los intentos de solución, las propuestas teóricas, tienen que venir después. Esto es un recaudo metodológico general, al margen de cuáles sean los métodos específicos que vayan a emplearse. Con respecto a la clasificación de los diversos problemas éticos ocurre algo similar a lo que ya se había señalado sobre los métodos: hay muchos y distintos criterios para tal clasificación. En lo que sigue vamos a presentar, de modo muy esquemático y tentativo, una clasificación basada en diversos criterios. De nuevo, sin pretensión de exhaustividad. Nos limitaremos, además, a la ética filosófica, es decir, a la ética normativa y a la metaética, con especial atención del primero de esos niveles. Hay que insistir, sin embargo, en que esos niveles no siempre son netamente separables y que, por tanto, existen problemas que atañen a ambos. La clasificación que haremos no pretende tampoco ser sistemática. Se trata, simplemente, de ofrecer un atisbo acerca de cómo se estructura lo que podría denominarse la "aporética" del ethos. Será una mirada "a vuelo de pájaro", con la intención de poner de manifiesto la multiplicidad de problemas existentes, y no los rasgos característicos esenciales de cada problema. Esto último, dicho sea de paso, no puede percibirse a través de una mera clasificación, por más sistemática que ésta fuere. Sólo se lo gana con la dedicación intensiva, metodológica y continuada, a los problemas, cuando el problema ha sido realmente sentido como tal y se ha vivido la paradójica situación de necesitar resolverlo y no saber cómo. Un problema —y especialmente un problema ético— es comprendido cabalmente sólo cuando se ha percibido, en toda su intensidad, la exigencia racional de hallarle alguna solución satisfactoria y, a la vez, la dificultad intrínseca del problema como tal, la "resistencia" del mismo a ser resuelto, la falta de adecuación a los moldes racionales que uno trata de imponerle. A menudo se intenta buscar las vinculaciones que, sin duda, existen entre todos los problemas éticos y llegar así, incluso, a formular alguno que los abarque o, al menos, los represente a todos. También en éste se puede operar con distintos criterios, por lo menos, para elegir la manera de formularlo. El ya citado personaje de Machado, Juan de Mairena, por ejemplo, lo planteaba así:

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  • Ricardo Maliandi tica: Conceptos y Problemas (Pgs.95-145)

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    Problemas ticos principales y modelos de soluciones

    Consideraciones generales

    La complejidad propia del ethos, a la que hemos venido refirindonos desde el comienzo, determina un gran nmero de problemas. Buena parte de la "reflexin tica" (o sea, de la "tematizacin del ethos") consiste, como se vio, en la "problematizacin": hay que descubrirlos y hay que hallarles, por lo pronto, planteamientos claros y correctos, indispensables para orientar las investigaciones. Y ante todo, desde luego, hay que distinguir las preguntas ticas de las preguntas de otro tipo.

    Esas preguntas, y los problemas que ellas implican, constituyen los "temas" con que se ocupa la tica como disciplina filosfica. El planteamiento crtico de los problemas exige que stos no se determinen a travs de soluciones previas o prefiguradas. Antes de "investigar", y sobre todo antes de "teorizar", es necesario haber comprendido en qu consiste cada problema. El problema es lo primero; los intentos de solucin, las propuestas tericas, tienen que venir despus. Esto es un recaudo metodolgico general, al margen de cules sean los mtodos especficos que vayan a emplearse.

    Con respecto a la clasificacin de los diversos problemas ticos ocurre algo similar a lo que ya se haba sealado sobre los mtodos: hay muchos y distintos criterios para tal clasificacin. En lo que sigue vamos a presentar, de modo muy esquemtico y tentativo, una clasificacin basada en diversos criterios. De nuevo, sin pretensin de exhaustividad. Nos limitaremos, adems, a la tica filosfica, es decir, a la tica normativa y a la metatica, con especial atencin del primero de esos niveles. Hay que insistir, sin embargo, en que esos niveles no siempre son netamente separables y que, por tanto, existen problemas que ataen a ambos.

    La clasificacin que haremos no pretende tampoco ser sistemtica. Se trata, simplemente, de ofrecer un atisbo acerca de cmo se estructura lo que podra denominarse la "aportica" del ethos. Ser una mirada "a vuelo de pjaro", con la intencin de poner de manifiesto la multiplicidad de problemas existentes, y no los rasgos caractersticos esenciales de cada problema. Esto ltimo, dicho sea de paso, no puede percibirse a travs de una mera clasificacin, por ms sistemtica que sta fuere. Slo se lo gana con la dedicacin intensiva, metodolgica y continuada, a los problemas, cuando el problema ha sido realmente sentido como tal y se ha vivido la paradjica situacin de necesitar resolverlo y no saber cmo. Un problema y especialmente un problema tico es comprendido cabalmente slo cuando se ha percibido, en toda su intensidad, la exigencia racional de hallarle alguna solucin satisfactoria y, a la vez, la dificultad intrnseca del problema como tal, la "resistencia" del mismo a ser resuelto, la falta de adecuacin a los moldes racionales que uno trata de imponerle.

    A menudo se intenta buscar las vinculaciones que, sin duda, existen entre todos los problemas ticos y llegar as, incluso, a formular alguno que los abarque o, al menos, los represente a todos. Tambin en ste se puede operar con distintos criterios, por lo menos, para elegir la manera de formularlo. El ya citado personaje de Machado, Juan de Mairena, por ejemplo, lo planteaba as:

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    Se vive de hecho o de derecho? He aqu nuestra cuestin. Comprenderis que ste es el problema tico por excelencia, viejo como el mundo, pero que nosotros

    hemos de plantear agudamente.

    Ese es, desde luego, un problema tico central, que abarca o "representa" a muchos otros. Pero, precisamente, por su extrema generalidad, resulta ambiguo y, de todos modos, ese "planteamiento agudo" que se propona Mairena no sera posible sin aplicarle el mtodo analtico, es decir, sin dividirlo o descomponerlo en muchos problemas diversos. Entre stos se encontrara, y no en ltimo lugar, el de la dicotoma ontodentica, porque no slo se trata de saber en qu medida se "cumple" lo normativo (lo "de derecho") sino tambin, por ejemplo, cmo ha de distingurselo de lo descriptivo ("de hecho"), y ah se pasa ya al nivel metafsico, etc. A propsito de esto, conviene tener en cuenta, para cualquier clasificacin de problemas ticos, las dicotomas propias del ethos. Aunque tampoco agotan ellas toda la problemtica latente, es seguro que necesariamente determinan problemas bsicos.

    Bernard Williams indica en una obra breve que, como la presente, slo pretende ofrecer una introduccin general a la tica varios temas que considera centrales para un planteamiento ms amplio de la filosofa moral:

    ...qu son pensamiento prctico y actuar por una razn; qu es consistencia en la accin y consistencia en el pensamiento moral y, en relacin con ello, por qu el conflicto moral es un hecho bsico de la moralidad; por qu la nocin de regla es

    importante para alguna de las partes de la moralidad, no para todas...; lo inconstante y problemtica que es la distincin entre "moral" y "no moral", sobre todo en su uso ms importante: cuando se trata de distinguir entre distintas clases de excelencia

    humana.

    Son, efectivamente, problemas importantes, y por eso convendra -aunque es imposible considerarlos aqu en detalle enumerarlos y acercarnos a ellos un poco ms.

    1) Problema de la naturaleza del pensamiento prctico: el "conocimiento moral" y la argumentacin prctica han interesado desde la Antigedad y ese inters puede advertirse ya en Platn, Aristteles, los estoicos, etc. Hay cuestiones particulares, como las de la phrnesis, el "silogismo prctico", la "razn prctica", etc., que acompaan la historia de la tica y se siguen discutiendo en la actualidad. Hay realmente un "conocimiento prctico"? y, en tal caso, cmo se lo distingue del conocimiento terico? Son preguntas que pueden plantearse con intenciones epistemolgicas o con intenciones ticas y, cuando se trata de esto ltimo, puede desenvolverse en el nivel tico-normativo y/o en el metatico.

    2) Problema del obrar racional: cuestin vinculada a la anterior pero que puede discriminarse de ella. Lo que aqu se indaga es cundo y cmo la razn determina formas de accin moral, e incluso si slo la razn puede dar lugar a una accin semejante.

    3) Problema de la consistencia en la accin y en el pensamiento moral: tambin se relaciona con los problemas anteriores, y en nuestro tiempo ha conducido incluso al desarrollo de una lgica de las proposiciones normativas, es decir, de una "lgica dentica".

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    4) Problema del conflicto moral: Williams da por supuesto que tal conflicto es un "hecho bsico de la moralidad", y slo se pregunta "por qu" lo es. Esta constituye, sin duda, una autntica pregunta tica, pasible de formulaciones diversas segn se la plantee en el nivel tico-normativo, en el metatico o, incluso, en el tico- descriptivo. A mi juicio, la cuestin del conflicto moral (que no se reduce a la de su "porqu") representa efectivamente una especie de ncleo del que derivan, en definitiva, todas las cuestiones ticas. Creo que el problema que preocupaba a Mairena, acerca de si "se vive de hecho o de derecho", se relaciona indisolublemente con la conflictividad de los fenmenos morales. Sobre este tema volveremos luego.

    5) Problema de la nocin de "regla": tambin aqu Williams se restringe al del "porqu" de la importancia de esa nocin en ciertas "partes" de la moralidad. Me parece que de nuevo hay, al respecto, un amplio repertorio de cuestiones, entre las que se encuentran las que derivan de la dicotoma deontoaxiolgica.

    6) Problema de la distincin entre "moral" y "no moral": como es fcil comprender, esto puede aludir a dos cuestiones distintas, segn se interprete "no moral" como "amoral" (o "extramural") o como "inmoral". En el primer caso estar referido a la dicotoma ontodentica; en el segundo, a la dicotoma axiolgica, que es la que parece tener presente Williams. Pero l se pregunta especficamente por las variantes en las maneras de entender esa distincin, con lo que el problema planteado equivale al de la as llamada "revolucin del ethos". Las variaciones sincrnicas y diacrnicas del ethos son un hecho indudable. Pero no es indudable que ellas obliguen a adoptar un relativismo tico. El problema reside, justamente, en que ellas admiten tambin otros tipos de explicaciones.

