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L i Vono LÍBANO Y LAS PROTESTAS POPULARES EN EL MUNDO ÁRABE: REPERCUSIONES DE LA CRISIS SIRIA SOBRE EL ESCENARIO POLÍTICO LIBANÉS M aría de L ourdes S ierra K obeh INTRODUCCIÓN - *V i Líbano, a diferencia de Túnez, Egipto y otros países de la r región ha sido inmune hasta ahora a las masivas revueltas - ¡populares que se han extendido en distintas partes del mundo árabe desde enero de 2011. Esto podría resultar sorprendente, a primera vista, dado que este país ha sido considerado desde.el fin de la Segunda Guerra Mundial como un microcosmos de todas las crisis que afectan a la región. ¿Acaso Líbano es una excepción, tal como se dijo de Egipto y de Siria y, de ser así, cómo explicar la especificidad libanesa? ¿Qué repercusiones están teniendo ya estas revueltas, sobre todo la crisis siria, sobre el escenario político libanés? Parto de la premisa de que lo que estamos viendo en el mundo árabe es un fenómeno por demás complejo y heterogé- neo, en donde, si bien confluyen elementos comunes, también existen condiciones objetivas diversas que caracterizan a cada país dentro de este conjunto. A pesar de la especificidad libanesa y de los dilemas que este país enfrenta, que lo hace diferente a otros países de la región, es indudable que esta ola de movilizaciones populares, sobre todo la crisis siria, está teniendo ya sus efectos sobre el país de los cedros. Por

Libano

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L i Vono

LÍBANO Y LAS PROTESTAS POPULARES EN EL MUNDO ÁRABE: REPERCUSIONES

DE LA CRISIS SIRIA SOBRE EL ESCENARIO POLÍTICO LIBANÉS

M aría de L ourdes S ierra K obeh

INTRODUCCIÓN- *V i

Líbano, a diferencia de Túnez, Egipto y otros países de la r región ha sido inmune hasta ahora a las masivas revueltas - ¡populares que se han extendido en distintas partes del

mundo árabe desde enero de 2011. Esto podría resultar sorprendente, a primera vista, dado que este país ha sido considerado desde.el fin de la Segunda Guerra Mundial como un microcosmos de todas las crisis que afectan a la región. ¿Acaso Líbano es una excepción, tal como se dijo de Egipto y de Siria y, de ser así, cómo explicar la especificidad libanesa? ¿Qué repercusiones están teniendo ya estas revueltas, sobre todo la crisis siria, sobre el escenario político libanés?

Parto de la premisa de que lo que estamos viendo en el mundo árabe es un fenómeno por demás complejo y heterogé­neo, en donde, si bien confluyen elementos comunes, también existen condiciones objetivas diversas que caracterizan a cada país dentro de este conjunto. A pesar de la especificidad libanesa y de los dilemas que este país enfrenta, que lo hace diferente a otros países de la región, es indudable que esta ola de movilizaciones populares, sobre todo la crisis siria, está teniendo ya sus efectos sobre el país de los cedros. Por

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ello, en este trabajo centraré mis reflexiones sobre Líbano, país que merece un estudio aparte por su singularidad.

LÍBA N O , N ACIÓ N PLU R A LISTA Y FRA GM EN TAD A

Desde la década de los cincuenta, y hasta antes de su guerra civil (1975- 1990) Líbano fue considerado por muchos ana­listas como una suerte de modelo exitoso de construcción nacional digno de emular, así como la aproximación más cercana a una democracia de tipo liberal debido a su siste­ma político pluralista, no obstante la fragmentación de su sociedad y el carácter confesional de su Estado.

En efecto, a diferencia de los sistemas monolíticos y auto- cráticos de su entorno árabe, caracterizados por una serie de golpes de Estado y una gran inestabilidad en su vida política, Líbano gozó de un clima de libertades inexistentes en otras partes de la región y prosperó económicamente lo que le valió ser reconocida como “la Suiza del Medio Oriente” , con­virtiéndose en la principal plaza comercial, financiera y de servicios de la región. Todo ello, gracias a su vinculación con los mercados, capitales y fuerza de trabajo del mundo árabe.

De igual forma, a cambio del apoyo estadounidense y occidental, los líderes libaneses ofrecieron su moderación en la política regional, una postura no amenazadora hacia Israel y una posición pro-óccidental en la Guerra Fría, y aunque no siempre lograron obtener todo el éxito deseado, éstos pudieron encontrar la fórmula adecuada para acomodar el nacionalismo árabe emergente y el particularismo libanés, explotando las rivalidades de sus vecinos árabes.1

Todo ello generó una vasta literatura sobre “el milagro libanés” y sobre los efectos producidos por el cambio social

\

1 Véase Fouad A jam i, Los árabes en el m undo m oderno. Su política y sus problem as desde 1967 , M éxico, FCE, 1983, p. 299.

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en pequeñas democracias confesionales y pluralistas De particular importancia para el caso de Líbano fueron las in­terpretaciones de la Escuela de Historiadores Libaneses,2 así como la de los teóricos del Consociational Democracy Model inspirados por la ciencia política norteamericana, entre ellos Arend Liphart y Eric Nordlinger,3 quienes contrariamente a otros estudios sobre la política libanesa como “Lebanorr The Im probable Nation” y “Lebanon: The Fragmented Nation ,4 sostuvieron en su momento que el confesionalismo y el Pacto Nacional Libanés de 1943 le dieron estabilidad y prosperidad al país.

