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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA Facultad de Filosofía y Humanidades Escuela de Artes LENGUAJES COMPLEMENTARIOS (CUANDO DIGO ROJO…)

Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo )

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Page 1: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

Facultad de Filosofía y Humanidades

Escuela de Artes

LENGUAJES COMPLEMENTARIOS

(CUANDO DIGO ROJO…)

Trabajo final de la Licenciatura en Pintura

María Antonia de la Torre

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Córdoba - 2005

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AGRADECIMIENTOS

A todos los Profesores y Profesoras de la Escuela que aportaron cada

uno de lo suyo enriqueciendo con ello mi saber y mi hacer,

En particular a Fernando Fraenza que no deja de sorprenderme con su

visión particular de las cosas y con la profundidad y seriedad de sus

conocimientos siempre generosamente prodigados. En sus clases, en las

reuniones de trabajo y en las charlas de café, no sólo aprendimos sino también

nos divertimos que es otra forma de aprender…

A Mónica Mercado que me brindó su ayuda desinteresada desde su

experiencia docente, su saber y la profundidad de sus conocimientos.

A mi marido, Enrique, por su apoyo incondicional, su compañía y sus

comentarios siempre lúcidos. A mis hijos por la infinita paciencia que tuvieron

de aguantar una madre ¡estudiante!... y al Tata y Marcela por las fotos.

Y a mis amigas de siempre con las que compartimos tantas horas de

estudio, risas y conversación: Elvira, Patricia y Nilda que me acompañaron en

mi sueño; Marcela que lo hizo desde Chile e Irene desde España, y todas las

compañeras y compañeros que sería muy largo nombrar…

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PRÓLOGO

El conjunto de obras que conforma la muestra y el presente escrito

tienen como objetivo responder al requisito necesario para completar la

Licenciatura en Pintura de la Escuela de Artes de la UNC. Más allá de este fin

académico, pinturas y escrito tienen una significación que, a mi entender,

supera la anterior, y que consiste en crear la necesidad de hacer un balance

final de los años que se dedicaron a reflexionar sobre el fenómeno del arte y a

producir obras que fueran marcando el rumbo particular de cada uno. No

siempre durante la carrera se puede producir obra con entera libertad, ya sea

porque había que cumplir con tal o cual consigna, ya sea porque la

especificidad de cada materia imponía sus leyes, ya sea porque el tiempo de

las entregas no lo permitía… En esta ocasión uno se encuentra por fin,

totalmente libre de crear algo absolutamente propio y de reflexionar sobre ello a

través de este escrito, sin condicionamientos pero con la preciosa carga de los

conocimientos adquiridos. Por esto es que quiero subrayar que este trabajo no

tiene las características de una tesis, ni tampoco de una monografía; más bien

podría asemejarse a un ensayo sobre el marco teórico que sustenta mi propia

producción; esto supone pues toda la carencia de objetividad que lógicamente

se tiene ante uno mismo, pero, al mismo tiempo, traduce con sinceridad aquello

que creo ver en mis trabajos y la actitud frente al arte que ellos suponen.

La actitud reflexiva que a mi manera de ver, se impone ante una obra de

arte de nuestros días debe ser acompañada, sin embargo, por algo de esa

mística que nos lleva aún hoy, a continuar produciendo obras de arte

(probablemente “arte del pasado”, como dice Junker1), a ensuciarnos las

manos con pintura, a plantarnos frente al caballete y el bastidor en blanco y

preguntarnos “y ahora ¿qué hago?”… Valga esto como declaración de

principio: arte conceptual, sí, pero a la hora de hacer, HACER, y luego pensar.

Me recuerda las palabras de André Gide dirigidas a Nathanaël, su discípulo:

1 Junker, La reducción de la estructura estética: Un aspecto del arte actual. En: Dr. F. Fraenza, Compilado de textos para la cátedra de Problemática del arte.2001. Esc. de Artes. FFyH. UNC.

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“arroja mi libro, emancípate de él. Déjame …”, yo no diría eso exactamente,

sino más bien: “Cierra mi libro y deja que hablen la huellas que dejó en ti…”

Por último deseo destacar que no es pretensión de este escrito explicar

las pinturas presentadas; ésto se debe a diversas razones: por un lado porque

éstas surgen de experiencias y vivencias que considero propias y carentes de

interés para los demás; por otro lado porque parto de la idea (que es

justamente el eje de aquello que pretendo demostrar en este escrito) de que el

lenguaje no es un instrumento o herramienta que se utiliza para lograr nuestros

objetivos. Si el lenguaje comunica, lo hace de una manera totalmente diferente

de la que comúnmente se cree, porque lejos de ser un instrumento al servicio

de la realidad, es la realidad misma; nosotros somos nuestro lenguaje y éste no

se limita al lenguaje verbal sino que comprende tanto los gestos, las

entonaciones, las miradas, las posturas, el entorno, las circunstancias, las

intenciones ocultas, como la forma en que pintamos, los colores que usamos,

las materias que seleccionamos, las figuras que creamos. Si el acto de

comunicar es exitoso seguramente no lo es sólo por las palabras sino por una

conjunción de lenguajes, de allí el título de este trabajo escrito.

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“… el signo y la palabra que los hombres usan, son el propio hombre”

“Mi lenguaje es la suma global de mí mismo; porque el hombre es el pensamiento”

Pierce

1.- INTRODUCCIÓN

Un artista, una obra de arte y un espectador; tres polos de una red de relaciones

compleja y punto de encuentro de malentendidos, presupuestos y quid proquo… En uno

de esos polos está el artista que crea su obra y pone en ella cosas tan variadas como

sentimientos, experiencias, anhelos, sueños y también quizás, deseos de fama,

pretensiones de lucro… un sinfín de motivaciones a las que dificilmente se pueda

acceder, aún contando con las explicaciones del mismo artista ya que nada garantiza

que éste sea objetivo o tenga la capacidad de discernir realmente cuál es el valor de su

obra o, inclusive, que sea honesto y quiera decir la verdad...

Frente a la obra se ubicarán espectadores, cada uno de ellos con su propia carga

interpretativa hecha a su vez de experiencias propias, de conocimientos compartidos o

no, de afectos, odios, simpatías y rechazos siempre distintos; movidos por razones que

sólo ellos pueden establecer, buscando fines a veces claros, a veces indefinidos, a veces

inconfesables… Las respectivas lecturas de esa misma obra nunca serán iguales,

podrán tener aires de familia, a lo más; las apreciaciones que surjan serán sinceras,

racionales, emotivas, malintencionadas, hipócritas, teñidas de interés personal, de

deseos de aparentar lo que no se entiende o no se sabe apreciar…

¿Y la obra misma? Ella también será otra según la luz que reciba, la pared que la

soporte, el marco que la realce o la ahogue, el ambiente que la rodee, las obras de arte

que la acompañen, la soledad en que se encuentre, la gente que la contemple, las

palabras que se digan de ella, los escritos que la describan, los comentaristas que la

mencionen, los periódicos que la juzguen, la distancia temporal que la separe de su

gestación, el estado de su soporte, la contaminación que la haya atacado… y la lista

podría continuar.

Un triángulo peligroso ya que ¿cómo se tejen los hilos que unen sus puntas?

¿cómo saber qué sucede en ese cruce inextricable de líneas? Tarea casi imposible de

realizar pero ante la que nadie se amedrenta a juzgar por la enorme cantidad de

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muestras que se realizan, galerías que exponen y renuevan los trabajos de artistas

conocidos o desconocidos, artículos en diarios y revistas, libros que se publican… Y sin

embargo esa red tan confusa no parece aclararse a pesar de todos los discursos

explicatorios que se pronuncien y ello se debe a que el lenguaje en sí no dice siempre lo

que parece decir. Cuando decimos “lenguaje” nos estamos refiriendo tanto al lenguaje

verbal (oral o escrito), como al lenguaje de la pintura, o de la plástica en general, y

también a otros lenguajes más inefables: el de los gestos, las miradas, los tonos de voz,

las posturas…

Estas inquietudes son el germen de la idea que da lugar a la serie de trabajos

presentados con el nombre de “Lenguajes Complementarios” y que postula que, ante el

fracaso casi constante de la pretensión, por parte de un artista, de comunicar alguna

cosa a alguien, sin fallos ni malentendidos, queda la solución de adoptar estrategias

diversas, que provengan de lenguajes diferentes que, puestos en conjunción en un

mismo espacio plástico, logren superar aunque fuera minimamente esa dificultad. Cada

una de las pinturas presentadas pretende aportar una respuesta al problema, recurriendo

a códigos diferentes para decir aquello que otros códigos ocultan o dicen a medias. Este

escrito que las acompaña debe enfrentar un desafío que puede parecer tautológico: decir

con palabras que las palabras no alcanzan para explicar las pinturas y que, a su vez, el

lenguaje pictórico es incapaz por sí mismo de comunicar algo sin fallos.