    Es de por s un problema, y nada insignificante, el de los criterios segn los cuales pueden clasificarse los problemas ticos y determinarse el grado de importancia de cada uno de ellos. Los diversos problemas se vinculan siempre entre s, no slo porque sus planteamientos presentan conceptos comunes sino tambin porque, a menudo, unos quedan subsumidos en otros. Se comprende, entonces, que se distinguen por su importancia, pero asimismo por su mayor o menor generalidad. La pregunta que se haca Mairena, y a la que consideraba, segn se vio, "el problema tico por excelencia", ostenta acaso un carcter general mximo: se trata, en definitiva, de la pregunta por el "sentido de la vida", y as lo comprende Aranguren cuando escribe:

    El sentido de la vida y lo que, a travs de la existencia hemos hecho y estamos haciendo de nosotros mismos, y no slo cada uno en s, sino tambin de los otros, porque somos corresponsables del ser moral y el destino de los dems: he aqu el

    tema verdadero, unitario y total de la tica.

    Se hace necesario, entonces, sealar dos cosas: la primera es que, cualquiera sea el problema tico especfico que se est tratando, se debe tener presente que, si se lo toma realmente en serio, l forma parte de aquel problema amplio y bsico con respecto al cual ningn esfuerzo aclaratorio puede ser superfluo. La segunda es que, si el tratamiento se queda expresamente en ese problema general y no se discriminan ni se plantean los problemas especficos, si no se trabaja en estos ltimos, por ms esfuerzo que ellos demanden, entonces no habr de lograrse aclaracin alguna y, desde luego, tampoco para el problema amplio que los abarca a todos.

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    La complejidad del ethos hace que la tica sea particularmente difcil, y esa dificultad comienza ya cuando se trata de distinguir sus problemas especficos. El carcter meramente introductorio de la presente obra, as como la escasa extensin disponible para la misma, son factores que impiden aqu, en tal sentido, una clasificacin precisa. Lo que sigue es slo una clasificacin panormica y provisional, en la que se intenta, a la vez, mencionar tambin los principales modelos clsicos de respuestas ofrecidas por el pensamiento tico.

    Problemas de la tica normativa

    Decir que el problema fundamental de la tica normativa es el problema de la fundamentacin de normas, puede parecer un ocioso retrucano. Sin embargo, es una manera adecuada de aludir a lo que determina y dirige la reflexin propia de ese nivel. Ya vimos cmo esa reflexin se origina en la pregunta "por qu?", referida a lo dentico. Es seguramente a ese problema, en definitiva, al que alude el citado planteamiento de Juan de Mairena. Tambin se suele hablar de "justificacin", de "legitimacin", etc., y ya la distincin entre las significaciones de esos trminos plantea problemas especficos. Cuestiones semnticas y cuestiones metafsicas se entrecruzan adems en el sentido de "fundamentar" (y de "fundamento"). De cmo se interpretan esos conceptos depender, en buena parte, el tipo de solucin que pueda proponerse. Pero esto no debe inducir al error consistente en confundir el problema ms propio de la tica normativa con uno de metatica ni con uno de metafsica. Lo que la tica normativa hace, como ya se vio, es aplicar la razn, de una manera reflexiva, endgena, al fenmeno moral. Y la razn exige, ante todo, saber "por qu". Frente a esa pregunta, la primera opcin se da en el nivel metatico: la afirmacin de que hay alguna respuesta posible, o la de que no la hay. Slo en el primer caso, en realidad, la reflexin tico-normativa puede tener lugar. En el segundo, se reducir a la proyeccin de lo acotado en el otro nivel.

    Si se parte de la afirmacin de que la fundamentacin es posible, entonces la reflexin tico-normativa tiene que desarrollar una fundamentacin, que seguramente ser de alguno de estos dos tipos:

    Lo anterior puede aclararse como sigue: la fundamentacin "deontolgica" es el desarrollo sistemtico de una actitud que, a grandes rasgos, suele darse tambin en el nivel de la "reflexin moral", a saber, la actitud de quien dice o piensa o siente que tal o cual lnea de accin ha de seguirse "por cuestin de principios". Al margen de que se indique o no cules son esos principios, ello puede y suele sostenerse sin

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    pretensiones estrictamente filosficas. Es una actitud moral basada en la conviccin de que el nico criterio vlido para el obrar moral se encuentra en la dignidad humana y en la justicia. Ser "inmoral" resulta casi equivalente a ser "injusto". Importa, pues, saber que se ha obrado con justicia y, en todo caso, "con buena intencin", al margen de las consecuencias efectivas que se deriven de ese obrar. La exageracin de esto aparece en el famoso lema del emperador Fernando I: "Fiat justitia et pereat mundus". Cuando la tica filosfica asume esa actitud, tiene que proporcionar argumentos que justifiquen la prevalencia de las intenciones por encima de los efectos; tiene que mostrar esos "principios" y demostrar que son vlidos. La asuncin del criterio "deontolgico" tie prcticamente todos los detalles de una teora tica, como ocurre en el paradigmtico caso de la tica del "imperativo categrico" de Kant. Ah el carcter "moral" de una accin est determinado por la universalizabilidad de la mxima respectiva, es decir, por la posibilidad de que la norma a la que esa accin responde se convierta en ley universal. De Kant deriva una larga lnea de teoras ticas deontolgicas, distintas entre s, pero que comparten la idea de que las normas morales son vlidas si son "justas", con independencia de las consecuencias que pueda acarrear su observancia.

    En nuestro tiempo John Rawls, por ejemplo, defiende la frmula de la justicia como "equidad", lo cual representa tambin una forma de deontologismo. Sostiene la prioridad del aspecto normativo-deontolgico (right) sobre el axiolgico (good), prioridad que es entendida en el marco de un "constructivismo kantiano". La justicia es concebida como la "primera virtud" de las instituciones sociales, y su importancia, como equivalente a la que tiene la verdad en los sistemas de pensamiento (la justicia es a la sociedad como la verdad es a las teoras). Ni la verdad ni la justicia pueden depender de transacciones, clculos o "regateos". La "tica del discurso" defendida por Apel se fundamenta, a su vez, haciendo explcita (por medio de lo que hemos denominado "reconstruccin normativa") la "norma bsica" que ya est necesariamente presupuesta en toda argumentacin. Esta norma exige que todo conflicto de intereses se procure resolver, no por medio de violencia, sino por medio de argumentos y del consenso que as puede alcanzarse. El dilogo en que se emplean tales argumentos se denomina "discurso prctico", y en l han de tenerse en cuenta no slo los intereses de los participantes sino tambin los de todos los posibles afectados por las consecuencias de las acciones consensuadas. Pero no son estas consecuencias las que determinan el carcter moral de un acto, sino que tal carcter depende de la observancia de normas legitimadas discursivamente. La norma bsica es el principio procedimental que permite legitimar normas situacionales concretas. Mientras la "norma bsica" es a priori y tiene por tanto validez universal, las "normas situacionales" son contingentes, con validez restringida a una situacin determinada.

    La fundamentacin "teleolgica" o "consecuencialista" representa tambin el desarrollo sistemtico de un tipo de actitud moral, consistente en otorgar mayor importancia a las consecuencias (efectivas o previsibles) que a los "principios". stos son "respetables" slo en la medida en que su respeto u observancia no acarree "malas consecuencias". La asuncin filosfica de esa actitud implementa asimismo argumentaciones en favor de la misma. Se intenta en tal caso ofrecer precisamente fundamentos en tal sentido, y entonces se suele recurrir tambin a un peculiar "principio", como lo es el "principio de utilidad".

    El utilitarismo, cuyos representantes ms famosos son Jeremy Bentham y John

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    Stuart Mili, ha sido y sigue siendo una de las doctrinas ticas principales. Los actos morales, segn el principio de utilidad, son aquellos que proporcionan la mayor cantidad posible de felicidad a la mayor cantidad posible de seres humanos, entendiendo a su vez por "felicidad" la maximizacin de placer y la minimizacin de dolor. Esto constituye una socializacin del hedonismo, defendido ya desde la Antigedad, por pensadores como Aristipo y Epicuro, quienes haban concebido formas de hedonismo egosta. Desde Epicuro el hedonismo ha estado ligado a la idea de "clculo" moral, que a fines del siglo XVIII ser ampliamente desarrollada por Bentham. Mili discrepa, a su vez y a pesar de su adopcin del principio de utilidad con Bentham por lo menos en dos puntos principales: 1) no cree que baste el aspecto cuantitativo (hay tambin "cualidades" de placer: ciertos placeres son "superiores" a otros), y 2) cree que debe considerarse especialmente la relacin entre la utilidad y la justicia. Esto ltimo implica el intento de dar respuesta a una objecin bsica que se ha dirigido al utilitarismo, a saber, la de que, si la moralidad de una accin se evala slo por sus consecuencias, podra llegar 'a considerarse "moral" a un acto "injusto", siempre que las consecuencias de ste trajeran una mayor felicidad. Mill responde que la justicia, precisamente, tiene que ver con las necesidades morales "superiores" y que, en definitiva, el respeto de las reglas de justicia promueve la felicidad pblica ms que la violacin de las mismas. Esta idea anticipa lo que, en la actualidad, se conoce como "utilitarismo de la regla". A diferencia del "utilitarismo del acto", que slo hace clculos de las posibles consecuencias de una accin determinada, el de la "regla" toma en cuenta las consecuencias que, a largo plazo, se derivan del prestigio o desprestigio de las reglas segn las cuales se efectan las acciones. Una variante de esta posicin est representada por el "argumento de generalizacin" de Marcus George Singer, segn el cual las acciones "morales" son aquellas que, en caso de que fueran efectuadas por todos, no tendran malas consecuencias. La diferencia con el "imperativo categrico" de Kant reside en que no se trata de "poder querer" que la "mxima" se convierta en ley universal, sino que se tienen en cuenta las hipotticas consecuencias de una accin generalizada.

    El deontologismo y el consecuencialismo suelen formularse tambin, respectivamente, y siguiendo sobre todo el criterio de Max Weber, como "tica de la conviccin" (Gesinnungsethik) y "tica de la responsabilidad" (Verantwortungsethik). Lo caracterstico del planteamiento de Weber al hacer esa distincin es que las considera como dos posiciones absolutamente inconciliables. La "tica de la conviccin" es propia, segn l, de Kant, pero tambin, por ejemplo, del Sermn de la Montaa, cuando dice que "no hay que resistir el mal con la fuerza". La "tica de la responsabilidad", en cambio, propone asumir la responsabilidad hacia el futuro y es, sostiene Weber, la nica que cabe al poltico profesional. Esa "responsabilidad" incluye la necesidad de resistir el mal con la fuerza, para evitar que el mal triunfe. Weber aclara que no se trata de que la tica de la conviccin carezca de toda responsabilidad, ni de que la tica de la responsabilidad carezca de toda conviccin, sino de que hay un "contraste abismal" entre actuar segn la mxima de una o la de otra forma de tica.

