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Let's · 2020-01-08 · 7 INTRODUCCIÓN L os locos años veinte, son muchas la imágenes que de esa época nos llegan. En el imaginario quedan escenas de desinhibición, excesos,

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Let'sMISBEHAVELa naciente cultura de clase media

Modernización y cultura de masas en Chile

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Alejandro Osorio Estay

© Alejandro Osorio Estay, 2019LET’S MISBEHAVE: La naciente cultura de clase mediaModernización y cultura de masas en Chile. 1919-1931

Registro de Propiedad Intelectual N˚ 309.928ISBN: 978-956-17-0847-1

Derechos ReservadosTirada: 500 ejemplares

Ediciones Universitarias de ValparaísoPontificia Universidad Católica de ValparaísoCalle Doce de Febrero 21, ValparaísoMail: [email protected]

Diseño: Paulina Segura P.Corrección de pruebas: Osvaldo Oliva P.

Impresión: Salesianos S.A.

HECHO EN CHILE

CONTENIDOS

Introducción ..................................................................................... 7

Aspectos generales de la modernización ............................................ 8

El problema de la clase media en contexto de modernización ......... 11

CAPÍTULO IGente de esfuerzo, moderna y de ciudad, gente de clase media ....... 15

1.1. El discurso de la modernidad ............................................... 17

1.1.1 El rol de los medios masivos de comunicación en la difusión del discurso modernizador ....................... 23

1.2 La entrada de las clases medias, una experiencia de esfuerzo y superación ............................................................ 29

1.2.1 Del buen tono al decoro ........................................... 33

1.2.2 Alcanzar y mantener el estatus ................................... 36

1.2.3 La familia de clase media ........................................... 40

1.3 La ciudad de los placeres y de las promesas, un caso de aspiraciones y esfuerzo de clase media urbana ....................... 42

1.3.1 Modernización de la gran ciudad .............................. 43

1.3.2 Modernización de la cara visible: los rascacielos y arquitectura moderna ............................................... 61

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INTRODUCCIÓN

Los locos años veinte, son muchas la imágenes que de esa época nos llegan. En el imaginario quedan escenas de desinhibición, excesos, de liberalización de las costumbres con grandes bailes y fiestas al

son del mal visto shimmy, charleston o algún lento foxtrot y más aún, esce-nas románticas entre grandes edificios y una urbanidad desconocida para el común chileno. Muchas de ellas llegadas de importación desde EE.UU. al cinematógrafo deslumbrando a la audiencia, generando en muchos casos aspiraciones o más de algún enamorado de un personaje tras la pantalla que lleve entre sus ropas una foto de Clara Bow o Rodolfo Valentino. Estas imágenes, si bien no son el completo reflejo de lo que fue la sociedad chile-na en aquella década, sí dibujan claramente un profundo cambio entre las costumbres sociales anteriores a 1914.

Pareciera que estas personas están conscientes de que viven una nueva épo-ca donde la sociedad se está transformando y una nueva forma de ser se repite en los medios de comunicación: el ser moderno. Abundan las ideas que se pueden tener de la sociedad chilena en aquella frenética década de los veinte, sin embargo, parece que se han borrado del imaginario, al igual que los viejos films de celuloide, las victrolas, los discos de 78 rpm, el viejo y económico Ford modelo T, y todo artefacto cultural de la época fueron dejados como piezas de museo que son vistas con curiosidad y tal vez algo de nostalgia pero que sin embargo enmarcan una década de profundos cambios bajo la idea de modernidad. ¿Qué es este ser moderno? ¿Qué sig-

CAPÍTULO IINuevos deseos, anhelos y esperanzas: consumo y medios masivos de comunicación ............................................................................. 77

2.1 Consumo masivo, consumo conspicuo. Una forma de diferenciarse .......................................................................... 79

2.1.1 El fomento del deseo: consumo y clases media en la década del veinte .................................................... 83

2.2 American way of life: EE.UU. como nuevo paradigma modernizador. ...................................................................... 99

2.3 Cine: Consumo cultural y comportamientos importados. ... 103

2.3.1 El cine como una actividad moderna y atractiva a las masas. ................................................................ 104

2.3.2 Star system y su efecto imitativo ...............................107

2.3.3 Nuevas modas, nuevas costumbres .......................... 117

2.4 La reproducción musical como un pilar de nuevas diversiones modernas .......................................................... 128

2.4.1 La industria musical ................................................ 128

2.4.2 Buena música y malas costumbres ........................... 130

2.4.3 Entre resistencia y tensión, una clase más o menos media .......................................................... 138

EPÍLOGO..................................................................................... 141

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................... 149

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nificado se puede dar a este modo de ser? ¿Qué características particulares tiene este proceso modernizador dentro de la sociedad chilena?

Aspectos generales de la modernización

El concepto de modernidad ha sido ampliamente trabajado por una varie-dad de autores, ya desde el siglo XIX la sociología intentó dotar de signifi-cado y contenido a este concepto profundizando en las problemáticas que debían enfrentar las sociedades industrializadas en este proceso. Si bien no se pretende realizar un análisis acabado respecto de este concepto, es pre-ciso definir claramente algunos aspectos generales que serán de utilidad al momento de entender cómo se produce este fenómeno en Chile.

Habermas define la modernización como un proceso mediante el cual se institucionaliza la acción económica —sistema capitalista— y la organi-zación administrativa —aparato estatal burocrático— racionalizando las formas de vida social y cultural disolviendo antiguas formas tradicionales de vida ligadas a lo natural y religioso para sustituirlas por la generalización de normas y valores de donde surge el sujeto individual con derechos y deberes. Destaca por otro lado la tradición weberiana que define a la mo-dernización como “a una gavilla de procesos acumulativos y que se refuerzan mutuamente: a la formación de capital y a la movilización de recursos; al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo; a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de identidades nacionales; a la difusión de los derechos de participación política, de las formas de vida urbana y de la educación formal; a la secularización de valores y normas” 1.

Parafraseando al sociólogo Anthony Giddens 2 en una primera aproxima-ción a la noción de modernidad, este se refiere a modos de vida y organi-zación que surgen en la Europa Occidental a partir del siglo XVIII cuya creciente influencia los iría convirtiendo en mundiales. Para Giddens estas nuevas formas de la modernidad arrasan por completo con las formas tra-dicionales de relacionarse llegando a afectar a nivel de las relaciones coti-dianas e íntimas de los individuos o grupos. La creciente influencia de estas nuevas formas de vida dará pie además a redes de conexión que abarcan

1 Habermas, J. El discurso de la modernidad, Madrid, Taurus, 1989, p. 12.2 Giddens, A. Consecuencias de la Modernidad, Madrid, Alianza Editorial, 1994.

el globo, llegando a alterar lo más profundo las sociedades hasta donde ha llegado su influjo.

La complejidad del proceso de modernización según Giddens da cuenta de su multidimensionalidad donde las distintas tradiciones sociológicas que han aportado con elementos para su definición desempeñan algún papel, en este sentido para la escuela marxista el principal motor de transforma-ción que da pie al mundo moderno es el capitalismo, este genera un nuevo orden social netamente capitalista, estrechamente ligado a la modernidad. Por otro lado, Durkheim critica la posición marxista señalando que las instituciones modernas tienen su origen en la industrialización. Para él, el carácter cambiante de la vida moderna está cercanamente ligado al proceso de división de trabajo a través de la explotación industrial de los recursos naturales. Por su parte, la escuela weberiana pone como idea central la racionalización, si bien esta habla de capitalismo no se refiere a este en los términos marxistas, sino que lo hace pensando en un “capitalismo ra-cional” que se expresa en la “tecnología, en la organización de actividades humanas y en la configuración de la burocracia” 3 .

Uno de los aspectos más relevantes de la modernidad es su dinamismo, ello deviene de la separación tiempo-espacio donde se remueve la inmediatez de las relaciones sociales, llevando de un contexto de presencia donde las interacciones se realizan en un espacio definido a un vaciado espacial que se vería representado en las relaciones a distancia llevadas a cabo con los nuevos medios de comunicación. Así mismo, la racionalización del tiempo con la aparición del reloj lo despojará de todo sentido sagrado o natural ligado a la cosecha o divinidad siendo cuantificado al crear espacios del día artificiales que permitirían optimizar el trabajo. Este proceso de remoción de la inmediatez de las relaciones es definido por Giddens como “desancla-je” y puede presentarse de dos formas:

• Señales simbólicas que son aceptadas y entendidas por todos sin con-sideración de las características de los diversos grupos. Un ejemplo de ello puede ser la música, rápidamente extendida y aceptada e interio-rizada por distintos grupos (ej. El jazz y el rock).

• Sistemas expertos, donde nos vemos envueltos en sistemas donde se ha aplicado tecnología y depositamos nuestra fe en ellos. A diario los

3 Ibíd. p. 24.

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individuos se encuentran inmersos en este tipo de sistemas, ya sea en el área de comunicación, transporte o medicina. Poca noción tenemos de cómo en realidad funcionan, sin embargo, sabemos que han sido crea-dos aplicando principios científicos y depositamos nuestra fe en ellos.

Estos desanclajes que marcan el tránsito hacia la sociedad moderna dejan ver cómo en la separación del espacio y el tiempo se genera paralelamente una de las características intrínsecas de la modernidad: la mundialización. Ya desde la imprenta, se han relativizado las distancias y modificado las relaciones entre grupos e individuos lo que se ha acentuado con la aplica-ción de nuevas tecnologías de comunicación, llevando a cabo un proceso de expansión de conocimientos que se caracteriza por la permeabilidad de estos a los distintos grupos que los reapropiarán y aplicarán en sus vidas cotidianas.