Comenzaremos por analizar algunos aportes teóricos sobre el problema de la

comunicabilidad de los lenguajes, en particular nos detendremos en el pensamiento de

de Wittgenstein y de Danto. En este primer momento se evitará hacer referencia a la

producción artística que acompaña el escrito ya que nos limitaremos a precisar el marco

teórico sobre el que se sustenta la poética. Veremos luego como U. Eco desde la

semiótica, aporta una salida al problema planteado en la primera parte y cómo las

investigaciones del Groupe µ permiten discriminar los elementos constitutivos del

lenguaje plástico así como deslindar aquello que pertenece a lo icónico de lo puramente

plástico. Desde la postura de estos últimos pensadores podremos abordar una

presentación de las pinturas con un enfoque de tipo semiótico y podremos también

analizar sus características y su génesis con más rigor. A la luz de las conclusiones que

se hayan impuesto a lo largo del trabajo, volveremos sobre las inquietudes planteadas en

esta introducción.

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2.- LENGUAJE Y ARTE

2.1. El giro lingúístico

Dice Wittgenstein: “En el origen de la posibilidad de explicar las cosas, siempre

está lo siguiente: el otro emplea el lenguaje como yo. Si afirma que un conjunto de

palabras cobra sentido para él cuando no posee ninguno para mí, todo lo que puedo

hacer, es suponer que, a la sazón, él emplea las palabras con una significación diferente

de la mía o que habla sin pensar”2 (1975, p.55). Más adelante precisa este autor que si

bien uno no puede ver el rojo en sí, al ver una caja de colores se lo puede mostrar sin

ninguna vacilación; y esto se debe a que poseemos todos una “imagen primitiva, un

arquetipo con el que, a todo momento, puedo comparar el color” (ibid. p.58) pero nada

garantiza que esta imagen sea exactamente igual a la de otras personas, y por otra

parte, la representación que nos hacemos de un color, el rojo o el celeste del cielo, por

ejemplo, no es necesariamente idéntica al color efectivamente visto. En todo caso lo

importante es que si veo algo que yo identifico como rojo y que se presenta en un

artefacto que consta de tres luces, una roja, otra verde y otra amarilla, detenga mi

automóvil en la esquina para dejar pasar a los que vienen por la otra calle… Dicho de

otra manera “el sentido de una proposición es su finalidad” y “toda consigna puede ser

entendida como una descripción, toda descripción como una consigna” (ibid. p.59).

Las investigaciones filosóficas de Wittgenstein (en particular las de su segunda

etapa filosófica), que pusieron de manifiesto la importancia del lenguaje en el ámbito del

conocimiento, destruyen la idea de los lógicos que pretendían construir un lenguaje ideal,

sustitutivo del habla corriente. En su “Cuaderno marrón” y su “Cuaderno azul”

Wittgenstein se pregunta sobre los límites del lenguaje, sobre los problemas del sentido,

sobre las relaciones entre lenguaje y acción, sobre la intencionalidad de los lenguajes y

su función y propone para la filosofía la tarea de ser una forma de vida.

Wittgenstein fue uno de los primeros pensadores en poner en duda que el

lenguaje fuera un instrumento en manos de los hombres para comunicar ideas. Esta

sospecha fue minando la fe que los hombres tenían en las posibilidades de la lengua que

2 Las citas de Wittgenstein provienen de la edición póstuma de su obra Philosophische Remerkungen. Traducida al francés por Jacques Fauve y publicada en las ediciones Gallimard en 1975 como Remarques Philosophiques. La presente traducción del francés me pertenece. En adelante las referencias a esta obra se harán con la fecha de la edición francesa.

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ya no parecía un medio tan seguro como se creía. En primer lugar Wittgenstein se

preocupa por separar aquello que en la lengua es esencial y aquello que no lo es, y para

esto sólo se puede tomar como criterio que se cumpla el fin para el que fueron dichas las

palabras. Con respecto a los colores el niño no aprende lo que son los colores en sí sino

cómo esos colores funcionan en una red de relaciones; en realidad aprende frases en las

que la palabra “rojo”, por ejemplo, es una variable que puede ser substituida por “verde”,

y pronto aprende a reconocer como rojas todas las cosas que los demás acuerdan en

llamar rojas. Con esto Wittgenstein está afirmando que el lenguaje verbal permite integrar

conductas, y ésto se extiende a todos los lenguajes: “Huye si escuchas un disparo o si

ves que te hago una señal. De este tipo es el consenso sobre el que reposa al función

del lenguaje que se oye o se ve” (ibid. p. 56).

Las reflexiones de Wittgenstein fueron continuadas por muchos filósofos que

reflexionaron sobre el lenguaje, entre ellos Benjamín o Adorno que adscribieron, entre

otros, a lo que se dio en llamar el “giro lingüístico” característico del siglo XX, y que

postula que “no hay un mundo del pensamiento que no sea un mundo del lenguaje, y

solamente vemos el mundo presupuesto por el lenguaje” (Benjamín, 2000, p. 69). Con

respecto al arte, y partiendo de esta premisa, los pensadores del giro lingüístico afirman

que “todo fenómeno estético o artístico no se puede comprender en términos de la

relación entre un sujeto y un objeto, sino sólo desde la realidad básica y anterior a la

constitución de todo objeto o sujeto que es el lenguaje” (Vilar, 2000 p.78). Con esto

queda establecida la importancia del lenguaje como medium del hecho artístico y nos

lleva a la idea de que si la crítica busca el contenido de verdad de una obra de arte, éste

no se encuentra en sus apariencias externas sino que se lo debe buscar en su

profundidad como en el caso de los palimpsestos en que sucesivos textos se

superponen unos a otros y van cubriendo los textos anteriores. Si el contenido de verdad

se encuentra en la profundidad de la obras, y para evitar caer en una actitud de

subjetivismo total, debemos plantarnos frente a una obra de arte con una postura de

“antisubjetivismo lingüístico (que) significa que las obras de arte en tanto que formas

lingüísticas no son meros testimonios de sus creadores, sino documentos de la vida del

lenguaje y de sus posibilidades en un momento dado” (Vilar, 2000, p.83).

Adorno, por su parte, tiene del arte una concepción pesimista en el sentido de que

le niega toda posibilidad de comunicación, por lo menos aquellas obras que él considera

como auténticas están cerradas a la posibilidad de ser entendidas: “La estética no ha de

entender las obras de arte como objetos hermenéuticos; tendría que entender más bien,

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en el estado actual, su imposibilidad de ser entendidas. (…) Toda obra de arte es como

una escritura jeroglífica cuyo código se hubiera perdido. Ello significa que la comprensión

de su sentido es perpetuamente diferida a un momento que no llegará jamás” (Vilar,

2000, p. 90). Retomando la relación de las obras de arte con el aspecto lingüístico, que

es el que nos interesa aquí, vemos que el enigma del que habla Adorno se encuentra en

el hecho de que “el arte dice algo y a la vez lo oculta” (ibid. p 91), se trataría de una

mimesis sin sentido y la paradoja estaría en que si el sentido es desentrañado, la obra

pierde su carácter auténticamente artístico: “Lo constitutivo del carácter enigmático

puede reconocerse precisamente allí donde falta: las obras que se manifiesten sin

residuo ante la contemplación y el pensamiento no son tales” (ibid. p 91) Esto nos

permitiría concluir con la idea de que la verdad que las obras de arte auténticas

contienen es inalcanzable por la razón, es incomunicable, pertenece a un orden no-

cognitivo.

Según el pensamiento adorniano el lenguaje refleja la crisis que afecta a la

sociedad entera, y la salida que le queda al filósofo que no puede confiar en el lenguaje

pero tampoco puede prescindir de él, es emplearlo de tal manera que, de su uso, surja la

verdad; estaríamos ante una nueva función del lenguaje: la de configurar una “nueva

dignidad estética de las palabras” (ibid. p 100). Frente al fenómeno del arte la filosofía

debe intentar explicar lo que es inexplicable, pensar lo no-idéntico, comunicar lo

incomunicable, penetrar con conceptos lo que no es conceptual” (ibid, 107.

Antes de analizar qué dice Arthur Danto con respecto al lenguaje subrayemos dos

aspectos del pensamiento de Adorno que aportan una luz sobre los trabajos expuestos.

Por un lado la idea de “enigma” de la obra que se encuentra en la condición misma de

ser obra de arte; como si una obra que lo dijera todo (si esto fuera posible), dejaría de

ser arte ya que no develaría ningún misterio, no dejaría ningún “residuo” para el

entendimiento. El misterio, lo desconocido, lo inexplicable debe necesariamente estar allí

para que una obra de arte atrape al espectador en esas redes inextricables de relaciones

que se tejen entre los tres polos del “triángulo peligroso”.

