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LIBERTAD Y NECESIDAD EN LA CONCEPCION MATERIALISTA DE LA HISTORIA Roda/fa Cerdas Para el materialismo histórico el problema de la libertad se presenta bajo tres aspectos que se vinculan íntima y decisivamente entre sí, de un modo dialéctico, esto es, sin constituir contraposiciones rígidas, sino más bien etapas de una sola realidad que se penetran y modifican recíprocamente. En primer término se plantea el problema de la correlación entre la sociedad y la naturaleza; en segundo lugar, la correlación entre la conciencia social y la vida social; y finalmente, la correlación entre el individuo y la sociedad. la producción de los bienes materiales constituye el fundamento objetivo, la base requerida para la configuración del hombre frente a la naturaleza, el aspecto decisivo de la vida social que le permitió separarse de la naturaleza y construir su mundo. Hasta hoy tal aspecto decisivo ha estado fuera del dominio del hombre, fuera de su control, en sociedades desgarradas por la lucha de clases incapaces de dominar las leyes del desarrollo social; la historia ha sido, en tal sentido y sin absolutizar el término, la his- toria de la "no libertad" (1). y es que el hombre, desde que nace hasta que muere, y aun antes de su na- cimiento, está enraizado en un contexto social e histórico dado, de carácter objetivo, independiente de su voluntad. las relaciones que establecen los hombres para pro- ducir, esto es para satisfacer sus necesidades, son de carácter necesario y constituyen siempre una resultante histórica en la cual el hombre es situado por la dinámica misma de la sociedad. Al nacer hijo de esclavo, campesino u obrero, el individuo se ve de inmediato, desde su misma concepción, sometido a un conjunto dado de relaciones sociales que lo determinan, lo influyen y lo aprisionan en nexos objetivos y necesarios. Ese conjunto de nexos y relaciones sociales, en los cuáles está inserto el hombre, que existen independientemente de su voluntad, objetivamente ¿son causales? ¿necesa- rios? ¿De qué naturaleza es el vínculo que los une? la objetividad misma de tales nexos, y el desarrollo de todas las ciencias so- ciales, constituyen de por sí una demostración palpable de que los nexos que establecen los vínculos de las relaciones sociales, son de carácter necesario y están sujetos a leyes. Es claro que debe hacerse una distinción, por cuanto no todos los vínculos y nexos presentan el mismo carácter. Hay nexos de carácter externo, particular y casual; y hay nexos de carácter interno, general y necesario. Pero unos y otros nexos, partici- pan recíprocamente de unos y otros caracteres, pues la naturaleza de sus vínculos sólo puede verse dialécticamente, poniendo en relación a unos con respecto a los otros, en procesos concretos y determinados, que es el único modo de manifestación de tales (1) Gr. l. Kan y otros: "El desarrollo en la naturaleza y en la sociedad". Págs. 197-198, Ed. Platina, Buenos. Aires 1962.

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LIBERTAD Y NECESIDAD EN LA CONCEPCIONMATERIALISTA DE LA HISTORIA

Roda/fa Cerdas

Para el materialismo histórico el problema de la libertad se presenta bajo tresaspectos que se vinculan íntima y decisivamente entre sí, de un modo dialéctico, estoes, sin constituir contraposiciones rígidas, sino más bien etapas de una sola realidad quese penetran y modifican recíprocamente.

En primer término se plantea el problema de la correlación entre la sociedady la naturaleza; en segundo lugar, la correlación entre la conciencia social y la vidasocial; y finalmente, la correlación entre el individuo y la sociedad.

la producción de los bienes materiales constituye el fundamento objetivo, la baserequerida para la configuración del hombre frente a la naturaleza, el aspecto decisivode la vida social que le permitió separarse de la naturaleza y construir su mundo. Hastahoy tal aspecto decisivo ha estado fuera del dominio del hombre, fuera de su control,en sociedades desgarradas por la lucha de clases incapaces de dominar las leyes deldesarrollo social; la historia ha sido, en tal sentido y sin absolutizar el término, la his-toria de la "no libertad" (1).

y es que el hombre, desde que nace hasta que muere, y aun antes de su na-cimiento, está enraizado en un contexto social e histórico dado, de carácter objetivo,independiente de su voluntad. las relaciones que establecen los hombres para pro-ducir, esto es para satisfacer sus necesidades, son de carácter necesario y constituyensiempre una resultante histórica en la cual el hombre es situado por la dinámica mismade la sociedad.