Si bien como se ha mencionado la modernización posee ciertas caracterís-ticas y aspectos que son comunes, la complejidad intrínseca de esta lleva a que se diferencie según condiciones históricas, sociales, culturales y eco-nómicas de manera tal que podemos hablar de distintos procesos de mo-dernización. De esta forma el sociólogo Gino Germani atribuye a América Latina características diferenciadas en su modernización respecto al resto de Occidente, dentro de esta distingue tres procesos de mayor importan-cia: modernización económica; modernización política y modernización social. No es el objetivo entrar en la discusión de cada uno de estos aspec-tos, sin embargo cabe precisar que este estudio se enfocará principalmente en la modernización social cuyo proceso está compuesto por una serie de subprocesos tales como: la movilización social de una gran parte de la po-blación; creciente urbanización y la creciente concentración demográfica en torno a estos centros; cambios en la estructura y relaciones de familia; cambios en la comunidad local y nacional; cambios en las comunicaciones; creciente y permanente movilidad social debido a la transferencia desde arriba de símbolos de estatus; cambios en el alcance y formas de participa-ción; extensión de formas modernas de consumo a grupos medios y bajos; sentimientos de identificación con la sociedad moderna, cambios en las formas de asociación, recreación; reducción en la diferencia entre estratos sociales 4.Como ha señalado Germani, uno de los aspectos característicos de la modernización social es el ascenso de nuevos grupos, en especial gru-

4 Germani, G. Sociología de la modernización, Buenos Aires, Editorial Paidos, 1970.

pos medios mediante nuevas formas de participación, acceso a la cultura, promoción social y por sobre todo una identificación con la modernidad. Ahora bien ¿Se presentan en Chile estos aspectos de una modernización social? ¿Cómo se entendería el ser moderno en nuestro país? ¿Cómo se refleja en la clase media chilena esta modernización?

El problema de la clase media en contexto de moder-nización

Durante el siglo XX la emergencia de nuevos sectores sociales se tradujo en nuevos discursos, nuevas prácticas culturales y nuevas relaciones con el Estado. Dentro de estos actores adquiere especial relevancia la clase o sec-tores medios, ya que paulatinamente irán conformando la gran mayoría de la población aglutinada en torno a los centros urbanos repercutiendo en el discurso político que comenzará a partir de los años veinte, a dirigirse hacia la defensa de los intereses de la clase media.

Ahora bien, la importancia de la clase media no ha dejado de aumentar durante el resto del siglo XX, estando aún más presente en los temas polí-ticos ya llegado el siglo XXI. Sin embargo, existe ambigüedad dentro del uso de este concepto ya que cuando hablamos de clase media no hay un margen claro para establecer quiénes están dentro y quiénes están fuera. En este sentido un gran porcentaje de la población nacional se considera a sí misma como de clase media, abarcando así un amplio espectro político y socioeconómico. Dicho fenómeno provoca la invisibilidad de los límites haciendo difícil por lo tanto una definición exacta de lo que es clase media, no obstante, hay una gran discusión teórica donde se ha tratado de definir claramente este concepto desde distintas perspectivas siendo la más común la que lo aborda desde la capacidad adquisitiva. Otros estudios tratan el concepto a partir de la relación entre los sectores medios y la política en los que históricamente se ha ligado la clase media con partidos políticos específicos como por ejemplo la Democracia Cristiana y el Partido Radi-cal, sin embargo, se puede dar fe de que la presencia de este sector social se encuentra a través de todo el espectro político, por lo que un esclareci-miento desde esta perspectiva no deja de presentar aspectos ambiguos. De la misma forma una definición desde el poder adquisitivo resulta imprecisa dado que lo mínimo necesario para vivir cambia históricamente 5.

5 Candina, Azún. Por una vida digna y decorosa: Clase media y empleados públicos en el siglo XX

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La dificultad para definir el concepto no proviene de una deficiencia de los estudios, sino de los rasgos propios de la clase media que como un sec-tor de características heterogéneas en lo político y económico presentaría intereses en consonancia con sectores populares como con los ligados a la aristocracia.

Dadas tales características, un nuevo estudio que se proponga el realizar una definición del concepto de clase media, resultaría infructuoso para lo-grar un mayor entendimiento de esta. Es por ello que tales estudios deben plantearse como un acercamiento a las prácticas de este grupo desde distin-tas perspectivas para así entender cómo estos funcionan y se transforman a través de procesos económicos, políticos y socioculturales.

En este caso se abordarán las prácticas culturales de los sectores medios a partir de su relación con la modernización y la cultura de masas en la década de los veinte ya que es allí donde los avances tecnológicos en las comunicaciones como las condiciones económicas propician la masifica-ción de una cultura urbana, promoviendo el mayor acceso al consumo para un amplio sector de la población. Ello implica que tanto el ocio como la cultura no serán un monopolio de la aristocracia y los sectores ligados a ella. Se conjugan por lo tanto en este período tres fenómenos de gran relevancia para entender el ascenso de las clases medias: en primer lugar un nuevo discurso político modernizador que toma las reivindicaciones de la clase media como punta de lanza; en segundo lugar la consolidación de una cultura de masas urbana y ligado a ello la ampliación del consumo 6.

La década de los veinte estuvo marcada de gran manera por el ascenso de Estados Unidos que gozará de un período de bonanza económica que se extenderá sobre la mayor parte del decenio otorgando una imagen de prosperidad bajo un modelo que se basa en el crecimiento de la oferta, una creciente capacidad de consumo y un sistema de relaciones internacionales que permitan la propagación de esta prosperidad americana.

Este modelo llevado a una forma de vida denominada “American way of life” se levanta como un símbolo de modernidad y cambio social, donde su componente principal es la expansión masiva del consumo que deviene

chileno. Santiago, Esfera de Papel Libros, 2009, p. 13.6 Rinke, Stefan. Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910–1931. Santiago, DIBAM, 2002.

de la reorientación de la industria de guerra hacia la producción de bienes y servicios. Como consecuencia de este fenómeno se generará una nueva industria relacionada con el incremento de la vida urbana. A partir de ello, la necesidad de las grandes urbes de contar con una infraestructura que proporcione esparcimiento, entretención, y que pueda suplir las necesida-des de ocio creará una gran industria del entretenimiento cuyo consumo estará orientado especialmente a las masas urbanas.

Los principales canales de difusión de este modelo se centran en los medios de comunicación que en su rápido desarrollo durante finales del siglo XIX y principios del XX se convierten en masivos. Dentro de ellos y para el caso de esta investigación se tomaran como principales canales, la radio, el cine y la prensa, ya que estos una vez concretada su masificación, es decir, su producción y consumo masivo, se posicionan como productos culturales de fácil acceso para todos los sectores sociales. De esta forma el estilo de vida americano es visto como un paradigma económico, social y cultural para todo el occidente a partir de la década de 1920.

CAPÍTULO I

GENTE DE ESFUERZO, MODERNA Y DE CIUDAD, GENTE DE CLASE MEDIA

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C A P Í T U L O I

GENTE DE ESFUERZO, MODERNA Y DE CIUDAD, GENTE DE CLASE MEDIA

1.1. El discurso de la modernidad

“En la gran metrópoli no habrá sino almacenes y oficinas, la gente vivirá fuera y trabajará allí; los medios de comuni-

cación lo harán todo” 7.

Imágenes de Nueva York, grandes multitudes, tráfico caótico, aparatos eléctricos que harían la vida más fácil, radiotelegrafía, radiotelefonía, experimentos con un nuevo aparato llamado televisión, victrolas, etc.

Son algunas de las imágenes que cotidianamente se verían en los años veinte, pero ¿cuál es la relevancia de estas? Podrían para nosotros parecer solo notas curiosas u objetos de museo que despertarían simple interés superficial, sin embargo, todas esta imágenes son parte de un discurso mo-dernizador que se construye en la medida que estas imágenes e ideas per-mean la sociedad transformando prácticas para convertirse en un modelo de “ser moderno”.

Los procesos de modernización no se circunscriben solo al siglo XX, sus inicios datan del siglo XVIII con el desarrollo de la Primera Revolución

7 Sucesos, 13 de julio de 1922, n.° 1033.

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Industrial donde se implementan nuevas formas de energía dando paso a tipos de transporte más rápidos y eficientes. De forma similar sucedió con la producción manufacturera donde la racionalización del trabajo derivó en la producción en serie y su despersonalización, iniciando con esto el tránsito del taller artesano a la fábrica. Respecto a las transformaciones sociales se destaca la formación de un proletariado urbano nacido al alero del sistema industrial de producción junto a una burguesía dueña de los medios de producción cuyas ganancias se verán acrecentadas en desmedro del proletario. Estas transformaciones deben entenderse en el marco de un cambio estructural del sistema capitalista cuyo rumbo apunta, a partir de fines del siglo XIX, al capitalismo industrial que aglutinará a todos los mercados en un único mercado mundial cuyo centro será Gran Bretaña. 8

Una segunda etapa de este proceso inicia a mediados del siglo XIX con la segunda Revolución Industrial dando lugar a la expansión e intensificación de las redes de intercambio bajo el signo del imperialismo británico; ex-pansión de la energía eléctrica, nuevas tecnologías de comunicación como la telefonía, radiotelefonía y radiotelegrafía; en el transporte la aparición del automóvil, la aviación y la navegación aérea; y en el ámbito arquitectó-nico nuevos materiales de construcción como el hierro y acero que darán la posibilidad de construir hacia las alturas 9. Santa Cruz y Ossandon des-tacan al respecto el ámbito industrial y urbano, señalando en primer lugar el paso de una industria de bienes de consumo a una de equipamiento, metales, energía y servicios derivadas de la separación de la agricultura y la industria. En segundo lugar respecto a lo urbano, la iluminación eléctrica, la paulatina desaparición de la tracción animal para el transporte, la insta-lación de agua potable y alcantarillado. 10

Un tratamiento aparte merece el aspecto cultural y comunicacional cuya relevancia comienza a ser mayor a partir de la segunda mitad del siglo XIX con la aparición de la prensa liberal potenciada por las innovaciones en la fotografía y telegrafía reduciendo distancias y vaciando los espacios de su materialidad. Entrado el siglo XX esta relación de vaciamiento espacial y

8 Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX, Madrid, Ediciones Akal, 1999. p. 302.9 El Home Insurance Building construido en Chicago en 1885 fue catalogado como el primer rascacielos, si bien contaba tan solo con diez pisos, su estructura de acero otorgaba la resistencia y flexibilidad necesaria para levantar confiablemente estructuras de altura considerable en com-paración a los métodos tradicionales de construcción.10 Santa Cruz, Eduardo; Ossandon, Carlos. El estallido de las formas, Santiago, LOM Edicio-nes, 2005, p. 21.

temporal se agudiza con las innovaciones comunicacionales en torno al cine, el fonógrafo y el nacimiento del género magazine 11. Tales avances aportarán a la masificación que será clave para el cambio en la cultura de consumo cuyo precedente se establece con las artes y la moda que ya se introducían paulatinamente en los sectores medios. Su difusión se lleva a cabo principalmente por revistas de moda que no solo circularán por Eu-ropa, sino que se extenderán también a América influenciando además a la creación de revistas de moda locales. Junto con ello el desarrollo de nuevas técnicas de impresión y edición generan una asombrosa proliferación de nuevas revistas a partir de 1890 en la mayoría de los países europeos. 12

Ahora bien ¿cómo se podría ordenar esa serie de fenómenos que se cir-cunscriben a los procesos de modernización bajo un único discurso? No pretendemos caer en la interminable discusión sobre lo que es o no es modernización, sino que, se apuntará a establecer sus principales caracte-rísticas y cómo estas se ven materializadas en la realidad chilena.