    Sin embargo, gran parte de lo que en nuestro tiempo se ha denominado "rehabilitacin de la filosofa prctica" est constituido por intentos de desarrollar formas de fundamentacin en las que se concilien las perspectivas de la "conviccin" y de la "responsabilidad" o, lo que viene a ser casi lo mismo, las de lo deontolgico y lo teleolgico. Es lo que, a su modo, procura, por ejemplo, el agregado de la "parte B" en la tica discursiva de Apel. Con respecto a la necesidad de no restringir la tica a una

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    perspectiva unilateral, y evocando una visin hegeliana, hace Robert Spaemann la siguiente reflexin:

    La alternativa: tica de la responsabilidad-tica de la conviccin, lo mismo que la alternativa deontologa-utilitarismo, contribuye ms bien a oscurecer las cosas de que se est tratando. A su vista, se acuerda uno de las palabras de Hegel: "El principio

    que lleva a despreciar las consecuencias de los actos y el que conduce a juzgarlos por sus consecuencias, convirtindolas en norma de lo bueno y de lo malo, son, por

    igual, principios abstractos".

    Quienes se empean en una fundamentacin emprica, argumentan que la tica no puede divorciarse de la experiencia. sta indica, para los utilitaristas, que todos los seres humanos buscan la felicidad, hecho del cual hay que inferir, segn ellos, la validez del principio de utilidad. Tambin los representantes de la tica evolucionista, como Herbert Spencer en el siglo XIX, o como Julin Huxley o C.H. Waddington, o tambin los sociobilogos en el siglo XX, refieren la fundamentacin tica a la experiencia. En este caso, se trata del hecho, ya suficientemente corroborado, de la evolucin biolgica. Pueden pensarse otras ticas empricas, y en efecto se las ha pensado, sobre bases sociolgicas, psicolgicas, etctera.

    Con frecuencia se han dado en la historia de la tica intentos de fundamentacin transemprica, que proponen sea principios metafsicos o principios teolgicos. Creo que, desde Kant, ese tipo de propuestas se ha vuelto anacrnico. Puede decirse, en efecto, que a partir de Kant ha quedado por lo menos en claro la independencia de la tica con respecto a la metafsica. Y la fundamentacin teolgica es una forma de recurso a la autoridad, es decir, una manera de esquivar el difcil problema de la fundamentacin. No es que la fundamentacin tica implique atesmo, sino que el recurso a los mandamientos divinos deja abierta la pregunta de por qu "deben" cumplirse tales mandamientos, que es lo que interesa en una fundamentacin. Si en tal caso se acude a la postulacin de premios o de castigos en el "ms all", se incurre como veremos despus en una forma de eudemonismo, y, de todos modos, se deja sin contestar la cuestin clave de por qu se "premia" o se "castiga" determinadas conductas. Esta dificultad haba sido advertida ya por Platn en el Eutyfrn: si se "debe" hacer algo porque agrada a los dioses, entonces ya no podr decirse que algo agrada a los dioses porque es lo que se "debe" hacer. El voluntarismo medieval incurri ms tarde en ese error, sosteniendo que no importa, en definitiva, qu es lo que Dios manda sino el hecho de que lo manda. Con ello se est ante la inmensa paradoja de que justamente la voluntad divina aparece como una voluntad arbitraria.

    La fundamentacin trascendental, en cambio, sin acudir a recursos metafsicos, comprende que la experiencia resulta insuficiente y se apoya entonces en lo que constituye las condiciones de posibilidad de la experiencia. En el caso de Apel, la "parte

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    A" de la tica opera por "reflexin pragmtico-trascendental", haciendo explcita la "norma bsica" necesariamente presupuesta en todo acto de argumentar.

    En la cuestin de la fundamentacin hay tres problemas generales: su sentido, su posibilidad y su mtodo. Ninguno de ellos es estrictamente tico-normativo, pero la tica normativa es la que se ocupa de elaborar fundamentaciones con sentido, que sean posibles y en las que se emplee un mtodo determinado (o varios mtodos que sean compatibles entre s).

    Las actitudes que niegan la posibilidad de fundamentacin, aunque de algn modo incursionan en las tematizaciones propias de la tica normativa, impiden en realidad todo ulterior desarrollo en ese mbito. Son, en todo caso, posiciones filosficas reales, y sin duda tienen cabida en la metatica, como se ver despus, bajo la forma de teoras no cognitivistas. Presentan muy diversas variantes, pero podemos distinguir tres principales:

    El relativismo moral se remonta a los sofistas. Quiz hubo, antes que ellos, actitudes relativistas; pero fueron ellos quienes le dieron forma intelectual. En su momento esto fue particularmente importante, porque equivala a la exigencia de poner en duda todo lo que hasta entonces se haba considerado incuestionable, pues era atribuible a los dioses. Los sofistas vienen a denunciar que las normas provienen, en realidad, de las convenciones humanas. Las convenciones griegas no tienen mayor validez que las de los pueblos "brbaros" (aquellos que hablan lenguas ininteligibles, que suenan "bar-bar-bar"). La democracia ateniense posibilita pese a sus defectos una conciencia crtica, y los griegos se plantean, por primera vez, la pregunta de por qu se han de considerar correctas o vlidas slo las propias normas. All est in nuce el problema de la fundamentacin tica y la primera respuesta, la que surge espontneamente, es la del relativismo. Los sofistas son los primeros que se atreven a asumirlo. Protgoras lo expresa en la famosa frmula segn la cual "el hombre es la medida de todas las cosas". En lo moral, esto implica que el "bien" o la "virtud" dependen de quin juzgue, y de dnde y cundo lo haga. Otro sofista, Hippias, sostiene la prioridad de la "naturaleza" sobre la "convencin". El verdadero peligro del relativismo se ve en sofistas como Calicles y Trasmaco, defensores del "derecho de la fuerza". En realidad, esta derivacin que, en definitiva anticipa las ideas del "darwinismo social" y del fascismo, ms que un relativismo representa la pretensin aerifica de imponer un fundamento arbitrario. El relativismo moral es, simplemente, una

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    confusin de la vigencia fctica con la validez: se cree que las normas son "vlidas", es decir, que deben respetarse, donde y cuando efectivamente se las respeta. Esta posicin ha sido sostenida con mucha frecuencia en la historia, y subsiste en la actualidad. Lo que a menudo se llama "subjetivismo" puede considerarse como una especie del gnero "relativismo". El subjetivismo es un relativismo subjetivo, es decir, un relativismo que confunde la validez de los principios con las creencias personales del sujeto de la accin, en cuanto agente y juez de la misma. Semejante restriccin de la validez hace del subjetivismo una especie de posicin intermedia entre el relativismo y el escepticismo. El escepticismo moral es una posicin ms radical que el relativismo. Tambin se dio ya entre los griegos, y asimismo a partir de los sofistas, como en el caso de Gorgias. En tiempos ulteriores se han presentado variantes muy refinadas de escepticismo moral, no siempre necesariamente ligadas al escepticismo terico (negacin de la posibilidad del conocimiento). Pero tal vez, en el fondo, las formas de escepticismo moral puedan reducirse a dos: la negacin de la vigencia y la negacin de la validez. Ya lo advirti Nietzsche cuando deca que hay dos especies de "negadores de la moralidad": los que niegan que los hombres obren realmente por motivos morales (o sea, los que ven en la moralidad una forma de "engao"), y los que niegan que los juicios morales se apoyen en verdades (o sea, los que ven en tales juicios una forma de "error"). A diferencia de los relativistas, tanto los escpticos de la vigencia como los escpticos de la validez pueden y suelen ser conscientes de que la validez no coincide con la vigencia. Al escepticismo de la validez se le ha dado a veces, sin embargo, el nombre de "relativismo metodolgico".

    El falibilismo moral tiene posiblemente su primera expresin sistemtica en el Discurso del mtodo de Descartes, cuando ste se refiere a una "moral provisional", con algunas normas que pueden ser observadas mientras se est buscando, en las cuestiones metafsicas, una evidencia absoluta. Si se piensa, en efecto, que la fundamentacin tica es necesaria para la accin, pero depende de una evidencia metafsica, y an no se dispone de una evidencia semejante, entonces no queda otra alternativa que la de recurrir a fundamentos ticos provisionales y, por tanto, falibles. Pero ese recurso puede servir tambin cuando se piensa que la razn no busca evidencias sino refutacin (o "falsacin") de hiptesis. Es lo que sostiene el "racionalismo crtico" encabezado por Karl Popper: la razn misma es "falible", y lo es tanto en lo terico como en lo prctico. Por eso un racionalista crtico como Hans Albert se ha opuesto a la "fundamentacin ltima" de las normas morales que propone Apel, sosteniendo que todo intento semejante desemboca en un triple callejn sin salida, al que denomina "trilema de Mnchhausen": la necesidad de optar por un "regreso infinito", un "crculo lgico" (petitio principii) o una interrupcin arbitraria de la exigencia de fundamentacin al llegar a un determinado punto (dogmatizacin). Podra decirse, en general, que hay grados de falibilismo: toda posicin no dogmtica tiene que admitir la posibilidad del error en muchas de sus propias proposiciones. Pero precisamente en esa afirmacin ya no puede admitir la posibilidad de error: no puede ser "falible" la afirmacin de que hay proposiciones falibles. Un falibilismo irrestricto se autocontradice, es decir, se destruye a s mismo.

    Otro problema tico-normativo es el del "origen" de lo moral.

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    La pregunta correspondiente puede formularse as: de dnde salen los principios morales?, o dnde residen? Son preguntas que deben entenderse a partir del supuesto de que es posible la fundamentacin. Las respuestas clsicas son tambin dos:

    Lo esencial de las posiciones heteronomistas o autonomistas est,

    respectivamente, en la creencia de que el agente encuentra fuera de s mismo, o en s mismo, los elementos que legitiman su accin, es decir, que le dan carcter de accin moral. El problema est, pues, muy ligado al de la fundamentacin, pero puede distinguirse de ste. No se trata ahora tanto de buscar la "ley", ni de "mostrarla", ni de "demostrarla", sino de remitirla a una instancia exterior, o de asumirla como propia. La concepcin de la tica filosfica como "mayutica de la conciencia moral" slo puede ser coherente con una posicin autonomista. Los heteronomistas piensan que la moral, para ser efectiva, necesita un fundamento fuera de la voluntad: la moralidad misma es concebida como una especie de adecuacin entre la voluntad y la ley; por tanto, la ley no puede originarse en la voluntad pues, si as fuera, la voluntad se regira automtica y constantemente por esa ley, y no habra criterio para distinguir lo moral de lo inmoral. Los autonomistas contestan que, por el contrario, una voluntad sometida a una ley ajena a ella misma no sera una voluntad libre, y precisamente la libertad de la voluntad es el presupuesto bsico de la moralidad. La inmoralidad es una especie de renuncia a la propia libertad. En otros trminos: mientras el heteronomismo sostiene que lo moral no puede consistir en que el agente "haga lo que quiere", el autonomismo nos recuerda que el agente es un ser racional, y que su voluntad es la de un ser racional, y que, por tanto, la accin moral es aquella que el agente efecta cuando realmente qua ser racional"hace lo que quiere".

