Libre Pensamiento Nro 60 - educacion, enseñanza y adoctrinamiento

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    dossier

    LA ENSEANZA DE LA RELIGIN

    1. LA RELIGIN EN LAS AULAS

    2. LAICISMO, EL VALOR DE LA ESCUELA DEMOCRTICA

    3. ESCOLARIZACIN IMPREGNADA DE RELIGIN

    EDUCACIN PARA LA CIUDADANA

    1. LA FORMACIN DEL CIUDADANO EN UNA ESCUELA DEMOCRTICA

    2. QU SE CUECE EN EL DEBATE SOBRE EDUCACIN PARA LA CIUDADANA?

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    Educacin,enseanza y adoctrinamiento

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    En este dossier de Libre Pensamiento abrimos un es-pacio para la reflexin y el debate en torno a la pre-sencia de la religin en las aulas y a la controvertidaEducacin para la Ciudadana. Aportamos cinco tex-tos que permiten presentar la visin de un sistemaeducativo laico, es decir, que atiende a la formacinsobre lo que es comn a las personas. La religin re-presenta un elemento que no es comn, sino espec-fico de un sector de la poblacin, ello conlleva una di-ficultad para ser integrada en un currculum que pre-tende la formacin de toda la poblacin escolar.

    Las dificultades para abordar la educacin religiosaen los centros escolares se ponen de manifiesto endos de estos trabajos: el primero titulado La Reli-gin en las aulas otro factor que aumenta la dificul-tad de educar en la diversidad cuyo autor es JuanLen Moriche(1) , que enfoca este tema desde unaatencin a la diversidad que se complica en el inten-to de integrar una poblacin inmigrante y las difi-

    cultades de las familias que no eligen la enseanzareligiosa para sus hijos e hijas. El segundo; tituladoLaicismo, el valor de la escuela democrtica, escri-to por ngel Ramrez Medina(2) , que aborda ese mis-mo asunto amplindolo con una exposicin de la tra-yectoria y fundamentacin de la situacin actualdonde la religin es una materia del currculum, e in-corporando al debate la existencia de un profesoradode religin, como trabajadores con contratos atpi-cos que permiten el despido de los mismos por moti-

    vos ideolgicos. Una ms de las paradojas de un mo-delo de relacin Iglesia Estado totalmente aejo,propio de etapas predemocrticas. Por ltimo el tex-to titulado Escolarizacin impregnada de religin.,escrito por Rafael Fenoy Rico(3), plantea la contra-diccin existente en las normas que regulan la esco-larizacin con el marco constitucional que garanti-za el derecho de los padres a no declarar sobre su re-ligin, ni manifestar cules son sus convicciones reli-giosas, as como el principio constitucional del dere-cho de los ciudadanos a la seguridad jurdica, ya

    que las familias son impelidas a manifestar una op-cin sin conocer el alcance de su decisin.

    Presentamos adems dos textos que pretendencentrar por la polmica que viene suscitando la ma-teria escolar Educacin para la Ciudadana, en elque no son ajenos los posicionamientos de la jerar-qua eclesistica y su traduccin poltica y social enel terreno partidario. El primero de ellos titulado

    La formacin del ciudadano en una escuela demo-crtica del autor Francisco Beltrn Llavador , don-de el autor nos sita ante la formacin del ciuda-dano en un contexto democrtico. Su lectura per-mitir despejar dudas sobre los trminos que se hanvenido utilizando desde la expresin del anhelo deque la Educacin permita a las personas a ser suje-tos (no objetos) cada vez ms autnomos, msconscientes de su pertenencia a un colectivo, mssolidarios, ms pacficos, ms justos... y ms cultos.El segundo titulado Qu se cuece en el debate so-

    bre Educacin para la Ciudadana, sintetiza elcontenido de las ponencias presentadas en el Plenode la Federacin de Enseanza de CGT.

    Es una buena ocasin para recordar que en estosmomentos los planteamientos de una Escuela Laicaal servicio de una sociedad laica, se configuran demanera ms precisa. La necesidad de superar situa-ciones atvicas, propias del antiguo rgimen, aun-que vengan aderezadas de formulas neoliberales, esms patente. Y todo ello con el ms absoluto respeto

    a las conciencias y a la libertad de cada cual en uncontexto sociolgico que permite mltiples manifes-taciones de las creencias y culturas ms diversas.

    Rafael Fenoy RicoSecrertario General de la Federacin de Enseanza de CGT.

    1. Periodista e investigador. Colabor en la investigacin encargada por laConsejera de Igualdad y Bienestar social de la Junta de Andaluca a unequipo de la Fundacin Mrgenes y Vnculos, desarrollado en centroseducativos andaluces

    2. Profesor de Filosofa de Educacin Secundaria de Granada3. Docente e Inspector de Educacin4. Profesor de la Universidad de Valencia

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    La Enseanza de la Religin

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    La Religin en las aulas, otro factor que aumenta ladificultad de educar en la diversidad

    J U A N L E O N M O R I C H E 1

    En Andaluca hay ya ms de 60.000 alumnos de estu-dios no universitarios cuyos padres y madres son extran-jeros. En el curso 2006-07 el alumnado extranjero esta-blecido en Andaluca proceda de ms de 150 nacionalida-des de todo el mundo, segn datos de la Consejera deEducacin. Agrupados por continentes de origen, Europarepresentaba la proporcin ms elevada, con un 38,30por ciento; seguida de Amrica, con el 31,20; frica, conel 25,20; y Asia y Oceana, con el 4,56. Slo el 29 por cien-to todos ellos podan considerarse hispanohablantes.

    Educar en la Diversidad

    Las dificultades relacionadas con el sistema educativoque estos nios y nias encuentran en su escolarizacinno se derivan slo de su origen inmigrante, de su desco-nocimiento de la lengua o de los problemas econmicos osociales que padecen sus familias. El asunto es lo bas-tante complejo como para hacer un anlisis detallado.

    El colegio, o el instituto, es hoy el principal espaciopblico de socializacin de los nios y nias que viven enAndaluca. La cantidad de horas que pasan obligatoria-mente en ellos se ve ampliada en muchos casos por laasistencia a las actividades extraescolares de por latarde y por ello es un medio importante en la labor deintegracin de los hijos e hijas de los inmigrantes. Esespacio para el aprendizaje, el estudio, la preparacinpara el futuro laboral, y tambin para la convivencia conlos iguales, el entretenimiento y la educacin en los valo-res comunes a toda sociedad democrtica.

    Las cifras de escolarizacin de la poblacin de los hijose hijas de inmigrantes crecen ao tras ao y la Administra-cin Pblica Andaluza ha puesto en marcha iniciativas co-mo las Aulas Temporales de Adaptacin Lingstica (ATAL) encentros educativos de todas las provincias o el desarrollode proyectos de interculturalidad2 en un buen nmero decolegios e institutos. No obstante, queda mucho por hacer.Maestros de Infantil y Primaria, profesores de Secundaria,directores de centros educativos, madres, padres, alumnos,expertos universitarios o mediadores culturales y trabaja-dores sociales sealan, con precisin, carencias en el siste-ma educativo y otros problemas de ndole social o econ-mico, que superan el mbito de la enseanza, han de ser co-rregidos o mejorados. Nos referiremos a:

    a) Aquellos que ms directamente estn relacionadoscon el alumno nos referiremos a:

    Circunstancias familiares adversas, dificultades conel idioma e inadaptacin, absentismo, bajo rendimientoescolar y escasa participacin de los padres en la vidadel colegio.

    b) A los que tienen ms que ver con la clase, con loscompaeros del hijo o hija de inmigrante: Contextosescolares no favorables al estudio y actitudes discrimi-natorias o racistas.

    c) A los relacionados con los docentes: desmotivacin,falta de preparacin o prejuicios.

    d) Y por ltimo a los que corresponden a la autoridadeducativa: La asignatura de religin como elemento dediscriminacin ideolgica y acadmica, falta de material,personal y recursos, colegios guetos, negativa de loscolegios privados y concertados en la escolarizacin delos hijos e hijas de inmigrantes y prcticas inadecuadasen algunos centros.

    La Asignatura de Religin como

    Elemento de Discriminacin

    Nos centraremos concretamente en la asignatura dereligin como elemento de discriminacin ideolgica yacadmica.

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    En el colegio de mi hija por Semana Santa hacen unavisita a la iglesia donde est la Virgen del barrio. A m no meparecera mal, porque yo, aunque musulmana, lo puedoentender como un acto cultural. Pero a m no me avisaron ymi hija volvi de la visita con una estampa de la Virgen. Yo

    no me senta bien, porque no se me inform, as que al dasiguiente fui al colegio para protestar y desde entonces mepiden permiso siempre. Y cuando la nia estaba en Infantilun da vino a la casa con un nazareno de cartulina quehaban hecho en clase. Su padre se enfad mucho y fue alcolegio a protestar.

