Linz, J. Del Autoritarismo a La Democracia

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    ESTUDIO

    DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA*

    Juan J. Linz**

    El trnsito a la democracia esuno de los objetivos compartidos por la co-

    munidad internacional con respecto a los regmenes autoritarios. Sin em-

    bargo, el conocimiento de la evolucin, la velocidad del proceso y sus

    complejidades, es relativamente escaso, y a menudo las conclusiones a

    que llegan los analistas son contradictorias.

    El ensayo aborda los sucesivos problemas que se enfrentan en el trayec-

    to hacia la democratizacin o redemocratizacin. El autor intenta respon-der interrogantes relacionadas con la sucesin y con la legitimidad de los

    grupos que deben garantizar la transicin. Se refiere tambin al rol de los

    militares durante la transicin y en la etapa posterior, as como al papel

    que debe jugar la oposicin para que la democracia logre consolidarse.

    Se refiere tambin al papel de los militares durante la transicin y en la

    etapa posterior, as como al papel que debe jugar la oposicin para que

    logre consolidarse la democracia.

    Las conclusiones y recomendaciones que se extraen del trabajo de Linz

    pueden ser polmicas, pero no cabe duda que son una valiosa contribu-

    cin al estudio del tema, y de gran inters para el debate poltico nacio-nal.

    La apuesta ms segura sobre el rgimen de un pas es que en lageneracin siguiente dicho rgimen ser de algn modo diferente delactual, aunque no sea radicalmente distinta,1 existe suficiente ines-tabilidad en las formas de gobierno como para convertir al cambio

    * Ttulo original del trabajo: "The Transition from Authoritarian Regimes

    to Democratic Political Systems and the Problems of Consolidation ofPolitical Democracy".

    ** Profesor de Ciencia Poltica de la Universidad de Yale. Autor del libroCrisis, Breakdown and Reequilibration (Baltimore, Johns Hopkins U.Press 1978) y coeditor del Vol. II: Breakdown of Democratic Regime(Baltimore, Johns Hopkins U. Press 1978).

    4 Robert A. Dahl, Polyarchy, Participation and Opposition, New Haven,

    Yale University Press, 1971, p. 209.

    buscar loselementos -competencia yparticipacion comovariables de lademocratizacin

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    de rgimen en un tema central para las ciencias sociales.2 La cues-tin de las condiciones para una democracia estable y los esfuerzos

    tendientes a dar cuenta de la crisis y el colapso de los regmenes de-mocrticos, han dado pie a una vasta literatura especializada.3 Lasrecientes transiciones desde regmenes autoritarios hacia la demo-cracia han estimulado los esfuerzos colectivos y el debate terico.4Los valores propios de la mayora de los cientistas sociales se hallanreflejados en el modo cmo se han formulado las diversas interro-gantes, en la bsqueda de las condiciones para una democracia esta-ble, pero no en la bsqueda de las condiciones para regmenes esta-bles no-democrticos. En ambos casos, la indagacin ha sido inicia-da mediante un anlisis de algn modo esttico, a travs de una bs-

    queda de los conceptos correlativos sociales, econmicos y cultura-les de diferentes tipos de regmenes, aunque pronto, y en partecomo resultado de un nmero de casos no adheridos a la norma, elfoco se desplaz hacia un anlisis ms dinmico del por qu, cundoy cmo del cambio de rgimen. Exitosas transiciones recientes haciala democracia particularmente en Europa meridional, as como laesperanza y el anhelo de una redemocratizacin en Amrica latina,han llevado a los estudiosos a ampliar su indagacin de las probabili-dades de un retorno al rgimen democrtico en determinados pa-ses. No se encuentra lejos el sueo de usar el conocimiento adquiri-do en operaciones de ingeniera poltica, por emplear la expresinacuada por Sartori.

    Nuestra comprensin del cambio de rgimen se basa en gran

    2 Ted Robert Gurr, "Persistence and Change in Political Systems 1800-1971", American Political Science Review, 61, diciembre 1967, pp.1002-9. Para una excelente revisin de los problemas y literatura sobrecambio de rgimen, vase Leonardo Morlinc,Como cambino i regimi po-litici, Milano: Franco Angeli, 1980.

    3 Para referencias a esta extensa literatura, vase J. J. Linz,Crisis, Break-down and Reequilibration (de regmenes democrticos), Baltimore:John Hopkins Univ. Press, 1978, Vol. I de Breakdown of Democratic

    Regimes, J. J. Linz y Alfred Stepan ed., p. 99.4 El Latin American Program del Woodrow Wilson Center for Scholars de

    la Smithsonian Institution, Washington, organiz en octubre de 1980 unaconferencia sobre "Perspectivas para la democracia: Transiciones desde elrgimen autoritario en Amrica latina y Europa latina". Para ver el infor-me de un conciliador, vase Kevin J. Middlebrock en los Working Papersof the Center, N 82, y el libro de prxima publicacin que contiene lostrabajos presentados, que variaron desde ensayos tericos hasta estudios

    de caso de pases. El Gradate Center de la City University de NuevaYork organiz, con el apoyo de la Volkswagen Foundation, una confe-rencia sobre redemocratizacin post-autoritaria en Nueva York, y tam-bin el Centro de Investigaciones Sociolgicas de Madrid auspici unamesa redonda sobre el tema. En el programa IPSA para el XII CongresoMundial, convocado en Ro de Janeiro del 9 al 14 de agosto de 1982, hu-bo una sesin que fue presidida por Ergun Ozbudun y Phillip C. Schmit-ter sobre este tema.

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    medida sobre la exhaustiva investigacin de los historiadores de lasgrandes transformaciones que condujeron al surgimiento de las de-

    mocracias modernas y sobre los estudios monogrficos de la crisis yel colapso de determinadas democracias europeas en el perodo deentreguerra,5 aunque desafortunadamente la transicin desde reg-menes autoritarios hacia democracias no ha sido estudiada tan ca-balmente, en parte debido a que algunos de los casos ms interesan-tes son excesivamente recientes. Esto indudablemente hace que laformulacin de generalizaciones y modelos tericos cientfico-so-ciales para el caso de una transicin hacia la democracia sea ms di-ficultosa que para el caso del colapso de regmenes democrticos.

    Los cientistas sociales, en contraste con los historiadores, pre-

    fieren ms bien generalizar en lugar de comprender y explicar even-tos nicos, y por lo tanto deben comenzar por reducir un gran n-mero de pases particulares y cambios de rgimen a un nmero limi-tado de tipos, suponiendo que tengan suficientes elementos en co-mn como para establecer ciertas regularidades, ignorando, eso s,muchos de los factores caractersticos en cada proceso histricoconcreto. Cualquier estudio del cambio implica alguna definicin ycaracterizacin de la situacin de la cual arranca el cambio y tam-bin de aquel cambio suscitado por procesos que pasan a jugar unpapel en fecha posterior. Ello implica una definicin drstica y encierto modo arbitraria de un lapso de tiempo bajo consideracin,dejando fuera eventos y factores anteriores o subsecuentes al pero-do de cambio considerado.

    De los muchos tipos de cambio de rgimen, limitaremos nues-tra atencin a aquellos que conducen hacia la democracia poltica.A pesar de que hay muchos tipos de rgimen democrtico y de go-bierno democrtico en sociedades de muy distinto nivel de desarro-llo econmico y social, y de grados muy diferentes de realizacinde los ideales de la democracia poltica, hay, o puede haber, un

    considerable acuerdo respecto de las caractersticas que definen estetipo de sistema poltico.6 Hay espacio para el desacuerdo en rela-cin a cul es la diferencia real que marca la democracia competiti-va; en relacin a si acaso algunos de los valores supuestamente servi-dos por este tipo de rgimen pueden ser alcanzados a travs de lademocracia poltica; incluso a si ciertos cambios sociales deseablesno seran mejor realizados por regmenes que no calzan en la defini-

    5 Vanse los captulos sobre Italia, Alemania, Austria y Espaa y la crisis

    en Finlandia, en J. Linz y A. Stepan eds.,The Breakdown of DemocraticRegimes,op. cit., Vol. II:Europe,para referencias.6 No podemos entrar en el debate sobre la def inicin de democracia, ni

    tampoco referirnos a los aportes de Kelsen, Schumpeter, Lipset y Dahl,ni a la obra clsica de Sartori y sus crticos. Mi propio enfoque puedehallarse en Crisis, Breakdown and Reequilibration, op. cit. en mi colabo-racin en elHandbook of Political Science, vid infra., en mi introduccinaLa sociologia del partito poltico,Bologna: Il Mulino, 1966.

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    cin de democracia poltica. Sin embargo, el intento de expandir elconcepto de democracia poltica para incluir otros tipos de regme-nes o situaciones en base al hecho de que podran permitir espacio adeterminados valores asociados con la democracia de un modo msefectivo, o que haran posible el gobierno democrtico en el futuro,slo puede generar confusin.7 Indudablemente, nos hallaramos enmucho mejor situacin si contramos con tipologas de regmenesdemocrticos ms adecuadas para relacionar los procesos de cambiode rgimen con una variedad de resultados.

    No procederemos a analizar toda la gama de procesos que hanconducido al establecimiento y consolidacin de regmenes demo-crticos, sino que nicamente los cambios a partir de un tipo de r-

    gimen particular: los regmenes autoritarios. Ello excluye de nues-tro anlisis el lento surgimiento de instituciones polticas democr-ticas en Europa occidental y en algunos de los fragmentos de socie-dades europeas de ultramar, a partir de por lo menos el siglo XVIII,y que constituyen el pequeo grupo de democracias sostenidas y es-tables que no han experimentado ningn colapso de sus institucio-nes polticas una vez que stas han quedado establecidas. Natural-mente, hay mucho que aprender de aquel largo y complejo procesode desarrollo de las instituciones democrticas, desde el Estadoabsolutista hasta las monarquas constitucionales y el proceso ms o

    menos sostenido de una creciente democratizacin, pero sera err-neo pensar que cualquier sociedad actual podra seguir la senda quecondujo hacia la democracia en el Reino Unido, Suecia, los EstadosUnidos o Suiza. Las sociedades contemporneas deben comprimirtan dilatado proceso histrico en apenas un par de aos crticos, yel contexto social, econmico, cultural, ideolgico e internacionales demasiado diferente como para permitir extrapolaciones.

