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APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN | Recopilador: Lic. Julio Carrasco Rosado 1 APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN PARTE I Selección de Textos Recopilados por Lic. Julio Carrasco Rosado

Libro de Historia de La Educación_1

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APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA

EDUCACIÓN

PARTE I

Selección de Textos Recopilados por

Lic. Julio Carrasco Rosado

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INTRODUCCIÓN

La educación es un elemento esencial de la vida del hombre en sociedad, es un factor

importante que ninguna sociedad ni en ningún momento de la historia. En toda sociedad por primitiva

que sea, encontramos que el hombre se educa.

Los pueblos primitivos carecían de maestros, de escuelas y de doctrinas pedagógicas, sin embargo, educaban al hombre, envolviéndolo y presionándolo con la total de las acciones y reacciones de su rudimentaria vida social. En ellos, aunque nadie tuviera idea del esfuerzo educativo que, espontáneamente, la sociedad realizaba en cada momento, la educación existía como hecho. En cualquiera de las sociedades civilizadas contemporáneas encontramos educadores, instituciones educativas y teorías pedagógicas; es decir, hallamos una acción planeada, consciente, sistemática. La importancia fundamental que la historia de la educación tiene para cualquier educador es que permite el conocimiento del pasado educativo de la humanidad.

El hecho educativo no lo presenta la historia como un hecho aislado, se estudia vinculándolo con las diversas orientaciones filosóficas, religiosas, sociales y políticas que sobre él han influido. Al verlo así, como un conjunto de circunstancias que lo han engendrado, permite apreciar en qué medida la educación ha sido un factor en la historia y en qué medida una cultura es fuerza determinante de una educación.

Para el estudio de un sistema educativo de una sociedad tenemos que tener en cuenta el siguiente esquema de análisis de la realidad educativa:

ELEMENTO DIMENSIÓN PREGUNTA

1. Contexto histórico Circunstancial ¿Qué rodea a la educación?

2. Sujeto [educando] Esencial ¿En quién recae la educación?

3. Agente(s) [educador / educando] y factores

[impersonales] Causal ¿Quién es el responsable de la

educación?

4. Fin, objetivos e ideales Teleológica ¿Para qué se lleva a cabo la

educación?

5. Contenidos (Currículo) Material ¿De qué nutre la educación?

6. Métodos y técnicas Metodológica ¿Cómo se lleva a cabo la

educación?

7. Medios y recursos Instrumental ¿Con qué se lleva a cabo la

educación?

8. Instituciones Organizativa ¿Dónde tiene lugar la

educación?

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EDUCACIÓN EN LAS SOCIEDADES PRIMITIVAS

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LA EDUCACIÓN EN LOS PUEBLOS PRIMITIVOS

LA EDUCACIÓN EN LOS PUEBLOS ANTIGUOS: “EDUCACIÓN

TRADICIONALISTA”

Alejandra Dante y Graciela Zurieta en:

”La Educación en los Pueblos Antiguos: Educación Tradicionalista”

La educación de los pueblos históricos se gestó lentamente a través de largos y costosos siglos,

y reconoce en su estructura algunas formas primitivas que constituyen su raíz.

En la prehistoria se encuentran los primeros vestigios de la actividad humana. Según la

naturaleza del material utilizado para producir utensilios puede distinguirse la época de la piedra

tallada, que comprende el período Paleolítico (paleo: antiguo; litos: piedra); época de la piedra

pulimentada (período Neolítico, hace unos 12.000 años), que coincide con las primeras

manifestaciones de arte y con el nacimiento de la agricultura y época de los metales, cobre, bronce y

hierro, en la que ya existe la alfarería y se construyen dólmenes, menhires, cabañas.

El descubrimiento del fuego, un hito decisivo para la evolución de la especie humana, permitió

al hombre ahuyentar a las fieras y alumbrar el interior de las cavernas, donde pudo alojarse y

perfeccionar las armas para la caza. Gracias a estos avances logró vestirse con las pieles de los animales

y desarrollar actividades grupales tales como la preparación de una horda de cazadores. Más tarde

anexó la pesca y la siembra del suelo a sus formas de vida e incorporó los metales a su industria

primitiva. Asimismo, en este proceso de evolución el hombre vio facilitado el intercambio de ideas y

creencias. Las hordas dieron paso a los primeros grupos sociales.

Estos grupos primitivos, nómades o sedentarios, concebían el mundo a través del totem, con

cuyas cualidades se identificaban de manera simbólica. El totem, considerado progenitor del grupo

social, es una divinidad encarnada en un objeto cualquiera, en un hombre, planta, animal o fenómeno

natural. Del totem se reciben beneficios a cambio de respetar las prohibiciones (tabúes). El grupo

social que adora a un mismo totem conforma un clan, una unidad religiosa.

Los clanes primitivos poseían un patrimonio cultural muy rudimentario. Los hombres

mantenían una fuerte dependencia con el medio ambiente, ya que debían satisfacer las necesidades

del momento para subsistir. De allí que en estas comunidades primitivas la educación se limitaba al

presente inmediato y tenía un carácter natural y espontáneo, trasmitiendo usos y costumbres, ideas

religiosas, ritos, sin tener conciencia del proceso formativo.

Cuando los jóvenes lograban apropiarse de determinados conocimientos en forma rutinaria,

por mera imitación de las generaciones adultas, nunca por iniciativa individual, pasaban a formar

parte de ellas, lo que revela el carácter social y estático que tenía la educación en esta etapa de la

humanidad. La incorporación al mundo adulto se realizaba por medio de la iniciación, que consiste

en un conjunto de prácticas, ejercicios, ceremonias que miden la madurez física, moral y religiosa de

los jóvenes.

Otro rasgo sobresaliente de la educación primitiva es la globalidad, dado que se incluía en un

mismo presente y de manera indiferenciada objetivos económicos, usos rituales, arte y moral. Por

último, es preciso enfatizar que la educación en los pueblos primitivos poseía un carácter mágico y

totémico, derivado del fondo religioso que le daba sentido a cada comunidad.

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Cuando el hombre primitivo, que no tenía conciencia histórica, empezó a discernir entre el

presente al que estaba sujeto y el pasado del cual provenía, pudo iniciar el tránsito hacia el

tradicionalismo. Para ello fue necesario que en algunos miembros del grupo social surgiera la idea

de continuidad, de proceso causal y de historia. La educación, así, fue abandonando poco a poco la

imitación servil e irreflexiva para conducir a los jóvenes hacia las grandes tradiciones de la historia,

hacia la adquisición de creencias religiosas, normas morales, costumbres que comienzan a

revalorizarse.

Desde la aparición del primer hombre en la tierra, había necesidad de crear cultura vinculada a su lucha por la supervivencia. Esa cultura adquirida es transmitida o transformada en su constante interacción con sus semejantes y con la naturaleza.

La educación en los pueblos primitivos estaba muy ligada a la práctica y se desarrollaba de

manera espontánea y natural. La Educación se realizaba en dos esferas: familia y tribu. La educación en la familia estaba orientada por la madre, el padre y los parientes. Al pasar a la tribu, conserva los patrones de conducta vividos en familia.

De la educación espontánea y natural se llegará entonces, luego de un extenso recorrido, a

la educación intencionada. Esta educación consistirá en un fiel traspaso de las prácticas y

conocimientos de los antepasados a las generaciones jóvenes.

El tipo de educación que recibió el hombre primitivo fue la educación espontánea o educación imitativa. El joven llegaba a adulto intentando repetir en su propia vida lo que veía a su alrededor. Lentamente se iba incorporando a los trabajos de su clan o tribu: se iniciaba en la caza y en la pesca; aprendía a cuidar el ganado; practicaba las labores de la tierra y participaba en las ceremonias de su comunidad.

La característica fundamental de la educación del hombre primitivo es que era una educación doméstica, es decir, no traspasaba los límites de la casa y la familia. Junto al padre o la madre iba adquiriendo los usos, las costumbres, las ideas religiosas, los ritos y la mentalidad propia de la sociedad a la que pertenecía. Era una educación inconsciente en el sentido de que, tanto al niño como al joven, le pasaba inadvertido el propio proceso educativo, es decir, ni ellos, ni los adultos, reflexionaban sobre el acto mismo del aprendizaje.

Otro rasgo de esta educación es la de permanecer estática, ante la ausencia de contenidos nuevos y de la falta de reflexión sobre el proceso de aprendizaje, la educación se limitaba únicamente a transmitir conocimientos.

Por último, hay que decir que esta educación muchas veces se basaba en la magia: su pensamiento estaba teñido de elementos mágicos y la mayor parte de sus usos y costumbres daban lugar a fuerzas ocultas de carácter mágico.

CARACTERES DE LA EDUCACIÓN PRIMITIVA.

Jaime Cerrón y Roberto Aguirre en: “Historia y Filosofía de la Educación Peruana y Universal”

Al estado y grado de desarrollo de las fuerzas productivas y sus correspondientes relaciones de

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producción, obedeció también la superestructura educativa. En efecto, a una sociedad sin egoísmos ni

marginaciones, respondió también una enseñanza libre de prejuicios y privilegios, como puede notarse

por los rasgos que los historiadores de la educación y sobre todo el pedagogo argentino Aníbal Ponce

ha indicado.

1. Es una educación aclasista. En el primer estudio de la humanidad la enseñanza aún no as prerrogativa de círculos de linaje. Como atinadamente apunta el educador peruano Álvaro Villavicencio: "Al no existir propiedad privada sino común de los medios de producción; al ser considerados todos los miembros de la comunidad primitiva (horda, gens o tribu) en un mismo plano de igualdad; al no existir, por tanto, Bases sociales ni Estado: la educación era homogénea, es decir, no diferenciada…'.

2. La enseñanza es asistemática. El mismo Villavicencio argumenta que: "... no existían personas ni instituciones especialmente destinadas y organizadas por el grupo social para hacer asimilar la concepción del mundo comunista primitivo y para capacitar individuos en las tareas de producción, defensa y mantenimiento del orden social.". Lo que quiere decir que a esta altura de la infancia del género humano, aún no estamos frente a instituciones (jardines, escuelas, colegios, institutos, academias, universidades) ni programas (currículos), métodos, medios auxiliares sistematizados.

3. Es fundamentalmente adaptativa. Porque todo el saber transmitido está orientado a liberar a los educandos da los peligros y asechanzas del medio, a buscar sus medios de subsistencia y a garantizar su vida futura. En su obra Sociología de la Educación, Fernando de Azevedo acota: "En todas las sociedades, desde las más rudimentarias hasta las más perfectas, aparece el fenómeno de la educación, es decir, de la formación de las nuevas generaciones y de su adaptación a la vida social: Las funciones sociales son las mismas entre los civilizados y entre be primitivos, y éstos tienen, como aquéllos, la necesidad de mantener la unidad y la continuidad del grupo, de perpetuar los usos y de transmitir los conocimientos y las creencias...".

4. Es predominantemente mimética. El mismo Azevedo, remarca: ".,. por la participación directa desde muy temprano en la vida social de los niños de uno y otro sexo... remedan las ocupaciones serias, y cuyas actividades precoces, imitando a los padres y a los adultos en general, desarrollan en ellos el hábito del trabajo y contribuyen a integrarlos en la vida de la comunidad".

5. Ausencia de coerción. A despecho de lo que afirman los antropólogos y etnólogos burgueses, Aníbal Ponce, en sus investigaciones descubre que “durante el aprendizaje, los niños no eran nunca castigados”. De donde se infiere que se les dejaba crecer con todas sus cualidades y defectos; que los niños eran mimados por la madre y si esta agredía al vástago, a su vez era sancionada por el grupo.

6. La metodología es lúdica. La actividad predominante en esa edad, es para uno y otro sexo, la de los juegos que remedan o imitan las ocupaciones serias, o mejor dicho, que no pasan de ser una emulación del trabajo de los adultos. El papel de la reproducción y de los juegos tiene una importancia considerable en la educación. Los niños aprenden jugando lo que hacen sus padres y los adultos en general; y, fabricando flechas y arcos, o si se trata de mujeres, husos y cedazos de tamaño apropiado a su edad.

7. Tiene carácter mágico-religioso. Las investigaciones sociales han revelado que el elemento pedagógico se halla generalmente ligado e interlazado a la organización social ceremoniosa. Los magos y hechiceros ejercen funciones de maestros transmitiendo sus secretos por toda esa especie de medios: las danzas y las ceremonias, la serie de Iniciaciones" en los grados y funciones de la sociedad, con sus pruebas y reclusiones, hasta las sociedades secretas y sociedades de hechiceros con las que se completa en algunos pueblos primitivos la instrucción jurídica y religiosa.

8. Es esencialmente práctica. A decir de Foley Gambetta: A la juventud se le enseña: "... habilidades para cazar, recolectar, pescar, manejar las armas." (16). Azevedo es más preciso cuando dice: "La participación directa en la vida social empieza antes de los siete años...Los niños de uno y otro sexo prestan ya servicios útiles como pequeñas unidades económicas. La iniciación precoz en el trabajo,

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bajo la presión de las necesidades vitales de la comunidad, que lleva a los niños a participar desde muy pronto en la búsqueda de alimentos y ayudar a sus padres en sus menesteres, no dejada contribuir poderosamente ala "asimilación" de las generaciones jóvenes y a su integración en la vida de grupo" .

9. Es particularmente difusa. Es difusa porque es el propio medio ambiente (naturaleza-sociedad) quien educa. El maestro Aníbal Ponce, subrayando este carácter puntualiza: "La educación no estaba confiada a nadie en especial...: gradas a una insensible y espontánea asimilación de su contorno, el niño se iba conformando poco a poco dentro de los moldes reverenciados por el grupo...".

10. Es de naturaleza sensualista. Se les enseña a los niños a usar sus sentidos, a afinar sus percepciones, a usar su memoria visual y palpar los objetos de la naturaleza. (19).

11. Es de Índole Inconsciente. Porque los niños sin proponérselo y los adultos sin planeárselo entregan conocimientos que permitan reproducir las condiciones materiales de existencia en la propia convivencia diaria.

12. Es predominantemente elemental. Porque dado el escaso desarrollo de la técnica, lo más que pudo transmitirse fue lo rutinario, lo indispensable. La educación guardó concordancia con el estado de las fuerzas productivas. Estas acusaban un estado incipiente: objetos para golpear o cortar , hechos de piedra, lanzas de madera, con puntas de piedra, arcos y flechas para cazar animales y plantas en estado salvaje... tierras o terrenos jamás cultivados, trabajadores con ninguna o poca experiencia en la producción.

13. Es pródigamente espontánea. Los niños adquieren los conocimientos que les transmite su comunidad de modo natural por el solo hecho de vivir en ella (21). A decir del tratadista Ernesto Codignola: "...esta educación primitiva no tenía conciencia del proceso formativo; por eso no trataba de orientarlo. De allí que se desarrollase espontánea, naturalmente...".

14. Es primordialmente gregaria.- En la comunidad primitiva, los hombres están convencidos de que cualquiera que sea su situación no vale sino como miembro de la comunidad. Es ella la que existe y vive y él no existe sino por ella y, en gran parte para ella. En resumen, el individuo está en esta época totalmente subordinado a la tribu y se somete sin discusión alguna a ella.

15. Es coparticiparte: A decir de N. A. Konstantinov: "En la sociedad primitiva el niño se educaba... mediante su participación en los asuntos de los mayores, en su contacto diario con ellos...".

16. Fue preferentemente global.- Porque según Dante Morando: "El individuo tenla que saber de todo para poder desenvolverse en la vida, dándole así unidad a su educación porque junto a sus objetivos de supervivencia estaban el arte, la moral...”

17. Es de corte tradicionalista. Porque al niño se le enseña a respetar las normas de la tribu concretadas en una serie de tabúes y prohibiciones... El acatamiento de estas normas es inflexible y son los ancianos y hechiceros los encargados de velar por su cumplimiento".

18. Es una educación "sin Pedagogía". El educador peruano Emilio Vásquez, en su obra: Historia de la Educación con gran acierto ha caracterizado esta fase de la educación como carente de Pedagogía. Y no podía ser de otro modo, puesto que siendo la Pedagogía una ciencia, ésta aparece sólo como forma superestructura) todavía en el esclavismo, después del excedente de producto.

19. La Filosofía de la Educación Primitiva. Si bien es verdad que, como queda dicho, en este estudio de la historia no hay una reflexión filosófica sistemática; empero, Aníbal Ponce ha diseñado un precepto que puede sintetizar la rudimentaria filosofía que animó a toda esa época: "No hay nada, absolutamente nada, superior a los intereses y necesidades de la Tribu".

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EDUCACIÓN EN LAS CIVILIZACIONES DE LA

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Introducción histórica

Los egipcios se consideraron siempre a sí mismos como un pueblo superior, aun siendo el

pueblo autóctono resultado de cruzamientos, llamémoslos prehistóricos, del Valle del Nilo. Los

egipcios creían que las divinidades habían aparecido antiguamente en ese territorio y que allí había

combatido el dios Sol, cuyos descendientes ocupaban siempre el trono de Egipto. Como en el caso del

Imperio Romano, el otorgar procedencia divina al emperador o en este caso faraón se conseguía una

más fácil e incontestada sumisión de los súbditos.

Las dinastías tinitas (3300-2900 a. C.) marcan el origen histórico de la civilización egipcia. El

Imperio Antiguo se sitúa entre el 2900 y el 2200 y tiene su capital en Menfis. A esta época corresponde

la construcción de las pirámides de Gizeh. El Imperio Medio abarca desde el 2200 al 1600 y su capital

es Tebas. Es una época de carácter feudal y es la época durante la que se dio la invasión y dominación

de los hiksos. En el Imperio Nuevo, la etapa siguiente, del 1600 al 1090 es una época de notable

esplendor e influencia de la cultura egipcia. Le sigue una etapa decadente (1092 al 332) en la que Egipto

sufre la dominación extranjera de libios, etíopes, asirios y finalmente de los persas. Más tarde, del 332

al 20 a. C. será una etapa de esplendor cultural que se inicia bajo la dominación griega con Alejandro

Magno, y se continúa con las dinastías macedónicas de los ptolomeos. Para entonces la ciudad de

Alejandría es ya centro cultural del helenismo. Finalmente, en el 30 a. C. Egipto queda incorporado,

como provincia, al Imperio Romano.

El conocimiento no científico egipcio

Aunque su influencia fue muy grande en culturas dedicadas al cultivo del conocimiento y la

ciencia, como la griega, los egipcios, sin embargo nunca hicieron ciencia. Se conformaron con tener

un conocimiento práctico e intuitivo, tanto a nivel de realidad humana como cósmica. Sus leyes o

instrucciones laicas les procuraban ante todo un cuerpo doctrinal destinado fundamentar el buen

funcionamiento de la sociedad. Así pues, ninguno de los grandes conocimientos descubiertos por los

egipcios fueron tratados de forma científica puesto que no les movía ese afán. Estos conocimientos les

venían por vía empírica pero no experimental. En los temas referentes a la creación del mundo divagan

siempre entre ingeniosas explicaciones de rasgos más bien poéticos. A pesar de ello, muchas de las

analogías en las que basaban sus creencias resultaron tener luego gran fundamento y veracidad.

La moral de Maât

Maât es la diosa que personifica el derecho. Representa la verdad y la justicia. el hombre egipcio

juzga sus actos de acuerdo con un orden establecido que se considera fiel reflejo del orden cósmico.

Como dice el principio hermético, "Como arriba es abajo", es decir, que el macrocosmos, lo que

acontece en el cielo y el espacio exterior es el modelo del microcosmos, lo que acontece a los hombres

en la tierra.

Pero ¿buscaba el egipcio una solución dualista, Râ y Seth, el bien y el mal, para justificar la

libertad del hombre? Quizás de la firme creencia en la predestinación de los humanos se pueda extraer

que no le son concedidos auténticos poderes de elección. Quizás el problema de bien y el mal quedara

para los egipcios sólo a nivel de enfrentamiento entre divinidades.

El hedonismo egipcio

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La educación para los egipcios consiste en enseñar a las gentes a ser felices en esta vida terrenal

y en la ultratumba, en la vida después de muerto. La instrucción, pues, quiere conducir al pueblo a la

felicidad. Este carácter eudemonista y pragmático llega al extremo de que la educación del hombre

egipcio se convierte ocasiones en un saber hacer en la familia, en la vida social, en virtud, en sabiduría...

en definitiva, una educación cortesana que, siglos después, será la del caballero feudal, la del cortesano

renacentista o la del "gentleman" moderno.

Existen una serie de libros, de diferentes épocas, que constituían los parámetros bajo los cuales

se debían regir los habitantes. Entre ellos destacan las Instrucciones dePtah-hotep o libros de las

"Sabidurías". Es un compendio de textos muy variado de carácter práctico en los que se habla de la

vida familiar, de las relaciones con la mujer, de cómo tratar a los extranjeros, temas relacionados con

la urbanidad. También se hablaba de formación política, acerca del ideal guerrero, la lealtad al rey, la

protección a los débiles, el sentido de la justicia y de la honradez en la administración. También había

aquí espacio para la moral y se aconsejaba sobre la responsabilidad de los propios actos, la buena

administración de los negocios, la aversión a la avaricia o a la envidia de los demás. Se hacía mucho

hincapié en el objetivo del éxito, una llamada "moral de triunfo"1.

Dentro del género literario sapiencial egipcio muchos son los textos que presentan esta actitud

vital pragmática y hedonista. Ante la incertidumbre del más allá después de la muerte hace un

planteamiento epicúreo muy similar al del carpe diem latino. Es decir, aprovechar los placeres y alegría

de la vida mientras dure. dice El canto del arpista :

"¿Qué es de los dioses que antes existían? Reposan en las pirámides [...] que se nos diga su

suerte, que se alegre nuestro corazón hasta que lleguemos al lugar donde se han ido [...] lo que es útil

para ti es seguir tu corazón mientras estés con vida."2

Muchas expresiones de este corte recuerdan pasajes del Eclesiastés hebreo.

"Mientras uno vive hay esperanza, que mejor es perro vivo que león muerto. Los vivos saben

que han de morir y el muerto nada sabe. Goza de la vida con tu amada compañera todos los días de la

fugaz existencia que dios te da bajo el sol porque es tu parte entre los trabajos. "3

Pero en el Eclesiastés bíblico destaca la presencia de un Dios que castigaría un exceso de vida

en el placer. En cambio, en El canto de la tumba del sacerdote Nofrihtpu se dice:

"¡Procúrate un día dichoso, oh sacerdote! [...] que haya cantos y música delante

de ti, olvidando todos los males, no pienses sino en los placeres hasta

que llegue el día en que será preciso abordar la tierra que ama el silencio"

Según estas Instrucciones la educación quiere hacer del educando un buen ciudadano, que vive

feliz y honorable en el contexto sociopolítico, siguiendo el principio de Maât, justicia y verdad. Pero el

ideal ético de Ptah-hotep está, quizás en exceso, ligado a la lealtad y a lo que de esta manera posee la

moral de legalidad. Quiero decir que cuando llegaba la anarquía de poder por alguna causa, sea ésta la

que fuere, al disolverse el régimen y caerse las leyes, el ideal moral se derrumbaba consecuentemente

a su naturaleza. Entonces aparecían periodos de escepticismo la moral de triunfo de que hablaba antes,

esa cultura casi del oportunismo y de busca del éxito derivaba en ideales más nobles.

1 Capitán Díaz, A. Historia del pensamiento pedagógico en Europa. pp. 34 2 Redondo y Laspalas. Historia de la educación. “La educación en el antiguo Egipto” 3 Eclesiastés. 9, 3-10

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Otras tendencias morales

En los Dichos de Sisobeck no importan tanto el éxito y el triunfo mundanos de que hablábamos

como la buena voluntad. En estos dichos se valora positivamente el que el hombre actúe con intención

recta hacia el bien, aunque no tenga éxito. En Sisobeck tiene auténtico sentido moral la renuncia al

éxito y a los bienes materiales, la generosidad altruista, el sacrificio...

En las Instrucciones de Merikaré nace el sentido religioso en la moral y el ideal ético es

consecuencia inmediata de la voluntad de Dios que rige el orden del mundo. Aun así, aparece el

antiguo sentido pragmático que intenta hacer compatibles la esperanza y la fe en los dioses con la

"practicidad" de la virtud moral. Vuelve la moral del triunfo, aunque ahora el triunfo del hombre justo

sea ante la sociedad, el rey y la divinidad.

Finalmente, en el Libro de la sabiduría demótica se revela como una magnífica síntesis final de

los intentos anteriores con cierta pretensión filosófica. Sus directrices marcaron las pautas, perennes,

de la educación del pueblo egipcio en la Baja Época. Eran las siguientes: el orden cósmico está

establecido por Dios (Thot); el espíritu (corazón) que vive oculto en el cuerpo ha de guardar la justicia,

es decir, participar del orden del mundo; y que la violación del orden divino es inútil y hace culpable

al que lo intenta.

Entre otras muchas, hay también la Instrucción de Amen-em-opet. Está referido principalmente

al concepto de justicia. La fecha de redacción es incierta pero parece proceder de Tebas y presenta

notables similitudes con el libro hebreo de los Proverbios. Sobre estos parecidos con las escrituras

bíblicas se hablará más adelante en el capítulo dedicado a el pueblo hebreo.

La figura y la función del educador

Como suele ocurrir en las antiguas culturas, también el en antiguo Egipto la figura del

gobernante asume y comparte la función educadora. La figura del educador se diversifica y se

materializa en las figuras del faraón, el visir, el sacerdote y el escriba. Aparte estaban los padres que

también desempeñaban una función importante.

El Sacerdote

El sacerdote es, junto con el escriba y el visir, otro de los puntales de la organización político

social y religiosa del pueblo egipcio. Es a la vez depositario, con el escriba, del saber y encargado de la

educación de la juventud. Aunque la función sacerdotal no era hereditaria, de hecho pasaba de padres

a hijos. Así los sacerdotes llegaron a construir una clase que con el paso del tiempo se fue haciendo

más rica, influyente y poderosa. Las ofrendas de los fieles les proveían de lo necesario para su sustento,

su hogar lo tenían en el mismo templo y las rentas de las tierras les proporcionaban grandes ingresos.

También estaban exentos de impuestos y de realizar el servicio militar o cualquier otro trabajo

obligatorio.

El escriba

Losas antiguas representan al escriba como el que censa, calcula, examina los impuestos,

redacta los contratos y estamentos, predice el valor de las cosechas y calcula los ingresos futuros del

gobierno.

La preparación cultural científica y técnica que posee le permite participar del poder y del

prestigio y ocupar una apetecible posición social. En numerosas tablillas escolares se encontraron

frases que exhortaban a los escolares por parte de los padres a elegir la profesión de escriba. Así, el ser

escriba no era hereditario y privilegio de unos pocos sino que se podía estudiar para ello como el que

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ahora lo hace para ingeniero.

En la literatura sapiencial bíblica, que presenta muchas semejanzas con la egipcia encontramos

textos que destacan la contraposición entre la figura del escriba, el "intelectual" o "sabio" de la época,

y la del artesano. En el Eclesiástico se dice que "La sabiduría del escriba crece con el bienestar, y quien

se da poco a los negocios se hará sabio. ¿Cómo podrá hacerse sabio quien gobierna el arado y se gloria

de blandir la lanza?" 4

La mujer egipcia

En cuanto a la figura y la posición de la mujer, parece que ningún pueblo, antiguo o moderno, le ha otorgado una situación legal tan elevada como la que tenía entre los habitantes del Valle del Nilo. Herodoto nos cuenta que "en Egipto son las mujeres las que venden y negocian públicamente y los hombres hilan y cosen." Parece que los viajeros griegos que visitaban Egipto se quedaban atónitos cuando veían la gran presencia pública de la mujer y su libertad de movimientos.

En los monumentos conservados se representa a la mujer comiendo y bebiendo en público, circulando por las calles y hasta negociando con total libertad. Parece que en las relaciones amorosas era ella la que pedía citas al varón o le proponía directamente en matrimonio. Se aconseja a los niños que nunca olviden a su madre por todo lo que ha hecho y hace ella por

ellos. En el ámbito familiar la mujer era la dueña de la casa y todas las propiedades se transmitían por

vía femenina.

La posición de las féminas, sin embargo, se fue debilitando con el paso del tiempo y como

consecuencia de la influencia de los pueblos que fueron dominando Egipto. La libertad de divorcio

que tenía antes la mujer se convirtió, bajo la influencia griega, en un privilegio exclusivo del marido.

Métodos y recursos didácticos

El proceso de enseñanza se iniciaba con el aprendizaje de la lectura y la escritura, proseguía

con la gramática y el estudio de los clásicos y culminaba con el estudio de un conjunto de disciplinas

más especializadas como leyes, reglamentos y enseñanzas técnicas.

El aprendizaje estaba basado en la memorización durante los primeros años y luego se

empezaba a copiar manuscritos. Primero sobre trozos de piedra, luego, cuando ya se poseía más

destreza, sobre pergamino o papiro. Eso sí, cuando se cometía un error, éste se pagaba con castigo

físico. "El joven tiene la espalda y atiende cuando le golpean, pues los oídos de los jóvenes está

colocados en la espalda." -La relación entre los azotes en la espalda y el buen oído de los alumnos

aparece en todos los manuales y otros libros sobre Egipto.-

La escritura jeroglífica

Los egipcios tuvieron en alta estima la escritura. La descubrieron por sí mismos y la practicaron

desde el 4º milenio antes de Cristo. el punto de partida es el jeroglífico figurativo. Mediante la

pictografía se representa un objeto dibujándolo. el dibujo de un brazo representaba un brazo, etc.

Cuando se trata de representar ideas o conceptos se recurre al dibujo de algo que sugiera la idea

abstracta a la que quiere referirse, es decir, a la ideografía. Se dibujaba una avispa para significar la

idea de realeza. Y en el caso de las ideas de difícil representación, se expresaban dibujando objetos

cuya pronunciación era parecida al vocablo que se quería representar, es decir, por homofonía. Por

ejemplo, el dibujo de un laúd significaba no sólo eso, sino también la idea de bondad pues la

pronunciación -nefer y nofer respectivamente- era parecida.

4 Eclesiástico. 38, 24

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Instituciones educativas

La familia

La educación comenzaba en el seno de la familia con la iniciación del niño en las costumbres

familiares, sociales y ético-religiosas. También era iniciado en alguna profesión que no requiriese altos

niveles de calidad y especialización la de labrador y la de artesano.

La enseñanza escolar

La instrucción propiamente dicha, especialmente en la lectura y la escritura, se impartía en la

escuela en dos niveles: elemental y superior. La escuela, llamada casa de instrucción, solía estar

instalada en alguna de las dependencias del Templo o Palacio Real.

La escuela elemental comprendía el aprendizaje de la escritura, de las matemáticas y de algunos

himnos sagrados. La escritura jeroglífica era considerada palabra de Thot. La hierática era la usada por

los sacerdotes y la demótica, derivada de la anterior, era la que usaba el pueblo. Los egipcios fueron

grandes maestros en el cálculo de magnitudes y en su aplicación en la arquitectura y en la agrimensura.

No eran matemáticos teóricos pero tenían un gran sentido práctico. Parece que a estas enseñanzas

tenían un cierto aire misterioso, simbólico y sagrado y su saber estuvo siempre revestido de un

considerable secreto compartido tan solo por sacerdotes y escribas.

En la escuela superior se educaba a los escribas en sus dos variantes. Los del ejército y los reales.

