226

Libro Malvinas,ViajealPasadoV2

Embed Size (px)

Citation preview

  • 2

    Miguel Savage

    Malvinas Viaje al pasado HISTORIA DE UNA HERIDA QUE NO PARA DE SANAR

    Miguel Savage

  • 3

    P R L O G O

    Mi nombre es Miguel Savage, y soy un sobreviviente argentino de

    la Guerra de Malvinas de 1982. Pertenec al Regimiento 7 de

    Infantera Mecanizada de La Plata.

    Han pasado casi 30 aos de aquel suceso que marc para siempre

    mi vida y todava me pregunto quin hubiera sido yo, si esto no

    me hubiese ocurrido.

    Esta debe ser la quinta vez que intento sentarme a escribir esta

    historia, siento el impulso visceral de documentarla, de registrar la

    catarata de imgenes y emociones que me invaden. Pero cada vez

    que, con muchsimo esfuerzo, me sumerjo en mis recuerdos,

    siento que me dominan, que esos fantasmas todava estn, y que al

    sentarme a escribir me oprimen y perturban. Es como que puedo

    bucear durante un rato en ellos, pero rpidamente necesito salir

    para refugiarme en el presente La decisin -o necesidad espiritual- de registrar en papel esto que

    me ocurri, viene ahora a mi mente con ms intensidad. Lo

    empec a hablar con la sociedad recin despus de muchos

    aosy an leo en los rostros de la gente asombro, incredulidad, y muchsimo respeto.

    Muchos me dicen: -Vos tens que escribir la sociedad no sabe nada de lo que pas all. Y tienen mucha razn. Adems lo quiero hacer con total crudeza, tal cual como lo viv.

  • 4

    Captulo 1

    A o 2 0 0 1

    Nuestro querido pas, devastado por dcadas de polticas

    neoliberales, transitaba la peor crisis econmica de su historia.

    Como comerciante, lo sufra en carne propia.

    Tengo un negocio de venta de artculos rurales y siderrgicos y en

    el 2001 se cort la cadena de pagos. Mis clientes y amigos, de un

    da para el otro, dejaron de pagar.

    Me sum, como tantos compatriotas, en una vorgine de estrs

    imparable.

    Nunca antes haba tenido sueos relativos a la Guerra de

    Malvinas, hasta ese momento, en que me ocurrieron

    La pesadilla

    Estoy en mi pozo, en las ondulaciones inferiores de Monte

    Longdon. Es el 12 de junio de 1982. Los ingleses ya tomaron la

    cima, y los prximos argentinos somos nosotros. Toneladas de

    hierro caliente llueven del cielo. Est amaneciendo. Nos metemos

    en un pozo construido para tres personas y terminamos siendo

    siete soldados hacinados all adentro. Es dantesco. La temperatura

    es bajsima. Tenemos dos muertos afuera. Y a mi compaero

    Roberto paralizado de la cintura para abajo, por el dolor de las

    esquirlas que le ingresaron a la altura de la cadera, producto de un

    proyectil que cay a un metro de nosotros.

    El sonido de los silbidos y la aceleracin final de los proyectiles

    de mortero britnicos son estremecedores.

    Las esquirlas se incrustan como cuchillos calientes en las paredes

    de turba, y gran cantidad de vapor se desprende de ellas. Otras

    esquirlas que pegan contra rocas cercanas, producen un campaneo

    metlico.

    Suena a terremoto. Todo tiembla violentamente a cada impacto.

  • 5

    Un suboficial, que se haba hecho el macho desafiando a los

    ingleses a los alaridos durante los dos meses de espera, entra en

    pnico y se va de cuerpo encima. Entre llantos dice estar viendo a

    la virgen de Lujn.

    Yo rezo el Rosario a los gritos entre el bombardeo, y siento que

    no hay salida. Mi cuerpo tiembla descontroladamente, siento que

    me voy de este mundo. Me aferro con todas mis fuerzas a Dios y a

    los recuerdos ms dulces de mi niez. Me vienen imgenes en

    cmara lenta de momentos hermosos de mi infancia junto a mi

    madre y a mi abuela.

    Intento con mi casco hacer ms hondo el pozo haciendo presin

    contra la pared de turba, transformado en una especie de taladro

    humano.

    De repente y en medio de todo ese estruendo suena mi celular.

    Atiendo. La voz del gerente del Banco me despabila: -Miguel! Tens demasiados cheques rechazados.te voy a tener que cerrar la cuenta Tambin le grito, entre bomba y bomba. -Esperame que estoy en Malvinas.no puedo ir ahoratermino de combatir y voy! Adems, viejo.estoy peleando por ustedes.por la Patria! -Ac no hay Patria que valga, Miguel.te aviso que te estoy cerrando la cuenta.ven a firmar. -Nooooo!, grit Cae un bombazo casi encima del pozo y En ese momento me despert, empapado en sudor.

  • 6

    Captulo 2 L A CO L I M BA

    En la Argentina el Servicio Militar Obligatorio fue instituido en el ao 1901 por el entonces Ministro de Guerra Pablo Richieri,

    mediante el Estatuto Militar Orgnico de 1901 (Ley N 4.301),

    durante la segunda y ltima presidencia de Julio Argentino Roca

    La edad de los reclutas y el tiempo de su permanencia en el

    servicio variaron con el tiempo. En sus comienzos, se reclutaba a

    ciudadanos de entre 20 y 21 aos, y su duracin era de 18 a 24

    meses. En las dcadas previas a su suspensin, se reclutaba a

    hombres de 18 aos por un sistema de cupo variable por sorteo

    que los distribua entre las tres fuerzas armadas. Era de hasta 14

    meses de duracin y se lo conoca popularmente como "Colimba",

    palabra que se supone estaba formada por un acrnimo en alusin

    de tres actividades frecuentes en los conscriptos correr, limpiar y

    barrer. En el ao 1994, el asesinato de un conscripto de 18 aos -

    Omar Carrasco- a manos de dos soldados instigados por un

    oficial, puso en tela de juicio al Servicio Militar. A partir de este

    hecho, el maltrato a soldados en distintas guarniciones del pas

    tom estado pblico, y el 31 de agosto de 1994, durante el

    gobierno del presidente Carlos Menem, se suspendi la ley del

    Servicio Militar Obligatorio. Debe sealarse que la conscripcin

    militar no ha sido abolida. La Ley de servicio militar obligatorio

    sigue vigente. Puede ser puesta en prctica en tiempos de guerra,

    crisis o emergencia nacional. Estas condiciones son definidas por

    las autoridades del estado.

  • 7

    *Breve resea extrada de Wikipedia

    Creo que contar la historia del Regimiento 7 en Malvinas es una

    tarea delicada.

    Es tratar de explicar lo inexplicable es contarle al mundo cunto desprecio por la condicin humana tuvo la Dictadura en nuestro

    pas. Y decir tambin que Argentina tiene hroes visibles y hroes

    annimos.

    Malvinas ha sido el captulo final de esa cruel dictadura, y

    nosotros, los soldados conscriptos, sus vctimas directas.

    Deseo relatar fielmente mis impresiones como testigo ocular de

    cmo funcionaba esa dictadura, y voy a comenzar por el principio:

    por mi primer da en el Ejercito Argentino.

    La Plata

    Ao 1981

    Fui llamado a cumplir el servicio militar en marzo de 1981, a

    travs de esta carta.

    Ejrcito Argentino

    RI Mec 7

    Coronel Conde

    LA PLATA, 20 MAR 1981

    Seores Padres:

    Tengo el agrado de dirigirme a Uds.

    en mi carcter de Jefe del Regimiento 7 de Infantera

    Mecanizada Coronel Conde, lugar donde vuestro hijo,

    en cumplimiento al sagrado deber que tiene todo

    ciudadano argentino, ha sido incorporado para prestar

    su servicio militar a la Patria.

    Es mi deseo que os sintis

    orgullosos de esas circunstancias, ya que este

  • 8

    histrico Regimiento de Infantera, nacido casi en

    los albores de la nacionalidad, cubierto de gloria en

    todas las epopeyas que lograron nuestra independencia

    y la de pases hermanos, hoy abre sus puertas para

    recibir con alegra y esperanzas a vuestro hijo, ese

    joven ciudadano que renovar con su trabajo y

    entusiasmo el espritu particular que siempre ha

    caracterizado al 7 de Lnea.

    Quiero que sepis que lo educaremos

    para servir a los ms altos intereses de la Patria,

    que buscaremos consolidar sus naturales sentimientos

    de amor a la familia, solidaridad al prjimo y a la

    comunidad, como as tambin lograr su plena

    realizacin en el orden espiritual y material.

    En ese objetivo pondremos nuestros

    mejores esfuerzos y capacidad. Os pido depositis

    vuestra confianza en nosotros y ayudis a optimizar

    los resultados que esperamos y confiamos obtener.

    Para su tranquilidad quiero

    hacerles saber que vuestro hijo ha sido sometido a

    una minuciosa revisacin mdica y ha recibido las

    dosis de vacunas necesarias para asegurar una sana y

    provechosa permanencia en las filas, junto al resto

    de sus camaradas.

    Sin otro particular y con la

    seguridad que habis comprendido la trascendente

    importancia de este esfuerzo compartido para bien de

    esta juventud que es esperanza y futuro promisorio de

    la Patria os saludo con mi mayor consideracin

    RAUL IGNACIO PENA

    Teniente Coronel

    Jefe RI Mec 7 Cnel. Conde

    Hasta la ciudad de La Plata me llev mi padre. Mi viejo. l, como

    tantsimos argentinos de clase media, vea a los militares casi con

    admiracin. Pareca orgulloso de que yo entrase a la institucin

    como soldado conscripto, y para revalidarlo me deca: -Quedate bien tranquilo, ests en buenas manos. Pero me lo deca con tanta seguridad que, en la inocencia de mis

    18 aos, le crea ciegamente.

    En buenas manos?

  • 9

    As fue como llegu a La Plata. Un poco ansioso, pero seguro de

    que estara contenido, ms all de las ancdotas de otros jvenes

    de la poca acerca de lo duro del servicio militar obligatorio.

    Al llegar al Regimiento tuve una extraa sensacin, como si

    estuviera por entrar en calidad de preso a alguna crcel.

    Estaba inquieto.

    Cientos de muchachos de toda condicin social me acompaaban.

    Algunos estaban chistosos. Otros, ms preocupados, como lo

    estaba yo. Al cerrarse el portn se acentu mi extraa sensacin.

    Nos mantuvieron al rayo del sol durante todo el da, sentados

    sobre un playn de cemento, como si furamos reses de ganado.

    Esa era la sensacin, que nos estaban tratando como a vacas.

    Burocracia, listas, gritos, el peluquero rapando nuestras cabezas, y

    nosotros, todo el da sin poder pararnos, sentados sobre el

    hirviente cemento, como para limar cualquier inquietud que uno

    pudiera haber trado de la vida civil. Vida civil que a partir de ese

    da, comenc a valorar mucho.

