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LIBRO OCTAVO
DIOSES DE LA TEOLOGÍA NATURAL DE VARRÓN
La Ciudad de Dios
CAPITULO PRIMERO
Y si la verdadera sabiduría es Dios, el verdadero
filósofo es el que ama a Dios.
Aquel que es uno crió e instituyó muchos dioses
para que los adorásemos.
CAPITULO II
De dos géneros de filósofos:
La una, llamada itálica, por aquella parte de Italia
que antiguamente se llamó Magna Grecia.
La otra, jónica, en las tierras que ahora se llaman
Grecia.
La itálica tuvo por su autor y corifeo a Pitágoras
Samio, de quien según es fama, tuvo principio el
nombre de Filosofía.
El príncipe y jefe de la secta jónica fue Thales
Milesio.
Sucesores: Anaximandro, Anaxímenes,
Anaxágoras, Diógenes, Arquelao.
Discípulo de éste dicen que fue Sócrates, maestro
de Platón
CAPITULO III
Sócrates:
Dirigió toda la Filosofía al loable objeto de corregir
y arreglar las costumbres.
Cuyo estudio principalmente se ocupó en las
controversias y doctrinas morales, donde se trata
del sumo bien, sin el cual el hombre no puede ser
dichoso ni bienaventurado.
CAPITULO IV
Platón:
Principal entre los discípulos de Sócrates.
Dividió toda la Filosofía en tres partes.
Moral: Consiste en la acción.
Natural: Se ocupa en la contemplación.
Racional: Distingue lo verdadero de lo falso.
CAPITULO V
Teología Fabulosa: Que con los crímenes de los
dioses divierte y deleita a los impíos.
Teología Civil: En la cual los impuros y los hombres
entregados a los placeres de la tierra, quisieron
tener los errores humanos por sus honores divinos.
CAPITULO VI
«Que toda forma existente en cualquier ente
mudable con la que recibe su primitivo ser, de
cualquier modo o naturaleza que sea, no puede ser
sino dependiente de aquel ente superior que
realmente tiene ser y es inmutable.»
CAPITULO VII
La luz del entendimiento para aprender y saber
todas las cosas era el mismo Dios, por quien
fueron hechas todas.
CAPITULO VIII
«Será bienaventurado el estudioso y amigo de la
sabiduría cuando principiare a gozar de Dios.»
Gozando de Dios será feliz el que amare a Dios.
CAPITULO IX
Del sumo y verdadero Dios, tenemos el
principio de nuestra naturaleza y la felicidad
de nuestra vida.
CAPITULO X
«Porque todo cuanto puede saberse naturalmente
de Dios lo comprendieron ellos; no obstante este
conocimiento, se lo deben a Dios, porque, él se lo
manifestó, si no por medio de los profetas, a los
menos se lo dio a conocer por las maravillas del
mundo, pues las cosas invisibles de Dios se dejan
ver con la luz del entendimiento, entendiéndolas e
infiriéndolas por las hechas desde la creación del
mundo, y se deja también ver su eterna virtud y
divinidad.»
«Porque conociendo a Dios, sin embargo, no le
dieron la gloria y honra a Dios, ni le dieron gracias,
sino que, ensoberbecidos, devanearon en sus
discursos y quedó su insensato corazón lleno de
tinieblas.»
CAPITULO XI
Platón insinúa que el filósofo es amante de Dios.
“Yo soy el que soy, y dirás a los hijos de Israel: el
que es, me envió a vosotros”.
Las cosas que son mudables son nada en
comparación del que verdaderamente es, porque
es inmutable.
CAPITULO XII
Que también los platónicos, aunque sintieron bien
de un solo Dios verdadero, con todo, fueron de
parecer que debían adorarse muchos dioses.
CAPITULO XIII
De la sentencia de Platón, en que establece que
los dioses no son sino buenos y amigos de las
virtudes.
«¿A qué dioses les parece debe darse culto y
veneración, a los buenos o a los malos, o debe
tributarse a unos y otros?»