Al nacer hijo de esclavo, campesino u obrero, el individuo se ve de inmediato,desde su misma concepción, sometido a un conjunto dado de relaciones sociales que lodeterminan, lo influyen y lo aprisionan en nexos objetivos y necesarios.

Ese conjunto de nexos y relaciones sociales, en los cuáles está inserto el hombre,que existen independientemente de su voluntad, objetivamente ¿son causales? ¿necesa-rios? ¿De qué naturaleza es el vínculo que los une?

la objetividad misma de tales nexos, y el desarrollo de todas las ciencias so-ciales, constituyen de por sí una demostración palpable de que los nexos que establecenlos vínculos de las relaciones sociales, son de carácter necesario y están sujetos a leyes.

Es claro que debe hacerse una distinción, por cuanto no todos los vínculos ynexos presentan el mismo carácter. Hay nexos de carácter externo, particular y casual;y hay nexos de carácter interno, general y necesario. Pero unos y otros nexos, partici-pan recíprocamente de unos y otros caracteres, pues la naturaleza de sus vínculos sólopuede verse dialécticamente, poniendo en relación a unos con respecto a los otros, enprocesos concretos y determinados, que es el único modo de manifestación de tales

(1) Gr. l. Kan y otros: "El desarrollo en la naturaleza y en la sociedad". Págs. 197-198,Ed. Platina, Buenos. Aires 1962.

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procesos en la realidad. Y así, lo que en determinado proceso constituye algo casual,secundario, particular, en otro deja de ser mera contingencia, y es fruto y manifestaciónde nexos internos, generales y necesarios. Y viceversa.

Si bien es cierto que en la historia encontramos nexos del pfll~er tipo, no esmenos cierto también que en ella hallamos del segundo tipo -necesanos, generales yde carácter interno--, que radican en la esencia misma de los fenómenos y procesos enque se manfiestan concretamente.

Así como el individuo es el conjunto de relaciones sociales, la sociedad no esuna suma mecánica de individuos, sino la totalidad de relaciones sociales en un mo-mento histórico dado. Estas relaciones sociales encuentran su fundamento determinantey decisivo, en las relaciones que establecen los hombres para producir los bienes conlos cuales satisfacen sus necesidades; esto es: se basan en las relaciones necesarias de laproducción de la vida material. Y esto es así, porque es sobre esta base material quese levanta la sociedad y todas les demás relaciones que los hombres desarrollan en elcurso de sus vidas.

La sociedad forma parte integral de la naturaleza, aunque no sea válida su re-ducción a ésta, como pretenden organicistas, malthusianos, darwinistas sociales y otros;como tampoco lo es su oposición, como ocurre con los idealistas subjetivos que fuda-mentan su planteamiento en una contraposición superficial de ambas.

Entre naturaleza y sociedad existe una relación dialéctica, contradictoria esen-cialmente, en cuanto constituye cada una un doble enlace contradictorio de enajenacióny libertad, en su conexión mutua.

Esto permite caracterizar al desarrollo social como un proceso histórico-social,lo que significa que es un proceso sometido a leyes que no dependen, para su realidady vigencia, de la voluntad ni de la conciencia de los hombres, sino que más bien lasdetermina, aunque tal determinación, como veremos, no es ni mecánica ni inmediata.

* * *La actuación de los hombres se produce siempre en virtud de determinados fines

previamente establecidos en sus cabezas, lo que no sólo los diferencia del resto delmundo animal, sino que fija su libertad y la encierra dentro de los límites precisosde la finalidad trazada (2).

Pero el hecho de que el hombre siempre actúe en virtud de determinados finesexpresa que el mundo no satisface al hombre y que éste ha decidido cambiarlo. Talesfines son esencialmente subjetivos, expresan su voluntad y le sirven de mediación paraconvertir lo ideal en real. Sin conocer las finalidades de los partidos, las clases, lospolíticos, es imposible entender el proceso de desarrollo histórico.

Esos fines, sin embargo, no obedecen al capricho, sino que tienen siempre unfundamento básico objetivo, que no sólo les sirve de sustento material, sino que deter-mina su aparición misma.