Podía aspirar a esta formación cualquier ciudadano, al menos teóricamente. Y merecía la pena

esforzarse pues el escriba gozaba de gran prestigio en la sociedad egipcia.

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L A E D U C A C I Ó N D E L P U E B L O H E B R E O

Introducción histórica

La historia del pueblo elegido se remonta a la vocación o llamamiento de Abraham. El "padre

de los creyentes" fue con mucha probabilidad contemporáneo de Hanmurabi, al que se tiende a situar

entre 1728 y 1686. Por la vía de la arqueología se puede asegurar la existencia de un reino floreciente

llamado Israel en los siglos IX y VIII antes de Cristo en la región central de Palestina y otro al Sur de

Israel llamado Judá cuya florecencia se sitúa en en VII a. C. Sin embargo, la denominación de Israel

aparece ya en la estela de Meren-ptah, sucesor de Ramsés II en el XIII a. C. que menciona una victoria

sobre "Israel".

¿Moisés faraón de Egipto?

No es poca la literatura que hay al respecto de los orígenes egipcios de la familia de los hebreos

bíblicos. El mismo Freud escribió sobre el tema basándose en hechos históricos que serían demasiado

extensos de relatar aquí. Parece que durante el mismo período histórico coincidieron Akhenatón y

Moisés. Akhenatón fue el gran faraón revolucionario que intentó implantar el monoteísmo en el

Imperio Egipcio. Se ha especulado con que Moisés pudiera ser un ministro o visir suyo si no la misma

persona que después del fracaso de su revolución monoteísta en Egipto decidiera emprender la huida

a través del desierto con sus fieles.1 Sirva este apunte para subrayar lo coincidente de los textos bíblicos

con los egipcios.

Concepción antropológica

Se parte de la base de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios y de que con la

libertad nace el pecado. Los judíos no distinguieron entre cuerpo y alma, para ellos, carne -del hebreo

bâsâr-, agrupaba esos dos términos. La dualidad humana para ellos fue carne y espíritu, términos

referidos respectivamente al hombre de naturaleza frágil y al hombre de Dios.

El hombre bíblico se halla frente a Dios que le dice algo. Además no está solo. Adán no es

nombre de un sujeto singular sino de la especie humana y se encuentra como otros semejantes a él,

con la mujer, con la familia, etc. También el hombre es señor y protagonista del mundo y de la historia

pero no dueño. La tierra en donde habita es para él y debe dominar. El hebreo se considera el pueblo

elegido y su religión es de corte universalista, su afán es el de tener a su Dios y religión por el de todos

los hombres.

El hombre, pues, es un ser libre, capaz del bien y del mal, liberado del destino. No es un

Prometeo encadenado aunque en su libertad tenga una radical dependencia de lo que Dios quiere para

él.

El contenido de la educación

Uno de los objetivos de la educación hebrea es la santidad. Llegar a ser santo. Es decir, pasar

del ser carnal al ser espiritual.

El contenido de esta educación, aun cuando se recogía por escrito, se consideraba como fe de

los padres. Era un conocimiento revelado por Dios pero transmitido por los padres de generación en

1 Ver, entre otros, Osmat, A. Moisés, faraón de Egipto.

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generación. La virtud, a diferencia de otras culturas, consistía en no llevar a cabo ninguna acción ni

tener ningún pensamiento contrario a las leyes instituidas desde el principio.

La figura del educador

La figura del educador humano, porque el otro es el divino, se materializaba en el padre, la

madre, el sacerdote, el profeta y en el escriba o rabbi. Aun así, es siempre Dios quien educa al pueblo

a través de estas figuras.

El padre instruía a los hijos en la catequesis elemental, en las costumbres y en la conducta

moral. En los Proverbios se dice:

"Quien da la paz a la vara odia a su hijo; el que lo ama, por el contrario, se apresura a

corregirlo [...] No ahorres a tu hijo la corrección; porque lo golpees no morirá, antes hiriéndole

con la vara librarás su alma del infierno."2

Y en el Eclesiástico:

"Mima al hijo y te aterrará; diviértete con él y te dará pesares. No rías con él, no le des libertad

en su juventud y no seas indulgente con sus faltas [...] muélele los riñones mientras es muchacho no

sea que se subleve contra ti y te desobedezca."3

La educación de la hijas era competencia de la madre, quién le enseña todo lo necesario para el oficio

de esposa y señora de la casa. El papel de la mujer es secundario comparado con el del padre y aunque

es una cuestión discutida, parece que la mujer estaba dispensada del estudio de la Ley.

No en vano se lee en el Eclesiástico que " Don del señor es mujer callada y no hay cosa que

valga lo que un alma bien educada. [...] Yugo de bueyes sacudido es una mujer mala; tocarla es como

quien coge un escorpión."4

Los sacerdotes, además de las funciones específicas propias del sacrificio y del culto, tenían

también, junto con los ancianos, la responsabilidad de instruir al pueblo sobre los preceptos de la Ley.

La figura del escriba apareció como conservador de la escrituras. Él se encarga de enseñarlas y

explicarlas al pueblo. Se constituyeron conductores del pueblo y este era su oficio. La mayoría de ellos

eran de la secta de los fariseos, por tradición grandes observadores de la Ley y de un nacionalismo

extremo. Igualmente que en el pueblo egipcio, la posición de escriba era privilegiada y gozaba de un

enorme prestigio social.5

Las instituciones educativas

Además de la familia, las otras dos instituciones educativas importantes en Israel son la

sinagoga y la escuela.

En el VI a. C. más de cincuenta mil judíos fueron deportados a Babilonia por Nabucodonosor y durante los cincuenta años que duró exilio se operó en el Pueblo de Israel un profundo cambio espiritual. La dura experiencia del destierro hizo revivir en él las predicaciones antes desoídas de los profetas. Por otra parte, esa misma experiencia propició a los deportados la oportunidad de establecer contacto con la floreciente cultura profana babilónica. Como consecuencia comienzan a dar más importancia a las letras y a la educación escolar.

2 Proverbios. 23,13 / 13,24 3 Eclesiástico. 30, 9-12 4 Ibidem. 26, 7-15 5 Eclesiastés. 9, 3-10. Ver nota 4 del capítulo “Egipto faraónico”

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La sinagoga y la escuela

Aunque no se ha precisado el momento de nacimiento de la sinagoga, consta su existencia a

finales del VI, tras la vuelta del destierro. Es la primera, la más amplia y la más poderosa de las

instituciones educativas posteriores al exilio. También la primera que ofreció un estudio sistemático

de la Ley a personas de los dos sexos. En ella tienen su origen la escuela de escribas y la Escuela

Elemental. Más tarde, en el nacimiento y la primera expansión del cristianismo fue la sinagoga uno de

los pilares de difusión de la doctrina cristiana.

Igualmente que ocurre con la sinagoga, la aparición de la escuela no está datada hasta después

del exilio. Parece que hasta esa fecha, como se ha relatado antes, la educación era casi exclusivamente

familiar.

Niveles de enseñanza

Por textos extrabíblicos se ha deducido que llegaron a haber tres niveles de enseñanza:

Un nivel de enseñanza superior, destinado a la formación de los futuros rabinos o maestros de

la Ley. Un nivel de enseñanza media a modo de la actual secundaria que se llevaba a cabo entre los 16

y 17 años. Y una enseñanza elemental a partir de los 6 o 7 años. Esta última, la escuela elemental, parece

que fue la última en aparecer. Se tiene constancia de que no fue hasta el 64 después de C. cuando se

crearon, con carácter obligatorio, escuelas para niños de 6 a 7 años en todas las ciudades de Palestina.

Cada ciudad debía tener como mínimo una escuela elemental y se instauraron leyes que regulaban el

número de escuelas, maestros y ayudantes que tenían que haber en relación a los alumnos en edad

escolar.

A la escuela elemental le correspondía la lectura de la Toráh; a la escuela media, la de la mishná;

y a la escuela superior,el midrash. La lectura y estudio de la Toráh comenzaba con el Levítico pero en

la práctica el objetivo era el aprendizaje de la lectura y la escritura. Se basaba también en la repetitiva

memorización de los pasajes esenciales de la Ley. De ahí que el cultivo de la memoria tenga tan gran

importancia en la pedagogía hebrea.

Cuando se aprendía el alfabeto y la lectura si se quería continuar con los estudios se debía

buscar un maestro de prestigio que iniciara en las disciplinas fundamentales de la Toráh. "El mejor

elogio que se podía hacer a un discípulo era compararlo con una cisterna impermeable que no deja

escapar ni una gota de agua".6

6 Redondo y Laspalas. Ob. Cit “La educación en el antiguo pueblo hebreo”

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Introducción histórica

El pueblo persa se fue instalando durante el segundo milenio a. C. en la parte occidental de la

meseta de Irán pero fue a partir de mediados del s.VI a. C. cuando el rey Ciro conquista Sardes y las

ciudades griegas de la costa que los persas se revelan como la gran potencia que pronto llegarían a ser.

Rápidamente se expanden hacia el Occidente, primero Libia y luego Babilonia; durante el mismo siglo

se hacen con Egipto y Cirene y poco más tarde algunas islas del mar Egeo y de Tracia. Hacia Oriente

acabaron de someter toda la meseta iraniana hasta el Turquestán y el Indo. se acababa de formar el

imperio más extenso del Oriente antiguo. Los persas heredaron la cultura, o al menos la ideología de

los grandes pueblos vencidos y de modo muy particular las concepciones políticas de Babilonia y Asur.

Persia acariciaba entonces el sueño de un imperio universal.

Unificados el Oriente Próximo y el Oriente Medio, la tarea que habría de emprender más tarde

Alejandro para llegar a representar la primera dominación occidental sobre Oriente se vió harto

facilitada. Y es que, en palabras de Galino, "Persia no perteneció nunca al Oriente clásico"1 . A

continuación fundamentaré esta afirmación exponiendo el origen ario, al igual que el del pueblo

hindú, de los persas.

Según Amiano Marcelino 2 los persas eran :

"...casi todos esbeltos, de color oscuro, con cejas que se juntan sobre la frente, de barba cuidada

y largos cabellos. Ellos tenían el derecho de disponer de la vida de los esclavos y de las gentes humildes.

Éstas no se atrevían a abrir la boca en presencia de Sus señores. Los grandes repartían su tiempo entre

el ejercicio de las armas, la guerra, la caza y el amor."

Con los persas nos hallamos ante un pueblo fuertemente influido por la irradiación de las viejas

civilizaciones mesopotámicas que, aunque ya a la baja, no por ello dejaban de ofrecer conocimientos

de gran valor. La inmensa monarquía persa reposó siempre en la fidelidad de los nobles y estuvo

encuadrada en una sociedad repartida en castas de vocación profesional; también creyó en los mismos

mitos conocidos desde las estepas del sur de Europa hasta el mismo centro de Asia. Y estos tres rasgos,

indicadores de otras tantas tendencias pedagógicas, sitúan sin demasiado esfuerzo a los persas dentro

de la estirpe aria. En una inscripción se contiene: "Yo Jerjes, gran rey, rey de reyes, rey de los países de

populosas razas, [...], persa, hijo de un persa, ario de raza aria."3 .

La fidelidad exigida a los nobles hace que uno de los valores más importantes del ideal de

educación persa sea la sinceridad. La partición de la sociedad en castas implica unua restricción de la

educación y en el caso de los persas ésta estaba reservada a la nobleza.

La educación familiar

La sociedad tenía a la familia y la propiedad sus pilares fundamentales. Los primeros años de

la vida estaban regulados por la madre y solo a partir de los siete años salía el niño del ambiente

femenino. Antes de los cinco años el niño no comparecía ante su padre, según Herodoto 4 , para evitar

1 Galino. Historia de la educación. pp. 77 2 Amiano Marcelino. Rerum gestarum, XXIII, 6 3 Galino. Ob. Cit. pp. 78 4 Herodoto. Los nueve libros de la historia. I, 136

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que éste se afligiera en caso de que el hijo muriera en el curso de su primera educación. Se practicaba

la poligamia y aunque esto disminuía el papel de la mujer en la familia parece que ésta no se veía tan

relegada como en otras zonas de Oriente. Aún así la mujer debía obediencia absoluta al marido y el

adulterio se pagaba con la muerte. Era recomendación unánimemente aceptada casarse joven más o

menos a los quince años. Como los egipcios, los persas fomentaban el matrimonio entre los parientes

más próximos, lo que en otras civilizaciones consideraron siempre un incesto.

La educación de la mujer entre los persas estaba orientada a servir a los hombres. "...entre

nosotros los persas, es costumbre, después que servimos un gran banquete, que entren y se sienten

con nosotros las concubinas y las esposas legítimas."5

La educación militar

Si creemos a Herodoto, la primera educación dada a los niños –desde los cinco hasta los veinte

años- era montar a caballo, servirse del arco y decir la verdad. Sabemos que los nobles se dedicaban

con pasión a la caza y al polo (la etimología nos lleva a algunas regiones de la India en las que designan

así la pelota). También jugaban al ajedrez, juego que había sido importado de la India. La educación

en las armas era muy importante y duraba hasta los veinte años según Jenofonte 7 . Ésta estaba

destinada no solo al príncipe sino también a los nobles. El resto de la educación estaba a cargo de los

magos (moghan). Ellos eran los responsables de enseñar a leer, escribir y contar. En cambio, la práctica

del deporte y de los ejercicios físicos era tarea de los antiguos militares.

La educación militar era especialmente dura y severa para el rey pues él debía sobresalir en

todo para ser así ejemplo de todos los guerreros. El fruto más logrado de la tradición militar persa

fueron los "diez mil inmortales". Se preparaba a los soldados para sobrevivir en las condiciones más

duras y comer cualquier cosa por desconocida que fuera. Jenofonte nos habla así en La expedición de

los diez mil8: "...los soldados comieron por primera vez grumos de palmera y la mayoría admiraron su

forma y agradable sabor, pero también les producía mucho dolor de cabeza".

La escritura

Aunque los persas no se hayan distinguido por su afán científico y aunque la masa del pueblo

permaneciera al margen de toda preocupación cultural, los magos o sabios, los teólogos y filósofos que

constituían la casta sacerdotal eran los encargados de enseñar a los jóvenes la lectura, la escritura y el

cálculo. Hasta finales del s.VI no se adoptó la escritura cuneiforme y ésta se empleaba junto con la de

los reinos vencidos, -Susa y Akkadia- en las escrituras oficiales. Así, se conservaron preciosos textos

trilingües que nos han permitido descifrar esas lenguas. La escritura cuneiforme persa, como las

europeas se dirigían de izquierda a derecha y como todas las cuneiformes tenía su raíz en la inventada

por los sumerios en la Baja Mesopotamia. Su silabario comprende cuarenta y dos signos y, si se

exceptúa el signo separador, que está formado por un clavo oblicuo, su sistema se reduce al empleo de

tres clavos: el horizontal, el vertical y el abierto, combinados de distintas maneras sin pasar de seis

para un mismo signo.

También se usaban la escritura cuneiforme babilónica y la asiria pero eran igualmente

incómodas para el uso diario, pues necesitaban emplear arcilla. Para el uso corriente los persas hicieron

como sus antecesores los asirios, emplearon el arameo. Esta lengua, muy extendida en el Próximo

Oriente desde el VIII a. C. podría considerarse como lengua internacional. Era una escritura derivada

de la fenicia.

5 Ibidem. V, 18 7 Jenofonte. Cyropedia. I, 2, 9 8 Jenofonte. La expedición de los diez mil. pp. 110

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Las religiones mazdeistas y Zaratustra

La gran creación de este pueblo, muy poco dado a cultivarse en las letras ni en las reflexiones

trascendentales, consiste en su religión concebida por Zaratustra. Así pues, lo más conseguido de la

educación persa consiste en el mensaje de este gran reformador. El único documento religioso

conservado de aquella época, y por cierto el más antiguo, es el Avesta, el Código sacerdotal de la

Reforma de Zaratustra, pero no nos ha quedado más que unas partes. Los griegos lo helenizaron

llamándole Zoroastro y la tradición persa le supone en vida hacia el VII o VI a. C. Sea como fuere y aún

siendo casi imposible reconstruir la biografía de este poeta, filósofo y profeta vamos a ceñirnos a el

contenido de su reforma.

Su religión, el mazdeísmo, podría resumirse en varios apartados. Empezaremos por su combate

en favor de un dios único, Ahura-Mazdah (señor sabio), procedente de la época indo-iraniana con el

nombre de Baruna. Y es que toda esta religión y las doctrinas de Zaratustra no se podrían explicar sin

atender a los mitos indo-iranianos, constitutivos del fondo de su desarrollo. Su decidido monoteísmo

le hace adoptar actitudes muy agresivas contra las demás divinidades y acaba conviertiéndolas en

"entidades" manejadas todas por el mismo Ahura-Mazdah. El nombre Mazdah procede en todas sus

formas de la raíz Man, "pensar". Hay indicios que apuntan hacia un dios antropomórfico pues se habla

en los textos de su mano y de su lengua pero quizá muy en sentido figurado. En todo caso, su

antropomorfismo sería parecido al de los dioses homéricos. Los antiguos iranios no representaban

nunca a sus dioses así que este es un dios sin rostro y sin estatuas.

En la religion de Zaratustra no tienen cabida los sacrificios humanos y no se encuentran los

ritos expiatorios propios de las religiones orientales. Constituye un paso muy importante hacia una

religión más espiritualizada y pura que sus coetáneas.

Otro rasgo distintivo del pensamiento zoroástrico es su dualismo. El hombre puede elegir

libremente entre la vida, el bien, la luz o abandonándose a la no-vida, el mal, las tinieblas. Es uno de

los rasgos de la educación del Avesta más marcados, el empujar al hombre a decidir, a hacer su elección

definitiva. Pedagógicamente hablando Zaratustra destaca frente a las antiguas imposiciones del

destino la responsabilidad de una elección libre a la que todo hombre queda comprometido. Hay que

ir abriéndose camino entre la lucha constante entre el bien y el mal.

Su principio era “hay que hacer vivir al buey, fuente de vida”9 . Con esto hacia referencia tanto

al aspecto religioso, contra los antiguos sacerdotes sacrificadores, y en el económico, pues siendo una

comunidad sedentaria no se prestaba demasiada atención a la agricultura, que tenía que ser su

principal fuente riqueza.

Por lo que atañe a la moral, Zaratustra propugnaba que el hombre tiene que pensar siempre y

antes que nada en términos de verdad y justicia. Esta escrito en el Avesta "buenos pensamientos,

buenas palabras, buenas acciones"10 . El ideal humano de estas escrituras incluye la franqueza, la

fidelidad, el amor al trabajo, la justicia, la pureza, la piedad, la caridad, la benevolencia y el respeto a

los superiores. Condena, en cambio, la impureza, el robo, la hipocresía, el orgullo, la envidia, las

querellas, la maledicencia y la calumnia. Los antiguos historiadores Jenofonte y Herodoto coincidieron

en destacar la franqueza como valor más alto del mazdeísmo y la mentira como lo más execrable.

Parece pues, que entre aquellos hombres no había palabra vanamente empleada y que un apretón de

manos era garantía total de cumplimiento de una promesa 11 .

9 Galino. Ob. cit. pp. 85 10 Vispered, 20,1; Yasna, 7, 16 11 Galino. Ob. cit. pp. 86

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L A E D U C A C I Ó N E N L A I N D I A .

LA EDUCACIÓN HINDÚ

Jaime Cerrón y Roberto Aguirre en: “Historia y Filosofía de la Educación Peruana y Universal”

Es precisamente en la India donde el carácter de clase de la educación puede observarse con notas inconfundibles. Cada individuo debla aprender sólo los usos, costumbres, hábitos y prácticas de la casta a que pertenecía. Hay para el efecto, cinco castas bien de delineadas. En la cima de la sociedad se hallan los Brahmanes como la casta que acumula toda suerte de privilegios, desde la propiedad hasta la educación. Aquí están los sacerdotes; en segundo lugar se halla la casta guerrera, la de Ksatryas; en tercer lugar hallábase los Vaysías compuesta por mercaderes, artesanos, agricultores y productores; en penúltimo lugar y según otros el último, se encuentran los Sudras constituida por esclavos y siervos que llevan una vida miserable y que están excluidos de los beneficios de la educación, son simples labradores; finalmente se hallan los parlas, estimados como una suerte de animales, resultado de la mezcolanza de las diversas castas, que han llegado ya a una situación degradante y por lo mismo están impedidos de recibir siquiera lo elemental.

La naturaleza elitista de la educación se comprende por existir clara distinción entre una formación y otra. Así tenemos:

a) La Educación Brahmánica: Está destinada directamente a la formación de sacerdotes encargados de perpetuar la prevalencia de los arios. Es una educación para la casta intelectual, que desprecia las tareas manuales y que más bien tienen por meta el ejercicio de la Medicina, la Jurisprudencia y el Magisterio. El brahmán es ante todo el depositario de la cultura y por tanto debe empezar sus estudios desde los ocho años. Toda su infancia debía dedicarla a la lectura de los libros santos y los misterios; en su juventud debía hacerse padre y tener hijos; en la madurez debía pasar al celibato y la austeridad y en la vejez debía alistarse para la muerte, ocupado a la contemplación y comunicación con su Dios.

Esta educación está dirigida sólo a los hombres. La mujer está excluida. El niño brahmán debía leer el Libro de los VEDAS durante 48 años, destinando 12 años por cada libro. Al término de las lecturas podía considerarse un versado, porque todo brahmán es un hombre culto, pero que es capaz de sacrificar su sabiduría en aras de la mística. El brahmán se sentía superior porque había alcanzado la reencarnación. Se sentía muy cerca del cielo y alejado de la vida ordinaria. El brahmán enseñaba en su propio domicilio a los estudiantes.

b) La educación de las castas inferiores: Estuvo dirigida a los Ksatryas o guerreros, que tenía por meta conquistar el pedestal de Rajá (gente brillante) y para ello tenla que empezar los estudios a los .11 años. Su participación en los combates los llenaba de gloria. En este mismo rubro estaban incluidos los Vaysías que iniciaban sus estudios todavía a los 12 años.

La instrucción de estas dos castas inferiores era elemental. Debían aprender Lectura, Escritura, Cánticos y Fábulas. Los estudiantes más aplicados ofician de auxiliares.

1. El Ideal Educativo.- Como se ha dicho, dependía de la casta a la que se pertenecía. Si era arlo su m eta era ser Brahmán y si era Ksatrya su ideal era la de ser un buen Raid.

2. El papel del brahmán y del Gurú.- El Brahmán ejerce el magisterio y el sacerdocio. Sus

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enseñanzas no deben ser solventadas en dinero. Se c oidora Insólito y ofensivo todo pago, aunque si puede brindarse obsequios o donaciones.

El pensamiento del Gurú debe ser seguido por el alumno en la fase elemental, cuya educación es común a brahmanes, ksatiyas y Vaysías. El Gurú también es miembro de la casta sacerdotal.

3. El contenido educativo.- El estudio de los libros religiosos y la enseñanza de la religión védica constituía la ocupación principal de los brahmanes. Estos decían haber recibido del dios Brahm el encargo de enseñar el libro de los VEDAS.

Los brahmanes tenían que aprender FILOLOGÍA, Gramática, Teología, Filosofía, Literatura Védica y el Código de Manú. VEDA significa “saber sagrado o religioso”, está escrito en sánscrito arcaico. Contiene cuatro volúmenes: Rig-Veda, Sama-Veda, Yajur-Veda y Atara-Veda. El libro de los Vedas es toda una Teología Hindú.

Con los Vedas se formó la Enciclopedia India que comprende: Fonética, Gramática, Liturgia, Exégesis, Astronomía, Jurisprudencia, Mitología, Lógica, Métrica y Dogmática.

4. El Curriculum de Estudios.- En la enseñanza elemental se entregaba Lectura, Escritura, Cálculo y Catecismo Budista.

La educación superior entregaba las enseñanzas de la Enciclopedia, constituida por las diez disciplinas citadas y después se añadió la Música y la Medicina.

La enseñanza de la Gramática y la Fonética tuvieron gran importancia por considerar que habla que mantener las voces auténticas. En materia de Literatura se desarrollaron las fábulas y los proverbios con miras a dar enseñanzas morales. Una importarte colección de fábulas la encontramos en el PANTSCHATANTRA, que se trata de cinco libros destinados a la educación de los príncipes.

En Matemática desarrollaron el sistema decimal de numeración incluso el juego de ajedrez. No se propició la Educación Física.

5. La Metodología.- Los alumnos escuchan las clases al pie de los árboles, esto quiere decir que las enseñanzas se daban al aire libre. Las castas inferiores recibían clases en forma ambulatoria. Los alumnos utilizan la arena para escribir signos. Los estudiantes más aplicados ofician de

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auxiliares.

Los alumnos deben repetir en voz alta todo lo explicado por el maestro y tienen un gran aprecio por éstos. Abrazan los pies del maestro y se los ponen sobre la cabeza. El maestro repite las palabras hasta por dos veces hasta que los discípulos aprendan de memoria.

Se recurre al castigo cuando no se atiende al consejo. Pero en general el método es severo y a menudo eran sometidos a castigos corporales y estaban obligados a practicar el ascetismo. El silencio es absoluto. No se permite la creación. Todo es memorístico.

6. El material didáctico.- Empleaban las hojas de plátanos. Para la enseñanza moral se utilizaron las leyendas, los mitos, las fábulas y las epopeyas. Otro material interesante fue el Código de Manú, del cual se desprendían enseñanzas sabias tales como:

La enseñanza debe ser comunicada sin maltratos.

El maestro deberá emplear palabras dulces y agradables.

El maestro jamás deberá estar malhumorado.

El profesor no debe decir injurias, mentir, maldecir de todo el mundo ni hablar Intempestivamente.

Los que han leído mucho valen más que los que han estudiado poco.

Los que poseen lo que han leído, son preferibles a los que han leído y Olvidado.

Los que comprenden tienen más mérito que los que saben de memoria.

Los que cumplen su deber, son preferibles a los que conocen simplemente: El que ofende a un maestro pasará después de muerto al cuerpo de un asno.

Se sabe también que se empezó a practicar el Modo Mutuo de Enseñanza, esta es, los alumnos aplicados podían enseñar a sus condiscípulos.

7. Establecimientos de enseñanza.- Los brahmanes se educan en Colegios llamados Parishades.

La educación es impartida en el hogar. La primaria, al aire libre, a cargo de los Upanayanas. Hablan también escuelas comunales para los agricultores: Para la casta gobernante habla una especie de Universidades en Benares, Nadia y Tksasila.

Los Tolos eran centros educativos conducidos por un solo maestro. Los Mathas, centros educativos ortodoxos de cultura. Los Vidyapathas eran centros monásticos de estudios religiosos. Pero lo que más llama la atención de la educación hindú es que la ciencia estaba destinada no mayormente a la producción, sino al desarrollo del misticismo.

BRAHMANISMO Y BUDISMO EN LA CULTURA HINDÚ

Isabel Gutiérrez en:

“Historia de la Educación”

Brahmanismo y budismo son las des corrientes fundamentales del pensamiento hindú, que más que darse unidas, se han establecido según una diversa distribución geográfica. El primero se extendía más al oeste y centro del país; Buda predica en el oriente. El primero se extenderá casi con exclusividad por toda la India; el segundo arraigará fundamentalmente fuera del país, ocupando gran parte del continente asiático.

El brahmanismo es una religión indostánica, monoteísta. Según ella, el hombre viene de Brahma, el creador. Su literatura está formada en primer lugar por los Vedas, o libres revelados; después, por los Upanisads, que representan la tradición ortodoxa del comentario de los Vedas.

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Contienen el sistema filosófico brahman llamado "vedanta". Vedas y Upanisads constituyen el contenido sobre el que versa la educación hindú. Sin acceso a. los Vedas no hay educación.

La filosofía "vedanta" parte de las limitadas condiciones a que está sometido el hombre en el mundo actual. Pero no se instala fatalmente en esta pobre realidad, sino que pone su meta en la vida del más allá, una vez superados les condicionamientos del sufrimiento y del tiempo. Hay, por tanto, Lugar para un proceso de perfeccionamiento, una dinamis superadora, que tiene claros, su punto de partida —la ignorancia y el sufrimiento actual—, y el objetivo final, un conocimiento del Ser capaz de producir la liberación absoluta. Pueden contribuir al desarrollo del proceso perfectivo, además del conocimiento de la doctrina védica, la práctica de algunas técnicas, como el Yoga. El hombre que se ha liberado ha entregado a la trascendencia su propia personalidad. Ya no puede pecar, ya no está sometido a ley; porque es el Uno quien obra a través de su acción. El espíritu dar individuo ha quedado ya absorbido en el nirvana, en la infinidad trascendente de Brahma.

El budismo tiene mucho de oposición con el brahmanismo. No se trata de una doctrina divina revelada, sino del pensamiento elaborado por un hombre, Buda. Su doctrina promete la salvación prescindiendo del mundo y de los ritos. Su doctrina básica —la de las cuatro nobles verdades— está contenida en el Sermón de generes. La primera verdad es el reconocimiento de la existencia del dolor: el dolor existe. La segunda mira a las causas de este hecho: el dolor se produce porque nuestros deseos quedan insatisfechos. La tercera verdad se ocupa de la causa que puede hacer cesar el dolor, y es el renunciar a esa "sed" que son nuestros apetitos y nuestros incontrolados deseos. Con la última verdad alude al camino o medie a seguir para dar jaque mate al sufrimiento, consistente en un proceso de salvación.

Buda rechaza los Vedas y los Upanisads, y da a su pensamiento no una vertiente religiosa, sino ética. Funda una orden monástica y permite el ingreso de los sudras, pues los considera tan capaces de alcanzar la perfección corno los miembros de las otras castas. Reconoce también el derecho de las mujeres al monacato.

Escritura y métodos de enseñanza

Cuando los arios penetraron en la India poseían ya una literatura, pero la transmitían oralmente. Esta costumbre se hizo norma de enseñanza, y las obras literarias, en lugar de transcribirlas se confiaban a la memoria. Aún ahora, a pesar de la gran influencia europea, prefieren el aprendizaje de viva voz, de “boca a oído”, según su propia expresión. En lugar de leer oyen y en lugar de escribir memorizan. Por eso hombre sabio es “el que ha oído mucho”. Tienen una gran capacidad memorística. Sus rapsodas van por las casas cíe los-príncipes cantando interminables historias. Los recitadores van de pueblo en pueblo, haciendo resonar inacabables poemas.

También de sus textos sagrados pensaban que se conservaban mejor de memoria que manuscritos. La transcripción de la divina palabra era juzgada como una profanación. Por eso los Vedas no han constituido textos escritos hasta finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX, bajo la influencia de los europeos. Durante todos estos siglos se daba el caso curioso de que si una comunidad monástica deseaba conocer un texto, lo que pedía prestado a otra comunidad no era un libro —que no existían—, sino un monje sabio que recitaba el texto y Io imprimía en la fiel memoria de sus oyentes. La palabra libro, pustaka, es muy poco empleada. Aunque sí se emplea pathaka, lector o enseñante, pero qué en ellos significa también recitador.

Con esto no afirmamos la inexistencia total de la escritura, pues ya en el siglo III a. C., en tiempos de Acoka, encontramos inscripciones fechadas. Pero como método de enseñanza preferían la transmisión oral. Gustaban de enseñar al aire libre, a la sombra de un árbol. Aunque el maestro instruía a cada uno en particular, practicaban también el método de enseñanza mutua, haciendo que los alumnos más aventajados contribuyesen con su ayuda al aprovechamiento de los demás. Sistema

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atribuido a Bell y Lancaster, pero que fue importado por los ingleses de la India.

