Les Escribo a Ustedes Jovenes

7/22/2019 Les Escribo a Ustedes Jovenes

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Les escribo a ustedes, jovenes

Aldo Giraudo

APUNTES DE ESPIRITUALIDAD SALESIANA





Original italiano:

Giraudo, Aldo“Scrivo a voi giovanni. Appunti di spiritualitá salesiana”Pastorale GiovanileSalesiani del Piemonte e Valle d’AostaLuglio, 2003Traducción al castellano: P. Walter Jara

Inspectoría SalesianaNuestra Señora de la AsunciónAsunción – ParaguayAño 2009





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Este libreto presenta algunos aspectos de la espiritualidad de DonBosco. A veces he utilizado sus mismas palabras, muchas otras hereconstruido e interpretado su pensamiento imaginando que DonBosco nos hablara en primera persona.

Cada interpretación tiene el riesgo de la arbitrariedad. Por otraparte Don Bosco tiene una personalidad tan fascinante, una es-piritualidad tan profunda y completa, una experiencia existencialtan rica y variada que sería presuntuoso pretender encerrarlo enpocas páginas.

Me ha parecido útil compartir algunas cosas de lo que he entendi-do leyendo sus escritos más personales. Quisiera suscitar el deseode conocerlo más íntimamente y de seguirlo en su propuesta es-

piritual y en su misión educativa y pastoral, en este atormentado yfascinante momento de la historia.

Aldo Giraudo

Roma, 15 de Julio de 2003

Presentacion



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Don Bosco escribio mucho

Les escribió, sobre todo, a los jóvenes, usando palabras y estilosignicativos para quienes lo leían en su tiempo.

Hoy sus textos tienen el sabor de las cosas antiguas, pero no nosparecen superados. A Don Bosco lo sentimos cercano y familiar

porque ha escrito desde lo profundo del corazón y siempre nos hadicho la verdad. Y también porque ha usado un lenguaje evocativoque tiene valor permanente: ha sido un gran narrador, ha sabidorelatar la vida, las alegrías y la búsqueda de sentido; ha elegidocontarnos algunos puntos vitales que responden a los deseos pro-fundos del espíritu humano. Percibimos que lo que nos dice esverdadero y nos parece que escribía también para nosotros.

Se percibe en Don Bosco la fascinante combinación de elementos

diversos: una propuesta clara y sólida y una gozosa libertad; unaatrayente utopía y una gran concretez; una fuerte unidad y la ca-pacidad de adaptarse a las posibilidades de cada uno.

Don Bosco te escribe

Vuelve a relatar las aventuras vividas y sus relaciones humanas deamor y de libertad, de alegría y de esfuerzo. Quiere seducirte.

¿En qué se podría convertir tu vida si se abriera, sin temor, al lla-mado de Dios? ¿Qué alegría incontenible te estallaría adentro si



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te dejaras liberar de las cadenas interiores, si te despojaras de lospesos que te estorban?

¿No te parece que el paso es simple y fácil? El Espíritu de Dios ¿notiene el poder de abatir con un soplo las murallas y las puertasblindadas, no tiene la fuerza para transformar desolados desiertosen verdes oasis?

Muchos jóvenes han conado en Don Bosco. Son muchos, todavía

hoy, lo que no se cierran a su llamado y hacen propia su historia,totalmente y con alegría.

¿Y vos? Todo depende de la capacidad de escucha y de reexión,de una sencilla aceptación del corazón.

Un camino espiritual

Cada carta, cada libro, cada palabra de Don Bosco se orienta adespertar las mejores energías depositadas por Dios en el corazónde cada joven.

No se conforma con suscitar emociones o entusiasmo. Quiereproyectar tu mirada hacia horizontes nuevos, insospechados, másallá de las incertidumbres del momento presente. Se preocupa por

ofrecer indicaciones esenciales para el viaje espiritual.

Escucha atentamente. Abre tu corazón. Don Bosco te habla de li-bertad humana y de energía cristiana; te enseña la belleza y lasencillez de vivir el Evangelio de Jesús en plenitud.



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Les escribo a ustedes jovenesImagina que el mismo Don Bosco te escribe una carta, para res-ponderte a algunas preguntas fundamentales:

- ¿Qué es la vida interior?- ¿Cómo se comienza y se avanza en un camino espiritual?- ¿Cuáles son los aspectos que caracterizan su propuesta a los jóvenes de ayer y de hoy?

Quizás sus respuestas te sorprendan.A algunos les parecerán lejanas a la sensibilidad y a los gustos denuestra cultura actual.

Pero la calidad evangélica de su vida, la fascinación y la fecundidadde su propuesta formativa, su fuerza histórica y la difusión geográ-ca de su obra te invitan a la escucha y a la reexión…

Queridos hijosLos amo con todo el corazón y me basta que sean jóvenes paraque los ame. Les puedo asegurar que encontrarán libros con pro-puestas de personas de renombre, más virtuosas y más dotadasque yo, pero difícilmente podrán encontrar quien los ame más queyo en Jesucristo y quien desee más que yo la verdadera felicidadde ustedes.

El Señor esté con ustedes y haga que, practicando estas pocassugerencias, puedan alcanzar la salvación del alma y acrecentar lagloria de Dios, único n de estas páginas.

Vivan felices, el Señor esté con ustedes.Los quiere en Jesucristo

Sac. Juan Bosco



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Queridos hijos:

Ustedes me preguntan que es la “vida espiritual”. Entramos en la

vida espiritual cuando comenzamos a tomar conciencia de que larelación con Dios es para nosotros una cosa vital. A mí me preocu-paba mucho hacerlo entender a todos los jóvenes, también a loschicos de la calle de los primeros tiempos del Oratorio.

He querido invitarlos a mirarse a sí mismos en una perspectiva detrascendencia. Me he preocupado de elevar sus pensamientos, dehacerlos conscientes de que la religión debe ser, antes que nada,una amistad alegre con Dios.

Para ellos escribí un libro de meditación y de oración –“La juventudinstruida”- en el cual buscaba indicar los pasos esenciales de unavida espiritual sencilla pero profunda, capaz de transformar a los jóvenes a partir del conocimiento de sí mismos.

Para dar el primer paso en el camino espiritual es necesario, antetodo, despabilarse de la somnolencia de una fe heredada y mu-chas veces supercial. Es necesario abrir los ojos, levantar la mira-

da, aprender a ver más allá de las apariencias, mirar hacia lo altopara descubrir la profunda belleza de la vida. Así empezarás a sen-tir dentro tuyo el deseo de avanzar, de crecer.

Decía a mis muchachos: “levanten los ojos y observen lo que exis-te en el cielo y en la tierra”. Si levantan la mirada contemplaránla realidad que existe en ustedes y fuera de ustedes, superandola supercialidad; descubrirán que todo habla de Dios y del granamor que les tiene. Todo revela la dignidad que ustedes tienen: el

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universo ha sido creado para ustedes y ustedes han sido hechos

para Dios, para entrar en intimidad con Él, y no sólo en la eterni-dad futura sino aquí y ahora, en cada instante de la vida cotidiana,desde los primeros pasos de la propia existencia.

No es fácil intuir todo esto si te quedas en las cosas externas, enlas emociones, en las apariencias. No es fácil si no hemos sidoeducados a ir más allá. En cambio cuando comienzas a contem-plar y meditar con la luz de la Palabra de Dios, poco a poco salesdel letargo y de la distracción para entrar en la interioridad. Toma

conciencia del amor de Dios, de sus proyectos sobre tu vida, queson estupendos. Comienza a dialogar con Él, respondiendo a suinvitación. Tu vida entonces descubre horizontes nuevos y se dejatocar y guiar por el Espíritu.

Ciertamente es necesario superar una serie de prejuicios, sobretodo aquel que te hace pensar que el esfuerzo espiritual hace quela vida sea triste y aburrida. No es así. He enseñado a los jóvenesun método de vida cristiana que es al mismo tiempo alegre y

exigente. Les he repetido muchas veces: “Sirvan al Señor y estaránsiempre alegres. Sirvan al Señor con alegría” (Salmo 100, 2). Quiencuida su vida espiritual alcanza niveles de serenidad, de alegría yde gusto por la vida, impensables fuera de esta perspectiva.