Dicho Pacto, que en esencia fue un acuerdo sunnita- maronita, favoreció con mucho a estos últimos, dando ciertas concesiones a otros grupos religiosos.5 A través de éste, los puestos y responsabilidades en las instituciones del Estado fueron distribuidos entre las diferentes comunidades con­fesionales a partir de una proporción numérica fija, en un

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2 Entre los más destacados expositores de la escuela de historiadores libaneses podem os m encionar a Kamal Salibi, Albert Hourani, Nicola Ziadeh y Philip Hitti, cuyos trabajos constituyen un referente importante para todo especialista en el tema.

3 Véase Arend Liphart, “Consociational Democracy” , en World Politics, XXI, 2, 1969, pp. 207-225 y Eric A. Nordlinger, “Conflict Regulation in Divided Societies” , Harvard Center for International Affairs, Occasional Papers, núm. 29, enero de 1972.

4 Véase Leila M eo, Lebanon Im probable Nation: A Study in Politi­cal Development, Bloomington, Indiana, Indiana University Press, 1965 y David Gordon, Lebanon: The Fragm ented Nation, Londres, Croom Helm, 1980.

5 Los maronitas, por ejemplo, retuvieron la presidencia de la república y el mando del ejército así como otras posiciones de importancia; entre ellas, el control de la seguridad pública (inteligencia) y el sector educativo. El cargo de prim er m inistro fue reservado a un musulmán sunnita, en reconocimiento a la supremacía de su comunidad sobre otras comunidades religiosas, m ientras que los druzos llenaron algunas posiciones de relativo poder dentro del ejército, dejando a los chiítas y a los greco-ortodoxos la presidencia y vicepresidencia del Parlamento.

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radio de 6-5 a favor de los cristianos, el cual fue un reflejo d equilibrio de poder político y económico existente en Líb hacia fines del mandato francés.6 an°

Con ello se intentó establecer, por un lado, un equ V brio múltiple de poder, a fin de evitar el dominio de u comunidad sobre otra, de acuerdo con un modelo de pes** y contrapesos y, por otro, poner fin a la brecha existen^ entre dos concepciones contradictorias sobre la identidad del Estado libanes, al adoptar tanto en el plano interno como externo una política destinada a buscar un equilibrio entre las tendencias que presionaban, por un lado, hacia una mayor identificación y cooperación con las causas árabes, y por la otra, hacia “el mundo occidental” .

Si bien, por una parte, este sistema de representación proporcional redujo las tensiones confesionales al conciliar los intereses contrapuestos de las diferentes comunidades religiosas, éste tendió a la larga a marginar a grandes es­tratos de la población, quienes no se sentían representados en el mismo. De hecho, este sistema tendió a favorecer a los líderes tradicionales, quienes lograron preservar sus posi­ciones dé privilegio y poder gracias a su estatus personal, riqueza y sus relaciones de patronazgo-clientelismo. Fueron precisamente estos líderes quienes lograron no sólo obtener su independencia de Francia sino también encontrar una fórmula política capaz de responder a los retos representa­dos por una sociedad tan compleja y heterogénea, dentro del marco de una sociedad pluralista.

El curso que Líbano tomó luego de su independencia pa­reció confirmar dicha tendencia. A largo plazo, sin embargo, se haría cada vez más claro que dicha fórmula planteaba una visión política demasiado estrecha para dar solución a los crecientes desafíos representados por el cambio social

6 Véase George E. (ed.), World Encyclopedia o f Political Systems,vol. 1, Londres, Longm an, 1983, p. 612.

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político al interior del país, en una región caracterizada, además, por el conflicto y la turbulencia política.

En efecto, a pesar de que Líbano gozó de una relativa estabilidad por cerca de 30 años, con excepción de su guerra civil en 1958,7 una serie de factores estrechamente rela­cionados, operando desde dentro y fuera de sus fronteras,

• habrían de someterla a una de las más cruentas y destruc- tivas guerras civiles de los tiempos modernos, poniendo en entredicho su sobrevivencia.8

LÍBANO TRAS LOS ACUERDOS DE TAIF: LA PAX SYRIANA

Con los Acuerdos de Taif, celebrados en Arabia Saudita en ? s e p t i e m b r e de 1989, se puso término a la guerra civil. En dichos acuerdos las distintas facciones libanesas introdu­

jeron ciertas reformas; entre ellas, una nueva distribución

7 Líbano no pudo evitar en ese entonces el fermento revolucionario del mundo árabe que demandaba su unificación de cara a la ofensiva occidental para impedir dicha unidad y que en el caso de Líbano llevó a la guerra civil de 1958, en donde el pro-occidental presidente maronita libanés Camille Chamoun, quien fuera el único líder árabe en aceptar la Doctrina Eisenhower y en recurrir a la ayuda estadounidense durante la misma, se enfrentó a una poderosa coalición de líderes nacionalistas que aspiraban a una mayor participación libanesa en las causas árabes.