    Tambin ignoraremos aquellas pocas sociedades que todava ohasta hace poco se vieron sujetas al dominio tradicional de reyes,

    sultanes o jeques, sociedades que, en trminos de Weber, seran sis-temas feudales o patrimoniales. Nuestra atencin se centrar sobre

    7 Puede ser de utilidad explicitar los juicios de valor del autor, implcitosen el ensayo. Considero una democracia poltica competitiva moderada-mente estable preferible a incluso un rgimen autoritario liberalizado yeficiente. Si bien una democracia "imperfecta", en trminos del criteriode absoluta soberana popular, es menos deseable que una que satisfagaestndares ideales, siempre ser ms deseable que un rgimen autoritario.Los cambios sociales y econmicos pueden ser posibles ms fcilmente al

    alero de las instituciones polticas democrticas; excepto tal vez en unospocos casos en los que no hay opcin entre un autoritarismo conservadory democracia poltica, un gobierno revolucionario no-democrtico es me-nos deseable que la democracia poltica. Aquellos que piensan que es msdeseable, debieran manifestarlo, pero no intentar definirlo como una de-mocracia poltica y debieran tambin admitir claramente que considerana sta menos importante en su escala de valores que el cambio social ace-lerado.

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    sociedades en las cuales los principios tradicionales de legitimidad seerosionaron o colapsaron sin conducir a un rgimen democrtico es-table. Tambin soslayaremos la cuestin de la transferencia de insti-tuciones democrticas a ex colonias, su instauracin por sus ex go-bernantes y los intentos de consolidarlos, particularmente en el casode los nuevos Estados africanos.

    Esto nos deja, por exclusin, con un gran nmero de pases ba-jo una amplia gama de regmenes no-democrticos de carcter notradicional. Entre los cientistas sociales prevalece un profundo desa-cuerdo en relacin a cmo conceptualizar, cmo reducir a un nme-ro limitado de tipos, un amplio abanico de regmenes no-democrti-cos.8 Diversos criterios clasificatorios nos llevaran a establecer rela-

    ciones bastante variadas entre el tipo de rgimen que experimentacrisis, defuncin, transformacin o derrocamiento y que conduzcaal establecimiento de la democracia poltica. Es aqu, en este punto,que las perspectivas intelectuales divergentes o conceptualizacionesalternativas se tornan ms significativas. Ciertamente podramos dis-tinguir los regmenes no-democrticos por su nivel de desarrrollo so-cial y econmico, en trminos de reas culturales, definidas por lasgrandes civilizaciones occidental, islmica, budista, confuciana opor otras caractersticas sociales, como por ejemplo sociedades tni-ca o lingsticamente homogneas o heterogneas, etc. Cada una de

    estas conceptualizaciones ciertamente conducira en direccin a ha-llazgos interesantes respecto de las condiciones favorables o desfavo-rables para la defuncin de un rgimen no-democrtico o para su es-tabilidad y sobre las probabilidades de transiciones hacia la demo-cracia y la consolidacin de regmenes competitivos. Sin ignoraraquellas otras perspectivas, deseamos aqu centrarnos en las caracte-rsticas polticas e institucionales de regmenes no-democrticos notradicionales. Otros bien podran argumentar que centrarse sobre elsistema poltico ms que sobre las caractersticas sociales, econmi-

    cas y culturales de las sociedades que experimentan cambio polti-co, constituye una estrategia inadecuada para nuestros propsitos.En el contexto de nuestro problema, una de las distinciones

    ms relevantes, segn muchos, atiende a si una sociedad ya ha tenido,durante un lapso significativo de tiempo, un rgimen democrticoque fue desplazado por otro no-democrtico, como fue el caso deAlemania, Austria, Italia, Espaa, Checoslovaquia y un nmero depases latinoamericanos, o si el rgimen no-democrtico sucedi aun gobernante tradicional o al dominio colonial, sin haber sido pre-cedido por la democracia. En el primer caso nos enfrentamos con

    un proceso de redemocratizacin, en cuyo contexto la restauracin

    8 Para la tipologa de sistemas polticos no-democrticos y mi propia con-ceptualizacin, debo referirme a J. Linz, "Totalitarian and AuthoritarianRegimes", enHandbook of Political Science, editado por Nelson Polsbyy Fred Greenstein, Reading, Mass.: Addison Wesley Press, 1975, Vol.III, pp. 175-482.

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    del rgimen democrtico previo marcara un caso particular.9 Enel segundo, se trata de la instauracin de la democracia. El supues-

    to de esta distincin es que en el caso de la redemocratizacin, la so-ciedad y sus lites tienen una experiencia del funcionamiento de lasinstituciones democrticas, una cierta memoria colectiva de las difi-cultades que experimentaron esas instituciones en el pasado y quellevaron a su crisis y derrumbe, y en muchos casos continuidadesinstitucionales, sociales, polticas y aun personales con el pasadodemocrtico, interrumpido por el rgimen no-democrtico.10 Nues-tros anlisis se centran en gran medida en tales casos de redemocra-tizacin, dado que el nmero de transiciones exitosas desde el r-gimen autoritario hacia la democracia en el ltimo medio siglo han

    correspondido a procesos de redemocratizacin, si hacemos abstrac-cin de las ex colonias. Ello no significa que, con excepcin de loscasos de ocupacin fornea, o de regmenes de excepcin de cortaduracin, o de dictaduras constitucionales, la redemocratizacin sig-nificara restauracin del statu quo.

    Debiera destacarse que la crisis y el colapso de regmenes no-democrticos es un proceso que debiera mantenerse analticamenteseparado del tema de la transicin hacia una democracia poltica.En efecto, la mayor parte de las crisis y colapsos de un rgimen no-democrtico particular han conducido a otro sistema poltico no-

    democrtico, ya sea similar al previo o de caractersticas nuevas eincluso opuestas. La inestabilidad del rgimen no-democrtico, porlo tanto, no debiera conducirnos a esperar el establecimiento de unademocracia, salvo que medien algunos otros factores. Tambin de-beramos mantener analticamente aparte el problema de la instau-racin de la democracia de la cuestin de las condiciones para suconsolidacin y futura estabilidad. Esta distincin, en la prctica,ofrece mayor cantidad de dificultades, dado que no es fcil sealarcundo ha sido completada la transicin hacia la democracia polti-ca, cundo se han consolidado esas instituciones y hasta qu puntotoda crisis y colapso subsecuentes pueden atribuirse al legadode los regmenes autoritarios previos y a la transicin o al fracasodel rgimen recientemente establecido y a los problemas que steconfronta. Efectivamente, en la perspectiva de algunos estudiosos,la debacle de determinadas democracias europeas en el perodo deentreguerras parecera ms bien una instauracin fallida o fracaso enla consolidacin que una crisis y cada debido a acontecimientos yprocesos subsecuentes a la instauracin de la democracia. Intentare-

    9 Robert A. Kann, The Problem of Restoration: A Study of ComparativePolitical History, Berkeley, Los Angeles: University of California, 1968.Esta obra presenta ideas interesantes en relacin al problema.

    10 Una variable importante es la duracin del rgimen no-democrtico; slodebemos recordar que Hitler estuvo en el poder entre 1933 y 1945, mien-tras el rgimen de Franco dur de 1939 a 1975, y sus efectos en la conti-nuidad del liderazgo, etc.

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    mos diferenciar en nuestro anlisis las fuentes de inestabilidad de losregmenes autoritarios, los procesos o sendas conducentes hacia la

    democracia poltica y los problemas de consolidacin de democra-cias post-autoritarias.

    Tipos de Sistemas Polticos No-Democrticos y Transiciones Haciala Democracia Poltica

    El asunto que deseamos explorar es si la senda hacia la demo-cratizacin o redemocratizacin de diversos tipos de regmenes pre-senta variaciones y si acaso su estudio nos permitira concluir algu-nas generalizaciones en relacin a los procesos involucrados, as

    como efectuar algn pronstico acerca de las probabilidades deetapas de transicin exitosas, y el posterior establecimiento yconsolidacin de aquellas democracias. Tambin nos gustaracomprender mejor la naturaleza de la crisis, muerte y cada dediferentes regmenes no-democrticos, que hacen ms o menosprobable una transicin hacia la democracia poltica.

    Una distincin clsica pero no umversalmente aceptada de lostipos de rgimen no-democrticos los agrupa entre sistemas polti-cos totalitarios y regmenes autoritarios.

    11 Esta distincin ha sido

    objeto de una intensa polmica por varios motivos, algunos de loscuales son vlidos en cuanto crtica de la sobreextensin del concep-to de totalitarismo, aunque pensamos que empleada con cierta pre-caucin puede servir para ganar conocimiento. Al igual que cual-quier conceptualizacin tipolgica, slo escoge determinadas dimen-siones de la compleja realidad, ignorando otras; al centrarse en lainstitucionalizacin poltica, los diferentes procesos de movilizacinpoltica, el tipo de reclutamiento de lites, el papel de la ideologay, por sobre todo, la relacin entre la poltica y la sociedad, ignoradiferencias en la estructura social, las metas perseguidas por los go-

    bernantes, el contenido de la ideologa, etc. A esto se suma que elnmero de sociedades cuyo sistema poltico ha alcanzado, en unmomento o en otro, el tipo ideal de sistema totalitario, sea reducidoy probablemente de corto aliento, a consecuencia de lo cual serconsiderado excepcional o nico en el marco de la vasta categorade los regmenes no-democrticos. Ciertamente, el distingo entre re-gmenes totalitarios y autoritarios no es tan preciso como la disyun-tiva entre rgimen no-democrtico y democracia poltica. A esto seagrega que algunos de los sistemas polticos que en cierto momentopudieron considerarse ms cerca del modelo totalitario, han evolu-

    cionado de forma que los ha puesto ms cerca del tipo de regmenesque hemos llamado autoritarios, conducindonos a definirlos comoregmenes autoritarios post-totalitarios para expresar la persistenciade un determinado legado poltico, aunque adems tambin com-

    11 Para referencia a una literatura ms extensa, J. Linz, "Totalitarian andAuthoritarian Regimes", op. cit., pp. 187-252.

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    partan algunas caractersticas con aquellos definidos como autori-tarios.

    Este no es el momento para analizar extensamente y enprofundidad la distincin entre regmenes totalitarios y autoritarios,y debo remitirme a mis propios esfuerzos para elaborar esta distin-cin y citar la definicin tipolgica empleada en ella. Considerocomo sistemas polticos totalitarios aquellos que calzan en lasiguiente definicin tipolgica:

    1 Hay un centro de poder monista pero no monoltico, y cual-quier pluralismo de instituciones o de grupos que exista derivasu legitimidad de ese centro, est principalmente mediatizado

    por ese centro y es en su mayor parte una creacin poltica,ms que un resultado de la dinmica de la sociedad previamen-te existente.