    El testimonio anterior es de una mujer musulmanaque vive en Sevilla. Es un ejemplo de que en muchos cole-gios de Andaluca no se tienen en cuenta las sensibilida-des, la educacin u origen religioso, agnstico o ateo delos alumnos cuyos padres no comparten la visin religio-

    sa de la supuesta mayora catlica. El hecho de que laasignatura de religin no slo se imparta en el horariopara ella destinada, sino que los contenidos ideolgicosen ella impartidos influyan en los de otras asignaturasplstica o conocimiento del medio y en las actividadesgenerales del colegio visitas, excursiones, conferen-cias supone de por s una falta de respeto hacia losnios de padres de otras religiones, o no religiosos, ytambin una fuente de discriminacin prctica: los quese quedan dentro de la clase o los que se van cuando llegael profesor de religin; los que asisten a la conferencia

    del hermano mayor de la cofrada y los que no; los quehacen, o no, el paso de Semana Santa de cartulina o mar-quetera en la clase de plstica; o los que van de excur-sin a visitar tal o cual santuario para rezar a la Virgen ylos que no.

    Problema ms grave an es que esa discriminacinest sistematizada en la prctica de muchos colegios a lahora de formar los grupos de alumnos. Los grupos porcurso se forman en algunos colegios en funcin de si lospadres de alumnos han sealado si quieren religin cat-lica o no para sus hijos en el formulario de la matrcula.Es decir, si en un colegio hay tres aulas de primero de Pri-maria, en una de ellas se agrupa a todos los que hansealado que no quieren religin catlica y en el resto alos que s. Con lo cual la mayora de nios y nias de ori-gen musulmn, ms algunos sudamericanos y autctonos

    que son protestantes, junto a los hijos de los agnsticoso ateos, acaban en la misma clase. En Educacin Infantily Primaria se hace para que sea ms fcil organizar loshorarios de los profesores de religin y de alternativas.Es ms fcil tener un solo grupo de alumnos que nosiguen enseanza religiosa que tener cuatro o cinco, por-que as, adems, la Consejera se ahorra profesores. Laatencin a estos alumnos la suelen asumir los tutores delgrupo o algn profesor que tiene esa hora libre. En todocaso, la mayora considera este tiempo como muerto yaque no se le dedica mucho esfuerzo: se pone a los nios

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    a leer un cuento, a ver un vdeo, cuando no a hacer foto-copias o algn recado. Eso si el grupo es numeroso por-que cuando no hay ms de tres alumnos en muchas oca-siones los nios se quedan en la secretara, en el aula deinformtica o de msica, o en otra dependencia escolar,

    al cuidado de un funcionario mientras el tutor se dedicaa otros asuntos del colegio.

    Estas malas prcticas perpetan de hecho una diferen-cia: los alumnos de religin tienen a un profesor especfi-co que en su aula los adoctrina en la religin catlica y losotros alumnos un profesor que no siempre es el mismo,que los atiende o los entretiene con la nica finalidad deque pase la hora hasta que vuelvan a la clase normal.

    Esta diferencia crea a veces en los alumnos que nosiguen enseanza religiosa la sensacin de que son dife-rentes o raros, de que no comparten algo importante o

    interesante con los dems compaeros de clase. Estasituacin es ms frecuente en Educacin Infantil y cuan-do hay pocos alumnos. Hemos odo casos de algunospadres musulmanes o agnsticos que los han puesto enreligin catlica, en contra de sus convicciones, para queno sienta esa separacin del grupo porque sus hijos leshan dicho que quieren estar con el resto de la clase.

    Si en Primaria la asignatura de religin hace que enmuchos colegios se de una separacin ideolgica de losalumnos, en Secundaria la cosa se complica porque en

    muchos institutos suelen coincidir que los grupos dealumnos que no siguen religin estn conformados porlos alumnos ms atrasados. Es decir que si en Primariahay un grupo de no catlicos y varios de catlicos, en

    Secundaria esa divisin se transforma en una clase dealumnos atrasados junto a los no catlicos y varios gru-pos de alumnos ms aventajados.

    El caso es que mientras la discusin entre los partida-rios de los grupos homogneos y los heterogneos sigue,el hecho es que esa discriminacin entre catlicos y nocatlicos y entre los muy listos y los atrasados existe yque la opinin mayoritaria es que para los profesores losgrupos homogneos son ms cmodos. Pero eso no signi-fica que para los alumnos sea lo mejor. Y el caso es tam-bin que hay padres no creyentes que a lo largo de toda

    Primaria han tenido a sus hijos no cursando enseanzareligiosa y que cuando llegan al instituto los ponen enreligin para as evitar el grupo de los ms atrasados quetambin suele ser el de los ms conflictivos.

    La mayora de los expertos y profesores se han expre-sado a favor de que se suprima la asignatura de religinen los colegios. Otros son partidar ios de que siga pero nocomo asignatura en la que se adoctrina en la religincatlica sino como enseanza de las diferentes religionesque hay en el mundo.

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    1. Particip en una investigacin encargada por la Consejera de Igualdad yBienestar Social de la Junta de Andaluca a un equipo de la Fundacin Mr-genes y Vnculos, especializada en la proteccin de menores. El estudio fi-naliz en enero de 2008, sobre factores de vulnerabilidad en los hijos e hi-jas de inmigrantes residentes en Andaluca realizada en 2007, medianteobservaciones realizadas en los colegios de Huelva, Almera, Cdiz, o Mla-ga que visitamos, y las entrevistas que hicimos a alumnos, madres, padres,profesores y cuerpo directivo de colegios e institutos.

    2. Desde octubre de 2008 la Consejera de Educacin ha cerrado el acceso anuevos proyectos.

    Notas

    EL HECHO DE QUE LA ASIGNATURA DE RELIGION

    SE IMPARTA EN EL HORARIO PARA ELLA DESTINA-

    DA Y QUE LOS CONTENIDOS IDEOLOGICOS EN ELLA

    IMPARTIDOS INFLUYAN EN LOS DE OTRAS ASIGNA-TURAS Y EN LAS ACTIVIDADES GENERALES DEL

    COLEGIO SUPONE UNA FUENTE DE DISCRIMINA-

    CION PRACTICA

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    La ley de separacin de las iglesias y el Estado, es lamarcha deliberada del espritu hacia la plena luz, la ple-na ciencia y la entera razn (Jean Jaurs)

    La presencia de la formacin religiosa doctrinaria enel currculo oficial de nuestro sistema educativo, consti-tuye una situacin consolidada, pero atpica, que provocatensiones y nos impide disfrutar de una escuela demo-crtica. Los alumnos que no reciben dicha doctrina, o suspadres, no deciden en libertad: es el deseo de sus compa-eros creyentes a ser adoctrinados deseo al que un Es-

    tado aconfesional debe permanecer ajeno, lo que lesobliga a recibir una enseanza alternativa de baja calidad.Son las consecuencias de una incursin ilegtima de lo pri-vado en lo pblico que lesiona derechos individuales y co-lectivos, disgrega la sociedad y socava los pilares de laconvivencia democrtica.

    Constatamos el largo trecho que, a pesar de lo lejanaque queda ya la Ilustracin, resta an por recorrer en elcamino hacia el verdadero establecimiento de la indepen-dencia del poder poltico respecto al religioso, permitien-do as el respeto de todas las opciones ideolgicas. En los

    colegios de nuestros hijos nos encontramos con heraldosmuy significativos: crucifijos presidiendo aulas, celebra-ciones religiosas para el inicio de curso, padres que dicenhaber apuntado a sus hijos en religin catlica porque noven claro en qu ocupan el tiempo los que no la escogen

    o incluso por miedo al sealamiento de sus hijos, etc. Lapresin social aqu ejerce un papel importante, en parti-cular cuando se aproximan fechas especiales como las pri-meras comuniones, expresin de los antiguos r ituales deltrnsito a la pubertad. La situacin se ve agravada por lacircunstancia de que los nios de la alternativa a las doc-trinas religiosas, deben abandonar el aula durante la horaen que stas se estn impartiendo. Entonces son condu-cidos a algn lugar de la escuela en el que matan el tiem-po, pues en muchos centros pblicos no se ofrecen alter-

    nativas, no ya atractivas, ni tan siquiera dignas: lo ms co-mn es que no se oferte nada, con el pretexto de que sonmuy pocos alumnos por ese mismo argumento debera-mos de abandonar aspectos tan integradores de la LOGSEcomo la diversificacin curricular. Todo esto queda amerced de la buena voluntad del maestrotutor que, enmuchos casos, es bastante.