8 Sobre la guerra civil libanesa existe una abundante bibliografía. Véase, entre otros: Michael Hudson, The Precarious Republic Revisited: Reflections on the Collapse o f Pluralistic Politics in Lebanon, W ashington D.C., Center for Contemporary Arab Studies, Georgetown University, 1977; Walid Khalidi, Conflict and Violence in Lebanon: Confrontation in the Middle East, Harvard Studies in International Affairs, núm. 38, Cambridge, Mass., 1980; Kamal Salibi, A House o f M any Mansions. The History o f Lebanon Reconsidered , Berkeley, U niversity o f California Press, 1988; Georges Corm, Geopolitique du Conflict Libanais, Paris, Editions la Decouverte, 1984 y M aría de Lourdes Sierra Kobeh, La crisis de Líbano: un interjuego local, regional e internacional, M éxico, Editorial Paradigma, 1999.

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del poder a favor de los musulmanes,9 preservando de esta manera el carácter confesional del Estado y la fragmentación del poder. De igual forma, se autorizó la presencia de las tropas sirias por un periodo de dos años, a fin de ayudar al Estado libanés a restablecer su autoridad sobre todo su te­rritorio, de acuerdo con un modelo de gobierno orientado más a la seguridad que a las causas que llevaron a la guerra.10

A pesar de ello, no sólo las tropas sirias y sus servicios de inteligencia permanecieron estacionadas en Líbano has­ta 2005 sino que el régimen de Damasco, con la bendición de Estados Unidos y Arabia Saudita y el silencio de Israel, quedó como el árbitro indiscutido en la arena política liba­nesa.11 Para ello se valió tanto del uso de la fuerza como de una política tendiente a promover a todos aquellos que apoyaban sus políticas o a obstruir o debilitar a las fuerzas que se le oponían.12 ^

Tras la instauración el 24 de diciembre de 1990 de un gobierno de “reconciliación nacional”, conformado en su gran

9 A partir de entonces, los asientos en el Parlamento se distribuyeron en un radio de 5-5 en vez del 6-5 establecido en 1943. Igualmente, los poderes del primer ministro, que por ley debe ser un sunnita, se ampliaron considerablem ente a expensas del presidente cristiano maronita.

10 Ello, a través de la formalización de “relaciones especiales” entre Siria y Líbano, concretadas en la firma del Tratado de Hermandad, Co­operación y Coordinación del 22 de mayo de 1991, y en el Pacto de Defensa y Seguridad M utua del 1 de septiembre de ese mismo año.

11 Con el fin de la Guerra Fría y la disolución del campo socialista, Estados Unidos dejó de ver al conflicto libanés en términos de su confron­tación con la URSS y estuvo más abierto a concederle a Siria un papel de mayor importancia dentro de Líbano Aún más importante fue la necesidad norteamericana de incorporar a Damasco en su estrategia antiiraquí y la decisión del entonces presidente sirio, Hafez al-Assad, de participar en la fuerza multinacional encabezada por Estados Unidos durante su ofensiva militar en contra de Iraq.

12 Véase Abukhalil As’ad, “Determinants and Characteristics of SyrianPolicy in Lebanon” , en Deirdre Collings (ed.), Peace for Lebanon? FromWar to Reconstruction, Lynne Rienner Publishers, 1994, pp. 123-135.

mayoría por los ex jefes de las milicias que participaron en la guerra civil, los sucesivos gobiernos de Líbano hicieron efectivo el desarme de la mayoría de las milicias libanesas y palestinas, con excepción de la organización shiita libanesa Hezbollah, fuerte aliada de Damasco, quien se mantendría armada, a fin de continuar la resistencia nacional en contra de la ocupación israelí.13

LA GUERRA CONTRA EL TERRORISMO,EL ASESINATO DE HARIRI

Y EL RETIRO DE LAS TROPAS SIRIAS

Si bien desde entonces, Líbano gozó de una inusual esta­bilidad por más de 14 años, esta situación cambió tras los atentados del 11 de septiembre y la llamada Guerra contra el Terrorismo, sobre todo tras la invasión y ocupación de Iraq, la cual tuvo importantes repercusiones sobre Líbano, 7 a que erosionó la paz y estabilidad gozada por este país desde el fin de su guerra civil.

En dicha guerra, el recién nombrado presidente sirio Bashar al-Assad se opuso categóricamente a la invasión y ocupación de su tradicional enemigo y estrechó su relación con Irán alejándose de Washington y de Arabia Saudita.14 Fue en ese entonces cuando el primer ministro libanés y arquitecto del Líbano de la posguerra, JRafiq Hariri, entró en conflicto con el presidente maronita Emile Lahoud, quien

Líb a n o y l a s p r o t e s t a s p o p u l a r e s e n e l m u n d o á r a b e 3 1 3

í* ; 13 A partir de entonces Hezbollah trabajaría estrechamente con elejército libanés y los servicios de inteligencia sirios a fin de lograr el retiro de las fuerzas de Israel del sur de Líbano, objetivo que alcanzó en mayo de 2000. Cfr. Nicholas Blanford, “Fears o f a Second Front. The Lebanese- Israeli Border”, en M iddle East Report Online, abril de 2004, p. 4.

llÁÁ 14 Cfr. Volker Perthes, Syria under Bashar al-Asad: Modernization . and the Limits o f Change, Adelphi Paper, núm. 366, Oxford University

Press, 2004. Asim ism o, David W. Lesch, The New Lion o f Damascus. Bashar al-Asad and M odern Syria, Y ale University Press, 2005.

