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Liderando la Tercera Revolución Industrial y una nueva visión social para el mundo 1 DOCUMENTOS DE DEBATE Las opiniones reflejadas en este documento sólo vinculan al autor y no necesariamente a la Fundación Ideas para el Progreso. 5/2009 DD LIDERANDO LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y UNA NUEVA VISIÓN SOCIAL PARA EL MUNDO Jeremy Rifkin Abordar la triple amenaza de la recesión económica global, la seguridad energética y el cambio climático

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Liderando la Tercera Revolución Industrial y una nueva visión social para el mundo

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DOCUMENTOS DE DEBATE

Las opiniones reflejadas en este documento sólo vinculan al autor y no necesariamente a la Fundación Ideas para el Progreso.

5/2009DD

LIDERANDO LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y UNA NUEVA VISIÓN SOCIAL PARA EL MUNDO

Jeremy Rifkin

Abordar la triple amenaza de la recesión económica global,la seguridad energética y el cambio climático

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Jeremy Ri�inDD

Jeremy Ri�in es asesor de la Unión Europea y de jefes de Estado de todo el mundo. Es profesor del Execu�ve Educa�on Program de la Escuela Wharton, Universidad de Pen-silvania y el Presidente de la Fundación de Tendencias Económicas de Washington, D.C. Asimismo es miembro del Comité Cien�fico de la Fundación Ideas.

Este documento se ha elaborado en el contexto de la conferencia “Progreso Global – Hacia un Nuevo Pacto Global” organizada por la Fundación Ideas y el Center for American Progress, celebrada en Madrid en octubre de 2009.

Publicaciones de la Fundación Ideas

Informes: son estudios de mayor extensión llevados a cabo por equipos de cien�ficos y expertos en los que la Fundación Ideas refleja su posición.

Documentos de Trabajo: son trabajos de mediana extensión llevados a cabo por equipos de cien�ficos y expertos en los que la Fundación Ideas refleja su posición.

Documentos de Debate: son documentos de mediana extensión elaborados por cien�ficos y expertos de la Fundación Ideas y colaboradores externos que no necesariamente reflejan las posiciones de la Fundación.

Ar�culo de Análisis y Opinión: son ar�culos breves donde el autor/los autores libremente expone/n sus puntos de vista sobre un asunto concreto, sin reflejar necesariamente las posiciones de la Fundación.

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1Introducción

En 1956, el Congreso de los Estados Unidos promulgó el Proyecto de Ley Federal de Ayuda para las Autopistas. Esta legislación, ra�ficada por el Presidente Dwight D. Eisenhower, supuso la inversión de 25.000 millones de dólares en la construcción de casi 66.000 km de autopistas interestatales en un período de 30 años, en lo que fue en aquel momento el proyecto de obra pública de mayor envergadura de la historia de Estados Unidos. El sistema de autopistas interestatales resultante logró unir la totalidad de Estados Unidos con�nental y estableció la infraestructura viaria necesaria para culminar la Segunda Revolución Industrial. El motor de combus�ón interna de gasolina ha sido el motor económico de la economía del siglo �� y ha servido de es�mulo prác�camente para todos los demás sectores, desde la producción de acero hasta el turismo. Los estadounidenses dieron por hecho que “lo que es bueno para General Motors es bueno para el país”. El sistema de autopistas interestatales creó la infraestructura de conexión para el boom de la construcción de viviendas y locales comerciales suburbanos que, a finales de los ochenta, convir�ó a Estados Unidos en la economía y en la sociedad más prósperas del mundo, y a los estadounidenses en los ciudadanos más ricos de la Tierra.

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2El largo ocaso

de la Segunda Revolución Industrial

Incluso cuando Estados Unidos estaba celebrando un éxito comercial sin precedentes, ya se vislumbraban nubarrones de tormenta en el horizonte, pero aún debería transcurrir otro medio siglo antes de que se juntaran para provocar la tormenta económica perfecta, llevando al borde del colapso a los Estados Unidos y a la economía mundial.

Al mismo �empo que se construía el sistema de autopistas interestatales, los cien�ficos empezaron a observar una inquietante tendencia en la composición química de la atmósfera de la Tierra –el aumento de concentraciones de CO2–. Los cien�ficos especularon con que la quema de combus�bles fósiles y la emisión de CO2 podrían estar calentando la atmósfera del planeta con unas consecuencias inimaginables. En los años sesenta, varios modelos informá�cos pronos�caron el eventual aumento en varios grados de la temperatura de la Tierra en el plazo de un siglo. En 1979, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó su primer informe preliminar sobre calentamiento global, en el que sugería que la ac�vidad inducida por el hombre podría estar teniendo un impacto nega�vo en la temperatura del planeta. Las conclusiones del informe eran provisionales y muy especula�vas en sí mismas, y se limitaban a registrar una pequeña señal en la pantalla del radar público del momento.

A pesar de sus amplias reservas de petróleo –recordemos que a mediados del siglo �� Estados Unidos era el primer productor de petróleo del mundo– y de la confianza en su próspero futuro, empezaron a aparecer otros indicios inquietantes. A raíz del embargo de petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1973 y de la consiguiente subida de los precios del petróleo en los años setenta, la opinión pública empezó a plantearse si el petróleo podía llegar a agotarse algún día. Sin embargo, el consenso generalizado en aquel momento era que el embargo del petróleo no tenía tanto que ver con el suministro como con una demostración de fuerza polí�ca y económica por parte de los países productores de petróleo con vistas a beneficiarse del mercado y ganarse el respeto y la atención en el escenario geopolí�co.

Lo que nadie sabía era que el pico de petróleo global per cápita disponible –que no debe confundirse con el pico de producción mundial de petróleo– tuvo lugar en 1979. A pesar de que posteriormente se han descubierto más reservas de petróleo, el crecimiento de la población

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humana indica que, si a día de hoy, se distribuyera el petróleo a partes iguales entre todos los habitantes, cada individuo dispondría de menos petróleo que entonces. Este hecho por sí solo habría tenido terribles consecuencias en julio de 2008, cuando el petróleo alcanzó su precio récord de 147 dólares por barril en los mercados mundiales.

La factura entrópica de la Segunda Revolución Industrial fue aumentando de manera inexorable en la úl�ma mitad del siglo ��, hecho que fue totalmente ignorado por una economía mundial que estaba creciendo a pasos agigantados. A finales de los años ochenta, la Segunda Revolución Industrial había alcanzado su pleno desarrollo en los Estados Unidos. El boom de la construcción suburbana, que provocó la mayor expansión económica en la historia de los Estados Unidos, empezó a enfriarse. La recesión de 1989 a 1991, provocada por una desaceleración en la construcción suburbana en el sur y en el oeste del país, marcó un hito en la Segunda Revolución Industrial, a pesar de que por aquel entonces nadie reconoció su importancia.