Este fundamento está constituido por el nivel de desarrollo histórico-social dadoen un momento histórico concreto; no es otra cosa que la formación económico-socialde que se trate, esto es "una determinada fase de desarrollo de la sociedad que secaracteriza por su modo propio de producción y, consiguientemente, por relaciones de

(2) "Una araña ejecuta operaciones que semejan las manipulaciones del tejedor, y la construcciónde los panales de las abejas podría asombrar por su perfección. a más de un arquitecto.Pero hay algo en el peor arquitecto que aventaja a la mejor abeja, y es el hecho de que,antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro... El obrero no se limita acambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza sino que, al mismo tiempo, realizaen ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación, y alque tiene necesariamente que supeditar su voluntad". C. Marx, "El Capital", F.C.E.,México 1959. pág. 130-131, To. 1.

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producción históricamente determinadas y por las relaciones políticas, ideológicas, etc.,que surgen a base de ellas" (3).

La determinación de los fines y las ideas de los hombres, y la explicación o in-vestigación acerca del origen de tales fines e ideas, no constituye una negación de lalibertad. El situar al individuo en el contexto social objetivo en que se encuentra na-turalmente enraizado, el cual está regido por leyes objetivas que no dependen de suvoluntad para su existencia, no significa negarle libertad. Por el contrario, constituyeel único medio de establecer los alcances y límites de una libertad real para el individuo,para entonces, con claridad en las limitaciones y obstáculos, impulsar su desarrollo auna mayor libertad.

Es claro que el reconocimiento de leyes objetivas que rigen la vida socialconduce a contraponer tales leyes, incluso por una herencia histórico-filosófica de muchosaños, con la libertad que cada individuo reclama para sí.

Esto es lo que hacen los subjetivistas cuando contraponen el libre albedrío delindividuo a la necesidad histórica. Cuando hablando de la libertad como "ausencia deconstricción", la contraponen al carácter necesario de las leyes sociales. Pero esto sig-nifica, ni más ni menos, contraponer fenómenos que por su naturaleza se encuentransituados en planos distintos.

Su razonamiento resulta más o menos el siguiente: el marxismo sostiene quelas mercancías deben venderse por su valor, esto es el tiempo de trabajo socialmente ne-cesario para producirlas. Pues bien: yo puedo, si quiero, vender tales mercancías porbajo del valor, no acepto atarme a tal ley que el marxismo dice rige el mercado capi-talista. No estoy sometido, en consecuencia, a ninguna necesidad, no existen talesleyes sociales.

Aquí el error consiste en poner en un mismo plano la ley de la necesidadhistórico-social y los hechos individuales de uno u otro individuo, toda vez que lanecesidad histórico-social no define inmediatamente la actividad de un individuo. Másbien, por el contrario, define la dirección del desarrollo social, la actividad de la co-lectividad, sin que esto implique una determinación de las condiciones empíricas devida, que varían al infinito con cada individuo particular. Contrariamente a lo que secre, son precisamente aquéllos grandes hombres, a los que el idealismo confiere fa-cultades milagrosas, los que muchas veces se encuentran realmente determinados por lanecesidad social, en virtud de las complejas y variadas formas que crean las condicionesconcretas, individuales, de la vida de esas personalidades, en un momento también con-creto y determinado de su actividad. Estas personalidades pueden acelerar o demorarla marcha del tiempo, imprimirle una forma u otra, pero no pueden cambiar la tenden-cia objetiva que tiene en ese momento el desarrollo social (4).

No es por eso válido el reproche común que se hace a los marxistas de que noaprecian debidamente el papel de la actividad consciente de los hombres, que estaría abso-lutamente determinado, según esta versión, por la infraestructura (5).

(3) Crf. Konsiantinoo, F.V. "El materialismo histórico", pág. 17, Ed. Grijalbo, México 1957.(4) Kon, l.S. "El idealismo filosófico y la crisis del pensamiento histórico", pág. 172, Ed.

Platina, Buenos Aires 1962.(5) Es claro que exceptuamos las deformaciones que el marxismo a sufrido en manos

de algunos divulgadores, que dieron lugar a que "Marx hiciera manifestaciones iró-nicas de que no era marxista" (Cfr. Adam Scbai], "Marxismo e individuo humano", pág.53, Ed. Grijalbo, México 1967). Hay dos correcciones básicas a la "idea simplificada sobrela relación de la base con la superestructura que proceden ya del fundador de la teoría:la relación base-superestructura no es unilateral; es decir existe también una influenciade la superestructura sobre la base, y los cambios en la base no provocan directamentecambios en la superestructura, sino que éstos van precedidos de una serie de eslabones in-directos". (Idem, pág. 53). Problema ciertamente fundamental que no podemos tratar aquí portema y por espacio, pero que tenemos que tener presente para no criticar a Marx por loque sólo es una pobre caricatura de su pensamiento.