    Los acuerdos con El Vaticano, base del problema

    Por lo que se refiere a la legalidad, la clave est en lospredemocrticos acuerdos con el Vaticano. Quizs el Tri-bunal Constitucional aborde, por fin, la propia constitu-cionalidad de los mismos, en cuyos artculos encontramosimposiciones intolerables para cualquier Estado demo-

    Laicismo, el Valor de la Escuela Democrtica N G E L R A M I R E Z M E D I N A

    PROFESOR DE FILOSOFA, IES ALHAMBRA. GRANADA

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    crtico: Los planes educativos incluirn la enseanza dela religin catlica en todos los centros de educacin, encondiciones equiparables a las dems disciplinas funda-mentales (art.2). Pertenecen a otros tiempos, fueron ges-tados antes de la aprobacin de la Constitucin y firma-dos el da 3 de enero de 1979. No olvidemos en qu con-texto histrico: la Iglesia supo aprovechar la situacin deun gobierno acosado (Surez) en una democracia todavabalbuciente para, partiendo de su estatuto de poder fc-tico, asegurarse una presencia ventajosa en dos mbitosesenciales: el econmico y el educativo. Izquierda Unidaha denunciado estos acuerdos, pero los dos partidos conposibilidades de gobernar (PP y PSOE) hacen caso omiso.Qu lejanos suenan ahora esos alegatos laicistas que for-mulaba el candidato Zapatero! A lo ms que ahora pode-mos aspirar es a que el gobierno socialista vuelva a dejarlas cosas como estaban: religin evaluable (aunque no

    computable) y dentro del horario escolar y, para quienesno deseen recibirla, a matar el tiempo con lo que dispon-gan los seores prelados. Es decir, de avance, nada.

    Los ltimos gobiernos, amparndose en esos Acuerdosobsoletos, le han concedido tal espacio a la doctrina ca-tlica en el horario lectivo y el currculo oficial de la ense-anza obligatoria y posobligatoria, que han hecho de ellauna materia con muchas ms horas que disciplinas comola tica, la filosofa, la msica, el dibujo y un largo etcte-ra. La doctrina religiosa es la nica materia que, juntocon la lengua, goza del privilegio de estar presente en to-

    dos los cursos, tanto de la primaria como de la secunda-ria, manifestando poca preocupacin por la calidad denuestra enseanza, nula sensibilidad hacia las minoras,amn de hacer caso omiso al sentido comn que pone aldescubierto la contradiccin entre esta situacin y el ca-rcter laico de un Estado democrtico.

    Defensa de Privilegios

    Los obispos, las confederaciones catlicas de padres y

    los empresarios catlicos de la enseanza, aprovechandola posicin de privilegio que les concede esos Acuerdos, noaceptaron una propuesta que, aunque insasfactoria, podaresolver en parte el problema: que la religin se impartie-ra en los centros, pero fuera del horario lectivo y del curr-culo esto dejara libres a quienes no estn interesados

    por esta doctrina; tampoco admiten que la religin cat-lica o la alternativa no sean evaluables; rechazan tambinque los dems alumnos recibieran contenidos curriculares

    o realizaran actividades de refuerzo durante el hueco quela formacin doctrinaria abra en sus horarios. Se est in-curriendo en la paradoja de dedicar un precioso espaciodel escaso tiempo lectivo para impartir contenidos que ex-plcitamente se dice que no son ni pueden ser curricula-res: mirad nios, vosotros que no queris religin, tenisque quedaros en el Centro mientras que el resto la reciben,aunque sea para perder el tiempo. Los alumnos de la al-ternativa han acabado convirtindose, de este modo, enrehenes de las creencias e intereses ajenos. A la postre,ellos s han resultado discriminados. La batalla legal con-

    tina y el hor izonte, que difiere segn Comunidades, esmuy confuso o, tal vez, pretendidamente ambiguo.

    Tambin es preocupante la segregacin de los nios porrazones ideolgicas y, por tanto, la fractura social que, desdela escuela, se est creando al enfrentar a padres y alumnos a

    LA INCURSION ILEGITIMA DE LO PRIVADO EN LO PUBLICO LESIONA DERECHOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS ,

    DISGREGA LA SOCIEDAD Y SOCAVA LOS PILARES DE LA CONVIVENCIA DEMOCRATICA

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    una disyuntiva que parece abrir dos caminos irreconciliablesen la formacin del individuo: una moral religiosa o una mo-ral laica; cuando es slo esta ltima la que debe garantizar elEstado. La formacin en valores corresponde a la tica, dis-ciplina que garantiza una reflexin moral basada en la raznque nos une y abierta al dilogo entre sensibilidades distin-tas. Slo una asignatura como sta, que aun siendo tanesencial slo est presente en un curso -4 de ESO-, impar-tida por profesores con una preparacin filosfica puede ga-rantizar una formacin bsica en asuntos morales. El Estadono puede encomendar esta labor a ninguna iglesia, por res-petable que sea. De lo contrario, se corre el riesgo de incu-rrir en la vieja doctrina agustiniana de los dos reinos: el delos creyentes, que reciben la buena doctrina, que son adoc-trinados en la verdad y en el bien, y el de los pecadores. A lavista de esto, dnde queda la labor integradora de la es-cuela?, cmo explica un maestro a sus alumnos que el gru-

    po se disgrega a determinadas horas lectivas por diferenciasideolgicas entre sus respectivos padres?

    En cuanto a los profesores de religin catlica, se en-cuentran en una situacin irregular: se trata de miles dedocentes que imparten unos contenidos doctrinales queslo la Iglesia controla y decide; reciben su nmina de lasarcas pblicas pero son nombrados y cesados por las au-toridades religiosas, sin someterse a ningn control p-blico ni a procedimientos de concursooposicin comocualquier funcionario. Ministros de la Iglesia adquieren,as, in pectore, el papel de funcionarios pblicos. Sin em-

    bargo, quien tiene potestad para nombrarlos y cesarlos asu antojo (la Iglesia) no respeta los derechos bsicos delos trabajadores reconocidos en nuestra legislacin, ycuando alguno acude a los tribunales, stos hacen res-ponsable al Estado del desaguisado. Ningn empresario

    pudo gozar jams de situacin ms ventajosa.

    Una Escuela Democrtica,

    alternativa a la Escuela Plpito

    La escuela se convierte tambin en plpito desde el quela Iglesia utiliza a sus catequistas para divulgar sus avan-zadas ideas acerca de las investigaciones mdicas mspunteras (fecundacin in vitro, clulas madre), su moral se-xual (cmo puede explicarse a los alumnos y alumnas de

    hoy asuntos tan espinosos como la virginidad de Mara?), o

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    LOS PLANES EDUCATIVOS INCLUIRAN LA ENSE-

    NANZA DE LA RELIGION CATOLICA EN TODOS LOS

    CENTROS DE EDUCACION, EN CONDICIONES

    EQUIPARABLES A LAS DEMAS DISCIPLINAS FUN-

    DAMENTALES (ART.2)

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    sus condenas a homosexuales, mujeres que abortan, prc-ticas de control de natalidad Puede un Estado hacer co-mo que no ve ni oye esa labor de acoso a valores cvicosque son apreciados por la poblacin como conquistas irre-nunciables que tiene lugar en el medio escolar?

    Se trata de un asunto que afecta de manera trascen-dental a la calidad de la enseanza que reciben nuestrosalumnos, pero que no se acaba de resolver por la coinci-dencia de intereses ideolgicos (si a la Iglesia catlica se lepriva de un medio tan potente como la escuela para adoc-trinar y reclutar, se le corta el principal cordn umbilicalcon el que cuenta hoy para llegar a amplias capas socia-les), y pecuniarios: miles de contratados a costa de lo p-blico, adems del floreciente negocio de las escuelas con-certadas. Por qu se siguen haciendo conciertos cuandosobran plazas en muchos centros de primaria? Por qu

    se sigue admitiendo que los concertados sostenidos condinero pblico- seleccionen a su alumnado, rechazandosistemticamente a inmigrantes o discapacitados?

    Hallamos tambin en este contexto una interpretacinincorrecta de los valores democrticos a los que se acudefrecuentemente para defender la legitimidad de determi-

    nadas situaciones: quienes representan los intereses de laparte catlica utilizan como argumento a su favor laaplastante mayora de padres o alumnos que solicitan oexigen una formacin religiosa. Tenemos que recordar quelo que sustenta una democracia no es el imperio de las ma-yoras, sino el de la palabra isonoma, el derecho igual paratodos, y el consenso como mtodo de resolucin de con-flictos. La imposicin de unas opciones ideolgicas sobreotras por el hecho de que las primeras sean mayoritarias oms fuertes, cuando suponen lesin de los derechos de lasminoras, no es sino la tar jeta de presentacin del totali-tarismo. Pensemos, si no, en cmo han usado dictadorescontemporneos la mayora democrtica que alcanzaronen las urnas. Y es que el juego de las mayoras slo es de-mocrtico cuando se respetan las reglas, o sea, cuando losderechos de todos quedan a salvo. Posiblemente en Irn ha-ya una mayora de la poblacin que comulgue con el inte-

    grismo, pero eso no da sancin democrtica al rgimen delos ayatols y, desde luego, no les legitima para merendarsea la minora restante. Y por eso tambin hay leyes que al-gunos ciudadanos no asumiremos nunca aun cuando seanapoyadas por una aplastante mayora en referndum, co-mo es el caso de la pena de muerte: nos seguirn pare-ciendo inmorales e injustas tras ese refrendo popular.