    Haba un calabozo dentro del Regimiento, que estaba repleto de

    gente incomunicada. Le pregunt a un suboficial que haban

    hecho esas personas que estaban castigadas, y me contest: -Son traidores a la Patria, son Testigos de Jehov. Hasta que no juren

    la bandera, de ac no se van, algunos estn hace ms de 4 aos. Cosa de atormentarlos ms an, a estos muchachos les tiraban

    baldazos de agua en el piso para que no se pudiesen dormir, ya

    que los obligaban a acostarse directamente sobre el piso, sin

    colchones. Una colosal prueba de fe la de estos fieles!

    Nos entregaron el uniforme, nos inyectaron vacunas y cuando

    estuvimos listos, nos llevaron a una Estancia en San Miguel del

    Monte, provincia de Buenos Aires, adonde transcurri nuestra

    pauprrima instruccin militar.

    En Monte armamos las carpas. Cada soldado tena un pao, as

    que haba que armarlas buscando un socio con el cual aparejar las dos aguas de la improvisada cubierta.

    La instruccin fue grotesca. Nos levantaban a las 5 de la maana

    con un silbato, y nos tenan a los saltos todo el da, marchando

    durante horas al rayo del sol sobre calles de campo polvorientas,

  • 10

    casi ahogados por el calor, la tierra y la fatiga.

    Tambin nos obligaban a aplaudir plantas de cardo y de chamico,

    hasta que nos sangraban las manos.

    Nos ensearon a armar y desarmar el fusil FAL, e increblemente

    slo tuvimos un da de prctica de tiro real.

    Comamos guisos aguachentos y mate cocido con pan duro. Hasta

    que un da me enferm. Contraje enterocolitis febril, seguramente

    por el agua que sacbamos de un molino situado a pocos metros

    de las letrinas.

    Desde ese momento comenz el deterioro de mi cuerpo. A raz de

    esa patologa, me deshidrat. Fui perdiendo kilos a la vista de

    todos, pero nadie haca nada. Me dejaron tirado en la carpa,

    absolutamente solo.

    Estoy seguro que de seguir en ese estado, me podra haber muerto.

    Creo que sin proponrselo, me salv mi viejo cuando lleg el da

    de visita. Como me vio en tan delicado estado, llam

    inmediatamente al capitn Prez Cometo. No s que le habr

    dicho, la cuestin fue que este oficial me llev en su jeep -con

    cara de cierta inquietud- y en diez minutos estaba en una cama

    cmoda y limpia, dentro de la carpa-hospital, con suero e

    inyecciones de urgencia y el teniente Coronel Pena -jefe del

    Regimiento- dndome una amabilsima charla y compaa.

    En dos das ya estaba hidratado y en pie.

    Siguieron esos das de pueril trato por parte de nuestros

    suboficiales a cargo, en mi caso, del cabo Manuel Medina, quien

    pareca complacerse dando clases de soldado. l se senta infante,

    y en realidad lo era, pero me daba la impresin de que no nos

    estaba preparando para una situacin real de guerra. Analizndolo

    desde el hoy, estoy convencido de que el cabo jugaba a hacer la guerra. Para dar un ejemplo, una noche hicimos instruccin nocturna y

    debamos tomar prisioneros a los de la otra seccin que fusemos

    encontrando. Fue tomado un compaero como prisionero. Un

    suboficial lo at de pies y manos, y con las estacas de la carpa lo

    crucific sobre el piso, le abri los pantalones y alentado por la

    risa cmplice de los dems muchachos, le introdujo con crueldad,

    un hormiguero completo adentro del calzoncillo Pobre colimba,

  • 11

    l tambin termin en la carpa hospital. Jugaban con nosotros a la

    guerra esos tipos. Una materia pendiente de su infancia, quizs?

    Haba oficiales que parecan de mayor nivel intelectual que estos

    suboficiales, el tema es que no hacan nada frente a los excesos

    cometidos. La sensacin era que los dejaban jugar con total libertad. Extrao voyeurismo el de esta gente.

    La ropa, el calzado y las carpas eran objetos que ya venan muy

    desgastados por el uso, y la comida, era repugnante. Pero hubo

    una jornada diferente. Fue el da en el que lleg de visita el

    general Bussi, en ese entonces jefe de la Dcima Brigada. Esa fue

    la nica jornada de prctica de tiro, en medio de un exagerado

    despliegue de tanques y de helicpteros. Era un show

    artsticamente montado para el general. Acompaando ese gesto,

    nos mandaron ropa nueva -que nos obligaron a poner- y nos

    sirvieron milanesas con pur y hasta postre!

    Tal cual cenicientas, a la maana siguiente tuvimos que devolver

    todo. Y acceder a que reaparecieran los repugnantes guisos para

    no morir de inanicin. Por supuesto, la prensa argentina de aquel

    entonces, prefera ignorar todo esto.

    Al finalizar la instruccin de un mes, volvimos al Regimiento y

    nos liberaron slo por un fin de semana. Fue muy gratificante

    recuperar la libertad por unas horas. Verdaderamente me sent

    como un pjaro liberado de su jaula.

    Me haba hecho amigo de dos compaeros: Ral Ronco, de La

    Plata, estudiante de Ciencias Econmicas, y Norberto Paz, un

    muchacho muy amable y franco que haba ingresado en medicina.

    Ellos me ayudaron a rerme (para no llorar) de lo que nos estaba

    ocurriendo.

    Resumiendo, lo nico que aprend fue a marchar a paso

    redoblado, a hacer la venia, a contestar a los gritos cualquier

    pregunta, y a cepillarme los dientes en cinco segundos. Eso s: por

    tener varios kilos menos, me senta ms gil.

    Cartas van, cartas vienen

    Transcribo la primera carta que le envi a mi familia durante la

    instruccin, ese inslito entrenamiento que dur un mes, en donde

  • 12

    nos obligaban a mal aprender los fundamentos del uso y de las costumbres del Ejrcito

    Familia:

    Estoy haciendo la instruccin en la estancia Los Cerrillos en Monte (Km. 133, Ruta 3). Hoy es el 4to da aqu, y pasamos 4 en el regimiento antes de

    venir. Dormimos en carpas de a dos. La vida aqu es bastante dura para la

    mayora, pero yo no tengo problemas. Nos levantamos a las 5.30 hs. de la

    maana y a las 7.00 hs. ya estamos en pleno baile, el cual soporto

    perfectamente gracias a mi estado fsico de tenista.

    La comida es incomible, el lugar est muy bueno porque es una estancia que

    perteneca a Rosas. No nos dejan baarnos en los 35 das que vamos a estar

    aqu, y lo peor de todo es que nos tienen sin agua por perodos considerables

    de tiempo. Cuando salga del campo me voy a dar un buen bao y me voy a

    comer todo. Va a haber un da de visita: que va a ser el domingo 12 (DOCE)

    de abril a partir de las 11.30 hs., o sea dentro de 2 semanas y hasta las 18 hs.

    (o sea de 12 a 18 hs.). Si me van a venir a visitar vengan a las 11.30 hs. as

    almorzamos juntos, por favor traigan mucha comida rica para el almuerzo y

    coca-cola jugos helados y masitas con t caliente en un termo para el t, y

    tambin muchos caramelos, chicles, y tortas y budines y cosas que se puedan

    conservar 2 semanas ms porque el sargento nos permiti que nos trajeran

    comida de afuera. Probablemente ya hayan recibido un llamado del

    Regimiento 7, de parte del sargento ayudante Romero avisando que estoy aqu. Por favor llamen a Gustavo dicindole que venga tambin con Ricky y

    que me traigan si consiguen una radio porttil con audfono y alguna revista

    noticias del exterior actuales, porque aqu no hay nada para hacer. Si no

    saben cmo llegar: pasan el pueblo de Monte y siguen por la ruta 3 y va a

    haber un camin de PM (Polica Militar) y muchas motos, etc. para recibir a

    las visitas. Agradzcanle de mi parte a Morna por el acomodo porque si no

    estara escribiendo desde Ro Gallegos. Feliz cumpleaos para Edu. Cuando

    vengan traigan un equipo de sillas porque ac no hay nada para sentarse. El

    otro da lo vi a Alan Craig en el regimiento pero no pudimos hablar mucho.

    Si quieren escribir:

    Soldado Clase 62 Savage Miguel (1063) C.Correo Nro. 92

    7220 San Miguel del Monte Bs. As

    Un abrazo Miguel

    Segunda carta a mi familia durante la instruccin

  • 13

    Martes 28 de abril de 1981

    Familia:

    A esta carta la escribo un poco apurado, es que recin nos avisaron que el

    domingo 3 de mayo hay VISITA.

    Traigan de todo! Y algunas cosas como golosinas, corchos de botella de

    bidn, para tapa de cantimplora (igual que la que est en casa, porque no

    tengo la tapa), tambin alicate, porque lo perd.

    Avsenle a Gustavo por si tiene ganas de venirse en el Renault!

    Traigan pilas medianas (4) y 4 chicas. El horario es el mismo de la otra vez

    as que sugiero que estn ac a las 9.00 hs. de la maana para ser los

    primeros, aunque hay gente que hace cola desde 8 7 de la maana. En

    realidad cre que nos iban a largar antes, pero ahora una fecha clave es el 6

    de mayo. Estoy muy bien y comiendo mejor, el otro da fuimos al polgono de

    tiro con el FAL e hice 1 centro, es decir que anduve bastante bien, lstima

    que no nos dan ms das de prctica de tiro. Traigan repuestos para la

    prestobarba, pomada para lustre de zapatos; Traigan la Humor, traigan la

    cmara para sacar fotos y todo el equipo de la vez pasada (silla, etc.), papel

    higinico y muchas golosinas.

    Bueno los veo el domingo, no escribo ms porque me voy a hacer unos

    buenos salto rana por ah. Vengan temprano y acurdense que soy de la compaa comando seccin destino. Hasta el domingo,

    Miguel

    Tercera carta a mi familia durante la instruccin

    Mircoles 6 de Mayo de 1981

    Familia: Acabo de recibir la carta, son las 8 30 hs. de la tardecita; hace 3

    horas que salgo de la enfermera, porque el capitn me llev directamente en

    su jeep el domingo. Ah me internaron y estuve muy mal, es decir con mucha

    fiebre y diarrea, la enfermedad era enterocolitis febril. Me curaron con inyecciones para bajar la fiebre y otras que no s que eran pero que dieron

    un resultado muy bueno porque ya estoy TOTALMENTE curado y en pie y lo

    ms importante con mucha hambre y sin diarrea ni fiebre, porque la tarde

    misma del domingo llegu a la enfermera con 39 de temperatura. All me

    trataron muy bien, y estuve muy tranquilo y reposando, durante 3 das. As

    que bueno, lo nico que tengo que hacer ahora es esperar que termine esto,

    que ya no es nada para m, porque encima de que estoy bien me dieron

    reposo en la carpa, as que estoy como un rey, todo gracias a que pap habl

  • 14

    con el capi, que sino estara en Llavallol (nota cementerio) a 4 metros de

    hondo.

    PD: Mummy: And preparando unos buenos ravioles (de Mitre), empanadas,

    postres, cosas para el t, asados y dems que en el franco me morfo de todo.

    Miguel

    Nota: A causa de esta enterocolitis febril perd 15 kgs.

    Don Aldo

    Al concluir la instruccin volvimos al Regimiento, donde se

    conformaron las distintas compaas en forma definitiva. Gracias

    a Dios mi ta conoca a la mujer de un oficial, de ese modo pude

    conseguir un puesto acomodado para el resto del ao. Nunca

    hubiera imaginado cun bueno sera ocupar ese puesto.