Otro engaño frecuente es tener la esperanza de una larga vida:“somos jóvenes, tenemos que divertirnos; nos convertiremoscuando seamos mayores”. La historia nos enseña que, con estospensamientos, muchos han arruinado su vida. He experimentado

la verdad de lo que dice la Escritura: “El que siendo joven tomaun camino, ni siquiera siendo viejo la dejará” (Prov. 22,6). Quieredecir que si nosotros comenzamos a ser buenos mientras somos jóvenes, seremos buenos en la vida adulta creciendo en virtud einterioridad. Al contrario, si los vicios toman posesión de nosotrosen la juventud nos dominarán en cada etapa de la vida, hasta lamuerte.

Yo estoy convencido de que es fácil y alegre realizarse plenamente,



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alcanzar metas, ser amados y valorados por todos. Sin embargo

tienen que conarse en alguien que les haga de guía. Alguien queles enseñe a reexionar, a tomar conciencia de ustedes mismos,a meditar, a comprender la vida en profundidad, a escuchar losanhelos grandes del corazón. Y para eso es necesario ejercitarsetodos los días y ser el.

Sin una mirada inteligente y profunda, sin un fuerte deseo y sinuna decisión, permanecerán como seres incompletos. ¡Aférrensefuerte para volar hacia las cumbres para las que han sido hechos!

Coraje, queridos hijos, entréguense para siempre a la virtud y lesaseguro que tendrán siempre el corazón alegre y conocerán québueno es servir al Señor

Refexiones:

“Iniciar un camino espiritual” es pasar de una fe somnolienta a laconvicción de ser hijos de Dios:

- ¿Cuáles son los caminos y las experiencias útiles para hacer estecamino?- ¿Quieres iniciar esta aventura con Dios?- ¿Tu corazón lo desea verdaderamente?



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Queridos hijos:

En mi propia historia hubo acontecimientos importantes que mar-caron el inicio y el progreso en mi vida espiritual.

También un niño, si está bien preparado, puede vivir con gran in-tensidad el encuentro con Jesús en la confesión y en la comunión.Para los jóvenes, como para los chicos, lo que importa es crear lasmejores condiciones. Es necesario un clima de interioridad y esimportante tener conciencia de lo que se hace: ponerse conciente-mente en la presencia de Aquel que se entrega a nosotros.

El rol de los padres y de los formadores es determinante cuandosomos chicos. Más tarde las cosas dependen de nosotros, de nues-

tra capacidad de interiorización.

Recuerdo como mi madre me preparó para la primera confesión.Me enseño a pasar del sentimiento de culpa (como hecho psico-lógico) al sentido de pecado (como mirada de fe y de concepcióncristiana de la vida). Me acompañó a la Iglesia; ella se confesó pri-mero y me presentó al confesor; después me ayudó a hacer laacción de gracias. Siguió acompañándome de este modo hastacuando me consideró preparado para hacerlo bien por mi cuenta.

No podré olvidar jamás su cuidado para crear un clima propiciopara mi primera comunión. Yo tenía once años. También en aque-llos tiempos la primera comunión era un acontecimiento grandey, en medio de la multitud, era imposible evitar la dispersión. Mimadre me acompañaba con atención.

En la cuaresma me había llevado tres veces a confesarme. Variasveces me dijo algunas palabras que marcaron positivamente mi

El gusto por la vida espiritual

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relación con Dios: “Querido Juanito, Dios te prepara un don muy

grande; trata de prepararte bien, de confesarte; arrepiéntete detodo, no calles ninguna cosa al confesor, y promete a Dios sersiempre bueno”. Su asistencia industriosa me ayudó verdadera-mente. En casa me hacía rezar, leer un buen libro, me daba conse- jos útiles.

La mañana de la esta no me dejó hablar con nadie. Me acom-pañó al altar. Hizo conmigo la preparación y la acción de gracias.En aquella jornada creó en casa un clima especial, con momentos

de reexión, de lectura, de oración. Al nal me dijo palabras quehan permanecido impresas para siempre en mi corazón: “Queridohijo, este ha sido un día grande para ti. Estoy convencida de queDios verdaderamente ha tomado posesión de tu corazón. Ahoraprométele hacer cuanto puedas para conservarte bueno toda lavida…”

Aquella intensa experiencia espiritual, para mí que era un chico,tuvo un efecto positivo y me hizo madurar. Tomé conciencia de

muchas cosas, crecí en el modo de ver los valores, mejoré visible-mente en mi comportamiento y en mis relaciones.

Pero el acontecimiento determinante de mi historia interior vinoen los umbrales de mis quince años. Fue cuando tuve la suerte deencontrar un maestro de vida que me abrió los ojos del espíritu:Don Juan Calosso. A él le debo el haber pasado de una fe genéricay supercial a una verdadera vida espiritual. Aquel buen sacerdotese hizo cargo de mí con generosidad, me dio una mano para resol-ver mis problemas de estudio. Sentí que me quería mucho y quepodía conar en él.

Fue una aventura intensa, nueva: comprendí lo que signica tenerun gran amigo, un padre que me quería con amor fuerte y espi-ritual. Me puse en sus manos, me hice conocer totalmente: cadapalabra, cada pensamiento, cada acción. Y así, conociéndome, mepudo guiar. Me introdujo en una dimensión que nunca había ima-ginado. Me hizo encontrar al Señor dentro de mí, en la morada



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interior de mi alma. Desde aquel tiempo comencé a gustar la vida

espiritual; reconozco que antes actuaba materialmente, como unamáquina que hace una cosa sin saber el motivo.

Experimenté lo que signica tener la guía estable de un el amigodel alma que antes no había tenido. Don Calosso no sólo corrigióciertos errores míos sino que me animó a confesarme bien y conregularidad, me instruyó sobre el modo de acercarme con alegríay fruto a la Eucaristía. Me enseñó a dedicar cada día un poco detiempo a la meditación, con la ayuda de la lectura espiritual. Iba

seguido a visitarlo y pasaba con él muchas horas.

La meditación, la Palabra de Dios, la lectura de maestros espiritua-les y la conversación con Don Calosso, me abrieron los ojos y mehicieron más conciente. Me introdujeron en la comprensión pro-funda de las cosas, me enseñaron a mirar hacia lo alto, a descubrirlas raíces del mal en mi espíritu para poder arrancarlas; comencé aexperimentar una graticante libertad interior. Fue una experienciaentusiasmante y decisiva.

Refexiones:

Acontecimientos y personas marcaron la vida espiritual de JuanBosco en su infancia y adolescencia:

- ¿Cuáles han sido las experiencias espirituales “fuertes” en tuvida?- ¿Quiénes han inuido en tu maduración interior?- ¿Qué puede signicar “gustar la vida espiritual”?



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Queridos hijos:

Para caminar en la vida espiritual se necesita un guía. Estoy con-vencido de esto. Aunque ustedes hayan tenido la suerte de cre-cer en un contexto educativo ideal, si quieren profundizar la vidaespiritual es necesario que establezcan una relación interpersonalespecial. Tuve esa experiencia en mi vida: sin la dirección espiritualciertamente no hubiera hecho nada bueno.

También lo he comprobado con los mejores jóvenes que el Señorpuso en mi camino. La primera vez que conversé con DomingoSavio, por ejemplo, intuí en aquel muchacho un alma de acuerdoal Espíritu del Señor y quedé muy admirado de la obra de la Gracia

de Dios en la vida de este chico.Domingo se insertó con entusiasmo y creatividad en la comunidaddel Oratorio. Los estímulos positivos del ambiente encontraron enél un terreno fecundo. La escucha y meditación de la Palabra deDios habían hecho madurar su interioridad. Algunas palabras es-cuchadas en una predicación lo tocaron profundamente e hicieronestallar en él el fuego del amor de Dios. Fue una experiencia in-terior arrolladora, intensísima, auténticamente espiritual. Se sintió

impulsado a entregarse para siempre a Dios.

Sin embargo, aunque había tenido esta iluminación interior estoypersuadido de que sin un guía espiritual hubiera hecho muy pococamino. La dirección espiritual ayudó a Domingo a alcanzar unequilibrio entre interioridad y vida activa, entre oración y servicio,entre amor a Dios y amor a los hermanos, entre contemplación yacción apostólica. Y él se convirtió en un modelo atrayente paramuchos compañeros, un punto de referencia importante para la

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La necesidad de un guia



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espiritualidad de los jóvenes animadores y comprometidos en el

apostolado.

