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Libro - fundacionpedrogarciacabrera.com · del hombre(1970), Las islas en que vivo(1971), Elegías ... y no ocultas tu quehacer de ... con mis libros bajo el brazo,

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Edita: Fundación Pedro García CabreraC/ Jesús Nazareno, 13 · 2º · 38003 · Santa Cruz de TenerifeTfno./fax: 34 922 24 70 70www.fundacionpedrocabrera.com

Revisión y presentación de la edición: María Jesús de Pablo Gimeno

Autor: Pedro García Cabrera© de los autores.

Diseño e Impresión: Tenydea S.L.Santa Cruz de TenerifeTel.: 922 237 560

Depósito Legal: TF 387-2005

PEDRO GARCÍA CABRERA (1905-1981)

EN este año, 2005, se cumple y conmemora el primercentenario del nacimiento de Pedro García Cabrera, poetaque como don Quijote amaba la libertad. Su itinerario lite-rario y vital, siempre profundamente humano, da testimo-nio de las inquietudes, vivencias, sueños y fracasos de untiempo histórico cercano: Segunda República, Guerra Civil,dictadura de Franco y transición a la Democracia.

NACE el día 19 de agosto de 1905 en Vallehermoso, islade la Gomera, espacio al que quedará vinculada su infan-cia, jugando entre palmeras, barrancos y piteras, y acuna-do por una copla popular: "A la mar fui por naranjas, / cosaque la mar no tiene. / Metí la mano en el agua: / la espe-ranza me mantiene". En 1915 la familia se establece enTenerife, e inicia sus estudios de Bachillerato en el InstitutoGeneral y Técnico de La Laguna. Escribe y publica sus pri-meros textos en La voz de Junonia, el diario Gaceta deTenerife y la revista Hespérides. Su primer libro, Líquenes,de 1928, presenta un espacio temático cargado de sugeren-cias: las islas y el mar.

PARTICIPA en los años treinta del siglo XX, junto aEduardo Westerdahl y Domingo Pérez Minik, entre otros, enuna hermosa aventura, la de Gaceta de Arte (1932-1936),una revista literaria, estética, filosófica, de bellas artes ycine, nacida en Tenerife y de alcance internacional, queconectó a los intelectuales y artistas canarios con las van-guardias europeas y el surrealismo. Publica su segundolibro, Transparencias fugadas (1934), y escribe La rodilla enel agua y Dársena con despertadores. Es la época de laSegunda República Española y el poeta, militante socialis-ta, es elegido concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz deTenerife y consejero del Cabildo Insular.

Un itinerario lírico y ético

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EN julio de 1936, se produce la sublevación militar con-tra la democracia republicana y Pedro García Cabrera esdetenido y deportado a un campo de concentración en elSahara, del que se evade en 1937. Marcha a Dakar(Senegal) y, posteriormente, viaja a España y se integra enel frente republicano de Andalucía. Detenido en Granada,unos meses antes de acabar la Guerra Civil, permaneceráen prisión hasta 1946. Vive con dolor la guerra y sus con-secuencias. Durante esos trágicos años, escribe diversospoemarios en los que relata sus experiencias y le canta asus ausencias: la libertad, la paz, el amor, la justicia, losamigos… Estos libros son Entre la guerra y tú, Romancerocautivo, La arena y la intimidad, Hombros de ausencia yViaje al interior de tu voz.

DURANTE la dictadura, sigue escribiendo y manteniendosu compromiso ético e intelectual. A veces, se acercaba a lamar para intentar arrancarle naranjas. Mantenía sus sue-ños y esperanza en un futuro que no fuera “silencio amor-dazado”, buscando “un beso de paloma”, un consuelo queno hiciera “naufragar a mi palabra / ni apagar el amor quela mantiene”. Finalmente alcanzó a ver la tan ansiadademocracia. Son años fructíferos para la poesía. Publica Díade alondras (1951), La esperanza me mantiene (1959), Entrecuatro paredes (1968), Vuelta a la isla (1968), Hora puntadel hombre (1970), Las islas en que vivo (1971), Elegíasmuertas de hambre (1975), Ojos que no ven (1977) y Haciala libertad (1978).

VUELTA a la isla es un poemario integrado por 37 roman-ces dedicados a cada uno de los pueblos de Tenerife y acada una de las islas, a los que preceden dos composicionesconsagradas a Tenerife y a su capital, Santa Cruz. En estehomenaje a su tierra, Pedro García Cabrera presenta una

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peculiar y emotiva mirada del paisaje natural y del paisajehumano. La naturaleza se humaniza e incorpora los traba-jos, pesares, sentimientos, sueños y aspiraciones de quie-nes la habitan. Aún hoy, los ideales del poeta siguen vigen-tes; por esa razón, hay que recordar el grito con el que cie-rra uno de sus romances, Gomera: “Y ahora silba máshondo, / silba más alto y sin tregua, / silba una palomablanca / que dé la vuelta a la tierra.”

MARÍA JESÚS PABLO GIMENOFundación Pedro García Cabrera

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ESTE libro, aún siendo un recorrido a la isla deTenerife, a la que debo todo lo que soy, es un homenaje ala región canaria, ya que desde la cima del Teide puedecontemplarse, con los ojos del amor a la tierra, la totali-dad del archipiélago.

TANTO los romances a los pueblos como a las islas nopretenden ser una descripción geográfica. Sino una ver-sión personal de los mismos, recogiendo las vivencias acu-muladas de cada lugar a lo largo de los años. Por eso hayromances que aluden a peripecias de hace mucho tiempoy que han guardado el calor de mi adolescencia. Ahorabien, todo los romances, sin ninguna excepción, han sidocompuestos en el ambiente de cada sitio, pisando susuelo, viviendo su actualidad, pensando sus noches y res-pirando sus días, conversando con las gentes y el aire quelas rodea.

P.G.C.

Prólogo

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ELLA había nacido para el mar.Las curvas de su espalda, desde muy pequeñita, tenían cumpleaños de olas.Se despertabacon rumores de playa en los costados,con sus cabellos de alga en las arenasy de pez de la sonrisanadándole los labios.Crecíase hacia adentro,hacia sus libertades submarinas,que tomaban el sol abriéndole los ojosen tirones de sueños y resacas.Por la noche soñaba con sirenas.Un día se fue al mar:iba llorando soledades.Una lágrima fue su salvavidas.De ella tomó volcán, intimidad y contorno.Y se quedó flotando entre las aguas.Ahora es una isla que llaman Tenerife.

Nana de una isla

CONCÉDEME el honor de apadrinarte,ciudad por cuyas calles ha latidoel ruiseñor de sangre de mis venas;ciudad que te levantas con el rostrovuelto a la libertad del horizonte;ciudad que has hecho un nudo de tu llantoal ver tus alas de distancia y vueloreducidas a cisnes de un estanque.Del mar te viene nacimiento y cuna.Naciste ya morena de volcanes,casi con desnudez de piedra y cielo,remera de tus brazos y tu frente,con las piernas hundidas en el aguaigual que una muchacha pescadora.La mar fue tu nodriza, con sus senosde espuma y soledad, con sus espaldasde música y gaviota, con sus hombrosde ondulante trigal y con su vientreredondo de aventura y lejanía.Tú te has ido creciendo poco a poco,trabajándote al ritmo de las olas,con un dolor de cumbre en la miraday un balandro dormido en la sonrisa,pensándote de árboles y nidospor las meditaciones de tus plazasy albergando en tu concha de moluscoun rumoroso corazón de abeja.Te quiero porque vienes desde abajo,de descalzas arenas, y no ocultastu quehacer de obrera de los mares;te quiero porque has hecho por ti mismatu casa y tu canción; porque tus hombres,a la altura de todos los caminos,no le ponen frontera a lo que tengacontorno, y lucidez, y alma de nieve;

Canto a Santa Cruz

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te quiero porque en medio de las aguasbesas en paz el corazón del mundoy lo llevas atado en el recuerdo;porque tienes aún en las mejillasfresco el amor y tibia la mañanade la amistad del aire y las palmeras;porque sabes sufrir y nunca olvidasque el odio es una espina de cien leguasdonde no puede amanecer la rosaque respira en el fondo de tu pecho.Tú no vienes de ayer, llegas de ahora,del fulgor del instante que se clavaen tu costado abierto a la alegría.Y te das y te tienes, trasmitiéndote en el acordeón del oleaje,que se va con tu voz y que retorna,con su alianza de afectos y destinos,sobre la azul espuma enamorada.Has llegado hasta aquí, ciudad sin tacha,mirador de la mar, mordiendo el frutomaduro de sirenas y de afanesen el silencio de tus propias manos.Vosotros, carpinteros, proseguidlacon las maderas de los altos sueños;vosotros, albañiles, continuadlacon piedras duras como vuestras vidasy vosotras, doncellas, florecedla,dadle virginidad de bosque y lluvia,dadle vuestras espigas de ojos claros,dadle vuestra ilusión de ser felices.

