Libro 9 'La Oración-Pedir y recibir' (Tomo 2)

La Oración:

Pedir y

Recibir Tomo II

Por Dr. John R. Rice y Dr. Curtis Hutson

Publicado por:

Editorial Gran Comisión

Hermano Sam Gaddis

La Oración: Pedir y Recibir II

Editorial Gran

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Versión digital por icbf.com.mx Versión año 2014 Página 2

Índice

Capítulo 14 ................................. 3

Capítulo 15 ............................... 47

Capítulo 21 ............................... 93

La Plenitud Del "Espíritu", La

Necesidad Del Creyente ....... 153

¿Quién es el Editor Hno.

Samuel Gaddis? 2014 ..... 199

Libros Ofrecidos ..................... 202


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"Persistir En Oración"

Capítulo 14

"Oración' Pidiendo Y Recibiendo"

Por Dr. John R. Rice

(Orando para llegar a Dios)

I. Ningún pecador perdido necesita

"atravesar en oración" para ser salvo. El

confiar en Cristo trae la salvación

instantánea.

II. Los cristianos, sin embargo, necesitan

"atravesar en oración" sobre muchas

cosas.

El Predicador, el sabio rey Salomón en

Jerusalén, escribió en Eclesiastés 3:1, 2:

"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se

quiere debajo del cielo tiene su hora.

Tiempo de nacer, y tiempo de morir;

tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo

plantado."


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Esas palabras son verdad. Una cosa

que es correcta en cierto tiempo, quizás en

otro tiempo sea incorrecto.

Definición de lo que quiere decir atravesar

a Dios -perseverar hasta estar seguro de

que Dios oyó y contestó - esto es “atravesar

en oración”.

Cuando hablamos de "orar hasta

atravesar a Dios", hay personas diferentes,

que de acuerdo a su trasfondo y

experiencia, piensan en dos cosas

completamente diferentes. Un grupo

piensa en un pecador llorando e

implorando a Dios por la salvación, hasta

que después de largas horas de oración,

quizá, él pueda, como dice la gente

"atravesar a Dios" (traspasar o alcanzar a

Dios). Otros, cuando hablamos de "orar

hasta atravesar", piensan en uno que ya

es cristiano que lleva sus cargas a Dios,

esperando hasta conseguir respuesta a sus

oraciones. El término "atravesar en

oración", significa cosas enteramente

diferentes para distintas personas.


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Trataremos aquí ambos significados a la

luz de la Palabra de Dios.

I. Los pecadores nunca necesitan "orando

atravesar a Dios" para ser salvos.

Confiando en Cristo obtiene la salvación

instantánea sin rogar.

La enseñanza de "atravesar en oración

a Dios", está ciertamente fuera de lugar

cuando se aplica al plan de salvación.

Algunas personas enseñan que para poder

ser salvo, el pecador necesita esperar en

Dios y orar y llorar y lamentarse. La teoría

es que si uno ora larga y sinceramente,

Dios finalmente oirá la oración y lo salvará.

Tales personas usan el término

"atravesando a Dios". Ellos dicen cómo los

pecadores "lloran atravesando" u "oran

para atravesar" y finalmente ganan la

victoria y Dios los salva. Los obreros

cristianos que piensan en esos términos

animan a los pecadores a seguir orando

hasta que son salvados. Y si alguien hace

una profesión de fe clara, entonces dicen

que "atravesó gloriosamente".


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Con frecuencia estas buenas personas

tienen lo que ellos llaman "un altar de

lamentación", donde piden a los pecadores

que se arrodillen y oren. Recuerdo que

cuando era muchacho oí decir a un buen

predicador Bautista: "Les garantizo que si

vienen por tres noches seguidas al altar de

lamentamiento, ustedes serán salvos." Por

supuesto que tal garantía no existe en la

Biblia. Yo puedo garantizar algo mucho

mejor que eso: Si usted confía en el Señor

Jesucristo, en una décima de segundo, y

se encomienda a él, él le salvará. En

verdad, una décima de segundo, es muy

lento para la manera como Dios realmente

salva al pecador que confía en él.

Esta idea de los pecadores de orando

atravesar a Dios para salvación es

totalmente extraña en la Biblia. No es

bíblica, sino más bien dañoso y

equivocada. No me molesta que los

pecadores confiesen oralmente su

aceptación de Cristo como Salvador.

Tampoco me molesta si un pecador quiere


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orar y decir las palabras del publicano en

el Templo, "Dios, ten misericordia de un

mí pecador". Se propicio Quizá el poner el

asunto en palabras a veces le ayude a

definirlo en la mente. Pero ciertamente es

necedad y anti-bíblico pensar que ciertas

palabras en oración son esenciales para la

salvación. No es bíblico y es insensato el

creer que cualquier proceso que envuelva

un cierto período de tiempo sea necesario

para que un pecador sea salvo.

Creo que la invitación que debemos

hacer a los pecadores es que ellos confíen

en Cristo con todo su corazón, que se

vuelvan de sus pecados honestamente,

clamando a Cristo abiertamente como

Salvador. Debemos poner en claro, como

la Biblia lo hace desde el principio hasta el

fin, que el mismo instante en que el

pecador se vuelve de su rebelión y confía

en Cristo, él ya es salvo y tiene vida eterna.

Yo creo que los cuartos para consejas son

a veces útiles. Está bien que un obrero

cristiano tome la Biblia y después que un


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pecador haya confiado en Cristo, le

muestre la dulce seguridad que hay en la

Palabra de Dios de que ya es salvo al

confiar en Cristo. Es ciertamente sabio

usar la Palabra de Dios con pecadores no

convertidos y mostrarles que si ellos se

han arrepentidos y honestamente confían

en Cristo, él los salvará instantáneamente.

Pero toda esta idea de lamentarse para

poder ser salvo, de buscar largamente a

Dios antes de que él oiga y perdone, es

totalmente anti-bíblica. Deshonra a Dios y

causa que el plan de Dios no sea claro.

Eso exalta al hombre, sus sentimientos,

sus experiencias y su profesión, en lugar

de exaltar la maravillosa gracia de Dios

para salvar a cualquier pecador

instantáneamente, al primer instante,

volviéndonos en fe como niños.

Con frecuencia encuentro que si las

iglesias tienen un altar donde se espera

que los pecadores se arrodillen para orar y

lamentarse para ser salvos, no es sabio

usarlo. Lo mejor es que todos entiendan


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que la salvación no se obtiene por

arrodillarse, o por lamentarse

públicamente, o por un proceso de decir

ciertas palabras, o por manifestar ciertos

sentimientos.

El hombre carnal tiene un deseo

insaciable de salvarse por sus propias

obras, o por sus sentimientos, o

experiencias emocionales, en lugar de por

fe sencilla. La idea de la gracia inmerecida

de Dios es extraña, contraria y

desagradable a la mente carnal. La

mayoría del mundo quiere ser salvo por

sus buenas obras. Y si los buenos

cristianos son forzados por la Biblia a

abandonar la idea de la salvación por

obras, entonces les gusta substituir la

salvación por los sentimientos, la

sinceridad y por ciertas experiencias

emocional.

Una persona no tiene que sentirse de

algún modo en especial para ser salvo. No

se tiene que pasar por una experiencia

emocional especial para poder ser salvo.


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Quien cree en Cristo, en el sentido de

compromiso, dependencia y confianza, ya

es nacido de nuevo. Así que hay gente

salva que no recuerda ninguna crisis

emocional y no puede probar por su

experiencia emocional que sea salva.

Con frecuencia la gente dice, "Sé que

soy salvo porque estuve ahí cuando

sucedió." Eso se oye bien, pero esa no es

la manera bíblica de saber o discernir que

usted fue salvo. Yo también estuve ahí

cuando nací la primera vez, pero no

recuerdo nada de eso. Yo no sabría decir

el día en que nací, ni quien fue mi padre,

ni quien fue mi madre, ni quien fue el

doctor, ni cuanto pesé, sólo porque estaba

ahí cuando sucedió. No, la verdad de todo

esto es que yo creí en la palabra de mi

madre. Ella guardó cuidadosamente la

fecha, y fue ella quien me enseño a

llamarla "Mamá", y a mi padre "Papá", y a

que recordara el 11 de Diciembre como mi

cumpleaños. Así que tomo mi primer

nacimiento con sus detalles, bajo la


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autoridad de una persona que sabe. Y esa

es también la única manera de saber del

segundo nacimiento. La Palabra de Dios

me dice que si confío en él, soy salvo y

estoy perdonado. Esa es la evidencia

segura.

Para estar seguro, encontré más tarde

algunos parecidos físicos y algunas

similitudes mentales y espirituales entre

mi madre, mi padre y yo. Tengo la

evidencia de que soy su hijo.

Así, el cristiano puede tener la

evidencia en su propio corazón que ha

habido un cambio, que ha nacido de

nuevo. Pero no debe depender en sus

propias observaciones ni opiniones en tales

asuntos. Déjale tener los dos testimonios:

primero, el de la Palabra de Dios, sabiendo

que cuando se cree en Cristo se es salvo;

segundo, el del Espíritu Santo, que dentro

de él le afirma que sus pecados le son

perdonados, y entonces puede saber que

es salvo.


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El hecho de que una persona haya

tenido una crisis de grandes emociones no

prueba que sea salva. El hecho de que

una persona tenga un gran período de

depresión y un sentido de fracaso y

condenación, no prueba que está perdido.

El inconverso puede tener un tiempo de

crisis emocional y hasta éxtasis sin ser

salvo. Usted puede estar seguro de que

estas personas que creen en "atravesar en

oración" para salvarse, no creen que son

salvos por orar hasta que alcanzan cierto

clímax de emoción, un cierto sentir.

Pero la Biblia no dice nada sobre ser

salvo por el sentir. Enseña el ser salvo por

fe. Y uno que confía en Dios, puede

confiar en su sencilla palabra de que Jesús

murió por él, lo ama y está dispuesto de

cambiar su corazón al instante.

Junto con la doctrina de la salvación

de orar y atravesar, se concluye

naturalmente que si usted sabe que es


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salvo por adquirir cierto sentimiento,

entonces creerá que se ha perdido cuando

pierde el sentimiento. La mayoría de la

gente que insiste en un tiempo de

lamentación, súplica y ruego a Dios para

que un pecador sea salvo, creen que

cuando el pecador pierde ese buen sentir,

ha perdido la salvación. Puesto que

confían algo en la fidelidad del hombre en

la oración para obtener la salvación, es

natural que dependan de esa fidelidad

durante su vida para mantenerse salvos.

Tal doctrina deshonra a Dios.

Mostraría al hombre tomando la parte

activa en su propia salvación y a Dios

persuadido finalmente a cooperar con el

hombre. Presenta a un Dios indiferente y

duro de corazón, pero que puede ser

finalmente doblegado por los ruegos del

pecador. ¡Cuán pecaminoso e injusto es

eso! ¡Qué calumnia contra un Dios que dio

a su único Hijo para que muriese por los

pecadores! ¡Cuán mal se juzga a ese Dios

quien envía a su Santo Espíritu en busca


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continua de los pecadores y los atrae con

toda misericordia por el testimonio de todo

aquel que puede conseguir para que lleve

su mensaje!

La verdad es que ningún pecador

jamás ha buscado a Dios, sino que Dios lo

ha estado buscando a él desde mucho

antes. Ningún pecador ha estado

dispuesto a salvarse, sino que más bien

Dios ha estado dispuesto siempre, aun

cuando el pecador fuera un rebelde. Si

Dios ya ha provisto para la salvación de

cada pecador que confíe en Cristo, y si él

ha ofrecido gratuitamente la salvación y la

ha prometido instantáneamente a aquellos

que confían en él, entonces el pecador

puede ser salvo instantáneamente; y no

habría jamás una razón por la que deba

dilatar su salvación un solo momento.

De hecho, el lamento, el ruego y la

súplica de parte de un pecador, pueden ser

a veces un claro pecado. Es una

substitución humana por la única cosa

que Dios le mandó que hiciera. Dios


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manda que el pecador se arrepienta. Y eso

no significa, como los católicos romanos

traducen en su Biblia, un largo período de

penitencia, sino un cambio instantáneo del

corazón del pecado a Cristo. Dios manda

que todo pecador dondequiera que esté,

mire a Jesús y sea salvo. Y si usted gasta

su tiempo en ruegos, en lugar de aceptar

gratuitamente lo que Dios ya ha ofrecido,

usted no sólo está desobedeciendo a Dios,

sino que también lo hace mentiroso,

indicando que él no está dispuesto a dar lo

que ha prometido plenamente. La única

manera en que el pecador perdido puede

obedecer al Señor en este asunto, es el

confiar en Cristo instantáneamente y

depender en él para su salvación, creyendo

que él hace, más bien, que ya ha hecho, lo

que él ha prometido hacer, tan pronto

como el pecador confía en él.

Una noche en Dallas, Texas, en una

campaña evangelística al aire libre, cierto

número de personas confiaron en Cristo.

Pasaron al frente para tomar mi mano,


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después de un claro mensaje de la Biblia y

después de que la invitación hizo bien

patente que sólo debían apartar su corazón

del pecado y confiar en Cristo para obtener

la salvación, un nuevo corazón y la vida

eterna, yo hablé personalmente con los

que pasaron al frente. En pocas palabras

indagué, lo mejor que pude, para

cerciorarme de que admitían ser pecadores

malvados que necesitaban ser perdonados

y que ahora ellos de todo corazón estaban

poniendo su confianza en Cristo. Al dar la

bendición, quienes se entregaron a Cristo

ocupaban una banca llena y estaban

felices. Entonces pasó una mujer hacia el

frente y me dijo,

-"Hermano Rice, ¿No cree que debemos

hacer que se arrodillen estas personas?"

-"Bueno, siempre es bueno orar," dije yo,

"¿Pero para qué?"

-"Para que oren y así, atravesar a Dios,"

contestó ella.


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-"Pero es que Cristo ya ha PAGADO por

ellos," dije yo, "así que ningún pecador

necesita orar hasta atravesar a Dios".

Cristo ya ha hecho tanto por la salvación

del hombre que el hombre no necesita

hacer nada más ni obras, ni guardar los

mandamientos, ni llorar, ni orar o

lamentarse. Sencillamente sólo tiene que

aceptar lo que Cristo ya ha hecho por él.

En el mismo instante que hay una fe viva

en el corazón, rindiéndose y confiando en

Jesús, el pecador es salvo.

II. Textos bíblicos que comprueban que el

pecador no necesita "orando atravesar

a Dios" para salvarse.

Hay dos clases de pruebas en la Biblia

que afirman que el pecador no necesita

"orar para atravesar a Dios", para salvarse.

Primero, están los preceptos claros que

muestran el plan de salvación. Una vez

más las Escrituras muestran claramente


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que la salvación instantánea está

disponible a aquellos que creen. Considere

lo siguiente:

"Más a todos los que le recibieron, a los

que creen en su nombre, les dio potestad

de ser hechos hijos de Dios;" Juan 1:12.

Juan 3:16 Porque de tal manera amó

Dios al mundo, que ha dado a su Hijo

unigénito, para que todo aquel que en él

cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:18 El que en él cree, no es

condenado; pero el que no cree, ya ha sido

condenado, porque no ha creído en el

nombre del unigénito Hijo de Dios.

Juan 3:36 El que cree en el Hijo tiene

vida eterna; pero el que rehúsa creer en el

Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios

está sobre él.

Juan 5:24 De cierto, de cierto os digo:

El que oye mi palabra, y cree al que me

envió, tiene vida eterna; y no vendrá a


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condenación, mas ha pasado de muerte a

vida.

Juan 6:40 Y esta es la voluntad del

que me ha enviado: Que todo aquel que ve

al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo

le resucitaré en el día postrero.

Juan 6:47 De cierto, de cierto os digo:

El que cree en mí, tiene vida eterna.

Hechos 2:43 Y sobrevino temor a toda

persona; y muchas maravillas y señales

eran hechas por los apóstoles.

Hechos 10:43 De éste dan testimonio

todos los profetas, que todos los que en él

creyeren, recibirán perdón de pecados por

su nombre.

Hechos 13:39 y que de todo aquello de

que por la ley de Moisés no pudisteis ser

justificados, en él es justificado todo aquel

que cree.

Hechos 16:31 Ellos dijeron: Cree en el

Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu

casa.


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Ningún lector honesto podrá decir que

estos versículos envuelven un proceso de

"orar hasta alcanzar a Dios" para poder ser

salvo. No, estos enseñan fe instantánea en

Cristo. En el instante que uno confía en

Cristo, ya tiene vida eterna.

Muchas otras Escrituras que tratan el

plan de la salvación, muestran que ésta es

instantánea.

Por ejemplo, Juan 6:37 dice, "...y al que

a mí viene, no le echo fuera."

Ese "venir" es por fe, claro está, un acto

creyente del corazón. Es otra manera de

decir la misma cosa. Pero no dice: "Al

que a mí viene y persevera en venir a mí,

no le echo fuera." "¡No! No está elemento

el del tiempo en esa venida. En el instante

en que el pecador en su corazón viene a

Dios, él tiene la salvación.

Al igual que en Juan 1:12 citado

previamente, "Mas a todos los que le

recibieron," fueron salvos. Y el recibir es

sencillamente decir "sí" a Jesús y dejarlo


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que entre en el corazón. No puede requerir

un proceso prolongado. Cuando se abre la

puerta, el Salvador entra. Cuando el

corazón dice "sí", el Salvador hace lo que

ha ansiado hacer y lo que ha estado

implorando que se le permita hacer.

En Romanos 10:13 se nos dice, "Porque

todo aquel que invocare el nombre del

Señor, será salvo."

Pero el "llamar", conforme a este

versículo, sólo significa llamar una vez. No

es rogar e implorar prolongadamente.

Nada de eso se enseña en ese versículo ni

en ninguna otra parte de la Biblia. El alma

que clama por misericordia a Jesús, la

obtiene. El simple hecho de "pedir" es

evidencia de la fe del corazón, es la

disposición de recibir lo que por largo

tiempo Dios ha estado ofreciendo al

pecador. No es que un cierto llamado

exterior sea necesario para la salvación,

porque no lo es. Más bien, el que ha

clamado al Señor, es el que ha confiado.

En el siguiente versículo de Romanos


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10:14 se nos explica, "¿Cómo, pues,

invocarán a aquel en el cual no han

creído?"

Uno que invoca a Cristo ya ha confiado

en él, y el invocarlo es sencillamente la

evidencia y la prueba de la fe que salva

instantáneamente. El que invoca es el que

ha confiado.

Así pues, se envuelve un pensamiento

similar en las palabras de Jesús en Mateo

10:32, "A cualquiera, pues, que me

confiese delante de los hombres, yo

también le confesaré delante de mi Padre

que está en los cielos."

Uno que clama a Cristo es salvo.

Ciertamente no se toma mucho pertenecer

o invocar a Cristo. Y otra vez enfatizo, no

es la confesión lo que salva. José de

Arimatea fue un discípulo de Cristo, y fue

salvo, aun siéndolo en secreto y aunque

nunca lo confesó abiertamente. La

confesión nunca salva, más bien es la

prueba de que uno ha confiado en Cristo


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en su corazón. En menos del poco tiempo

que se toma para que un pobre pecador

invoque a Cristo como Salvador, en menos

del tiempo que se toma para que mire al

Salvador y confíe en él en su corazón, él ya

ha sido salvo.

Así pues, vemos que las promesas

Bíblicas nunca presentan la salvación

como un proceso largo y cansado de

aquellos que imploran y se lamentan

prolongadamente, o de aquellos que

persisten hasta que consiguen ablandar el

corazón de un Dios indiferente y

descuidado. Según todas las promesas de

la Biblia, el pecador que se vuelve en su

corazón para confiar en Cristo es

instantáneamente salvo. De modo que

para un pecador perdido, nunca es

necesario orar y atravesar para su

salvación.

No me mal interprete. Yo no he dicho

que aquellos que esperan largamente

delante de Dios y que oran mucho nunca

sean salvos. Estoy seguro que


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frecuentemente lo son. Pero nunca se

salvan sino hasta que confían. Si

hubieran puesto su confianza al principio

de su imploración en lugar de al final, ellos

hubieran sido salvos al instante, y se

hubieran ahorrado esa dilatación, esa

rechazo pecaminoso de Cristo mientras

que imploraban.

La única manera bendita y segura de

ser salvo es tomar, creer la Palabra de Dios

de que cuando usted en su corazón se

vuelve del pecado a confiar en Cristo

Jesús, usted ya tiene la vida eterna.

Hace varios años en la Iglesia Bautista

Marquete Manor en Chicago, un joven vino

hacia el frente para ser salvo. Él era del

estado de Tennessee en donde estaban

acostumbrados a pasar a la banca de los

penitentes y a esperar largo tiempo ante

Dios rogando por la salvación. Su madre

había gritado cuando fue salva; y él sentía

que también debía gritar o no sabría si era

salvo. Yo le dije que solo debía confiar en

Cristo. Entonces le dije al querido


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Hermano Frank Sheriff del Comité de

Hombres de Negocios que tomara su Biblia

y le mostrara a éste joven como ser salvo.

Ellos fueron a un cuarto y pasaron un

buen largo rato juntos. Después de los

servicios, este joven volvió con el Señor

Sheriff. La Biblia había hecho su obra

bendita. El estrechó mi mano y me dijo:

“Hermano Rice, no me siento como me

quería sentir, ¡pero la Biblia dice que soy

salvo!"

Usted puede estar seguro que sí fue

salvo. Cuando él confió en Cristo obtuvo la

vida eterna. Si más tarde se fue a servir al

Señor, a ganar almas, y crecer en la gracia,

él tuvo toda la bendita emoción que

necesitaba. Pero la crisis emocional no es

prueba segura de la salvación. La sencilla

confianza en la Palabra de Cristo, en su

sangre, en su amor, y en su propiciación

por los pecados del mundo, es la única

manera de estar seguro de la salvación.


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III. Ejemplos bíblicos de personas salvadas

instantáneamente sin: "orando atravesar".

La segunda manera de probar que un

pecador no necesita orar hasta alcanzar a

ser salvo, es con ejemplos bíblicos. Y los

ejemplos bíblicos, al igual que las

promesas y los preceptos bíblicos,

muestran que cuando un pecador es salvo,

él es salvo instantáneamente, sin ningún

largo período de lamento y lloro, tratando

de conmover el corazón de un Dios

indiferente, o tratando de colocar su alma

en la situación debida para que Dios lo

salve.

¡Cuán maravillosamente sencillos son

los casos descritos de salvación en la

Biblia! Observe en San Juan 1:40-42

como fue salvo Pedro:

"Andrés, hermano de Pedro, era uno

de los dos que habían oído a Juan, y

habían seguido a Jesús. Este halló

primero a su hermano, y le dijo: Hemos


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hallado al Mesías (que traducido es, el

Cristo). Y lo trajo a Jesús."

Cuando Pedro llegó a Jesús, fue

salvado porque se acercó a él tanto de

corazón como físicamente.

Evidentemente Felipe fue salvado

cuando Jesús "halló a Felipe, y le dijo:

Sígueme". (Juan 1:43)

Después aprendemos de la salvación de

Natanael. Felipe, el nuevo convertido fue y

tomó a Natanael y lo trajo a Jesús. Una

sola pregunta hecha a Jesús y todas sus

dudas se disiparon y Natanael fue salvo

(Juan 1:45-49). En todos esos casos

ciertamente no hubo lamento, ni gemido,

ni lloro para salvarse.

