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Libro de Oraciones al Dr. José Gregorio Hernández Crónicas del Tánatos la Revista Web de los Sucesos 1

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+ Entrevista al Dr. Hernández publicada en abril de 1909

© Derechos Reservados 2014 │Libro creado como homenaje al Dr. José Gregorio Hernández en los 150 años de

su natalicio, como obsequio a nuestros lectores. Visítanos en Crónicas del Tánatos

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¡Oh Dios! Que por tu infinita misericordia has concedido

a la joven República de Venezuela el honor insigne de

ser la patria del doctor José Gregorio Hernández

Cisneros, quien, desde niño, prevenido por tu gracia,

practicó las más altas virtudes, especialmente la Fe, la

Pureza y la Caridad fraterna, siendo esta última el

sendero por donde su alma iba a tu divino encuentro,

cuando su cuerpo fue empujado por un carro contra un

poste de hierro; concédenos que la aureola de los santos

adorne su frente para mayor gloria tuya y bien de las

almas, Te lo pedimos por los méritos de Cristo Nuestro

Señor. Amén.

(Pídase aquí la gracia que se desea obtener por medio

del Siervo de Dios.)

¡Virgen Inmaculada de las Mercedes! Ruega a tu divino

Hijo otorgue a la tierra venezolana, donde eres tan

amada, la exaltación a los Altares de aquel que te amó

inefablemente y amó la Santa Hostia hasta la completa

inmolación de todo su ser.

¡Glorioso San Francisco de Asís! Alcánzale al doctor

José Gregorio Hernández Cisneros, terciario de tu

Orden, que comparta contigo el honor supremo de los

Altares. Y tú, gran Santa española, ¡Santa Teresa de

Jesús! Comprendida y ensalzada por el doctor José

Gregorio Hernández Cisneros, intercede por su pronta

Beatificación. Amén.

Concedemos 200 días de Indulgencias a todos los que

rezaran estas oraciones.

L.S.

Lucas Guillermo Castillo

Arzobispo de Caracas

Tal como se publicó el 29 de junio de 1949 en el Diario La Religión

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Oh señor Dios mío que todo lo puedes y que habéis acogido en tu seno a vuestro amado siervo José Gregorio, que por

vuestra gran misericordia le diste el poder de curar enfermos en este mundo, dadle señor la gracia de curarme, como

médico espiritual, mi alma y mi cuerpo si ha de ser para tu gloria. Te pido esto señor Dios mío en nombre de tu amado

hijo quien enseñó a orar diciendo: Padre Nuestro...

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OH, Dios espíritu único sin principio ni fin, Dios del cielo creador del universo y de cuyo océano soy solo una

gota; tú que velas con incesante providencia por el bien de tus criaturas; tú, Divino Señor, que por medio de tu hijo,

enviado excelso, nos ha dicho que busquemos para encontrar y que llamemos para que se nos responda, invoco en tu

nombre al Doctor José Gregorio Hernández para sanar a esta tu criatura (se dice el nombre de la persona a

curar) en el nombre del padre + del hijo + y del espíritu santo + y que su fluido de bondad y deseo de ayuda al

necesitado penetre en esta tu criatura que desea ser sanada (nombre y apellido) infundiéndole con tu divino

poder, salud, vigor, vitalidad y deseo de recuperación, y en la mente de esta tu criatura (nombre y apellido)

fortaleza, ánimo y paz. Os suplicamos señor que derraméis sobre esta tu criatura (nombre y apellidos) y sobre

todos los que sufren, la gracia de vuestro amor y vuestra misericordia, dándonos fuerza para resistir el mal y vencerlo.

Gracias OH Dios te doy por tu bondad infinita, hágase tu voluntad, te lo pedimos de corazón, Amén.

Al terminar se reza: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Credo Gloriado

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OH, Dios, tú que velas con incesante providencia por el bien de tus criaturas; tú, divino Señor, que por medio de tu Hijo,

nos has dicho que busquemos para encontrar y que llamemos para que se nos responda, invoco en tu nombre al Dr.