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a Luis Ramos Falcón

YO me he subido hasta aquí, yo, verode, a los tejados,para poner a la alturade la ciudad todo el campo. Y no es que quiera evadirmede la amistad del aradopor codearme con torres,veletas y campanarios,que es mi savia la que enciendelos populares geranios,la ternura de la hierbaque cubre el vientre del barroy las tierras de labordonde sonríe el trabajomirándose en el espejode los frutos y los granos.Campesina es mi raíz,pero mi traza es de hidalgoy amo estas calles, las quierocon todos mis verdes altos,estas calles que se alejanhacia los silencios mansosque se duermen en la frentedel buey redondo del llano.Por estas calles yo he idocon mis libros bajo el brazo,desde las ágiles aulasal lento Camino Largo,de las fuentes del Derechoa la ecuación de los pájarosy del trino de una floral seno de un corolario,siempre por mis soledades

La Laguna

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y sueños nunca alcanzados.De aquí contemplo los cerrosque me custodian los flancos,mis cerros como carretasinmóviles: son mis barcos,esos barcos que tripulanlluvias y vientos descalzosaunque a veces vaya en ellos la pena de contrabando.Tal San Roque. Su recuerdoaún me sangra en el costado.Fue hermano mío: el primeroque abrió mis ojos al llantoy a quien una piedra en formade cruz sostiene en los brazos.Pero yo no soy tristezani caracol ermitaño,sino antena que trasmiteese abierto abecedario de letras vivas y hojasque pone en pie cada árbolpara que sea la urbe,más que un armón de basalto,el corcel en el que viajael pensamiento a caballo.Yo no miro sobre el hombroa los que van paso a pasopastoreando silencios,crepúsculos y rebaños.Y cuando toda la vegaentra en mis lares bailando,y sus aperos y frutasse entrañan en mi regazo,y cada calle da a luzmieses, carretas, ganados,

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en el río de coloresque es la progenie del agro,el corazón en el pechome salta como un muchacho.Únicamente lo sabenlos que miran a lo alto.Y me siento muy felizpresidiendo los tejadosde mi Laguna del alma-nidal, simiente, cenáculo-belén de sabiduríaque da nacimiento al campo.

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TENGAN cuidado, señores,que estamos en La Esperanzay aquí los caminos vana donde les da la gana.Que si al norte, que si al sur,que a la mar, que a la montaña, que si a muros, que si a olvidos,que a los perros, que a la nada.Jamás te dicen su fin,caminan vueltos de espalda.Son caminos de veletas,un laberinto que anda;ni te llevan ni te traen,te dejan en la estacada.Tus pasos pueden seguirlos,pero nunca tu mirada;dan más zigzags que conejosburlando tiros de caza.Por alguna trocha puedes llegar a tu propia infanciaabriendo el arco de puntode las góticas castañas.Ver a la mamá Aguedita,la escuela, con su fachadatriste, y el bosque que ha entradocomo un señor en la plazamirando jugar el viento con la tierra colorada.Pongan cuidado, no pierdanesta emoción de cucañaque en lo alto de los pinosprodiga sus espadañas.Cuidado, tengan cuidado,que aquí se cae o resbalaen el barro y en las piedras

La Esperanza

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que humedece la nostalgia.Caminos que nos caminan,veredas que nos alcanzan,qué lejos vamos, qué lejossin mesón y sin posada.No sigan, párense aquíy remójense la barba,que estos caminos verdinosme están mordiendo en el alma.

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AQUÍ tenéis a Tegueste,mas ni muro ni ciprés;firme como los cipresesTegueste sí que lo es.Es un nombre con raícesque no se dejan torcery que se lee lo mismoal derecho que al revés.Y es tan singular que sóloen Tegueste puedes verla botonadura rojade un eucaliptus de ley.No perdió el tiempo en peninos,de golpe se puso en piey comenzó a andar a solassin temor a los traspiés. Es el David de la isla:se hizo pueblo de una vezponiendo en hora su casapor el reloj de su sienpara comerse a su gustosu pan, su vino y su miel.Enhebrado a su trabajonunca abandona su aquel darle tregua a cada instantepara que empiece a nacer.A nadie le pide nada,a nadie le quita el bieny en las fuentes de sí mismoabreva su propia sed.Aquí es Tegueste, un enclavede mucha fuerza y poder,manso como los silenciosy redondo como un buey.Dame tu remanso y brío,

Tegueste

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Tegueste, que yo tambiénquiero redimir al hombreque late bajo mi piel,los vendavales del ansia,las montañas del querer,el alba que me amanecey aun mi sal y mi hiel.Aquí es Tegueste, el pioneroque brega por protegersu herencia de agua y de solcon la mayor sencillez.Y si has de seguir así,dale que dale a tu riel,ponme un cigarro en la orejay empadróname en tu edén.

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a Ernesto Castro Fariñas

EN este pueblo dibujanlos chicos de las escuelaslentos paisajes de sombracon grises muertos de pena. La pompa de los coloresaquí para nada cuenta.Ni el girasol de la tardeen los cielos, ni la cuestade los verdes monte arriba,ni el reclamo azul siquierade un pie de lluvia en la mar,se asoman a su paleta. Y es que el hombre de estos campossiente su trozo de tierra tan al fondo de sí mismo,de su intimidad tan cerca,que cuando al final del díave cumplida su tarea,ya el gris del atardeceres ceniza de la hogueraque ardió, mientras trabajabasin levantar la cabeza.La vanidad del ponienteno hace germinar la hierba,ni sacia el hambre y la sed,ni le redime y libera.Él se da todo a sus manos,las manos con las que siembrade golpe, en el mismo surco,su libertad y su condena.Comparte desde sus últimasmelancolías sedientasla igualdad de las semillasen el seno de la tierra

Tacoronte

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y esa oscuridad redondadel vientre de las cosechasque le devuelve al silenciode las entrañas maternas.Silencio de Tacorontetan duro como una piedra.Cuando te alejas del fácilrío de la carreteraeste silencio te sigueigual que un perro de presay contra él no te valecerrar ventanas y puertas.Adondequiera que vayaste va lamiendo su lengua.Este silencio es el mostoque fermentan las bodegas,el espejo en que se miran rebeldías y tristezas;es la soledad que pintanlos chicos de las escuelas;es el corazón del hombrelatiendo rabia las venas;solo, de ideas adentro,más solo, ideas afuera.Silencio que nunca duda,pisa firme y pone a pruebalo que de isla y volcánaún en nosotros queda.Y en medio de este silencioque ante nadie se doblega,la noche de Tacoronte,vendimiadora de estrellas,deja hundirse en el descansode su oscura cabelleralas manos del que trabajay la frente del que sueña.

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a Tomás García Suárez

DE la mar hasta RaveloEl Sauzal alza su copade un vino tinto que poneel corazón en la boca.Con su vocación de cepay de romance la formase asonanta de racimospor pendientes y amapolas.Y se estira como un galgodesde el umbral de la costaque es, éste, pueblo que sabeandar aprisa y a solassin que la sed le acobardeni busque matas de sombra.No son muchas las palabrasque puedes decir de prosasi lo mides por el anchode sus espaldas angostas.En cambio, de abajo a arribate cabe cualquier historiade los sudores que pasanlas familias labradoras.Dame un buen vaso de vino,Sauzal, que ya no es tan mozami sangre para subircuestas que a nadie perdonas.No le envidia a los atletaspértigas, domos ni botas,pues él salta a pie juntillasdel alto monte a las olas.Tu carretera le abresa las gentes presurosas,mas tus confidencias guardas

El Sauzal

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para caminos y trochas.Paisaje es este que tieneun silencio de persona,fidelidad de amor secoy la hombría de una roca.Todo aquí muestra el talantedel que se basta y se sobra.Es sólo un brazo sin mella, un brazo que lucha y forjael destino de una manoque jamás pidió limosna.Cumbre, arriba; abajo, espuma.Lo demás todo es alfombratendida sobre el silenciode la esperanza más cortade aquellos que dan al tiempotiempo, vendimia y zozobra.Sauzal, sírveme unas perrasde tu intimidad más hondaque quiero la isla bebermede un solo trago en tu copa.

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NO digáis que conocéisel pueblo de La Matanzasi sólo la carreterabordeáis sobre la marcha.El pueblo está más arriba,más corazón de su casa,más atril del sol poniente,más pájaro de su jaula,donde le nació una muertede tanta solera y castaque jamás nadie ha podidoentrar a descabellarla.Entre vía y caseríolas pendientes dan la caray los caminos se tensan como cuerdas de guitarra.Todos te dicen adióssi los subes o los bajasy sientes cómo el saludohace las cuestas más llanas.Por la carretera, en cambio,no te dirán nunca nada,que el asfalto no se ha hechopara transitar palabras.¡Qué dos mundos tan distintosa tan mínima distancia:el de la estrella fugazy este que medita en calmahigueras de soledadesy viñedos de esperanza!Y entre estos polos, la callede una intimidad que alarga el bies del silencio a hombrosde la mar y la montaña.Una calle que no evoca

La Matanza

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el calvario de una espada,la ráfaga de una ondani la momia de una lágrima.Una calle con el airedel pasillo de una casa;el puro fiel del sosiegopesando un tiempo de brasas.El barranco de Cabrera,platillo de esta balanza,es solemne como un órganocargado de resonancias.Aquí el peso de la muertecortó los trinos del aguay sólo queda el recuerdode una fuente abandonada.Mis ojos leen en ellaoscuras letras cifradas,vencedoras del olvido,entre viñetas de zarzas.Sabed que un poblado guanchetengo en las cuevas del alma,que la sombra de un barrancose me mete en las entrañasy que el cáliz de mi sangrese arrodilla en La Matanza.