    Me mandaron junto a cuatro compaeros como personal de

    mantenimiento de un Polgono de tiro, institucin civil apadrinada

    por las FF AA -pero civil- y con un encargado, nuestro jefe,

    tambin civil.

    Se llamaba Don Aldo y era jubilado ferroviario. Fue increble

    pasar de la vertiginosa vida regimental, a barrer y cebarle mates a ese viejo obeso y chinchudo, pero inofensivo y solitario. Su

    mayor preocupacin era que le alimentemos la gata y el perro, y

    que uno de nosotros se quedase para darle charla y as mitigar un

    poco su soledad.

    Pas catorce meses de mi vida -que prometa ser universitaria, ya

    que haba aprobado el ingreso a Agronoma- totalmente

    desperdiciados. Pero tranquilo. Extraamente tranquilo. En

    realidad lo senta como un trabajo ad honorem. Regresaba a

    dormir a casa todas las noches, salvo una por semana, en la que

    deba oficiar de sereno.

    La experiencia no fue tan apacible para los dems compaeros

    que haban quedado dentro de la unidad. Ellos la pasaron bastante

    mal, a los saltos durante casi todo el ao.

    Norberto Paz

  • 15

    Una maana me llam al Polgono la madre de Norberto Paz,

    pidindome que fuese al sanatorio del Regimiento a ver a su hijo.

    Me dijo que no saba bien qu le haba pasado, que aparentemente

    haba recibido una golpiza. Lo ms preocupante era que desde

    haca varios das estaba con suero, sin alimentarse y sin poder

    comunicarse verbalmente con nadie. Termin de hablar con ella y

    me fui a verlo con urgencia. Estaba en la cama mirando fijo a la

    pared, como ido, aunque no tena golpes visibles. Trat de hacerlo hablar, lo abrac, pero lo nico que consegu fue que me

    mirase por unos segundos, para volver a dirigir su mirada con

    fijeza hacia la pared que tena enfrente de su cama.

    La madre de Norberto estaba desesperada. Senta como que a su

    hijo le haban despojado del alma. A pesar de mi propia

    incertidumbre intent tranquilizarla. Tomamos unos mates y

    despus me fui, aunque muy preocupado por la salud de mi

    amigo, ese muchacho atltico, rubio, de ojos claros y sinceros. Un

    tipazo lleno de vida y de proyectos. En verdad ya nada pareca

    quedar de aquel Norberto que conoc, slo su espectro.

    Poco tiempo despus me enter de que el ejrcito le haba dado la

    baja, y que tambin depusieron de la institucin a un suboficial,

    aparentemente culpable de ese estado psicolgico. No s qu pas

    con mi amigo, nunca pude volver a ponerme en contacto con su

    familia, pero imagino algo trgico. El ejrcito no tomaba esas

    medidas por nimiedades, durante la dictadura.

    Corriendo, limpiando y bailando

    Los que quedaron en el regimiento pasaron un ao bravo,

    recibiendo castigos dursimos por parte de suboficiales y oficiales,

    haciendo guardias interminables e incluso, maniobras militares en

    la provincia de La Pampa. Me contaron que all fue terrible el

    calor, las inhumanas marchas de infantera y la deshidratacin. Y

    cmo soldados reclutados por ese ao, recibieron una instruccin

    bastante ms profunda que la ma. Pero no se podra afirmar que

    estaban preparados para una situacin real de combate.

    Se lo pasaron todo el ao corriendo, limpiando y bailando. De ah el nombre colimba, incluso haciendo de choferes y mucamos.

  • 16

    Tal fue el caso de mi amigo Ral Ronco, que era contador y se

    pas el ao de chofer del teniente coronel Pea, adems de hacerle

    las compras en el supermercado a la mujer.

  • 17

    Captulo 3

    2 D E A B R I L

    COMUNICADO DE LA JUNTA MILITAR N 1

    Se lleva a conocimiento de la poblacin que

    prximamente ser difundido un mensaje de la Junta

    Militar referido a la marcha del conflicto que la

    Nacin mantiene con Gran Bretaa por la recuperacin

    de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

    ARGENTINA, Abril 2,N 2

    COMUNICADO DE LA JUNTA MILITAR N 2

    La Junta Militar, como rgano Supremo del Estado,

    comunica al pueblo de la Nacin Argentina que sus

    Fuerzas Armadas, en una accin conjunta, han

    recuperado para el patrimonio nacional los

    territorios de las islas Malvinas, Georgias y

    Sandwich del Sur.

    Posedos por el mismo espritu y valor que aquellos

    que hicieron nuestra Patria grande, hemos de extremar

    nuestros sacrificios por la consecucin del objetivo

    que nos hemos impuesto.

    Que Dios Nuestro Seor, quiera bendecir nuestra

    empresa.

    Mi idea al relatarles esta historia, es la de trasmitir de una manera

    simple, sensaciones y emociones. Siento que la mejor manera de

    hacerlo es contando fielmente las cosas que viv en aquel

    momento.

  • 18

    Estaba inocentemente feliz por esos das, porque faltaban unos

    diez das para mi tan ansiada baja. Al fin se terminaba mi larga y

    aburrida colimba. Volvera a estudiar Agronoma, tal cual lo haba

    planeado, para de ese modo, continuar con mi vida, que haba sido

    interrumpida durante 14 meses, de una manera tan abrupta como

    intil.

    Ese da me levant bien temprano en mi casa de Adrogu, para

    viajar a La Plata, al Polgono. Recuerdo la cara de preocupacin

    de mi madre, mientras me preparaba el desayuno. Ella ya haba

    escuchado en la radio lo de la recuperacin de las islas por parte

    de las FF AA argentinas.

    Trat de tranquilizarla un poco. Le expliqu que era imposible que

    yo formase parte de nada, ya que haba estado todo el ao sin

    contacto con la vida militar.

    Pero ella segua preocupada. Era su instinto materno, ese que

    nunca falla. Desayunamos juntos, le di un beso y me fui a la

    estacin de Mrmol a tomar el tren a La Plata. No s por qu, pero

    todava recuerdo el olor de las tostadas y el sabor de sus ricos

    mates.

    En tren a La Plata

    Me sub al tren que tambin tomaban muchos estudiantes

    universitarios que viajaban a la universidad de La Plata. Hasta me

    haba hecho amigo de algunos de ellos que ese da, me cargaban

    mientras jugbamos al truco en el viaje. Uno hasta lleg a

    decirme:

    Ustedes son los boludos que van a mandar a Malvinas, no? No me ofend, pero le contest en un tono bien tranquilo, qu

    improbable era que a m me movilizasen, habiendo estado todo el

    ao en el Polgono. Que la inocencia me valga.

    Apenas llegu a mi lugar de destino, aparecieron varios camiones

    Unimog con soldados de la Dcima Brigada, y se pusieron a

    practicar tiro con sus armas de guerra. Los oficiales y suboficiales

    a cargo, estaban eufricos.

    Uno tena una radio porttil y acerc un megfono a ella para que

    todos escuchsemos las noticias triunfalistas de cmo, despus de

  • 19

    150 aos, la Argentina recuperaba las islas tras un intenso

    combate contra los 80 royal marines destacados all. Un suboficial grit Viva la patria, y todos los all presentes le corearon. Mientras observaba la escena surrealista como

    hipnotizado, pens que segn mi humilde entender, no haba nada

    que festejar. En aquel momento me qued en silencio, abstrado,

    hasta que me despabil una violenta seguidilla de metralla de uno

    de los soldados. Ms o menos igual se sentan mis compaeros del

    polgonocomo espectadores en realidad, de algo que estbamos seguros no nos involucrara.

    Pero estbamos equivocados. Apareci Don Aldo -seguido de sus

    mascotas- y me dijo: -Llam Larraaga (uno de mis compaeros del polgono), est en el regimiento, quiere hablar con vos".

    Al otro lado del telfono alcanc a or la voz de mi compaero, no

    pudiendo creer lo que estaba escuchando. Larraaga me deca que

    tenamos que presentarnos en forma inmediata en el cuartel y que

    tenamos a lo sumo una hora para avisar a nuestras familias.

    Como mi inocencia le haca honor a mi idealismo, desech en

    todo momento la posibilidad de que a nosotros nos movilizaran

    hacia el sur. De todos modos me tir el alma al piso el hecho de

    que faltando slo veinte das para esta tan soada baja, objeto de

    miles de conversaciones con mis compaeros del Tiro durante el

    ao 1981 y 1982, tuviera que verme con la cabeza rasurada, y un

    casco tan pesado y tan sucio sobre ella.

    S, ya s que suena raro, pero fue as. No s por qu, pero lo

    primero que se me ocurri fue el tema del pelo, as que enseguida

    le pregunt si se lo haban cortado. Larraaga me contest que no:

    Pero eso es lo de menos!!, me increp. Y de inmediato, colg.

    Llam a casa y avis. Mi madre casi se muere, trat de

    tranquilizarla, le dije que seguramente nos convocaban para hacer

    guardias en La Plata.

    Mi padre me preguntaba:

    Tens suficiente abrigo?, tens dinero? Pero no atin a contestarle nada, hasta que su grito a travs del

    telfono me sac del ensimismamiento:

    -ME ESCUCHS NO?

  • 20

    Se nota que viene en serio la cosa

    En un par de horas llegu al Regimiento, y mientras me acercaba

    al portn, en la calle se me cruz un taxi del que baj un oficial

    que me conoca del polgono.

    Era un buen tipo. Me dijo con asombro: -"A ustedes tambin los

    llamaron? Se nota que viene en serio la cosa, aadi. Del Regimiento no sal ms. Estuvimos preparando el equipo

    durante una semana. Se convoc tambin a los soldados que ya

    estaban en la vida civil, que ya haban salido en las dos primeras

    bajas.

    Luego fuimos a la seccin Destinos -a la cual pertenecamos- y all nos entregaron la ropa de fajina. Fue muy extrao ponerme

    otra vez esa ropa, tras once meses sin usarla. Pareca que

    ingresbamos nuevamente al servicio militar, cuando en realidad

    ya lo debamos terminar. Pasaron dos das de fregado de inodoros,

    de baldear y de barrer pisos, de comida de rancho y de gran

    incertidumbre. Hasta que en definitiva nos cortaron el pelo,

    noms! Mejor dicho: nos rasuraron la cabeza frente a todo el

    regimiento, y para ridiculizarnos nos decan: los soldados

    Beatles. Hoy me causa gracia ese tema, pero en aquel momento me haba

    angustiado, al no sospechar siquiera la dimensin de las

    tremendas cosas que me sucederan ms adelante.

    Ese da empec a hacer las guardias. Era la primera vez que las

    haca. En ese momento me di cuenta de algunas cosas de las que

    me haba salvado al estar fuera del regimiento. El casco pesaba

    demasiado y el olor a orina que sala de las garitas, cada vez era

    ms inmundo.

    Pronto nos agruparon a todos los que venamos desde afuera del

    Regimiento, con el fin de ubicarnos en las distintas compaas de

    infantera: A, B, C y Comando.