    2 Hay una ideologa exclusiva, autnoma y ms o menos elabo-rada intelectualmente, con la cual se identifican el grupo go-bernante o el lder y el partido que sirve a esos lderes, y queemplean como base para su poltica o que manipulan para legi-timizarla. La ideologa tiene algunos lmites, ms all de loscuales yace una heterodoxia que no permanece desautorizada.La ideologa va ms all de un programa particular o de unadefinicin de los lmites de la accin poltica legtima para, su-puestamente, proveer algn significado ulterior, sentido depropsito histrico e interpretacin de la realidad social.

    3 Se alienta, se exige y se compensa la participacin ciudadanaen una activa movilizacin en favor de tareas polticas y colec-tivas, participacin que es canalizada a travs de un partidonico y muchos grupos secundarios monoplicos. La obedien-cia pasiva y la apata, el retraimiento al papel de "parroquia-nos" y "subditos", caracterstica de muchos regmenes autori-

    tarios, son rasgos considerados indeseables por los gobernan-tes.12

    Lo concreto es que ninguno de los sistemas polticos que losdentistas sociales reconocen como totalitarios ha experimentado uncambio hacia la democracia poltica por causas internas. La derrotadel Eje por los aliados de la Segunda Guerra Mundial condujo a latotal defuncin del rgimen nazista y a una redemocratizacin guia-da desde fuera. Aun si furamos a considerar a la Italia sometida alfascismo como un sistema totalitario, ms que como un caso de de-sarrollo interrumpido hacia el totalitarismo, pareciera dudoso quesin una inminente derrota militar las solas fuerzas internas hubieranconducido hacia una restauracin de la democracia. En mi perspec-tiva, es altamente discutible si acaso Japn pudiera ser consideradoun sistema poltico totalitario tras el derrumbe de la democracia en

    12 J. Linz, "Totalitarian and Authoritarian Regimes", op. cit, pp. 191-192.

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    la dcada de los treinta, aunque, en caso de serlo, habra que sealarentonces que fueron fuerzas inducidas externamente las que encau-

    zaron el proceso de redemocratizacin. Existe amplia evidencia res-pecto de que otros sistemas que podramos caracterizar como tota-litarios, en trminos de su organizacin poltica, como la Unin So-vitica bajo Stalin, han experimentado un considerable cambio po-ltico y social que podra ser descrito como proceso de liberaliza-cin y de abandono de algunas de las ms destacadas caractersticastotalitarias, aunque ninguno de ellos se ha convertido, hasta ahora,en una democracia poltica. Hay un nmero de sociedades que en laactualidad pueden ser caracterizadas ya sea de totalitarias o post-tota-litarias y en las cuales la probabilidad de cualquier transicin hacia

    la democracia parece una vez ms inexistente. nicamente en Polo-nia, cuyo rgimen totalitario fue impuesto desde fuera con xito s-lo limitado, debido a la persistente autonoma de ciertas institucio-nes sociales, particularmente de la Iglesia Catlica, y el aflojamientode los mecanismos de control totalitarios, no puede excluirse en es-ta ltima dcada la posibilidad de una democratizacin en nuestrosentido del trmino, excepto como resultado de la situacin geopo-ltica. Incluso en Polonia y lo mismo sera vlido para Checoslova-quia despus de la "primavera de Praga" de 1968 el sistema no-democrtico ha exhibido una considerable capacidad para dominarcrisis que probablemente habran conducido a la cada de otros re-gmenes no-democrticos.

    Sin entrar en la cuestin de su rendimiento, el grado de legiti-midad alcanzado y el papel de los factores externos, puede caber es-casa duda respecto de que los sistemas polticos totalitarios han lo-grado considerable durabilidad y estabilidad y que hasta ahora notenemos ningn caso de transformacin o derrocamiento del rgi-men que condujera hacia la democracia poltica debido a factoresinternos. Una explicacin fcil sera el nivel y capacidad de repre-

    sin, aunque pensamos que sta no es la caracterstica distintiva detales regmenes comparados con otros regmenes no-democrticoso autoritarios y que no entrega la nica o la principal explicacinpara las dificultades de un cambio de rgimen de generacin internaque conduzca hacia la democracia poltica.

    13 En nuestra perspecti-

    13 El problema del terror de Estado, la represin, violacin de los derechos ci-viles, imperio de la ley, garantas procesales, etc., no puede servir para eldistingo entre regmenes, ni para la distincin entre regmenes totalitariosy autoritarios. Un rgimen de fuertes tendencias totalitarias, como el de

    la Italia fascista despus de la consolidacin del poder, fue mucho menosrepresivo que varios de aquellos que de todas formas caracterizaramoscomo autoritarios, y lo mismo puede decirse de la Cuba castrista. La re-presin y sus variadas formas son el resultado de diferentes factores querequieren de una investigacin comparada, factores como el grado y tipode resistencia encontrados, las oportunidades que tienen los disidentes deemigrar, el carcter vengativo de ciertos grupos sociales, modelos de com-portamiento cultural, etc. La respuesta internacional, y por ello nuestra

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    va, la clave para la estabilidad de tales regmenes yace en la penetra-cin de la sociedad por las estructuras polticas creadas por el rgi-

    men, particularmente el burocratizado partido nico de masas y susorganismos afiliados, y, por sobre todo, la destruccin de la autono-ma de la amplia gama de instituciones sociales, comenzando por lasiglesias e incluyendo tanto a las fuerzas armadas como a la econo-ma, el campo cultural e ideolgico, y la eficiencia para aislar la so-ciedad de muchas influencias externas. Sera tentador analizar inextenso las condiciones para la estabilidad que no significa ausen-cia de cambio interno de regmenes que ostentan muy escasas pro-babilidades de cambio en direccin a una democracia poltica, aun-que lo haremos slo en el contexto de cierta comparacin con aque-

    llos que consideramos regmenes autoritarios tpicos. Un factor queno debiera ser ignorado es que, con la excepcin de unos pocos pa-ses de Europa del este, concretamente Checoslovaquia y AlemaniaOriental y en menor grado Hungra y Polonia, los regmenes totali-tarios y post-totalitarios existentes han sido establecidos en pasessin experiencia democrtica previa o carentes de una tradicin pol-tica democrtica liberal significativa.

    Regmenes Tipo Sultanato

    Entre los regmenes no-democrticos encontramos unos pocosbasados en el gobierno personal, con una lealtad hacia el gobernantegenerada no por la tradicin, ni por la supuesta encarnacin de unaideologa, ni por la misin personal nica o por las cualidades caris-mticas del lder, sino por una mezcla de temor y necesidad decompensacin de sus colaboradores.14 El gobernante ejerce supoder sin restriccin alguna, a su entera discrecin y, sobre todo,ste se ve libre de regulaciones y compromisos con una determinadaideologa o sistema de valores. Las normas y relaciones obligatorias

    de la administracin burocrtica se ven constantemente subvertidaspor decisiones personales arbitrarias del gobernante, quien no sesiente obligado a justificarlas en trminos ideolgicos. El equipo decolaboradores de este tipo de gobernantes est constituido no porun "establishment" de carrera profesional definida y reclutada enmayor o menor grado de acuerdo con criterios universales, sino quepreponderantemente por hombres escogidos directamente por elgobernante. A menudo se trata de individuos que no disfrutaran deningn prestigio o estima en la sociedad por su propio mrito, perocuyo poder deriva directamente del gobernante. Entre ellos se suele

    informacin, desafortunadamente, tambin es diferente, reflejando unavariedad de prejuicios, desde la ideologa hasta la aplicacin de estndaresms elevados a las sociedades occidentales.

    14 Hemos empleado el trmino "tipo sultanato" tras derivarlo de su uso porMax Weber en Economa y Sociedad, editado en Nueva York por Guen-ther Roth y Claus Wittich, Bedminster, 1968, Vol. I, pp. 231-232.

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    encontrar a familiares, amigos, compinches, socios comerciales yhombres directamente involucrados con el uso de la violencia para

    sostener al rgimen. En los casos extremos, el uso personalista yparticularista del poder para fines esencialmente privados delgobernante y de sus asociados convierte al pas en un genuino grandominio personal. El apoyo a este tipo de rgimen se basa no en lacoincidencia de intereses entre grupos sociales privados preexisten-tes y el gobernante, sino que sobre los intereses generados por eldominio de este ltimo, las recompensas que ofrece a cambio de lalealtad y el temor a su venganza. A pesar de que este tipo de gober-nante hace escasas exigencias de apoyo a la poblacin, todo el mun-do se ve amenazado por su ejercicio arbitrario del poder, predomina

    un vasto temor y los opositores o supuestos opositores son arbitra-ria y duramente castigados, generndose as una atmsfera deterror.

    Philippe Schmitt, empleando esta distincin y refirindose a laafirmacin de Maquiavelo de que "un prncipe que es capaz de ha-cer lo que desea es loco", ha sealado que "las formas de gobiernoautoritario puramente arbitrarias, antojadizas y tirnicas son intrn-secamente inestables, porque alientan la locura de los gobernantes yno pueden implicar modos de actuar predecibles y prudentes de lossubditos", y encaran problemas ms bien diferentes y deben descan-sar en recursos tambin diferentes, especialmente la coercin fsicay el temor y la corrupcin, agregaramos para sobrevivir.15 Laforma de su cada, las motivaciones e identidad de sus opositores ylas consecuencias a ms largo plazo de su reemplazo probablementesean diferentes de las que tienen validez para regmenes burocrti-cos autoritarios predecibles, establecidos y de carcter ms imperso-nal. En el caso de tales regmenes, a menudo los actos arbitrarioscontra personas determinadas o grupos pequeos que temen por susupervivencia, incluso parte de sus propios seguidores o anteriores

    beneficiarios, conducen a conspiraciones que le impiden perpetuarseen el poder. Paralelamente, el gobernante no puede descansar sobreuna amplia base de apoyo de organizaciones, como un partido ni-co, un ejrcito profesional disciplinado, intereses organizados o co-munidades religiosas, etc., dado que su gobierno ha destruido o co-rrompido aquellas instituciones sociales. El vaco generado por go-biernos de estas caractersticas torna difcil una oposicin organiza-da, basada sobre estructuras sociales pre-existentes, y muchas ve-ces slo asegura la persistencia de dichos regmenes hasta que unaconjura elimina fsicamente al gobernante y a su pequeo grupo de

    partidarios. Sin embargo, el gobierno tipo sultanato deja un vaco

    15 Phillip C. Schmitter, "Speculations about the Prospective Demise of Au-thoritarian Regimes and its Possible Consequences", ensayo presentadoen el taller "Prospects for Democracy. Transitions from AuthoritarianRule", auspiciado por el Latin American Program del Woodrow WilsonInternational Center for Scholars, Washington, septiembre de 1980.

