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¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular! 1 Colección Emancipación Obrera IBAGUÉ-TOLIMA 2014 GMM

Libro no 1129 de salir al mundo — como una vanguardia del futuro avakian, bob colección e o septiemb

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De Salir al mundo — como una vanguardia del futuro. Avakian, Bob. Colección E.O. Septiembre 27 de 2014.

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Colección Emancipación Obrera IBAGUÉ-TOLIMA 2014

GMM

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!

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© Libro No. 1129. De Salir al mundo — como una vanguardia del futuro. Avakian, Bob. Colección E.O. Septiembre 27 de 2014.

Título original: © Bob Avakian. De Salir al mundo — como una vanguardia del futuro. 2008 Versión Original: © Bob Avakian. De Salir al mundo — como una vanguardia del futuro.

Circulación conocimiento libre, Diseño y edición digital de Versión original de textos: http://www.revcom.us/avakian/Out%20into%20the%20World/Avakian_Out_into_World_pt5-es.html http://www.revcom.us/avakian/Out%20into%20the%20World/Avakian_Out_into_World_pt4-es.html http://www.revcom.us/avakian/Out%20into%20the%20World/Avakian_Out_into_World_pt3-es.html http://www.revcom.us/avakian/Out%20into%20the%20World/Avakian_Out_into_World_pt2-es.html http://www.revcom.us/avakian/Out%20into%20the%20World/Avakian_Out_into_World_pt1-es.html

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Bob Avakian

De Salir al mundo — como una vanguardia del futuro

(2008)

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Las “crisis en física”, las crisis en filosofía y en política

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

NOTA DEL AUTOR. El siguiente texto forma una parte de un discurso titulado “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, que di a un grupo de miembros del partido a principios de 2008. Para preparar el texto para su publicación, he tenido que volver a escribir algunas secciones. En este proceso, me he beneficiado de las críticas, preguntas, cambios sugeridos, formulaciones propuestas, etc. que varias personas sugerían al haber leído una versión anterior del texto, y también quisiera expresarles mi agradecimiento. Específicamente, quisiera agradecerle a Ardea Skybreak, la autora del libro en inglés La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo — saber qué es real y por qué importa, por sus contribuciones al proceso.

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Hoy parece que hay una re-aparición de un fenómeno que apareció primero en una forma aguda hace 100 años, durante el tiempo de Lenin. Me refiero a lo que se puede llamar las “crisis en física” y las crisis en filosofía — y sus ramificaciones políticas: descubrimientos, interrogantes o teorizaciones en la física, la relación de todo eso a las cuestiones de la filosofía y a su vez, la relación de eso a la lucha por la revolución — y, específicamente, la lucha dentro del movimiento comunista entre el marxismo y el revisionismo (una revisión del comunismo para eliminar su perspectiva y objetivos revolucionarios, mientras se mantiene todavía el nombre de “comunismo”.)

Cabe señalar que a partir de sus lecturas de “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, especialmente la parte 11 , varias personas han expresado objeciones sobre lo siguiente (de la polémica contra Karl Popper, en la parte 1 de “Hacer y emancipar”):

“No cabe duda de que hay elementos del marxismo que son falseables. Por ejemplo, el materialismo dialéctico. Si el mundo estuviera compuesto de algo que no fuera materia en movimiento —si se pudiera demostrar que fuera cierto— pues el marxismo en lo fundamental, en lo esencial y en lo básico, se habría falseado, se habría demostrado que es incorrecto. O, si se pudiera demostrar que, sí, toda la realidad está compuesta de materia, pero algunas formas de materia no cambian, que no tienen contradicciones internas y movimiento y desarrollo — esto también sería una refutación fundamental del materialismo dialéctico”.

Parece que las objeciones a que me refiero surgen por lo menos en parte porque algunas personas están estudiando descubrimientos recientes y controversias en la física en particular. Y, si bien esto ocurre en el contexto de la derrota de la primera etapa de revolución comunista (con el golpe de estado revisionista y la restauración del capitalismo en China hace varias décadas) y

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las dificultades continuas para el movimiento comunista en el período actual2 , estas cuestiones acerca de la física —y su relación a la filosofía (concepción del mundo y método)— sí se tienen que tratar por derecho propio, así como en un sentido más grande se tienen que examinar en relación a la política y específicamente en relación a la lucha entre marxismo y revisionismo.

Si realmente fuera cierto que no toda la realidad constara de materia en movimiento —si se pudiera mostrar que existen algunas partes de la realidad, algunas cosas que sí existen que no constan de materia, o si se pudiera mostrar que hay al menos ciertas cosas que sí existen pero que no sufren cambios, o que los cambios en por lo menos algunas cosas que existen no se deben al movimiento y la contradicción al interior de la materia en sí—, pues entre otras cosas eso permitiría decir que existen seres sobrenaturales (dioses o un Dios único) como la fuerza que controla el universo o por lo menos como el “creador” o la “fuerza motriz” que da origen a las cosas y da el impulso inicial que pone las cosas en movimiento. Obviamente serían enormes las implicaciones de esto — no solo en la filosofía sino también en la política y en la sociedad.

Bien, déjeme estipular desde el principio: no pretendo ser un experto en la física en ningún sentido (ni en la física aplicada ni en la física teórica) pero sí existen algunas realidades básicas y cuestiones fundamentales de concepción y método a que me siento cómodo en responder, y de hecho insisto en ellas.

En por lo menos una respuesta a “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, se preguntó si es correcto decir que toda la realidad consta de hecho de nada más que materia en movimiento — citando el ejemplo del espacio y el tiempo, señalando que el espacio y el tiempo son en efecto parte de la realidad, pero dudando que sean materia y específicamente materia en movimiento.

Primero, a mí me parece claro en vista de la obra de Einstein y otros, que el espacio y el tiempo son relativos y no absolutos. Se puede decir que en esencia son propiedades de la materia en movimiento. Pero en cualquier caso no son algo ajeno a la materia en movimiento — no son distintos a esa materia en movimiento.

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Con más frecuencia, sin embargo, lo que se ha planteado acerca de la frase de arriba de “Hacer y emancipar” están relacionado a la última frase en lo citado aquí —y que se le opone—, frase que señala que todas las formas de materia cambian y tienen contradicciones internas y movimiento y desarrollo. Al menos a un grado importante, estas objeciones provienen de un entendimiento mecánico y equivocado de lo que significa movimiento, cambio y desarrollo, y específicamente lo que significa contradicción interna (o al menos están relacionadas con un entendimiento así). Al decir que algo tiene contradicción interna no es lo mismo que decir que es “infinitivamente divisible” en el sentido de que se puede dividir interminablemente en componentes más y más pequeños.

En épocas pasadas se pensaba que la partícula más pequeña posible de la materia era el átomo y que nunca sería posible dividirlo en partes aún menos pequeños. Pero sucede que en realidad los átomos se componen de una mezcla de partículas subatómicas, las cuales incluyen un núcleo denso (compuesto de una mezcla de neutrones y protones con una carga positiva) rodeado de una nube de electrones con una carga negativa. Por eso, el átomo es un buen ejemplo de una parte de la materia una vez considerada indivisible que no obstante más tarde resultaba divisible. De hecho, el descubrimiento de que el átomo no era el componente más pequeño posible de la materia y en efecto en sí constaba de componentes aún más pequeños era uno de los factores principales que propiciaron una “crisis en la física” así como en la filosofía (caracterizada por un creciente coro de idealismo filosófico que alegaba que la “materia ha desaparecido”, cuando en realidad lo que había sucedido fue que se había descubierto que existía la materia en formas previamente desconocidas) y una crisis relacionada en el movimiento socialista y comunista —un derrumbe en el revisionismo de parte de un número importante de ex marxistas— que ocurrió durante los años de Lenin. Esta crisis era especialmente aguda en Rusia, donde el movimiento había sufrido un severo revés con la derrota aplastante de la revolución de 1905 en ese país. Por aquellas razones, Lenin reconoció y respondió a la necesidad de luchar vigorosamente en las esferas de filosofía y de política, contra estas tendencias erróneas de pensar y contra el derrotismo y la capitulación ligados con estas. El libro de Lenin Materialismo y empiriocriticismo fue un arma poderosa y concentrada en esta lucha. Además, como sucedió, fue crítica esta lucha para

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establecer los cimientos ideológicos y políticos de la revolución triunfante en Rusia en 1917, lo cual llevó al establecimiento de la nueva república socialista.

Pero, descubrir que el átomo consta de partículas más pequeñas no necesariamente lleva a la conclusión de que con el paso del tiempo se demostrará que se pueden dividir todas y cada una de las partículas de la materia en siempre más pequeñas componentes una y otra vez… hasta lo infinito. El que sea cierto o no, eso no es lo mismo que decir que todas estas cosas tienen contradicciones internas. Tal vez en el futuro se descubra que esta clase de división (dividir algo en componentes cada vez más pequeños) se aplica a las pequeñas partículas que hoy son las más pequeñas que se han descubierto cuya existencia se ha detectado (o que se ha deducido de otros descubrimientos) —en el futuro tal vez se descubra que tales partículas constan de partículas aún más pequeñas, etc.— pero para apreciar correctamente que toda materia tiene contradicción interna, no es necesario que haya un proceso sin fin de tales descubrimientos (de partículas o componentes más y más pequeños).

Veamos una sola dimensión de esto: en un punto de una escala por debajo de cierto punto en la división de una forma específica de materia —en movimiento— lo que tal vez ocurriera es la transformación de la forma específica de materia en otra cosa, por ejemplo una forma particular de energía (que en sí es otra forma de materia) pero eso todavía es una expresión de la contradicción interna de la forma (o formas) específicas de materia — y de la existencia de la realidad entera como materia en movimiento.

Una vez más, la existencia de contradicciones internas no necesariamente significa que se puede “dividir” infinitamente cualquier cosa — en el sentido de que es posible dividirla en partes más y más pequeñas. Repito esto porque es un punto muy importante — y uno sobre lo que a mí me parece que muchas personas se confunden, porque lo ven de una manera mecánica. Esta división en partes más y más pequeñas no tiene que continuar infinitamente en la manera en que solemos pensar de manejar objetos comunes (por ejemplo una manzana o una galleta: dividirlas en mitades, y luego en mitades otra vez y así sucesivamente, lo que después de todo llega a la larga al menos a límites prácticos). También hay una diferencia —una diferencia importante— entre las contradicciones internas y la “estructura” interna. Por ejemplo, es posible que

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algunas partículas no tengan una “estructura” interna apreciable, al menos no en la manera en que estamos acostumbrados a pensar de eso (otra vez extrapolando de objetos comunes) pero eso no quiere decir que no tienen contradicciones internas ni que no experimentan y participan en cambios ni en movimiento. Veamos el caso de los electrones subatómicos, por ejemplo. Tengo entendido que carecen de toda subestructura interna conocida, pero todavía son elementos constituyentes muy dinámicos del cambio, capaces de generar o desviar campos magnéticos, absorber o emitir fotones de energía, alterar sus órbitas nucleares y entrar en estados excitados, cambiar de lugar con los electrones de otros átomos (lo cual es la base de la formación de vínculos químicos) y también pueden ser aniquilados en choques con las antipartículas correspondientes conocidas como positrones. ¡Por seguro estos son componentes muy dinámicos de la materia en movimiento!

Incluso las más diminutas de las partículas conocidas revisten propiedades de materia en movimiento. Nos dicen, por ejemplo, que se puede concebir los fotones de luz como partículas y ondas simultáneamente. Por lo que yo entiendo, la muy debatida “teoría de cuerdas” en la física propone que se podría comprender algunas de las propiedades básicas de toda materia concibiendo las partículas como ondas sobre cuerdas que vibran según diferentes patrones. El que se valide o no en última instancia dicha teoría, lo pertinente es que ninguno de los numerosos descubrimientos y propuestas teóricas nuevos en la física moderna ha develado nada que refutara o minara el materialismo dialéctico tal como lo entendemos y lo debemos entender correctamente —y específicamente entender que todo lo existente consta de materia en movimiento de un tipo u otro y que sí, toda materia encierra contradicciones internas y que de hecho eso es lo que la caracteriza.

Está vinculado con eso el principio al cual se refirió Mao en “Sobre la contradicción”: debido a la inmensidad del ámbito de las cosas y a lo interrelacionadas que son, lo que es universal en un contexto es particular en otro (y viceversa). Como ustedes saben, en otras charlas he ilustrado ese punto de diferentes maneras, con ejemplos de la vida cotidiana o —como concepto abstracto útil— la esfera militar: Cuando uno considera una situación de guerra en su conjunto, eso es lo universal, y una campaña particular dentro de esa situación en conjunto es lo particular; por su parte cualquiera de esas campañas

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particulares podría ser lo universal visto en ese contexto, y que en ese contexto una batalla específica sería lo particular dentro de eso, y así sucesivamente. Uno podría imaginar muchos ejemplos diferentes — de hecho, se aplica a todo fenómeno. Cuando uno lee un libro, el libro en su totalidad es lo universal, pero cuando uno está leyendo un capítulo particular, ese capítulo podría ser lo universal. No es un simple juego; así existe en los hechos la realidad y así se interrelacionan las diferentes “partes” de la realidad (y se intra-relacionan, o sea, están conectadas internamente, a otro nivel).