La mujer junto al pozo de Sicar en

Samaria fue salva mientras Jesús le

hablaba. Cuando Jesús redarguyó a la

mujer de su pecado y le dijo, al mencionar

ella al Mesías: "Yo soy, el que habla

contigo" (Juan 4:26), al momento la mujer

dejó su cántaro y corrió para ganar a otros


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para Cristo y traer a los hombres fuera de

la ciudad, para que lo viesen. ¡Ciertamente

no hubo ahí ninguna banca de penitentes,

ni sollozos, ni lloro, ni gemidos antes de

ser salva!

Se nos dice que muchos de los

Samaritanos de la ciudad fueron salvos

aún antes de que fueran a ver a Jesús, y

otros lo fueron tan pronto como llegaron al

pozo y lo oyeron, y se lo dijeron a la mujer.

En Lucas 18:13, 14 Jesús relata de la

conversión del publicano en el Templo con

las siguientes breves palabras:

"Más el publicano, estando lejos, no

quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino

que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios,

sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste

descendió a su casa justificado. . ."

Una oración de seis palabras, ¡y el

pobre pecador se fue a casa salvo!

Ciertamente ahí no hubo la "oración hasta

atravesar a Dios".


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En Lucas 23:42, 43, tenemos la

sencilla historia de la conversión del ladrón

que agonizaba en la cruz, en estas

palabras:

"Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí

cuando vengas en tu reino. Entonces

Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy

estarás conmigo en el paraíso."

En una oración de ocho palabras, el

ladrón muriendo fue salvo y toda la

historia se contiene en dos versículos. Y si

hubiera un pobre pecador que tuviera que

rogar para salvarse, sería este hombre, que

admitía ser un criminal merecedor de la

muerte. Sin embargo, él sencillamente

clamó a Jesús y obtuvo su salvación

instantáneamente.

En el libro de los Hechos encontramos

muchos ejemplos de cómo se salvaba la

gente. Pobre Cornelio, en su ignorancia y

obscuridad, él ayunaba, oraba y rogaba a

Dios, mas no le servía de nada. Dios le

dijo que enviara por Pedro, y que éste le


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hablaría, por lo que "tú y tu casa seréis

salvos". Pedro comenzó un buen sermón,

pero tan pronto como dijo: "todos los que

en él creyeren, recibirán perdón de

pecados," Cornelio y toda su familia se

convirtieron. Ellos confiaron en Jesús y

fueron salvos instantáneamente. El lloro y

el lamento no le hicieron ningún bien a él,

y nunca le han hecho ningún bien a nadie

más, en cuanto a la salvación se refiere.

Me alegro de que Cornelio haya sido

sincero y se haya inquietado y avergonzado

de sus pecados. No me molesta a que un

pecador llore al entregarse a Cristo. Pero

recuerde que Dios está dispuesto en

cualquier instante para salvar a cualquiera

que en El confíe.

En Hechos 13:6-12 tenemos la historia

de la conversión del procónsul Sergio

Paulo, de Pafos en Creta. Pablo y Bernabé

le predicaron y se nos dice que: "Entonces

el procónsul, viendo lo que había sucedido,

creyó, maravillado de la doctrina del

Señor."


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Esa fue ciertamente una conversión

instantánea, ¿no?

En Hechos 16:14, 15, se nos dice cómo

se convirtió Lidia:

"Entonces una mujer llamada Lidia,

vendedora de púrpura, de la ciudad de

Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo;

y el Señor abrió el corazón de ella para que

estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y

cuando fue bautizada ella y su familia, nos

rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea

fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y

nos obligó a quedarnos."

Todo fue tan sencillo como esto: Dios

abrió su corazón y ella creyó y fue salva.

Esa parece haber sido una conversión muy

tranquila, pero fue ciertamente genuina. Y

no hubo ningún proceso largo de lamento

y lloro, o de espera y súplica a Dios en el

caso de ella. Dios abrió su corazón, y ella

vio que era pecadora y confió en Cristo.

Pablo se convenció y ella fue bautizada.


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Hechos 16:32-34 nos habla de la

conversión del carcelero de Filipos y de

toda su familia. Léala y verá que no hubo

tiempo de lamentación ni lloro. De hecho,

desde el momento del terremoto a media

noche, y el tiempo en que toda la familia

fue salva y bautizada, y a Pablo y Silas les

fueron curadas las espaldas, y preparada

la cena, no era aún de día. A toda la

familia se le enseñó la Palabra del Señor,

fueron ganados para Cristo, salieron y

fueron bautizados, fueron lavadas las

espaldas de los apóstoles y todos

disfrutaron de una buena comida antes del

amanecer.

No, el plan de salvación de la banca

para penitentes no es bíblico. Lo que

quiero decir es que la Biblia no enseña que

uno necesita tomar un largo período de

tiempo para encontrar a Dios. El camino

de Dios es que el pecador aparte su

corazón del pecado, que confíe en Cristo

Jesús, y entonces sea salvado

instantáneamente.


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No deseo ser áspero con las buenas

personas que están deseosas de que los

pecadores sean "salvos genuinamente". Yo

también deseo ansiosamente que se

salven. Pero le recuerdo que la legitimidad

de su salvación no depende de lo mucho

que oren. Cuando Dios salva, lo hace

genuinamente.

No hace mucho tiempo, una dama dijo

de otra: "Yo creo que ella está

completamente salva". Bueno, la salvación

completa es la única salvación que hay.

Dios nunca salva a medias a nadie. Él

salva a todo aquel que confía en él

completamente y eternamente.

Alguien dijo que cuando un niño nace

se necesita pasar por un período de

angustia. Sí, pero no es el niño quien se

angustia sino la madre. Las Escrituras no

enseñan que la gente que no es salva deba

angostarse, sino dice que: "Pues en cuanto

Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos"

(Isaías 66:8). Los cristianos deben

angostarse por los pecadores perdidos,


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pero los pecadores perdidos simplemente

deben arrepentirse y confiar en Cristo. Los

pecadores no necesitan "orar atravesando;

ellos sencillamente necesitan aceptar lo

que Cristo ya ha pagado por ellos. La

salvación está disponible

instantáneamente para todo aquel que la

acepte como un don gratuito de Dios,

pagada con la sangre de Cristo.

IV. Pero los Cristianos Deben con

Frecuencia "Orar Atravesar", con Largas y

Continuas Súplicas y Esperando en Dios,

Hasta que Él Conteste.

Una vez más le recordamos que lo que

es propio y adecuado en un caso, no lo es

en otros. Las Escrituras ciertamente

enseñan que la oración apropiada de un

cristiano, está muy lejos de ser la misma

que la de un pecador perdido en cuanto a

la salvación. Esta ha sido ofrecida

gratuitamente a todo el mundo y es

incredulidad y rebeldía no creer en Dios y

aceptar lo que él ofrece. Él ha ofrecido la

salvación a toda persona en el mundo que


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quiera recibirla. Pero en otros asuntos,

quizá nunca podamos tener la a seguridad

de la voluntad de Dios, ni que él nos dará

ciertas cosas, al menos que esperemos en

Dios hasta que él pueda efectuar su

voluntad en nuestras vidas. La oración

persistente, confiada, intercesora, y

agonizante es correcta para un cristiano,

cuando éste presenta sus cargas a Dios.

Observe algunos ejemplos Bíblicos de

tal persistencia en la oración por algunos

que eran cristianos:

1. Lea cómo Jacob luchó con Dios y

dominó. Génesis 32:24-29 narra la

historia como sigue:

"Así se quedó Jacob solo; y luchó con él

un varón hasta que rayaba el alba. Y

cuando el varón vio que no podía con él,

tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se

descoyuntó el muslo de Jacob mientras

con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque

raya el alba. Y Jacob le respondió: No te

dejaré, si no me bendices. Y el varón le


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dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió:

Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu

nombre Jacob, sino Israel; porque has

luchado con Dios y con los hombres, y has

vencido. Entonces Jacob le preguntó, y

dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el

varón respondió: ¿Por qué me preguntas

por mi nombre? Y lo bendijo allí."

Hay buena evidencia de que Jacob ya

había confiado en el Señor. Él había

encontrado Dios en Betel, como se describe

en Génesis, capítulo 28, pero ahora Jacob

venció y obtuvo un nombre nuevo y una

bendición nueva. Fue a la mañana

siguiente a reunirse con Esaú, sin miedo,

después de haber orado y luchado con

Dios toda la noche.

Seguramente Jacob atravesó en

oración en respecto al problema de

reconciliarse con su hermano quien estaba

sediento de sangre de venganza, el cual

había jurado matarlo. Los cristianos

tienen el derecho de orar atravesar a Dios

acerca de sus problemas y cargas.


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Daniel se propuso buscar al Señor con

oración y súplica, con ayuno, cilicio y

ceniza (Daniel 9:3). El oró atravesando

hasta que el Ángel Gabriel vino y le hizo

saber lo que tanto le importaba: el futuro

de la nación de Israel la cual había pecado

gravemente delante de Dios.

Una vez más en el capítulo diez, Daniel

atravesó en oración, permaneció tres

semanas completas sin comer ningún pan,

ni carne, ni vino. Finalmente su oración

fue contestada y se le dio revelación divina

y entonces el peso de su corazón fue

aliviado.

Nehemías oró atravesar sobre la triste

condición de la ciudad desolada de

Jerusalén durante la cautividad.

Nehemías 1:4 dice, "Cuando oí estas

palabras me senté y lloré, e hice duelo por

algunos días, y ayuné y oré delante del

Dios de los cielos."

Aquí se nos narra una parte de la

oración de Nehemías. ¡Cuán


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contristamente rogó a Dios! Pero su

oración fue escuchada; el corazón del rey

fue conmovido, y Dios mandó a Nehemías

de regreso a reconstruir los muros de la

ciudad que amaba con su corazón porque

el atravesó en oración.

Cuando un grupo de Israelitas volvía de

Babilonia a Jerusalén bajo el mando de

Esdras, el escriba, proclamaron un ayuno

en el Río Ava. Ahí se afligieron, ayunaron,

oraron y rogaron a Dios por protección

contra las bandas de asaltantes que

merodeaban por el país, ya que tenían

vergüenza de pedir soldados al rey,

habiéndole dicho que Dios cuidaría de

ellos. Y oraban atravesar, como Esdras

8:21-23 nos dice, y Dios fue implorado de

ellos y los protegió. Ellos llegaron a

Jerusalén sanos y seguros.

Los Judíos ayunaron y oraron a Dios

para que les preservara sus vidas durante

el tiempo de la Reina Ester en Persia. Por

tres días y tres noches oraban para

atravesar -- y los Judíos tuvieron la


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salvación (de sus vidas) y después se

vengaron de sus enemigos.

La gente de Nínive ayunó y oró, y Dios

se arrepintió del mal que había pensado

hacer a la gran ciudad, y no lo hizo. Su

ayuno no fue para ser salvos, sino para

que Dios se apiadara de ellos y no

destruyera la perversa gran ciudad, como

había anunciado que lo haría por medio de

Jonás.

Sucede lo mismo en el Nuevo

Testamento. Antes de Pentecostés, es

justo decir que los discípulos oraron para

atravesar. Hechos 1:14 dice: "Todos éstos

perseveraban unánimes en oración y

ruego, con las mujeres, y con María la

madre de Jesús, y con sus hermanos."

La súplica, es decir, el ruego, es

ciertamente algo correcto para un hijo de

Dios que quiere ganar almas, pero no para

un pecador que quiere ser salvo. El

pecador sólo necesita confiar y aceptar la

salvación ofrecida gratuitamente. Pero el


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cristiano necesita que Dios obre en él y lo

prepare para ganar almas y lo llene con el

poder de lo alto, por eso debe atravesar en

oración.

Pablo el apóstol se convirtió en el

camino a Damasco. Después de su

conversión oró para atravesar y ayunó por

tres días y tres noches (Hechos 9:9, 11).

Pablo oró hasta que le fue devuelta la vista

y fue lleno del Espíritu Santo para

comenzar su maravilloso ministerio.

En Hechos 13:1-4, vemos una vez más

a un grupo de cristianos orando hasta que

atraviesan. Ellos sirvieron al Señor y

ayunaron hasta que Dios les dijo que

debían enviar a Bernabé y a Pablo como

misioneros. Atraviesan en oración, por la

divina dirección. Y otra vez ayunaron y

oraron y atraviesan orando hasta que el

poder divino fue dado a estos predicadores

y los enviaron a su misión.

En el capítulo doce de los Hechos,

versículos 1 al 17, vemos cómo un grupo


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de cristianos se reunió en la casa de María,

la madre de Juan Marcos, y hubieron

atravesado en oración - hasta que el

Apóstol Pedro fuera liberado de la cárcel

por un ángel. Esa fue oración continua,

insistente, que quebrantaba el corazón. Y

ese es el ejemplo de los cristianos del

Nuevo Testamento por todas partes.

En este caso he dado los ejemplos

primero, pero los preceptos de los

cristianos orando a atravesar, prueban lo

mismo. Dios sí quiere a sus hijos, los

cristianos nacidos de nuevo, que esperen

ante él y rueguen por lo que necesitan,

especialmente por el poder y la ayuda en

las cosas que no pueden hacer por sí

mismos.

Por ejemplo en Lucas 11:5-8, Jesús dio

esta historia:

"Les dijo también: ¿Quién de vosotros

que tenga un amigo, va a él a media noche

y le dice: Amigo, préstame tres panes,

porque un amigo mío ha venido a mí de


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viaje, y no tengo qué ponerle delante; y

aquél, respondiendo desde adentro, le dice:

No me molestes; la puerta ya está cerrada,

y mis niños están conmigo en cama; no

puedo levantarme, y dártelos? Os digo,

que aunque no se levante a dárselos por

ser su amigo, sin embargo por su

importunidad se levantará y le dará todo lo

que necesite."

Observe la palabra clave en el versículo

8: ". . . por su importunidad se levantará y

le dará todo lo que necesite." La

importunidad es la manera de obtener

cosas de Dios. Ese pasaje evidentemente

se refiere a un hijo de Dios deseando el

poder para ganar a otros. Un cristiano

tiene el derecho de ir a Dios y rogar por el

pan de vida para dárselo a los demás.

Váyanse, cristianos, confiesen a Dios que

"un amigo mío ha venido a mí de viaje, y

no tengo qué ponerle delante." Sobre este

asunto del poder del Espíritu Santo para

ganar almas, no acepte una negativa. El

pan para los pecadores se concede sólo a


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aquellos que aprenden el secreto de la

"importunidad". El pecador nunca

necesita orar hasta atravesar para ser

salvo, pero un cristiano que quiere el poder

sobrenatural para hacer milagros, del

Espíritu Santo, tiene el derecho de esperar

en Dios. Sí, esto es enseñado claramente

por la Palabra de nuestro mismo Salvador.

Jesús otra vez enseñó la oración

importuna en Lucas 18:1-8:

"También les refirió Jesús una parábola

sobre la necesidad de orar siempre, y no

desmayar, diciendo: Había en una ciudad

un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba

a hombre. Había también en aquella

ciudad una viuda, la cual venía a él,

diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

Y él no quiso por algún tiempo; pero

después de esto dijo dentro de sí: Aunque

ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

sin embargo, porque esta viuda me es

molesta, le haré justicia, no sea que

viniendo de continuo, me agote la

paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo


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el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará

justicia a sus escogidos, que claman a él

día y noche? ¿Se tardará en responderles?

Os digo que pronto les hará justicia. Pero

cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará

fe en la tierra?"

Observe que el único motivo de la

parábola es orando para atravesar. Jesús

les refirió esta parábola "sobre la necesidad

de orar siempre, y no desmayar."

Aun una pobre viuda puede implorar al

juez para que él escuche su causa, la libre

de sus adversarios y le haga justicia. ¿Y no

llorarán los hijos de Dios delante de él de

día y de noche?

"¿Y acaso Dios no hará justicia a sus

escogidos, que claman a él día y noche?

¿Se tardará en responderles?"

El versículo 8 citado arriba nos da a

entender que cuando venga el Salvador,

hallará poca fe en la tierra. La gente no

cree en la oración, la gente no ora para

atravesar. La gente no paga el precio de


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escudriñar su corazón, de pasar largas

horas ayunando, confesando sus pecados

y pagando restitución. Pero cuando el

pueblo de Dios realmente atraviese con

oración, entonces puede tener

avivamientos, protección, provisión, unción

del Espíritu Santo, y cualquier otra cosa

que Dios pueda tener para su gente.

¡Atravesad orando!

El pecador inconverso simplemente

necesita confiar en Cristo y aceptar la

salvación instantáneamente. Pero uno que

ya es hijo de Dios, tiene el derecho de

permanecer delante de su trono y

proclamar sus promesas insistente y

persistentemente y rehusar aceptar una

negativa, hasta recibir de Dios aquello que

se necesita, y que es imperativo para ganar

almas y tener avivamientos.

¡Oh, que el pueblo de Dios sea

estimulado a orar, orar, orar, y que sea

estimulado (animado) a Atravesar En

Oración!


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Siga orando, Hasta traspasar,

Siga orando, Hasta atravesar,

Las grandes promesas de Dios,

Son siempre verdad,

Siga Orando, Hasta ATRAVESAR.


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Capítulo 15 Por el Dr. John R. Rice

Porque a Veces los Cristianos Deben Dejar

la Comida, Dejar de Dormir, Deben Dejar

la Ropa Fina, su Vida Familiar y Otra

Cosas Cómodas para No Hacer Nada Más

Excepto Orar.

Los más grandes santos de Dios en la

Biblia ayunaban a menudo. El ayuno

frecuentemente tiene que ver (es

conectado) con la oración sincera, con el

lamento, el arrepentimiento y búsqueda de

la liberación de los enemigos o la sabiduría

de lo alto. Moisés ayunó cuarenta días en

el Monte Sinaí, y nuestro Salvador ayunó

también cuarenta días en el desierto. La

Biblia cuenta cómo Josué, David, Esdras,

Nehemías, Daniel, los discípulos de Juan

el Bautista, Ana, los apóstoles, Pablo,

Bernabé y otros, ayunaron y oraron. Los

santos obtuvieron respuesta a sus

oraciones cuando ayunaban y oraban ante


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Dios. Desde los tiempos bíblicos, los

demás grandes hombres de oración, a

menudo han ayunado y orado. Un

cristiano está en buena compañía cuando

ora y ayuna.

Durante el ministerio terrenal de

Cristo, los discípulos de Juan el Bautista y

los fariseos ayunaban, y naturalmente

surgieron ciertas preguntas respecto a los

discípulos de nuestro Salvador. Jesús

contestó:

"¿Podéis hacer que los que están de bodas

ayunen, entre tanto que el esposo está con

ellos? Mas vendrán días cuando el esposo

les será quitado: entonces ayunarán en

aquellos días". Lucas 5:34-35

Así que el Salvador no sólo ayunó, sino

que enseñó a sus discípulos a ayunar, y

ellos ayunaron después de que Él fue

llevado arriba.


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LA SINCERIDAD; La única restricción

que el Señor puso al ayuno fue la

sinceridad. Los hombres no deben

desfigurar sus rostros para demostrar a los

demás que ayunan. Un ceremonial

religioso, arrogante y ostentoso como el

que practicaban los fariseos, hipócritas en

los días del Señor, seguramente es ofensivo

a Dios. Más la hipocresía es un pecado

siempre, tanto más en el ayuno.

Los cristianos no deben ayunar como los

hipócritas, pero ciertamente deben hacerlo

como Jesús, Pablo, Bernabé y muchos

otros lo hicieron.

I. ¿Qué es Ayunar y Orar?

El ayuno es un arte tan olvidado, tan

poco practicado y enseñado, que

necesitamos considerar aquí su

significado. ¿Qué agrega el ayuno a la

oración? ¿Quiere decir el ayuno sólo


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abstenerse de comida? ¿Hay virtud en

ayunar cuando no se ora? ¿Cuál es el

significado espiritual del ayuno?

En primer lugar, ayunar quiere decir

poner a Dios en primer lugar. A veces se

debe comer y alabar a Dios por la comida

como lo hizo David cuando dijo: "Bendice

alma mía Jehová, y no olvides ninguno de

sus beneficios. . . El que sacia de bien tu

boca de modo que te rejuvenezcas como el

águila" (Sal. 103:2,5). A veces, comer es la

voluntad de Dios.

También hay ocasiones cuando agrada

a Dios que Sus hijos se acuesten a dormir

tranquila y confiadamente, dejando todas

sus cargas y reposando dulcemente en los

protectores brazos de Dios. "Pues a su

amado dará Dios el sueño" (Sal. 127:2).

David pudo decir: "Yo me acosté, y dormí,

y desperté, porque Jehová me sustentaba"

(Sal. 3:5).

Hay ocasiones en que los hombres

deben gozar los placeres de la vida


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familiar. "Honroso es en todos el

matrimonio, y el lecho sin mancilla" (Heb.

13:4). Se nos dice: "El que halla esposa

halla el bien, y alcanza la benevolencia de

Jehová" (Proverbios 18:22). "Toda buena

dádiva y todo don perfecto desciende de lo

alto, del Padre de las luces, en el cual no

hay mudanza, ni sombra de variación"

(Santiago 1:17). Gocemos las bendiciones

de Dios, ya sean comida, bebida, descanso,

compañerismo cristiano, vida hogareña o

servicio. Demos a Dios la gloria por todo

esto.

Pero, ciertamente, hay circunstancias

en que debemos dar la espalda a todas las

cosas en el mundo y buscar el rostro de

Dios. Tales ocasiones deben ser de oración

y ayuno.

El ayuno, entonces, significa que uno

se propone buscar el rostro de Dios y por

algún tiempo, al menos, abstenerse de

todas las demás cosas para poner todo el

corazón en la oración y esperar en Dios.

Oración y ayuno significan dejar una


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bendición menor por otra mayor, el deber

más pequeño por el más importante.

A veces el predicador debe dejar de

predicar, el profesor de enseñar y todos

debemos dejar aun el estudio bíblico e

incluso el ganar almas, para orar. Los

apóstoles dijeron: "Y nosotros

persistiremos en la oración y en el

ministerio de la palabra" (Hechos 6:4).

Pusieron la oración antes que la

predicación. Eso es lo que Jesús quiso

decir cuando les ordenó no salir de

Jerusalén, sino permanecer allí mientras

oraban por el poder del Espíritu Santo

antes del Pentecostés.

Así pues, ayunar y orar sólo significa

poner primero la oración antes que el

deseo de comer, o cualquier otra cosa que

quite nuestra energía y nuestra atención

del asunto de la oración.

Ordinariamente, ayunar significa

abstenerse de comer. Pero el mismo

espíritu frecuentemente conducirá a la


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abstención de otras cosas también.

Frecuentemente los que ayunaron en

tiempos bíblicos, lo hicieron sin tomar

bebidas ni comidas. Los ninivenses no

comieron ni bebieron agua (Jonás 3:7). La

reina Ester, sus criadas, Mardoqueo y

otros judíos antes de los días de Purim,

cuando los judíos iban a ser destruidos por

el consejo perverso de Amán, no comieron

pan ni bebieron agua por tres días (Ester

4:16).