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LA EDUCACIÓN CHINA

Isabel Gutiérrez en:

“Historia de la Educación”

La Piedad Filial, piedra angular de la educación china

En el Libro de la Piedad Filial se lee: “La civilización comienza con la piedad filial” (Libro atribuido

a Tseng – Tse, discípulo de Confucio). Ella es para el chino la primera virtud del hombre educado y la

base de una vida civilizada. Se parte de la cualidad natural y común a todos los hombres, pero no para

su aceptación espontánea, sino se pone empeño en desarrollarla y llevarla a la perfección. Ella ha sido

la base de la fuerte organización familiar, tan característica de la cultura china.

El concepto chino de piedad filial es tan amplio que puede decirse que a ella quedan vinculadas

todas las demás virtudes. En primer lugar se refiere a los padres. Los hijos deben tener para con sus

padres una serie de atenciones que se enumeran así: respetarles, no difamarles, cuidarles. El respeto

supone amor, veneración, admiración, obediencia. Además, debe ofrecerle ritos después de muerto.

Como en la primitiva organización familiar romana, el chino tiene también derecho de vida o

muerte sobre sus hijos. Pero el padre chino está muy lejos de la severidad catoniana. Ejerce con el hijo

el papel de sabiduría amable, de protección solícita. Orienta en la virtud y ayuda para facilitar su

práctica. El ambiente familiar chino se ha caracterizado por su ternura y suave intimidad. Aunque,

dado el régimen de patriarcado, la cabeza de la familia suele ser, más que el padre, el abuelo. En todo

caso es éste quien atrae hacia sí todo el respeto.

El respeto al cabeza de familia viviente se hace extensivo al Primer Cabeza u origen de la familia.

Piedad filial supone también culto a los antepasados. Desde el principio de los tiempos el pueblo chino

creyó en la acción de los muertos, capaz de proteger o de castigar a los vivos. Estos cultos tenían lugar

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en la propia casa, y las ceremonias están rigurosamente detalladas en el Y Li, (Libro de la Piedad

Filial).

Otra vertiente de la piedad filial es la social. Supone una exigencia de la servicialidad para con los

compatriotas, de benevolencia con todos. “Los que aman a sus padres no se atreven a odiar a los demás;

los que respetan a sus padres no se atreven a odiar a los demás. El amor y el respeto se centran en los

padres, pero la virtud y enseñanza se extienden al pueblo entero y se imitan en todo su ámbito” (Libro

de la Piedad Filial). Por último su faceta política, el respeto al jefe de familia postula también el respeto

al soberano de la nación.

Esta polifacética virtud se cultivaba en el niño desde los primeros años en el seño de la familia-

Cuando la educación se institucionaliza, no descuida esta faceta básica de la moral. En la educación

superior como en la inferior darán gran importancia a su conocimiento y práctica en todo su amplio

sentido.

Confucio y la virtud de la Humanidad.

Surge entones un hombre Confucio, que no es sacerdote, sino un pensador y educador- Tras haber

tomado contacto con muchos problemas humanos y con el sufrimiento del pueblo, observa las

deficiencias políticas y sociales de su país. Desea un gobierno más perfecto, más humano. También le

desagrada la ineficacia de la nobleza que ostenta un poder, no adquirido por su aptitud o preparación,

sino por el simple y mecánico hecho de la herencia. Para la solución de estos problemas no se dedica

Confucio a la acción social inmediata, antes bien, renuncia a todo cargo público para entregarse de

por vida a la educación. Quiere formar al hombre, a cada uno de los hombres. Alrededor de él se reúne

un grupo de discípulos, entusiasmados por la nobleza de su persona, y por la novedad y penetración

de sus enseñanzas.

El sabio chino es optimista. Confía en el corazón del hombre, en su bondad, en su armonía con la

naturaleza. Hombre, Tierra, Cielo forma una trinidad natural y son la base de toda creación. Cuando

el hombre nace, recibe gratuitamente las cinco virtudes brillantes. Son cinco reglas principales de

conducta, que el cielo pone en el corazón de todos: benevolencia, justicia, sentido de lo conveniente,

prudencia, sinceridad. Ellas están siempre en el fondo de la naturaleza humana, como una luz

inextinguible.

La observancia de la norma suprema de conducta o regla moral se llama tao (guía, camino). Pero el

hombre no siempre usa el tao, no está siempre en su verdadero camino. Su cuerpo material y sensible

está sometido a alteraciones, pasiones desordenadas, que oscurecen la verdadera luz. Por eso es

necesaria la educación. Por medio de ella el educador puede superar el efecto oscurecedor de las

pasiones y volver al hombre al esplendor de la verdadera luz, la de las virtudes brillantes. La misión

del maestro es, pues, ayudar al individuo a que vea su propia luz.

Si se ha dicho de Homero que fue el educador de Grecia, con mayor razón hemos de afirmar el

magisterio chino de Confucio. Aunque poco a conocido en vida, salvo por el grupo de sus discípulos,

el pueblo ha hecho de él, una sabio nacional; después, un legislador, y más tarde, algo divino, un hijo

del cielo. Su pensamiento ha informado la política, la moral y la educación de su pueblo hasta 1911,

cuando se establece la república y su retrato deja de presidir los centros públicos y las escuelas.

Lao Tsé y el Taoísmo.

Confucio había dicho: “La medida del hombre es el hombre”. Lao Tsé exclama: “La medida del

hombre es el universo”. No hay más ley que la ley de la naturaleza.

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Si el confucionismo ha sido decisivo en la configuración del alma china, no podemos dejar de lado

otra figura y otro pensamiento –Lao Tsé y el taoísmo- cuyo influjo ha sido en parte comparable.

Contemporáneo de Confucio y algo mayor que él, fue llamado “el sabio y primer Maestro”. Personaje

del que carecemos de datos históricos, se le ha atribuido la paternidad de un librito, Tao-the-king, el

testamento del taoísmo. Obra que despertó en su patria una gran admiración y que se viene

transmitiendo inalterado desde el siglo IV a.C.

El taoísmo no es tanto una moral como una metafísica. La naturaleza es el gran Ser, la realidad

última e incognoscible. A ella se le llega por la contemplación, siempre que se haya producido la

renuncia total del Yo. Pero la palabra clave de taoísmo, su fin y su verdad fundamental es el tao.

Realidad inaprehensible en el concepto e inexpresable por la palabra. El tao es el medio y es el fin, es

todo y es nada. El tao es el camino que lleva al encuentro de la naturaleza, y el punto álgido del

encuentro y la fusión con ella. Esta metafísica misticista no tiene en su base ningún soporte moral ni

humano. Es la negación de todos los valores. Para llegar al tao no sirven los títulos, ni las ceremonias,

ni la observación de la realidad, ni el estudio de los libros. Los taoístas repiten: vuelve el estado natural,

renuncia a la ciencia y no tengas voluntad. Déjate arrastrar por la corriente del devenir.

Tendencia al quietismo que habría que tener consecuencias políticas. Se niega a los hombres el

saber y la instrucción y se les mantiene en una feliz apatía. La administración oficial se hace misteriosa

y tan inexorable como las leyes de la naturaleza. Así se gestó el absolutismo chino.

Aunque el taoísmo ha sido en china otro elemento educador de influjo incalculable, sin embargo

sus raíces nihilistas y su pasivismo impiden hablar con propiedad de una pedagogía taoísta. Más bien

podríamos considerar en ella, en cuanto que forma en la inacción, la ignorancia, la inapetencia, el

verdadero negativismo pedagógico. Este es el hombre ideal propuesto en el Tao-the-king, el que “no

tiene otro deseo que estar sin deseos”, porque “el santo hombre se atiene a la práctica de no obrar” y

“su estudio consiste en no estudiar”. ¿Estamos ante una auténtica pedagogía del No?.

CHINA: EDUCACIÓN IMPERIAL EN EL PENSAMIENTO DE LAO TSE Y

CONFUCIO

Alejandra Dante y Graciela Zurieta en:

”La Educación en los Pueblos Antiguos: Educación Tradicionalista”

Según los investigadores, China es uno de los lugares de la Tierra donde se asentó el hombre

primitivo, extendiéndose su civilización en un lapso de casi 4.000 años. En el año 250 a de J. C. el rey Qin Shi Huang unificó el gobierno y tomó el título de emperador,

combatió el regionalismo unificando las leyes y las escrituras y favoreció el desarrollo de las ciencias y

las artes. Su obra más significativa fue la construcción de la “Gran Muralla”, destinada a defender la

frontera de las invasiones de los pueblos del norte, obra que más tarde continuó el imperio de los

Ming.

En el siglo III a de J.C. asumió el poder la dinastía de los Tsin y el gobierno adquirió las

características de un régimen absolutista. El emperador, considerado el hijo del cielo, disponía de un

cuerpo de funcionarios, los mandarines, que tomaron a su cargo las tareas administrativas del Estado.

En los siglos VI y V a de J.C. se llevó a cabo la reforma moral de Lao- Tse, político y sabio que

predicó el taoísmo, doctrina que recomendaba el quietismo, la vida serena y tranquilidad del alma.

Para el Tao los dioses eran el cielo y la tierra, lo que revela el fondo cósmico que posee esta religión.

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Otro moralista y político, koung- Fu- Tsen (llamado Confucio por los occidentales) partiendo

de las enseñanzas del taoísmo logró interpretar sabiamente el sentir del pueblo chino, su cultura y su

religión basada en el culto a los ancestros y en la adoración de la naturaleza, del espacio celestial, el

agua, las plantas. Así creó un sistema de moral que exaltaba los sentimientos de la tradición y el culto

a los muertos, afirmando que la virtud podía enseñarse. De acuerdo a sus principios, el hombre se

relacionaba con la naturaleza a través de las leyes morales. Hacia mediados del siglo I de la era cristiana

se difundió la doctrina de Buda, que ejerció una gran influencia, pero finalmente el Confucionismo se

convirtió en la religión oficial del Estado. A Confucio se debe la redacción y compendio de las ideas

religiosas y morales de su pueblo. Compuso nueve libros, los cinco Kings y los cuatro Shu, utilizados

durante siglos para educar a los niños y jóvenes chinos.

La organización social en China tuvo como base la familia, su idioma monosilábico y su rica

literatura que se componía de poemas, filosofía, narraciones históricas y también de una nutrida

literatura escolar. China fue tal vez el pueblo más conservador de todos los antiguos, pues las dinastías

se sucedían y los grupos sociales permanecían inalterables en sus creencias e ideales; su atención

estaba dirigida al pasado y a los medios para conservarlo.

La educación, que se limitaba al estudio y memorización de los libros antiguos, consistía en

copiar mecánicamente esos textos que comunicaban cómo se avanza sin obstáculos en la senda del

deber, es decir, como se van aprendiendo los conjuntos de usos y costumbres. Los escolares que

lograban realizar mejor estos fines recibían a la larga mayores recompensas, oficios públicos y títulos

de nobleza. El ideal educativo en la China imperial era el del funcionario de Estado, el del

mandarían que acompañaba los pasos del Emperador. En este sentido, la educación respondía

ampliamente a un tradicionalismo de tipo burocrático y se desarrollaba en tres etapas: inicial,

elemental y superior.

La educación inicial tenía lugar en la familia y se extendía hasta los siete años, edad en que

empezaba el aprendizaje de la lectura. Los hijos debían corresponder con creces al sublime amor de

sus padres. La familia era y es considerada como la base de la organización social. El bien del Estado

dependía de la vida noble y religiosa de la familia.

La antigua China tenía dos instituciones educativas públicas. La primera de ellas, llamada

escuela elemental, que reunía a los niños de siete a catorce años, cumplía la tarea de conservar la

unidad de la nación y mantener las tradiciones ancestrales. Instruía en la lectura y escritura y en los

rudimentos del cálculo. La enseñanza era dogmática y memorista y cualquier idea original se

rechazaba enérgicamente. Todas las relaciones morales y deberes sociales se enseñaban en base a cinco

modelos: relación entre soberano y súbdito, padre e hijo, marido y mujer, hermano, hermana, amigo

y amiga. A su vez, se destacaban cinco virtudes: benevolencia, justicia, orden, prudencia y fidelidad.

La escuela superior formaba a los futuros funcionarios del Estado y su programa de estudios

estaba basado en la literatura. Se estudiaba mediante un procedimiento dogmático y los ejercicios más

importantes eran las composiciones literarias. A los dieciocho años el alumno se sometía a los

exámenes que le brindarían las mejores oportunidades de su vida.

En toda la actividad escolar se preparaba a los alumnos para estas difíciles pruebas que tenían

los rasgos de una ceremonia. Sólo entre los que aprobaban se elegía a los funcionarios para el

desempeño de los cargos públicos, a través de los cuales se preservaba la estructura social y política

del Estado, basada en la religión de Confucio, guía de toda educación. Los exámenes, divididos en

inferiores y profesionales se hacían por escrito ante examinadores designados por el Estado. Los

primeros daban acceso a la educación superior. Los segundos, celebrados en distintos puntos del

Imperio, permitían el ingreso a los cargos públicos (detentados por mandarines) y se ordenaban en

cuatro categorías:

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Exámenes equivalentes al bachillerato, que se celebraban en la ciudades; los ejercicios se practicaban en tres sesiones y tenían una duración de dieciocho horas.

Exámenes equivalentes a una licenciatura. Se efectuaban en las capitales de las provincias, con pruebas más difíciles y prolongadas.

Exámenes equivalentes a un doctorado, celebrados en la Capital del Imperio. Su duración era de 15 días.

Examen de acceso a la Academia Imperial, que se recompensaba con altos honores. El modelo educativo en la China imperial era el del funcionario público, hombre de Estado, guía

y soporte del Emperador. El camino para alcanzar ese lugar de privilegio estaba abierto para todos los

hijos del Imperio Celeste y demandaba esfuerzo y dedicación. El sistema de exámenes aseguraba la

estabilidad de los usos y costumbres del pueblo. Así se explica que permanezca invariable el ideal

formativo del pueblo y su tipo histórico de educación: el mandarín.

Frases célebres:

Confucio, el filósofo, teórico social y fundador del sistema ético que rigió la sociedad china,

escribió las dos frases que más abajo le transcribimos. ¿Qué relación encuentra entre los conceptos

vertidos en las citadas frases y los preceptos que sostenía la educación en la antigua China?

Aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender es peligroso.

Donde hay buena educación no hay distinción de clases. (Confucio)

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EDUCACIÓN EN LAS CIVILIZACIONES DE LA

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LA EDUCACIÓN EN GRECIA

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HOMERO Y LOS MODELOS DE PERFECCIÓN

Azucena Fraboschi en: “Historia General de la Educación”

LA EDUCACIÓN HOMÉRICA

Grecia se hallaba dividida en señoríos o "feudos" gobernados por un rey en medio de una corte. Los ancianos aportaban al gobierno su valor y su experiencia a través del consejo (integrado por unos pocos, de la intimidad y confianza del rey) y de la asamblea; los jóvenes guerreros constituían la clase noble y con el tiempo y según sus merecimientos, recibían tierras en feudo. Al tornarse hereditaria, esta concesión dotó a la nobleza de un poder cada vez mayor en detrimento del poder real, iniciándose así un proceso de disgregación. La otra parte de la población estaba constituida por el pueblo: campesinos, artesanos y comerciantes.

En este contexto, la cultura -y la educación por tanto- fue un privilegio de la nobleza: cultura y educación caballeresca. Pero no se presentan de la misma manera en la Ilíada y en la Odisea.

"Los héroes de la Ilíada se revelan en su gusto por la guerra y en su aspiración al honor (...).

No es posible imaginarlos viviendo en paz. Pertenecen al campo de batalla (...). Los más antiguos

cantos heroicos celebraban las luchas y los hechos de los héroes, y la Ilíada tomó sus materiales de

canciones y tradiciones de este género.

Cuando la Odisea pinta la existencia del héroe tras la guerra, sus viajes de aventuras y su vida

familiar y casera, con su familia y amigos, toma su inspiración de la vida real de los nobles de su tiempo.

(...) La épica se convierte en novela".

A pesar de estas diferencias, hay algo común que subyace a la obra homérica y que hace de Homero el EDUCADOR DE GRECIA: es el concepto de areté, que podríamos verter por:

a) Excelencia, como perfección cualitativa del cuerpo y del espíritu (perfección del ser); b) Virtud, como fuerza, vigor, dinamismo (perfección del obrar).

La areté es un atributo propio de la nobleza, es el valor heroico (o del héroe) considerado en la íntima unión de la cualidad moral (o sabiduría práctica) y la fuerza hábil (o la valentía y la destreza). Se presenta como algo bueno, agathós (la perfección como acabamiento y excelencia) y bello, kalós (la perfección como armonía): La kalokagathía como la cualidad ideal, digna de ser contemplada y admirada, precisamente porque se trata de algo bueno y bello.

La areté, encarnada en un ser, hace de éste un tipo ideal o paradigma que, al ser propuesto para su imitación, tiene un carácter normativo. Porque, en efecto, los griegos saben (el hombre sabe) que "la educación no es posible sin que se ofrezca al espíritu una imagen del hombre tal como debe ser (...), mediante la creación de un tipo ideal íntimamente coherente y claramente determinado.”

A diferentes etapas de la historia de Grecia corresponden diferentes contenidos para el concepto de areté, y diversos paradigmas o tipos ideales que los encarnen: el héroe, el soldado, el ciudadano, el sabio...

En la educación homérica el paradigma es el héroe, el noble guerrero, el caballero. En él la areté funda un sentido agonístico (o de lucha) de la vida: para el caballero, la vida entera es una incesante

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lucha en pos de la supremacía entre sus pares, tanto en la guerra cuanto en la paz, con las armas como con la palabra. Aparecen aquí dos conceptos de gran importancia para comprender la areté del héroe: son ellos el sentimiento del honor y el amor por la gloria.

- El sentimiento del honor: es la conciencia que el héroe tiene de su areté, de su propio valor, de su grandeza paradigmática, y tiene como contrapartida la honra que le es debida y que debe tributársele como reconocimiento de su excelencia. Aún más: es por esta honra que el caballero adquiere el conocimiento y la medida de su excelencia (efecto especular), la cual no es otra cosa que el Valor Perfecto cuya realización procura en todos los actos de su existencia. - El amor por la gloria: los griegos, como los pueblos del Mediterráneo en general, tienen un exaltado amor a la vida, y la sabían breve; la única inmortalidad posible, y digna del héroe, son la gloria y la fama, que lo perpetúan a través de los tiempos en la memoria y en el canto de sus hazañas, en el reconocimiento de su excelencia, en la honra de su areté.

A través de esta gloria y de tal fama se cumple la exigencia paradigmática de la areté, propuesta para su imitación. Y así nos encontramos ante la pedagogía del ejemplo, de reiterada presencia en la obra homérica.

La pedagogía del ejemplo, el ejemplo de los héroes, los héroes como encarnación de la areté o excelencia: ésta es la concepción pedagógica de Homero, concepción que hizo de Homero el educador de Grecia. Sus poemas presentaron a las generaciones que le sucedieron un mundo que realmente existió: su vida cotidiana, sus costumbres, sus hombres y sus mujeres, los valores allí encarnados, la mitología, la relación entrañable de lo divino con lo humano. Todo ello idealizado, convertido en arquetipo, acervo cultural pero también actitud ética configuradora del espíritu de Grecia.

A. EN LA ILÍADA

1. LA SOCIEDAD CABALLERESCA Y EL IDEAL EDUCATIVO

La vida del caballero transcurre habitualmente en el campo de batalla, pero también conoce los días de corte, con su refinamiento y las normas de cortesía que rigen las relaciones entre los héroes en los actos de gobierno, los banquetes y los juegos, actividades que en tiempos de paz ocupan sus días.

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Los jóvenes asisten y tienen su intervención en los sacrificios y en los banquetes, aprendiendo allí las habilidades propias de los caballeros y las actitudes que los distinguen, a través de la observación y el ejemplo surgidos de la convivencia. El sacrificio y la ofrenda de las primicias son la honra tributada a los dioses; el servicio prestado por los mancebos a los mayores es la honra a los héroes. Durante los banquetes se narraban y se celebraban las hazañas de los guerreros, ensalzando sus excelencias, destacando la razón de ser de sus proezas (la formación de la areté), y se criticaban tanto la desmesura inconveniente cuanto la mezquindad (sentido de la justicia y de la prudencia), todo ello dicho con elegancia, convicción y persuasión (lo que acostumbraba al joven a la buena expresión, la habilidad retórica).

También los juegos tienen su lugar de privilegio en la sociedad homérica: la carrera de carros, la lucha, la carrera pedestre, el combate con lanzas, el lanzamiento de la bola, de los dardos, de la lanza...

En cuanto a la mujer, se la presenta como muy bella, pero también dotada de ingenio, hacendosa y de nobles sentimientos. A ella compete el gobierno de la casa, el cuidado de los hijos, las labores domésticas, tareas que el hombre le reconoce como propias, descansando en ella su confianza.

El aprecio por la familia no se halla ausente de la corte homérica: los nobles aman y respetan a sus esposas, prodigan cariño y tiernos cuidados a sus hijos, e incluso consideran como parte de su casa a criados y criadas que los han asistido desde su niñez, o que les han prestado señalados servicios.

2. EL MAESTRO Y LOS CONTENIDOS

Maestros del joven Aquiles fueron el centauro Quirón y el anciano Fénix. El primero le enseñó los deportes caballerescos: la caza, la equitación, el manejo de la lanza, y también conocimientos de farmacopea, y preceptos morales: el honor a los dioses, y a los padres.

Fénix, por su parte, lo ejercitó en el deporte que fortalece al hombre en cuerpo y espíritu, en el manejo de las armas, en la equitación; le enseñó la música que templa el ánimo, y el dominio de la palabra, que involucra la capacidad de un pensamiento racional y de una actitud ética, unida al poder de la comunicación y la persuasión. De pequeño atendió a sus necesidades más elementales, y ya grande, aún lo acompañaba con sus consejos.

En el inicio del poema, Aquiles aparece cegado por la amargura, el deshonor y la cólera; rehuye participar en la lucha, y da razones para justificar su actitud. Nada le importan la areté del héroe, ni el ideal agonístico de la vida. Sólo después de la muerte de su amigo Patroclo a manos del troyano Héctor -quien además se queda con sus armas, que eran las de Aquiles-, recupera su verdadero ser.

Reconoce las consecuencias funestas de su intemperancia ("es preciso dominar la ira en nuestro pecho"), recobra el sentimiento de su honor (que le impele a vengar con la muerte de Héctor la de Patroclo), y acepta la muerte como precio de ilustre fama.

B. EN LA ODISEA

1.- LA SOCIEDAD NOBLE

La Odisea nos presenta el mundo de la nobleza; nos da noticia de las clases sociales, de las costumbres e incluso del trabajo y de los varios oficios que hacen a la vida de la comunidad; nos muestra también el modo de gobierno de los reinos o señoríos de la época, y la formación o educación que deberá recibir el joven noble que ha de continuar la tradición de su clase.

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Mansiones principescas, comodidades, esclavos y esclavas especializados, lujosa vajilla, banquetes, música y canto: tal la vida doméstica del noble, para cuya conducción y aprecio se requiere una educación que, a la siempre ponderada destreza física, añade virtudes espirituales y sociales necesarias en ese nuevo mundo. Así hacen su aparición -o, en algunos casos, pasan a un primer plano- el ingenio o astucia, la prudencia, la justicia, el consejo, la mesura, el ascetismo, la cortesía, la pericia en el hablar, la hospitalidad,...

Esta última virtud, la hospitalidad, se presenta muy a menudo por los muchos viajes que narra el poema, y es ejercida no sólo por los nobles sino también por los plebeyos e incluso por los servidores. Nausícaa recuerda a sus esclavas que "todos los forasteros y los pobres son de Zeus", y el extranjero deja de ser tal para convertirse en un huésped, en medio de un complejo ceremonial que procura atender todas y cada una de sus necesidades y deseos, con gran delicadeza. La hospitalidad es, por entonces, una virtud social.

Al igual que en la Ilíada, los juegos son una importante ocasión para la confrontación personal, en pos del reconocimiento de la excelencia y de la honra correspondiente. Los cantos y los bailes son de obligada presencia en todo convite, pues hacen a la belleza y la armonía tanto del cuerpo como del espíritu.

Pero no todo es banquetes y juego. Reiteradamente aparece en la Odisea la celebración de las agorái o asambleas para distintos actos del gobierno de la comunidad, y en todas ellas se ponen en juego cualidades de orden espiritual que signarán el carácter griego: el bien decir, la claridad del discernimiento, el juicio prudente, la sagacidad necesaria, la actitud mesurada, los sentimientos dignos, la noble cortesía.

Al valor y a la destreza física se han sumado, en lugar de privilegio, el juicio prudente y la habilidad oratoria.

También aparece en este poema la consideración del trabajo: la nobleza se ha afincado en propiedades que hay que cuidar y hacer prosperar, y ello supone conocimientos prácticos, aun para la sola dirección de los trabajos. Odiseo, su padre Laertes, Eurímaco -uno de los pretendientes-, se refieren en más de una oportunidad a sus habilidades en diversas tareas laborales.

En cuanto a la mujer, se presenta como señora de la casa, de conducta intachable, dotada de ingenio y de prudente consejo, sentido de la cortesía (en el ejercicio de la hospitalidad), don de gobierno y capacidad de mando: son las notas de la areté propia del noble, realizadas por la mujer noble, de las que son ejemplo Penélope, Helena, Areté y otras.

2.- EL MAESTRO Y LOS EDUCANDOS

La diosa Palas Atenea toma a su cargo la educación del joven Telémaco, a quien se presenta bajo dos figuras: la de Mentes, rey de los tafios, y la de Mentor, amigo de Odiseo. Lo exhorta, lo aconseja, lo urge a crecer y a madurar, recordándole la areté propia del héroe. Telémaco es un joven apuesto, de buena crianza, inteligente y atinado en sus juicios cuando de situaciones cotidianas se trata, pero inmaduro, sin experiencia para afrontar dificultades, de ánimo vacilante y débil.

Los consejos, el aliento, la confianza que su maestra le brinda coinciden con las luces y los sentimientos que anida el joven en su corazón y Telémaco, quien en todo momento se muestra dócil ante las reprensiones y las directivas que recibe, va adquiriendo firmeza a la par que discreción y prudencia. A medida que el tiempo transcurre se acentúa el parecido del hijo con su padre Odiseo, en cuanto al buen juicio, el ingenio prudente y las palabras sensatas. Al finalizar el poema el anciano Laertes puede exclamar:

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"¡En verdad, qué día éste para mí, amados dioses! ¡Cuán grande es mi júbilo! ¡Mi hijo y mi nieto compiten en valor!"

También a la joven Nausícaa se dirige la diosa bajo la figura de una muchacha de sus mismos años, y le echa en cara su negligencia para las labores de la casa (lavar la ropa, mantener los vestidos de la familia en el estado adecuado a su categoría y a cada circunstancia), que la princesa ha aprendido de su madre Areté, juntamente con otras habilidades: conducir un carro tirado por caballos o por mulas, jugar a la pelota, cantar, danzar.

En su hablar demuestra la joven un juicio sensato y un corazón piadoso, no reñidos con la sagacidad. Conoce los deberes de la hospitalidad y los cumple con la prudencia que le demanda su condición de mujer, cuidándose de la maledicencia y del daño que ésta puede causar a su buena fama, otro de los temas tan caros al héroe.

EDUCACIÓN MARCIAL Y EDUCACIÓN CIUDADANA

Isabel Gutiérrez en:

“Historia de la Educación”

El poético testimonio de Homero nos sirve para penetrar el sentido de la areté en los albores

del mundo griego. La Ilíada y la Odisea representan la tradición histórica de la época arcaica, que se

extiende a lo largo del milenio anterior al siglo VIII. Aunque el valor pedagógico de la aportación ho-

mérica no queda reducido sólo a la información de carácter histórico, ya que se ha podido afirmar que

"Homero fue el educador de Grecia”. La experiencia pedagógica espartana se sitúa entre los siglos VIII

y VII a. C., que algunos colocan dentro de una etapa preclásica. Otros consideran mejor incluirla dentro

de la misma época arcaica. Después, a partir del siglo VI, en el período que va de este siglo al IV a. C.,

se da lo que entendemos por época clásica, época predominantemente creadora en lo cultural y en lo

pedagógico. Finalmente, el helenismo cuya misión civilizadora es más extensiva que intensiva, gracias

a la obra de Roma. Las fechas en que se enmarca la llamada cultura helenística son: desde la muerte

de Alejandro Magno, 323 a.C., hasta la destrucción del Imperio romano en el año 529.

Hacia el siglo VIII a.C. aparece en la estructura política de Grecia una seria transformación.

Surge la pequeña ciudad, la polis que, dada la tendencia a la autonomía, tan característica de los

helenos, se organiza de modo independiente. Ella resuelve por si misma sus propios problemas, ya

sean jurídicos, administrativo, o económicos. Debe plantearse también y resolver adecuadamente;

según los principios que rigen su convivencia política, los problemas relativos ala educación.

De las varias polis o ciudades que se constituyen, dos han destacado -por su original

peculiaridad- a lo largo de la historia: Esparta y Atenas. Una política pedagógica estatista y totalitaria

es el basamento sobre el que se afirma la formación del espartano. Se trata, ante todo, de conseguir

guerreros fuertes y hábiles, que defiendan eficazmente al Estado. Educación para la guerra, que

podemos denominar —por referencia a la divinidad que la representa— educación marcial. No sucede

lo mismo en Atenas. Aquí la polis, concebida en sentido democrático, busca fundamentalmente la

preparación del hombre libre. Intenta forjar en él una personalidad original y creadora. De aquí que

promueva en alto grado, además del ejercicio físico, la formación estética e intelectual de cada

individuo. La educación es entendida como preparación del ciudadano para participar en la vida

política y cultural de la ciudad, dado por supuesto que el bien de ésta Fluye necesariamente de la

riqueza personal de sus miembros.

ESPARTA: UNA EDUCACIÓN PARA EL ESTADO

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Licurgo es el creador de un estilo pedagógico que ha preocupado a los siglos. La pedagogía

totalitaria, porque somete todo el desarrollo del hombre a la norma absoluta del Estado. Educación

planificada hasta en sus mínimos detalles sin margen para la promoción o manifestación de la pe-

culiaridad individual.

Aparece en la historia como el gran legislador que, "en la época de los Heraclidas” -comienzos

del siglo VIII-, organiza la vida política espartana. Figura real o legendaria -tenemos pocos datos- al

personificar un estilo de vida duro, disciplinar y comunitario, atrae a los escritores atenienses, cuando

éstos toman conciencia de la crisis a que conduce su viciado individualismo. El primero en hablarnos

de Licurgo es el historiador griego Herodoto. Jenofonte le dedica una obra, cuyos numerosos datos

tienen bastante de anacrónico y gratuito. Platón siente cierto atractivo por el socialismo espartano, y

Plutarco incluye en sus Vidas. Paralelas, la biografía de Licurgo, en relación con la vida de la ciudad. A

pesar de estas referencias, el conocimiento que tenernos del legislador y de su pueblo dista mucho de

ser completo y preciso. Se puede hablar aún hoy con propiedad de la (misteriosa Esparta.