Es importante captar que lo que pasa aquí — esta relación dialéctica entre lo universal y lo particular y los diferentes niveles en que se expresa— no se trata simplemente de la “interacción” entre diferentes formas particulares de materia (o niveles de materia), que se deben concebir como “externas” unas a otras y “separadas” en algún sentido absoluto. Al contrario: si bien cada forma particular, y cada nivel, de materia (en movimiento) sí reviste una existencia e una identidad diferenciadas como tal (algunas características que la define o una coherencia interna), al mismo tiempo eso es relativo, no absoluto. Por lo tanto, una forma particular de materia no solo puede “interactuar con” otra forma distinta de materia, sino también puede integrarse, junta con la otra forma de materia, en otra entidad a un nivel diferente de la organización de materia. Repito, cada una de estas formas y niveles diferentes de materia reviste su propia existencia e identidad diferenciadas — relativamente. Para explicarlo de manera conceptual: “a” —una forma particular de materia— “interactúa” con “b” —otra forma particular de materia que se diferencia, relativamente, de “a”— mientras que ambas formas de materia, “a” y “b”, están integradas en “C”, que representa un nivel diferente de la organización de materia.

Para ilustrar este punto más concretamente, veamos el ejemplo de una célula dentro de un cuerpo humano en conjunto. Dicha célula como tal cuenta con una existencia y una identidad diferenciadas — con su propia identidad relativa (como se definió más arriba), caracterizada por contradicciones (contradicciones internas en ese contexto o en ese nivel), mientras que al mismo tiempo dicha célula existe dentro de cierto órgano del cuerpo (un pulmón, corazón, hígado, etc.) y forma parte de él y a la vez ese órgano existe dentro del cuerpo en su totalidad y forma una parte de él. Cabe repetir que la existencia diferenciada y la identidad relativa de cada una de esas cosas (o

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formas o niveles particulares de materia) son reales pero también relativas — no existe ninguna separación absoluta entre ellas, y no solo “se interactúan” mutuamente sino que también están integradas, en diferentes niveles, como partes del conjunto mayor (o lo universal)... lo que por su parte está integrado en otro nivel como parte de lo universal mayor… y así sucesivamente. En cada nivel —siendo, repito, solo relativo y no absoluto— la “organización de la materia” particular correspondiente a ese nivel encierra contradicción interna, movimiento y cambio.

Para captar ese punto más completa y correctamente, es importante recalcar de nuevo que la contradicción interna no necesariamente implica (no es idéntica a) la existencia de “partes integrantes”. En contraste, como lo expresó Ardea Skybreak en un intercambio sobre ese punto, la contradicción interna se entiende mejor como “lo disparejo dentro de las cosas —o dentro de un nivel dado de materia, con su identidad relativa— que lleva el potencial del cambio dentro de esas cosas y de hecho es la base material para dicho cambio”.

Skybreak elaboró más este punto en la siguiente manera: Además de la o las otras contradicciones que puedan existir dentro de una forma particular de materia, existe contradicción en el sentido de que para que una cosa tenga identidad relativa (algunas características que la definen y la diferencian), parece que debe tener un “límite”, “frontera” o “linde”, de un tipo u otro, que la distingue (la diferencia) —relativamente— de otras “cosas”. Al mismo tiempo, esa “frontera” o “linde”, si bien es parte de esa “cosa” particular, en sí constituye una contradicción dentro de esa cosa y específicamente una contradicción con lo que se encuentra “dentro” de dicho “límite” (o “frontera” o “linde”). Y (en las palabras de Skybreak), “al parecer, esa ‘frontera’ o ‘linde’ establecería en sí una relación dispareja suficiente en grado mínimo con lo interno, lo que llamamos ‘contradicción interna’”.

Es más, ya que la “separación” entre los niveles (y las formas particulares) de materia es solamente relativa, no absoluta —y diferentes formas particulares, y niveles, de materia por su parte están “integradas en” otros niveles de materia— entonces, en cualquier nivel, junto con la contradicción interna que caracteriza la forma particular de materia correspondiente a ese nivel, también existe contradicción interna en el sentido de la contradicción que opera en la relación o relaciones entre diferentes niveles (o formas particulares) de materia. Una

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célula dentro del pulmón, otra célula dentro del mismo pulmón, otra célula más dentro de otro órgano, los órganos mismos: todos “integran” el cuerpo humano — mientras que al mismo tiempo existen, relativemente, como entidades diferenciadas dentro de él. Y todas estas relaciones tienen contradicción y de hecho constan de contradicción.

Para regresar a la esfera de la física, si es cierto que (como lo califica Brian Greene en El tejido del cosmos (p. 491 de la edición en inglés, nuestra traducción), “el espacio, como los electrones, existe en trozos diferenciados e indivisibles”, eso no cambia el hecho de que dichos “trozos” no solo se interactúan mutuamente, al mismo tiempo que los electrones interactúan con otras formas de materia en movimiento, sino que esos “trozos” mismos revisten contradicción interna, como señalé anteriormente, y también están “integrados unos con otros” en otros niveles de materia (en movimiento). Por lo tanto, aún si el espacio consta de “trozos” “diferenciados” e “indivisibles”, el espacio sería al mismo tiempo continuo —si bien diferenciado— y los “trozos” de espacio, como los electrones, aún encerrarían contradicción interna y movimiento, en las maneras en que he hablado aquí.

También es importante el hecho (al que me refirí arriba) de que el movimiento es el modo de existencia de toda materia y el hecho (que recalcó Engels) de que el movimiento mismo supone contradicción — es una forma, o una encarnación, de la contradicción. Y al parecer es evidente que todas las formas de materia encierran movimiento, no solo en relación con otras “cosas” (formas de materia) que les son (relativamente) externas, sino también en su misma coherencia interna (o identidad relativa).

¿Qué tiene que ver todo eso con el cambio —la transformación— que experimentan diferentes tipos de materia bajo ciertas condiciones (incluidas las partículas subatómicas como los electrones)? Es verdad que un objeto, o una “cosa” (una forma de materia) puede experimentar un cambio, en ciertas situaciones, cuando algo externo “actúa sobre” ella (en el sentido relativo que he venido señalado). Sin embargo, creo que Mao tenía la razon en esencia al decir que los factores externos pueden constituir la condición para efectuar el cambio pero los factores internos —o sea, la contradicción— son la base del cambio. Es decir, los factores internos, o la contradicción interna, son decisivos en cuanto a la posibilidad de que una cosa particular se cambie — proporcionan

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la propia base material para que ocurra ese cambio— y son decisivos para determinar cómo se va a cambiar, aunque ese cambio lo haya “provocado” la acción de un factor externo en interpenetración con la base material interna.

Veamos un ejemplo de la experiencia humana cotidiana, la transformación del agua en vapor: es el efecto de algo externo al agua (la aplicación del calor al agua) que la hace hervir, pero el hecho de que se le puede cambiar, como resultado de hervirla —y de que se transforma en vapor en vez de otra cosa— se debe principalmente a la naturaleza interna (y la contradicción interna) de la misma agua. Para repetir, creo que Mao acertó en lo esencial al afirmar que ese principio básico (que los factores internos o las contradicciones internas son la base del cambio y los factores externos son la condición del cambio) se aplica a la materia en general, aunque esto ocurre de una manera compleja — y entre otras cosas, se complica no solo por la certeza de que la materia existe como formas particulares de materia, cada una con su propia identidad relativa y algunas que tienen una particularidad muy diferenciada, sino también por la certeza de que la diferencia entre lo externo y lo interno es en sí relativa y no absoluta, y lo que es externo en un contexto puede ser interno en otro (y viceversa).

Ahora bien, si se podría demostrar que hay algo que existe de hecho que no consta de materia, constituiría una refutación fundamental del materialismo dialéctico. Sin embargo, en los hechos nunca jamás se ha descubierto nada que realmente existe que no consta de materia.

Asimismo, si se podría demostrar que algunos tipos de materia no encierran contradicción interna, movimiento y cambio, pues eso refutaría un principio básico de la teoría comunista —o al menos de la teoría comunista como existe hoy y como la entendemos hoy— y nosotros tendríamos, juntos con todos los que están resueltos a aplicar la ciencia de manera consecuente, que hacerle frente y sacarle las lecciones pertinentes — en vez de las lecciones instrumentalistas que convendrían y servirían a nuestras ideas preconcebidas. Pero de hecho no es cierto que se haya postulado mas comprobado con medios científicos que sea válido y cierto semejante concepto (de que existe materia que no suponga contradicción interna, movimiento y cambio).

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Una vez más, el entendimiento científico que tenemos de la realidad indica que toda la realidad consta de materia, y que encierra contradicción interna, movimiento y cambio, en una forma u otra.

Conforme la física (y otras ramas de la ciencia) sigan explorando más profundamente la naturaleza de la realidad, al nivel “micro” como al “macro” y mediante sus esfuerzos de desarrollar una concepción científica que comprenda correctamente la integración de la materia en dichos niveles diferentes (“micro” y “macro”), está sucediendo en realidad lo que también se señaló en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”:

“Durante todo el período de más de 150 años desde que Marx y Engels por primera vez formularon el comunismo como teoría científica, se ha seguido enriqueciendo la concepción del materialismo dialéctico mismo, a base de aprender de nuevos descubrimientos, en la ciencia natural tanto como la ciencia social y la historia. Después de todo, esos avances no han demostrado que la realidad no conste de nada más que materia en movimiento; han profundizado nuestro conocimiento de lo que esto significa, y al mismo tiempo han planteado nuevos retos para entender varias formas de materia particulares y varios aspectos particulares de las leyes del movimiento de la materia”.

No digo que el problema es que los nuevos descubrimientos, y el mayor desarrollo y enriquecimiento de las teorías científicas —ni de hecho el planteamiento de varias hipótesis en la física y otros campos— hayan resultado inválidos o que objetivamente hayan puesto en tela de juicio el análisis básico de que toda la realidad consta de materia en movimiento y que toda esta materia en movimiento encierra contradicciones internas. Por el contrario, el problema es que algunos comunistas (y algunos ex comunistas), que tienen cuando menos cierta familiaridad con algunos de estos “descubrimientos” e hipótesis —y de nuevo, en el contexto de los reveses y las dificultades del movimiento comunista en este período— han respondido con un entendimiento inadecuado del materialismo y de la dialéctica, o con un entendimiento que no es lo suficientemente profundo y no es completamente correcto —y específicamente han aplicado una concepción mecánica y/o de otra forma incorrecta de las contradicciones internas y del movimiento y el cambio— y que por eso (o al menos en parte por eso) se han puesto a dudar del análisis materialista dialéctico básico de la realidad, cuando en los hechos no se ha

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hecho ningún descubrimiento científico y ninguna teoría corroborada que de veras ponga en tela de juicio este análisis básico.

A la vez, si bien sigo estando firmemente convencido de que son válidos los principios fundamentales del materialismo dialéctico, tales como los he trazado en este ensayo y que lo que se ha aprendido en la física y otros campos no los ha refutado ni los ha puesto en tela de juicio —por ejemplo, el principio de que toda la realidad consta de materia en movimiento y que todos los niveles y formas de materia encierran contradicciones internas—, también sigue siendo cierto que, evitando una orientación agnóstica —para decir que no podemos sacar conclusiones firmes sobre estos principios fundamentales ni actuar sobre la base de ellos—, todos nos podríamos beneficiar y deberíamos seguir aprendiendo haciendo más exploraciones y bregando con las cuestiones en torno al carácter básico de la realidad (la materia en movimiento). Si manejamos este proceso con una orientación y método científico consecuente, podremos fortalecer nuestra capacidad de captar, aplicar y enriquecer más el materialismo dialéctico.

Empirismo, agnosticismo, relativismo y revisionismo

De muchas formas y en aspectos fundamentales, la tendencia a poner en tela de juicio el análisis básico de que toda la realidad consta de materia en movimiento y que todas las formas de materia en movimiento encierran contradicciones internas —y en particular la forma en que esta tendencia se manifiesta en las personas que se han llamado comunistas— es muy similar de hecho al fenómeno que Lenin señaló en Materialismo y empiriocriticismo. Como señalé arriba, hoy, al igual que en los tiempos de Lenin, los avances en la física (al menos en cierta medida) han conducido o han contribuido a una crisis en la filosofía — y han tenido un proceso de reforzarse mutuamente con esta crisis; y entre los comunistas, en los casos en que esta crisis no se ha manifestado simplemente en la forma de una defensa dogmática de una versión quebradiza (y en esencia un sustituto religioso) del comunismo, se ha manifestado en la forma del empirismo, el agnosticismo y el relativismo desbocados.

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A la vez, este fenómeno ha estado relacionado con una tendencia a abrazar el revisionismo en el frente político. En algunos casos, esto ha conducido a adoptar una posición agnóstica hacia la posibilidad de hacer la revolución y de llegar al comunismo —de la mano con un agnosticismo filosófico generalizado— o de hecho a abandonar abiertamente y de plano la meta de la revolución y el comunismo.