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    en una sociedad que torna extremadamente difciles el estableci-miento y la consolidacin de las polticas democrticas. Su derroca-

    miento con probabilidad conducir hacia otro rgimen no-democr-tico, a menudo de caractersticas similares a las del depuesto, o ha-cia regmenes revolucionarios que intentarn crear fuerzas socialesorganizadas ex novo, asumiendo el poder sin permitir el desarrollode fuerzas sociales y polticas competitivas y el juego relativamentelibre de las polticas democrticas.

    Estabilidad e Inestabilidad de Regmenes Autoritarios

    El colapso de un rgimen autoritario puede o no generar las

    condiciones para la instauracin de la democracia poltica. Por estemotivo, el problema de la crisis, decadencia y agotamiento de un r-gimen autoritario debe mantenerse aparte del tema de la transicinhacia la democracia. No pocas veces, la crisis de un determinado go-bierno e incluso de un rgimen autoritario conduce hacia su sustitu-cin por otro similar, muchos pases han observado sucesivos golpesmilitares, ocasionalmente de distinto sello ideolgico, y, en otros ca-sos, el colapso de tal rgimen ha supuesto alternativas autoritariasrevolucionarias. Esto ha ocurrido con mayor frecuencia en el casode regmenes semitradicionales y, como ya sealamos anteriormen-te, de regmenes tipo sultanatos. En algunos casos, como la cada deBatista en Cuba, a primera vista parece que el colapso del rgimenconducir hacia un nuevo gobierno democrtico, pero, por varias ra-zones, el resultado es un rgimen autoritario revolucionario con al-gunas caractersticas totalitarias. Sin embargo, a partir de o despusde regmenes autoritarios en sentido estricto, ha logrado emergerdeterminado nmero de democracias.

    Nuestro conocimiento de las condiciones para la estabilidad delos regmenes democrticos, de los sntomas de crisis dentro de ta-

    les regmenes y de los procesos conducentes a su derrumbamiento,es considerablemente mayor del que tenemos sobre los factores quedeterminan la estabilidad o inestabilidad de los regmenes autorita-rios. El anlisis de tales regmenes ha enfatizado las circunstanciasque condujeron a su establecimiento, descuidando el estudio de sufuncionamiento. Dos percepciones igualmente equivocadas han per-

    judicado el estudio: la expectativa de su fracaso, como consecuenciade su ilegitimidad y en la suposicin de una total falta de apoyo departe de la sociedad; as como la suposicin contraria que sobreesti-ma la capacidad represiva y la cohesin de la coalicin de fuerzas so-

    ciales que los apoya. La simpata de la mayora de los acadmicoshacia los opositores de tales regmenes los lleva a compartir su exce-sivo optimismo o tambin excesivo pesimismo.

    No resulta fcil decir si las fuentes de crisis y ulterior colapsode regmenes autoritarios son las mismas o distintas a las de otros ti-pos de regmenes, incluyendo los democrticos. Sospechamos quealgunas de esas fuentes sern comunes a diferentes tipos de regme-

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    nes, mientras otras seran especficas del gobierno autoritario o detipos particulares de regmenes autoritarios. La falta de legitimidad,

    de eficacia y de eficiencia ciertamente constituyen factores de crisisy derrumbe tanto para regmenes autoritarios como democrticos,aunque la norma especfica empleada en la definicin de tales even-tualidades y el modo en que generan las condiciones para su defun-cin son diferentes. Una de las fuentes ms paradojales de crisis paraalgunas situaciones autoritarias, ms que regmenes, es el xito quealcanzan en la materializacin de los objetivos fijados al momentode su fundacin. Ellos son creadores de gobierno autoritario estable-cido en principio como gobierno de emergencia, como rgimen deexcepcin, cuya justificacin, al menos en los enunciados iniciales,se acerca ms a la idea de dictadura en el tradicional sentido roma-no del trmino. Aquellos que asumen el poder bajo dichas condicio-nes desaprueban cualquier deseo de hacer a un lado las institucionespolticas democrticas, a menudo se autolimitan a la suspensin dedeterminadas partes de la Constitucin, declaran el receso de las ac-tividades partidistas ms que la disolucin de los partidos polticosy prometen el retorno al rgimen democrtico apenas se hayan al-canzado ciertas metas. Esta es a menudo la formulacin ideolgicaescogida por los dictadores militares ms allegados al modelo del

    "poder moderador" que al del "nuevo profesionalismo". Es pocoprobable que aquellos gobernantes lleguen a considerar cumplidassus tareas para retirarse del poder, pero una vez que sus objetivoshan sido supuestamente alcanzados, su gobierno sera "prescindi-ble" y las fuerzas sociales que abdicaron su poder en ellos puedenretirarles su apoyo; adems, la violacin de sus promesas contribuyea su ulterior deslegitimacin.

    La falta de eficacia de los regmenes, su incapacidad para satis-facer las expectativas de la sociedad y para resolver los apremiantesproblemas internos y externos, es una fuente bsica de su crisis. En

    el caso de los regmenes autoritarios, su eficacia podra ser juzgadamenos en trminos de la sociedad toda como en trminos de la coa-licin de intereses que les prest apoyo inicial, de los intereses degrupos organizados en la coalicin gobernante. Una de las ventajases una mayor capacidad para ocultar su falta de eficacia merced a sucontrol de la informacin. Aun as, su esfuerzo por legitimizarse atravs del rendimiento, particularmente en el campo econmico,ms que a travs de la "frmula de legitimidad", como las democra-cias, torna a este rgimen ms vulnerable a la falta de xito. En oca-siones probablemente generan problemas para s mismos comootros regmenes al establecer metas que no pueden alcanzarse,creando problemas sin solucin, en parte debido a su rgido com-promiso con determinadas polticas y en parte debido a la falta deflexibilidad para cambiar de lderes y, con ello, de polticas. Unejemplo ciertamente sera el rgido compromiso de los regmenesautoritarios portugueses con sus polticas africanas. En el caso de losregmenes autoritarios nacionalistas conservadores, algunas de sus

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    posturas de poltica exterior como la de los militares griegos en lacuestin de Chipre pueden generarles problemas sin salida.

    El rendimiento de tales regmenes es heterogneo, aunque enocasiones bastante estimable. La pacificacin de una sociedad des-pus de un perodo de crisis puede favorecer el desarrollo econmi-co. A menudo sustituyen los bajos salarios por seguridad laboral yfavorecen el desarrollo de los servicios sociales bsicos con un crite-rio paternalista. Hay, sin embargo, una paradoja en que las ventajaslogradas por la poblacin no son transformadas en apoyo, tal vezdebido a que la ausencia de conflictos abiertos previene a los bene-ficiados de tomar conciencia de la oposicin de otros, de los costos

    implcitos y de identificarse con organismos (como sindicatos ypartidos) que lucharon en favor de esas ventajas. La transformacinde eficacia en legitimidad observada en las democracias es un efectono hallado en el mismo grado en los regmenes autoritarios.

    Se ha destacado que uno de los problemas difciles que enca-ran los regmenes autoritarios es el de la renovacin de las cpulasy, especialmente, el de la sucesin. Esto constituye un problemaagudo en regmenes altamente personalizados, en los cuales el fun-dador se considera a s mismo indispensable y no est dispuesto arenunciar al poder durante su vida, como tampoco a designar a un

    heredero. La expectativa de esta ltima posibilidad, el fallecimien-to del lder, genera un elemento de incertidumbre y torna vulne-rables a esos regmenes en el momento de solucionar la crisis desucesin. Sin embargo, la importancia de esta crisis no debiera so-breestimarse, dado que un buen nmero de tales regmenes haninstitucionalizado mecanismos para la renovacin de los lderes aintervalos regulares mediante elecciones o designaciones directas enel seno del grupo dominante, especficamente las fuerzas armadasen el gobierno, con la finalidad de impedir la personalizacin delpoder. Esta ha sido la norma de regmenes militares recientes, co-mo los de Uruguay, Per y Brasil. Otros han establecido elaboradosprocedimientos para la crisis de sucesin, destinados a asegurar lacontinuidad del rgimen, como fue el caso del rgimen de Franco,que no se derrumb, aunque dichos mecanismos fueron utilizadospara facilitar la transferencia del poder a un nuevo rgimen demo-crtico por la va de la llamada "reforma". Sera un grave error pen-sar que todos los regmenes autoritarios son vulnerables a una crisisde sucesin, y contamos con pruebas suficientes respecto de que unnmero de ellos han soslayado exitosamente tal crisis.

    La importancia de aquello que Max Weber ha llamado legitimi-dad en la estabilidad de los regmenes ha sido objeto de considera-ble disputa.16 En nuestra perspectiva, sin embargo, no puede igno-rarse la creencia de la poblacin y, especialmente, de lites particu-

    16 Sobre legitimidad, eficacia y eficiencia en las crisis y cadas de regmenes,vase J. Linz, Crisis, Breakdown and Reequilibration, op. cit., pp. 16-24,y las referencias all contenidas a la literatura acadmica.

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    lares, sobre el derecho a ejercer el poder que tienen aquellos que lodetentan, por virtud de algn principio, y la creencia concomitante

    de aquellos que ejercen el poder de que tienen derecho a hacerlo.Esto implica, a lo menos, que se postule que una determinada formade organizacin poltica es la mejor posible en una sociedad dada yen un momento dado. En el caso de muchos regmenes autoritarios,importantes segmentos de la sociedad tienen la creencia de que unrgimen democrtico sera incapaz de satisfacer ese requerimiento,aunque tal conviccin puede ser erosionada por el tiempo y consi-derarse que la frmula democrtica para legitimar la autoridad esms deseable y valiosa. En sociedades que han heredado una tradi-cin democrtica liberal del siglo pasado, y en sociedades que han

    experimentado perodos de rgimen democrtico, la alternativa de-mocrtica aparece como ms legtima que un rgimen no responsa-ble ante la sociedad. El transcurso del tiempo y con l la sustitu-cin de la generacin o sector generacional que apoy el estableci-miento del rgimen por otra menos consciente del problema que lle-v a su instalacin implica una reduccin del nmero de partida-rios activos y un aumento de los opositores pasivos.17

    Los regmenes autoritarios de sociedades vinculadas con lasgrandes potencias democrticas occidentales pueden tener relacio-nes positivas con stas, aunque no reciban una plena legitimacinde ellas, o al menos no de sectores influyentes de opinin de aque-llas potencias, y el pleno apoyo a esos regmenes autoritarios en unasituacin de crisis no es siempre posible sin costos para aquellos go-biernos democrticos. Si esas potencias hallaran un medio para apo-yar una alternativa democrtica, ello no amenazara demasiado susintereses y habr presiones para ir en apoyo de justamente esa alter-nativa. En cuanto los gobernantes autoritarios deseen mantener rela-ciones amistosas y ser considerados como iguales por las potenciasdemocrticas, no podrn legitimar el rgimen no-democrtico en

    principio, sino que slo en trminos de las caractersticas especfi-cas de su propia sociedad. En este sentido, los regmenes no-demo-crticos de la rbita sovitica estn vinculados con una potencia he-gemnica que, ms que contribuir a su delegitimacin, intenta legi-timizarlos adems de apoyarlos. En este sentido, la situacin en elltimo tercio del siglo XX es diferente a la de los aos veinte ytreinta, en los cuales dos exitosas sociedades modernas, primero Ita-lia y despus Alemania, pudieron servir de polos de referencia para

    17 La importancia del paso de las generaciones y del conflicto generacional

    ha sido analizada en J. Linz, "Opposition in and under AuthoritarianRegimes: The case of Spain", en Robert A. Dahl, editor,Regimes andOppositions, New Haven, Yale Univ. Press, 1973, pp. 171-259. Tambinpp. 197-199, Gino Germani, "Political Socialization of Youth in FascistRegimes: Italy and Spain", en Samuel P. Huntington y Clement H. Moo-re, editores, Authoritarian Politics in modern Society, Nueva York: BasicBooks, 1970, pp. 339-379, y por Phillip C. Schmitter, "Liberation byGolpe",Armed Forces and Society,Vol. 2, 1, nov. 1975, pp. 5-33.