Quizás ustedes me dirán que nos es fácil encontrar un directorespiritual preparado. Eso es verdad. Pero yo creo que no son prin-cipalmente las cualidades del guía espiritual lo que garantiza losresultados. Es nuestra actitud interior de humildad, de apertura, dedocilidad y de obediencia lo que permite al Espíritu Santo actuarcon ecacia. Además es necesario el deseo y la rme voluntad dehacer un camino espiritual.

Así ocurrió con Domingo Savio, que conó plenamente en mí des-de nuestro primer encuentro. Así pasó también con Francisco Be-succo, un sencillo pastor de las montañas que, cuando entró en lacomunidad del Oratorio, vino a decirme: “Quiero poner mi alma ensus manos, por eso deseo abrir totalmente mi conciencia; cuantomás me conozca podrá con mayor seguridad darme los consejosque me ayuden a salvar mi alma”

Esta entrega conada y obediente, este mostrarse humilde y sin-cero es, según los grandes maestros de la espiritualidad, una con-dición indispensable para el progreso espiritual. De hecho, cuandose tiene esa actitud, el Espíritu Santo, que es el verdadero artícede nuestro camino interior, se vale de personas sencillas para ofre-cernos las orientaciones justas.

Yo mismo hice esta experiencia. Durante los estudios en las escue-las públicas de Chieri fui ayudado por el confesor a evitar algunasexperiencias negativas y a crecer espiritualmente. Pero el estímulomayor lo recibí de un compañero más chico que yo, Luis Comollo.Su estilo de vida, su fe convencida, sus razonamientos fueron parami más ecaces que todas las predicaciones. De él aprendí a vivircomo cristiano. Gracias a sus sugerencias pude superar todas misdudas vocacionales.

A lo largo de los años en mi trabajo de educador muchas vecesme hice ayudar por los mismos jóvenes para acompañar a algunos



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de sus compañeros más superciales. Elegía muchachos lumino-

sos, animados por el deseo de una entrega total como cristianos,abiertos con todos, generosos, despiertos para evitar la mediocri-dad. Fueron guías espirituales válidos y lograron resultados que amí me hubieran sido imposibles.

Refexiones:

- Don Bosco arma que es indispensable encontrar un guía paracrecer en la vida interior, ¿qué piensas de esto?- ¿Por qué motivo son necesarias las actitudes de humildad, aper-tura, docilidad, transparencia, junto con el deseo y la decidida vo-luntad de progresar espiritualmente?- ¿Tienes un guía espiritual o lo estás buscando?- ¿Rezas al Señor para que te haga encontrar un “maestro devida”?



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Queridos hijos:

Pasando el tiempo pude comprender cuánta razón tenía mi ma-

dre cuando me decía, a propósito de mi primera comunión: “Estoypersuadida de que Dios verdaderamente ha tomado posesión detu corazón” Tenía once años y sabía bien lo q ue estaba haciendo porque mehabía preparado bien para comprender el signicado del sacra-mento. Sobre todo había aprendido cómo se debe responder aldon de Dios: me había confesado bien, sinceramente arrepentidode mis pecados, y me había comprometido a mejorar, superando

mi orgullo que era uno de mis defectos dominantes.

Estaba dando el primer paso verdadero en mi vida espiritual por-que me abría a Dios. De hecho solo cuando se despeja y se lim-pia la morada interior el Señor puede entrar y tomar posesión. SuGracia comenzaba a trabajar en mi corazón. A mi me parece queexperimenté un progreso, especialmente en la obediencia y en ladocilidad a los demás, cosas que antes rechazaban.

También el gusto por la vida espiritual, que comencé a sentir entrelos catorce y quince años bajo la guía de Don Calosso, se convirtióen decisión de dar más espacio a Dios en mi vida, de conarmeplenamente a Él, siendo dócil a mi director espiritual. Estos dosmomentos de mi vida fueron hechos importantes en mi caminointerior.

Estos cambios acontecen de varias maneras y en diversos momen-tos de la vida. Mi experiencia me ha enseñado que pueden dar-

Condiciones para iniciar el camino

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se en niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Pero creo que es un

aventura fantástica cuanto más joven uno es.

Es una cosa muy personal. Puede ocurrir de improviso, casi comouna irrupción de Dios en la propia existencia. Pero son casos raros.En general se da progresivamente, como una maduración o comouna creciente iluminación interior dentro de un camino de vidacristiana tomada en serio. La delidad a la oración cotidiana, la meditación de la Palabra de

Dios, el examen de conciencia diario para mantener bajo controllos puntos débiles, la confesión periódica, el esfuerzo por evitarel pecado, el trabajo constante sobre uno mismo para construiractitudes y virtudes cristianas, el contacto y la inserción en unacomunidad sana y alegre animada por la caridad, la participaciónen la liturgia y en retiros espirituales, la amistad con personas queiluminan y animan, la dirección espiritual, la disponibilidad paraservir en la propia familia y en el grupo… son todos medios parapreparar el terreno.

Poco a poco este conjunto de elementos, este clima de empeño,este estilo de vida fervoroso, hacen orecer y crecer un deseo deinterioridad siempre más fuerte, un amor concreto a Dios y a laspersonas que están alrededor, una alegría y una seguridad interiorque las dicultades cotidianas y la fragilidad personal no logranperturbar.Llegados a este punto es necesario secundar sin miedo la llama-da de Dios, escuchar las sugerencias del Espíritu y caminar en lossenderos que va trazando. Sin embargo no todos los caminos soniguales.

Para Domingo Savio –que había sido formado desde chico en unestilo de vida y en una actitud de entrega y gusto por la interio-ridad- las condiciones se dieron gracias a su esfuerzo constantey perfecto para cumplir los deberes cotidianos, a la oración y alservicio a sus compañeros. En este estado interior y exterior de sin-tonía espiritual la llamada de Dios llegó con mucha fuerza gracias



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a una predicación. Fue una experiencia mística, su corazón se sintió

atraído irresistiblemente por el amor de Dios.

Miguel Magone, en cambio –que era un muchacho sencillo y llenode vivacidad, pero abandonado a sí mismo y crecido en contactocon compañeros superciales y marginales- fue tocado en lo másprofundo gracias a la inserción en el ambiente alegre y exigentedel Oratorio, a la disponibilidad para aceptar las reglas esencialesde la convivencia y al conocimiento de nuevos amigos que vivíande otro modo.

Así muy rápidamente se dio cuenta de su propia mediocridad y delas esclavitudes de su corazón. Fue una toma de conciencia quecambió su vida. Se desencadenó una crisis saludable que hubierapodido desanimarlo si no hubiera encontrado una ayuda para su-perarla.

Refexiones:

El camino espiritual comienza cuando se crean las condiciones fa-vorables: ¿cuáles son, a tu parecer, las condiciones más útiles yurgentes para ti?



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Queridos hijos:

Cada paso, cada cambio interior requiere una conversión que con-siste en una respuesta, en un don de amor al Amor que Dios tie-ne por nosotros. Dios nos ama tanto… ¿cómo no tener un rmepropósito de responder, tratando de hacer todas las cosas que leagradan y evitando aquellas que podrían disgustarle?

Se trata de un movimiento a dos tiempos: conversión y entrega desí mismo a Dios. Cuando terminaba la meditación sobre el sentidode la vida y de la muerte era habitual invitar a los muchachos del

Oratorio a dirigirse a Dios y a decirle de corazón y con audacia:“Señor mío, desde este momento yo me convierto a Ti; te amo, tequiero servir con alegría y hasta la muerte. Virgen Santísima, Ma-dre mía, ayúdame a ser siempre el”.

Es necesario, en primer lugar, tomar conciencia de la propia si-tuación con realismo. Esto puede darse en varios momentos y dediversas maneras.

A mí me ocurrió de modo muy claro y ecaz cuando estaba porcumplir veinte años. Debo admitir que antes había vivido de ma-nera supercial, con cierto orgullo, ocupado en diversiones, jue-gos, ejercicios físicos y otras cosas que me alegraban momen-táneamente, pero no satisfacían mi corazón. En el fondo estabareplegado sobre mí mismo, como les ocurre a la mayor parte delos jóvenes.