El punto de vista ideológico-filosófico de un número de ex comunistas —entre ellos algunos que han dejado el campo de la revolución y se han hundido en el cenagal de la contrarrevolución— se ha caracterizado por el pragmatismo y el empirismo muy marcados, que van de la mano con el economismo y el revisionismo desbocados y los refuerzan, en particular en la forma de “el movimiento lo es todo; el objetivo final, nada”. En general, esto ha ocurrido en combinación con abrazar la democracia burguesa — y en los casos en que no ocurra un abandono total del comunismo, se caracteriza por un esfuerzo de decir que el comunismo es idéntico a la democracia burguesa. Entre algunos de estos ex comunistas (y algunos “compañeros de viaje intelectuales del comunismo”) está en marcha una retirada generalizada hacia el relativismo, el agnosticismo y el escolasticismo. (Por escolasticismo me refiero no solo a trabajar con las abstracciones teóricas en sí —que es una actividad que puede tener mucha importancia, en particular si es parte de un método y enfoque correcto general— sino a convertir en un principio la separación entre la teoría, y la práctica y en particular la lucha por cambiar el mundo; que examina — y anda con las ideas no solo de manera abstracta y separada de tal práctica y lucha sino como un sustituto y como algo que se dice que tiene más importancia que lo de conocer la realidad tal como existe en los hechos, ni hablar de cambiarla.)

Algunas personas representativas de estas tendencias oportunistas han ido al extremo de denunciar a nuestro partido por “prohibir el agnosticismo”. Han insistido que a veces el agnosticismo es algo bueno, porque a veces no es posible de hecho determinar qué es verdad y no es posible sacar conclusiones acerca de las cosas. He aquí, como es típico en estos casos, una combinación ecléctica de cosas que se oponen entre sí — y específicamente estas personas combinan de manera ecléctica (o dicen que son idénticos) algunos aspectos de un punto de vista y método científico correcto, de una parte, y el agnosticismo

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de hecho, de otra. Al nivel de la filosofía —respecto a lo que caracteriza el agnosticismo, su antagonismo fundamental en términos filosóficos con el materialismo dialéctico y su oposición al método científico en general— el agnosticismo no afirma que en un momento dado y en una circunstancia dada puede que no sea posible sacar conclusiones definitivas sobre algo. De hecho, en algunos casos no sacar conclusiones definitivas puede constituir una parte de un enfoque científico y correcto. Esto depende de las circunstancias, y en las circunstancias específicas de lo que se puede conocer y lo que no se puede conocer (de lo que se puede determinar con certeza — relativa pero no obstante real). Pero el agnosticismo como un “ismo”, digamos —como un punto de vista y método filosófico— declara que no es posible tener ninguna certeza sobre la realidad o afirma que no se puede conocer algo cuando en los hechos existe una base muy sólida con que conocerla y sacarle conclusiones definitivas.

Así que, una vez más, se combinan (se mezclan o “se fusionan”) de manera ecléctica el agnosticismo, como un punto de vista y enfoque filosófico, con la afirmación de que en un momento dado no podemos decir con certeza lo que es cierto y lo que no es cierto respecto a una cosa (o proceso) particular, lo que puede ser cierto o puede que no sea cierto — y cuál afirmación puede formar parte de un enfoque científico correcto o de hecho puede formar parte de un punto de vista y enfoque agnóstico. Pero un ejemplo clásico del eclecticismo como método y enfoque es integrar “dos en uno” — “fusionar” dos fenómenos muy distintos (situaciones en que es posible que no se pueda sacar conclusiones definitivas acerca de algo, y de otra parte la afirmación general de que no es posible de hecho conocer nada con certeza sobre la realidad o la afirmación de que no es posible sacar conclusiones definitivas sobre una parte específica de la realidad, cuando en los hechos existe una base muy sólida para hacerlo).

Cabe subrayar que la esencia del eclecticismo (y la manera en que sirve al revisionismo cuando lo adopten y apliquen los comunistas y los que se dicen comunistas) no es simplemente describir una situación en términos de “por una parte ‘esto’ y por otra parte ‘aquello’” — sino hacerlo de una manera que confunda la esencia del asunto y en particular socave lo que de hecho es el aspecto principal que define la contradicción.

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Por ejemplo, veamos la afirmación: “Es cierto que el imperialismo implica la explotación y opresión intensa y sanguinaria de la gente en muchas partes del mundo; pero también ha conducido al desarrollo de muchas formas beneficiosas de tecnología y a un elevado nivel de vida para una cantidad importante de personas”. Los dos aspectos son ciertos — lo que antecede el punto y coma (antes de la palabra “pero”) y lo que le sigue. Pero ¿cuál aspecto es principal, fundamental y que define la contradicción? Desde luego que es el primer aspecto: la naturaleza altamente explotadora y opresiva del imperialismo y las consecuencias muy negativas de ello para la gran mayoría de la humanidad. Pero la manera en que se redacta esta oración debilita la verdad esencial poniendo de hecho en pie de igualdad el aspecto secundario (tal como se expresa en la segunda parte de la oración de arriba) con el aspecto principal. Eso, cuando menos objetivamente, constituye una apología del imperialismo.

Todos los enfoques eclécticos tienen el mismo carácter y efecto básico. Confunden las cosas y niegan o socavan el aspecto principal y la esencia de las cosas.

Por ejemplo, ciertas personas, incluso ciertos autodenominados “comunistas”, manejan de esta manera la religión y sus efectos en la gente, en particular en las masas básicas, que están metidas en la religión. Es cierto —tales personas probablemente admitirían, cuando menos ante unos cuestionamientos— que la religión presenta una visión falsa de la realidad, lo que hace que la gente cree en cosas que no existen y que incluso trate de confiar en tales cosas; pero estas personas se apresurarían a añadir que el asunto es más complicado — que existe una forma en que la religión “explora los misterios de la existencia” y/u ofrece consuelo y solaz para el sufrimiento a los que lo necesitan con desesperación y que además las creencias religiosas de ciertos tipos pueden impulsar a las personas a que emprendan algunas acciones que tendrán un efectivo político o social positivo.

Una vez más, ambos aspectos de esa afirmación tienen algo de cierto, pero —como es típico en el eclecticismo como método y enfoque— esta afirmación y la segunda parte en particular confunden las cosas y específicamente confunden, debilitan y socavan lo que en realidad es la esencia (el aspecto principal) del asunto: el papel fundamental que tiene la religión precisamente de mantener a la gente encadenada a una concepción falsa de la realidad —que

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incluye la forma en que la religión presenta una imagen tergiversada de lo que pueden constituir en cualquier momento dado los “misterios de la existencia”— que obstaculiza e interfiere en la capacidad de la gente de confrontar la realidad tal como es en los hechos y de transformarla mediante lucha (por ejemplo, solucionar lo que antes eran “misterios”), de acuerdo a los caminos hacia el cambio que se hallan en —la naturaleza contradictoria de la— realidad.

Para repetir, con frecuencia tal eclecticismo va de la mano —y con frecuencia viene envuelto en un “paquete”— con el agnosticismo, el relativismo, el empirismo y el pragmatismo y en la esfera de la política, el revisionismo y el reformismo (a menudo en la forma de “el movimiento lo es todo; el objetivo, nada”), no obstante su presentación, al menos en algunos casos, bajo el nombre —y como una burda perversión— del comunismo.

De todo eso podemos entender que las cuestiones de ciencia y filosofía —del punto de vista y método y enfoque— no solo tienen mucha importancia en el frente ideológico sino que también tendrán una relación con cuestiones decisivas de línea y orientación política: qué tipo de sociedad y mundo que uno considera posible y deseable y en consecuencia por el cual uno está dispuesto a luchar y hacer sacrificios, o no.

Notas

1. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2, está en línea y en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008. La citada sección se halla en la parte 1 bajo el subtítulo “Marxismo como ciencia — refutación de Karl Popper”, pp. 18-31.

2.  El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (septiembre de 2008) habla de la experiencia histórica de la primera etapa del movimiento comunista, los orígenes de sus derrotas y reveses y las lecciones que deben sacarse y no deben sacarse de esta experiencia. Está en línea en revcom.us o a la venta en forma de un folleto de RCP Publications, 2009.

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Estrategia revolucionaria, forjando un pueblo revolucionario

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Nota de la redacción: A continuación la cuarta entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado algunas notas en preparación para su publicación.

Forjando un pueblo revolucionario: esto tampoco se trata de caer en el idealismo o el voluntarismo, pensando y actuando como si pudiésemos “evocar” un pueblo revolucionario con la mera voluntad de hacerlo o a través de alguna clase de enfoque lineal de simplemente hacer agitación sobre la necesidad que tiene la gente de volverse revolucionaria — ciertamente nosotros deberíamos estar haciendo eso y mucho más de eso, pero no en un sentido lineal, no como parte de un enfoque lineal. Más bien se trata de que nosotros seamos de veras una vanguardia comunista y revolucionaria —y de actuar así— y eso quiere decir llevar a cabo todo el paquete del “qué hacerismo enriquecido” (un punto al que también retornaré después).

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La estrategia del FUbDP

Primero, algunas observaciones breves concernientes a la orientación estratégica del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado (o FUbDP). Con respecto a esta estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado, es importante discutir esto en relación a la identificación de las fuerzas impulsoras claves para hacer la revolución, es decir, para lograr vencer la primera gran cuesta de tomar el poder — y reconocer que en ciertos aspectos importantes, esto incluye una relación contradictoria con ese proceso de identificación. Otra vez de una manera muy importante pesa la cuestión de la reificación — o de no caer en la reificación. Lo que se volvió el modelo del movimiento internacional —no solo en la Segunda Internacional de partidos socialistas (y algunos auténticos partidos comunistas) antecediendo a la Primera Guerra Mundial1, pero en un grado significativo después de Lenin, en el movimiento comunista bajo la dirección de Stalin, en particular desde finales de los años 1920 hacia adelante— era la noción de que se construye un movimiento de masas, de hecho en gran parte un movimiento sindicalista de la clase obrera, y que de repente bajo las condiciones correctas eso llevará a una huelga general (o en su mejor expresión, hacia una insurrección). Pero esto no es la manera en que se va a hacer una revolución proletaria; históricamente no es la manera en que se ha hecho tal revolución y no es la manera en que se puede hacer una revolución en el mundo como lo es hoy.

“Resultados palpables”: economismo, reformismo y revisionismo

Aquí viene al caso hablar una vez más, brevemente, sobre toda la orientación fundamentalmente errónea de tener por objeto “resultados palpables”. Tal vez mucha gente no entienda lo que eso significa: significa no solamente arrancarle reformas al sistema sino centrar la lucha en eso. Eso no quiere decir que está mal luchar por ciertas reformas y de hecho tratar de ganar tales luchas, pero sí es completamente erróneo hacer de eso el enfoque estratégico —o como Lenin lo dijo, “los medios más ampliamente aplicables”— para construir un

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movimiento revolucionario (o de acercarse hacia el socialismo, el que se conciba en términos revolucionarios o no). Como ustedes saben, Lenin escribió ¿Qué hacer? para refutar todo ese enfoque, el cual correctamente criticó como economista y revisionista — una traición de la revolución de parte de los llamados comunistas. Pero luego, después de Lenin, echó raíces cada vez más otra idea — de gradualismo y de integrarse a las luchas cotidianas de la clase obrera y volverse el mejor luchador en esas luchas y sobre esa base supuestamente ganarse la lealtad de las masas para un programa más amplio.

Eso me devuelve al punto estratégico importante al cual me referí antes: cómo se separó históricamente el movimiento comunista del movimiento laboral. Por ejemplo, volviendo a la Alemania de principios de los años 1930 —no tenemos tiempo para adentrarnos en esto de manera profunda pero sí encierra un punto interesante y significativo—, parece que de un estudio de la historia del movimiento comunista, 1934 fue un punto de viraje importante no solo en el movimiento comunista en general sino también con respecto a la Unión Soviética en particular, y específicamente el pensamiento de Stalin. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, había una orientación general en el movimiento comunista internacional (el cual era liderado por Stalin) sobre cómo iban a construir un frente unido, y al principio esto era de una forma más o menos “de izquierda” asociada con la línea expresada por R. Palme Dutt, la cual presentaba la contradicción esencial de entonces como comunismo o barbarismo: la concepción era que el fascismo representaba la dirección en que todo el capitalismo estaba encaminado, que eso solamente podría arrastrar a la sociedad hacia el barbarismo y la respuesta era oponérsele con el comunismo de una especie de forma de economismo “de izquierda”2. Pero cuando en 1934 en Alemania el movimiento comunista fue aplastado y el partido comunista ahí fue completamente diezmado, con la muerte y/o el encierro en campos de exterminio de gran cantidad de sus miembros y seguidores, eso propició ciertos cambios claros en el pensamiento prevaleciente en el movimiento comunista internacional, y el resultado fue la adopción de la línea de Dimitrov del Frente Unido Contra el Fascismo3 y el enfoque general de pretender unirse con el “sector democrático” de la burguesía y los imperialistas occidentales contra el imperialismo alemán en la forma del nazismo. Eso representó una suerte de “salto” de la forma de economismo “de izquierda” —la cual en esencia consideraba que la burguesía ya no fuera capaz de defender

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los logros anteriores de la sociedad burguesa, ni siquiera en términos del desarrollo de las fuerzas productivas y específicamente la tecnología—, a una línea abierta derechista que dividía la burguesía, y los estados imperialistas, entre los que eran fascistas y a quienes por lo tanto se les señalaría exclusivamente como el enemigo, y los que aún defendían la democracia y la civilización contra el embate de los fascistas y que por consiguiente deberían ser los cuales con quienes aliarse.