Así, cuando Dios se propuso dar la ley

a Israel desde el monte Sinaí, se ordenó a

la gente lavar sus ropas y no acercarse a

mujer (Éxodo 19:15). Y a los maridos y

esposas se les ordena: "No os neguéis el

uno al otro, a no ser por algún tiempo de

mutuo consentimiento, para ocuparos

sosegadamente en la oración. . ." (1

Corintios 7:5).

El espíritu del ayuno sólo significa que,

por cierto tiempo, estamos dispuestos a

abstenernos de deberes y placeres

normales y apropiados para consagrarnos


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enteramente a orar. Así pues, el ayuno

equivale a poner a Dios en primer lugar al

orar, deseándole a El más que a la comida,

más que al sueño, más que a la compañía

de los demás y a los negocios. ¿Cómo

podría un cristiano saber que Dios es el

primero en su vida, si no se aparta a veces

de todo deber y placer, para consagrarse

completamente a buscar el rostro del

Señor?

Hay muchas otras ocasiones en la vida

en que los hombres se abstienen de comer

por un tiempo, por ejemplo: en un campo

de entrenamiento deportivo, los hombres

gustosamente evitan comer dulces y

ciertos alimentos que obstaculizan la

mente y la destreza y la fuerza física.

¿Haremos menos por Cristo Jesús?

Podemos correr mejor si no hemos comido

antes. Los nadadores saben esto muy

bien, que es peligroso comer mucho antes

de nadar, pues pueden acalambrarse. Los

oradores y los cantantes generalmente no

comen por la tarde, sino hasta después del


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importante período de concentración y

control perfecto, necesario para su

aparición en público.

Si puedo predicar mejor sin comer,

¿por qué entonces no podré orar mejor sin

comer? Si un hombre de negocios se

puede concentrar mejor en sus cuentas, en

casos urgentes con el estómago vacío, ¿Por

qué entonces no podrá un cristiano orar

mejor, dedicando todas sus energías a la

oración? Cuando los hombres están

completamente abstraídos por la aflicción

por causa de algún ser amado, no tienen

hambre ni quieren comer. Entonces,

cuando estamos completamente

entregados a la oración sincera y

apasionada, ¿Por qué no hemos de

sentirnos gozosos al ayunar?

Es verdad que cuando los Cristianos

ayunan, de vez en cuando, no desean

comer ni apetecen la comida. Muchas

veces he estado tan ocupado y absorto en

la obra del Señor que no he sentido

necesidad de alimentarme. Ayunar


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significa sencillamente poner a Dios en

primer lugar intensamente durante algún

tiempo y para propósitos muy definidos.

En segundo lugar, ayunar quiere decir

persistir en la oración. Posiblemente

nosotros oramos frecuentemente pero la

mayoría no oramos mucho. Nuestras

oraciones son momentáneas, indefinidas y

breves. Por otro lado, ayunar y orar sólo

quiere decir que uno debe ocuparse en el

negocio de orar con una persistencia que

no acepta negativos.

La viuda que molestó al juez injusto

con su oración persistente para que la

vengara de sus adversarios (Lucas 18:3)

probablemente desatendió su trabajo en la

casa mientras iba al juez, y posiblemente

no comió. ¡Supongo que aun el juez

injusto no gozó (disfrutó) de su comida o

su descanso, por la constancia con que ella

le molestaba, rogándole urgentemente!

El ayuno, a menudo, significa

verdadera perseverancia en la oración,


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olvidándome de otras cosas y dándole a

Dios la primacía en todo lugar. De hecho,

pienso, de nada sirve el ayunar o privarse

de algunas cosas, si no oramos. Sólo sirve

como autocastigo. Si un hombre

permanece absorto, sólo pensando en los

negocios, sin pensar en Dios, ¿qué

provecho obtendrá entonces

espiritualmente, sin comer, bebiendo o

durmiendo? El ayuno es el complemento

de la oración ferviente y perseverante que

no se ha negado.

En tercer lugar, el ayuno es abrir el

camino deliberadamente a la oración,

dejando a un lado las cargas y los

impedimentos. En Hebreos 12:1, 2 se nos

ordena: "Por tanto, nosotros también,

teniendo en derredor nuestro tan grande

nube de testigos, despojémonos de todo

peso y del pecado que nos asedia, y

corramos con paciencia la carrera que

tenemos por delante, puestos los ojos en

Jesús, el autor y consumador de la fe,"

Puesto que el Espíritu Santo está hablando


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de la fe, y puesto que todos los testigos

fueron hombres de oración fiel y

persistente, no erramos al interpretar este

versículo como un mandamiento para

abandonar todo impedimento a la oración.

"Despojémonos de todo peso y del pecado".

El comer es bueno, pero ciertamente a

veces es una carga que detiene nuestras

oraciones. Es bueno dormir, pero algunas

veces los cristianos duermen cuando

debieran estar orando. Los negocios en sí

son buenos, y está bien trabajar y luchar

lo más posible, pero "el afán de este siglo y

el engaño de las riquezas, ahogan la

palabra y se hace infructuosa". (Mateo

13:22). Ayunar es sencillamente dejar todo

peso, abandonar toda preocupación y

obstáculo para orar. ¡Un cristiano debe

estar dispuesto, tanto como sea necesario,

a abstenerse de cualquier cosa que estorbe

la respuesta a sus oraciones, esperando en

Dios hasta que desaparezca todo lo que

oculta su rostro, confiando en Él hasta que

realmente recibe la completa seguridad de


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que su oración será oída y contestada para

gloria de Cristo! Cuando ayunamos y

oramos, estamos simplemente tratando de

dejar, sinceramente, cualquier cosa que

estorbe a nuestras oraciones.

En cuarto lugar, el ayunar al orar,

debe ser simplemente el reclamar la

respuesta a nuestras oraciones. Ayunar

cuando oramos debe significar esto: "Me he

propuesto buscar a Dios tan necesaria y

seriamente como sea posible hasta que me

oiga y conteste". Se requiere de fe para

orar, porque "es necesario que el que se

acerca a Dios, crea que le hay, y que es

galardonador de los que le buscan"

(Hebreos 11:6). Luego se necesita más fe

para ayunar cuando oramos.

El ayuno declara un mayor deseo,

mayo determinación y una mayor fe. El

que ayuna, muestra su sinceridad y

confianza en que se puede llegar a Dios, y

en que El contestará y bendecirá la

sinceridad, la determinación y disposición

de saber y hacer la voluntad de Dios. Muy


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frecuentemente la oración es superficial,

ligera e hipócrita. Seguramente esa sea la

razón por la que muchas oraciones nunca

reciben respuesta. El ayuno entonces,

debe ser sólo una evidencia de nuestro

anhelo, de nuestro fervor y de nuestra fe.

En quinto lugar, el ayuno es

propiamente una expresión de luto.

Cuando la gente está abrumada por el

entristecimiento, a menudo no come. No

siempre apetece comer, no disfruta la

comida. A veces, cuando la gente está

abrumada por la aflicción, el cuerpo no

digiere la comida. La misma naturaleza

enseña que el ayuno es el remedio

adecuado para la expresión de tristeza.

En la Biblia tenemos muchos ejemplos

de ayuno como expresión de luto. David

ayunó al lamentar la enfermedad del

primer hijo de Betsabé, cuando el niño fue

herido por el Señor (2 Sam. 12:16, 21). El

mismo Espíritu debe haber inducido a

Samuel cuando "clamó a Jehová toda

aquella noche", en aflicción, por el rechazo


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de Saúl (1 Sam. 15:11). Ese fue el espíritu

del ayuno, aun cuando la palabra no se

use en ese pasaje. Los hombres de Nínive

ayunaron vistiéndose de saco y ceniza,

como símbolo del más profundo lamento

(Jonás 3:5-7). Pues así como la gente

celebra con banquetes los matrimonios y

otros ocasiones gozosos, así ayunan en

circunstancias tristes. Por eso el Salvador

dijo que cuando el novio les fuera quitado,

Sus discípulos ayunarían.

Por lo tanto, los que están de luto

hacen bien a veces en ayunar mientras

buscan el consuelo del rostro de Dios. Los

que han pecado y se afligen arrepentidos,

hacen bien en ayunar y apartar sus

corazones del pecado y confesar sus

fracasos y faltas, tratando de hacer

restitución.

El ayuno va muy bien con el

arrepentimiento y la tristeza por el pecado.

II. Cosas que podemos obtener con el

Ayuno y la Oración.


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El ayuno es una ayuda y complemento

de la oración. Algunas cosas nunca las

obtienen los hijos de Dios, sino por oración

y ayuno. Si la oración es buena, entonces

orar más es mejor. Si la oración ardiente

agrada a Dios, entonces, con seguridad,

más se agradará cuando la oración sea tan

apasionada que no queramos comer, ni

beber, ni dormir, ni hacer cualquiera otra

placeres. Si a Dios le agrada que le

busquemos, seguramente también le

agradará que abandonemos toda carga y

que nos abstengamos de todo lo que puede

absorber nuestra energía, interés, y

pensamiento para entregarnos

completamente a la oración.

Aquí vamos a mencionar algunas cosas

las cuales los cristianos tienen el derecho

de buscar por medio de la oración y el

ayuno, cosas que Dios ha dado a su

pueblo en otras ocasiones por el ayuno y la

oración.

1. La ayuda en tiempos de calamidad

a menudo viene por el ayuno y la oración.


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Dios dice: “Invócame en el día de la

angustia; te libraré, y tú me honrarás" (Sal.

50:15). Una ocasión propicia para orar es

cuando tenemos problemas. Entonces si

la oración es oportuna y si la prueba es

dura, también es buena la ocasión para

ayunar. Josué y los ancianos de Israel

permanecieron postrados ante el arca de

Dios desde la mañana hasta la noche, sin

comer, después de que los israelitas fueron

derrotados por los hombres de Hai (Josué

7:6). Fue esa una época de desesperación,

de derrota, de vergüenza y temor. El

destino de la nación se hallaba en riesgo.

Cuando ayunaron y oraron, Dios les indicó

el pecado que impedía la victoria.

Cuando en los días de los jueces, las

once tribus de Israel se levantaron contra

Benjamín, por orden de Dios, y cuando

40,000 fueron matados en dos días,

"entonces subieron todos los hijos de

Israel, y todo el pueblo, y vinieron a la casa

de Dios; y lloraron, y se sentaron allí

delante de Jehová, y ayunaron aquel día


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hasta la noche…" (Jueces 20:26). En su

derrota y dolor lloraron, ayunaron y

clamaron al Señor. Dios les oyó y les libró,

y al día siguiente les dio la victoria. ¡El

tiempo de la derrota es magnífico tiempo

para orar con ayuno!

Llamen al Señor todos los que tienen

problemas. Si les parece difícil obtener

respuesta del cielo, entonces ore y ayune

sinceramente, abandonándolo todo tanto

como sea necesario, para buscar el rostro

de Dios y encontrar cuál sea su voluntad y

recibir su bendición.

2. Para encontrar lo que está mal, lo

que desagrada a Dios, algunas veces

debemos ayunar y orar. Cuando Josué y

los ancianos de Israel no sabían por qué

Dios había permitido que fueran

derrotados por Hai, oraron y ayunaron

hasta que Dios les mostró el pecado de

Acán, y el lingote de oro escondido con la

plata y el manto babilónico.


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Muchos cristianos que no prosperan,

podrían saber el porqué de ello si

esperaran ante Dios con tal sinceridad y

abandono de sí mismos, no comiendo, ni

durmiendo, ni haciendo nada de las cosas

regulares de la vida, hasta que Dios les

revelara lo que está mal.

3. El arrepentimiento sincero a

menudo involucra oración y ayuno. Una

persona puede confesar sus pecados sin

arrepentirse de ellos, a menos que

deliberadamente dejemos algún tiempo

para la meditación, el examen interior y el

esperar en Dios, sin esto no tendremos un

conocimiento real del pecado, no

sentiremos un horror verdadero por

nuestra culpa. Sé que para ser salvo, uno

puede volverse inmediatamente a Cristo,

tan pronto como nos reconozcamos como

pecadores y nos damos cuenta de que

Cristo murió por nosotros. Pero, he aquí,

que para muchos de nosotros aunque ya

salvos es difícil que volvamos nuestros

corazones del pecado.


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Creo que en los tiempos bíblicos, los

santos muchas veces ayunaron y

estuvieron ante Dios para poder,

sinceramente y con corazón contrito,

abandonar sus pecados y lamentarse por

ellos. En Zacarías 12:10-14 se nos dice

cómo en la segunda venida de Cristo, los

judíos se lamentarán por causa de Él,

"como llanto sobre unigénito, afligiéndose

sobre Él como quien se aflige sobre

primogénito". ¡Y ese lamento por sus

pecados en Jerusalén será tan grande

como el lamento en el valle de Meguido por

los muertos! Cada familia se lamentará

aparte, y cada esposa también. Esto

presenta evidentemente los corazones

quebrantados de la gente que ansían

apartarse de su pecado y se detienen al ver

la enormidad del mismo al rechazar al

Salvador.

Se nos ordena: "Afligíos, y lamentad, y

llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y

vuestro gozo en tristeza. Humillaos ante el

Señor, y él os exaltará" (Santiago 4:9,10).


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Yo sé que Dios es misericordioso y está

pronto a perdonar inmediatamente a todos

los que con sinceridad vuelve su corazón a

él.

Pero, también sé que frecuentemente

nuestra aparente búsqueda de Dios no es

sincera, sino superficial, sin una verdadera

tristeza por el pecado, sin esfuerzo de

restitución, y sin cambio verdadero en la

actitud del corazón. La terrible iniquidad

del pecado se oculta a nuestros alegres

corazones. Seguramente que agradará a

Dios si nos apartemos por algún tiempo

para escudriñar nuestro corazón, y

encontrar lo que le desagrada y

abandonar, hasta donde conscientemente

podamos, nuestros pecados. Si dedicamos

suficiente tiempo a la oración, podríamos

aprender el significado de aquel viejo

himno:

Regresa, O' Santa Paloma, regresa;

Dulce mensajero de paz;

Odio los pecados que te causaron tristeza,


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Que te hicieron alejarte de mi corazón.

El ayuno nos ayudará a romper el

barbecho de nuestro corazón.

4. La oración y el ayuno

frecuentemente nos llevan a la victoria

sobre el pecado. En el mundo hay muchos

cristianos que han confiado en Cristo, que

lo aman sinceramente, que irán al cielo,

pero que, sin embargo, son cristianos que

no consiguen vencer todos los días al

pecado. Dondequiera que voy, encuentro

cristianos que dicen que no pueden dejar

el cigarro, ni controlar su mal

temperamento, y que tienen dificultad para

rendirse a Dios lo suficiente como para

darle regularmente el diezmo. Los

cristianos encuentran difícil el perdonarse

unos a otros y están cayendo

constantemente bajo la tentación de

Satanás.

¿Hay victoria para tales cristianos? Sí

la hay. Pero muchas veces ésta se alcanza


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sólo por oración y ayuno, permaneciendo

ante Dios y dejando toda carga, todo deber

y todo placer que pueda interrumpir

nuestras fervorosas oraciones. Muchas

veces he visto, en una prolongada reunión

de oración, suceder cosas que no

sucederían en el curso ordinario de los

eventos.

En una reunión de oración que duró

toda la noche, varios hombres, incluyendo

un joven ministro, dejaron el tabaco. Un

cristiano confesó a su pastor su pecado de

la enemistad y del chismear. Un hijo ya

grande, que ahora está en el campo

misionero, confesó su violento

temperamento y su mal trato a su madre y

obtuvo valor para corregir el mal que había

cometido. En los días de ayuno y oración,

cuando se pone a Dios en primer lugar,

cuando el corazón ha sido escudriñado,

cuando pecados se han confesado, se ha

hecho restitución y la voluntad personal se

rinde a Dios, Él ha hecho, a menudo,


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grandes cosas por el suplicante

arrepentido que espera ante su presencia.

No necesitamos pensar que con el

hambre ganamos algún favor de Dios. No,

Dios tiene abundante misericordia para

todas nuestras necesidades, y no podemos,

ni necesitamos comprarla. Pero, Dios

quiere que nuestro orar sea sincero,

ferviente y sencillo.

Pienso que, cada cristiano debe orar y

ayunar de vez en cuando, permaneciendo

ante Dios hasta obtiene la victoria que

necesita.

Recuerdo con grande gozo una noche

cuando, solo en mi cuarto, estuve ante

Dios hasta la una y media, implorando a

Dios la victoria sobre ciertas cosas en mi

vida personal, rogando también por el

poder del Espíritu Santo en la campaña de

avivamiento que se estaba celebrando.

Dios oyó y contestó gloriosamente ambas

cosas.


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Si quiere victoria sobre el pecado,

entonces permanece delante de Dios y

paga todo el precio necesario para obtener

su favor y la seguridad de su ayuda.

5. La sabiduría celestial se recibe

orando y ayunando. En Hechos 13:1-3,

tenemos un incidente sorprendente que

muestra cómo los hombres que oraron y

ayunaron fueron dirigidos directamente

por el Espíritu Santo. El pasaje dice así:

"Había entonces en la iglesia que

estaba en Antioquía, profetas y maestros:

Bernabé, Simón el que se llamaba Niger,

Lucio de Cirene, Manaén el que se había

criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

Ministrando éstos al Señor, y ayunando,

dijo el Espíritu Santo: Apartadme a

Bernabé y a Saulo para la obra a que los

he llamado. Entonces, habiendo ayunado

y orado, les impusieron las manos y los

despidieron".

Nota que, Ministrando -- y ayunando,

el Espíritu Santo les indicó a quién debían


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enviar, esto es, a Saulo y a Bernabé.

Observa de nuevo que "entonces,

habiendo ayunado y orado, les impusieron

las manos y los despidieron". Dos veces se

nos dice en este corto pasaje que estos

profetas y maestros ayunaron. Ayunaron

primero, al pedir sabiduría. Entonces

ayunaron, mientras oraban por poder

sobre los dos hombres que enviaban como

primeros misioneros de la iglesia, a

pueblos extranjeros, en tiempos del Muevo

Testamento. Y cuando estos hombres

pusieron las manos sobre la cabeza de

Pablo y Bernabé y los despidieron, "ellos

fueron enviados así por el Espíritu Santo",

¡E hicieron milagros maravillosos en su

ministerio!

Nosotros también podemos ser guiados

claramente, y conocer la voluntad de Dios

y obtener una dirección bien especifico si

estuviésemos dispuestos a permanecer

ante el Señor, sirviéndole, ayunando y

orando. Tú tienes un problema familiar o

en el trabajo, o a dónde debes servir a


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Cristo, o no sabes cual dirección tomar en

cierto asunto. ¿No oye Dios tu oración

pidiéndole sabiduría? ¿Tienes dudas y

problemas, y ninguna seguridad en tu

mente? Entonces, ¿Por qué no fijar cierto

tiempo para permanecer ante Dios hasta

obtener la respuesta? Si se necesita el

ayuno tanto como la oración, y si es

necesario dejar otros asuntos, entonces

hazlo y alcanza la bendición que Dios tiene

para ti. Puedes encontrar la voluntad de

Dios si la buscas sinceramente, ayunando

y orando sin ponerte limite.

6. La intercesión por otros es

contestada cuando se ayuna y se ora. Casi

todas nuestras oraciones son por nosotros

mismos. Sin embargo, seguramente todo

cristiano admite la responsabilidad de orar

por los demás. ¿Oras por tu pastor? ¿por

este editor? ¿por algún misionero? ¿Oras

por alguien que te ha pedido ayuda para

soportar su carga diaria, cualquiera que

sea? ¿Oras regularmente por algún ser

querido que aún no es salvo? Nuestras


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necesidades ocuparán casi todo el tiempo

en nuestras pequeñas, débiles y cortas

oraciones. Si oras por otros, hazlo

alegremente, con la seguridad de que eres

escuchado, entonces dedica tiempo a la

oración hasta que alcances lo deseado.

Cualquier período largo de oración

ferviente puede comprender ayuno y

oración. Se necesita más que una

pequeña oración para abandonar nuestro

egoísmo. Tenemos todos nosotros tantas

necesidades, que no oramos por los demás

como debiéramos, a menos que tomamos

extra tiempo para ello, y permanezcamos

ante Dios lo suficiente para abandonar

nuestro egoísmo y obtener la victoria sobre

nuestras propias necesidades inmediatas.

¿Quiere ser un intercesor? ¿Quieres

aprender a orar por los demás? Entonces,

separa largos períodos de tiempo para la

oración, con suficiente tiempo para

escudriña tu corazón y conocer la mente

de Cristo. Tómate tiempo sin distraerte,

posiblemente para comer o beber o dormir,


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y Dios seguramente te dará una parte de la

bendita carga que está sobre Jesucristo, la

carga para los demás.

7. El poder del Espíritu Santo viene en

respuesta al ayuno y la oración. Hay

muchas cosas por las que podemos orar y

recibir respuesta inmediata. Creo que un

pecador puede confiar en Cristo y ser salvo

al momento, sin dilación. El ladrón en la

cruz sólo tenía que pedir para ser

perdonado. El publicano en El Templo

sólo tenía que decir, "Dios tenga

misericordia de mi un pecador" para ir a

su casa justificado. No sé de ninguna

escritura que enseñe que un pobre pecador

perdido necesite rogar o suplicar y así

intenta a conmover el corazón de Dios o

afligirse a sí mismo para ser salvo.

Cuando el pobre pecador está listo a rendir

su voluntad y poner su confianza en

Cristo, entonces Dios está inmediatamente

listo a perdonar y salvar.

Sin embargo, aunque Dios está

dispuesto a perdonar al pecador


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instantáneamente, hay otros asuntos por

los que debemos orar más tiempo.

Ciertamente, una de las benditas

enseñanzas del Señor, en la cual se hace

énfasis muchas veces, es que debemos ser

perseverantes en la oración. La viuda ante

el juez injusto oró una y otra vez (Lucas

18:1-8). Jesús, al enseñar a Sus

discípulos a orar, primero les dio la oración

modelo llamada "El Padre Nuestro", y

luego les refirió la parábola del vecino que

a la media noche fue y tocó a la puerta

diciendo: "Amigo, préstame tres panes,

porque un amigo mío ha venido a mí de

camino, y no tengo qué ponerle delante"

(Lucas 11:1-13). En este caso, el hombre

que pedía pan, lo pedía para otro que no lo

tenía. Y Jesús dijo exactamente lo que

quería decir en la parábola al concluir en el

versículo 13: “Pues si vosotros, siendo

malos, sabéis dar buenas dádivas a

vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre

celestial dará el Espíritu Santo a los que

pidieran de Él?"


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Notase que el Espíritu Santo fue dado

"a los que lo pidieran". A los que lo piden

como aquel vecino que tocó a la puerta

repetidas veces hasta que lo recibió sólo

por "su importunidad". Esa es una

ilustración para el cristiano que ruega a

Dios por el pan para los pecadores, o en

otras palabras, que pide el poder del

Espíritu Santo para convertirse en ganador

de almas. Y la palabra "pedir" creo que

está en tiempo imperfecto en griego, y

significa que, a los que perseveran

pidiendo, Dios les dará el Espíritu Santo.