    Mientras caminaba me encontr en los pasillos con Alan Craig, un

    amigo de la infancia que me present a Adrin Gmez Csher y a

    su cuado de ese entonces, Roberto Maldonado.

    Por suerte Alan -que tena ms contactos que los mos ah adentro,

  • 21

    y trabajaba en las oficinas- me ubic con ellos en la compaa

    C, logrando tambin ubicar a Roberto, que era el novio de su hermana. Habamos logrado formar un grupo y que ese grupo, no

    se separase hasta casi el final de la guerra.

    Its WAR

    Con el transcurrir de las horas, lleg el momento de determinar el

    rol de combate de cada soldado. Una compaa de infantera se

    divide en cuatro secciones: tres secciones de fusileros, y una

    seccin de apoyo equipada con morteros y caones 105 mm.

    En esa compaa ramos cuatro los compaeros del Tiro Federal,

    sin embargo, quedamos slo Larraaga y yo, porque el resto no

    entenda muy bien el funcionamiento de los caones y morteros,

    tal como nos lo explicaban los suboficiales a cargo. Por el

    contrario, nosotros intentbamos esforzarnos por entender todo

    bien, porque no queramos separarnos del grupo. Un sargento de

    apellido Alcaide era nuestro jefe directo. Y l fue quien nos dio

    las primeras clases en un pasillo de tres metros de ancho.

    En conclusin, logramos convencerlos de que ramos capaces y

    tiles, y permanecimos en la compaa C. Qued como abastecedor de mortero en la seccin Apoyo, con mis amigos, y

    Larraaga qued en el otro mortero. Ah comprend que por haber

    estado todo el ao afuera del Regimiento, no conoca a nadie.

    Tambin comenzaron los preparativos del equipo para cada

    soldado, dispositivo que se guardaba dentro del bolsn porta-

    equipo. En la espalda se llevaba el equipo aligerado -desconocido para m hasta ese momento- que se utilizaba para

    pasar la noche a la intemperie en caso de combate.

    El equipo aligerado consista en una manta, un pao de carpa y

    tres parantes. Mientras repetamos las revisaciones del equipo, nos

    iban entregando camperas duvet abrigadas y borcegues

    reforzados, adems de guantes.

    Me dieron una ametralladora PAM 9 milmetros vieja, muy usada,

    y un pao de carpa demasiado gastado. Un soldado me dijo: -Pediles que te lo cambien, ese pao debe tener como tres

    campaas. Lo ped, pero no. No me lo cambiaron.

  • 22

    Mientras hacamos todos esos preparativos, en ningn momento

    nos dijeron que nos iban a llevar a Malvinas, slo nos decan que

    haba que estar mentalizado para una guerra. En algunos

    momentos libres, aunque reconocindonos muy preocupados por

    lo que nos estaba ocurriendo, bamos a la cantina a comer un

    sndwich y una gaseosa. En uno de esos recreos vimos en la TV a Galtieri en su primer discurso en la plaza, rodeado por gente

    enardecida de fervor patritico y apoyo popular.

    Entre los que estbamos ah nos mirbamos estupefactos, hasta

    que uno dijo: -Qu hija de puta es la gente!, por qu no vienen ellos ac a ponerse el casco, as yo me voy a la plaza a revolear

    la bandera? Todava recuerdo un comercial que haca referencia a un vaso que

    se iba llenando con gotas de agua, pronosticando de ese modo que

    quizs una gota ms lo rebasara. Como tambin recuerdo otro que

    comparaba las distancias que ambos pases deban recorrer para

    llegar a las islas La ltima gota anticipara de modo subliminal, la guerra que se vena? O con la misma estrategia,

    pretendan que creysemos que la distancia iba a desalentar a los

    ingleses? Ya nunca lo sabr

    Habamos estado una semana en el cuartel, cuando una maana

    repar en un suboficial que estaba leyendo el diario Popular. En la portada se vea la imagen de un diario Ingls que deca: Its WAR. YA ES GUERRA, deca la portada. La gota haba rebasado al vaso.

    La movilizacin

    Algunos oficiales comenzaron a darnos charlas acerca de la

    guerra. Decan que no pensaban en que entrsemos en combate,

    pero que si eso ocurriese, haba que estar mentalizados. Entonces

    pensaba para mis adentros: Cmo voy a mentalizarme si no tengo la instruccin adecuada y no tengo alma de milico? Lo que no poda entender era cmo, habiendo personal militar y

    oficiales que estudiaron durante cinco aos para aprender a

  • 23

    combatir, nos movilizaban justo a nosotros, que recin habamos

    terminado el secundario. Pasando el tiempo, lo entiendo cada vez

    menos, salvo -por supuesto- considerar que ellos cuidaron su

    propia integridad, y que nosotros reventemos!

    Esos das fueron muy agotadores. Encima que dormamos muy

    poco, nuestra cotidianeidad era una carrera contra reloj.

    Cuando lleg el domingo, recib la visita de mi familia. El clima

    era muy tenso. No se disimulaba en nuestras caras que ese da iba

    a ser el ltimo en el que nos veramos, antes de la movilizacin.

    No sabamos adonde nos llevaran. Mi familia y todos los que

    asistieron a esa visita estaban muy intranquilos, ms an cuando

    vieron todos los camiones cargados con municiones y armas, ya

    listos para salir en cualquier momento. En vano trat de

    tranquilizarlos, dicindoles que seguramente bamos a un

    Regimiento en el sur, para cubrir las guardias. En el fondo, ni yo

    crea en lo que les estaba diciendo.

    Antes de irse, mi padre me haba ofrecido un pulver de escote en

    V de tejido fino- y medias de invierno. Solamente acept las medias porque me pareca que el pulver no era muy del estilo militar, ni que fuera a serme til. Cunto hubiera necesitado ese y otros abrigos ms, con el paso de los das!

    A Ro Gallegos por aire

    Esa madrugada parti el Regimiento 7 completo. Los soldados

    fuimos subidos a colectivos de lnea, y el armamento y equipo

    pesado fue trasportado en camiones rumbo al aeropuerto militar

    de El Palomar.

    Nos dijeron que iramos a algn lugar del sur, pero nadie nos

    confirm exactamente adnde ni a qu. Volamos a Ro Gallegos

    en aviones Boeing de Aerolneas Argentinas, sin butacas, sentados

    en el piso y con todo el armamento porttil arriba del avin. Los

    morteros y cohetes ms pesados, esos iban en la bodega.

    El avin pretendi despegar pero tuvo que abortar el intento,

    porque estaba muy sobrecargado. No haban calculado el peso

  • 24

    que cada uno de los soldados acarreaba! Pero despus de

    acondicionar la carga, finalmente pudimos despegar.

    Esa era la primera vez que volaba en mi vida. En ese momento la

    experiencia me pareci excitante. Al llegar a Ro Gallegos y bajar

    por las escaleras, conoc -tambin por primera vez- el fro polar en

    mis piernas desprotegidas por la ausencia de un humilde par de

    calzoncillos largos. Tuve la impactante sensacin de que ese tipo

    de fro, hasta ese momento me haba sido absolutamente

    desconocido. Pero a ambos al fro y a m- nos esperaba una larga y siniestra convivencia.

    Mientras estbamos sobre la pista, improvisaron una cocina de

    campaa. All nos siguieron dando de comer un mal guiso.

    Prodigiosamente, mi plato vol de mis manos. Pero no haba sido

    el hambre. Haba sido el viento.

    Esa noche nos hicieron dormir sobre el piso del aeropuerto, que

    tena losa radiante. Dadas las circunstancias, sentimos

    reconfortante la calidez del suelo. Pero eso fue lo ltimo

    placentero que vivimos.

    Al da siguiente nos confirmaron que bamos a Malvinas, y nos

    hicieron abordar un Hrcules C-130 estacionado en la pista. La

    imagen de las dos filas de soldados subiendo por la puerta

    hidrulica trasera del avin, quedar en mis retinas para siempre,

    al igual que muchas imgenes que relatar de aqu en adelante.

    Haca fro adentro del Hrcules, las paredes del avin temblaban

    como si estuvieran por partirse, y la sensacin era que volva a

    estar sobrecargado.

    A poco de despegar y de escuchar slo el rugido impresionante de

    los motores, alguien grit que los que habamos quedado sentados

    arriba de la puerta hidrulica, tenamos que bajar de inmediato!

    Aparentemente exista el riesgo de que se abriera por el peso. As

    fue como tuvimos que derrumbarnos hacia abajo, y que como

    consecuencia, un compaero se haya quebrado la mueca.

    Luego de un par de horas de vuelo y de ver el contorno de las islas

    por las ventanillas, el comandante nos anunci por el altoparlante

    que regresaramos a Ro Gallegos por las malas condiciones que

    haba para intentar un aterrizaje. El viento pareca huracanado.

  • 25

    Al da siguiente repetimos el vuelo, que esta vez s, lleg a las tan

    famosas Islas Malvinas.

    Puerto Argentino

    Cmo ser el terreno?, me preguntabaMe lo imaginaba como la superficie de Marte o de la Luna! Y no me equivoqu.

    Al bajar del avin, enseguida comenzamos a marchar por una

    calle de ripio en dos filas, cargados con mucho peso. En mi caso

    me toc llevar un valijn que contena dos proyectiles de mortero. Era muy pesado. Y a cada paso, ms pesado!

    Pasamos por una playa de arenas blancas y vimos el mar de un

    azul intenso, cristalino. Nos dirigamos a Stanley, la capital de las

    Islas, que desde ese momento llamamos Puerto Argentino.

    Caminamos frente a las primeras casas, en las afueras. Una de

    ellas mostraba un boquete inmenso, causado por artillera, y un

    logo pintado de defensa civil.

    El pueblo era pintoresco, tal cual lo haba imaginado: como un

    pueblito en el campo, en Escocia por ejemplo.

    Desde ese momento, comenc a sentir una extraa sensacin de

    identificacin con el lugar. Lo sent familiar, como si hubiera

    estado antes all, y hasta entr en un estado de ensueo durante

    esos primeros minutos de reconocimiento.

    Nuestro jefe de Compaa, el teniente primero Garca, dando

    pasos hacia atrs y a los gritos, con su FAL rebatido en la espalda,

    me trajo al presente enseguida: -Soldados, esta es una situacin real de guerra, esto no es una maniobra, para esto los hemos

    preparado. No miren a los civiles, hagan silencio al marchar por

    el pueblo y marchen erguidos, con la frente alta seoresustedes estn representando a la Nacin Argentina, no se olviden de lo

    que eso significa!

    Desde las ventanas de esas casas humildes pero prolijas, mujeres

    jvenes, ancianas y nios, nos observaban con incredulidad y

    desconfianza. Sent pena por ellos, y por momentos, hasta ganas

    de detenerme a conversar. Pero nuestro aspecto los debi de haber

    perturbado. Es que la situacin era completamente surrealista!

  • 26

    Pasamos caminando rpido a travs del pueblo, que no era muy

    grande. Por esa poca, lo habitaban unas 2.000 almas, aunque un

    gran porcentaje de isleos se haba ido al Reino Unido para

    preservar su integridad. Comenz a llover. A pesar de eso,

    nosotros seguimos caminando por la despoblada calle que

    bordeaba la baha.