Bien, no quiero apartarme mucho del tema, pero quisiera enfatizar el impacto que tuvo en el movimiento comunista internacional y específicamente en Stalin, cuando en 1934 en lo esencial quedó aniquilado el Partido Comunista alemán. Es importante entender que estamos hablando de un movimiento y organización comunista verdaderamente de masas: el Partido Comunista alemán en ese período (y hasta 1933) contaba con una poderosa representación en las centrales obreras, tuvo millones de votos en las elecciones parlamentarias — no tantos como Hitler al momento de su nombramiento como canciller, pero millones de votos. Los comunistas alemanes lideraron verdaderos movimientos de masas. Inclusive libraron combates callejeros. Pero lo que no dejaron a un lado fue un enfoque básicamente economista, aun cuando a menudo le dieron una expresión combativa. En realidad nunca bregaron con la cuestión de cómo llegar de hecho a la revolución, salvo la noción de que esto pasará más o menos como una extensión de un sindicalismo combativo en efecto — estoy simplificando de manera exagerada, pero lo que dijo efectivamente señala la esencia de todo eso.

La separación del movimiento comunista del movimiento laboral: el movimiento comunista como un movimiento revolucionario

Mientras el movimiento comunista y la lucha por el socialismo iban hacia adelante después de esa experiencia —particularmente cuando el centro de todo eso se trasladaba hacia China y en general hacia el tercer mundo—, se dio un claro paso de alejarse de la idea de que el comunismo se basaba en los sindicatos y en el movimiento laboral. No se trataba de decir que los comunistas ya no hicieran trabajo dentro de las centrales obreras o entre los trabajadores

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en esos sindicatos, sino que claramente lo que Mao planteó —y específicamente la estrategia de la guerra popular prolongada— representó una orientación estratégica muy diferente a la de centrar el trabajo en los sindicatos. Bien, cabe recordar que la valiosa contribución de Mao sobre la estrategia de la guerra popular prolongada en China estaba basada en gran parte en el resumen de algunas de las experiencias devastadoras de cuando los comunistas sí estuvieron trabajando en los sindicatos obreros y donde organizaban a los trabajadores de la industria en las ciudades grandes, y cómo los masacraron las fuerzas de Chiang Kai-Shek en 1927. Una vez más, ahora no nos da tiempo para analizar toda esa historia4, pero lo fundamental es que el aporte de Mao de la estrategia de la guerra popular prolongada representó un avance decisivo, un enfoque totalmente nuevo, en cómo hacer la revolución en un país como China, y la guerra popular prolongada incluía una profunda separación entre el movimiento comunista y la lucha por la revolución por un lado, y los sindicatos y el movimiento laboral por el otro, en términos de cuáles eran el centro y el eje del trabajo revolucionario. Y en general ha sido así en el caso de las iniciativas serias para hacer la revolución en los países del tercer mundo desde ese entonces.

Pero esta separación histórica (la separación del movimiento comunista y revolucionario del movimiento laboral) no solamente tiene aplicación e importancia en el tercer mundo. Otra vez, no se trata de la importancia de la participación, particularmente de los sectores más profundos del proletariado, en las luchas sindicalistas y de construir organización entre los obreros en esas esferas — a la vez que en lo fundamental se lleva a cabo todo esto como parte de construir un movimiento revolucionario y no economista. Eso sí es importante. Pero se pregunta: ¿cómo identificar de qué se trata el núcleo y la esencia de la lucha y cómo llegará a estar en una posición de hacer una revolución?

En cierto sentido, esto retoma la metáfora sobre el mapa multicolor y de múltiples capas5. Por ejemplo, piensen en lo que Mao dijo respecto a cómo formó el ejército popular y cómo lanzó los primeros levantamientos que se convirtieron en el inicio de la guerra popular: relató cómo se apoyó en lo que llamaba los “elementos valientes” (los elementos semi-lumpen) porque éstos

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estaban más dispuestos a combatir y a morir. Así es la manera, digamos, en que Mao aplicó el “mapa multicolor y de múltiples capas”.

Fuerzas para la revolución, fuerzas para rehacer la sociedad: unidad y contradicción

Otra manera de explicar este punto general es que las personas que podrían ser la columna vertebral de la lucha por la revolución y en particular por la toma de poder no serán las mismísimas personas que constituyen los sectores más profundos y a lo hondo del proletariado. Habrá cierto traslape, o sea, entrarían en el proceso algunas personas de ambas esferas, pero las fuerzas combatientes principales (para decirlo así) no serán idénticas ni siquiera a los sectores más profundos y a lo hondo del proletariado como tal y tampoco serán idénticas a las fuerzas que tienen que ser la columna vertebral en términos de construir una economía socialista, una vez tomado y consolidado el poder. Entender eso en esencia así como en su complejidad es parte de romper con el economismo y con la reificación.

Bien, Mao se topó con muchas dificultades a causa de haberse apoyado en esos “elementos valientes” de los que hablé, así como del hecho de que en el campo, donde la guerra popular estaba centrada, la fuerza más importante en que se apoyaba fue el campesinado. Mao escribió muchos ensayos sobre la mentalidad de “guerrilleros errantes” y otras tendencias erróneas que existían entre los campesinos pobres y entre los elementos semi-lumpen contra las cuales se tenía que librar una lucha enérgica. El ejército revolucionario de China tenía puntos formales de atención y puntos de disciplina por otra razón aparte de la importancia de dejar asentado un principio general. Los problemas que ellos estaban confrontando eran muy reales. Cuando en esos puntos de atención y de disciplina, se decía “no hagas ‘esto’ o no hagas ‘aquello’” — bueno, el ‘esto’ y el ‘aquello’ (tales como tomar cosas de las masas sin pagar por ellas) era lo que los mismos integrantes del ejército revolucionario lo estaban haciendo. Así que la dirección tenía que decir, no hagas eso —nuestra propuesta es de hacer algo mucho más grande, de cambiar radicalmente toda la sociedad, lo cual solo se podía concretar apoyándose en las masas populares y lo que ustedes están haciendo se contrapone a eso y lo socavan. Ahora bien,

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hicieron algo aún más fundamental que aplicar estas reglas y reglamentos (los puntos de disciplina y los puntos de atención): llevaron una lucha ideológica en las bases de la revolución; pero al mismo tiempo sí necesitaban de esas reglas y puntos de disciplina.

Y si uno está bregando en serio con todo esto, al ver hacia el futuro se puede imaginar cómo se van a presentar las cosas. Tenemos que entender que todo esto abarcará una combinación muy compleja de personas, incluidos los jóvenes en particular, provenientes de diferentes sectores de la sociedad y que espontáneamente tienden a ver el mundo desde diferentes ángulos, pero que están unidos bajo la dirección de una vanguardia comunista con la finalidad de luchar por la revolución y que están cada vez más bajo la influencia y la inspiración de la orientación comunista y el objetivo de una sociedad radicalmente nueva, de conformidad con esa orientación. La reificación y el economismo solamente nos alejarán del proceso de bregar con las profundas y complejas contradicciones que encierra en proceso material de construir un movimiento revolucionario y cuando llegue el momento, de librar la lucha por la toma de poder revolucionario.

En esta conexión, cabe recordar una discusión que describí en mi autobiografía (From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist)6. Habíamos un grupo de nosotros hablando en la casa de alguien en Oakland (no recuerdo exactamente de quién), yo, David Hilliard, Bobby Seale y Masai Hewitt (quien era un líder de los Panteras Negras en Los Ángeles). Estábamos discutiendo sobre cuál sería la fuerza decisiva para la revolución: proletariado, lumpen proletariado... proletariado, lumpen proletariado. Y finalmente Masai, quien tenía antecedentes en el “marxismo clásico”, nos dotó de su resumen de la posición de los Panteras al respecto diciendo: “La ideología es proletaria, la fuerza es el lumpen proletariado”. Bien, eso estaba mal y era ecléctico pero no es para decir que no había nada de cierto en lo que Masai decía. Cabe reflexionarlo. Tal como él la expresó, esa posición es exageradamente simple, muy reduccionista — la revolución será una mezcla y proceso mucho más complejo y rico. El mapa multicolor y de múltiples capas entrará en juego también. Si uno está considerando en serio cómo en realidad formar un movimiento revolucionario, es necesario estar pensando en la mezcla de todas estas cosas y específicamente: de dónde van

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a venir las fuerzas quienes en realidad van a luchar hasta el final por esta revolución, de dónde vendrán las fuerzas a quienes es posible ganarse a apoyarla, y así sucesivamente, sin caer en posiciones mecánicas al respecto y sin trazar líneas artificiales que excluyan a gente — de eso no se trata.

Todo esto tiene mucho que ver con la cuestión de cómo surgirá un pueblo revolucionario y la cuestión de cómo puede surgir una situación revolucionaria.

Como lo mencioné antes, también está la cuestión de requerir fuerzas impulsoras para la revolución en el caso de que llegue el momento de vérselas con la toma del poder —y construir un movimiento revolucionario el cual en un sentido fundamental y estratégico está apuntando a todo eso— y por otro lado (y es un “por otro lado”, a un grado significativo), las fuerzas para la transformación socialista una vez que se haya logrado tomar y consolidar el nuevo poder estatal, un poder estatal revolucionario: la dictadura del proletariado. Entre estas dos fuerzas hay identidad y traslape, pero también hay una diferencia significativa. Como lo he señalado antes, cuando se está en una sociedad socialista y enfrentado al reto de llevar adelante la construcción de una economía socialista y de manejar la relación entre eso y la continuación de la transformación socialista de la sociedad en general hacia el objetivo del comunismo, si no se gana al proletariado —y en este sentido estoy hablando de esos trabajadores que en realidad participan en la producción—, si no se ha ganado a un sector significativo de ellos y si no se sigue integrando a sectores más amplios de ellos, sino que se lanzan llamados generales tales como “produzcamos todos por el socialismo y por la revolución mundial” y todos ellos responden: “¡Al carajo todo eso!” — bueno, ¡se estará en un gran lío! Y no se puede esperar que se gane a esa gente después de que se haya tomado el poder, aunque dicha toma efectivamente generará la base y la libertad para hacerlo así a una escala mucho mayor. De lo que se trata es de un proceso de estar “ganándose” a sectores importantes de ellos como parte de construir el movimiento revolucionario.

Pero, para repetir, el proletariado también es una cosa que cambia y está en movimiento. Yo aludí anteriormente al hecho de que el proletariado bajo el socialismo no es el mismo proletariado que bajo el capitalismo y en ambos casos, el proletariado no es el mismo que una concepción reificada del proletariado. Y después de todo, las personas que tal vez sean estrictamente

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hablando “semiproletarios” en la sociedad actual —personas que raras veces tienen empleo como proletarios y que se ven obligadas a buscar otros medios para lograr subsistir— pueden volverse proletarios en una sociedad socialista — pueden tener empleo y recibir capacitación e inspiración para hacer el trabajo productivo del que hoy están efectivamente excluidas por el funcionamiento del sistema capitalista y las acciones del estado capitalista. Así que, para repetir, se trata de ser capaz de manejar la realidad que es compleja y que está cambiando constantemente y en movimiento. Es algo parecido a los electrones (y algunas otras partículas subatómicas); están en un lugar, pero al mismo tiempo se están moviendo. También es así con las fuerzas sociales que uno está ganándose — y sí, poniendo en marcha para hacer una revolución. (He escuchado que algunas personas están objetando nuestra manera de usar palabras como “cosechar” y “poner en marcha” en relación a ganarse y organizar a los contactos políticos y fuerzas sociales — dicen que concebir y hablar de las cosas de esta manera [“cosechar” y “poner en marcha”] es una manifestación del “instrumentalismo” hacia la gente. Bueno, no estoy de acuerdo con eso. Lo siento, nuestro partido no es una sociedad de debate humanista y en lo que estamos metidos no es un juego de sala. No quiero negar ni denigrar la importancia de no acercarse a la gente de una manera instrumentalista, pero nosotros tenemos que organizar y sí, dirigir a la gente —y en el sentido correcto y necesario, poner en marcha a las fuerzas— para hacer una revolución en los hechos; y a la hora de la verdad, será necesario poner en marcha la fuerza material para enfrentar y derrotar la fuerza material contraria, con la finalidad de hacer una revolución. Se tiene que hacer eso, sí, sobre la base ganarse a la gente a esto sobre la base de su conciencia, pero después es necesario — vayamos al grano, para hacer una revolución es necesario dirigir a esta gente a actuar de una manera organizada y disciplinada. La gente no va a hacer una revolución saliendo a poner flores en los barriles de los rifles del otro bando cuando llegue la hora de la verdad o diciendo “oyyyeee… her-ma-no, que obtengamos otro mundo, qué me dices…”. Bien, nosotros sabemos lo que dirá —y hará— el enemigo al respecto. Para construir un movimiento revolucionario y hacer una revolución, se tiene que dirigir a la gente de manera organizada y disciplinada. Sí, en lo fundamental la gente tiene que estar actuando sobre una base consciente y voluntaria. Y sí, tenemos que aprender de la gente al mismo tiempo que la estamos dirigiendo. Pero tengamos claridad

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acerca de lo que eso implica y cuáles son nuestras responsabilidades como vanguardia — o no seremos capaces de hacer nada bueno con respecto a las masas populares y sus intereses fundamentales.)