Finalizando la escuela media, por primera vez me pregunté por

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Comenzar con laconversion del corazon



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mi futuro con gran seriedad. Me daba cuenta que los sueños cul-

tivados hasta ese momento habían sido idealistas. Es verdad quesentía el deseo de ser sacerdote para ayudar a los jóvenes. Peronecesitaba ser concreto: mi manera de vivir, ciertos hábitos de micorazón y la falta absoluta de las virtudes necesarias para aquelestado hacían muy difícil la decisión. Tenía que trabajar más pro-fundamente.

En un primer momento intenté hacer las cosas por mi cuenta. Lalectura de libros espirituales y el contacto con las comunidades re-

ligiosas de Chieri me habían inducido a creerme llamado a la vidaen un convento. Pensaba que la entrada en el claustro me ayudaríaa vencer las pasiones, sobre todo la soberbia, profundamente en-raizada en mi corazón.

Me estaba construyendo un futuro a partir de mis miedos y depuntos de vista limitados. A pesar de haber sido aceptado entrelos Franciscanos, el proyecto se estancó. Entonces me hice acon-sejar por Luis Comollo, mi amigo más serio y conable. Él me hizo

comprender en qué actitud tenía que ubicarme: la de una plenadisponibilidad a cumplir la voluntad del Señor, en una entrega sincondiciones, una conanza y un abandono en Dios sin angustias.

En el fondo, toda vocación cristiana no es otra cosa que la conse-cuencia de una decisión: la de darse totalmente a Dios. Eso implicauna conversión radical del corazón. Así se puede decir como el joven Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”, o como María:“Soy la servidora del Señor, que se cumpla en mi tu Palabra”.

Me puse en estado de oración, inicié una novena precedida poruna buena confesión general. Mientras tanto Luis había escrito unacarta a su tío sacerdote, que ya me conocía, explicándole mi pro-blema.

El último día de la novena me confesé nuevamente, participé dela Misa y recibí la Comunión: estaba dispuesto nalmente a hacercualquier cosa que el Señor me pidiera, precisamente porque es-



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taba decidido a ser totalmente de Dios. Ninguna otra cosa anhe-

laba mi corazón más que permanecer, como buen cristiano, a suservicio, allí dónde Él me llamara. Me di cuenta enseguida que setrataba de una conversión, verdadera y denitiva.

Aquel mismo día llegó la respuesta del tío de Luis. Me aconseja-ba dejar pasar por el momento la decisión anterior y me invitabaa entrar en el Seminario. Mientras estudiaba podría comprendermejor los planes de Dios. No debía tener miedo de equivocarmede camino: custodiando el corazón, la vida interior y la oración

podría superar toda dicultad.

Hice todo lo que me sugería. Me dediqué seriamente a todo cuan-to podía prepararme para dar aquel paso. Yendo a casa para lasvacaciones dejé de hacer de “payaso” (¡cuánta vanidad y cuántabúsqueda de alabanzas en aquellos espectáculos!). Me dediquéa las buenas lecturas, que hasta ese momento había descuidado.Pero continué ocupándome de los muchachos entreteniéndoloscon relatos, con agradables recreaciones y con el canto. Muchos

eran totalmente ignorantes de la religión y busqué instruirlos eintroducirlos en la oración.

Refexiones:

- ¿Qué tipo de “conversión” se describe en esta carta?- ¿Por qué la conversión y la entrega de sí mismo a Dios son aspec-tos complementarios de una misma actitud espiritual?



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Queridos hijos:

Llegué a la cumbre espiritual de mi juventud el día en el que meentregaron la sotana. En el verano me había preparado con un de-cidido trabajo interior. Había pedido a mis amigos que me acom-pañaran con la oración. Es verdad que se trataba de un rito formalpero yo quería vivirlo como un paso denitivo de un estilo de vidaa otro. Fue como si en aquel día yo hiciera míos, plenamente yconscientemente, los compromisos del bautismo.

El Párroco que presidía la celebración me pidió que me sacara el

saco pronunciando las palabras que San Pablo había escrito a losEfesios: “El Señor te despoje del hombre viejo y de sus acciones”.Entonces, en lo profundo del corazón dije con sinceridad y coraje:“¡De cuántas cosas viejas tengo que liberarme! Dios mío, destruyeen mí los malos hábitos”.

Después entregándome el cuello eclesiástico, continuó: “El Señorte revista del hombre nuevo, que ha sido creado a imagen de Diosen la justicia, en la santidad y en la verdad”. Me sentí conmovi-

do y dentro mío añadí con gran determinación: “Sí, Dios mío, hazque en este momento sea revestido de un hombre nuevo, Es decirque en este momento comience una vida nueva, totalmente deacuerdo a tu Voluntad y que la justicia y la santidad sean el objetoconstante de mis pensamientos, de mis palabras y de mis obras.Así sea. María, ayúdame”.

Aquel acontecimiento, preparado y vivido con tanta intensidad,quedó como el signo de una nueva dirección en mi vida. Finalmen-

Entregarse totalmente a Dios

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te había tenido el coraje de entregarme a Dios. Sentía dentro de mí

que, en adelante, no podría vivir de manera supercial y dispersa.

Me conocía a mí mismo y sabía qué difícil sería mantener esas pro-mesas. Por eso elaboré un programa de vida, para no olvidarlas.Escribí algunas resoluciones adaptadas a mi carácter y al estilo devida elegido. Para que me quedaran bien impresas fui delante deuna imagen de la Virgen, las leí y después de una oración hice lapromesa formal de observarlas a costa de cualquier sacricio.

Ustedes pensarán qué cosas debe hacer el que abraza una voca-ción especial. Yo les respondo que es la misma actitud que se pidea todo cristiano: la fe implica la entrega a Dios, la conversión detodo el corazón a Él, abrazando con audacia y con alegría las exi-gencias de una vida de discípulo de Cristo resucitado. Esta es lalógica del Bautismo.

San Francisco de Sales enseñaba esta entrega total a los laicos,inmersos en la vorágine de los trabajos y negocios. En cualquier

lugar, condición y edad es posible vivir como cristianos compro-metidos gozosamente, si nos entregamos a Dios con valentía y de-cisión absoluta, después de un atento camino de puricación delcorazón. Si el corazón no se desapega efectivamente del pecado,de las malas inclinaciones e incluso de los propios caprichos y delegoísmo, no se puede hacer un solo paso en la vida espiritual.

En mi trabajo de educador y de pastor siempre busqué conducir alos muchachos por este mismo camino. Siempre pensé que todos,aún los más pequeños y los más pobres, han sido llamados a serbuenos cristianos y santos: es posible y es fácil. Experimenté quéresultados, cuánta fecundidad, plenitud de vida y alegría invaden aun joven cuando decide entregarse totalmente a Dios. No importasi en el pasado ha sido mediocre, o incluso ha estado empantana-do en experiencias negativas…

Cuando nos convertimos a Dios, la poderosa Gracia de Cristo obra



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maravillas y nos hace criaturas nuevas.

Simplemente se trata de poner en práctica el primer mandamien-to: poner a Dios en el centro, amarlo sobre todas las cosas y contodo nuestro ser. Es una necesidad profunda y es también unaGracia.

Refexiones:

“Entregarse totalmente a Dios”: ¿qué reacciones interiores suscitaen ti esta exigente expresión de Don Bosco?

¿Cuáles son los obstáculos más frecuentes y más difíciles para po-der alcanzar esta meta?



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Queridos hijos:

Cuando abrimos el corazón al amor de Dios toda nuestra exis-tencia se ilumina desde adentro, porque la fuerza del Espíritu nosrenueva.

Les quiero contar lo que le pasó a Miguel Magone. Después desu “conversión” a todos les parecía verlo transformado. Un día sumaestro me conaba: “Estoy muy admirado de su profundo cam-bio, tanto en su aspecto físico como en su comportamiento… se haconvertido en un muchacho maduro sin perder nada de su sereni-

dad y alegría, de la impetuosa vitalidad que lo caracteriza. Ahorasu mirada y su rostro revelan una nueva vida interior. Su compor-tamiento pasó a ser es ejemplar en todo: creo que este cambioexterno viene de una transformación espiritual”.