: w á feV

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con la ayuda de Damasco extendió su mandato presidencial a tres años más.15

Hariri fue nombrado primer ministro en 1993, y se con­virtió en el hombre más influyente de Líbano. Ello, gracias a sus éxitos económicos, lo que le permitió atraer a los círcu­los económicos y políticos más importantes del país a través de una densa red de relaciones clientelares. Tras la impo­sición del régimen sirio de Emile Lahoud como presidente en 1998, Hariri dimitió a su cargo. Aun así, éste regresó de manera triunfal al puesto de primer ministro, después de su aplastante victoria en las elecciones generales del año 2000,16 cargo que ocupó hasta 2004, cuando entró nuevamente en conflicto con Lahoud y con el régimen sirio.

Hasta ese momento, sin embargo, pocos cuestionaban de manera abierta la presencia e interferencia del gobierno sirio en la arena política libanesa. De hecho, Hariri gober­nó con el apoyo de los sirios, de su ejército y sus servicios de inteligencia en un momento de enormes esfuerzos para reconstruir el país,17 no obstante sus estrechos lazos con la familia real saudí18 que datan de los años setenta, y su amistad personal con el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac.19

15 Dicha decisión puede ser explicada en términos de la necesidad de Damasco de mantener su control sobre Líbano, como moneda de cambio en su confrontación con Israel.

16 Véase AbuKhalil As’ad, “Lebanon One Year After the Israeli With- drawal” , en Middle East Report Online, 29 de mayo de 2001, p. 3.

17 Véase Georges Corm, “Back to Buffer Zone Status for Beirut, Lebanon: A Cedar Ready to Fall”, Le M onde Diplornatique, abril de 2005.

13 Arabia Saudita y. las monarquías árabes del Golfo han invertido enormes cantidades de dinero en Líbano, atraídas por las extraordinarias condiciones que ofrece su sector bancario e inmobiliario, lo que les permi­te, sobre todo a la casa gobernante saudí, ejercer una enorme influenciapolítica sobre Líbano.

11 A este respecto, es importante mencionar que Francia, desde unprincipio, apoyó la pax syriana, abandonando su política tradicional de

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Sin embargo, luego de su guerra contra Afganistán y la ocupación de Iraq la administración republicana estadouni­dense, al frente del presidente George W. Bush, inició una campaña en contra de Irán y de Siria, por considerarlas un fuerte obstáculo a sus políticas en Iraq y en todo el Medio Oriente, acusándolas de prestar apoyo a organizaciones que el Departamento de Estado norteamericano considera como “organizaciones terroristas” , entre ellas la organización shiita libanesa Hezbollah y el Hamas palestino.20

Esta percepción llevaría a Washington a adoptar una nueva estrategia, en la que Líbano y Palestina serían dos de sus principales blancos. En el caso de Líbano, el principal objetivo fue poner término a la'presencia siria y la hegemo­nía de su principal aliado, Hezbollah. Ello a través de la resolución 1559, impulsada por Francia y Estados Unidos, y adoptada el 2 de septiembre de 2004 por el Consejo de Segu­ridad de la ONU, al demandar el retiro de sus tropas al igual que el desarme y el desmantelamiento de todas las milicias libanesas y no libanesas existentes en Líbano, entre ellas las organizaciones armadas palestinas aliadas al régimen sirio y las de la milicia shiita libanesa Hezbollah.21 .

Dicha resolución representó un triunfo momentáneo para aquellos sectores que aspiraban a que las tropas sirias y sus servicios de inteligencia, instaladas en territorio libanés des­de 1976, salieran del país. Sin embargo, el asesinato de Rafiq Hariri, el 14 de febrero de 2005, representó un fuerte golpe

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apoyo a las elites maronitas. Dicha política, sin embargo, cambió cuando Damasco entró en conflicto con Hariri.

20 p ara Siria e Irán, sin embargo, Hezbollah y todos aquellos grupos clasificados por la Casa Blanca como “grupos terroristas”, son organi­zaciones de resistencia contra la ocupación israelí, cuya integración a la vida civil sólo podrá darse una vez que las causas que llevaron a su surgimiento sean resueltas.

21 Véase Michael Young, “Walking into Israel’s Trap?, en Merip Press Information, num. 55, 19 de abril de 2001.

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para todos ellos y desató una ola de protestas y manifestacio­nes antisirias en la llamada Revolución de los Cedros, donde el régimen de Damasco sería acusado no sólo de su muerte, sino también de otros políticos e intelectuales antisirios,22 lo que la obligó a retirar sus tropas en abril de ese mismo año. Todo ello, en un clima de creciente polarización y una fuerte interferencia externa, sobre todo de Estados Unidos y Francia23 lo que llevaría a la ONU en 2007 a la creación de un Tribunal Internacional destinado a investigar y juzgar a los responsables de estos hechos.

