28
Legitimidad e institucionalidad del FMI post Corea 1997 María de las Mercedes Archimbal Finalizada la Segunda Guerra Mundial, nacen los “Acuerdos de Bretton Woods”, que crean dos de las instituciones que reordenarán el caos de terminada la guerra; el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Ambas, fueron concebidas como los pilares del sistema económico y monetario de post guerra y subordinaron la especulación y el interés nacional al objetivo superior de cooperación internacional. En este marco, el Fondo Monetario Internacional debería vigilar el sistema monetario internacional de modo de promover el comercio entre naciones y operar como asesor en lo referido a modificaciones de los sistemas monetarios de sus países miembros que pudieran tener impacto transnacional. En un mismo sentido, el Fondo se encargaría de “administrar” el sistema de pagos global con el objetivo de garantizar que los desequilibrios de la cuenta corriente que pudieren surgir en las transacciones de cualquier país no se acumularan de forma tal, de poner en peligro el sistema de tipo de cambio fijo. Con la caída del patrón oro en la década de 1970, las crisis de América Latina durante los 1980, la incorporación de las prescripciones del Consenso de Washington a los programas de reforma y las crisis durante los 1990 (México, Sudeste Asiático, Rusia, Brasil, etc.), el rol del Fondo Monetario como actor del sistema económico y financiero internacional adquirió distintos matices y se hizo acreedor de no pocas críticas. En este marco, hacia finales de la década de 1980, argumentos sobre los eventuales beneficios de la liberalización económica y libre comercio, como políticas deseables para los países en desarrollo – especialmente- de América Latina, dieron origen al “Consenso de Washington”, descripto, en aquel entonces, como “un conjunto de diez prescripciones de política económica que constituían el ´paquete estándar´ de reformas a promover en los países en desarrollo azotados por fortísimas crisis, de la mano de Washington e instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro norteamericano.” 1 La naturaleza y esencia de estos “diez mandamientos” pueden resumirse en tres cuestiones fundamentales estabilización, liberalización y privatización. Los diez puntos principales del Consenso de Washington fueron: disciplina fiscal, reorientación del gasto público, reforma impositiva, liberalización financiera, unificación y competitividad del tipo de cambio, liberalización comercial, apertura a la inversión extranjera directa, privatización, desregulación y afianzamiento de la protección del derecho de propiedad. Sin perjuicio de esto y conforme afirma Williamson (2004), si bien estas mandas económicas fueron en sus albores especialmente diseñadas para su aplicación en América Latina, las mismas, en escasísimo espacio 1 “…arguments regarding the benefit of free trade on developing countries (…) Washington Consensus “described as a set of ten specific economic policy prescriptions that constitute a “standard” reform package promoted for crisis – wracked developing countries by Washington DC based institutions such as the International Monetary Fund, World Bank and the US Treasury Department”. Transnational Law Blog: Rethinking the Washington Consensus on Trade Liberalization – Consultado el día 21 de mayo, 2009. http://transnationallawblog.typepad.com/transnational_law_blog/2

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Legitimidad e institucionalidad del FMI post Corea 1997

María de las Mercedes Archimbal

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, nacen los “Acuerdos de Bretton Woods”, que crean dos

de las instituciones que reordenarán el caos de terminada la guerra; el Banco Mundial y el Fondo Monetario

Internacional. Ambas, fueron concebidas como los pilares del sistema económico y monetario de post guerra y

subordinaron la especulación y el interés nacional al objetivo superior de cooperación internacional.

En este marco, el Fondo Monetario Internacional debería vigilar el sistema monetario

internacional de modo de promover el comercio entre naciones y operar como asesor en lo referido a

modificaciones de los sistemas monetarios de sus países miembros que pudieran tener impacto transnacional.

En un mismo sentido, el Fondo se encargaría de “administrar” el sistema de pagos global con el

objetivo de garantizar que los desequilibrios de la cuenta corriente que pudieren surgir en las transacciones de

cualquier país no se acumularan de forma tal, de poner en peligro el sistema de tipo de cambio fijo.

Con la caída del patrón oro en la década de 1970, las crisis de América Latina durante los 1980,

la incorporación de las prescripciones del Consenso de Washington a los programas de reforma y las crisis

durante los 1990 (México, Sudeste Asiático, Rusia, Brasil, etc.), el rol del Fondo Monetario como actor del

sistema económico y financiero internacional adquirió distintos matices y se hizo acreedor de no pocas críticas.

En este marco, hacia finales de la década de 1980, argumentos sobre los eventuales beneficios

de la liberalización económica y libre comercio, como políticas deseables para los países en desarrollo –

especialmente- de América Latina, dieron origen al “Consenso de Washington”, descripto, en aquel entonces,

como “un conjunto de diez prescripciones de política económica que constituían el ´paquete estándar´ de

reformas a promover en los países en desarrollo azotados por fortísimas crisis, de la mano de Washington e

instituciones tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro

norteamericano.”1 La naturaleza y esencia de estos “diez mandamientos” pueden resumirse en tres cuestiones

fundamentales estabilización, liberalización y privatización.

Los diez puntos principales del Consenso de Washington fueron: disciplina fiscal, reorientación

del gasto público, reforma impositiva, liberalización financiera, unificación y competitividad del tipo de cambio,

liberalización comercial, apertura a la inversión extranjera directa, privatización, desregulación y afianzamiento de

la protección del derecho de propiedad.

Sin perjuicio de esto y conforme afirma Williamson (2004), si bien estas mandas económicas fueron en

sus albores especialmente diseñadas para su aplicación en América Latina, las mismas, en escasísimo espacio

1 “…arguments regarding the benefit of free trade on developing countries (…) Washington Consensus “described as a set of ten specific

economic policy prescriptions that constitute a “standard” reform package promoted for crisis – wracked developing countries by Washington

DC based institutions such as the International Monetary Fund, World Bank and the US Treasury Department”.

Transnational Law Blog: Rethinking the Washington Consensus on Trade Liberalization – Consultado el día 21 de mayo, 2009.

http://transnationallawblog.typepad.com/transnational_law_blog/2

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temporal, se convirtieron en prescripciones elementales para todos los países en desarrollo que venían

perfilándose desde los años 1980 y que el Fondo Monetario se encargaría de promover.

Así, en función de estas prescripciones, y en algunos casos como consecuencia de la presión de

acreedores, numerosos países embarcaron sus economías en procesos de asimilación al paquete de medidas

del Consenso, algunos en pos de procurar un más aventajado desarrollo y otros con el objetivo de sobrevivir a

profundas crisis de sus sistemas económicos y financieros; sin embargo, los resultados han sido objeto de

extensos y controvertidos debates, referidos a la procedencia y validez de estas medidas.2

Entre los Estados que embarcaron su sistema económico en amplísimos programas de reforma se

encuentra un significativo número de países asiáticos, cuyas economías comenzaron a desestabilizarse hacia la

segunda mitad de la década de 1990, y terminaron por estallar en una crisis de gran magnitud en 1997. Sin

embargo, los programas surgidos como respuesta a la crisis asiática de 1997 –promovidos por el Fondo

Monetario Internacional y de claro tinte washingtoniano- subrayaron la importancia de reformas estructurales con

el argumento de volver a un clima de estabilidad y evitar futuras crisis.

En esta línea entonces, y en un sinnúmero de oportunidades, han sostenido autores como Feldstein

(1998) y Il Hyun Yoon (2005) –entre otras cuestiones- que la actividad del Fondo Monetario Internacional ha

superado ampliamente su mandato original tomando la tarea de reformar las estructuras económicas internas

con el objetivo de prepararlas para su inserción en el nuevo escenario de la liberalización y globalización.3 4

El colapso del sistema económico-financiero de los Tigres Asiáticos tomó al mundo por sorpresa,

dejando en el camino una nutrida serie de interrogantes. ¿Fue esta crisis el resultado de deficiencias

estructurales en los sistemas político y financiero de estos países?; ¿Es posible que las prescripciones

promovidas por el FMI hayan exacerbado los desequilibrios y aumentado los costos del ajuste?;¿ El FMI aplicó a

los países en crisis el mismo remedio que aplica a cualquier país con desequilibrios sin considerar las

particularidades del caso asiático?

Institucionalismo.

A lo largo de la historia y fundamentalmente luego de episodios de crisis internacionales de

significativa magnitud, los Estados se han enfrentado a situaciones en las cuales el principal interrogante estaba

constituido por la posibilidad de crear -y posteriormente mantener- poder en un sistema de Estados soberanos.

2 “…economic deregulation spurred on by the Washington Consensus backfired much more frequently than expected. The removal of interest

rate ceilings and entry barriers unto the banking system turned out to be very costly in many countries. The explosion in the number of banks

and the total loan value often fuelled excessive speculation and created large amounts of nonperforming loans, developments that bankrupted

the banking system.” (Wyng Thye Woo, 2004, Pág.15)

3 “Its conditionality no longer sets mere quantitative goals, like reducing fiscal expenditure or contracting the supply of credit to bring aggregate

demand into balance with supply. Quantitative targets, set in terms of structural reforms, passing of new legislation, and abrogation of laws

and regulations, have become routine demands made by the IMF as conditions for its aid programs.” (Il Hyun Yoon, 2005, Pág. 186)

4 “…IMF role in Thailand and Indonesia went far beyond (…) Instead of relying on private banks and serving primarily as a monitor of

performance, the IMF took the lead in providing credit. In exchange, it has imposed programs requiring governments to reform their financial

institutions and to make substantial changes in their economic structures and political behavior.” (Feldstein, 1998, Pág. 23/24)

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Como consecuencia de estos puntos de inflexión, han surgido nuevos participantes en el orden

internacional, que han tenido la posibilidad de influir considerablemente sobre la construcción y modelaje de la

política internacional.