    El problema de la "aplicabilidad de las normas incumbe tambin a la reflexin tico-normativa. La pregunta general es: suponiendo que hay normas efectivamente aplicables, en qu extensin lo son? Pueden (o tienen que) aplicarse siempre? Aqu las respuestas son:

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    La casustica moral presupone que las normas legitimadas tienen que poder aplicarse en toda circunstancia. En ella se supone que un cdigo moral como el de la ley mosaica, por ejemplo, tiene "validez absoluta" precisamente porque sus preceptos pueden aplicarse en todos los "casos". El "casuismo" es la exageracin de esto mismo, hasta el punto de perder de vista la estructura conflictiva de los fenmenos morales. Por eso se oponen a semejante concepcin las teoras ticas que ostentan una clara conciencia de esa estructura. Como deca John Dewey, la tica:

    ...no puede presentar un cuadro de mandamientos en un catecismo en el que las respuestas sean tan definidas como las preguntas que se hacen. Puede hacer ms

    inteligente la eleccin personal, pero no puede tomar el lugar de la decisin personal a que debe llegarse en todo caso de perplejidad. [...] El intento de fijar conclusiones preestablecidas contradice la naturaleza misma de la moralidad

    reflexiva.

    Algo semejante sostena Hartmann, para quien la tica

    ...no se inmiscuye en los conflictos de la vida, ni da preceptos referentes a ellos; no es un cdigo de mandamientos y prohibiciones, como ocurre con el derecho. Se dirige justamente a lo que hay de creador en el hombre, desafindolo a que perciba o, por as decir, a que adivine, en cada nuevo caso, lo que debe ocurrir aqu y ahora.

    La tica filosfica no es casustica, y jams le es lcito convertirse en algo semejante: con ello matara en el hombre justamente aquello que debera despertar y educar: lo creador, lo espontneo, el ntimo contacto viviente del hombre con lo que debe ser, con lo valioso en s.

    De un modo aun ms directo lo expresa P.H. Nowell-Smith:

    Las preguntas "qu debo hacer?" y "qu principios morales debera yo adoptar?" tienen que ser contestadas por cada uno por s mismo. Esto, en definitiva, es parte

    de la connotacin de la palabra "moral".

    Todo esto nos permite recordar lo ya apuntado acerca de la "tica aplicada" y de la "normatividad indirecta" de la "tica normativa". Esta ltima no est orientada a la solucin de problemas morales concretos, ni tiene aplicacin directa en la praxis. Pero slo ella puede plantear correctamente el problema de la "aplicacin" y proponer soluciones para los aspectos tericos de ese problema. El casuismo, por desconocer precisamente la "normatividad indirecta" de la tica filosfica, parece una solucin frustrada de antemano.

    Pero, qu pasa entonces con el situacionismo? Puede la "tica de la situacin" resolver el difcil problema de la aplicabilidad? Estamos aqu ante un tipo de tica que ha sido propuesto especialmente desde la filosofa de la existencia, aunque tambin desde la "filosofa de la vida" y, en definitiva, tiene, como el casuismo, antecedentes desde la Antigedad. El argumento predilecto de la "tica de la situacin" es el de que cada situacin es nica, indita, irrepetible, incomparable con otras, y por tanto ninguna norma puede prever todas las situaciones. Dicho de otra manera: las normas no resultan aplicables, y por tanto no se puede concebir lo moral por referencia a la observancia de ellas. Los actos morales provienen de alguna otra instancia, como puede ser segn la

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    forma especfica de tica situacional que se defienda la "voz de la conciencia", la intuicin, la inspiracin divina, la firmeza puesta en la decisin, etc. Se acenta, con Sren Kierkegaard, la importancia del instante. Los existencialistas destacan asimismo la libertad inherente a la existencia, convirtiendo a sta en una praxis moral. Como dice Aranguren:

    Entre la filosofa de la existencia y la tica de la situacin hay un evidente paralelismo: el existencialismo rechaza una esencia anterior a la existencia; no hay ms esencia que la esencia concreta conquistada por cada libertad existencial,

    existiendo. Anlogamente, la tica de la situacin rechaza una norma anterior a la situacin; no hay ms norma que la norma concreta hallada desde dentro de cada

    situacin nica vivindola.

    Para Sartre, por ejemplo, una accin es moral si deriva de una eleccin libremente asumida. Ninguna moral general puede dictarle a alguien lo que debe hacer ante un conflicto.Y ya mucho antes, para Eberhard Grisebach, cada ser humano concreto se encuentra siempre ante su "presente" concreto, en el que tiene que tomar una decisin concreta, para la cual no hay ni puede haber frmulas generales. Grisebach llamaba "crtica" a su tica situacional e impugnaba como "dogmticas" a todas las teoras ticas que desconocen esa inevitable sujecin al "presente". Una forma mitigada de tica situacional fue postulada por Georges Gusdorf, para quien la apelacin a reglas generales corresponde al "estilo serio" de la vida, basado en una pretensin de uniformidad, y desfigurador del carcter concreto y temporal de la existencia. Pero Gusdorf cree que tambin el estilo "esteticista" de vida, que slo se atiene al instante, pierde el sentido de la existencia. Entre ambos estilos "errneos" hay, segn Gusdorf, un tercer estilo: el de la "vida espiritual", en el que se da una sntesis de lo abstracto y lo concreto, de lo universal y lo particular. Un sentido algo distinto de "situacionismo" fue el que se autoadjudic el Situationist International, movimiento fundado y liderado por el escritor y cineasta Guy Debord, vinculado al Mayo francs de 1968, y que se disolvi en 1972. Defenda la tesis de que tanto los sistemas capitalistas como las crticas marxistas se han convertido en cuestin de "imagen" y "mercanca".

    Lo que, en definitiva, se revela en la contraposicin entre el casuismo y el situacionismo es una estructura conflictiva del ethos: la tensin permanente entre lo universal y lo particular, tensin que juega un papel central en la cuestin de la "aplicabilidad". Parece tan unilateral pretender que las normas se pueden aplicar siempre como pretender que no pueden aplicarse nunca. Se trata, ms bien, de un autntico problema, quiz sin posibilidad de solucin definitiva, y corroborador de la complejidad de los fenmenos morales, un problema arduo que la tica normativa tiene que seguir investigando, particularmente ahora, cuando esas investigaciones se han hecho, adems, imprescindibles para la "tica aplicada".

    Con el problema anterior se relaciona estrechamente el de la "rigurosidad" de las normas morales: si las normas son vlidas, hay que cumplirlas estrictamente, o existen ciertos mrgenes de flexibilidad? Se puede responder esto desde las siguientes posiciones:

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    Es cierto que el concepto de "moralidad" tiene que ir ligado a cierto grado de disciplina. La "legitimacin" de normas significa admitir que ellas al menos deberan ser tomadas "en serio", y tomarlas en serio significa admitir que se las debe "observar" o cumplir. Un incumplimiento reiterado, rutinario, es decir, la falta de "seriedad" frente a lo normativo, produce inevitablemente el desprestigio de las normas y la disolucin de su legitimidad. El rigorismo es, en primera instancia, la comprensin de que la "validez" tiene que traducirse en "vigencia".

    Sin embargo, ocurre que la vida moral es lo suficientemente compleja para determinar la necesidad de algunas excepciones, sobre todo por el hecho de que esa complejidad se expresa frecuentemente en forma de conflictos entre normas. A menudo el cumplimiento de una norma slo puede hacerse a costas de la violacin de otra. El rigorismo tico es ciego frente a la conflictividad. Kant admite conflictos entre "deberes" e "inclinaciones", pero no conflictos entre un "deber" y otro "deber".

    No obstante, siempre es peligrosa, por su lado, cualquier exageracin de la "amplitud". Donde todo rigor se pierde, impera la relajacin de la moral, y se justifica entonces la asuncin de actitudes como la representada por el "escepticismo de la vigencia". El problema de la rigurosidad de las normas reside, pues, en la dificultad de hallar criterios o patrones de medida segn los cuales determinar el grado de rigurosidad que cabe asignar a las exigencias contenidas en las diversas normas. Es un problema que requiere ser planteado en relacin con el de la conflictividad.

    El problema de la "esencia" de lo moral corresponde a la tica normativa cuando se lo plantea aproximadamente en estos trminos: qu es lo que determina el carcter moral de un acto? El contenido, o la forma? El "qu" se hace, o el "cmo" se lo hace? Segn se conciba la respuesta a tales preguntas, tendremos el diagrama de la pgina siguiente.

    Este diagrama debe entenderse como una clasificacin provisional y conscientemente imperfecta. Cumple la funcin didctica de ofrecer una vista panormica aproximada de las principales variantes de ticas materiales y de ticas formales; pero requiere una serie de aclaraciones, sin las cuales podra generar malentendidos.

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    Para la confeccin del diagrama se ha tenido en cuenta, por un lado, el que elaborara Kant al clasificar los "Fundamentos prcticos materiales de determinacin en el principio de la moralidad", usando la distincin entre los "subjetivos" y los "objetivos" (criterio que hemos extendido a la clasificacin de las ticas formales) y, por otro lado, hemos procurado atenernos a los modos ms habituales de hacer este tipo de diferenciaciones y de abarcar la mayor cantidad de tipos conocidos de ticas normativas. No obstante, subsisten defectos y ambigedades que son, en parte, consecuencias de la complejidad propia del ethos (reflejada en la complejidad de la tica).

    La alternativa entre ticas "materiales" y ticas "formales" en la interpretacin de la esencia de lo moral se ha impuesto como una especie de tradicin filosfica. Pero hay que entenderla en su justo sentido: se trata de identificar las teoras que, para determinar

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    el carcter moral de los actos, ponen el acento en los contenidos de stos y las que, por el contrario, lo ponen en las formas. No es, pues, que sean las teoras, como tales, las que estn constituidas (exclusiva o predominantemente) por elementos materiales o formales. Lo correcto sera hablar de "materialismo tico" y de "formalismo tico", si no fuera por la ambigedad de "materialismo", que podra entenderse en su otra acepcin ms frecuente (como un sustancialismo monista que slo admite sustancias "materiales"). La mencionada alternativa cobr importancia especial en dos oportunidades: 1) con la crtica que Hegel dirigi al carcter "formal" de la tica kantiana, y 2) con la designacin de "tica material de los valores", forjada por Scheler para su propia tica, distinguindola as tanto de las ticas de "bienes" y de "fines" como del "formalismo tico" kantiano.