Esto no nos impide adentrarnos en las líneas que definen su problemática pedagógica

fundamental. La educación espartana es, ante todo, una educación para el Estado. Licurgo,

“acostumbraba a los ciudadanos —leemos en Plutarco— a no tener deseo ni aún capacidad de llevar

una vida individual. Los llevaba, por el contrario, a entregarse a la comunidad... para que pertenecieran

enteramente a la patria”. El espartano no podía permitirse el lujo de una vida privada. Se le exigía la

entrega total de sí mismo al servicio de los ideales patrios. El ideal de perfección apuntado aquí dista

mucho de la areté homérica. Ya no es el honor individual la meta capaz de empujar hacia el heroísmo,

sino el bienestar colectivo. El hombre logra su acmé, su más alta cumbre, cuando ama heroicamente a

su patria y en aras de ese amor inmola la propia vida. Además, el espíritu colectivista del espartano le

conduce, no a una manifestación heroica individual esporádica, sino al florecimiento de una

comunidad de héroes, al heroísmo masivo."

La educación estará, por tanto, orientada a legrar el heroísmo colectivo en pro del Estado, tal

como lo exige su concreta circunstancia política. La ciudad está constituida por una aristocracia,

numéricamente reducida. Esta pretende mantener, en régimen de esclavitud a un buen contingente

de hombres de los territorios vecinos que aceptan con dificultad semejante dependencia. El riesgo de

insurrección, en especial de los ilotas de Laconia y de los mesenios, es continuo. El espartano,

dispuesto a mantener a toda costa un orden y un poder tan seriamente amenazados, se ve obligado a

permanecer en estrecha vigilancia. Precisa tener dispuesta, en todo momento, una comunidad de

guerreros, diestros y fuertes, aptos para decidir la batalla y ganarla. La debilidad numérica se compensa

con el alistamiento de todos en la empresa bélica. Una educación, minuciosamente reglamentada por

la ley, será el medio de prepararlos adecuadamente “…hizo consistir toda la legislación en un problema

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de crianza o educación”. Someterse, a la legislación estatal en el terreno pedagógico, se convertirá

entonces en una exigencia esencial para todo ciudadano, que de otro modo no podría adquirir sus

derechos cívicos. El fin de la educación queda subordinado al fin del ciudadano: el servicio exclusivo

de la polis. La educación espartana se encamina a suministrar héroes,-dispuestos a entregarse, por

entero a la causa del Estado.

El entrenamiento del hoplita

En la época clásica, al igual que en la arcaica, la política pedagógica espartana tiene corno única

finalidad formar guerreros. La areté supone, ante todo, el entrenamiento del hoplita, del soldado de la

infantería pesada.

Para lograrlo, el Estado se hace cargo de la vida de cada ciudadano desde su nacimiento. Si tras

el veredicto de la comisión de ancianos el niño es considerado digno de vivir, queda con la familia

hasta los siete años. Esta cuida de su crianza. Sólo al fin de esta época puede decirse que comienza la

educación. El Estado se hace cargo del niño y se le confía a un paidonomos, comisario de educación,

que se encargará de seguirle a lo largo de varias etapas. Primeramente, se integra en algún grupo de

jóvenes, y desde él se procede a su formación. La constitución de estos grupos recuerda algo a nuestros

actuales scouts. Las etapas a seguir desde ese momento son: la primera, de ocho a once años, durante

la cual recibe el nombre de «camarada»; la segunda, de doce a quince años, en la que es llamado

"joven"; la tercera, de quince a veinte, la del “irén” (efebo entre los atenienses), que corresponde a la

etapa del servicio militar. Al comenzar esta tercera etapa entra el muchacho en el cuartel, y de él va a

depender hasta los treinta años. Aunque ya a los veintiuno ingresa en las agrupaciones de adultos, el

hombre espartano sólo se considera formado cuando cuenta treinta años. Entonces recibe la posesión

de los derechos civiles y comienza a tomar parte en la asamblea popular.

El contenido de la enseñanza impartida al hoplita no está basado en materias de carácter

teórico. No se considera importante para un soldado el aprender “música” o “letras”, el alcanzar una

formación intelectual. “Los lacedemonios ven con buenos ojos que los jóvenes no aprendan ni la

Música ni las letras”. Aunque Plutarco afirma que en lectura y escritura llegaban a saber lo necesario.

De hecho, el empleo del "laconismo" para expresarse con la mayor precisión y brevedad, exigía un

cierto dominio del idioma. Poseían cierto gusto por la poesía y la música. Esta era a su vez un

instrumento al servicio de su militarismo: “El espectáculo del ejército espartano que marchaba al

ataque al son de la flauta, era a la vez majestuoso y terrible”.

Pero el primer plano de la preocupación pedagógica lo ocupaba la preparación para le milicia.

En especial, a partir de le revolución político-social del año 550 a. C., en que le ciudad se repliega sobre

si misma aislándose de las restantes ciudades griegas. Desde este momento, el ejercicio físico

constituirá el centro de la formación. Al aumento de la destreza corporal se van a subordinar le caza y

los deportes. Se hace necesaria además la práctica del pentatton o los cinco ejercicios básicos. Eran

éstos: carrera, salto, lucha, lanzamiento de disco y disparo de dardo. Con los ejercicios de formación

compacta, que se sumaron a los anteriores, llegaron a adquirir gran habilidad en las maniobras

militares, pasando velozmente de formación en hilera a formación lineal.

También la formación de la mujer estaba subordinada al ideal belicista. Su principal misión era

dar hombres fuertes, soldados vigorosos, capaces de salvar al Estado. Aunque la actividad más

apreciada por ellas era la danza, también se ejercitaban en el salto, en la carrera y en el lanzamiento

de disco.

Moral de sacrificio y de obediencia

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El rasgo dominante de la moral espartana es la negación de todo interés particular en aras de

la comunidad. Esta es la única norma del bien y de la justicia, que a su vez se identifican. Bueno y justo

es todo aquello que contribuye —de modo inmediato- al engrandecimiento de Esparta. De aquí el

maquiavelismo en sus relaciones con los extranjeros, y el adiestramiento de la juventud en el robo, la

impostura y el disimulo.

Se cultiva un estilo disciplinar y comunitario. El individuo debía estar siempre integrado en los

otros y controlado por ellos. “Licurgo acostumbró a los ciudadanos a no querer y aun a no saber vivir

solos”. Esta convivencia se realizaba en un "clima duro", de austeridad y ascetismo. Menospreciaban

les bienes de la civilización y lo que suponen de goce y alivio para el hombre. Por el contrario, se

procuraba desarrollar en el joven por todos los medios la resistencia al sufrimiento. Mal vestido, con

los pies descalzos, mal alimentado, pero puede robar para comer. El espíritu combativo es estimulado

por medio de riñas brutales entre diversos bandos.

Ante todo, la moral espartana es una moral de obediencia. Esta es le virtud que ponía esa

disposición ruda y belicosa del hombre espartano al servicio incondicional del Estado. Era casi su única

o, al menos, la fundamental virtud que el ciudadano debía practicar y el joven se ejercitaba

constantemente en ello. Se la exigía rendida y total. Para Licurgo “una verdadera educación es una

auténtica escuela de obediencia”.

Al espartano no se le permite pensar en la inmortalidad del alma ni en la vida futura. Esta

pedagogía utilitaria no asigna al hombre otro fin último que los estrechos límites de su propia polis.

Esta era también la encargada de honrar su memoria.

ATENAS: PREOCUPACIÓN POR EL ENRIQUECIMIENTO PERSONAL

La vida de la polis ateniense se va a regular, a partir del siglo VI, sobre la base de unos derechos

comunes a todos los ciudadanos, a todos los hombres libres de la ciudad. En abierta contradicción con

el principio político espartano de que el bien del individuo consiste en la subordinación absoluta a los

intereses de la ciudad, Atenas considera ser el propio bien de fa ciudad, fruto espontáneo de la

perfección de todos sus miembros. De aquí que se cultiven en ella, con tanto fervor, el pensamiento y

la palabra. De aquí que Atenas haya podido realizar poderosas invenciones y creaciones, que han

pasado a incrementar, decisivamente, el acerbo cultural común de la humanidad.

El ideal ático de perfeccionamiento humano ha recibido el nombre de Kalokagathia. Síntesis

de un orden estético y de un orden ético, de una belleza física externa capaz de sustentar bondad y

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moralidad. Este ideal de hombre, bello y bueno aquí postulado es una muestra de la preocupación del

ateniense por alcanzar el equilibrio entre los diversos aspectos de la personalidad: hermosura física,

dignidad moral. A las que deberá añadirse, en el mismo proceso perfectivo de su cultura, una exigencia

de preparación intelectual, de tender a la sabiduría.

Tan elevado ideal de formación humana no es aquí postulado de modo parcial o limitado

numéricamente. La transformación de la estructura política ateniense, que sustituye el ideal

aristocrático por su sistema democrático, arrastra tras de sí la exigencia de una educación al alcance

de cualquier ciudadano. Si todos han de participar en la vida y el gobierno de la ciudad, todos han de

ser preparados para hacerlo. Se requiere la creación de un centro apto para poner la cultura a

disposición de todos. No basta ya la enseñanza individual impartida por un preceptor. Se requiere la

escuela como institución colectiva.

Este razonamiento, basado en una circunstancia política, no era aceptado por igual entre todos

los atenienses. Píndaro levanta la famosa cuestión tan cara a los socráticos: ¿puede adquirirse la areté

—valor y virtud—sólo a través de la enseñanza? Algunos aristócratas juzgan que la educación sólo es

eficaz cuando la recibe un noble, por requerir un sujeto previamente dispuesto. Pero tal criterio era

desbordado por la fuerza de los hechos. Cada día aumentaba el número de los que deseaban participar

en los beneficios de la cultura. Y aunque la enseñanza individual continuara existiendo y los teóricos

discutiesen sobre las ventajas de cada uno de los sistemas, la escuela, corno centro colectivo de

educación, se difunde y se perfecciona.

De la existencia de escuelas en la ciudad de Atenas, a principios del siglo V, nos habla el

comediógrafo Aristófanes. Reaccionando frente a la educación de su época, muelle y condescendiente,

evoca la "educación antigua". Describe a los jóvenes de uno de los barrios que, al alborear, hiciera

bueno o mal tiempo, se dirigían “a casa de sus maestros”. Esta enseñanza escolar no fue nunca entre

los atenienses un monopolio del Estado. Tenía carácter privado. El Estado suministraba los locales,

pero garantizaba la libertad de la enseñanza.

Papel secundario de la preparación militar

El papel de la preparación militar en la formación del ateniense es escasa: el cambio estructural

propio del siglo VI a. C. -a que ya hemos aludido- no produjo en la educación sólo exigencias de

carácter cuantitativo. Además de promover su extensión a todos los ciudadanos, produce también un

cambio de mentalidad y, por tanto, en el contenido didáctico. Los atenienses, los primeros -según

Tucídides- que abandonaron la costumbre de andar armados, supieron evolucionar de una cultura de

guerreros -cantada por Homero- a una cultura de escribas. De aquí, que ya en el siglo VI, pero, sobre

todo, en el V, la cultura y la educación áticas tienen un carácter marcadamente civil. No es que el

elemento militar desaparezca por completo, había que defenderse de los ataques de otros pueblos,

pero esto no condicionaba la vida cultural e intelectual de la polis.

El ambiente en que se desarrolla el niño hasta los seis o siete años está constituido por su propia

familia. Se le rodea' de la consideración y el tierno afecto de sus padres. Buena prueba de ello nos la da

el gobernador Temístocles, al afirmar que su hijo es el hombre más influyente de la ciudad. La razón

es sencilla. Temístocles confesa ser gobernado por su mujer, y ésta por su hijo. La ocupación del niño

en esta época es fundamentalmente el juego. Las niñas juegan con las muñecas y el aro. Los niños

organizan grandes batallas con generales y soldados de arcilla. Hacen partidos de pelota, se balancean

en los columpios.

Hacia los seis años el niño se integra en la comunidad escolar, donde recibe la enseñanza de

maestros profesionales. Un pedagogo particular —comúnmente esclavo— era encargado de

acompañarle directamente en el trayecto hacia la escuela. En ésta no hay pupitres, sino bancos; el

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alumno debe mantener sobre sus rodillas el rollo de la lectura. Hay escuelas amuebladas con elegancia,

y en algunas se observan adornos, como estatuas de dioses y de héroes.

Las materias en que se ejercita el niño son tres: escritura, gimnasia y música. La escritura

comprende, además, lectura -se pone especial cuidado en el aprendizaje de la lengua materna- y

aritmética. Como cifras se utilizan las letras del alfabeto. La educación física se practica en gimnasios

y palestras públicas y sólo se considera educado el que ha aprendido a nadar, luchar, manejar el arco

y la jabalina. También aprenden a tocar la lira. La asistencia a la escuela, para los hijos de familias

acomodadas, se extiende hasta los catorce o dieciséis años. De las cuatro etapas en que el griego divide

el curso de la vida humana, pais, efebo, aner, geron —niño, joven, adulto, viejo-, la segunda, la efebía,

es la correspondiente al servicio militar. Pero éste no busca el ejercicio de actividades específicamente

militares. La táctica democrática de la infantería pesada apenas exigía preparación, de aquí que se

cargase el interés en la formación intelectual, moral y física del ciudadano. La instrucción que recibía

el primer año era amplia: literatura, geometría, retórica, música. Se daba gran importancia a la práctica

del deporte, como medio de desarrollar la fortaleza y la agilidad del cuerpo, hasta el punto de que el

“combate armado”, hoplomachia, se convirtió en un arte, practicado no en vista de su eficacia práctica,

sino de su perfección formal. Los griegos creen en el ideal de la “virtud deportiva” como verdadera

preparación, aunque indirecta, para la milicia y como medio de una auténtica educación.

Enseñanza gramatical y musical

Los dos pilares básicos de la educación griega son la gimnasia y la música. Gimnasia para el

cuerpo, música para el alma.

Junto a la educación física, la musical. Era ésta entendida por Ios atenienses antiguos, en su

sentido más estricto, como aprendizaje de la música vocal e instrumental. Una vida culta suponía un

cierto dominio de “la lira, la danza ligera y el canto”, de tal modo que, quien no sabía desempeñar su

parte en un coro, no había recibido una verdadera educación. Aristófanes describe a unos estudiantes

que caminan en filas apretadas a casa del citarista o maestro de música.

Pero, desde el comienzo de la escuela, al doble esquema tradicional de educación física y

música, se añade la enseñanza de la lectura y de la escritura, como medio de profundizar en el

conocimiento de la lengua materna. Más tarde se irán introduciendo otras materias consideradas aptas

para la formación del individuo. De aquí, que Platón, buscando encajar los nuevos estudios, dentro del

esquema clásico, amplía el concepto de música. Comprende en ella todo conocimiento que diga

relación al dominio de las Musas, todo conocimiento intelectual.

El maestro encargado de enseñar la lectura y la escritura recibe el nombre de grammatistes.

Para la lectura siguen el método analítico. El primer esfuerzo que exige al niño es aprender las

veinticuatro letras del alfabeto, las que, para favorecer el esfuerzo memorístico, están colocadas en

cuatro versos hexámetros. Tras agrupar las letras en sílabas, el maestro pasa a presentar las palabras y

las frases. Cuando el alumno ha adquirido ya el dominio elemental de la lectura, comienza a hacer

ejercicios en voz alta, para aprender a modular la voz, y a tener en cuenta los acentos y la longitud de

las sílabas.

El aprendizaje de la escritura comienza con el dibujo de las letras. Después se copian frases o

sentencias escritas por el maestro y pronto se acude al dictado. Los modelos utilizados en toda Grecia

para el aprendizaje de la lengua materna son los versos de los poetas y los discursos de los oradores.

El autor predilecto era Homero. No era extraño que los alumnos aprendiesen de memoria la Iliada y

la Odisea.

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LA EDUCACIÓN EN LOS ORÍGENES DE OCCIDENTE

Oscar Picardo Joao y

Juan Carlos Escobar Baños en “Historia de las Ideas Pedagógicas”

En esta unidad se presentan un conjunto de pensadores griegos que establecieron los principios

pedagógicos de occidente: Los Sofistas, Sócrates, Platón y Aristóteles; en efecto, para comprender la arquitectura contemporánea de la educación es necesario partir de la cultura griega, madre de conceptos vitales como Pedagogía -πεδαγογοσ- o Didáctica -διδακτοσ-. En este contexto, el y la docente actual podrán recuperar el espíritu emprendedor de los Sofistas y su arte discursivo, o bien la mayéutica dialógica de Sócrates, o quizás descubrir en el Mito de la Caverna platónico el sentido de la educación.

Los Sofistas: educadores itinerantes Los sofistas fueron auténticos profesores viajeros que iban de ciudad a ciudad, tratando de

interpretar la realidad educativa y social. Los sofistas se aseguraron un porvenir en el destino de los pueblos – o al menos así fue descrito – divulgando experiencias ajenas, cuya base es la especulación. Pero esta divulgación permitió definir claramente el raciocinio, la libertad mental que necesitan el hombre y la mujer para alcanzar el desarrollo político y social de las polis.

Los sofistas, cuyo comprensibilidad se determinó en base a su sabiduría, emprendieron la búsqueda para hacer sabios a otros y, en este sentido, quedaba demostrado en carácter reproduccionista de la educación. Tanta fue la orientación de los sofistas que lograron incidir en la polis, que la convicción definida, se enmarcaba en la habilidad de persuadir con base a la palabra. Se trata pues, de una exigencia, en la que el “aprendizaje oratorio” se convierte en el método de culminación del acto de educar. Durante el siglo V, el conferenciante se exigía a sí mismo con la única intención que el lenguaje planteado tuviera eco en los discípulos. Naturalmente la cultura era el producto de aprendizaje y adquiría, desde esta óptica, la ambición política en la que el maestro caracterizaba su acción.

En la preparación de los jóvenes, los sofistas se convirtieron en negociantes de la educación, ya que dicha preparación tenía alto costo y, por ende, determinaba la calidad de su enseñanza. Una de las premisas del desarrollo educacional de los sofistas consiste en “una actitud radical y crítica que no se detiene ante la autoridad de ninguna tradición, pretendiendo liberar a los hombres de todo prejuicio”. Este planteamiento es principal al momento de evidenciar que los sofistas y su Atenas coincidieron en ubicar a la tradición y la ilustración como premisas clave dentro su filosofía. La tradición es sinónimo de cultura y la ilustración consistía en examinar y criticar a la luz de la pura razón humana, los mitos, las creencias y sobre todo las instituciones políticas y sociales. La ilustración es, por tanto, el método de crítica, ubicando a la persona y la sociedad y sus diversos problemas como objetos de estudio y determinaciones en el acto de educar. La elocuencia y el humanismo son, en detalle, correlaciones en las que se evidencia el carácter educativo de los sofistas y, a partir de ellas concretaron el abordaje de la realidad.

Los sofistas fueron un movimiento cultural especializado, más que en proporcionar filosofía en todas sus dimensiones, en un análisis de la polis y, su recreación, estuvo ubicada en la relación entre individuo y Estado. Obviamente, su principal objetivo era la venta de artículos educativos, en el que se expresa la propiedad privada, y el saber como elementos indisolubles. Sus principales representantes, Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontini; Hipias de Elis.

Entre otras cosas, se puede identificar a los sofistas comolos creadores de la educación liberal; tal fue la trayectoria obtenida que influyó en la concepción del mundo tal como es entendido en la actualidad por los países de Occidente. En general, es evidente que esta concepción llegó a las especificaciones del curriculum educativo de las disciplinas que más adelante se denominaron las siete artes liberales, divididas en el trivio (gramática, dialéctica y retórica) y el cuadrivio (aritmética,

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geometría, astronomía y música). “En los grandes Sofistas como Hipias y el Ateniense Antifón esta contradicción dio como resultado la consideración de que todos los hombres son por naturaleza iguales: sólo por convención artificial se dividen en griegos y bárbaros, libres y esclavos, nobles y plebeyos”. Esta forma de enmascarar la igualdad desencadenó el criterio del liberalismo, el cual, libera a las personas desde la óptica de la individualidad o del esfuerzo particular.

Sócrates: El arte mayéutico La perversión de los sofistas obligó a Sócrates a demostrar la inexistencia de un mundo igual y

de la aplicación de la democracia. Sócrates, nacido en Atenas, 470 ó 469 a.C., se manifestó siempre por la justicia, la santidad, el valor y la virtud y, en esa mística, pudo demostrar a los jóvenes el sentido de una posición diferente y contradictoria a la religión instituida por el Estado. Se defendió, con sabiduría, indicando que la actual educación carecía de votos de humildad y libertad. Esto le llevó a que el Estado, lo apresara y lo declarara culpable: se le propuso que él mismo se planteara una pena: “propuso que se le mantuviese de por vida en el pritaneo como se hacía con los beneméritos de la patria. Fue condenado a beber la cicuta por una mayoría mucho más alta que la que lo había declarado culpable. Acató la condena y bebió la cicuta serenamente, después de haber discutido sobre la inmortalidad del alma con un grupo de amigos y discípulos”.

Sócrates era el único que se ocupaba de filosofar y el detalle de sus enseñanzas se encuentra en la correlación del discurso con la realidad. Los sofistas enseñaban el arte de gobernar, pero con el afán de lucirse ante las asambleas; sin embargo, Sócrates planteaba la necesidad de saber sobre todas las cosas: en qué residía el verdadero bien de la ciudad y por tanto cuál era verdadero bien para las personas que la componían. En realidad Sócrates planteaba el problema de la virtud como el tiempo, conocimiento del bien y propensión a hacerlo y, en esa medida, clarificó que las virtudes (la valentía, la santidad y la justicia) no se desarrollan por separado, sino que confluyen en una conciencia superior de lo que es verdadera y universalmente preferible para la persona, es decir, el bien.

He aquí su mayor fortaleza en cuanto a la enseñanza de la virtud: no se puede enseñar desde afuera, no se puede transmitir con las palabras; pero se puede suscitar en el ánimo de las personas, que lleva embrionariamente dentro de sí, mediante una oportuna acción educativa. Esta acción se desarrolla en dos momentos básicos: la ironía y la mayéutica.

El “conócete a tí mismo” fue clave en el destino de las sociedades y, en este lema, se encuentra la advertencia al análisis inacabable de sí mismo y el estímulo a crear en otras personas esta fuerza del conocimiento de sí mismo. Este trazo es lo que comúnmente hoy se le denomina como la voz de la conciencia. En este sentido, la ironía socrática se reduce a hacer que el interlocutor se confiese ignorante, lo que implica el primer paso hacia la sabiduría. Según Abbagnano y Visalberghi, Sócrates abría el diálogo con grandes declaraciones de ignorancia y desmesurados elogios a la sabiduría del interlocutor, que éste aceptaba adulado; pero al final se ponía de manifiesto que el único sabio era Sócrates, a través del método dialéctico, que consistía en aceptar estas declaraciones como verdaderas y luego demostrar que de ellas se desprendían consecuencias absurdas y contradictorias. La mayéutica es la acción pedagógica verdadera de Sócrates. En ella se evidencia la ayuda a los interlocutores a iluminar y expresar verdades que el mismo Sócrates no les había formado ni puesto en la mente, sino que se han madurado en su interior y sólo hay que volverlas explícitas y evidentes. Básicamente, se trata de un método interrogativo que se preocupa menos por transmitir que por hacer descubrir, ya que las preguntas actúan como indicadores de enunciados que construirá el alumno utilizando sus propios recursos. “No se trata la mayéutica de aprender algo nuevo sino de recordar lo que se sabe implícitamente y que las preguntas tienen como objetivo de hacer explícito”.

En la actualidad, el método de Sócrates constituye la base en que se sustentaron otros métodos de vital importancia y, en esa medida, las situaciones coactivas e interactuantes han perfilado que otros autores revisen detenidamente el término descubrimiento y lo ubiquen en la aventura de la fantaeducación 1, asegurando que el estudiantado no sólo revise su aprendizaje, sino que garantice su

1 La fantaeducación es la expresión máxima de la imaginación como proceso de producción de conocimiento. Fantaeducación

se define como la capacidad de la persona para intervenir en el mundo.

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individualidad. En consecuencia, Sócrates determinó este método como la medida por excelencia para descubrir el mundo; por eso, este descubrimiento representaba para Atenas el peligro inmanente para convertir a los jóvenes en pensadores de su realidad.

Platón: De la caverna a la verdad Platón nació en Atenas el año 429 a.C., y su vida fue clarificada como una convicción por la

defensa de la concepción del mundo de su maestro Sócrates. La muerte de este gran maestro, significó para Platón la definición del rumbo de su vida y, desde este momento, se precisa sus tesis principales acerca de la vida en Atenas y, en especial, la de los sofistas.

La muerte de Sócrates le vulneró una injusticia irremisible, como la condena total de toda la política de su tiempo. Sin embargo, Platón marcó un devenir en la filosofía de su tiempo y, fundada su academia se dedicó a filosofar y a escribir su obra magna denominada Apología de Sócrates. Es precisamente en esta obra, donde se demuestra, al mundo entero, la doctrina socrática, que se sintetiza de la forma siguiente: 1) la virtud es una y se identifica con la ciencia; 2) sólo como ciencia se puede enseñar la virtud; 3) en la virtud como ciencia consiste en la única felicidad de la persona.

Platón, siendo el primer filósofo en el mundo antiguo, difundió la concepción del mundo de Sócrates, haciendo hincapié que la virtud es ciencia y supone que es una y que no hay otras virtudes que puedan ser definidas por separado. Esto es dialéctica y, con ello, se comprueba que la filosofía de Platón testifica que la virtud es una y, uno debe ser el ideal, o sea el valor que la virtud tiende a realizar.

Platón fue el primero en crear un sistema pedagógico integral construido sobre una amplia base filosófica, ya que para él, la pedagogía y la política se mantienen inseparables y, desde esta claridad visionaria, planteó que la pedagogía es uno de los elementos de la doctrina acerca del Estado. “Analizó la importancia educacional de numerosas disciplinas de enseñanza, hizo un intento de fundamentar psicológicamente diferentes aspectos de la enseñanza física e intelectual y la educación de los sentimientos. La principal idea de este sistema, atractiva a primera vista, es que cada persona independiente debe dedicar sus fuerzas al logro del “bienestar particular” en la vida”.

Sin embargo esta majestuosa filosofía perdió su evidencia, cuando Platón pretendió configurar el Estado perfecto. A juicio de Carlos Marx, el sistema de Platón constituyó unrégimen ateniense egipciano ideal de castas.

Pero también en el Libro VII de la República se traza por primera vez en la historia de la Filosofía, una tipología o taxonomía de los diversos tipos de conocimiento en correspondencia con las diversas regiones ónticas planteadas por Platón: − Episteme o Gnosis (Doxa o creencia, opinión de noeta) inteligible por el Filósofo; − Noesis (ciencia, intuición o discernimiento) de eide (formas); − Dianoia (pensamiento, conocimiento discursivo) de objetos matemáticos, geometría, ciencias particulares por parte del matemático. − Pistis (convicción, fe, creencia); − Eikasia (conjetura, analogía, comparación, conocimiento por semejanza y analogía superficial) de sombras, imágenes.

Aristóteles: Materia y forma en la educación Aristóteles (384 – 322 a.C.), siendo discípulo de Platón, escribió numerosas obras que fueron

fielmente descritas y que superaron la concepción del mundo de su maestro. Su visión acerca del mundo y de la educación, terminó con una ubicación clara sobre cómo debe precisarse y concebirse tal proceso y, en tal sentido, hizo hincapié en las siguientes tesis: − “Todo arte, incluyendo el de la educación, tiene como objetivo aportar algo que la naturaleza no da. − En la esfera de la educación el desarrollo de los hábitos debe preceder al desarrollo del intelecto. − Todas las capacidades naturales, toda su aplicación práctica, precisa de una educación previa, de una adaptación previa. Todo esto también es necesario para las manifestaciones de la actividad con el espíritu de virtud”.

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Estas tesis eran desde este momento, un verdadero sistema pedagógico en el que las ideas de Sócrates y Platón quedaban fielmente sistematizadas y definidas para ser aplicadas a la práctica educativa. Puede decirse, entonces, que de Aristóteles surge otra noción acerca del mundo y que no coincide con la de Platón, aún cuando haya partido de él, pues evidenció una multiplicidad intelectual que le permitió escribir numerosas obras como: Escritos de Lógica, Historia de los animales, Ética Eufemia, Política, entro otros.

Aristóteles criticó y rechazó la teoría platónica de la existencia independiente de las ideas, es decir, al margen de la materia. En este sentido, reconoció el mundo material como objeto real del conocimiento, la fuente de la experiencia y de las sensaciones. Puede decirse entonces, que Aristóteles, siendo seguidor de Platón, profundizó en el devenir educativo y, con ello, llevó consigo que la manifestación de la ciencia obedece al desarrollo material de las cosas. Quedaba definido, desde este ángulo, que la educación se vinculó a la actividad racional de los hombres y mujeres; actividad ligada a la concepción de una vida no dogmática, sino mediante una argumentación teórica, desarrollada de manera consecuente.

Al igual que Platón, Aristóteles consideraba que el trabajo físico correspondía a los esclavos y la clase privilegiada quedaba eximida de todo trabajo. Lo interesante de ello consistía en una visión del mundo definida a partir de la educación de personas libres, cuya razón de ser se encontraba en la caballerosidad y en el privilegio de prepararse y no de ejercer trabajo forzado. Es decir se trataba de una libertad clasista y no equitativa.

INSTITUCIONES EDUCATIVAS HELENÍSTICAS

Dura desde la muerte de Alejandro magno (323 a.c), hasta el 529 d.c. Las escuelas estoica y epicúrea, y el ideal del hombre. En el ideal de la educación estoica es la felicidad del hombre a partir de su naturaleza racional:

vivir conforme a naturaleza significa lo mismo que vivir conforme a razón, o, de acuerdo con “el orden racional”, que es reflejo del orden cósmico: la virtud consiste en “vivir según la experiencia de los hechos naturales, pues nuestras naturales son partes de la naturaleza natural.

La virtud, supremo bien del hombre, es sabiduría, entendida como comprensión de la ley o razón del mundo; así, la libertad no es sino la aceptación del orden natural, en el que el hombre participa.

Otra teoría es, que la felicidad consiste en el placer, el sumo bien del hombre, por eso decimos nosotros que el placer son el principio y el fin de la vida feliz. Esta idea se fundamenta en que el individuo que tiene placer, tiene ausencia de dolor, tranquilidad de ánimo por la posesión del autentico y genuino placer del hombre, y es prudente.

La pedagogía epicúrea, a la que pertenece la anterior teoría, es pues de carácter hedonista y al mismo tiempo ascética. Esta teoría distingue dos tipos de placeres, los que son típicos del cuerpo, y luego los que necesitan ser satisfechos, y es esto lo que hace moverse al hombre.

El saber helenístico oriental El estudio de la física y de la astronomía reúne es perfecta referencia la sabiduría griega y la

antigua cultura oriental, la astrología, los estudios matemáticos griegos, la geografía, y la medicina son las cuantiosas aportaciones del saber helenístico.

La filología o amor al discurso científico, se constituye como un saber de la expresión: la lógica, la retórica y la gramática integran el saber filológico.

Alejandría sería el gran archivo de todos estos conocimientos y de esta cultura. Existe la “enciclopedia”, que esta formada por, dialéctica, la retórica y la política.

Escuela elemental Era pública, pero no era oficial, aunque el Estado ayudaba a su mantenimiento y a su cuidado.

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El curriculum de materias de este periodo (7-14) se reduce a la lectura, escritura, números, gimnasia y dibujos.