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COMO un anillo escondidopara que alguien lo encontrasedi con la plaza de luchasde este pueblo, en el instanteen que se daban la manodos luchadores rivales.Aquí mismo, en La Victoria,cayó vencido esa tardeuno de ellos, cuyo nombreno recuerdan los anales.Las ballestas de los músculosresaltaban en su carnecon el relieve que alcanzanlas aceras en las calles.La majestad de su fuerzase asomaba a su semblantecasi con la transparenciade la lágrima y la sangre.Era muy parco en palabrasy tan de adentro el lenguajeque al hablar se oía el hondo resuello de los volcanes.Él le imprimía a la lucha bríos de cumbres y maresy trabajaba la brega,desde el comienzo al remate,como un hijo que se gestaen el vientre de una madre.Nunca se vio luchadorde tan viriles quilatescaer vencido en la arenacon tanto temple y coraje.Cayó por cotas de malla,por arcabuces y sables,que por levantada nunca

La Victoria

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lograrían derribarle.La fecha la desconozcoy sería vano alardesituar este desafío en un terreno distante.Porque a veces las derrotastienen las alas de un avey en vez de rodar por tierrase remontan en el aire.Ahora, una gran ternurase derrama en el paisajeque crece y crece en la nochellamando a nuestros hogares,mitad, congoja y entrega,mitad, defensa y combate.Por aquí, por La Victoria,puede medirse y palparsecómo a una isla da norteun llanto que no es de nadie.

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TOMA de prisa el camino,vámonos a Santa Úrsula,que quiero ver cómo vivenlas palmeras en república.Son palmeras popularessin más tradición ni alcurniaque no doblegarse al vientoni tener letra menuda.De las raíces les nacetal rectitud de conductaestallando en una verdeestrella de pulso y púa.Por eso son sus escobas unos discos que modulanlos rumores de las nanasque dieron aire a su cuna.Viven en familia, solasse acuestan, solas aúpansus dátiles y sus pencas,sin pedir a nadie ayuda.Nacen y mueren de pie,admiran y no preguntan,y aun cuando son soledadessu pensamiento es azúcar.Visten siempre de domingo,no pierden su empaque nunca,y tan femeninas sonque sólo tienen cintura.Cada palmera es un votode tierra que sufre y luchapara dar a las semillasla libertad de la lluvia.Jamás su tenor disfrazany tan fieles se dibujanque mires de donde mires

Santa Úrsula

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ves siempre su misma rúbricade notarios que dan fede su genio y su figura.El mástil de la esperanzaa cada hogar lo vinculanarriando sorbos de sombraal nivel de la ternura.Y cada una es un brazoque clama al cielo y que pugnapor arrancar de los labiosel drama de la cicuta.Toma de prisa el camino,vámonos a Santa Úrsula,que esta sed de las palmerasme duele como una fusta.Pero antes mirad las lucesque las mantienen y encumbran:es la voz de un manantialque en sus copas se refugia.

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PARTIDA en dos, La Orotavaflorece siempre la idea de ser una sola vozcomo Dios manda y ordena.Dos llaves tiene su angustia,dos acentos cada letra,cada sombra dos perfilesy dos aceras las penas.Hasta el aire se respirade dos distintas maneras.Señor en casa, el silenciocon sus babuchas de seda;despierto y a la interperie,el platanal como gleba.Aquí no hay sumas que valgan,todo sucede y se enhebraen la vecindad distantede las líneas paralelas.Y en este lugar de justasdonde el sí y el no se encuentranedificó La Orotavasu castillo sin almenas.Todo él discurre y se acuñaen el troquel de un dilema:en cada aldaba hay el nudode una pared sin respuesta,en los balcones del airela soledad que te acechay en los pájaros que cantan,la jaula de su condena.Y es la espuma contrapuntode la amistad de la estrellay el loro del arco iris del jugador de ruleta.Y en este flujo y reflujo

La Orotava

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donde los verdes se orquestan,en este ajedrez de magiaacampan todas las brechas.Aquí los lares sí llorancon lágrimas como piedras,que en La Orotava conmueveel pecho de una bellezaque oculta un río de fuegoamortajado en las venas.Pero las flores la salvan;las flores, que no recuerdanser mas que notas y ritmosdel vals de la primavera;las flores, universalesnidos que hablan una lenguapara todas las miradas;las flores, esas doncellasque tejen su desnudezcon intimidad de ruecay dan al color las alasde palomas mensajeras;las flores, que son las ondasque emiten por sus antenaslos sueños que no murierony levantan la cabeza.Y en este claro de bosquedonde el sí y el no se encuentranla flor redonda del díacierra el paso a la tristeza.Y su valle de esperanzaes como una cita abiertadonde el volcán y la nieveechan la rodilla a tierra.

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NEGRAS arenas la marjuega al envite en El Puertodejando en el aire rumbosde aventuras y de sueñosy llevándose a sus anchasmalvasías de silencio.Desde la infancia sus puertasal horizonte se abrieron,le dio el pecho al oleajey tomó mando velerosin dar tregua ni respiro a tempestades y riesgos,que en el Puerto de la Cruzhay tal fondo marineroque no pueden desvirtuarlocolumnas ni rascacielos.Hilo le dio a sus cometasporque sintiose muy dueñode que el insular contornoque iba tomando su vuelose afirmaba en su interiory no cedía terreno.Sus calles han resonadocon los distintos acentosque monta la libertaden el caballo del tiempo.Y así han quedado las huellasque otros pasos sonrieroninjertando toleranciasque no han caído en desierto.De todo el caleidoscopioque la urdimbre de otros pueblosderrama en sus aledañosha elegido aquel fermentode ave de mar y sonrisaque da constancia a sus predios,

Puerto de la Cruz

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don de gente a las arenasy nido a su aislamiento.Y así no pierde su normade estar cerrado y despierto,mitad, varado en sí mismo,mitad, velamen al viento.Por el Puerto de la Cruzentraron, más que vinieron,ideas como mujeresdando a los hijos el pechoy enseñando que no cabenlas patrias en un pañuelo.Fueron sus aguas, las aguasdesnudas del pensamiento,las que batieron de firmelos caletones isleños.No hubo rencor ni violencia,que estas lides nunca fueron bregas de martillo y yunque,consignas de sangre y fuego,sino frentes dialogandocon inquietud de arroyuelos.Y esta cabeza de puentese sostiene sin esfuerzocomo un abrazo que unieraa los vivos y a los muertos.Un alisio de ternura,un liberal sentimientode estar andando a derechaspuebla este hogar solariego.Triángulos de lunas blancas,briznas de hogueras en celo,amigos, faros, gaviotasde los mares del recuerdo,si Puerto de la Cruz digoquiero decir compañero.

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NO sé si es uno o son dos,no sé si es pueblo o castillo,pero todo guarda un ordeny encuentran siempre su sitiomuros, barrancos, estatuasy el ocho de los caminosque desde el mar a la cumbrese va ciñendo a sí mismo.Y sé también que mi padre dio aquí su primer vagidoy que aquí fueron calvariolas cruces de mis amigos.Cifrado casi, en voz bajay en sus adentros metido,la espalda puede volverte,mas su silencio está vivo.Es un silencio artesanoque no se asoma al postigo,elaborando sin treguasus panales fugitivos,manos de pólvora el hombre,dedos de mujer los hilos.Las bordadoras trabajan-quito y pongo, pongo y quito-en bastidores de fuenteslos remansos de los ríos,quemándose las pestañas,partiéndose el alma en vidriosy agujereando el airecon puntadas y suspiros.Y son los calados sienesbordados por sus latidos,diagramas de soledadesque los ojos han escrito,el alba que nunca llega

Los Realejos

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y los sueños que se han ido.Bordadme un mantel con panesque tengan imán de trigo,aguas que maten la sed,lumbres con cara de niño.Bordadme la libertaden alto como los nidos.Y vosotros, fogueteros,en el fiel del equilibrioentre la vida y la muerte,que hacéis de la noche mirloscon trinos de fuego, siemprea los trapecios subidosde las ascuas, rubricandocon aves de paraísolas orgías y el suspensede los cielos encendidos.Vosotros que traducísla oscuridad de los ritmoscon voladores de lágrimasy cuadraturas de círculos,desgranadme las espigasde los cohetes de silbo,el rostro de las cascadas,las ruedas de mi albedrío.Bordan ellas la ternura,bordan ellos el peligro.Y hay un temblor en su sangrede corazones en vilo.Y ese temblor de tamasmarecuerda a Viera y Clavijo.