José Gregorio Hernández para sanar a esta criatura, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y que su fluido

de bondad y deseo de ayuda al necesitado penetre en esta criatura que desea ser sanada, infundiéndole, con tu divino

poder, salud, vigor, vitalidad y deseo de recuperación, y asimismo infundiendo en su mente, fortaleza, ánimo y paz.

Os suplicamos señor, que le deis fuerza para resistir el mal y vencerlo. Gracias, OH Dios, te doy, por tu

bondad infinita. Hágase tu voluntad.

Te lo pedimos de corazón.

Amén.

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DÍA PRIMERO

¡OH Padre Eterno, Dios Todopoderoso! Te alabamos, te

bendecimos y te damos gracias por todas las cualidades

y virtudes que regalaste a tu Siervo José Gregorio,

especialmente por su inmenso amor hacia los débiles,

pobres y enfermos. Tú nos has dicho: “Quien ayuda al

pobre, ayuda a Dios, y Dios le recompensará”. Por eso

nos atrevemos a pedir por medio de tu amado Siervo el

favor que humildemente estamos recordándote en esta

novena.

Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro

Señor. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro y Ave María)

DÍA SEGUNDO

¡OH Hijo Amadísimo de Dios! Que te has hecho hombre

por amor nuestro y te has quedado en la Santa Hostia en

los altares para ser nuestro alimento.

Gracias te damos por el inmenso amor que concediste a

tu Siervo José Gregorio hacia la Eucaristía, la Comunión

y la Santa Misa. Haz que como él, también nosotros

recordemos siempre con gran fe tus promesas:

“YO SOY el Pan de Vida bajado del Cielo. Quien coma

de este Pan vivirá eternamente, no tendrá la muerte

eterna y Yo lo resucitaré en el último día”.

Por intercesión de tu Siervo te pedimos confiadamente la

gracia que tanto estamos necesitando.

Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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DÍA TERCERO

¡OH Espíritu Santo!, guía de las almas hacia la virtud y

la santidad. Nuestro Redentor nos dejó dicho:

“Cuando venga el Espíritu Santo, Él os lo enseñará todo

y os guiará hacia la verdad”.

Te pedimos con toda fe que seas cada día quien ilumine

nuestros pasos por el camino de la virtud, alejándonos

siempre del pecado y del vicio.

Y por intercesión de tu Siervo José Gregorio te

imploramos el favor que tanto estamos necesitando.

Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA CUARTO

¡OH Padre Celestial! Que has visitado y redimido a tu

pueblo suscitándonos un Salvador en la persona de tu

propio Hijo, según lo habías anunciado por los profetas, y

por medio de Él nos libras de los enemigos de nuestra

alma y realizas con nosotros la misericordia que tuviste

con nuestros antepasados, recordando tu Santa Alianza

y el juramento de ayuda que hiciste a nuestro Padre

Abraham.

Gracias te damos por el gran amor que tu Siervo José

Gregorio tuvo hacia nuestro amado Redentor,

recordando frecuentemente los dolores de su Pasión y

las enseñanzas de tu amado Siervo, te pedimos con gran

esperanza de ser escuchados, la gracia que en esta

novena te estamos implorando. Te la pedimos por los

méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA QUINTO

¡OH Amadísimo Redentor Nuestro!: Hoy queremos

recordar tu santísima pasión meditando las palabras que

el Profeta dijo acerca de Ti: “Miradlo cómo lo han dejado

nuestros pecados, despreciado. Varón de dolores.

Humillado, herido, traspasado, triturado por nuestros

pecados. Su castigo nos salvó a nosotros. Por sus

llagas fuimos curados. Él ha cargado con todos nuestros

pecados. Fue llevado al matadero como un manso

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cordero, sin protestar, sin abrir su boca. Le dieron a

beber hiel y vinagre. Se repartieron sus vestidos.