Todo esto presenta otra dimensión mayor y arroja más luz sobre la importancia decisiva de la ruptura con el economismo y con el determinismo revisionista. Al mismo tiempo, después de todo existe la importancia fundamental de tener unos sólidos cimientos del materialismo dialéctico y de aplicarlo de manera consecuente y sistemática, y no el idealismo y el voluntarismo. No se puede hacer la revolución sin una fuerza revolucionaria de millones de personas. Pero se pregunta: ¿sobre qué base y para qué fines se forja y se desarrolla una fuerza revolucionaria de millones de personas? Tiene una gran importancia para lo que hemos enfatizado sobre la necesidad de desarrollar y forjar un núcleo sólido lo suficientemente fuerte que, en particular en el momento cuando se madure la situación revolucionaria, pueda aguantar el “gran oleaje de la pequeña burguesía” (el fenómeno en que millones de personas entrarán la vida política y aun a la lucha revolucionaria pero que lo harán desde la posición de la pequeña burguesía [o clase media] o que de todos modos participarán en las cosas desde el punto de vista que corresponde a esa clase). En ese momento, será crucial haber desarrollado una fuerza lo suficientemente poderosa respecto al número de personas que tiene y en lo fundamental respecto a su adhesión a la perspectiva comunista, que pueda constituir una fuerza lo suficientemente cohesionada como para ganarse a millones y millones de masas más a su lado y a su causa en el momento indicado, cuando llegue la hora de la verdad y entre en juego todo (aunque eso abarque una lucha más prolongada de la que previamente se haya concebido — como explica “Sobre la posibilidad de la revolución”).

No se puede hacer la revolución sin una fuerza revolucionaria de millones de personas y esa fuerza va a surgir —no a causa de ningún apriorismo ni reificación de nuestra parte sino que por tener un análisis materialista dialéctico, podemos entender que va a surgir en gran medida— de la gente de la base de la sociedad, pero no de acuerdo a una noción clásica y purista del PRO-LE-TA-RI-A-DO (en mayúscula) ni hablar de ninguna noción economista de “LA CLASE OBRERA”, especialmente tal como está identificada esencialmente con “EL MOVIMIENTO LABORAL”.

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Una vez más sobre asuntos de orientación revolucionaria estratégica

Al mismo tiempo, la revolución, en particular la revolución comunista, no se hace —y nunca se podrá hacer— contra la pequeña burguesía. Eso no es ni el objetivo ni una estrategia que pueda tener éxito. Tenemos que captar firmemente la necesidad indispensable de tener una realineación estratégica, de conformidad con la estrategia del FUbDP y en términos esenciales con la manera en que logramos eso. Tenemos que entender en este contexto y para este propósito la importancia de las tres condiciones de Lenin para una insurrección (o en general para la lucha por la toma de poder, sobre todo en un país imperialista) y en particular la tercera de esas tres condiciones, es decir, la parálisis de los amigos débiles, fríos e indecisos de la revolución (una condición que sintetiza “Sobre la posibilidad de la revolución”) así como el punto sobre el “paracaídas”, específicamente cuando se “cierre” el paracaídas en el momento álgido de la crisis revolucionaria — o sea, la movilización de amplios sectores de las masas, de diferentes capas, alrededor del núcleo sólido de la revolución comunista, liderado por la vanguardia del partido7. Pero también es importante enfatizar que implicará el “cierre” relativo, no absoluto, del paracaídas, ya que aún en ese momento habrá contradicción y movimiento en direcciones contradictorias.

Al mismo tiempo, es crucial tener en mente que el paracaídas “se abrirá” después de la consolidación del nuevo poder estatal revolucionario. Este es un fenómeno objetivo y no es un asunto de “lo que permitiremos”. Recordemos al ataque simplista de Enver Hoxha contra el análisis teórico general de Mao sobre la burguesía en el partido —sobre cómo, en particular en la sociedad socialista, las fuerzas más importantes que representan a la burguesía están concentradas dentro del partido comunista mismo, sobre todo en los niveles más altos, y cómo los elementos burgueses (o las personas que siguen el camino capitalista) dentro del partido están trabadas continuamente y a menudo agudamente en lucha con aquellos que están resueltos a llevar hacia adelante la lucha revolucionaria y la transición hacia el comunismo. Hoxha dijo que Mao no debió haber permitido a la burguesía en el partido. En realidad, Hoxha estaba acusando a Mao de “liberalismo”; en efecto si no literalmente, Hoxha estaba diciendo que Mao debió haber cortado más cabezas — de acuerdo a Hoxha,

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Mao debió haber cortado simplemente la cabeza de la burguesía8. Ese argumento ignora la base material para la regeneración constante de la burguesía en la sociedad socialista —o convierte en un principio lo de permanecer ignorante acerca de dicha base material— debido a la misma naturaleza del socialismo como transición del capitalismo al comunismo y por qué los elementos burgueses no solamente surgirán en el partido comunista sino que pretenderán establecer cuarteles generales dentro del mismo y con el tiempo tomarán el control del partido comunista, porque el partido es la institución dirigente y más decisiva en la sociedad socialista9.

No se trata todo esto de “lo que permitiremos”, sino de lo que el materialismo y la dialéctica nos enseña que pasará — y cómo nosotros manejamos esa necesidad, cómo transformamos eso hacia nuestros objetivos fundamentales de revolución, socialismo y a la larga comunismo a través del mundo.

Pero, para retornar a un punto importante relacionado con el reto de hacer la revolución en realidad (y específicamente vencer la primera cuesta de tomar el poder), tenemos que tomar en cuenta el “cierre” del paracaídas con la aproximación y luego la maduración de una situación revolucionaria, porque eso es una parte importante de lo que hará que una revolución sea posible. ¿Cómo realizamos el trabajo en preparación para una situación y cómo llegamos a estar en una posición de aprovechar una situación, donde sí queda al descubierto que todos estos otros programas (que en lo fundamental representan fuerzas de clase en la sociedad cuyos intereses corresponden a la búsqueda de algunos ajustes y a la larga una acomodación al sistema existente) tienen limitaciones respecto a la resolución de la crisis aguda, la situación desesperada de gran cantidad de personas y la determinación de obtener un cambio radical? ¿Cómo le damos vida a este trabajo mediante la agitación y propaganda, combinada con la experiencia concreta de las masas de chequear diferentes líneas y programas durante un período de tiempo y especialmente en una situación de crisis aguda? No solo se trata de decir simplemente que “todos nosotros ya sabemos del ‘cierre’ del paracaídas, que nos cercioremos de que no olvidemos el momento cuando ‘se abrirá’ el paracaídas después, en caso de que la revolución tenga éxito y de hecho se cree una nueva sociedad socialista”. ¡No, no olvidemos el “cierre” tampoco… o no “se abrirá”, es decir, no habrá ninguna revolución, no habrá ninguna toma de poder por las fuerzas

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revolucionarias y ni siquiera tendremos la oportunidad de bregar con todas las complejidades de dirigir una sociedad socialista — en un verdadero sentido enloquecedor aunque fundamentalmente vigorizador!

Ahora, que quede claro, no solamente es necesario pensar continuamente y forcejear sobre la manera en que se hará la revolución, sino que también se tiene que pensar científicamente y analizar científicamente la cuestión de qué pasa después de la toma de poder y cómo se va a manejar las nuevas contradicciones que aparecerán —o las nuevas expresiones que las contradicciones asumen— en esa situación radicalmente diferente. Incluida en todo eso está la cuestión de “los cambios en la composición social y de clase” que se dan en el curso de la transformación socialista. Esto retoma la discusión anterior sobre los individuos y las clases y la orientación y enfoque correcto hacia eso, en contraposición a la idea que dice que el proletariado (u otras clases explotadas tales como el campesinado) es una clase no diferenciada, estática, reificada y sin cambio tanto en la actualidad como en la futura sociedad socialista.

Notas:

1  La Segunda Internacional existió de 1889 a 1916. A pesar de la participación de unos auténticos partidos comunistas, sobre todo los bolcheviques de Rusia liderados por V. I. Lenin, en lo básico la Segunda Internacional no fue revolucionaria. La gran mayoría de los partidos de la Segunda Internacional se habían acostumbrado a los “tiempos de paz” y se habían empantanado en el parlamentarismo y en otras formas de “colaborar dentro del sistema”. No tuvieron ninguna preparación para el cambio radical de la situación frente al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y con el tiempo se claudicaron abiertamente a la burguesía, precisamente en un momento en que se propiciaban oportunidades revolucionarias en varios países. Una concentración de este fenómeno fue el Partido Social-Demócrata alemán liderado por Carlos Kautsky, que contaba con millones de seguidores de entre las masas; cuando estalló la guerra, sus representantes en el parlamento votaron en apoyo de “su”

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gobierno imperialista y contra los otros imperialistas a pesar de que habían firmado, unos cuantos años antes, el Manifiesto de Basilea, que precisamente juró NO apoyar tal guerra y que, de hecho, consideró como crimen dicha guerra y juró utilizarla para acelerar la caída del “capitalismo”. En el curso de dirigir la revolución bolchevique y el estado socialista a que dio origen, Lenin libró una aguda lucha contra el revisionismo de Kautsky y otros de la Segunda Internacional y rompió decisivamente con dicho revisionismo. Vea más al respecto en Lenin, La bancarrota de la Segunda Internacional (Obras completas, tomo 22).

2  La línea de R. Palme Dutt se desarrolla en su libro en inglés El fascismo y la revolución social (San Francisco: Proletarian Publishers, 1974).

3  Jorge Dimitrov fue una figura dirigente de la Tercera Internacional (Comunista) o la Comintern, que Lenin fundó en 1919 poco después del triunfo de la revolución rusa. En 1929, Dimitrov se trasladó de la Unión Soviética a Alemania con la finalidad de encabezar la sección centroeuropea de la Comintern. En febrero de 1933 en Berlín, las autoridades lo arrestaron a él y a cuatro personas más y los acusaron de participar en el incendio del edificio del Reichstag (el parlamento). Adolfo Hitler, que había tomado posesión como canciller (el jefe de gobierno), y el partido nazi utilizaron el incendio como justificación para realizar arrestos en masa contra los miembros del Partido Comunista de Alemania y consolidar su dominio fascista del poder. Después de siete meses en la cárcel, Dimitrov y los demás fueron procesados. Se le declaró culpable y se ejecutó a uno de los acusados pero Dimitrov y los otros fueron deportados a la Unión Soviética.

Dimitrov presentó la línea del Frente Unido Contra el Fascismo en discursos pronunciados ante el VII Congreso de la Comintern en 1935 (Jorge Dimitrov, Lucha por el frente único contra el fascismo y la guerra, Barcelona: Nagsa, 1937).

4  Véase Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, de Bob Avakian (Chicago: Liberation Distributors, 1991), en particular el capítulo 2, “Guerra revolucionaria y línea militar”, así como el capítulo 1, “Revolución en los países coloniales”, que tratan los aportes de Mao al desarrollo de la teoría y la línea de la revolución de nueva democracia y la guerra popular prolongada en China y

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la manera en que todo eso se aplica en general en los países del tercer mundo. La edición en español aún está a la venta. Un corto resumen de algunos de los elementos principales de la estrategia de la guerra popular y de su aplicación a los países del tercer mundo se halla en “Sobre la posibilidad de la revolución”, que sale en el folleto de Revolución titulado Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008, que también está en línea en revcom.us/a/102/possibility-es.html.

5  Se hallan unas referencias a esta metáfora del “mapa multicolor y de múltiples capas” en algunas obras recientes de Bob Avakian, entre ellas, “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, parte 2, en línea en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008.

6  Bob Avakian, From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist (Chicago: Insight Press, 2005).

7  Se trata a fondo el punto sobre el “paracaídas” en “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista”, de Bob Avakian, en Revolución Nos. 46-50, del 14 de mayo al 11 de junio de 2006 y en línea en revcom.us/chair-s.htm#labase.

8 Enver Hoxha fue líder del Partido del Trabajo de Albania desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1985, durante los años en que ese partido encabezaba el gobierno de ese país y declaraba que fuera socialista. Después de la muerte de Hoxha, se desenmarañaron el gobierno del país y el partido que él encabezó y el país cayó bajo el dominio de fuerzas que abandonaron abiertamente toda apariencia de “socialismo”.

9  Véase en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (septiembre de 2008), en línea en revcom.us o en forma de folleto de RCP Publications, 2009, y en la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (RCP Publications, 2008), más discusión del fenómeno de las fuerzas burguesas —“los seguidores del camino capitalista”— que surgen al interior del partido comunista, sobre todo en los niveles más altos, en particular en las situaciones en que el partido es la fuerza dirigente de la sociedad socialista, y de la

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naturaleza básica de la lucha revolucionaria contra los esfuerzos de restaurar el capitalismo de parte de los “seguidores del camino capitalista”.

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Sobre la relación entre los individuos, las clases y la abolición de clases

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Nota de la redacción: A continuación la tercera entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado algunas notas en preparación para su publicación.

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Primero, quiero tratar un aspecto importante de nuestro entendimiento de lo que es la esencia del capitalismo y qué relación éste tiene a ciertas teorías filosóficas y político-económicas sobre lo que es el capitalismo y lo que es la sociedad. Uno de los aspectos más importantes y fundamentales —uno de los aspectos delimitantes— del capitalismo es, como señaló Marx, la separación histórica de las masas de productores de los medios de producción. Esta separación tiene mucho que ver con cómo entendemos el papel de clases y de los individuos — y la relación entre los individuos y las clases. He aquí una cita muy pertinente de America in Decline (de la página 30): “La separación violenta [nótese: la separación violenta] de los productores inmediatos de los medios de producción constituyó la base social del rápido desarrollo del capitalismo en partes de Europa”1 . Esto es cierto históricamente y en relación al surgimiento del capitalismo en Europa, pero también es importante reconocer que esto sigue siendo un componente esencial del desarrollo del capitalismo en la época del imperialismo y en esta época, más que nunca, toma lugar a escala mundial — y en esta fase particular de la época imperialista, toma lugar sobre una base aún más globalizada.