Ciertamente antes de Pentecostés, los

discípulos "perseveraban unánimes en

oración y ruego" (Hechos 1:14). De otra

manera estoy seguro, no hubieran recibido

las bendiciones que Dios les dio. Oraron,

pero más que orar -- rogaban a Dios. Y

eso no es todo. Sin duda que también

ayunaron. Jesús había dicho de sus

discípulos: “Mas vendrán días cuando el

esposo les será quitado, entonces, en

aquellos días ayunarán" (Lucas 5:35).


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Apenas se acabó, en cuanto Jesús les fue

quitado, ahora los discípulos, los amigos

del Esposo, ayunaron mientras oraban e

imploraban a Dios por el poder para

empezar Su negocio. Oraron, sí, pero

ayunaron mientras oraban. No sé qué

importancia especial tenga el ayunar -- que

no pusieron a comer sino que se

abstuvieron de ello, es decir, ayunaron.

Lo importante es que dedicaron su corazón

completamente, sin reservas ni

interrupción, a conseguir todo el poder que

Dios tenía para ellos -- para ser dominado,

cubiertos y llenos por el Espíritu Santo.

Cuando Pedro fue a predicar el

Evangelio a Cornelio y su familia, Cornelio

dijo: “Hace cuatro días que a esta hora yo

estaba en ayunas; y a la hora novena,

mientras oraba en mi casa," (Hechos

10:30). Quizá esto es parte del secreto del

por qué Cornelio y su familia fueron llenos

del Espíritu Santo al mismo tiempo que se

salvaron. Creo que éste es el único

ejemplo específico en la Biblia que nos dice


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cómo algunos fueron llenos del Espíritu

Santo y salvos al mismo tiempo.

Evidentemente, todo el examen interior, la

rendición de la voluntad, la confesión de

pecados y todo el sometimiento del corazón

que fueron necesarios para que Cornelio

pudiera ser lleno del Espíritu Santo, fueron

hechos y habían precedido al conocimiento

de la salvación.

Cuando Pablo se convirtió, ayunó y oró

tres días antes de ser lleno del Espíritu

Santo. Lee cuidadosamente el capítulo 9

de los Hechos y verás que Pablo se

convirtió como dice en los versículos 4 y 5.

El versículo 9 dice que estuvo ciego por

tres días y "no comió ni bebió". El ángel

dijo a Ananías, versículo 11: "He aquí, él

ora." Estos tres días de oración y ayuno

prepararon a Pablo para ser lleno del

Espíritu Santo, y en el versículo 17, vemos

que Ananías fue a verlo, enviado por el

Señor, "para que recibas la vista y seas

lleno del Espíritu Santo."


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Ciertamente que la oración y el ayuno

son apropiados para los cristianos que

desean ser llenos del Espíritu Santo.

Volvemos otra vez al mandar a Bernabé

y Pablo en Hechos 13:1-4. Estos profetas y

maestros ayunaron hasta que supieron la

voluntad de Dios. Entonces ayunaban y

oraban más hasta que pudieron poner sus

manos con poder, sobre Pablo y Bernabé

pudiendo así como ir afuera "siendo

mandado por El Espíritu Santo"

D. L. Moody, R. A. Torrey, Carlos G.

Finney, y muchos otros cristianos

poderosos, usados grandemente en el

ganar de las almas, que fueron llenos del

Espíritu Santo después de un largo período

de espera ante de Dios, encontrando su

voluntad, rindiéndose a Él, siendo

moldeados en la rueda del alfarero, por

Dios, el Supremo Alfarero.

III. Un Avivamiento Obtenido Por La

Oración y El Ayuno.


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Muchas experiencias podría contar de

victorias y bendiciones que han seguido a

la oración y al ayuno. Pero la que más

tesoro en mi corazón sucedió en 1921.

Dios me habló al corazón en la Misión

"Pacific Garden", y gustosamente dejé de

enseñar en la universidad para entrar al

ministerio. Dios había llamado a otro

joven llamado Ross, que era un empleado

bancario, y los dos fuimos a la Iglesia

Bautista Corinto, una iglesia rural cerca de

Decatur Texas, para hacer unos servicios

de evangelismo. Ross predicó y yo dirigí el

canto. Nuestro corazón ardía al salir a

ganar almas en esa indiferente comunidad

rural.

La iglesia hacía meses que no tenía

pastor. Me habían dicho que durante años

ningún alma en toda la comunidad había

aceptado a Cristo como su Salvador.

Había dos diáconos, pero sólo uno de ellos

asistió. Predicamos y cantamos en los

servicios del Domingo en la mañana y en la

noche y no hubo movimiento alguno ni lo


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hubo el Lunes, Martes, Miércoles,

Jueves, ni el Viernes por la noche.

Predicamos, cantamos, hicimos obra

personal con individuos todo sin resultado

alguno. Parecía no haber arder de

corazones en los cristianos, ni confesión de

pecado, ni restitución, ni ansiedad por la

salvación de los pecadores perdidos.

Parecía no haber convicción por parte de

los perdidos, ni búsqueda de Dios, y

nuestros ruegos eran contestados con

excusas, pretextos o total indiferencia.

Éramos más dos predicadores jóvenes

desanimados, cuando nos reunimos fuera

del pueblo, en un barranco el sábado por

la mañana a leer la Biblia y a orar juntos.

Nuestros corazones estaban

apesadumbrados. Habíamos dejado todo

para seguir a Jesús y para predicar su

Palabra, ¡y ya nada parecía suceder! Nos

preguntábamos qué hacer. Yo dije: "Creo

que nos debemos decidir a dejar este

trabajo e irnos con nuestra derrota o

proclamar un día de ayuno y oración


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esperando en Dios y su bendición. El

Hermano Ross con gozo estuvo acuerdo.

Entonces pusimos el Domingo como el día

de ayunar y orar.

Ese sábado por la noche, al anunciar a

la gente nuestra convicción y declarar el

domingo como un día para buscar a Dios,

algunos se conmovieron y Dios comenzó a

alentar a la gente. Fuimos temprano el

domingo en la mañana para orar antes de

la Escuela Dominical. Pero cuando la

Escuela Dominical y el servicio de

predicación habían terminado, quedaron

sólo cinco personas para ayunar y orar: el

hermano Ross, un ministro visitante y su

esposa, un diácono del lugar y yo. Todos

los demás se habían ido a tener sus

grandes comidas del Domingo.

No obstante, leímos la Biblia,

confesamos nuestros pecados, y una y otra

vez, el pequeño círculo de cinco inclinó sus

cabezas para orar. Se había anunciado

que a las tres celebraríamos otro servicio

de predicación, así que, más o menos


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veinticinco personas acudieron por eso.

Entonces me puse en pie ante ellos y

pregunté: ¿Qué esperaremos de Dios esta

noche? Estamos pasando este día en su

presencia, confesando nuestros pecados,

buscando su favor. Ahora debemos pedirle

al Señor algo preciso y esperemos Su

bendición esta noche. ¿Qué quieren? Me

paseé entre la congregación y pregunté a

cada persona. "¿No tienen unas peticiones

definidas que hacer?" Finalmente una

mujer dijo: "Me gustaría ver que se salvara

una alma esta noche, pero no tengo la

seguridad de que lo veré".

Insistí en que debíamos esperar la

bendición de Dios. Entonces el pastor

visitante dijo: "Ustedes, predicadores, son

jóvenes en este asunto. Dios no va a

salvar almas aquí hasta que la gente haga

las paces con El. Nunca pagaron al

anterior pastor lo que prometieron. Los

dos diáconos están enojados entre sí. No

espero que se salve nadie".


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Finalmente dije al hermano Ross:

"Ross, vamos tú y yo a nuestro barranco

donde estábamos ayer y oremos juntos, y

tú y yo le pediremos a Dios lo que

queremos, lo reclamaremos y

esperaremos Su bendición".

Pero el hermano Ross era sabio y dijo:

“Hagámoslo aquí. ¿Qué quieres ver esta

noche?"

"Quiero ver que se salven diez almas",

dije, levantando mis diez dedos.

"¿Lo crees?" me preguntó el hermano

Ross. Me dejó de perplejo. No es lo mismo

querer que creer. Pero como el padre que

clamó al Señor Jesús: "Señor, creo; ayuda

mi incredulidad" Marcos 9:24); yo le dije:

"Lo creeré, si tú también lo crees".

Así que juntos ante aquella

congregación, nos estrechamos las manos.

El hermano Ross anunció que en los

servicios de esa noche se salvarían cuando

menos diez personas, y que todo el que

quisiera verlo debería estar allí. El


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ministro visitante interrumpió y dijo;

ustedes están más jóvenes que yo en este

asunto, se están arriesgando a animar a la

gente a creer que se salvará alguien, y si

luego nadie se salva, la gente creerá que

Dios no contesta la oración.

Pero yo contesté: "Dios sí contesta la

oración. Dios salvará diez personas esta

noche. Usted verá si no lo hará".

La gente se hallaba sorprendida. Se

reunieron a cuchichear en pequeños

grupos. Un hombre tomó su sombrero y

salió, oyéndole yo decir al irse: “Si Dios

salva a diez personas aquí esta noche,

nunca más haré otra cosa mala mientras

viva".

Yo no había desayunado ni comido; ¡Y

estaba ahora tan asustado para poder

cenar! El hermano Ross y yo nos

reunimos en el barranco a orar, y recuerdo

que le dije a Dios que no era yo quien me

había salvado a mí mismo, ni me llamé a

predicar. Le recordé al Señor: "Señor, yo te


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dije en Chicago que si Tú querías que yo

predicara, tendrías que salvar almas, que

yo no podía permanecer predicando sin

que las almas fueran salvas. Ahora es Tu

reputación la que está de por medio, no la

mía. Nunca he dicho a la gente que puedo

yo salvar a alguien. Si yo te voy a servir,

tendré que saber que contestas la oración".

Entonces acordamos que ninguna persona

que no fuera salva, debía venir al servicio

sin que hiciéramos un buen esfuerzo para

tratar de ganarla para Cristo. Al caer el

sol, un cochecillo viejo se acercó con un

caballo negro y flaco, manejado por una

mujer viuda que tenía un hijo de doce

años. Yo fui y le hablé al muchacho de su

alma.

Una gran multitud, se reunió esa

noche de verano, llenando la pequeña

iglesia rural y con personas que miraban

desde afuera por las ventanas hacia

dentro. Dirigí un corto servicio de cantos,

y luego el querido hermano Ross predicó

por unos pocos minutos con poder. Invitó


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a la gente que valerosa y abiertamente

vinieran a Cristo. Después que empecé el

himno de invitación. ("Con voz benigna te

llama Jesús",) me volví para mirar a un

hombre llamado Jernigan, contrabandista,

jugador, borracho, blasfemo, que se

sentaba precisamente en el lugar del coro.

En un momento, con labios temblorosos

confesó su necesidad de Cristo y vino

conmigo a contarle al predicador su pecado

y que allí, en ese instante, se arrepentía y

confiaba en Cristo como su salvador, y que

viviría para él.

Atrás, entre el público, una mujer gritó:

“¡Oh, mi hijo, mi hijo!" y veía a su hijo

saliendo de los asientos del coro,

brincando sobre las tres bancas delanteras

como si no tuviera tiempo para bajar por

una orilla. Hacía tiempo que esa madre

oraba por su hijo de diecinueve años, ¡y

cuando el hombre contrabandista vino, él

también lo hizo!

En un momento se llenaron los pasillos

con gente; algunos pecadores pasaban


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llorando para recibir a Cristo, y los padres

y seres queridos se regocijaban por los

suyos que eran salvos.

El hombre que había dicho: "Si Dios

salva a diez personas aquí esta noche,

nunca más haré otra cosa mala mientras

viva", se abrió paso a codazos a través del

pasillo lleno para salir afuera, cerca de una

ventana, agarró a su hijo de diecisiete

años por la muñeca como si fuera un

chiquito, y casi lo arrastró hacia dentro.

Para cuando el joven llegó al altar ya

estaba llorando. Oí que el padre decía:

"¡Arrodíllate!" y el lloroso pecador cayó

sobre sus rodillas. Entonces el padre me

llamó. Pronto puso su confianza en Cristo

y fue felizmente salvo. El padre limpiando

sus ojos con las mangas de su camisa otra

vez salió fuera y trajo a su otro hijo,

repitiéndose la escena. Él también se

salvó.

¡Parecía como si el cielo hubiera

descendido esa noche! El Espíritu de Dios

puso convicción en algunos de los


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muchachos malvados que estaban fuera, y

entraron llorosos buscando al Salvador.

Algunos dentro del edificio, cuando se les

habló de su alma, ¡corrieron hacía la

oscuridad como temiendo por sus vidas!

El lloro, el ruego, la confesión y el gozo

se prolongaron hasta que una lamparita de

petróleo con un reflector de hojalata, que

colgaba de un puntal de la pared, quemó

todo el petróleo y se apagó. Una segunda

lámpara se vació y se apagó. ¡Nadie lo

notó hasta que la última también se apagó!

Entonces se pidió petróleo prestado al

ranchero del otro lado del camino; una o

dos lámparas se llenaron y por fin, como a

las once, decidimos contar trofeos, para

que todos pudieran ver que Dios había

salvado cuando menos a diez.

Pasaron al frente abiertamente ante la

congregación en una larga línea, veintitrés

de ellos, maravillosamente salvados esa

noche.


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He visto mucha más gente salvarse en

un servicio, pero ¡Qué bendición fue esa

experiencia para mí, siendo un joven

predicador que apenas empezaba! yo sé

que el verdadero ayuno, oración y

humillación al esperar ante Dios, obtendrá

la bendición que Dios quiere darnos.

¿Has probado el ayuno, la oración y la

espera ante Dios hasta alcanzar a ver que

la victoria vino?

Amado cristiano, si quieres ayuda en

tus problemas, ora; y si la respuesta no

llega pronta y fácilmente, ayuna y ora.

Ayunar y orar significa; orar sincera,

rendida, ferviente y determinadamente y,

esto te ayudará a encontrar lo que está

mal, te ayudará arrepentirse

honradamente del pecado y abandonarlo,

te ayudará a vencer los malos hábitos,

rencores y tentaciones diarias; te ayudará

a encontrar la sabiduría de Dios y la

dirección del Espíritu Santo; te ayudará a

interceder por otros y te abrirá el camino


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para que recibas el poder del Espíritu

Santo en abundancia.

Amado hijo de Dios, ¿Te sientes dirigido a

intentarlo?

Entonces ora y ayuna hasta que Dios se

reúna contigo en bendición.

Yo, Hno. Sam (editor de este libro), de en

vez en cuando ayuno 24 horas, es decir

dejo tres comidas. Después de dejar la

cena y desayuno - puedo orar bien hasta la

cena y como. Se puede dejar desde la

mañana no comer hasta la siguiente

mañana y orar en la tarde y noche.


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Capítulo 21

"El Pecado De No Orar"

Por Dr. John R. Rice

I Samuel 12:23, "Así que, lejos sea de

mí que peque yo contra Jehová cesando de

rogar por vosotros....".

No orar es un terrible pecado. Para el

pecador perdido es parte de su rechazo

impío de Cristo; para el hijo de Dios es

idéntico con la vida de alejamiento. No

orar es otro nombre para la incredulidad,

la falta de oración es el padre y el

compañero de todo pecado vil, tanto como

la cantina es el padre de la borrachera y

como la lascivia es el padre del adulterio;

no hay ningún pecado vil en el mundo del

cual la falta de oración no sea parte de él y

que una verdadera actitud de oración

pudiera haber prevenido y curado. En sí

misma la falta de oración es, no me cabe la

menor duda, peor que el asesinato, peor


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que el adulterio, peor que blasfemar; es

más fundamental, revela más claramente

el corazón; de hecho aunque el homicidio,

el adulterio y la blasfemia pueda

sorprender a una persona descuidada,

atrapado por la mente carnal; la falta de

oración está en el corazón mismo, en la

mente carnal misma, es un estado de

enajenamiento de Dios.

Mi mayor pecado y el suyo es la falta de

oración. Mis fallas son fallas relacionadas

con la oración. La falta de almas salvas en

mi ministerio se debe principalmente a la

falta de oración no por falta de predicación.

El alejamiento del gozo en mi corazón a

veces es el fruto de la falta de oración. Mi

indecisión, mi falta de sabiduría, mi falta

de guía viene directamente de mi falta de

oración. Todas las veces que he caído en

pecado, que he fallado en mis deberes, que

he estado desprovisto de poder o

desconsolado por falta de consuelo se lo

puedo atribuir al pecado de la falta de la


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oración. ¡Oh pecado horrible la falta de

oración!

El problema con las iglesias es la falta

de verdadera oración. El problema con los

predicadores es el mismo pecado, el

problema con los de la banca es también el

destructor pecado de la falta de oración.

Para todo pecado que hemos cometido,

toda falla, toda escasez, Dios habría

tenido un remedio y una cura si

hubiéramos orado suficientemente y en

forma efectiva.

Es un pecado cuando oramos y

pedimos mal para gastarlo en nuestros

deleites, es un pecado cuando oramos sin

fe; es triste más de lo que las palabras

pueden expresar cuando hay una mala

relación familiar, cuando hay agravias que

no han sido corregidos, cuando hay falta

de perdón, o rebelión o falta de amor por la

Biblia o cualquier otro amor secreto por el

pecado que se interpone a nuestras

oraciones; pero el mayor pecado


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relacionado con la oración, de todos es

simplemente no orar.

Nuestro más grande problema no es de

que oramos en forma equivocada sino que

oramos muy poco o sencillamente no

oramos, tenemos nuestras frases formales

con las que simulamos orar pero muy

frecuentemente son muy poco diferentes

en realidad a las "aves marías", a los

"padres nuestros" de nuestros amigos

católicos o a las palabras formales en las

ruedas de oración de los budistas.

La oración en el sentido de pedir a Dios

cosas tan directamente como una mujer va

a la tienda del supermercado con su

canasto para comprar comestibles, o como

el motorista que conduce a la estación de

gasolina para proveerse de gasolina o de

aceite, o como el niño que dice: pásenme el

pan por favor; yo digo que la verdadera

oración de ir en forma definitiva y directa y

con determinación a Dios para obtener

cosas, es un proceso desconocido y que no

ha sido experimentado por la mayoría de


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los cristianos y esta falta de oración es lo

que está detrás de toda la falta de fruto, de

toda la falta de poder, de la falta de gozo en

la vida del cristiano promedio. Los

discípulos le rogaron a Jesús "Señor

enséñanos a orar" ellos no dijeron: “Señor

enséñanos cómo orar", simplemente

pidieron "Señor enséñanos a orar". ¡Oh

que el pueblo de Dios abandonara su

pecado de falta de oración y se pusiera a

orar!

I. La Prueba De Que No Orar Es Pecado

¿Necesitamos probarlo? En primer

lugar no orar es pecado ya que la Biblia

claramente así lo llama. Samuel les dijo a

los hijos de Israel

"Así que, lejos sea de mí que peque yo

contra Jehová cesando de rogar por

vosotros...", 1 Samuel 12:23.


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El Espíritu Santo lo puso en el corazón

de Samuel para que lo dijera y el mismo

Espíritu Santo lo había ya registrado para

nosotros en la Biblia que dejar de orar es

pecado.

En segundo lugar, muchos, muchos,

muchos pasajes de la escritura mandan

orar a los cristianos. Estos pasajes de la

escritura también demandan que oremos

todo el tiempo orando sin cesar, en 1 Tes.

5:17 dice: "Orad sin cesar".

Y ese versículo no tiene contexto

inmediato, no hay modificaciones, es un

mandato impactante, directo, que los

cristianos deben de orar literalmente sin

cesar.

Una vez más "Jesús les refirió una

parábola sobre la necesidad de orar

siempre, y no desmayar" Lucas 18:1.

Los hombres deben orar siempre y

nunca rendirse, ese es el mandato de

Jesucristo, no obedecerlo es pecado.


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Al cristiano le es mandado ponerse

toda la armadura de Dios, "Estad, pues,

firmes, ceñidos vuestros lomos con la

verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

y calzados los pies con el apresto del

evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el

escudo de la fe.... Y tomad el yelmo de la

salvación, y la espada del Espíritu, que es

la palabra de Dios; orando en todo tiempo

con toda oración y súplica en el Espíritu, y

velando en ello con toda perseverancia y

súplica por todos los santos" Efesios 6:14-

18.

Hay muchos mandamientos en la

Biblia en relación a que los cristianos

deben orar, Jesús advirtió a sus discípulos

más de una vez "velar y orar" para que no

cayeran en tentación.

Vemos repetidamente que Dios le dice

al cristiano "orar sin cesar", "los hombres

deben siempre orar y no desmayar", "orar

siempre con toda oración"; y cualquier

violación al mandato sencillo de Dios es


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pecado; cuando no oramos somos

rebeldes, hijos desobedientes.

Note la medida de nuestro pecado de

no orar, debemos orar todo el tiempo,

nunca cesar; cualquier cosa que se quede

corta de una oración constante es por lo

tanto desobediencia y pecado. Si por un

período corto de tiempo no oramos como

debiéramos, entonces hemos pecado. Y si

esa negligencia pecaminosa por la oración

continúa, con pequeños intervalos a través

de horas, días, semanas y meses o aún

años -- como ocurre en la vida de muchos

cristianos -- entonces no orar es un pecado

extendido, es un pecado habitual y

verdaderamente es una vida de pecado. No

orar en forma continua por largo tiempo es

la misma clase de pecado extendido como

la borrachera o como el hábito de la

drogadicción que es repetida, extendida y

habitual.

¿Pero cómo puede uno orar sin cesar?

¿no es eso un estándar imposible? Yo le

respondo que la Biblia puede tomarse en


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forma literal, los estándares de Dios son

estándares correctos, y las palabras de

Dios dicen lo que intentan decir y

significan lo que dicen; la oración debe

provenir de un corazón como la fragancia

del incienso que se quema en el altar día y

noche todo el tiempo.

El alma de un cristiano puede ser de

tal forma poseída por Dios, tan hambriento

por su presencia, que tanto la mente,

consciente y subconsciente puede

continuar la súplica, la búsqueda del

rostro de Dios y su voluntad y sus métodos

y su obra. Aquí tenemos un ejemplo: un

bebé duerme en su cuna cuando toda la

familia está acostada, la madre se dispone

a descansar y en la noche hay una

pequeña disturbación e instantáneamente

la madre se despierta, ella estaba

escuchando, estaba cuidando al pequeñito,

aun cuando ella dormía. Su alma estaba

tan determinada al cuidado de su pequeño

que cuando su mente consciente dormía el

subconsciente tomó su puesto de estar


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atento en su oído y de vigilar aun a través

de la obscuridad. En el campo del

ganado del occidente de Texas en donde yo

crecí, la mayor parte de mi trabajo durante

mi niñez fue hecho montado en un caballo.

Muchos días yo monté por largas horas,

algunas veces 10 o 12 horas al día. En

una ocasión después de un día largo y

cargado, ya era bastante tarde, en la

noche, cuando cansado hasta estar

exhausto me dirigí en mi caballo color

rojizo rumbo a casa; al seguir él, el largo

camino a través de los pastos del rancho

yo iba sentado derecho en la silla

profundamente dormido, cuando llegó al

puerta y se detuvo desperté. Cuando hube

abierto la puerta y pasé y lo cerré, una vez

más dormí en la silla hasta que el cansado

caballo se detuvo a la puerta del corral.