El asesinato de Hariri dividió a Líbano en dos campos antagónicos. Por un lado, a las Fuerzas del 14 de Marzo, una agrupación heterogénea de movimientos, grupos e individuos de muy diverso signo, con alianzas a menudo cambiantes, que incluyó en su momento a las Fuerzas Libanesas Cristia­nas, al Partido Socialista Progresista Druzo de Walid Jum- blatt; al M ovim iento Patriótico Libre, dirigido por el ex general M ichel Aoun, recién regresado de su exilio en Fran­cia, así como al partido sunnita al Mustaqbal (Movimiento del Futuro), presidido por Saad Hariri, hijo del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, todos ellos opuestos a la presencia siria24 y apoyados por las monarquías árabes del Golfo, Francia y Estados Unidos. Por el otro, a las Fuerzas del 8 de Marzo, apoyadas por Irán y Siria, quienes sin de­jar de hacer un fuerte llamado a la unidad nacional, realiza­ron manifestaciones a favor del régimen sirio. Dicha coalición agrupó a la mayoría de las fuerzas shiitas representadas por Hezbollah y Amal, así como a otros grupos pro-sirios pertenecientes a las diversas comunidades religiosas del

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22 Steven R. W eism an, “U.S. Has Credible W ord o f Syrian Plot to Kill Lebanese” , en The N ew York Times, junio de 2005.

23 Véase Georges Corm, “Back to Buffer Zone Status for Beirut. Lebanon: A Cedar Ready to Fall” , he M onde Diplomatique, abril de 2005.

24 Paradójicam ente, algunos de los líderes opuestos a Damasco eranhasta ese momento, fieles defensores de su presencia.

y tos Karam ilaS * ^ grUP° S ^ dG PaíSI IoS FraniiehEl debate que se ha venido dando desde entonces se ha

centrado en el posicionamiento de cada actor con respecto a Siria y el Tribunal Internacional encargado de investigar la muerte de Hariri. Asimismo, la legitimidad de mantener una resistencia armada fuera del control del gobierno libanés.25 Para las Fuerzas del 14 de Marzo, por ejemplo, las armas de Hezbollah representan una amenaza para Líbano ya que alientan la polarización y la interferencia externa, no sólo de Siria e Irán sino de Israel, como sucedió en el verano de 2006 tras la ofensiva militar israelí contra dicha organización que llevó a Líbano a una guerra devastadora y no desea­da, que representó un alto costo político para el país, no sólo en vidas humanas y desplazados sino en infraestructura. De igual forma, apoyan las investigaciones realizadas por el Tribunal Especial para Líbano encargado de investigar el asesinato de Hariri y llevar a los responsables a juicio.

En cambio, para las Fuerzas del 8 de Marzo, Israel conti­núa representando una amenaza para Líbano y la resistencia armada es necesaria no sólo para responder a los ataques israelíes, sino para recuperar las tierras árabes ocupadas, entre ellas, las granjas de Chebaa, un territorio montañoso de 20 kilómetros cuadrados que corre a lo largo de la frontera sudoriental de Líbano y las Alturas del Golán conquistadas por Israel en la Guerra de 1967, las que de acuerdo con la onu y Tel Aviv, forman parte del territorio sirio, pero que según el gobierno libanés y el régimen de Damasco pertenecen a Líbano.26 Asimismo, se oponen a la interferencia occidental y al Tribunal Especial para Líbano, por considerarlo un

25 Véase Hazem Saghieh, “Lebanon’s Internal Struggle: Two Logics in Combat” , en Open Dernocracy, 19 de diciembre de 2006.

26 Israel ha venido sosteniendo que cumplió plenamente con la roso li­ción 425 del Consejo de Seguridad de la o n u , que la obligó a ^tirarse del sur de Líbano, y que la eventual devolución de dichas granjas solo debe ser

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instrumento destinado a eliminar su lucha de resistencia contra la ocupación israelí, desatar una nueva guerra civil en el Líbano, y otorgar a Israel una nueva oportunidad para atacar nuevamente al país.27

Ambas coaliciones representan proyectos divergentes y en competencia, y difieren no sólo en su visión de cómo reconstruir al Estado y asegurar la seguridad y prosperidad de sus ciudadanos, sino también en sus alianzas regionales y extrarregionales,28 además de que cuentan con seguidores entre los diferentes estratos de la sociedad libanesa, más allá de sus afiliaciones sectarias.29 Pese a ello, no se les puede considerar como bloques monolíticos o coherentes, ya que las alianzas al interior de estos grupos son débiles y en la mayoría de los casos de carácter coyuntural. Un ejemplo de lo anterior son sus múltiples divisiones internas y los realineamientos políticos que se han venido dando entre sus filas. Además, muchos estratos de la sociedad libanesa no se sienten representados por ellos.

Si bien la victoria electoral de las Fuerzas de 14 de Marzo en las elecciones parlamentarias de 2005 y 2009 propiciaron un clima de optimismo y, para muchos analistas, la posibili­dad de alcanzar un nuevo Pacto Nacional reminiscente del acuerdo establecido en 1943, dichas elecciones no modifica­

negociada con Siria y no con Líbano. Véase Michael Young, “Walking into Israel’s Trap?”, en M erip Press Inform ation, num. 55 ,19 de abril de 2001.

