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Pero si se hace de esto un
mandamiento y se convence a sí mismo
que es pecado no seguirlo, significa
ensuciar y estigmatizar la conciencia,
significa seducir a la verdadera idolatría.
[...]
En breves palabras: Si quieres ayunar,
¡hazlo! Si quieres abstenerte de la carne,
¡no comas carne! ¡Pero deja al cristiano su
libre decisión! [...]
Pero si tu prójimo se escandaliza
cuando ejerces tu libertad, no lo pongas
sin motivos en dificultades, no lo seduzcas.
Sólo cuando comprenda el fundamento
de tu libertad, no se escandalizará más, a
no ser que te quiera mal. [...]
Más bien, tienes que explicarle la fe de
manera amable y decirle que él también es
libre de elegir y comer de todo”.
Del tratado Sobre la elección de los
alimentos y la libertad de tomarlos (1522)
www.reformiert-
online.net/t/span/bildung/grundkurs/gesch/l
ek2/index.jsp
__________________________________
LLIIBBRRAANN EEVVAANNGGÉÉLLIICCOOSS FFEESSTTEEJJOOSS DDEE MMUUEERRTTOOSS EENN PPLLAANNTTEELLEESS EEDDUUCCAATTIIVVOOSS
AArrmmaannddoo LLaannddaa DDiiaarriioo ddee OOrriizzaabbaa,, 1122 ddee ooccttuubbrree
Por primera vez en muchos años,
estudiantes de la comunidad evangélica no
serán obligados a participar en la
celebración del Día de Muertos, festividad
netamente católica.
Así lo hizo saber el presidente de la Red
Evangélica en el estado, Guillermo Trujillo
Álvarez, tras un comunicado que recibieron
de la Secretaría de Educación de Veracruz.
Aclaró que no se oponen a dicha
celebración, “lo que nos incomodaba era la
obligatoriedad para los alumnos que
profesan otra religión diferente a la católica,
con la amenaza de bajarles puntos en sus
materias”.
Reconoció la sensibilidad política del
gobernador Javier Duarte de Ochoa y del
secretario de Educación, Adolfo Mota
Hernández, “porque es la primera vez que
se atiende la voz de la comunidad
evangélica en este tema, no obstante que
año con año se realiza esta práctica”.
En conferencia de prensa, hizo hincapié
en que la incomodidad de los padres de
familia —sobre todo de la comunidad
evangélica y de otras denominaciones
religiosas, diferente a la católica– “es que los
maestros obliguen a los alumnos a
participar, so pena de bajarles calificación o
con otras medidas”.
Aseguró que la subsecretaria de
Educación Básica en el estado, Xóchitl Adela
Osorio Martínez, ofreció enviar una circular
a los supervisores escolares para que a su
vez la hagan llegar a las escuelas, a fin de
que no se obligue a los niños a participar en
esa tradición.
Incluso, dejó abierta la posibilidad de
que si se llegase a detectar alguna anomalía
al respecto, sea reportada a la propia
dependencia.
¿¿QQUUÉÉ TTIIPPOO DDEE IIGGLLEESSIIAA TTIIEENNEE SSAALLVVAACCIIÓÓNN?? LLeeoonnaarrddoo BBooffff
SSeerrvviicciiooss KKooiinnoonnííaa,, 2288 ddee sseeppttiieemmbbrree ddee 22001122
El centro de la predicación de Jesús no fue la
Iglesia sino el Reino de Dios: una utopía de
revolución/reconciliación total de toda la
creación. Es tan cierto esto que los evangelios,
a excepción del de san Mateo, nunca hablan
de Iglesia sino siempre de Reino. Con el
rechazo a la persona y al mensaje de Jesús, el
Reino no vino y en su lugar surgió la Iglesia
como comunidad de los que dan testimonio de la resurrección de Jesús y guardan su
legado intentando vivirlo en la historia.