Aquí lo que quiero tratar —volviendo al punto sobre las clases, los individuos y la relación entre los individuos y las clases— es que, aun con respecto a la búsqueda de los intereses propios de parte de los individuos (que es una buena parte de la “forma externa” en que se dan estas cosas en una sociedad dada y en particular en una sociedad capitalista) es de importancia decisiva (sin de hecho caer en el reduccionismo) entender y enfatizar lo que el análisis marxista (comunista científico) pone en claro: esta “búsqueda” toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales —y en la sociedad de clases, por medio de ciertas relaciones de clases— que modelan y determinan fundamentalmente la naturaleza de esos “intereses individuales” y los medios para buscarlos. Así que donde quiera y al grado en que un proletario y un burgués, o alguien de las capas medias (pequeña burguesía), esté buscando sus propios intereses individuales, lo hacen dentro un marco que les asigna (o les ha asignado) posiciones muy diferentes —de modo que la definición de lo que esos intereses son y los medios para buscarlos son muy diferentes entre uno u otro caso. Esto es un aspecto fundamental que de nuevo se oculta, se tergiversa o se ignora

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en el rumbo cotidiano de los sucesos de una sociedad como ésta— así como por medio de la propaganda de sus representantes y apologistas.

Este aspecto que he estado enfatizando —sobre cómo la búsqueda de intereses individuales toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales y en la sociedad de clases por medio de ciertas relaciones de clase, y cómo todo esto modela en gran parte hasta el carácter y el contenido de los intereses de la gente y los medios de buscarlos— es muy importante en relación a la discusión en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, parte 1, sobre “Los crímenes de este sistema — y las racionalizaciones de estos crímenes” (bajo el subtítulo “La experiencia histórica y la nueva síntesis”)2 , donde habla de cómo los apologistas, los filósofos burgueses, etc., ponen tanto énfasis en los individuos y en los “derechos individuales” mientras que de hecho, bajo la dominación de la burguesía y el imperialismo, mediante la operación cotidiana del proceso de acumulación, además del funcionamiento del aparato del estado y la superestructura en general, todo esto mete a literalmente miles de millones de personas, entre ellas cientos de millones de niños, en una situación donde su individualidad y los derechos individuales no cuentan para nada y están sofocados.

Este análisis, el conocimiento de este aspecto esencial del capitalismo (y esto aplicaría a otras sociedades gobernadas por clases explotadoras, pero aquí hablo específicamente del capitalismo y sus relaciones sociales y de producción específicas), de que la búsqueda de intereses individuales toma lugar por medio de ciertas relaciones sociales y de clases que modelan y fundamentalmente determinan la naturaleza de esos intereses individuales y los medios de buscarlos es una refutación directa de Adam Smith —de la tesis básica de Adam Smith de que de algún modo mediante el proceso de los individuos de buscar sus intereses individuales, se logrará el bien común de toda la sociedad (siempre y cuando existan ciertas restricciones con respecto a esto). No obstante, la verdad es que no solamente no se está buscando el bien común de toda la sociedad en la sociedad capitalista, sino que el resultado tampoco es el bien común de la sociedad — precisamente a causa del papel histórico del proceso de acumulación capitalista y las relaciones sociales y de clases mediante las que esto toma lugar. Al contrario, lo que se logra, el resultado y las consecuencias, es que se benefician y se promueven los intereses de la

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clase dominante — aun cuando esto toma lugar mediante un proceso que abarca lucha aguda entre los capitalistas gobernantes mismos, más directamente en términos de la rivalidad económica como en términos de concepciones diferentes de los intereses generales y los objetivos estratégicos de la clase dominante.

Esta realidad básica también es, otra vez, una refutación de Immanuel Kant — y específicamente es una refutación de su intento de convertir en un principio universal (o en un imperativo moral categórico) el que a nadie nunca se le deba tratar como un medio para lograr un fin sino solamente como un fin en sí. Si se entiende el contenido básico de lo que cité de America in Decline y el fenómeno básico que trata —la separación, de hecho la separación violenta, de los productores de los medios de producción y todo que proviene de eso—, se puede ver que en una sociedad capitalista en particular y en una sociedad dividida en clases en general, es imposible llevar a cabo esta máxima (o este intento de establecer un principio universal o imperativo moral categórico) de Kant en tal sociedad. Pero es imposible llevar a cabo eso debido a la operación del proceso de acumulación capitalista — y, junto con ese, la operación del estado y la superestructura en conjunto en la sociedad capitalista y en todas las sociedades dominadas por clases explotadoras. De hecho, como he discutido previamente (por ejemplo, en “Puntos sobre el socialismo y el comunismo”3 ), en la sociedad comunista todavía habrá ciertas relaciones sociales y de producción, aunque no tendrán el carácter de relaciones de clase, ni hablar de antagonismos de clase. Todavía existirá la contradicción entre la base económica y la superestructura, además de entre las fuerzas y las relaciones de producción (y la interpenetración y la interacción entre estas dos contradicciones), sin importar las formas específicas que asuman en un momento dado en la sociedad comunista. En la sociedad comunista, esto afectará la dimensión por medio de la que los individuos buscan (además de la manera en que perciben) sus propios deseos y necesidades —la sociedad más amplia (y las contradicciones que definen esa sociedad en un sentido general, tal como se menciona aquí, en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” y en otras obras) todavía modelará todo eso. De nuevo, se trata del principio básico de que no se obtiene la libertad ignorando la necesidad ni intentando eludir la necesidad sino reconociendo y transformando la necesidad y que este proceso toma lugar en cualquier sociedad, inclusive en una sociedad

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socialista y, sí, aun en la sociedad comunista en cualquier etapa — por medio de ciertas relaciones sociales (y en el contexto de ciertas contradicciones delimitantes e impulsoras) que en lo fundamental son independientes de la voluntad de los individuos y que de hecho tienen una influencia decisiva con respecto a la voluntad de los individuos.

Cómo enfrentar correctamente ese fenómeno —hoy en la lucha por una sociedad nueva y luego una vez tomado y consolidado el poder y establecido el socialismo en un sentido básico, en la transición hacia el comunismo— cómo responder correctamente de acuerdo con esta realidad y sobre la base de reconocer esta realidad, de modo que se maneje del mejor modo posible la relación entre los individuos y las clases en el contexto y en el marco de avanzar a la abolición de clases (pero no a la abolición de todas las relaciones sociales o restricciones sociales): esta es una cuestión muy importante a que tendremos que volver repetidamente —y cuanto más profundicemos nuestro entendimiento y cimientos materialistas al respecto, más podremos desenmascarar no solamente las fuerzas principales y el funcionamiento del capitalismo y sacar a la luz de un modo convincente por qué tenemos que abolir el sistema capitalista y forjar una nueva sociedad socialista (y, a la larga, comunista) y mejor podremos manejar la lucha general hacia esa meta, por ejemplo, una vez que se haya establecido de hecho la dictadura del proletariado —el poder estatal revolucionario que representa los intereses del proletariado en el sentido más amplio— y la vanguardia comunista tenga la responsabilidad de dirigir la nueva sociedad.

Un análisis materialista dialéctico, no mecánico, de los individuos y las clases

Con respecto a la relación entre los individuos y las clases, es muy importante que profundicemos y apliquemos —y que sigamos profundizando más y aplicando mejor— un punto de vista materialista y dialéctico (en contraposición a uno mecánico) a todo esto, que tome en cuenta correctamente y trate los aspectos contradictorios que encierra todo esto. La polémica contra K. Venu trata la relación entre los individuos y las clases mediante la refutación de la manera tergiversada en que Venu utiliza una declaración de Marx y Engels en La ideología alemana; Venu la utilizó para socavar el análisis de clases científico y marxista y promover la democracia burguesa y el individualismo

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burgués. El mismo K. Venu hizo todo encomio, supongo que se podría decir (un himno general de alabanza), a la manera en que la sociedad burguesa promueve la individualidad de un modo que no se había logrado ni fue posible nunca antes en ninguna sociedad (o al menos no en una sociedad de clases). Cabe repasar esta discusión acerca de los individuos y las clases en la polémica contra K. Venu4 .

Esta refutación de K. Venu es muy correcta y muy importante, pero de otro lado, es importante no adoptar en los hechos un enfoque reduccionista a esta cuestión — tratar la existencia como parte de una clase de un modo que se ajustaría más (al grado que se ajustara de hecho) a un análisis de una sociedad feudal (o esclavista), donde los individuos cuentan con una movilidad social extremamente limitada y de una manera que tiende a negar la particularidad del capitalismo, además de la individualidad, señalando de manera unilateral lo que es de hecho lo principal (el hecho que en la sociedad de clases los individuos existen como parte de clases sociales). No debemos caerse en el eclecticismo — debemos reconocer lo que es lo principal, que es el hecho de que los individuos son parte de clases en la sociedad de clases y que en gran medida esta situación modela y determina aun cómo perciben y intentan llevar a cabo o buscar sus intereses individuales. Pero al reconocer lo principal, no debemos negar el aspecto secundario. Debemos reconocer firmemente la división de la sociedad en clases y el papel decisivo general que tiene eso en términos de la vida de los individuos, pero por eso y sobre esa base no debemos negar el papel de los individuos ni de la individualidad — lo que, como se sabe, ha sido una tendencia histórica en nuestro movimiento (y en la experiencia de la sociedad socialista).

Desde luego, tal enfoque reduccionista también puede acompañar lo de reificar el proletariado: negar la individualidad y a la vez (irónicamente) decir que los intereses del proletariado como clase son los mismos que los de los proletarios individuales — quienes como individuos, se debe recordar, pueden dejar de ser proletarios y pasar a formar parte de otra clase o capa y quienes de todos modos, como individuos, no encarnan los intereses del proletariado como clase. Lo decisivo, desde un punto de vista materialista y dialéctico, es la posición y el papel del proletariado en el sentido más amplio como una clase y como una fuerza motriz para resolver la contradicción fundamental del capitalismo —la

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existente entre la producción socializada y la apropiación privada— y avanzar al comunismo.

De nuevo es importante tener muy en claro la realidad que se ha señalado anteriormente (por ejemplo, en “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”5 ) de que la posición del proletariado, como clase, no es solamente la de una “categoría” absoluta, no diferenciada y no cambiante bajo el capitalismo, sino tampoco lo es bajo el socialismo. De hecho, bajo el socialismo la posición del proletariado es cualitativamente diferente a la que tiene bajo el capitalismo — y esta diferencia se acentúa cada vez más a medida que se avance por medio del socialismo hacia el comunismo. Esto se divide en dos en algunos sentidos significativos — y en ciertos aspectos, agudos. En “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, señalé: Bajo el capitalismo el proletariado es la clase explotada y eso está fuertemente relacionado con su papel revolucionario (no es simplemente que sufre explotación, porque existen otras clases explotadas que no juegan el mismo papel respecto a la resolución de la contradicción fundamental del capitalismo, pero la condición explotada del proletariado, después de todo, efectivamente está fuertemente relacionada con su papel revolucionario); pero bajo el socialismo cada vez más el proletariado deja de ser una clase explotada si bien hay contradicción y movimiento — y en términos fundamentales no es una clase explotada, aunque hay vestigios de explotación en las relaciones sociales y de producción que quedan en la sociedad socialista.

¿Ejerce eso un efecto sobre la sociedad socialista? Sí. Nuestro movimiento no le ha prestado suficiente atención, históricamente y hoy, a esta cuestión. (Esto está relacionado con lo que trataré en otra parte de esta charla acerca de la separación entre el movimiento comunista y el movimiento laboral y la relación dialéctica —o sea, contradictoria— entre las fuerzas motrices para la revolución, por un lado, y, por otro, las fuerzas críticas a favor de la transformación socialista una vez que se haya entrado a la etapa socialista, después de tomar y consolidar el poder estatal revolucionario — o sea, la dictadura del proletariado, de una forma o otra.)