La segunda idea a destacar es la del “uso” que permita llegar a la verdad. En ese

concepto de uso se encuentra la libertad que el espectador puede poner en práctica

frente a la obra y hacer de ella lo que mejor le convenga (si bien, como dice Eco en Los

límites de la Interpretación, existen barreras que no autorizan ciertos usos). En esta

posibilidad de utilizar los lenguajes para crear nuevos espacios de significación se

encuentra la condición de todo arte (tanto en la producción como en la recepción) y este

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uso libre de las obras de arte es probablemente aquello que constituye su magia, su

mística.

2.2. Arthur Danto

Arthur Danto, filósofo analítico norteamericano, que parte de Peirce y de

Wittgenstein, y que se ocupa también de los problemas relativos al lenguaje y al arte,

sigue el criterio de esta línea filosófica según el cual la verdad sólo puede demostrarse

por medio de un acuerdo intersubjetivo; este criterio fundamenta su tesis de que “el arte

puede ser lo que quieran los artistas y los patrocinadores” (Danto, 1997 p.57). El

problema consiste en saber quien determina e institucionaliza eso que “quieren los

artistas y los patrocinadores”, Danto se lo atribuye al “mundo del arte”. En una obra de

1992, Más allá de la caja Brillo, Danto aborda el problema de saber quienes conforman

ese mundo: ”ser miembro del mundo del arte es participar en lo que podríamos llamar el

discurso de las razones. (…) Lo que se pasa por alto es que lo que confiere el status de

arte a lo que de otro modo serían meras cosas es el discurso de las razones y que el

discurso de las razones es el mundo del arte institucionalmente construido” (1992, p. 51).

Un poco más lejos explica que “la tesis que se desprendía de La transfiguración de lo

banal es que las obras de arte son expresiones simbólicas en la medida que encarnan

sus significados. La tarea de la crítica es identificar los significados y explicar el modo de

su encarnación. Así construida, la crítica no es más que el discurso de las razones” (ibid.

p.52).

A los fines que aquí nos interesan y que permiten enriquecer la lectura de las

obras presentadas, destacamos la idea de que las obras de arte son expresiones

simbólicas, idea que completaremos en el punto siguiente con la teoría del “modo

simbólico” de U. Eco; Asimismo retomaremos en detalle la consigna de “identificar los

significados y explicar el modo de su encarnación”, sobre todo gracias a los aportes del

Groupe µ. Pero previamente, y volviendo a Danto, éste afirma que: “El mundo artístico

es el discurso de las razones institucionalizado y, en consecuencia, ser miembro del

mundo artístico es haber aprendido lo que significa participar en el discurso de las

razones para la cultura de uno. En cierto sentido, el discurso de las razones para una

cultura dada es una especie de juego de lenguaje, que se rige por reglas de juego y por

razones paralelas a las que sostienen que únicamente donde hay juego hay ganancias,

pérdidas y jugadores, de modo que únicamente donde hay un mundo artístico hay arte.”

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(ibid, p, 57). Es fundamental subrayar aquí el aspecto discursivo del arte que Danto pone

de manifiesto y las características de transacción, de aceptación y sometimiento a reglas

del juego que son lo propio de la práctica artística.

Danto considera que “la estructura de las obras de arte es como – o muy análoga

a – la estructura de las metáforas, de manera que ninguna paráfrasis o resumen de una

obra de arte es capaz de activar una participación mental comparable a la que ésta

desencadena; (…) Las metáforas no sólo tienen muchas más connotaciones de las que

pueden ser explicitadas: La energía metafórica no se agota en su equivalencia

connotativa, ya que esa enumeración de atributos pertenece a un dominio lógico también

distinto de la metáfora” (ibid. p.251). Esta característica retórica de decir siempre más de

lo que meramente se puede describir, nos remite al sub-título de este trabajo: “cuando

digo rojo…” con lo que se pretende sugerir que las palabras no remiten a un concepto

claro y objetivo sino que dependen de las experiencias primarias en las que fueron

incorporadas al lenguaje. Y esto es así para el lenguaje verbal pero también para el

lenguaje artístico como parece afirmar Danto al señalar que “sólo se puede afirmar la

equivalencia estructural de obra de arte y metáfora y que ambas implican un “acto de

comprensión de una complejidad por completo distinta de aquellas relaciones básicas

entre las cualidades simples y nosotros. (…) Responder ante aquélla o cualquiera otra

obra es algo por completo distinto a identificarla”.

Sin embargo la interpretación de las metáforas y en consecuencia de las obras de

arte, no es algo imposible ya que de ser así la experiencia artística se convertiría “en una

suerte de nebulosa estética o un golpe cuyo correlato verbal sólo podría ser una

exclamación, dejando de lado la complejidad estructural que implica la recepción de la

obra, así como la rica interacción que se da entre el lenguaje que usamos para describir

la obra y su misma experiencia” (ibid. p.252). La crítica es posible y necesaria y la

interpretación de las obras de arte no tiene por qué ser algo inefable. Que el arte

comunica algo es una evidencia, el problema reside en el modo en que se puede

acceder a ese “algo”. En esto puede constituir una ayuda la visión de Eco sobre el

problema que presentaremos en la segunda parte de este trabajo.

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1.3. El Discurso

La validación de las obras de arte como tales no pasa únicamente por lo

lingüístico; Pensadores como Habermas estiman que esa sanción puede provenir de

ámbitos o “subsistemas sociales de dominio estratégico mediante los cuales la

coordinación de la acción tiende a quedar determinada por medios de comunicación ya

deslingüistizados. Las redes de interacción escapan al control discursivo directo y

tienden a ser coordinadas por otras vías o medios de comunicación que sustituyen el

entendimiento lingüístico” (Fraenza, 1999. p.5) Entre estos mecanismos podemos citar el

dinero y el poder, cuya influencia se suma ciertamente a todos los imperativos de orden

discursivo e histórico que señala Danto, y que no podemos ignorar a la hora de evaluar la

artisticidad de las obras de arte contemporáneas.

No es objetivo de este trabajo ahondar en la incidencia de estas razones ya que

nos hemos propuesto seguir la línea de influencias mutuas entre lo lingüístico y lo

artístico. Si dejamos para otro ámbito de discusión este aspecto de las “coacciones

sistémicas” (Fraenza, 1999, p. 6) y nos limitamos a analizar lo puramente discursivo

vemos que, para que una obra sea reconocida como arte, hace falta una serie de

justificaciones para-textuales (como por ejemplo este escrito) y un contexto (el ámbito

académico donde se presentan las pinturas) que las acompañe desde una particular

circunstancia de enunciación (la presentación de un trabajo final para la obtención de un

título) . “El mundo del arte, (discurso de las razones) no es otra cosa que el conjunto

formado tanto por el contexto específicamente semiótico, cuanto por las circunstancias

mundanas en las que la obra se produce y recibe. Vale decir, por el conjunto de todo

aquello que rodea e influye en el sentido que pueda actualizarse a partir de los productos

de las artes; ya se trate de otros signos o de estados del mundo” (Ibid, p. 9).

Planteado todo lo anterior, nos encontramos ante un panorama en el que se hace

indispensable detenerse sobre el aspecto semiótico del problema a fin de comprender un

poco mejor el mecanismo por el cual se va creando el sentido. Veremos para ello qué

nos dicen pensadores como Eco o los integrantes del Groupe µ.

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3. EL LENGUAJE DEL ARTE – APROXIMACIÓN SEMIÓTICA

En primer lugar es necesario determinar que al decir “lenguaje del arte”

suponemos que nos encontramos frente a un lenguaje que tiene características propias y

que no necesariamente se puede hacer un paralelismo exacto entre las nociones que

describen el sistema del lenguaje verbal por ejemplo, y aquél que se pone en práctica en

el ámbito específico de la plástica. “Hjemslev sabe muy bien que no existe una

correspondencia punto por punto entre las figuras de la expresión y las figuras del

contenido” (Eco, 1984, p.31). Intentaremos pues saber cuál es la especificidad de este

lenguaje, tomando incluso la precaución de separar lo icónico de lo artístico, nociones

que a menudo se confunden pero que no remiten a lo mismo.

También es necesario volver a señalar algo que ya se dijo en la primera parte y

que constituye una falacia señalada por Eco: la del “sujeto como supuesta unidad

trascendental que se abre al mundo en el acto de la representación, el sujeto que

transfiere sus representaciones a otros sujetos en el proceso de comunicación, es una

ficción filosófica que ha dominado toda la historia de la filosofía” (Ibid. p. 39).

Partiendo de esas dos aclaraciones veamos cómo es este sistema y en particular

cómo es el sistema del arte mal llamado “abstracto” o “no figurativo” (pero al que, por

comodidad y generalización de su uso, seguiremos dando ese nombre).