En la úl�ma mitad de los años noventa y en los primeros seis años del siglo ��, se produciría otro importante boom de la construcción. Sin embargo, esta vez vendría provocado en mayor medida por la ampliación irresponsable de créditos hipotecarios y la especulación salvaje que por aumentos tecnológicos en la produc�vidad y la generación de nueva riqueza “real”. La realidad es que el efecto económico mul�plicador que supuso la creación de una red de autopistas interestatales prác�camente se agotó cuando se finalizó la infraestructura y acabó la construcción suburbana.

El crecimiento económico registrado desde principios de los noventa hasta la crisis de 2008 estuvo menos relacionado con nuevas innovaciones tecnológicas y perspicacia empresarial, a pesar de que ésta era la explicación pública oficial para la nueva prosperidad. Esto no quiere decir que las nuevas tecnologías –especialmente la revolución de las tecnologías de la información y comunicación (TIC)– no contribuyeran en cierta medida a restaurar el crecimiento económico, pero su aportación fue mucho menos importante de lo que los medios de comunicación, la comunidad empresarial y los polí�cos nos hicieron creer. El hecho es que por aquel entonces el gran crecimiento económico que trajo consigo la Segunda Revolución Industrial ya había empezado a frenarse. Los salarios llevaban ya casi una década estancados en Estados Unidos, y las tecnologías que cons�tuyeron la falange de la Segunda Revolución Industrial estaban ahora en su etapa de decadencia y senectud.

Lo que sacó a Estados Unidos y al mundo de la recesión económica de finales de los ochenta y principios de los noventa fue la concesión masiva de créditos al consumo, primero en los Estados Unidos y después en el resto de países. La “cultura de la tarjeta de crédito” dio un impulso al poder adquisi�vo, favoreciendo la vuelta al trabajo de las empresas estadounidenses y sus empleados para producir todos los bienes y servicios que se compraban a crédito. En los úl�mos 18 años, los consumidores estadounidenses han sido el pilar de la economía global, en gran parte por sus compras a crédito. Sin embargo, el precio de que el peso de la economía global recayera sobre las espaldas de la deuda cada vez mayor del consumidor estadounidense ha sido el agotamiento de los ahorros de las familias estadounidenses. En 1991 el nivel de ahorro medio de una familia era de aproximadamente el 8%. En 2006, las familias vieron cómo sus ahorros entraban en números rojos. Muchas familias gastaban más de lo que ingresaban. El término

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u�lizado para describir esta situación es “renta nega�va”, un oxímoron que sinte�za un enfoque fallido del desarrollo económico.

A medida que la capacidad de ahorro de las familias iba desapareciendo, los sectores hipotecario y bancario crearon una segunda línea de crédito ar�ficial, haciendo que las familias estadounidenses compraran casas desembolsando poco dinero o nada en absoluto y a �pos de interés a corto plazo bajos o inexistentes –las hipotecas subprime–, con �pos de interés que subían con el �empo y amor�zación de capital aplazada. Millones de estadounidenses mordieron el anzuelo y compraron casas que excedían su capacidad de pago a largo plazo, lo que supuso la aparición de una burbuja inmobiliaria. Faltos de efec�vo, los propietarios u�lizaban sus viviendas como cajeros automá�cos, refinanciando las hipotecas –a veces incluso dos o tres veces– para garan�zar el efec�vo necesario. Ahora la burbuja inmobiliaria ha explotado, dejando a millones de estadounidenses enfrentándose a las ejecuciones de sus hipotecas y a los bancos al borde del colapso.

Después de vivir durante 18 años de las ampliaciones de créditos, el resultado es que Estados Unidos es hoy una economía quebrada. La deuda bruta del sector financiero estadounidense, que en 1980 ascendía al 21% del producto interior bruto (PIB), ha aumentado de manera constante en los úl�mos 27 años, llegando a suponer un increíble 116% del PIB en 2007. Y lo que es peor, la deuda hipotecaria acumulada de los consumidores actualmente supera los 13,9 trillones de dólares. Habida cuenta de que las comunidades bancarias y financieras de Estados Unidos, Europa y Asia están estrechamente relacionadas, la crisis credi�cia ha arrasado a Estados Unidos, llevándose por delante toda la economía mundial.

Lo que ha ocurrido en las úl�mas dos décadas es básicamente que la economía mundial ha seguido creciendo a fuerza de agotar el ahorro que Estados Unidos logró acumular durante los 40 años de crecimiento que trajo consigo la Segunda Revolución Industrial, que empezó al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que se prolongó hasta finales de los ochenta. Para colmo, la crisis mundial del crédito se profundizó aún más en los úl�mos dos años cuando se dispararon los precios del petróleo, llegando a situarse, el pasado mes de julio, en 147 dólares el barril en los mercados mundiales. El alza del precio del crudo generó inflación, redujo el poder adquisi�vo de los consumidores, desaceleró la producción e incrementó el desempleo, causando mayores estragos en una economía ya muy endeudada.

Hoy nos encontramos ante un nuevo fenómeno. Se llama “pico de globalización” y se produjo cuando el barril rondaba los 147 dólares. Superado este punto, la inflación crea un muro de contención que impide el crecimiento de la economía, haciéndola retroceder hacia un crecimiento cero. Sólo cuando se produce la contracción de la economía internacional cae el precio de la energía como resultado del menor consumo energé�co.

La importancia del “pico de globalización” es decisiva. El supuesto fundamental de la globalización siempre ha sido que el petróleo abundante y barato permite a las empresas trasladar capital a mercados de mano de obra barata, donde los alimentos y los productos se producen con mínimos costes y altos márgenes de beneficio para luego enviarse a cualquier parte del mundo. Este supuesto se ha desintegrado, con pésimas consecuencias para el proceso de globalización.

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Para entender cómo llegamos a este punto, tenemos que remontarnos al año 1979, año en el que se alcanzó el pico de petróleo mundial per cápita, según un estudio realizado por la petrolera británica BP. Con el increíble crecimiento económico de China e India en los noventa, la demanda de petróleo se disparó. La demanda comenzó a superar a la oferta y el precio empezó a subir. Con menos petróleo disponible para cada ser humano, los esfuerzos para que un tercio de la raza humana –la suma de la población de India y China– llegue a una Segunda Revolución Industrial basada en el petróleo se estrellan contra la realidad de una oferta limitada de crudo. Dicho de otro modo, la presión de la demanda de una población en aumento se topa con reservas petroleras finitas, lo que inevitablemente empuja el precio al alza. Y cuando el crudo alcanza los 147 dólares por barril, la inflación adquiere tal fuerza que actúa como una fuerza de resistencia al crecimiento económico y la economía mundial se contrae.