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El marxismo jamás ha negado el papel activo de la conciencia en el acontecerhistórico. Si bien es cierto que existe una independencia del ser social respecto a laconciencia social, y que aquel determina a ésta, ello no significa que los hombresactúen inconscientemente. Mientras que en la naturaleza actúan fuerzas elementales, enla historia de la sociedad los agentes son los hombres, dotados de conciencia y activosen virtud de la reflexión, la pasión y, en cualquier caso, tras determinados fines queconstituyen intenciones concientes. Lo que mueve a los hombres pasa siempre por suscabezas, pues la conciencia constituye una función cerebral inherente, orgánicamente,a cada individuo.

La independencia del ser social de la conciencia social, y la determinación deésta por aquél, significa que los hombres, al actuar en busca de sus fines individuales,no tienen conciencia, por lo general, del sentido y trascendencia social de sus acciones,siendo incapaces de prever el resultado social de éstas.

Los individuos, actuando en virtud de determinados fines y deseos, chocan en- Sil

actividad con los fines y deseos de otros hombres, siendo los resultados de tales accioneshumanas, en las condiciones creadas por las sociedades antagónicas, muy rara vez coin-cidentes con los propósitos pre-establecidos, acarreando consecuencias gue no habíansido deseadas de ningún modo.

Así, pues, aunque la historia la hacen los hombres conscientes, éstos por lo ge-neral no se enteran de los resultados sociales de sus propios actos, que se integran enun todo objetivo, cuya existencia y desarrollo no depende de la conciencia de ellos.

Esto hace que la necesidad histórica no sea más que la resultante estadística (6)de una enorme cantidad de acciones individuales, que se contradicen en unos casos ycoinciden en otros, y que en definitiva vienen a constituir paralelogramos de fuerzas-para usar la imagen de Engels ya citada- que dan una resultante: el aconteci-miento histórico.

(6) Algunas personas han negado el carácter estadístico de la necesidad social y de las leyessociales, reputándolo "no marxista" o "poco marxista". Para dilucidar esto, resulta conve-niente recordar aquí lo dicho por el marxista polaco Osear Lauge en su obra "EconomíaPolítica", pág. 54, To. I, F.C.E., México 1966, en el aparte que denomina: "Carácter esto-cástico (estadístico) de las leyes económicas". Dice: "Marx y Engels destacaron ya elcarácter estadístico de las leyes económicas... En la masa de acciones repetidas, las con-secuencias de las relaciones accesorias o accidentales se compensan y se anulan recíproca-mente; por el contrario, las relaciones necesarias o esenciales -o sea, las leyes económicas-se hacen visibles. La mutua compensación de los efectos de las relaciones accidentales y laaparición de las relaciones necesarias, que se realiza en ciertas condiciones cuando hechosde un determinado tipo se repiten en forma masiva, es lo que se llama la ley de los grandesnúmeros. (loc. cis., pág. 55) Y otro marxista ha definido la necesidad social en estos tér-minos: "Lo que llamamos necesidad histórica no es más que la resultante estadística deuna enorme cantidad de acciones individuales, de entre las cuales cierto tipo de actitudesy de acciones conquista, con el tiempo, supremacía". (Adam Schaff, "La filosofía del hombre",pág. 91, Ed. Lautaro, Bnos. Aires 1964). Y Marx mismo, refiriéndose a la realizaciónde los valores en el mercado, expresó el hecho de que "considerado cada caso aisladamente,se halla dominado por el azar y, la ley interior que se impone en el seno de estos casosfortuitos y los regula sólo se trasluce cuando estos casos fortuitos se agrupan en grandesmasas" ropo cit. El Capital, To. III, pág. 766, ed. cit.) Por su parte Engels, en carta a 1-Bloch del 21 de septiembre de 1890, escribió: " ... la historia se hace ella misma de modotal que el resultado final proviene siempre de conflictos entre gran número de voluntadesindividuales, cada una de las cuales está hecha a su vez por un cúmulo de condiciones par-ticulares de existencia. Hay, pues innumerables fuerzas que se entrecruzan, una serie infinitade paralelogramos de fuerza que dan origen a una resultante: el hecho histórico", (Cfr.Correspondencia", págs. 309-310, Ed. Cartago, Bnos Aires 1957).