Volviendo a lo señalado por Giddens, dentro de las principales caracte-rísticas de la modernidad se tiene el vaciado del espacio y el tiempo que se traduce en la racionalización de este último despojándolo de toda sig-nificancia de sacralidad, así también la preponderancia de las relaciones interpersonales despojadas de contextos de presencia; ambos como aspec-tos de lo que el autor denomina “desanclaje” siendo este la remoción de la inmediatez de las relaciones sociales 13.

Comenzando por analizar el vaciado temporal es pertinente señalar que anterior a la racionalización del tiempo existieron múltiples formas de me-dirlo ya sea en la duración de un credo, el tiempo de cocción de alimentos, las mareas o los tiempos de cosecha; todos estos tienen en común tareas cotidianas ligadas a la naturaleza o la religión que variará entre distintas comunidades y sus formas de trabajo; así el tiempo de comunidades cos-teras estará ligada a las mareas y el de comunidades agrícolas a la cosecha entre tantas otras formas de medir la temporalidad. Si bien desde el siglo XIV se construyen relojes en las torres de las iglesias, será hacia el siglo XVIII donde esta forma estandarizada de medir el tiempo cobrará notoria

11 Ibíd. p. 22..12 Dugast, Jaques, La vida cultural de Europa entre los siglos XIX y XX. Barcelona, Paidos Orí-genes, 2003, p. 126.13 Giddens, Consecuencias de la Modernidad, p. 37.

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relevancia con el desarrollo del capitalismo industrial que verá la necesidad de sincronización del trabajo a gran escala 14. Desde entonces los avances tecnológicos que mecanizaron el trabajo llevaron a que el tiempo fuese racionalizado imponiendo una lógica de funcionamiento permanente que llevaría la impronta del time is money. El tiempo por lo tanto dejaría de estar ligado a lo natural y pasaría a ser el tiempo de la máquina.

Esta racionalización fue impuesta desde la lógica del capitalismo industrial por medio de férreo control; bocinas, campanas y alarmas que marcan las horas de entrada, comida y salida con el fin de mantener la producción el mayor tiempo posible en funcionamiento, a ello se suma el castigo ante la violación de estos tiempos. Si bien podemos hablar de imposición de la lógica de trabajo industrial es preciso señalar que esto no estuvo exento de resistencias, como el absentismo laboral que fue duramente combatido por medio de la disciplina laboral logrando finalmente sobreponerse la concepción homogénea y racional del tiempo que irá más allá del ámbito del trabajo transformándose en la forma de vivir el tiempo en el marco de una sociedad capitalista industrializada cuya expresión se encuentra en la masificación en el uso del reloj personal, de cadena o de pulsera.

Bajo la lógica del time is money está la noción de que todo tiempo debe ser aprovechado de forma productiva, el tiempo libre entonces debe ser gastado en algo útil es decir: no hay que dejar espacio al ocio improductivo donde se “derroche el tiempo” en largos descansos sin actividad en que tan solo “se pasa el rato”. ¿Qué hacer con el tiempo libre? ¿El tiempo de ocio? Si no debe ser derrochado este debe ser consumido —como señala Thomp-son— en el marco de una sociedad capitalista madura 15. En este sentido el tiempo no se derrocha, más bien se invierte en actividades que deben ser reconfortantes y que alimentarían una nueva industria que apuntará a sa-tisfacer necesidades recreativas de la vida cotidiana del habitante urbano 16, a partir de ello comenzará a crecer y desarrollarse la industrial cultural, tema que se desarrollará en el siguiente capítulo.

14 Thompson, Edward. Costumbres en común. Barcelona, Crítica, 1995, p. 416.15 Ibíd. pp. 47-49.16 Se hace referencia al habitante urbano dado que las formas de vida del capitalismo indus-trial se desarrollarán principalmente dentro de las grandes urbes que proveen de una infraes-tructura capaz de asegurar su conservación.

El vaciado espacial como ha señalado Giddens 17 es otra dimensión de la modernidad, en ella la despersonalización de las relaciones despoja al es-pacio su materialidad ligada al lugar donde se produce la acción comuni-cativa. En las sociedades tradicionales la comunicación generalmente se caracterizaba por su oralidad, así es como de simples mensajes, ritos o el aprendizaje de ciertos oficios deben desarrollarse dentro del margen de una comunicación oral personalizada en su mayoría. No fue sino hasta la difusión de la imprenta a partir del siglo XV cuando comienza de manera paulatina a vislumbrarse el quiebre en el espacio de las relaciones interper-sonales en contexto de presencia, respecto a su expansión Burke señala que “hacia el 1500 estas imprentas 18 produjeron alrededor de 27.000 ediciones, lo que significa —suponiendo un tirada media de quinientos ejemplares por edición— que en una Europa de unos cien millones de habitantes circulaban en esos días alrededor de trece millones de libros” 19. Es preciso señalar que este fenómeno comienza a tener efecto a largo plazo —en lo que a vaciamiento espacial se refiere— ya que la cultura oral seguirá presente en las capas ba-jas de la población como lo demuestran las recopilaciones de cuentos po-pulares franceses realizadas por Perrault en el siglo XVII cuya procedencia era principalmente la oralidad. Será por lo tanto la revolución industrial donde la imprenta alcanza mayor masividad con la implementación del vapor en su producción 20.

La imprenta marcó un primer hito dentro del concepto de vaciamiento es-pacial y al igual que muchos de los medios de comunicación modernos, se verá beneficiada en términos de producción, expansión y alcance gracias a los avances tecnológicos surgidos durante las Revoluciones Industriales. La incorporación de la tecnología en las comunicaciones no solo creará un es-pacio separado del lugar donde se lleva el acto social de comunicación sino que dinamizará la comunicación relativizando la relación tiempo-espacio. La innovación en medios de transporte durante siglo XIX como el ferro-carril y los barcos a vapor redujeron de manera considerable los tiempo de comunicación y transporte, así mismo en Chile la llegada del ferrocarril

17 Giddens, Consecuencias de la Modernidad, p. 29.18 Burke señala que hacia el 1500 las imprentas se habían establecido en más de doscientos cincuenta lugares de Europa.19 Burke, Peter; Brigss, Asa. De Gutenberg a Internet: Historia social de los medios de comunica-ción, Madrid, Taurus, 2002, p. 28.20 La imprenta a vapor data de 1811 cuya construcción se adjudica a Friedrich Koenig, según Burke esta innovación cuadruplicó su productividad.

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que unió Santiago y Valparaíso significó la reducción en días de viaje, así las distancias serán relativas la velocidad de desplazamiento.

La electricidad por otro lado llevó al límite de lo instantáneo en cuanto a relativización espacio temporal, el telégrafo y el teléfono permitieron es-tablecer relaciones de inmediatez sin la necesidad de estar frente al inter-locutor reuniendo “a toda la humanidad en un gran avión desde donde se puede ver todo lo que se hace y oír todo lo que se dice y juzgar toda política que se persiga en el mismo momento en que tales acontecimientos tienen lugar” 21. Esta metáfora se traduce en que las innovaciones tecnológicas tendieron redes mundiales de manera que la información pública y privada podía fluir de forma inmediata e ininterrumpida rompiendo definitivamente el nexo entre lugar de comunicación y espacio. Lo mismo ocurrirá con los nuevos medios de comunicación de los que ocupa esta investigación. Por un lado la reproducción mecánica del sonido con la llegada del fonógrafo, el desarrollo del cine y la radiofonía llevarán a que los sujetos puedan ver y escuchar actos realizados a miles de kilómetros y en momentos distintos. Ilustrativo de ello resulta la famosa imagen del logotipo de la Victor Tal-king Machine Company (Fig. 1) donde un terrier oye la voz de su amo ya fallecido marcando una comunicación donde emisor y receptor están en lugares y tiempos distintos, sin embargo, hay un espacio donde se concreta la comunicación que es indeterminado o vacío.

Fig. 1. Logo Victor Talking Machine Company. “His Master’s Voice”Fuente: http://www.zoome-rradio.ca/on-this-day/july-16th-1900-recording-com-pany-rca-victor-register-lo-go-with-us-patent-office/

Los medios de comunicación y transporte dentro de su expansión y cons-tate innovación han relativizado el espacio tiempo otorgando a la moderni-

21 Burke, P.; Brigss, A. De Gutenberg a Internet, p. 154.

dad su característica dinámica; la velocidad, la inmediatez y por sobre todo su potencial de masividad ya que todas estas tecnologías nacieron bajo la idea del capitalismo industrial que apunta principalmente a la produc-ción seriada cuyos beneficios se reflejarán en una mayor accesibilidad a sus productos. Es por ello que tanto la prensa como el cine y la música al ser producidos bajo la lógica industrial, adoptarán su característica accesibili-dad que los dotará de su calificativo de medios masivos de comunicación.

Ya hemos señalado cómo el vaciamiento del tiempo y espacio conlleva la aparición de una industria de la entretención y al surgimiento de los me-dios masivos de comunicación respectivamente. En ambas transformacio-nes hay un aspecto común que es vital en la modernización, el desarrollo tecnológico; este aporta un nuevo sustrato material a la acción comunica-tiva además de ajustar progresivamente la vida cotidiana a cánones de exac-titud y racionalización temporal más estrictos. Sin embargo, estos cambios no son una imposición que será recibida pasivamente, sino que “los medios técnicos ofrecerán a los individuos nuevas maneras de organizar y controlar el espacio tiempo, así como nuevas maneras de utilizar el espacio y tiempo para lograr sus propósitos” 22.