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a Esteban Dorta González

ANTE El Pinalete estoymirando correr el agua.Llega alegre porque ha rotocon su oscuridad de esclavadejando atrás para siemprela prisión de la montaña.Vino a luz como los niños,desnuda de cuerpo y alma,sin que tuviera al nacerprenda que echarse a la espalda.Mucho tiempo estuvo inmóvil,muerta al espejo su cara,recluida en el sepulcrodel corazón de las lavas.No fue fácil desasirsedel vientre que la engendrara.Noches como soledades,demonios de luengas garras,diques de diente de perro,la tenían sojuzgada.Y a quienes debes tu cantovoy a decirte en voz alta.Hombres con rostro y familia,hombres que visten y calzan,riesgos, hambres y laderasen busca tuya horadaban.Sonrisas de la destreza,hondos brazos, manos claras,los salarios de sus penaseran de sed y esperanza.Por eso las galerías-boa a oscuras, vena a gatas,creyones de húmeda muerte-

La Guancha

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imagen y semejanzason de aquellos que caminanpara dar cielo a sus ansiasy ver si en su vida estérilpor fin amanece el agua.Pero a veces quedan dentro,hechos ya noche cerrada,sin que puedan en sus ojosnacer las luces del alba.El agua que ahora miroson sus piernas amputadas,los brazos que no volvierona descansar en su casa,y tu mundo de rumoresmuñones de sangre blanca.Para que tú seas libresiguen manando las lágrimasde recuerdos que barrenan sin pólvora las entrañas.Y ante El Pinalete estoymirando correr el agua,todo su cuerpo cancióny toda sollozo el alma.

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ME fui a San Juan de la Ramblapara hacerme a la medidaunos zapatos a pruebade malpaíses y hortigas.No unas botas de cien leguaspara saltar de isla en isla,que para andar por la marno hay calzado todavía.Sí unas botas saltamontes,sin frenos ni cortapisas,trabajadas en el moldede un vuelo de golondrina,que no teman escalardegolladas y colinas,ni dar muerte a las alturasigual que a toros de lidia.Botas para perseguir la liebre de las ermitassiempre royendo el silencio de violetas lejanías.Botas para andar de piey a las claras noche y día,no acostado de temor,mendigando y a hurtadillas.No botas para moriren medio de las jaurías,sino que le den al diablopuntapiés en la espinilla.Unas botas que no sepanhacer del hombre una víctima,volver la espalda ni huirni caminar de rodillas.Botas que dejen al pasohuellas de las que se diga:este es el rostro de un alma

San Juan de la Rambla

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cargado de rebeldía.No botas para cruzarel camino de la vidaa caballo y sobre rosas,acobardado de espinas.Botas que puedan leersobre la tierra que pisancómo mueren las distanciasy se hacen luz las semillas.Botas para la ternuraque, cuando besan, se empinanigual que los surtidores,la libertad y las espigas.Botas para caminarel dolor y la sonrisa,la sombra verde del árbol,la casa y la mano amiga.Botas para darse el gustode dar la vuelta a la isla.

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a José Díaz Martín

FUI un hidalgo de mis cepas.Esta es toda mi prosapia.Pechos tristes se ensancharonal calor de mis entrañasy algún corazón de hieloardió convertido en ascua.Tal vez estuve presente en pactos, guerras o alianzas,pero hay cosas que es mejorolvidar que recordarlas.A nadie puse reparospara beberme, palabra,que si fui trago de reyes también lo fui de piratas.Vine a menos y emigré.Con el azar a la espalday los cielos por monterase desplegaron mis alas,trabajando lejaníasque a mi solar me acercaban.Y así, bregando horizontes,rejuvenecí mi casa.Ved mi Drago, soy yo mismo,Icod con toda la barba.Sus cicatrices no sonvejez ni tiempo que pasa;son mis heridas, las vuestras,que me salen a la cara.Son mis penas, vuestras penas,por los que en tierras extrañasen vez de vino y ternurafueron silencio y mortaja.Creéis que el Drago se yergue

Icod de los Vinos

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en el cepo de una plaza,y que tocáis sus raícesy lo alzáis en la mirada.Y no es cierto. Lo que veises la sombra que descansade ese árbol que se ausentapara adentrarse en el almade todos los que partieroncon su hatillo de esperanzas.Ellos lo sienten más joven,lo viven desde su infancia,y entre su tronco y los brazosque desnudan las distanciasno hay mares de oscuridadni prohibitivas vallas,que el querer no necesitade pasaportes ni aduanas.Mis barrios son el retornode aquellas nómadas ansias,la sortija del prodigio,el collar en que se engastan,la alegría del panaly el bordón de la guitarra.Los soles de los sudoresy las lunas de las lágrimasen lo que miráis crecer-¡tan verdes!- de la ventana.Y mis viñedos exhibenaltos peinados de galacomo si los que aderezan estos copetes de ramasfuesen, más que agricultores,peluqueros de esmeraldas.Y estas manos que me mimanson las que escribieron cartas

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con los rasgos de sarmientosempapados de nostalgia.Y si hoy es la sonrisaquien da expresión a mi caraes porque al rostro de Américaemigré para encontrarla.

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EL fuego, la mar y el hombrese disputan Garachico.El volcán, melado y lumbre,y el mar, correlón y giro.Que vengan los cuidadoresa ver estos dos magníficosgallos de casta y peleadando suelta a sus instintos.En los hombros de la alturahacía el volcán su nidoardiéndole en las entrañas una riña de cuchillos.Y con la cresta sangrandorodó cumbre abajo herido,clavando los espolonesde ciega lava en los riscos.Estamos frente a sus restoscomo si estuviera vivoque al que da a vida su muerteno le echan tierra los siglos.Y el otro gallo, la mar.Catapulta y torbellinooleaje del revuelo,cresta blanca, pecho en vilo,abrió sus alas de espumay rayo del levadíodejó varado en la orillaun cementerio marino.Pero el hombre se sostuvosin salir de su recintocon más pasión que el volcán,tan hondo como el mar mismo.Este es un pueblo con formade cubierta de navíoanclando las tempestades

Garachico

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casi en las playas del mito.Y en esta ceja del rostrodel agua que es Garachico,en este lunar de tierraque sonríe a los peligros,en esta uña de afanessalvada del cataclismo,vacunado contra riesgos,muy señor de su destino,mantiene su corazónen un sereno equilibriocon la intimidad fecundaque alberga el grano de trigo,con el trabajo que sueñahorizontes y espejismos,con la libertad que buscarumores de paraíso.Es isla baja y qué altasu arboladura y el signodel hombre que se liberadel miedo a ser destruido.Vive casi sobre un yunque,pero no existe martillode los montes o las olasque lo convierta en añicos.Y así, pegado a la roca,el pueblo de Garachico,sin dar su brazo a torcer,al mar y al fuego ha vencido.

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SIN detenerse un instantela isla baja continúay en Los Silos se recreacambiando de vestidura.De punta en blanco, a gran tren,tan largo como una grúa,es un camino de mesaen el fiel de la blancura.La espalda del platanalvertebra en esta columnade fachadas y de acerasque no se doblega nunca.Es deportiva la flechaen que encarna su figura.Tiene trazo de concienciay vigor de catapulta.Elásticos maratonespor las venas le circulanacelerando hasta el fondolas metas de su aventura.En esta geografíano se aclimatan las curvas;usan bastón y corbata,no arco iris y herraduras.Las plataneras se adueñan del pueblo de punta a puntay apretándose en manadaslevantan sus verdes grupascomo acericos que esperanalfilerazos de lluvia.No son castillos cerrados los roques que lo circundan:tienen radar en la oreja,abren sus vallas y escuchancomo la pena y el llantocelebran también sus nupciasy cómo no son las lágrimas,

Los Silos

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entre flores, menos duras.A veces son rebeldía estas montañas adustas y su traza guerrillera viste, para la aventura,barrancos en banderolay sombreretes de bruma.Pero el pueblo sigue abajosin abandonar su rutani querer crucificarseen calvarios de amargura.En su juventud se avala,con el trabajo se ayunta,sus amores tractorizay se convierten en fruta. Que arrojen piedras si puedenlos que estén limpios de culpa.Arriba, en Tierra del Trigo,dejo un nombre en la penumbra,sobrio como un epitafio,cordial como la ternura.Él me enseñó con el picoa trabajar en las dunas.Era de aquí, de esta luzque siempre baja tan pulcracon peineta y con mantilla.De aquí era, de esta cunadel aire, que canta nanasy las macetas arrulla.De estos colores que giran como los trompos de música y dicen, dicen Los Silosy sólo esta voz pronuncian.Que maduren las campanasy que repiquen las uvas.Vamos a tirar cohetes que lleguen hasta la luna.