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Así, pues, son los hombres quienes hacen su propia historia; pero lo hacen encondiciones directamente heredadas del pasado y no dependientes de su voluntad (7).Tales condiciones no sólo influyen en un sentido u otro la actividad de los hombres,sino que, en general, determinan la aparición y urgencia de ciertas necesidades yno de otras y como consecuencia de tales necesidades, la aparición en las cabezasde los hombres de ciertas finalidades y deseos, de determinadas ideas y no deotras; y aunque la expresión particularizada de tales ideas y fines, difiera de un indioviduo a otro, expresan una tendencia general, universalizada a vastos sectores de indioviduos que participan de tales necesidades, finalidades e ideas, en un momento his-tórico dado.

* * *La existencia de leyes sociales objetivas, necesarias, plantea la cuestión del papel

que corresponde al individuo en el quehacer histórico. El reconocimiento de tales leyes¿implica que el individuo está completamente determinado? ¿O le es posible, en virtudde su libertad, sustraerse a tales leyes -que o no son válidas para él o a las cualespuede, sustraerse pura y simplemente-?

Históricamente se dieron dos grandes respuestas.

El idealismo subjetivo, en términos generales, negó la existencia de leyes socialesy erigió al individuo en un centro emanador independiente de hechos sociales. Cayendoen el voluntarismo, negó toda determinación que no fuera la voluntad subjetiva delhombre o, cuando más, su actividad en cumplimiento de los fines trazados por unavoluntad trascendente .

. El materialismo mecanicista del siglo XVIII cayó en el error opuesto: admi-tiendo la vigencia de las leyes sociales, y con ello de la necesidad, negó todo azar, yrebajando la necesidad al nivel de lo contingente, eliminó toda libertad del hombre,al cual vio determinado de un modo absoluto en todos sus actos. La aparición de fenó-menos considerados casuales en procesos necesarios, era explicada en virtud de la igno-rancia del hombre que no había encontrado la causa de que tales fenómenos casualesse dieran. Porque todo era necesario y sujeto a leyes.

El materialismo dialéctico explicó la situación del hombre en cuanto a la libertady la necesidad, viéndolo en su contexto natural, no como un centro emanador de mi-lagros o 'como un simple objeto de leyes naturales ciegas.

Reconociendo la existencia en la naturaleza y en la sociedad de leyes necesariasy objetivas, no dependientes de la voluntad del individuo; advirtiendo la diferenciacualitativa fundamental entre unas y otras leyes, pero su vigencia real al margen de lasubjetividad del hombre, el materialismo dialéctico e histórico comprobó que la libertad'del hombre se fundaba no en la ignorancia de una realidad que se le imponía pese atodos sus deseos subjetivos particulares, sino en el conocimiento de esa realidad, en ladeterminación de sus causas y efectos, de sus necesidades generales, universales, y en lautilización de esas leyes en la satisfacción de sus propios fines.

Estos fines no podían ser alcanzados al margen de lá realidad objetiva regidapor leyes, sino en la comprensión de tales leyes, en su dominio y utilización.

Por eso Engels, acogiendo la definición de Hegel, sostuvo que la libertad con-siste en la conciencia de la necesidad, en la decisión con conocimiento de causa y enel dominio de nosotros mismos (8).

(7) "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circuns-tancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentrandirectamente, que existen y trasmite el pasado". (Marx en "El 18 Brumario de Luis Bona-parte", Obras Escogidas, pág. 160, Edit. Cartago, Bnos Aires 1957).

(8) Bngels, P. "Anti-Dühring", pág. 120, Ed, Fuente Cultural, 2' Ed. México sin fecha.

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y en efecto: la ignorancia de las leyes que rigen la naturaleza y la sociedadpodría crear una ilusión de libertad. Pero una libertad real consiste, por el contrario,en el conocimiento certero de tales leyes y en su utilización en el cumplimiento de de-terminados fines. El agua de los ríos librada a su necesidad ciega, provoca inundacionesy destrucción; sometida a la conciencia de su necesidad por el hombre, sirve para elriego y para la producción de energía eléctrica. El rayo destruye, pero conocida la ne-cesidad natural de la electricidad, y sometida a los fines del hombre, mueve máquinasy ayuda al hombre a dominar más y más la naturaleza, a vencer distancias y obstáculosnaturales gigantescos.

