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Resumen: En este artículo me referiré principalmente al cuento El Fin de Borges, su intertextualidad con el poema basado en el personaje casi mitológico Martín Fierro, mitológico pues es uno de los grandes personajes de Argentina. Hablaré también del deconstruccionismo, término de Derrida, y además me referiré a otros dos cuentos de Borges que también presentan intertexto con el poema de José Hernández. Palabras Claves: Intertextualidad, deconstruccionismo, Borges, Martín Fierro. Introducción: Para desarrollar mi artículo me basé en distintos autores, tales como, Foucault, Derrida, Alazraki, entre otros. Bien sabido es que la crítica postestructuralista es compleja y confusa, más aún la literatura considerada como postestructuralista, como es el caso de la literatura de Borges. No podemos tratar de hacer un análisis exhaustivo y definitivo de aquello que este gran autor quiso decir con sus obras, es por esto que en este artículo me dedico de forma muy humilde a tratar de dar un nuevo enfoque, pues ni siquiera puedo denominarlo explicación, sobre algunos cuentos de este autor, antecedente del postestructuralismo. Este artículo no pretende ser verdad sino ser verosímil. No pretende ser análisis sino ser una propuesta. Para llevar a cabo mi objetivo he dividido en tres partes mi artículo con el fin de que las ideas y conceptos queden detallados de la forma más clara posible. 1. Intertextualidad con Martín Fierro Cuando se habla de intertextualidad no puedo evitar pensar en las siete normas de textualidad de De Beugrande y Dressler, pues son estos autores quienes nos señalan que un texto, para ser catalogado como tal, debe tener en él, además de otras seis cualidades, una cierta cuota de intertextualidad.

Literatura Argentina

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Resumen: En este artículo me referiré principalmente al cuento El Fin de Borges, su intertextualidad con el poema basado en el personaje casi mitológico Martín Fierro, mitológico pues es uno de los grandes personajes de Argentina. Hablaré también del deconstruccionismo, término de Derrida, y además me referiré a otros dos cuentos de Borges que también presentan intertexto con el poema de José Hernández.

Palabras Claves: Intertextualidad, deconstruccionismo, Borges, Martín Fierro.

Introducción:

Para desarrollar mi artículo me basé en distintos autores, tales como, Foucault, Derrida, Alazraki, entre otros.

Bien sabido es que la crítica postestructuralista es compleja y confusa, más aún la literatura considerada como postestructuralista, como es el caso de la literatura de Borges.

No podemos tratar de hacer un análisis exhaustivo y definitivo de aquello que este gran autor quiso decir con sus obras, es por esto que en este artículo me dedico de forma muy humilde a tratar de dar un nuevo enfoque, pues ni siquiera puedo denominarlo explicación, sobre algunos cuentos de este autor, antecedente del postestructuralismo.

Este artículo no pretende ser verdad sino ser verosímil. No pretende ser análisis sino ser una propuesta.

Para llevar a cabo mi objetivo he dividido en tres partes mi artículo con el fin de que las ideas y conceptos queden detallados de la forma más clara posible.

1. Intertextualidad con Martín Fierro

Cuando se habla de intertextualidad no puedo evitar pensar en las siete normas de textualidad de De Beugrande y Dressler, pues son estos autores quienes nos señalan que un texto, para ser catalogado como tal, debe tener en él, además de otras seis cualidades, una cierta cuota de intertextualidad.

Distintos tipos de textos utilizan este recurso, a veces sin conciencia de ello, pues la polifonía de voces es algo inevitable. Como ya mencionaba Bajtín, “todo es discurso” por lo [***]tanto y bajo esta lógica, qué nos hace pensar que al enfrentarnos a un papel en blanco vamos a escribir algo que no se haya escrito ya con anterioridad.

Por otro lado están quienes, sabiendo que aquello que dicen es de otro autor, hacen un texto, a simple vista, totalmente nuevo pero que con un

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análisis más minucioso se vislumbra rápidamente la presencia de intertextualidad con otras obras.

En el caso particular de Borges vemos en la mayoría de sus creaciones, pues no me atrevo a afirmar que en todas, presenta un juego intertextual con las más grandes obras hispanoamericanas como por ejemplo con la obra española por excelencia El Quijote de la Mancha.

En el cuento a trabajar se evidencia una fuerte “inspiración” en dos de los poemas de José Hernández, exponente del folklore argentino. Los personajes de El Fin son muy similares a los personajes de El gaucho de Martín Fierro y La Vuelta de Martín Fierro, la historia e incluso la fabula, son también aspectos muy semejantes. Ahora bien, si es tan similar ¿qué hace Borges para darle un final sorpresivo? que es una de las características esenciales de un cuento. He allí lo interesante del intertexto entre ambas obras. Borges realiza lo que podría llegar a ser una segunda posibilidad para los personajes de los poemas hernandinos, una suerte de mundo paralelo, una tangente en el tiempo del mundo diegético, pues en este cuento el ocaso de Martín Fierro cambia. De aquí el título El Fin, lo que hace pensar que la importancia del cuento es el desenlace de los protagonistas, esta nueva posibilidad de “fin” de los personajes principales.

Entre ambos textos hay grandes similitudes, ya lo decía Jaime Alazraki cuando afirmaba que en el cuento, Borges “vuelve al poema Martín Fierro, esta vez para narrar una venganza inexistente en el poema.”