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    los regmenes autoritarios de pases menos importantes. Actualmen-te, ninguno de los regmenes autoritarios de la rbita occidental, in-

    tegrada por naciones capitalistas, puede mirar hacia un pas capita-lista importante que sea autoritario y tenga una ideologa que seguircomo modelo. La derrota del fascismo como movimiento ideolgicouniversal en la segunda guerra mundial y el abandono, por parte dela Iglesia Catlica, de la interpretacin conservadora del corporati-vismo, han dejado a los regmenes autoritarios de todo el orbe sin unsistema ideolgico articulado de legitimacin que pudiera resultaratrayente para aquellos sectores de la sociedad cuyas posiciones po-lticas no se basan en intereses, sino que en la importancia de lasideas, de las concepciones ideolgicas del mejor orden poltico, co-

    mo ocurre con los intelectuales, los estudiantes y la juventud, los l-deres religiosos, los comunicadores, etc. Mientras en la dcada de lostreinta un nmero de respetables e incluso sobresalientes intelectua-les y figuras literarias se vieron atrados por el fascismo, ninguno delos regmenes autoritarios contemporneos ha logrado un atractivocomparable.18 Tal vez la nica excepcin la ha marcado el experi-mento yugoslavo, que coloca la autogestin como alternativa parala democracia poltica.

    La ausencia o debilidad de formas de legitimacin de los re-gmenes autoritarios contemporneos no quiere decir que stos ca-rezcan totalmente de apoyo, pero ese apoyo se basa en considera-ciones ms inestables, como el inters propio de aquellos que apo-yan o aceptan al rgimen. Frente a una situacin de crisis y con unaalternativa democrtica viable sobre el horizonte, ser ms difcilen ausencia de una legitimidad como nosotros la entendemos ac-tivar compromisos en apoyo del rgimen.

    Cualquier comprensin de la estabilidad o inestabilidad de losregmenes autoritarios requiere ms atencin a las circunstancias desu nacimiento, a los cambios sociales y econmicos verificados en

    su gestin a los cambios suscitados en el clima poltico e ideolgicoentre el momento de su instalacin y fases posteriores, a los cam-bios en la composicin cupular en el curso de su existencia, etc.,que la dispensada a la observacin como sociedades o regmenesno afectos a cambios. En este contexto, la duracin del rgimen seconvierte en un factor importante y, tal vez en contraste con las de-mocracias, en un factor que da cuenta de su prescindencia y vulne-rabilidad. Tales regmenes hallan mucho ms difcil incorporar yasimilar cambios en su entorno social, poltico, ideolgico, etc., quelas democracias, en las cuales la alternancia de los partidos o la reac-

    cin de los partidos gobernantes frente a esos cambios lo hace msfcil. Los regmenes democrticos son capaces de reflejar, a travsde los procedimientos formales que regulan la lucha por el poder ypor un tiempo razonable, los cambios suscitados en las sociedades,dado que, dentro de un amplio rango, el rgimen no se halla iden-

    18 Alastair Hamilton,The Appeal of Fascism,Nueva York: Avon, 1971.

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    tincado con ningn principio poltico sustancial. Los regmenes au-toritarios hallan mucho ms difcil desidentificarse de sus orgenes

    y determinados compromisos polticos sustanciales. Con el trans-curso del tiempo y para las nuevas generaciones, las circunstan-cias que legitimaron el establecimiento del rgimen se tornan cadavez ms irrelevantes. Los cambios sociales y econmicos conducenhacia percepciones diferentes del potencial de conflicto de una so-ciedad. La retrica empleada al momento de la instalacin del r-gimen, ms que legitimar al sistema, se convierte en motivo de em-barazo. Las lites que van emergiendo al interior del rgimen noestn dispuestas a ser atadas al pasado. El impacto curativo del te-rror y de la represin impuestos en la fase de consolidacin se des-

    vanece. Los intentos muchas veces fracasados, de sustituir el poderpersonal por un rgimen ms institucionalizado, generan desenga-os entre los partidarios. Podramos seguir apuntando algunas otrasconsecuencias del transcurso del tiempo para tales regmenes. Todoparece indicar que el apoyo activamente comprometido, tanto co-mo la ms enconada oposicin, son caractersticas de la primera fa-se de estos regmenes, mientras que en una fase posterior, parecendepender ms de un apoyo pasivo y de una posicin que tambinlo es. Esta segunda fase puede conducir hacia un creciente cinismo,oportunismo y corrupcin, y en determinados sectores de la socie-dad, y entre la generacin joven, a una oposicin cada vez ms acti-va. Por una variedad de razones, toda la gama de pseudo-semioposi-ciones se manifiesta dentro del sistema, en algunos casos vinculadacon fuerzas sociales variadas e instituciones de todo cuo, as comocon la oposicin legal e incluso ilegal.19

    En este contexto, determinado grado de liberalizacin podrallegar a parecerle al gobernante una respuesta til para aminorar laoposicin y adecuada, incluso, para revertira a su favor. Sin embar-go, es escasamente probable que la liberalizacin cubra las expecta-

    tivas de ciertos sectores, como el estamento intelectual, el estudian-tado y la clase trabajadora que lucha por mejorar su posicin econ-mica y en forma creciente tambin por el derecho a la representa-cin autnoma. El proceso de liberalizacin reduce, a su vez, los in-centivos para participar en las instituciones del rgimen, particular-mente en el ya debilitado partido nico y sus filiales. La liberaliza-cin y su concomitancia, el creciente espacio para el dominio de laley, conducen hacia un constante poner a prueba los lmites de la li-bertad y del poder y, en consecuencia, los frecuentes incidentes derepresin que se revierten en el proceso, frustrarn las expectativas

    y producirn creciente desencanto. De este modo, la liberalizacin,ms que prevenir o neutralizar el crecimiento de la oposicin, lanutre. Obviamente, existe la posibilidad de volver a la opresin, aun-que ahora sin el apoyo que tuvo inicialmente, sin legitimidad y, porlo tanto, a un mucho mayor costo.

    19 J. Linz, "Opposition in and under. . .", op. cit., passim.

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    Es a estas alturas que se torna relevante el paradigma desarro-llado por Robert Dahl20 para dar cuenta de la transicin hacia la

    democracia. Los tres axiomas primero, que la probabilidad paraque el gobierno tolere una oposicin aumenta en la medida queaumente el supuesto costo de su supresin; segundo, que la probabi-lidad que tolere una oposicin aumenta en la medida que decrecenlos costos supuestos de su tolerancia y, tercero, que cuanto mayorsea el costo de la supresin sobre el costo de la tolerancia, tanto ma-yor ser la posibilidad de un rgimen competitivo adquieren rele-vancia a estas alturas. Probablemente sean irrelevantes durante la fa-se de establecimiento y consolidacin de los regmenes autoritarios,pero adquieren validez durante el autoritarismo tardo.

    La posibilidad de aplicar los axiomas de Dahl depende en partede las estrategias aplicadas por la oposicin, del contexto social yeconmico y del contexto internacional del rgimen. Una oposicinque proyecta una imagen de responsabilidad y de respetabilidad yque por una variedad de razones tiene un trasfondo comn con mu-chos de los gobernantes, probablemente aparezca como menos ame-nazante. Un prolongado perodo de prosperidad indudablementeconduce a los gobernantes a pensar que el conflicto social no tendrla intensidad que manifestaba en la sociedad subdesarrollada con-flictiva que condujo al establecimiento del rgimen. Un entorno in-ternacional que haga poco probable el cambio revolucionario, almismo tiempo moderar a la oposicin y llevar a sectores del rgi-men a considerar los costos de la tolerancia como ms llevaderosque los de la represin.

    Permtasenos destacar que una creciente liberalizacin en mo-do alguno asegura una transicin hacia la democracia poltica, aun-que bajo determinadas circunstancias puede contribuir a ella. Tam-bin puede conducir a una crisis que implique una creciente repre-sin y, ulteriormente, un derrocamiento violento que har ms dif-

    cil la democratizacin. Adems de la liberalizacin, para asegurar latransicin hacia la democracia, debe haber un proceso poltico con-ducente a uno o ms caminos de transferencia del poder (Macht-bergabe), a la abdicacin del poder o a la toma del poder (Machter-greifung) por algn grupo dispuesto a abrirle las puertas a los proce-sos polticos democrticos o dispuesto a entregar el poder a quieneslo haran.

    21 Estos son procesos que pueden ser facilitados por la li-

    beralizacin pero que no pueden ser confundidos y que, por tanto,requieren de un anlisis por separado. Esto nos conduce a la cues-tin de los caminos alternativos hacia la democracia a partir de re-gmenes autoritarios en crisis.

    20 Robert A. Dahl,Polyarchy,op. cit., pp. 14-16.21 Empleamos esos trminos en el sentido de Rainer Lepsius, "Machtber-

    nahme und Machtbergabe. Zur Strategie des Regierungswechsels", enHans Albert, ed., Sozial-theorie und soziale Praxis. Eduard Baumgarten

    zum 70. Geburtstag, Meisenheim am Glan: Anton Hain, 1971, pp. 158-173.