Escuela Media Es el camino intermedio entre la escuela elemental y la superior, destacan los estudios de

gramática, lógica silogística, geometría euclidiana y algunos preliminares de Retórica o Filosofía, a los 18 el joven termina esta etapa.

Escuela superior Después del servicio militar, que duraba alrededor de dos años, se iniciaba la enseñanza

superior, polarizada en torno a la Retórica o a la Filosofía. El efebo se educaba en un gimnasio, con el tiempo se convirtieron en centros culturales.

La retórica es la ciencia superior que se imparte en esta época. La retórica, pues, comportaba

un estudio de contenido y un dominio del método y de la persuasión, mediante la habilidad técnica de la palabra; ningún otro estudio podía presentar a la juventud un programa más atractivo y un horizonte profesional más ambicioso.

La filosofía es la otra gran ciencia, que se imparte en esta etapa, la filosofía se impartía en las escuelas filosóficas, fundadas por maestros, y de una forma con contactos esporádicos, ocasionales y esporádicos, pero dentro de estas características existen el cómo se impartían esas enseñanzas, se daba una iniciación al saber filosófico, se comentaban textos clásicos, y se iniciaban las teorías propias. Cabe destacar los estudios en lógica, la física y la ética de carácter filosófico.

El humanismo clásico en la educación helenística Las características que definen este humanismo son:

- La formación del hombre, tanto corporal, como espiritualmente. - Necesidad de dotar al hombre de una cultura general y valida. - La atención a la conducta moral. - La dimensión social de la persona, que siempre debe ser referente de su entorno. - El carácter literario que tiene la formación del hombre para universalizar las teorías de los

individuos

- El fin de la educación es la formación del hombre adulto y no el desarrollo del niño.

LA EDUCACIÓN EN ESPARTA

Por: Jenofonte

Reflexionando yo cierto día sobre el hecho de que, siendo Esparta una de las ciudades meno pobladas, se haya, sin embargo,

mostrado la más poderosa y renombrada en Grecia, no pude menos de preguntarme, admirado, cómo tal cosa pudo suceder.

Más al considerar las costumbres de los espartanos, dejé de asombrarme. Aunque a Licurgo que les dio las leyes, a cuya

obediencia debieron ellos su prosperidad, a éste sí que le admiro y le reputo por hombre e extremada sabiduría; pues sin

imitar a las demás ciudades, con un criterio opuesto incluso al de la mayoría de ellas, llevó a la patria a una pujante

prosperidad.

Por ejemplo, con respecto a la procreación de los hijos (empezaré por el principio): los demás, a las doncellas que con el

tiempo han de ser madres, y que reciben la educación que se juzga honesta, las alimentan con los manjares más moderados

y con el más sobrio condimento que darse puede; además, les hacen abstenerse en absoluto de vino, o beberlo, a lo sumo,

mezclado con agua.

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Y, como la mayoría de los que tienen un oficio son sedentarios, así los demás griegos consideran conveniente que también

las doncellas lleven una vida apacible, trabajando la lana. Pues bien, de las que son así criadas, ¿cómo esperar que puedan

dar vida a nada grande? Licurgo, por el contrario, pensó que para proveerse de ropas basta con las esclavas, y que para las

mujeres libres la más importante misión, a su parecer, es la procreación de los hijos; ordenó, pues, en primer lugar, que el

sexo femenino ejercitase no menos que el masculino su cuerpo; y además, instituyó certámenes de ligereza y fuerza entre las

mujeres, al igual que entre los hombres, en la idea de que de padre y madre fuertes nacen igualmente hijos más vigorosos. Y

en cuanto a las mujeres, después de casadas, observando que los demás acostumbraban a mantener con ellas, en los primero

tiempos; en efecto, declaró cosa vergonzosa que un hombre fuese visto en el momento de entrar al tálamo o al abandonarlo.

Con lo cual, era forzoso que se mantuvieran unidos los esposos por un mayor deseo, y que el hijo, que en estas condiciones

engendraran, fuese más fuerte, que si estuvieran ya uno de otro saciados. Además, para impedir que cada cual tomara mujer

cuando bien le pareciera, ordenó que los casamientos se hicieran en la plenitud del vigor físico, mirando también en esto a

las conveniencias de la prole. Y si acaso sucedía que un viejo estuviera casado con una mujer joven, viendo Licurgo que los

hombres en tal edad suelen ser celosísimos guardadores de sus esposas, opúsose igualmente a ello; pues obligó al marido a

engendrar hijos en su mujer, llevando a su casa a un hombre cuyas ofrendas físicas y espirituales fuesen de su agrado. Y

declaró legal que, si alguno no quería cohabitar con su mujer, pero deseaba tener hijos de la que le pareciera fecunda y

saludable. Y en otras muchas cosas a éstas semejantes consentía; pues las mujeres quieren ser dueña en dos hogares, y por su

parte los hombres gustan de dar hermanos a sus hijos, que participen en su estirpe y poder, mas no rivalicen con ellos en la

herencia. Si, con criterio tan opuesto al común en materia de procreación, logró para Esparta hombres superiores en fuerza

y robustez, examínelo el que quiera.

Por mi parte, una vez que ya he acabado de hablar acerca de lo de la prole, quiero poner también en claro el modo de

educación que unos y otros usan. Pues de los demás griegos, los que se ufanan de educar inmejorablemente a sus hijos, tan

pronto como los niños son capaces de comprender lo que se les dice, sin pérdida de tiempo ponen a unos criados en calidad

de pedagogos para que aprendan letras, música y gimnasia; ablandan además con el calzado los pies de los niños, y llevan la

molicie a sus cuerpos entre los pliegues de los mantos; y toman al apetito de los niños por medida de lo que deben comer.

Licurgo, en cambio, en lugar de permitir que cada cual, particularmente, hiciera de unos esclavos los pedagogos de sus hijos,

ordenó que ejerciera el poder sobre los niños, uno de los que desempeñan los más altos cargos, que es precisamente el que

recibe el nombre de paidónomo; y diole autoridad para reunir a los niños y para observarlos y castigar con dureza al

negligente. Asignóle también a unos jóvenes en calidad de mastigóforos, para que castigasen a los niños cuando fuera preciso;

de modo que un gran respeto y una absoluta obediencia juntamente allí concurren. Además, en ligar de ablandar los pies con

el calzado, ordenó que los endurecieran andando descalzos, pues pensaba que, si de este modo se ejercitaban, mucho más

fácilmente escalarían las alturas, y con mayor seguridad bajarían las pendientes, y saltarían y brincarían lo mismo en longitud

que en altura con mayor ligereza. Y opinaba también que, en lugar de envolverse muellemente en mantos, debían

acostumbrarse a no llevar sino un solo vestido en cualquier época del año, considerando que así estarían mejor dispuestos a

afrontar tanto el frío como el calor. Y en cuanto a la alimentación, ordenó que en las excursiones dispusiera cada irén de una

cantidad tal, que no les expusiera a sentir la pesadez de la hartura, ni les hiciera, por otra parte, desconocer lo que es pasar

necesidades; porque creía que los así educados podrían mejor, si necesidad tuvieren, soportar la falta de víveres, y resistirían

durante más tiempo con la misma ración, si así se les ordenase; y no necesitarían de un selecto condimento, sino que estarían

mejor dispuestos a cualquier clase de comida, y vivirían, en fin, más saludablemente. Pensó, además, que un género de

alimentación que dé esbeltez al cuerpo, haciéndole crecer en estatura, conviene más que una dieta que le ensanche

desmesuradamente. Y para que no pasaran tampoco hambre excesiva, si bien no les permitía coger sin esfuerzo lo que

necesitaran, les autorizó, en cambio, Licurgo a que robaran algo para poner remedio a su necesidad. Y que no fue por no

tener qué darles, por lo que les indujo a que con tales trazas se procuraran provisiones, no creo que nadie lo ignore; sino

porque es evidente que el que proyecta un robo, si es de noche, por fuerza ha de velar, y si de día, tienen que engañar y estar

en acecho; y el que se dispone a apoderarse de algo, ha de percibir espías.

En todo esto, pues se pone de manifiesto que, si los educó del modo que he dicho, era porque deseaba, sin duda, hacer a los

niños más diestros y batalladores en las necesidades de la vida.

Mas tal vez alguno diga: ¿por qué entonces, si realmente consideraba bueno el robo, puso fuerte pena de azotes al que fuera

cogido in fraganti?. Pues, respondo yo, porque también en las demás cosas que enseñan los hombres, se castiga al que no lo

hace bien; y por eso también ellos a los que son sorprendidos los castigan por robar mal.

Muéstrase aquí que donde es menester prontitud, el indolente saca muy poco provecho, y pónese, en cambio, en muy grandes

dificultades. Y para que, ni cuando se ausente al paidónomo, queden los niños faltos de jefe, dispuso de cualquier ciudadano

que se hallara presente tuviera autoridad para ordenar a los niños lo que juzgara conveniente, y para castigarlos si cometían

alguna falta; y con estas disposiciones consiguió que los niños fuesen aún más respetuosos, pues nada respetan tanto los

niños ni los hombres como a los jefes.

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LA EDUCACIÓN EN ROMA

EDUCACIÓN LOS PUEBLOS CLÁSICOS: ROMA

Elías Castilla Rosa Pérez en:

“Historia de la Educación”

1. Características de la Educación Romana

Roma al formar su gran imperio, a lo largo de muchas centurias, llegó a unificar pueblos diversos y culturales diferentes; constituyéndose al mismo tiempo, en intermediarios de los pueblos y culturas antiguas con la posteridad. Esto no supone, sin embargo, que los romanos no hayan creado algo original; por el contrario, ellos plasmaron una cultura que constituyó una síntesis superior de las culturas anteriores, pero con el sello peculiar de su realidad telúrica, histórica y social.

Entre las características de la Educación romana podemos señalar las siguientes:

a) En comparación con los griegos, que eran cultores del espíritu, los romanos se caracterizaron por su sentido práctico, de creación material.

b) En concordancia con su realidad, tuvo una marcada influencia social y política. Esto explica que Roma haya sido la cuna del Derecho (Romano), que significa la mejor creación teórica, espiritual de los romanos.

c) Mayor valoración de la acción sobre la reflexión; d) Afán de dominio, de poderío, debido a su política imperialista de expansión y de nuevas

conquistas. e) Sentido universalista de su cultura y su educación, por la religión cristiana que fue universal,

su territorio multinacional y en todos los continentes de ese entonces; su idioma, el latín, igualmente universal.

f) Intervención del hogar en la educación, siendo dicha intervención mayor, en los primeros tiempos.

g) La conciencia de la necesidad de una comprensión individual y psicológica del educando. h) Perseguían como ideal educativo, en términos genéricos, la formación para la vida pública: el

Orador, en base a una cultura político-jurídica.

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2. División de la Educación Romana

La Historia de la Educación de Roma suele dividirse siguiendo el criterio de división de la Historia Política de Roma en:

a) Roma Antigua (Monarquía)- Educación Primitiva o Arcaica (Siglos VII – III a.C.) b) Roma Republicana - Educación Republicana o de Influencia Griega (Siglos III – I a.C.) c) Roma Imperial. - Educación Imperial (Siglos I a.C. V d.C.) 3. LA EDUCACIÓN EN ROMA ANTIGUA

En la Roma antigua, la educación fue esencialmente familiar; se educaba en la práctica de la vida diaria, en base al hacer cotidiano; por observación e imitación. En los primeros años, es la madre la que se encarga de la educación de sus hijos; más tarde, éstos, acompañarán al padre y en compañía de él aprenderán las costumbres, ocupaciones y el saber de su tiempo.

Cabe destacar, en este periodo, el gran cariño, respeto y consideración que sentían los romanos por sus niños. Al respecto nos queda un trozo de las poesías de Juvenal que confirman lo afirmado, cuando dice: "Al niño se le debe máxima reverencia".

Fue una educación manifiestamente nacionalista, a fin de formar buenos ciudadanos; y tuvo una tendencia aristocratizante; fue una educación de élites.

Todo joven noble hasta los 20 años debería saber tres cosas: de política, de la guerra, y de los menesteres agrícolas.

Las primeras escuelas surgieron en Roma, por razones económicas, cuando un sólo niño no puede pagarse un maestro (449 a. de J.), viéndose en la necesidad de juntarse entre varios de ellos y conseguir el servicio de un maestro.

4. LA EDUCACIÓN EN ROMA REPUBLICANA

Roma Republicana coincide con la influencia Griega, que aporta su poderosa cultura, por el siglo IV a. de J., asimismo, por esta época aparece una nueva clase social de comerciantes e industriales, de plebeyos enriquecidos, que muy pronto llegaron a tener el monopolio económico de Roma, más no el político, y por tanto lucharán también por el control político, hallando en la educación, un poderoso medio para sus aspiraciones.

Con este fin, la nueva clase exige para sus hijos una educación más esmerada, una nueva educación, una educación superior. Ya no les basta la educación de los gramaticus (especie de maestros secundarios) porque desean la elocuencia y esto lo consiguen con los retores (maestros de nivel superior), pagando un precio alto por ellos (sofistas romanos). Así, esta nueva clase, a través de sus hijos podrá alcanzar los cargos más prominentes de Roma, en especial el Senado.

El espíritu de esta nueva educación podemos resumir en la palabra "Humanitas" que significa enseñanza de tipo general, formación humanística. El "Humanitas" fue para Roma lo que la Paideia para Grecia. Esta nueva Educación aspira a capacitar a las juventudes, para la política, los negocios y los tribunales.

Sin embargo, la oratoria siguió siendo la técnica más alta a la que se debería aspirar. Por esto, Quintiliano, con gran optimismo, aspiraba a formar oradores desde la cuna. Por esto también, aparte de las atrocidades que cometió Nerón, era mal visto por ser un mal orador, sus discursos eran escritos por Séneca.

Había tres clases (Niveles) de escuelas en Roma Republicana:

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a) Educación Elemental: Ludimagister. b) Educación Media: Gramaticus. c) Educación Superior: Retores. Al Ludimagister ingresaban los niños a los 7 años de edad, donde aprendían la lectura, escritura, elementos de cálculo y canciones.

Al Gramaticus (Influencia Griega) ingresaban a los 12 años de edad, aprendían gramática, retórica, oratoria, matemática.

La Escuela de los Retores, era una especie de escuela de Derecho, donde ingresaban a los 16 años de edad y obtenían una Educación Jurídica-Política, filosofía, retórica. Era para la minoría gobernante.

Dentro de esta educación se esbozan los primeros programas y se dan los primeros esfuerzos de planificación de la Educación. La disciplina era rigurosa, muchas de las faltas cometidas se castigaban corporalmente.

5. LA EDUCACIÓN EN ROMA IMPERIAL

Cuando Roma fue una simple Polis o un pequeño estado territorial, la enseñanza también fue reducida; al crecer y formar el imperio territorial, la educación se hizo enciclopédica, se universaliza. La educación de este periodo difiere del anterior, más que en el contenido, en la organización. Las escuelas de Ludimagister, del Gramaticus y el de los Retores, se establecen en mejores condiciones y en base a una mejor organización.

Dentro de este periodo la educación deja de ser asunto privado y nace la Escuela Pública, con el surgimiento de las primeras Escuelas Municipales, Siglo 1 a. de J.

El Estado más conciente de la importancia de la Educación, apoya a los maestros, los libera de ciertos impuestos y les señala pequeños sueldos. Particularmente los Retores y los filósofos obtenían buenas pagas.

En esta época ya no aspiran a formar oradores; Roma era un gran Estado territorial, un Imperio, tenía verdaderos regimientos de funcionarios en todas sus provincias; ahora quiere formar, a través de la educación, burócratas, funcionarios competentes, a la vez que armonizar el mundo por la Educación.

La Educación Superior se organiza mejor y se establecen tres grados:

a) Tesis.- Donde imparten conocimientos Generales. b) Causas.- De carácter forense, enseñan Derecho; y c) Controversia.- Donde enseñan novela, teatro, política y gobierno. La Educación en los últimos tiempos del Imperio, reflejando el proceso de desintegración del mismo, se vuelve una verdadera industria; surge una abierta competencia entre gramáticos, retores y filósofos. Los Gramáticos, inclusive, no escatiman ir a los mercados públicos a vender, a ofrecer su enseñanza al mejor postor. En el siglo V de J. C. la Educación pasó de manos del municipio a las del Estado.

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LA EDUCACIÓN EN ROMA.

Maribel González García en: “Historia de la Educación”,

En Roma la educación moral, civil y religiosa tiene una historia propia, mientras que la instrucción escolar en sentido técnico, en especial en lo que se refiere a las letras, es casi totalmente griega. "Se debe atribuir a los romanos los valores y a los griegos la cultura" dice Cicerón.

La Educación en la "Familia"

Según los historiadores de la pedagogía, el primer educador en la Roma antigua es el parte familias. Desde los primeros tiempos de la ciudad, la autonomía de la educación paterna era una ley del estado; el padre es patrón y artesano de sus hijos.

La antigua ley de las doce tablas, desde principios de la república hasta la mitad del siglo V a.C., permite al padre matar a sus hijos anormales; encarcelar, azotar, relegar a trabajos agrícolas forzados, vender o matar a los hijos revoltosos, incluso cuando, siendo ya adultos, ocupen cargos públicos.

Platón precisaba que: "Los padres dirigen a los hijos y les enseñan las letras, el derecho y las leyes", siendo esta última enseñanza una novedad romana respecto a Gracia, ya que según Platón, en Atenas, después de que los muchachos habían recibido la primera educación por obra de los padres y maestros, la misma ciudad les enseña las leyes.

El papel de las mujeres en la educación familiar no es pues algo secundario. Quintiliano atribuye a la madre la misión de enseñar a los hijos los primeros elementos del hablar y del escribir, para ello se solían usar letras móviles de marfil o de hueso. Bajo la tutela de la madre o de la nodriza, el niño va creciendo en casa, entre los juegos adquiere sus primeras enseñanzas. Después de los siete años más directamente bajo la tutela del padre, del cual aprendía los primeros rudimentos del saber y las tradiciones familiares y patrias, y era adiestrado en los ejercicios físicos y militares.

Sabias observaciones: "es importante el modo en que los niños empiezan a formarse, porque tales resultarán después casi siempre", "constituyen un obstáculo para aprender el temor o cualquier turbación del ánimo; mientras que ayuda mucho el bienestar", "a menudo un solo niño revoltoso y corrupto contamina a todo un grupo de niños".

La Educación por parte de Siervos y Libertos.

El desarrollo histórico pasó del esclavo pedagogo y maestro en el seno de su familia al esclavo maestro de niños de diversas familias, para llegar finalmente al esclavo liberto que enseña en una escuela propia. En Grecia estos esclavos pedagogos fueron extranjeros "barbarizantes", en Roma estos esclavos maestros eran griegos. LA educación se convierte en un oficio, ejercido en primer lugar por los siervos dentro de la familia, después por los libertos en la escuela.

La Resistencia a la Aculturación Griega.

Hacia el 230 a.C. el primero que abrió una escuela en Roma fue Espurio Carvilio. Una verdadera y propia escuela de grado más elevado (gramática y retórica) existió en el 169 a.C., no se trataba solamente de aprender las letras de alfabeto, sino de aprender la "gramática". La gramática no era algo usual en Roma, ni tan sólo algo honorable, ya que la gente era todavía ruda y belicosa, y no se dedicaba mucho a las disciplinas liberales. La retórica en Roma, igual que la gramática, fue aceptada tarde y con mayores dificultades-

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La escuela, si no fue camino de la revolución popular, sí fue el trámite para la participación de los individuos en particular, en cuanto burócratas, en el poder autocrático del estado. Oficio, considerado indigno porque se hacía por dinero.

Literatura, Escuela y Sociedad.

La escuela de tipo griego en Roma representa un hecho histórico de gran valor, a través del cual la cultura griega se convirtió en patrimonio común de los pueblos del imperio y fue transmitida a través de los milenios a la Europa medieval y moderna, como premisa y componente esencial de su historia.

Las profesiones intelectuales y las más lucrativas se reservan pues a gente de un determinado grupo social.

La Escuela y sus Enseñanzas.

La distinción de los tres grados de escuela no era muy rigurosa. El hecho de que la primera enseñanza de las letras puede haber conservado por mucho tiempo un carácter familiar. Todo enseñante tendía a ocuparse también de las letras del enseñante del grado posterior.

La escuela de gramática es en realidad una escuela de cultura general, donde, junto al leer, escribir y hablar, y junto a los conocimientos literarios, se estudiaba un poco todo lo cognoscible. Esta educación se dirigía a formar un hombre completo, ya que el orador debía hablar de todo.

El Maestro y la Escuela.

La figura del maestro, que hemos visto nacer históricamente como el profesional de un trabajo servil.

Se acostumbraban los castigos corporales usados por los pedagogos y maestros contra sus discípulos, así como las venganzas de los discípulos que no dudan en romper la cabeza o en golpear a sus viejos pedagogos y maestros: al fin y al cabo se trataba de esclavos.

La didáctica en la escuela era obsesiva y repetitiva, el maestro "domador" hablaba y los alumnos repetían: la mayor parte de enseñanza se aprendía de memoria. En los tiempos antiguos, antes del uso de la escritura, la memoria era indispensable y único instrumento de aprendizaje, y para ello se utilizaba el verso y la música. LA memoria sigue siendo la reina indispensable de la escuela, aun disminuyendo sus usos; incluso las matemáticas se aprendían de manera mnemotécnica y mecánica. Incluso el aprendizaje de la escritura tenía en sí algo de excesivamente mecánico.

El aburrimiento de esta didáctica, el temor de los golpes y de las fustas, los contenidos alejados de la vida cotidiana y de los intereses reales de los jóvenes y de la sociedad no eran ciertamente un aliciente para frecuentar la escuela. No obstante la gente ruda, capaz de hacer fortuna sin instrucción, considera la escuela con tedio o con asco.

Séneca observa que "no se aprenden las cosas necesarias a fuerza de aprender las inútiles" y que con los estudios no se llega a sé bueno, sino sólo docto. "¿Para qué sirve saber...?, con lo cual pone en entredicho todo conocimiento, toda ciencia, porque éstas pueden enseñarnos ciertamente a medir el circulo o a darse cuenta de otras cosas particulares, pero no ayudan a conocer el ánimo del hombre ni a practicar las buenas costumbres. Al contrario - dice - a menudo se observa que quien profesa estos estudios liberales es peor que los otros; y exclama que más que enorgullecerse el título de hombre instruido deberíamos enorgullecernos del título más modesto del hombre honesto.

En Roma nos encontramos el nacimiento de una conciencia crítica sobre la escuela y la educación.

Encolpio dice: " los muchachos en la escuela se hacen cretinos, porque no ven ninguna de las cosas que practican en la vida".

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La Escuela de Estado.

La escuela de gramática y de retórica era pues la escuela de los grupos privilegiados. A principios del siglo IV d.C., con la reorganización del imperio emprendida por Diocleciano los honorarios de los enseñantes de los diversos grados, están rigurosamente establecidos.

El 17 de Septiembre del año 333, Constantino establecerá: "Ordenamos que los médicos y sobre todo los gramáticos y los otros profesores de letras, junto con sus mujeres e hijos y con todo lo que poseen en sus ciudades, estén exentos de toda función y de toda obligación ni ser llevados a juicio o estar expuestos o sufrir injuria, de manera que si alguien los molesta, será castigado al arbitrio del juez.

La Educación Física.

A la educación moral y cívica se añadía la educación física. La educación física que preparaba al futuro ciudadano al uso de las armas para la defensa de la propia patria, era el aspecto primero y más importante de la formación del hombre.

El Trabajo y el Aprendizaje.

De Catón a Varrón, Virgilio y Columela, todas las actividades productivas son indignas de un hombre libre.

A menudo los trabajos de los esclavos, y no sólo los intelectuales, requieren conocimientos y habilidades que se pueden obtener sólo con una verdadera y propia escuela. A los esclavos que ocupan cargos de responsabilidad en las haciendas se les debería enseñar a leer y a escribir, y deberían recibir un poco de instrucción; no sólo para emplear a estos esclavos calificados directamente en el propio servicio, sino también como inversión "capitalista", para alquilarlos o revenderlos a un precio más alto.

En la edad imperial (130-200 d.C.) Entre las artes se hace en primer lugar una doble distinción: algunas son racionales, otras despreciables y para fatiga del cuerpo; y éstas las llaman mecánicas y manuales.

LA HUMANITAS ROMANA

Azucena Fraboschi en: “Historia General de la Educación”

1. MARCO TULIO CICERÓN (106-43 ac)

Aunque es inmediatamente anterior al período del Imperio, pues su vida transcurre en

los últimos días de la República, el estudio de Cicerón es insoslayable cuando de la historia de la

educación se trata, porque presentó un ideal de vida y de educación: la HUMANITAS, que a su juicio

expresaba al romano, así como el concepto de PAIDEIA caracterizaba al griego, según decía Isócrates.

En el siglo II d.C. Aulo Gelio, en sus NOCHES ÁTICAS, dará una muy buena definición de lo que por

entonces se entendía como la HUMANITAS, diciendo:

Quienes crearon las palabras latinas y quienes las usaron bien, no quisieron que humanitas fuese eso que

la opinión vulgar tiene por cierto y que los griegos llaman filantropía, significando cierta actitud

favorable y una benevolencia indiscriminada hacia todos los hombres; llamaron humanitas a lo que,

aproximativamente, los griegos denominan paideia, y nosotros, conocimiento y educación [formación]

en las artes liberales. Quienes sinceramente se interesan por ellas y las desean con ansia, éstos son en

verdad los más cultos [civilizados y, por ello, hombres].

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HUMANITAS aparece entonces como sinónimo de cultura, el cultivo del espíritu como

el valor humano por excelencia, aquello que hace que un hombre sea plenamente tal, y ése es el fin

de la educación. Para Cicerón, la encarnación de la HUMANITAS, su tipo ideal, es la figura del orador,

al que define así:

Será digno de tan ilustre nombre quien hable sobre cualquier asunto que deba desarrollar, y lo haga con

prudencia, orden, ornato, con buena memoria y cierta dignidad en la acción.

Y para dar una idea de la excelencia del orador, lo compara con otros quehaceres humanos:

Pues para aprender los restantes oficios basta con ser un hombre común, capaz de entender y retener en

la memoria lo que se le enseña, o quizá se le inculca reiteradamente si acaso es de comprensión lenta. No

se busca la agilidad de la lengua, ni vivacidad en las palabras, y tampoco aquello que no podemos fingir:

el aspecto, el rostro, la voz. Pero en el orador debe requerirse la agudeza de los dialécticos, el pensamiento

del filósofo, las palabras de los poetas, la memoria de los jurisconsultos, la voz de los trágicos y hasta el

gesto de los más grandes actores. Por eso, nada es más raro de encontrar entre los hombres que un orador

perfecto. Pues los entendidos en otros asuntos, si han logrado aunque sea mediocremente algunas de

estas cualidades, son aceptados; en el caso del orador no puede haber aprobación a no ser que todas ellas

se encuentren reunidas, y en su mayor perfección.

Y, entrando de lleno en un tema que muchos ánimos había caldeado en el siglo IV en Grecia:

¿Cuál es el tipo ideal: el filósofo (adalid de esta posición había sido Platón) o el orador (con

Isócrates a la cabeza)?, compara al orador con el filósofo, atribuyendo la excelencia al

primero:

Ahora, si alguno quiere llamar orador a este filósofo que nos brinda abundancia de conocimientos con

elocuencia, por mí puede hacerlo; y no me opondré a quien prefiera llamar filósofo a aquel que posee la

sabiduría unida a la elocuencia. Pero quiero dejar establecido que no es digna de alabanza la torpeza

para hablar de quien tiene los conocimientos, mas no puede expresarlos con palabras; tampoco lo es la

ignorancia de aquel a quien las palabras no le faltan, careciendo no obstante de contenidos. Si tuviera

que elegir entre una y otra, ciertamente preferiría la sabiduría falta de elocuencia, a una verborrágica

necedad. Sin embargo, si buscamos a quien esté por encima de todos, debemos otorgar la palma al orador

docto; permítase que se le cuente entre los filósofos, y cese toda controversia. Pero si separamos al

filósofo del orador, aquél será inferior, porque en el orador perfecto se encuentra toda la ciencia del

filósofo, mientras que en los conocimientos de los filósofos no se halla necesariamente la elocuencia. Y

aunque quieran despreciarla, deben admitir que corona, de algún modo, su saber.

¿Cómo realizar ese ideal de excelencia, si es que ello es posible? Cicerón indica que para

lograrlo deben tenerse en cuenta, por una parte, las aptitudes naturales del sujeto, y por otra debe

brindársele una educación adecuada que contemple la formación intelectual, moral y hasta física,

comprendiendo en ella la ejercitación de las facultades, un adecuado bagaje de conocimientos -unos

técnicos y otros a modo de cultura general-, la formación de un juicio moralmente recto, el trabajo

sobre la voz, el cuerpo, las posturas físicas, el dominio del rostro, los ademanes, etc., y todo ello no

sólo en interés propio sino y primeramente, al servicio de la República.

En lo que hace a las aptitudes naturales, el maestro ha de procurar conocer cuáles son

en cada uno de sus alumnos, para trabajar criteriosamente con él y según lo que va pautándole su

propia naturaleza, no sólo en cuanto a las metas propuestas, sino también en cuanto a los métodos

utilizados (educación personalizada).

Porque en este momento yo educaría a un orador -si pudiese hacerlo- considerando, ante todo, qué es lo

que puede llegar a hacer. Quisiera que tuviese alguna instrucción en letras, que hubiera oído y leído algo,

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que conociera esos preceptos [propios de la escuela]. Examinaría qué es lo que le conviene, qué puede

hacer en cuanto a la voz, las fuerzas, la respiración, el modo de hablar. Si viera que puede alcanzar los

más altos desempeños no sólo lo exhortaría a trabajar sino que, si me pareciese que también es un

hombre de bien, se lo pediría vivamente (a tal punto estimo que el orador excelente que es al mismo

tiempo un hombre virtuoso constituye un ornato para la ciudad entera). Pero si creyera que, aun

haciéndolo todo de manera muy esforzada, llegaría a ser solamente un mediocre orador, lo dejaría hacer

a su gusto, sin molestarlo gran cosa. Mas si fuera en un todo incapaz, hasta contrario [a tal profesión],

le advertiría para que se abstuviese [de estos estudios] o se dedicase a otros asuntos. Porque de ningún

modo debemos desalentar con nuestras prédicas a quien puede llegar a ser un eximio orador; tampoco

ha de mudar de parecer quien puede obtener algunos resultados. Lo primero [llegar a ser un excelente

orador] me parece propio de cierta divinidad; lo segundo, esto es, no hacer lo que no puede hacerse

óptimamente, o hacer lo que no se hace del todo mal, es propio de la condición humana. Pero lo tercero,

vociferar contra toda conveniencia y fuera de toda posibilidad, es (como tú lo dijiste, Catulo, refiriéndote

a cierto charlatán) característico del hombre que reúne con su personal pregón numerosos testigos de

su propia necedad.

En lo que a la formación se refiere, encarece el estudio de la historia y de los grandes hombres

del pasado, como también de las leyes y el derecho, y el de la filosofía, sin ignorar, por supuesto, la

literatura: "Nadie podrá ser un orador perfecto si no posee el conocimiento de todas las grandes cosas

y de las artes. Pues desde el conocimiento de las cosas es que debe florecer y abundar el discurso; si no

está sustentado por lo que el orador ha visto y conocido, acaba siendo una locuacidad vana y casi

pueril".

Atribuye particular importancia al dominio del lenguaje y al cultivo de la memoria.