Yo, que había seguido su crisis y su evolución, sabía que era así.Cuando Miguel había llegado al ambiente del Oratorio nada legustaba, excepto el recreo. Cantar, gritar, correr, saltar, alborotareran las cosas que satisfacían su estilo fogoso y vivaz. Cuando el

compañero que había puesto para acompañarlo le decía: “Miguel,la campana nos invita al estudio, a la escuela, a la oración…” dabatodavía una compasiva mirada a las diversiones y después sin que- jarse iba adonde el deber lo llamaba. De hecho se había compro-metido conmigo a hacer bien todas las cosas.

¡Pero era un espectáculo verlo en el momento en que la campa-na anunciaba el recreo y la diversión! Parecía salir de la boca deun cañón. Volaba a todos los rincones del patio. Los juegos que

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Transfiguracion de lo cotidiano



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requieran habilidad física eran su mayor alegría…Así, mezclando

recreación y tareas escolares pasaban los días.

Después de superar positivamente su crisis interior cambió sumodo de ver las cosas. Todo adquirió para Miguel un sentido nue-vo. Si antes parecía un caballo desbocado, incapaz de llevar ade-lante sus compromisos cotidianos, inmaduro para asumir cualquierdisciplina, inquieto durante las celebraciones en la Iglesia, ahoraparecía haber entrado en una nueva dimensión.

Su estilo fogoso, su encendida imaginación, su corazón lleno deafecto lo llevaban naturalmente a ser activo y vivaz; sin embargoa su debido tiempo sabía contenerse y dominarse a sí mismo. Se-guía participando apasionadamente del recreo pero al llamado delestudio, del descanso, de la mesa, de la Iglesia, interrumpía todo ycorría, él primero, a cumplir sus deberes.

¿Qué había ocurrido? Su vida había encontrado un centro uni-cante y una nalidad, alimentada del fuego interior del amor de

Dios. La fe lo había introducido en un horizonte de trascendenciay de libertad.

Decidido a seguir e imitar a Jesús, ahora sabía amar la vida gene-rosamente, con sus exigencias y aceptar de corazón al prójimo consu variedad de caracteres y humores. Veía todo en el horizonte dela voluntad de Dios, aceptada y cumplida, dando a los ritmos ya las acciones cotidianas un signicado más elevado, asumiendotodo en una perspectiva de amor y orientándolo a un n superior.

Estoy profundamente convencido que una vida espiritual auténticanos hace libres y apasionados en el trabajo: motiva el esfuerzo enel estudio, la atención en la escuela, la obediencia a los padres y alos maestros, nos hace fuertes y serenos para soportar los incon-venientes de la vida, y nos ayuda a superarlos no con resignaciónfrustrante sino aceptándolos por amor a Dios.

He recomendado siempre la delidad a las propias obligaciones,



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no como una “religión del deber” sino como expresión apasiona-

da y responsable de la aceptación de la vida, vista en la perspec-tiva de Jesús, el Hijo de Dios que se humilló asumiendo por amorla condición de siervo.

Refexiones:

- Don Bosco une inseparablemente vida espiritual y vida cotidiana¿por qué motivo?- ¿Qué se quiere decir con la expresión “transguración de lo co-tidiano”?



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Queridos hijos:

El entusiasmo puede apagarse enseguida. Es necesario convertirlos entusiasmos en actitudes permanentes; los propósitos en vir-tudes adquiridas.

El que quiere crecer espiritualmente debe tener en cuenta y cul-tivar con esfuerzo y ejercicio su vida interior. El corazón debe serpuricado y la voluntad consolidada para contener los malos im-pulsos, construir los buenos hábitos y crecer en la caridad.

Si no quieren ilusionarse inútilmente deben ser muy exigentesconsigo mismos, con paciencia y de manera concreta. Jesús nosha enseñado que el camino de la vida es estrecho y fatigoso. Elque quiere ser su discípulo debe tomar con amor su propia cruz yseguirlo.

Todo atleta sabe que no puede obtener éxitos sin ejercicio coti-diano y disciplina. Pero el resultado al que tiende, el deporte que

practica, lo apasionan de tal manera que no siente el cansancio yenfrenta todo sacricio con alegría y con decisión.

La luminosidad del valor que los atrae, la conciencia de lo queestán llamados a ser, la certeza de poder alcanzarlo y la decisiónde vivir con todo el corazón como cristianos son sucientes parasostener y alegrar los esfuerzos. No es una carga pesada sino unaalegría vivir como cristiano cuando es el amor de Dios el que losalimenta.

Un cuidadosotrabajo sobre si mismo

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Después de haber recibido la sotana tuve que trabajar bastante

para vencer mi ansiedad. Tenía que dar libertad a mi corazón, pu-ricándolo de lo que le estorbaba y orientándolo hacia Dios. Le-yendo las “Memorias del Oratorio” a alguno podría asombrarle yparecerle exagerado mi esfuerzo ascético y la total renuncia a lasdiversiones en la etapa del Seminario.

Les aseguro que para mi era necesaria una reforma radical de vida:más tarde, habiendo alcanzado la plena libertad de espíritu y launicación de mi ser en Dios, retomaría lo que había dejado para

convertirlo en instrumento y método para la educación y la for-mación de los jóvenes. No pueden imaginar cuánta ecacia pas-toral adquieren el juego, el deporte, las excursiones, los paseos,las amistades, las estas, la música, el teatro, el arte, la ciencia, laliteratura… cuando son vividas en un horizonte interior, afectivo ymental, liberado de toda actitud consumista, gracias a un trabajoordenado y profundo de renovación interior.

Son muchos los medios ecaces para este trabajo de puricación

y de construcción. A mi me ayudó mucho el examen de concien-cia cotidiano, los propósitos tendientes a superar mis defectosdominantes de carácter y mis debilidades, la confesión frecuen-te, la dirección espiritual, la corrección fraterna. Me sostuvieron yme dieron fuerza la oración cotidiana, comunitaria y personal, lameditación, la celebración de la Eucaristía y la adoración, la de-voción mariana, los retiros espirituales mensuales y los ejerciciosespirituales anuales. Me animaron los buenos amigos, las lecturassólidas e interesantes…

Mas tarde enseñé a mis muchachos a hacer lo mismo, cada uno deacuerdo a su sensibilidad, su gusto y sus necesidades personales.Sobre todo les insistía tener bajo control los sentidos, aceptar confortaleza las dicultades y los contratiempos cotidianos, ser eles asus compromisos, celebrar bien los sacramentos de la confesión yde la eucaristía. Les exhortaba que, además de las oraciones de lamañana y de la noche, adquirieran el hábito y el gusto por la lectu-



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ra de autores espirituales, pero sobre todo la lectura de la Palabra

de Dios, meditada y estudiada con amor.

Para evitar el riesgo de confundir entre un estado de ánimo psico-lógico con la vida espiritual auténtica traté de sugerir a cada unoun programa personalizado.

A Miguel Magone le propuse la regularidad en la oración y en losdeberes cotidianos. Le pedí una seria vigilancia sobre su impetuo-sa sexualidad con la custodia de los sentidos, especialmente de

los ojos y de la gula, una cierta austeridad de vida y el cuidadopara evitar lecturas, espectáculos y compañías vulgares o peligro-sas. Al mismo tiempo busqué que aanzara el trabajo interior conuna gran vitalidad y con una creativa caridad con sus compañeros,estando atento y siendo servicial con todos en las circunstanciasconcretas de cada día.

A Francisco Besucco, más tímido y vergonzoso, le insistí en la ale-gría y en la participación en el recreo junto a sus compañeros, en el

cuidado de sus relaciones, en la delidad al estudio y en la buenaocupación del tiempo, en el empeño y la diligencia en los peque-ños servicios cotidianos, en el espíritu de oración, invitándolo asuperar su ansiedad con actos de conanza y de sereno abandonoa Dios.

A Domingo Savio, impulsado irresistiblemente a la santidad, condeseos de vida interior y grandes horizontes espirituales, le pedícontrolar sus emociones, mantener una constante y moderadaalegría, perseverar en el cumplimiento de sus deberes cotidianos,participar siempre en el recreo con sus compañeros. Orienté sudeseos de radicalidad proponiéndole ser apóstol entre sus com-pañeros, ocupándose de los más lejanos de la fe, y animando a losmás piadosos a ser mejores y a convertirse en una buena levaduraen el ambiente para colaborar así en la misión educativa y pastoraldel Oratorio.