    Aprovechar lo pblico para imponer opciones ideolgi-cas sin respetar el fuero interno de cada ciudadano y elderecho a la privacidad, especialmente cuando tal incur-sin se produce en el mbito educativo, tal vez el ms sen-

    sible de todos, constituye una rmora en el progreso haciademocracias ms maduras, cuyo baremo de calidad ha deser el escrupuloso respeto a las minoras, el respeto a lodiverso. En este sentido la laicidad se convierte en un va-lor democrtico esencial, incluso en un termmetro conel que medir la salud democrtica de un pueblo. Y no sepuede seguir pidiendo paciencia despus de casi tres d-cadas, cuando hay tanta prisa en el gobierno por resolverotros problemas que no son menores, mas tampoco ma-yores, como las reformas estatutarias.

    El laicismo supone suprimir cualquier formacin doc-

    trinaria del currculo oficial; dejar de llamar a los centrosescolares con nombres vinculados a una determinada op-cin religiosa; eliminar de las diversas dependencias esco-lares los smbolos religiosos; o dejar de configurar el ca-lendario escolar en funcin de las festividades catlicas:que sean slo razones pedaggicas las que marquen los pe-rodos de descanso. Conseguir una enseanza libre de im-posiciones ideolgicas es algo que afecta de manera tras-cendental a la calidad de la enseanza que reciben nues-tros alumnos y, por ello, a que la sociedad que se construyeen la escuela goce de buena salud democrtica.

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    Escolarizacin Impregnada de ReliginR A F A E L F E N O Y R I C O

    SECRETARIO DE JURDICA DE LA FEDERACIN DE ENSEANZA CGT

    Llegando junio es el momento en el que 7.205.890alumnos y alumnas tiene que formalizar su matrcula enlos centros educativos. La propia conferencia episcopal enun informe reciente reconoce que a la hora de elegir, unnmero de alumnos cercano al 35% del total han escogi-do, en Educacin Secundaria y Bachillerato, la llamadaatencin educativa, sin contenido ni evaluacin alguna,es decir, la justificacin para que los alumnos tengan re-

    paso, estudio, recreo, e incluso, nada.Es evidente que un sistema educativo laico debe afron-

    tar la formacin personal de todo el alumnado y que stadebe fundamentarse sobre los elementos comunes cultu-rales y ticos donde se soporta el modelo social en el quese inserta. Es interesante valorar el intento de la Comuni-dad Valenciana de sacar la Religin del horario lectivo, ni-ca forma de afrontar la enorme contradiccin que vivenmillones de personas que no comprenden como sus hijos ehijas que no optan por la enseanza religiosa tienen quepermanecer en los centros educativos sin hacer nada.

    La Federacin de Enseanza de CGT ha recurrido anteel tribunal supremo y ante tribunales superiores de justi-cia diversas normativas que pretenden requerir a los pa-dres, madres o tutores legales la opcin sobre el tipo deenseanza religiosa que desean para sus hijos e hijas. Yaque si bien es cierto que el tenor literal de los decretosque regulan las enseanzas bsicas en el Estado y las co-munidades autnomas, establecen que los padres puedan

    manifestar su opcin religiosa, lo cierto es que a travsdel redactado de ordenes e instrucciones se obliga de mo-do directo a tal manifestacin, ya que de otro modo cabraafirmar que los alumnos cuyos padres no se hubieran ma-nifestado esta opcin entraran en un limbo, al menos enel horario durante el cual se imparte las disciplinas.

    Los destinatarios directos de estas normas son los pa-dres y madres, tutores y tutoras de los menores escolari-zados, pues son ellos quienes como guas del nio 1, en sufuncin instrumental en relacin con el libre desarrollo dela personalidad del nio. As mismo, tambin son destina-

    LPDOSSIER

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    tarios de esta norma los Centros Escolares. Si son los pa-dres y madres de los menores a los que est dirigida lanorma, y los centros escolares los que deben aplicarla, ca-be afirmar que en los destinatarios de la norma se produ-ce una verdadera incertidumbre acerca de la conducta

    exigible para su cumplimiento o sobre la previsibilidad desus efectos. En este sentido, afirmamos:

    Que las normas no establecen claramente las conse-cuencias de la eleccin por parte de los padres entre en-seanza de religin o no.

    Que no delimitan las consecuencias de no proceder amanifestar su eleccin. Dicho de otro modo, se descono-ce, por cuanto no estn explicitadas en la norma, qu ocu-rre si los padres deciden, en su legtimo derecho de de-clarar sobre el credo, no manifestarse sobre su voluntadacerca de si sus hijos o pupilos deben recibir enseanza

    de religin en la escuela.Que no se establece qu debe entender el Centro Esco-

    lar ante una no manifestacin por parte de los padres so-bre las enseanzas de religin.

    Que los padres y madres, tutores y tutoras no saben aqu atenerse, pues desconocen de la literalidad de la nor-ma, dada la incertidumbre, la previsibilidad de sus conduc-ta, por cuanto, no se establece claramente qu enseanzarecibirn los alumnos que no opten por la enseanza de re-ligin en la escuela.

    El Tribunal Supremo tuvo ocasin de manifestarse a es-te respecto, en un supuesto de impugnacin de Reales De-cretos de enseanzas mnimas, en su Sentencia de 3 de fe-brero de 1994, considerando que el principio constitucio-nal del derecho de los ciudadanos a la seguridad jurdica,implica en todo caso la certeza de la norma que intrnseca-mente debe ser lo suficientemente clara y precisa, para quesus destinatarios en ella, encuentren una respuesta adecua-da a las obligaciones y responsabilidades en su actuar, en es-te caso, ante la Administracin que produce la norma jurdi-ca en cuestin.

    Igualmente la doctrina del Tribunal Constitucin, en suSentencia, de fecha 30 noviembre 1982, establece que lanorma jurdica producida por la Administracin, dentro desu actividad reglamentaria, ha de ser lo suficientemente cla-ra y precisa, para que d lugar a que, en su aplicacin, se lle-gue a unos efectos y resultados no contemplados en las le-yes, de las que procede su cobertura jurdica, o, d lugar, alser aplicada, a diversas soluciones, y en algunos casos con-tradictorios sentidos, segn el sujeto y la ocasin en que hande ser aplicadas.

    As pues, no han previsto las normas la no manifesta-

    cin de los padres y madres como una de las posibilida-des existentes, pues si se garantiza que los padres pue-dan manifestar su opcin, tambin deber garantizar suno opcin. Dicho de otro modo, un padre no puede cono-cer esa respuesta indubitada adecuada a sus obligacio-nes y responsabilidades, pues se desconoce qu ocurreante la no manifestacin de opcin alguna. As mismopuede concluirse que podran darse soluciones contra-dictorias entre Centros Escolares, como sujetos ltimosque han de aplicar la norma, as pues unos podrn enten-der que la no manifestacin por parte de los padres im-plica que su voluntad es que el alumno no reciba ense-anza religiosa, mientras que otros Centros opten porentender que el padre debe necesariamente elegir entreuna y otra opcin.

    Por ello, y segn establece la Sentencia del Tribunal Su-premo de 30 de junio de 1994, la obligatoriedad de hecho,de manifestar ante la Direccin del Centro la eleccin ex-cluyente entre la enseanza de religin o no, supone unavulneracin del derecho de los padres a no declarar sobresu religin, ni manifestar cuales son sus convicciones reli-giosas que la Constitucin garantiza en su artculo 16. LaFederacin de Enseanza de CGT, adems de las demandasjudiciales, promueve la difusin de sus planteamientos tan-to en medios de comunicacin como participando activa-mente en la Plataforma Estatal a favor de la Escuela Laica.

    LPDOSSIER

    1. Art. 14.2 de la Conveccin de 20 de noviembre de 1989 sobre los Derechosdel Nio, Instrumento de Ratificacin del Estado espaol, de 30 de no-viembre de 1990, en relacin con el art culo 162.1 del Cdigo Civil.

    Notas

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    La Formacin del Ciudadano enuna Escuela Democrtica

    Educacin para la Ciudadana

    F R A N C I S C O B E L T R A N L L A V A D O RUNIVERSITAT DE VALNCIA

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    Si quien recibe la peticin de pronunciarse respecto aun tema como el del ttulo, es susceptible respecto a ciertasubliteratura pedaggica que haberla, hayla-, le resultardifcil no dar salida a su vena irnica frente al alza de unasesgada economa poltica de la escuela: de un tiempo a es-ta parte, las cuestiones referidas a la nueva asignatura deEducacin para la ciudadana hacen frotarse las manos alos usureros de los saberes acadmicos (lase algunos for-madores, hacedores que no autores- de textos, reconver-sores de puestos docentes, recuperadores varios, etc.)mientras calculan el incremento que puede suponerle a sumagro salario funcionarial una aportacin a las nuevas ne-cesidades planteadas a la escuela del presente. La jerarquaclerical compone el fondo meditico y su infantera laicaentona las partes corales, como antagonistas de esta nue-va pelcula pedaggica estrenada, en versin espaola,cuando ya parecan aquietadas las aguas reformadoras.