3.1. El modo simbólico

Eco, siguiendo a Hjemslev, ubica al arte entre los “sistemas simbólicos” que si

bien son interpretables, y por eso constituyen “signo”, no son exactamente bi-planares,

es decir que la expresión y el contenido no están en una correlación unívoca pero sí son

interpretables o por lo menos estimulan interpretaciones y, en este caso son

consideradas “invenciones” (ibid. p. 70). Con estas palabras Eco nos está diciendo que el

sentido que le otorgamos a una obra de arte no está fijado de antemano por su

expresión; siempre es posible ir descubriendo significados nuevos en el contenido y en la

expresión y en este proceso entran en juego tanto relaciones semióticas como relaciones

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de otro tipo que relevan de factores personales: asociaciones sinestésicas o

idiosincrásicas, experiencias personales, recuerdos, etc.

Naturalmente estos últimos aspectos, sobre todo los idiosincrásicos, escapan a

nuestro análisis, por lo que nos limitaremos a observar “al menos las condiciones

textuales de una experiencia estética (que) sí pueden ser dichas, descritas y justificadas”.

Eco precisa luego que “existen realmente experiencias semióticas intraducibles, en las

que la expresión es correlacionada con una nebulosa de contenido, es decir, con una

serie de propiedades referidas a campos diferentes y difícilmente estructurables por una

enciclopedia cultural específica: cada uno puede reaccionar ante la expresión

asignándole las propiedades que parezcan más adecuadas. Éste es el uso de los signos

que hemos denominado modo simbólico” (Ibid, p. 257).

Este modo simbólico es a nuestra manera de ver el que mejor permite acercarse

al tipo de obras presentadas en esta ocasión. En La trama de lo moderno J. Sureda y

A.M. Guasch se refieren al arte actual como el que surge del “vuelo al interior de uno

mismo”, y que la dificultad en establecer categorías o escuelas proviene de que la

realidad artística de hoy está dominada por la “mitología de lo individual” (1987, p. 163).

Si esto es así – y ésta es la manera como podemos ver el conjunto de obras presentadas

- el símbolo pasa a jugar un papel fundamental en cuanto lenguaje de lo mitológico, en

cuanto “expresión” de un “contenido” vago, impreciso, referido a experiencias

idiosincrásicas, pero no por ello menos interpretable o por lo menos dotado de sentido

oculto.

Umberto Eco en el cápítulo IV, El modo simbólico, de Semiótica y Filosofía del

Lenguaje, analiza magistralmente esta noción de símbolo y el sentido que se le ha

otorgado a lo largo de la historia y de diferentes teorías; Pero veamos cómo considera él,

esto que llama “el modo simbólico”.

En primer lugar para que haya símbolo debe existir “una presunción de analogía

entre simbolizador y simbolizado” amén de un significado “esencialmente vago” (ibid,

p.257); estos dos elementos están presentes en el arte moderno entendido éste como el

que se produce desde fines del siglo XIX, momento en que “el símbolo se vuelve un

modo particular de disponer estratégicamente los signos para que se disocien de sus

significados codificados y puedan transmitir nuevas nebulosas de contenido. Desde este

punto de vista, el símbolo no se identifica totalmente con lo estético, sólo es una de las

estrategias poéticas posibles” (ibid, p. 275).

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En las obras presentadas el hecho de utilizar fragmentos de textos que fueron

realizados para otros fines (preparación de clases, dibujos, notas de lecturas, apuntes…)

y recontextualizarlos en un espacio plástico les confiere un valor simbólico que no tenían

antes. Si observamos un fragmento de la obra llamada Límites II, nos encontramos con

una textura lograda a partir del collage de papeles escritos en circunstancias

determinadas pero que nada tienen que ver con la creación de esta obra en particular;

este cambio les confiere una significación nueva; resultan extraños en ese nuevo

contexto… como dice Eco se “epifanizan” es decir que permiten que “una inteligencia

despierta pueda ir más allá y penetrar en la intimidad de su significado aún no

expresado” (ibid, p. 277).

Límites III - DetalleCollage, acrílico, barniz sobre conglomerado.

Epifanía según el diccionario quiere decir revelación, manifestación divina;

despojando el término de su connotación religiosa se trataría de la manifestación de

“algo más” es decir de esa “nebulosa de contenidos que son intraducibles”. Agrega Eco

que para que un objeto se epifanice “es necesario que sea colocado estratégicamente en

un contexto que, por una parte, lo pone de relieve y, por la otra, lo presenta como no

pertinente con respecto a los guiones que registra la enciclopedia. Funciona como un

símbolo pero un símbolo privado: sólo vale en y por ese contexto” (ibid).

¿Cómo explica Eco el funcionamiento del modo simbólico? En el comienzo

tendríamos un “proceso de invención aplicado a un reconocimiento. Encontramos un

elemento que podría desempeñar, o ya ha desempeñado, una función sígnica (en

nuestro caso el fragmento de texto manuscrito) y decidimos verlo como la proyección de

un segmento suficientemente vago de contenido” (ibid, p. 285). Este elemento según el

modo simbólico, en vez de ser presentado como tal, es reconocido como portador de

ciertas características que, en este ejemplo, podrían remitir a la idea de huella, de indicio

de una actividad de tipo intelectual, o a otras cosas imprecisas como aquellas que las

palabras legibles evoquen.

Glauco (detalle)Acrílico, enduido, pastel, collage, barniz,

sobre tela.

Page 17: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

1 x 1 m.2004

En el caso de Glauco, por ejemplo, y sin entrar a buscar equivalencias que

remiten a “mitologías individuales”, los trazos que surcan la superficie y se entrecruzan

formando retículas abiertas remitirían, en el modo simbólico, a la rapidez, la

espontaneidad, pero también a la idea de interrelación, de influencias cruzadas… es

decir a “un procedimiento de uso del texto” (ibid, p.287). Éste uso, concluye Eco, “puede

aplicarse a todo texto y a todo tipo de signo, mediante una decisión pragmática (`quiero

interpretar simbólicamente´) que en el plano semántico produce una nueva función

sígnica al asociar expresiones ya dotadas de contenido codificado con nuevos

segmentos de contenido, máximamente indeterminados y escogidos por el destinatario”

(ibid).

Para concluir sus observaciones sobre el modo simbólico, Eco especifica que la

interpretación de los símbolos encuentra un límite en los posibles contenidos sugeridos

por el contexto mismo, por la tradición intertextual y por la puesta en funcionamiento de

la enciclopedia; es decir que “el simbolismo poético moderno es un simbolismo

secularizado en el que el lenguaje habla de sí mismo y de sus posibilidades”. Si bien el

contendido es vago, impreciso, a veces inefable, el símbolo no permite que se interprete

cualquier cosa… como dice Eco hay una diferencia entra “la interpretación sana y la

interpretación paranoica” (1990, p.62).

3.2. El código

Veamos ahora con qué tipo específico de signos se instituye el lenguaje del arte;

Si tomamos la clásica distinción de Peirce entre símbolos, íconos e índices, podemos

decir con Eco que “existen signos que parecen más aptos para expresar correlaciones

abstractas (como los símbolos) y otros que parecen guardar una relación más directa con

los estados del mundo, como los índices y los íconos que intervienen de forma más

directa en los actos de mención de objetos” (1976, p. 235). ¿Podemos decir que la

pintura se basa en el funcionamiento de un código que rija la mutua relación entre

símbolos, íconos e índices? Ciertamente no estamos ante el mismo tipo de código que el

del lenguaje verbal que comunica mediante un “código fuerte”; “La experiencia de la

comunicación visual nos recuerda (…) que con mucha frecuencia nos encontramos ante

Page 18: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

códigos muy débiles, imprecisos, mutables y definidos groseramente, en que las

variantes admitidas prevalecen con mucho sobre los rasgos pertinentes” (Eco, 1976, p.

314). La particularidad del lenguaje visual es que está conformado por signos icónicos

que, “fuera de contexto, no tienen estatuto, y por lo tanto no pertenecen a un código; (…)

sin embargo significan. Así, pues, hay razones para pensar que un texto icónico, más

que algo que depende de un código es algo que instituye un código” (ibid, p.316).

Esta última idea de la institución más que de la utilización o de la puesta en

ejecución de un código, es fundamental a la hora de definir lo que es el arte abstracto y

particularmente frente a las pinturas presentadas que se adscriben a ese tipo de

representación. Estaríamos ante un sistema de pseudounidades que carecerían de

significado fuera de ese sistema pero que obedecen, por dentro de él, a una serie de

reglas combinatorias; “Nadie puede negar, dice Eco, que en esos casos existe un plano

de la expresión, perfectamente articulado, pero lo que sigue imprecisado es el plano del

contenido, abierto a cualquier interpretación. En ese caso sentimos la tentación de

hablar, más que de funciones semióticas, de señales abiertas que invitan al destinatario

a la atribución de un contenido, con lo que desafían a la interpretación.” (Ibid, p.345).