Gilpin (1981) califica a esta clase de instancias como “cambios sistémicos”, definiéndolas como

momentos en los cuales las reglas de juego y las instituciones son modificadas de acuerdo a los intereses de los

nuevos actores “poderosos” del sistema.

Si bien la mayor parte de esta clase de cambios sistémicos se ha producido como resultado de

enfrentamientos armados de importante repercusión, las características particulares del orden establecido luego

de cada uno de ellos se ha visto modificado a lo largo de los siglos.

Así, y a partir de los acuerdos de 1815, 1919 y 1945 , los Estados líderes aunaron sus esfuerzos

con el objetivo de promover la institucionalización de las relaciones de seguridad, descansando de este modo, no

principalmente en estrategias de balance de poder, sino más bien en restricciones al poder de los Estados más

fuertes, reaseguramiento de los rivales más débiles y compromisos asumidos en el marco de instituciones.

El debate en relación a los fundamentos y justificaciones del orden internacional es considerado,

en líneas generales, bien a la luz de aquellas posiciones que afirman la importancia del poder de los Estados

como Morgenthau y Niebhur, bien de acuerdo a la de quienes sostienen la importancia de las instituciones por

encima de aquellos, como Keohane y Walt.5 6

Entre los enfoques que responden a la primera de las vertientes referidas, el realismo subraya la

constante propensión de conflicto entre los Estados. Los asuntos internacionales se encuentran representados

por una permanente lucha de poder entre los Estados, considerando prácticamente imposible, la eliminación de

la guerra y el conflicto. Así, el orden en el sistema internacional es creado y sostenido por el poder estatal,

representando cualquier modificación en dicho orden, una modificación en la distribución de poder estatal.7

Por su parte las teorías liberales, que representan uno de los mayores embates al realismo,

sostienen diversos extremos. Una primera vertiente afirma que la interdependencia económica entre Estados

desalienta a los mismos a utilizar la fuerza entre sí, por cuanto cualquier contienda entre estos podría

potencialmente afectar la prosperidad de ambos8. Una segunda línea, considera la expansión de la democracia -

tomando como corolario que los Estados democráticos son esencialmente más pacíficos que los autoritarios-

5 “…international affairs is best understood as a protracted competition between the realist, liberal and radical traditions.” (Walt, 1998, Pág. 30)

6 En el presente punto, se expondrán de manera sumamente breve – por cuanto no es el objeto de la disertación- algunas posturas distintas

al institucionalismo, a fin de presentar un panorama comprehensivo respecto de la cuestión abordada en el capítulo en desarrollo.

7 El realismo y su versión más moderna (neorrealismo), presentan dos posibilidades de formación de orden en el sistema internacional. Una

de ellas es la teoría del balance del poder, la otra subraya el concepto de hegemonía como motor principal. Para un análisis más detallado al

respecto, consultar –entre otros: IKENBERRY, John, After Victory: Institutions, strategic restraint, and the rebuilding of order after major

wars., Princeton University Press, 2001.

En un mismo sentido, y en relación a las vertientes Ofensiva y Defensiva del realismo, consultar – entre otros: WALT, Stephen, International

Relations: One World, Many Theories., Foreign Policy, Primavera, 1998.

8 Para mayor detalle en relación a esta postura puede encontrarse en: MORAVCSIK, Andrew, Taking preferences seriously: a liberal theory

of international politics, International Organization, Otoño 1997.

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como el punto fundamental para alcanzar la paz mundial.9 Como es posible apreciar, estas teorías no se

encuentran principalmente orientadas al análisis de las asimetrías de poder entre los Estados y los modos de

cooperación que las mismas generan, como se encuentra el realismo, sino más bien a cuestiones económicas o

políticas que pueden influir en la relación entre estos.

En otra línea de pensamientos, el enfoque constructivista10

enfatiza la importancia de las ideas,

considerando a la identidad e intereses de los Estados como productos de procesos históricos específicos.

Prestan especial atención al discurso social, por cuanto afirman que el mismo refleja las formas y conductas,

moldea las creencias e intereses y establece normas de comportamiento generales.11

Asimismo, existen también algunas “posiciones radicales”12

respecto de la cuestión. Así, hasta la

década de 1980 el marxismo era la principal alternativa al realismo y a las teorías liberales, dando estas últimas

por hecho la existencia de un sistema de estados, mientras que el marxismo planteaba una arista particular. En

este sentido, para el marxismo más ortodoxo, el capitalismo era la causa de todos los conflictos internacionales.

Los Estados capitalistas se enfrentaban entre sí en razón de su incesante lucha por la obtención de beneficios.

Desde otro extremo, la teoría neo marxista de la dependencia pone el foco en la relación entre los Estados

avanzados y capitalistas y los Estados menos desarrollados, afirmando que los primeros se han vuelto ricos

explotando a los segundos.13

Por último, la teoría institucionalista define a las instituciones como un conjunto de reglas que

estipulan las diversas maneras en las cuales los estados tienen que cooperar y competir entre sí, indicando

comportamientos apropiados y proscribiendo los inaceptables. Como tales, representan la base del

comportamiento político.

Las instituciones son pues, un conjunto de reglas conectadas -tanto formales como informales-

que prescriben comportamientos, restringen actividades y modelan las expectativas.14

9 Mayor información sobre esta vertiente en: JONES, Brown y Lynn Eds, Debating the democratic peace, MIT Press, Cambridge

Massachusetts, Estados Unidos, 1997 y en ELMAN, Miriam Ed, Paths to Peace: is democracy the answer?, MIT Press, Cambridge

Massachusetts, Estados Unidos, 1997.

10 A los efectos de esta postura vease: WENDT, Alexander, Anarchy is what states make of it: the social construction of power politics,

International Organization, Primavera 1992 y WENDT, Alexander, Social theory of international politics, Cambridge University Press, Reino

Unido, 1999.

11 “From a constructivist perspective, in fact, the central issue in the post- Cold War world i show different groups conceive their identities and

interests (…) constructivism emphasizes how ideas and identities are created, how they evolve, and how they shape the way states

understand and respond to their situation.” (Walt, 1998, pág.41)

12 Sobre esta postura puede consultarse: Scokpol, Theda, States and social revolutions: a comparative analysis of France, Russia and China,

Cambridge University Press, Reino Unido, 1979 y THERBORN, Göran, Karl Marx Returning: The Welfare State and Neo-Marxist, Corporatist

and Statist Theories, International Political Science Review / Revue internationale de science politique, Vol.7, Nro. 2, 1986, Pág. 131-164

13 “As Marxism succumbed to its various failings, its mantle was assumed by a group of theorists who borrowed heavily from the wave of

postmodern writings in literary criticism and social theory. This “deconstructionist” approach was openly skeptical of the effort to devise

general or universal theories such as realism or liberalism (…) its proponents (…) focused initially on criticizing the mainstream paradigms but

did not offer positive alternatives to them, they remained a self consciously dissident minority for most of the 1980s.” (Walt, 1998, Pág. 34)

14 “I define institutions as persistent and connected set of rules (formal and informal) that prescribe behavioral roles, constrain activity and

shape expectations.” (Keohane, 1989, Pág.3)

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Buena parte del comportamiento político es reconocido como reflejo de reglas, normas y

convenciones, y su sentido es interpretado a la luz del entendimiento de estos. Cuestiones tales como el

reconocimiento diplomático, la extraterritorialidad, o la agenda del multilateralismo, se encuentran regidas por

acuerdos formales o informales; y la acabada comprensión de todas estas cuestiones, depende del conocimiento

que de los acuerdos vinculados a estas materias posean quienes se encuentren vinculados por estas reglas,

normas o convenciones.

En esta línea, Keohane (1989), afirma que la conducta de los Estados depende en buena medida

de acuerdos institucionales previos, susceptibles de afectar, entre otras cuestiones, la información y

oportunidades de negociación, las posibilidades de supervisar el cumplimiento por parte de los demás Estados y

las expectativas respecto de la solidez de dichos acuerdos.15

De este modo, las instituciones estructuran la política internacional, por cuanto las mismas

definen la participación de los sujetos que actúan en ella, moldean sus estrategias e influencian sobre las

preferencias y proyecciones de éstos16

e influyen en el entendimiento que los líderes de Estados puedan poseer

sobre sus propios intereses y motivaciones así como sobre los de los otros países.17

En el marco de lo expuesto entonces, y a la luz de la postura institucionalista, el Fondo Monetario

Internacional es ejemplo de institución en tanto este organismo representa un conjunto de reglas acerca del

sistema monetario internacional, al que deben sujetarse los países miembros, así como un ámbito de

cooperación en la materia.

El Fondo Monetario Internacional, más allá de las virazones que ha sufrido en relación a su razón

de ser establecida en 1944, ha cumplido con los predicamentos sentados por la postura institucionalista, por lo

menos hasta principios de la década de 1970. Posteriormente los temas de su competencia, y el abordaje de los

mismos han resultado más cuestionados, poniendo en tela de juicio su legitimidad.

Sin embargo, a lo largo de las décadas la institución ha recibido no pocas críticas, muchas de las

cuales, ponen en tela de juicio la calidad del FMI como institución internacional beneficiosa y deseable para el

sistema internacional y sus miembros, conforme los términos expuestos en líneas precedentes.

El Fondo Monetario Internacional.