    Sin querer decir que pertenezcan a ninguna de las ca-

    tegoras mencionadas, no es menos cierto que se han su-mado a la partida quienes, desde diferentes caras del po-liedro ideolgico, defienden estos nuevos contenidos ar-gumentando su asociacin con los valores, la moral o latica. No ser aqu desde donde se desautoricen esas vo-ces; pero porque el espacio es insuficiente para demos-trar que unas u otras pueden ocupar lugares extremos deun amplio espectro que incluye lo que, servidumbres de laedad, en otros tiempos dimos en llamar la reaccin y susescondrijos. Sirva esta pequea apostilla, cuanto menos,para advertir que de buenas intenciones est empedra-

    do el camino del infierno. Pero, por si alguien considera alautor afectado de conspiracionismo, espero que le basteconsultar: El Cristianismo en la reconstruccin de una ciu-dadana democrtica, por Garca de Andoin (Subdirectordel bilbano Instituto Diocesano de Teologa y Pastoral) en

    http://HYPERLINKhttp://www.libertadeslaicas.org.mx/pdfS/reflex-crit/080110090.pdf www.libertadeslaicas.org.mx/pdfS/re-flexcrit/080110090.pdf

    o la pgina (atencin al nombre) de una organizacinultraderechista

    http://HYPERLINKhttp://www.ciudadaniademocratica.org/www.ciudadaniademocratica.org/

    O, acaso

    http://www.forumlibertas.com/adjuntos/fichero_11016_20070213.pdf?PHPSESSID=fc727953e5127449c7c5850ddec900a0

    Cualquiera puede comprobar que se trata slo de unareducida muestra de todo el pensamiento conservadorque apela a los valores, la moral o la tica.

    Claro que hay de signo contrario! Faltara ms y malosera que no fuera as; pero dejo al lector la capacidad debsqueda y seleccin, no se me vaya a acusar de apologa;no obstante, baste recordarles que el Consejo de Europaproclam 2005 como Ao Europeo de la Ciudadana a tra-vs de la Educacin:

    http://portal.unesco.org/education/es/ev.php-URL_ID=

    54324&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.htmlY, particularmente, en Espaa, se hizo eco el Minister io

    (http://www.educacionciudadania.mec.es/informacion.html)

    Educar, que no Ensear

    De modo que debo advertir, y no slo por lo aducido,que estas pginas se escriben, en cierto modo, a contra-corriente. Porque no defender la enseanza curricular

    LPDOSSIER

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    EDUCAR O FORMAR QUE NO ENSENAR- PARA EL

    EJERCICIO DE LA CIUDADANIA ES HACER A LOS

    INDIVIDUOS CONOCEDORES DE SUS DERECHOS Y

    DE LAS CONDICIONES DE SU UTILIZACION EN UN

    CONTEXTO DEMOCRATICO

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    de la ciudadana sino, interpretando literalmente el ttulo,la formacin del ciudadano en una escuela democrtica.Espero que no se confunda enseanza con formacin yaque en absoluto se trata de una sutileza: ensear procede,literalmente, de insignare, es decir mostrar algo, mientrasque formacin refiere a construccin; en el primer casolo a ensear ya est ah, preparado para mostrarlo otransmitirlo; en el segundo se trata de un proceso de ela-boracin. Este matiz recomienda explorar con cierto cui-dado el significado de ciudadana y de la condicin de ciu-dadano a los que se refieren, respectivamente, los ante-riores. (En realidad, pues, lo que llam a contracorrienteno es sino una apelacin al ms ordinario sentido comn).

    En este punto hay que lamentar que la moda banalicecuando no ignore- a ciertos clsicos que abordaron cues-tiones como la que ahora se presenta y lo hicieron con ma-yor extensin, claridad, fundamento y autoridad de lo quepuede hacerlo este modesto profesor. Sin ir ms lejos, el fi-lsofo y pedagogo John Dewey, de enorme influencia en la

    primera mitad del siglo pasado, supo conjugar, como nadiehasta el presente, democracia, ciudadana y educacin es-colar. El poltico Gramsci aport muy inteligentes y agudasreflexiones desde la prisin en que le confin de por vidael fascismo italiano; Castoriadis, filsofo, psicoanalista, po-litlogo recientemente fallecido y autor de una obra queno cesa de analizarse e interpretarse como un autnticoclsico, se pronunci al respecto en repetidas ocasionesdurante los ltimos decenios; de manera ms reciente lohizo el disciplinarmente inclasificable Edgar Morin, el lau-reado bilogo H. Maturana, por no hablar del tambin ex-tinto Bourdieu o de Bauman ms, ya en el terreno pedag-gico, un largo y significativo nmero de autores anglfo-nos contemporneos -todos ellos traducidos a nuestra len-gua, lo que pulveriza las excusas para evitarse su lectura-, desde Apple a Guttman, pasando por Giroux o MacLaren.Tambin entre nosotros ha habido significativas figuras delpensamiento contemporneo que se han pronunciado so-bre el asunto, sobre todo en el campo de la filosofa, desdeLled hasta Savater, de Cortina a Rubio, con una larga ca-

    dena de nombres que los enlaza y prolonga.Pero, puesto que el signo de los tiempos parece obligar

    hasta que se demuestren las evidencias ms notorias, in-troducir algunas elementales clarificaciones terminol-gicas. Se entiende y represe en que no se trata de unacita particularizada, sino de una expresin aceptable des-de muy distintas posiciones- por ciudadano a la personaperteneciente a una comunidad poltica en la que todossus integrantes son portadores de derechos; el derechoes, precisamente, el que vuelve al individuo ciudadano alinsertarlo en una trama de instituciones que, como ga-

    rantes de tales derechos, confieren capacidad de accin;pero, al mismo tiempo, sujetan al cumplimiento de ciertasobligaciones o responsabilidades respecto al resto. La re-lacin que de este modo se establece entre ciudadana yautonoma, pasa por entender esta ltima como la posi-bilidad de actuar, de acuerdo a razones o argumentos pro-pios siempre que se asuma la responsabilidad por esa ac-cin, en mbitos pblicos, es decir, all donde se persigael bien comn. Esa relacin no puede pasarnos por altotratndose de educacin, que no significa otra cosa quela progresiva conquista de autonoma individual, siendo la

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    26

    LA PLENA CIUDADANIA NO SE AGOTA EN LA DISPOSICION DE UN ESPACIO PARA SU RECONOCIMIENTO, SINO QUE

    SE DEFINE COMO EL EJERCICIO DE SU INACABABLE CONSTRUCCION COLECTIVA MEDIANTE PRACTICAS POLITICAS,

    ORIENTADAS HACIA UN TAN PERSEGUIDO COMO INALCANZABLE ESTADIO FINAL

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    accin poltica la que define las condiciones para hacerlo.La educacin vincula, por tanto, ciudadana, autonoma ypoltica. En tal sentido, educar o formar que no ensear,repito- para el ejercicio de la ciudadana es hacer a los in-dividuos conocedores de sus derechos y de las condicio-

    nes de su utilizacin en un contexto democrtico. Esecontexto ser, para nuestro caso, el de la escuela y en ellohabremos de detenernos de nuevo. Pero antes hay que ad-mitir que el mero reconocimiento de la posesin del de-recho, y hasta su ejercicio, puede tambin significar unalimitacin de la formacin en ciudadana y, consecuente-mente, de la propia ciudadana.

    El Carcter Mancomunado de la Formacin Ciudadana

    De ah nuestra reivindicacin de que, dando por acep-tada y deseable la presencia curricular de la formacin delciudadano, se la libere del cors que la sujeta a su codifi-cacin en libros de texto, ejercicios de aula e incluso es-pecialidades docentes. Porque la plena ciudadana no seagota en la disposicin de un espacio para su reconoci-

    miento, sino que se define como el ejercicio de su inaca-bable construccin colectiva mediante prcticas polticas,orientadas hacia un tan perseguido como inalcanzable es-tadio final. Una demanda escolar, e incluso pedaggicaobrando a travs de otras instituciones, respecto a su ex-

    clusividad en la formacin ciudadana contravendra el ca-rcter comn o mancomunado- de toda y cualquier ac-tividad educativa. En efecto, la constitucin de la socie-dad tiene que ver con el protagonismo instituyente de susindividuos. El en expresin de Arendt- recin llegado nose encuentra con una sociedad perfectamente definida ycerrada en la cual o no tiene lugar o lo tiene predefinidoy predestinado; su progresiva incorporacin a este mundose hace mediante largos y complejos procesos de sociali-zacin, tanto que las propias sociedades, cuando dichacomplejidad aumenta, construyen instituciones ex profe-

    so a las que asignan la conformacin de los individuos has-ta el punto de madurez necesario en que puedan, desdesu autonoma, convertirse en componentes capaces decumplir, a su vez, una funcin instituyente.

    En particular, y desde la Atenas clsica de los siglos V yIV antes de nuestra era, se cobra conciencia de que las le-

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    LA CONSTITUCION DE LA SOCIEDAD TIENE QUE VER CON EL PROTAGONISMO INSTITUYENTE DE SUS INDIVIDUOS

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    yes y normas que han de regir la convivencia entre los se-res humanos pueden ser dictadas por ellos mismos y, con-secuentemente, ser ellos tambin quienes definan, en su

    caso, los procedimientos para cuestionarlas. Se requierenpara ello mediaciones que articulen los colectivos de in-dividuos en formatos de decisin y accin tanto en elcuestionamiento de lo existente como en la construccinde lo nuevo; en dicho proceso quedan involucrados no s-lo todos los que hasta entonces se han considerado bajo lacategora de ciudadanos, sino tambin y frente a la sor-presa de stos, que no los reconocen como miembros desu comn, a los excluidos.