Desde su inicio se estableció una bifurcación: el grueso de los fieles asumió el
cristianismo como camino espiritual, en diálogo con la cultura ambiente. Y otro
grupo, mucho menor, aceptó asumir, bajo control del Emperador, la conducción
moral del Imperio romano en franca decadencia. Copió las estructuras jurídico-
políticas imperiales para la organización de la comunidad de fe. Ese grupo, la
jerarquía, se estructuró alrededor de la categoría “poder sagrado” (sacra potestas).
Fue un camino de altísimo riesgo, porque si hay una cosa que Cristo siempre rechazó
fue el poder. Para él, el poder en sus tres expresiones, como aparece en las
tentaciones en el desierto —el profético, el religioso y el político—, cuando no es
servicio sino dominación pertenece a la esfera de lo diabólico. Sin embargo este fue
el camino recorrido por la Iglesia-institución jerárquica bajo la forma de una
monarquía absolutista que rechaza hacer partícipes de ese poder a los laicos, la gran
mayoría de los fieles. Ella nos llega hasta nuestros días en un contexto de gravísima
crisis de confiabilidad.
Ocurre que cuando predomina el poder, se ahuyenta el amor. Efectivamente, el
estilo de organización de la Iglesia jerárquica es burocrático, formal y a veces
inflexible. En ella todo se cobra, nada se olvida y nunca se perdona. Prácticamente no
hay espacio para la misericordia y para una verdadera comprensión de los divorciados
y de los homoafectivos. La imposición del celibato a los sacerdotes, el enraizado
antifeminismo, la desconfianza de todo lo que tiene que ver con sexualidad y placer,
el culto a la personalidad del papa y su pretensión de ser la única Iglesia verdadera y la
“única guardiana establecida por Dios de la eterna, universal e inmutable ley natural”,
que así, en palabras de Benedicto XVI, “asume una función directiva sobre toda la
humanidad”. El entonces cardenal Ratzinger todavía en el año 2000 repitió en el
documento Dominus Iesus la doctrina medieval de que «fuera de la Iglesia no hay
salvación» y que los de afuera «corren grave riesgo de perderse». Este tipo de Iglesia
seguramente no tiene salvación. Lentamente pierde sostenibilidad en todo el mundo.
¿Cuál sería la Iglesia digna de salvación? Aquella que humildemente vuelve a la
figura del Jesús histórico, obrero simple y profético, Hijo encarnado, imbuido de una
misión divina de anunciar que Dios está ahí con su gracia y misericordia para todos; una
Iglesia que reconoce a las demás Iglesias como expresiones diferentes de la herencia
sagrada de Jesús; que se abre al diálogo con todas las demás religiones y caminos
espirituales viendo ahí la acción del Espíritu que llega siempre antes que el misionero;
que está dispuesta a aprender de toda la sabiduría acumulada de la humanidad; que
renuncia a todo poder y espectacularización de la fe para que no sea mera fachada de
una vitalidad inexistente; que se presenta como «abogada y defensora» de los
oprimidos de cualquier clase, dispuesta a sufrir persecuciones y martirios a semejanza
de su fundador; que en ella el papa tuviese el valor de renunciar a la pretensión de poder
jurídico sobre todos y fuese señal de referencia y de unidad de la Propuesta Cristiana
con la misión pastoral de fortalecer a todos en la fe, en la esperanza y en el amor.
Esta Iglesia está en el ámbito de nuestras posibilidades. Basta imbuirnos del
espíritu del Nazareno. Entonces sería verdaderamente la Iglesia de los humanos, de
Jesús, de Dios, la comprobación de que la utopía de Jesús del Reino es verdadera. Sería
un espacio de realización del Reino de los liberados al cual estamos convocados todos.
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EELL TTRRAASSFFOONNDDOO DDEE LLAA IIGGLLEESSIIAA RREEFFOORRMMAADDAA ((IIII)) CCuurrssoo ddee HHiissttoorriiaa yy TTeeoollooggííaa RReeffoorrmmaaddaa,, LLeecccciióónn 22
Durante los dos años en Einsiedeln, el carácter político de su actividad, hasta ahí muy
dominante, se suaviza. Las actividades en la iglesia y sus estudios científicos y personales
vuelven a ser lo principal en su vida.