Mis músculos hicieron su trabajo

acostumbrado de años cuando mis

párpados estaban cerrados y yo dormía,

pero parte de mí estaba consciente de mi

caballo, mis pies en los estribos y el


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movimiento acostumbrado y yo despertaba

instantáneamente cuando el caballo se

detenía.

Mi querido amigo, si una madre puede

estar consciente de su bebé cuando

duerme, y si un jinete puede estar

consciente de su caballo y mantener su

equilibrio mientras duerme; ¿acaso no

podrán los cristianos que con toda su alma

aman al Señor y anhelan las bendiciones

seguras que buscan, estar todavía

conscientes de Dios cuando duermen?

Una persona hipnotizada puede llevar a

cabo ciertas órdenes a través del control de

la mente subconsciente, así es por lo tanto

tonto decir que no podemos hacer lo que

Dios nos manda sobre la oración

simplemente porque nuestra conciencia

está dirigida a otros asuntos, o porque

dormimos. Algunas veces, muy pocas (que

Dios me perdone) he despertado de mi

sueño para encontrarme en la misma

presencia de Dios, algunas veces he

despertado en medio de una oración


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consciente. ¡Cuán grande es nuestro

pecado cuando no oramos! Ya que Dios

nos ha mandado "orar sin cesar, orar

siempre, orar con toda oración siempre,

por todos los santos".

Cada momento de falta de oración

entonces es pecado. No orar por períodos

de tiempo largos y continuos es un pecado

continuo, es un pecado habitual, es vivir

en pecado, ya que es desobediencia al

mandamiento llano y muy repetido de

nuestro padre celestial y del Señor

Jesucristo.

En tercer lugar no orar es pecado

porque deja la puerta abierta para todos

los otros pecados.

Esto se establece claramente por el

mandato de Jesucristo en Marcos 14:38

"Velad y orad, para que no entréis en

tentación; el espíritu a la verdad está

dispuesto, pero la carne es débil".


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Debemos orar y velar o continuar en

forma alerta en la oración, como la única

medida preventiva segura para no entrar

en tentación; en forma similar el mandato

es dado en Lucas 22:40 "....orad que no

entréis en tentación", si los discípulos

necesitaron de esa advertencia en el huerto

de Getsemaní con Jesús cuánto más lo

necesitamos nosotros ahora.

En efecto en la oración modelo del

Señor, la oración para todos aquellos que

verdaderamente pueden llamar a Dios

"nuestro padre que está en los cielos", se

nos enseña expresamente a orar "y no nos

metas en tentación más líbranos del mal".

La oración es el remedio para la

tentación, la oración es la manera para

vencer al Malo.

Relacionado con esto hacemos bien en

recordar que "toda la armadura de Dios"

de la cual somos mandados a estar

vestidos para que "podamos estar firmes

contra las asechanzas del diablo", y una


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vez más "para que podáis resistir en el día

malo" incluye "orar siempre con toda

oración y súplica en el espíritu velando en

ella con toda perseverancia y súplica por

todos los santos". La oración vence a

Satanás, por la oración uno puede estar

firme contra las asechanzas del diablo y

estar firme en el día malo.

Un cristiano que estaba esclavizado por

el hábito del tabaco me dijo: "yo puedo

aguantar un medio día pero después tengo

que tener un cigarro". Me dijo como él

había orado todos los días por este asunto

y por horas parecía que había tenido la

victoria pero antes que el día terminara

una vez más el caía en la tentación y el

pecado. Yo le mostré que a él se le había

dado la victoria por la oración por un poco

de tiempo y lo que lo que él necesitaba era

victoria continua y que para que él tuviera

victoria continua necesitaba orar más. Me

prometió orar cada media hora si era

necesario y apartar tiempo de su trabajo y

alejarse a un lugar a solas hasta que


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tuviera la victoria y continuar así hasta

que la victoria permanente hubiera llegado,

Y así él conquistó aquello por lo cual había

sido esclavizado.

Nuestra manera de hablar querido

amigo ¿no sería diferente si uno hubiera

orado como David "pon guarda a mi boca,

oh Jehová; guarda la puerta de mis labios",

o también, "sean gratos los dichos de mi

boca y la meditación de mi corazón delante

de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor

mío"? Salmos 141:3 y 19:14. Y si Pedro

hubiera pasado tiempo orando en vez de

dormir en el huerto de Getsemaní ¿el

resultado no hubiera sido mucho mejor?

Seguramente él cayó en la trampa porque

no oró.

Y así nosotros también negamos a

Cristo y maldecimos y juramos y puede ser

delante de los enemigos de Dios porque no

estamos fortalecidos en el lugar secreto por

la oración.


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Un viejo proverbio dice: "Satanás

tiembla cuando ve que el más débil de los

santos se arrodilla", y bien que lo haga si

ese santo realmente en forma directa y

persistente clama a Dios para que le ayude

contra el pecado y para que lo mantenga

fuera de la tentación y para vencer al malo.

El gran Juan Bunyan autor del

"Progreso del Peregrino" escribió: "La

oración hará que el hombre deje de pecar

así como el pecado va a tentar al hombre a

dejar de orar", Obras volumen 1 pág. 65.

Sin duda alguna todos nuestros

pecados se originan por nuestra falta de

oración, sin duda alguna la oración sincera

y de todo corazón, la oración totalitaria es

el remedio para tener la victoria sobre

nuestros pecados.

En cuarto lugar una prueba final de

que no orar es pecado, la tenemos si sólo

examinamos los registros concernientes a

los cristianos de la Biblia. ¡Cómo oraron!

Si aquellos que agradaron a Dios oraron


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mejor, continuamente, oraron

persistentemente y oraron hasta alcanzar

la gloria, entonces seguramente nosotros

pecamos cuando no nos asemejamos a

ellos.

El mejor ejemplo es Cristo mismo, se

nos dice que iba a una montaña aparte a

orar Mateo 14:23. La gente le traía a los

niños para que les pusiera las manos y

orara Mateo 19:13. En el huerto de

Getsemaní él dijo: "Sentaos aquí, entre

tanto que voy allí y oro" Mateo 26:36. "Y

él se fue y se alejó a un lugar solitario y allí

oró" Marcos 1:35. Y una vez más él se

apartó a una montaña a orar Marcos 6:46.

Grandes multitudes se reunieron para

escucharle y para ser sanados y él se

apartó al desierto y oró Lucas 5:16. En el

siguiente capítulo se nos dice: "En aquellos

días él fue al monte a orar y pasó la noche

orando a Dios" Lucas 6:12.

Y la mayoría de nosotros se nos olvida

que cuando Jesús estuvo en el monte de la

transfiguración él fue glorificado delante de


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sus discípulos él había ido allí a orar y "al

orar la apariencia de su rostro fue

cambiada Lucas 9:28 y 29. A la mayoría

de nosotros se nos ha olvidado que Jesús

estaba orando cuando los discípulos le

pidieron que los enseñara a orar y

entonces les dio la oración modelo. Fue la

oración de Jesús que condujo a la gran

confesión por Pedro de que Jesús era el

Cristo de Dios como se ve en Lucas 9:18-

21. Cuando Jesús le dijo a su Padre "yo

sabía que siempre me escuchas" en Juan

11:42, debe haber querido decir de que él

siempre estaba orando. ¡Qué Dios nos

perdone de que no oramos como Cristo

oró! Nuestra falta de oración muestra

cuanto ignoramos los mandatos de Dios de

asemejarnos a Jesucristo.

En los tiempos bíblicos el templo era

literalmente "la casa de oración" y fue

hecha con el propósito de que fuera eso

para todas las gentes. Los Cristianos de la

Biblia ayunaron, oraron en ceniza y cilicio

y lloraron mientras oraban, muchas veces


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estuvieron en vela toda la noche en

oración. Pablo y Silas oraron a la media

noche en la cárcel de Filipos; un pequeño

grupo en la casa de María oró por largas

horas hasta que Pedro fue librado de la

cárcel Hechos 12:13-17. Antes del

pentecostés los apóstoles y María y los

hermanos de Jesús y algunos otros

continuaron unánimes en oración y

súplica, Hechos 1:14, hasta que el poder

del Espíritu Santo vino sobre ellos como

había sido prometido. Más adelante

cuando los apóstoles convocaron a algunos

de los diáconos para que se encargaran de

atender las mesas de las viudas pobres les

prometieron: "Y nosotros persistiremos en

la oración y en el ministerio de la palabra",

la oración primero y la predicación

después, Hechos 6:4.

Cuando hombres consagrados se

reunieron en Antioquía como "Bernabé,

Simón, Lucio, Manaén y Saulo, ellos

ministraron a Dios y ayunaron hasta que

el Espíritu Santo dijo: Apartadme a


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Bernabé y a Saulo para la obra a que los

he llamado. Entonces, habiendo ayunado

y orado, les impusieron las manos y los

despidieron", Hechos 13:1-3.

Ese es el secreto de todos los grandes

movimientos misioneros. "La oración",

"ministrando al Señor", "ayunando" y una

vez más "orando y ayunando". Todas

nuestras excusas por la falta de poder del

Espíritu de Dios, como fue manifiesto en

los tiempos del Nuevo Testamento, podrían

ser correctamente ignoradas. La verdadera

diferencia entre las iglesias

Neotestamentarias y las iglesias de hoy,

entre los predicadores del Nuevo

Testamento y los predicadores de hoy,

entre los cristianos del Nuevo Testamento

y los cristianos de hoy, es en la cuestión de

la oración y el poder que viene por medio

de la oración.

Si los cristianos del Nuevo Testamento

tuvieron la idea correcta de servir al Señor,

entonces nosotros tenemos la idea

equivocada. Si ellos tuvieron razón en la


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manera de orar entonces nosotros estamos

equivocados por no orar tanto como ellos lo

hicieron, si no seguimos el ejemplo de los

héroes de la Biblia en la oración, entonces

nuestra falta de oración es pecado.

Y si nos comparamos con los

misioneros como Cary, Judson y Hudson

Taylor, ¡qué deslumbrante es el pecado de

nuestra falta de oración!

Cuando nuestra falta de oración se

compara con las oraciones de Brainerd,

quien pasaba días en ayuno y oración a

menudo de rodillas en la nieve, en los

bosques primitivos rogando a Dios por la

salvación de los indios [en EEU], ¡cuán

falsas parecen nuestras excusas para no

ganar almas!.

Cuando leemos de las largas vigilias de

Carlos G. Finney en los bosques o en las

pilas de paja o en los días de ayuno y

oración que resultó en un bautismo nuevo

y fresco de poder una y otra vez y en

avivamientos maravillosos y en cientos de


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almas salvadas, ¿cómo podemos disculpar

nuestro pecado de la falta de oración?

Cuando aprendemos cómo Jorge

Muller, oraba y alimentaba a miles de

niños huérfanos, cómo oraba y enviaba

misioneros hasta el fin del mundo, como

oraba y daba Biblias y libros y tratados por

miles y miles, y como recibió más de 7

millones de dólares de Dios sin jamás

haberle pedido a un hombre un solo

centavo, cuando él suplicaba a Dios y

argüía con Dios y sabía lo que era esperar

diariamente en -- Dios comparados con

Muller, ¡que pecadores somos nosotros en

nuestra falta de oración!

II. Los Resultados Tristes De Nuestra Falta

De Oración

Además del hecho de que nuestra falta

de oración abre la puerta a todo pecado,

quiero llamar su atención a algunos

resultados trágicos de nuestra falta de

oración.


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En primer lugar el pueblo de Dios no

tiene lo que debería de tener. Muchos no

tienen sus necesidades diarias porque no

oran como se les ha mandado orar: "El pan

nuestro de cada día, dánoslo hoy" Mateo

6:11. Sin duda muchos de los que están

enfermos, están todavía enfermos porque

no han obedecido al mandamiento de Dios

"está alguno enfermo entre vosotros haga

oración". Y muchos de los que

permanecen enfermos es porque no

"llaman a los ancianos de la iglesia para

que oren por él ungiéndole con aceite en el

nombre del Señor" como el Señor lo dijo y

así no han recibido la bendición prometida

de que "la oración de fe salvará al

enfermo... y si hubiere cometido pecados le

serán perdonados",

Santiago 5:13-15.

Muchos están indecisos en duda sobre

su deber, les falta sabiduría porque no han

obedecido a Dios cuando él les ha

mandado, "Y si alguno de vosotros le falta

sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos


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abundantemente y sin reproche, y le será

dada", Santiago 1:5. Tales cristianos "no

tienen porque no piden" Santiago. 4:2. No

piden y por lo tanto no reciben, no buscan

y por lo tanto no encuentran, no llaman y

por lo tanto la puerta no se les abre Mateo

7:7-8.

Algunas veces hay otros impedimentos

pero muchas, muchas veces simplemente

no tenemos porque no pedimos. Muchos

de los hijos de Dios van por este mundo

como huérfanos como si Dios no los

amara, como si Dios no pudiera o no

quisiera cuidar de los suyos, ¡qué triste!

Israel anduvo vagando por 40 años en

el desierto antes de entrar en la tierra

prometida, ellos podrían haber tenido lo

que Dios quería que ellos tuvieran antes.

Yo esperé para casarme hasta terminar la

universidad y pagar mis deudas de la

escuela y después mi novia me dijo que

ella se habría casado conmigo desde antes

¡si tan sólo se lo hubiera pedido! Mucha

de la pobreza y frustración y la falta de


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victoria y de gozo que aflige a los cristianos

es simplemente porque no oran. ¡Oh los

resultados de la falta de oración!

Muchos cristianos mueren

prematuramente porque no oran. Hay

muchos ejemplos en la Biblia de esto. En

2 Crónicos 16:12-13 "En el año treinta y

nueve de su reinado, Asa enfermó

gravemente de los pies, y en su

enfermedad no buscó a Jehová, sino a los

médicos. Y durmió Asa con sus padres, y

murió en el año cuarenta y uno de su

reinado". Asa estaba enfermo y en su

enfermedad no buscó al Señor sino a los

médicos y murió. La clara implicación es

que si él hubiera orado, él hubiera vivido.

En 1 Crónicos 10:13-14 se nos habla

de la muerte del Rey Saúl "Así murió Saúl

por su rebelión con que prevaricó contra

Jehová, contra la palabra de Jehová, la

cual no guardó, y porque consultó a una

adivina, y no consultó a Jehová; por esta

causa lo mató, y traspasó el reino a David

hijo de Isaí". Aquí claramente se infiere


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que Saúl murió por sus transgresiones y

particularmente por pedir el consejo de

una médium espiritualista en vez de orar

al Señor.

Por otro lado, en Isaías 38:1, 2,5 dice

"En aquellos días Ezequías enfermó de

muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de

Amos, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu

casa, porque morirás, y no vivirás.

Entonces volvió Ezequías su rostro a la

pared, e hizo oración a Jehová,... Entonces

vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

Ve y dí a Ezequías: Jehová Dios de David

tu padre dice así: He oído tu oración, y

visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a

tus días quince años". Claramente

Ezequías hubiera muerto de acuerdo al

plan original de Dios. Cuando oró, Dios

cambió su plan.

La Biblia no nos enseña que el que ora

va a vivir para la eternidad, sin morir, pero

sí enseña que muchos mueren

prematuramente cuando deberían de vivir


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más, con más grandes bendiciones si

hubieran orado.

De la misma manera otra gente muere

porque simplemente no ora. Por ejemplo:

Dios había planeado destruir a toda la

nación de Israel y hacer de Moisés y su

familia una nueva nación, pero Moisés oró

y Dios los perdonó y no hizo "aquel mal

que había pensado hacer a su pueblo"

Éxodo 32:9-14.

Es probable que la oración de Abraham

haya rescatado a Lot vivo de Sodoma. Y

sabemos que Dios escuchó la oración Ester

y de sus siervas y de Mardoqueo y sus

amigos para salvar las vidas de los judíos

que iban a ser destruidos por la

conspiración de Amán como se nos dice en

el libro de Ester. Dios hubiera detenido la

guerra y dado una victoria más pronto si

hubiéramos orado como debimos salvando

a millones de vidas.

Así debido, a nuestra falta de oración

nos perdemos de muchas, muchas


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bendiciones. La gente está enferma

cuando debería de estar bien, algunos

mueren cuando deberían de vivir, algunos

negocios fracasan cuando deberían

prosperar y la gente sufre hambre y falta

de ropa adecuada cuando deberían estar

bien cubiertos y bien alimentados para la

gloria de Dios si tan sólo hubieran orado.

En segundo lugar otro resultado triste

de nuestra pecaminosa falta de oración es

que la obra de Dios sufre y languidece. En

2 Cron. 7:14 Dios claramente promete

escuchar a Su pueblo cuando vengan en

humildad y en oración y súplica y

arrepentimiento. Nosotros sabemos de

muchos, muchos avivamientos en los

tiempos bíblicos que vinieron como

resultado de períodos de oración y de

esperar en Dios. Siempre es cierto que no

tenemos avivamientos porque no oramos

sinceramente con un abandono santo, así

como obedecer a Dios. Por supuesto la

clase de oración correcta nos va a llevar a

la obediencia y al poder.


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Los orfanatorios en Bristol, Inglaterra,

fundados por Jorge Muller prosperaron por

la oración. Era tan manifiesto que nadie

podía dudar que la única razón esencial

por la que Dios bendijo y mandó los

medios necesarios era porque el pueblo

había orado con expectación y con

fidelidad. Muller no le pidió dinero a nadie

y a menudo no le daba a conocer a nadie

sus necesidades excepto a Dios.

¡Qué ejemplo para probar que cuando

la obra de Dios languidece es por falta de

oración! Y por supuesto me refiero a la

obra que es realmente la obra del Señor.

No me refiero que nosotros podemos, por la

oración contraria a la voluntad de Dios,

hacer que prospere nuestra propia obra

diciendo... "En el nombre de Cristo". Sino

que la obra de la planeación del mismo

Señor languidece solamente cuando el

pueblo de Dios no ora obedientemente.

Hudson Taylor y La Misión Interior de

la China son una evidencia moderna de

que la obra de Dios languidece por la falta


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de oración y que prospera bajo la oración.

Cuando muchas misiones

denominacionales que dependían de la

organización denominacional y la

promoción para sus fondos eran

abrumadas por sus deudas y tuvieron que

atrincherarse continuamente; la Misión

Interior de la China, que avanzaba

solamente por la fe dependiendo solamente

de Dios sin ninguna organización para

levantar fondos prosperó y creció

esparciendo el evangelio a millones, y

enviando continuamente nuevos grupos de

obreros los cuales eran bien provistos en

respuesta a la oración.

En muchos, muchos casos cuando he

sido usado por Dios en una campaña de

avivamiento bendecida en alguna

localidad, uno o dos cristianos

consagrados me han dicho: - "He estado

orando por dos años para que Dios lo

trajera a usted aquí para estos servicios",

o: "Esta campaña es la respuesta a mi

oración diaria de muchos años." ¡Oh si la


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gente simplemente orara! Orara

fervientemente, orara en forma efectiva y

orara con un santo abandono, la obra de

Dios no languidecería. El decaimiento en

las iglesias, el enfriamiento o apagamiento

de los fuegos de avivamiento, la tibieza en

las iglesias son el fruto de nuestra falta de

oración.

En tercer lugar innumerables almas

van al infierno porque no los oramos.

Nada podría mostrar más incisivamente la

iniquidad de la falta de oración que esto; si

los cristianos no oran como deberían

muchos de que ellos pudieran ganar irán

al infierno.

Es fácil ver que la gente no puede ser

salva sin el evangelio. La Biblia tan

claramente dice "¿Cómo, pues, invocarán

a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo

creerán en aquel del cual no han oído? ¿Y

cómo oirán sin haber quién les predique?"

Rom. 10:14. Si nadie va a predicar el

evangelio y si los pecadores no escuchan el


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evangelio, entonces los que podrían ser

salvos no serán salvos.

Pero así es igualmente cierto que si la

gente sigue sin orar su ministerio será

inefectivo y en la proporción en que oren,

ellos mismos al ser elevados a Dios en

oración ferviente por otros, su ministerio

será movido poderosamente por el Espíritu

de Dios para la salvación de las almas. Es

absolutamente imposible desconectar el

fuego del avivamiento de la oración. Es

absolutamente necio suponer que alguien

va a tener un ministerio fructífero si no es

sostenido o llevado a Dios por oración

ferviente ya sea por el ministro solo o por

sus propias oraciones unidas a las

oraciones de otros. ¡Oh cuántas pobres

almas perdidas están en el infierno hoy,

porque alguien no oró!

III. Lo Que El Pecado De La Falta De

Oración Revela De Nuestros Corazones

Malas.


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Si alguien mata a una persona eso

puede mostrar odio premeditado,

homicidio deliberado, o puede mostrar un

arranque repentino de mal carácter en un

pleito, o puede mostrar simplemente falta

de cuidado al conducir, o el homicidio. O a

muerte puede haber sido completamente

accidental.

Cuando una persona se emborracha

puede mostrar que está enfermo,

esclavizado por el hábito, que en realidad

es una enfermedad. Tal hombre puede

merecer más lástima que culpa, y él bajo

otras circunstancias podría ser alguien

generoso, honesto, amado y respetado

grandemente por aquellos que lo conocen.

Cuando una persona comete adulterio

puede mostrar un curso de mucho tiempo

de pecado deliberado y de depravación, o

puede ser simplemente el resultado de un

arranque inesperado de pasión bajo una

situación de tentación poco común tal que

la persona no esperaba y bajo


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circunstancias bajo las cuales la mayoría

hubiera también cedido.

Todos estos pecados externos

impactantes muestran algo del pecado en

el corazón. Pero no revelan tanta maldad

como el pecado de la falta de oración,

porque el pecado de no orar revela algunas

cosas impactantes sobre el estado del

corazón de todos nosotros que no oramos

constantemente, que no vivimos en la

actitud de una oración incesante.

En primer lugar no orar muestra una

falta de un disfrute real de Dios. Debemos

afrontar con sinceridad el hecho de que la

mayoría de nosotros realmente no

disfrutamos la oración, de lo contrario

oraríamos más. Comemos porque tenemos

hambre el cuerpo demanda el alimento.

Dormimos porque estamos cansados el

cuerpo demanda el descanso. Visitamos a

la gente porque nos gusta el

compañerismo. Si trabajamos más duro y

el cuerpo necesita más alimento. Si

tenemos necesidad de ello entonces


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comemos más; si estamos particularmente

enamorados de alguien anhelamos más su

compañía y pasamos más horas en su

presencia cuando sea posible. Cuando

estamos agotados en forma poco común y

cansados el cuerpo demanda más

descanso y dormimos más tiempo si es

posible.

Esto simplemente ilustra el hecho de

que si su corazón estuviera más

hambriento por Dios usted oraría más. Si

uno realmente disfrutara Su presencia uno

la buscaría. Si uno disfrutara orar más

que hacer las otras cosas que hacemos,

oraríamos más, leeríamos menos,

jugaríamos menos, comeríamos menos o

dormiríamos menos.

La falta de oración prueba que realmente

no disfrutamos a Dios.

Seamos sinceros al escudriñar nuestro

propio corazón en esto: ¿Nosotros a

menudo no oramos simplemente como una

cuestión de deber? Hace 2 días un joven


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se me acercó con gran gozo diciendo:

"Hermano Rice, antes de escuchar su

mensaje sobre la oración, la oración era

una carga para mí, oraba porque sentía

que debía hacerlo pero era difícil y no lo

disfrutaba, pero ahora gracias a Dios se ha

convertido en un gozo el orar".