    Con ello se inicia el fin del periodo que atribuye natu-ralidad a los comportamientos sociales (recordemos

    aquello de el hombre es un ser social por naturaleza) pa-ra otorgrsela a la convencin resultante del enfrenta-miento anterior en su carcter poltico, lo que significaasumir la capacidad de discriminar entre lo que est bieno mal, lo justo y lo injusto, lo que se debe o no hacer, endefinitiva, toda la cuestin de los valores ticos o moralesen cuya distincin no parece oportuno entrar en estemomento. Baste recordar que en ese punto encontramosun orden poltico para la educacin, entendido en el sen-tido de un conjunto de principios y de mtodos que per-miten combatir ciertas costumbres a la vez que definir

    un nuevo ideal, esta vez democrtico que otorgue el po-der al pueblo.

    Lo que ahora puede parecernos, pues, la enojosa cues-tin de la metodologa que ha de permitir la formacindel ciudadano en una escuela democrtica es, sencilla-mente, una versin actualizada del problema que sacanpor primera vez a la luz los sofistas. Y es justamente lo quepretendi responder un elaborado concepto griego, la pai-deia, cuyo sentido poltico-educativo convendra revisi-tar a la vez que reivindicar. Precisamente apelando a talconcepto me atrevo a afirmar que, considerando de abso-

    luta necesidad la formacin del ciudadano en la escuela,

    no creo que darle un formato disciplinar al intento con-duzca al xito pretendido. Porque el aprendizaje de la de-mocracia o, si se prefiere, de los valores democrticos, quetiene como fin la construccin de la autonoma de los in-dividuos hasta su transformacin en sujetos sociales, nopuede nunca ser la resultante de una enseanza heter-noma. De hecho, lo que Dewey llam la educacin no in-tencional, no siendo enseanza, s que atribua a las ac-ciones sociales, y a los diferentes agentes y agencias so-ciales, la educacin mediante la inmersin en modelosdemocrticos escolares donde cada uno de los y las estu-

    diantes encontraba su lugar social, con la mirada puestaen el colectivo al cual deban incorporarse.

    Ahora bien, a diferencia del presente, las formacionessociales a las que incorporarse, ya fuera en Atenas, ya enlos Estados Unidos pioneros en la historia constitucional,estaban fundadas sobre el supuesto de la igualdad polti-ca. A este efecto, es importante realizar ciertas matiza-ciones. Es cierto que tal igualdad poltica se basaba encondiciones excluyentes de buena parte de los integran-tes del colectivo (nios, mujeres, extranjeros, esclavos) yse basaba fundamentalmente en la isegora o igualdad en

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    EL APRENDIZAJE DE LA DEMOCRACIA O, SI SE

    PREFIERE, DE LOS VALORES DEMOCRATICOS,

    QUE TIENE COMO FIN LA CONSTRUCCION DE

    LA AUTONOMIA DE LOS INDIVIDUOS HASTA SU

    TRANSFORMACION EN SUJETOS SOCIALES, NO

    PUEDE NUNCA SER LA RESULTANTE DE UNA

    ENSENANZA HETERONOMA

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    el uso de la palabra, instrumento con que se tomaban las

    decisiones polticas. Sin entrar en mayores honduras, lademocracia actual, que se pretende heredera de aqullas,se funda en la igualdad no poltica, sino de derecho (va-se, por ejemplo, Capella o Barcellona) que les confiere a ca-si todos el de igualdad, aunque enmascara tras l las enor-mes injusticias y desigualdades que de hecho genera; porotra parte, la dudosa isegora del presente no est basadaen el uso directo de la palabra en la asamblea de los igua-les, sino en su delegacin a quienes supuestamente harnuso de ella en nuestro nombre, cuando no en su espuriaapropiacin por una autodefinida opinin pblica se-

    cuestrada por los grandes poderes mediticos. Con estotrato de establecer ciertas diferencias porque hablar deciudadano en una escuela democrtica, expresin queconjuga tres trminos con fuerte carga de significado,puede llevar, como trat de mostrar al principio, a posi-ciones muy distantes.

    Una clave para remarcar la distincin puede encontrar-se, a mi juicio, en la incorporacin de un nuevo viejo tr-mino, que acotara el significado de la expresin anterior:poltica. Habr quien lo encuentre incluido en el de demo-cracia que figura en el ttulo; y sin embargo, ni toda polti-

    ca es democrtica, ni toda democracia permite el ejerci-cio de la poltica en el sentido originario del trmino. Lapoltica, que en su origen, como es sabido, remita a polisno estaba entonces referida slo a un espacio acotado si-no tambin y simultneamente al ejercicio atribuido a eselugar particular. Enormes transformaciones histricas, queaun en el presente se siguen produciendo (liberalismo, cos-mopolitismo cvico, neorepublicanismo, comunitarismo, pa-triotismo constitucional, etc.), han pasado a convertir laactividad cotidiana de la poltica en preocupacin de po-cos y ocupacin de menos, instalndose en el imaginariopopular bajo tal descrdito que con frecuencia se empa-reja su dedicacin con la delincuencia (recordemos el eslo-gan coral de una Argentina reciente: que se vayan todos!).En qu podra consistir, entonces, al presente, tal activi-dad? Cul es la vertiente prctica de la misma que se pro-

    pugna desde aqu, repetido que se descree de la efectivi-dad educativa de su conversin disciplinar?

    Posibilitar la Adquisicin

    En el grupo de investigacin del que formo parte, esta-mos desarrollando un trabajo, subvencionado por el Minis-terio de Educacin en sus convocatorias competitivas(SEJ2005-09319-C03-03), que trata precisamente de mos-trar cmo la educacin de la ciudadana en las escuelas de-

    pende no tanto de la existencia o no de un espacio, tiempoy materia dedicado a ello, como a la incorporacin y trata-miento a ese espacio y tiempos o a los correspondientes aotras materias del currculo, de los conflictos sociales quese viven en cada localidad como tales y a su tratamientoescolar en trminos de controversias de carcter pblicoque requieren, en consecuencia, ser abordadas mediantesu exterioridad y el uso de la deliberacin.

    Si el nomos o ley de que se dota la comunidad, lejos deser natural es una construccin humana y social, qu ga-rantiza que en su arbitrariedad no favorezca ms a unos

    LPDOSSIER

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    LA DUDOSA ISEGORIA DEL PRESENTE NO ESTA

    BASADA EN EL USO DIRECTO DE LA PALABRA EN LA

    ASAMBLEA DE LOS IGUALES

    ,SINO EN SU DELEGA

    -CION A QUIENES SUPUESTAMENTE HARAN USO DE

    ELLA EN NUESTRO NOMBRE

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    que a otros integrantes de la sociedad? Siguiendo con laenseanza de nuestros ancestros atenienses, y ms enparticular con la magnfica obra de Aristteles, sera lajusticia, a la que defini como salvaguarda de la felicidadde toda la comunidad y, por tanto, su ms alta vir tud, yque caracteriz, entre otros rasgos, por ser poltica, en elsentido de pertenecer a toda la comunidad, y porque, msall de su mera definicin, deba conducir a su ejercicioprctico. En consecuencia, para que se cumplan esas doscaractersticas, no basta con que sea enseada sino queha de tener posibilidad de adquirirse a partir de los com-portamientos propiciados por un entorno democrtico. Yes aqu donde hay que adjetivar esa definicin de la es-cuela, dado que es el entorno por el que nos preguntamoscomo propio para la formacin del ciudadano.

    Si el principio democrtico es el que establece formaly efectivamente la igualdad entre todos los ciudadanos,slo puede ser garantizado por una escuela que sea p-blica, universal, obligatoria, gratuita y obviamente, laica.

    Ello requiere, cuanto menos, la activa participacin en suconstruccin permanente que incluye como dijimos unaactitud permanentemente crtica hacia la misma, porparte de todos los ciudadanos. Lejos de frmulas legisla-tivas que, sancionando su presencia, acten como place-bos polticos, este es, ni ms ni menos, que el desafo alque nos enfrentamos: hacer que todos los ciudadanos dehecho y no slo de derecho- de nuestras comunidades,de nuestra sociedad castigada por enormes desigualda-des, participen de manera autntica, en la definicin delas condiciones de que deben gozar internamente las ins-tituciones a las que se ha realizado el encargo de la for-macin de ciudadanos para que sta tenga lugar por sumera presencia en ellas, a lo largo de los aos de mayorplasticidad de los individuos. Visto as, las expresiones an-teriores para los formatos democrticos de la polticacontempornea no dejan de parecerse a encantorios osortilegios propios de una new age que parecen negarsea quedar enlodados con la educacin en los aspectos b-

    LPDOSSIER

    EN UNA SOCIEDAD QUE CONFIERE MAS VALOR AL CONSUMO LUDICO QUE A LA PERSISTENTE CONCIENCIA, LA

    DISPOSICION DE LO PUBLICO QUEDA CADA VEZ MAS SOMETIDA AL CRITERIO DEL DISFRUTE DE LO PRIVADO, DE AHI

    QUE HAYA QUE REIVINDICAR LA NORMA COMUN

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    sicos de una institucin cuyo noble encargo fue el de laformacin de ciudadanos para las nuevas sociedades quese pretendan ms justas. Por tanto, hemos de volver adiscutir la natural existencia y distribucin de la razniluminista como parte de la justicia ciudadana. Lo uno no

    es, en absoluto, garanta de lo otro ni ambos de la demo-cracia, como qued demostrado en Auschwitz, en Ruan-da y an hoy en tantos otros lugares que desearamos ol-vidar porque corroen nuestras conciencias. En una so-ciedad que confiere ms valor al consumo ldico que a lapersistente conciencia de lo anterior, la disposicin de lopblico queda cada vez ms sometida al criterio del dis-frute de lo pr ivado, de ah que haya que reivindicar lanorma comn. En tal sentido, la escuela pblica no es al-go del orden de lo natural, sino una larga conquista de es-pacios del saber y para su construccin, en otros tiem-pos considerados privados y privativos.