27 Véase “Is Hezbollah About to Become a Sacrificial Lamb?”, Geo­polemics, disponible en http://www.geopolemics.com./index-name-News-file-article-sid-38.htm.

28 Un gran número de análisis periodísticos suele describir a ambos bloques de manera simplista, al considerarlos como la expresión de una lucha más amplia a nivel regional e internacional entre las fuerzas sun- nitas versus shiitas, o bien entre las fuerzas prooccidentales versus un- bloque pro iraní, visión que esconde una realidad mucho más compleja debido al cúmulo de intereses individuales, sectoriales y comunitarios.

29 Véase Hazem Saghieh, “Lebanon’s Internal Struggle: Two Logicsin Combat” , en Open Democracy, 19 de diciembre de 2006.

ron el equilibrio de fuerzas en el escenario político libanés, ni mucho menos significaron un golpe definitivo para ei grupo del 8 de Marzo, el cual siguió detentando, gracias al apoyo recibido de Siria, de un enorme poder en el escenario político libanés.

De hecho, la lucha desatada entre estas dos agrupaciones llevaría a una parálisis política e institucional y a la ame­naza de una nueva guerra civil tras la toma efectuada por las fuerzas de Hezbollah de la zona occidental de Beirut en mayo de 200830 y más adelante (enero de 2011), a la caída del gobierno de unidad nacional surgido de las elecciones legislativas de 2009,31 tras la renuncia de diez ministros de la oposición y un ministro independiente, no obstante los distintos esfuerzos por alcanzar un diálogo nacional.32 El motivo, la inminente publicación del veredicto del Tribunal

30 Véase “Lebanon: Hizbollah’s Weapons Turn Inward”, en Interna- — tional Crisis Group, M iddle East Briefing, núm. 23, 15 de mayo de 2008.

31 En dichas elecciones, las primeras realizadas bajo una nueva ley electoral no impuesta por Siria, y en contra de todos los pronósticos que apuntaban a unos resultados muy apretados, las Fuerzas de 14 de Marzo alcanzaron la mayoría, logrando 71 de los 128 escaños, frente a 57 del grupo de la oposición del Ocho de Marzo, formada principalmente por las agrupaciones shiitas de Hezbollah y Amal, y por el Movimiento Patriótico Libre del líder cristiano maronita libanés, Michel Aoun, quien se convertiría desde febrero de 2006, para sorpresa de muchos, en un firme aliado de Hezbollah.

32 Un ejemplo de lo anterior fue el acuerdo de Doha del 21 de mayo de 2008 donde se intentó poner fin a la parálisis política en que se veía envuelta la política libanesa y pactar, al mismo tiempo, la formación de un gobierno de unidad nacional a fin de evitar una nueva guerra. Dos de sus principales objetivos fueron: instaurar una tregua y restablecer el funcionamiento de sus instituciones a fin de garantizar la gobernabilidad de Líbano hasta la celebración de nuevas elecciones. Asimismo, alcanzar un acuerdo consensuado para la elección de un nuevo presidente, el cual culminó con el nombramiento del comandante del ejército libanés, Michel Suleimán. Véase “The New Lebanese Equation: The Christian's Central Role”, en International Crisis Group, Middle East Report, núm. 78,15 de julio de 2008. Asimismo, “Lebanons’s Elections: Avoiding a New Cycle of

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Especial para Líbano sobre el asesinato de Hariri, y la posible implicación de Hezbollah en dichos actos.

Tras una serie de giros políticos y un enorme cabildeo, y con la mediación del gobierno sirio, Najib Mikati fue nom­brado primer ministro el 25 de enero de 2011. Ello, gracias al apoyo de las Fuerzas del 8 de Marzo y algunos diputados relativamente independientes, entre ellos Walid Jumblat, quien de manera nada sorprendente dio un giro en sus alianzas para incorporarse de lleno a las Fuerzas del 8 de Marzo. Aunque Mikati trató de incorporar a Saad Hariri y a las Fuerzas del 14 de Marzo en el nuevo gobierno, sus desavenencias en torno a temas como el Tribunal Interna­cional, las armas de Hezbollah y el reparto de las carteras ministeriales en el nuevo gobierno complicaron cualquier posibilidad de acuerdo.

A pesar de que Mikati logró formar un nuevo gobierno el 13 de junio de 2011, conformado mayoritariamente por las Fuerzas del 8 de M arzo,33 lo cierto es que el nuevo primer ministro ha tenido que conciliar hasta ahora las enormes presiones provenientes tanto de esta agrupación como de las fuerzas que respaldan a las Fuerzas del 14 de Marzo y sus aliados regionales y extrarregionales, entre ellos: Francia, Estados Unidos y Arabia Saudita.

LÍBANO Y LAS PROTESTAS POPULARES EN EL M UNDO ÁRABE

En este contexto de fragmentación y de crecientes tensiones, ¿cómo encuadrar a Líbano dentro de las protestas populares que afectan al mundo árabe desde enero de 2011, un país

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Confrontation” , en International Crisis Group, Midclle East Report, núm. 87, 4 de junio de 2009.