Traspasaron sus manos y sus pies y se pueden contar

todos sus huesos”. Gracias te damos por el amor que

inspiraste a tu Siervo José Gregorio hacia Ti y hacia

todos los que sufren. Por tu intercesión te pedimos

humildemente la gracia que estamos necesitando.

Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA SEXTO

¡OH Espíritu Santo! Enviado por nuestro amable

Redentor para librarnos del error y darnos un especial

gusto por la virtud y las obras buenas: hoy te pedimos

con toda fe nos concedas el mismo espíritu de

resignación y paz que tuvo Jesucristo Nuestro Señor

cuando en el Huerto de los Olivos oraba diciendo:

“Padre, si es posible aleja de mí estos sufrimientos. Pero

que no se haga lo que Yo quiero sino lo que quieras Tú.

Si no es posible que se alejen de mí estos sufrimientos,

hágase tu Voluntad”. Por medio de tu fiel Siervo José

Gregorio a quien le concediste no sólo la gracia de curar

los males, sino de hacer soportar con gran paciencia las

penas que la Providencia quiere que suframos, haz, te lo

suplicamos, que si conviene para bien de nuestras almas

obtengamos el favor especial que con nuestra oración

estamos implorando en esta novena. Amén. Aquí se

pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA SÉPTIMO

¡Padre Misericordioso siempre dispuesto al perdón!

Agobiados por el recuerdo de nuestros muchos pecados

queremos rezarte hoy arrepentidos la preciosa oración

que te compuso tu Siervo el profeta David:

“Misericordia Dios mío por tu bondad. Por tu inmensa

compasión borra mi culpa. Borra del todo mi pecado.

Purifícame de mis culpas, pues yo reconozco mis faltas.

Tengo siempre presente mis pecados. Contra ti, contra

ti, sólo pequé: Cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero y en mi interior me

recomiendas sabiduría. Purifícame y quedaré más

blanco que la nieve. Aparta de mi pecado tu vista. Borra

en mí toda culpa. ¡OH Dios, crea en mí un corazón puro!

No me arrojes lejos de tu presencia. No alejes de mí tu

Santo Espíritu. Líbrame del castigo que merezco. Otros

sacrificios quizás no quieres hoy. Mi sacrificio es un

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espíritu arrepentido. Un espíritu arrepentido humillado,

Tú no lo desprecias. En cambio enseñaré a otros tus

doctrinas. Haré que pecadores se vuelvan tuyos y

proclamaré tus alabanzas siempre, siempre”. Amén,

Aleluya.

Por la intercesión de tu siervo José Gregorio te pedimos

con toda fe la gracia que te estamos suplicando en esta

novena. Aquí se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA OCTAVO

¡Señor Nuestro Jesucristo, Salvador de todos los que

creen en Ti! Postrados ante tu Santísima presencia te

rogamos con el mayor fervor, que imprimas en nuestro

corazón los más vivos sentimientos de fe, esperanza,

caridad, dolor de nuestros pecados y propósitos de

jamás ofenderte, mientras que nosotros llenos de amor y

compasión vamos considerando tus cinco llagas,

comenzando por aquellas palabras del Profeta: "Han

taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos

mis huesos”.

Alma de Cristo, santifícanos. Cuerpo de Cristo,

sálvanos. Sangre de Cristo, embriáganos. Agua del

Costado de Cristo, lávanos. Pasión de Cristo,

confórtanos.

¡OH buen Jesús, óyenos! Dentro de tus llagas,

escóndenos. No permitas que nos apartemos de Ti Del

enemigo malo defiéndenos.

A la hora de la muerte llámanos y mándanos ir a Ti para

que con tus santos te alabemos por los siglos de los

siglos.

Amén.