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YA estamos en Buenavista.Acorde, trato, conciertode la montaña y la marfraguaron su nacimiento.Aunque le sobran alturasno se perdió en vericuetos,hizo su nido en la rasamano abierta del terrero.La llanura de las aguasdictó a la isla este pueblo.Sus araucarias guardanlas pruebas de tal convenio,que araucarias son torresy jarcias al mismo tiempo.Sus calles se van al campo,ganan espacios abiertos,se transforman en paisajey se pierden a lo lejos.Una herencia de horizontesmontó aquí su campamento,se sube a las azoteasy no renuncia a sus fueros.Amo estas calles que soncaminos con hombres dentro, y que saludan muy alto,con un bien calzado acento;un saludo a boca llenaque no se lo lleva el viento.Aquí no hay encrucijadasque te dejen en suspenso,aquí las calles van sueltascomo los rumbos veleros.Entre Blanca Gil y Mascapesó, sin tasa y sin miedo,en su redondo platillo,

Buenavista

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por arrobas, el silencio.Y a todo trance lo sigueen su cedazo cerniendopara amasar la maquetaque haga diana en sus deseos.No es un camino de paso,pero tampoco es un ceroa la izquierda del poniente,sino la yema de un dedo,el escalón más difícila lo más alto subiendo.Y no es que quiera ocultarse en el vértice de Teno,ese toro al que la marjamás asió por los cuernosy al que brega Buenavistapor amansar, pretendiendohacer de su lejaníauna calle más del pueblo.Con tantas cuevas de sombraesta montaña es un ecode un rostro al que la virueladejó lleno de agujeros.Y aún calada la viserade las justas y torneos,mira cómo las cometasson cascabeles de cielo,y cómo las tejas rojasruborizan el cementoy que el mundo en que ha nacidono corta a lo antiguo el cuello.Si por tu ayer rompo lanzasa tu futuro me entrego,que si el mar y la montañacarácter y voz te dieron,

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de una isla puedes serel equilibrio y el riesgode una oleada en la cumbrey de valles marineros,dando tálamo de espumaal más audaz rascacielo.Porque sean tus espaldassensibles "ábrete sésamo",porque tus cimas arrullen con la intimidad de puertosy porque puedas dejarde ser estación de término,levanto por ti mi copahasta la altura de Teno.52

HELO aquí, verde lejano,pastoreando en la cumbrela gorda res del silencio,los volcanes y las nubes.Nace en el filo de un lomoy a lo más difícil subecomo si fuera a ordeñarrepletos cielos azules.Es atleta montañero,un pueblo que aún no sufreencrucijadas de asfaltoni peso de muchedumbre.Del viento aprendió a ser librecon esos imanes que unenla sonrisa a los coloresy el tomillo a su perfume.Desde el vientre de la alturavacía el volcán sus ubresdando suelta a las balizasandariegas de la lumbre.Pero El Tanque no se mueveni de sus fogones huyeque quien lucha a rajatablaya ha adquirido la costumbrede tutear la amenazade las fuerzas que destruyen.Ni siquiera dice adiósal mal inspirado númendel fuego que, descendiendohasta la ribera, fundela libertad de la piedraen lava de servidumbre.Y aunque el buey de los crepúsculoshierbas de silencio rumiey se acuesten las esquilas

El Tanque

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y las penas se desnuden,la angustia no echa raícescomo en el alma de un túnel,que los pastos, aún dormidos,dejan sus tallos inmunesde oscuridad, trasminandoun sueño de verdes luces.Aún con las puertas cerradastodo en la altura discurrepara que canten los gallosy las auroras madruguen.Este es El Tanque, lozanaatalaya de la cumbre,pastoreando las resesde la soledad en las nubes.

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A grupa de los contrastesvoy cabalgando las penas,verde, mi frente, en el norte,morenas y al sur, mis piernas.El verano y el inviernojuntos en mi cama juegan:uno me tira del piey el otro de las orejas.No sé a qué carta quedarmecuando las nubes se acercan,si son gallinas de lluviao son gallos de pelea.Dos animales disparesme custodian y me pueblan:el manso buey de la alturaoyendo crecer la hierbay los colmillos de dogoque el fuego aguzó a la piedra.Río y lloro al mismo tiempo,el mismo tiempo que ordenalos almendros en la lavay en mi sangre las abejas.A la reina aquí decimosla mestra de la colmena.Sus partidas de ajedrezentablan en mis laderaslos almendros con las blancasy las lavas con las negras.Sólo ganan los almendrosal venir la primavera.Entonces llega la flor,y sin pasar por la iglesia,llámese nieve en la cumbreo espuma por la ribera,se echa vestida de novia

Santiago del Teide

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en los brazos que la esperan.Luz posada y cielo a gatas,mano cerrada y abierta,cenizas, hijos, simientes,roca en vilo y mar a ciegas,esclavitud, libertad,todo lo tocan mis cuerdas.Pero no tengo dos carasni es mi casa con dos puertas.Mi sudor no está en los mapas ni hay dos sangres en mis venas.Ni norte ni sur. Soy árbolque crece sobre la tierra.Cada uno está en su sitio,al César lo que es del César,que jamás me fui a pescarlos peces con escopeta,ni las aves con anzuelosni mi jornal con quimeras.Yo armonizo los contrariosy sin llaves ni compuertasme suenan pecho y espaldaen una misma moneda.Y con la frente en la cumbrey los pies en las arenas,los almendros en la lavay en mi sangre las abejas,tengo tan sólo una muertevuélvame donde me vuelva.

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a Pablo Martín Alonso

A estos parajes que sufrenel mal de ojo de los dioses los humaniza el trabajode curandero del hombre.Llegan de atrás, de muy lejos,de casi los mitos, dondeperdió el fuego sus zapatosy dio el infierno sus voces.Aquí la lava enseñódientes de presa y ceboseen rasgar las vestidurasde una tierra sin amores,no dejándole siquieraun respiro de cardones.Este es un cáncer de rocas,cresterías de rencoresque cortan, caricaturasde ríos como escorpiones.Y en medio, Guía de Isora,casi un espejismo sobrela piedra que ruge, un mártirde cal y ternura, al bordede morir a destelladasen un circo de dragones.Y de estas lavas que encarnanun maná de maldiciones las rebeldías prendieron,domesticando a la noche.Ved cómo bajan la tierrade arriba, de los rinconesdel mantillo, esas sienes que laten savias de bosque,para darle una melena

Guía de Isora

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de sacrificio y verdores a estos lomos de montañascon majestad de leones.La tierra a hombros, arcillade compañera que rompea cantar de nuevo el himnodel paraíso, en los brotesque la sonrisa del barropone en todos sus pregones.La tierra a hombros, costillade la flor y el horizonte,dos manantiales siameses,dos ecos de un mismo nombre.Estéril mujer ayer,entregada a los azotesdel fuego, y hoy ya con vientrede arrullos y de terronesal renacerle en los muslosel sexo verde del monte.Ahora las soledadesno montan aquí su corte,han perdido horca y cuchilla,trajes, silencios y honores.El cielo azul es el mismo,pero la tierra es más joven.Y aún lo es bastante másel trabajo de los hombres,enmendando y corrigiendolos designios de los dioses.

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EL barranco del Infiernoes para mí todo Adeje.Quien cruce sus soledadestan desvalido se sientecomo un fósforo de paloque contra el viento se enciende.Hay barrancos que te hablany que la mano te tienden;éste no es así, rechazaa todo el que va y que viene,se ensimisma en sus adentrosy sólo enseña los dientes.De pueblo abajo es la sedsu sexagenario huésped,pero del pueblo a los altosson muy otros sus quereres.Una orgía de peñascosencima de ti se ciernetriturándote el alientoy mordiéndote las sienes.Aquí lleva el alma unoprendida con alfileres.Todo en él es barroquismo;hasta el silencio se yerguede otro modo, con viseray sin tratos con la gente.En él mandan los cardonesque lanza en ristre florecen;las cuevas, que multiplicanojeras de caballete.Aquí el pájaro se expresacon una voz en relievey hasta las ramas del árbolde otra forma se retuercen.Desde el fondo de su cauce

Adeje

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el cielo azul es a vecesun remiendo de la altura,la buhardilla de un duende.Y siguiendo muslo arribael tajo de las vertientesllegas a un sexo de lavabajo las faldas del Teide.Cuevas, cuevas y más cuevasque te miran frente a frente:son las cuencas de los ojosarrancados por la muerte,son las sombras familiaresque convocan los menceyes,tumbas que la libertaddejó a la piedra en rehenes.Un patrimonio ancestralcon uña y carne defiendeno por infierno, por suyo,este barranco de Adeje.Y si ha calado tan hondoy tan alto se mantiene es que desea que nuncaen el olvido lo entierren.

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I

LOS CRISTIANOSal Sr. José Domínguez León,

en la amistad y la mar

AHÍ, aguantando la mar,tarajales de la arena,remangadas las raícescomo un marino las piernas.Ahí, trabajando el aguacon sus verdes de faena,luchando contra las olassin remos que los defiendan.Ahí, descubierto el pecho,celebrando a duras penaslos desposorios del marcon una isla morena.La mar se come los riscosque ponen coto a su fuerza;mas vosotros, tarajales,pulseáis mares de levay entre la muerte y la vidaqueda en tablas la contienda,pues no dobláis la cerviza quien os mueve la guerra.No gastan su savia en frutosni colorines de feria,que ellos visten el atuendode la gente marinera.Ni hace el nido ningún pájaroen su hirsuta cabellerade viejos lobos de maracorralados en tierra.Este es un árbol que llora

Arona

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con lágrimas verdaderascomo llora cualquier pobredesamparos y tristezas.Pero es firme y no le temeal viento ni a las tormentasy la amistad de su sombraes una mano sincera.El tarajal es también-sol a sol, estrella a estrella-árbol que suda su esfuerzo de resistir las mareas.Y ahí estáis en Los Cristianos como ejemplo de entereza.