Sobre lo primero dice:

En cuanto a las dos cualidades que he mencionado [la pureza de la lengua y la claridad en la expresión],

no esperaréis -según creo- que os indique la razón de ser de un lenguaje exento de defectos, y brillante.

Porque no intentamos enseñar a hablar en público a quien no sabe siquiera expresarse; ni es de esperar

que quien no puede hacerlo en un latín correcto, hable con elegancia; tampoco podremos admirar lo

dicho por quien habla de modo tal que no entendemos lo que está diciendo. Por consiguiente dejemos

esto, que lo uno es de fácil conocimiento, y de uso necesario lo otro. Pues la pureza del lenguaje se enseña

con las primeras letras y la instrucción propia de los primeros años; la claridad, que se requiere para que

sea inteligible aquello que se dice, es necesaria a tal punto que no puede por menos que exigírsele al

orador. Pero toda la elegancia en el hablar, si bien se perfecciona con el conocimiento de las letras, no

obstante se acrecienta leyendo a oradores y a poetas. Pues aquellos viejos romanos, que aún no podían

añadir ornato alguno a lo que decían, se expresaron casi todos de un modo admirable; y quienes se habían

acostumbrado a su conversación, ni deseándolo hubiesen podido hablar sino en ese buen latín. Sin

embargo, no deberán emplearse esas palabras ya desterradas por la costumbre, a no ser cuando convenga

para embellecer el discurso, según mostraré; pero entre las palabras de uso común deberá recurrirse a

las más escogidas, lo que requiere detenerse mucho y reflexivamente en las obras de antaño.

Sobre la memoria, si bien reconoce que se trata de una aptitud natural, es categórico a

la hora de ponderar la necesidad de una ejercitación adecuada, tanto para aquél que la posee en

alto grado como para quien la tiene escasa; ambos necesitan trabajarla para un uso fructífero.

¿Es necesario que yo hable sobre lo fructífera que es la memoria para el orador, cuán útil y poderosa?

[Gracias a ella] puedes retener lo que has estudiado al aceptar una causa, lo que tú mismo has

reflexionado; tener fijas en la mente todas las opiniones, el bagaje de las palabras bien distribuidas;

escuchar de tal manera a quien te instruye, o a quien luego debes responder, que hasta parezca no que

han hablado a tus oídos, sino que han escrito lo dicho en tu mente. Así, sólo quienes tienen buena

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memoria saben qué han de decir, en qué medida y con qué palabras; qué es lo que han refutado ya y qué

falta aún; y recuerdan mucho de lo que hicieron [cuando intervinieron] en otras causas, y de lo que oyeron

de boca de otros. Por donde confieso, sin duda alguna, que la naturaleza es el principio de este bien -

como lo es de todo aquello de lo que ya he hablado-; pero este arte de hablar (o tal vez cierta imagen y

semejanza de un arte) tiene la fuerza, no de engendrar y procrear algo que no existía absolutamente en

nosotros, pero sí de nutrir, formar y fortalecer lo ya nacido. Sin embargo, casi no hay persona cuya

memoria sea tan viva que pueda abrazar la disposición de todas las palabras y los pensamientos sin haber

anotado y ordenado previamente las cosas; ni se encuentra tampoco alguien tan torpe que no pueda

ayudarse con este hábito y ejercitación.

En realidad, y presupuesto el estudio, Cicerón encarece la ejercitación en cuanto a todo, y en

todo momento, como también la imitación -siempre de los mejores modelos-.

La formación moral, por su parte, le merece una gran atención, y en ella declara seguir a los

estoicos. No concibe dar el nombre de orador a quien no sea un hombre probo, y llega a decir incluso

que si se diese un tal caso, se estaría frente a un sujeto de extrema peligrosidad, dado que es muy

grande el poder sobre los demás que la elocuencia da a una persona, pues se trata nada menos que de

la persuasión y orientación -un modo sutil de manejo- de los ánimos gracias a la eficacia de la palabra.

La elocuencia, en efecto, es una de las más grandes virtudes. Aunque son todas igualmente virtudes y

convenientes, no obstante algunas aparecen más hermosas y con más brillo que otras; es el caso de ésta

[la elocuencia] que, abrazando el conocimiento de las cosas, de tal manera explica con palabras los

afectos y pareceres del alma, que puede llevar a sus oyentes hacia donde ha aplicado todos sus esfuerzos.

Cuanta mayor es su fuerza, más debe ir unida a la probidad y a una prudencia extrema; si a quienes

carecen de dichas virtudes les enseñamos los recursos oratorios, no haremos de ellos oradores, sino que

habremos dado armas a personas ya fuera de sí.

Cicerón también se ocupa de todo lo que se refiere específicamente a la enseñanza de la

retórica: su definición, objetivos, métodos para su estudio y técnicas para su ejercicio.

SÉNECA (4 a.C. - 65 d.C.)

Séneca, filósofo de formación estoica, privilegia la naturaleza como guía para la

formación del hombre. Pero esta naturaleza es racional, en virtud del Logos, principio

ordenador que gobierna al mundo y que es: en el hombre, razón que conoce y comprende; en el

cosmos, la ley natural por la que es precisamente cosmos (orden) y no caos. Por consiguiente, seguir a

la naturaleza será siempre seguir a la razón, regirse por ella, actuar según su normativa. Pero esta

razón, a su vez, debe hallarse en armonía con la razón universal, inscribirse en el orden del universo,

cuya alteración es el único verdadero mal.

La moralidad del hombre, su bien, consistirá entonces en esa armonía, y ésa es la tarea de su

vida y su realización personal. ¿Cómo lo logrará? No ciertamente gracias a los estudios, y menos a los

estudios retóricos, que por sí mismos no garantizan otra cosa que conocimientos, dejando la virtud

moral fuera de toda consideración. Porque, dice Séneca:

¿De qué me aprovecha saber dividir un campo en partes, si no sé compartirlo con mi hermano? [...]. Me

enseñas cómo no perder nada de mis tierras; pero yo quiero aprender cómo perderlas con alegría [...].

Sabes lo que es una línea recta: ¿qué te aprovecha, si ignoras lo que es la rectitud en la vida?.

Y así extiende su crítica a cada una de las artes liberales y a la PAIDEIA helenística en general,

concluyendo que más bien aleja al hombre de la virtud, en lugar de acercarlo a ella.

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Frente a la postura que define los estudios liberales como "aquéllos dignos del hombre

libre", el filósofo puntualiza que "el único estudio verdaderamente liberal, el que hace al

hombre libre, es el estudio de la sabiduría, estudio sublime, sólido, magnánimo; los otros son

pueriles e insignificantes", y añade:

Sólo una cosa perfecciona al alma, y es el conocimiento inmutable del bien y del mal, que compete

únicamente a la filosofía.

Filosofía que no es sólo contemplativa, ni desinteresada, sino que está orientada a dirigir la

vida del hombre desde su núcleo moral. Séneca se apoya en la filosofía estoica, si bien parece haber

conocido también el judaísmo y ha llegado a atribuírsele conocimiento del Cristianismo (hay quienes

hablan hasta de una conversión a éste, y el Medioevo le inventó un intercambio de cartas con San

Pablo).

Su actividad docente, que transcurre a modo de una dirección espiritual a menudo

ejercida epistolarmente, se centra en torno al soberano bien, que define de diversas maneras:

El sumo bien es un ánimo que, despreciando las cosas fortuitas [azarosas], está alegre a causa de la

virtud; o bien es una invencible fortaleza de ánimo, sabedora de todas las cosas, apacible en su actuar,

con gran humanidad y solicitud hacia aquellos con quienes trata.

Soberano bien que el hombre debe conocer y reconocer, hacia el que debe tender, y en función

del cual debe ordenar su vida. "Admite el principio de que no hay felicidad sin virtud, y merecerán el

nombre de bienes aún todas las desgracias de la vida", porque toda fortuna es de desparejo valor y

pasajera, la que llamamos buena y la mala, en tanto

sólo es bueno lo que es honesto. La sabiduría te persuadirá de que lo honesto no es susceptible de más o

de menos intensidad, y de que es tan inflexible como la regla que sirve para trazar reglas rectas. Por muy

poco que cambies el trazado, la línea ya no es recta; y lo mismo diremos de la virtud: es recta o no lo es

[no es virtud].

Pero, ¿qué es, en definitiva, la virtud?

Es un juicio verdadero y firme [constante, invariable], que impulsa al alma y que la esclarece acerca de

todas las apariencias [ilusiones] que la agitan.

Es armonía interior, es discernimiento del alma, es concierto con el universo, es señorear en sí

mismo y sobre cuanto acontece, es servir a Dios con libertad. Es tarea en la que están empeñadas

inteligencia y voluntad, que requiere esfuerzo sostenido, ejercitación perseverante, y una gran pureza

de intención. Y de eso se trata la educación para Séneca: no la formación de un profesional de la

palabra, tampoco la de un hombre culto entendido como alguien que ha acumulado conocimientos,

sino la formación de un hombre en un sentido eminentemente moral, realizada a través de un trato

absolutamente personal, en el que subraya el valor de la ejemplaridad:

Esto es, mi querido Lucilio, aprender la filosofía por la práctica y ejercitarse para la verdad: considera

cuál es el ánimo del hombre sabio contra la muerte y contra el dolor, cuando la primera está cercana y

el segundo le apremia. Lo que debe hacerse, aprendámoslo del que lo hace.

Es una educación que no reconoce el límite de los años escolares porque los trasciende, como

los trasciende la vida.

MARCO FABIO QUINTILIANO (30 – 95 d.C.)

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Para Cicerón, educar era formar al orador, en tanto para Séneca consistía en formar al

filósofo. Pero el sentido práctico, el pragmatismo del romano se imponen, y en su obra LA

FORMACIÓN DEL ORADOR (escrita al término de su vida y de su actividad docente) Quintiliano

vuelve al ideal ciceroniano del orador, bien que subrayando en su educación -y en su actividad

profesional- la dimensión ética que fuera fundamental en la perspectiva senequista. Su ideal de orador

será:

un hombre que sobresalga por la naturaleza de su ingenio, cuyo entendimiento esté tan completamente

adornado de las muy bellas artes [las artes liberales], y dedicado de tal modo a los asuntos de la vida

humana, como jamás antes conoció la antigüedad; alguien, finalmente, único y perfecto, que tenga los

mejores sentimientos y un modo de decir excelente.

Pero no se trata de formar a un técnico de la oratoria, sino y fundamentalmente al hombre que

ha de ser orador; por consiguiente, la educación de este orador debe estar regulada por su naturaleza

humana a la que ha de perfeccionar (al igual que la primacía de la dimensión ética sobre toda otra,

también esta exigencia de armonía entre educación y naturaleza es influencia estoica). Pero son

privativas del hombre la capacidad de razonar y la de hablar, a cuyo perfeccionamiento se orientan la

dialéctica y la retórica, respectivamente; sin embargo, y siempre de acuerdo a las pautas estoicas, la

conducta humana por excelencia es la conducta moral, y el acto racional por antonomasia es la virtud,

que se convierte así en el fin de la educación. Por tanto, sólo podrá ser un buen orador aquel que sea

un hombre de bien.

Para Quintiliano, entonces, no tiene sentido hablar de la persuasión como un manejo del

ánimo del auditorio para éxito del orador y de su causa (finalidad comúnmente propuesta a la retórica

por los sofistas griegos del siglo V a.C., pero también por muchos maestros romanos); la verdadera

persuasión está en función del triunfo de la justicia, y de ella saca su fuerza: sólo por ella persuade

(recuerda en esto a Calicles, traído por Platón en el GORGIAS, quien concluye su discusión con el

sofista diciendo: "Para llegar a ser un buen orador es preciso ser justo y tener la ciencia de la justicia").

Por eso no considera que la retórica sea neutra -buena o mala según el uso que se haga de ella-, sino

que es un arte esencialmente bueno, ya que a su cargo está el perfeccionar una facultad del hombre en

el contexto de la perfección integral del hombre, que es de naturaleza moral. Y frente a Séneca

reivindica el papel tan positivo que puede y debe desempeñar el orador en la sociedad:

Pues no concederé que la consideración de la vida recta y honesta deba ser privativa de los filósofos, como

algunos pensaron; porque el hombre que pueda desempeñarse verdaderamente como ciudadano, capaz

de administrar los asuntos públicos y privados, que pueda regir con sus consejos las ciudades, afirmarlas

con las leyes, reformarlas con sus decisiones en los juicios, seguramente no será otro que el orador.

¿Cómo encarar entonces la formación del orador? Quintiliano se manifiesta a favor de la

educación escolar en el sistema educativo romano, porque socializa al niño, le enseña reglas de

convivencia (que incluyen el respeto al otro y a las disposiciones comunes), le permite aprender de lo

que se enseña a otros y le presenta el incentivo de la emulación. Pero no deja de prestar atención al

período previo en que la vida del niño transcurre en su casa (si bien pide que dicho tiempo se acorte

lo más posible, y que el chico ingrese en la escuela hacia los seis años).

En lo que a educación familiar preescolar se refiere, da una gran importancia a la

elección de las ayas, que deben ser mujeres de buenas costumbres y de buen hablar, pues es el

suyo el primer lenguaje que el niño conoce y que procurará imitar. Deberán las ayas ir formando el

entendimiento del niño, que es más fácil de moldear desde la más tierna edad. Asimismo deben

ejercitarle la memoria, muy firme y fiel en la niñez. Importa destacar que, fiel a los criterios de la época,

Quintiliano se pronuncia a favor de una educación bilingüe, y dice que el aprendizaje del griego ha de

comenzar antes que el de la lengua latina -en razón de ser la lengua cotidiana, el niño se halla más

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familiarizado con el latín, siéndole entonces su estudio más fácil e inmediato-, pero que deben ir

parejos en el progreso, para no crear acentos extranjeros en el habla.

Ya llegando a la escuela y en sus primeros años, con fino criterio metodológico

Quintiliano rechaza el aprendizaje de las letras que comienza por el reconocimiento de su

nombre y orden en el abecedario, con anterioridad al reconocimiento de su forma: deben ser

simultáneos el conocimiento de nombre y figura, y sólo después el del orden. Aconseja incluso, por la

corta edad de los niños, hacer juegos con letras de marfil o cualquier otro material, para que el niño

aprenda con gusto. En cuanto a la escritura, sugiere grabar las letras en una tabla para que el chico

lleve la pluma -guiado por la mano de su maestro cuando fuere necesario- por los surcos y no

equivoque el trazado, hasta que su mano esté diestra: es importante aprender a escribir bien y con

velocidad, pues si en el escribir se es lento el pensamiento queda frenado, y si la letra está mal formada

y es confusa, lo escrito se hace ininteligible. Cuando avance el estudio y se llegue a la etapa en que se

proporcionan al niño frases para que lea, escriba y aprenda de memoria, quiere Quintiliano que se le

den máximas morales de hombres ilustres y de obras escogidas, porque nutren la memoria y van

formando, a la par que un acervo cultural, juicios morales y hábitos buenos. La lectura debe ser

expresiva, distinguiendo prosa de poesía, y para ello es indispensable que el niño entienda lo que lee;

es de suma importancia no apurar el aprendizaje, para asegurar la perdurabilidad de los resultados.

Es indispensable que el maestro conozca bien a sus alumnos: si tiene memoria y cuán buena es

(indispensable para aprender con facilidad y para retener fielmente lo aprendido); si es hábil para la

imitación, no de las personas y sus defectos sino de lo que aprende; si tiene buena disposición para

aprender, con docilidad y sin adelantarse. Una vez sabido esto, debe saber cómo conducirlos según

sus diversidades (educación personalizada).También, y teniendo en cuenta la edad de sus alumnos,

aconseja Quintiliano que se den recreos para que el chico se desahogue, se distraiga y vuelva con

renovados bríos a la tarea. En cualquier caso, y a la hora de imponer disciplina, rechaza los castigos

físicos por indignos e inconducentes, y prefiere siempre la emulación.

También el maestro de retórica ha de considerar el talento de cada discípulo, para aplicarlo al

estudio más conveniente para él y no correr el riesgo de ponerlo a aquello que no puede, o bien alejarlo

de lo que haría con excelencia.

En cuanto al contenido de los estudios, aboga por la variedad, que lejos de agobiar al

niño lo recrea evitando la monotonía. Sin embargo, es preciso que tal variedad no se transforme

en un caos de datos: de ahí la necesidad del orden, en lo que tiene no poca importancia la memoria.

Quintiliano da al respecto técnicas de estudio y de trabajo intelectual, entre las que señalamos la

conveniencia de escribir aquello que se quiere saber, porque se fija con más facilidad y solidez por la

memoria motriz de la mano, y la visual que repara en el orden de las páginas, de las palabras, en signos

deliberados o bien casuales (una mancha, una raya, etc.); el aprender leyendo y repitiendo en voz baja,

porque se añaden los estímulos de la lengua y del sonido...

Mas si alguno me pregunta cuál es la única y más importante técnica para el uso de la memoria, es ésta:

la ejercitación y el trabajo. Aprender muchas cosas, meditar mucho, y si esto puede hacerse todos los

días, es el medio más poderoso. Nada como la memoria crece con la aplicación y disminuye con la

negligencia.

El estudio de las artes liberales sigue siendo el sustrato de la formación helenístico - romana.

En este punto manifiesta Quintiliano diferencias con respecto a las posiciones de Cicerón y de Séneca.

Cicerón y Quintiliano:

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El primero ponderaba el derecho, la historia, la filosofía y la literatura como fuentes

de cultura; Quintiliano incluye -al igual que lo hacían los programas helenísticos- la música

(útil para el estudio de los ritmos, los gestos, la poesía) y las matemáticas (aportaban elementos

de medición de cantidades y superficies, útiles en algunos casos jurídicos, pero principalmente

desarrollaban la lógica del razonamiento).

En cuanto a la historia, no la considera un conocimiento con sentido en sí mismo, como lo

hacía Cicerón, sino que recurre a ella en la medida que puede ofrecer material útil para las discusiones.

Para Cicerón la filosofía era un complemento de la cultura del orador ya formado; la filosofía

moral está en la base del sistema de Quintiliano.

Séneca y Quintiliano:

El primero desestima las artes liberales y desprecia a sus maestros. Quintiliano, en la

encendida defensa que hace de dichos conocimientos, parece estar contestando la CARTA 88 del

filósofo.

Finalizamos estas consideraciones sobre los aportes de Quintiliano a la historia de la

educación con el que, tal vez, es el más importante: la figura del maestro.

Ante todo, el maestro revístase del espíritu de padre hacia sus discípulos, considerando que les sucede en

el oficio a quienes le han entregado a sus hijos. No tenga vicio alguno ni lo consienta. Su austeridad no

sea triste, ni relajada su afabilidad, no sea que en lo primero se haga odioso y con lo segundo despreciable.

Hable a menudo de la virtud y honestidad, pues cuanto más les advierta, menos los castigará. Ni sea

iracundo, ni disimule aquello que pide enmienda; simple en su enseñanza, sufrido en el trabajo, constante

en la tarea, pero no desmesurado. Responda con agrado a las preguntas de los que lo interrogan, y de la

misma manera pregunte a quienes no lo hacen. En alabar los aciertos de los discípulos no sea mezquino

ni pródigo: lo uno engendra el hastío del trabajo, lo otro seguridad para no trabajar. Corrija los defectos

sin acrimonia ni palabras afrentosas: esto hace que muchos abandonen el estudio al ver que se les

reprende como si se les aborreciese. Cada día, y mejor aún, varias veces al día, diga a sus alumnos algo

que puedan llevar consigo: pues aunque muchos de los ejemplos propuestos para su imitación se toman

de la lectura, la viva voz, como se dice, alimenta más plenamente, y en especial la voz del maestro a quien

los discípulos aman y veneran, si han sido bien formados.(23)

Pasarán siglos hasta que, en San José de Calasanz, encontremos una descripción tan bella de la

figura del maestro, y en tan violento contraste con el desprecio que la sociedad tenía hacia ellos, en el

siglo I como en el XVI.

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EDUCACIÓN EN LA

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LA EDUCACIÓN EN LA EDAD MEDIA

Elías Castilla Rosa Pérez en:

“Historia de la Educación”

CARACTERÍSTICAS GENERALES Económicamente, la Edad Media presentó el cuadro típico del régimen Feudal, que se basaba en la existencia de la gran propiedad territorial, que en algunos casos su extensión era comparable con el tamaño de muchas de las naciones actuales Europeas, y mas grandes que muchos de nuestros departamentos; cuyo propietario es el Señor Feudal. El Señor Feudal no es un simple latifundista a la manera nuestra, más bien se parece a un verdadero reyezuelo, con amplios poderes y con mando absoluto dentro de su feudo. Socialmente, habían dos clases sociales principales, la nobleza formada por el señor feudal y su familia, el clero de alta jerarquía y los vasallos, que mas daban la impresión de una subclase, ya que en si constituían toda una jerarquía de relaciones, en merito a la posesión de tierras mayores o menores; un vasallo podía ser señor y vasallo al mismo tiempo. Por ultimo estaban los campesinos o siervos, descendientes de antiguos esclavos, que se hallaban, materialmente pegados a la gleba (tierra) y que realizaban toda suerte de prestaciones y aún retribuciones económicas al señor feudal, en cuyas tierras vivía. Políticamente, a parte del poder de auténticos reyes que poseían los señores feudales dentro de sus feudos, desde los primeros tiempos de la Edad Media fueron surgiendo los primeros reinos (bárbaros), los que con el correr del tiempo fueron haciéndose más poderosos, en detrimento de los señores feudales hasta convertirse en las monarquías absolutas del siglo antepasado, punto de partida de las monarquías constitucionales y de las repúblicas democráticas actuales.

De otro lado, la Edad Media constituyó el siglo de oro de la Iglesia Cristiana; el Cristianismo llegó a su máximo esplendor. Su influencia se dejó sentir en todas las instituciones de la época y la religión acompañó al hombre desde la cuna hasta la tumba. Por esta razón es propio llamar educación Cristocéntrica a la educación de esta edad. En ese entonces, la meta de la vida era llegar a Dios y por tanto, el método más conveniente será seguir los pasos de Dios hecho hombre. Al respecto Jesús había dicho: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Resultando Cristo el mejor maestro; sus prédicas y normas de vida la mejor enseñanza; la Iglesia la mejor escuela y la Biblia el

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libro por excelencia. La Educación toda esta limitada a conseguir la salvación del alma y para la santificación. Entre otras de las características tenemos: Acentuación del ascetismo con el consiguiente menosprecio de la educación para lo terrenal. La

tierra es apenas un "Valle de lágrimas" por donde hay que arrastrarse hasta que el alma se libere con la muerte de sus ataduras carnales:

Mayor atención a la vida emotiva, sentimental y religiosa, con perjuicio de la educación intelectual. Predominio de las materias abstractas y literarias en detrimento de las realistas y científicas. Carácter universal, supranacional de la educación, debido al universalismo cristiano, a la lengua

única (latín) y a las Universidades con alumnos de diversas nacionalidades. En el aspecto didáctico, predominio del verbalismo y el memorismo, con subestimación de la

actividad. Notable influencia de la autoridad del maestro. A esta fecha corresponde la expresión "Magister

Dixet". En el aspecto disciplinario, sumisión a una disciplina externa, rígida, impuesta desde fuera; con

castigos corporales: "La letra con sangre entra". Exagerado formalismo en la enseñanza, repetición e imitación en lugar de libertad de

investigación, de crítica y de enseñanza. Con el surgimiento de los Reinos Bárbaros, nace la educación palatino-estatal. Durante la Edad Media no toda la educación estuvo bajo la orientación y control de la religión

cristiana hubieron algunas formas de educación seglar, como la Educación Caballeresca; la Educación Ciudadana, patrocinada por los municipios; y la Educación Gremial que era una suerte de educación activa que se impartía en los gremios o corporaciones para los hijos de los agremiados.

El Cristianismo se desarrolla intelectual e institucionalmente, alcanzando su máxima altura con la Escolástica, en lo intelectual y con el surgimiento de las universidades, que dígase de paso fue la mejor creación de la Edad Media.

EDUCACIÓN CRISTOCÉNTRICA EDUCACIÓN CRISTIANA PRIMITIVA Como habíamos afirmado en el tema anterior, dentro de la Edad Media, el Cristianismo sirvió de fundamento, de inspiración y meta de la educación. En su primer momento, el periodo Apostólico, no existen escuelas, la enseñanza se efectúa de modo directo, de persona a persona, de padres a hijos; tuvo un carácter doméstico, y exclusivamente del credo católico, partiendo de las predicas a viva voz de los Apóstoles de Cristo, y demás cristianos. Luego vienen las Escuelas Catecúmenas, con el objeto de preparar en la religión al catecúmeno, persona adulta, para bautizarse. Algún tiempo después, se amplió esta preparación con secciones para niños, donde se enseñaba elementos de lectura, escritura, canto y catecismo. La institución catecúmena se caracteriza por ser flotante, funciona unas veces en los santuarios, otras en las criptas, en las catacumbas, etc. Las Escuelas Catecúmenas se transforman, posteriormente, en Escuelas Catequísticas, con la intención de formar los primeros maestros para enseñar catecismo. Algunas de ellas llegaron a alcanzar gran prestigio tal como el caso de la Escuela de Alejandría. Con orígenes, nacen las Escuelas Episcopales, que deberían funcionar dentro de los Obispados, y tenían por finalidad formar sacerdotes. A partir del siglo IV de J. surge un poderoso movimiento educativo y que dígase de paso, constituyó, una de las mejores expresiones de la educación cristiana, la Educación Monástica, que fue una educación mas completa: educación ascética, moral, intelectual y manual, organizada por Benito de Nursia. Paralelamente a la Educación Cristiana sobrevivieron algunas de las Escuelas paganas, romanas; y con las invasiones bárbaras, se crean algunas otras escuelas tales como las Escuelas Parroquiales, las Catedralicias y algunas escuelas estatales (Palatinas).

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EDUCACIÓN MONACAL Al calor de las luchas heréticas surge en el mundo cristiano una doble actitud frente al mundo y las cosas: unos que propugnan alejarse de él, ya que se corre el riesgo de la tentación del pecado y, sumirse en la soledad y la reflexión, a fin de cultivar en su mayor pureza la doctrina de Cristo. La otra tendencia por el contrario sostenía que los creyentes deberían quedarse en el mundo, para que a través de la lucha, la acción, se propague el credo cristiano. A la larga, se impuso la segunda corriente. La Patrística, es decir, el esfuerzo de los padres de la Iglesia por conciliar la fe de Cristo y la filosofía, la ciencia y la cultura pagana, es la mejor expresión de esa segunda posición, salvando al cristianismo de extinguirse en la vegetación del aislamiento. En el Oriente los cristianos se alejan del mundo, para vivir en la práctica de la pobreza y el celibato, en el aislamiento, la soledad, vida de eremitas (anacoretas). Estos abundaban particularmente en las orillas del Nilo; hasta que aparece Pacomio quien en la isla de Tabena, en el Nilo, reúne a dichos eremitas para hacer una vida en común: Coenobium, una vida conventual (Monacal) dedicada a las oraciones y al cultivo del espíritu. Este sistema de vida en común se extendió rápidamente por el Oriente y a partir del siglo IV, llega al Occidente. Pero el monaquismo occidental fue más activo y creador y no contemplativo como en el oriente. Benito de Nursia, en el siglo IV, con su elocuencia y virtudes organiza el primer Monasterio en el Occidente, en las faldas del Monte Casino. Con gran talento estableció las Reglas (Constitución) de la Orden (Benedictina), que comprendía 73 prescripciones o artículos, los que normarían la vida dentro de ese monasterio. Las Reglas establecían como virtudes principales: la pobreza, la castidad y la obediencia. Un Sacerdote de la Orden Benedictina ocupaba su día: en estudios, oraciones (formación ascética) y en trabajos manuales, de aquí su regla:"Ora et labora". (Reza y trabaja). La Orden Benedictina creo nuevos monasterios por toda Europa, normadas por sus Reglas. Entre estas órdenes que siguen sus Reglas tenemos: la de San Bonifacio en Alemania, de San Patricio en Irlanda, etc. El Monasticismo alcanzó gran influencia en el siglo XI, al extremo de llamarse con el nombre de Edad Benedictina a dicho siglo. En el siglo VII, por presión de los fieles, los monasterios Benedictinos abrieron escuelas para niños y jóvenes. Estas eran de dos clases: Escuelas Internas, para oblatos y novicios. Los oblatos eran niños consagrados por sus padres a

Dios, permanecían en los monasterios toda su vida; y los novicios, eran jóvenes a punto de profesar; ambos vestían el habito del monasterio.

Las Escuelas Externas, para los hijos de los fieles. El monje que dirigía la escuela se llamaba: Magister Principalis; el bibliotecario se llamaba Armarius; y los monjes destinados a vigilar los alumnos se llamaban Custodes. Algunas Escuelas Monásticas tenían por jefe al Abad, entonces tomaban el nombre de Escuelas Abaciales. La disciplina en estas escuelas, particularmente en las Internas era rígida, con castigos corporales, se usaba el látigo, el ayuno y el calabozo como recursos disciplinarios. Los estudios comprendían dos etapas o niveles: Primera etapa, aprendían elementos de lectura, escritura, latín y literatura; En la segunda etapa, estudiaban las Siete Artes Liberales, especialmente el Trivium (Gramática,

Dialéctico y Retórica). Fueron obras de texto muy usadas: "Orígenes o Etimologías" de Isidoro de Sevilla, "Los Consuelos de la Filosofía" de Boecio, etc. El proceso de aprendizaje era lento. Al no existir libros, los profesores dictaban sus conocimientos, luego hacían comentarios sobre lo dictado y por último se aplican los conocimientos en ejercicios. INFLUENCIA DE LA PEDAGOGÍA BENEDICTINA EN LA EDUCACIÓN DE OCCIDENTE

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Probablemente uno de los meritos principales de la educación benedictina fue haber reconocido y exaltado el valor y mérito del trabajo manual en la educación, en mementos en que el trabajo era considerado como una ocupación servil y no de hombres libres. Al respecto, los monjes benedictinos enseñaron a cultivar las tierras a los labriegos, a desecar los pantanos, a hacer nuevas irrigaciones, etc. Introdujeron nuevos procedimientos en las artesanías, como en los trabajos en metal, madera, cuero, paño, etc. Dieron nuevas ideas en materia de Arquitectura; nuevos métodos de tráfico mercantil. De otro lado, con sus procedimientos mejoraron la salud pública. Es decir, usando el lenguaje de la Escuela Nueva, los maestros benedictinos fueron los adalides de sus comunidades; precursores de la Escuela del Trabajo; y aspiraron, por la educación alcanzar la promoción económica y cultural de sus pueblos. Asimismo, ellos organizaron, sistematizaron definitivamente, las Siete Artes Liberales, con el nombre de Septivium. Ofrecieron asilo a los pobres y desvalidos; hospital a los enfermos; y consuelos religiosos para los enfermos, pobres y afligidos. En gran parte, en los monasterios benedictinos se salvaron las colecciones de obras de la antigüedad clásica; redactaron anales y crónicas de la Edad Media y tradujeron y compusieron muchos otros libros. PRIMEROS EDUCADORES Y PEDAGOGOS CRISTIANOS La Patrística y la Educación El Cristianismo en sus primeros tiempos, fue un hacer, un predicar, un difundir la fe de Cristo, sin haberse elevado todavía al nivel de la concepción teórica, del planteamiento filosófico principista. Esta segunda tarea estuvo encomendada a los Padres de la Iglesia, que fueron sacerdotes ilustres de brillante inteligencia que se dieron el trabajo de tejer los fundamentos teóricos de la Religión Cristiana; constituyendo su principal esfuerzo, el conciliar la fe cristiana con la ciencia y filosofía clásica. Tomando el nombre de Patrística estas primeras filosofías de la cristiandad. Muchos de los Padres de la Iglesia fueron también educadores muy distinguidos, tales como: Clemente de Alejandría Sacerdote ilustre que llego a ser Rector de la muy ilustre Escuela de Alejandría, la más notable de su tiempo y que tuvo el carácter de alto Centro de Investigaciones y estudios superiores de su tiempo. Entre sus ideas educativas tenemos las siguientes: Sostenía que la Educación superior debería comenzar con la cultura humanística y que debería capacitar en la filosofía griega y en la Teología. Escribió el primer tratado cristiano sobre educación titulado el "Pedagogo". En esta obra se trasluce claramente el esfuerzo de conciliar la fe y los conocimientos humanísticos y científicos greco-latinos, subordinando estos a la primera. San Clemente llama logos al maestro; siendo logos pedagogo, el maestro que conduce al niño a la virtud; y logos didáscalo, el que conduce a la verdad; y para él, la verdadera Pedagogía es la conducción del niño a la virtud. Jesús, es para el, el maestro por excelencia. Orígenes Distinguido discípulo de Clemente de Alejandría, sucedió a su maestro en la Rectoría de la Escuela de Alejandría. Entre sus ideas pedagógicas tenemos: Creía que la ciencia y la filosofía griega deberían ser una simple propedéutica para comprender la teología. Que las mujeres participen de la Educación Superior; Que la virtud puede ser enseñada y aprendida; Que debería introducirse la enseñanza de la ciencia Matemática. Por último, en la enseñanza de la Biblia, no deberíamos detenernos en su sentido literal, sino penetrar en su hondo espíritu moral y místico.