CAPITULO XIV
Todos los animales, dicen, que tienen alma
racional, se dividen en tres clases: en dioses,
hombres y demonios.
Los dioses ocupan el lugar más elevado, los
hombres el más humilde y los demonios el medio
entre unos y otros.
Por lo que el lugar propio de los dioses es el cielo,
el de los hombres la tierra y el de los demonios el
aire.
Por lo cual los dioses son mejores que los hombres
y los demonios; los hombres son inferiores a los
dioses y demonios.
CAPITULO XV
Que ni por razón de los cuerpos aéreos, ni por
habitar en lugar superior, se aventajaban los
demonios a los hombres.
CAPITULO XVI
Los demonios, padecen las mismas pasiones del
alma que los hombres.
Los demonios, en su clase, son animales; en el
ánimo, pasivos; en el entendimiento, racionales; en
el cuerpo, aéreos, y en el tiempo, eternos.
CAPITULO XVII
Los dioses dicen que no padecen estas
perturbaciones, porque no sólo son eternos, sino
también bienaventurados, pues las mismas almas
racionales dicen que tienen también ellos, aunque
puras y purificadas de toda mácula y contagio.
CAPITULO XVIII
Qué tal sea la religión que enseña que los
hombres, para encaminarse a los dioses buenos,
deben aprovecharse del patrocinio o intercesión de
los demonios.
CAPITULO XIX
Por lo que toca a las artes mágicas, de las cuales a
algunos demasiado infelices y demasiado impíos
se les antoja gloriarse, alegaré contra ellos la
misma luz de este mundo.
Debemos huir de sus obras si queremos que
nuestras oraciones lleguen delante del verdadero
Dios.
CAPITULO XX
Si sé debe creer que los dioses buenos de mejor
gana se comunican con los demonios que con los
hombres.
CAPITULO XXI
Estos dioses, buenos tienen más noticia del
demonio por la contigüidad del cuerpo que del
hombre por la bondad del alma.
CAPITULO XXII
De tal manera están colocados en el lugar medio
los demonios entre los dioses y los hombres, que
son como internuncios e intérpretes, para que
desde acá lleven nuestras peticiones y de allá nos
traigan las gracias de los dioses.
Los demonios son unos espíritus deseosísimos de
hacer mal.
CAPITULO XXIII
Mas el egipcio dice que hay unos dioses que loshizo el sumo Dios, y otros que los hicieron loshombres.
“La humanidad de tal modo persevera en aquellaimitación de la divinidad, acordándose siempre desu naturaleza humana y de su origen, que asícomo el Padre y Señor, por que fuesen semejantesa él, hizo a los dioses eternos, así el hombre hizo yfiguró a sus dioses semejantes a él a la similitud desu rostro.”
“Que conociendo a Dios no le dieron la gloria de
Dios, ni se le mostraron agradecidos, y quedó su
necio corazón rodeado y sumergido en las tinieblas
de su presunción y arrogancia, porque en lo mismo
en que se gloriaban de sabios y literatos, en esto
mismo quedaron necios e ignorantes, andando tan
ciegos que profanaron la majestad de Dios inmortal
mudándola en la imagen o estatua de hombre
mortal”.
CAPITULO XXIV
Los dioses hechura del hombre
CAPITULO XXV
En la fe, nos acercamos y unimos con ellos si
creemos también y esperamos por su intercesión la
bienaventuranza de Aquel que los hizo a ellos
felices.
CAPITULO XXVI
Que toda la religión de los paganos se empleó y
resumió en adorar hombres muertos.
Los paganos adoraron a los dioses en los templos,
y nosotros adoramos a los muertos en los
sepulcros.
CAPITULO XXVII
Del modo con que los cristianos honran a los
mártires tampoco nosotros fundamos en honor de
los mártires templos, sacerdotes, sacrificios y
solemnidades porque sean nuestros dioses, sino
porque el Dios de éstos es el nuestro.