El discurso de la modernidad por lo tanto contendrá un mensaje que apunta a propagar una forma de “ser moderno” cuyo contenido se basa en la novedad, la vulgarización del conocimiento técnico y científico relacio-nado con la confianza en los sistemas expertos; innovación comunicacio-nal; mensajes de consumismo y entretención además de nuevos debates relacionados a temas de género. Todos estos mensajes serán transmitidos por medios como el cine, la radio, la prensa y revistas del género magazine cuya finalidad será cotidianizar el mensaje de la modernidad construyendo nuevos imaginarios y sentido común, poniendo en relieve que está al al-cance del habitante urbano.

1.1.1. El rol de los medios masivos de comunicación en la difusión del discurso modernizador

¿Qué hacer con el tiempo libre en la década de 1920? Probablemente bas-tante más que unas décadas antes. Ir al cine a ver un drama, una película de aventuras, al ídolo o amante a escondidas inmortalizado en una postal fir-

22 Thompson, John. Los media y la modernidad. Barcelona, Paidos, 1998, p. 42.

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mada por el mismo Rodolfo Valentino —claramente imposible de su puño y letra— que guardaría como un objeto invaluable; tal vez gastaría la tarde soñando con ir a Nueva York para triunfar como lo cuentan esas historias de actrices luego de una vida de pesares. Tal vez iría a la Casa Curphey por unos discos para sufrir un tango de la orquesta de Francisco Canaro o alegrarse con el foxtrot “Y tenía un lunar” de José Bohr, no faltaría el baile nocturno con un sensual tango, un moderno y atrevido shimmy o un estra-falario charleston. En fin podemos decir que para un individuo de ingresos medios sería completamente accesible entretenerse en el medio urbano.

Estas nuevas formas de entretención características de los años veinte for-man parte de la cotidianidad de la década siendo la materialización de la creciente producción y reproducción de las formas simbólicas con la di-namización de los medios de comunicación que las trasformará en bienes de consumo al alcance de gran parte de la población urbana 23. Ahora bien ¿Cómo es que una forma simbólica se convierte en objeto de consumo? Los medios de comunicación masivos gozan de algunas características es-pecíficas que pueden realizar tal conversión: En primer lugar la fijación del mensaje, es decir, la capacidad de almacenar información como la prensa, la música y el cine —que tienen gran capacidad de fijación— ya que si bien son formatos distintos pueden preservar largo tiempo la información 24.

En segundo lugar la reproductibilidad, la capacidad de producir copias del mensaje almacenado. Los medios antes mencionados cumplen todos con esta característica cuya importancia se ve reflejada en su capacidad para expandirse dentro del mercado de la entretención.

Un tercer ámbito es la separación espacio tiempo, si bien esta ya fue men-cionada en la discusión sobre modernización es preciso recalcar que al cumplir con este aspecto, los medios masivos de comunicación también lo hacen con uno de los rasgos más importantes que se hacen visibles en la modernidad.

Estas características de los medios masivos llevan a que se realice a una valoración económica de las formas simbólicas derivadas de la explotación comercial de las innovaciones tecnológicas. Esto ha puesto los bienes de

23 Ibíd. p. 25.24 Hasta el día de hoy se pueden escuchar discos de 78 rpm usados en Victrolas, ver películas mudas o acceder a revistas de más de cien años. Esto es muestra de la gran capacidad de fijación que presentan estos medios.

consumo cultural disponibles para una pluralidad de receptores alcanzan-do además un amplio espectro espacial y temporal 25 en lo que a difusión respecta. Cabe destacar que como ha sucedido desde el siglo XIX 26 este proceso implica que la producción y consumo de formas simbólicas se lleva a cabo generalmente en contextos distintos y es de manera univoca, es decir, por el contrario de una conversación personal donde los roles de emisor y receptor se intercambian, aquí la producción surgirá desde cen-tros especializados irradiando hacia una infinidad de receptores en espacios y lugares muy disímiles.

En Chile esta ampliación de la oferta comunicacional y cultural genera nuevos públicos heterogéneos cuya característica será su gran número y procedencia urbana, dando los primeros indicios de una cultura de masas, fenómeno que comenzará a tener notoriedad a partir de las primeras déca-das del siglo XX cuyos factores clave según Stefan Rinke son “la industria-lización, urbanización, el auge del movimiento obrero y la emergencia de la clase media con grupos profesionales específicos” 27.

Para dilucidar el concepto de cultura de masas haremos la división del con-cepto centrándonos en primer lugar en el concepto de cultura, para Brun-ner el concepto de cultura se basa en “procesos de producción y transmisión de sentidos que construyen el mundo simbólico de los individuos en la sociedad. Esos procesos comprenden la producción organizada de bienes simbólicos (textos en general; conocimientos, informaciones, imágenes, modas, ídolos […]) y la continua producción de sentidos a nivel de las relaciones cotidianas mediante las interacciones situadas en que los individuos se ven envueltos con otros y consigo mismos” 28. El desarrollo tecnológico en las comunicaciones dotará a estos procesos de una dinámica específica cuya característica será la rapi-dez e inmediatez tanto en la producción simbólica como en las relaciones cotidianas, ello implica que para referirnos a este aspecto cultural hay que

25 Thompson, Los media y la modernidad.26 Durante el siglo XIX Europa fue el principal centro cultural del mundo, la prensa y prin-cipalmente revistas especializadas traían las novedades en modas de París, noticias de las cortes e imágenes de la vida urbana. Esto cambiará luego de la Primera Guerra Mundial cuando este foco se traslade a Estados Unidos. Dicho fenómeno deja ver cómo los medios masivos han irradiado la cultura desde centros difusores hacia la periferia.27 Rinke, Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910 – 1931, p. 24.28 Brunner, José Joaquín, Chile: Transformaciones Culturales y Modernidad. Santiago, FLAC-SO, 1989, p. 21.

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mirar hacia lo urbano donde se concentrará el paradigma modernizador y por ende gran parte de la innovación tecnológica y comunicacional.

Ahora bien, el concepto de masas ha variado diametralmente desde el siglo XIX, desde sus inicios este fue relacionado con los grupos urbanos ligados al proletariado surgiendo una visión negativa relacionada con movimientos revolucionarios cuya principal causa sería la credulidad como su simpleza moral y cultural. Se trataría por lo tanto de una masa difícil de controlar desde el punto de vista elitista que amenazaría altamente con su potencial revolucionario el statu quo de la elite gobernante. Por otro lado las co-rrientes marxistas dotarían a la masa con una connotación positiva como fuerza social de carácter anti-elitista capaz de llevar a cabo la revolución con miras a cambiar el sistema político social y económico, eliminando desigualdades y unificando pueblos y territorios. No se debe dejar solo el concepto de masa revolucionaria en relación a movimientos de izquierda ya que en los años veinte y treinta esta idea cobrará fuerza al conformar el fascismo y el nazismo.

La idea de masas violentas liderando revoluciones entrará en crisis hacia la década de los veinte cuando este concepto comience a ser relacionado con la sociedad moderna, donde priman los avances técnicos y tecnológicos a gran escala que bridarán un amplio acceso a la información sustrayéndola del pequeño círculo de la elite para integrar a grupos medios y populares.

Dentro de estas sociedades urbanas se generará una dinámica específica de relacionarse con el medio, con los otros y de cómo representarse en el mundo, esta dinámica que lleva como impronta el discurso de la moder-nidad tenderá a la homologación del mensaje modernizador apuntando a establecer una cultura más bien homogénea cuyo fin será producir y repro-ducir bajo una lógica industrial los bienes simbólicos organizados para ser consumidos por un público masivo cuya materialización se alcanza dentro del tejido de las relaciones cotidianas. Será por lo tanto esta dinámica de relaciones de producción y transmisión cultural lo que se denominará cul-tura de masas.

El concepto “cultura de masas” al considerarse ambiguo ha suscitado un largo debate que es analizado por Umberto Eco, en este hay disposiciones contrarias: los apocalípticos e integrados. Estas presentan una visión ne-gativa y positiva respectivamente respecto a lo que implica la cultura de masas.

En primer lugar los apocalípticos ven en la cultura de masas la anticultura, donde esta se precipita hacia su irrecuperable caída y pérdida dentro de la vulgarización del saber en que el hombre de cultura se expresa en térmi-nos apocalípticos. Dentro de esta perspectiva se argumenta que la cultura de masas cuyos medios masivos de comunicación como vías de difusión condicionarían el libre pensamiento de los individuos llevándolos a la ho-mogeneización e inacción frente a lo que impone la industria cultural. Esta funciona “presentando al consumidor todas las necesidades como si pudiesen ser satisfechas por la industria cultural, pero también las organiza en forma tal que el consumidor aprenda a través de ellas que es solo y siempre un eterno consumidor” 29. Dentro de esta inacción y adormecimiento de las masas frente a la cultura hay una señal de salvación donde unos pocos iluminados escapan a las masas y podrían ser un redentor de esta, dejando una señal de esperanza. Sin embargo la paradoja de esto radica en que el mismo apocalíptico que arremete contra la cultura de masas se vale de sus medios masivos de comunicación para hacer visible su crítica.

En segundo lugar los integrados, quienes aceptan esta cultura como la po-sibilidad de expandir los bienes culturales para ponerlos a disposición de todos, así mismo la vulgarización de la información la haría más digerible a partir de la premisa que debe ser entendida “por todos”. El integrado no se preocupa por quien produce los bienes culturales y desde donde son difun-didos, sino que este apunta a expandir los mensajes a todos sin importar el quien ni el cómo, aunque dentro de ello es claro que su pretensión es la masiva utilización de los avances técnicos de comunicación resumidos en el cine, los periódicos, la música y la radio entre otros. 30

Bien se podría tomar posición en la trinchera de los integrados o de los apocalípticos, pero llevando el fenómeno a la realidad concreta, la obser-vable y la que se vive en las zonas urbanas, tales posiciones caerían en reduccionismos. Como todo fenómeno en la realidad, la infinidad de va-riables a la que están sometidos precisa de una visión integradora donde la cultura de masas no es totalmente nociva ni tampoco totalmente positiva. En este sentido hay condiciones sociales de base que interactúan con los bienes simbólicos que serán consumidos por los habitantes urbanos, don-de si bien habrá cierta homogeneización de gustos devenidos del discurso

29 Horkheimer, May y Adorno, Theodor, Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires, Sudame-ricana, 1988.30 Eco, U. Apocalípticos e Integrados, Barcelona, Fabula, 2001, pp. 27-29.