Lo mismo pasa con las leyes sociales. Cuando no se las conoce, rigen ciegamente,destruyen y aniquilan al hombre. Pero al conocer su necesidad objetiva y obrar en con-secu~ncia, el hombre somete a su dominio el vasto campo de la actividad social.

Esto hace que la libertad para el marxismo tenga un carácter dialéctico y no me-cánico; que no se limite al aspecto teórico-cognoscitivo ("conciencia de la necesidad")sino que se proyecte al aspecto práctico-transformador. En este sentido, la libertad con-siste en la posibilidad de plantearse un número determinado de alternativas viables enun momento histórico concreto, las cuales no son arbitrarias sino que se enraizan en lomás profundo de los procesos sociales, en su esencia, pues de lo contrario no serán, ob-jetivamente consideradas, alternativas viables reales.

El plantearse tales alternativas no significa más que una disconformidad conun estado de cosas dado. Esto es, que el plantearse fines constituye en sí mismo unanegación de la situación objetiva existente, una negación del ser real, en su desarro-llo constante.

Por ello "la libertad misma, por la cual se expresan las contradiciones propiasdel ser consciente, es la negatividad del ser al niver consciente de su desarrollo", lo queno contradice en absoluto la definición de Engels como conciencia de la necesidad, sinoque resalta el carácter dialéctico de la misma (9).

No siendo mera subjetividad, la libertad debe fundarse en una discriminaciónfundada, objetiva, de los medios idóneos que deben ser empleados en la solución delas contradicciones plantedas. Desde luego, no de todas las contradicciones, sino deaquéllas de naturaleza esencial, principal, cuya solución se vincula al proceso deldesarrollo del ser real.

Esto hace que los medios a emplearse no sean cualesquiera, sino aquéllos estric-tamente adecuados, conducentes, a la realización de las finalidades propuestas, las que,como queda dicho, no son arbitrarias sino que enraizan esencialmente en las contra-dicciones fundamentales presentes en una etapa concreta del desarrollo del ser reaL

Consecuencia de ello es que para cada individuo particular el alcanzar una mayorlibertad signifique necesariamente tener la conciencia más lúcida de las contradiccionesde su época y saber utilizar los medios más eficaces para superadas.

Así, la elección es tanto más libre cuanto más necesaria es (10). Tanto mayorserá la libertad del hombre, cuanto mayor sea la conciencia de la necesidad: para estosfines, provenientes de estas contradicciones, estos medios, únicos capaces de permitir lasuperación de éstas y el logro de aquéllos (11).

(9)(10)(11 )

Cfr. Garaudy, Roger. "Humanismo marxista", pág. 165-166, Ed. Horizonte, Bnos. Aires ~959.ldem, pág. 172.Marx y Engels, por ello, pudieron escribir a despecho de sus detractores lo siguiente:"La Historia no hace nada, "no posee ninguna inmensa riqueza", "no libra ninguna clasede luchas". El que hace todo esto, el que posee y lucha, es más bien el hombre, él nombrereal, viviente; no es, digamos, la "Historia" quién utiliza al nombre como medio para 'la-borar sus fines -cómo si se tratara de una persona aparte-, pues la Historia no es sinola actividad de! hombre que persigue sus objetivos. "Cfr. La Sagrada Familia, pág. 159,Ed. Grijalbo, México 1958.

* * *

LIBERTAD Y NECESIDAD 61

La cuestión de ¿es o no el hombre libre? adquiere en el contexto dicho, paranosotros los marxistas, un sentido radicalmente distinto, esencialmente histórico y es-trictamente dinámico. La cuestión es, en realidad: ¿cómo puede el hombre ser máslibre? lo que, por otra parte, se sale del campo meramente gnoseol6gico y se adentrade lleno en la praxis social e individual.

El contenido ético y humanista de este planteamiento salta a la vista, como unineludible llamado a la toma de conciencia del momento histórico que se vive, de lascontradicciones en que se debate el mundo y de los medios eficaces utilizables pararesolverlas. Y como hilo rojo que cruza todo ello, la responsabilidad de todos y cadauno de los hombres con la sociedad en que se vive y consigo mismo, en la consecuciónde una mayor libertad, por el dominio creciente de la naturaleza de la sociedad, yde sí mismo.