A diferencia de reificar el proletariado (y de los puntos de vista y enfoques relacionados), ¿de qué se trata en última instancia? Aquí no me puedo resistir la tentación de contar una historia que me gusta contar, que trata los partidos

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de fútbol americano los lunes por la noche en los años 1970 cuando empezaron a transmitirlos por primera vez y en que salió el trío de comentaristas: Don Meredith, Howard Cosell y Frank Gifford. Frank Gifford era el comentarista en jefe tipo “jugada por jugada” y llevaba un intercambio de comentarios con Howard Cosell con su estilo inimitable y Don Meredith (o “Dandi Don” o “Danderú,” tal como le gustaba llamarlo a Howard). Pues bien, en un momento en una jugada en uno de estos partidos de lunes por la noche (no recuerdo cuál) un equipo lanzó un pase y un zaguero defensivo del otro equipo interceptó el pase, y Howard Cosell observó: “Miren a ese veterano astuto y furtivo, que se esconde detrás del zaguero y luego sale al quite para interceptar el pase”. Don Meredith, quien tenía el papel de tonto (el representante de las masas no iniciadas), dijo: “¿El qué, Howard, el qué?” “El veterano astuto y furtivo”, repitió Cosell. Don Meredith le respondió: “¿A quién te estás dirigiendo exactamente, Howard? ¿A solo unas cuantas personas o a todo el mundo allá?” Y Howard Cosell contestó con un remate muy bueno: “¡Lo importante, Danderú, es educar a las masas!” Bueno, lo importante para nosotros no es simplemente educar a las masas —aunque en parte lo es, además de aprender de ellas— pero lo mucho más profundo es llegar al comunismo con la abolición de las clases, las relaciones de producción en que se basan y todo lo relacionado con eso —todas las relaciones explotadoras y opresivas y las costumbres, tradiciones y modos de pensar correspondientes con que durante miles de años la gran mayoría de la humanidad ha estado encadenada— y de los que por fin es posible emancipar plenamente.

Notas:

1. Raymond Lotta con Frank Shannon, America in Decline, An Analysis of the Developments Toward War and Revolution, in the U.S. and Worldwide, in the 1980s, tomo 1 (Chicago: Banner Press, 1984).

2. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2, está en línea en revcom.us y está a la venta en el folleto de Revolución titulado Revolución y

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comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008 (Chicago: RCP Publications).

3. Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad salió por entregas en Revolución Nos.37, 39-43, del 5 de marzo al 16 de abril de 2006; está en línea en revcom.us.

4. Esta polémica, titulada “Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor”, salió en la revista Un Mundo Que Ganar No. 1992/17. Pasajes importantes de esta polémica se hallan en revcom.us.

5. “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, de Bob Avakian, salió en la revista Revolución, No. 60, otoño de 1990 (Chicago: RCP Publications).

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Revolución y un mundo radicalmente diferente: “universalismos” enfrentados e

internacionalismo comunista

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Nota de la redacción: A continuación la segunda entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado una nota en preparación para su publicación.

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Para empezar esta discusión, vale la pena revisar brevemente la cuestión del internacionalismo y más específicamente los “tres universalismos” a que me referí en “Grandes objetivos y gran estrategia” (GO&GE)1 . Como escribí en GO&GE, está el universalismo imperialista —estamos muy familiarizados con eso— el impulso del imperialismo (o de imperialismos enfrentados, anclados en diferentes estados imperialistas) de repartir, dominar y oprimir al mundo y la gran mayoría de la gente del mundo, fundamentalmente en busca de la acumulación capitalista basada en la explotación. Además está un fenómeno que no describe todo que está pasando en términos de oposición al imperialismo desde una perspectiva u otra —ni siquiera abarca a las contradicciones entre los imperialistas y otras potencias importantes— pero es un fenómeno marcado ahora en el mundo, a saber el “universalismo fundamentalista islámico”. En otras palabras, el fundamentalismo islámico que vemos en el mundo hoy en importante grado —no totalmente, pero en importante grado y de una manera esencialmente definitoria— no es la misma cosa que un “nacionalismo religioso” de una nación o país específico. No se trata de que se está movilizando a las masas en torno al fundamentalismo islámico hoy sobre una base nacionalista sino, al menos con respecto a muchas de estas fuerzas fundamentalistas islámicas, más bien sobre una base “universalista” del islam — que, se insiste, debe ser la ideología y estilo de vida prevaleciente y definitorio, al menos en el “mundo históricamente islámico” (y, como algunos sostienen, en el mundo en general). El que llamen explícitamente a un nuevo califato (o gobernantes islámicos institucionalizados), etc., o no, este es el punto de vista general que impulsa estos movimientos fundamentalistas islámicos o al menos muchos de ellos; y de nuevo esto no es lo mismo que el nacionalismo de un pueblo específico, con un componente religioso. Es importante entender eso.

Además está la cuestión del nuestro “universalismo”: el internacionalismo proletario, o el universalismo comunista, no en un sentido “totalitario” (o como algo “totalizador” en el sentido negativo que a menudo se usa hoy — para dar a entender que no hay espacio para ideas diferentes o contrarias) sino un “universalismo” tanto en el sentido que este es un fenómeno que debe encontrar expresión a escala mundial —que hay que realizar el comunismo a escala

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mundial— como que la humanidad tiene que ir en esta dirección a fin de lograr que se emancipe de las divisiones de clase y de los profundos efectos en la sociedad de toda la historia anterior: para hacer una ruptura y salto radical más allá de todo eso.

Hay una necesidad seria y profunda para una orientación estratégica, concepción y enfoque de parte del nuestro “universalismo” en términos del internacionalismo proletario, en relación a la meta del comunismo y la realidad fundamental de que solo se puede alcanzar y se tiene que alcanzar el comunismo a escala mundial. Por supuesto que es necesario que los que están en una posición de hacerlo emprendan las luchas revolucionarias en países específicos participando directamente en ellas y dirigiéndolas; y es la responsabilidad de las personas que están en esa posición desarrollar estrategias y tácticas más específicas para esas luchas. Pero eso no elimina ni disminuye la necesidad de una orientación básica que podría proporcionar un marco político-estratégico amplio y general para la lucha que apunta a la meta final del comunismo por todo el mundo.

De hecho, desde hace algunos años, unas líneas y métodos erróneos de varios tipos en el movimiento internacional hasta han interferido con el proceso de tratar esta cuestión de desarrollar una orientación, concepción y enfoque político-estratégico. En los hechos, estas líneas y enfoques erróneos han impedido la capacidad de sacar lecciones importantes positivas y negativas de luchas revolucionarias importantes en varias partes del mundo en los últimos años además de en términos de la historia general del movimiento comunista. Esta situación ha levantado obstáculos concretos a tratar en serio ciertas cuestiones de importancia decisiva al nivel de teoría y de concepción estratégica, entre ellas los problemas concretos que enfrentaron algunas de estas luchas revolucionarias, tal como el fenómeno de la urbanización y tugurización en gran escala que se está dando en los países por todo el tercer mundo. ¿Cuáles son los efectos y las implicaciones de eso para el enfoque estratégico de hacer la revolución?

En un grado importante por la “interferencia” de estas líneas y métodos erróneos, ha sido más difícil maximizar y “sincronizar” los esfuerzos globales de enfrentar y tratar las cuestiones decisivas que está presentando en el mundo la marcha de los acontecimientos objetivos y lo que está pasando con el factor

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subjetivo (los revolucionarios y comunistas conscientes) cuando trate esos acontecimientos objetivos. Esto ha retrasado la situación considerablemente.

En “Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica” (y se citó esto en la presentación sobre la nueva síntesis)2 , se señala que, además de los principios básicos que Lenin subrayaba acerca del internacionalismo y enfrentar al imperialismo con el internacionalismo proletario —aplicar esta línea revolucionaria y ninguna otra en el propio país y apoyar la misma línea en todos los países—, constantemente existe la necesidad objetiva de evaluar lo que Stalin caracterizó en Los fundamentos del leninismo como los eslabones débiles en el sistema imperialista: la necesidad de identificar esos lugares donde existe una concentración de factores objetivos y subjetivos que hace que sea más posible lograr grandes avances en cualquier momento dado y de hecho concentrar la atención y esfuerzos de los comunistas en general a fin de ayudar a contribuir así a un gran avance — de hecho, darle vida de parte de los comunistas de todos los países a la orientación de trabajar por el avance hacia el comunismo a escala mundial, lo que incluye hacer esfuerzos serios y sacrificios para apoyar a las luchas revolucionarias avanzadas, donde quiera que se desarrollen en cualquier momento dado (en cualquier país o parte del mundo). Que quede claro: de lo que se trata no es “apoyo material” directo ni nada parecido a eso sino del apoyo político e ideológico (incluida la lucha ideológica dirigida a ayudar a fortalecer el punto de vista y enfoque comunista de todos los participantes) y esfuerzos similares.

Obviamente este es un principio muy importante que se señala en “Avanzar el movimiento revolucionario mundial”; se basa en una apreciación materialista de la base del internacionalismo — que la arena mundial en realidad es decisiva en términos de determinar las condiciones básicas para las luchas revolucionarias en países específicos así como a nivel mundial. Por otro lado, esto no liquide, elimine ni disminuya la importancia de las luchas revolucionarias en países específicos pero en ciertos sentidos importantes les da otro enfoque y sí, le da cierto énfasis a la necesidad de concentrar esfuerzos en aquellos lugares donde los factores objetivos y subjetivos se combinen para que haya más posibilidades de hacer grandes avances. También es muy importante enfatizar, como la presentación sobre la nueva síntesis también explica, que poner en primer plano la situación internacional y la arena internacional no

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significa que en un país específico no se puede hacer nada —y específicamente que no se puede hacer avanzar una lucha revolucionaria o posiblemente ni siquiera llevar a cabo la toma revolucionaria del poder— si en cualquier momento dado la “correlación de fuerzas” internacional no es favorable. Hace poco, en el proceso de revisar un discurso que di en 2004 (“La Revolución Cultural y la transformación radical del Partido”) encontré lo siguiente —que incluyó esta cita de un discurso anterior, dado hacía más de una década, “Vencer las dos cuestas”3 — que contiene unos principios que aún tienen relevancia hoy y gran importancia respecto al internacionalismo, al análisis de la relación entre la arena mundial y la lucha en países específicos y la base para que los comunistas tomen la iniciativa para hacer avanzar la lucha revolucionaria:

“...[E]sas condiciones [las condiciones necesarias para el comunismo] solo se pueden alcanzar a escala mundial, después de un largo y tortuoso proceso de transformación revolucionaria en que habrá un desarrollo desigual, la toma del poder en diferentes países en diferentes momentos y una compleja interacción dialéctica entre las luchas revolucionarias y la revolucionarización de la sociedad en esos países… [una relación dialéctica] en que lo fundamental y decisivo en última instancia es la arena internacional y en que la interacción y apoyo mutuos de las luchas de los proletarios de diferentes países constituyen el eslabón clave para llevar a cabo la transformación fundamental del mundo en conjunto”.

* * * * *

“[L]a iniciativa que tomen la vanguardia revolucionaria y las masas en ciertos países y los avances que lleven a cabo en la lucha revolucionaria afectarán de manera significativa la situación y la lucha en el mundo y en ciertas circunstancias podrían transformarla cualitativamente. Este es otro ejemplo de la relación dialéctica entre la situación y los acontecimientos a nivel mundial y en ciertos países, y del ‘entretejimiento’ e interpenetración constante entre ellos, como el hecho de que se pueden encontrar aspectos del uno dentro del otro — los cambios que se dan en ciertos países son simultáneamente parte de este aspecto (el país en particular) y del otro aspecto (la situación mundial), y los grandes cambios que se dan en un país en particular son parte de la situación internacional y a la vez la afectan de manera significativa... Reconociendo que

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la arena internacional desempeña el papel decisivo en última instancia y tomando como punto de partida fundamental la lucha revolucionaria mundial y haciendo todo lo posible para contribuir a esa lucha, ellas [la vanguardia y las masas en varios países] deben tomar la máxima iniciativa posible en cualquier momento dado, transformar la necesidad en libertad al mayor grado posible en todo momento y mantener los ojos puestos firmemente en la meta o premio a fin de no perder ni desperdiciar la oportunidad de vencer la primera gran cuesta y maximizar los esfuerzos por conquistar el poder dondequiera y cuando quiera que tal oportunidad se presente — por medio de cualquier combinación de factores objetivos y subjetivos en un país dado o en todo el mundo”.

Notas:

1. Bob Avakian, “Grandes objetivos y gran estrategia”. Unos pasajes de esta obra de Bob Avakian salieron en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución), Nos. 1127-1142, del 18 de noviembre de 2001 al 10 de marzo de 2002, y están en línea en revcom.us. El tema en cuestión se trata en el pasaje “Localismo, ‘tribalismo’ y la pugna de ‘universalismos’”, Obrero Revolucionario #1131, 16 de diciembre de 2001.

2. Bob Avakian, “Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica”, Obrero Revolucionario (ahora Revolución), Nos. 316 y 317, 5 y 12 de agosto de 1985. “La nueva concepción de la revolución y el comunismo: ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?”, Revolución Nos. 129-133, del 18 de mayo al 22 de junio de 2008, que también está en línea en revcom.us.

3. La citada charla, “La Revolución Cultural y la transformación del Partido”, es inédita; para una discusión básica de la Revolución Cultural en el PCR, EU, se remite al lector o a la lectora a: El comunismo: El comienzo de una nueva etapa. Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, septiembre de 2008, Revolución 143. Vea en la página 3 información sobre la edición en forma de folleto. “Vencer las dos grandes cuestas: Más acerca de conquistar el mundo” es una charla de Bob Avakian de los fines de los 90. Unas

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partes de la charla salieron en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución) y están en línea en revcom.us. La serie “Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado: Un punto de vista radicalmente diferente sobre cómo dirigir la sociedad” salió en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución) Nos. 1214 a 1226 (5 de octubre de 2003 a 25 de enero de 2004). La serie “Cómo vencer la cuesta” salió en el Obrero Revolucionario Nos. 927, 930, 932 y 936-940 (12 de octubre, 2 de noviembre, 16 de noviembre y del 14 de diciembre de 1997 al 18 de enero de 1998). Otras dos partes de esa charla son “Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?” en el Obrero Revolucionario No. 1211 (24 de agosto de 2003) y “Otro vistazo a George Jackson” en el Obrero Revolucionario No. 968 (9 de agosto de 1998). Todos estos artículos se pueden encontrar en línea en revcom.us.