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modernizador, este no implicará un adormecimiento de las masas. En este sentido no debemos hablar de una penetración pasiva de los bienes cul-turales ya que “es cierto que la cultura de masas como expresión típicamente urbana tiende a la homologación de patrones culturales, pero también es cierto que tal presión se enfrenta con una extraordinaria riqueza cultural patrimonio de las clases subalternas” 31. Ello implica una gran diversidad al momento de percibir la modernidad a través de la cultura de masas por lo que la cultura urbana en contextos de modernización no será igual en América Latina que en Europa, ni siquiera entre los países latinoamericanos es por ello que el estudio del impacto de una la masificación de la modernidad implica establecer una visión sobre la condiciones materiales y culturales de la urbanidad específica de cada región.

La cultura de masas se sitúa en un contexto histórico específico donde estas —las masas— toman protagonismo en ámbito público, así, se reco-noce la cultura de masas como un aspecto típico de la modernización. La expansión del acceso a los bienes culturales crea dentro de estas masas una experiencia propia donde se vive y piensa la modernidad en los términos que esta pone a disposición dentro de lo urbano, circulan por lo tanto dentro de este —a través de los canales de comunicación— formas de divertirse, de pensar e imaginar donde si bien los consumidores piensan que son construidos desde abajo, se enfrentan a una elección libre dentro de posibilidades culturales restringidas. Este fenómeno es bastante visible en la década de los veinte, en que un boom modernizador liderado por Estados Unidos propone, impone y difunde nuevas formas culturales ya sea por medio del cine, la música, la radio y las revistas. En este sentido la cultura de masas propone formas y situaciones que no se conectan con el contexto de los destinatarios pero que sin embargo se trasformarán en modelos a seguir 32, por ejemplo el cine importa en la década de los veinte el modelo de la flapper a través de actrices como Clara Bow, Colleen Moore entre otras donde la desinhibición moral será la tónica.

Los modelos creados desde los centros de producción de cultura al estar alejados de los espacios de consumo reflejan un proceso de transnacio-nalización que promueve la homologación y estandarización de modelos

31 Rodríguez, Mariángela, “Cultura popular-cultura de masas. Espacio para las identidades”. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas. Vol. IV. No. 12. p. 153.32 Eco, Apocalípticos e Integrados, p. 43.

culturales 33, esto no quita, sin embargo, que los consumidores pierdan su capacidad crítica al momento de enfrentarse a estos modelos; ello puede ser visualizado ya en las constantes críticas a la cultura estadounidense que comienza a tomar fuerza durante el período de posguerra. Se puede dar cuenta de cómo existe la conciencia de que los modelos norteamericanos son parte de una cultura externa que no debe ser consumida pasivamente, en otras palabras, no podemos aspirar a ser como los norteamericanos por-que simplemente no lo somos. Dentro de esta discusión y tal como sucede en el debate entre apocalípticos e integrados hay quienes ven con admira-ción la cultura norteamericana teniéndola como un modelo y paradigma de modernidad al que se aspira, sin embargo como se verá en el siguiente capítulo, esta cultura no es rechazada ni tampoco es pasivamente recibida, creando así un mosaico cultural de donde surgirá la cultura de masas urba-na característica de Chile.

1.2. La entrada de las clases medias, una experiencia de esfuerzo y superación

“¡He aquí una cuestión considerable! ¿Cómo es posible que en este país “republicano” haya personas que se laven con jabón todos los días y se cambien de cuello y calcetines en el mismo período de tiempo y que figuren en las listas de La Clase Media, es decir, del medio pelo? ¡Para noveda-des de tiempo! ¿Qué hace don Antonio Orrego Barros, el simpático poeta criollo, pero aristocrático, presidiendo una federación de “Siúticos” como llaman los “high life” a los que no reciben invitación para los bailes de sociedad?” El curioso impertinente, revista Corre Vuela, 3 de sep-

tiembre de 1919, n.° 610.

¿Qué hace un aristócrata en medio de siúticos? Estos que no tienen ni el refinamiento ni el abolengo de una familia distinguida, es lo que en otras palabras relata el autor de la cita. En ella se deja ver el prejuicio y la poca to-lerancia ante un grupo que va adquiriendo mayor importancia dentro del ámbito social, viejos rotos que se educaron y tienen profesión o trabajan en algún cargo público que a costa de esfuerzo llegaron tener una casa propia,

33 Rodríguez, Mariángela, “Cultura popular-cultura de masas. Espacio para las identidades”, p. 153.

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bien amoblada, con empleada doméstica y con un jardín que es remedo de una añoranza del campo que sus antepasados dejaron atrás.

Hoy en día esta historia de esfuerzo y el sueño de la casa propia nos llevan directo a pensar en “clase media” y como es natural para nuestros días ¿Quién no es de clase media? Al parecer una gran porción de los chilenos se considera dentro de este grupo. Sin embargo, si retrocedemos a 1919 pareciera que hablar de clase media no era algo natural como lo es hoy. En la ácida crítica a quienes se consideran dentro de este grupo hay cierto dejo despectivo al señalarlos como siúticos que no reciben invitación a los bailes de la alta sociedad por no tener el abolengo y ser “pobres tratando de pare-cer ricos”. En la misma crítica se resalta el rechazo a la medianía señalando que “se es rico o se es pobre” 34, dado que en muchos casos se tilda de clase media por vergüenza al qué dirán.

Toda teorización tiene un trasfondo donde suceden los hechos, en otras palabras las teorías surgen a partir de realidades constatables que hacen la necesidad de brindar conceptos que permitan simplificar la realidad caótica y con infinidad de variables. En este sentido la construcción del concepto de clase media surge desde la experiencia real y constatable de la interacción entre grupos o individuos articulando así intereses comunes frente a ellos mismo o a otros con intereses distintos 35. Es a partir de esta experiencia que se configurará el “ser de clase media” donde el ser pobre o rico serán parámetros a partir de donde se tomará cierta distancia, sin em-bargo, la movilidad de estas delimitaciones se definirán desde percepciones dinámicas de “qué es lo básico y que es ‘lujo’, que es ser ‘educado’ o ‘culto’ en una sociedad determinada y en momentos determinados y, como esto se connota positiva o negativamente y se transforma en un referente para otros” 36.

Al tratarse de una experiencia para entender algunos aspectos clave de la clase media es preciso analizar su desarrollo. El surgimiento de grupos me-dios se remite a la década de 1830, con la aparición del Estado Oligárquico Liberal en que comenzará a generarse un aumento en el empleo público, así se estima que entre 1845 y 1930 los funcionario del Estado tanto en

34 Corre Vuela, 3 de septiembre de 1919, n.° 610.35 Thompson. Edward. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing, 2002, p. 27.36 Candina, Azún. La clase media como ideal social. El caso de Chile contemporáneo. 2012. http://historiapolitica.com/dossiers/chile-contemporaneo

Presidencia como en los distintos ministerios, pasaron de 1.185 a 47.193, una cifra notoriamente superior. Tal aumento explosivo se puede explicar debido a que entre 1892 y 1920 se implementa una creciente mejora en la infraestructura administrativa del Estado donde nuevos servicios como Correos y Telégrafos, servicios de Higiene y Salud Pública, Cajas de ahorro y crédito para empleados públicos y de las Fuerzas Armadas, requerirán una gran cantidad de personal administrativo cuyos ingresos serán garan-tizados por el Estado 37. A este reducido grupo se suma durante la segunda mitad del siglo XIX artesanos e inmigrantes dedicados al comercio lo que conformaría una vieja clase media constituida principalmente por artesa-nos, comerciantes, políticos, burócratas e intelectuales cuya composición se debe principalmente a la falta de industria y capital.

¿Qué sucedió con el artesanado decimonónico y los productores naciona-les? Si bien estos grupos pudieron conformar una incipiente clase media productora durante el siglo XIX, según Salazar estos fueron combatidos por el grupo terrateniente mercantil con la finalidad de mantener su mono-polio compitiendo con ellos en el mercado interno lo que llevó a que parte de estos artesanos y productores se proletarizaran. De los que no cayeron en la proletarización algunos se dedican al bandidaje y otros comienzan una carrera ascendente como pequeños y medianos empresarios o como empleados públicos y privados que en cierta forma “les subiría el pelo” 38.

Este camino ascendente coincide con un aumento de la actividad manu-facturera cuyo génesis puede datarse entre fines del siglo XIX y comienzos del XX donde en 1os años anteriores a la Gran Guerra se creó un número importante de nuevos establecimientos manufactureros. Entre ellos esta-ban la Compañía Industrial (1901); la Compañía de Cervecerías Unidas (1902); la Sociedad Industrial de Los Andes (1903); la Sociedad Nacional Fábrica de Vidrios (1904); Cemento Melón (1905), (sucesor de la Fábrica Nacional de Cemento de La Cruz, fundada dos años antes), que se trans-formará en el primer productor de cemento Portland de América Latina, el establecimiento más grande del subcontinente en la producción de cemen-to y el quinto a nivel mundial; una subsidiaria de Etablissements Americai-nes Grety (1906); la Compañía de Molinos y Fideos Carozzi (1906); una subsidiaria de Siemens-Schuckert Ltd. en Santiago (1907) posteriormente

37 Salazar, G; Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile II, Santiago, LOM, 1999, p. 85.38 Salazar; Pinto. Historia Contemporánea de Chile II, pp. 70-74.

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con oficinas en Valparaíso, Concepción y Antofagasta; y la Compañía In-dustrial El Volcán (1908) 39. A este dato se suma la crisis posterior a la Primera Guerra Mundial donde la industria manufacturera nacional según Gabriel Palma es capaz de resistir y suplir la demanda interna tras la caída de las importaciones europeas, por otro lado en los años posteriores a la guerra se instalan en Chile, a las empresas estadounidenses que explotan el cobre en el norte chileno se añaden la Westinghouse Company encargada de la electrificación nacional, la Chilean Telephone Company subsidiaria de la poderosa I.T.T., una subsidiaria de la Ford Company y una variedad de empresas extranjeras que siguieron este ejemplo estableciendo sus plantas sucursales en Chile con el fin de evadir costos de aduana y transporte 40.