II

VALLE DE ARONA

SUBIENDO de Las Galletases todo el valle de Aronauna siembra de volcanes saltando de loma en loma. Pero a pesar del asombrode tal rebaño de rocas,no es la piedra revolcándoseen el fuego lo que importa,sino cómo el hombre pudoentrañar su vida todaen cargárselos a cuestasy sudarlos gota a gota,fraternizar con su sed,tender el sueño en su costray en ellos dejar su muertepara que tuviesen sombra.Cuando por mi pensamiento

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camino tierras de Aronala soledad de la islase pone en pie a la redonda,descalza, medio desnuda,con su mandil de tahona,cociendo el pan de la seddesde la cumbre a la costa.Una soledad tan hecha,de tanto bulto y persona,que te la sientes pegadaal cuerpo como la ropa.Y tan de ti se apodera,de tal manera te ahonda,que se articula en palabrasque te golpean, y brotade los ojos cuando mirassu abandono, cuando tocaslos horizontes vacíosde un rumor de caracolas.Y esta soledad sin tacha, doncella que vive a solassedienta de agua y de amor,duerme su sueño en Arona.Que las retamas del Teideden su repique de aromasy le bajen ramos blancos para celebrar sus bodascuando las aguas le vistan su largo traje de novia.

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a Emilio Gimero Martín, a quiendebo la intimidad del sur de la isla

QUE no, que no sigo más,que aquí en San Miguel me quedo.Quiero mirar cómo el jabletransforma el erial en huerto.Aunque viene de otro sitioel jable no es forastero,tiene una isla por patria,no un miserable agujero.Donde él se tiende a sus anchas,allí donde coge el sueño, convertidos en oasisse despiertan los desiertos.No importa que sus marfilesse tornen en cenicientos, que es su alegría sentir crecer los tempranos senosde mujer de las patatasbajo el corpiño del suelo.Andas San Miguel y apenassi crees lo que estás viendo.Aunque se pierdan de vistatanto tuneral mostrenco,tantas orzas de montañas,tantas chispas de mechero, una ternura sin límitesrompe a cantar en tu pechocomo si también el jablele diera a tu pensamientoun corazón de cigarra,élitros verdes latiendo.Para la sed de estas tierrasel ocio no ha sido hecho:te mueres de hambre si montastabernas en este pueblo.

San Miguel

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En órbita colocada,La Centinela es el vuelode un pájaro contemplandolas letras de un alfabetode volcanes que escribieraa pulso y placer el fuego.Forman sólo una familia,pero adopta cada miembroel talante de montañaque mejor luzca su atuendo.Podrá llover a raudales,cambiar su moneda el tiempo,pestañear las espigas,aprender a hablar el viento,pero no tendrán mudanzaestas montañas de hierro,montañas enjaezadascon sus cráteres bermejos,que alzarán siempre en la cálidaperspectiva de los retos,sobre los verdes cultivos, su joroba de camello.Desde la mar son distintas,cobran vida y movimiento;al color le nacen alasy al relieve, espalda y pecho.Un rigodón de montañases menos tierra que cielo. Que no, que no sigo más,que aquí en San Miguel me quedo,para escuchar cómo el jable,con el primor de un jilguero,lanza vegetales trinospor rellanos y repechospreludiando la alboradadel amanecer de un pueblo.

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a Michel y Michèle García Enjolras,recuerdo de estos pinares.

ESTE no es pinar que tengatan sólo iguales dos pinos.Sin miedo, fuertes y sanos,se criaron desde niñosestos árboles que tienen,más que cualquier individuo,rasgos que sólo son suyos,talantes tan inequívocos,que cada uno podríallevar nombre y apellidos.A prueba de vendavales,cohetes de su destino,con trazo firme ganaronla cucaña de los riscos.Se ve claro cómo huyeron de uniformes y de asilosclavando su libertaden la raíz de sí mismos.Dura maestra es la lava,también la nieve y el frío,para no sacar derechos,con la alegría de un trino,a estos troncos que se yerguensin travesuras ni mimos.Son altos porque soñaronun interior paraíso,y de tal modo lo ansíanque por vivir siempre en viloen torno de ellos la sombraapenas si deja signo.Señores por su belleza,feudales por sus instintos,

Vilaflor

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sus soledades entregana los éxtasis más íntimos,pero sus ramas estrechancomo los buenos amigosy entonces cobran alturaconfidencias y hermetismos.Varoniles en su porte,sin abalorios ni brillos,alzan sus mástiles verdesdonde el viento hace sus nidoscon rumores de la mar,sondas, sendas, saltos, silbos.No quisiera despedirmeni abandonar el recintoque en alto sostienen muslosdorados como el estío.Con pena os dejo, con penavuelvo a ponerme en camino.Palabras, quiero palabrasdel tamaño del rocíopara abrazaros a todoscon todos los sueños míos.

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A Doña Inocencia Durán

DESDE la boca de Tauce,de estos hombros del silencio,candado del horizonte,miro la isla del Hierro.Desde aquí sólo es simientede soledad, un atuendode cíclope y galeote,un estelar pensamiento,escorzo de un meridianoque ceñía los misteriosde un mundo de lejaníasentre dormido y despierto.Hay que acercarse a su umbral,mirar con lupa de aumento,para ver cómo la sedretoña campos y pueblos.Entonces abre su valvay descubre sus adentros.Allí la prisa no prendeni a galope marcha el tiempo;va poco a poco, caminacasi con el paso nuestro,dejándole sitio al hombrepara cultivar los sueños.Mima la tierra sus frutos,mima el lenguaje su acento,sus lágrimas mima el llantoy la boca mima el beso.No sangra nunca, se ahondahasta la hiel de su espejoy es tan clavo del destinoque hace vibrar su tormentoque en cada gesto liberala intimidad de su seno,llámese trino o canción,

Hierro

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exprese protesta o juego,sea pastor de su angustiao dígase tango herreño.Niñez y aurora conservaigual que en un guardapelo y por ser tan primitivasgozan talante tan nuevo.Se calienta con su sangre,respira sus propios muertosy arde como un alma en penaen noche de carne y hueso.Por eso sus horizontescurvas son de los reflejosde un martirio que sonríeespinas de aislamiento.¿Y qué importa que haya bosquesy ciudades de cemento si quien en ellos habitaes tan isla como el Hierro?Dejadle secar sus frutas,echar al aire el sombrero,sacarle filo a las cumbresy hendir las rachas del viento.Así nos muestra la imageneste castillo roquerode su atlántica versióndel cuento de "Ábrete, sésamo",que son tesoros tambiénlas joyas de un cancionero,los arcoíris del almay el telar de los recuerdos.Y cuando no pueda hallarhamaca para el sosiegoy sea cada isla el túmulode un Garoé sin remedio,el cántaro de mi sedirá a llenarse en el Hierro.

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a mi prima Camila Trujillo Cabrerade Hernández

A cara o cruz he lanzadoa la mar una moneda;salió cuna y nací yo:cuna o concha es la Gomera.Súbete al roque más alto,silba con todas tus fuerzashacia atrás, hacia la infancia,a ver si el eco recuerdalas bordadas camisillasque abrigaron mi inocencia.Sílbame más, mucho más,que oiga las primeras letras del alba silabeandolos renglones de mis venas.Silba, silba sin cesar,y tráeme la escopeta,los caballitos de cañacon sus bridas y cernejas,el croar de los barrancosy las palmas guaraperas.Silba, silba sin descanso,hasta llamar a la puertade los que en lucha cayeroncon la rebeldía a cuestas. Sílbame el Garajonay,que va siempre sin parejabailando el santodomingocamino de las estrellas.Sílbame el ritmo de fuegocon que danzan tus hoguerasdando a la noche madurala juventud de doncella.

Gomera

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Sílbame el faro sus luces,los alfileres que vuelana hundirse en el acericoredondo de las tinieblas.Sílbame la sal y el agua,sílbame el pan y las penas,y la libertad que amamossílbala a diestra y siniestra.Cierto que no morirás,mas si algún día murierasentra en el cielo silbandoy silbando pide cuentasde por qué te condenarona soledades perpetuas.Y ahora silba más hondo,silba más alto y sin tregua,silba una paloma blancaque dé la vuelta a la tierra.

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a Blanca Gómez de Pérez y a Renán

LA sombra que esta retamade la mirada desprendeme lleva en su catalejohasta oír cantar las precesde pinares a La Palma,abarloada al poniente.La Palma no es soledad.Es la cabeza de puenteque sobre los océanostendieron los continentes.Para ella no hay fronteras,no emigra nunca ni puede;mar y tierra son caminosy andarlos le pertenece.Casi con forma de pezno cae nunca en las redesde hacer su patria en veredasque no partan de sus sienes.Y no es que cierre los ojosy al desamor alimente.Es que en la cuna aprendióque los volcanes no duermen,trabajándose en las cumbressilencios que el fuego enciende.Es que desde su niñezve que los días florecenla noche del horizontey las agonías mueren.Y así a su vida da fuerzala juventud de la muerte.Selváticas intuicionesracionalizan su mente.Jamás vacilan sus pasos,

La Palma

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van escritos en su frentey en los muros del hogarbien a las claras los tiene.No digo que son columnas,sí digo que son paredespara que el sol y la lluviasus esponsales celebren,en cueros como los niños y en alto como las fuentes.La Palma, yo soy La Palmaabarloada al poniente.Por la borda las nostalgias,mi raíz es Taburientey si lo quiero mayor lo multiplico por nueve.No me digáis que conquiste,esos son otros belenes,siendo dueña de mí mismatodo lo tengo con creces.Y así me llevo conmigoa donde quiera que fuere,que soy La Palma, La Palma,abarloada al poniente.