    Armando las posiciones

    Mientras iba cayendo la noche, la lluvia se haca ms fuerte. A esa

    altura empez a preocuparme el lugar en donde bamos a poder

    dormir. Despus de una marcha de alrededor de 18 kilmetros,

    hambrientos, agotados, helados y empapados, llegamos a un

    galpn para guardar ovejas, de muy modestas dimensiones. All

    nos metimos los ciento cincuenta soldados de la compaa C, para

    pasar la primera noche ms incmoda de la que tenga memoria,

    hacinados y acalambrados como estbamos todos. No haba ni un

    milmetro ms de espacio, ni siquiera, para cambiar de posicin.

    En verdad, esa noche no dorm nada.

    Al da siguiente amaneci despejado. Nos dieron un mate cocido

    caliente, hasta que aparecieron nuestros bolsones porta equipo,

    que tenan escritos -con birome- nuestros apellidos. Esos

    bolsones, al fin y al cabo, eran nuestra pertenencia, nuestro

    capital, nuestra riqueza.

    Estbamos ubicados al lado de la planta potabilizadora local, hasta

    que comenzamos a subir unas colinas. Todos arrastrbamos ese

    bolsn pesadsimo por un terreno esponjoso y mojado, hasta que

    llegamos a un grupo de rocas en donde pasaramos la segunda

    peor noche, aunque esa vez, sin la modesta cobertura del galpn.

    Aqul pramo pareca el planeta Marte. Estbamos en el medio de

    la nada. Y desde entonces, la nada empez a ser nuestra ms fiel

    compaera.

    Como las rdenes eran el leit motiv de nuestras vidas, nos

    ordenaron hacer una posicin para pernoctar. Como nunca haba

    hecho una posicin, le pregunt a un compaero como se haca, y

    as me explic la cosa: -Cav con la pala un rectngulo como si fueras a enterrar a un muerto, slo que tens que hacerlo de unos

  • 27

    80 cm. de hondo. Estaques la lona de la carpa de un lado y del

    otro, le pons los parantes (de unos 40 cm.) para poder entrar por

    ahuna vez adentro colocs la colchoneta, bolsa de dormir y mantas, te mets adentro y sells el lado abierto con el bolsn. As lo hice, y me sali bien prolijo. Despus de comer algo que no

    recuerdo que fue, nos dormimos bajo un cielo estrellado, mirando

    las estrellas fugaces. Ca rendido y dorm como un beb. Al

    despertar, not que la lona era como un cartn endurecido por la

    helada que haba cado durante la noche. Por suerte, no haba

    sentido mucho el fro.

    Al da siguiente nos tuvimos que correr unos quinientos metros

    ms adelante, a un sector que haba sido una laguna, y acampamos

    sobre sus barrancos de turba. All hice mi segunda posicin, pero

    ya siendo un poco ms experto!

    El clima no pareca estar tan fro durante esos primeros das, hasta

    que vino una primera tormenta de lluvia y viento huracanado.

    Desde ese momento, la temperatura baj a niveles desconocidos

    por m.

    Sent terror. Pens que no sobreviva a semejante rigor climtico

    dentro de ese pozo cubierto por una simple lona. Encima, llova

    muy fuerte y por un par de das, el agua no ces. Me moj y me

    sent muy mal, claustrofbico, sin poder salir, teniendo como

    nico paisaje una lona a slo veinte centmetros de mi cara.

    Una maana apareci el teniente primero con un cilindro de acero

    inoxidable lleno de leche con chocolate caliente. Eso fue hermoso.

    Mientras beba, senta el calor que me volva al cuerpo y me

    recorra, hasta llegar a la punta de los dedos de mis manos.

    Esos primeros das, hambrientos, les tiramos a unas ovejas con el

    mortero. Una muri y varias salieron corriendo, heridas, as que

    con el marco de una cama que alguien consigui, la asamos. El

    problema fue que, al no estar alambrados los campos, se fueron

    muy lejos. Y haba que caminar das enteros para encontrar otras y

    alimentarnos un poco.

    ARGENTINA, Abril 7,N 17

    COMUNICADO DE LA JUNTA MILITAR N 17

    La Junta Militar, ante las incontables presentaciones

    espontneas de instituciones y ciudadanos para

  • 28

    colaborar materialmente en las operaciones de las

    Malvinas, agradece las mismas y al mismo tiempo desea

    llevar tranquilidad a la ciudadana en el sentido de

    que las fuerzas armadas disponen de los medios para

    cumplir con su misin.

    Respecto de las mencionadas presentaciones, y a fin

    de ser tenidas en cuenta en forma coordinada y

    oportuna, se pide canalizarlas a travs de la

    jefatura logstica del Estado mayor Conjunto.

    El teniente primero nos dijo que debamos agruparnos de a dos o

    tres, como mejor nos pareciese, o con quien mejor nos llevsemos,

    ya que era factible que permanecisemos all durante un tiempo.

    Mis amigos Alan y Adrin se juntaron con el sargento primero

    Alcaide, y nosotros armamos la posicin definitiva con Roberto

    Maldonado, a unos quince metros de la de ellos.

    Esta fue nuestra posicin definitiva, en lo que fue la Compaa C

    de Regimiento 7 en Malvinas, a unos 12 Km. del pueblo, con vista

    al ro Murrell Tenamos a la compaa B a unos quince minutos de caminata a

    nuestra izquierda, en la cima de Monte Longdon. A la Compaa

    A, a similar distancia, pero a nuestra derecha. Y finalmente a la

    Compaa Comando, detrs de nosotros, cerrando de ese modo

    una especie de rectngulo.

    Al agua la sacbamos de unos piletones naturales que se formaban

    en la turba. Muy despacio haba que ir llenando las cantimploras,

    teniendo el cuidado de no remover el fondo. Por supuesto, a veces

    el agua era potable y otras veces no lo era. Por eso habamos

    dividido las lagunitas que eran usadas como baos de las otras, de las que sacbamos el agua.

    Cavamos con Roberto un cuadrado de un metro de profundidad al

    lado de la pared de turba, que usaramos como proteccin contra

    el viento. Desde all, estaqueamos las lonas hacia abajo y

    rodeamos todo con rocas. Habamos conseguido nylon, as que

    pudimos aislar todo un poco mejor. Nos llev varios das ir

    mejorando la posicin hasta que qued aceptable.

  • 29

    Cubrimos el piso barroso con lajas de piedra que encontramos en

    el lugar, y cubrimos las lajas con pasto seco, como aislacin.

    Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que la mayora de las

    veces, el viento soplaba desde el sector que tenamos menos

    protegido: el opuesto a la barranca.

    Dormir en una carpa de campaa con viento huracanado es muy

    inquietante. Uno en realidad no puede relajarse mucho pues est

    atento a las rfagas que azotan la dbil estructura, por lo que eran

    ms los estados de vigilia que los de sueo. Era muy estresante la

    sensacin de que se desarmaba todo, como tambin el hecho de

    mojarnos tantas veces.

    Una noche se nos vol todo en la oscuridad. Las rfagas eran

    huracanadas y hasta llova una especie de garrotillo. Las lonas

    volaron por sobre el terreno a unos cien metros, hasta quedar

    atrapadas contra unas rocas. Nos gritbamos a poca distancia el

    uno del otro, dndonos instrucciones para rearmar todo de nuevo,

    pero apenas si nos escuchbamos por el rugido del viento que todo

    lo disipaba. Sentamos una sensacin de mucha desproteccin.

    Menos mal que el cuerpo es inteligente y la adrenalina me avisaba

    que corra riesgo de congelamiento si segua quedando empapado.

    Por eso es que temblaba sin control.

    Una vez que terminamos de arreglar todo, nos metimos -mojados-

    dentro de nuestras bolsas de dormir. No tenamos otra ropa para

    cambiarnos. Pero con el paso de las horas, el calor corporal me

    fue secando la que llevaba puesta, aunque la llegada del da me

    encontr realmente enfermo, con bastante fiebre.

    Despus de esa tormenta, decidimos modificar la primitiva

    estructura de la carpa, agregando nuestros dos ponchos

    impermeables al techo. De ese modo, nos quedamos sin ese

    preciado elemento para andar por afuera, cuando lloviese. No era

    una resignacin que nos pusiera en ventaja, pero la sola idea de

    volver a pasar una noche mojados en la trinchera, nos pona muy

    nerviosos, por eso optamos por sacrificar unas de nuestras ms

    valiosas prendas.

    Quedbamos a merced de la naturaleza implacable. Las tormentas

  • 30

    eran violentsimas, y vivir en esos pozos cubiertos por fras lonas,

    requera un mantenimiento permanente de nuestra parte. Uno

    termina sintindose como esos navegantes solitarios que en los

    momentos en que el ocano se calma, debe reparar las velas, slo

    para enfrentar la prxima tormenta que deber resistir.

    Los dos paos de carpa que nos haban tocado -uno a cada uno-

    eran viejsimos y de entrada se nos rajaron, expuestos como

    estaban a las extremas condiciones reinantes del lugar.

    Pese a los esfuerzos realizados, la posicin nunca fue

    impermeable. Siempre el agua lograba filtrarse por algn lado. Al

    final, nos resignamos a que nos cayeran gotas sobre las mantas.

    Negarnos a darle importancia era una simple estrategia como para

    no amargarnos todava ms.

    Mi primera carta desde Malvinas

    Aclaro que en un principio, en mis cartas trataba de no contar la

    verdad acerca de lo que estbamos pasando, para no preocupar a

    mis padres. Lo que trataba de hacer era dibujar un prolijo paraso -

    que por supuesto no vivamos- que de algn modo y durante un

    pequeo rato, me alejaba de la turbacin, del fro y de la angustia

    que estaba viviendo.

    Puerto Stanley, 19 /04 / 82

    Querida Familia:

    Les escribo desde las Islas Malvinas. Llegamos aqu en avin el da 14 y

    caminamos desde el aerdromo unos 18 km. hasta unas sierras donde nos

    instalamos en carpa. Por suerte estamos realmente muy bien en todo aspecto,

    la comida es abundante, la ropa y el equipo son de primera y el clima hasta

    ahora es muy bueno, adems estoy en un grupo muy bueno (Alan y sus amigos

    y uno del Tiro).

    El otro da agarraron un cordero (malvinense) y lo comimos, adems me dan

    chocolate, gaseosas y caramelos. Yo pens que el fro iba a ser terrible, pero

    no es as (es como estar en Crdoba). Pas por Stanley y habl con los ingleses

    (tienen mucho miedo). La nica desventaja es que ac en las montaas no nos

  • 31

    enteramos de nada de la situacin. Por favor, averigen en la facultad hasta

    cuando me esperan

    Saludos a todos mis amigos y escriban si pueden ( manden encomiendas).

    Aqu parece que todo el mundo se preocupa menos por la situacin que en el

    regimiento; aqu hay un trato muy bueno con todo el mundo y yo pienso igual

    que en Monte (en la comida casera!). Personalmente pienso que para fines de

    abril va a haber una solucin y que a ms tardar el 15 de mayo estar de

    vuelta ( antes). Si llego a perder un ao ms en la Facultad no me importa,

    para m lo ms importante ahora es volver y estar tranquilo en mi vida civil

    (me conseguir un trabajo). Pregntenle a Piqui si no podra ir contactndome

    con la empresa de autopistas para ver si tienen algo para m.