    Con respecto al hedonismo, la distincin entre un hedonismo "fsico" y otro "moral" se basa en la que hace Kant entre "sentimiento moral" y "sentimiento fsico". Posiblemente la expresin "hedonismo" no sea del todo adecuada para el primer tipo de teoras; pero tampoco lo sera la de "sensualismo". Kant considera el primero de esos sentimientos como un fundamento material objetivo (lo cual no concuerda con nuestro diagrama), pero reconocindolo, a la vez, como "interno". Dado que no hemos incorporado la distincin "interno-externo", lo dejamos aqu entre los "subjetivos".

    A veces se distingue entre un hedonismo individual y otro social, aludiendo con este ltimo al utilitarismo. En el diagrama no se sigue ese criterio, sino que se coloca ambos en un mismo nivel, con lo que la significacin de "hedonismo" se restringe al individual. Asimismo, la distincin entre utilitarismo de actos y de reglas slo se hizo expresa en el siglo XX; pero se refiere a caractersticas que ya se hallaban respectivamente en Bentham y en Mill, y que determinaron, en parte, las crticas de ste a aqul (ya mencionadas en V.2.I.). A su vez, la tica evolucionista (que contiene numerosas variantes, aqu no contempladas), suele mencionarse entre las de "fines". Ocurre que, en sentido estricto, todas las ticas empricas constituyen ticas de bienes y de fines (y es as como se refiere a ellas, por ejemplo, Max Scheler).

    "Eudemonismo" (de = felicidad) es trmino tomado aqu no en su sentido genrico (que abarca tanto los hedonismos como los perfeccionismos e incluso los evolucionismos), sino en el ms especfico, de teora que vincula estrechamente el bien con la felicidad y a sta con la virtud. En tal sentido, y al margen de las muchas diferencias entre ellas, resultan paradigmticas del eudemonismo las teoras ticas de Scrates, Platn y Aristteles. Podran, desde luego, agregarse las de los estoicos; pero stas siguiendo, de nuevo, el diagrama kantiano se ubican en el perfeccionismo ontolgico. Sin embargo, hemos dividido ste en una forma individual y otra social.

    Los perfeccionismos teolgicos son variados y dependen de la concepcin religiosa en que se apoyan. La tica cristiana, sobre todo en su orientacin hacia la "beatitud" ("bienaventuranza eterna"), puede ser vista como una de esas formas, o tambin, siguiendo a Hartmann, como un tipo peculiar de eudemonismo. Al margen de la tendencia tico-social del cristianismo primitivo, esa tica podra concebirse como:

    ...un eudemonismo individual. El individuo no tiene que procurar la salvacin del alma del prjimo sino, en primer lugar, slo la de la propia "haced que os volvis bienaventurados, con temor y temblor". Como la moral del amor al prjimo se

    refiere a los bienes del ms ac y a la conducta del hombre en el ms ac, esto no es ni siquiera una inconsecuencia. El hombre, al preocuparse por el prjimo, se preocupa a la vez por la salvacin de su propia alma. Si l quisiera invertir esta

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    relacin y orientarse primero a la salvacin del alma del prjimo, entonces lo primero no sera para l amar al prjimo, sino procurar que ste practicara el amor al prjimo. El altruismo del ms ac es a la vez un egosmo del ms all. Este es el punto en el que el cristiano tiene que ser necesariamente egosta y eudemonista, a

    causa de su metafsica religiosa del ms all

    La "tica material de los valores" que, en el caso de Scheler (no as en el de Hartmann) est ligada a una concepcin cristiana, reconociendo como valores supremos a los valores de "lo sagrado" se desarrolla sobre la base del supuesto de que Kant ha superado ya, definitivamente, toda tica del "xito" y, por tanto, toda forma de teora tico-normativa que vincule la moralidad con premios y/o castigos.

    Scheler reprocha a Kant, sin embargo, el haber credo que tal superacin implicaba necesariamente la adopcin de un "formalismo" tico, y que identificara as toda tica "material" con la tica del xito. La tica propuesta por Scheler est pensada por l como una tica "material", pero cuyo contenido no es un "bien" determinado, sino los valores que, en todo caso, sirven de fundamento a los "bienes". La "tica material de los valores" representa, como se vio, la ms sistemtica aplicacin del mtodo fenomenolgico a la tica. En ella se intenta describir minuciosamente todas las relaciones dadas entre esas "esencias" que son los valores, los cuales se aprehenden intuitivamente, en ciertos actos emocionales intencionales como el "sentir" (Fhlen), el "preferir" o el "amar". Los valores y tales interrelaciones constituyen, segn esto, el "contenido" de lo moral: los valores "morales" (que son valores de las personas y de sus conductas respectivas), o sea, los valores de lo "bueno", se dan, segn Scheler, en la coincidencia del valor intentado con el valor preferido. Una de las relaciones ms importantes entre los valores es la de la "jerarqua". "Preferir" un determinado valor (extramoral) a otro valor (extramoral) equivale, en la terminologa scheleriana, a captar su "altura" jerrquica, o sea, a aprehender el "hecho" (fenomenolgico) de que aqul es "superior" a ste. "Intentar" un valor (extramoral) equivale, a su vez, a apuntar, volitivamente, a la "realizacin" de ese valor. Con independencia de que tal realizacin se logre, si el valor al que se "apunta" es el mismo que se ha "preferido" (captado como "superior"), entonces "se da", segn Scheler, "a espaldas" del acto volitivo correspondiente, el valor "moral".

    El "formalismo" tico, en cambio, desvincula el carcter "moral" de todo "contenido". Tambin hemos distinguido entre ticas formales "subjetivas" y "objetivas". Ello permite discriminar formalismos irracionalistas (como el del existencialismo) de formalismos racionalistas. Pero, entre estos ltimos, tambin introdujimos una posible diferencia entre aquellos que estn orientados a aspectos lgico-deductivos (como la "ciencia fundamental del valor" de Johannes Erich Heyde, o la lgica axiolgica comprehensional de Robert Hartman, o la lgica dentica de G. Henrik von Wright), y que, en realidad, no se presentan expresamente como teoras ticas, aunque pueden ser de utilidad a estas ltimas, y el formalismo tico por antonomasia, que es el kantiano, referido, s, de modo explcito, al carcter "moral" de las acciones. Para Kant, ese carcter depende de que la "mxima" por la que se decide efectuar un determinado acto pueda ser "universalizada" sin contradiccin. Para Apel, de que sea posible el consenso de todos los afectados. En ninguno de estos ejemplos se atiende, para saber si un determinado acto es "moral", al "qu" de ese acto, sino slo a su "forma", a su "cmo". Es claro, para el formalismo tico, que un acto moral siempre tiene un determinado

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    contenido: el agente hace "algo". Pero, desde el punto de vista "formal", no es ese "algo" lo que determina la "moralidad" de tal acto o, por lo menos, ese "algo" reviste siempre una relevancia moral mucho menor que la que corresponde a la "forma".

    Ciertos problemas de ndole metafsica estn, sin embargo, muy vinculados a la tica normativa. Entre stos se halla el tradicional problema del "libre arbitrio", o el de la "libertad". Slo si se admite que el hombre es libre tiene sentido una tica normativa. Aqu hay muy diversas variantes de posiciones "deterministas", "indeterministas" y tambin de intentos de conciliacin entre ellas (por ejemplo, el de Kant).

    Kant hablaba de problemas que la razn no puede resolver, pero que tampoco puede dejar de plantearse. El de la libertad es, precisamente, uno de esos problemas. En ello se deja ver tambin su carcter eminentemente metafsico. Para la tica normativa, desde luego, se trata asimismo de un problema; pero es, ante todo, un supuesto. Si no se supone la libertad (al menos, en el sentido de "libre arbitrio") del agente moral, no puede atribursele a ste "responsabilidad" por sus actos. Y si no puede atribursele "responsabilidad" (o imputabilidad), ya no puede considerrselo agente moral. En realidad, ni siquiera podra considerrselo agente, ya que, si sus actos no fueran "libres", no dependeran de su voluntad. No habra "agentes" sino ms bien autmatas, o marionetas, movidas por alguna fuerza que les es extraa y que no pueden resistir.

    El problema de la libertad se plantea a menudo en conexin con el del carcter "necesario" de las leyes de la naturaleza y, particularmente, el de la ley de causalidad.

    Parecera que, si todo fenmeno tiene su causa fuera de l, entonces nada puede iniciar una serie causal, y la libertad, por tanto, resulta imposible. Pero el caso es que esa imposibilidad tampoco puede admitirse, porque resulta inconciliable, no slo con la moralidad, sino tambin con las experiencias que hacemos diariamente, de actos que efectuamos, pero que habramos podido omitir si as lo hubiramos querido. Por un lado, entonces, tendemos al determinismo (la afirmacin de que en la naturaleza todo est determinado y que nada, en consecuencia, puede modificarse: todo es, fue y ser como tiene que ser, como desde el principio de los tiempos tena que ser), mientras que, por otro, tendemos tambin a afirmar nuestra condicin de seres "libres", es decir, nuestra capacidad de modificar de alguna manera el curso de los acontecimientos, y as nos sentimos atrados por el indeterminismo (la afirmacin de que no todo es necesario en el universo, de que tambin hay indeterminacin, contingencia).