33 Cfr. “M ikati saca adelante la form ación de gobierno” , ObservatorioElectoral, Taller de Estudios Internacionales M editerráneos , 14 de iuniode 2011. J

que ha sido considerado por algunos analistas como ‘la única democracia arabe”* y por otros, como “el último régimen conservador en la región, debido al carácter confesional de su sistema político?35

Para algunos autores como Samir Kassir y Fakhoury,36 Líbano tuvo la oportunidad de efectuar cambios importan­tes en su sistema político en 2005 debido a la existencia de condiciones favorables tanto en el plano nacional como internacional, lo que facilitó la confluencia de una serie de aspiraciones políticas entre diferentes sectores de la socie­dad libanesa, más allá de sus afiliaciones sectarias. Pese a ello, dichos lazos transcomunales no fueron lo suficiente­mente fuertes como para superar las enormes diferencias existentes en el plano interno libanés, divergencias que no son circunstanciales sino que forman parte de un largo de­bate, aún no resuelto, sobre la identidad del Estado libanés, su política exterior y el papel que Líbano debe jugar en el

-Medio Oriente.37 Entre ellas: ¿debe ser Líbano un campo de confrontación del conflicto árabe-israelí o de las agendas de otros actores regionales o extrarregionales que buscan imponer su control o hegemonía sobre la región?, o bien, ¿debe seguir una política independiente y de no interven­ción a fin de evitar las divisiones sectarias y preservar su coexistencia interna?, ¿cuáles son las obligaciones de Líbano como Estado árabe, no sólo en términos de pertenencia sino también de identidad?

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34 Véase Larry Diam ond, “W hy are there no Arab democracies?”, Journal o f Dem ocracy, núm . 21, 2010, pp. 93-104.

35 Véase Jam il M ouawad, “Lebanon: The Last Conservative Regime n the Region” , Opendemocracy.net, 5 de marzo de 2011.

36 Véase Sam ir Kassir, Liban, le reve inachevé, París, Actes Sud, 2006 r Tamirace Fakhoury, “Lebanon against the Backdrop of the 2011 Arab Jprisings: W hich Revolution in Sight?” , New Global Studies, disponible¡n http.www.bepress.com /ngs/vol5/issl/art4.

37 Idem.

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No menos importante ha sido la fuerte interferencia externa en los asuntos internos libaneses, que ha impedido hasta ahora, a diferencia de Túnez y de Egipto, por lo menos en sus primeras fases, una movilización popular espontánea y la búsqueda de un proyecto común capaz de resolver los múltiples dilemas que enfrenta. Un ejemplo de ello es la difícil transición política que Líbano ha experimentado en los últimos años, en su búsqueda, por un lado, de llevar a los responsables del asesinato de Hariri a los órganos judicia­les competentes y, por el otro, mantener la estabilidad y el crecimiento económico del país en detrimento de la justicia, dos objetivos difíciles de obtener al mismo tiempo, máxime cuando el Tribunal Especial para Líbano ya emitió una re­solución final que inculpa a cuatro miembros de Hezbollah en el asesinato de Rafiq Hariri, lo que podría provocar una nueva ola de violencia (Mina nueva guerra civil.

A pesar de la especificidad libanesa y de los dilemas que este país enfrenta, que lo hace diferente a otros países de la región, es indudable que la ola de movilizaciones populares en muchas partes del mundo árabe, sobre todo la crisis siria, está teniendo ya sus efectos sobre Líbano.38 Dichas revueltas han impulsado a algunos sectores de la población libanesa, entre ellos activistas de la sociedad civil, intelectuales y artistas -n o identificados con los líderes políticos de ambas coaliciones, a quienes acusan de corrupción y de nepotismo y de bloquear el acceso de las nuevas generaciones al pro­ceso político- a exigir una serie de reformas largamente enunciadas; entre ellas: la desconfesionalización del sistema político libanés,39 la legalización del matrimonio civil, así como reivindicaciones a favor de la reducción de la mayo­

38 Cfr. Georges Corm, “Le Liban est revenu au statut d’Etat tampon , ' La revue du Liban, núm. 4027, noviembre, 2005. Disponible en http:// georgescorrn.com/personal/download.php?file=121105.pdf.

39 Un ejemplo de lo anterior fueron las protestas antisectarias que sedieron en Sidón, Trípoli y Beirut.

3 2 2 PROTESTAS SOCIALES Y CONFLICTOS EN ÁFRICA DEL NORTE

ría de edad a los 18 años. Pese a ello, éstas no han logrado movilizar hasta ahora a grandes sectores de la población y están muy fragmentadas.

Para poder entender este proceso es importante men­cionar que si bien Líbano cuenta con una larga tradición asociativa, la mayoría de sus organizaciones civiles son de carácter asistencial, profesional, cultural o económico, y por lo general sujetas a algún líder o bloque político, lo que les impide influir en el proceso político al margen de las elites políticas. De hecho, estas asociaciones tienden a reproducir las rivalidades existentes en la arena política libanesa.40

Si bien durante los años noventa irrumpieron un gran numero de asociaciones civiles41 con demandas muy precisas, entre ellas elecciones municipales, que condujeron en 1998 a la convocatoria para realizar Jos primeros comicios locales en 30 años, o bien movilizaciones a favor de la legalización del matrimonio civil, intentando romper con ello la lógica sectaria, así como reivindicaciones a favor de la reducción de la mayoría de edad a los 18 años, dichas demandas fueron más tarde diluidas por la división que se dio en torno a la presencia de las tropas sirias en el país, tema que adquirió un enorme protagonismo en detrimento de las demandas sociales.