    Dganle a Ricky que cuando vuelva nos hacemos una escapada a Miramar a

    hacer surf, tambin que cuando vuelva hacemos una fiesta en casa con todo el

    mundo (familia y amigos) y se tira la casa por la ventana.

    Muchos saludos a Grannie y Che Dad y a toda la familia en general.

    Con respecto a lo que hacemos todos los das: nos levantamos a las 9 ms

    menos y estamos casi todo el da sin hacer nada, salvo ir a buscar la comida

    (500 mts. abajo) o municin para los caones. Nuestra ubicacin es bien a

    retaguardia y si llega a haber un choque militar somos los ltimos en actuar

    (sera imposible que desembarquen los ingleses) Realmente la estamos

    pasando muy bien, incluso encontramos madera terciada y nylon y cable para

    alisar bien las carpas sea que de noche el fro ni lo sentimos. Perdn que no

    pude llamar de Ro Gallegos pero me qued dormido. Por favor vaya alguien

    personalmente a Agronoma a averiguar pedir por favor que consideren mi

    situacin. Sera ideal si pueden mandar una encomienda con morfi (no s si se

    puede) Chau a todos. Nos vemos (escriban y que escriba Ricky)

    La realidad, como se ver, era bien otra. Durante la primera

    semana hubo un poco de comida: mate cocido en la maana, un

    guiso, y a la noche, una sopa con algn fideo. El chocolate, las

    gaseosas y los caramelos, para nosotros slo fueron anhelos

    extravagantes.

    Enseguida comenzaron a faltar provisiones para la cocina de

    rancho. Ah fue cuando empezamos a pasar verdadero hambre. Lo

    nico que nos daban era mate cocido -sin pan ni galletas- y

    cuando se poda, por las condiciones climticas, una sopa

    aguachenta en todo el da.

    As fue como la prdida de peso, vitaminas, minerales, protenas,

    msculos y todo lo dems, comenzaron a hacer estragos en

  • 32

    nuestros cuerpos y en nuestras mentes. Encima, nos mandaban a

    cinco kilmetros a traer las cajas de municin de los caones 105,

    cajas que pesaban unos ochenta kilos cada una, con mangos de

    soga para portarlas. Las traamos de a dos, era imposible de otra

    manera. Un da nos obligaron a arrastrar a mano el mismsimo

    can desde la Compaa Comando -a unos 4 Km.- entre cuatro

    soldados, porque no haba ningn helicptero disponible. En

    nuestras charlas nos reconocamos como las mulas de San Martn,

    definitivamente nunca sus soldados.

    A la mala dieta que venamos soportando, a esa edad en la que los

    adolescentes solemos comer desmedidamente, la bautizamos la

    dieta del ejrcito argentino, por la combinacin perfecta que nos

    imponan para descender de peso rpido: ingerir solamente

    lquidos sin nutrientes ni caloras, caminar soportando sobre

    nuestros cuerpos un peso excesivo durante kilmetros, y estar

    sometidos a temperaturas de varios grados bajo cero, y si era

    posible, con la ropa empapada. Cualquier parecido con el infierno

    del Dante, era pura casualidad.

    Haba llegado un punto en el que estbamos tan dbiles que nos

    vencan el sueo y la fatiga, as que terminbamos cayendo

    dormidos en el pozo, durante un tiempo que nos sentamos

    incapaces de calcular.

    Roberto, que tena 21 aos y pareca bastante ms listo que yo,

    porque tena ms calle y experiencia, fue el primero en

    comprender que estbamos entrando en un estado casi de

    desnutricin. Eso era visible por la prdida excesiva de peso y por

    la fatiga y el sueo que nos afectaba, y previsible por el enorme

    gasto metablico que venamos teniendo. La cosa ya no daba para

    utopas, y si seguamos as, en poco tiempo bamos a sucumbir. Y

    unos das ms tarde lo comprobaramos. Fue cuando nos

    enteramos que un compaero no haba despertado esa maana,

    que lo encontraron muerto en su pozo. Muerto de hambre y de

    fro. Y no pas demasiado sin que nos entersemos que cuatro

    hambreados compaeros ms, al ir a robar comida a la estancia

    Murrell, haban sucumbido a orillas del ro cuando intentando

    cruzarlo para regresar. Al apoyar el bote en la costa tocaron una

  • 33

    mina antipersonal argentina, y volaron despedazados. Nosotros

    tambin pasamos por esa playa minada, slo que tuvimos ms

    suerte.

    Antes de que nos suceda eso habamos decidido armar un plan. Mi

    amigo haba tomado coraje y con mucha vehemencia me haba

    alentado a cambiar el estado de cosas: Mike, vamos a tener que salir a robar comida de algn lado, porque estos hijos de puta nos

    estn matando de hambre.

    Lo mir, y creo que esa fue la primera vez que me tuve que hacer

    cargo de lo que l pona en evidencia. Mi mente habra negado

    eso que nos ocurra? Estara viviendo eso que se llama campo distorsionado de la realidad?

    Recuerdo no haberle respondido enseguida, tan distrado como

    estaba observando que en verdad su rostro se estaba poniendo

    afilado, que sus ojos parecan ms hundidos, que se haba puesto

    algo ojerosoy que si a l le estaba sucediendo eso, a m tambin me estara sucediendo lo mismo. Roberto era mi espejo. Mi

    referente. Un lder.

    Continan mis cartas piadosas

    Puerto Argentino 28/04/82

    Querida Familia: El da 25 recib la carta de Uds. y la de Doreen tambin.

    Muy buena idea la de mandar fotos y sigan mandando de cualquier cosa,

    porque ac parece increble pero el hecho de tener unas fotos es todo un

    programa! Les cuento que nos movieron del lugar donde estbamos y tuvimos

    que cargar con el bolsn y armamento 3 Km. ms o menos entre las sierras

    siempre. El primer da me separaron de Alan y Adrin, pero luego nos

    volvimos a juntar y ahora estamos a pocos metros. El factor humano es

    fundamental. Hoy llueve y estoy ac en mi posicin bien calentito (me la

    prepar ayer contra la lluvia). Ya nos dieron antiparras que son francesas, as

    que somos bastante chetos con nuestra duvet verde, el casco, fusil y antiparras (parece combate).

    El otro da hubo que ir a Port Stanley a llevar la correspondencia y

    necesitaban un intrprete as que como Alan haba ido el da anterior fui yo.

  • 34

    Fue muy lindo. Fui con el sargento. Entramos a St. Marys Chapel y habl con

    el cura, luego trat de hablar por telfono pero no se puede. Tambin trat de

    comprar algo para comer pero est prohibida la venta al personal militar,

    despus como al sargento le dola el estmago lo llev al Falkland Islands Hospital y charlamos con el mdico en ingls y me dieron una taza de t y scons porque yo le haba dicho que mis padres son ingleses. De otra forma

    hubiera sido imposible.

    Sobre mi estado psico-fsico: estoy muy bien, realmente estoy sufriendo menos

    que en Monte porque me mantengo tranquilo y s que al volver soy civil, adems aqu no pasa nada. El otro da tena tos, pero ped que me medicaran y

    ya estoy bien. Les voy a pedir que me manden encomienda porque ac todo el

    mundo recibe (pero la carta mndenla aparte por las dudas) Si pueden manden

    una cmara berreta que hay en casa, en la encomienda. Aqu los chicos

    recibieron una. Adentro de la encomienda: mucho chocolate, mantecol,

    saquitos de t, caramelos buenos (ej. Mu-Mu), chicles, fotos de cualquier cosa,

    sobres con azcar, leche en polvo, golosinas que alimenten bien, es decir ,

    manden muchas cosas que alimenten y tengan vitaminas y caloras y que me

    duren por lo menos hasta que me llegue la prxima encomienda (manden 2

    3). Por ac estamos comiendo una vez al da (por el clima) Pdanle a Ricky que

    me mande algo tambin y que escriba todo el mundo.

    Los extraa, Miguel

    Muchas veces me pregunt si escriba esas cartas para proteger a

    los mos del desasosiego; para que no me las censuren y puedan

    llegar a Malvinas mis pedidos, o para que mi mente cambie de

    dial durante el rato en que me dedicaba a escribir. O tal vez, en

    verdad, habr sido un poco de cada cosa?

    En cambio a mi amigo Ricky, ese mismo da -que fue el 28 de

    abril de 1982- le escrib contndole toda la verdad. Claro que

    cndidamente, puse la carta dentro del mismo sobre que mand a

    mis padres, porque no recordaba su direccin. Por supuesto que

    las madres tienen ese tremendo sexto sentido que las obliga a

    hacer cosas que jams haran en situaciones normales, lo que

    significa que se las ingeni para abrirla, leerla y enterarse al

    instante de cual era mi verdadera situacin. Desde ese momento,

    su angustia no ces.

    Esta carta que ahora expongo, demuestra que el problema de la

    falta de comida era muy grave. Y ntese adems que recin

    despus de dos semanas, nombro a Stanley como Puerto

  • 35

    Argentino. Antes, no nos habamos enterado de que se le haba

    cambiado el nombre,

    Puerto Argentino: 28/4/82

    Querido Ricky: te escribo en un momento muy especial de mi vida (quiz el

    ultimo) ja ja. Sabs lo que es esto? Un parto con cesrea y mucho ms. Me

    estoy hipercagando de fro, el otro da nev y me empap. Quien hubiera

    pensado que estara ac en la isla Soledad, comiendo una vez sola por da (ya

    baj unos cuantos kilos? Te voy a contar como es en realidad pero ni se te

    ocurra decirles a mis viejos, porque yo se las pint de otro color. Me estoy

    cagando de hambre, fro y embole.

    Todos los putos das hay que cargar cajas con municin cuyo peso bruto es 99

    kilos (entre dos las llevamos) y te aseguro que esto pone a prueba a cualquiera,

    encima tengo una tos tuberculosa de la san puta. Dormimos en pozos tapados

    con una lona y las temperaturas son de 0 grados por lo menos. Por suerte estoy

    con un grupo de flacos muy bueno: Alan y 2 amigos suyos.

    Estoy hecho mierda en todo sentido y eso que del grupo morteros pesados que

    es el nuestro soy el que mejor est, todo el mundo anda desesperado, pero yo

    tengo fe de que no va a pasar nada y que pronto volver a la vida cheta. Te

    juro que cuando vuelva no le voy a dar bola a nadie, voy a nadar como el flaco

    de Regreso sin Gloria con todo tipo de inscripciones en la campera (war Hero

    etc.). Anoche escuch por la radio de un flaco que esta misma noche los

    ingleses iban a desembarcar ac en esta mismsima y reputa isla, justo donde

    estoy yo (en 1ra lnea aparte) as que dormimos con los borcegues puestos,

    casco, antiparras, fusil, y campera duvet.

    El equipo que nos dieron es todo nuevo (antiparras francesas) campera yanqui

    etc. El otro da corrimos una oveja y con un cuchillo comn afilado con las

    piedras la cuereamos as noms (estaba 100 puntos). Ricky te pido que me

    hagas un favor: averigua BIEN CONCRETO el destino de la correspondencia

    y mandame encomiendas con morfi por ej.: Mucho chocolate (como 20 barras),

    mantecol, golosinas buenas, saquitos de t, sobres con azcar, un poco de

    yerba, leche en polvo, fotos de cualquier cosa (ac tener fotos es genial) es lo

    que se curte. Galletitas dulces, es decir cosas que alimenten bien y que sean

    ricas y que tengan muchas caloras y vitaminas, porque ac comemos 1 sola

    vez por da ...es increble pero a la noche hace tanto fro que ni se puede

    comer.