    Esta dificultad se advirti desde la Antigedad, y tambin desde entonces se trat de hallarle solucin. Siempre se busc alguna manera de conciliar esas dos evidencias que parecen estar en contradiccin. A menudo se pens, justamente, que tal contradiccin es slo una contradiccin aparente. Ya los estoicos, que eran decididos deterministas, pero que, a la vez, otorgaban especial importancia a la moral, concibieron una conciliacin entre la necesidad y la libertad: esta ltima fue pensada como "conciencia de la necesidad". Esa idea reapareci con frecuencia en la historia de la filosofa, y a ella recurrieron filsofos tan importantes como Spinoza y Hegel. Kant, por su parte, intent otro tipo de conciliacin. La filosofa de Kant es impensable sin causalidad (que defendi contra el asociacionismo de Hume), pero es tambin impensable sin libertad (imprescindible en una tica del deber).La propuesta de Kant, expuesta muy escuetamente, viene a decir que, mientras la causalidad es la legalidad propia del mundo fenomnico, la libertad es la legalidad propia del mundo inteligible (noumnico). El

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    hombre, como "ciudadano de dos mundos", participa de ambas legalidades, y su accin puede derivarse de cualquiera de ellas, pero slo podr considerarse "moral" si ocurre segn la libertad. sta no es demostrable; pero tiene que ser "postulada" por la razn prctica, pues sin ella no sera posible la ley moral. Hoy la libertad sigue siendo indemostrable (cualquier intento de demostracin tropieza, como lo vio muy bien Hartmann, con antinomias que, en definitiva, son insolubles), pero desde la perspectiva pragmtica se puede mostrar que cualquier argumentacin que pretenda negar la libertad incurre en una "autocontradiccin performativa" (contradiccin entre el contenido de lo que se dice y lo que se hace en el acto de decirlo), pues el recurso mismo a la argumentacin ya presupone el reconocimiento de la libertad del que habla y de sus interlocutores. Manfred Riedel sostiene que la presuposicin del libre arbitrio est tanto en la tica como en la teora de la accin, y que la pregunta "qu debemos hacer?" carecera de sentido si no se hiciera ese supuesto.

    Parecera, pues, que un planteamiento correcto del problema de la libertad tiene que hacerse desvinculndolo de las cuestiones de la fsica. Sin embargo, en los ltimos tiempos han continuado tambin los debates entre deterministas e indeterministas dentro de aquel marco tradicional, que podra considerarse prekantiano. Al determinismo de Albert Einstein ("Dios no juega a los dados") y de posiciones semejantes se ha respondido con intentos epistemolgicos de restringir el rigor de la causalidad, como ocurre con el concepto popperiano de "universo abierto" y tambin con algunas interpretaciones del principio de Heisenberg, o las ms recientes propuestas de Ilya Prigogine acerca de las "estructuras disipativas" y del papel que desempean en el universo el "caos" y la "incertidumbre". Ya casi no hay deterministas "laplacianos" -para quienes lo "probabilstico" de las predicciones slo expresa la imposibilidad de conocer todos los factores determinantes, y es ms corriente admitir un "azar" no meramente gnoseolgico sino tambin ntico. En tal sentido, predomina hoy quiz una concepcin del universo ms cercana a la idea del "clinamen" de los epicreos (segn la cual los tomos sufren, en su cada, desviaciones azarosas, dejando lugar as a hechos contingentes y al libre arbitrio) que al estricto determinismo de los estoicos. De todos modos, cualquier derivacin del problema de la libertad a ese contexto de las interpretaciones fsicas desconoce el aporte decisivo de Kant, consistente en su enfatizacin de la indemostrabilidad de la libertad. El principal error pre y poskantiano se encuentra acaso, como sostena Hartmann, en ver el determinismo como una coaccin de la libertad moral, en lugar de advertir que los procesos causales no excluyen necesariamente la irrupcin de un determinante ajeno a ellos. La libertad no es "indeterminacin", sino una determinacin sui generis, un plus de determinacin (y no un minus, como pretenden quienes la vinculan a la contingencia). En otros trminos, la libertad representa la introduccin de un nexo teleolgico en un universo caracterizado por la determinacin meramente causal.

    En consonancia con la complejidad del ethos, la libertad es un concepto sumamente complejo y por ello entraa uno de los problemas ms difciles de la filosofa. No slo se contraponen las maneras de concebirla, sino tambin las maneras de plantear ese problema. A ste no puede desvinculrselo del todo del problema cosmolgico; pero tampoco puede reducrselo a esa relacin. Tambin es necesario considerar dimensiones tan diversas como las de lo psicolgico, lo existencial, lo poltico, lo jurdico, etc. Se trata de conceptos distintos de "libertad" y, por tanto, de problemas tambin distintos? Qu tienen en comn, por ejemplo, el determinismo fsico con el

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    psicoanaltico? O, ms distantes an, pueden discutirse los argumentos de John Stuart Mill sobre la libertad "social o civil" (referida a "la naturaleza y los lmites del poder que puede ejercer legtimamente la sociedad sobre el individuo") desde concepciones existenciales como la de Sartre (segn la cual el hombre "est condenado a la libertad")? La ambigedad de la libertad ha sido puesta de relieve, por ejemplo, por Norbert Hoerster cuando dice que

    ...la libertad poltica, la libertad del indeterminismo y la libertad en el sentido de la filosofa del idealismo alemn lo nico que tienen en comn es el nombre; adems, en cada una de estas tres libertades habra que distinguir una serie de

    diferentes significados.

    Es posible que esto sea una exageracin, y que esos conceptos de "libertad" tengan algo ms que el nombre en comn. Pero es indudable que la ambigedad existe, y hay que tenerla en cuenta si se aspira a planteamientos claros. El esfuerzo por la univocidad, que es vlido para todo problema filosfico, lo es particularmente para ste. Es necesario, al menos, tener conciencia de las intenciones fundamentales con que se lo plantea, que pueden ser intenciones metafsicas, tico-normativas, polticas, etc., e incluso, por cierto, intenciones metaticas. De la lucidez de tal conciencia depender, en buena parte, que las soluciones propuestas alcancen alguna fecundidad.

    Digamos, por fin, que el problema quiz ms relevante para la tica normativa en relacin con la libertad es uno al que ni siquiera he mencionado hasta ahora: el del conflicto entre la libertad y la justicia. Pero resulta imposible desplegarlo aqu. Baste indicar que en este problema se expresa una de las estructuras conflictivas bsicas del ethos, a la que alud antes con el nombre de "conflictividad sincrnica" y que se volver a tratar, ms detalladamente.

    Otro problema tico-metafsico se deriva de las dicotomas del ethos: la dicotoma ontodentica plantea la cuestin de hasta qu punto coinciden de hecho (o al menos podran coincidir) el "ser" y el "deber ser" (o el "hecho" y el "valor"). La dicotoma axiolgica, a su vez, hace que existan dos interpretaciones generales contrapuestas de aquella coincidencia: el "optimismo" (que tiende a ver una gran coincidencia, o que, por lo menos, cree que es una coincidencia progresiva) y el "pesimismo" (que tiende a ver una mutua exclusin entre esos mbitos o, al menos, una separacin progresiva). En tal sentido, se puede llamar "optimistas" a los estoicos, a Leibniz, a las filosofas dialcticas, etc. "Pesimistas" hubo desde la Antigedad (como el cirenaico Heguesas) y, sobre todo, en el siglo XIX (Schopenhauer, Bahnsen, Deussen, Mainlander, o poetas como Byron y Leopardi, y muchos otros).

    En la contraposicin optimismo/pesimismo las incumbencias de tica normativa se mezclan casi inevitablemente con otras, no slo metafsicas sino tambin, por ejemplo, psicolgicas, del "arte de vivir", etc. Se han dado de hecho muchas variantes, tanto del optimismo como del pesimismo. Una interesante distincin es la que ofrece Carlos Vaz Ferreira:

    Hay dos sentidos de "optimismo" y "pesimismo": optimismo (o pesimismo) de xito, y optimismo (o pesimismo) de valor... Mejor que definicin, un ejemplo: para juzgar alguna aventura de Don Quijote, podremos ser y razonablemente muchas veces

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    seremos-pesimistas de xito; pero optimistas (ste es el otro sentido) en cuanto al valor moral, en cuanto al signo "bueno" o "malo". Y declararemos generosa y noble esa aventura: juzgaremos que es buena. Ese optimismo sobre el signo moral es el

    optimismo de valor.

    Esta distincin representa, sin querer, una crtica al utilitarismo, ya que segrega el carcter "moral" de lo que puede ser el resultado de una accin. El "optimismo" o el "pesimismo", cuando se refieren a ese resultado, no incluyen un juicio moral de la accin correspondiente. Sin embargo, pueden ser actitudes que interesen a la tica normativa. Un ejemplo contrario al que ofrece Vaz Ferreira, pero que confirmara su distincin, consistira en considerar a alguien como capaz de un determinado acto difcil y arriesgado (por ejemplo, un secuestro, un asalto, etc.), lo que denotara un "optimismo de xito" pero, a la vez, impugnar moralmente ese mismo acto ("pesimismo de valor").

    Optimismo y pesimismo tienen que ver, de todos modos, con maneras de valorar, y a menudo responden a especficos "temples de nimo". Reducirlos a esto me parece, en principio, excesivo, ya que tambin aqu se expresa, a su manera, la complejidad del ethos. Pero se trata de un aspecto que conviene tener en cuenta. Wilhelm Windelband sostena que

    ...optimismo y pesimismo no son sino ciertas disposiciones psquicas, producidas por cualesquiera sentimientos, que luego imprimen fcilmente su sello a todas las nuevas vivencias. No hay quien no conozca tales estados de nimo, y sabido es

    tambin hasta qu punto dependen de fenmenos y procesos puramente fisiolgicos. Pero estos estados de nimo, que en un principio slo tienen de por s un carcter transitorio, pueden mostrarse ms o menos tenaces por razones de temperamento o de experiencia personal y siempre a consecuencia de ciertos

    hechos y tendencias exclusivamente psicolgicos, de tal modo que se manifieste una determinada inclinacin del individuo a ver las cosas de un modo optimista o

    pesimista.

    En virtud de cierta caracterstica tendencia a la generalizacin, estas "disposiciones psquicas" derivan con frecuencia, segn Windelband, en "enjuiciamiento" del mundo. Pero juicios como "el mundo es bueno" o "el mundo es malo" nada explican de la realidad, salvo la aceptacin o el rechazo de ella por parte de quien as juzga. Un juicio sobre el valor general del universo tendra sentido si el universo tuviera realmente un "fin" o "destino" (en cuyo caso el "enjuiciamiento" consistira en indicar que tal fin se cumple o no), y si ese fin fuera conocido por quien juzga. Pero el hecho es, dice Windelband, que "no existe ningn fin del universo susceptible de ser demostrado objetivamente", y en consecuencia ese enjuiciamiento es infundado.

    Windelband no explica, sin embargo, por qu tales "estados de nimo" tienden a la "generalizacin". Adems, sus objeciones podran, en principio, ser respondidas por un pesimista que dijera que precisamente la falta de un "fin" del universo, o la imposibilidad de conocerlo en caso de que existiera, es ya una afirmacin pesimista o, al menos, un justificativo suficiente para adoptar una posicin pesimista.

    Pese a este reparo, creo que la acotacin de Windelband sirve para comprender el carcter de "enjuiciamiento" que, efectivamente, revisten el optimismo y el pesimismo.