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    Podra resultar prudente sealar que la desintegracin o el co-lapso de un rgimen autoritario en ausencia del lento crecimiento de

    un rgimen democrtico alternativo en el interior del rgimen pre-vio, puede dificultar la transicin hacia la democracia poltica. Serainteresante especular acaso existe un punto en que un rgimen auto-ritario se encuentre demasiado debilitado para asegurar su perpetua-cin, demasiado dbil para convencer ya a sus lderes de que podrnmantenerlo por la fuerza, pero paralelamente todava lo suficiente-mente fuerte para desalentar una violencia descontrolada destinadaa su derrocamiento, actividades golpistas de la oficialidad de lasfuerzas armadas, intentos de los partidarios de la lnea dura de revi-talizarlo en consideracin a la debilidad del liderazgo legal del rgi-men, llevando as al surgimiento de un vaco de poder que la oposi-cin democrtica es incapaz de llenar. La interrogante que surge en-tonces es acaso este tipo de situacin no ofrecera una oportunidadal extremismo. Algunos de los caminos que conducen a la instaura-cin democrtica que sern aqu analizados, requieren que el rgi-men del caso posea una cierta fuerza o, como sealara un lder deuna de las transiciones a la democracia: al menos la capacidad paradar la impresin de poseerla.

    En algunas situaciones, como aquella de sociedades amenaza-

    das por la desintegracin territorial o luchas secesionistas, naciona-listas o tnicas, se requiere de la mantencin de la autoridad para lacontinuidad del Estado, el cual es, a su vez, necesario para el esta-blecimiento de la democracia poltica. Con toda certeza la democra-cia residual de un Estado amputado o desintegrado no constituiraun legado favorable para la futura consolidacin de la democracia.Tal vez sea oportuno destacar que la falta de una identidad definidadel Estado en el caso de naciones divididas y la amenaza de una uni-ficacin impuesta desde fuera, tornan particularmente difciles losprocesos de democratizacin en caso de que alguna de las fuerzas

    democrticas cuestione la existencia de un Estado separado.Caminos Alternativos Hacia la Democracia:Modelo de Reforma-Pactada / Ruptura-Pactada

    Alfred Stepan ha sealado al menos diez caminos alternativospara transitar desde regmenes no-democrticos hacia una demo-cracia poltica en un ensayo todava no publicado.22 Esos caminosse agrupan, primero, en aquellos que involucran un conflicto arma-do y una intervencin externa; segundo, aquellos en que los titula-

    res del poder autoritario promueven un proceso de democratizaciny, tercero, aquellos en que las fuerzas de oposicin juegan el papelprincipal. Como sucede con toda tipologa entregada por las cien-

    22 Agradezco a Alfred Stepan por permitirme leer ese ensayo y por habermedado la oportunidad de analizar los problemas de ese trabajo en relacincon un curso que dictamos conjuntamente.

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    cias sociales, las situaciones de la vida real no calzan exactamente enninguno de estos tres grupos principales o diez tipos, pero muchas

    veces implican una mezcla de caminos que no siempre se prueban enforma simultnea sino, a menudo, en forma secuencial. Algunos deestos caminos son caractersticos de tipos particulares de regmenesautoritarios, especficamente aquellos en que los militares juegan unpapel principal, ya sea como gobierno o como institucin. Varios deestos caminos dependen fuertemente del nivel de desarrollo y com-plejidad de la sociedad o de la fuerza de organizaciones partidistasilegales o algales y su raigambre tradicional en esa sociedad.

    Los tres primeros caminos analizados por Stepan probablemen-te sean de relevancia limitada en el contexto histrico actual, aun-que fueron decisivos para la redemocratizacin de un nmero de Es-tados que actualmente se consideran entre los sistemas polticosms estables, incluyendo a la Repblica Federal de Alemania y Ja-pn. El establecimiento de estas democracias implic la derrota delas potencias del Eje y el compromiso de los aliados occidentales deprestar apoyo a la democracia poltica. El xito de esa poltica es in-cuestionable, aunque dej como legado algunos problemas en el ca-so de Grecia y fracas en el caso de Corea del Sur; este ltimo notena antecedentes democrticos.

    El primero de los diez tipos se refiere a la restauracin (demo-crtica) despus de una ocupacin externa, ste es el menos proble-mtico, dado que las democracias restauradas realmente no habanexperimentado ninguna crisis interna y en un caso, el de Dinamarca,incluso haba seguido operando bajo la ocupacin alemana. La sos-tenida legitimidad democrtica de un gobierno en el exilio no fuecuestionada a excepcin de pequeas minoras marginales y por lapresencia de la autoridad de ocupacin extranjera. Este fue el casode Noruega, Dinamarca, los Pases Bajos y Blgica, aunque en esteltimo, la ocupacin alemana suscit la cuestin monrquica, que si

    bien no amenaz la constitucin democrtica, o incluso la monar-qua parlamentaria, gener ciertas tensiones que slo fueron resuel-tas con la abdicacin del Rey Leopoldo. Este primer tipo se vuelve,sin embargo, menos problemtico cuando consideramos el caso dealgunos otros pases ocupados en que la redemocratizacin no cons-tituy, en el sentido estricto, la restauracin de las instituciones de-mocrticas existentes, sino que se requiri de una reformulacin in-terna, como en el caso de la Francia posterior a Vichy, donde laCuarta Repblica sustituy a una Tercera Repblica percibida comoagobiada por la crisis. Las condiciones para que se d el modelo pu-ro de restauracin despus de una conquista y reconquista externa,son que: 1) los lderes del rgimen original no son considerados cul-pables de la conquista; 2) que no haya indicio de colaboracin delos lderes democrticos con el ocupante; 3) que ningn movimien-to de resistencia desconectado o antagnico de la cpula democr-tica derrotada se convierta en un centro de competencia de identi-ficacin con la autoridad y, 4) que no hayan acontecido cambios

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    mayores en la estructura social, econmica y poltica del pas encuestin.

    Es la ausencia de algunas de estas condiciones la que da cuen-ta del segundo camino: el de la reformulacin interna despus de laliberacin externa. Bajo circunstancias bastante diferentes, y porello con resultados bien distintos, fue el camino seguido por Franciay por Grecia. En algn sentido tambin la Italia posterior a 1943calza en parte con este tipo. En los casos griego y francs, el retor-no a la democracia implic un considerable conflicto poltico y so-cial interno. Los cambios que se haban suscitado en la sociedad y elsurgimiento de nuevas fuerzas polticas hicieron imposible la restau-racin del rgimen previo. En el caso de Grecia, una guerra civil y el

    compromiso extranjero de apoyar a un nuevo rgimen capaz de de-rrotar los esfuerzos comunistas por conquistar el poder dejaron unlegado de tensiones que contribuy a la posterior inestabilidad de lademocracia griega. Stepan tambin muestra cmo la experienciagriega y la situacin geopoltica diferente de Italia condujeron haciaun modelo de algn modo diferente de redemocratizacin comoresultado de la derrota de las fuerzas fascistas.

    El tercero y ms interesante de estos caminos es aquel que con-sigue la instalacin de la democracia dirigida desde el exterior. El

    caso ms puro es aquel de Alemania, donde la total debacle del Es-tado alemn entreg a las potencias aliadas el control del desarrollopoltico, situacin que aprovecharon los aliados occidentales paracrear una democracia poltica operacional y la Unin Sovitica, unsistema multipartidista aparente, paralelo al occidental, aunque ase-gurando la indiscutida hegemona del SED. El alto mando aliado delos sectores occidentales de Alemania materializ un proceso con-trolado de redemocratizacin, definiendo las reglas del juego, el de-sarrollo temporal del proceso, la exclusin de algunas fuerzas polti-cas potenciales mediante la restriccin al nmero de partidos, gene-

    rndose as los llamados Lizensparteien, y entregndoles a stos unaserie de ventajas que aseguraban la futura fortaleza de algunos deellos, mientras a la par ejercieron considerable influencia sobre la es-tructura constitucional, ya que impusieron su versin del federalis-mo y apoyaron un modelo particular de organizacin social y eco-nmica.

    Para nuestros propsitos, quisiramos retener el hecho de queun proceso de democratizacin controlado y programado en eltiempo no fue incompatible con la creacin de instituciones demo-crticas estables ni contribuy a su prdida de legitimidad, y que

    puede haber influido sobre el desenvolvimiento social y poltico dela futura estabilidad de la Repblica Federal. Podra sostenerse queun nuevo detentador del poder carente de legitimidad democrtica,de la cual obviamente carecan las fuerzas de ocupacin, pero com-prometido con el objetivo de generar tcnicamente una transicinhacia una democracia estable, podra tomar en cuenta la experienciaalemana y emplearla internamente para un proceso similar. Parece,

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    sin embargo, dudoso que cualquier autoridad de la sociedad post-autoritaria sea percibida en un lugar por encima de los alineamien-

    tos partidistas emergentes y que tenga la autonoma y el poder paraimponer sus conceptos del proceso de transicin y muchas de lascaractersticas ms bien permanentes del sistema poltico. Muestra,sin embargo, que un proceso de transicin controlado no es necesa-riamente incompatible con el hecho de alcanzar la meta de una de-mocracia poltica estable.

    Una comparacin sistemtica entre los procesos de redemocra-tizacin de Alemania y Japn bajo el alto mando aliado, destacandotanto las similitudes como las diferencias, sera en extremo intere-

    sante. Aqu slo sealaremos que en el caso japons la debacle nofue tan rotunda como en el caso alemn, y que por una variedad derazones hubo mucho mayor continuidad con el Japn de antes de laguerra, aunque el proceso de redemocratizacin coincidi con algu-nas reformas sociales y polticas muy importantes, estimuladas porel ocupante. En el caso de Austria, la intervencin externa en el pro-ceso de redemocratizacin fue ms limitada y los dos grandes acto-res polticos de la escena austraca, el Partido Socialista y el PartidoSocial Cristiano, fueron capaces, a travs de un acuerdo consociati-vo, de restaurar la Constitucin de 1919 y generar nuevos modelosde colaboracin entre ambos partidos en el proceso de consolida-cin del rgimen democrtico. Si bien los aliados derrotaron al rgi-men fascista de Italia, y las tropas aliadas se hallaban presentes du-rante el perodo de transicin hacia la democracia, las fuerzas polti-cas internas jugaron un papel predominante y por ello aparece ina-decuado clasificar a Italia dentro de este tercer modelo.

    El caso de Corea se puede estudiar comparativamente en estecontexto, aunque requiere destacarse que el proceso de democrati-

    zacin coincidi con la recuperacin de la independencia nacionaly, por tanto, no podemos hablar aqu de redemocratizacin, ya quelas tradiciones democrticas no se haban desarrollado bajo el impe-rio japons, y adems, la guerra dej como legado un pas dividido.En todo caso, es asunto interesante averiguar por qu Sygam Rheeno se convirti en un Adenauer o un De Gasperi.