15

“International Institutions make it possible for states to take actions that would otherwise be inconceivable – for example turning to the

United Nations Secretary General to mediate between Iran and Iraq, or appealing to non proliferation rules in justifying a refusal to send

nuclear reactor equipment to Pakistan. They also affect the costs associated with alternatives that might have existed independently: rules

embodied in U.S. – Soviet arms control treaties increase the costs (especially for future agreements) of building antiballistic missile system,

and GATT rules on import barriers increase the cost of imposing formal discriminatory quotas on imports.” (Keohane, 1989, Pág. 6)

16 “Institutions create the capability for states to cooperate in mutually beneficial ways by reducing the costs of making and enforcing

agreements (…) International institutions can reduce this uncertainty by promoting negotiations in which transparency is encouraged; by

dealing with a series of issues over many years and under similar rules (…) and by systematically monitoring the compliance of governments

with their commitments.” (Keohane, 1998, Pág. 86)

17 “Institutions may also affect the understanding that leaders of states have of the roles they should play and their assumptions about others

motivations and perceived self interests.” (Keohane, 1989, Pág.6)

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El Fondo Monetario Internacional fue creado en 1944 con varios propósitos, entre los cuales se

encontraba operar un sistema global de tipo de cambio fijo en el cual todas las monedas establecerían su valor

en relación al dólar estadounidense, el cual a su vez, haría lo propio con el oro; promover la cooperación

monetaria internacional y facilitar la expansión y crecimiento balanceados del comercio internacional.

Esta institución -junto con el Banco Mundial- fue creada con el objeto principal de constituirse uno

de los pilares del orden económico internacional de post- guerra, como parte de un esfuerzo concertado para

financiar la reconstrucción del continente europeo finalizada la Segunda Guerra Mundial y evitar futuras

depresiones de la economía mundial como la de la década de 1930.18

Terminada la Segunda Gran Guerra, resultaba imperioso comenzar con la reconstrucción a fin

de acelerar el progreso económico, contribuir a la estabilidad política y fomentar la paz. Así las cosas, la

expansión de la inversión en términos globales resultaba esencial para la provisión del capital necesario para la

reconstrucción. En un mismo sentido, la promoción de la cooperación entre naciones para aumentar el volumen

de inversión, el crecimiento de la producción y del comercio internacional -así como para compartir el riesgo que

estas cuestiones implicaban- fue considerada imprescindible.

Las instituciones, principios y reglas establecidos en dicha oportunidad se orientaron a

subordinar el interés nacional y la especulación en los mercados a un objetivo más noble de cooperación

internacional, mediante el establecimiento de un sistema de tipos de cambio fijo cuya supervisión y aplicación

estarían en manos del Fondo Monetario Internacional. 19 20

En este marco, los países que se incorporaron a la institución entre 1945 y 1970 asumieron el

compromiso de mantener sus tipo de cambio (el valor de sus monedas en relación al dólar norteamericano y

este, a su vez, en relación al oro) en cifras que podrían ser ajustadas exclusivamente a efectos de corregir

desequilibrios fundamentales en la balanza de pagos y, únicamente, con el previo acuerdo del Fondo

Monetario.21

Hacia comienzos de la década de 1970, esta razón de ser del FMI colapsó. El sistema de tipos

de cambio fijos vio su final como consecuencia de diferencias en los procesos inflacionarios y productividad de

los países integrantes de la institución, acumulación de desequilibrios de cuenta corriente y volatilidad de

18

“ According to the summary of agreements of July 22, 1944 at the United Nations Monetary and Financial Conference at Bretton Woods, the

conference members agreed to ´establish a permanent international body, The International Monetary Fund, with powers and resources

adequate to perform the tasks assigned to it´ and to ´establish a permanent international body to be called The International Bank for

Reconstruction and Development (the World Bank).” (Il- Hyun Yoon, 2005, Pág. 181)

19 “…rules and institutions established at Bretton Woods subordinated market speculation and national self- interest to the higher goal of

international cooperation through a stable Exchange rate regime monitored and enforced by the IMF.” (Il – Hyun Yoon, 2005, Pág. 180-181) 20

“The IMF was founded on the belief that there was a need for collective action at the global level for economic stability, just as the United

Nations was founded on the belief that there was a need for collective action at the global level for political stability.” (Stiglitz,2002, Pág. 12)

21 “Each country was expected to fix a par value for its currency in terms of gold (later UDS dollar), and to maintain its exchange rate within a

narrow band. Since changing the parity was to be limited to cases of ´fundamental disequilibrium´, and because private capital flows were

rudimentary, an official lender was needed to provide temporary financing until the balance of payment could return to equilibrium.” (Masson,

2007, Pág.894)

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capitales, todo lo cual resultó en la alteración en el valor de sus monedas y el desapego del sistema instaurado

casi treinta años antes.22

De este modo, en el mes de agosto de 1971, el entonces presidente de los Estados Unidos,

Richard Nixon, anunció la suspensión temporal de la convertibilidad del dólar y el oro, evidenciando las

permanentes dificultades que durante la década de 1960 significó para dicho país, sostener la paridad entre la

moneda y el metal precioso, presagiando el final del sistema de Bretton Woods. Si bien existieron intentos de

sostener el sistema de tipos de cambio fijo, para el mes de marzo de 1973, las monedas más sólidas del sistema

habían comenzado a flotar.

Así pues, desde ese momento la institución ha ido pivotando en distintos roles, intentando

adaptar su fisonomía original a las necesidades de que la coyuntura económica internacional lo fuera nutriendo.

En palabras de Stiglitz (2002), sin embargo, fue durante la década de los 1980 cuando el FMI

produjo el mayor cambio en sus funciones. Personajes de la talla de Ronald Reagan y Margaret Thatcher

impulsaron la promoción de las políticas del libre mercado y tanto el Fondo Monetario Internacional, como el

Banco Mundial se convirtieron en los nuevos comunicadores de las mismas.

De esta manera, en los años sucesivos, la atención del Fondo Monetario cambio su foco y

comenzó a dirigirse hacia los países en desarrollo con el objetivo de proveer financiamiento para desequilibrios

de balanza de pagos, ejercer vigilancia y control respecto de las políticas económicas, facilitar asistencia técnica,

informar respecto de la economía global, y, fundamentalmente, intervenir en los procesos de reorganización de

las deudas externas contraídas desde mediados de los 1970.

Durante este período, la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos habían generado

importantes déficits en sus balanzas de pagos, agravados por el funcionamiento poco eficiente de empresas

estatales. A su vez, las medidas proteccionistas implementadas frente a un sector privado también ineficiente,

provocaron aumentos en los precios.

Es entonces que, con el fin de cumplir con estas obligaciones, reducir su deuda y conseguir

moneda internacional, estos países entraron en un período durante el cual se fomentaron políticas que

condujeran a incrementar las exportaciones y disminuir las importaciones. En una misma línea, se efectuaron

ajustes en otros planos; se incrementaron los impuestos, se ajustó el gasto público, y se endureció el crédito. El

Fondo Monetario se dedicó a monitorear estos ajustes y liberar porciones modestas de crédito a modo de

acuerdo con las políticas adoptadas.

Durante la década de los 1990, y bajo un nuevo escenario en el cual el movimiento de flujos de

capital se encontraba en auge, el FMI enarboló la bandera de la liberalización financiera, promoviendo la

22 “Founded in 1944 (…) the institution played a modest but important role in maintaining stable Exchange rates in its first two decades. This

raison d’être collapsed after 1971, when the major currencies moved to a floating exchange rate system.” (Kapur, 1998, Pág. 115)

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supresión de las medidas existentes vinculadas a los controles y restricciones en operaciones de cambio y

financieras.23

Ya desde finales de la década anterior, existía algún consenso en el ámbito de Washington24

respecto de la necesidad de efectuar algunas reformas de carácter global tendientes a promover “estabilización,

liberalización, privatización”. De este modo, surge lo que se ha dado en llamar “Consenso de Washington”, que,

en palabras de su autor, John Williamson (2004), era originalmente un conjunto de políticas sumamente

deseables para su aplicación en América Latina, a juicio de los actores mencionados.25 26

El espíritu del Consenso de Washington puede resumirse en 10 proposiciones básicas que

contemplan la disciplina fiscal, el redireccionamiento del gasto público hacia la educación elemental, la atención

primaria de la salud, y las inversiones en infraestructura productiva, la reforma impositiva, la liberalización de

tasas de interés, la competitividad de tipos de cambio, la liberalización del comercio y de los flujos de inversión

extranjera directa, la privatización, la desregulación como eliminación de barreras de entrada y salida de distintos

productos y el aseguramiento de derechos de propiedad; con el objetivo de recuperar el crecimiento de América

Latina, reducir la corrupción y la desigualdad en la distribución de ingresos.

En este marco pues, se presenta al Fondo Monetario Internacional como uno de los principales

promotores de esta serie de proposiciones desde sus programas a países en crisis.27 28

En 1997, una ola de crisis financieras abrumó al sudeste asiático, comenzando en Tailandia y

extendiéndose a Indonesia, Filipinas y Corea, entre varios otros. Prácticamente la totalidad de países afectados

por la crisis acudieron al Fondo Monetario con el objetivo de obtener tanto ayuda financiera como asistencia

técnica en las reformas de sus políticas económicas.

23 “The aftermath of the 1980s debt crisis led to a consensus among policy makers that less developed countries (LDCs) should place greater

reliance on market forces.. When coupled with sound macroeconomic policies (especially low budget deficits), liberalized financial markets

would produce stronger growth and enable the self correcting mechanisms of market discipline to work.” (Kapur,1998, Pág.119)

24Según Williamson (2003) el ámbito de Washington comprende buena parte de las instituciones de Washington, esto es el Fondo Monetario

Internacional – cuya sede se encuentra en dicha ciudad-, el Tesoro Americano y otras agencias de la administración estadounidense.

