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LIBERTAD Cuando millones de ciudadanos luchan y mueren en éstos momentos por su libertad, por su dignidad y por conseguir unos mínimos de bienestar social, es bastante difícil escribir ni siquiera unas pocas líneas sobre algunos de los temas que “tan interesantes e importantes” nos parecen a nosotros, ciudadanos que nos autoproclamamos “miembros de sociedades democráticas occidentales desarrolladas?” Poco importa a nuestros gobiernos la suerte de esos cientos de miles de ciudadanos árabes que con su arrojo y su sangre han puesto a sus gobiernos despóticos contra las cuerdas; lo importante es la inmigración, el islamismo extremista, el terrorismo y las consecuencias sobre el precio del petróleo. Que todo ello sea una consecuencia de la situación en que los tiranos gobernantes tenían a sus pueblos, no dice absolutamente nada a los gobernantes occidentales. España especialmente, ahora que conmemora el 23-F, debería recordar las manifestaciones de millones de ciudadanos que en su día se dieron en todo el país para la defensa de la democracia, la libertad y de nuestra constitución, y transmitir su experiencia a quienes están luchando por unos cambios políticos justos. Sin embargo la actitud del gobierno y de toda la clase política es el silencio absoluto, seguramente por no saber que decir y no saber que hacer. Bien es cierto que es la misma actitud del resto de los gobernantes europeos de la Unión Europea, con lo que le queda la excusa de lo de mal de muchos. No le echemos toda la culpa a los que nos gobiernan, nosotros, ciudadanos de a pie, asistimos a los acontecimientos como si fuera una de las películas de guerra o de aventuras. Estamos cegados por los problemas laborales y económicos, paralizados e incapaces de tener la más mínima reacción ante los acontecimientos que nos ofrecen todos los medios de comunicación. Al fin y al cabo eso ocurre en países habitados por moros o árabes, bastante atrasados,……………si no fuera por el petróleo. Creo que las condiciones políticas reinantes en dichos países las deberíamos conocer de sobra desde hace muchos años, aunque seguramente muchos de nosotros alegaremos que nos sabíamos apenas nada, a pesar de que con frecuencia aparecían noticias en los diferentes medios de comunicación. Al respecto de saber, presento ahora la siguiente anécdota: Corría el año 1904 y en aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos. Una tarde noche del 13 de Mayo de 1904, Pío Baroja sorprendió a todos los presentes, porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo: “La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber: 1) los que no saben; 2) los que no quieren saber; 1

Libertad

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LIBERTAD

Cuando millones de ciudadanos luchan y mueren en éstos momentos por su libertad, por su dignidad y por conseguir unos mínimos de bienestar social, es bastante difícil escribir ni siquiera unas pocas líneas sobre algunos de los temas que “tan interesantes e importantes” nos parecen a nosotros, ciudadanos que nos autoproclamamos “miembros de sociedades democráticas occidentales desarrolladas?”

Poco importa a nuestros gobiernos la suerte de esos cientos de miles de ciudadanos árabes que con su arrojo y su sangre han puesto a sus gobiernos despóticos contra las cuerdas; lo importante es la inmigración, el islamismo extremista, el terrorismo y las consecuencias sobre el precio del petróleo. Que todo ello sea una consecuencia de la situación en que los tiranos gobernantes tenían a sus pueblos, no dice absolutamente nada a los gobernantes occidentales.

España especialmente, ahora que conmemora el 23-F, debería recordar las manifestaciones de millones de ciudadanos que en su día se dieron en todo el país para la defensa de la democracia, la libertad y de nuestra constitución, y transmitir su experiencia a quienes están luchando por unos cambios políticos justos. Sin embargo la actitud del gobierno y de toda la clase política es el silencio absoluto, seguramente por no saber que decir y no saber que hacer. Bien es cierto que es la misma actitud del resto de los gobernantes europeos de la Unión Europea, con lo que le queda la excusa de lo de mal de muchos.

No le echemos toda la culpa a los que nos gobiernan, nosotros, ciudadanos de a pie, asistimos a los acontecimientos como si fuera una de las películas de guerra o de aventuras. Estamos cegados por los problemas laborales y económicos, paralizados e incapaces de tener la más mínima reacción ante los acontecimientos que nos ofrecen todos los medios de comunicación. Al fin y al cabo eso ocurre en países habitados por moros o árabes, bastante atrasados,……………si no fuera por el petróleo. Creo que las condiciones políticas reinantes en dichos países las deberíamos conocer de sobra desde hace muchos años, aunque seguramente muchos de nosotros alegaremos que nos sabíamos apenas nada, a pesar de que con frecuencia aparecían noticias en los diferentes medios de comunicación. Al respecto de saber, presento ahora la siguiente anécdota:

Corría el año 1904 y en aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos. Una tarde noche del 13 de Mayo de 1904, Pío Baroja sorprendió a todos los presentes, porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo: “La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1) los que no saben;2) los que no quieren saber;

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3) los que odian el saber;4) los que sufren por no saber;5) los que aparentan que saben;6) los que triunfan sin saber, y7) los que viven gracias a que los demás no saben.

Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja.

¿En cual de los anteriores apartados nos colocaríamos sin ponernos en ridículo o en clara evidencia?

Linares 24 de Febrero del 2010. Jorge Andujar Escobar

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