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Reexiones:

- ¿También hoy se puede decir que la ascesis y la vigilancia sonabsolutamente necesarias para la vida cristiana?

- ¿A qué objetivos debe tender el control de sí mismo y el esfuerzoascético?

- En tu actual situación ¿cuáles son los medios más adaptados paraeste trabajo de puricación y de construcción?

- ¿Por qué es imprescindible trazar un programa espiritual perso-nalizado?



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Queridos hijos:

Los santos siempre consideraron que la obediencia y la humildadson las virtudes que más nos conguran a Jesús, nuestro Señor yMaestro. Yo también soy del mismo parecer. El orgullo y la sober-bia son las pasiones más enraizadas en nosotros. De ellas nacenmuchos males, sobre todo la presunción, las discordias, los atro-pellos y el oscurecimiento de la razón.

En “La juventud instruida”, libro de espiritualidad para los mucha-

chos del Oratorio, escribí que la obediencia es la primera virtudde un joven. Les presentaba el ejemplo de Jesús, el cuál siendoomnipotente, para enseñarnos a obedecer se sometió en todo asu Madre y a José, ejerciendo el humilde ocio de carpintero; paraobedecer a su Padre murió sufriendo horriblemente en la cruz.

Agradezco a mi madre que me educó a una obediencia amorosay generosa, sostenida con motivaciones de razón y de fe. Sobre labase de la humildad y de la obediencia, que me hicieron dócil a lavoluntad de Dios y exible en mis opciones, pude construir todaslas virtudes que caracterizaron mi personalidad.

En un sueño que tuve cuando tenía nueve años me habían pedi-do que me preparara a la misión de salvación y educación de los jóvenes recorriendo precisamente ese camino. “Con la obedienciay con la adquisición de la ciencia”, me había dicho el personajedel sueño que podría realizar mi vocación, bajo la guía de María,maestra de vida cristiana y modelo de toda vocación. De Ella había

El fervor de una experiencia

de fervor y laboriosidad

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recibido la invitación a seguir un programa bien concreto: “Hazte

humilde, fuerte y robusto”. Después de muchos años veriqué lafecundidad de esta invitación.

Quisiera que todos entendieran que la superación de sí mismos, lacustodia del corazón, el empeño ascético exigente (de lo cuál leshe hablado antes) son las condiciones de un modelo de vida diná-mico, creativo, audaz. Sin esta base no podría haber hecho nada delo que logré hacer. Y mucho menos hubiera podido forjarme unapersonalidad fuerte, equilibrada, afectuosa, con capacidad de una

vida de fe y de valiente esperanza.

A los jóvenes les he propuesto el mismo camino. Quería cultivar enellos buenos cristianos y honestos ciudadanos, eles, coherentes ylaboriosos, animados de una vitalidad interior y de una luminosi-dad y alegría evidentes.

Nunca me gustaron los caprichosos, los rezongones, los pedantesy los vagos. Sueño con chicos y chicas fervientes y entusiastas, po-

sitivos y constructivos, capaces y abiertos. El oratorio de Valdoccoera un volcán de novedades y actividades, un taller de creatividady expresión, un ambiente de alegría y optimismo, un espacio deformación de personalidades ricas y signicativas.

Quería que en el Oratorio se creara el microclima ideal para hacercrecer una generación de jóvenes transparentes, valientes, fuertes,abiertos a los demás, generosos frente a los desafíos, urgencias ynovedades de la historia. Soñé un mundo con cristianos capaces

de transformarlo; cultivé la utopía de una sociedad de hombresnuevos, con una fuerte vida espiritual.

A esto tiende el exigente itinerario espiritual que he trazado. Poresto siempre invité a los jóvenes a mirar hacia lo alto, a ver másallá, a esperar y trabajar con valiente ardor. En esta perspectiva lospuse en guardia frente a la mediocridad y el pecado, que carcomenel fervor, crean una situación de debilidad y de muerte, debilitan elespíritu, entorpecen la mente y el corazón, encarcelan el alma.



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Quien no entiende la amplitud de este modelo ideal de hombre

y de cristiano no puede comprender mi insistencia sobre la obe-diencia, la humildad, la morticación de los sentidos… Sobre todono puede entender la importancia que asigné a la virtud de la cas-tidad. Me gustaba llamarla “bella virtud”, la “reina de las virtudes”porque quería que entendieran su aspecto radiante.

Nunca la he presentado simplemente como continencia o comocontrol y orientación de la sexualidad. La he vivido y propuestocomo libertad y luminosidad de una vida totalmente orientada a

Dios, animada de un amor oblativo y total; como síntesis y amal-gama de todas las virtudes. Traté de mostrarles su capacidad detransformación del alma de los adolescentes, describiendo la fas-cinación de personalidades maduras y castas.

No es fácil entender estas cosas, pero no dejaré de proponerlasa los jóvenes. Domingo Savio sintetizaba este modelo diciendoa un compañero: “Nosotros hacemos consistir la santidad en es-tar muy alegres. Nos preocupamos solamente de evitar el pecado

como enemigo que nos roba la Gracia de Dios y la paz del cora-zón; buscamos cumplir con exactitud nuestros deberes y de cuidarcon delidad la vida de oración. Escríbelo para recordarlo: “serviteDomino in laetitia” (sirvan al Señor con santa alegría)

Refexiones:

- ¿Por qué Don Bosco sostiene que la obediencia, la humildad yla custodia del corazón son capaces de provocar un estilo de vidaalegre, creativa y entusiasta?- ¿Qué ideales o qué modelo de persona están detrás de la insis-tencia de Don Bosco en la virtud de la castidad?- ¿Estás dispuesto a luchar contra la mediocridad y el pecado?



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Queridos hijos:

Estoy convencido de que la oración es indispensable para un cris-

tiano. Cuando la descuidamos nos separamos de la fuente de lavida espiritual y pasamos a ser presa fácil de la supercialidad y dela tentación.

¿Cómo se debe rezar? Rezar es elevar el corazón a Dios, compartircon Él mediante pensamientos y sentimientos santos y piadosos.Por eso cada mirada dirigida a Dios es oración. El que piensa enel Señor y en su innito Amor, y en ese pensamiento experimentaalegría, veneración, amor, admiración, ya está rezando.

El que descubre los grandes benecios recibidos de Dios Creadory Padre, y siente su corazón lleno de reconocimiento y gratitud,ya está rezando. El que en los peligros, consciente de la propiadebilidad suplica la ayuda del Señor, ya está rezando. El que arre-pentido se dirige a Dios, sabiendo que ha rechazado a su Padre yha perdido el mayor bien, implora perdón y hace el propósito decambiar, ya está rezando.

Rezar es, entonces, una cosa fácil. Todos pueden, en cualquier lu-gar, en cualquier momento, elevar su corazón a Dios.

Este modo de entender la oración nos fue enseñado por la tradi-ción de la Iglesia. Es una espiritualidad sencilla, pero profunda, ca-racterizada por un continuo esfuerzo por elevar el corazón a Dios;este esfuerzo invade el modo de pensar y de vivir. Se trata de un“sentirse en Dios”: mirarse a sí mismo, la propia vida, el propio des-tino, el trabajo cotidiano, los afectos y las relaciones, los deseos y

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Amistad y dialogo con Dios



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los problemas y aún la propia miseria y el propio pecado, delante

de los ojos amorosos de Dios.

Cuando, con un pequeño esfuerzo cotidiano, nos habituamos a laidea de ser amados personalmente por el Señor, se abren de paren par horizontes interiores que nos conducen a vivir con libertad,serenidad y pureza. Nos sentimos impulsados a “trascendernos”siempre más, a ir más allá de nosotros mismos, a tener una visiónsobrenatural del signicado de nuestra vida. Nuestros pensamien-tos y sentimientos se orientan a Dios y se inspiran en Él, aún en las

pequeñas cosas.

He constatado en mi vida, y en la de los jóvenes y la gente que heconocido, la ecacia de la oración. No se trata sólo de obtener lascosas de las que tenemos necesidad, sino de entrar en una dimen-sión espiritual que nos transforma.