El encarecimiento de la energía repercute en todos los productos que fabricamos. Así pues, el encarecimiento de la energía también afecta a todos los aspectos de la producción, haciendo el transporte de larga distancia por aire y por barco cada vez más prohibi�vos. Independientemente de cuál fuera el valor marginal que las empresas solían obtener por trasladar su producción a mercados de mano de obra más barata, éste ha desaparecido, debido al coste cada vez mayor de la energía en la cadena de suministro. Esto supone el verdadero acto final de la Segunda Revolución Industrial y se produce mucho antes del momento pico de la producción mundial de petróleo.

Al mismo �empo, los efectos del cambio climá�co “en �empo real” están erosionando con mayor virulencia a la economía en dis�ntas regiones del planeta. Sólo el coste en daños a la economía estadounidense de los huracanes Katrina, Rita, Ike y Gustav se es�ma en más de 100.000 millones de dólares. Inundaciones, sequías, incendios voraces, tornados y otros fenómenos meteorológicos extremos han diezmado ecosistemas en todo el mundo, no sólo destruyendo la producción agrícola y las infraestructuras, sino también ralen�zando la economía global y ocasionando desplazamientos de millones de seres humanos.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climá�co de la Organización de Naciones Unidas (ONU) calcula que, si se duplica la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera del planeta en este siglo, es probable que la superficie de la Tierra se caliente entre 2 y 4,5 grados cen�grados, siendo de 3 grados cen�grados el aumento más probable. Sin embargo, los cien�ficos advierten que la temperatura del planeta podría aumentar “significa�vamente más” de 4,5 grados cen�grados, según algunos de los pronós�cos.

Pero incluso un aumento de la temperatura de 3 grados cen�grados, pronós�co que algunos cien�ficos califican de bastante conservador dados los posibles efectos posi�vos que aún deben preverse, supondría volver a la temperatura que teníamos en la Tierra hace tres millones de año, en la era del Plioceno. El mundo de entonces era muy dis�nto al que conocemos hoy.

Y lo que es más aterrador, el grupo de expertos considera que el aumento de la temperatura en 1,5 a 3,5 grados cen�grados o más en menos de cien años supone una amenaza potencial de ex�nción para entre una quinta parte y más del 70% de todas las especies conocidas hasta el momento. Para situar la magnitud de este hecho en perspec�va, debemos recordar que se han producido cinco olas de ex�nciones biológicas masivas en los 3.500 millones de años de vida en la

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Tierra y, cada vez que se ha producido una ex�nción biológica, hemos tardado aproximadamente diez millones de años en recuperar la biodiversidad perdida. En un sen�do muy real, la raza humana aún no ha entendido la magnitud de los cambios que se producirán en la Tierra si la temperatura del planeta sigue subiendo.

La convergencia de la crisis credi�cia, la crisis energé�ca y los impactos en �empo real del cambio climá�co han llevado a la economía mundial al borde del colapso. El petróleo, el carbón y el gas natural representarán un porcentaje cada vez menor de la energía mundial en el siglo ���. La mayoría de los observadores coinciden en que estamos llegando al ocaso de la era de los combus�bles fósiles. Durante este período crepuscular, los países están haciendo todo lo posible para garan�zar que las reservas existentes de combus�bles fósiles sean u�lizadas de una manera más eficiente y están experimentando con tecnologías de energía limpia con vistas a reducir las emisiones de dióxido de carbono procedentes de la quema de combus�bles convencionales. La Unión Europea, en par�cular, está instando a que sus Estados miembros aumenten la eficiencia energé�ca en un 20% para el año 2020 y reduzcan las emisiones de gases que provocan el calentamiento global en un 20% (respecto a 1990) también para el 2020.

Sin embargo, una mayor eficiencia energé�ca y una reducción obligatoria de los gases de efecto invernadero no son suficientes, en sí mismos, para enfrentarnos adecuadamente a una crisis sin precedentes de calentamiento global y agotamiento de reservas de petróleo y producción de gas. De cara al futuro, todos los gobiernos deberán explorar formas alterna�vas de energía y crear modelos económicos innovadores con el fin de que las emisiones de carbono sean lo más próximas posibles a cero.

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3El amanecer

de la Tercera Revolución Industrial

A medida que la Segunda Revolución Industrial está llegando a su fin, se vislumbra en el horizonte una nueva Tercera Revolución Industrial. Lo que queda por ver es si ésta llegará a �empo para mi�gar el impacto entrópico a largo plazo que se ha ido acumulando a lo largo de los doscientos años que ha durado la era de los combus�bles fósiles y las primeras dos revoluciones industriales.

Los grandes cambios económicos de la historia se producen cuando convergen nuevas revoluciones de comunicación y nuevos regímenes energé�cos creando entornos de vida totalmente nuevos. Nos encontramos en el vér�ce de una convergencia de este �po –la unión entre la revolución de las TIC de las úl�mas dos décadas y el régimen energé�co del siglo ���–. El uso de la información descentralizada y las tecnologías de comunicación como mecanismo de mando y control para la organización y ges�ón de la energía descentralizada es el preludio de una potente Tercera Revolución Industrial cuyo efecto económico mul�plicador podría extenderse hasta bien entrada la segunda mitad del siglo ��� y más allá.

La energía descentralizada es energía que se encuentra en todas partes. El sol brilla en todo el mundo. El viento sopla por todo el planeta todos los días. Todos generamos basura. Las personas que habitan en áreas rurales �enen acceso a residuos agrícolas y forestales. Las personas que viven en la costa disponen de la energía generada por las olas. La energía geotérmica está debajo de la Tierra y el agua produce energía hidráulica. A este �po de energía la denominamos energía descentralizada porque, al contrario que las energías de elite convencionales –como pueden ser el carbón, el petróleo, el gas natural y el uranio– que sólo se encuentran en regiones geográficas limitadas, las energías renovables se encuentran en todas partes en dis�ntas proporciones.

Hoy en día las mismas tecnologías de la información y comunicación que dieron lugar a Internet pueden u�lizarse para reconfigurar las redes energé�cas del mundo, permi�endo que millones de personas puedan hacer acopio y producir su propia energía renovable desde sus casas, oficinas, �endas, fábricas y parques tecnológicos y compar�rla, a través de redes inteligentes, del mismo modo que producen y comparten su información en el ciberespacio. Las empresas ya están empezando a establecer las bases de una infraestructura y de un mercado para lo que los líderes empresariales denominan “capitalismo descentralizado”.

Las dis�ntas formas de energía renovable –solar, eólica, hidráulica, geotérmica, maremotriz y biomasa– integran el primero de los cuatro pilares de la Tercera Revolución Industrial. Si bien

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es cierto que estas energías alterna�vas todavía representan un porcentaje pequeño de la combinación global de fuentes de energía, su uso está creciendo rápidamente a medida que los gobiernos establecen obje�vos e indicadores para su uso generalizado y que los costes son cada vez más compe��vos. Se están invir�endo miles de millones de dólares de capital público y privado en la inves�gación, el desarrollo y la penetración en el mercado, ya que las empresas y los propietarios de viviendas buscan reducir su huella de carbono, y conseguir al mismo �empo una mayor eficiencia e independencia energé�ca.