25 Si bien las prescripciones del Consenso de Washington fueron consideradas como formulaciones aplicables y deseables para el fomento

del desarrollo económico, al respecto, el propio John Williamson, mentor de las reformas, efectúa algunas aclaraciones y precisa algunos

matices. De este modo, “The Washington Consensus, as I originally formulated it was not written as a policy prescription for development: it

was a list of policies that I claimed were widely held in Washington to be widely desirable in Latin America (…) But it has been widely

interpreted – and by sympathetic observers like Fischer (2003) not just by critics- as offering a policy prescription (and as being of wider

application than in Latin America).” (Williamson, 2004)

26 “…I thought of the Washington Consensus as the lowest common denominator for policy advice being addressed by the Washington

Institutions to Latin American countries as of 1989, a year when the market fundamentalism of Reagan´s first term had already been

superseded by the return of rational economic policymaking and it was pretty clear which of the ideas of the Reagan years were going to

survive and which were not…” (Williamson, 1999, Pág. 2)

27 “It is widely believed that is summarized the policy attitudes of the IMF and the World Bank towards all developing countries and even the

economies in transition.” (Williamson, 2003, Pág. 1476)

28 “… with the introduction and widespread adoption of an approach to the practice of developing countries known as the Washington

Consensus (…) propagated through the stabilization and structural adjustment policies of the International Monetary Fund (IMF) and World

Bank, this has been the dominant approach to development from the early 1980s to the present.” (Gore, 2000, Págs. 789- 790)

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La crisis asiática de 1997 tuvo su inicio en Tailandia como consecuencia de importantes déficits

de la cuenta corriente de dicho país y la imposibilidad de mantener un tipo de cambio fijo entre el bath tailandés y

el dólar estadounidense. Lo mismo sucedió escaso tiempo después con Malasia, Indonesia y Filipinas.

Los grandes déficits en la cuenta corriente condujeron inevitablemente a una desvalorización de

las monedas locales, cuando los acreedores extranjeros cayeron en la cuenta de las dificultades que estos

países podrían tener a la hora de honrar sus deudas.

De acuerdo al diagnóstico del FMI, la institución señala como principales causas del desastre,

cuestiones que considera inherentes al desenvolvimiento interno de los sistemas económico y financiero de

estos países.29

Así, la imposibilidad de controlar grandes déficits de balanza de pagos, la explosión en el sector

de propiedad horizontal y mercados financieros, la ausencia o ignorancia en el manejo de los regímenes de tipo

de cambio, la pobre regulación, son algunos de los factores observados como generadores de la crisis.

Desde otro punto de vista, Feldstein (1998), Sachs & Radelet (1998) – entre otros- reconocen en

la crisis un problema de liquidez temporaria resultado del rápido incremento de la deuda externa de corto plazo.

De acuerdo a esta postura, si bien Corea era un país solvente, en las circunstancias se encontraba inmerso en

una situación que no le permitía hacer frente a sus obligaciones de corto plazo.

Por otra parte, Frankel (1999) y Hahm & Mishkin (2000) atribuyeron la causa de la crisis coreana

a un marco de información asimétrica. Los autores afirman que la creciente incertidumbre y el deterioro de los

resultados de los bancos y corporaciones coreanos habrían generado problemas de información asimétrica que

terminaron desencadenando la crisis.

A diferencia de épocas anteriores, a lo largo de este período el Fondo puso especial énfasis en la

promoción de reformas estructurales y en el mantenimiento del crecimiento sostenible.30

El foco se orientó hacia

la solidez del sistema bancario y la necesidad de endurecer las normas relativas a la vigilancia y supervisión del

mismo. De una misma manera, se hizo hincapié en el papel de la globalización de los mercados financieros

frente a episodios de crisis y la necesidad de supervisión por parte del Fondo Monetario con el objetivo de

administrar ordenadamente la liberalización de las cuentas de capital.

En un mismo sentido en la crisis asiática, el Fondo Monetario fue uno de los principales

proveedores de crédito31

– a diferencia de la década de 1980 en América Latina- imponiendo como contrapartida,

importantes reformas en las estructuras política y económica de los países asistidos.32

Los programas estuvieron

29

(Fondo Monetario Internacional 2001) 30

Aun cuando esto último no siempre se reflejó en la realidad de los países en los que esta institución intervino.

31 El financiamiento puesto a disposición de Corea, se compuso de aproximadamente veintiún mil millones de dólares por parte del FMI,

catorce mil millones por parte del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo y otros veintitrés mil millones aportados por distintos

países. Chopra et al (2001)

32 “Instead of relying on private Banks and serving primarily as a monitor of performance, the IMF took the lead in providing credit. In

exchange, it has imposed programs requiring governments to reform their financial institutions and to make substantial changes in their

economic structures and political behavior.” (Feldstein, 1998, Pág.24)

“IMF has moved well beyond its original role of being the manager of an international monetary system based on fixed exchange rates (…) It

has taken on the task of reforming national economic structures to prepare them for the new environment of liberalization and globalization.” (Il

– Hyun Yoon, 2005, Pág. 186)

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inicialmente compuestos por paquetes de diecisiete billones de dólares para Tailandia, cuarenta y tres billones

para Indonesia y cincuenta y siete billones de dólares para Corea, de los cuales el FMI proveyó

aproximadamente un tercio.

La devaluación del bath tailandés en julio de 1997 precipitó una ola de inestabilidad financiera

que se extendió desde Tailandia al resto del Sudeste Asiático, Filipinas, Taiwán, Hong Kong, Corea; y en

términos globales, hacia finales de ese mismo año y los siguientes, el reflujo de la crisis se hacía notar en Rusia

y Brasil.33 34

Luego de la devaluación tailandesa, los mercados comenzaron a analizar con mayor resquemor

la situación de Indonesia, Corea y demás países vecinos encontrando en estos casos, buena parte de los

problemas que aquejaron al primero de ellos y lo condujeron al desequilibrio: déficits de cuenta corriente y

sobreendeudamiento externo de los bancos.

Sumado a esto, los costos del servicio de deuda para el sector privado local aumentaban a la

par que las monedas comenzaban a devaluarse.

Como resultado de lo sucedido, buena parte de los países asiáticos terminaron sufriendo las

consecuencias de la falta de confianza de los mercados, la depreciación de la moneda, y la salida de capitales,

quiebras bancarias y empresariales, y caída de la producción y del empleo.35

Corea: Desarrollo y Crisis.

El proceso del desarrollo y crecimiento coreanos es un fenómeno de larga data, cuyo inicio se

remonta a 1953, finalizada la Guerra de Corea, momento en el que el país asiático se escinde, dando como

resultado dos territorios divididos por el paralelo 38°, con sistemas políticos, económicos y sociales,

completamente contrapuestos. De este modo, en los territorios al norte del dicho paralelo, bajo dominación

soviética, se instauró la República Democrática del Pueblo de Corea, con un régimen socialista; mientras que en

los territorios al sur del paralelo 38°, ocupados por fuerzas aliadas, fue establecida la República de Corea, con

una importante impronta occidental.36

Hacia finales de la década de 1950s durante la administración de Rhee, el entonces Consejo

para el Desarrollo Económico lanzó un plan integral de 7 años, dividido en una primera etapa de 3 años

orientada a lograr una economía que pudiera bastarse a sí misma mediante la utilización de los recursos

humanos y físicos existentes; y una segunda etapa de 4 años, orientada a promover la utilización más óptima y

eficiente posible de esos recursos. Sin embargo, consecuencia de una serie de revueltas populares en oposición

33

“The Asian crisis started with Thailand devaluating its currency, reached neighboring countries (Malaysia, Indonesia, Philippines and South

Korea) by the end of the year, spread to Russia in 1998 and to Brazil in 1999.” (Koo & Kiser, 2001, Pág.24)

34 “The devaluation of the Thai Baht in July 1997 precipitated a wave of currency crisis (…) from Thailand to the rest of Southeast Asia, to

Taiwan, to Hong Kong, to Korea to the Philippines, to Russia, to Brazil…” (Wade, 1998, Pág.1535) 35

Koo y Kiser (2001); Corsetti, Pesenti y Roubini (1998), Wade (1998).

36 Unos años más tarde, en 1950, mediante la Resolución N° 82 del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, fue

reconocido como el único gobierno legal, aquel ubicado en el territorio al sur del paralelo 38°, el de la República de Corea.

http://daccess-dds-ny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/065/28/IMG/NR006528.pdf?OpenElement (consultado 23/04/2010)

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a la administración de Rhee, cuyo tenor escaló exponencialmente, se produjo la llamada “revolución de

estudiantes”, que culminó con la renuncia del mencionado Presidente, y el inicio de la Segunda República.

Así pues, en el mes de julio de 1960 asume el poder el partido Democrático colocando como una

de sus máximas prioridades el desarrollo económico y la eliminación de la corrupción. Durante la Segunda

República fue elaborado un plan quinquenal concentrado en la inversión en sectores clave de la industria y en

métodos de producción intensivos en mano de obra.

Sin embargo, el mencionado plan jamás logró su cometido por cuanto hacia mayo de 1961 y

como consecuencia de un malestar generalizado y un deficiente liderazgo político, un golpe militar –apoyado por

un pueblo coreano prácticamente agotado del malestar e inestabilidad políticos- derrocó a la Segunda República,

estableciendo un gobierno propio.37

Durante el interregno militar, numerosas cuestiones adquirieron una orientación diversa respecto

de tiempos anteriores, lo cual generó cambios en las bases más fundamentales de las instituciones coreanas

cuya fuerte impronta se vería luego reflejada en el proceso de desarrollo de este país asiático.38

Los militares desarticularon toda clase de red política concentrando el poder en el Ejecutivo, lo

que, vueltos a la democracia, se tradujo en un Poder Ejecutivo con amplios grados de autocracia.39

Asimismo, y

conjuntamente con la centralización del poder político, fue también centralizada la toma de decisiones en materia

económica. En un mismo sentido, tuvo lugar en la reestructuración de la relación entre el Estado y “los negocios”;

una nueva etapa comenzó para el sector privado orientada principalmente a disminuir las oportunidades “rent-

seeking”. La mayor parte de actividades que podían generar o asegurar una renta importante fueron catalogadas

de ilegales y los empresarios que las practicaban fueron encarcelados por acumulación ilícita de capital.