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San Basilio Monje de gran cultura; fundó varios Monasterios en el Oriente. Entre sus ideas pedagógicas tenemos las siguientes: Acentuación del sentido social y comunitario tanto de la vida como de la educación, como puede notarse en las Reglas de su Monasterio. Recomienda como medio de Educación, el trabajo y la lectura de los evangelios: y Consecuentemente con su criterio cristiano, insistió en la caridad y el auxilio mutuo. San Jerónimo Autor del libro "Cartas sobre la Educación de los niños" obra, dígase de paso, que constituye el primer planteamiento cristiano de educación femenina. Entre sus ideas pedagógicas tenemos las siguientes: Que los principales maestros de los niños son sus mismos padres quienes deberían enseñar a sus hijos con el ejemplo viviente, con el comportamiento distinguido, de modo que los niños admiren las virtudes y la sanidad de sus padres. Reconoce la gran plasticidad infantil y su aprovechamiento para los fines educativos; Recomienda la educación ascética, al extremo de que no acepta ni la practica de los baños; y La educación debe basarse en el rezo de oraciones y en lectura de los libros religiosos. San Agustín San Agustín fue, sin lugar a duda, juntamente con Santo Tomas, los dos más grandes padres de la Iglesia, de origen africano, de brillante inteligencia, llego a ser maestro de retórica de varios centros superiores de enseñanza, tales como Cartago, Roma, etc. En su juventud llevo una vida disipada, hasta que trabo amistad con San Ambrosio, quien lo convierte a la religión cristiana, ordenándose poco después de sacerdote, para llegar mas tarde a la alta jerarquía de Obispo de Hipona (África). Escribió muchos libros, entre los que tenemos su famosa obra "La Ciudad de Dios" ("Civitas Dei"), obra que constituyo el primer tratado de Filosofía de la Historia. "El Maestro" es otra de sus obras, pero de carácter decididamente educativa. En la vida intelectual-religiosa de San Agustín se notan claramente dos etapas: La primera, en que aspira a una educación integral, humanística, dándose importancia a la formación física, la elocuencia. Al respecto, en su tratado "Del Orden", se halla contenida su concepción integral o humanística de la Educación. En su segunda época, acentúa más la educación ascética. Considera que lo fundamental es la formación moral, como también la educación de la voluntad. Sostenía que el órgano de todo aprendizaje es el Logos, es decir, el maestro interior, por tanto la autoeducación; siendo el Catequista, el maestro exterior, que debe enseñar, en lo posible, imitando a Cristo. Afirmaba, igualmente, que al ser de las cosas no se llega por el estudio de las palabras, que son simples símbolos externos con las que nominamos las cosas, sino por la contemplación inmediata de la verdad (la intuición). Asimismo, San Agustín aparece, al igual que Sócrates, como el antecesor del método de la Introspección, cuando decía: "No vayas fuera, retorna a ti mismo, en el interior del hombre habita la verdad". En su "Tratado de la Doctrina Cristiana", esboza un plan completo de enseñanza religiosa y moral. Con mucha sencillez, sostenía que cuatro son las causas del fracaso pedagógico, que son: Poca capacidad del maestro; Poca inteligencia del educando; Desatención del alumno a la enseñanza; y Reiteración fastidiosa de conocimientos de parte del profesor. ORÍGENES DE LA EDUCACIÓN ESTATAL EN LA EDAD MEDIA

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CARLOMAGNO Y EL RENACIMIENTO DE LOS ESTUDIOS Carlomagno, primer monarca de ascendencia bárbara, heredó de sus antepasados el pequeño reino Franco, que gracias a su genio militar y tras una serie de campanas militares formó un gran Imperio que abarcaba la mayor parte de Europa Continental. Con su genio de estadista supo organizar este vasto imperio multinacional. Consciente de la necesidad de la unidad de su gran imperio, vio en la educación el feliz instrumento, echando mano a la poderosa institución de la iglesia, muy particularmente a la recia organización monacal, para hacer realidad esa aspiración. Llamó a su lado a sabios eminentes como el monje inglés benedictino ALCUINO, que se convirtió en su consejero Aulico, que hacía las veces de un verdadero ministro de educación. La obra educativa de Carlomagno es inmensa, por decretos varios y sus Capitulares, organizó el sistema de enseñanza. De inmediato le preocupaba la escasa cultura del clero de su pueblo, con tal fin ordeno que en los conventos funcionen escuelas para enseñar las letras, elevando, de este modo, al clero, moral e intelectualmente. La Capitular del año 802, tiene particular importancia, prescribía que los hijos de todos sus súbditos asistiesen a las escuelas, constituyendo esta medida el origen de la obligatoriedad de la enseñanza; y para el cumplimiento de esta prescripción, pidió a todos los párrocos organizar escuelas para la enseñanza elemental y en el lenguaje materno. Carlomagno estableció tres clases de escuelas: Parroquiales, de educación elemental, dictado por sacerdotes en las parroquias. Conventuales; una especie de educación secundaria impartida en los monasterios y catedrales; y Palatina, especie de educación superior, dirigida por Alcuino y con la colaboración de otros sabios. Formaban a los futuros funcionarios; donde acudían los hijos de la nobleza y el mismo Carlomagno. ALFREDO EL GRANDE Monarca del reino anglo-sajón. Fundó, al igual que Carlomagno, escuelas parroquiales, obligando a todos sus súbditos envíen sus hijos a esas escuelas. Fomentó la creación de instituciones monásticas y catedralicias e instituyó una academia Palatina, dirigida por el monje Asser. Cumpliendo con un verdadero papel de mecenas protegió a sabios distinguidos como a ERIGENA, gran personalidad científica de la Edad Media. Igualmente, hizo traducir al inglés, por su equipo de sabios, muchas obras celebres de Europa Continental, como "La Consolación de la Filosofía" de Boecio. Como rubricando el lejano origen liberal de los ingleses decía "Los ingleses deben ser libres como sus pensamientos" y agregaba: "Si tiene un hijo, enséñale mientras sea niño, la conducta que debe observar cuando sea hombre". Fundó muchas escuelas, algunas de las cuales llegaron a ser famosas con el tiempo como la Oxford. EN ALEMANIA: DINASTÍA DE LOS OTONES Siguieron los lineamientos anteriores y crearon una escuela palatina. Desde el siglo IX, Rabán Mauro dio gran impulso al movimiento intelectual, razón por la que, con justicia se le ha llamado "El preceptor de Alemania". Por esta época surgen una serie de ESCUELAS CLERICALES, el clero se apasionó por la enseñanza, al extremo que en ese entonces ser clérigo y hombre de letras eran expresiones sinónimas. En los monasterios surgen las Escuelas Catedralicias. Se crean, asimismo, las ESCUELAS COLEGIALES, de carácter más profano que eclesiástico, equivalente, en alguna forma, a nuestra educación secundaria. Por debajo de estas escuelas estaban las ESCUELAS PARROQUIALES o PRESBITERALES, creadas al principio para enseñar el catecismo; luego se enseñó: lectura, escritura y elementos de cálculo. Escuelas que resultaron ser las antecesoras de la Escuela Popular Primaria actual. Por ultimo, aparecieron también, escuelas para niños desvalidos y huérfanos, donde los religiosos deberían suministrar a dichos niños "el pan del trigo, a la vez que el pan de la palabra", según rezaban en las Reglas de las órdenes benedictinas y agustinas.

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EDUCACIÓN SEGLAR EN LA EDAD MEDIA La enseñanza popular-estatal iniciada por Carlomagno, Alfredo el Grande, etc., cayó en el olvido a poco de sus muertes. Por el contrario en los siglos X y XI, el grueso de la población europea era analfabeta; hasta los nobles creían despreciable gastar el tiempo en libros y estudios. Inclusive, los funcionarios públicos eran analfabetos, no sabían ni el latín, que era idioma oficial por entonces en Europa. Tomaban a clérigos como sus amanuenses para despachar sus asuntos. En estas circunstancias, la cultura se hallaba refugiada en los conventos, sin embargo, en los albores del siglo XII, se opera un saludable cambio cultural en Europa. En las clases nobles nace un afán cultural; como también, los burgueses enriquecidos aspiran a una vida mejor, mayor educaci6n, más refinamiento en el vestir, en las costumbres y más cortesía. Se descubren los encantos del mundo y se anhela la felicidad terrenal. Estos nuevos intereses vitales se plasman en tres tipos de educación: a) Educación Caballeresca, b) Educación Ciudadana y c) Educación Gremial. EDUCACIÓN CABALLERESCA Nadie nace caballero, tal dignidad se alcanza por un periodo mas o menos largo de aprendizaje y por una ceremonia, supone, a la vez, un privilegio, pertenecer a una clase social: la noble. Clases de Educación Caballeresca.- La Educación Caballeresca es de dos clases: Musical y guerrera, es decir, espiritual y física. La primera no tiene un carácter científico como ocurría en los monasterios, sino más bien, estético: la inspiraba las grandes epopeyas y el cantar de los trovadores. El cultivo de la poesía y la práctica de la sociabilidad, eran particularmente importantes, en esta clase de educación, ya que la vida cortesana y la belleza amada exigían tales cualidades. La segunda clase de educación tenía por fin capacitar al joven en el manejo de las armas y la destreza en la lucha. Lo que se conseguía a través de una serie de ejercicios corporales tales como la caza, los torneos, etc. prácticas que eran a su vez, medios de entrenamiento para la guerra. Frente a las siete artes liberales de la Educación Monástica. Estaban las siete perfecciones del caballero: cabalgar, tirar al arco, luchar, cazar, nadar, jugar el ajedrez y versificar. Periodos de la Educación Caballeresca.- El curso de la educación caballeresca constaba de tres periodos: El primer periodo empezaba a los 7 años, con el ingreso del niño a poder de algún caballero amigo del padre, en calidad de PAJE, donde aprendían: cortesía (educación cortesana), música, juegos de salón, la lengua francesa y una conducta honorable, que exigía la cortesía. Como también practicaban algunos ejercicios corporales tales como: salto, carrera, lanzamiento de lanza, esgrima, etc. A los 14 años termina su educación cortesana, ya se halla físicamente apto para llevar las armas y se hace por tanto ESCUDERO, conllevando, en adelante, la vida heroica de su señor: en la caza, los torneos y aun la guerra. No obstante, continuaban con el aprendizaje de los Rudimentos de Amor y la Religión. Se entiende por rudimentos del amor la amabilidad, la gentileza, las buenas maneras, agradable conversación y habilidades para el baile y el ritmo. Dentro de este periodo, igualmente, aprendían los conocimientos del mundo y de los hombres y se iniciaban en los menesteres de la política y los secretos de la corte. A los 21 años, tras una ceremonia solemne, se armaba caballero, ingresando a la célebre orden de la caballería, eligiendo, acto seguido, su dama

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FORMAS DE LA EDUCACIÓN EN LA BAJA EDAD MEDIA (SIGLOS XII-XIII)

Azucena Fraboschi en: “Historia General de la Educación”

1 LA EDUCACIÓN CABALLERESCA

1. LA CABALLERÍA: CARACTERIZACIÓN Al morir Carlomagno, muy rápidamente se desmembró su Imperio debido a las sucesivas particiones de que fue objeto por parte de sus hijos y nietos, pero también porque los bárba-ros se abatieron nuevamente sobre sus tierras y sobre toda Europa, por tierra y por mar. Normandos (daneses, suecos, noruegos) y magiares (húngaros) destruyeron primero, y se establecieron después, al igual que lo habían hecho en los últimos tiempos del Imperio Romano. Pero mientras tanto Europa, necesitada de defensa en cada metro de su territorio y carente de hombres carismáticos y de gobiernos centrales poderosos en autoridad y fuerza, se fragmentó en múltiples señoríos dando comienzo a lo que se conoció como el régimen feudal, o feudalismo. Bajo este régimen, las ciudades pierden su importancia –que había sido fundamentalmente política y cultural, valores ya sin vigencia– y su forma de vida, reemplazadas por el poder y el dominio de los señores que se hacen fuertes en sus castillos y que protegen –o someten– a campesinos y artesanos que acuden a ponerse bajo su tutela, en relación de vasallaje (implica protección por parte del señor y fidelidad por parte del vasallo). De ahí en más, las tierras serán propiedad de los dueños del feudo, quienes las arrendarán a sus vasallos para que las trabajen, bajo términos habitualmente no demasiado justos. Hasta los monasterios, que se han convertido una vez más en refugio de la cultura, tienen dificultades para resistir lo que muchas veces es maltrato y arbitrariedad de estos señores. El señor feudal, desde sus comienzos, reúne en sí las condiciones de señorío y de caballero. En efecto, estamos frente a los nobles del Imperio carolingio, o de otros reinos, que tienen linaje, nobleza, tierras, fama... y son hombres de a caballo y de armas, obligados por las circunstancias –pero también como forma de vida– a combatir. Sin embargo, la imagen que esta descripción nos autorizaría a forjarnos está muy lejos de la realidad que fue en esos siglos. Porque el señor feudal, el caballero de entonces era un hombre rudo, cruel, tan bárbaro como los bárbaros a los que combatía. No tenía temor de Dios, no le importaba la justicia, ejercitaba tremendas venganzas contra sus pares, castigaba a los débiles y robaba a los pobres, combatía muchas veces para desahogar sus sentimientos o bien para ejercitar sus armas... Estas armas eran muy voluminosas y pesadas, reforzando la idea de fuerza, por encima de toda consideración de habilidad en su manejo. El caballero no sabía de lealtades, ni guardaba palabra empeñada: su criterio de acción era la propia conveniencia. Vivía en un castillo, sí, pero ese castillo era una edificación de piedra fría, con una única sala central en la que se comía y bebía, se dormía, hombres, mujeres y animales juntamente. Sin tapices ni alfombras, casi sin ventilación ni iluminación, sin muebles. La mujer era mirada como un animal, a veces más útil que otros, a veces no tanto, y dependiendo en su existencia y para su subsistencia del favor de su señor, exclusivamente. De más está decir que este señor era iletrado, e inculto. No es de extrañar por ello que en ocasiones recurriera a algún clérigo, o a un miembro de alguna orden religiosa, para entender una situación, interpretar un mensaje, o bien llevarlo fidedignamente, redactado por escrito o en forma verbal. Poco a poco se hizo costumbre tenerlo en el castillo, desde donde iba y venía a la iglesia o al monasterio. Era hombre de confianza, de mucha paciencia para aguantar los malhumores y exabruptos del señor, hombre tenido por sabio y por persona de discernimiento –que podía llegar a moderar las decisiones del caballero gracias a un razonamiento bien presentado y sin apetencias personales–; más tarde se convertiría en maestro de religión primero, y de lectura y escritura después, de las mujeres de la familia, a la vez que puliría al mismo señor del castillo. Con el andar del tiempo la institución feudal fue asentándose, disminuyó el peligro de los invasores bárbaros y comenzó a verse la necesidad de una coexistencia posible, y bajo

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principios y normas, entre los señores. Habría que celebrar acuerdos, alianzas, reestructurar las relaciones, hallar valores e intereses comunes, encontrar la manera de habérselas con los otros poderes: políticos, espirituales, económicos... que también estaban levantándose de nuevo. La vida en una paz relativa permitía y obligaba, a la vez, a una mayor comunicación que traería como fruto una sociedad nueva y una nueva cultura. Un primer paso fue la consolidación de la presencia y lugar del clérigo o monje en el castillo, quien comenzó a tener cada vez más ascendiente moral sobre el señor y sus decisiones, ascendiente que se planteaba claramente en nombre de Dios y de la Iglesia. Precisamente la Iglesia, a través de disposiciones como la paz y la tregua de Dios[2], fue generando espacios de paz y de convivencia donde pudo proponer ideales religiosos y valores morales que humanizaron la vida de los caballeros y dieron a la sociedad un ordenamiento en el que todos tenían cabida. También a la Iglesia, y más específicamente a los monjes, y a los del Cister en particular, corresponde otro aporte que lo cambió todo: a través de la figura de María, Virgen y Madre, la valoración de la mujer. Valoración que tendrá, a lo largo de la historia de la caballería, matices propios signados por la idealización de la que ahora es la dama, y por el amor cortés. Pero esto nos pone ya en lo que podríamos llamar “la orden de la caballería”. En ese orden el guerrero, esto es, el caballero, comienza a ser considerado como una profesión instituida por Dios por ser necesaria para el bien de la sociedad humana, y poco a poco van entretejiéndose los lazos entre Iglesia y caballería, entre las armas y la fe. Significa-tiva es, al respecto, la magna empresa de las Cruzadas, convocadas por los Pontífices a partir de fines del siglo XII y durante todo el siglo XIII e inicios del XIV, para liberar a Tierra Santa de manos de los musulmanes. Convocatoria respondida por reyes, señores, caballeros y pueblo, y por muchos motivos: algunos sinceramente religiosos (entre los que interesaban no poco las indulgencias concedidas por los Papas), otros no tanto (el afán de riquezas, de cargos y dignidades, la gloria personal, la emulación). Las Cruzadas alejaron las guerras personales del territorio europeo, trasladando la belicosidad al Oriente; pero también tuvieron muchos otros beneficios. En efecto: el contacto con la civilización oriental cambió el mundo cultural del Occidente, y el comercio ayudó a materializar ese cambio. Los nobles señores, los caballeros, conocieron los palacios bizantinos con sus amplias estancias, sus fuentes, los jardines; tapices en las paredes, alfombras, almohadones; sedas y terciopelos de múltiples colores; juegos de luces; banquetes con platos elaborados y condimentados con especias, pastelería, vajilla delicada, agua de rosas para lavarse las manos durante las comidas; danzas, cantos, juegos; vestiduras cómodas y hermosas, en los hombres y en las mujeres; formas de cortesía, la etiqueta de palacio; la armadura liviana y la destreza sutil en el manejo de las armas... Los señores y los caballeros conocieron, como antes lo hiciera Carlomagno al llegar a Roma, su propia incultura, y resolvieron cambiar, adoptando y llevando a Occidente muchas de las costumbres que los habían deslumbrado. Cambiaron entonces los castillos, que se hicieron confortables y lujosos; cambió la vestimenta de sus habitantes, y cambiaron las formas de vida. Y todo ello, en un contexto cristiano, pautado por la Iglesia, aunque hasta cierto punto. Surgen, además, las órdenes de la caballería en tiempos de las Cruzadas, como la famosísima Orden del Templo, o de los caballeros templarios, la Orden del Hospital, o de los caballeros hospitalarios, y muchas otras que se sumarán con el andar de los años, como los Caballeros de Santiago, la orden Militar de Calatrava, la Orden de la Jarretera, fundada por el rey Eduardo III de Inglaterra en 1351. Órdenes las primeras que se caracterizan por la gran importancia dada a la oración, por la presencia de los votos de pobreza, castidad y obediencia –también a la autoridad eclesiástica–, por la férrea autoridad de sus superiores -aunque no exenta de paternidad-, recordando en un todo la Regla de San Benito en la que reconocen haberse inspirado; en tanto las segundas tienen un carácter más seglar y sin dichos votos, por cuanto no están ligadas a la empresa religiosa de la lucha en Tierra Santa. Por otra parte, están los caballeros que no pertenecen a las órdenes en particular sino a lo que en sentido general se llama “la Orden de la Caballería”, desplegando una actividad más libre, pero siempre vinculada a juramentos de lealtad hacia reyes o bien hacia señores que los superan en nobleza y dominio, y a los que voluntariamente se han sujetado.

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Completan el cuadro las damas y el tema del amor cortés, que dan un sentido cargado de poesía a las empresas de los caballeros: sus batallas, sus proezas en los torneos, sus poesías y canciones; pero que también refinan las condiciones de la vida cotidiana, dan lugar a normas de cortesía que pulen a los antes rudos caballeros, y alimentan una literatura a la vez mítica y mística sobre la caballería, cantada por los trovadores en castillos, torneos, plazas y caminos que llevan la gloria de las hazañas y alcanzan fama a los protagonistas, y a sus heraldos. Literatura que nos ofrece títulos como Perlesvaus o el Alto Libro del Graal (Anónimo del siglo XIII), El Libro de la Rosa, de Guillaume de Lorris y Jean de Meun, los Lais, de María de Francia, La Ciudad de las Damas, de Cristina de Pizán, El Cuento del Grial, de Chrétien de Troyes y otros, Historia de Merlín (Anónimo del siglo XIII), La muerte del rey Arturo y tantos otros en los que campean los famosos caballeros de la Tabla Redonda, las empresas extraordinarias, las doncellas maravillosas, los grandes amores, los magos y los encantamientos, las búsquedas religiosas, etc. En este contexto, ¿qué significa ser un caballero? ¿Quién es un caballero? ¿Cómo llegar a serlo? Trabajaremos la respuesta a estas preguntas a partir de dos obras de la época: una de Ramón Llull, de carácter didáctico; la otra, compuesta por un trovador llamado Juan, narra la vida y hazañas de Guillermo el Mariscal, y es la biografía más antigua en lengua francesa que se ha conservado. Ramón Llull, caballero mallorquín de vida libertina primero, y sabio y misionero de extraordinaria y fecunda labor a partir de una conversión personal en 1263, toca el tema en varias de sus obras; aquí trabajaremos el Libro de la Orden de la Caballería, obra didáctica en forma de diálogo entre un anciano caballero y un escudero que quiere ser armado caballero, y que recibe de aquél un libro para su instrucción. Lo que en primer lugar entiende el escudero es que la caballería es el remedio dado por Dios [origen divino de la caballería] a una situación de pecado –faltaron la caridad, la lealtad, la justicia y la verdad– que dificultó grandemente la convivencia en el mundo. Por eso, de cada mil hombres se escogió uno “que era el más amable, más sabio, más leal, más fuerte, de más noble ánimo, de mejor trato y crianza entre todos los demás”. Se escoge también el animal más noble, el caballo –de ahí el nombre de “caballero”-, y las armas más nobles para que pueda llevar a cabo su cometido, puesto que no sólo ha de ser amado por el pueblo por sus excelentes cualidades, sino también temido, para que pueda reducir a los rebeldes y a todos persuadir para que respeten la verdad y practiquen la justicia. Ya aquí surgen como involucrándose la caballería y la nobleza, condición esta última que implica un linaje, costumbres adecuadas, condiciones y virtudes personales, señorío, riquezas y el reconocimiento u honra de todo ello. A veces algunas de estas notas pueden estar ausentes, pero deben suplirse con otras. Por ejemplo, cabe que una persona no tenga linaje, o riquezas, pero que haya prestado excelentes servicios al rey, o a su señor natural: éste puede, con su reconocimiento, suplir tales carencias, dándose entonces la nobleza por voluntad del rey, o bien del señor. Sin embargo, nada puede suplir la carencia de virtud, o las malas costumbres, o la falta de destreza en el manejo de las armas: alguien en esta situación no es verdaderamente noble, y será un mal caballero, o más bien, no será un caballero, sino la deshonra de la caballería.

Pero volvamos a Llull, quien comienza a caracterizar el oficio del caballero. Dice que competencia suya es mantener la fe católica y combatir contra los infieles [recordemos que la caballería, en su etapa organizada, estuvo inicialmente ligada a las Cruzadas]; defender y ayudar al señor de quien es vasallo; apoyar a la justicia; participar en los torneos y en partidas de caza para mantenerse entrenado adecuadamente; defender la tierra y, si es dominio suyo, gobernarla con sabiduría. También debe ejercitarse en la virtud, y específicamente en las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y en las cardinales (justicia, prudencia, fortaleza y templanza), sin que deban faltar la sabiduría, la lealtad, la verdad, la humildad y añade la cortesía, la largueza, la magnanimidad, que dicen referencia a la condición de nobleza y señorío del caballero. Enumera Llull los vicios que deben evitarse, que son los pecados capitales: gula, lujuria, avaricia, acidia, soberbia, envidia, ira. No olvida Llull la obligación que el caballero tiene para con las viudas, los huérfanos y los desvalidos, y asimismo para con campesinos, artesanos y todo aquél que trabaja para el

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sustento y conservación de la vida, y el orden del mundo. A todos ellos debe mandar y proteger, porque corresponde a su superior nobleza y oficio: “conviene que el caballero sea amante del bien común, pues para la común utilidad de las gentes fue establecida la Caballería”. ¿Y qué nos dice la biografía de Guillermo el Mariscal (1145-1219) sobre este tema?. Ante todo digamos que fue compuesta por encargo del hijo mayor del Mariscal, para perpetuar la memoria y la fama del difunto a la vez que mostrarlo como un modelo de caballero por sus virtudes, sus hazañas y el honor y la gloria recibidos durante su larga vida. Esta presentación nos trae el recuerdo de los héroes homéricos, y en más de una oportunidad surgirán similitudes entre la concepción del caballero del siglo XII, y los protagonistas de la Ilíada y la Odisea. Guillermo el Mariscal sirvió a los monarcas ingleses Enrique II (y a su hijo Enrique, que no llegó a ser rey), Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra, fue regente del hijo de este último, Enrique III, durante su minoría de edad, y participó en batallas ocasionadas por la permanente hostilidad con Francia y sus soberanos, Luis II y Felipe Augusto. Hacia sus treinta años lo encontramos en la corte de Enrique II pero lejos de la casa real, acompañando y rigiendo a la vez –como su maestro que era– al joven heredero del trono y recientemente armado caballero (precisamente por Guillermo), Enrique. En este punto del relato, y aludiendo a las obligaciones que planteaba la ética caballeresca tanto al Mariscal cuanto a quienes lo acompañaban, aparecen la fidelidad, la valentía y la largueza, virtudes que nos ayudan a componer el retrato de un caballero.

La fidelidad: significa, por una parte, cumplir la palabra empeñada y, por otra, no traicionar la fe jurada. Esta palabra y esta fe no se dan sólo en el plano de las relaciones particulares, sino y fundamentalmente en el plano de las relaciones que constituyen la dinámica y la fisonomía propia de la sociedad feudal, o sea, en las relaciones de vasallaje, de parentesco y de amistad. Ha de guardarse lealtad para con todos, pero en caso de intereses que entran en colisión, hay un código que establece un orden que debe ser respetado. La valentía: el arrojo y la intrepidez imponen la lucha cuerpo a cuerpo (¿cómo no recordar aquí otra vez a los héroes de la antigua Grecia?), con el sólo auxilio de la destreza en el manejo del caballo, la protección de la armadura y la proximidad de los compañeros de armas. No es admisible la emboscada, y tampoco la lucha con los villanos, que deshonra al caballero. La liberalidad: el caballero no guarda dinero o recompensas para sí; todo lo reparte, en aras de la amistad, la celebración, el auxilio a los familiares o el apoyo a la Iglesia.

Estas tres virtudes caballerescas se ponían en juego en ocasión de los torneos, enfrenta-mientos armados de carácter casi deportivo, en los que participaban grandes contingentes de caballeros (en algún caso se contaron tres mil), contemplados y animados por las damas, pero sabiendo también que de su desempeño en los mismos dependía su futuro: su renombre y fama, y la contratación por parte de tales o cuales señores, con el consiguiente arreglo económico. La Iglesia prohibía estos encuentros que mutilaban y muchas veces costaban la vida a quienes participaban de ellos, pero al parecer no podía impedirlos. Por otra parte, en estos torneos no estaban en juego solamente el honor del caballero, su fama, y su lucimiento ante las damas; también había una cuestión económica de por medio, ya que los caballeros noveles veían allí su oportunidad de hacer algo de dinero con las presas arrebatadas: caballos, arneses, armas, y el rescate de los caballeros rendidos ante su destreza... o su buena suerte. Y así, al caer la noche o bien al finalizar el torneo, los jóvenes se reunían a hacer cuentas, informarse sobre el estado de los heridos de su grupo y escuchar a los mayores, los señores, que narraban su participación en el enfrentamiento: “después de haber rivalizado en valentía, rivalizaban en cortesía y sabiduría a fuerza de palabras, en interminables discursos, durante toda la noche. Se comentaba el combate. Se intentaba, yuxtaponiendo las relaciones parciales, reconstruir completamente el desarrollo de la acción, distribuir equitativamente los premios y las menciones” . No de otra manera habían procedido los héroes griegos, según leemos en la Ilíada. También allí los enfrentamientos eran personales, por el honor y la gloria, por la fama que inmortalizaría al vencedor; también luego de la batalla había un reparto del botín a modo de premio; y también, junto a la valentía, tenían lugar de privilegio la cortesía en las palabras y la sabiduría en las decisiones, que reconocían y

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honraban a los mejores de entre los caballeros. El feudalismo en Grecia y en el Medioevo: dos épocas bien distantes, pero no tan dispares. Y al igual que en Grecia los rapsodas, en la Europa medieval los trovadores eran los encargados de narrar y de proclamar en cortes y castillos las hazañas de los caballeros, cumplimentándose así ese indispensable requisito que debía acompañarlas: la fama. Pero también, a través de estos relatos, se daba cumplimiento al valor ejemplar y normativo de la figura del caballero, de tanta importancia para la educación de los futuros caballeros. 2. LA EDUCACIÓN CABALLERESCA Ser un buen caballero requiere una formación adecuada, y Llull dice que no basta para ello la enseñanza que un padre pueda dar a su hijo, sino que sería necesaria la presencia de libros con la ciencia de la caballería, para que los hijos de los caballeros primero conocieran esta ciencia, para luego hacer su aprendizaje práctico como escuderos de otros caballeros, hasta que llegase el tiempo de su elevación. Esto nos pone ante un hecho que guarda correspondencia con otras realidades de la época. En efecto, dondequiera que se da un aprendizaje, se dan gradaciones en el mismo, y esto sucede en el ámbito de la educación para el trabajo (aprendiz-oficial-maestro), en la educación universitaria (alumno-bachiller-maestro) y también en la educación caballeresca, donde hablaremos del paje, del escudero y, finalmente, del caballero.