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a Domingo Velázquez

EN un velero, por sal,pongo rumbo a Lanzarote.Por la sal, esa simientecon la emoción del azogueque le dio sangre y latidoal corazón de la noche.Por la sal, mujer de todos,doncella siempre, aunque toquenlos dedos más popularesy los más negros carbonessu transparencia nupcialde mensajera del orbe.Por la sal, por ese llantode las salinas, en dondelas aguas del mar se muerensin campanas que las doblen.Bajo mi piel vas a gatas,mi sudor te reconocey si en mis ojos te citaseres aún más salobre.Las salinas, esos librosde páginas sin rumores.En sus potros de torturaexpira la ola y rompea blanquear su esqueletoigual que si fuera un hombre.Somos salinas, salinasdesde el fondo hasta los bordes,que nos ponemos de piesobre sus blancos talones.La sal, jilguero del alba,que a la sombra desconoce.La sal, que en nuestras cocinas

Lanzarote

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de punta en blanco se ponepara que el diente del ajola conquiste y enamore.La sal, hirviendo en el aguade cazuelas y peroles,convenciendo a las patatasque son blandos corazonesy poniendo en las legumbres la sonrisa de los dioses.La sal, pregón de justiciaque iguala con sus saboresen un mismo paladarhambres de ricos y pobres.Por todos los que te quieren y cortejan tus terrones,en nombre de los suburbios,las abejas y los bosques,sube por mi sangre arribay en la esfera de las torres marca la aurora desnudade los que buscan el norte.Diapasón de la esperanza,paloma y piedra de toque,que la libertad del maren el Janubio se posey se convierta en la sal de cuerpos, almas y voces.Con esa sal que liberade todos los sinsabores,con esa sal, mi veleroregresa de Lanzarote.

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a Ángel Acosta

POR un camino sin sombrame voy a Fuerteventura.Tengo sed de campo raso,estoy cansado de alturas.Es, ésta , tierra planchadaque puso sin Dios ni ayudasu rampa de soledadesantes que nadie en la luna.Con su forma de tunerade norte a sur me saluda.No son mis pies los que andantu anverso de punta a punta,es la balsa de mi espaldaque se hace alberca en la tuya.Tendida está a pierna sueltapara dormir con holgura.Calarle al hombre el silencioen esta isla se escucha,endureciendo sus huesosy cavándole la tumba.Las aulagas han bordadola camisa de la angustiacon iniciales que tienentodas las letras picudas.Se agachan las parameraspara que el viento construyajaulas sin rejas ni techoen donde canten las dunas.Aquí se afrontan las horascon alma tensa y desnudaaunque de manar no cesenlas fuentes de la amargura.Pero la sangre golpea

Fuerteventura

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hecha corcel y andadura,enciende pechos y hogaresy, roja flauta, modulaen el vientre de las ansiashijos con nombre de lluvia.Pero esta luz, esta luzque nos clava y nos desnucala sombra, como maquetade nuestro genio y figura.Esta luz, loca de atar,que nos delira y deslumbra.Es un tigre que no duerme,de tan salvaje bravuraque a los filos de una espadadaría muerte en la lucha.Es una luz que nos muerdeigual que las quemadurasaunque vaya por las puertaslimosneando penumbras.En la sed sólo se apoyasu mano de vagabunda.Y no solamente en ti,también nos arde y dibujalos perfiles sin entrañasde unos desiertos a oscuras.Y es verdad que todos somosun poco Fuerteventura:en nuestros brazos abiertosla sed no se apaga nunca.

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a Felo Monzón

YA desde aquí en adelanteme seguirás en la marcha,cresta de la lejanía,esposa de la distancia.Sobre los hombros del martoda isla es tierra en andas,una tierra a contrapunto,una tierra desterrada.No puedo intuir siquierael pinar de Tamadaba,pero los amigos síque los tengo en la mirada,tanto los que están en piecomo al fondo de Jinámar.Para saber que te llevoen el costado clavadano has de leerme la mano,ha de bastar mi palabra.Mas si la quieres leerverás tan sólo en sus rayaslos caminos de una islaque se llama Gran Canaria.Caminos que me conducen,sombreados de esperanza,a roques que no se nublany a piedras enamoradasde dialogar con las cimasde sueños que no se alcanzan.Sé que no dejas el tiemponunca en barbecho; descansascomo mares y trigales,rizando siempre la espalda;que jamás se te hace tarde

Gran Canaria

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ni coge el sol en la cama.Mas yo aprecio sobre todotus descartes de baraja,los rincones que conversan,el trapecio con pestañasdel faro que da sus vueltaságil de luz y de alma,la intimidad del silencioen la alberca de las plazas,las palabras que caminanla noche, redondeándolacon ternura de tahonaoliendo en la madrugada,y más que nada los brazosdel afecto, que levantany visten a los balandrosde la amistad velas blancas,unos balandros que nuncacambian el rumbo o naufragan,esas versiones de amigosque contra bosques de lanzasen aceite convirtieronlos bofes de las borrascas.Es tarde. En mis travesañosse recogen las palabras.Es la hora en que la sombray la montaña hacen tablas.Todo se irá y volverá,todo vuela a ser mañana:el mar, las islas, el viento,la sed, la angustia y el alba.Amigos míos, salud.Buenas noches, Gran Canaria.

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a Álvaro Requena y Juana

POR el sur marcha la noviaa casarse en Granadilla,en Granadilla de Abona.Un paisaje medievalviste por traje de cola.Con los índices en altolos cardones, que retoñanorfelinatos de almenasy un certamen de pagodas.La tabaiba, con su lechede bíblica comadrona,sin un fruto que criaren la cárcel de las hojas.El tabú de las piteras,ese orzuelo de mazmorraincubador de medusasque se hubieran vuelto locas.Y las tuneras, blasfemiasde un reinado sin aromas;red de dunas, la barrilla,y las aulagas, manoplas.En cámaras de torturafue diseñada esta floraque el potro de los tormentosacabó por darle forma.Tan sólo el jubón del balo,entre tanta espina en contra,modula un verde sensibleal pájaro y a la rosa.Calzando espuma de mar,bajo este traje, la novia-floreciéndose de vidaen los pechos de las lomas-

Granadilla

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sonríe un rostro de callesdonde le caen las ondasde los nupciales naranjosque la sellan y coronan.Si en El Médano es sirenapor la gracia de las olasen Charco del Pino tieneexcelencias de paloma.Y si preside el cernícaloel jadeo de la costa,el nidal del caserío,con sus pestañas de sombra,le da cara de mujerque a la ventana se asoma.Naranjos de Granadilla,islas en alto, lisonjasdel relieve, surtidoresde las savias que remontanlunas con buche de almíbaren un trapecio de frondas.Que nadie venga a decirmeque no levantan su copaestos naranjos en florcon gallardía de boda.Que nadie pregunte, y veacómo su vuelo remozanlas abejas al libarlas mieles de sus corolas.Que todos miren y aprendanque en la isla hay una noviacoronada de azahares:es Granadilla de Abona.

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ENCOMIÉNDENSE a los diablosy cierren todas las puertasque el tiempo sur se ha escapadode un manicomio de hoguerasy desde el mar a la cumbreestá horneando la tierra.Nadie le mete en cinturasus lanzallamas y teasy contra sus pedernalesno hay refugio ni trincheras.Hierve la luz y el ambientecomo una nata se espesaendureciendo los rictusdel rostro de las tormentas.Avispas, saltan avispasdel sol que raja las piedrasy jadean los colorescon toda la lengua fuera.Ningún sonar de tambor,trueno, campana o trompeta,podrán igualar a estas rachasen resonancias tan épicaspara convocar simunesy movilizar centellas.Tambor de desesperanza,redobles de la aspereza,que marchitan las raícesde los riscos y las venas.Hacerse voz el mutismoy romper a andar las tejas,echarse a volar los pinosy abanicarse las cuevas,todo puede ser primeroque alborear la proezade devolverle la vida

Arico

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al mencey de la leyenda.La piel de Adjoña se extiendepor todo Arico, resecacomo una momia, tendidaen la tosca amarillenta.El tiempo sur no podráprender la chispa en la yesca,ni hacer zumbar en sus sieneslas alas de las abejas,ni meterle por los ojoslas púas de las candelas.No podrá su soplo ardientellegar hasta su osamentay armar de vigor su brazo,airón de sin par destreza,que le imprimía a la ondael júbilo de una flecha.Todo el término de Aricoes la piel, a flor de tierra,del mencey que derribó,en golpe de onda certera,con la piedra de su muerte,el temblor de las estrellas.Y este sudor de volcánque corre a campo traviesaes el recuerdo aún calientede un mencey a tumba abierta.