Incluso, dice Eco, hay momentos en que desaparecen las reglas combinatorias,

como en el caso del arte informal (y en consecuencia, en algunos de los aspectos de los

trabajos expuestos, sobre todo en lo que hace a las texturas o los collages) en el que

nos enfrentamos a “galaxias textuales carentes de la más mínima regla previsible” (ibid.).

Este sería el caso de una obra como Trazo Negro en la que contrastan dos superficies

cromáticas y texturales diferentes que definen una forma ovalada surcada por un trazo

grueso de valor muy bajo (Ver página siguiente).

Sin embargo aún el arte informal puede ser inscripto en el arte que responde a

una combinatoria de unidades, o pseudounidades, en el sentido de que, al explorar las

posibilidades que le otorga la materia (en este caso enduido, barniz, papel), el artista

“descubre al nivel del continuum expresivo nuevas posibilidades de segmentación, a las

que las organizaciones expresivas anteriores nunca habían atribuido carácter pertinente”

(ibid. p. 346). Y la prueba de que sí existe una organización o combinación de unidades

es que fácilmente se reconocen las obras informales como pertenecientes a tal o cual

artista: una obra de Pollock, de Dubuffet o de Tàpies es absolutamente identificable.

Este nivel es el que Eco llama la Invención.

Page 19: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

Trazo Negro – Díptico.Acrílico, enduido, collage s/ fibrofácil.

1,10 x 1,80 m.2005

3.3. Invención

“Definimos como invención un modo de producción en que el productor de la

función semiótica escoge un nuevo continuum material todavía no segmentado para los

fines que se propone y sugiere una nueva manera de darle forma para transformar

dentro de él los elementos pertinentes de un tipo de contenido” (ibid. p. 347) Es decir que

se establece una relación inesperada, inédita entre una porción de contenido y otra de

expresión y la relación entre ellas está regida por lo que Eco llama ratio difficilis ya que

no existen antecedentes de esta unión y se trata de una nueva correlación que se

instituye. En el caso del arte abstracto (invenciones radicales) sucede que está ausente

el modelo perceptivo, el emisor se lo “salta”, dice Eco, y “excava directamente en el

continuum informe, configurando el percepto en el momento mismo en que lo transforma

en expresión” (ibid. p. 356).

Ahora bien, esta invención, por radical que sea, nunca es total y duradera ya que

“para que la convención pueda nacer, es necesario que la invención de lo todavía no

dicho vaya envuelta de lo ya dicho. Y los textos inventivos son estructuras laberínticas en

que, con las invenciones, se entrecruzan reproducciones, estilizaciones, ostensiones,

etc. La semiosis no surge nunca ex novo y ex nihilo. Lo que equivale a decir que

cualquier propuesta cultural nueva se dibuja siempre sobre el fondo de cultura ya

organizada”(ibid. p. 358).

Lo anterior explica tal vez la dificultad que se plantea al tener que identificar

referentes de la propia obra; por un lado son tan numerosos que resultaría tedioso

enumerar todos aquellos artistas y escuelas con los que se crea alguna relación de

identificación; y, por otro lado, al no trabajar al estilo de los apropiacionistas que

literalmente hacen reproducciones exactas de las obras de otros o por lo menos de la

“manera” de otros, ya que el estilo no se reproduce por definición, no es tarea fácil decir

que la obra de uno “refiere” a tal o cual. En el caso particular de las obras presentadas

podría decirse que existe un parentesco con los Informalistas europeos de mitad de siglo

XX : con Soulages en los trazos, con Dubuffet, Wolls o Fautrier en lo matérico y en la

monocromía, y en menor medida, con algún representante del Expresionismo Abstracto,

Page 20: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

como Gottlieb o Rothko. Seguramente estas obras deben a estos artistas y a muchos

otros, lo que son, pero, y ésto nos lleva al segundo aspecto señalado, no se puede decir

que pertenezcan exactamente a tal o cual corriente. Por otra parte existe una influencia

del conceptualismo, sobre todo en su vertiente lingüística, en el uso de textos escritos

que si bien se ven despojados de su coherencia al ser desgarrados, cubiertos por

pintura, en suma descontextualizados, pero que no pierden su carácter de escritos

identificables como tal. Valen por ser palabras encadenadas en segmentos significantes

(aunque inconexos) además de cumplir una función de “sememas texturales” como

veremos luego.

Si en cierta manera las pinturas presentadas pueden adscribirse a la corriente

informalista, es necesario, al analizar el código, detenerse en la materia misma del

significante que pasa a cumplir un rol destacado en el proceso de significación y de

apreciación de una obra. El hecho de que la materia reciba tal tratamiento o tal otro, es

pertinente, y cargado de significado; pensemos en la carga matérica de ciertas obras

impresionistas o en las enormes composiciones de Tàpies que carga sus tablas con una

materia densa para poder valorizarla por medio de incisiones profundas.

Glauco – DetalleEnduido sobre tela (ver p. 16)

En el ejemplo precedente encontramos un material recurrente en gran parte de los

trabajos: el enduido aplicado con espátula en muy finas capas que, inclusive, no cubren

totalmente la superficie del soporte. Esta superficie no homogénea crea micro-contrastes

al oponer pequeñas superficies lisas con otras más rugosas. Por otra parte al ser

trabajado con espátula se crean surcos, cortes, rebordes que otorgan una riqueza

variada a las superficies.

El collage realizado a partir de la adjunción de papeles escritos con bolígrafo y

desgarrados además de crear efectos de texturas muy interesantes, tiene un alto valor

simbólico dentro de la poética que generó estas obras. No es el caso dilucidar en qué

Page 21: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

consiste, en lo personal, ese valor, sin embargo, a nadie escapa el rol que cumple en

nuestra cultura occidental la palabra escrita y el poder evocador que tiene. Veamos como

se manifiesta este efecto en la obra siguiente:

Trazos IV – DetalleCollage, acrílico

El uso del barniz industrial que cubre ciertos sectores de algunas obras o que

fragmenta por chorreaduras el espacio, es particularmente interesante ya que crea

contrastes de refracción y absorción de la luz; este material que es translúcido pero no

totalmente cristalino - ya que cubre el plano con una capa levemente coloreada de ocre -

crea efectos de transparencia y por lo tanto de profundidad pero, al mismo tiempo,

detiene la mirada en su propia superficie; es decir que hace de barrera táctil pero no

visual, metáfora de lo permitido y lo prohibido.

Trazos III – DetallesBarniz sobre papel

En cuanto a los otros materiales usados: acrílico, grafito y pastel responden a la

necesidad de trabajar de manera rápida, ágil y espontánea; se trata de materiales que se

adecuan perfectamente a una factura veloz y a una manera directa de intervenir la

superficie que recuerda la gestualidad de los expresionistas abstractos, aunque con

mucho más distanciamiento.

3.4. La pintura abstracta como texto estético

Trazos IIAcrílico, collage, grafito sobre chapadur

0,90 x 0,70 m2004

Una obra como Trazos II puede parecer “impermeable al enfoque semiótico” como

dice Eco (1976, p. 378) y sin embargo, al mismo tiempo que oculta su significado, genera

la posibilidad de múltiples interpretaciones; es como dice este autor un texto que

“comunica demasiado y demasiado poco” (ibid.). ¿Cómo podríamos definir una pintura

abstracta? Si partimos de la idea que estamos frente a un objeto que debe tener el

Page 22: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

mismo estatuto que una obra de arte de las mal llamadas “figurativas”, una pintura

abstracta es simplemente un texto estético que además de ser “ambiguo y

autorreflexivo”, como dice Jakobson (citado por Eco, 1976, p.370), de poseer un código

débil y reglas combinatorias en permanente creación, se diferencia de otros tipos de

textos en que es “un mecanismo perezoso que vive de la plusvalía de sentido que el

destinatario introduce en él” y en que busca dejar al destinatario el mayor margen posible

de ”iniciativa interpretativa” (ibid. p.76).

La tarea del destinatario de un texto estético es ardua ya que en “una estructura

compuesta por muchos niveles y de conexiones laberínticas, las denotaciones se

transforman en connotaciones y ningún elemento acaba en su interpretante inmediato

sino que inicia una `fuga semiósica´.” (Ibid, p. 383). Con esto Eco nos está diciendo que

la obra de arte se presenta con la intención (¿un poco utópica?) de suscitar en los

espectadores una reacción, una sospecha sobre su propia organización del mundo, una

duda con respecto a las verdades establecidas. En este sentido un texto de este tipo

establece una relación pragmática que invita a hacer deducciones, inducciones y sobre

todo abducciones (éstas últimas entendidas como hipótesis interpretativas o inferencias

conjeturales) que llevarán a “una dialéctica de aceptación o rechazo de los códigos del

emisor y de propuesta y control de los códigos del destinatario” (ibid, p. 384).