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Sobre el papel de la dirección comunista y algunas cuestiones básicas de orientación,

enfoque y método

Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

Nota de la redacción: A continuación la primera entrega del texto de una charla que dio Bob Avakian, “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, ante un grupo de miembros del partido en la primera parte de 2008. Se ha revisado y se le ha agregado una nota en preparación para su publicación.

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Para empezar con un punto básico de orientación y enfoque en esta charla: lo que discutiré no tiene por objeto “suplantar” ni sustituir a “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” (y el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos que contiene “Hacer y emancipar” y “Sobre la posibilidad de la revolución”, además de “Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”)* .

“Hacer y emancipar”: ¡ahí voy otra vez “citándome a mí mismo”! [Risas]

Dadas ciertas acusaciones de que mi “costumbre” de citar a mis previas obras es de algún modo “rara” —y que supuestamente esta evidencia que me muevo dentro un “mundo autocentrado” en que mi propio pensamiento es el único punto de referencia—, déjeme empezar con unas observaciones sobre esto, ya que da una oportunidad de tratar algunas cuestiones importantes de método y enfoque.

En términos esenciales, esta “acusación” en sí refleja que se entiende de manera errónea la relación entre la teoría y la práctica y más específicamente no se capta (o se ve de manera tergiversada) la base y el propósito con los cuales los comunistas deben aplicar el materialismo dialéctico para aprender acerca de la realidad y el papel particular de los líderes comunistas en este sentido — y para analizarlos y sintetizarlos. Los siguientes señalamientos tratan al menos una buena parte del quid del asunto.

Primero, el propósito de mis escritos y charlas y en efecto todo que hago como líder comunista es aplicar el punto de vista y método del materialismo dialéctico para seguir desarrollando un análisis científico del mundo y para dar dirección en su transformación radical hacia la meta de la revolución y el objetivo final del comunismo.

En esta conexión, aunque yo debo sujetarme y me sujeto a cumplir un criterio muy alto en términos de integridad intelectual y rigor y aunque respeto a los que aplican los mismos criterios en la esfera del trabajo académico, no tengo el mismo propósito y enfoque que los especialistas académicos que no juegan el papel de líderes comunistas. Mi responsabilidad, en mi papel dirigente

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particular, abarca (aunque no se limita a) el tratamiento de las contradicciones más fundamentales y los problemas más urgentes en relación a hacer la revolución y avanzar hacia el objetivo final del comunismo, y dar dirección a otros en ese proceso. Un aspecto de todo eso es hacer continuamente, y popularizar, un análisis y valoración del “terreno político” siempre cambiante — las condiciones objetivas y el papel de diferentes fuerzas políticas y sociales en relación a esas condiciones objetivas. Otra dimensión importante de esto es tratar las interrogantes que tienen los proletarios y otras masas básicas, además de gente de otras capas, particularmente con respecto a las cosas que les puedan pesar y puedan representar obstáculos en relación a su capacidad de ver tanto la necesidad y la posibilidad de la revolución comunista, como actuar sobre esa base — que son interrogantes que la mayoría de los académicos ignoran en gran parte y de las que muchos de ellos ni tienen idea francamente. En un sentido más amplio respecto a la teoría y el trabajo intelectual, mi papel particular no es solamente de trabajar yo mismo para cumplir con las necesidades urgentes y profundas en la esfera de desarrollar la teoría, línea y orientación estratégica, para servir a la meta de la revolución y el objetivo final del comunismo, sino también para inspirar —y sí, provocar— a otros en este respecto y más generalmente en términos de tomar la iniciativa en el trabajo con las ideas y bregar en la esfera de la teoría hablando ampliamente; para ayudar a poner unos cimientos que se profundizan continuamente y un marco en desarrollo para los que buscan aplicar el punto de vista y método del comunismo para entrar en el trabajo teórico y analítico en un amplio ámbito de esferas; y para presentar retos a otros de fuera de las bases de los comunistas a que entren seriamente con tal método y enfoque comunista y la teoría y el análisis que resulten de la aplicación de ese método y enfoque.

De acuerdo con la orientación y los objetivos con los cuales le entro al trabajo con las ideas, particularmente en el caso de las charlas que doy, a menudo no adopto un “formato académico” —en que se requeriría que se incluyeran citas y fuentes más extensas y sistemáticas para lo que menciono (declaraciones, hechos, etcétera), especialmente en el caso de que puedan ser muy discutidas las conclusiones que saco— aunque, especialmente cuando presento las cosas en forma escrita, en general incluyo tales citas y fuentes. Pero, no obstante, los argumentos que presento y las conclusiones que señalo son el producto de

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estudio serio y reflexión, y conllevan una invitación —y de nuevo a menudo una provocación consciente— a investigar lo que estoy diciendo, a corroborar (o quizás desmentir) lo que he planteado y a entrar más profundamente en las cuestiones importantes ligadas con esto.

Segundo, es obvio cuando uno lee mis escritos (o al menos es obvio para cualquiera que los lee sin cierta dosis de cinismo) que con frecuencia cito y exploro las observaciones de muchos otros, que analizan las cosas desde muchos puntos de vista diferentes y que continuamente someto a un interrogatorio a mi propio pensamiento al mismo tiempo que pretendo aprender lo que puedo de las observaciones y análisis de otros, entre ellos aquellos con que no estoy de acuerdo, con los que incluso tal vez disiento fuertemente.

Tercero, en las situaciones en que “me cito a mí mismo” sucede que en general, con respecto a algo que yo considero pertinente, nadie más está hablando de las mismas cosas ni está analizando estos problemas de la misma manera. Si no ha cambiado lo que pienso acerca de un punto particular y el punto guarda relación con lo que se está tratando en ese momento, no tiene sentido después de haber luchado anteriormente para sintetizar algo en la formulación más precisa que puedo desarrollar, doy la vuelta y replantearla de una manera tal vez menos precisa (en lugar de simplemente citar lo que he dicho previamente sobre el punto en cuestión y lo que todavía creo que es cierto).

Cuarto y a manera de resumen, de ninguna manera se trata de ser “lineal” y “autocentrado”, sino que sí se trata de partir de lo que se ha sintetizado previamente y de avanzar sobre esa base, mientras que se asimila en la síntesis en desarrollo los elementos que se han aprendido de otros además de la realidad más ampliamente, lo que incluye pero no se limita a un resumen de la práctica de nuestro partido en la aplicación de nuestra línea.

En otras palabras: aunque no tiene un carácter “lineal” el desarrollo en curso de mi obra y de mi papel como líder comunista, sí tiene cierta continuidad, aunque también hay rupturas y rompimientos — con una parte del pensamiento de los anteriores comunistas y con una parte de mi propio pensamiento previo.

En cualquier momento dado, cuando cito mis propias obras —o aquellas de otra persona— lo hago al servicio de este proceso en curso. Además, mientras que

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aprendo de muchas personas y obras diferentes, con muchos puntos de vista diferentes y hago referencias a ellas, en aquellas situaciones en que la referencia más pertinente en efecto corresponde a una de mis propias obras o declaraciones, no voy a fingir lo contrario, en una farsa de modestia mal dirigida ni actuar sobre la base de una reverencia mal dirigida a los “buenos modales académicos”.

Hago un breve paréntesis adicional aquí a fin de profundizar más acerca de algunos aspectos importantes de método y enfoque: además de las lecturas muy extensas que he hecho, a causa de tener un anhelo general de conocimiento (y por razones estéticas) antes de llegar a ser comunista —explorando obras en muchas esferas diferentes de parte de diversos autores con muchos puntos de vista diferentes, aunque en su abrumadora mayoría no marxistas— desde el tiempo, hace 40 años, cuando que me volví comunista y específicamente en relación a mis responsabilidades como líder comunista y mientras que en un sentido fundamental dirigía activamente a este partido (y a la Unión Revolucionaria antes), he leído una gran parte de los escritos de Marx y Engels —incluidos los tres tomos de El capital de Marx y la mayor parte de Teorías sobre la plusvalía, además del Grundrisse, las obras de Engels como Anti-Dühring, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana y El origen de la familia, la propiedad privada y el estado— además de los escritos de Marx y Engels sobre la religión, junto con casi todos los aproximadamente 40 tomos de Lenin publicados en inglés, los 13 tomos de Stalin publicados en inglés (y los discursos de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial —o, como él la llamaba, “la gran guerra patriótica”) además de sus escritos después de la Segunda Guerra Mundial (entre ellos los títulos tales como “Problemas económicos del socialismo en la URSS”) y todas las obras oficialmente publicadas de Mao en inglés, además de todas las obras “no oficiales” de Mao que pude encontrar en inglés, y además un gran número de trabajos teóricos del Partido Comunista de China de cuando Mao lo dirigía, tales como la polémica contra los revisionistas soviéticos y muchísimos artículos de Pekín Informa (según se llamaba entonces) y otras publicaciones del período general de la Revolución Cultural. También he leído cientos y cientos de otros libros, además de innumerables ensayos, artículos, etcétera, sobre una amplia gama de temas (filosofía, religión, poesía, música, deporte y otros campos de la cultura, y la ciencia —tanto las ciencias naturales como las sociales— y demás),

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que exponen una amplia gama de puntos de vista (comunistas, seudo comunistas y falsos comunistas, no comunistas y francos anticomunistas), con análisis y críticas del movimiento comunista internacional y específicamente de la Unión Soviética y China (además de análisis y comentarios con respecto a Cuba, Vietnam y otras luchas revolucionarias); y he leído literalmente miles y miles (probablemente decenas de miles) de cuartillas de informes sobre el trabajo de nuestro propio partido en todas las varias dimensiones de ese trabajo, además de llevar a cabo discusiones y una correspondencia muy extensa con otros a diversos niveles en nuestro partido sobre todas estas cosas (nuestra propia práctica así como la práctica de otros en el movimiento comunista y una gama mucho más amplia de la experiencia y pensamiento de la humanidad) y una importante cantidad de intercambio de ideas con otros de fuera del partido. Además, en los últimos años he leído de nuevo la Biblia y el Corán, además del Libro de Mormón y otras escrituras religiosas además de tratar los escritos y charlas sobre la religión de varios estudiosos que tienen varias perspectivas.

Como debe quedar claro por mi referencia a las obras de las escrituras y mitología religiosas, ¡no digo que existe una relación de uno a uno entre leer cosas y conocer de manera acertada la realidad! No sostengo que el hecho de que he leído todas estas cosas y demás significa que mis ideas (o alguna idea mía particular) son necesariamente correctas. Se necesita constantemente seguir aprendiendo de varias fuentes y se necesita constantemente someter las ideas propias al interrogatorio de otros pero también y de manera más fundamental someterlas a la prueba de la realidad — para determinar si estas ideas en verdad corresponden a la realidad. Además, lo que tiene más importancia que la cantidad de cosas que uno ha leído, es el enfoque y método que uno aplica a sus lecturas, a la interacción con las ideas y con la realidad en general (no debemos olvidar el mordaz comentario de Mao que gente como Kautsky había leído muchísimos libros, pero con tales revisionistas, ¡cuanto más lean, más tontos se vuelven!). Pero lo importante es que todo que he mencionado aquí —el estudio de las obras “clásicas” marxistas y otras obras con un punto de vista marxista en general, de las obras de otros con puntos de vistas no marxistas, antimarxistas y anticomunistas en muchas esferas, el estudio de los informes y el trabajo de nuestro partido en varios campos, el intercambio de ideas con personas de dentro y de fuera del partido, y demás—

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además de la continuación de todo eso como un proceso en curso (lo que incluye lo que yo he dicho y escrito previamente sobre la base del mismo proceso), es lo que tomo en cuenta en mi papel particular de líder comunista con respecto a la línea política e ideológica, programa, orientación y dirección práctica; y todo eso fundamenta y alimenta mis charlas y escritos.

Bien, huelga decir que ¡sería un tanto pesado intentar referirme a todo eso, ni hablar de enumerar o “dejar constancia” de todo eso, cada vez que doy una charla o escribo algo!

Pero todo eso está ahí como antecedente y como parte de una base — en constante desarrollo.

Estoy firmemente convencido que todo esto (que incluye las referencias a mi propia obra cuando eso en efecto es pertinente) es el modo correcto de obrar si en efecto la meta de uno no es simplemente de leer, y escribir y hablar, para sí mismo — ni conformarse a las reglas de la abstracción académica, en el sentido negativo de divorciar el conocimiento de la lucha para cambiar el mundo y en efecto convertirla en mercancía y capital (a fin de establecerse como “un muy buen lector, cosa sabida”, como cantó Bob Dylan en Balada del hombre delgado, burlándose del notorio “Mr. Jones”), sino que en cambio el propósito y la meta es continuar adquiriendo un conocimiento más completo, más profundo y más polifacético de la realidad en relación dialéctica con su transformación radical y dirigiendo a otros a transformarla radicalmente hacia la meta del comunismo — de acuerdo al principio que Marx recalcó en Tesis sobre Feuerbach (parafraseando): Los filosóficos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo — pero de lo que se trata es de cambiarlo.

*“Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, “Sobre la posibilidad de la revolución” y “Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución” están en línea en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008.