    Los siguientes tres tipos analizados por Stepan guardan rela-cin con procesos hacia la democracia impulsados por un gobernan-te autoritario. En este contexto, nuestro autor distingue entre

    1) una transformacin dirigida desde dentro del rgimen autoritario,2) una transicin iniciada por los militares en cuanto gobierno, y3) una liberacin encabezada por los militares en cuanto institucin.Los ejemplos que analiza bajo estas tres rbricas corresponden a re-cientes transiciones hacia la democracia en Europa meridional yAmrica latina. Ciertamente, estos tres caminos son los ms relevan-tes en la actualidad para la transicin hacia la democracia en un grannmero de regmenes autoritarios. Se los contrasta con cuatro tipos

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    adicionales: dos en que las fuerzas de oposicin jugaron el papelpreponderante, ya sea porque la sociedad encauz la transicin del

    rgimen, ya sea a travs de un pacto de partidos polticos opositorescon o sin elementos de asociacin,23 y dos en que est implicadala revuelta paramilitar o la guerra revolucionaria. Stepan destacaacertadamente que los caminos recorridos son el resultado de laconstelacin de fuerzas sociales y polticas en las diferentes socieda-des, de la naturaleza del rgimen autoritario y en cierta medida tam-bin del contexto internacional en que se verifica la transicin, se-alando que seguir uno u otro camino conduce a tipos muy diferen-tes de democracia, de procesos de cambios socioeconmicos y deprobabilidades de estabilidad de los regmenes resultantes.

    No resumiremos aqu el anlisis ms estimulante que hace Ste-pan de los caminos recin sealados, sino que centraremos nuestraatencin sobre algunos de ellos, particularmente de la transforma-cin encauzada desde dentro del rgimen autoritario, aunque estotal vez constituya una descripcin incompleta, dado que debe invo-lucrarse en el proceso a la oposicin democrtica al rgimen autori-tario. Este camino, tal como lo describe Stepan, destaca el papel dela cpula del rgimen autoritario en la iniciacin del proceso, aun-que su xito final requiere de la cooperacin de la oposicin demo-

    crtica, como aconteci en el caso de la transicin espaola, con susfases de "reforma", que posibilitaron una "reforma-pactada", laque, desde el punto de vista de la oposicin, constituy una "ruptu-ra-pactada".

    23 El elemento "asociativo" el tipo de manejo de conflicto descrito porLijphart y muchos otros que aportaron a la teora de la democracia con-sociativa (vase la antologa editada por Kenneth McRae, DemocraciaConsociativa, acomodacin poltica en sociedades segmentadas,Toronto:

    (McClelland y Stewart, 1974) ha sido importante en los casos de Co-lombia y Venezuela; vase Alexander Wilder, "Conversations amongGentlemen: Oligarchic Democracy in Colombia", en J. Linz y A. Stepan,eds.,The Breakdown of Democratic Regimes;Vol. II:Latin America,op.cit., pp. 28-81; Daniel H. Levine, "Venezuela since 1958: The Consolida-tion of Democratic Politics", ib., pp. 82-109, y la prxima monografa deTerry Karl. En ambos pases el pacto entre partidos y entre lderes con-tribuy a erosionar la base del rgimen autoritario, privndolo de su razo-namiento de que un conflicto sangriento sera la alternativa a ese rgi-men. El hecho de que partidos y dirigentes, instituciones e intereses, cu-yos amargos conflictos haban contribuido al derrumbe de la democracia

    podran ponerse de acuerdo en su oposicin al autoritarismo y en un pro-ceso de redemocratizacin y consolidacin de la democracia fue decisivoen la expulsin de los gobernantes autoritarios. Los mecanismos asociati-vos han sido medulares en el proceso de consolidacin de la democraciaaustraca, y el perodo del "consenso" en Espaa despus de la primeraeleccin en 1977 y hasta 1979, y en el proceso constituyente tiene mu-cho en comn con las prcticas consociativas, como han destacado CarlosHuneeus y Richard Gunther.

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    En este contexto, algunos de los aportes tericos de RobertDahl24y Albert Hirschman25se vuelven ms relevantes.

    Quin Garantiza la Transicin?

    Una de las interrogantes de mayor inters en relacin con elproceso de transicin es aquella acerca de quin gobernar en el lap-so que medie entre la decisin de liquidar el rgimen autoritario yel momento en que podr formarse un gobierno sobre la base deuna eleccin libre y democrtica. Naturalmente, la oposicin demo-crtica argumentar que aquellos que derivan su poder de los arre-glos institucionales del rgimen autoritario y que hicieron su carrerapoltica bajo dicho rgimen, no obstante se hayan comprometido aentregar el poder a quienes reciban el mandato del pueblo a travsde una opcin democrtica y libre, no tienen legitimidad para seguirgobernando. Para esa oposicin no cabe duda de que la alternativadeseable es un gobierno provisional "democrtico". El argumentode quienes se oponen a este tipo de "ruptura" antes de conocerse elresultado de las elecciones, es que los autonominados lderes y par-tidos que representan al pueblo tampoco tienen legitimidad demo-crtica. Quin habr de determinar la representatividad de aquellos

    lderes, su fuerza relativa y la inclusin o exclusin de uno u otrogrupo de tal gobierno provisional, normalmente de coalicin? En laprimavera de 1977, Adolfo Surez formul con mucho acierto estapregunta para justificar su rechazo a entregar el poder a la oposi-cin.26

    Hablando en trminos objetivos, hasta no haberse celebrado laprimera eleccin, es verdad que nadie puede reclamar para s la re-presentacin democrtica del pueblo. Slo si hubiramos de supo-ner que, bajo condiciones democrticas, las fuerzas sociales repre-sentadas por el rgimen autoritario, es decir, aquellos identificados

    en cierto modo con ese rgimen pero dispuestos a guiarse por lasreglas del juego democrtico, no cuentan con apoyo alguno, se justi-ficara el traspaso del poder bajo principios democrticos como unacondicin para iniciar el proceso de transicin hacia la democracia.Obviamente, lo que se intenta resolver no es la legitimidad demo-crtica, sino quin habr de controlar muchos recursos polticos du-rante el perodo de transicin, y si la oposicin democrtica habr

    24 Robert. A. Dahl,Polyarchy,op. cit., pp. 14-16 y 215-227.

    25 Albert O. Hirschman, "Models of Reformmongering", pp. 358-380 en suJourneys Toward Progress, Garden City, L. I.: Doubleday, 1965.26 El Primer Ministro Adolfo Surez en su discurso de presentacin de la

    Ley de Reforma Poltica por TV, el 11 de septiembre de 1976. Vase Pa-blo Lucas Verd, La octava Ley Fundamental, Crtica jurdico-polticade la Reforma Surez, Madrid: Tecnos, 1976, pp. 109-119. Los cincoprincipales discursos de Surez en el perodo 1976-1977 son esencialespara cualquier estudioso del modelo de Reforma-Ruptura Pactada.

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    de tener la oportunidad de realizar transformaciones importantes enla sociedad antes de las elecciones, para garantizar el libre proceso

    democrtico y prevenir amenazas contra la transicin de parte defuerzas antidemocrticas. En efecto, un gobierno provisional a me-nudo representa la oportunidad de hacer reformas sociales y econ-micas que seran difciles de revertir aun cuando el resultado de laselecciones favoreciera alternativas ms conservadoras. La esperanzade la oposicin en muchos regmenes autoritarios es que el gobier-no provisional sea tambin un gobierno revolucionario. Es exacta-mente esa posibilidad la que desean prevenir los defensores del statuquo. La cuestin de quin habr de gobernar en la etapa que mediaentre la decisin de poner fin al rgimen autoritario y la primera se-sin de un Parlamento libremente elegido no es, por lo tanto, unainterrogante de corte acadmico. Implica opciones bsicas de consi-derable importancia para el propio proceso de transicin, para la na-turaleza del sistema democrtico en proceso de formacin y para sufutura estabilidad. La seleccin de una u otra alternativa natural-mente refleja la fortaleza relativa de las fuerzas en conflicto, el gra-do de desintegracin del rgimen autoritario previo y de su aparatode gobierno y el nivel de movilizacin alcanzado por la oposicindurante el perodo restrictivo de las libertades. Podra argumentarse

    que ninguna de las soluciones planteadas puede garantizar la transi-cin a la democracia a menos que aquellos que favorecen la solucincontraria cedan ante aqulla con la cual no concuerdan. Un conflic-to abierto en torno a esta cuestin puede retrasar el proceso de tran-sicin y de transferencia del poder al electorado y a los depositariosde la confianza de ste, o puede provocar una confrontacin violen-ta que es poco probable que facilite la transicin hacia la democra-cia poltica. Slo la total desintegracin o el derrocamiento por lafuerza del gobierno autoritario genera un vaco que puede ser ocu-pado por un gobierno provisional formado por la oposicin. Este

    fue el caso de Portugal tras el golpe que depuso a Caetano y en elloreside una de las diferencias fundamentales entre los procesos de re-democratizacin de Portugal y de Espaa.

    Ambas alternativas implican un riesgo para el proceso de rede-mocratizacin, que puede ser diferente de pas en pas, y el xitodel proceso requiere un mnimo de confianza en la limpieza del pro-ceso de institucionalizacin y en la aplicacin de las reglas del juegodemocrtico por parte de aquellos que ejercen el poder durante latransicin. Mucho depende tambin del equilibrio relativo del podery de los temores y esperanzas generados en diferentes institucionesy sectores de la sociedad por la transicin hacia las incertidumbresde la poltica democrtica. La continuidad en el poder de los suce-sores legales del rgimen autoritario con probabilidad neutralizarlos temores de los defensores del statu quo y particularmente de lasinstituciones armadas. Tambin puede contribuir a moderar las de-mandas y actividades de aquellos que desean cambios sociales radi-cales, reduciendo as los temores durante el perodo crucial de tran-

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    sicin. Sin embargo, es una solucin disponible solamente cuandoel aparato estatal del rgimen anterior no se ha desintegrado y cuan-

    do aquellos que asumen el poder no son directamente responsabili-zados de las peores caractersticas del anterior rgimen, y por lo tan-to tienen capacidad para negociar con la oposicin algunas reglasbsicas para la transicin y tambin para dar alguna prueba de subuena fe.