En síntesis, el arte abstracto, visto como conjunto de textos estéticos, se diferencia

del “figurativo” en que la cooperación que el espectador debe realizar para la

interpretación es mayor y más azarosa, pero también más libre y gratificante. Con una

obra como la siguiente (que forma parte de la serie Ventanas) se pretende provocar por

parte de los espectadores la búsqueda de un sentido que en cada caso será diferente y

podrá ser de rechazo o de aceptación, de indiferencia o de emoción, de curiosidad o de

censura; todo aquello con lo que se pueda investir esta obra será válido más allá de lo

que haya podido significar en el momento de su creación.

De la serie VentanasAcrílico, enduido, collage, barniz sobre tela.

0,50 x 0,40 m2005

4. LENGUAJES COMPLEMENTARIOS

4.1. Lenguajes en cooperación

Page 23: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

El título dado a la serie de pinturas presentadas para este trabajo final, como ya

fue dicho en el prólogo, responde a la inquietud que se plantea frente al problema de las

relaciones entre lenguaje y arte por un lado y lenguaje del arte por el otro, sospechando

que las insuficiencias y las carencias comunicativas de uno y otro, así como la falacia

señalada con respecto a la capacidad de expresión fiel del lenguaje, podrían subsanarse

en una complementaridad de lenguajes. Vendría a ser como si la pintura, al integrar en

su espacio plástico una variedad de códigos, los pusiera en situación de cooperación

recíproca en vistas a colaborar con el proceso de interpretación. Así es como el código

propio de la pintura que utiliza fundamentalmente el color, la textura y las formas, se

complementa con elementos ajenos a ella: palabras, textos más o menos completos,

dibujos, materias no convencionales… y esto se hace con la convicción de que aquello

que no es posible expresar con palabras tal vez pueda ser sugerido con un trazo, o

apoyado con un dibujo, o tal vez metaforizado por una textura o un contraste de

materias… Más allá de lo que personalmente pudieran expresar estas pinturas que, sin

duda, poseen un significado del tipo que Sureda y Guasch llaman de las “mitologías

individuales” (1987, p. 163), y de que no es éste el caso de intentar explicar con palabras

lo que simplemente se está mostrando a través de las obras, están pues los

espectadores que “cooperarán” o no, con estos textos, y encontrarán o no, niveles de

lecturas más o menos satisfactorios en esa relación pragmática a la que aludía Eco,

como vimos en el capítulo anterior. Es en este sentido, es decir con la pretensión de

coadyuvar en el proceso de cooperación textual, que me propongo analizar más

detenidamente los aspectos formales de las obras en cuestión y para ello seguiremos el

estudio minucioso que realizó el Groupe µ y que publicó con el título de Tratado del

signo visual. Para una retórica de la imagen en 1992 en Francia (Editions du Seuil).

4.2. El Groupe µ

Adoptaremos para nuestro análisis la postura del Groupe µ con respecto a la

manera de enfocar el estudio del plano de la expresión del texto artístico: ésta consiste

en hacer una “microsemiótica que arranca de elementos de la imagen que considera

como atómicos (…) y que son entidades teóricas – los constructos – más bien que

objetos de percepción o perceptos. (…) Se trata de hechos generales de código, tipos

que constituyen un sistema relacional. El enfoque microsemiótico puede mostrar cómo

Page 24: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

estas unidades pueden organizarse en mensaje mediante ensambladuras y

combinaciones” (1992, p. 42,43). A pesar de la contundencia de esta declaración, los

autores precisan luego que es sumamente difícil determinar esas reglas combinatorias y

que muchas veces se cae en una evidente arbitrariedad al afirmar ciertas premisas.

Pero, este enfoque sigue siendo el más científico y necesario para interrogar con más

rigor al texto artístico.

En cuanto al plano del contenido, su acceso “continúa sembrado de trampas. No

hay código en el sentido estricto del término. Los elementos icónicos parecen conducir al

contenido, pero no es cierto que ahí esté el contenido de la imagen, y eso no da

respuesta al problema de la imagen no figurativa” (ibid, p. 44): Volveremos luego sobre

este problema ya tratado por Eco en el punto anterior, no obstante señalemos que no

hay dudas de que efectivamente “existe un signo plástico y en consecuencia un

significado plástico, así como una interacción compleja entre lo plástico y lo icónico” (ibid.

p. 45), cuya diferenciación veremos a continuación.

4.3. Lo icónico, lo plástico

Hasta el presente se ha considerado que lo plástico aparecía más o menos

subordinado a lo icónico, en el sentido de que lo plástico se alojaba en el ámbito de la

expresión y lo icónico constituía la esencia del contenido; para el Groupe µ, “plástico e

icónico constituyen dos clases de signos autónomos. Siendo signos por entero, cada uno

de ellos asocia un plano del contenido a un plano de la expresión y la relación entre esos

dos planos es cada vez original” (ibid. p. 103); si bien es cierto que la correspondencia

entre ambos planos es más vaga y confusa para lo plástico que para lo icónico y que

ambos aparecen frecuentemente como solidarios en su manifestación material pero no

subordinados.

Ahora bien, ¿cómo distinguir uno de otro? El problema se plantea por la

posibilidad, ante un fenómeno visual, de ver en él un simple fenómeno físico o una

representación: “esto es un círculo y esto representa un círculo” (ibid. p 105). Este

conflicto es candente en el caso de las figuras geométricas que tanto pueden ser vistas

como hecho plástico al no poseer como referente un ser del mundo, y como hecho

icónico por remitir a una idea exterior y ser actualizada por una forma en el espacio. Por

esto es importante definir exactamente que por signo icónico se entiende aquel signo

cuyo significante está “ligado a un referente por una relación llamada de transformación y

Page 25: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

por conformidad a un tipo” (ibid, p. 105). Así, un círculo puede ser ícono pero en ese

caso su referente será el sol o una cabeza o una fruta; si en un contexto determinado se

le puede atribuir el significado “perfección” no lo será en virtud de una relación de tipo

icónica sino simbólica. Queda pues claramente establecido que un signo plástico

significará por medio de indicios o de símbolos, mientras que un signo icónico lo hará por

medio de un significante con alguna relación de semejanza con el referente.

Si nos limitamos al estudio del signo plástico, que es el signo recurrente en las

obras presentadas, primero surge la necesidad de delimitar lo que en cada caso, es

semiótico y lo que no lo es, ya que no todo lo visual tiene una función semiótica. “Un

enunciado plástico puede ser examinado desde el punto de vista de las formas, de los

colores, de las texturas y, además desde el conjunto formado por los unos y los otros.

(…) Se verá rápidamente que los significados yacen menos en las formas o los colores

mismos, que en sus relaciones” (ibid, p. 170).

Cada una de las obras presentadas representa un enunciado, una materia, que

permitirá la identificación de relaciones entre substancias del significado y del significante

presentes en el sistema de la pintura como actualizaciones de las formas de la expresión

y del contenido. Las relaciones se establecerán en el sintagma fuera del cual sería

imposible otorgarle un valor a los elementos analizados y, además, remitirán al

funcionamiento de lo que Eco llamaba el modo simbólico, como vimos antes. Habría que

agregar la presencia en el texto plástico de los índices que remiten a la noción de huella,

de hecho sensible que permite reconocer algo que no está presente y tal vez no sea

perceptible; los signos plásticos, ya sea que funcionen como símbolos o como íconos,

pueden ser considerados como pertenecientes a “un sistema de contenidos psicológicos

postulados por el receptor, que no tienen necesariamente correspondiente con la

psicología científica” (ibid. p. 177). En la obra llamada “Fragmentación I” (ver página

siguiente), los trazos realizados con pastel negro podrían referir a la idea de prisa, serían

los índices que remitirían a la idea de un gesto espontáneo y seguro.

Page 26: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

Fragmentación IAcrílico, collage, pastel sobre aglomerado

1,20 x 1,10 m2004

Veremos a continuación, tres grandes familias de signos plásticos que

caracterizan las pinturas presentadas.

4.4. La textura

“Los elementos texturales, nos dice el Groupe µ, se caracterizan por una

dimensión reducida, dimensión tal que no se pueda hacer de ella una forma, pues la

percepción individual de esos elementos es reemplazada por una aprehensión global

gracias a una operación de integración” (ibid. p. 178, 179). La textura se define por la

repetición de esos elementos de tamaño reducido que crean una suerte de ritmo.

En la totalidad de las obras presentadas la textura adquiere un rol fundamental, ya

sea que se realice por medio del collage de fragmentos de papeles escritos y

desgarrados, o ya sea que surja de la adjunción de enduido puesto con la espátula.

Estas estructuras, compuestas por diferentes “sememas texturales” y surgidas del azar,

se ven realzadas por el agregado de varias capas de pintura aguada. Los efectos de

transparencia que se crean permiten reconocer los trazos de las grafías, elementos de

nuevas texturas que subrayan el efecto general. El uso de textos que han perdido su

significado al ser descontextualizados, amén del sentido simbólico de referir al ámbito del

estudio o del trabajo intelectual, hace que queden en ese nuevo contexto, investidos de

una función metafórica que pondría en relación un significante gráfico con un significado

idiosincrásico, propio de una mitología individual.