La proliferación de una creciente industria nacional e internacional marca-rá una impronta en las relaciones sociales, si se agrega a ello el descrédito de la oligarquía que paulatinamente irá dejando atrás calificativos despectivos como el “medio pelo” o la “siutiquería” (ver Fig. 2) para tomar el verdadero peso de un grupo cuya relevancia va aumentando tanto numéricamente como en participación política y poder adquisitivo. Relacionado a ello la década de los veinte será un punto de inflexión donde “debido al desarrollo de la industria chilena y de una suerte de capitalismo a la norteamericana, los antes infranqueables límites de consumo exclusivo se descomponen y se levanta un modo de vida que no seguía ensanchando las distancias del castillo kafkiano sino que tendía más bien a derribarlas” 41.

No solo este creciente industrialismo será el impulsor de una clase media en ascenso sino que el Estado se tornará en un gran productor de empleos transformándose paulatinamente en interventor al fomentar la actividad productiva. Con este fin se crean nuevas agencias estatales como “el Banco Central (1925), el Servicio de Minas del Estado (1925), la Caja de Crédito Agrícola (1926), la Caja de Crédito Minero (1927), la Caja de Crédito Car-bonífero y el Instituto de Credito Industrial, ambos creados en 1928. Hay que agregar también la creación del Instituto de Fomento Minero e Industrial de Tarapacá y el de Antofagasta y la Caja de Colonización Agrícola” 42.

39 Palma, J. Gabriel. Chile 1914–1935: de economía exportadora a sustituidora de importacio-nes. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile <http://www.memoriachi-lena.cl/602/w3-article-71087.html>. Accedido en 2017-6-10.40 Rinke. Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910–1931, p. 44.41 Salazar; Pinto. Historia Contemporánea de Chile II, p. 6842 Palma, Chile 1914–1935: de economía exportadora a sustituidora de importaciones, p. 68.

Fig. 2. Aspecto de Clase Media:“- ¿Y cómo saludas tú a esa?

- ¿Por qué? Es mi amiga.

- ¿No ves la clase de media que lleva? Va diciendo a gritos que es de la clase media.”

Fuente: Corre Vuela, 29 de enero de 1919, n.°579.

Estas oficinas si bien proporcionan financiamiento a distintas actividades productivas, aportarán con una gran cantidad de empleos públicos cuyos principales beneficiarios serán viejos campesinos u obreros que aspiran a escalar dentro de la sociedad dejando de ser “un simple obrero” para trans-formarse en empleado de cuello y corbata. El individuo que haya recorrido este camino ya no será más de la clase obrera, no tendrá que luchar por la sobrevivencia de los suyos, podrá disfrutar de algunas comodidades ya que sus ingresos le han permitido satisfacer las necesidades básicas como alimentación, vestuario y vivienda por lo que gozan de un excedente que lo habilita para ahorrar o adquirir productos que no son básicos para so-brevivir 43 tales como objetos decorativos, automóvil o acceso a formas de entretención modernas.

1.2.1. Del buen tono al decoro

El nuevo estatus alcanzado como individuo de clase media implica pautas sociales definidas cuyas características según Amanda Labarca radican en un “decoro que les induce a desarrollar cierto consumo ostensible de bienes de uso familiar o personal. El vestuario, la forma en que ornamentan sus casas, la manera de educar a sus hijos, el trato entre los miembros de la familia, se basan en una estimación de lo que es debido a su “clase”” 44. El mantener este decoro a través de la forma de relacionarse y de la exterioridad material es parte importante de ser de clase media, el estar bien vestido, frecuentar

43 Candina, Por una vida digna y decorosa: Clase media y empleados públicos en el siglo XX chileno, p. 13.44 Labarca, Amanda. Apuntes para estudiar la clase media por Amanda Labarca. Atenea (Con-cepción), No. 500, 2009. pp. 337-350.

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balnearios de moda, escuchar música moderna, en otras palabras, vivir en la ciudad con toda la adaptación a sus formas de vida es parte esencial de la clase media.

Hay que establecer diferencias entre lo que es el “tono” —referido a la aristocracia— y el decoro —de la clase media— ya que este último es mal entendido como siutiquería en muchos casos, así lo refleja el relator Mac Vea en una de las típicas y ácidas crónicas de Corre Vuela sobre el veraneo. Para él hay distintas clases de veraneantes, una en especial destaca por su siutiquería al inmiscuirse en las actividades de tono de la aristocracia agre-gando que se trata de personas de cortos medios económicos que desean salir a veranear como los ricos solo por el afán de lucirse. Se trata por lo tanto de elegir una playa de moda con el fin de aparecer en las páginas sociales mezclado con apellidos linajudos, este individuo se gasta lo poco y nada en vestuario solo por el ¿qué dirán los Zutánez y los Mengánez? 45

La anterior caricatura de un grupo de individuos que intenta figurar den-tro de la aristocracia deja entrever el desprecio con que esta ve las activida-des que realizan otros sectores cuya capacidad adquisitiva ha aumentado ya que dichas actividades están ligadas exclusivamente al buen tono. Este buen tono apunta a “una vasta gama de patrones de conducta cuyo denomi-nador común es el de estar regidos por la moda, vale decir, por esa convención que define todo aquello que es tenido por elegante y refinado” 46. En otras pa-labras el consumo sin límites que busca ser exhibido en una serie de even-tos sociales como las carreras en el Club Hípico, el Sporting Club, visitas al teatro Municipal o Victoria de Valparaíso y el veraneo en Viña del Mar, bailes de fantasía entre otros; tales actividades eran retratadas por distintas revistas del tipo magazine como Sucesos, Zig-Zag y Familia (ver Fig. 3 y Fig. 4) entre otras destacando que los individuos que se desenvuelven en tales actividades son “gente de mundo” o del “gran mundo” como una forma de diferenciarse del resto de la sociedad.

45 Veraneos cursis, Corre Vuela, 22 de enero de 1919, n.° 578.46 Vergara Johnson, Ximena y Barros Lezaeta, Luis. La imagen de la mujer aristocrática en el novecientos. Disponible en Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile <http://www.me-moriachilena.cl/602/w3-article-75909.html>. Accedido en 2017-6-11.

Fig. 3. “Gente de Mundo”.A menudo aparecen re-tratados en apartados distintos personajes de la aristocracia criolla, llama la atención que el título de esta es Gran Mundo donde se retrata entre otras seño-ritas, a Constanza Concha Subercaseaux. Fuente: Sucesos, 8 de ene-ro de 1920, n.° 902.

Fig. 4. Actividades de Buen Tono.Las actividades de “buen tono” son retratadas de forma recurrente en las revistas magazine. Fuente: Sucesos, 12 de marzo de 1925, n.° 1172.

Tal como se señaló anteriormente, el impulso modernizador de los años veinte trajo consigo la caída de los límites de consumo exclusivo de la aristocracia abriendo las puertas a las aspiraciones materiales de quienes tenían un poder adquisitivo que les permitía vivir cómodamente. Así una vez pasado el umbral de las necesidades básicas para sobrevivir se puede tener acceso a bienes de consumo modernos tales como vestuario, libros, cine, música, vacaciones y paseos. Sin duda dichas actividades imprimirán un carácter específico de diferenciación social con pautas sociales claras

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en el desenvolvimiento cotidiano que puede ser resumida en el concepto de decoro, es decir, vivir dignamente con algunos lujos pero sin llegar al derroche de la aristocracia.

El conservar y aumentar el estatus se transforma en un objetivo esencial de este nuevo grupo lo que se lleva a cabo por medio de la acción pragmática según las circunstancias, buscando en la educación, el consumo conspicuo y las redes de pares los recursos necesarios para su mantención 47.

1.2.2. Alcanzar y mantener el estatus

El alcanzar este estatus de clase media ha requerido por sobre todo la am-pliación del acceso a la educación, de forma que esta ha sustituido a la propiedad como garante de posición social. Respecto a ello se puede esta-blecer un paralelo con el caso norteamericano donde en palabras de Mills: la preparación educacional llevará a un individuo a estar intelectualmente capacitado para empleos que no requieran fuerza muscular, sumado a ello, el ahorro para garantizar una buena formación académica sustituirá los esfuerzos por asegurar la propiedad, donde la ambición ocupacional gene-rada por la educación vendrá a reemplazar a las herencias de propiedad 48. Lo anterior se refleja en la importancia que se da a los nuevos profesionales que llegan incluso a aparecer en páginas de populares revistas, en otras palabras se espera que la educación prepare para un buen porvenir como lo señala la propaganda del instituto mercantil:

“Como se sabe, a este Establecimiento ingresan internos todos los años, de distintos puntos de Sud América y los aprendizajes son por lo demás sólidos, amplios y garantizados en forma tal que el alumno queda con un porvenir asegurado en las obtenciones de las profesiones de Contadores Comerciales, Contadores Generales, Peritos Mercantiles, Dactilógrafos, Corresponsales, Calculadores Comerciales, etc., etc.” 49

La educación por lo tanto se entendía como el ascenso en la escala social y la llegada a un estatus que abriría las puertas al consumo, alejándose de

47 Candina, Azún. "Balance y perspectivas de los estudios de clases medias". Azun Candina (ed.), La frágil clase media, Santiago, LOM, 2013, p. 13.48 Mills, Wright. Las clases medias en Norteamérica. Madrid, Aguilar, 1957, pp. 312-313.49 Sucesos, 26 de febrero de 1925, n.° 1170.

la lucha por la sobrevivencia y dejando atrás la vida de obrero para ser un empleado que aspira a una mejor calidad de vida visible en la exterioridad como en el trato con los otros. Este mérito no es menor, ya que tras ello hay un gran esfuerzo ya sea en los estudios como en la empresa privada, dado que muchos de estos nuevos profesionales son publicados en páginas sociales (Fig. 5). La acción de reconocer los méritos deja entrever la impor-tancia que implican los estudios —secundarios, universitarios, técnicos y profesionales— en un contexto de crecimiento de la infraestructura indus-trial y estatal donde cada vez se requieren más empleados capacitados para realizar tareas que necesiten un esfuerzo intelectual.