Devueltos a la libertad, los empresarios se asociaron y presentaron al gobierno un plan

identificando catorce plantas industriales estratégicas donde invertirían bajo la condición de creación y promoción

de programas de políticas de apoyo. En este marco, las multas y penalidades que les fueran impuestas en razón

de su actividad anterior – la acumulación ilícita de capitales- , serían, a su vez, invertidas en estos nuevos

proyectos. Así pues, la esencia de este nuevo plan era una suerte de capitalismo dirigido, por cuanto los

principios de libre empresa y libertad de iniciativa y empresa privada estarían condicionados bien sea por la

participación directa gubernamental, bien sea por una participación indirecta de la administración, estableciendo

normas rectoras en relación a la industria y otras cuestiones de relevancia.40

37

“…The Democratic Party was a loose coalition of anti-Rhee politicians (…) The government which was founded on a fragile coalition, lacked

autonomy and political support, and subsequently was unable to reconcile the conflicting demands placed on it from left and right. It finally

proved incapable of maintaining order.” ( Haggard et al. 1991, pág. 856-7)

38 “The military justified its intervention in politics by reference to the tasks of economic development; as Park wrote in 1962, the key factor of

the May 16 Military Revolution was to effect an industrial revolution in Korea.” (Haggard et al. 1991, pág. 857)

39 “Even after the transition to a nominally democratic system in 1964, the new political structure resulted in a high degree of executive

independence from the demands of both legislators and interest groups.” (Haggard et al. 1991, pág. 857)

40 “The overall philosophy of the plan was “a form of guided capitalism” in which the principle of free enterprise and respect for the freedom

and initiative of private enterprise will be observed, but in which the government will either directly participate in or indirectly render guidance

to the basic industries and other important fields.” (Haggard et al. 1991, Pág. 861).

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Sin embargo, el panorama coreano durante de la década de 1960 no era alentador. Numerosas

dificultades azotaban al país; escasez de alimentos, inadecuada acumulación de capital, bajo nivel tecnológico y

alta tasa de desempleo, entre otros. En este contexto, el gobierno coreano implementó una estrategia de

crecimiento dirigida a las exportaciones, orientada a determinados sectores en particular y con importante

participación estatal. Como resultado de esta elección, surgieron los conglomerados industriales llamados

chaebol41 42

, que terminaron convirtiéndose en los impulsores del desarrollo coreano.

Posteriormente, durante la década de 1970 la política económica de Corea se desarrolló en el

marco de un intervencionismo estatal más acentuado, con el objetivo principal de fomentar el desarrollo de las

industrias química y pesada. La relación entre el gobierno y los chaebol fue profundizada e incrementada.

Durante los 1980 un importante paquete de medidas de estabilización fue implementado, como

consecuencia del resquemor que Chun Doo-hwan -nuevo presidente coreano- poseía respecto de la posición

económica estatista de su antecesor. Chun consideraba que la política económica dirigida por el estado

distorsionaba el libre flujo de recursos económicos y generaba inflación crónica, creando, a su vez, burbujas en

la economía.43

Estas reformas incluyeron privatizaciones, liberalización e internacionalización del sector

financiero y retiro progresivo de políticas de subsidio a las exportaciones. Asimismo, la relación entre el gobierno

y los chaebol, se vio sometida a cambios fundamentales, por cuanto el primero, se alejó sensiblemente – y con

este su apoyo- de los segundo.

Durante la década de 1980 y hasta la llegada de la crisis en 1997, el gobierno coreano impulsó

gradual pero consistentemente la liberalización económica, afianzando el sistema regulatorio a efectos de

sostener un clima competitivo en los mercados y desarticular la excesiva concentración económica de los

chaebols. 44

41

“In South Korea the State has cultivated a home-grown transnational capital capacity, as seen in the developmental alliance forged with the

chaebol conglomerates.” (Dent, 2003, pág.247)

42 “…chaebol (…) the initially served as mechanism for the government to focus resources into targeted sectors without the efficiency limitation

of direct bureaucratic management. Control was facilitated by concentrating economic power in a few clearly identifiable individuals who were

subject to a system of punishments and rewards based on their success in accomplishing national objectives.” (Ursacki y Vertinsky , 1994,

pág. 396) 43

Si bien hacia la década de 1960 Chun Doo- hwan integró el gabinete del entonces presidente Park Chung Hee, ocupando el cargo de

Secretario de Interior en la junta militar que este último presidia, el nuevo mandatario mantenía importantes reservas respecto de la posición

económica de Park.“Although the Chun government had inherited the authoritarian legacy of Park Chung- hee, it was critical of its

predecessor´s statist economic position, arguing that state –led economic management distorted a liberal flow of economic resources and

incurred chronic inflation, creating bubbles in the economy.” (Lee, 2005, pág.279)

44 “Officials maintained that the economic power of the chaebol ought to be dispersed in order for every market actor to compete fairly.” (Lee,

2005, pág.280)

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De este modo, Kim Young-sam -quien gobernó corea entre febrero 1993 y febrero de 1998-

declaró la segyehwa (globalización)45

con el objetivo de acelerar estos procesos y facilitar la aplicación de Corea

como miembro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.

Durante las décadas anteriores a los 1990, las distintas administraciones coreanas –si bien con

particularidades propias- manejaron el crecimiento económico mediante la asignación de capital entre los

chaebol, y Pequeñas y Medianas Empresas y el manejo de los recursos financieros tanto en bancos comerciales

como en bancos de propiedad del Estado. Esta estrecha vinculación entre el gobierno, los chaebols y el sistema

bancario, en opinión de algunos autores como Borensztein y Lee (1999) y Koo y Kiser (2001) generó

inadecuada regulación y supervisión financiera deficiente, así como también, ineficiente uso del capital. 46

La liberalización del Sistema Financiero durante la década de 1990, condujo a un rápido

crecimiento en el crédito doméstico y al ingreso de importantes flujos de capital al sistema local. A su vez,

Haggard (1991)47,

sostiene que una larga historia de intervención gubernamental en el sistema financiero tuvo

como resultado un sistema deficiente y con escasa orientación comercial, y provocó un sustancial índice de

riesgo moral. En un mismo sentido, continua Haggard (1991) la sobrestimada expansión del sector financiero

obedecía a la percepción colectiva respecto de que los chaebols eran “demasiado grandes para caer”, producto

de la intervención estatal que sostenía aún a compañías sin rentabilidad, en lugar de dejar el porvenir de las

empresas librado a las reglas del mercado.

En este marco, hacia los inicios de 1997 comenzaron a asomar los primeros indicios de

desequilibrio. En enero de ese año el segundo conglomerado más importante -Hanbo Hierro y Acero- se vio

imposibilitado de honrar sus deudas y fue declarado en bancarrota. Durante los meses siguientes, numerosos

chaebols de mediano tamaño siguieron la misma suerte, entre ellos, Kia Motor, Jinro y Haitai.48

Por su parte, la devaluación del baht tailandés en julio de 1997, generó una mayor aversión en el

mercado hacia la región. Los distintos actores financieros internacionales comenzaron a disminuir su exposición

respecto de instituciones financieras coreanas, así como a reducir sus líneas de crédito como consecuencia

directa de la incertidumbre que generaba la salud del sistema financiero coreano.

45

“Formally introduced in 1994, Segyehwa was a broader programme for liberalizing South Korea´s trade, international finance and FDI

policies.” (Dent, 2003, pág.263)

46 “In a financially repressed economy, with heavy government controls, industries that have more access to credit are not necessarily the

most profitable or efficient ones. The government can use credit policy to stimulate “priority” sectors, or to aid financially distressed firms. Or in

the chaebol- dominated industrial structure, large and politically well connected firms may obtain disproportionate access to credit.”

(Borensztein, Lee, 1999 pág. 24) 47

“Close business – government relations that had proven an asset during the period of high growth generated moral hazard, distorted the

liberalization process, increased vulnerability to shocks and complicated the adjustment process once the crisis hit.”(Haggard, 2000, pág.2)

48 “Problems in the corporate sector began surfacing as early as January 1997 with a string of large bankruptcies. Hanbo Steel, Korea´s

second largest steel maker and fourteenth largest chaebol was the first to go under, followed by five more chaebol before the financial crisis

struck in November (…) combined with the rising bankruptcies among small and medium- sized enterprises quickly eroded the asset position

of financial institutions and raised doubt about the soundness of the entire financial system.” (Fondo Monetario Internacional, 2001, pág.10)

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Paralelamente, los bancos comerciales coreanos comenzaron a presentar dificultades en la

relación entre sus deudas a corto plazo en dólares y las reservas de los actores externos y del Banco de

Corea.49

Frente a esta situación, en el mes de agosto de 1997 el gobierno coreano anunció su

compromiso de proveer ayuda financiera a bancos comerciales y mercantiles, y garantizar las obligaciones

externas que tuvieran las instituciones financieras coreanas. Sin embargo, los mercados no respondieron al

compromiso.

Así, la imposibilidad de hacer frente a estos compromisos, provocó una caída del won que

alcanzó una depreciación del veinticinco por ciento respecto del dólar norteamericano hacia noviembre de 1997,

luego de la degradación de la deuda soberana por parte de Standard & Poor´s, al comenzar una rápida salida de

capitales y el cierre de líneas de crédito externo.50

Para el mes de enero de 1998, el gobierno coreano había convertido buena parte de la deuda

privada de corto plazo –proveniente principalmente de bancos comerciales y mercantiles- en reclamos con

vencimiento de entre uno y tres años y garantías emitidas por el propio gobierno, lo cual contribuyó a frenar la

caída del won.

Kim Dae-jung –nuevo presidente coreano, quien asumió su cargo en febrero de 1998- al tomar

su cargo anunció la separación de la relación chaebol-estado, como parte de un nuevo paradigma para los

sectores económico y corporativo. Con orientación similar, las políticas económicas del nuevo presidente

modificaron la relación del estado con capitales transnacionales, dejando de lado la transnacionalización de los

chaebol para promover la internacionalización de la economía doméstica como un todo.