No menos importantes durante esa década fueron las rei­vindicaciones de la Confederación General de Trabajadores de Líbano, la cual, en los años noventa, cuestionó el modelo económico neoliberal imperante auspiciado por Hariri, así

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40 Véase Amaia Goenaga y Elvira Sánchez, “Elites, poder y cambio político en el Líbano de la II República”, en Ferrán Izquierdo Brichs (edj, Poder y regímenes en el mundo árabe contemporáneo, Fundación Cidob, Barcelona, 2009, pp. 305-339. ’ .

41 Ver Karam, Karam, Le mouvement civil au L i b a n : Revendications, protestations et mobilisations associatives dans Vaprès-guerre, art a , Paris, 2007.

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como la distribución del poder existente en dicho país,42 por no hablar de algunos movimientos islamistas antisistema, como el Jama’a Islamiya o el Harakat Tawhid Islami, con una fuerte presencia en la región de Trípoli.43 Todos estos movimientos, sin embargo, fueron cooptados o bien suprimi­dos por algún miembro o sector de la elite libanesa, utilizán­dolos a favor de su respectiva agenda política. Aun así, tras la llamada Primavera Árabe, muchos de estos movimientos están retomando nuevamente las calles, exigiendo las mis­mas demandas y cuestionando al sistema político libanés.

L A CRISIS SIRIA Y SU IMPACTO SO BRE E L ESCEN ARIO POLÍTICO LIBANÉS

A estos problemas que enfrentan tanto el sistema político libanés como sus elites políticas, se añade ahora la compli­cada situación que enfrenta el régimen de Damasco. Siria; para bien o para mal, ha sido hasta ahora un actor clave en el escenario político libanés y lo seguirá siendo, al igual que otros actores regionales y extrarregionales. A pesar del retiro de sus tropas en 2005, Siria sigue teniendo una enorme in­fluencia en dicho país ya que con cuenta con múltiples aliados en Líbano. Ello, gracias a sus lazos familiares y de amistad e intereses comerciales y estratégicos, además de compar­tir una frontera común. Aun así, la caída o sobrevivencia del régimen de los Assad tendrá fuertes repercusiones en el balance de fuerzas existente en el Líbano y provocará una nueva reconfiguración de poder, en donde habrá perdedores y ganadores.

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42 Véase S. Baroudi, “Econom ic Conflict in Postwar Lebanon: State- Labor R elations betw een 1992 and 1997” , M iddle E astern Journal, vol. 52, núm. 4, 1998.

43 Véase N. H am zeh, “Lebanon’s Islamists and Local Politics: A New Reality” , Third World Quarterly, vol. 21, núm. 5, pp. 739-759, 2000.

Si bien la mediación siria fue un factor importante para la conformación de un nuevo gobierno libanés al frente del primer ministro Mikati, lo cierto es que la difícil situación interna que padece el régimen de los Assad ha dejado a Líbano en un segundo plano, lo que genera una enorme incertidumbre e incrementa la posibilidad de una mayor in- estabilidad en el país.

Desde entonces, las tensiones entre opositores y seguido­res del régimen sirio se han incrementado, sobre todo en el norte del país, donde ya se han dado varios enfrentamientos. De igual forma, el futuro del régimen de los Assad cuestio­na la posición e influencia de algunos de los grupos más relevantes del país, que hasta ahora se han beneficiado del apoyo sirio, entre ellos Hezbollah, que mantiene estrechas relaciones con el régimen de Damasco e Irán. A pesar de ello, Hezbollah cuenta con una agenda propia tanto en Líbano como en la región, no obstante su dependencia en términos políticos, económicos y militares de ambos regímenes, por lo que es difícil pensar que esta organización no pueda sortear la conflictiva situación interna y regional. Ello, debido a su peso social y demográfico y la enorme influencia que tiene en el plano interno libanés. No obstante ello, Hezbollah se verá obligada a ajustar su política a las nuevas realidades.

CONSIDERACIONES FINALES

El futuro de Líbano, tal como en el pasado, sigue estando sujeto a un gran número de variables, por lo que resulta sumamente arriesgado realizar previsiones a mediano o largo plazo. Sin embargo, si nos atenemos a la difícil situa­ción interna que Líbano ha experimentado en los últimos años, así como a los cambios que se han venido dando, eni c escenario regional y su entorno inmediato es posible pens que su futuro será tormentoso. No solo por la crisis siria y su posible desenlace, sino porque la “comunidad internaciona

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tiene ahora otras prioridades en la región. Por si fuera poco las elites políticas libanesas siguen buscando, como en el pasado, apoyos en el exterior, a fin de garantizar sus respec­tivas agendas políticas, dejando sin resolver los verdaderos problemas que afectan al país.

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