A pesar de que la energía renovable está en todas partes y de que las nuevas tecnologías nos permiten aprovecharla de una forma barata y eficiente, necesitamos una infraestructura para almacenarla. Aquí es donde entra el sector de la construcción, en el segundo pilar de la Tercera Revolución Industrial.

Los edificios son una de las principales fuentes del calentamiento global antropogénico y consumen entre el 30% y el 40% de toda la energía producida, siendo responsables de unos porcentajes similares de emisiones de CO2. Actualmente, los nuevos avances tecnológicos permiten, por primera vez, transformar edificios ya existentes y diseñar nuevos edificios que puedan generar parte, o la totalidad, de la energía que necesitan a par�r de fuentes de energía renovable disponibles localmente, lo que nos permite repensar el futuro de los edificios como “centrales eléctricas”. Las repercusiones comerciales y económicas son inmensas para el sector inmobiliario y, en realidad, para el mundo en su conjunto.

Dentro de 25 años, millones de edificios –viviendas, oficinas, centros comerciales, fábricas, parques industriales y tecnológicos– serán reformados o construidos para funcionar como “centrales eléctricas” además de como hábitats. Estos edificios almacenarán y generarán energía a nivel local a par�r del sol, el viento, la basura, los residuos agrícolas y forestales, las olas y mareas, las fuentes de energía hidráulica y geotérmica, produciendo suficiente energía para cubrir sus propias necesidades e incluso excedentes para compar�r con otros.

La fábrica de General Motors (GM) en Aragón, España, la instalación produc�va más grande de GM en Europa, acaba de instalar una planta solar de 10 megava�os en el tejado de su fábrica con un coste de 78 millones de dólares. La central eléctrica puede producir electricidad suficiente para la fábrica o suministrar electricidad a 4.600 hogares. La inversión inicial se amor�zará en menos de 10 años, transcurridos los cuales la generación de electricidad será prác�camente gratuita, exceptuando los costes de mantenimiento de la instalación solar.

En Francia, el gigante de la construcción Bouygues está levantando este año un complejo de oficinas comerciales de úl�ma generación en las afueras de París, que recoge energía solar suficiente, no sólo para abastecer sus propias necesidades, sino incluso para generar un excedente de energía.

El Parque Tecnológico Walqa, en Huesca, España, está enclavado en un valle de los Pirineos y pertenece a una nueva generación de parques tecnológicos que producen su propia energía renovable in situ para dotar de energía prác�camente a todas sus operaciones. Actualmente hay una docena de edificios de oficinas en funcionamiento en el Parque Walqa, y está prevista la construcción de otros 40. La instalación funciona íntegramente a par�r de formas de energía

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renovable, incluidas la energía eólica, la energía hidráulica y la energía solar. El parque alberga a empresas líderes de alta tecnología, entre ellas Microso� y otras empresas informá�cas, empresas de energías renovables, etc.

La introducción de los primeros dos pilares de la Tercera Revolución Industrial –energías renovables y “edificios que actúan como centrales eléctricas”– exige la introducción simultánea del tercer pilar de la Tercera Revolución Industrial. Con el fin de sacar el máximo provecho de la energía renovable y minimizar los costes, es necesario desarrollar métodos de almacenamiento que permitan conver�r los suministros intermitentes de dichas energías en recursos fiables. Las baterías, el bombeo de agua diferenciado y otros medios pueden proporcionar una capacidad de almacenamiento limitada. Sin embargo, existe un medio de almacenamiento que está muy extendido y puede resultar rela�vamente eficiente. El hidrógeno es el medio universal para “almacenar” las energías renovables con el fin de garan�zar un suministro estable y seguro para la producción de energía y, lo que es igualmente importante, el transporte.

El hidrógeno es el elemento más ligero y más abundante del universo y, u�lizado como fuente de energía, los únicos derivados que genera son el agua y el calor. Las pilas de combus�ble de hidrógeno se han u�lizado durante más de 30 años como propulsión para nuestras naves espaciales. Así es como funciona el hidrógeno: las fuentes energé�cas renovables –solar, eólica, hidráulica, geotérmica, maremotriz– se están u�lizando para generar electricidad. Esta electricidad puede ser u�lizada, a su vez, para liberar el hidrógeno y el oxígeno del agua mediante electrólisis. Asimismo, se puede extraer hidrógeno directamente de cul�vos energé�cos, residuos animales y forestales y residuos orgánicos –conocidos como biomasa– sin necesidad de someterlos a la electrólisis.

Cabe señalar que la sociedad de la energía renovable es viable en la medida en que parte de la energía se pueda almacenar en forma de hidrógeno. Esto se debe a que la energía renovable es intermitente. No siempre brilla el sol, no siempre sopla el viento, no siempre fluye el agua si hay sequía, y las cosechas agrícolas son variables. Cuando la fuente de energía renovable no estuviera disponible, no se podría generar electricidad y la ac�vidad económica se paralizaría. Sin embargo, si parte de la electricidad generada cuando hay abundancia de energía renovable se pudiese u�lizar para extraer hidrógeno del agua, que puede almacenarse para volver a conver�rlo posteriormente en electricidad, la sociedad dispondría de un suministro ininterrumpido de energía.

En 2008, la Comisión Europea anunció una Inicia�va Tecnológica Conjunta (ITC), una ambiciosa asociación público-privada des�nada a acelerar la introducción comercial de una economía del hidrógeno en los 27 Estados miembros de la UE, que centrará su atención en la producción de hidrógeno a par�r de fuentes de energía renovables. La Unión Europea ha levantado los tres primeros pilares de la Tercera Revolución Industrial mediante una evaluación compara�va de la transición hacia las energías renovables, la promoción del concepto de edificios como centrales eléctricas y la financiación de un agresivo programa de I+D en materia de pilas de combus�ble de hidrógeno. El cuarto pilar, es decir, la reconfiguración de la red eléctrica europea en consonancia con el modelo seguido para Internet, que permi�rá a las empresas y a los propietarios de viviendas generar su propia electricidad y compar�rla con otros, está siendo some�do actualmente a ensayos por parte de las empresas eléctricas en Europa, Estados Unidos, Japón, China y otros países.

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La red interconectada inteligente consta de tres elementos fundamentales. Las mini-redes permiten a los propietarios de viviendas, a las pymes y a las empresas de gran escala económica generar localmente energía renovable, usando paneles fotovoltaicos, generadores eólicos, pequeñas centrales hidráulicas, residuos animales y agrícolas, residuos urbanos, etc., y u�lizarla para cubrir sus necesidades energé�cas cuando no estén conectados a la red. La tecnología de medición inteligente permite a los productores locales vender mejor su energía a la red eléctrica principal, y re�rar electricidad de la red, consiguiendo que el flujo de electricidad sea bidireccional.