    A mis viejos les ped que me mandaran pero vos tambin POR FAVOR!

    mandame. Apenas pueda te escribo.

    Ah! Espero que tu hermano NO est ac tambin!

    La puta que lo pari... me acord que perd otro ao de facultad!

    Chau y gracias! Miguel

  • 36

    ARGENTINA, Abril 28,N 35

    COMUNICADO DE LA JUNTA MILITAR N 35

    La Junta Militar comunica a la Nacin que, de acuerdo

    a las actitudes del gobierno ingls, prev la

    ejecucin de operaciones militares en el rea

    Malvinas en las prximas 24 a 48 horas.

    No obstante su tradicional espritu de solucionar

    pacficamente sus diferendos, el gobierno y pueblo

    argentino, convencidos de la legitimidad de sus

    derechos y la justicia de la causa que defienden,

    mantienen inquebrantable su espritu de lucha y su fe

    en la victoria final.

    Se tiene clara conciencia de la accin psicolgica

    desatada por el invasor britnico, que no hace otra

    cosa que poner en evidencia sus propias falencias y

    debilidades, al tiempo que fortalece nuestro espritu

    y retempla nuestra voluntad de lucha.

    1 de mayo de 1982

    ARGENTINA, Mayo 1, N 38

    COMUNICADO DE LA JUNTA MILITAR N 38

    La Junta Militar comunica al pueblo de la nacin que

    a la hora 04:40 del da de hoy, 1 de mayo de 1982,

    el Reino Unido de Gran Bretaa atac Puerto Argentino

    en las Islas Malvinas.

    Dicho ataque fue llevado a cabo por aviones Harrier

    basados en portaaviones, y fue rechazado por la

    artillera antiarea de las fuerzas que defienden

    nuestra soberana.

    ARGENTINA, Mayo 1,N E1

    COMUNICADOS PERIODICOS (TV y Radio)

    Los pueblos abrazan con denuedo aquellas causas que

    les son propias y las Islas Malvinas, Georgias y

    Sandwich del Sur, han sido, son y sern un

    sentimiento nacional y por consiguiente la gestin

    reivindicatoria emprendida no es patrimonio de un

    gobierno sino de todo el pueblo argentino, que

    contempla con orgullo la accin de sus armas.

    Ha llegado a su trmino una larga etapa de

    infructuosas negociaciones para obtener lo que la

    argentina consider siempre legtimamente su

    patrimonio.

  • 37

    El pueblo argentino, consciente de su destino, siente

    la alegra de haber obtenido justa reparacin de sus

    demandas en pos de sus legtimos derechos.

    Es por haberse agotado todas las instancias

    diplomticas y gestiones de prudente conciliacin que

    se decidi emplear la fuerza de las armas; para

    obtener lo que no pudo la fuerza de la razn y la

    legitimidad de nuestro derecho.

    Que Dios bendiga nuestros esfuerzos.

    EL ESTADO MAYOR CONJUNTO agradece a la Ciudadana el

    sinnmero de donaciones de toda ndole que ha

    recibido para apoyar a las tropas que se encuentran

    en operaciones.

    Tales acciones han puesto de manifiesto una vez ms

    el profundo espritu de solidaridad que el argentino

    posee en los momentos de prueba, como as tambin su

    profundo sentido de Patria y deber.

    La elevada cantidad de medios, materiales, vveres y

    equipos que se han recibido en los distintos puntos

    del pas, hacen dificultosa su estiba y distribucin,

    y en algunos casos supera la capacidad de carga de

    los transportes disponibles. Por ello, se solicita a

    la poblacin suspender por el momento el envo de

    bienes materiales, derivando estas valiosas

    donaciones al Fondo Patritico, cuenta que se

    emplear oportunamente en adquirir los elementos que

    nuestras tropas recaben, y aquellas obras que hagan

    al bienestar y desarrollo de las Islas Malvinas y sus

    habitantes.

    Por ltimo, debe quedar perfectamente claro que este

    masivo y espontneo apoyo de la ciudadana toda

    contribuye fundamentalmente a elevar el espritu de

    nuestros soldados, que se sienten acompaados por

    toda la poblacin del pas en este esfuerzo

    patritico que estn realizando.

    COMUNICADO N 1 El Jefe del Estado Mayor Conjunto

    comunica que durante los ataques realizados esta

    maana por aviones ingleses a Puerto Argentino en

    Islas Malvinas, fueron derribados DOS aparatos

    HARRIER. Otras mquinas enemigas resultaron averiadas

    por el fuego propio.

    Cabe sealar que la informacin atinente a estos

    hechos fue retenida hasta ahora con el objeto de

  • 38

    verificar previamente, en forma acabada y fehaciente

    su exactitud.

    ARGENTINA, Mayo 1, N E2

    COMUNICADO N 2 El Estado Mayor Conjunto comunica que

    habindose confirmado la cada de DOS aviones HARRIER

    atacantes, se han instrumentado las medidas

    necesarias para obtener las matrculas de los aviones

    derribados, as como el nombre y el estado fsico de

    los pilotos que los tripulaban.

    ARGENTINA, Mayo 1, N E3

    COMUNICADO N3 El Estado Mayor Conjunto comunica que

    al medioda de hoy continuaban producindose ataques

    de la aviacin inglsa a Puerto Argentino en

    Malvinas.

    ARGENTINA, Mayo 1, N E4

    COMUNICADO N 4 El Estado Mayor Conjunto comunica que

    hasta el momento, en la zona de Puerto Argentino, se

    han recibido cuatro ataques con aviones ingleses.

    Estos, en nmero de 10 unidades, han sufrido dos

    bajas confirmadas, las que fueron abatidas por el

    fuego de la defensa antiarea.

    ARGENTINA, Mayo 1, N E11

    COMUNICADO N 11 El Estado Mayor Conjunto, al

    finalizar este primer da de operaciones, considera

    oportuno hacer una sntesis de las acciones que se

    desarrollaron, con el objeto de brindar al pueblo de

    la Nacin una ordenada resea de las mismas.

    1) Aproximadamente a las 04:40 horas se inicia el

    primer ataque de aviones ingleses contra Puerto

    Argentino, el que slo produjo un pequeo incendio en

    la pista del aeropuerto.

    2) A las 08:15 horas nuevamente, aviones ingleses en

    vuelo rasante intentan destruir la pista de aviacin,

    no logrando su objetivo ante el decidido rechazo de

    las armas de la defensa.

    3) A las 09:36 horas intento de helidesembarco en

    Zona de Puerto Darwin;

    averiado un avin PUCARA que se encontraba en la

    zona; ataque con aviones HARRIER sobre el Aeropuerto.

    Derribados Dos de ellos y se estima probable que

  • 39

    otros DOS, con daos, no hayan llegado al

    portaaviones.

    4) A las 14:25 horas se avistan 11 buques ingleses a

    20 millas de Puerto Argentino.

    5) A las 14:50 horas se lleva a cabo otro ataque

    areo sobre la pista de aviacin de Puerto Argentino,

    el que no produce daos.

    6) A las 15:30 horas el enemigo intenta un

    helidesembarco al N de la Isla Soledad protegido por

    SEA HARRIER. Es desbaratado por la accin de los

    aviones PUCARA. Aumenta el nmero de buques cercanos

    a Puerto Argentino confirmndose la presencia de los

    Dos portaaviones.

    7) A las 17:00 horas aviones de la Fuerza Area

    atacan a las unidades navales en una 1ra. ola

    produciendo serios daos a una fragata y daos

    menores en otras TRES que se alejan de la zona de

    operaciones.

    8) A las 17:15 horas se realiza un segundo ataque con

    aviones sobre la Flota enemiga, infligiendo daos an

    no confirmados a VARIOS destructores y a UN

    portaaviones perdindose en la accin 2 aviones

    DAGGER.

    Durante estas acciones el enemigo perdi TRES aviones

    SEA HARRIER y DOS helicpteros de combate. Existen

    asimismo evidencias sobre la cada de CUATRO aviones

    ms, mar adentro.

    9) A las 21:00 comenz ataque e intento de desembarco

    con helicpteros sobre la zona del Aeropuerto, en

    Puerto Argentino. Se registra fuego naval por parte

    de buques tipo Fragata.

    10) Se repeli el ataque con fuego de artillera.

    Ces el ataque y los buques ingleses comenzaron a

    navegar en alejamiento.

    11) Los daos personales y materiales no son, al

    momento, significativos.

  • 40

    Captulo 4

    P R I M E R O D E M A Y O

    Amaneca ese 1 de mayo, cuando nos despert el rugir de los

    aviones Harrier que sin dudas, parecan estar atacando al

    aeropuerto. En simultneo, el tableteo de los proyectiles de las

    bateras antiareas argentinas respondiendo al fuego, confirmaban

    cinematogrficamente el inicio de la guerra.

    Desde mi lugar, poda ver claramente el vuelo rasante de los

    aviones, aunque slo poda adivinar el blanco. Sensaciones

    inconfesables me recorrieron el cuerpo. Toda nuestra seccin

    Apoyo, sali de sus pozos a mirar el cielo, e intuyo, padeciendo

    idntico estado emocional. Medio dormidos, sin poder creer en lo

    que veamos, escuchbamos a algunos de los nuestros que

    gritaban -como si estuvieran mirando un partido de ftbol-

    Vamos carajo, Viva la Patria!. Pero lo que estaba ocurriendo no tena semejanza con un partido de ftbol.

    En ese momento estbamos siendo testigos privilegiados de la

    primera accin de guerra. ramos testigos y parte. Esa era la

    confirmacin de que la cosa vena en serio. Algunos optimistas

    tiraban tiros al aire para festejar. Los menos optimistas creamos

    estar viendo una pelcula surrealista.

    Sin embargo, ni las sensaciones inconfesables del cuerpo, ni la

    optimista balacera ni el tableteo de las antiareas calmaron nuestra

  • 41

    hambre. En medio de la flamante guerra argentina, con Roberto

    tuvimos que seguir planeando nuestra estrategia.

    Haba un galpn en el Moody Brook -Regimiento de los royal

    marines tomado por nosotros el 2 de abril- lleno de comida que se

    distribua a las distintas unidades, a unos 4 kilmetros de donde

    estbamos.

    Para desarrollar nuestra estrategia, necesitbamos socios. Fue as

    que invitamos a dos amigos: el correntino Martegani y Nstor

    Kruzich. El primero, estudiante de ingeniera, y Nstor de 25

    aos, que haba pedido prrroga para estudiar Derecho, y se

    lamentaba: Mir en donde termin Caminamos sin parar los cuatro juntos, hasta llegar a una colina

    que se elevaba justo arriba del que haba sido el cuartel britnico,

    y de su galpn. Ah dejamos escondidos -entre las piedras- nuestro

    correaje y armamento, y bajamos haciendo como que

    pertenecamos al camin que estaba de culata cargando. Por suerte

    el suboficial a cargo -que estoy seguro se haba dado cuenta- no

    dijo nada. Hacindonos los asumidos entramos al galpn, y hasta

    nos dimos el lujo de pasar frente a las narices del oficial a cargo

    acarreando cajas de comida y provisiones, como si furamos a

    cargarlas en el camin. La estrategia consista en seguir

    caminando hasta llegar a la esquina e inmediatamente doblar para

    esconder todo lo que habamos conseguido.