Por intercesión de tu Siervo José Gregorio te pedimos la

gracia que en esta novena, te estamos suplicando. Aquí

se pide la gracia que se desea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

DÍA NOVENO

¡OH Espíritu Santo! Que en tu siervo José Gregorio suscitaste una inmensa devoción a la Santísima Virgen. Queremos honrarte rezando la oración que la misma Madre de Dios compuso inspirada por Ti:

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“Proclama mi alma la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace maravillas con su brazo. Dispersa a los orgullosos de corazón y derriba a los poderosos. Eleva a

los humildes y a los necesitados los llenas de bienes, pero a los que se creen ricos los despide vacíos. Alabado sea para siempre el Nombre del Señor”. Por intercesión de tu siervo José Gregorio dígnate concedernos la gracia que tan confiadamente te estamos suplicando, si ha de servir para tu gloria y para nuestro bien. Amén.

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En 1907, el sabio José Gregorio Hernández decidió

abandonar la brillante vida civil que hasta entonces había

llevado, para entregarse en cuerpo y alma a su profunda

vocación religiosa.

Por intermedio de Monseñor Juan Bautista Castro,

Arzobispo de Caracas, logró ser admitido como novicio

en el convento de la orden de San Bruno en La Cartuja

de Farneta en Italia. Para evitar dolorosas despedidas no

comunicó la decisión ni a sus familiares; una tarde de

mediados de 1908 despidió a sus alumnos de la

universidad con un lacónico “hasta mañana”.

Al siguiente día subía a un vapor; su repentina

desaparición causó gran revuelo entre familiares,

colegas, alumnos y amigos. Inquietud que cesó más

tarde cuando la pequeña Caracas de entonces se enteró

de su destino.

Como es sabido, esta primera tentativa del doctor

Hernández fracasó debido a que su salud se deterioró

gravemente. Las autoridades del claustro le

recomendaron volver a la patria y encauzar su vocación

por la vía del sacerdocio secular. En abril de 1909 luego

de intercambiar correo con monseñor Castro, fue

admitido como discípulo en el Seminario Mayor de

Caracas. La sociedad caraqueña enterada del nuevo

destino entró en polémica, unos respaldaban su decisión

y otros la cuestionaban. ¿Es justo – se preguntaban

éstos últimos – que un sabio de tal calibre se sepulte en

la vida religiosa? su puesto está en la Escuela de

Medicina.

En medio de la contienda pública, un antiguo discípulo de

Hernández, Jesús Rafael Rísquez, logró entrevistarlo

para el desaparecido diario “El Tiempo” en torno a su

experiencia en Italia.

La entrevista apareció en la edición del 24 de abril de

1909 con el título “Una visita al Dr. Hernández.

Impresiones”. El trabajo que a continuación transcribimos

en Crónicas del Tánatos, se erige en una pieza de gran

valor periodístico por cuanto constituye la única

entrevista con tan célebre y respetado personaje.

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Una visita al Dr. Hernández. Impresiones

Si el silencio guardado por el Dr. Hernández sobre la

hora de su llegada, impidió a los estudiantes a acudir a la

estación a tributarle un homenaje de cariño, no fue

suficiente para que se ignorara aquella, pocos momentos

después de haberse efectuado.

Inmediatamente un grupo de sus discípulos nos dirigimos

al Seminario Metropolitano, donde se alojaba nuestro

antiguo y querido profesor.

Habiendo anunciado el objeto de nuestra visita, se nos

hizo pasar cortésmente al salón de recibo.

No tuvimos que esperar mucho tiempo: a los pocos

minutos, acompañado del Pbro. Dr. Navarro, el doctor

Hernández se presentó al salón.

Un silencioso religioso acogió la llegada del Maestro.

Vestía de negro. Muchos hilos de plata lucen sus

cabellos, y en su rostro completamente afeitado nos

pareció ver las huellas de sus pasados sufrimientos.

Después de las manifestaciones cariñosas, se sentó

junto a nosotros y comenzó la visita.

-¿Cómo está la salud, Profesor?

-De salud, he mejorado mucho. Aunque parezca más

grueso, mi peso es el mismo. Indudablemente el clima es

el que ha cambiado mi color.

-¿No le hizo falta la patria?

-Claro está, al irme como lo hice, sufrí mucho; y al decirle

a ustedes “hasta mañana”, no lo revelaba, pero llevaba el

corazón despedazado.