El siguiente paso en la tecnología de redes inteligentes es implantar disposi�vos sensores y chips repar�dos a lo largo de la red, conectando todos los aparatos eléctricos. Un so�ware permite conocer la can�dad de energía que la totalidad de la red está u�lizando en cualquier momento y en cualquier lugar. Esta interconec�vidad puede ser u�lizada para reconducir los usos y flujos energé�cos durante los picos de consumo máximo y mínimo, e incluso para ajustar en �empo real el precio de la electricidad.

En el futuro, las redes eléctricas inteligentes estarán cada vez más conectadas en �empo real a los cambios meteorológicos –registrando los cambios de viento, la radiación solar, la temperatura ambiente, etc.– brindando a la red eléctrica la capacidad de ajustar con�nuamente el flujo eléctrico a las condiciones meteorológicas externas y a la demanda del consumidor. Así por ejemplo, si la red eléctrica está some�da a un pico de demanda energé�ca que puede provocar una sobrecarga en la red debido a un exceso de demanda, el programa informá�co podrá ordenar que la lavadora de un consumidor reduzca un ciclo de lavado por carga o que se reduzca en un grado la potencia del aire acondicionado. Aquellos consumidores que acepten estos ajustes menores del uso energé�co serán recompensados con descuentos en sus facturas. Puesto que el precio real de la electricidad varía a lo largo de las 24 horas, la información energé�ca en �empo real abre las puertas a la “fijación dinámica de precios”, lo que permi�rá a los consumidores incrementar o disminuir automá�camente su consumo energé�co en función del precio de la electricidad de la red. Asimismo, la fijación de precios en �empo real permi�rá a los productores de energía locales de mini-redes vender automá�camente su energía a la red o desconectarse totalmente de ella. Las redes interconectadas inteligentes no se limitarán a proporcionar más libertad a los usuarios finales a la hora de seleccionar sus opciones energé�cas, sino también a crear nuevas eficiencias energé�cas en la distribución de la electricidad.

Las redes interconectadas posibilitan una amplia redistribución de la energía. El sistema centra- lizado de flujo de energía actual, de arriba abajo, se está quedando obsoleto. En esta nueva era, las empresas, los municipios y los propietarios de viviendas podrían conver�rse en productores y consumidores de su propia energía –lo que se conoce como “generación descentralizada”–.

Las redes descentralizadas inteligentes también ofrecen la infraestructura básica para pasar de los motores de combus�ón interna a los vehículos eléctricos impulsados por pilas de combus�ble de hidrógeno. Los vehículos eléctricos impulsados por pilas de combus�ble de hidrógeno también son “centrales eléctricas sobre ruedas” con una capacidad de producción de veinte o más kilova�os. Puesto que, por lo general, el coche, el autobús o el camión están estacionados la mayor parte del �empo, durante las horas en que no se usen, se podrían conectar al hogar, la

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oficina o a la red eléctrica principal e interac�va, con el fin de devolver electricidad de primera calidad a la red. Así pues, los vehículos eléctricos impulsados por pilas de combus�ble se convierten en un medio para almacenar can�dades enormes de energía que, a su vez, puede conver�rse en electricidad con la que se podrá alimentar la red eléctrica principal.

La aparición del motor de combus�ón interna y la infraestructura de autopistas marcaron el inicio de la era del petróleo y de la Segunda Revolución Industrial en el siglo ��, al igual que la aparición del motor a vapor, la locomotora y la infraestructura ferroviaria marcaron el inicio de la era del carbón y de la Primera Revolución Industrial en el siglo ���.

Las revoluciones del transporte siempre se enmarcan dentro de revoluciones de infraestructura más amplias. La revolución del motor a vapor impulsado por carbón exigió grandes cambios de infraestructura, incluyendo el cambio en el transporte, pasando de canales a vías ferroviarias, así como la cesión de terreno público para el desarrollo de nuevas poblaciones y ciudades en los puntos más importantes de la vía ferroviaria. De la misma forma, la aparición del motor de combus�ón interna de gasolina exigió la construcción de un sistema nacional de carreteras, la creación de oleoductos y la construcción de nuevos pasillos suburbanos comerciales y residenciales a lo largo de todo el sistema de autopistas interestatales.

Así pues, el paso del motor de combus�ón interna al vehículo eléctrico impulsado por pilas de combus�ble de hidrógeno también exige un nuevo compromiso en materia de infraestructuras para la Tercera Revolución Industrial. En 2008, Daimler y RWE, la segunda empresa eléctrica de Alemania, pusieron en marcha un proyecto en Berlín para crear puntos de recarga para vehículos eléctricos Smart y Mercedes en la capital alemana. Renault-Nissan está ul�mando un plan parecido para crear una red de puntos de recarga de batería en Israel, Dinamarca y Portugal. Las estaciones con puntos de recarga darán servicio a todos los coches eléctricos Megane de Renault. En el horizonte 2030, podremos encontrar puntos de recarga para vehículos eléctricos impulsados por pilas de combus�ble de hidrógeno prác�camente en todas partes –en carreteras y en hogares, en edificios comerciales, fábricas, aparcamientos y garajes–, creando una infraestructura descentralizada tanto para enviar como para recibir electricidad a través de la red eléctrica principal.

Actualmente empresas como IBM, General Electric, Siemens y otras empresas globales de tecnologías de la información (TI) están penetrando en el mercado de la energía inteligente, colaborando con empresas de servicios para transformar la red eléctrica en redes interconectadas, de forma que los propietarios de edificios puedan producir su propia energía y compar�rla mutuamente. CPS Energy en San Antonio, Texas; Centerpoint U�lity en Houston, Texas; Xcel Energy en Boulder, Colorado; y Sempra Energy y Southern CalEdison, en California, están empezando a instalar algunos segmentos de la red inteligente, conectando entre sí a miles de edificios comerciales y de viviendas.

A menudo surge la pregunta de si las energías renovables, a largo plazo, podrán suministrar energía suficiente para toda una economía nacional o global. Al igual que las tecnologías de red de los sistemas de información de segunda generación permiten a las empresas interconectar miles de ordenadores personales, creando una potencia informá�ca mucho más descentralizada

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que la de los superordenadores centralizados más potentes, millones de productores locales de energía renovable que tengan acceso a redes de servicios inteligentes podrán potencialmente producir y compar�r mucha más energía descentralizada que las an�guas formas centralizadas de energía –petróleo, carbón, gas natural y nuclear–, de las que actualmente dependemos.