Paje es el niño, desde los ocho años aproximadamente hasta los catorce o quince, que vive en la corte, con los señores y las damas, y aprende y se forma. En efecto, en su convivencia principalmente al servicio de las damas, aprende religión juntamente con ellas, y también poesía y música; aprende modales y las reglas de cortesía; danza e instrumentos musicales (laúd); en los banquetes sirve a los caballeros y escucha con atención a los trovadores que cantan las hazañas de los ausentes, y al oírlas su alma va impregnándose de las virtudes y de los valores de sus héroes, a la par que se enciende su deseo de emularlos. En los torneos a los que asiste aprende a distinguir los emblemas que singularizan a cada caballero, y a interpretarlos, pues hablan de su linaje, de las virtudes que les son propias, y de alguna empresa que le dio gloria y fama (éste es el contenido de la ciencia llamada heráldica). A veces atiende los caballos, otras veces se le permite tocar las armas, y así va familiarizándose con el mundo de la caballería, a la que se aproximará en la etapa siguiente de su educación, cuando pase a ser escudero. Escudero es el joven que acompaña al caballero y lo atiende: cuida su caballo, sus armas, tiene a su cargo techo, comida, vestimenta. Es mensajero y guardián, pero además, cada día aprende un poco más del oficio del caballero: el manejo de las armas, el montar, las virtudes, el conocimiento de los hombres y de sus caracteres, el trato con las damas. Se entrena físicamente, participa en competencias deportivas que forman su cuerpo y su espíritu, y que estimulan su deseo de ganar y el sentimiento del honor que ello supone. Aprende de lealtades, de señoríos, de leyes... y también de traiciones y de toda la miseria humana. No participa en leales combates entre caballeros, pero puede defender a su amo de una felonía, o bien de un ataque de la gente del pueblo, y en tales peleas hacer gala de valor, de prudencia, de destreza en el uso de las armas, y de nobleza. Todo ello lo acercará a la ansiada meta de la caballería cuando, teniendo la edad adecuada, hubiere pasado el examen pertinente, en el que deberá responder de su amor y temor de Dios, de la nobleza de su corazón y de sus virtudes, de su linaje noble, de su vida y costumbres pasadas y presentes [para asegurarse de que no ha cometido actos que impliquen una deshonra para la Caballería], de los motivos por los cuales quiere ser armado caballero. Deberá también dar fe de que posee los medios necesarios para mantener caballo, armas y forma de vida apropiados.

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LA EDUCACIÓN PARA EL TRABAJO (S. XII-XIII)

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Hasta fines del siglo XI y bajo el régimen feudal, cada dominio se bastaba a sí mismo y no compraba ni vendía casi nada afuera; el trabajo realizado por campesinos y siervos estaba reducido a lo estrictamente indispensable: el cultivo del campo, la cría de los animales, las artesanías necesarias para la vida cotidiana en la guerra y en la paz... Pero cuando cesó el peligro de las invasiones de los bárbaros, cuando la acción bélica se trasladó al Oriente con motivo de las Cruzadas, cuando comenzaron a florecer los centros de estudios, las escuelas catedralicias -cuyos maestros y estudiantes viajaban de una escuela a otra, recorriendo las principales ciudades de una Europa que comenzaba a urbanizarse-, cuando comenzaron a llegar las novedades de Oriente (cultura, costumbres, productos), caravanas de mercaderes aparecieron por mar, tierra y ríos vendiendo nuevos y viejos, pero siempre numerosos productos, y produjeron con ello una gran transformación en la sociedad. En efecto, de ahí en más cada una de aquellas comunidades trabajó no sólo para satisfacer sus necesidades sino también para vender lo que le sobraba, y aún para producirlo ex professo. Las actividades se dividieron especializándose: cada persona pudo practicar exclusivamente el oficio que escogiera, con el único requisito de las aptitudes naturales y la idoneidad. Incluso diversas zonas geográficas resultaron conocidas por su excelencia en tal o cual artesanía, y así se impusieron en el ámbito de la cultura, o en lo que podemos llamar el mercado. Este cambio permitió al artesano vivir exclusivamente de su trabajo, que se convirtió así en una actividad independiente.

Por otra parte, el mantenimiento de la prosperidad de Europa así como el auge de la construcción -castillos y catedrales particularmente- demandaba conocimientos y habilidades técnicas y artísticas, que comenzaron a ser monopolizados por sociedades denominadas genéricamente con el término universitas, traducido como gremio, corporación o cofradía. Los gremios ya existían en el antiguo Egipto, configurando verdaderas castas. Subsistieron como un tipo especial de sociedades en la civilización greco-romana, como los collegia de los antiguos romanos, que habían sobrevivido principalmente como cofradías, o sea como organizaciones religiosas y fraternales. Y volvemos a encontrarlos en el siglo XII con una finalidad específica -la defensa de sus intereses- y un carácter religioso. 1. LOS GREMIOS Para mejor entendimiento, ilustraremos lo dicho con el gremio de los constructores. Hasta el siglo XI fueron raras las grandes construcciones occidentales, pero en el siglo XII se advierte un verdadero renacimiento con la aparición de las catedrales y las iglesias, y hasta finales del siglo XIII el poder eclesiástico, la autoridad real y los gremios actuarán de manera conjunta para llevar a cabo una de las empresas arquitectónicas más ambiciosas de todos los tiempos, en la cual el espíritu y la mano "funcionaron" juntos. En ese entonces, los obreros de la construcción, los albañiles y los canteros utilizaban sus talleres, en su mayoría ubicados junto a las catedrales, como locales de reunión donde celebraban los ritos religiosos y fraternales de su corporación. Con el tiempo las técnicas del oficio, celosamente guardadas, formaron parte de esos ritos, y el ingreso al gremio se hizo más difícil, con el fin de preservar los conocimientos de los respectivos oficios. Por otra parte, fuera del gremio no había posibilidades de ejercer el oficio. Cada cofradía tenía su Santo Patrono, a quien encomendaba la protección de sus trabajos y en cuyo honor celebraba procesiones y fiestas religiosas, muy especiales en su día. Era costumbre que se identificaran por un estandarte con detalles alusivos al oficio y ricamente adornado, que precedía a la corporación en los actos religiosos y públicos. La participación en esas ceremonias estaba comprendida entre las obligaciones de los miembros de la hermandad. Además, cada cofradía usaba ropas que individualizaban a sus miembros, en especial sombreros, colgantes, y otros distintivos. Responsable de todas las tareas ceremoniales, de control, de culto, de juicio, etc. era el gran maestre, autoridad suprema de la cofradía o gremio, elegido por los cofrades. Cuando el rey Luis IX de Francia ordenó la compilación de un libro de costumbres de los diferentes gremios, la indagación reveló que la normativa efectiva había dependido hasta entonces de la tradición oral a través de los artesanos de prestigio. Las disposiciones para la vida de los gremios, redactadas en las ciudades en el siglo XIII, concedieron gran importancia a los deberes

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religiosos de sus miembros -reglamentando la asistencia a las devociones colectivas y el compromiso moral con los familiares de los miembros difuntos- y también, de manera más directa, a las cuestiones profesionales a fin de que, en consonancia con las costumbres e ideas de la época, la producción fuera más provechosa y ordenada. El artesano debía sujetarse a los estatutos del gremio, que prescribían por adelantado las condiciones de trabajo y hasta los procedimientos de fabricación. Así, por ejemplo, nadie podía abrir la tienda en domingo o en días de fiesta; los hornos de pan debían cerrarse el sábado por la noche a la hora de encender la luz. Generalmente se prohibía trabajar de noche, por lo menos en todas las profesiones que necesitaban atención y cierta delicadeza de manos, "porque la obra hecha de noche -decía un reglamento de Amiens- no es buena ni leal". Sólo estaban exceptuados de esta ley ciertos oficios fáciles o ciertas operaciones que duraban más de veinticuatro horas consecutivas, como la fundición. Hasta la técnica estaba reglamentada y sometida a una inspección permanente: el artesano debía vigilar a todas las horas el trabajo de sus obreros; todos trabajaban a la luz del día y a la vista del público; el orífice (artífice que trabajaba el oro) y el cerrajero, por ejemplo, habían de tener la fragua en la tienda; el sastre no podía coser más que en el banco colocado junto a la ventana. Esto era así porque los gremios se preocupaban no sólo por mantener en niveles de excelen-cia su arte -para lo cual imponían severas exigencias a sus miembros en el aprendizaje y la fabricación- sino también su reputación. La corporación desconfiaba del artífice, de las tentaciones que pudieran sobrevenirle, del fraude, del deseo de un lucro fácil y también de su pereza; temía que engañara al comprador inexperto y por eso multiplicaba las precauciones. Se trataba, sobre todo, de evitar fraudes de toda naturaleza en la cantidad y la calidad, por eso toda mercadería debía, antes de ser presentada a la venta, ser examinada por delegados del gremio, y si la daban por buena y leal se le ponía la marca del gremio; por el contrario, si se encontraba que era mala, se confiscaba y quemaba, y el culpable debía pagar una fuerte multa, y hasta se le podía cerrar la tienda por un tiempo determinado. Aunque no era el interés por el gremio y por su prestigio lo único que justificaba esas prescripciones, lo cierto es que el monopolio ejercido por la corporación le obligaba a vigilar el trabajo de los artesanos, y su severa reglamentación estaba al servicio de tal privilegio. 2. LA EDUCACIÓN PARA EL TRABAJO El ingreso a un gremio de maestros, ajustado a un sistema de calificaciones, exigía una probada competencia, por lo cual el pretendiente debía realizar previamente un duro y prolongado período de aprendizaje, conducido por un maestro del oficio reconocido por el gremio y miembro activo de la cofradía. Alrededor de los trece años, el muchacho era admitido como aprendiz en el taller del maestro, donde comenzaba a hacer las tareas más bajas, como limpiar, acarrear agua o materiales, etc., sometido a una rigurosa disciplina. La obediencia, la atención y la observación (pues en el contacto con los materiales aprendía a conocerlos y a familiarizarse con sus características), así como la habilidad manual para el oficio, eran las condiciones de un buen aprendiz. Éste permanecía en el taller durante las horas de trabajo, pudiendo regresar a su casa por la noche, aunque eran numerosos los casos de aprendices que se alojaban en la casa del maestro quien, a cambio del alojamiento, la comida y la enseñanza que les daba, se veía recompensado por el aporte del trabajo de sus pupilos. Así pues el maestro, al mismo tiempo que revelaba progresivamente los secretos del oficio, pasaba a ser también, especialmente en estos últimos casos, un maestro de vida, un formador de la persona. Esta primera etapa del aprendizaje duraba aproximadamente siete años, luego de los cuales, y alcanzada la destreza estimada por el maestro, el joven era elevado al rango de oficial. En esta nueva etapa debía, por una parte, guiar a los aprendices y, por otra, participar junto al maestro en la producción de nuevas obras, colaborando con él; en ocasiones, el oficial hacía sus propias obras, bajo la supervisión del maestro. Para ser admitido al rango de maestro, el oficial debía realizar una obra o tarea específica que cumpliera con todos los requisitos y características de la perfección del oficio. Era la llamada "obra maestra", demostración máxima de la competencia y excelencia del postulante, que equivalía, en caso de ser aceptada, a un examen final. Esta obra era presentada ante un jurado de

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maestros, a quienes correspondía examinarla, escuchar de labios del maestro el informe de la trayectoria del aspirante, y producir un dictamen que debía culminar en la recepción del nuevo maestro en el seno de la corporación. Pero la mayoría permanecía toda su vida en el grado de oficiales. Con el andar del tiempo los gremios fueron creando una literatura propia, generalmente en lengua vernácula, que en muchos aspectos resucitaba la antigua tradición de los manuales griegos y romanos. No obstante, los estudios gremiales siguieron formando parte de sistemas cerrados, para preservar los cuales llegaron a fundar sus propias escuelas elementales, destinadas específicamente a los hijos de sus miembros. Así, dos tradiciones marchaban paralelas: una técnica y práctica seguida por los artesanos, y otra verbal y teórica fomentada en las escuelas catedralicias y que eclipsó a la anterior. 3. LOS APORTES Los gremios fueron el instrumento por el cual la Europa medieval conservó sus conocimien-tos técnicos, asimiló nuevas ideas -como las innovaciones en los procedimientos introducidas por los musulmanes y mongoles-, y generó nuevas experiencias. Tal sucedió con la pólvora, el papel y la escritura en letras de molde. Muchas prácticas de la Antigüedad que parecían haberse perdido fueron renovadas y desarrolladas mediante un diligente estudio, convirtiéndose en la base que hizo posible el posterior desarrollo científico. La especialización del trabajo a través de los oficios produjo una nueva movilización social que llevó a una transformación mental y espiritual. Cada hombre comenzó a adquirir conciencia de sí mismo a través del grupo profesional del que era parte, o del oficio que desempeñaba, y a su vez este oficio, que se daba con fuertes connotaciones religiosas, se le apareció bajo la forma de una vocación. Hubo un cambio de actitud respecto del trabajo, que fue revalorizado. Por otra parte, el trabajo corporativo demostró ser un medio educativo muy eficaz, capaz de perfeccionar al hombre técnica y prácticamente y también como persona, al desarrollar sus habilidades y su capacidad creativa así como su responsabilidad social y profesional, tan ligadas a la dignidad de la persona.

3

LAS UNIVERSIDADES

1. LOS ORÍGENES DE LAS UNIVERSIDADES Desde el siglo IX, y en continuidad con la preocupación manifestada por Carlomagno al respec­to, la Iglesia insistió en el deber que tenían sus obispos de proveer maestros para la enseñanza de la gramática y de las artes liberales, y ello, si bien regía para las escuelas parroquiales, era mucho más importante en cuanto a las escuelas catedralicias (dependientes de la iglesia episcopal o catedral: cathedra= silla o sede del obispo). Así, a fines del siglo X, existían y eran muy conocidas las escuelas catedralicias de Lieja, Reims, Laon, Paris, Orleans, Chartres. En estas escuelas, los estu­diantes y los maestros eran clérigos, o aspirantes a tales. En ellas se estudiaba fundamentalmente la gramática: Ars Minor (Donato, s. IV); Tratado de Gramática (Prisciano, s. VI). Más adelante se introdujeron los estudios enciclopédicos basados en las siete artes liberales: Las bodas de Filología y Mercurio (Marciano Capella); La consolación natural o de la Filosofía y diversos Comentarios a la obra aristotélica (Boecio); Chronica o Historia Universal e Introducción a las lecturas divinas y humanas (Casiodoro); La educación del clero (Rabano Mauro). Con la recuperación de la obra aristotélica traducida en las escuelas de traductores de España (la de Toledo fue la más famosa), desde el árabe y el griego al latín, se intensifica el estudio y el uso de la dialéctica, y la confianza de los estudiosos en el poder de la razón, con la consiguiente sospecha por

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parte de los teólogos, en nombre de la fe. Las dos actitudes, en su versión extrema, están ejemplificadas por:

SAN ANSELMO (s. XI): creo para entender: la fe en busca de la inteli­gencia. ABELARDO (s. XI-XII): entiendo para creer: la inteligencia en busca de la fe.

Abelardo (1079-1142) era maestro en la naciente escuela catedralicia de Notre-Dame. Tuvo amores con una joven sobrina de un maestro, episodio que le trajo muchas dificultades. También polemizó con San Bernardo, y fue sancionado por el Papado. Entre sus aportes de pensamiento y método, cabe mencionar el ya viejo ejercicio entre los griegos, de reunir las opiniones en pro y en contra con respecto a un mismo tema (pero Abelardo tomaba como tema cuestiones de fe y de moral, lo que produjo las reacciones más violentas); también mencionamos la distinción que establecía entre experiencia y lenguaje, y entre discurso lógico y discurso metafísico, asunto en el que confundió los límites, hasta hacer del concepto un mero ente de razón, sin conexión con la realidad, o al menos con prescindencia de ella. Hugo de San Víctor (1096-1141), maestro en la esuela monástica de San Víctor (una de las más importantes en París, junto con Notre-Dame y Sta. Genoveva), escribió, entre otros tratados, Didas­kalikon o El estudio de la enseñanza. Allí pone la investigación filosófica (búsqueda de la sabiduría) como el medio (por la contemplación de la verdad y por la práctica de la virtud) para acceder a la Sabiduría, que es la contemplación del orden divino. Como el conocimiento se adquiere leyendo, intentará aconsejar al estudiante: qué debe leer, en qué orden ha de leer, y cómo debe leer. Su propuesta es un conocimiento enciclopédico muy vasto, contemplando lo teorético (la ejercitación de las facultades, y los contenidos) y lo práctico (el hacer, y el obrar: individual, privado y público). Hay en su pensamiento una fuerte influencia de Aristóteles. En cuanto al conocimiento religioso, propone el estudio de las Sagradas Escrituras con explicaciones etimológicas, análisis exhaustivo del contenido y la forma, y consideraciones sobre la canonicidad de los libros. En la consideración del alumno, destaca la importancia de: las dotes naturales (la aptitud para acumular sabiduría, y la memoria para almacenarla); la práctica; la disciplina (el esfuerzo para la continuidad de la práctica). Da un gran valor a la memoria y propone métodos mnemotécnicos (recordar la estructura de las páginas, la disposición de los títulos, los diversos colores y la ornamentación, la disposición del texto). También da un orden para la progresión del conocimiento: 1) la investigación; 2) la medita­ción; 3) la contemplación. Estos y otros muchos maestros y sus obras mueven el ambiente intelectual y llevan, finalmente, al surgimiento de las universidades. 2. LAS PRIMERAS UNIVERSIDADES. ORGANIZACIÓN Y CONTENIDOS La Universidad de París surge como una corporación de maestros y escolares, con personalidad jurídica, reconocida como tal por el Papa Inocencio III (1208). Algunas universidades surgirán a partir de escuelas catedralicias, o de las abaciales; la Universidad de París surge a partir de la escuela catedralicia de Notre-Dame; otras surgen como creación de reyes, papas y grandes señores; la Universidad de Salamanca surge por la labor de Alfonso IX. La similitud de estudios da origen a las Facultades de Artes, de Medicina, de Derecho (canónico y romano) y de Teología. La Universidad de París sobresaldrá en las Facultades de Teología y de Artes

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(el trivium), la de Oxford lo hará en la Facultad de Artes (el cuadrivium), la de Bolonia en Derecho y la de Salerno en Medicina. Los estudiantes: desde su inscripción y aceptación, son considerados con los derechos y privile­gios de los clérigos, y con los deberes pertinentes, y no pueden ser juzgados por la justicia civil, sino por la eclesiástica. Los estudiantes vienen de distintos lugares; los de la Facultad de Artes se agrupa­ron en diferentes barrios según sus nacionalidades (anglo-alemanes, picardos, normandos y france­ses), los de Teología se hospedaron en las casas de sus órdenes religiosas, o en el Colegio de la Sorbona, fundado por el canónigo Roberto de Sorbon -consejero del rey San Luis de Francia- para alojar a estudiantes necesitados. Cada estudiante elige su maestro, quien debe hacerse responsable de él. Todo estudiante debe aprobar la Facultad de Artes que, además de otorgar títulos válidos en sí (bachiller -después de cuatro años de estudio-, y luego maestro en Artes, después de dos años de lectura y práctica junto al maestro, recibiendo entonces la licentia docendi o licencia para enseñar), es propedéutica en cuanto a las restantes Facultades. Facultad de Teología. Para ser admitido, el estudiante tiene que tener al menos diecisiete años, ser hijo legítimo, haber obtenido el título de maestro en Artes y haber sido aceptado por un maestro que lo toma bajo su responsabilidad. I. PRIMER PERÍODO: entre cinco y siete años de audición (alumno oyente). El alumno es más bien

pasivo en las clases, si bien es activo en la discusión y en el ejercicio de la predica­ción. Debía asistir a las lecciones, y también a todos los actos de la Facultad y de la Universi­dad: disputas ordinarias o extraordinarias, sesiones inaugurales de bachilleres o de maestros, misas, predicaciones, procesiones. Cuando el maestro se lo indicara, debía tomar parte activa en las disputas, actuando como oponente. Ante el auditorio universitario, debía pronunciar dos sermones vespertinos, dos colaciones o bien un sermón y una colación. Siempre debía llevar a clase los textos de la Biblia y de las Sentencias de Pedro Lombardo, para referencias, controles y notas.

II. SEGUNDO PERÍODO: el alumno, de oyente, deviene lector (lee, da clases), una vez que su solicitud

y sus títulos han sido examinados en el Consejo de la Facultad y aprobados, y luego de haber prestado juramento de fidelidad a los estatutos, de respeto a los maestros, y de lealtad a todos. En este período da dos cursos de Sagrada Escritura (un libro por año, a su elección, y no más de un capítulo por lección; los biblistas que pertenecían a órdenes religiosas tenían que leer todos los libros), y en el transcurso de los dos años debe sostener al menos tres disputas y un sermón por año, y tomar parte en todos los actos de la Facultad y de la Universidad. Al cabo de este tiempo, y cumplidos todos los requisitos, a sus veinticinco años (como mínimo) recibe el título de bachiller bíblico, y comienza los dos cursos sobre el Libro de las Sentencias (más tarde, un solo curso), debiendo leer los cuatro libros sin apelar a notas o comentarios de otros. Durante ese tiempo está exento de celebrar disputas o sermones, y finalmente se consagra como bachiller sentenciario.

III. TERCER PERÍODO: como bachiller formado, pasa tres o cuatro años junto al maestro, en la

cátedra, perfeccionándose. Debe tomar parte en todos los ejercicios; debe celebrar cuatro disputas como mínimo, y no más de dos por año, y un sermón y una colación una vez por año; no puede ausentarse de la Universidad por más de dos meses (si lo hace, se le retrasa la promo­ción hasta por dos años). Finalizado este tiempo (el candidato tiene no menos de treinta y cinco años), el primer día laborable después de la Fiesta de todos los Santos, el canciller convoca a todos los maestros de la Facultad -regentes o no- presentes en París; se examina la historia completa del período escolar del candidato, se emiten opiniones, se vota (para la aprobación se requieren los dos tercios de los votos) y el canciller convoca entonces al candidato, quien ante todos los maestros,

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bachilleres y estudiantes, presta los juramentos de práctica y recibe de manos del canciller la licencia para enseñar: es maestro.

3. LA TÉCNICA DE LA ENSEÑANZA MEDIEVAL 3.1 La lectio (la clase) Enseñar en una escuela es leer, comentar un libro determinado. No se trata de una explicación personal de la materia, sino de la explicación de textos particularmente autorizados[4]. Se trata de enseñar la verdad, según el modo y con los medios convenientes, buscando la comprensión, profundización y asimilación.

3.1.1 La lectio en el trivium Paso 1

Se elige un libro de texto que suministre los conocimientos sobre determinada materia; Paso 2

a. Se dan noticias sobre el autor; las circunstancias en que la obra fue escrita; la intención con que fue escrita; sus valores literarios; sus enseñanzas, etc.

b. Se divide el texto en partes grandes, luego más pequeñas, hasta en frases y en miembros de las frases.

c. Se procede al análisis propiamente gramatical; a su fundamentación lógica; a su ornato y expresión retórica.

Paso 3: la expositio o exposición: a. Considera la littera (letra), esto es, el comentario gramatical y sintáctico de la lectura; b. El sensus (sentido literal), o la interpretación que se desprende de una simple y

primera consideración de la lectura; c. La sententia (sentencia o sentido profundo) o interpretación más profunda del

pensamiento del autor y del contenido doctrinal del texto.

3.1.2 La lectio en la Facultad de Teología

1) El libro por excelencia es la Sagrada Escritura, esclarecida por los comentarios de los Padres de la Iglesia, en quienes se expresa la tradición. 2) Los textos favoritos del Antiguo Testamento eran: el Génesis, los libros proféticos, los Salmos, el Cantar de los Cantares y el libro de Job. En cuanto al Nuevo Testamento, los evangelios de Mateo y de Juan, las Epístolas y el Apocalipsis. 3) Se confrontan los problemas o cuestiones que surgen del texto con el conjunto de la enseñanza de la Iglesia y el trabajo de los teólogos, buscando una síntesis sabia en lo especulativo, y en lo práctico moral. 4) También la lectura del Libro de las Sentencias, de Pedro Lombardo, era obligatoria -según hemos visto- en la Facultad de Teología. El estudiante estaba familiarizado con el texto desde sus mismos comienzos (la asistencia a las lecciones, la obligatoriedad de asistir con el texto, las notas marginales que tomaba, los apuntes o reportaciones y, más adelante, las redacciones parciales que anticipaban su propio comentario), y debía hacerlo progresar con su elaboración personal del mismo. En esta tarea con el Libro de las Sentencias, el bachiller encargado de su comentario lleva a cabo:

a. La divisio textus (división del texto): es el análisis lógico del plan seguido por el autor, de las divisiones y subdivisiones adoptadas, y de las relaciones establecidas o a establecer con un contexto ya sea inmediato, ya sea más alejado.

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b. La expositio (exposición): según los ya vistos análisis gramaticales, de sentido literal y de sentencia o sentido profundo, y con un estudio muy serio, tomas de posición, cuestionamien­tos y soluciones.

c. La explicatio textus (explicación del texto): la explicación de las dificultades que se plantean, en cualquiera de los análisis en los que se ha realizado la exposición.

d. La elección de las cuestiones en las que ha de intervenir, ya sea como parte de la lectio o como disputatio, provienen de un interés objetivo que surge del tema mismo, o de un interés subjetivo, o de las discusiones en boga por diversos motivos, o bien introducen una problemá­tica nueva.

5) En la Facultad de Teología, el bachiller bíblico debe dar lecciones sobre un libro del Antiguo Testamento durante un curso, y uno del Nuevo Testamento al año siguiente, sin interrupción excesiva para no distraer la continuidad de la lectura. Los bachilleres de las Órdenes Mendicantes debían hacer la lectura de Antiguo y Nuevo Testamento completos, multiplicando así sus cursos.

a. No debían abordar más de un capítulo por clase, aunque podían dedicar varias clases a un capítulo.

b. No debían tocar problemas doctrinales, ni dar el detalle de las varias interpretaciones posi­bles.

c. Se trataba de hacer comprender el texto y su sentido literal (mediante el trabajo de las divisio­nes, subdivisiones, construcciones y encadenamientos de textos); precisar el sentido de las fórmulas o de los términos ambiguos, insólitos o difíciles; en todo ello, valerse de la Glosa y de los comentadores autorizados.

3.2 La collatio (colación) Es un procedimiento coloquial para aclarar los interrogantes y dilucidar la verdad de las objecio­nes surgidas durante el comentario. En el siglo XII las colaciones entre algunos maestros como Bernardo de Chartres y sus discípulos eran para la edificación interior: que las clases vespertinas no terminasen sin fruto. Constituyen, de alguna manera, una anticipación de las predicaciones universitarias. En efecto, los estudiantes medievales eran clérigos o futuros clérigos, y nada más natural, entonces, que la inclusión de este ejercicio religioso en los procedimientos de aprendizaje. Las colaciones eran útiles para la elocuencia, para adquirir sabiduría, y para la vida, en tanto debían estar presididas por la caridad, y un espíritu de humilde aprovechamiento. En la Facultad de Teología, colación podía ser:

a. El sermón de la tarde: predicación. b. Una conferencia espiritual o teológica: lección. c. Una discusión: disputa o repetición (podía ser semanal o quincenal, y el maestro designa­ba a

los interlocutores).

3.3 La glossa (glosa) Es el comentario escrito de la lectio. Había: a.- la glosa interlineal, referida a la letra y al sentido de la exposición; b.- la glosa marginal, referida a la sentencia. 3.4 La quaestio (cuestión) Generalmente surgía a lo largo de una clase o lectio, tratándose de un tema -enunciado en una proposición- que ofrecía dificultades, o dudas. A lo largo de los siglos XII y XIII, la lectio, con sus glosas, va suscitando y resolviendo cuestiones (quaestiones) y disputas académicas (disputationes, o quaestiones disputatae). 3.5 Los ejercicios de composición Se daban en prosa y en verso, sobre temas de la mitología antigua, los históricos, la historia sagrada y la liturgia. Podía distinguirse entre:

- exercitium scribendi o composición libre sobre temas diversos, y

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- exercitium dictandi, perteneciente al género epistolar (el arte de escribir cartas). 3.6. La discusión dialéctica Se trata de la búsqueda de la verdad, del conocimiento a través del estudio, la comparación y la discusión de las opiniones. Esto suponía la madura ponderación de los pro y los contra de las tesis presentadas y defendidas. Aprender a discutir era la manera correcta de aprender a pensar y a expresar con precisión el pensamiento: la dialéctica y la retórica antiguas nuevamente vigentes, al servicio del conocimiento de la verdad, y su manifestación. 3.7 Evolución De Las Técnicas De la lectio surgirán:

3.7.1 La exposición (expositio), que es la explicación de un texto con un amplio análisis dialéctico del mismo (es una dialéctica tranquila, no una disputa). Implica la división de la obra comentada en partes, y la prueba -mediante argumentos rigurosos- de las afirmaciones sustentadas a lo largo del análisis dialéctico. 3.7.2 La cuestión (quaestio), que consistía en extraer del libro comentado las proposiciones más problemáticas para tratarlas separadamente, mediante opiniones contrapuestas, en una controversia metódica.

El método procedía de la siguiente manera: - utrum (si): propone la tesis a discutir. - videtur quod (parece que): da las razones a favor. - sed contra (pero contra esto): da las razones en contra. - corpus articuli (el cuerpo del artículo): es la respuesta del autor. - respondeo dicendum, ad primum (respondo diciendo, en cuanto a lo primero...): es la

respuesta a las objeciones, o razones en contra. 3.7.3 La cuestión disputada (quaestio disputata), que era una disputa sostenida entre varios -en tanto la simple cuestión podía ser un ejercicio académico llevado a cabo por uno solo, como en diálogo consigo mismo.

4. LOS INSTRUMENTOS DE TRABAJO 4.1. Las reportaciones Son apuntes de lo enseñado por el maestro o por el bachiller, en el transcurso de un acto escolar, o de un curso. Pueden ser el trabajo del secretario de un maestro (formando parte de su trabajo), o de un estudiante (quien ha tomado el apunte para sí mismo). Su valor depende del valor de quien ha elaborado el apunte, ya que no se trata de un copista o amanuense, ni de una labor hecha con tiempo y en quietud, sino al correr de la palabra, y en medio del bullicio. Entran en juego la destreza, la rapidez y la inteligencia de la persona, como también la fineza y la seguridad de su juicio. 4.2. Las redacciones Es el estado elaborado de un texto, cuya responsabilidad asume el autor, y que, si bien repro­duce lo presentado ante el auditorio escolar, lo hace con un orden más lógico y didáctico. Son menos vivas, menos espontáneas que la reportación, pero más auténticas en cuanto a la comunicación del pensamiento y la persona del autor. 4.3. Las bibliotecas Su estatuto está fijado por la Universidad, que controla también sus actividades. Incluyen entre su personal bibliotecarios, copistas, iluminadores, artesanos del pergamino, etc. Proveen a la Universidad del material necesario, según precios convenidos con la misma, y según una lista de obras proporcionada por las autoridades universitarias; precisamente, los copistas multiplican los

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ejemplares, siguiendo los modelos depositados a tal efecto (los textos deben ser autentificados por la Universidad, y reproducidos fielmente).

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BIBLIOGRAFÍA

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