Estoy inclinado a creer por el

testimonio de miles que la oración del

cristiano promedio es difícil y una carga.

Oramos poco porque no lo disfrutamos.

Oramos tanto como lo hacemos,

grandemente debido al sentido del deber o

de absoluta necesidad. Y nuestra

languideciente oración cuando oramos,

unido al hecho de que realmente o ramos

muy poco de todos modos, demuestra que

nuestros pobres corazones impíos no se

sienten a gusto con Dios, no disfrutamos a

Dios, no nos deleitamos en su presencia y

en su compañerismo consciente. ¡Qué

impío es este pecado!

La queja de Isaías citada por el

Salvador era que "Este pueblo de labios


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me honra; más su corazón está lejos de mí"

Mateo 15:8; Cristo en forma franca se

dirigió a tales gentes "hipócritas".

¿Cuántos de nosotros, (me pregunto),

oramos en una manera que honra a Cristo

con nuestros labios y nos acercamos a él

con nuestras bocas, pero nuestros

corazones están muy alejados? ¡Oh, si

nuestros corazones no están en nuestras

oraciones, si no amamos acercarnos a

Dios, si no disfrutamos orar, si la oración

no nos es dulce, cuán pecaminosos son

nuestros corazones impíos!

Sin duda, mucho del fracaso de la poca

oración que hacemos es una muestra o es

evidenciada de la dulce promesa en

Jeremías 29:12-13 "Entonces me

invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo

os oiré; y me buscaréis y me hallaréis,

porque me buscaréis de todo vuestro

corazón". ¡Oh, Dios no está lejos! Dios

tiene hacia nosotros como lo dice el verso

anterior "pensamientos de paz y no de

mal". Dios está más ansioso de


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escucharnos de lo que nosotros estamos de

orar, si solamente lo buscáramos con todo

nuestro corazón.

¿Ha escudriñado usted su propio

corazón sobre este asunto -- sobre si

realmente usted disfruta la presencia de

Dios? ¿Si usted disfruta orar más que

hacer otras cosas, no oraría usted más?

Muchos hijos o hijas que aman a

mamá y papá pero tienen muy poco en

común con ellos, buscando más bien la

compañía de los de su edad en los bailes o

en el cine. Quizás hay buenos hombres

que aman a sus esposas, pero de una

manera que las encuentran aburridas y

poco atractivas, por eso se alejan del hogar

para buscar una compañía que disfrutan

más, o para esconderse en un periódico o

en un libro.

¡Qué triste que algunos de nosotros

somos así para con Dios! Si somos hijos

nacidos de nuevo de Dios, entonces lo

amamos, por supuesto. En nuestros


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corazones hemos recibido el Espíritu de

adopción por el cual clamamos: ¡"Abba,

Padre"!. Pero triste es decir que muchos de

nosotros no disfrutamos realmente nuestro

Padre celestial y pasamos poco tiempo en

Su compañía, poco tiempo pidiéndole Sus

bendiciones y recibiendo las que nos Él ha

ofrecido. Nuestra falta de oración

demuestra que realmente no disfrutamos a

Dios.

En segundo lugar nuestra falta de

oración demuestra nuestra incredulidad.

Hebreos 11:6 dice "Pero sin fe es imposible

agradar a Dios, porque es necesario que el

que se acerca a Dios crea que le hay, y que

es galardonador de los que le buscan".

Romanos 10:14 dice "¿Cómo, pues,

invocarán a aquel en el cual no han

creído?". Yo supongo que eso significa

principalmente que los perdidos no

invocan a Dios para salvación a menos que

en sus corazones hayan creído que él es

capaz y que está deseoso de salvarlos. La

oración es la prueba de la fe en el pecador


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perdido. Pero ¿no es igualmente cierto que

la oración es la prueba de fe en el

cristiano?

¿Cómo podemos orar si no creemos que

la oración tiene su recompensa? ¿Cómo

podemos realmente orar si no creemos que

podremos llegar a algún lado o que

podemos conseguir algo de Dios? Cuando

nos enfermamos vamos al doctor primero

en vez de orar porque realmente tenemos

más confianza en el doctor que en Dios,

pensamos en la medicina antes de pensar

en la oración. No me refiero que la

medicina y los doctores y los hospitales

deben ser evitados por los cristianos. Dios

frecuentemente utiliza medios para su

bendita obra. Él utiliza a los cristianos y

ganadores de almas personales para salvar

a los pecadores. El a menudo utiliza

alimentos, medicinas y tratamientos para

sanar al enfermo. Pero ¿no es obvio que el

hijo de Dios que realmente cree que la

sanidad depende de Dios, y de la sanidad

ya sea a través de doctores y la medicina o


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sin ellos debe venir de Dios? --¿no es obvio

que el que cree eso, orará antes de hacer

otras cosas? Yo creo que no hay duda de

que nuestra falta de oración prueba que

realmente tenemos poca confianza en

obtener respuestas a nuestras oraciones.

No orar es una prueba de incredulidad y la

incredulidad es pecado, un pecado que nos

rodea y que debemos poner a un lado

mirando a Jesús el autor y consumador de

nuestra fe Hebreos 12:1-2. He conocido

gente que dice: - "sí, yo creo en la oración

tanto como cualquier otro", o: "por

supuesto que tengo mucha fe en Dios", y

sin embargo cuando se enferman han

dependido más de los doctores, cuando se

han quedado sin trabajo han dependido

más de las agencias de desempleo, cuando

estuvieron en necesidad fueron con sus

parientes para pedirles ayuda antes de

pedirla a Dios. Para ellos la fe era un

cierto sentimiento, una posición general

doctrinal.


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Pero la verdadera fe, la fe viviente;

absolutamente debe expresarse en invocar

a Dios para cualquier necesidad y deseo

que uno tenga. Del resultado final de

nuestra oración restemos todo lo que

oramos por deber y restemos todas las

oraciones que hacemos para ser vistas de

los hombres y lo poco que quedaría será

realmente la medida de nuestra fe en Dios,

que es escuchada y contestada. ¡Oh que

Dios nos perdone por este pecado de

incredulidad!

En tercer lugar nuestra falta de oración

demuestra nuestra pereza. La oración es

trabajo pesado. Demanda pensamiento,

concentración, persistencia. Alguien que

llega a ser grande en la oración debe

vencer toda clase de impedimentos,

desánimo y tentación. Satanás nos

mantendrá alejados de la oración,

haciendo que nos ocupemos demasiado en

otras cosas. Satanás detendrá nuestra

oración con desánimo y con incredulidad,

él distraerá nuestras mentes. Así que, la


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verdadera oración es trabajo, trabajo

pesado.

Se nos dice que Jesús en el huerto de

Getsemaní, "Y estando en agonía, oraba

más intensamente; y era su sudor como

grandes gotas de sangre que caían hasta la

tierra" Lucas 22:44. Y muchos santos de

Dios se han encontrado igualmente

cubiertos con su sudor por -- el trabajo

incesante, la concentración, la súplica de

la oración.

Brainerd, de rodillas en la nieve oraba

por los indígenas en su corazón, laborando

en esta oración hasta que no sentía el frío.

Carlos G. Finney de rodillas en una bata

de búfalo, en una pila de paja después de

una reunión de un servicio en una noche,

oró tanto hasta las horas entradas de la

noche que no sufrió del crudo invierno de

la parte superior del estado de Nueva York.

Terminé un juego de foot ball colegial

con una nariz, quebrada y en la labor y en

la concentración del juego no sentí ningún


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dolor, aunque la sangre había corrido por

mi camiseta. En un tiempo de gran pena y

dolor duré días sin sentir ninguna

necesidad de comida; de la misma manera

muchos han aprendido a agonizar en la

oración, a laborar como Jacob luchó con el

ángel en Peniel en Gen. 32:24-31.

Jacob luchó con el ángel de Dios en la

oración Gen. 32:24-25. Raquel la esposa

estéril oró sin cesar para que no fuera

ridiculizada por su hermana burlona y de

sus oraciones ella dijo: “con gran lucha he

luchado con mi hermana y he prevalecido"

Gen. 30:8. Pablo nos dice de Epafras que

era un gran hombre de oración que envió

palabra a los colosenses: "…siempre

laborando fervientemente por vosotros en

oraciones". Y la palabra laborando

significa agonizar, contender, luchar. De

hecho es la palabra griega de la cual

nosotros tenemos nuestra palabra en

castellano agonizar.

¡Oh cuánta labor es la verdadera

oración! y el hecho de que no oramos


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prueba de que somos perezosos, cristianos

indiferentes, con un corazón apocado para

la obra de Dios, estamos engrosados, bien

alimentados, somos cristianos indolentes,

indiferentes, de lo contrario oraríamos.

La falta de oración demuestra nuestra

pereza.

En cuarto lugar nuestra falta de

oración demuestra que Dios no es nuestro

primer amor o nuestro primer interés y que

otras cosas vienen primero. La falta de

oración es casi una prueba de la idolatría,

leemos los periódicos en vez de orar porque

estamos más interesados en las cosas de

las que hablan los periódicos que en las

cosas de las que hablaríamos con Dios.

Pasamos más tiempo charlando con otra

gente que hablando con Dios, porque

realmente pensamos más en la otra gente

que en Dios. Nosotros los obreros

cristianos puede ser que hasta pasemos

más tiempo con nuestros sermones, con

nuestras bibliotecas, con nuestras visitas

cristianas, con nuestras organizaciones de


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las cosas de la iglesia porque nos

preocupan más estas cosas incidentales y

secundarias que lo que nos deberían

preocupar las cosas principales.

Recuerde que los apóstoles dijeron:

"nos daremos nosotros a la oración

continua y luego al ministerio de la palabra

de Dios". Hechos 6:4. ¡La oración

primero, la predicación después! Pienso

que los predicadores a menudo estamos

más preocupados con nuestros sermones

de lo que estamos en que la gente sea

salva, más preocupados de lo que vamos a

decirle a los hombres que lo que le vamos a

decir a Dios, más preocupados de agradar

al oído, que en salvar las almas por el

poder de Dios que viene solamente a través

de la oración.

Algunos cristianos pasan horas al día

en sus pasatiempos, pasatiempos que en sí

mismos son inocentes e inofensivos y a

veces hasta útiles, pero, cuente el tiempo

que usted pasa en su pasatiempo y

compárelo con el tiempo con que usted


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pasa en oración. ¿Es su pasatiempo de

más interés que Dios y su palabra y sus

bendiciones y su poder? La lectura es

apropiada y la buena lectura es mandada

en la Biblia, pero compare su lectura con

su oración, ¿qué toma precedente en su

vida? ¿No es cierto que nuestra falta de

oración muestra que ponemos la oración

en menos importancia que casi cualquier

otra cosa? ¿No quiere decir esto que

nuestro amor, nuestro interés, nuestro

deseo está en otras cosas primero? No

orar, digo, es casi una prueba de nuestra

idolatría. Y lo poco que oramos demuestra

cuán poco realmente estamos interesados

en la voluntad de Dios para nosotros y en

traer almas a Cristo y el avance de la obra

que es realmente suya.

Algunos estarán tentados a decir que

tienen tanto trabajo qué hacer, buen

trabajo, honorable y trabajo necesario, que

simplemente no pueden orar tanto como

mi enseñanza aquí implica que deberían

hacerlo. Bueno, debemos poder orar todo


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el tiempo, "orar sin cesar", y, "los hombres

deberían orar siempre y no desmayar" es lo

que la Biblia nos manda. Eso significa:

orar mientras uno está ocupado en otras

cosas. Pero también nosotros debemos

tener largos períodos de oración durante el

día en los cuales dejemos las demás cosas

a un lado y nos entreguemos

completamente a la oración y usted no

debe decir que eso es imposible, porque los

grandes hombres de Dios los más

ocupados encontraron tiempo para esa

clase de oración.

Si uno va a las epístolas de Pablo

encontrará a cuanta gente él le habló

recordándoles que oraran por ellos en toda

oración o que oraran por ellos todos los

días. Uno vería y encontraría que Pablo

estaba entregado a mucha oración, horas

de oración diariamente. Y Jesucristo pasó

grandes períodos en oración, él subió a la

montaña a orar. Oró toda la noche en el

desierto. Él oro, quizás, durante horas en

el huerto de Getsemaní.


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Martín Lutero dijo que tenía tanto que

hacer para Dios que nunca lo habría

podido hacer si no hubiera pasado 3 horas

al día en oración, ¡Cuánto laboró Martin

Lutero en la oración! La oración para él

era lucha, era pelea, era agonizar. En una

ocasión mientras él oraba, Satanás se hizo

tan real a él, tan provocativo, tan tentador,

interfiriendo tanto, que ¡Martín Lutero le

arrojó la botella de tinta! Y esa mancha en

la pared por todo este tiempo se le ha

mostrado a los visitantes para acordarnos

cuán real era la oración para Martín

Lutero.

Los predicadores especialmente los

evangelistas tienen que acostarse tarde y a

veces también se tienen que levantar tarde.

Hablando o predicando en las noches y

encontrando difícil relajarse y dormir

inmediatamente después de una gran

labor o de un día de gran excitación. Los

predicadores obtienen su mejor descanso

después de la media noche. Pero D. L.

Moody se levantaba regularmente a las


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4:00 en punto de la mañana para poder

pasar por lo menos una hora completa con

Dios en oración y con la Biblia antes de

que cualquiera en su derredor estuviera

despierto. Hudson Taylor tenía la

costumbre de despertarse a media noche

para pasar una hora o dos sin interrupción

con Dios. C.T. Studd en el África se

levantaba a las 3:00 de la mañana a orar;

es impresionante el hecho de que los

hombres que más han abundado en sus

labores para Dios han sido los que

realmente han pasado el mayor tiempo en

oración.

Nuestras excusas son realmente eso,

excusas. No oramos más porque no

pensamos que la oración sea importante

como las otras cosas que hacemos.

Pensamos que dormir es más importante

que orar. Pensamos que el alimento es

más importante que orar. Pensamos que

la visitación es más importante que orar.

Pensamos que la predicación es más

importante que orar. Nuestra falta de


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oración realmente prueba que las otras

cosas son primero en nuestra estima y en

nuestro amor.

IV. Como Vencer El Pecado De No Orar

Yo siento que sé muy poco sobre la

oración, sin embargo humildemente, voy a

hacer las siguientes sugerencias sobre

como vencer el pecado de no orar.

En primer lugar yo apartaría un

período de oración temprano todos los días

para orar y para la meditación de la Biblia.

Entre más temprano, mejor. Debe ser

antes del desayuno. Un gran misionero

tenía un lema: "No hay Biblia, no hay

desayuno", si él no podía encontrar tiempo

para leer la Biblia y orar, entonces no

tomaba tiempo para comer; hermanos este

lema va causar una impresión en la

carnalidad encallecida de nosotros que

ponemos nuestros estómagos antes que a

Dios, si tan sólo lo adoptáramos. Ponga la

oración primero teniendo un verdadero


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período de oración antes de cualquier otra

cosa de importancia en el día, quizás tenga

que levantarse más temprano de lo que

usted ahora se levanta, quizás usted va a

tener que posponer otras cosas de menor

importancia, "... Y me hallan los que

temprano me buscan" dice el Señor en

Prov. 8:17.

En segundo lugar haga un hábito de la

oración por cada carga y por cada

problema que se le presente. A veces no

podemos obtener en un día la respuesta

completa a una gran oración, pero yo creo

que podemos todos los días obtener una

dulce paz de saber que Dios nos ha

escuchado y que hemos dejado el asunto

en sus manos, en las manos de nuestro

Padre celestial y que él nos ha sonreído en

nuestros corazones y nos ha dado paz.

Puede que uno no vea durante algún

tiempo de oración la salvación de la

persona por la que uno ora, pero uno

puede orar hasta tener la dulce seguridad

de que Dios se ha encargado del asunto y


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que va a hacer lo que uno ha deseado o,

puede uno orar hasta que el santo Espíritu

de Dios le ayude a ver cómo debe modificar

su oración, para que encaje en los planes

de Dios.

Esta clase de oración significará que

uno no va a continuar postrado bajo las

ansiedades y las preocupaciones. Deje

toda ansiedad y preocupación en Cristo

todos los días.

En tercer lugar tome tiempo para orar

sobre las cosas como se le presenten.

Años atrás como predicador, encontré que

era imposible recordar todas las peticiones

de oración que se me presentaban durante

un día, así que, desarrollé el hábito de

detenerme a orar por cada caso por el cual

yo era impresionado, por el que debería

orar en el momento, el que era mencionado

y luego, nunca prometí orar por ninguna

cosa en el futuro, excepto, como Dios lo

pusiera en mi corazón y lo trajera a mi

memoria encontré una gran paz en ir a

Dios con toda carga en el momento que


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sentí la necesidad de orar por ese asunto y

uno de los resultados más dulces y

bendecidos es el compañerismo constante

y la compañía de Dios.

En cuarto lugar dejé todas las

formalidades y deje que la oración sea

simplemente hablar con Dios. Todo

cristiano muchas veces en el día debería

detenerse y decir: Señor hice mal en ello

perdóname, o Señor ayúdame a saber que

decir a este hombre. Conecte la oración

con cada detalle de su vida. Sr. Hallesby,

en su gran libro sobre la oración dice que

debemos orar por todos los que

conocemos. Dejando a un lado el

formalismo de oraciones prefabricadas y

acostumbrándonos a hablar con Dios en

forma sencilla como el niño que habla con

su mamá, como la esposa que habla con

su esposo. Algunas gentes oran con tal

rigidez y con un formalismo tan irreal,

como si estuvieran siendo introducidos al

rey o a la reina en la corte. Cuando uno

ora, haría bien si deja a un lado las


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pelucas empolvadas, los pantaloncitos

cortos, las introducciones formales, las

cosas cursis, la falsa humildad y el

caminar a salir hacia atrás.

En quinto lugar yo me propondría a

seguir los ejemplos bíblicos y las

enseñanzas sobre la oración.

Jacob oró toda la noche, también lo

hizo Cristo. Entonces yo entraría en la

plenitud de la vida de oración si orara toda

la noche. Nunca olvidaré la plenitud de la

bendición que descendió en algunas

noches de oración en la Iglesia Bautista

Galilea en Dallas, y cuando oré hasta las

2:00 de la mañana en un Y.M.C.A (edificio)

en St. Paul Minesota, y cuando oré con un

gran grupo en la Iglesia del Pueblo en

Toronto, Canadá, dirigida por el Dr.

Oswald J. Smith en una media noche de

oración. Creo que es vergonzoso que las

grandes experiencias de la oración en la

Biblia no son repetidas en las vidas de los

modernos cristianos. Por la gracia de Dios,

entremos en estas experiencias.


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Ester y sus siervas oraron y ayunaron

tres días y tres noches. La gente de Nínive

oró sin tomar o comer por días hasta que

Dios escuchó y perdonó la ciudad y los

salvó. Los apóstoles ayunaron y oraron

por 10 días antes del pentecostés, como se

ve al comparar Mat. 9:14-15 con Hechos

1:13-14. La Biblia tiene muchos relatos de

los santos que ayunaron cuando oraron:

Esdras y sus compañeros, David, Pablo y

Bernabé ayunaron. ¿Alguna vez ha dejado

usted pasar sus alimentos o ha pasado un

día sin comida mientras ha buscado el pan

del cielo y mientras su mente ha sido

absorbida en Dios buscando su poder

solamente o a solas? Si los fariseos

entraron en el ayuno como una formalidad,

como una obra de mérito, ¿no podrían los

cristianos orar y ayunar por una carga por

las almas y ser llenos del poder de Dios?

Daniel pasó tres semanas enteras en

las que no comió pan placentero, ni comió

carne Daniel 10:2-3. Y nosotros, ¿no

deberíamos tener momentos de lamento,


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de confesión de pecados, de esperar en

Dios, en los que por semanas no

comiéramos sino sólo moderadamente,

haciendo sólo la obra como la debemos

hacer, hasta que ciertos grandes

problemas sean resueltos, ciertas victorias

sean ganadas y ciertas bendiciones sean

obtenidas?

Recuerdo que en algunas de las

campañas de avivamiento más bendecidas

en las que grandes números fueron salvos,

que por días yo sentí poco interés en la

comida o en dormir, perdí peso, sentí una

carga constante de orar hasta que la

victoria fue ganada y comenzamos a ver

una explosión de los fuegos de avivamiento

y la salvación de muchos. ¿No sería

bendecido si alguna vez siguiéramos el

permiso dado en 1 Cor. 7:5 y que por

mutuo acuerdo, en amor, el esposo y la

esposa se apartaran unos días "para

entregarse a la oración y al ayuno"? He

conocido hogares en los que por ciertos

períodos las camas estaban rápidamente


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tendidas, los alimentos preparados de lo

más sencillo y había poco del

entretenimiento normal, mientras que la

esposa se sintió guiada a entregarse a una

carga ferviente por la oración. Algunos

veces personajes de la Biblia se

arrodillaron a orar, Pedro llamado a orar al

lado de la muerta Dorcas, los sacó a todos

y se inclinó en sus rodillas a orar. Hechos

9:40, pero el mismo Pedro simplemente se

puso de pie y pronunció la maldición de

Dios sobre Ananías y Safira, aunque en

ello había los elementos de la oración.

Josué dejó de pelear solamente el

tiempo suficiente para mandar detener al

sol lo cual parecía una oración muy

atrevida de gran fe.

Salomón estuvo de pie en el templo con

sus manos extendidas y oró en la

dedicación (2 Crónicas 6:12).

Jesús algunas veces estuvo de pie para

orar, pero en el jardín del Getsemaní cayó

sobre su rostro y oró Mat. 26:39.


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Y de todo esto aprendemos la lección

de que la oración no está en el formalismo.

Vamos a salir de nuestras rutinas orando

al estar de pie o al estar sentado. En

tiempos de gran emergencia y de tristezas

debemos con toda seguridad estar sobre

nuestros mismos rostros delante de Dios

suplicando y esperando en él. Pero en

otros tiempos debemos como David

despertar en la noche teniendo comunión

con nuestros corazones sobre nuestros

lechos Salmo 4:4. Y otra vez orar en la

tarde, en la mañana y al medio día.

Busquemos entrar en toda la riqueza

de la oración de la Biblia. Oremos tanto

como lo hicieron los personajes bíblicos,

lloremos tanto como ellos lloraron,

ayunemos tanto como ellos ayunaron.

Hagamos de la oración nuestra labor más

grande de nuestras vidas, y el mayor gozo,

y la actividad más incesante.

¿Está usted listo para confesar a Dios su

pecado de no orar?


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La Plenitud Del "Espíritu", La

Necesidad Del Creyente Por Dr. Curtis Hutson

(También autor de "Resiste El Diablo" en Libro #5)

Llamo su atención a dos textos:

"No os embriaguéis con vino, en lo cual

hay disolución; antes bien sed llenos del

Espíritu". Efesios 5:18.

"No con ejército, ni con fuerza, sino con

mi Espíritu, ha dicho Jehová de los

ejércitos", Zacarías 4:6.

Cuando Dios me llamó a predicar, yo

tenía apenas veinte años. Nunca había

oído antes un sermón sobre la plenitud del

Espíritu Santo. Yo tenía grandes sueños y

ambiciones, pero había algunos que

pensaban que el tener sueños y

ambiciones era un pecado. Así que nunca

compartí mis sueños con nadie. Pero sí

soñaba. La noche en que le dije a un

amigo que sentía que Dios me llamaba a


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predicar, platique y lloré hasta las 2:30 de

la mañana.