La transición hacia la Tercera Revolución Industrial exigirá una reconfiguración completa de la infraestructura económica de todos los países, creando millones de puestos de trabajo e infinidad de nuevos bienes y servicios. Los países tendrán que inver�r en tecnología de energías renovables a gran escala, adaptar millones de edificios para transformarlos en centrales eléctricas, incluir el hidrógeno y otras tecnologías de almacenamiento dentro de la infraestructura nacional, adaptar los vehículos pasando del motor de combus�ón interna a vehículos eléctricos impulsados por pilas y crear una red de servicios inteligentes que abarque todos los países.

La remodelación a gran escala de las infraestructuras de cada país y el reacondicionamiento de las industrias va a requerir un reciclaje masivo en la formación de los trabajadores a una escala comparable a la formación vocacional y profesional del inicio de la Primera y la Segunda revoluciones industriales. La nueva mano de obra de alta tecnología de la Tercera Revolución Industrial deberá estar cualificada en tecnologías de energías renovables, construcción ecológica, TI y sistemas informá�cos incorporados, nanotecnología, química sostenible, desarrollo de pilas de combus�ble, ges�ón de redes energé�cas digitales, transporte híbrido impulsado por electricidad e hidrógeno y otros centenares de ámbitos técnicos.

Los empresarios y los administradores deberán recibir formación para sacar par�do de modelos de negocio de úl�ma generación, incluyendo el comercio abierto y en red, las estrategias de inves�gación y desarrollo descentralizadas y en colaboración y la ges�ón sostenible y baja en carbono de las cadenas logís�cas y de suministro. Los niveles de cualificación y los es�los de ges�ón de la mano de obra de la Tercera Revolución Industrial serán cualita�vamente dis�ntos de los de la mano de obra de la Segunda Revolución Industrial.

Una red interconectada inteligente plenamente integrada permite que cada país produzca su propia energía y comparta cualquier excedente con sus países vecinos en un enfoque “de red” dirigido a garan�zar la seguridad energé�ca global. Cuando una región concreta tenga sobrecarga o excedente temporal en su energía renovable, dicha energía podrá compar�rse con regiones que estén pasando por un valle o déficit temporal.

La Tercera Revolución Industrial nos lleva a una nueva visión social en la que la propia energía está ampliamente descentralizada, fomentando nuevos niveles de colaboración sin precedentes entre personas y países. Al igual que la revolución de las comunicaciones descentralizadas de la úl�ma década ha generado formas de pensamiento en red, el intercambio de códigos abiertos y la democra�zación de las comunicaciones, la Tercera Revolución Industrial hace lo propio con la democra�zación de la energía. Comenzamos a imaginar un mundo en el que cientos de millones de personas están “capacitadas”, tanto en sen�do literal como en sen�do figurado, lo que tendrá repercusiones de gran alcance para la vida social y polí�ca.

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4Una nueva visión social

La democra�zación de la energía se convierte en un punto de unión de una nueva visión social descentralizada. El acceso a la energía se convierte en un derecho social inalienable en la era de la Tercera Revolución Industrial. El siglo �� fue tes�go de la ampliación del derecho al voto y de la ampliación de las oportunidades educa�vas y económicas a millones de personas en todo el mundo. En el siglo ���, el acceso individual a la energía también se convierte en un derecho social y humano. Todos los seres humanos deberían tener la oportunidad de crear su propia energía localmente y compar�rla con otras personas a través de redes interconectadas a nivel regional, nacional y con�nental. Para una generación de jóvenes que está creciendo en un mundo menos jerárquico y más interconectado, la capacidad de compar�r y producir su propia energía en una red interconectada de acceso abierto les parecerá un derecho y una responsabilidad fundamentales.

La transición de medio siglo a par�r de la Segunda a la Tercera Revolución Industrial va a cambiar drás�camente el proceso de globalización. El impacto más significa�vo se producirá probablemente en los países en desarrollo. La falta de acceso a la electricidad es un factor clave para perpetuar la pobreza en todo el mundo. A la inversa, el acceso a la energía supone mayores oportunidades económicas. Si millones de personas y comunidades de todo el mundo se convir�esen en productores de su propia energía, el resultado sería un cambio profundo en la configuración del poder. Los pueblos locales estarían menos sujetos a la voluntad de los lejanos centros energé�cos. Las comunidades podrían producir productos y servicios localmente y venderlos en todo el mundo. Ésta es la esencia de la polí�ca del desarrollo sostenible y de la “reglobalización” de abajo hacia arriba. Los países desarrollados, en colaboración con las industrias europeas y las organizaciones de la sociedad civil, pueden contribuir a facilitar la siguiente fase de la globalización sostenible, reorientando la ayuda al desarrollo, potenciando la macrofinanciación y la microfinanciación y el crédito, así como asignando el estatus comercial de nación favorecida para ayudar a los países en desarrollo a emprender una Tercera Revolución Industrial.

El cambio de los combus�bles fósiles de elite y las energías a par�r del uranio a las energías renovables descentralizadas traslada al mundo más allá de la “geopolí�ca” que ha caracterizado el siglo ��, para entrar en una “polí�ca de la biosfera” del siglo ���. Muchas de las luchas geopolí�cas que tuvieron lugar durante el siglo pasado tenían como obje�vo lograr el acceso militar y polí�co a las reservas de carbón, gas natural y uranio. Se han librado guerras y se han sacrificado innumerables vidas en su búsqueda, al enfrentarse los países entre sí en la búsqueda de la seguridad energé�ca de los combus�bles fósiles y del uranio. El comienzo de la Tercera

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Revolución Industrial ayudará a disipar las tensiones crecientes relacionadas con el acceso a las reservas cada vez más escasas de combus�bles fósiles y de uranio, y facilitará la polí�ca de biosfera, que se basa en un sen�do colec�vo de responsabilidad para salvaguardar los ecosistemas de la Tierra.

Este nuevo énfasis en una polí�ca de biosfera viene acompañado de un cambio en las aspiraciones personales. Durante mucho �empo, el sueño americano, con su énfasis en la oportunidad personal y en el éxito material, ha sido la referencia a la que gran parte del mundo miraba en busca de inspiración y guía. En el siglo ���, el nuevo sueño europeo de calidad de vida está empezando a atraer a la generación de la Red. A pesar de que el sueño americano sigue siendo una referencia para muchos, ha perdido parte de su hegemonía, al dedicar los jóvenes más atención a temas como el cambio climá�co global, restaurar la salud de la biosfera, proteger las especies de la Tierra, mantener comunidades seguras, facilitar el acceso universal a los servicios sanitarios, garan�zar una educación de alta calidad universal y asequible, vivir con un es�lo de vida menos materialista y más experimental y crear comunidades con una gran diversidad cultural. A pesar de que aún se trata de una visión minoritaria, mantenida principalmente por una generación de jóvenes europeos de clase media, y cada vez por más jóvenes estadounidenses, el sueño de la calidad de vida está ganando adeptos entre los jóvenes de todo el mundo. La calidad de vida es un sueño compar�do que sólo puede hacerse realidad colaborando y actuando de forma colec�va. Es imposible tener calidad de vida en aislamiento.