    La alternativa de una transferencia del poder a la oposicin an-tes de las elecciones resulta de la situacin opuesta: la desintegra-cin del aparato estatal, particularmente la divisin en el seno de lasfuerzas armadas, la generacin de un vaco de poder que permiteuna rpida movilizacin de las masas y acciones espontneas exito-sas de stas, y la debilidad o ausencia de una cpula directiva queemerja del antiguo rgimen y que est tan dispuesta a mantenerse enel poder como a abrir las puertas de la toma de decisin a travs deuna eleccin libre. Una de las ventajas desde el punto de vista delcambio social, es que un gobierno provisional puede imponer pordecreto importantes reformas sociales y econmicas o legitimizaraquellas que se verifican de un modo ms o menos espontneo. Elloimplica el riesgo de generar tal amenaza contra los intereses conser-vadores que stos podran verse tentados de abortar el proceso de

    democratizacin, provocando ya sea una involucin hacia el autori-tarismo o una situacin revolucionaria que incluso podra llevar alenfrentamiento civil. Tambin puede conducir hacia cambios socia-les que subsecuentes gobiernos democrticos reelectos podran te-ner por excesivos y que hallarn difciles de revertir, o en caso deque intenten hacerlo, generaran un considerable conflicto, tantoentre las fuerzas democrticas como a nivel popular. Aun siendo ungobierno de demcratas convencidos, el poder caracterstico de ungobierno provisional se halla ms cercano al de una dictadura, en elsentido clsico del trmino, que al de un gobierno interino que pre-

    para elecciones. En efecto, algunos miembros del gobierno provisio-nal podran sentirse tentados de extender su poder ms all de unacierta base e incluso de establecer condiciones para la participacinde los partidos polticos en el proceso electoral, y de establecer di-rectrices para el futuro desarrollo de la Constitucin.

    Uno de los grandes problemas para el rgimen de transicin en-tre el gobierno autoritario y el primer gobierno elegido, es el esta-blecimiento de ciertas reglas bsicas que condicionarn el futuroproceso poltico. Concretamente, algunas de las caractersticas delas instituciones representativas que se elijan y, ms importante an,la ley electoral. Este tipo de rgimen de transicin tambin puedeintentar avanzar sus propias proposiciones constitucionales, cuandono es factible restaurar la Constitucin pre-autoritaria y disponercambios en la estructura del Estado que predeterminen parte del fu-turo debate poltico. Hacer esto ms all del mnimo indispensableprobablemente complicar el proceso poltico en fases posteriores,privando al electorado de su derecho de realizar las ltimas opcio-

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    nes. Este tipo de intentos puede generar considerables conflictose incluso desasosiego en el perodo de transicin, a menos que seelabore algn consenso entre los principales actores polticos, a lomenos un consenso o asentimiento tcito. Requerir de un extraor-dinario afinamiento para prevenir el derrumbe del proceso en un pe-rodo en que ninguno de los actores puede atribuirse legitimidaddemocrtica y en que la fuerza de los participantes podra medirse apartir de manifestaciones masivas, disturbios o violencia, o la capaci-dad de emplear a la polica y a las fuerzas armadas.

    Reforma o Ruptura: Un Falso Dilema

    Los dos trminos que llegaron a ser parte del idioma polticodurante la transicin hacia la democracia en Espaa, han sido y sonpresentados como dos caminos alternativos hacia la democracia.Ambos tienen sus defensores y sus detractores y buena parte del de-bate poltico en pases en que la estabilizacin de un rgimen auto-ritario ha fracasado o en que este tipo de rgimen se aproxima auna crisis, gira en torno a ellos. En efecto, la fase de transicin tien-de a comenzar cuando ciertos lderes del rgimen autoritario princi-pian a considerar la posibilidad de una reforma que conducira hacia

    alguna forma de democracia poltica. La oposicin contra un rgi-men autoritario favorece, en principio, una ruptura, un quiebre conlos arreglos institucionales vigentes, un cambio no controlado y sinsiquiera una mnima participacin de aquellos que, en mayor o me-nor medida, tomaron parte en el anterior rgimen. Alentados por laindignacin moral, les gustara ver privados de toda oportunidad pa-ra participar en el proceso a aquellos que tuvieron participacin enel poder, si es que no privados formalmente de sus derechos polti-cos y acceso a cargos pblicos. Estas posiciones son en principioirreconciliables y, a menos que los partidarios de la ruptura logren el

    apoyo de un significativo segmento de las fuerzas armadas o sean ca-paces de movilizar al pueblo en favor de un derrocamiento violentodel rgimen, parece poco probable que los titulares del poder acep-ten libremente abdicar y ceder su espacio a los partidarios de la rup-tura. La estrategia de un quiebre limpio slo es viable en una situa-cin revolucionaria o potencialmente revolucionaria. Paradojalmen-te, en ocasiones la transicin es posibilitada por la formulacin si-multnea de ambas posiciones como posturas, ms para fines denegociacin que como posturas definitivas. En efecto, si ambas posi-ciones tienen fuentes de poder equiparables, aunque de diferente

    naturaleza, o si ambas son relativamente dbiles debido a la apatade grandes segmentos de la poblacin, la transicin slo ser posiblea travs de un complejo proceso que involucre tanto una reformacomo una ruptura. La Reforma Pactada espaola, en trminos dequienes estaban en el poder, y la Ruptura Pactada, en trminos de laoposicin democrtica, ejemplifican el camino de salida desde el di-lema, as como la futilidad y a la vez utilidad del debate.

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    El proceso que tuvo lugar entre la muerte de Franco, en no-viembre de 1975, y la convocacin del Parlamento, en 1977, calza

    muy bien con el modelo descrito por Albert Hirschmann como re-forma realizada en trminos de ingeniera poltica con ayuda de laperspectiva de la revolucin.

    Permtasenos destacar que, bajo ciertas circunstancias, podraser posible una transformacin dirigida por los titulares del podersin participacin de la oposicin, y que tambin hay casos de ruptu-ra exitosa. Tal vez la transicin hacia la democracia en Turqua en1947 podra considerarse un caso de reforma, y el Portugal de 1974podra ser un ejemplo privilegiado de ruptura exitosa. Esto no de-

    biera, sin embargo, negar que en la mayora de los regmenes autori-tarios ninguna de aquellas estrategias est realmente al alcance de lamano para quienes estn en el poder o en la oposicin. Este es el he-cho que probablemente explique la persistencia de regmenes auto-ritarios a pesar de procesos de liberalizacin o de ruptura. Sin em-bargo, cualquier lector de Hirschmann pronto se dara cuenta cuncomplejo y dependiente de mltiples actores y de sus percepcio-nes y acciones es el modelo de la reforma-ruptura-pactada y de losconsecuentes titubeos de actores claves en relacin a iniciar tal pro-ceso, dado su incierto resultado.

    Por Qu Reforma?

    Debiera destacarse que los lderes de muchos regmenes auto-ritarios y ciertamente aquellos de los sistemas totalitarios noconsideran la posibilidad de transformar el sistema, incluso por unareforma limitada y justificada.

    En muchos de tales sistemas, nadie siquiera se arriesgara aplantear la cuestin, y si alguien fuera tan desprevenido como parahacerlo, sera castigado o al menos despedido de cualquier posicinde poder o influencia. Entre los estudiosos de la redemocratizacinexiste un debate en torno a por qu los lderes autoritarios debieranser motivados para plantear la cuestin de la reforma. Podra sea-larse que sin una efectiva presin desde abajo, sin amenazas reales,

    jams llegara el momento de la reforma. Otros destacan el papel delas presiones internacionales; algunos, el fracaso de los regmenesautoritarios burocrticos para hallar una poltica econmica cohe-rente, capaz de satisfacer a las variadas facciones de la burguesa, yque esta razn los conduce hacia el quiebre del bloque hegemnico

    y a la bsqueda de soluciones alternativas, mientras otros, finalmen-te, subrayan las dudas de los gobernantes en relacin a su propia le-gitimidad en el contexto del Zeitgeist y la ulterior inviabilidad de laperpetuacin del rgimen autoritario. Quiz, diferentes miembrosdel "establishment" del rgimen autoritario estn motivados poruno u otro de estos factores o por una mezcla de todos. La hetero-geneidad del grupo gobernante en estos regmenes, explica la ausen-cia o debilidad de un partido nico, coherente en su ideologa, y

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    ello torna ms probable algunos de estos procesos. Aquellos que ha-blan de reforma, normalmente no estn de acuerdo respecto de qu

    se quiere decir con ese trmino y las luchas de poder son probablesentre aquellos que desean ir solamente "hasta all" y aquellos que sepercatan de que slo elecciones libres sin restriccin en la participa-cin, constituye la nica solucin aceptable para la oposicin. Mu-chas de las proposiciones de los reformadores no cumplirn con lospreceptos de una verdadera democratizacin, y, de fracasar el inten-to, todo el proceso puede verse postergado e incluso abortado por laradicalizacin de la oposicin frustrada y la airada respuesta de algu-nos potenciales reformadores. Este fue, en parte, el destino de Cae-tano en Portugal y hubiera sido una posibilidad en Espaa, de ha-ber seguido Arias Navarro como jefe del gobierno.27

    No podemos aqu describir los mltiples manejos de los diver-sos participantes en el juego resultante; las dudas de los lderes de laoposicin respecto de si aceptar los ofrecimientos de los reformado-res, las tensiones resultantes entre los defensores de la ruptura yaquellos dispuestos a probar la voluntad de los reformadores; lasdemostraciones de fuerza de los diferentes actores para convencera los negociadores de la necesidad de hallar soluciones a los muchosy complejos asuntos especficos. Entre estos temas claves estn la

    libertad sindical, reconocimiento de los partidos, tolerancia hacialos partidos todava ilegales, amnista para los presos polticos, in-cluso para los terroristas, tolerancia de manifestaciones masivas, elcontrol de los partidarios de la lnea dura que pudieran amenazar elproceso, la elaboracin de acuerdos respecto de la ley electoral almomento de irse alcanzando la fase final, condiciones para las cam-paas polticas y el recuento de votos, etc. Cada una de estas deci-siones puede generar una crisis que podra llegar a amenazar todoel proceso. En algunos casos son los lderes de los reformadores enel seno del rgimen los que toman la iniciativa en lugar de esperar a

    ser presionados por los eventos y por la dinmica de una situacinexplosiva. En otros casos, esta directiva da los pasos adecuados de-masiado tarde y de un modo descomprometido, frustrando con ellola posibilidad de un acuerdo.

    Por Qu No Ruptura?

    La oposicin contra un rgimen autoritario, que durante aosha estado en el exilio, en la crcel, la ilegalidad o en la penumbra de

    27 Las ambigedades en la situacin espaola en la primera mitad de 1976(una especie de pre-transicin) fueron evidentes, incluso para algunos delos actores claves, como Manuel Fraga I., el Ministro del Interior, quienmanifest no querer convert