En relación al mercado laboral, en el mes de febrero de 1998 se alcanzó un acuerdo tripartito

entre el gobierno, el empresariado y los trabajadores de modo de encauzar los ajustes en este sector. Los

despidos fueron detalladamente tipificados en el Labor Standard Act. Asimismo mediante el Manpower Lease Act

se legalizó la contratación de trabajadores temporarios. Sin perjuicio de esto, el desempleo se incrementó

exponencialmente durante ese año.

El Fondo Monetario le exige a Corea.

49

“This difficulty was more profound in Korea than in any other Asian country (Ito 1999). Korea´s ratio of short - term borrowing to foreign

exchange reserves was 285 percent, far above the ratios of other Asian countries. For example, Thailand had a 135 percent ratio and the

Philippines, 105 percent. The Korean government offered incentives to domestic banks and large private companies to borrow in foreign

currencies for industrial development. The result was severe maturity and currency mismatches: The foreign borrowings were short-term,

while the domestic loans were for long-term investments, and the foreign borrowings were in foreign currencies.” (Koo & Kiser, 2001, pág. 26) 50 “…in the second half of October a number of events combined to worsen sentiment against Korea. On October 17, the authorities in Taiwan

Province of China abandoned their defense of the New Taiwan dollar leading to a substantial depreciation. Further, intense pressure on the

Hong Kong stock market in the second half of October spread to other regional markets (…) on October 24, Standard and Poor´s downgraded

Korea from AA- to A+, citing corporate and financial problems and the government´s response, including the rescue of Korea First Bank and

the bailout of the Kia group. These developments struck a tremendous blow to market confidence in Korea leading to capital flight and a rapid

withdrawal of credit lines.”

(Fondo Monetario Internacional, 2001, pág.14)

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Con la profundización de la crisis, la necesidad de una “reestructuración” pasó a primera plana.

Los bancos que no se encontraran en condiciones de demostrar que poseían el ocho por ciento de encaje

mínimo obligatorio debían cerrar sus puertas; del mismo modo, las empresas deudoras debían salir del mercado

o ser entregadas a sus acreedores.

En este marco, en diciembre de 1997 el FMI organizó para Corea un préstamo de cincuenta y

siete mil millones de dólares de fuentes oficiales.

Así, en palabras de Feldstein (1998), la institución observó con reparo por lo menos ocho

cuestiones vinculadas a la economía coreana, todas ellas consideradas estructurales, a saber:

1. Imposibilidad de inversores extranjeros de adquirir negocios coreanos mediante la compra de sus activos

o de poseer participaciones accionarias mayoritarias en los mismos.

2. Falta de apertura de los mercados financieros coreanos a bancos extranjeros y compañías de seguros.

3. Restricción a la importación de ciertos productos industriales (especialmente autos japoneses).

4. Ausencia de estándares bancarios occidentales.51

5. Falta de independencia del Banco de Corea, no siendo la estabilidad de precios su único objetivo.

6. Presencia de una estructura corporativa conformada por conglomerados de amplísimas actividades y

dudosas cuentas bancarias.

7. Relaciones deuda–capital muy altas en las corporaciones que las convertía en deudores de alto riesgo

para prestamistas domésticos y/o extranjeros.

8. Existencia de leyes laborales sumamente estrictas que dificultaban la movilidad de trabajadores entre

firmas.

De este modo, los principales objetivos del programa económico ligado al acuerdo stand by del 4

de diciembre de 1997 y al servicio de complementación de reservas del 18 del mismo mes, pueden resumirse en

la intención de disminuir el déficit de la cuenta corriente externa por debajo del 1% del PBI durante 1998 y 1999,

contener la inflación en índices que como máximo alcanzaran el 5%, y limitar la desaceleración del PBI real al

3% durante 1998.52

Dicho programa económico establecía, entre otras cosas, que el gobierno coreano debía reflejar

determinación y firmeza en la resolución de la crisis mediante un ajuste inmediato en la política monetaria a fin

de generar calma en los mercados y contener el impacto inflacionario de la depreciación de su moneda.

De la mano de estas pautas de política fiscal y monetaria el Fondo Monetario reclamó asimismo,

que otras reformas estructurales fueran implementadas. Las mismas debían orientarse a modificar de manera

profunda las prácticas corporativas para dotarlas de mayor transparencia y el comportamiento de las

51

De acuerdo con Feldstein (1998) los bancos coreanos seguían el modelo de desarrollo japonés en el cual el gobierno dirige a los bancos a

prestar a sectores industriales especialmente favorecidos. 52

“1. Objectives. The program is intended to narrow the external current account deficit to below 1 percent of GDP in 1998 and 1999, contain

inflation at or below 5 percent, and--hoping for an early return of confidence--limit the deceleration in real GDP growth to about 3 percent in

1998, followed by a recovery toward potential in 1999.” REPUBLIC OF KOREA, IMF Stand-By Arrangement, Summary of the Economic

Program, December 5, 1997. Consultado en: http://www.imf.org/external/np/oth/korea.htm con fecha 19 de agosto 2011.

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instituciones financieras así como a flexibilizar sustantivamente el mercado laboral, y liberalizar el comercio y las

cuentas de capital.53

En este marco, la necesidad de “reestructuración” se convirtió en el nuevo mantra, el Fondo

Monetario se concentró en cerrar bancos y compañías con problemas financieros en lugar de cumplir su rol en la

provisión de liquidez, expresa Stiglitz (2002).54

En esta misma línea, fueron creadas y/o modificadas las

estructuras de distintas instituciones a fin de ajustar los sistemas de control de la economía local.55

Asimismo, el FMI promovió una profunda reforma de los chaebols, imponiendo ciertos principios

rectores como la eliminación de las garantías cruzadas entre compañías de un mismo grupo económico, la

definición precisa del objeto de cada conglomerado, la necesidad de transparencia en el manejo de los negocios

y el fortalecimiento de los controles y supervisión contables en las estructuras de accionistas, entre otros; lo cual

fue considerado por el gobierno coreano, y fueron promovidas las medidas pertinentes.

Las críticas al Fondo Monetario Internacional.

Pese a la positiva evaluación del FMI acerca de su actuación en la crisis coreana, la institución

fue ampliamente criticada por el tratamiento que dio a dicha crisis, como si la misma se tratara de una crisis

promedio de balanza de pagos causada por el exceso de demanda doméstica agregada, ignorando las

especificidades del proceso de desarrollo coreano y de las características estructurales de esta economía.

En palabras de Stiglitz (2002), la crítica al FMI es todavía más profunda, por cuanto no se

circunscribe a la promoción de políticas de liberalización que contribuyeron a la génesis de la crisis, sino a que

éstas fueron impulsadas aún sin la suficiente evidencia de que fueran capaces de promover el crecimiento, mas

por el contrario bajo el conocimiento de que las mismas representaban importantes riesgos para los países en

desarrollo. 56

En este marco, el Fondo Monetario Internacional recibió críticas de las más variadas y de

numerosos sectores. Algunas de ellas –provenientes de voces tales como Sachs, Stiglitz, Rodrik y Kregel, entre

53 “Long term “structural reforms” for the Asian countries consisted, in the Fund´s view, of mainly three initiatives. The financial sector had to

be “cleaned up”. Financial reform meant basically to close down unviable financial institutions (…) and to give permission for foreign

institutions to operate in the domestic market. The Fund argued that foreign banks would bring with them not only their superior expertise but

also their more advanced techniques to deal with risks (…) The second area of “reform” was to be corporate governance. Firms (…) had to

change their capital structure, reducing the burden of debt and appealing more intensively to equity markets (…) finally, the relationship

between governments, financial institutions and industrial groups was to be redefined.” (Cardim de Carvalho, 2001, Pág. 245)

54 …IMF failed to understand how financial markets work and their impact on the rest of the economy (…) as they approached the problem of

restructuring, IMF teams in East Asia focused on shutting down weak Banks (…) IMF´s strategy for corporate restructuring – restructuring the

firms that were effectively in bankruptcy- was no more successful than its strategy for restructuring banks. It confused financial restructuring –

entailing straightening out who really owns the firm, the discharge of debt or its conversion to equity- with real restructuring, the nuts- and-

bolts decision: what the firm should produce, how it should produce its output, and how it should be organized.” Stiglitz (2002, Págs. 115/118)

55 Il- Hyun Yoon (2005, Pág. 192) 56 “The programmes the Fund designed for Thailand, Korea and Indonesia were based on its perception of the problems (…) since the Fund´s

analysis missed the trees for the wood, its programmes were made to stand on their heads thereby raising the costs of adjustment

disproportionately.” Khatkhate (1998, Pág. 966)

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otros- fueron dirigidas hacia las dificultades y daños que la aplicación de las medidas del FMI causaron en los

países en crisis y su población, más allá de los matices entre las diversas posturas.

Los autores que abonan esta posición son de opinión que los programas de ajuste negociados

con el Fondo Monetario como resultado de la crisis, desmejoraron sustancial e innecesariamente la situación de

los países, intensificando el pánico, provocando bruscas bancarrotas y aumentos en el índice de desempleo,

pero por sobre toda las cosas comprometiendo seriamente el mejoramiento de las condiciones de vida

alcanzadas por los países en cuestión durante los años previos a la crisis.

En una misma línea, esta postura afirma que los problemas en los países afectados por la crisis

no eran en su cuenta corriente, sino en la cuenta de capital. Estos habían absorbido capitales extranjeros a gran

escala bajo las modalidades de inversiones privadas de portafolio, instrumentos financieros y préstamos

sindicados, todos ellos a corto plazo, bien en razón del temor de los inversores extranjero de comprometerse a

mayores plazos, bien por las ventajas ofrecidas por el país receptor al respecto.