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PARA gozar una cuevano hay lugar como Fasnia,Fasnia de los ojos verdesy de las tierras doradas.Ladrar ya puede el veranoy sacar el sol la garra;pero la cueva, en cuclillas,con su mansedumbre a gatas,su cogollo de lechugay su redondez de talla,no te regatea nuncasu sombra samaritana.Y cuando arrecia el inviernoy tiritan las montañasigual que un huevo calientees para ti su morada.No te da lo que le sobra,te da lo que te hace falta,que su corazón inundauna bondad de patata.La urgencia de los caminosy las prisas en volandasla encuentran siempre en el quiciodel meollo de la calma.Su pupila de ternurarefresca las hondonadasdonde el maíz despereza,bajo el toldo de las llamas,sus rumores. El maízque no abandona la guardia,que jamás pierde la línea,la mazorca ni la barba,aun cuando duerma la siestasobre un pie, sin otra hamacaque su ilusión de ser trino

Fasnia

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y sonreír al que pasa.La cueva ve los viñedosy a sus pechos de uva blancaofrece su intimidadde bodega, su canastade penumbras, que en la toscatrabajó el pico y la pala,paladeando la mieldel descanso en su garganta.Paz en medio del incendioque los fuegos arrebatan;paz en medio de la lluviaque a cántaros se derrama;paz para el hombre que buscael asilo de sus alasy las ubres del silencio,convirtiéndose en crisálidade una fuente que encontrómadriguera como un alma.Aquí la luz echa grelossobre la tierra descalzacasi con la sencillezde una esposa cuando habla.Y hasta puedes prescindirdel cuello y de la corbatasi amas verdad y desnudezy a fondo quieres tratarla,que en una cueva está dichotodo con pocas palabras:desde que nació a su sombrajamás le volvió la espalda.Y ella es más feliz que nadieen este suelo de Fasnia,Fasnia de los ojos verdesy de las tierras doradas.

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PARA contemplar a Güímarno vale la línea recta,si quieres verla del todohas de volver la cabeza.No es que este rincón ni aquélse escondan en madrigueras,sino que sus perspectivascorren a campo traviesatrabajando los labradoscolores de su ruleta,desde la mar a lo alto,sobre de unas paralelas:a un costado, la montaña,al otro, el río que enseña,ya muerto el rugir del fuego,rompientes lavas de presa.Sangró el volcán en la alturacomo un gallo de peleacayendo herida la cumbredesde el filo de su cresta.No pudo ganar las aguas,uncirse con la ribera,porque el pecho de esta costaes coraza y resistenciay aun con el pinar ardiendole puso al fuego compuertas,que nunca tuvo este valledebilidades de cera.La embestida del titánhalló su guardia cubiertay ahí quedo su espolón-madura noche de piedra-igual que una cicatrizen el rostro de la tierra.Güímar, cordial y aguerrida,

Güímar

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laborando sus cosechasde relámpagos de hombreshechos de una sola pieza.Güímar, rumiando silencios,guardándole al sur las puertas,jugando a pares o noneslavas, colores y almendras.Un veintinueve de junioperdí las propias y ajenas,las dulces y las amargas.No siento lo que valieran,sino que tenían duendede ojos de mujer morenay yo quería ponerlespestañas, luces y flechas.Güímar, de cara redondaigual que una luna nueva,encendiendo lumbres verdesen rocas amarillentas,entre las olas y el montelanza al aire su monedadándole rumbo a sus sueñosy hogar a sus sementera.

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a Arístides Ferrer

SI oís el agua en las calleses que ya estáis en Arafo.Un agua madrugadora,con urgencia de recado.No se detiene con nadie-romera de pie descalzo-cuando baja de los montes,alegre y sola, cantando.De tanto y tanto quererla,al maizal enamoradola piña del corazónse le ha abierto en el costado.Viéndola pasar, desnudagacela de los picachos,la vid, de lejos, le ofrecelos zarcillos de sus pámpanosy a la popular patatase le pone el pecho blanco.Su libertad de la cumbrees la cosecha del llano.Por eso, ante ella, el hombreque cruza sediento el campo,echa la rodilla a tierra,en silencio prosternado,que al agua, como una madre,se la toma con los labios.Los hilos del agua bordanvegetales cañamazos,sin dedal y sin agujas,día y noche trabajando.¡El agua! Esa costureraproletaria y sin descanso.No tiene sombra ni muerte:

Arafo

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su transparente regazoes solo tiempo que fluye,pero tiempo humanizado.Y, aun corriendo, fugitivahace suyas nuestras manosy vestida de hojas verdessube a las ramas del árbolpara poner la esperanzade bandera en los más alto.Es también sueño de paz,no paz de espejo y remanso,no una paz de compromiso,sino paz que va buscandomanos y frentes cordialesque no la hagan pedazos.Trino de pájaro y cumbre,entre las piedras y el barro,el agua canta y sonríeal borde del mismo llanto.Y de estas aguas que cantanmana el corazón de Arafo.

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TENGO pintadas de un verdegemelo de las tunerasla finca de mis amores,mis barcas candelarieras.Con ellas salgo a pescarcuando asoman las estrellas;cho Juan gobierna la mía,yo llevo la de mi suegra.Pero esta noche la martiene muy mala madera;se ha puesto toro y no hay murode lluvia que la detenga,tajamar que la domineni timones que la entiendan.Esta noche no podránir a ganarme las perras.Son de talantes esquivosvaradas en la riberae íntimamente cordialessi las espumas las besan.Y qué gusto da mirarlaspor esas mares afueracomo dos buenas muchachascolumpiando las caderas.Pero este dichoso surse está comiendo una brevaaunque las sardinas campencomo si nada ocurriera.Y no veré sus gorgorasni empuñaré la jareta.Las sardinas son muy suyasy van formando una pella,sólo si huelen toninasse desparraman y riegan.Desde que tengo razón

Candelaria

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son las sardinas mis perlas,mis relámpagos del gozo,mis hierbas de curandera,mis higos chumbos del mar,mis cheques de Venezuela.En torno de sus puñalesmi noche está dando vueltas.Las quiero como a mí mismo,son los frutos de mi hacienda.Por los planchados azulesquedan a la descubiertalos almidonados fuegosque burilan las candelas.Y viéndolas se me vanlas angustias que me arenan,ardiendo en sus argentíesla obra muerta de mis penas.Esta noche no será:ni agenciaré mi molienda,ni podré pegar un ojo,ni dar fondo a la tristeza,que yo me la paso en blancocuando se pone tan negra.Si siguen así las cosasla virgen me favorezca,que si todo viene a pelosoplando el viento a derechas,me basto solo y me sobrocon mis brazos y mis piernas.

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a Domingo Molina Albertos

AY Santa Cruz de mi vida,qué bien enciendes el alma;ver tus luces es sentirque estamos ya en nuestra casa.Los caminos bregadoresque andan la isla y desandanal vislumbrante aligeransus borriquillos de carga.No importan que lleguen tardea descalzar sus andanzas,como madre los esperastoda tu rostro ventana.Dame la mano, que logreizarme a tus atalayas,esa mano chicharrera,cordial y republicana.Para labrar tu albedríola tierra no te fue llana,solamente dispusistede la mar y la montaña.Montañas de firme angustia,montañas con la esperanzade redimirse y correrhacia donde nace el alba,llevando a enterrar las penasen tus valles sepultadas.Pero la mar sí te diohorizonte de manzana,ligereza de balandroy corazón de muchacha.La mar, sin llaves ni rejas,la mar, soledad que canta,acunando libertades

Santa Cruz

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en medio de las borrascas.De las olas aprendistea vivir su democracia:todas distintas y todasrumor del pueblo que clama.Si la tierra dijo nodejándote sólo Anaga,en los brazos que te remanllevas tu estirpe tatuada.Una estirpe marinera,de singladuras sin tacha,que está escrita en los analesde las piedras que te lanzan.Los discos rojos y verdesde tus calles y tus plazasfueron antes aguas vivasbalizando las distancias.Capital de transparencias,urbe en las proas del agua,para los mares de levaqué luchadora es tu barca.Hoy creces como la espuma,esa amiga de la infanciacon quien jugaba tu arenaal matarile en la playa.Ella está siempre contigo,te sube casi en volandasal caballete en que posanlas paredes de las casaspara escalar las alturasy guardarte las espaldas.Bolsillo de lejanías,estafeta de bonanzas,los rumbos buscan en tiel punto final del ancla.

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Llorar casi nunca lloras,pero si brotan tus lágrimasson de injusticias que trinan,no de mujer despechada.No temas, tu intimidadde todo riesgo te salva,que aun a las noches de lobocon tu nobleza desarmas.Ciudad de pájaro en vuelo,domingo de la mirada,arrodíllese mi vozy cúmplete en mis palabras:algún día tus mercadostendrán de la mar naranjas.Oh luces de bienvenida,nido en las proas del agua,a mi descanso le esperatu sonrisa de almohada.

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