-¿Conocía usted el sistema de vida de los Cartujos?

-Sí, conocía perfectamente el Reglamento de la Orden

de los Cartujos, pues tenía diez años que venía

estudiándolo. Siempre ha sido mi idea retirarme del

mundo.

-¿Vistió usted el hábito de los Cartujos?

-Al llegar al convento, no vestí el hábito; hacía los

ejercicios con el mismo traje que llevé; sólo me ponía

una capa para ocultarlo cuando iba a la capilla. Así

estuve un mes; después vestí como los demás.

-¿Cómo visten los cartujos?

-El vestido consiste en el cilicio, un traje interior de lana

compuesto de una camiseta y pantalón y el hábito. El

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cilicio es una especie de casulla hecha de piel de cabra

que baja hasta la cintura por delante y por detrás.

Esto va pegado al cuerpo y las cerdas se encajan al

hacer cualquier movimiento, sobre todo al acostarse. Eso

molesta en los primeros tiempos, luego uno se

acostumbra. Encima del cilicio se coloca la camiseta de

lana, y sobre el traje interior, el hábito.

-¿Cómo viven los cartujos?

-El convento es grande. Cada uno tiene un apartamento

compuesto de dos celdas y un patiecito. Una de las

celdas es para el dormitorio y la otra para el estudio; el

patiecito es para los trabajos manuales. El mueblaje es

muy sencillo; la cama es una tabla con una cobija, dos

sillas y un mueble para los libros. Los apartamentos

están separados completamente para que no puedan

sentirse unos a otros, y menos comunicarse.

-¿Cuántas horas trabajan?

-En las veinticuatro horas del día se destinan dos para

trabajos manuales, y quince para ejercicios intelectuales.

Los trabajos manuales consisten en cortar leña, aserrar

madera, etc. Se ha calculado la cantidad de trabajo que

se puede hacer en dos horas y los que no terminan la

tarea en el tiempo prescrito, se considera como que no

ha trabajado las dos horas, sino menos.

-¿Cómo es la alimentación?

-La comida es escasa. La entran a la celda por una

ventanilla, y durante la comida se hacen lecturas

piadosas. Los ayunos son frecuentes y un día a la

semana sólo se toman pan y agua.

-¿No sufrió usted durante el invierno, Profesor?

-Durante los días de invierno el frío llega a diez grados

bajo cero, pero no se permite encender fuego. Cuando

más me molestaba el frío era durante los oficios de la

madrugada, en la capilla, pero soporté el invierno

perfectamente”.

-¿Qué está prohibido para el Cartujo?

No se permite hablar ni alzar la vista del suelo. Cuando

se tiene alguna necesidad de expresar, se escribe en un

papel y se pone en la ventanilla en donde colocan el

alimento.

-¿Logró usted cumplir con éstos reglamentos?

-Sí, todo lo pude sobrellevar fácilmente, excepto el

trabajo manual de dos horas, que no me fue dado

cumplir por mi debilidad de fuerzas físicas.

-Cuánto tiempo permaneció en la Cartuja?

-Pasé allá nueve meses.

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Todo esto habló el Maestro con la sencillez de su alma

purísima. Sus palabras volvían a nosotros como cuando

en no lejanos tiempos nos brindaba desde su cátedra

todo el caudal de su ciencia. Y si ahora el sufrimiento ha

puesto en su sonrisa el sello de una mística aureola, no

por eso acogemos sus frases con menos entusiasmo,

porque como prosélito de una ciencia, o como

convencido de una religión miramos en él un apóstol.

Jesús Rafael Rísquez

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En atención a las reglas canónicas que prohíben el

ejercicio de la medicina a los que abrazan el estado

eclesiástico, debo apartarme en absoluto de dicha

profesión, para obedecer en todo a las prescripciones de

la Santa Madre Iglesia, y doy las gracias de todo corazón

a aquellas personas que quisieron honrarme con su

confianza al elegirme para su médico en los tiempos

pasados.