Trazo Negro – DetalleCollage, acrílico sobre aglomerado

Sin dudas las texturas tienen un significado, pero éste es global y, según el Grupo

µ, presentan tres rasgos: “tridimensionalidad, tactilomotricidad y expresividad” (ibid. p.

182); el primero está presente, si bien no sea fundamental y, como dijimos, se potencia

con la profundidad que sugieren las transparencias. El segundo rasgo apela sobre todo a

lo táctil: ciertas texturas incitan a ser tocadas, sobre todo aquellas hechas con enduido.

Page 27: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

En este caso se apela a la sugestión sinestésica: la experiencia visual induce a la

experiencia táctil, una moviliza el intelecto, la otra, el cuerpo.

Contigüidad azul – DetalleEnduido, acrílico sobre aglomerado.

En cuanto al rasgo de la expresividad, ésta se centra sobre todo en conseguir un

efecto entrópico, entendiendo con esto la tendencia al desorden, que parece ser el

destino de la materia del universo; con esto oponemos el desorden, propio de la

naturaleza, al orden, propio de la cultura. No pretendemos otorgar una significación

“psicologizante” a este rasgo - más allá de que probablemente lo tenga, pero eso

pertenece al orden de lo personal - sino simplemente subrayar la referencia que, a través

de las texturas creadas, pueda hacerse a la organización azarosa, entrópica de la

materia.

Dentro del fenómeno de las texturas debemos incluir el del brillo que en varias

obras se logra con una capa de barniz industrial. La intención es la de crear una calidad

de luz diferente, con centelleos y con un resultado de “transparencia que produce la

ilusión de ver a través de la obra “ (ibid. p. 189). Los efectos del barniz chorreado sobre

la superficie crean límites y permiten jugar con las ideas en oposición de

translúcido/opaco, liso/rugoso, impermeable/permeable.

Contigüidad amarilla – Detalle

Acrílico, collage sobre aglomerado

Page 28: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

Trazos III – DetalleAcrílico, enduido, collage, pastel, barniz sobre tela

4.5. La forma

Por forma entenderemos, en este caso, ese componente que, unido al

componente “fondo”, conforma un enunciado plástico. Las formas se definen por su

dimensión, su posición y su orientación; esta precisión es ciertamente muy somera y no

da cuenta de la riqueza y variabilidad de las formas existentes pero a los efectos de

describir las pinturas presentadas, no será necesario complejizar más la descripción.

Dice el Groupe µ: “Establecer un semantismo de la forma es necesariamente penoso,

porque nos movemos en un terreno que no está gobernado por lo que Eco llama la ratio

facilis, es decir en un terreno que no está rigurosamente codificado” (ibid, p. 197).

“En tanto que enunciado, una forma puede aparecer como más o menos fiel a un

tipo de forma culturalizada: el círculo, el cuadrado, el triángulo etc (…) Debemos pues

esperar que cuanto más una forma se aproxime a un tipo culturalizado, más el

semantismo plástico que le viene de sus formemas estará normalizado por el significado

que la cultura en cuestión ha investido en ese tipo. (…) El círculo es una de esas formas

con fuerte carga simbólica: perfección, divinidad, eternidad, son algunos de los

significados posibles que pueden serle asociados” (ibid. p. 200, 201) Esta forma, así

como la del cuadrado, son recurrentes en varias de las pinturas:

Papeles, luzAcrílico, collage sobre tela

1,10 x 0,90 m2004

4.6. El color

“El color aislado es un modelo teórico: No posee existencia empírica si no se lo

asocia, en el seno del signo plástico, con una forma y con una textura” (ibid. p. 206) nos

Page 29: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

dice el Groupe µ; Empero los estudiosos del color coinciden en que, si bien el color en sí

no tiene existencia material, se lo puede articular en función de tres “cromemas”: la

dominancia, la luminosidad y la saturación. Sería demasiado largo aquí repasar las

diferentes teorías que han intentado determinar, con mejor o peor suerte, los

significantes y los significados del color (Goethe, Itten, Chevreul..). Sobre todo en lo que

hace al contenido se han evocado muchos conceptos que “poseen una generalidad que

sobrepasa con mucho el mundo de los colores. Estos significados pueden ser producidos

por otros elementos de los enunciados (por ejemplo, las formas, la textura, el sujeto

icónico) de manera que resulta casi imposible atribuir unívocamente contenidos a las

expresiones cromáticas. Es preciso aceptar que la imagen plástica no está codificada a

priori y elige libremente sus determinaciones coloreadas” (ibid. p. 218) De hecho en cada

enunciado se actualizarán ciertas interpretaciones del color que pueden ser invalidadas

en otros enunciados.

¿Qué se puede esperar de una teoría del color? El Groupe µ afirma que las

diversas teorías que han abordado este problema, desde la psicología, la física, la

antropología, se han concentrado en establecer los lazos entre expresión y contenido

mediante la ley de los grandes números (la ratio facilis de Eco). “Pero todos sabemos

que puede crearse una infinidad de otros lazos, más o menos lábiles, a partir de

experiencias personales o con relación a grupos restringidos (ratio dificilis). (…)Sea como

fuere, una vez que le atribuimos un contenido al color, estamos ante un código (…) En el

campo del color encontraremos todos los estados intermediarios entre los códigos

escritos y las asociaciones connotativas individuales” (ibid. p. 215, 216). Con esto se

quiere decir que a lo sumo, tomando cada uno de los cromemas señalados, podemos

determinar ejes semánticos de oposiciones conceptuales que permiten una gradación

infinita de estadios intermedios: de “caliente” a “frío”, de “insaturado” a “saturado”; Nunca

encontraremos oposiciones exclusivas: caliente o frío. Por otra parte, según el Groupe µ,

estos ejes se relacionan con cadenas de tipo apreciativo: elegancia, ostentación,

felicidad, energía; Por ejemplo: color saturado se vincula con llamativo y energía; color

luminoso se relaciona con diurno, felicidad… Cabe señalar la absoluta relatividad de

todos estos conceptos; el mismo Groupe µ señala que poseen “una generalidad que

sobrepasa con mucho el mundo de los colores (…) de manera que resulta casi imposible

atribuir unívocamente contenidos a las expresiones cromáticas: Es preciso aceptar que la

imagen plástica no está codificada a priori y elige libremente sus determinaciones

coloreadas” (ibid p. 218). Más que de eje semántico deberíamos hablar de un eje

Page 30: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

simbólico de los colores basado en “determinaciones personales y/o culturales” (ibid.) y

esto se aplica sobre todo al cromema de la dominancia. En todo caso, no existen dudas

de que los colores cumplen una función semiótica pero ésta es imposible de determinar a

priori , a lo sumo se puede establecer el contenido del color aislado o en sintagma,

dentro de un enunciado.

Si tomamos el conjunto de las obras presentadas como el contexto en el que cada

una de ellas constituye un enunciado relacionado como co-texto con los otros, podríamos

elaborar un sistema de relaciones, un eje semántico y simbólico, para cado una de los

cromemas. En cuanto a la luminosidad la gran mayoría de los trabajos se ubicaría en el

extremo “claridad”, “transparencia” y “brillantez” que podrían asociarse al concepto (vago

e impreciso) de “ostentación”. La saturación por su parte ocuparía un lugar intermedio en

el eje de puro/impuro, simple/complejo; ¿Qué evocaría esto sobre el plano simbólico?

Preferiría dejar sin respuesta la pregunta… o contestar: lo que el espectador quiera…

Contigüidad azulAcrílico, collage sobre fibrofácil.

1,10 x 0,90 m2005

Por lo que hace a la dominancia, cada enunciado se ubica netamente en un punto

en la línea de cálido a frío; las cosas no son tan claras a la hora de señalar qué

contenido otorgarle a esto: en mi sistema simbólico tal vez los cálidos sugieran más

energía que los fríos, pero esto es relativo ya que entiendo que la idea de energía está

más bien en el resultado de la combinatoria final de los elementos plásticos. Las dos

obras anteriores permiten confirmar tal intuición.

4.7. El dibujo

Para completar el análisis de los componentes plásticos de esta serie de obras

faltaría tener en cuenta el dibujo, ya que éste es parte esencial de la poética. Dice el

Grupo µ que “el gesto elemental del dibujo consiste en marcar una superficie y en dejar

una huella, que da cuenta, así, de un movimiento. La pintura, por el contrario, no posee,

o lo hace en menor medida, este carácter de enlace procesal de la visión y de la

actividad de la mano” (ibid, p. 228). El dibujo tiende a racionalizar, a marcar límites,

contornos, direccionales; “afirma una diferenciación del mundo, una discontinuidad, y por

Page 31: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

consiguiente un lugar de información concentrada: no es de extrañar entonces, que se

asocie fácilmente con la actividad racional” (ibid.). Se podría decir - aunque haciendo la

reserva de que se trata de una formulación seguramente demasiado simplista, ya que en

la realidad las cosas no siempre son tan fáciles de categorizar - que la pintura se

ubicaría, en consecuencia, en estas obras, en el ámbito de lo irracional, de lo

indiferenciado, de lo inconsciente.