Fig. 5. Nueva Profesional.Muchos nuevos profesio-nales aparecen en páginas sociales de revistas de alta circulación como base de la construcción de un discurso cuyo centro es el asegurar un estatus. Fuente: Sucesos, 10 de Mayo de 1927, n.° 1285.

Una buena preparación académica y un trabajo bien remunerado implican un aumento en los salarios que por consiguiente se traduce en una mayor capacidad de consumo. Mantener así el decoro implica mantener un con-sumo de acuerdo a ciertas pautas ligadas a lo urbano: un traje bien limpio y estirado, zapatos bien lustrado y pelo engominado serían nuevas formas de ver al hombre exitoso; frecuentar lugares de encuentro social; veranear en Viña —pero sin derroche— y por sobre todo destacar esto como un lo-gro propio a diferencia de la elite cuyo patrimonio heredado generalmente no deviene del esfuerzo del trabajo y el estudio. Estos resultados serán el

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orgullo de la clase media lo que generará un rechazo por el derroche de la elite y su falta de apego a lo propio del país.

La clase media si bien tiende a imitar ciertas actividades de la aristocracia, no aspira a ser como esta ya que como señala Bengoa ella busca además recupe-rar una comunidad perdida que deviene de las antiguas formas sociales pro-vincianas, en este sentido, se busca recrear la gran casona rural en la ciudad, de allí el sueño de la casa propia con un amplio jardín y empleada domésti-ca 50 será una de las aspiraciones permanentes para la clase media que estará en constante conflicto con la cultura de masas surgida del contexto urbano.

Es preciso destacar la situación precaria que vive el país durante los veinte ya que la inflación será una constante que aportará a la carestía de la vida y pondrá en aprietos a familias que quieren mantener el decoro como forma de vida, esto es, vivir con dignidad. La vida digna implica conservar el decoro a pesar de las dificultades económicas donde se preferirá “estar con la tripa vacía a estar mal vestido”, situación que es representada ya en el año 1919 (Fig. 6 y Fig. 7) mostrando así que la exterioridad materializada en el vestuario contiene un gran significado para quien debe vivir dignamente.

Fig. 6. El aspecto por sobre el alimento.“Mientras yace en un rincón abandonada, la pobre cacerola del puchero, la mujer por

esta fecha está entregada, al arreglo del vestido y del sombrero.”

Fuente: Corre Vuela, 10 de septiembre de 1919, n.° 610.

50 Bengoa, José. La comunidad perdida, Santiago, Ediciones Sur, 1996, p. 36.

Fig. 7. Nuevo Traje.“Es que ya viene el 18 y en alegría todas quieren que ninguna la aventaje, y aunque

vayan con la tripa bien vacía lo importante es lucir ese nuevo traje.”

Fuente: Corre Vuela, 10 de septiembre de 1919, n.° 610.

Lo estético pasaría a ser una muestra de posición social, así un empleado público o privado con un traje planchado e impecable estaría claramente —desde un sentido de lo estético— más arriba socialmente que alguien cuya indumentaria poco cuidada y remedada dé indicios de falta de me-dios, de trabajo manual e incluso de poco decoro. Al respecto Carlos León, escritor y cronista porteño relata que en los años veinte “hasta los jóvenes más saludables y rollizos exigían del fígaro el “corte pluma” y abundante dosis de gomina a la manera del ídolo. Al cabo de cierto tiempo adquiría así un vago aire de familia” 51. En parte, decoro implicaba presentarse de manera im-pecable ya de este modo se adquiría ese “aire de familia” que León destaca refiriéndose claramente a cierto “aire de aristócrata”.

El decoro y su mantención implica por lo tanto un amplio acceso al con-sumo, no solo de bienes materiales sino que también al consumo de bienes culturales, es por ello que la estética, en tanto una presentación personal impecable es imprescindible para mantener un estatus. El acceso a pro-ductos modernos como el automóvil y artefactos eléctricos serían también parte de un consumo conspicuo; además el realizar actividades culturales

51 León, Carlos. Algunos días. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1977, p. 76.

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como: asistir al cine, frecuentar bailes, balnearios, cafés y tiendas de varie-dades hacen imprescindible no solo un mercado de productos de primera necesidad y tecnológicos, sino que también la existencia de un mercado cultural que pueda ofrecer distintas formas de entretenimiento ligadas es-pecialmente a los nuevos medios de comunicación.

1.2.3, La familia de clase media

La clase media se ha caracterizado por ir desligándose de la clase obrera, esto tanto en sus actividades públicas como privadas. El ser de clase media, como se ha señalado, implica poseer una vida decorosa con un cierto nivel comportamiento que otorgue un estatus superior el cual se debe man-tener, para ello hay desligarse de los vicios obreros como la embriaguez, el derroche, el analfabetismo, la destemplanza y la suciedad para “asumir con responsabilidad laboral el ahorro, la lectura, la limpieza y el buen trato con los demás” 52. Estos valores coinciden con los del pequeño burgués o del self made man que se ve en la vida del hombre norteamericano. La vida familiar acorde a estos valores se traduce en una de núcleo reducido, generalmente con dos a tres hijos a diferencia de las clases populares que superaban con creces ese número.

El ámbito privado de la vida en familia apuntará al cuidado de los hijos, desarrollando en torno a ello roles específicos: El hombre, encargado de trabajar y proveer el hogar; la mujer, dueña de casa encargada del cuidado de los hijos y de brindarle atención a su esposo cansado de la jornada la-boral; los hijos deberían gozar de una infancia privilegiada, centrándose en una buena educación para que puedan ser mejores que sus padres; a ello agregar la vida de los jóvenes que se desenvuelve entre el estudio y las diver-siones mundanas de la música de moda, bailes modernos, cine y deporte. Este es el ideal de familia de clase media, cuyo trasfondo que aún conserva elementos de la familia patriarcal se tensionará con la nueva posición feme-nina en el mercado laboral, los medios se harán eco de ello y las opiniones al respecto no tardan en llegar. Rodolfo Venegas, conocida voz dentro de la revista Corre Vuela se preguntará al respecto: ¿Por qué la mujer chilena no puede desempeñar el papel del hombre? ¿Cómo las extranjeras ganan tanto como el hombre y desempeñan puestos de los hombres? 53 Es claro

52 Candina, Por una vida digna y decorosa, p. 36.53 Corre Vuela, 28 de julio de 1920, n.° 657.

que con esto se ha evidenciado un atraso respecto a los derechos laborales de la mujer, ya que desde pequeña se ve limitada por otros; inicialmente por sus padres y luego por su marido ante cualquier intento por desarrollar sus estudios y trabajo de forma similar a los hombres ya que muchos dirán “eso no lo hacen las mujeres, ellas deben dedicarse a los quehaceres del hogar y al cuidado de los niños, debe ser buena esposa y dueña de casa”.

En el ámbito aspiracional, Azún Candina señala que se busca el acceso a comodidades, siendo la más importante la posesión de una casa propia, en que si bien la vivienda puede ser arrendada en un principio, el objetivo siempre será ser el dueño legítimo. La casa debe ser espaciosa y contar con un submundo de artículos que provean el confort y el bienestar como un buen juego de muebles, dicho sea de paso, las revistas magazine como las especializadas en arquitectura y decoración mostraban diferentes ideas para ambientar el interior del hogar —trabajo que explícitamente se le atribuye a la dueña de casa 54— y conseguir un aspecto lujoso sin gastar mucho dinero, mediante técnicas de bricolaje y el reciclaje o upcycling de mobiliario o telas.

Entre las aspiraciones más lujosas para la clase media está el fonógrafo, probablemente una Victrola de madera que haga juego con el resto del mobiliario y si es posible un reproductor Decca Portatil para las salidas al parque o a algún campo abierto donde llevar su propia música. El automó-vil es un lujo un tanto más lejano para la clase media, ya que estos superan con facilidad los $5.000 y si se considera de manera referencial los $500 de ganancia mensual del hombre $500 como señala la Fig. 8, se deduce que aún con facilidades de pago sería complejo para una familia de estos recursos poder acceder a uno de estos vehículos.

Tal vez las familias modestas inclinadas al ahorro más que el derroche po-drán sacrificar algunos lujos no tan necesarios como un automóvil —más que lujo sería un dolor de cabeza— pero si se trata de vivir dignamente, una casa propia, unos muebles y un buen traje no se sacrifica ni por comida como diría la satírica Corre Vuela.

54 Zig-Zag, 9 de agosto de 1930, n.° 1329.

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Fig. 8. Sueldo de hombre y mujer en 1930 (referencial).Fuente: Zig-Zag, 23 de agosto de 1930, n.° 1331.

1.3. La ciudad de los placeres y de las promesas, un caso de aspiraciones y esfuerzo de clase media urbana

La modernización social como señala Germani trae consigo la expan-sión de estratos medios modernos, la extensión de formas modernas de consumo, nuevas maneras de participación política y social, y cambios en las comunicaciones donde su materialización se realiza en la crecien-te urbanización 55 que tiene por características una arquitectura de altura colosal, nuevos medios de transporte y su paradigma; la caótica ciudad de nueva York. Todo esto implica que el desenvolvimiento social de la clase media, cuya experiencia de la modernidad se visualiza en las prácticas de consumo material y cultural, se desarrollará en un contexto de urbanidad que en el caso de Chile tendrá características particulares donde la tensión entre la modernidad y la tradición será la tónica de esta transformación.

Las actitudes de los sectores urbanos hacia los años veinte estarán influen-ciadas por los nuevos medios de comunicación cuya característica de aten-der a un creciente público masivo denota un “entorno cultural y comunica-cional, no solamente en Santiago, en el que circulan un conjunto de estrategias discursivas que apuntan a la construcción de un sentido común y un imagina-rio de país y sociedad” 56. En este contexto es imprescindible establecer que la clase media como sector ligado estrechamente a lo urbano será fuerte-

55 Germani, Sociología de la modernización, pp. 20-21.56 Ossandón, C; Santa Cruz, E. El estallido de las formas, p. 24.

mente influenciada por el consumismo y nuevas formas de entretención cuya acción dará los primeros indicios de una cultura de masas en Chile.