Caracas, abril 27 de 1909 José Gregorio Hernández

Texto de renuncia al ejercicio de la medicina, publicado por el Dr. José Gregorio Hernández en el Diario La

Religión el 27 de abril de 1909

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A los venerables sacerdotes, miembros de Institutos de

Vida Consagrada, miembros de los movimientos de

apostolado seglar, y fieles en general.

Con un cordialísimo y fraterno saludo, Mons Fernando

Castro Aguayo, Obispo Auxiliar de Caracas y Vice-

Postulador de la Causa de Beatificación del Venerable

Dr. José Gregorio Hernández, y un servidor, tenemos el

gusto de dirigirnos a Ustedes con relación a dicha Causa,

para solicitar su valioso apoyo.

Como sabemos, la Santa Sede es muy estricta en cuanto

a los pasos necesarios para la beatificación. El más

importante, que fue la declaración de las Virtudes

heroicas es decir, el reconocimiento de la santidad de

vida del Dr. Hernández., ya se dio el 16 de enero de

1986. Pero aún falta uno fundamental que es el milagro

verificado y reconocido como tal por la Santa Sede.

Lamentablemente, los dos procesos de presuntos

milagros que nosotros enviamos a Roma, fueron

rechazados por la Comisión Médica de la Congregación

para las Causas de los Santos, uno en 1987, y el otro en

2009

¿Qué hace falta para impulsar la Causa de Beatificación

de José Gregorio?

Especialmente dos cosas muy importantes:

1. En primer lugar que NO SE TRIBUTE CULTO

PÚBLICO al Dr. José Gregorio Hernández. Queremos

recordar a los fieles y especialmente a los sacerdotes y

religiosos, “que, antes de que el Santo Padre lo declare

“beato”, no se debe tributar al Dr. Hernández los honores

del culto público. Es decir, no se pueden tener imágenes

suyas en los Templos o Capillas u Oratorios Públicos, ni

utilizar el término de “Santuario del Dr. José Gregorio

Hernández”, ni invocarlo en actos litúrgicos, ni ofrecer el

Santo Sacrificio de la Misa en acción de gracias a él. Lo

que sí podemos y debemos hacer es pedir a Dios su

pronta beatificación y ulterior canonización. Es muy

importante que observemos estas normas, a fin de no

poner trabas al reconocimiento de la santidad de José

Gregorio por la Santa Sede”. (Carta Pastoral del

Cardenal Arzobispo de Caracas sobre la Causa del Dr.

José Gregorio Hernández)

¿En que se manifestaría el culto público al Venerable Dr.

José Gregorio Hernández?

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1. En la presencia de imágenes suyas en los templos

parroquiales, iglesias filiales u oratorios públicos o

semipúblicos. 2. En que se acepten intenciones de Misa

para dar gracias a José Gregorio favores recibidos. 3. En

llamar “Santuario” de José Gregorio Hernández una

Capilla u Oratorio público o privado ya existente o nuevo.

En este sentido, cualquier fiel puede tener privadamente

una imagen o estampa del Dr. José Gregorio Hernández;

sin embargo no se pueden exponer en las Iglesias a la

veneración de los fieles. Se pueden ofrecer Misas “por la

pronta beatificación del Dr. José Gregorio Hernández”,

pero no “en acción de gracias a él”. No podemos

bendecir pequeñas grutas del Dr. Hernández, y tampoco

podemos bendecir las estampas con su imagen.

Esto es muy importante. Si descuidamos este aspecto,

en el que siempre hemos insistido desde la

Vicepostulación de la Causa, corremos el peligro de que

se impida el progreso de la Causa, porque esas

manifestaciones de culto hacia quien no ha sido

beatificado están prohibidas por la Santa Sede.

2.- En segundo lugar, les pedimos promover el envío de

la información sobre los presuntos milagros.