Así, de acuerdo a esta postura, una crisis de liquidez es resuelta proveyendo liquidez adicional

mientras se procura conservar la solidez de los activos del país y en consecuencia, su posibilidad de repago al

vencimiento de los plazos correspondientes. De este modo, la respuesta correcta frente a la situación hubiera

sido que el propio Fondo Monetario Internacional se presentara como prestamista de última instancia57,

a fin de

mostrar a los acreedores que no había razones para el pánico, mientras que en los hechos, la intervención del

Fondo Monetario no hizo más que agravar las posibilidades de los países en problemas, de pagar sus deudas en

el futuro, al producir sus medidas un desaceleramiento de la economía.

Desde el punto de vista de economistas más conservadores -postura inclinada a una visión

estadounidense y no hacia una problemática de la economía mundial-58

, la crítica más acérrima a la institución

financiera presenta a la asistencia del Fondo Monetario como una especie de premio para especuladores

financieros. De este modo, plantea que mediante los múltiples desembolsos previstos en los programas del FMI,

se malgasta dinero de impuestos de los ciudadanos americanos a fin de financiar países insolventes y gobiernos

corruptos.59

57

“…important reason for the failure of the IMF programs is that the loan package provided only a weak shadow of lender of last resort facility

(…) we would emphasize that announcing large sums of money that are not readily available for short – term support is unlikely to stop a

creditor run. Under the IMF programs in East Asia, it is not clear how much money is actually available to each country: substantial sums are

announced as contingency funding from bilateral supporters, but the conditions for their use are not defined and are subject to future IMF staff

appraisals and negotiations with the bilateral creditors.” (Radelet et al, 1998, Pág. 66)

58 “The countries in Asia that are experiencing financial problems will either adopt measures to reform their banking systems, to eliminate

political domination of credit allocation (…) or they will not. To do so requires political resolve, not the IMF (…) the world financial system will

not be undermined if the IMF does not bail out those countries (…) the United States does not need the IFM to determine which countries it

will extend foreign aid to, should it choose to do so. The power to make loans to foreign governments belongs to Congress. That power should

not be shifted to the executive branch or to an international organization.” (Schwartz, 1998, Pág. 8)

59 “… and the tendency to approach the issue from a narrow U.S. point of view rather than as a problem of the world economy. Thus, the Fund

is criticized not exactly because of wasting resources, but mostly because in part those resources are U.S. tax- payer´s money.” Cardim de

Carvalho (2000- 2001, Pág. 251)

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Esta línea de pensamiento conservador sostiene que los países asiáticos no se encontraban

abrumados por una crisis de liquidez, sino que éstos eran verdaderamente insolventes. A su vez el argumento es

profundizado afirmando que la mencionada insolvencia no fue resultado de la inestabilidad financiera global sino

de prácticas financieras espurias, corrupción e ineficiencia. De este modo, siendo la crisis resultado de las

propias irresponsabilidades, no son otros que los propios países afectados por ésta, quienes deben soportar sus

efectos.

Asimismo, este sector manifiesta amplia disconformidad con el efecto que, sobre el riesgo moral

poseen los programas de rescate del Fondo Monetario Internacional. Así, argumentan que estos programas

representan una suerte de garantía para los inversores de que obtendrán su dinero, aun en el evento de una

crisis.60 61

En esta línea, Schwartz (1998) afirma que los países en crisis resultaron verdaderamente

insolventes por cuanto luego de la fuerte devaluación de sus monedas, sus bienes y activos tenían un valor

significativamente inferior al de sus garantías, las cuales se hallaban denominadas en dólares. Agrega asimismo

que no es función del Fondo Monetario Internacional actuar a modo de prestamista de última instancia, por

cuanto esa labor puede ser desarrollada por los Bancos Centrales correspondientes; sin perjuicio de lo cual

argumenta que un prestamista de última instancia actúa en aquellos casos en donde la crisis ha sido causada

por falta de liquidez y no por insolvencia.62

Finalmente, algunos autores apuntan al agravamiento de la situación de los países en crisis

como consecuencia de la clase de medidas impuestas por el FMI, las cuales, al promover una liberalización y

apertura aceleradas de los sistemas comercial y financiero, terminaron por exacerbar las consecuencias de la

crisis.63 64 65

60

“Outside observers note that the size of bailout proposed for the Asian countries is a multiple of the Mexican bailout, $118 billion versus $30

billion, that he bailout indemnifies the foreign bank lenders who suffer little or no loss on their claims denominated in hard currencies, and that

the bailout creates a moral hazard, encouraging lenders to repeat imprudent lending practices.” (Schwartz, 1998, Pág. 7)

61 “…it creates moral hazard. That is, the more the IMF bails out countries, to slip into crisis in the future because governments and investors

will engage in risky behavior in the expectations that, if anything goes wrong, the IMF will come to their rescue.” (Cato Institute, 2003, Págs.

644/645) 62 “Central Banks have the capacity to serve as their banks´ lenders of last resort. They can create high powered base money (currency in

circulation plus reserves), they can act quickly, and they can decisively stem a banking panic. The IMF lacks each of those features. It cannot

create high powered money. It can issue special drawing rights (SDRs) to central banks that can monetize the SDRs in their national

currencies. But the IMF cannot issue SDRs without authorization by its membership. It cannot act quickly (…) Moreover a national lender of

last resort rescues solvent banks temporarily short of liquidity. It does not rescue insolvent institutions.” (Schwartz, 1998, Pág.6)

63 “Thus it is increasingly clear that the current problems in these countries, relate fundamentally to the financial sector, and in South Korea

and Thailand these have been either created or exacerbated by financial liberalization measures including a more open capital account.”

(Ghosh et Al, 1998, Pág. 145)

64 “It seems particularly unwise for the IMF to insist that companies receive even more freedom than before to borrow on international capital

markets in their own account, without government coordination, when it was their uncoordinated borrowing that set up the crisis in the first

place. This will make the country more, not less vulnerable to capital flight.” (Wade, 1998, Pág. 1544)

65 “…it became clear that the IMF policies not only exacerbated the downturns but were partially responsible for the onset: excessively rapid

financial and capital market liberalization was probably the single most important cause of the crisis…” (Stiglitz, 2002, Pág. 89)

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Consideraciones Finales.

El colapso de los sistemas económicos y financieros de los llamados Tigres Asiáticos tomó al mundo por

sorpresa.66

Luego de haber permanecido 25 a 1 respecto del dólar estadounidense, durante más de una década,

intempestivamente, la moneda tailandesa cayó un veinticinco por ciento, provocando una corrida de

especulación que se propagó a lo largo y ancho del sudeste asiático, sacudiendo las economías de, entre otros,

Malasia, Corea, Filipinas e Indonesia, a partir de julio de 1997.

Así, la crisis asiática dejó en el camino una nutrida serie de interrogantes. ¿Fue esta crisis el

resultado de deficiencias estructurales en los sistemas político y financiero de estos países?; ¿Es posible que las

prescripciones promovidas por el Fondo Monetario Internacional hayan exacerbado los desequilibrios y

aumentado los costos del ajuste?; ¿Podría considerarse que el Fondo Monetario en su calidad de “vigilador” del

sistema monetario internacional falló en prevenir la crisis asiática?; ¿ Podría decirse que el FMI aplicó a los

países en crisis el mismo remedio que aplica a cualquier país que sufre un desequilibrio sin considerar las

particularidades del caso asiático?; ¿Cuán cierto puede resultar que la presencia del Fondo Monetario en la

resolución de crisis de estas características es potencial causa de riesgo moral?.

De este modo, tanto el Fondo Monetario Internacional como sus paquetes de medidas -en buena

parte reflejo del llamado Consenso de Washington- se encontraron desde entonces bajo la lupa de la crítica más

ferviente proveniente de los más variados sectores, atravesando una crisis de legitimidad sin precedentes.67 68 69

No obstante, el comienzo de una gran recesión a nivel global en 2008, volvió a colocar a este

organismo en un rol de especial importancia en el sistema económico global.

En palabras de Stiglitz (2002), atento que el FMI fue creado con el objetivo principal de evitar y

eventualmente lidiar con crisis de balanza de pagos, el haber enfocado varios de sus aspectos desde una

orientación errónea, trajo aparejado el replanteo de su función en el sistema internacional.

En este sentido, el Fondo Monetario Internacional ha sido acusado en cuantiosas oportunidades

de haber actuado más allá de su rol original de administrador del sistema monetario internacional basado en

tipos de cambio fijo y de proveedor de liquidez para países con desbalances y déficits en sus cuentas,

66

“The crisis took most observers by surprise. Not long before the crisis, event the IMF had forecast strong growth. Over the preceding three

decades Eas Asia had not only grown faster and done better at reducing poverty than any other region of the world, developed or less

developed, but it had also been more stable. It had been spared the ups and downs that mark all market economies.” (Stiglitz, 2002, pág. 90) 67

“The International Monetary Fund (IMF) created at the end of the Second World War at Bretton Woods, New Hampshire, to manage an

international monetary system characterized by fixed exchange rates and heavily restricted international capital flows, now faces widespread

questioning of its relevance.” (Masson, 2007, Pág.889)

68 “…International Monetary Fund, the International Bank for Reconstructions and Development (…) these institutions have not only persisted

for over five decades, but they have also expanded their mandate, change their missions and increased their membership (…) they have,

however, become highly contested.” ( Milner, 2005, Pág. 833)

69 “Without intending to fetishize this matter, the existence and (in)adequate functioning of the international financial institutions is one of the

greatest discussions in economic theory and practice (…) half a century has passed since their establishment, it can be plainly said that the

international organizations have not accomplished their mission, and the results of the international financial institutions polices have not been

impressive.” (Donlagic & Kozaric, 2010, Pág. 116)

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promoviendo reformas profundas en las estructuras económicas de los países a los que asiste, bajo el lema de la

liberalización y globalización.70 71

Asimismo, la institución ha sido acusada de generar riesgo moral como consecuencia de sus

programas de rescate, en tanto estos programas podrían representar una suerte de garantía de pago para los

inversores internacionales en oportunidad de una crisis.72

A su vez el Fondo Monetario fue señalado como

responsable de la aplicación de medidas de innecesarios resultados adversos, que terminaron por comprometer

seriamente las expectativas y posibilidades reales de crecimiento de los países a los que fueron aplicadas. Ha

sido incluso afirmado que los programas del FMI y la condicionalidad que a estos acompaña, se encuentran

nutridos de medidas de una profundidad e intromisión tales que resultan, en buen número de oportunidades,

atentatorios de la soberanía de los Estados que deben aplicarlos.