El grupo de hermanos con el que yo

estaba, no creía en pagarle a un pastor.

Ellos creían que debía predicar el domingo

y ganarse la vida trabajando en otra cosa

durante la semana. Pero yo le dije a mi

amigo, "algún día voy a predicar tiempo

completo".

¡Yo soñé en grande! y vi llegar ese día,

y, en la providencia de Dios, cosas

maravillosas sucedieron en mi vida. Una

fue el encontrar una copia del periódico LA

ESPADA DEL SEÑOR, en mi camioneta de

correos, y tener la oportunidad de asistir a

esa conferencia de "The Sword of The

Lord" "La Espada del Señor", (revista) en

1961 en la Iglesia Bautista de Antioquía.

En esa conferencia pude ver que estos

predicadores eran diferentes.

El Dr. John Rice, el Dr. Jack Hyles y el

Dr. Tom Malone fueron los que predicaron.


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Yo era más que joven entonces y curioso.

Yo escuché con atención. Pasó algo en mi

corazón. Escuché sermones que tenían

sentido. El Dr. Rice predicó sobre "Como

Lograr Que Sus Oraciones Sean

Contestadas". Yo lo observé. Había algo

diferente en él. Él no era cualquier

predicador, era muy especial.

Recuerdo que después de la

conferencia, yo pasé por donde estaban

todos los libros, mirándolos. El Dr. Rice

había escrito más de 50 libros. Yo los miré

y pensé, "Yo nunca he leído tantos libros

en mi vida". Yo escuché al Dr. Rice

predicar, y me conmovió. Una cosa saqué

de conclusión, mientras él predicaba el

ganar almas es la cosa más importante en

la vida y usted no puede hacerlo sí no está

lleno del Espíritu Santo.

Yo escuché al Dr. Hyles predicar.

Quería verlo, Yo quería conocerlo. Él llegó

tarde y estaba rasurándose en el cuarto de

baño en el sótano cuando lo vi por primera

vez. En ese momento yo no sabía quién


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era. Cuando unos minutos más tarde él se

paró a predicar, pensé, "ese es el hombre

que vi rasurándose en el cuarto de baño.

El predicó sobre "’ ¿Qué Es el Hombre

para Que Hagas De El Memoria?". Él nos

platicó acerca de un hombre anciano que

deseaba hablar con él en su Iglesia, y él

casi se negó, pero una de las secretarias le

insistió en que hablara con el anciano. Al

oír ese sermón, mi corazón ardía y sentía

hambre. Yo pensé, "Yo no amo a las

gentes, yo predico los domingos - es algo

como una actividad de medio tiempo. Me

gusta que me palmeen la espalda de vez en

cuando, si llego a decir algo que valga la

palmadita. Pero no amo a las gentes. ¡Yo

nunca he amado a una sola alma a Cristo,

y he estado pastoreando la Iglesia por seis

años!"

Miré al Dr. Hyles. Memoriza su

sermón, y regresé a predicarlo a mi

pequeña congregación. Pensé "Si predico

ese sermón a mi congregación, va a tener

el mismo impacto en ellos que tuvo en mí".


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Así que lo prediqué. Nadie se movió; a

nadie le hizo efecto. Yo no entendía por

qué ellos no habían respondido como yo lo

había hecho; por qué no sentían ese dolor

dentro de ellos como yo lo había sentido

cuando escuché el sermón. Era el mismo

sermón, los mismos textos.

Escuché al Dr. Malone hablar sobre

"Los Diáconos", en Hechos capítulo 6.

Cuando él terminó de dar los requisitos

para diáconos, yo salí de la Iglesia

meneando la cabeza y preguntándome a mí

mismo, "¿Alguna vez he visto yo a un

diácono? ¿Lo reconoceré si veo alguno?"

En el camino a casa después del servicio,

pensé, "yo ni siquiera lleno los requisitos

de un diácono, menos de un predicador".

Por algún tiempo, estuve considerando

abandonar a mi pequeña Iglesia y hacerme

miembro de una Iglesia ganadora de

almas. Oí acerca de la Iglesia Bautista de

Highland Park en Chattanooga, Tennessee,

que había bautizado más de 1,000 almas

cada año, por varios años. Yo consideré


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seriamente ir a Chattanooga cada fin de

semana para estar en una buena Iglesia y

aprender cómo lo hacían, Pero Dios no me

dejó.

Yo pensaba, "¿Por qué son diferentes

estos hombres? Hay miles de predicadores

en América. ¿Pero qué es lo que hace que

estos hombres sean diferentes?".

Esa noche el Dr. Lee Roberson nos

habló acerca de siete cumbres de

montañas, en su vida. El mencionó

Conversión, El Ganar Almas, La Segunda

Venida de Cristo, etc. Yo esperé sin

respirar, y pensé, "lo va a decir". Él llegó

hasta la sexta cumbre y dijo: "Una vida

llena del Espíritu Santo. Yo no recuerdo

cuándo la obtuve por primera vez, pero lo

que cuenta es una vida llena del Espíritu

Santo".

Una cosa que todos los grandes

predicadores tienen en común es que ellos

están llenos del Espíritu Santo. No todo el

tiempo están de acuerdo en todo; no


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predicarán igual; su exposición de la

Palabra será diferente, pero todos están

llenos del Espíritu Santo.

Un día entré a una librería y la recorrí

toda tomando nota de todos los libros que

ahí se encontraban; encontré uno que

tenía la portada azul marino con letras

doradas titulado "Experiencias Profundas

de Famosos Cristianos", por J. Gilchrist

Lawson. Escudriñé el índice para ver de

qué se trataba. Muchos de los nombres

que ahí vi yo no los conocía, ahora sí. Pero

reconocí el nombre de Billy Sunday, D.L.

Moody, yo había oído de ellos. Pero nunca

había oído de A.J. Gordon, Savonarola y

muchos otros.

Algo me decía, "Tú debes leer este

libro". Así que lo compré y salí apurado

del edificio para llegar a casa pronto y leer

el libro. Lo leí en secreto, era todo lo que el

título decía; eran las Experiencias

Profundas de los Cristianos Famosos. Leí

acerca de las experiencias de Billy Bray, el

minero gritón escocés. Mientras leía


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acerca de Billy Bray, yo deseaba que él

estuviera vivo para poder sentarnos a

platicar. Billy gritaba "aleluyas" a

dondequiera que él fuera.

En este libro de Experiencias

Profundas de Famosos Cristianos, leí lo

siguiente acerca de Billy Bray:

"Yo no puedo dejar de alabar a Dios.

Cuando voy caminando por la calle,

levanto un pie y parece decir "¡Gloria a

Dios!", y cuando levanto el otro pie, dice

"Amén".

Cuando Billy Bray se estaba muriendo,

y el doctor le dijo que se iba a morir, Billy

dijo "Gloria, Gloria a Dios, pronto estaré

con mi Señor en el Cielo". Luego, en su

modo muy peculiar le dice al doctor,

"cuando llegue allá arriba, doctor, les voy a

dar sus saludos, y les diré que usted

vendrá también más tarde". Esas palabras

impresionaron mucho al doctor. Las

últimas palabras que Billy pronunció al

morir fueron "Gloria a Dios".


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Un poco antes de morir, Billy Bray dijo,

"¿Qué?, ¿yo temerme a la muerte? ¿que yo

estoy perdido? ¡Mi Salvador conquistó la

muerte! Si yo fuera al infierno, yo gritaría

aleluya a mi Señor Jesús hasta que llegara

al fondo, y allí seguiría gritando hasta que

se llenara de aleluyas todo el infierno, y el

miserable de satanás me tendría que decir,

Billy Bray, este no es lugar para ti,

regrésate allá arriba". Entonces iría hacia

arriba, hacia el Cielo, gritando Aleluya,

Aleluya, Gloria a Dios".

Cuando yo leí eso, me reí, pero mi

corazón ansiaba por algo que yo no tenía.

Y le dije al Señor, "Señor, ¿Dónde están

los Billy Brays en Atlanta, Georgia?

¿Dónde están los Billy Brays de la

actualidad? Yo no conozco a ninguno".

Luego leí acerca de Christmas

(Natividad) Evans, el Cristiano Tuerto que

hizo un convenio de trece puntos con Dios.

Yo leí todos los trece puntos, y en uno

decía, "Oh Señor, prospérame en el

Ministerio como lo hiciste con Bunyan,


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Vassar, Powell, Howell Harris, Rowlands y

Whitefield. Quita todos los impedimentos

que estorben a mi prosperidad espiritual".

Y yo dije, "Señor, cómo deseo hablar con

este hombre. Aquí está un hombre

ambicioso, que no teme pedir al Señor",

"prospera mi ministerio y haz algo de mí".

La mayoría de hombres con quien yo

platicaba no me comprendían. Me

gustaría hablar con Christmas (Natividad)

Evans".

Seguí leyendo más y más. Leí cuando

Savonarola se sentó en una plataforma en

un trance por cinco horas. El lugar estaba

lleno de gente, pero se podía oír caer un

alfiler, del silencio que reinaba ahí.

Y pensé, "yo nunca he predicado en mi

vida, me avergüenzo de llamarme

predicador".

Leí acerca de Moody, que platicó acerca

de dos damas que venían a sus servicios,

pero que insistían en decirle, "Dr. Moody,

nosotras estamos orando por usted,


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porque usted necesita el poder del Espíritu

Santo". El Dr. Moody les contestaba, "Yo

necesito el Poder". Yo tengo la

congregación más grande de Chicago, y

hay muchos convertidos".

Pero un día, mientras caminaba por la

calle Wall en Nueva York, dice Moody, "El

Poder de Dios me llenó de tal manera que

corrí a pedirle a un amigo su cuarto. Cerré

la puerta y me hinqué a rogarle a Dios que

no me quitara el Poder, porque yo moriría".

La diferencia que hay entre los grandes

predicadores y los predicadores mediocres

no es el modo de vestir, ni sus modismos,

o su voz, o su predicación, lo largo o lo

corto de sus sermones, ni sus chistes, sino

que los grandes predicadores están llenos

del Espíritu Santo.

Efesios 3:20 dice, "Y a Aquel que es

poderoso para hacer todas las cosas

mucho más abundantemente de lo que

pedimos o entendemos, según el poder que

actúa en nosotros".


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No dice, "Y a Aquel que es poderoso

para hacer todas las cosas mucho más

abundantemente de lo que pedimos o

entendemos", de acuerdo a la

personalidad o habilidad o educación, o

con el que te promueve, o con el que tienes

compañerismo o no lo tienes; pero dice,

"según el poder que actúa en nosotros".

Un hombre tartamudo como el Tío

Buddy Robinson puede tenerlo. Un

hombre elocuente como Spurgeon puede

tenerlo. Un hombre no muy reservado

como Billy Brays puede tenerlo. Un

hombre sencillo como Moody puede

tenerlo. Un hombre profundo como John

R. Rice puede tenerlo. Cuando se trata de

que una persona sea llena del Espíritu

Santo, todos pueden tenerlo.

Por años y años nunca había oído un

sermón sobre este tema. Yo mismo tenía

miedo hablar de ello. Pero poco a poco

llegué al punto en que tenía que tener ese

Poder.


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I. La Comparación

Tres veces en la Biblia, un hombre

borracho es comparado con un hombre

lleno del Espíritu Santo. Eso no es

accidentalmente; es con un propósito. La

Biblia no fue escrita por accidente.

Efesios 5:18, mi texto dice, "No os

embriaguéis con vino, en lo cual hay

disolución; antes bien sed llenos del

Espíritu". - Un hombre briago, (ebrio) - un

hombre lleno del Espíritu Santo.

Se dijo de Juan el Bautista, "Porque

será grande delante de Dios. No beberá

vino ni sidra, y será lleno del Espíritu

Santo", Lucas 1:15.

En Hechos 2, en el Día de Pentecostés,

Pedro dijo en los versículos 15-17:

"Porque éstos no están ebrios, como

vosotros suponéis, puesto que es la hora

tercera del día. Mas esto es lo dicho por el

profeta Joel: Y en los postreros días, dice

Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda

carne, y vuestros hijos y vuestras hijas


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profetizarán; vuestros jóvenes verán

visiones, y vuestros ancianos soñarán

sueños".

¿Por qué la Biblia compara a un

hombre ebrio con un hombre lleno del

Espíritu Santo? yo creo que hay algunas

lecciones que aprender aquí. Un hombre

ebrio es controlado por otro poder. Un

hombre ebrio es una persona diferente.

Así es un hombre lleno del Espíritu Santo.

Si un hombre serio, tímido, reservado

se emborracha, empieza a hablar fuerte, y

entre más bebe, más fuerte habla. Habla

tanto que uno puede creer que lo

vacunaron con una aguja de tocadiscos.

Usted tome a un cristiano tímido,

miedoso, que tiene miedo hasta de su

propia sombra, y que sea lleno del Espíritu

Santo, él empezará a hablar delante de las

multitudes y no le dará vergüenza.

Si un hombre que nunca cantaría en

público se emborracha, de repente se pone

a cantar, y canta por tres o cuatro horas, y


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piensa que está agradando a todo mundo.

Yo nunca he visto a un borracho triste.

Ellos pueden perder todo lo que tienen

pero son felices. Usted no puede

desanimar a un hombre borracho. Tiene

que esperar hasta que se le pase lo ebrio

para hablar con él, cuando sea un hombre

diferente.

Cuando un pobre y miedoso hombre,

que teme a todo, se emborracha, se torna

bravo como un león.

Yo tuve un tío que le gustaba beber.

Tenía un carro Pontiac color café. Una vez

me invitó a pasear con él. Íbamos en la

carretera a toda la velocidad que daba el

carro, como a 85 o 90 k/h, me asusté

mucho. En Covington, Georgia, un

patrullero lo paró, pero eso no molestó a

mi tío, iba ebrio. No se puso nervioso, sino

al contrario, se puso a maldecir.

El patrullero le dijo: "Permítame ver su

licencia de conducir". Mi tío se la dio. Le

dijo el patrullero, "usted iba muy rápido".


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"Sí, lo sé".

El Oficial le dice, "Puede pagarme la

multa ahora o ir al juzgado".

"¿Cuánto es?"

"Diez dólares".

Mi tío le dio un billete de 20 dólares, y

cuando el oficial le regresaba 10 dólares,

mi tío le dijo, "guárdelos".

"¿Qué quiere decir, "guárdelos?", le

respondió el patrullero.

"Es que yo voy a regresar por esta

misma carretera al rato ahora pago antes y

no quiero que usted me moleste", le dijo mi

tío.

Yo me sorprendí porque mi tío nunca

hubiera hablado así si no hubiera estado

borracho. Si hubiera estado sobrio, se

habría aterrorizado mucho al ver al

patrullero.

Cuando un pobre y miedoso hombre,

que le tiene miedo a su propia sombra,


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está lleno de licor, él se vuelve bravo como

un león y hace cosas que no haría sobrio.

Yo trabajaba en una estación de

bomberos en el Condado de DeKalb. Un

día entró un borracho con una libreta y un

lápiz. Me preguntó, "¿Cómo te llamas?",

yo le dije y él lo escribió en su libreta. Le

preguntó a otro y a otro, hasta que tenía

una larga lista de nombres en su libreta.

Llegó a donde estaba el chofer de la

unidad, un hombre de más de dos metros

de estatura, y le preguntó su nombre. Él

se lo dio y mientras el ebrio lo anotaba en

la libreta, el chofer le preguntó, "¿para qué

quieres los nombres?" El ebrio contestó,

"Yo estoy anotando aquí todos los nombres

de las personas a quien voy a pelear y

vencer".

El chofer grandulón se agachó y

levantó al ebrio por las solapas y le dijo: "A

mí no me vas a pegar". El ebrio no se

asustó; nada más dijo; "Bájame y quitaré

tu nombre de la lista". Si hubiera estado

sobrio, nunca habría hecho eso.


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Cuando un hombre está borracho el

hará cualquier cosa. Leí acerca de un

ebrio que estaba visitando a un amigo suyo

en el cuarto de un hotel. Él pensaba que

podía volar, así que se lanzó por la ventana

del hotel para volar alrededor de la cuadra.

Cuando volvió en sí, estaba en un hospital

con los brazos y las piernas enyesadas, su

cuerpo todo vendado, su cara lastimada y

con costuras por todas partes. Su amigo

fue a visitarlo y le reclamó diciendo: “¿Por

qué me dejaste hacerlo, por qué me dejaste

saltar por la ventana?" Su amigo le

contestó, "yo creí que de veras podías

volar". Ambos estaban ebrios.

Cuando los predicadores son llenos del

Espíritu Santo, uno le dirá al otro, "yo voy

levantar la iglesia más grande del mundo".

Y el otro le contestará, "sí puedes". Tal

vez resulte con una pierna rota en el

hospital, pero él está más propenso a volar

que el que nunca lo intenta.


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Espíritu".

II. El Mandato

"Sed llenos del Espíritu Santo".

La misma Biblia, el mismo libro, el

mismo capítulo, el mismo versículo, nos da

dos mandatos. Tomemos el primer

mandato -- "No os embriaguéis con vino".

Si yo preguntara esta noche, "¿cuántos

de ustedes piensan que está mal

embriagarse?" Todos aquí contestarían,

"sí, está mal embriagarse".

El mandato es: "No os embriaguéis".

No hay un sólo pastor aquí presente que

permitiría a un miembro del coro que

llegara borracho a cantar en el coro,

ningún pastor presente aquí esta noche le

pondría las manos encima de la cabeza de

un hombre, para ordenarlo al ministerio, si

supiera que ese hombre era un briago.

Tampoco ningún pastor tendría a un


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diácono en servicio en la iglesia sabiendo

que ese hombre era un borracho. Y

ustedes tienen razón en sentirse de esa

manera.

Pero la misma Biblia que dice, "No os

embriaguéis", dice algo más, "Mas sed

llenos del Espíritu Santo".

Si yo entiendo bien la Biblia, entonces

yo entiendo que es tan malo el no estar

lleno del Espíritu Santo como lo es el

embriagarse. Y sin embargo, hablamos

muy poco acerca del segundo mandato en

este texto, cuando es tan importante como

el primero. El verbo está en el tiempo

imperativo; es un mandato. "Sed llenos".

No hay ningún mandato en la Biblia que

diga que el Espíritu Santo debe morar

dentro de nosotros. Esas cosas son

consecuentes, es decir, vienen a

consecuencia de aceptar a Cristo como

Salvador. En el momento que yo fui salvo,

fui sellado con el Espíritu Santo. "Y no

contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el

cual fuisteis sellados para el día de


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redención", Efesios 4:30. En el momento

que fui salvo el Espíritu Santo vino a mí

como una Persona para habitar en mí

permanentemente. Esto acontece

automáticamente sin ninguna acción de mi

parte, 1ra. de Corintios 6:19-20. Cada

creyente tiene el Espíritu Santo; cada

creyente es sellado con el Espíritu Santo.

Por esa razón, no hay ningún mandato que

diga que tenemos que ser sellados por el

Espíritu Santo o que Este debe morar en

nosotros. El ser llenos del Espíritu Santo

no es una elección, es un mandato. "Sed

llenos del Espíritu Santo".

La responsabilidad de ser llenos del

Espíritu Santo descansa con cada creyente

individualmente.

Si usted viene a mi casa y mi esposa

cocina una gran comida, y yo le digo a

usted, "siéntese y coma hasta llenarse".

Pero usted no come, y sale de mi casa con

hambre, no es culpa mía, es culpa suya.


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Es un mandato. Y yo quiero que

ustedes se fijen a quién fue dado este

mandato. Veamos en Efesios 1:1. La carta

a los Efesios fue escrita a la iglesia de

Éfeso. Fíjese a quienes escrita: ".... A los

santos que están en Éfeso, y a los fieles a

Cristo Jesús". El mandato es para cada

creyente individualmente, no es sólo para

los predicadores.

La mayoría de las personas que son

llenos del Espíritu Santo han sido salvas

por algún tiempo, antes de ser llenos con

el Espíritu Santo, pero no hay razón para

que pase tiempo. Este lapso ocurre por

nuestra ignorancia acerca de nuestra

responsabilidad de ser llenos del Espíritu

Santo.

En mi caso yo no sabía nada de esto.

Nadie me lo había enseñado. Pero usted

no tiene que esperar diez o quince años

para ser lleno del Espíritu Santo.

El mandato no es sólo para el pastor, el

diácono o el Evangelista, sino que va


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dirigido a cada cristiano y a cada miembro

de iglesia. Es para cada creyente en lo

individual, de todos los tiempos, y de cada

generación. Tampoco es para un grupo en

especial, todos podemos tenerlo.

Yo quiero decirles esto: lo que ustedes

creen que es un problema en su

congregación local, es sólo un síntoma. Si

un miembro no diezma, eso no es un

problema, es un síntoma. Si no ganan

almas, ése no es el problema; es un

síntoma. La mayor parte del problema

puede encontrarse en un solo motivo: que

los creyentes no están llenos del Espíritu

Santo.

En 1ra. Corintios 3:1 Pablo dice: "De

manera que yo, hermanos, no pude

hablaros como a espirituales, sino como a

carnales, como a niños en Cristo". Sigue

diciendo que hay envidias, pleitos y

divisiones entre ellos. ¿Por qué? Porque

no eran espirituales, no estaban llenos del

Espíritu Santo.


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Ustedes no tienen problema con los

cristianos que están llenos del Espíritu

Santo.

El mandato es para cada creyente en lo

individual.

III. Las Condiciones

Yo dije que ustedes no son llenos del

Espíritu Santo automáticamente. Hay

ciertas condiciones. No voy a nombrarlas

todas. Les daré algunas que para mí están

bien claras en las Escrituras.

A. Tener Sed

La primera condición para ser llenos

del Espíritu Santo, es tener sed de Él.

Ray Hart cantó hace un momento, un

himno que está basado en un versículo de

Isaías y que dice, "YO LE DARE AGUA AL

SEDIENTE".

Juan 7:37-39 dice:

"En el último y gran día de la fiesta,

Jesús se puso en pie y alzó la voz,


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diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y

beba. El que cree en mí, como dice la

Escritura, de su interior correrán ríos de

agua viva. Esto dijo del Espíritu que

habían de recibir los que creyesen en él;

pues aún no había venido el Espíritu

Santo, porque Jesús no había sido aún

glorificado.

Tener sed, tener sed, tener sed. Yo

dudo seriamente que alguien aquí presente

esta noche, haya sentido sed alguna vez.

Usted me dirá, "yo tuve sed hoy". No,

usted no tuvo sed. Usted deseaba beber

agua. Pero en el momento que uno desea

agua, va a la llave, la abre y sacia su

deseo. Usted no tiene que esperar cinco

minutos para beber agua. Pero si usted

tuviera que pasar un día, dos días o tres

días, sin beber agua; o aguantarse hasta

que sus labios se hincharan hasta tres

veces su tamaño normal; y su lengua se

hinchara hasta que ya no le cupiera en la

boca, y empezara a partirse y a dolerle,

entonces usted daría su carro, su casa,


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todo el dinero que tiene en el banco por

una gota de agua, ¡eso sería tener sed!