Exactamente en 1516, Zwinglio experimenta una conversión reformatoria. Dice de sí
mismo que “desde ahora prediqué el Evangelio”. Lee las obras escolásticas y las de los
Padres de la Iglesia y aprende griego como autodidacta para poder leer el Nuevo
Testamento en su original. Zwinglio llega a ser un teólogo docto. Entre otros, conoce la
filosofía del famosísimo Erasmo de Rotterdam, pero no adopta sencillamente sus
enseñanzas. Ahora bien, ¿en qué consiste su “Evangelio”? Aquí no se puede preguntar por
la doctrina de la justificación por la fe luterana, para reconocer la conversión reformatoria
de Zwinglio. Él va por su propio camino. Su conversión reformatoria se basa en una clara
orientación bíblica, hacia la sola Scriptura (sólo la Santa Escritura). Esta decisión no es
meramente racional, Zwinglio más bien enfatiza la autoridad de la Biblia por que es ella - y
no la iglesia con su poder clerical - la que transmite el Evangelio, la buena nueva de un
Dios humano. Este proceso de conocimiento reformatorio se ampliará y se profundizará
en sus contenidos durante los años siguientes.
Los inicios de la Reforma en Zurich
En otoño del año 1518, Zwinglio es llamado a
Zurich como primer predicador de la iglesia
principal. Su tarea principal será la prédica. Y
comienza con una novedad: para predicar, no se
basa en el orden vigente de las lecturas bíblicas
(las perícopas), sino que interpreta las Santas
Escrituras cronológicamente. Con esto se rebela
contra la dominancia del año litúrgico y sigue la
secuencia de la Biblia.
Hasta 1522 Zwinglio ha profundizado bastante su conocimiento de las escrituras. Un
tenor de sus prédicas es la resistencia contra el negocio mercenario. Y tiene éxito: en el
mismo año, el Concejo de la Ciudad de Zurich lo prohíbe.
Igualmente en 1522 comienzan los enfrentamientos públicos. El 9 de marzo, se
realiza una demostrativa cena con longanizas en la casa del tipógrafo Cristóbal
Froschauer, demostrativa porque la cecina es consumida en tiempo de cuaresma.
Durante esta cena, dos grandes longanizas ahumadas son repartidas entre la gente.
Zwinglio participa sin comer. A este primer quebrantamiento del ayuno le siguen varios
más en los días siguientes. Rápidamente se sabe lo que está pasando; el Concejo de
Zurich interviene y inicia pasos legales.
Sólo dos semanas después de la "cena de longanizas", Zwinglio tematiza el
problema del ayuno en un sermón que se publica en abril de 1522 bajo el título: Sobre la
elección de los alimentos y la libertad de tomarlos. En este sermón, Zwinglio habla a favor
de una comprensión evangélica de la libertad: Los cristianos son libres de todas las
órdenes dictadas por el hombre, no hay que ser incondicionalmente obediente a estas
órdenes. La orden de la abstinencia es justamente un reglamento humano, eclesiástico.
Como no tiene autoridad divina, vale decir, no tiene la autoridad de la Biblia, no es
necesario obedecer esta orden. Al mismo tiempo, los cristianos tienen la libertad de no
usarla excesivamente, porque no es la libertad de que viven.
LA COMPRENSIÓN DE LA LIBERTAD SEGÚN ZWINGLIO
Su fe en Dios ya no era tan fuerte que sólo confiaban en él y ponían su esperanza en él y
escuchaban su voluntad. Estúpidamente empezaron de nuevo seguir el dictado de los
hombres. Como si Dios hubiese olvidado algo que tendrían que completar y perfeccionar
ahora, se decían: en este día, en este mes, en éste y aquel momento no debes hacer tal y
tal cosa. (Sin embargo, no tengo nada en contra si alguien se abstiene voluntariamente
por su salud y la disciplina de su cuerpo, siempre que no sobreestime este ayuno y se
ponga soberbio; siempre entonces que el ayuno nazca de la humildad.)