    Bastara con un nuevo nomos, una nueva ley que am-ple las posibilidades de intervencin poltica para ga-rantizar por s misma la difusin de la formacin demo-crtica? Es sta la suma de las condiciones que se de-mandan a la escuela para otorgarle esa condicin? No. Esnecesario que la escuela no slo construya sino que des-truya oscurantismos heredados y otorgue una firme for-macin disciplinar que haga efectiva una verdaderaigualdad, al menos en trminos de conferir valor a la par-ticipacin efectiva.

    Se trata de algo que, a pesar de los apstoles de la es-pontaneidad infantil, slo puede lograr la aplicacin rigu-rosa de los mtodos de la ciencia, lo que en una lecturacuidadosa de Dewey encontraremos ya predicado por lmismo. Dicho ms claro, el conocimiento de mtodos fir-mes de indagacin de la realidad natural y social despeja-r viejas creencias que slo sirven para legitimar la domi-nacin de los unos por los otros (expertos?) a la vez quedotarn por igual a todos los escolares de los instrumen-tos para la denuncia de esas condiciones y la construccinde otras, ms justas, de existencia.

    Una escuela democrtica no es una escuela que pres-

    cinde o relativiza los conocimientos acadmicos sino que

    pone las matemticas y la lengua, los idiomas modernos

    y la educacin fsica, las artes, las ciencias, las humani-

    dades, los conocimientos reconocidos como ms valio-

    sos de la historia de la humanidad, al servicio de la cons-truccin de sujetos cada vez ms autnomos, ms cons-

    cientes de su pertenencia a un colectivo, ms solidarios,

    ms pacficos, ms justos y ms cultos. Exijamos que

    ensee todo eso una escuela a la que, a la vez, le dota-

    mos de las formas adecuadas para que permita formar-

    se en lo otro.

    LP

    UNA ESCUELA DEMOCRATICA NO ES UNA ESCUELA QUE PRESCINDE O RELATIVIZA LOS CONOCIMIENTOS

    ACADEMICOS SINO QUE LOS PONE AL SERVICIO DE LA CONSTRUCCION DE SUJETOS CADA VEZ MAS

    AUTONOMOS, MAS CONSCIENTES DE SU PERTENENCIA A UN COLECTIVO, MAS SOLIDARIOS, MAS PACIFICOS,MAS JUSTOS Y MAS CULTOS

    31DOSSIER

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    Qu se cuece en el debate sobre

    Educacin para la Ciudadana?1

    DOSSIERLP 3

    2

    1 Artculo reelaborado utilizando dos ponencias presentadas al pleno de la Federacin de Enseanza de CGT

    octubre 2008, cuyos autores son Flix Garca Moriyn y el sindicato de enseanza de Barcelona.

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    Este curso acadmico se produce la implantacintotal de la polmica asignatura Educacin para la ciu-dadana, completada con la asignatura tica y ciuda-dana en 4 curso de Secundaria Obligatoria y Filoso-fa y ciudadana en 1 de Bachillerato. El desarrollo dela nueva asignatura coincide con las recomendacionesdel Consejo de Europa de transmitir a los jvenes losvalores cvicos, democrticos y plurales compartidospor la sociedad. Ello no significa que estos contenidos

    se hayan de impartir en una asignatura especfica.Algunos pases tienen la Ciudadana como contenidoespecfico dentro de las Ciencias Sociales. Otros solo laofrecen en el Bachillerato o en la FP. De 15 pases euro-peos que imparten Ciudadana, solo en Grecia (y ahoratambin en Espaa) se imparte como una materiaespecfica obligatoria para todo el alumnado y en todaslas etapas.

    Pugna de intereses contrapuestos

    Como cualquier otra asignatura, su implantacin obe-dece a especficas luchas y debates dentro del mundoacadmico para elevar el estatus profesional de undeterminado mbito de conocimiento. Basta recordar losanlisis sobre el currculo que han aportado autores tansugerentes como Appel (Ideologa y currculo, Akal) oGoodson (Historia del curriculum. La construccin social delas disciplinas escolares, Ediciones Pomares). Sin entrar eneste aspecto del problema, nos limitamos a suscribir loque deca Fernando Savater en un reciente artculopublicado en El Pas: tanto la filosofa como la ciudadana

    han salido perdiendo con esta propuesta; en especial lafilosofa, aado yo.

    Al principio el planteamiento de la nueva asignaturaera fomentar los valores de tolerancia y respeto a lasideas y creencias religiosas, polticas y sociales de cadauno, desde la perspectiva de la laicidad, pero la subleva-cin de la Jerarqua Catlica y la blanda poltica de dis-tensin del PSOE, ha desnaturalizado el proyecto inicial.Las referencias a determinadas conquistas sociales comoel reconocimiento de los diferentes modelos de familia(incluida la homosexual), el aborto o el divorcio, han sido

    eliminadas del redactado inicial y substituidas por Lafamilia en la Constitucin, la dimensin humana de lasexualidad ha pasado a ser Afectos y emociones y lasmenciones al pluralismo moral se han suprimido sin mas.

    El tema fundamental es la reaccin de oposicin radi-cal que ha suscitado dicha asignatura en algunos mediospolticos, en concreto el Partido Popular, eclesisticos, enconcreto una parte importante de la Jerarqua y unaparte mucho menor en el caso de los colegios religiosos,

    y en algunas familias, poco numerosas pero capaces dellevar su oposicin a los tribunales ejerciendo el derechoa la objecin de conciencia. Las demandas son serias yhan obtenido ya la aprobacin de algunos tribunales, sibien el tema jurdico tardar en dilucidarse con losinconvenientes que eso pueda tener para aquellos alum-nos cuyos padres, no ellos, ejerzan la objecin y seencuentren quiz dentro de unos aos con que sus ttu-los acadmicos no valen porque no han aprobado todaslas asignaturas.

    Conviene decir que el enfrentamiento viene de anti-guo, pues tanto la educacin cvica como la educacinmoral han estado presentes en el sistema educativoespaol desde comienzos del siglo XIX, justo cuandoempieza a instaurarse dicho sistema. Para empezar, elproyecto de escolarizacin es una aportacin de la Ilus-tracin, cuyos promotores consideran que la educacines un pilar indispensable en la lucha contra el absolutis-mo y a favor de la implantacin de una sociedad demo-crtica, tareas que demandan un nuevo cdigo de valo-res. Obviamente poco despus del la Revolucin Francesao sus equivalentes en otros estados europeos, el cdigo

    de valores que se pretende transmitir es el de la clasedominante, la burguesa. Y tambin est claro que la edu-cacin, adems de instruccin especfica relacionada conel mundo laboral, es una empresa moral que tiene quegarantizar una adecuada socializacin de toda la pobla-cin. Como deca sin tapujos un decreto de septiembrede 1921, se trata de modelar el alma de los nios en eltroquel de las virtudes cvicas. Gil de Zarate, el primergran legislador del naciente sistema escolar a mediadosdel siglo XIX , tambin lo tuvo claro: porque digmoslo deuna vez, la cuestin de la enseanza es cuestin de

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    LA SUBLEVACION DE LA JERARQUIA CATOLICA Y LA BLANDA POLITICA DE DISTENSION DEL PSOE,

    HA DESNATURALIZADO EL PROYECTO INICIAL

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    poder: el que ensea, domina; puesto que ensear es for-mar hombres, y hombres amoldados a las miras del quelos adoctrina. Entregar la enseanza al clero es quererque se formen hombres para el clero y no para el Estado.

    Repartindose el derecho a adoctrinar

    No solo un sector de la Iglesia ha visto en la nuevaasignatura una plataforma de adiestramiento moral,tambin el Ejrcito ha entrado en escena a la hora deinculcar valores. En los contenidos mnimos fijados paraPrimaria encontramos en el bloque 3 La valoracin de ladefensa como un compromiso cvico y solidario al servi-cio de la paz. Por lo que respecta a Secundaria, en el blo-que 5 se incluye como contenido mnimo Los conflictosen el mundo actual: el papel de los organismos interna-cionales y de las fuerzas armadas de Espaa en misionesinternacionales de paz.