El an�guo sueño americano y el nuevo sueño europeo reflejan dos conceptos muy dis�ntos sobre la naturaleza humana. El sueño americano da prioridad a la autonomía individual y a la oportunidad y hace hincapié en el interés material como forma de garan�zar tanto la libertad personal como la felicidad. Por otra parte, el sueño europeo no descarta la inicia�va personal y la oportunidad y �ende a dar la misma importancia a mejorar la calidad de vida de la sociedad en general. Este sueño es un reconocimiento de que no estamos luchando solos, en un aislamiento autónomo, sino que, al contrario, crecemos en profunda relación con los demás en un espacio social compar�do. La calidad de vida pone el acento en el bien común como una forma importante de garan�zar la felicidad de todos los individuos que conforman una comunidad.

La calidad de vida se ha conver�do en un factor importante a la hora de reformular muchos de los supuestos básicos de la teoría económica del siglo ��. Entre los primeros de estos supuestos aparece nuestra obsesión por medir el producto interior bruto, o PIB. El PIB ha sido desde hace mucho la vara de medir del bienestar de Estados Unidos y de los países de todo el mundo.

El PIB fue creado por el Departamento de Comercio de Estados Unidos en los años treinta con el fin de establecer un indicador que evaluara la recuperación de la economía después de la Gran Depresión. El problema que plantea el PIB es que sólo mide el valor de la suma total de los bienes y servicios económicos generados durante un período de doce meses. Sin embargo, no dis�ngue entre aquellas ac�vidades económicas que realmente mejoran la calidad de vida de la sociedad y las ac�vidades económicas nega�vas que la reducen. El PIB comprende todos los �pos de ac�vidad económica, incluyendo la construcción de más prisiones, la ampliación de las fuerzas de seguridad, el gasto militar, los costes de la limpieza de la contaminación, el aumento de los costes sanitarios provocados por el tabaco, el alcohol y la obesidad, así como el gasto

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inver�do en publicidad para convencer a las personas de que fumen y beban o coman comida rápida procesada y con grasas.

En los úl�mos años se han producido varios intentos por encontrar una alterna�va adecuada al PIB. El Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES), el Indicador de Progreso Real (IPR), el Índice Fordham de Salud Social (FISH, por sus siglas en inglés), el Índice de Desarrollo Humano (IDH), y el Índice de Bienestar Económico (IBE) son algunos de los indicadores más conocidos. Cada uno de ellos pretende determinar la mejora económica “real” en el bienestar de los seres humanos.

El primer intento por establecer un índice alterna�vo fue el IBES, creado en 1989 por el entonces economista del Banco Mundial Herman Daly y el teólogo John Cobb. Su índice parte del gasto de consumo personal para a con�nuación agregar el trabajo domés�co no remunerado. A todo ello, se le resta la ac�vidad des�nada principalmente a mi�gar pérdidas, tales como el dinero inver�do en delitos, contaminación y accidentes. El IBES también �ene en cuenta la disparidad de ingresos y el agotamiento de los recursos naturales. EL IPR incluye muchos de estos criterios, pero suma el valor del trabajo voluntario en la comunidad y deduce la pérdida de �empo de ocio. El FISH mide dieciséis indicadores socio-económicos, incluyendo la mortalidad infan�l, el abuso infan�l, la pobreza infan�l, el suicidio entre adolescentes, el consumo de drogas, la tasa de abandono escolar, los ingresos semanales medios, el desempleo, la cobertura de seguros sanitarios, la pobreza entre los mayores, los homicidios, la vivienda y la desigualdad de rentas. El IBE �ene en cuenta aspectos como la capacidad de ahorro de las familias y la acumulación de capital material, como, por ejemplo, viviendas, que miden la sensación de seguridad en el futuro de cada uno. Tanto el gobierno francés como la Comisión Europea están trabajando en estudios de alto nivel para crear índices de calidad de vida des�nados a medir la salud y el bienestar reales de la economía y de la ciudadanía. El hecho de que los gobiernos estén actualmente planteándose la idea de establecer una forma alterna�va de medir el éxito económico supone un buen indicador de los cambios sociales más amplios que se están produciendo a medida que la calidad de vida va adquiriendo la misma importancia que los resultados produc�vos a la hora de evaluar el rendimiento económico.

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5El papel del capital social

y del capital público

Para promover una sociedad con calidad de vida es necesario adquirir un compromiso de colaboración a dos niveles: un compromiso cívico en la comunidad y una voluntad de que el dinero que cada uno tributa se u�lice para promover inicia�vas y servicios públicos que mejoren el bienestar de la sociedad en general. La resurrección del capital social en la sociedad civil y la revitalización del capital público en el sector de la Administración Pública serán esenciales para lograr la aspiración de la calidad de vida en todos los países.

La sociedad civil es donde establecemos vínculos fraternos y afec�vos, creamos cultura y contribuimos al capital social de la comunidad. Es aquí donde entablamos relaciones, tanto profundas como superficiales, por el puro placer del compañerismo y con el mero deseo de aportar algo a la vida de los demás y al bienestar de la comunidad. Empleamos nuestro �empo con entusiasmo y dedicación, y la recompensa nos llega en forma de un fuerte sen�miento de afiliación e in�midad. Cuando par�cipamos en clubs depor�vos, asis�mos a eventos ar�s�cos, ayudamos a personas necesitadas, preservamos el entorno natural, enseñamos a los jóvenes, cuidamos a nuestros mayores y promovemos los proyectos e inicia�vas de obras públicas, estamos par�cipando en la vida cívica y cultural de nuestra comunidad.

A pesar de que el compromiso cívico tradicional de las hermandades como el Lions Club, Kiwanis, Ruritan y los Elks ha ido desvaneciéndose con la desaparición de la generación de la Segunda Guerra Mundial, hemos sido tes�gos de un resurgimiento del compromiso cívico gracias a los grupos de autoayuda y a los dis�ntos �pos de colaboración en el ciberespacio.

A pesar de que a veces nos referimos a ella como el tercer sector, como si fuera menos relevante que el mercado o el gobierno, de hecho, la sociedad civil es el sector más importante. Es en la sociedad civil donde la gente crea el discurso que define su vida y la vida de la sociedad. Estos discursos conforman las bases culturales comunes que hacen que la gente establezca vínculos emocionales de afecto y confianza que representan la leche materna de la extensión empá�ca.