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    Faltara quiz aadir que ese enjuiciamiento valorativo marca, en definitiva, y como ya lo apunt, las relaciones indisolubles que existen entre los dos lados de cada una de las dicotomas que se estudiaron en el captulo II. En efecto, lo valorado, como "bueno" o "malo" (dicotoma axiolgica), en esas posiciones es siempre se est o no consciente de ello el "deber ser" (dicotoma deontoaxiolgica), y en particular el grado de coincidencia entre lo que "debe ser" y lo que "es" efectivamente (dicotoma ontodentica). No es que se confunda estas dos instancias (aunque una tal confusin tampoco queda excluida), sino que lo juzgado es la relacin entre ellas. Para un optimismo extremo (como el de los estoicos), todo lo que es debe ser, y todo lo que debe ser, es, o al menos llega a ser. Un pesimismo extremo (del tipo de Bahnsen o de Rensi) sostendr, en cambio, que nada de lo que es debe ser, y nada de lo que debera ser es. Formas ms mesuradas de optimismo y pesimismo vienen a sostener, respectivamente, que la coincidencia entre ambas esferas es mayor o menor que lo que entre ellas no coincide, o bien, asimismo respectivamente, que aquella coincidencia tiende a aumentar o a disminuir.

    Tanto el optimismo como el pesimismo suelen referirse sobre todo a las expectativas frente al futuro: aqul expresa la esperanza de que todo mejore, mientras que ste renuncia a tal esperanza y representa la sospecha (cuando no la conviccin) de que todo habr de empeorar. Pero, como dice Juan Jos Sebreli:

    El porvenir es incierto, y la nica actitud que cabe frente a l no es el optimismo ni el pesimismo sino la incertidumbre. Pero si uno elige como actitud moral el

    optimismo, es decir, si tiene fe en el progreso, contribuir en alguna medida al mismo. Se cumple aqu lo que en sociologa se llama la hiptesis autopredictiva, la prediccin ayuda a la realizacin de la misma como cuando se lanzan rumores

    sobre el alza o baja de la bolsa y se la provoca efectivamente.

    Precisamente en ese sentido, es decir, en cuanto actitudes morales, interesan a la tica normativa el optimismo y el pesimismo, y el problema de la contraposicin entre tales actitudes. Es posible, desde luego, desarrollar teoras tico-normativas optimistas o pesimistas; pero stas sern crticas o dogmticas segn tengan o no en cuenta el hecho de que derivan de actitudes morales. En su referencia al futuro, tales actitudes son formas de apuesta. El optimismo, que en tal sentido puede parecer o ser ms ingenuo, practica un fair play que falta en el pesimismo: el optimismo asume sus riesgos, como el ridculo o la acusacin de "alejado de la realidad", mientras que el pesimismo parece apostar a pura ganancia, porque si sus funestos pronsticos no se cumplen, todos habrn salido beneficiados.

    De modo semejante a lo que ocurre con la libertad, la tica normativa se ve, en lo que ella puede tematizar a partir de actitudes como el optimismo o el pesimismo, siempre envuelta en tematizaciones metafsicas (particularmente cosmolgicas), psicolgicas, polticas, etc., y la ambigedad resulta difcil de evitar. Tal dificultad, sin embargo, no es una imposibilidad, y tambin en este caso el trabajo racional, sistemtico, de la tica normativa ser tanto ms productivo cuanto mayor sea la univocidad que se logre.

    Valgan las anteriores como muestras de una "aportica" que es, desde luego, mucho ms amplia. La escisin de las respuestas clsicas, para cada cuestin, en nuevas dicotomas, o posiciones opuestas, no habla en contra de la tica normativa, ni la

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    relativiza, sino que ms bien sugiere que el camino verdaderamente crtico en ese nivel de reflexin tiene que ir por la bsqueda de sntesis o conciliaciones. La posiciones extremas siempre indican unilateralidad. Lo caracterstico del ethos es su estructura conflictiva. sta explica la constante posibilidad de interpretaciones contrapuestas y muestra por qu es necesaria la aplicacin del mtodo dialctico, aunque cuidando, a la vez, que ste no determine nuevas concepciones unilaterales.

    Problemas de la metatica

    La metatica, como vimos, es la reflexin sobre la semiosis del lenguaje moral. Pero hay que hacer ahora, ante todo, dos acotaciones:

    1) No es, en tal sentido, una rama de la lingstica (o de la semitica entendida como disciplina cientfica) sino, a lo sumo, una rama de la filosofa del lenguaje. En tal carcter, tiene que procurar resolver problemas referidos, por ejemplo, a la validez de los enunciados morales (o a los de tica normativa), etctera.

    2) Pero tampoco se la puede considerar exclusivamente como filosofa del lenguaje, ya que en el mbito de su inters entran, simultneamente, problemas conceptuales.

    Tambin la clasificacin de los problemas metaticos puede responder a criterios distintos. Y la clasificacin de las "teoras" metaticas, es decir, de los "modelos" de solucin, depende, obviamente, de los problemas especficos considerados.

    Acaso el problema general ms caracterstico de la reflexin metatica contempornea sea el de si los trminos normativos bsicos (como "bueno", "deber", etc.) expresan alguna forma de conocimiento, y, por tanto, si las proposiciones normativas (ticas y morales) son clasificabas como, en general, lo son las descriptivas en "verdaderas" y "falsas". El problema, en realidad, no es nuevo, pero en este siglo se afinaron las formas de formularlo y fue tambin posible discriminar mejor los tipos de respuestas. Como lo puso de relieve el neopositivismo (Crculo de Viena, etc.), las proposiciones que no pueden ser verificadas como "verdaderas" ni como "falsas" son proposiciones "sin sentido". Los neopositivistas se apresuraron, claro est, en ubicar bajo ese rubro todas las proposiciones de la metafsica, primero, y luego tambin todas las de la tica normativa. Esa solucin fue considerada, por muchos pensadores, demasiado simple, poco sutil y hasta torpe. Como suele ocurrir, ciertas propuestas filosficas muy extremas sirven al menos para generar reacciones crticas, y ste fue el caso. La exageracin de los neopositivistas sirvi para remover viejas inquietudes de la reflexin metatica que se remontaban a comienzos de siglo, y quiz tambin mucho ms atrs, en la tradicin filosfica anglosajona. El caso es que se puso de manifiesto la necesidad de aclarar cul es, en realidad, el carcter de las proposiciones ticas y del lenguaje moral en general.

    Desde la perspectiva de ese problema central, y de los muchos debates que han tenido lugar al respecto, es como se puede, y de hecho se suele, clasificar las "teoras" o "modelos de solucin" en el rea de la metatica. La principal dicotoma taxonmica deriva de lo que ya mencionamos: si los trminos morales expresan o no algn

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    conocimiento (y si, por tanto, las proposiciones morales y ticas "tienen sentido", o sea, son o bien "verdaderas" o bien "falsas"). En el primer caso (es decir, si se afirma que esos trminos expresan algn conocimiento), se habla de "cognitivismo" (o "cognoscitivismo", o tambin "descriptivsimo", pues equivaldra a sostener la analoga entre proposiciones normativas y descriptivas). En el segundo caso, la designacin general es "no cognitivismo" (o "no cognoscitivismo" o "no descriptivismo"). Tenemos entonces el siguiente cuadro:

    Expuesto en esta forma sucinta, el esquema destaca las posiciones bsicas, tal como ellas se han desarrollado sobre todo en la metatica analtica anglosajona. Cada una ha surgido, en cierto modo, de la crtica dirigida a la anterior. El "naturalismo" designa la posicin ms tradicional (sostenida, por ejemplo, por el utilitarismo). El "intuicionismo" deriva de la crtica que se le hace al naturalismo en su pretensin de poder definir los trminos ticos por referencia a determinadas propiedades "naturales". El "emotivismo", a su vez, asume la crtica a todas las formas de cognitivismo, y el "prescriptivismo" procede a una correccin crtica del emotivismo.

    Pero es, evidentemente, un esquema demasiado abstracto. Si se quiere tener un panorama algo ms claro, habr que hacer, por de pronto, las siguientes aclaraciones:

    1) Las teoras cognitivistas difieren entre s, ante todo, segn que admitan, no slo la existencia de "sentido" en las proposiciones ticas, sino tambin la "definibilidad" de los trminos ticos.

    2) Las teoras que admitan tal definibilidad pueden dividirse a su vez segn entiendan que los trminos ticos se definen por medio de referencias "naturales" o "transnaturales".

    3) Los representantes de la "tica del discurso", como Habermas y Apel, e incluso algunos crticos de la misma, entienden que tal tica puede ser calificada como "cognitivismo".

    4) La forma ms extrema y ms ruda de no cognitivismo es posiblemente la que haba defendido Rudolf Carnap en su poca del Crculo de Viena: las proposiciones morales son algo as como "imperativos disfrazados", rdenes impartidas en modo indicativo (con lo cual se viene a borrar toda la dicotoma deontoaxiolgica). A esa posicin se la design, alguna vez, "imperativismo".

    5) Hay quienes incluyen tambin al "decisionismo" entre las teoras no cognitivistas. 6) Algunos filsofos analticos, como Nowell-Smith y Warnock, sostienen que la "funcin" de los trminos ticos no se reduce a ninguna en particular (de las que le atribuyen las teoras no cognitivistas), sino que hay muchas y diversas funciones posibles, segn el contexto en que se usan esos trminos.