Entre los dones con los que el Señor enriqueció a Domingo Sa-vio, el primero era el fervor en la oración. Su espíritu estaba tanhabituado a conversar con el Señor que en cualquier lugar, aúnen medio de los más clamorosos bochinches, sabía unicar suspensamientos y afectos, elevando el corazón a Dios.

Para llegar a tanto es necesario un camino espiritual que parta dela puricación de la mente para llegar a la unión habitual con Dios,a la facilidad para entrar en oración.

- Ante todo se debe cultivar un control atento sobre sí mismo, unacuidadosa limpieza de pensamientos y sentimientos, sacándosede encima la “mentalidad de este mundo” que tanto pesa y estor-ba, y el afecto por las pasiones desordenadas. Sin dar estos pasosno será posible elevar el corazón y dialogar con Dios.

- Después de esto será también necesario tener rectitud en elamor, en nuestras intenciones, en los motivos y en la nalidad porla que hacemos opciones, nos relacionamos con las personas, ac-



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tuamos y hablamos. El corazón necesita educarse, evangelizarse,

elevarse a Dios.

Entonces brotará una oración que es sobre todo interior, no for-malista, fría o intelectual sino cálida, que nos impulsa a “mirar alSeñor”, a sentirlo cercano, a hacer todo por Él, a ver todo en rela-ción con Él, a vivir conscientemente en su presencia.

“Dios te ve” es una expresión que desde pequeño escuché tantasveces de los labios de mi madre. La repetía con frecuencia a los

jóvenes y hasta la transcribí en carteles colgados aquí y allá en losambientes de Valdocco.

Mi intención era no sólo advertirles que tuvieran en todo momen-to un comportamiento digno bajo la mirada de Dios que es almismo tiempo padre misericordioso y justo juez; les quería ayudara cultivar la convicción del amor de Dios que nos envuelve minutoa minuto. Nosotros existimos porque Dios nos ha pensado amán-donos; vivimos porque nos sostiene con su Gracia y con su miseri-

cordia; somos llamados por Él a realizar una vocación personal deplenitud y santidad.

El pensamiento de Dios presente infunde coraje y fuerza en lasdicultades, anima en los momentos de debilidad y de pereza,deende en las tentaciones, ayuda a encontrar de nuevo el ca-mino perdido, eleva en medio de la agitación y de la banalidadcotidiana y abre horizontes luminosos hacia los cuáles orientar laspropias aspiraciones.

Si este pensamiento se convierte en familiar y espontáneo somosconducidos a una relación de intimidad constante con el Señor, dediálogo amistoso con Él; entramos en un clima totalmente espiri-tual, en un estado interior de constante fervor.

Así cada momento de nuestra jornada puede ser vivido conscien-temente “en Él, con Él y por Él”. Las intenciones por las que obra-

mos, los sentimientos y pensamientos más profundos y nuestras



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palabras, son continuamente confrontados con Dios, corregidos y

puricados en Él. Y en esa confrontación nos sentimos animadosen la virtud, llamados a la perfección, invitados a la santidad, im-pulsados a la generosidad y a la caridad activa.

Francisco Besucco, el muchachito de la montaña, en la sencillez desus catorce años había alcanzado una elevada vida espiritual. Ama-ba tanto la oración y se había habituado tanto a ella que apenasquedaba solo o tenía un rato sin ocupación comenzaba enseguidaa dialogar con el Señor. Aún en el tiempo del recreo no pocas

veces se ponía a rezar y como transportado por un movimientoinvoluntario a veces cambiaba los nombres del juego por jacula-torias. Estas cosas, que por una parte eran motivo de risas entrelos compañeros, por otra demostraban cuánto su corazón gozabaen la oración y qué dominio de sí mismo tenía para recoger suespíritu y elevarlo al Señor. Esto, de acuerdo a los grandes maes-tros espirituales, muestra un grado de elevada perfección que esalcanzado por personas de gran virtud, y muy raramente.

Refexiones:

La oración es vivida y enseñada por Don Bosco como elevar pen-samientos y afectos a Dios, tener conciencia de la presencia de unDios que es amor: ¿qué puede signicar esto en tu oración perso-nal y comunitaria?- Este tipo de oración ¿en qué medida puede revolucionar la visiónde uno mismo y del mundo?



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Queridos hijos:

Enseñé a los jóvenes que la Madre de Jesús tiene un rol determi-nante en la vida espiritual y que la verdadera devoción se expresasobre todo en una vida virtuosa. “Si son sus devotos- escribía a losmuchachos en ‘La juventud instruida’- además de colmarlos debendiciones en este mundo tendrán el paraíso en la otra vida”.

María es nuestro modelo de vida como creyentes. Es la maestraen el arte de escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios, enla unión perfecta con Jesús y en conformar la propia vida con la

suya.

De Ella aprendemos la atención solícita frente a las necesidades delos hermanos, el servicio humilde y concreto, la delidad a nuestramisión, la fortaleza en las dicultades, la conanza en Dios y laesperanza, aún en las angustias del calvario.

La Madre de Jesús nos invita a abrir nuestro espíritu, sin ponerobstáculos, a la acción santicadora del Espíritu Santo. Nos anima

a ser eles a nuestra vocación de creyentes y a ser testigos delEvangelio, a trabajar en la defensa de la fe y en la lucha contratoda forma de mal, dentro y fuera de nosotros, a amar la Iglesia ya trabajar por ella.

En mi vida María ha sido una presencia cercana, amada, activa yestimulante. La he percibido a mi lado. Me coné a Ella, deján-dome guiar, orientar y alentar en el camino de mi vocación, en lamisión educativa y en la tensión a la santidad. Sin Ella no habría

La ayuda de Maria

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hecho nada.

Siempre he pensado que existe una profunda vinculación entredevoción mariana, unión con Dios, fervor espiritual, vida virtuosa,caridad operante, celo educativo y pastoral, fecundidad apostóli-ca.

Me gustaba sugerir a mis amigos esta oración en rima:

Al pensier di Dio presente,fa´ che il labro, il cuor, la mente,

di virtú seguan la viaO gran Vergine María.

(Con el pensamiento de Dios presente,haz que el labio, el corazón, la mente,

de la virtud, sigan el camino,Oh, gran Virgen María).

Para recorrer el camino de la virtud, para vivir plenamente tu vo-cación humana y cristiana, te animo a entrar en la escuela de susabiduría, a invocarla con fe, a conarte a Ella. María es ejemplode entrega al Señor, de solicitud por los necesitados, de delidaden la hora de la cruz, de alegría espiritual, de valiente servicio a loshermanos.

Te ruego tener una devoción lial y fuerte, que se hace explícita en

la oración y en la imitación convencida y personal.La altura espiritual alcanzada por los mejores muchachos del Ora-torio está en relación directa con su amor a María. No se tratabade sentimentalismo, a pesar de la tendencia romántica del períodoen el que vivían.

Domingo Savio, la tarde de la esta de la Inmaculada de 1854,fue delante del altar de María, renovó las promesas hechas en laprimera comunión, y después repitió varias veces estas precisas



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palabras: “María, te doy mi corazón; haz que sea siempre tuyo. Je-

sús y María, sean siempre mis amigos; pero, por favor, que mueraantes que me ocurra la desgracia de cometer un sólo pecado”. Así,tomando a María como ayuda en la vida espiritual, su conducta eratan edicante y llegaba a tales actos de virtud que comencé desdeentonces a anotarlos para no olvidarme.

La Virgen María nos ha sido dada como Madre por Jesús cuandomoría en la cruz y está activamente presente en nuestra historia.Nos acompaña, nos sostiene, nos guía y nos anima en el camino

espiritual.

Te repito lo que me dijeron en el sueño de los nueve años: “Te daréla Maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio y sin lacual toda sabiduría es necedad”.

Refexiones:

- ¿Quién es María en tu vida? ¿Qué lugar ocupa en tu experienciade creyente?- ¿Qué consecuencias existenciales nacen de la devoción mariana,vivida como enseña Don Bosco?- ¿Por que él considera a María como indispensable para la vidacristiana?



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Queridos hijos:

Insistí mucho para que los jóvenes aprendieran a participar con fe,atención y amor en la Eucaristía. En Valdocco utilizábamos todoslos medios para hacer que nuestras misas fueran hermosas y die-ran mucho fruto: el clima de recogimiento y la participación activa,los cantos y la oración, el cuidado del ambiente y la preparación delos ayudantes en la liturgia.