Como ya hemos mencionado, la cultura de masas opera a través de los me-dios masivos de comunicación, lo que le otorga su particular llegada a un gran público. Estos medios serán los que transporten el discurso moderni-zador, por lo cual es preciso indicar que la modernidad habitará en el cine, en la radiotelefonía, en la música, en las revistas y periódicos. Sin embargo, la imagen más importante y visible de la modernidad a comienzos del siglo XX fue la ciudad 57, por ello entrar al análisis de la vida y experiencia de una clase media urbana en un contexto modernizador implica conocer el cambio arquitectónico y el reordenamiento de servicios e infraestructura preparados para una sociedad de características masivas.

1.3.1. Modernización de la gran ciudad

El 7 de febrero de 1925 la revista Zig-Zag publica una nota que se titula “Los progresos de Valparaíso” en ella destaca el radical cambio que ha tenido la ciudad puerto en el último tiempo. Refiriéndose a la calle Prat indica que:

“Hay allí hermosos y valiosísimos edificios, tales como los que han construido últimamente el Banco Anglo Sudamericano, la Caja de Ahorros, la Bolsa de Comercio, etc. Todas esas construc-ciones que son modelo de concepción arquitectónica, forman un conjunto hermosísimo que ha dado a la “City” un aspecto nuevo, que en 1906, ni siquiera después, hasta hace poco tiempo, nadie podía presumir” 58

El cambio, la novedad, dejan verse en la nota. Podría decirse que en una década la transformación urbana que dota de una nueva visual a la ciudad ha modificado las percepciones de lo que debe ser una urbe. Destacan así los edificios en altura o “rascacielos”, como se denominan en la época a construcciones que para nosotros serían de una altura media —no más de diez a quince pisos. Sin embargo, este cambio visual de la ciudad, cuya imagen puede intentar asemejarse a la caótica Nueva York, deviene de una renovación estructural de la sociedad y las formas de habitar que afectarán directamente la cotidianidad.

57 Rinke, Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile 1910–1931, p. 33.58 Zig-Zag, 7 de febrero de 1925, n.° 1042.

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La modernidad apunta a generar cambios que se reflejarán directamente en lo urbano. La génesis de este puede rastrearse a partir de transformaciones del modelo económico capitalista industrial, donde la producción en masa concentra en torno a las ciudades grandes grupos de población en busca de trabajo que irían paulatinamente creando nuevas formas de vida que inyectarían animación y nuevas dinámicas en la ciudad 59. El trabajo en la gran ciudad se diversifica, aparecen nuevos empleos que no requieren de trabajo manual, así el comercio y los puestos en la burocracia estatal brindan nuevas oportunidades a los trabajadores asalariados que tendrían la posibilidad del ascenso laboral y con ello salir de la situación precaria en que se encuentran.

Avanzando las primeras décadas del siglo XX estos grupos crecieron en número e influencia política llegando a ser parte en las decisiones de los gobiernos centrales. El caso emblemático de Chile es la llegada a la pre-sidencia de Arturo Alessandri Palma, cuya candidatura se basó en la re-solución de problemas de la clase media y obrera. Si bien el verdadero cambio no se daría hasta los años treinta, esto es sintomático de una rancia aristocracia en crisis donde las decisiones ya no se tomarán en los salones del Club la Unión, sino que, cambiarán hacia el consenso entre personeros de clase media, es decir, burócratas, militares, profesionales u hombres de trayectoria política.

Hacia la segunda mitad de la década del veinte, el gobierno de Ibáñez tomaría la modernización urbana como uno de sus objetivos principales dentro de un proyecto cuyo eje central es: “adelanto, progreso y desenvol-vimiento económico” 60. Estas ideas ponen las facultades del Estado como motor principal del cambio y el progreso, es así como la propuesta de renovación urbana recae sobre las urbes con mayor desarrollo potencial: Santiago, Valparaíso y Viña del Mar.

A partir de las primeras décadas del siglo XX la ciudad comienza a cambiar su fisonomía con el mejoramiento en alumbrado, pavimentación, regu-lación del tránsito y las nuevas construcciones en altura o “rascacielos”. El habitante urbano era consciente de este cambio ya que la magnitud de transformar una ciudad tranquila de estilo colonial en una moderna

59 Romero, José Luis. La ciudad occidental. Avellaneda, Siglo XXI Editores, 2009, p. 239.60 Cáceres, Gonzalo. Modernización autoritaria y renovación del espacio urbano: Santiago de Chile, 1927–1931. Revista EURE, Vol. XXI, No. 62, 1995, p. 99.

metrópolis no pasaría inadvertida para el común de la gente. Así Mont Calm describe con asombro su encuentro con el imponente edificio Ariztía (Fig. 9); "una animada vida urbana entre lustrosos vehículos; iluminadas tiendas y el bullicio de las jazz bands saliendo de los dancings abiertos desde las seis de la tarde a las cuatro de la mañana. Ciertamente la aburrida y adorme-cida ciudad colonial que dejó atrás en su viaje a Europa había cambiado en un corto período de tiempo." 61

La velocidad del cambio es una de las características de lo moderno, la velocidad no solo vista en la rapidez de transformación en la trama urbana, sino que también en los nuevos medios de comunicación, movilización, en las nuevas formas de energía como la electricidad e incluso en el arte desde la propuesta futurista. No obstante, estas innovaciones no eran coherentes con la fisonomía colonial de Santiago, y por otro lado, la cuestión social agudizó el problema de cobertura de servicios. En general los barrios pe-riféricos vivían en la miseria donde no había conexión con el centro, tam-poco gozaban de servicios de electricidad, alcantarillado o agua potable, mucho menos una infraestructura vial que dotara de conectividad eficiente con otros puntos de la ciudad.

Con la llegada de los años veinte las promesas de cambio emanadas de Alessandri no solucionarían completamente estos problemas, pero sí abri-rían el debate del mejoramiento de las grandes ciudades y la vivienda obre-ra como solución a las precarias condiciones de vida, con ello comenzaría a plantearse una transformación identificada con temas modernos de urbanis-mo asociado con ensanches, expropiaciones, urbanización y habitación bara-ta. 62 El cambio sería por lo tanto la única forma de mejorar las condiciones generales de la población urbana, desatando anhelos y esperanzas de que los ansiados productos de la modernización alcanzaran para todos.

En cierto modo la modernidad alcanza a toda la urbe aunque ello no signi-fica que los resultados sean siempre positivos, así frente al gran aumento de la población de origen principalmente campesino o provinciano se agudi-zan problemas de vivienda, ya que se produce un efecto de concentración de población urbana donde los sectores céntricos vivirán un proceso de cambio y renovación con el aumento de los valores de propiedad, en con-traste con el crecimiento de nuevos barrios periféricos que quedarán aún

61 Zig-Zag, 28 de agosto de 1926, n.° 1123.62 Romero, La ciudad occidental, p. 94.

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sin cobertura de los servicios básicos. A ello se agrega un nuevo fenómeno que surge a partir del alza desmedida de las rentas de arrendamiento en algunos sectores céntricos, la creación de nuevas poblaciones en la periferia pensadas en función de las necesidades de una clase media que estaba en expansión a principios del siglo XX 63, ello llevó a estos grupos a emigrar de los barrios antiguos donde arrendaban por la situación precaria en que quedaban por el alza del arriendo.

Fig. 9. Edificio Ariztía “Calle Nueva York con Alameda, Nuevas bombillas eléctricas de alumbrado público, Mayo 17 de 1925”.

Fuente: http://www.nuestro.cl/chilectra/foto1_26.htm

El aumento del valor de la propiedad céntrica generará un recambio de ha-bitantes, en que grupos de clase media vendrán a reemplazar a viejos grupos

63 De Ramón, Armando. Santiago de Chile: (1541–1991) Historia de una Sociedad Urbana, Santiago, Editorial Sudamericana Chilena, 2000, p. 191.

de menores ingresos con una capacidad adquisitiva que no les permite acce-der a modernas propiedades céntricas que poseen mejor acceso a servicios.

¿Cómo se gestaron estas transformaciones? Tal como señalaba Mont Calm 64, llama la atención la velocidad de estas: un día un viejo edificio aparece desmantelado, todo lleno de obreros, ciñéndose a un plano que no muchos de la época encontrarían razonable. ¿Más de diez pisos? ¿Acaso queremos desafiar a Dios como lo hicieron con la Torre de Babel? Un año o algo más y listo, ya está completo, el nuevo rascacielos, como si estuvié-ramos en Nueva York.

Mucho de ese sentimiento de que se avanza al progreso se debe a la activa gestión del gobierno de Ibáñez en que si bien ya desde la década del diez co-menzaban a verse progresos en ámbito urbano, muchos de estos quedaron entrampados en el congreso o no superaron la fase de proyecto quedando seis de estos inconclusos entre los años 1875 y 1925 65. No obstante pode-mos rastrear algunos adelantos ya hacia fines del siglo XIX y principios del XX: la luz eléctrica en 1887 con la inauguración de una planta generadora para el consumo público y privado, la inauguración de alcantarillados en 1910, los cambios tecnológicos del sistema de transporte con el tranvía eléctrico que pasó a ser uno de los principales factores de crecimiento de la ciudad y el empleo de nuevas técnicas de repavimentación 66; todos estos adelantos preparan el camino para un sentimiento general de progreso en la población y en las autoridades adquiriendo forma y extensión a partir de los años veinte cuando el Estado tome como punta lanza la modernización y progreso de la nación.

PavimentaciónLa gestiones municipales en Santiago de Luis Phillips (1925–1927) y su continuador Manuel Salas Rodríguez (1927–1928) pudieron materializar una serie de iniciativas de transformación discutidas desde la década del diez 67, entre ellas la conectividad por medio de la pavimentación de calles, esta sería de vital relevancia ya que los nuevos medios de transporte, como

64 Pseudónimo de Carlos Varas, corresponsal de la revista Zig-Zag y diario El Mercurio.65 Aguirre, Max. La Arquitectura moderna en Chile (1907–1942): revistas de arquitectura y estrategia gremial. Santiago, Editorial Universitaria, 2012, p. 112.66 De Ramón, Armando. Santiago de Chile: Características histórico ambientales, 1891–1924. Londres, Asociación de Historiadores Chilenos, 1985, p. 6. 67 Cáceres, “Modernización autoritaria y renovación del espacio urbano”. p, 101.