Así las cosas, se ha señalado al Fondo Monetario por su falta de consideración y análisis en

relación a un trasfondo institucional apto para sostener y llevar adelante las medidas propuestas por la institución

en sus programas de reformas, generando a su vez, el fracaso de los mismos.

Finalmente, el FMI ha sido severamente criticado por pretender -conforme sostienen algunos

autores- modelar las economías asiáticas según las prescripciones de los principales países occidentales y los

mercados financieros.73

Así pues, cabe recordar en este marco que las instituciones financieras internacionales como el

FMI, han sido creadas como una suerte de respuesta a las crecientes complejidades de las relaciones

económicas internacionales. Estas instituciones deben respetar las distintas alternativas de política económica

de los países, armonizando las distintas posturas y escenarios y velando por el desarrollo individual y los

intereses de cada uno de estos países como integrante del sistema global. Asimismo, las instituciones facilitan la

provisión de información fidedigna y actualizada y el acceso a fuentes serias de información para que los países

puedan tomar decisiones sólidas.

Ahora bien, si bien en sus orígenes y hasta la ruptura de las reglas de Bretton Woods a

comienzos de la década de 1970, el FMI cumplió, en términos generales, con los objetivos de su creación y

ejerció el rol previsto de supervisar el sistema monetario internacional, ¿podría afirmarse actualmente que dicho

rol institucional sigue siendo ejercido? ¿conserva hoy la misma validez que en aquellos tiempos? ¿Sería posible

afirmar que el FMI sigue gozando de la aceptación y sostén de otrora?

70

“Its conditionality (…) set in terms of structural reforms, passing of new legislation, and abrogation of laws and regulations, have become

routine demands made by the IMF as conditions for its aid programs” (Il- Hyun Yoon, 2005, Pág. 186)

71 “…the functioning of the international financial institutions is still a controversial matter, since they have faced serious accusations of

ruthlessness and of having been too involved in the internal politics of developing countries. They have also been accused of repeating bad

methods and fighting lost battles.” (Donlagic & Kozaric, 2010, Pág. 117)

72 “IMF bailouts only encourage governments to maintain flawed arrangements and foreign lenders to keep lending to those governments”

(Cato Institute, 2003, Pág. 646) 73

“…the IMF leads its politics with the main aim of satisfying the financial markets (…) furthermore, it is criticized for acting only as an

organization that promotes external American politics and does nothing else.” (Donlagic & Kozaric, 2010, Págs. 118-119)

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En lo que al rol original del Fondo Monetario Internacional y su actividad actual respecta,

parecería absurdo afirmar que la institución mantiene los preceptos de su creación en estricta correspondencia

con los acuerdos de Bretton Woods, por cuanto los mismos han sido notablemente reorientados. Sin embargo,

no puede dejar de reconocerse que los cambios operados a lo largo de las más de cinco décadas de existencia

de la institución han obedecido a modificaciones sustanciales en el sistema económico global. Esto es, si bien en

sus primeros años de actividad el FMI fue el encargado de supervisar un sistema de patrón cambio oro -entre

otras cosas- con la desaparición del mismo, resultó indispensable reorientar por lo menos parcialmente la

actividad de la institución. En este sentido, no resulta descabellado reconocer la necesidad de modificaciones en

las instituciones de acuerdo a los cambios en la coyuntura internacional vinculados a la materia objeto de la

institución.

Desconocer la necesidad de adaptación de que pueden ser objeto las instituciones implicaría

sostener que las mismas deben dejar de existir una vez agotado su objeto original, lo cual podría ir en detrimento

de la estabilidad institucional en el ámbito internacional. Así, parece razonable que las instituciones, máxime

aquellas creadas hace varias décadas, actualicen su razón de ser a fin de continuar contribuyendo al orden

internacional.

A partir de la crisis de 1997, proliferaron las críticas al Fondo Monetario y la reticencia de los

países miembros frente a sus programas. Una pluralidad de autores levantó sus opiniones en relación a variadas

cuestiones, todas las cuales comenzaron paulatinamente a repetirse a la hora de opinar sobre la intervención de

la institución en crisis posteriores y también de diseñar políticas económicas.

Opiniones que, a su vez, en cierta medida deslegitimizaron al FMI, generando desconfianza y

temor a la intervención de la institución en épocas de crisis y a la aplicación de sus programas con el fin de

superarlas.

En este sentido, la crisis asiática –y mas tarde la Argentina a principios de los años 2000- y la

actuación del Fondo Monetario provocaron modificaciones en la inserción internacional de los principales países

emergentes.

Posteriormente, en 2008, con el estallido de la nueva crisis mundial, el Fondo Monetario fue

nuevamente criticado –al igual que en el caso coreano- por su falta de capacidad para prevenir y actuar a tiempo.

No obstante, conforme afirman Fukuyama y Birdsall (2011), esta crisis ha dado un poco de aire a una institución

que parecía haberse convertido en obsoleta, con la decisión por parte del G20 de permitir el acceso de la

institución a 500 mil millones de dólares adicionales, para prestar a los países afectados por la crisis.74 Países

como Brasil y China se encuentran entre los contribuyentes del fondo especial destinado a apoyar a Grecia,

Hungría, Islandia, Irlanda, Letonia, Paquistán y Ucrania, entre otros.

74

“Pero ante el estallido de la crisis financiera en septiembre de 2008, el FMI fue reposicionado como un importante actor en el escenario

internacional. Además de resaltar la función de liderazgo, que debía ocupar en la tarea de monitorear la estabilidad del sistema financiero

internacional y la economía mundial para minimizar el riesgo de una crisis futura, el G20 anunció un aumento sustancial de sus recursos para

hacer frente a las necesidades financieras de los países afectados por la crisis.” (Nemiña, 2010, pág. 41)

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En estos términos, pues, el Fondo Monetario Internacional ha tenido sus vaivenes; épocas de

mejor reputación internacional, épocas de fuertes cuestionamientos. La institución ha sido cuestionada desde sus

raíces, señalada en muchos de sus aspectos funcionales y criticada en su tarea diaria.

Sin embargo y más allá de todas estas cuestiones que sin duda han puesto en tela de juicio la

legitimidad de la institución y matizado la validez de sus mandas en numerosas oportunidades, no parece

razonable afirmar que el FMI haya perdido los elementos que de acuerdo a Keohane (1989), Ikenberry (2001) -

entre otros- poseen las instituciones.

Aún en los momentos más turbulentos, y de crítica más exacerbada, la institución conservó sus

facultades ejecutivas, aunque menguadas en algunas oportunidades por la propia coyuntura, de prescribir

comportamientos, prohibir actividades y moldear expectativas en el ámbito internacional.

Más allá de diversas opiniones en relación a la institución en épocas de crisis, el FMI sigue

siendo un referente, y su intervención, las declaraciones de sus funcionarios o la posición que ésta adopte siguen

influyendo sobre el comportamiento de los mercados y demás actores del sistema económico mundial.

Como fuera mencionado en líneas precedentes, a partir de la crisis de 2008, el rol de FMI ha

tomado nuevamente forma. La decisión del G20 de dotar a la institución de fondos a administrar para procurar la

salida de los países afectados de dicha crisis, ha atraído nuevamente la atención hacia el rol de la institución en

este tipo de circunstancias.

De este modo, en el marco de un sistema absolutamente interconectado, donde las decisiones

tomadas en un país tienen implicancia sobre la totalidad de los actores de dicho sistema, donde las

declaraciones de funcionarios y manifestaciones oficiales causan impacto global, parecería imprescindible para

el fortalecimiento de un sistema internacional en el que absolutamente todos sus miembros encuentren una

representación y asistencia específicas, renovar los compromisos del Fondo Monetario a favor de un crecimiento

ordenado y eficiente de todos sus actores, mas principalmente de los países menos desarrollados.

Asimismo, resulta imprescindible comenzar a ejercitar una mirada particularizada de cada

coyuntura para brindar asistencia ad hoc, de modo tal que las reformas y modificaciones que sean propuestas

echen raíces firmes en los países en que sean implementadas y estos puedan, con el transcurso del tiempo,

recoger los frutos.

A su vez, sería importante que las instituciones internacionales pudieran gozar de la independencia suficiente en

términos políticos para aplicar sus conocimientos técnicos y específicos sin limitaciones, optimizando el rol para

el cual en definitiva fueron creadas originalmente.

Ultimo mas no por esto menos importante, parecería imprescindible que la comunidad

internacional pudiera efectuar un replanteo serio y concienzudo en relación al papel del Fondo Monetario

Internacional en el concierto global, a fin de promover las reformas pertinentes, orientar la institución hacia el

verdadero crecimiento y desarrollo de todos los actores del sistema, y recobrar para la institución, el apoyo,

reputación y legitimidad con la que se la vio nacer en Bretton Woods, hace más de cinco décadas.

Así, y sólo así, podrá el FMI abarcar todos y cada uno de los elementos característicos de las

instituciones que fomentan la cooperación, promueven el crecimiento y apoyan el desarrollo.

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En función de lo expuesto, conforme afirman Fukuyama y Birdsall (2011), el pedido de las

democracias de occidente de mayor participación a las economías emergentes, representa la admisión implícita

por parte de las primeras que ya no son capaces de manejar la economía global por sí solas. Así, esta nueva

etapa no se refiere exclusivamente a cuestiones económicas o de poder político, sino que representa la apertura

a una nueva competencia de ideas y modelos.

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