Dada la popularidad del Dr. Hernández, algunas

personas tienen la impresión de que lo único necesario

para que la Santa Sede proceda con su beatificación es

la manifestación masiva del pueblo venezolano De hecho

esto ha afectado a los devotos, pues algunos piensan

erróneamente que ya no es necesario poner por escrito

los presuntos milagros y favores sencillamente. Sin

embargo, es imprescindible la comprobación del milagro.

Por ello les pedimos que tengan a bien leer la

información adjunta en la cual se dan las informaciones

precisas que se deben suministrar al Vice-postulador de

la Causa para la

Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández. Asimismo

les invitamos a enviar esas informaciones sobre los

presuntos milagros a la Vicepostulación de la Causa, a

las direcciones indicadas en el anexo.

Querido hermanos: mucho les agradecemos haber leído

esta carta, y les rogamos hacer todo lo posible para

proteger e impulsar esta Causa, tan querida para el

pueblo venezolano!

Con nuestra afectuosa bendición episcopal,

+JORGE L. UROSA SAVINO,

+ FERNANDO CASTRO AGUAYO

Cardenal Arzobispo de Caracas Obispo Auxiliar de

Caracas, Vice-postulador

Libro de Oraciones al Dr. José Gregorio Hernández │Crónicas del Tánatos la Revista Web de los Sucesos 24

Muchas personas manifiestan, de palabra o por escrito,

haber recibido gracias y favores especiales del Señor por

intercesión del Dr. José Gregorio Hernández. Ahora bien:

en muchos casos no son hechos extraordinarios, o son

explicables naturalmente. En otros casos la información

es incompleta. Para que los fieles conozcan mejor los

requisitos para que una gracia especial pueda

considerarse como un presunto milagro proporcionamos

la siguiente información.

1. Para que una curación sea admitida como verdadero

milagro, es absolutamente necesario que sea

instantánea y total, no explicable desde el punto de vista

médico. No basta una curación lenta y progresiva, ni

incompleta o parcial. Tampoco una curación

sorprendente cuando se han aplicado los oportunos

tratamientos médicos.

2. Además, es necesario que el enfermo - de ser posible

-, y sus allegados hayan invocado expresamente la

intercesión exclusiva del Dr. José Gregorio Hernández

para obtener de Dios misericordioso la gracia de la

sanación. Es decir, la gracia de la curación debe ser fruto

de la oración comunitaria de una familia, de unos

vecinos, de una comunidad religiosa. La oración

individual es muy buena; sin embargo, para autenticar un

milagro se requiere el testimonio de muchas personas, y

eso se consigue con la oración comunitaria. No basta el

testimonio de una sola persona.

3. La gracia obtenida debe ser atribuida exclusivamente

a la intercesión del Venerable

Dr. José Gregorio Hernández. Es decir: para que un

hecho sea considerado como verdadero milagro

realizado por Dios mediante la intercesión del Dr.

Hernández, hace falta la exclusividad del intercesor.

Exhortamos a los fieles católicos que estén en

conocimiento de un hecho presuntamente milagroso a

enviarnos la más completa información escrita sobre ello.

Lo pueden hacer a través de sus Señores Obispos o

Párrocos, a quienes rogamos envíen la información a

S.E. Mons. Fernando Castro A., Obispo Auxiliar de

Caracas, en la Iglesia de la Candelaria, o en el Palacio

Arzobispal de Caracas.

Libro de Oraciones al Dr. José Gregorio Hernández │Crónicas del Tánatos la Revista Web de los Sucesos 25

También se puede notificar directamente enviando la

correspondencia a Monseñor Fernando Castro Obispo

Auxiliar de Caracas, y Vice-postulador de la Causa de

Beatificación del Dr. Hernández Arzobispado de Caracas,

Apartado 954, Caracas 1010 A.

Allí será estudiada profesionalmente a fin de someterla,

si es pertinente, a la consideración de la Congregación

para las Causas de los Santos en Roma. También se

dispone de un correo electrónico donde pueden enviar

información preliminar. Se procurará siempre dar

respuesta a la correspondencia recibida.

Puede enviar la información a: [email protected]