Al integrar en un mismo espacio plástico dibujo y pintura se ha intentado

precisamente decir lo que la pintura no dice, o no puede decir, recurriendo a otro medio

que sí es capaz de hacerlo: el del dibujo. Es decir que a la experiencia visual que permite

la pintura, le agregamos las percepciones que sólo las líneas del dibujo suscitan y estos

dos aportes expresivos se combinan por reglas propias a este contexto, para conformar

un contenido nuevo y que podría calificarse de tautológico ya que habla de lo mismo que

muestra; pintura y dibujo sobre la pintura y el dibujo aunados.

Fragmentación I Pastel, acrílico, collage sobre aglomerado

1,20 x 1,10 m2004

Con el afán de sintetizar los diferentes aspectos analizados precedentemente,

puede deducirse una constante en la totalidad de las obras presentadas, y ésta consiste

en que las técnicas de producción de los significantes no se ocultan en pos de un

“acabado” que disimule su propia génesis. Como dice el Groupe µ: “los enunciados

muestran la huella de su enunciación, normalmente ocultas, efecto reforzado todavía

más cuando el collage se hace con elementos identificables del mundo natural: exhibir

las materias primas es recordar que éstas intervienen normalmente bajo una forma

extremadamente culturalizada” (ibid. p. 303).

Page 32: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

5. CONCLUSION

Habiendo analizado los aspectos formales desde el punto de vista de la semiótica,

se hace necesario ahora sintetizar en una visión de conjunto las reflexiones realizadas en

este trabajo.

El marco teórico visto nos permite destacar con Adorno el carácter enigmático del

arte: “las obras dicen algo y a la vez lo ocultan” (citado por Vilar, 2000, p. 91). Con esta

observación, Adorno atempera un poco su tesis sobre el arte auténtico que es aquél que

más se cierra a la comunicación; si existe un enigma es porque de alguna manera

alguien podría en algún momento descifrar ese enigma; Como dijimos anteriormente:

“toda obra de arte es como una escritura jeroglífica cuyo código se hubiera perdido y

cuyo contenido está determinado en parte por esta pérdida” (ibid.) Lo extraño es que

justamente en esta imposibilidad de recuperar el sentido se encuentra la condición de lo

artístico, ya que “la resolución del acertijo es índice de ausencia de auténtico arte” (ibid).

Es nuestra pretensión haber dado a las obras presentadas ese carácter de enigma que

condicionaría la artisticidad.

Si al descreimiento frente a las posibilidades comunicativas del arte, le sumamos

la situación actual que Danto describe como de “muerte del arte” en el sentido de que el

arte ya “no tiene hacia donde avanzar” (1997, p.152) ¿qué sentido tiene seguir haciendo

obras de arte? ¿Con qué objeto pintar, hacer esculturas o instalaciones? “Sin narrativa

que continuar, ¿por qué no expresar?”(ibid. 153) se pregunta este filósofo. A lo cual

responde que la práctica artística hoy, en la post-historia, se abre a una infinidad de

posibilidades: “algo que se puede hacer si se quiere”, con la absoluta libertad de practicar

el tipo de arte que simplemente uno desee porque “un mundo pluralista del arte requiere

una crítica pluralista del arte, lo que significa, una crítica que no dependa de una

narrativa histórica excluyente, y que tome cada obra en sus propios términos, en

términos de sus causas, sus significados, sus referencias y de cómo todo esto está

materialmente encarnado y debe ser entendido” (ibid. p. 161). Hacemos nuestra esta

propuesta de Danto puesto que constituye la justificación del hacer artístico actual.

Si retomamos las preguntas planteadas en la introducción, a la luz de todos los

aporte teóricos a los que nos hemos referido, podríamos concluir con una idea más cabal

de qué entender por lenguaje del arte; ciertamente no se trata de la comunicación sin

interferencias ni fallos con la que soñaban los primeros lingüistas pero tampoco de un

Page 33: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

hermetismo total que nos condenaría al silencio. En todo caso quedaría como posibilidad

para el lenguaje del arte “la espontánea capacidad de los artistas para hacernos ver su

forma de ver el mundo: no el mundo como si el cuadro fuera una ventana, sino más bien

como si nos dieran el mundo” (Danto,1981, p. 294). Con otras palabras e intentando una

adaptación de las palabras de Danto a los trabajos presentados, estaríamos frente a una

conformación propia del mundo que se ofrecería a la interpretación de los demás con

todas las limitaciones de los lenguajes usados pero, al mismo tiempo, con la

complementaridad que esos lenguajes aportan unos a otros.

Lo dicho por Danto, en cuanto al tipo de comunicación que es dable esperar de las

obras de arte, es confirmado por Eco que afirma que “el texto estético se convierte así en

la fuente de un acto comunicativo imprevisible cuyo autor real permanece indeterminado,

pues unas veces es el emisor, y otra el destinatario, quien colabora en su expansión

semiótica” (1976, p.385). Es en ese espíritu que los trabajos presentados fueron

concebidos, con la ilusión de encontrar ese “autor real” que sea capaz de investir de

significado las expresiones plásticas que se encarnan en las distintas materias

empleadas.

En suma, en las obras de esta muestra se ha intentado hacer confluir diferentes

lenguajes con la ilusión de que en esa conjunción se enriqueciera el contenido

conformado por los códigos propios de cada uno de ellos: Es así como las calidades

cromáticas de los colores cálidos o fríos, usados en numerosas capas de transparencia,

se conjugan con la opacidad de las texturas formadas por la recurrencia de fragmentos

de papeles manuscritos. Las capas translúcidas de pigmentos aguados se destacan

sobre la particular combinatoria de superficies rugosas o lisas que aporta el espatulado

de enduido. Estas superficies coloreadas y texturadas se integran unas a otras creando

pases a veces imperceptibles, otras veces bruscos. La presencia de superficies lisas y

brillantes logradas con el aporte del barniz, a la manera de un vidrio que, como se ha

dicho, separa y une a la vez, irrumpe en el contexto de las texturas creando un contraste

violento de materias contrapuestas. El dibujo presente en muchas de las obras se

insinúa con mayor o menor fuerza ya sea por detrás de la barrera barnizada, ya sea

integrándose a la superficie y formando parte de ella en diferentes retículas.

Todo lo anterior es lo que llamo “lenguajes complementarios”: ni solamente pintura

ni solamente escritura o dibujo; sino todo ello junto, desde su propia particularidad y

fundiéndose en un todo integral, conformando una realidad nueva en la que las barreras

se han ampliado y en la que resulta difícil discernir cuál es la parte de la pintura y cuál la

Page 34: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

del dibujo o de la lengua. Recurriendo a esta simbiosis de códigos diferentes, si además

de decir “rojo”, lo señalo, lo describo y lo inserto en un objeto rojo, entonces tal vez, sea

posible que mi interlocutor pueda hacerse de ese color una imagen más parecida a la del

rojo que tengo en mi mente. Aunque quizás sea utópico pretender que se produzca

alguna fusión de conceptos que garantice una comunicación más exitosa… Tal vez el

rojo que yo veo con mis ojos o el que tengo en la mente sean totalmente incomunicables,

y nunca nadie sabrá si mi rojo es como el de los demás, o si hay millones de rojos

diferentes…

Page 35: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

BIBLIOGRAFÍA

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WITTGENSTEIN L.

1975 – Remarques Philosophiques. Tel Gallimard. Paris.

Page 37: Lenguajes Complementarios (cuando digo rojo   )

INDICE

AGRADECIMIENTOS.........................................................................................2PRÓLOGO..........................................................................................................31.- INTRODUCCIÓN...........................................................................................52.- LENGUAJE Y ARTE.....................................................................................7

2.1.El giro lingúístico........................................................................................72.2.Arthur Danto............................................................................................101.3. El Discurso..............................................................................................12

3. EL LENGUAJE DEL ARTE – APROXIMACIÓN SEMIÓTICA....................133.1. El modo simbólico...................................................................................133.2. El código.................................................................................................163.3. Invención................................................................................................183.4. La pintura abstracta como texto estético................................................20

4. LENGUAJES COMPLEMENTARIOS...........................................................214.1. Lenguajes en cooperación......................................................................214.2. El Grupo µ...............................................................................................224.3. Lo icónico, lo plástico.............................................................................234.4. La textura................................................................................................254.5. La forma...................................................¡Error! Marcador no definido.4.5. El color...................................................................................................274.6. El dibujo.................................................................................................29

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................34