Me esforzaba mucho para que cada uno fuera consciente de lo

que ocurre en la celebración litúrgica y participara activamente,llevando su vida entera a la mesa de la Palabra y del Pan de Vida.

Quería que se sintiera la Eucaristía como el corazón y la fuente dela familia oratoriana; que la comunión con el Cuerpo y la Sangrede Jesús, vivida en la fe fuera realizada de tal modo que permitieraconstruir, por obra del Espíritu Santo, actitudes de caridad y decomunión en el corazón y en los pensamientos de cada uno.

Invitaba a los jóvenes a abrir plenamente su espíritu ante la pre-sencia de Jesús, Maestro y Siervo obediente por amor, ofrecido alPadre por nuestra salvación en el santo e inmaculado sacricio. Losanimaba a pedir ayuda para ser liberados de toda culpa y de todomal y para mantenerse siempre eles a la ley de Dios. Y los invitabaa ser valientes para responder al amor del Padre ofreciéndose a símismos con plena disponibilidad.

Para superar la dicultad de una plena comprensión de la celebra-

Eucaristia, adoracion y servicio

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ción litúrgica (que en aquel tiempo era toda en latín) en el libro

de oración de los jóvenes había trazado un itinerario que permi-tiera la participación en la alabanza, en la ofrenda, en la comunión.Cada momento de la Misa era presentado en su signicado y tra-ducido en oración, para que cada uno pudiera participar con plenacomprensión, recogimiento y adhesión interior.

Particularmente buscaba ayudarlos a escuchar con fruto el anuncioy la explicación de la Palabra de Dios. Les sugería prepararse a laprimera lectura con la invocación: “Enciende, Señor, mi corazón en

tu amor, para que yo te ame y te sirva todos los días de mi vida”.

Para la proclamación del Evangelio proponía esta oración: “Es-toy preparado, Señor, a testimoniar el Evangelio, aún a costa demi vida, profesando la verdad que él contiene. Dame la Gracia yla fortaleza para hacer tu voluntad y para evitar toda ocasión depecado”. Considero, efectivamente, que esta es la respuesta másadecuada para hacer de nosotros oyentes fecundos de la Palabra.

Me interesaba mucho que la comunión no fuera un acto formal, opeor aún una acción sacrílega. Educaba a los jóvenes, incluso a losmás pequeños, a cultivar un ardiente deseo de recibir a Jesús en sucorazón, y a permanecer con Él mediante un estilo de vida siem-pre más digno y luminoso. En este sentido los invitaba a recorrercaminos de puricación interior y de sincero arrepentimiento, através del sacramento de la Penitencia frecuentemente celebrado;los orientaba también al compromiso en la caridad y al crecimien-to en la virtud.

No tenía miedo de dar valor también a su afectividad y a sus senti-mientos. Para prepararlos a la comunión les proponía: “Deténgan-se un poco a considerar a quien están por recibir: Jesucristo, Diosde grandeza y majestad innita, Dios de bondad y de misericor-dia, viene a nosotros, míseras criaturas, pobres pecadores; y vienepara hacerse nuestro padre, nuestro hermano, amigo y esposo denuestra alma; quiere ser nuestro médico, maestro y alimento”.



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Para el agradecimiento y para la adoración sugería sentimientos y

pensamientos dirigidos a unir la participación en la Eucaristía conuna vida siempre más cristiana: “Buen Jesús, te agradezco por estedon tan grande, te alabo, te bendigo en mi interior. En adelanteserás siempre mi esperanza, mi fuerza, mi riqueza, mi alegría, eldescanso de mi alma; serás mi bien, mi posesión, el tesoro de micorazón. Quisiera poder darte toda la alabanza y la gloria que tedan los santos en el paraíso. Pero como no puedo tanto te ofrezcotoda mi vida: mi voluntad, para que no quiera otras cosas sinoaquellas que te agradan; te ofrezco mis manos, mis pies, mis ojos,

la lengua, la boca, la mente, el corazón. Todo te lo ofrezco. Proté-geme para que cada pensamiento, cada acción no tenga otro ob- jetivo sino vivir en tu amistad y cumplir tus proyectos de amor”.

Con estas indicaciones muchos jóvenes aprendieron a construirecazmente su personalidad junto a Jesús y alcanzaron el vérticede la vida cristiana. Aquí nacía la esta y la alegría interior quetransparentaban todas las acciones de Domingo Savio y de cuan-tos supieron responder con amor al don de la Eucaristía. De aquí

brotaba su necesidad de permanecer frecuentemente delante delsagrario en adoración. De aquí nacieron muchas vocaciones gene-rosas y valientes que llevaron a todo el mundo el Evangelio para lasalvación y la santicación de los jóvenes.

Refexiones:

- Don Bosco indica algunas modalidades y condiciones para unaparticipación activa y fecunda en la Eucaristía. ¿Te parecen posiblesen este tiempo?- ¿Por qué Don Bosco pone en estrecha relación la comunión eu-carística con un determinado estilo de vida?



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Queridos hijos:

El Señor, mis queridos jóvenes, los llama a la amistad y a la comu-nión perfecta de amor con Él. Los quiere hacer participar de suplenitud y de su alegría, hoy y para toda la eternidad.

Caminamos cada día con la feliz esperanza del encuentro deni-tivo con Él. Esta meta ilumine y sostenga sus decisiones, los hagaeles en el trabajo y en las fatigas, les de fuerza y constancia en la

opción de seguir al Señor y de construir cada día su reino.Ustedes saben que son libres y responsables: el mundo y su histo-ria, la vida de ustedes y la de sus hermanos, las relaciones humanasy la justicia social, el arte, la ciencia y el progreso del pensamiento,la naturaleza y los recursos del ambiente, la cultura y los valores…todo lo ha puesto Dios en la manos de ustedes, con inmensa con-anza…

Les toca a ustedes, con generosidad e inteligencia, empeño, con-ciencia y caridad, hacerse cargo. En esto serán juzgados por Dios.Un juicio que no los debe asustar sino darles coraje para caminarcon conanza y con la mirada abierta hacia horizontes amplios.

Los invito a ser buenos cristianos, honestos, útiles, honrados ciu-dadanos; a trabajar con empeño en la sociedad civil y en la Iglesia;a ser constructores de un mundo nuevo a través de la educación yla formación de las nuevas generaciones.

Desdedida

Hasta vernos en el paraiso



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Eviten la murmuración inútil; superen las discordias y los egoísmos,

construyan la comunión y la paz en la alegría y el optimismo.

Levanten la mirada. Estén vigilantes, con sus lámparas encendidas.La calidad de vida de la humanidad del futuro depende de ustedes:escuchen la llamada del Señor. Hagan un atento discernimiento desu voluntad y de la vocación que ustedes tienen en este momentode la historia. Asuman con audacia la misión especíca que les estáreservada a cada uno de ustedes.

Sean generosos y fuertes. Aprendan a arriesgarse por estos gran-des ideales. La Gracia del Señor hace fuerte a quien, en la fe y enla caridad, se entrega a Él y a los hermanos. María, auxilio de loscristianos los sostendrá en el camino. Verán cosas estupendas.

Muchos educadores han compartido mi convicción de que, decada tres muchachos o chicas, dos sienten al menos una vez enla vida el deseo de consagrarse totalmente a Dios. Las vocacionescristianas son muchas y fascinantes: abran las puertas del corazón

a la llamada de Cristo. Déjense conducir por el Espíritu Santo. Co-rran a trabajar en la viña del Señor y en su mies.

¡Nos encontraremos en el paraíso, con las manos llenas de frutos, junto a la multitud de hermanos amados, educados, ayudados ysalvados, en presencia del Padre, con Jesús, con María y con lossantos en la alegría sin n!



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Refexiones:

- Estamos llamados a la “feliz esperanza” del paraíso, dice DonBosco, y nos estimula en el compromiso histórico en vistas al juiciode Dios. ¿Qué perspectiva tiene la realización de la propia vida y dela vocación en este horizonte de responsabilidad?- ¿Alguna vez reexionaste sobre tu vocación especíca para tra-bajar en la viña del Señor?-¿Cuáles son los miedos que no te ayudan a tomar decisiones?





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