    La excitacin del momento fue como si nos hubiramos robado un

    milln de dlares. Apenas pudimos contener el grito de alegra,

    pero esa euforia dur poco, ya que un sargento que pasaba por ah

    se dio cuenta y nos detuvo.

    Pasamos de la euforia al terror, porque el castigo para ese tipo de

    delitos eran el estaqueo o el calabozo de campaa, cosa que casi

    ocurre, ya que este sargento nos llev al cuartel del Moody Brook,

    donde pasaban bajo techo los das algunos oficiales de nuestro

    regimiento y de toda la dcima brigada. Estuvimos afuera unos

    segundos hasta que sali un soldado, asistente del capitn Prez

    Cometo, y nos grit-Corran! Corrimos cuesta arriba como locos, se escucharon unos gritos de

    alto y tiros al aire de algn oficial. Y cuando llegamos al tope de

    la colina, se puso en marcha un helicptero Puma ah estacionado

  • 42

    que nos sobrevol. Para esto ya estbamos escondidos en una

    especie de gruta natural.

    Volvimos con las manos vacas, ms hambrientos que antes a

    nuestros pozos, pero contentos porque habamos logrado escapar a

    un castigo dursimo.

    En otras expediciones pudimos conseguir algunas cosas, no

    muchasel problema era traerlas a la compaa sin que se d cuenta el teniente primero. Se nos ocurri abrir una caja de

    municiones del caon 105 mm, para eso escondimos los dos

    cohetes que contena entre unos arbustos y volvimos a llenar la

    caja pero con lo robado! De ese modo, al llegar, nadie

    sospechara nada raro. Cuando llegaba la oscuridad de la noche,

    volvamos a la caja a sacar nuestro botn.

    Pero an as, seguamos con mucha hambre, alimentados como

    estbamos slo con el mate cocido de la maana y el guiso

    aguachento de la tarde. Casi nunca algo slido. Mucho menos pan

    o galletitas, de eso, jams.

    Con el correr de los das comprendimos que el hambre encegueca

    la razn. Y mientras dormamos, sobamos con comida y

    hablbamos sobre distintas recetas que nos preparaban nuestras

    madres o abuelas. Creo que esa hambruna y sus consecuencias -al

    fin y al cabo- de alguna manera ayudaron a que no tomsemos la

    dimensin real de lo que estbamos viviendo.

    En tanto, seguan los ataques areos. Nosotros en el puesto en

    donde estbamos era ms lo que ignorbamos que lo que

    sabamos. Eso s, no nos privbamos de presenciar los vuelos

    rasantes de los Harriers justo encima de nuestras cabezas,

    perseguidos en algunos casos por nuestros Mirages.

    Un da salimos con Roberto caminando porque nos habamos

    enterado de que haba una cocina de rancho de otra compaa, que

    ofreca comida ms slida a quienes pasaran por ah. El da era

    extraamente agradable, haba sol y el fro se senta un poco

    menos.

    Venamos bajando la montaa casi contentos, hasta esperanzados.

    De pronto le dije a mi compaero que me esperara un poco porque

    senta una necesidad fisiolgica impostergable. Mientras

  • 43

    estbamos all, de repente, detrs del Monte Tumbledown se

    escucha una explosin terrible y tras ella, vemos aparecer un

    Harrier enemigo directo hacia nosotros en un vuelo rasante, que pasa a 20 30 metros por encima de nuestros cuerpos.

    Alcanzamos a ver la cabeza y el casco del piloto, hasta llegamos a

    sentir el calor de las turbinas. Despavorido, me tir al suelo

    aferrndome con los puos a dos matas de pasto. Milagrosamente,

    el avin hizo un tirabuzn en el aire y se elev. Detrs, lo vena

    persiguiendo un Mirage argentino, que al no tener tanta maniobrabilidad, sigui de largo, perdiendo a su objetivo areo.

    La adrenalina nos dej temblando espantosamente durante varios

    minutos. Para cortar el clima -o de los nervios- con Roberto

    terminamos rindonos como locos por el modo en que nos haban

    cortado la inspiracin fisiolgica. Telegrama oficial desde Malvinas 18/05/1982

    LUF 1 INTERNACIONAL 636 50

    ZCZC 185 ISLAS MALVINAS 50 21 9 17 1000

    SAVAGE

    CERRETTI 1096

    ADROGU BAIRES

    ESTOY BIEN CARIOS

    MIGUEL

    Telegrama que lleg a las Islas, de parte de mis padres

    22 / 05 / 82

    Soldado clase 1962

    Miguel Savage Compaa C

    Regimiento N* 7 Cnel. Conde

    Islas Malvinas

    Recibimos telegrama da 18 Esperamos otro

    Ahora comunicate urgente.

    Carios Mam y Pap

  • 44

    Ya en ese tiempo, haban comenzado los bombardeos navales

    nocturnos. En el engaoso silencio de la noche, de pronto, como

    de la nada, escuchbamos el estruendo, luego el silbido del

    proyectil volando por encima de nosotros y finalmente, el

    impacto. Las sensaciones inconfesables nos perseguan.

    Perturbados, sin misiones definidas que cumplir, empezbamos a

    recorrer el incierto camino de la desolacin. El no saber si ramos

    un blanco perfecto a eliminar por los ingleses, o un material

    humano a descartar por nuestros propios jefes, demola nuestras

    vulneradas pretensiones patriticas. Ms an cuando los

    proyectiles abordaron nuestro pequeo territorio y empezaron a

    caer cada vez ms cerca, rodendonos casi, a unos 200 metros a

    veces, o un poco menos quizs. Sin embargo, eran de tal magnitud

    el agotamiento y la debilidad causados por el hambre, que

    seguamos durmiendo, enajenndonos como un modo de

    protegernos.

    Pese a todo, algunos compaeros no pudieron soportar lo que

    estaba sucediendo. Uno de esos das exasperantes de bombardeos

    y terror, escuchamos un disparo. Cuando salimos de nuestra

    posicin para ver qu haba ocurrido, vimos que uno de los

    nuestros se haba descerrajado un tiro sobre un pie, para poder ser

    evacuado. Y lo comprendimos. Eso no era cobarda. Era un modo

    de salir por arriba, tal como lo hara cualquiera para poder escapar

    de un laberinto.

    Reconozco que no todos eran momentos tan angustiantes. O

    porque a la larga uno se acostumbra a todo, o porque en semejante

    estado de confusin, se pierde nocin del peligro. Eso s, las horas

    en esos pozos eran tan eternas y las guardias de 3 a 5 de la maana que hacamos con Roberto tan infecundas, esencialmente

    con ese visor infrarrojo Toshiba que portbamos, al que se le

    haban acabado las bateras

    Boleros al son del bombardeo

    Una noche nos juntamos en la posicin de Alan, Adrin y el

    sargento primero Alcaide a cantar boleros! En medio de esa

  • 45

    soledad, de ese fro, de ese hambre y de esos bombardeos, para

    nosotros fue como participar de un recital!

    Ellos haban conseguido un poco de yerba, as que improvisamos

    un mate con la carcasa metlica de una granada espaola -que era

    como una especie de cilindro- y de bombilla usamos una birome

    con la punta envuelta en una gasa que sacamos del paquete de

    curaciones.

    Alcaide saba las letras y melodas de muchas canciones. Alan

    haba fabricado unos timbales cuyas cajas de resonancia eran latas

    vacas y los parches, trozos de bolsas de nylon. Adrin haba

    construido una especie de guitarra con una madera e hilos bien

    tensos. Sabe Dios cmo habr sonado nuestra pequea banda de

    msica bajo el helado cielo malvinense, acompaados por el

    fragor incesante de las bombas que seguan cayendo, a pesar de

    nosotros.

    Cunto que nos ayud esa pequea empresa de fabricar los

    instrumentos y ponerlos a tocar, en esos momentos en los que

    necesitbamos abstraernos de aquel estado miserable. Hoy puedo

    recordar esos intervalos que vivimos, casi con ternura. ramos tan

    chicos. ramos tan pobres. Y el bienestar haca rato que nos haba

    abandonado.

    Un bao malgastado

    El hambre nos estaba consumiendo, ya nos marebamos con

    cualquier desplazamiento. Al no comer nutrientes ni protenas,

    fuimos perdiendo musculatura, y la piel se nos volvi spera y

    seca.

    Pasados los cuarenta das de estada en las islas, una maana

    lluviosa el teniente Castaeda, segundo oficial de la compaa,

    nos llev al pueblo a baarnos!, decisin que de seguro l no

    haba tomado. Slo cumpla con alguna orden.

    Fue absurdo lo que hicieron con nosotros ese da. Mareados por el

    hambre, empapados como estbamos, nos hicieron caminar doce

    kilmetros hasta el pueblo, con una temperatura de 20 bajo cero,

    porque a ellos les preocupaba que no estuvisemos limpios!

  • 46

    Estos tipos estn haciendo todo mal, pensaba mientras casi me arrastraba para llegar: Esto es irracional. Nos baamos en un galpn con agua de mar, salada -aunque

    caliente- hacinados. Ah fue cuando me di cuenta cabalmente de

    lo grave de nuestra desnutricin. Al sacarnos la ropa, nuestros

    cuerpos desnudos se vean raquticos, huesudos, con la panza

    hinchada, tal cual recordbamos a los prisioneros de los campos

    de concentracin nazis. Cada vez que lo pienso siento que nos

    trataron como a ellos, con el mismo mtodo. Slo faltaba que de

    las duchas saliese el gas letal. Y no estoy hablando del enemigo!,

    estoy hablando del trato que nos dieron nuestros propios

    compatriotas devenidos jefes!

    Nunca supimos por qu nos obligaron a baar de ese

    incomprensible modo. O tal vez lo imaginbamos y no nos

    atrevamos a decirlo en voz alta: oleramos como huelen las

    bestias sucias, seguramente. De cualquier modo ese pattico bao

    nada cambi. Volver a ponernos la misma ropa mojada despus de

    esa breve ducha fue repugnante, una total falta de respeto por la

    dignidad de nuestras personas, tal como esta gente vena haciendo

    con nosotros a diario. Y ms afrentoso an fue hacernos regresar

    esos doce kilmetros tan hambreados como cuando nos sacaron de

    nuestra posicin, atravesando las montaas bajo la persistente

    lluvia, para terminar el da en nuestros hmedos pozos. Sucios de

    nuevo. Oliendo a bestias, como si nada.

    Haca rato que habamos comenzado a excretar una sola vez por

    semana -o ms espordicamente an- aunque orinbamos

    muchsimo. Claro que ese era todo un problemn por la noche,

    porque levantarse para orinar era perder todo el calor corporal que

    habamos conseguido dentro de la bolsa de dormir, tapados como

    estbamos con nuestras mantas, sin desvestirn