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    Un esquema algo ms pormenorizado sera entonces el de la

    pgina siguiente:

    Para aclarar este esquema puede decirse lo siguiente:

    a) Teoras cognitivistas

    Son "definicionistas" aquellas teoras cognitivistas que, de manera expresa o implcita, admiten que trminos ticos como "debe" o "bueno" pueden ser definidos, y que precisamente esta definibilidad es prueba de que tienen "sentido". Frankena interpreta la concepcin definicionista (o "definista") diciendo que, segn ella, "debe puede definirse en trminos de Es, y Valor puede definirse en trminos de Hecho", o sea, que lo normativo puede expresarse tambin en un lenguaje descriptivo. Es lo que hace, por ejemplo, R.B. Perry cuando dice que "bueno" significa "ser un objeto de inters favorable", pero tambin lo que hace un telogo moral cuando dice que "bueno" significa "estar aprobado por Dios". Esta diferencia entre dos tipos de definicin posibles hace conveniente, por lo pronto, dividir las teoras definicionistas en "naturalistas" y "transnaturalistas", segn se valgan, respectivamente, de referencias "naturales" o "transnaturales" para definir o traducir los trminos ticos. La teora "naturalista" ms conocida es, de nuevo, el utilitarismo, entendido ahora en el nivel metatico, es decir, no como una propuesta de fundamentacin de normas, sino como una concepcin acerca del significado de los trminos ticos. El utilitarismo es aqu la doctrina segn la cual "bueno" quiere decir "lo que proporciona mayor felicidad a la mayor cantidad de gente", y "correcto" (right) quiere decir "contribuye a proporcionar mayor felicidad a la mayor cantidad de gente". "Correcto" es, en trminos denticos, lo que "debe ser". Desde luego, los pasajes del nivel metatico al tico-normativo son en el utilitarismo frecuentes e inevitables; pero no es difcil distinguir cundo el discurso utilitarista transita en uno o en otro nivel. Otra teora "naturalista" es la de la tica evolutiva en tanto define los trminos ticos mediante trminos de evolucin biolgica, o de lo que favorece tal evolucin. Algunos comentaristas subdividen las teoras naturalistas, a su vez, en "objetivistas" (como las utilitaristas o las evolucionistas) y "subjetivistas" (como la de Perry). Pero esta subdivisin, aunque por un lado da una precisin mayor a la taxonoma, entraa por otro el riesgo de provocar confusiones, ya

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    que "subjetivismo" podra entenderse tambin como una forma de no-cognitivismo. Los definicionismos "transnaturalistas" pueden subdividirse por su parte en "teoras de inspiracin metafsica" y "teoras de inspiracin teolgica" segn recurran, para definir los trminos ticos, a principios metafsicos o a la autoridad divina. Esto se vincula con el problema tico-normativo de los intentos de fundamentacin transemprica.

    Las teoras no-definicionistas surgen como una forma de crtica, dentro del cognitivismo, a las teoras definicionistas, y se reducen, prcticamente, a teoras intuicionistas. Entre stas hay muchas variantes, pero coinciden en la afirmacin bsica, a saber, la de que los trminos ticos, aunque tienen sentido, no pueden definirse, ya que las definiciones se valen necesariamente de trminos "naturales", y lo normativo es "no-natural". La obra clave sobre esta cuestin es el libro de George Edward Moore Principia tnica, donde, entendiendo la "definicin" como una forma de anlisis de un concepto complejo en sus partes simples, y "bueno" (good) como un concepto "simple", se infiere fcilmente que ste no puede ser definido. Todo intento de definir "bueno" incurre, segn Moore, en la por l llamada "falacia naturalista". En torno de sta se han producido innumerables debates en el marco de la tica analtica a lo largo del siglo XX. Hay, sin embargo, importantes antecedentes de ese planteamiento de Moore. Richard Price, en el siglo XVIII, sostena una posicin intuicionista en la que enfatizaba la indefinibilidad de "correcto" (right) con argumentos parecidos a los que emplea Moore para "bueno". Podemos remontarnos todava ms en el tiempo: Ralph Cudworth, jefe de los "platonistas de Cambridge" en el siglo XVII, haba indicado que todo intento de definir los trminos morales por referencia a mandamientos divinos o humanos equivale a dejar tales trminos sin significacin propia. El propio Moore reconoca que Henry Sidgwick, en su obra The Methods of Ethics, de 1875, se le haba adelantado. Con respecto a la "falacia naturalista", el antecedente decisivo est en la famosa acotacin de Hume acerca de la ilicitud lgica de "derivar" un "debe" de un "es", cuestin que asimismo ha sido motivo de muchas discusiones, sobre todo desde el intento de John Searle de mostrar la posibilidad de una derivacin semejante. Moore mismo no se consideraba "intuicionista", pero no hay otro rubro bajo el cual ubicar su propuesta. Tambin formularon teoras intuicionistas pensadores como Hasting Rashdall, Harold Arthur Pritchard, David Ross, Edgar Carrit y muchos ms. Fuera de la filosofa analtica, es lcito considerar "intuicionistas" (en sus implcitas incursiones por temas metaticos) a los representantes de la "tica material de los valores", Max Scheler y Nicolai Hartmann, ya que sostenan la "objetividad" y, a la vez, la "indefinibilidad" de los valores, y afirmaban expresamente que stos se aprehenden por medio de "intuiciones emocionales".

    Es dudoso, en cambio como ya lo mencion , si eso no correcto considerar "cognitivistas" a los representantes de la actual tica discursiva, Apel y Habermas, aun cuando ellos mismos se autodenominan as. La razn de esta duda reside, por un lado, en que esa tica se desarrolla ms como una tica normativa que como una metatica (Apel incluso niega que la denominacin "metatica" sea correcta) y, por otro, en que all no se dice que los trminos ticos posean una "significacin" o "referencia objetiva", sino que a lo sumo se admite una "objetividad" en el sentido de una "intersubjetividad" dentro de la "comunidad de argumentacin". El "cognitivismo" metatico alude, sobre todo, a una cuestin semntica, mientras que la tica discursiva adopta una perspectiva expresamente pragmtica.

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    b) Teoras no-cognitivistas

    Las teoras no-cognitivistas, aunque tambin presentan claros antecedentes, surgen sobre todo a partir del empirismo lgico del Crculo de Viena. All se negaba significacin a los enunciados "no verificables", entre los cuales se inclua especialmente los de la metafsica y los de la tica. A partir de crticas al intuicionismo (al que acusan, entre otras cosas, de referir los trminos ticos a misteriosas entidades suprasensibles), se desarrollan diversas propuestas de interpretacin de los trminos y enunciados ticos como formas lingsticas que no cumplen funciones cognoscitivas, sino de alguna otra ndole. Con ello excluyen, de modo expreso o implcito, la posibilidad de una tica normativa, es decir, ofrecen una perspectiva que slo puede ser compatible con la asuncin de un escepticismo de la validez.

    El "imperativismo" de Carnap consiste en afirmar que los enunciados morales, aunque tienen forma de juicios expresados en modo indicativo, son en realidad imperativos disfrazados.

    Cuando alguien dice, por ejemplo, "matar es malo", lo que efectivamente hace es ordenar "no mates". Al margen de que este modo de interpretacin desconoce el aspecto bsico de la dicotoma deontoaxiolgica, se trata de una postura extrema que, posteriormente, la filosofa analtica trat de mitigar.

    As, el emotivismo surge, al menos en parte, como una forma de crtica al imperativismo. Alfred Ayer, todava cercano a Carnap, niega significacin a los trminos y los enunciados ticos, considerndolos expresiones de los sentimientos de quienes los emplean. Pero la forma ms sistemticamente desarrollada de emotivismo es la de Charles L. Stevenson, quien se vale para ello de una teora especial del significado. Segn esa teora, hay dos clases de significado: descriptivo y emotivo. El significado descriptivo es la representacin que un enunciado produce en el oyente (o el lector), mientras que el significado emotivo provoca en el oyente (o el lector) un estado de nimo que lo incita a realizar cierto tipo de accin. La teora prescriptivista, desarrollada especialmente por Richard M. Hare, parte a su vez de una crtica a la concepcin de Stevenson, a la que acusa de confundir el significado con la "fuerza perlocucionaria", es decir, con el efecto que un determinado "acto de habla" (segn la teora de John Austin) produce en el interlocutor. Para Hare, en cambio, los enunciados ticos son "prescripciones", pero con la caracterstica distintiva de que son "universalizables" (tema que Hare desarroll luego en su obra Freedom and Reason), y de que entre tales enunciados hay relaciones lgicas. Son prescripciones que pueden apoyarse en "razones", esto es, defenderse con argumentos. De este modo, la tematizacin ms sofisticada de la tica analtica y de las teoras no-cognitivistas acaba por acercarse de nuevo al cognitivismo, y no es de extraar que Hare haya incursionado con particular solvencia en la tica normativa y, ms recientemente, tambin en la tica aplicada. El polifuncionalismo, defendido por autores como Patrick Nowell-Smith y G.J. Warnock, llama la atencin sobre el hecho de que no es necesario restringir la funcin de los trminos ticos a un solo tipo, ya que pueden servir para cosas tan diversas como prescribir, aconsejar, implorar, deplorar, condenar, etctera.

    Aparte del problema especfico del significado y la funcin de trminos y enunciados ticos, la metatica es un nivel de reflexin en el que se plantean tambin, prcticamente, pero en lo que se refiere a su semiosis, todos los problemas propios de la tica

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    normativa. Por esta razn toda teora tica filosfica tiene que moverse, expresamente o no, conscientemente o no, en ambos niveles. Ello marca asimismo las dificultades que se presentan a los no-cognitivismos extremos, pero tambin las que tienen que ver con la duda acerca de si la tica discursiva puede ser justificadamente calificada como "cognitivismo". La otra duda, sealada igualmente con un signo de interrogacin en el cuadro sinptico, es la de si el "decisionismo" atribuible a pensadores tan distintos como Hobbes, Sartre o Popper, segn el cual los actos de decisin son los que "legitiman" ticamente determinadas proposiciones, puede realmente considerarse una teora no-cognitivista, e incluso, en definitiva, una teora metatica.

    Problemas de la tica aplicada

    La tica aplicada, se distingue de la tica normativa en que, a diferencia de sta, no busca ni cuestiona fundamentos (principios), sino que los presupone. Por cierto, hay concepciones de la tica aplicada que sostienen la conveniencia de prescindir de principios; pero padecen los inconvenientes del situacionismo y como se ver despus suelen ser formas crpticas, ocultas, de principialismo.

    Las situaciones concretas, vistas desde la tica normativa, constituyen ejemplos de la aplicabilidad de los principios (o "normas bsicas"), aunque tambin pueden servir como punto de arranque en la bsqueda sistemtica de esos principios. La tica aplicada recorre el camino inverso: va de los principios a las situaciones; se apoya en aqullos para ofrecer soluciones a los conflictos que se presentan en stas. Tal comparacin entre tica normativa y tica aplicada tiene analoga con la que Kant haca con respecto a las dos formas de la "facultad de juzgar" (Urteilskraft): la "reflexionante" va del caso a la ley (o de la intuicin al concepto), en tanto que la "determinante" va de la ley al caso (o del concepto a la intuicin). Pero, asimismo, la funcin propia de la tica aplicada se parece a la de la cotidiana reflexin moral (precisamente no "reflexionante" en el apuntado sentido kantiano), es decir, a lo que hace cada ser racional con lo que Kant llamaba "conocimiento moral racional comn": enfrenta la situacin concreta y procura ofrecer una solucin. La significativa diferencia reside en que la tica aplicada es un conocimiento moral racional, pero no "comn", sino que se obtiene, entre otras cosas, tras el paso por el conocimiento "filosfico". No ejerce, como ste, directamente el "juicio" reflexionante, sino que lo da por supuesto. Es, en tal sentido, una especie de "vuelta" desde el conocimiento filosfico al conocimiento del tipo del "comn", pero ahora e