    Lo que est en juego es quin controla la educacinmoral de los ciudadanos y en este sentido los polticosque edifican el sistema educativo son muy conscientesdel ncleo del problema desde el origen: el catecismoimperial debe sustituir al catecismo religioso. El pri-mer frente, por tanto, es el laicismo escolar que seconvierte en caballo de batalla en algunos pases,como es el caso de Francia o el de Espaa. La Iglesia,

    hasta entonces monopolizadora de la educacin moralde la sociedad, debe abandonar su tarea educativapblica o, en todo caso, ver reducido su papel y subor-dinado al Estado. Y se trata adems de decidir culesson los valores que se transmiten, optando, como espropio de la burguesa ilustrada entonces y ahora, porvalores seculares que buscan la felicidad en estemundo, en una primera etapa la felicidad radica en elahorro y la capitalizacin y en la etapa actual se cen-tra en el consumo casi compulsivo. E incluyen comovalores centrales la tolerancia, las virtudes cvicas pro-

    pias de ciudadanos participativos y sobre todo, respe-tuosos con el ordenamiento constitucional y tambincon el orden establecido. Las tablas de la ley o el Ser-mn de la Montaa dejan de ser la sntesis de dichosvalores, ocupando su lugar la Declaracin Universal delos Derechos Humanos.

    En este sentido el enfrentamiento radical en algunasocasiones no ha impedido el acuerdo en lo sustancial.

    Doscientos aos despus de la primera inclusin del

    derecho a la educacin en una constitucin espaola, la

    de Cdiz, podemos decir que la secularizacin de los valo-

    ESTA CLARO QUE LA EDUCACION, ADEMAS DE INSTRUCCION ESPECIFICA RELACIONADA CON EL MUNDO LABORAL,ES UNA EMPRESA MORAL QUE TIENE QUE GARANTIZAR UNA ADECUADA SOCIALIZACION DE TODA LA POBLACION

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    res que se transmiten en las escuelas est casi consuma-da, del mismo modo que tenemos que reconocer que laescolarizacin se ha convertido en asunto de estado,

    minuciosamente legislado y controlado por la autoridadcompetente.

    Si nos atenemos al tema del laicismo, como expresinespecfica de la secularizacin necesaria, la batalla haterminado en parte en tablas. La jerarqua eclesistica yano sigue el Syllabus de Pio X y promueve los Derechos

    Humanos, mientras que el laicismo no propone en abso-

    luto la expulsin de las rdenes religiosas de la ensean-za. Y los fundamentalistas de ambos bandos, que anquedan, no piden cortar la cabeza de nadie. La religinpierde incidencia social y educativa, el estado controla elsistema escolar, pero la Iglesia mantiene su presenciacon numerosos colegios y la asignatura de religin sigueen activo. Curiosamente, la tendencia actual indica quese est produciendo un incremento de la presencia reli-giosa favorecida por las tendencias privatizadorasimpuestas por el neoliberalismo; eso permite que laenseanza de titularidad religiosa cope ms del 70% de

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    los centros concertados. Sin embargo, a pesar de mante-ner la asignatura de religin en todos los cursos, estapierde alumnos y tambin pierde capacidad real de inci-dir en la orientacin moral de la juventud y de la socie-dad en general. Se mantiene as la capacidad de colabo-racin que la Iglesia y la burguesa conservadora, comoya se hizo en los concordatos de 1851, 1953 y 1979. Lajerarqua eclesistica, con su secular capacidad para elpacto cuando no logra imponerse, ha firmado grandes

    tratados con la burguesa liberal, la dictadura franquistay la naciente democracia.

    Mayor es el acuerdo de fondo en la funcin real que laescuela debe desempear. Sin negar la validez, al menosutpica, del proyecto ilustrado democrtico que vea enla escuela una palanca para la liberacin de los sereshumanos, discurso que siguen manteniendo los grandesorganismos nacionales e internacionales dedicados a la

    educacin, el hecho es que la escuela ha sido sobre todouna gran fbrica de adoctr inamiento y control social. Lascrticas, en especial desde la segunda mitad del siglopasado, no han cesado y han ido aportando datos sufi-cientes. Foucault es quiz quien ha liderado la oposicin,con su equiparacin analgica de la crcel, el manicomioy la escuela, como instituciones modlicas de la sociedadcontempornea para controlar a la poblacin. En Espaapodemos recurrir a estudios tan sugerentes como el de

    Carlos Lerena (Reprimir y liberar, Akal), el de RaimundoCuesta (Felices y escolarizados, Octaedro) o el de Fernn-dez Enguita (La cara oculta de la escuela, Siglo XXI).

    La incidencia de la asignatura especfica de educacincvica, sin dejar de ser importante, es mnima. La institu-cin escolar garantiza la socializacin moral en los valo-res dominantes de forma ms integral y segura. Lo hacecon su mismo funcionamiento, manteniendo a los nios y

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    LA JERARQUIA ECLESIASTICA, CON SU SECULAR CAPACIDAD PARA EL PACTO CUANDO

    NO LOGRA IMPONERSE, HA FIRMADO GRANDES TRATADOS CON LA BURGUESIA LIBERAL ,

    LA DICTADURA FRANQUISTA Y LA NACIENTE DEMOCRACIA

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    adolescentes durante 10 aos ( 13 y ms todava depen-diendo del comienzo y de las repeticiones) en un espaciocerrado, con horarios rgidos, reglamentos disciplinariosy reparto de ttulos y calificaciones que van a legitimarlas desigualdades sociales posteriores en un sistemameritocrtico y jerrquico como el vigente, certificadosque solo conseguirn los alumnos que hayan demostradobuena conducta, prxima a la docilidad y la sumisin.

    Contra todo adoctinamiento

    En ese sentido, la oposicin a la escuela y su papel deadoctrinamiento moral es tan antigua como su propiahistoria. Ya en el siglo XIX se discuta como ahora sobre elpapel que deba ejercer la familia en la educacin moralde los hijos, defendiendo algunos que eran el padre y la

    madre quienes tenan prioridad, y eso sigue vigente en laactual constitucin promulgada en 1978. Incluso en estosmomentos hay gente que no lleva a sus hijos a ningunaescuela pues cuestionan precisamente ese papel de adoc-trinamiento y reivindica su derecho a educar a los hijos deacuerdo con sus propios valores. A finales del siglo XIX;cuando todava no estaba del todo consolidado el sistemaeducativo, las escuelas racionalistas, un movimiento ins-pirado y puesto en prctica por los anarquistas, se ofrec-an precisamente como un modelo escolar encaminado aevitar el adoctrinamiento ejercido por el Estado.

    Estas reflexiones llevan a pensar que el enfrentamien-to actual tiene algo de postizo, de impostacin desmesu-rada por ambos bandos. Para la jerarqua eclesistica esuna manera de negociar al alza; para el partido socialis-ta es una manera de mantener una cierta imagen pro-gresista a pesar de sus polticas econmicas claramenteliberales. Por lo que al Partido Popular se refiere, hay queentenderlo ms bien en el marco de su tctica de enfren-tamiento radical y tensin respecto al ejecutivo socialis-ta. Las escuelas privadas procuran no enredar, en espe-cial las religiosas, pues saben muy bien que su supervi-

    vencia depende de las subvenciones y por otra parte,dedicadas a la enseanza desde siempre, tienen muyclaro que la asignatura puede ser utilizada de modos biendiversos. Las editoriales de libros de texto siguen elmismo patrn acomodaticio, reconocen que una asigna-tura ms es tambin un libro de texto ms y ponen demanifiesto, como bien se reflejaba en un buen monogr-fico de la revista Cuadernos de Pedagoga (n 380, junio2008), que las ideologas que se transmiten en un libropueden ser diametralmente opuestas.

    Hay algo, sin embargo, que parecen compartir quienes

    alimentan la polmica, ya que todos consideran que laeducacin moral es lo mismo que el adoctrinamiento yles parece totalmente inconcebible una educacin moral

    en la que el objetivo es favorecer que los nios piensenpor s mismos de forma creativa, crtica y solidaria. Y esotanto a nivel de asignatura como a nivel de centro edu-cativo. Entre las orientaciones que aparecen en losdecretos aparecen enfoques, que son, por otra parte, losque defienden las propuestas ms sugerentes de educa-cin moral, desgraciadamente con escasa presencia enlas aulas, como es el caso de filosofa para nios, lasescuelas democrticas, la comunidad justa e incluso laeducacin del carcter.

    Quiz si furamos capaces de adoptar este punto de

    vista, parte de la discusin perdera su sentido. La escue-la, y la educacin moral, avanzaran en el sentido ideal deliberacin y solidaridad, contara realmente con la voz delos nios y contribuira a una transformacin social,siempre difcil pero siempre posible.

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    LA OPOSICION A LA ESCUELA Y SU PAPEL DE

    ADOCTRINAMIENTO MORAL ES TAN ANTIGUA CO-

    MO SU PROPIA HISTORIA

    DOSSIER

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