La razón primordial por qué muchos

creyentes no tienen la Plenitud del Espíritu

Santo, es porque no están lo

suficientemente sedientos por El. Si usted

pudiera tomarlo o dejarlo, usted lo dejaría.

Usted tiene que llegar al punto en que

usted diga, "yo tengo que tenerlo o me

moriré". No cesaré hasta que lo obtenga.

No importa qué pase, yo no cesaré de

pedirlo".

Perdonen ustedes la referencia

personal, pero yo llegué hasta el punto de

decirle al Señor, "Señor, si para conseguir

ser lleno del Espíritu Santo, se necesita

hablar en lenguas, yo estoy listo. Me haré

miembro de alguna iglesia Pentecostés. Me

saldré de entre los bautistas, pero yo no

quiero vivir sin el Espíritu Santo, yo tengo

que tenerlo".

El Tío Buddy Robinson es uno de mis

personajes favoritos. Él fue salvo en un


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servicio Metodista, obtuvo lo que él

llamaba la segunda bendición en un

servicio Presbiteriano. Fue expulsado de la

iglesia Metodista y murió siendo miembro

de la iglesia Nazarena.

El Tío Buddy dijo, "yo fui a escuchar a

este predicador metodista y él predicó tan

bonito sobre el Cielo, que yo sentí que

quería ir allá. Luego predicó sobre el

infierno hasta que me hizo pensar que yo

iba derechito allá. Cuando él hizo la

invitación esa noche, al principio yo no

entendía nada, pero cuando me retiré del

altar, yo podía ver mi título hasta arriba en

las Mansiones del Cielo".

Sigue diciendo el Tío Buddy, "más

tarde, pasó por el pueblo este predicador

presbiteriano, santificando, y predicando

acerca de la segunda bendición. Cuando

él terminó de predicar, cómo ansiaba yo

tener esa segunda bendición. Yo le dije al

Señor, "Dios mío, dámela a mí". Pero el

Señor no me la dio. Volví a decirle,

"Señor, dámela a mí". Entonces puse mi


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pistola, mis barajas, mis dos mulas y un

bulto de paja sobre el altar, pero no me la

dio. Luego puse a mi madre presbiteriana

y a mi hermano borracho sobre el altar,

pero aun así, no me dio la segunda

bendición. Volví a clamar a Dios y le dije

"Señor, dame la segunda bendición". Y él

me dijo, "Buddy, hay demasiadas cosas

entre tú, el altar y yo". Le dije, "Señor, si

tú me la concedes, yo le daré a todos mis

vecinos un jarro de miel de caña, y

acuérdate que yo hago la mejor melaza de

caña que jamás hayan probado".

El deseaba la segunda bendición y no

cesó hasta que la obtuvo. Yo no creo en la

segunda bendición, pero tengo una

grabación antigua del Tío Buddy

predicando sobre ella, y cuando la escucho

tengo que luchar para no creer en ella.

El Tío Buddy dijo, "este hombre de la

Biblia estaba ciego, y el Señor lo tocó, y le

preguntó, "¿qué ves?" y el hombre dijo,

"veo que los hombres parecen árboles". El

necesitaba una segunda bendición, así que


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el Señor lo tocó por segunda vez y le

preguntó, "¿qué ves ahora?" y el hombre

contestó, "ahora veo a todos los hombres

claramente".

Dice el Tío Buddy, "cuando yo obtuve

la primera bendición yo vi a todos los jefes

denominacionales como grandes árboles.

Pero cuando obtuve la segunda bendición,

yo vi a todos los hombres claramente".

Yo pensé, "Tío Buddy, estás a punto de

convencerme acerca de la segunda

bendición. Yo no la llamo como tú la

llamas, pero yo necesito tenerla".

Nosotros alegamos acerca de las

expresiones correctas y nos morimos por la

falta de experiencia. El Tío Buddy la tenía.

El creía en la completa santificación con la

aniquilación completa de la vieja

naturaleza, que nunca ocurre; pero debe

decir que el Tío Buddy estaba más cerca de

la santificación que yo.

El Tío Buddy fue a Nueva York, y las

personas le mostraron todos los atractivos


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de la ciudad. Cuando él regresó a su

cuarto esa noche, él oró, "Señor, gracias

por todas las atracciones de Nueva York,

pero mil gracias porque no vi nada que

desearía".

Cuando yo fui a Nueva York, yo sí vi

algo que yo desearía.

El Tío Buddy fue a ver al doctor porque

uno de sus oídos le molestaba y no podía

oír bien. Después que el doctor lo había

revisado muy bien, le dijo, "Tío Buddy, no

hay nada malo con su oído, es solo su

edad avanzada".

A lo que respondió el Tío Buddy, "yo

no lo entiendo, no puedo oír nada con este

oído, y oigo perfectamente bien con el otro,

y usted me dice que es a causa de mi edad

avanzada. Pero si los dos oídos nacieron al

mismo tiempo".

Al llegar acerca del Tío Buddy, yo

pensé, "Tío Buddy, por favor regresa acá y

habla conmigo acerca de esta segunda


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bendición. Yo la quiero, Buddy, yo la

deseo".

Yo estaba cansado de tener los

servicios en los sótanos de los edificios, y

que no hubiera almas salvadas. ¡Yo

deseaba algo más!

La primera condición es tener sed.

¿Está usted sediento por el Espíritu Santo?

Espero que antes de que termine este

servicio, haya alguien que tenga sed.

B. Creer

La segunda condición es creer. Mire

los versículos otra vez en Juan 7:37-39.

"En el último y gran día de la fiesta, Jesús

se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si

alguno tiene sed, venga a mí y beba". Y en

el siguiente versículo nos dice, "El que

cree en mí, como dice la Escritura, de su

interior correrán ríos de agua viva".

Subrayen estas dos palabras: Tener

Sed y Creer. “Creyendo”. Yo no creía.


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Oí al Dr. Hyles decir de cómo se hincó

en la tumba de su padre y oró hasta que

fue lleno del Espíritu Santo.

Yo me dije a mí mismo, "El sólo está

hablando; seguramente él nunca tuvo una

experiencia como esa. Bueno, tal vez sí la

tendría, pero eso no es para mí, un pobre

predicador de provincia, que no tiene a

nadie que lo promueva; no tengo

compañerismo con nadie; no he asistido a

ningún Seminario o Colegio Bíblico; dejé a

mis amigos antiguos, - no, eso no es para

mí. Es para el Dr. Hyles, para El Dr. Lee

Roberson, para el Dr. John Rice, y Moody,

y Torrey y Spurgeon, y para tantos de los

cuales he leído, pero ¡no para mí!

Pero allá muy dentro de mí, en lo más

profundo de mi corazón, algo me decía,

"sí, eso es para ti también". ¡Tú puedes

tenerlo también!"

Si ustedes están sentados aquí esta

noche diciendo: "yo no lo creo", entonces

nunca lo van a obtener. Pero si ustedes


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salen de aquí diciendo, sí fue para el Dr.

Lee Roberson, y sí es para el Dr. John

Rice, y los doctores John Rawlings, y

Frank Norris, Gipsy Smith, Ira Sankey y R.

A. Torrey, entonces sí es para mí también;

entonces ustedes lo van a tener.

¿Ustedes no se cansan de estar

golpeando con el mango del hacha sin el

hacha? ¿No se cansan de estar haciendo

las cosas por rutina, sabiendo que no va a

suceder nada, pero pensando que es su

deber cumplir? No hay domingo por la

mañana cuando a usted le gustaría decirle

a su congregación, "cantemos un himno y

quedamos despedidos", apenas hayan

empezado el servicio, "¿por qué este lugar

está más muerto y más seco que un nido

de pájaros de invierno?"

Spurgeon solía decir, "cuando se

reúnan, oren para que el poder del Espíritu

Santo esté con ustedes. Si ustedes oran y

Él no está allí, despida a la congregación, y

usted ore para que el Espíritu Santo esté

allí la próxima vez".


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C. Pedir

La primera condición es tener sed por

el Espíritu Santo. La segunda condición es

creer. Creer que el Espíritu Santo es para

usted y que usted puede ser lleno de Él. La

tercera condición es pedir.

Lucas 11:13 dice, "Pues si vosotros,

siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a

vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre

celestial dará el Espíritu Santo a los que se

lo pidan?"

Siga orando, siga orando, siga orando,

hasta que la luz llegue.

Santiago 4:2 dice, "…No tenéis lo que

deseáis, porque no pedís". Algunos de

ustedes se morirán e irán al Cielo siendo

predicadores mediocres. Ustedes saben

que estoy diciendo la verdad. Ustedes no

tienen ambiciones. Están satisfechos.

Ustedes morirán, irán al Cielo y le dirán al

Señor Jesús, "Señor, yo hubiera hecho

más por Ti si Tú me hubieras dado la

Plenitud del Espíritu Santo y el Señor les


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responderá, "no tenéis porque no pedís, si

tú hubieras pedido yo te lo hubiera dado".

¡Qué gran acusación en contra de los

creyentes!

Hechos 4:31 dice, "Cuando hubieron

orado, el lugar en que estaban congregados

tembló; y todos fueron llenos del Espíritu

Santo, y hablaban con denuedo la palabra

de Dios".

D. La Razón Correcta.

Tengo tiempo para decirles una

condición más que es muy importante.

Debemos desear la Plenitud del Espíritu

Santo, por una razón correcta. Hay

muchos que desean la Plenitud del

Espíritu, pero por razones incorrectas.

Ellos quieren tener una experiencia

estática. Quieren sentir algo. Quieren que

se les pongan los pelos de punta. Quieren

sentirse livianos. Algunos quieren hablar

en lo que ellos llaman "lenguas celestiales".

Pero en Hechos 2, no hay nada estático,

nada de "lenguas celestiales". Hubo las


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lenguas de las personas que estaban

presentes en el Día de Pentecostés. Las

gentes no hablaron en una estática ese día.

Ellos hablaron en otras lenguas, - plural,

lenguas. Y cada hombre presente los

escuchó en su propia lengua. Ellos se

maravillaron y dijeron: "He aquí, ¿no son

galileos todos estos que hablan? ¿Cómo,

pues, les oímos nosotros hablar cada uno

en nuestra lengua (idioma) en la que

hemos nacido?"

Usted quiere el Espíritu Santo para

sentirse bien, y liviano, y correr alrededor

del cuarto gritando. Yo no estoy en contra

de gritar, pero esa no es la razón por qué

Dios quiere que seamos llenos del Espíritu

Santo.

Entonces, ¿Cuál es la razón? En

Hechos 1:8 la tenemos:

"Pero recibiréis poder, cuando haya

venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y

me seréis testigos en Jerusalén, en toda


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Judea, en Samaria, y hasta lo último de la

tierra".

Usted no descansará hasta haber

alcanzado a todo el mundo con el

Evangelio. Será un fanático en ganar

almas para Cristo cuando sea lleno del

Espíritu Santo.

Nosotros queremos que la bendición

termine con nosotros. Queremos echarla

en una bolsa y coser la bolsa. Queremos

tener nuestros grupitos de oración y tener

todas esas experiencias maravillosas. Pero

la Biblia no dice eso. Al contrario, dice que

tendremos el Poder para ser Sus testigos.

La palabra "testigos" se encuentra 33

veces en el libro de los Hechos. Compare

eso con el número de veces que ellos

hablaron en lenguas, que fue tres veces: en

Hechos 2, Hechos 10, y Hechos 19.

Usted debe desear el Espíritu Santo por

la razón correcta. Si usted no está


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dispuesto a hacer el ganar almas su

ocupación principal, entonces usted nunca

será lleno del Espíritu Santo. Usted debe

desearlo por la razón correcta.

IV. LAS CONSECUENCIAS

Hoy mencioné dieciocho cosas en la

Biblia que el Espíritu Santo hace por

nosotros. No digo que sólo hay dieciocho

hay más, pero sólo voy a mencionar

algunas.

1. El Espíritu Santo fortalece al creyente

en el hombre interior, Efesios 3:16.

2. El Espíritu guía al creyente, Romanos

8:14. Usted no tiene por qué andar

adivinando qué debe o qué no debe hacer.

Cuando está lleno del Espíritu Santo,

usted puede hacer sus decisiones más

rápidamente y mejor, y puede tener

direcciones claras del Señor.

3. El Espíritu Santo produce gracia en la

vida del creyente, amor, gozo, paz,


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paciencia, benignidad, bondad, fe,

mansedumbre y templanza.

4. El Espíritu Santo ayuda al creyente a

entender mejor la Biblia, 1ra. Juan 2:27.

Usted necesita ser iluminado. El Espíritu

Santo le da eso.

5. El Espíritu Santo mejora su memoria.

"Más el Consolador, el Espíritu Santo, a

quien el Padre enviará en mi nombre, él os

enseñará todas las cosas, y os recordará

todo lo que yo os he dicho". Juan 14:26.

Él le mejorará su memoria y le ayudará a

predicar la Palabra más eficazmente como

lo hizo el Dr. Rawlings hace un rato.

6. Él le perfecciona su predicación y la

hace más efectiva. Primera de

Tesalonicenses 1:5 dice, "Pues nuestro

evangelio no llegó a vosotros en palabras

solamente, sino también en poder, en el

Espíritu Santo y en plena certidumbre,

como bien sabéis cuáles fuimos entre

vosotros por amor de vosotros".


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7. El Espíritu Santo guía al creyente a

orar. Romanos 8:26 dice, "Y de igual

manera el Espíritu nos ayuda en nuestra

debilidad; pues qué hemos de pedir como

conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu

mismo intercede por nosotros con gemidos

indecibles".

8. Estas son unas cuantas cosas de las

dieciocho que enumeré que el Espíritu

Santo hace en la vida del creyente. Pero

ahora quiero hablar de la cosa principal.

La consecuencia de tener la Plenitud

del Espíritu Santo -- y no quiero criticar a

nuestros amigos Pentecostales pero debo

decirles esto -- que no es el hablar en

lenguas. No hay un solo versículo en la

Biblia que diga que cuando usted es lleno

del Espíritu Santo, usted debe hablar en

lenguas. Lo que la Biblia dice en Hechos

1:8 es que "seremos testigos". Abran sus

Biblias en Lucas 1:15, donde nos habla de

Juan el Bautista, y dice:


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"Porque será grande delante de Dios.

No beberá vino ni sidra, y será lleno del

Espíritu Santo, aun desde el vientre de su

madre".

Y el siguiente versículo dice:

"Y hará que muchos de los hijos de Israel

se conviertan al Señor Dios de ellos".

El haría que mucha gente fuese salva.

Un hombre se puso de pie en el balcón

en una de las reuniones de Moody y dijo,

"Dr. Moody, permítame platicarle de mi

experiencia en la cima de la montaña".

A lo cual el Dr. Moody le contestó "¿A

cuántas almas ha ganado usted al Señor

desde su experiencia en la cima de la

montaña?"

El hombre contestó, "A ninguna".

El Dr. Moody le dijo, "Entonces

siéntese, no queremos escuchar acerca de

esa clase de experiencias en las cimas de

las montañas".


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Comisión


Yo no entiendo cómo alguien puede leer

el 2do. capítulo de Hechos y obtener

declaraciones estáticas de ello. Dice, "en

otras lenguas", "cada uno en su propio

idioma". Tampoco entiendo cómo pueden

leer ese 2do. capítulo de Hechos y perder

de vista la última parte del capítulo donde

dice, que tres mil almas fueron salvas.

Esto es lo que pasó el Día de

Pentecostés. Había por lo menos tres mil

almas inconversas reunidas en ese lugar.

¿Cómo lo sabemos? Porque tres mil fueron

salvas; tenía que haber por lo menos ese

número de personas, o probablemente

había mucho más.

También había unos hombres que

conocían el Evangelio, y que lo podían

presentar y ganar almas para Cristo, pero

ellos tenían un problema - el de no conocer

los idiomas de las gentes que necesitaban

oír el Evangelio. Y Dios también tenía un

problema. Él ha de haber dicho: "Hay tres

mil almas que necesitan ser salvas, y los

hombres que pueden decirles cómo ser


Editorial Gran

Comisión


salvas no pueden hablar su idioma". Así

que Dios rompió la barrera de los idiomas

y les permitió a estos hombres que

conocían el Evangelio, hablar en idiomas

(lenguas) en que ellos nunca habían

hablado antes, no para magnificar la

lengua, sino para magnificar la

importancia de llevar el Evangelio a los

perdidos para que fuesen salvos.

Es una tontería magnificar, o darle

mayor importancia a la lengua que llevó el

Mensaje de donde resultaron tres mil

almas convertidas, y nunca hablar acerca

del Mensaje mismo o de las almas

convertidas.

Es como si yo le trajera a usted un

millón de dólares en una bolsa de papel, y

usted tirara el millón de dólares en el piso

y corriera por toda la casa gritando y

agitando la bolsa de papel. Usted está más

interesado en el vehículo que le trajo a

usted el millón, que en el millón mismo.


Editorial Gran

Comisión


Las cosas más importantes en el Día de

Pentecostés fue el Mensaje y las tres mil

almas salvas. Las lenguas son

secundarias e incidentales.



Espíritu", Efesios 5:18.

". . . Y me seréis testigos. . ."

La Comparación, el Mandato, las

Condiciones, las Consecuencias.

¿Cuántos de ustedes ahora, desean ser

llenos del Espíritu Santo? Tal vez usted,

no tenga tanta sed como debe tener, pero

sí hay una ansia en su corazón. Usted no

está satisfecho con ser mediocre.

Ahora Hermano o Hermana lector;

Porque no dice al Señor:

"Yo quiero la Plenitud del Espíritu Santo, y

no voy a descansar hasta que lo obtenga".

"Yo quiero ser lleno del Espíritu Santo".


Editorial Gran

Comisión


DE PAGINA 3

ORACION:

Padre Celestial, yo quiero ser una

bendición. Tengo temor de hablar sobre

este tema tan tremendo. No sería correcto

para mí hablar sobre la Plenitud del

Espíritu Santo, y yo mismo carecer de ello.

Yo ruego esta noche que el Espíritu Santo

me tome y me controle, que me ayude a

pensar sólo en Ti, y a decir en esta noche

exactamente lo que debe decirse, y decirlo

en la manera exacta en que debe decirse.

Jesús, Tú sabes lo que yo pienso.

Espero que haya un buen número de

personas en este lugar, que después de

haber oído este sermón, sientan hambre,

un hambre insaciable, por la plenitud del

Espíritu Santo y espero que después de

que termine el sermón ellos entiendan

cómo pueden ser llenos, y ruego que

muchos vendrán y me dirán, "Este es mi

día. Estoy cansado de ser un cristiano

mediocre, normal y corriente


Editorial Gran

Comisión


Ayúdame Señor en mi plática de esta

noche. Yo deseo hacer el bien. Ayúdame a

ser una bendición grande a las gentes.

Amén.


Editorial Gran

Comisión


¿Quién es el Editor Hno.

Samuel Gaddis? 2014

Soy Contratista de Aíre acondicionado y

constructora de casas (ya jubilado). ¡No

soy pastor! Trabajo solo, no hay obreros.

Tengo 81 Años de edad. Después de años

siendo religioso en una iglesia que no

enseñó claro la necesidad de nacer de

nuevo -- fui salvo en una Iglesia Bautista a

la edad de 21 años. Fui diácono y maestro

de escuela Dominical por más que 35

años. Me gustaba ganar almas en la

cárcel. Aprendí el español a la edad de 52

años, para ministrar el evangelio.

El nombre "BIBLE MISSION

FELLOWSHIP" Y "Editorial Gran

Comisión" aparece en libros, sobres y

cursos es nombre de mi ministerio, no

significa iglesia.

En el año 1962 (más o menos) aprendí

del utilidad y poder de literatura y de la

necesidad por literatura en español.


Editorial Gran

Comisión


Compré mucha literatura y en el año 1992

es cuando hice el primero libro impreso.

Al leer los libros, sabrás porque escogí

los sermones de Dr. Tommy Ashcraft para

imprimir, más que nada tuve permiso y

disponible 300 mensajes en casetes para

seleccionar.

Hoy en día Dios me ayuda, mando

más que 40,000 libros por año a hermanos

e iglesias, México y a presos en 95

prisiones en California y por USA.

Yo predico en el campamento de

detención de la `Migra' en la ciudad de El

Centro CA, un servicio cada semana. En

este corralón se encuentra más que 575

hombres detenidos de varios países. Hoy

en día; hagamos los servicios en la

comedora de la cocina. Cada semana veo

salvos nuevos. Ya cumplí 23 años de

hacerlo.

Estoy haciendo la Escuela por

correspondencia con "Escuela Gran


Editorial Gran

Comisión


Comisión" (6 cursos) con cuestionarios

para 6 de los libros.

He predicado cada sábado y domingo

por 5 años en 2 prisiones del estado. Ya

no tengo las fuerzas para hacer esto.

Hermano Sam ¡Por la Gloria de Dios!

Dios te Ama

El día 25 de Septiembre del 2013, Dios

llamó a su presencia el Hno. Sam Gaddis,

editor de la Editorial "Gran Comisión".

Gracias a Dios por el ministerio del hno.

Sam Gaddis. En lo personal fue de gran

bendición a través del material impreso

que nos hizo llegar.

Pastor Norberto Sánchez


Editorial Gran

Comisión


Libros Ofrecidos Damos gracias a Dios por el ministerio del Hno. Sam Gaddis, y bajo su

permiso se han dispuesto vía electrónica los libros; pero por causa de su

partida con el Señor, libros físicos no hay, pero rogamos de sus oraciones el

poder distribuir este material en su formato físico próximamente.

Más Libros Ofrecidos:

Folleto # 1 "Jesucristo Salva", “Un Gran Folleto”, El Plan Claro De La Salvación.

Folleto # 2: “La Segunda Venida De Jesucristo"

Libro # 2: "Empezando A Ser Un Discípulo De Jesucristo", Por Dr. Tommy

Ashcraft:

Libro # 3: "Principios De La Vida Cristiana", Por Dr. Tommy Ashcraft:

Libro # 4: "Amor", Por Dr. Tommy Ashcraft, “Claves Fundamentales Para El

Éxito" En Toda Relación.

Libro # 5: "Tenga `Victoria' Sobre El Diablo Y El Pecado", 5 Sermones Por Dr.

Ashcraft, Dr. Curtis Hutson, y Dr. J. R. Rice

Libro # 6: "El Fuego Del Ganador De Almas",Por Dr. J. Rice, Animando Al

Cristiano A Ganar Almas

Libro # 8: "La Oración: Pedir Y Recibir", Por Dr. John Rice, Indispensable Para

Cada Cristiano.

Libro # 9: "La Oración: Ayunar", Por J.R. Rice.

Libro # 10: "El Espíritu Santo Y Su Obra", Por Dr. Jack Hyles / 12 Capítulos

Seleccionados De Su Gran Libro Con 35 Capítulos, "Conozca El Espíritu Santo".

Libro # 11:"La Plenitud Del Espíritu”, Por Tres Pastores: Dr. John R. Rice, Dr.

Curtis Hutson, Dr. Jack Hyles.

Libro #12: “El poder de la oración: La Oración Con Poder”, Por el R.A. Torrey

Enseñanza #1: “Corrige A Tu Hijo”, Pastor David Cortes.

Todos disponibles en la página web:

www.icbf.com.mx/literatura

http://www.icbf.com.mx/literatura

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Libro 9 'La Oración-Pedir y recibir' (Tomo 2)