Sin cultura sería imposible hacer negocios o gobernar. Los otros dos sectores exigen una inyección constante de confianza social para poder funcionar. En efecto, es justo decir que los sectores del mercado y del gobierno dependen de la confianza social y que desaparecerían o se derrumbarían si ésta desapareciera. Por ello, no hay ningún ejemplo en la historia que demuestre que los mercados o los gobiernos pueden preceder a la cultura o exis�r en ausencia de ésta. Tanto los

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mercados como los gobiernos son extensiones de la cultura, y nunca al contrario. Siempre han sido, y siempre serán, ins�tuciones secundarias y no primarias en los asuntos de la humanidad, porque es la cultura la que crea el manto empá�co de sociabilidad que permite a las personas relacionarse entre sí con confianza en los mercados y en los gobiernos.

Las organizaciones de la sociedad civil (OSC), también conocidas como organizaciones no gubernamentales (ONG) u organizaciones sin ánimo de lucro están proliferando en todos los países del mundo. En los países desarrollados, donde los valores de la autoexpresión posmaterialista representan un es�lo de vida cada vez más dominante, las organizaciones de la sociedad civil recurren a una generación de jóvenes comprome�da con mejorar la calidad de vida de la comunidad. No obstante, incluso en los países en desarrollo, hay una nueva generación de ac�vistas que está creando organizaciones de la sociedad civil para dar un paso más allá en sus aspiraciones por promover una sociedad con calidad de vida. Mientras antes los jóvenes idealistas se afiliaban a par�dos polí�cos, ahora los jóvenes �enden a encontrar su camino en organizaciones de la sociedad civil, convencidos de que crear capital social –que es otra forma de describir un sen�miento de empa�a colec�va común– es más importante que crear capital polí�co.

El sistema estadounidense de educación pública ha tomado la delantera a sus homólogos en otros países, emprendiendo una reforma fundamental del sistema educa�vo con el fin de preparar mejor a las futuras generaciones para asumir las responsabilidades que implica la creación de capital social.

En los úl�mos 15 años, los ins�tutos y universidades estadounidenses han introducido programas de “aprendizaje-servicio” (service learning) en los programas lec�vos –un cambio revolucionario que ha alterado de forma significa�va la experiencia educa�va de millones de jóvenes–. Como parte de los requisitos para graduarse, los alumnos deben ser voluntarios en organizaciones sin ánimo de lucro del barrio y en inicia�vas de la comunidad des�nadas a ayudar a los más necesitados y a mejorar el bienestar de las comunidades en las que viven.

La exposición a dis�ntos �pos de personas procedentes de dis�ntas esferas sociales ha provocado la aparición de una ola de empa�a entre muchos jóvenes del país. Los estudios revelan que muchos alumnos –aunque no todos– experimentan, por primera vez, un profundo sen�miento de sensibilidad empá�ca al verse inmersos en entornos que les son ajenos y en los que su come�do consiste en ayudar a los demás. Estas experiencias suponen a menudo cambios vitales y afectan a su percepción de lo que da sen�do a sus vidas. Y dado que el “aprendizaje-servicio” es un ejercicio de compromiso social cuyo objeto es mejorar el bienestar de los demás y de la comunidad, está basado en la colaboración y fomenta y consolida las habilidades emocionales y cogni�vas de colaboración que los jóvenes desarrollan y u�lizan en otras parcelas de sus vidas. El “aprendizaje-servicio”, como pedagogía y prác�ca, está empezando a llegar a otros países y promete afectar de forma significa�va a la inteligencia emocional y social de millones de jóvenes en las próximas décadas. Para crear calidad de vida no sólo es necesario un compromiso de capital social, sino también un compromiso de inver�r capital público para promover el bien común. Los europeos llevan mucho �empo demostrando su deseo de gravar las rentas personales –en algunos casos hasta el 45-50%– para mejorar la calidad de vida de todos los miembros de la

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comunidad. Por esta razón, en Europa la sanidad es un bien público y, en consecuencia, las tasas de mortalidad infan�l son inferiores y la esperanza de vida es mayor que en los Estados Unidos. Los países europeos también dedican más fondos públicos a ayudar a los pobres y �enen menores tasas de pobreza infan�l que los Estados Unidos. Los europeos también gozan de comunidades más seguras, �enen tasas de homicidios muy inferiores y una población carcelaria muy inferior. El sistema de transporte público europeo se encuentra entre los mejores del mundo. Asimismo, los europeos cuentan con la norma�va más estricta a escala mundial en materia de protección del medioambiente.

Hasta hace poco, los estadounidenses no habían expresado esta misma voluntad de ser gravados para promover el bien público de la sociedad. Sin embargo, la reciente recesión económica ha minado la confianza pública en la comunidad empresarial y ha establecido un nuevo debate sobre el papel del gobierno en la creación de una sociedad de calidad de vida para todos los estadounidenses. La campaña presidencial de Barack Obama hacía hincapié en la necesidad de una atención sanitaria universal, más fondos públicos para mejorar la educación pública y una protección más rigurosa del medioambiente, entre otros bienes públicos.

La sociedad de la calidad de vida promueve simultáneamente los modelos de mercado y los modelos sociales al hacer hincapié en la oportunidad económica personal sumada a un sen�miento de compromiso colec�vo para crear una sociedad sostenible para todos los ciudadanos. En la Tercera Revolución Industrial, la “energía descentralizada” se convierte en el medio tecnológico para difundir a gran escala la inicia�va empresarial, estableciendo a su vez un enfoque de colaboración para garan�zar el bienestar de la sociedad. Al hacer que cientos de millones de personas, y eventualmente miles de millones, puedan producir su propia energía, cada uno de nosotros se convierte en un emprendedor en potencia en el marco de un mercado global muy amplio, pero esta vez reconfigurado de abajo hacia arriba en lugar de arriba hacia abajo. Millones de pequeñas y medianas empresas y coopera�vas productoras ampliarán sus oportunidades comerciales en una escala lateral sin precedentes.

El hecho de que miles de millones de personas compartan energía requerirá el establecimiento de nuevas disposiciones gubernamentales a nivel local, regional, nacional y transnacional para garan�zar el acceso universal a la generación y distribución de la energía, así como a la administración equita�va de los frutos comerciales resultantes de la Tercera Revolución Industrial. Sólo fomentando tanto la inicia�va individual empresarial en el mercado energé�co descentralizado como la constante colaboración entre barrios, comunidades, municipios, regiones y países en las tareas de obtención, almacenamiento y suministro de energía podremos crear una economía global sostenible en el próximo siglo. Racionalizar el modelo de mercado y el modelo social para ajustarlos a una Tercera Revolución Industrial descentralizada y de colaboración cons�tuirá la apremiante agenda polí�ca de la próxima mitad de siglo a medida que los gobiernos se suman al nuevo sueño de crear una sociedad con calidad de vida en un mundo de Biosfera.

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LIDERANDO LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIALY UNA NUEVA VISIÓN SOCIAL PARA EL MUNDO

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