Al parecer Borges estaría escribiendo lo que según él “…está implícito en un libro famoso, y yo he sido el primero en desentrañarlo o, por lo menos, en declararlo." En El Fin, Martín Fierro entra a la pulpería y entabla un diálogo con el Negro que estaba “como a la espera de alguien”, al parecer los protagonistas tienen asuntos pendientes y es el Negro quien quiere vengar el asesinato, por parte de Martín Fierro, de su hermano. Finalmente el Negro mata al héroe hernandino y pasa a ser el otro. ¿Vemos presente en el cuento el principio de otredad? ¿Este tránsito entre esto y “lo otro”? ¿O es solo una coincidencia las palabras de Borges? A mi parecer no es mera casualidad, creo que ya Borges jugaba con el inconciente, tratando de entablar relaciones con aquel inconciente colectivo, aquel supuesto social de lo que el ser humano debe y/o no debe ser y/o hacer.

Que el Negro, en el cuento, pase a ser el otro, significa que, aún muerto, Martín Fierro vive en alguien más, su personaje no muere con él sino que es una “raza” que sobrepasa todo tipo de barrera y pasa a ser el espíritu de otro hombre, quizás una forma de reencarnación, quizás una forma de decir que todos los hombres pueden llegar a ser lo mismo, incluso creyéndose diferentes, el Negro creía estar haciendo algo noble, pues

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trataba de vengar a su hermano pero sin darse cuenta se convirtió en el hombre que odiaba.

2. Deconstrucción en el cuento

Lo señalado anteriormente se relaciona con el concepto de deconstrucción de Derrida, pues Borges realiza una inversión del rol de los personajes, Martín Fierro y el Negro, traspasando la carga simbólica del asesinado en el cuento -el otro- hacia el protagonista. Pues este al llevar a cabo su venganza sufre un “cambio de vida” algo así como una posesión del destino de Martín Fierro, se vuelve una sombra, no tiene nada más que hacer en esta vida pues “cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenia destino sobre esta tierra y había matado a un hombre”

Esta idea se refuerza con la forma de referirse a los personajes en el cuento, Borges llama “el otro” a Martín Fierro y ya casi al final señala su nombre, sin embargo nuestro protagonista siempre es señalo como el Negro, esto debido a que en la primera parte del cuento la perspectiva es desde un tercer personaje, más bien secundario, Recabarren, que, postrado en su cama por una parálisis, observa este encuentro entre los protagonistas.

Ya acabando este cuento vemos la presencia de un narrador omnisciente que nos aclara la historia, nos señala quién es el otro y nos narra el “segundo final” de esta payada.

La estructura del cuento también podemos apreciarla como una deconstrucción, en un comienzo el cuento esta narrado desde la perspectiva de un observador, el cual nos refiere someramente a un yo (el Negro), luego mientras la historia debe avanzar, ambos personajes están al mismo nivel y es por esto que entablan un diálogo, tras lo que finalmente, se vuelve a la narración omnisciente que nos explicita la inversión, ese yo del principio que ahora es otro.

3. Martín Fierro en otros cuentos Borgianos

Para hacer un estudio más minucioso de la influencia de Martín Fierro en la literatura borgiana, me referiré a otros dos cuentos dignos de mención.

El primero llamado sin más ni menos Martín Fierro en el cual se hace una especie de crítica al pueblo que podríamos interpretar como Argentina, pues recuerda más a un personaje ficticio y a sus hazañas irreales que a su propia historia.

En el cuento, el narrador señala repetidamente “Estas cosas, ahora, son como si no hubieran sido.”, pues va narrando distintos hechos históricos, por su puesto que de forma literaria, en el cuento y nos explica que ahora

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en esa ciudad estas cosas están olvidadas “son como si no hubieran sido”, sin embargo, señala que el sueño de un hombre es ahora historia para esta ciudad “el sueño de uno es parte de la memoria de todos”, lo ficticio, se vuelve más importante que la verdad, se vuelve más trascendente para la identidad nacional lo irreal y no lo real.

El segundo cuento al cual haré alusión es el cuento Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874), en este cuento se habla de un hombre que encuentra su destino en tan solo un noche, vive la mayor parte de su vida un sino que no era el suyo, ya al final de la obra cuando convertido en sargento debe ir a detener a un borracho que asesinó a alguien, su verdad lo golpea de frente y entiende que su destino no era otro que enfrentarse a la ley y no “ser la ley”, por su puesto que el borracho homicida no era nada más ni nada menos que el legendario Martín Fierro.

Conclusión:

¿Por qué siempre Martín Fierro como ejemplo de destino? ¿Será que Martín Fierro es el destino de todo hombre? ¿O solo de sus compatriotas? Me parece que estas preguntas se responden si pensamos que Martín Fierro no es más que el reflejo de lo que fue en un entonces el pueblo argentino, es por esto que quizás Borges toma a este personaje para darle giro a estas obras y señalar el esteriotipo de fin que tienen sus protagonistas. Martín Fierro no es otra cosa que un arquetipo literario, así como lo son Don Quijote, Aquiles, Lautaro y otros tantos héroes o personajes memorables que definen una cultura y seguirán definiendo al hombre “por los siglos de los siglos”.

En el caso de “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, también presente en el libro El Aleph publicado en

1949, Borges trabaja nuevamente la intertextualidad. Pero, al mismo tiempo, Borges profundiza

este acercamiento al Martin Fierro ya que, en efecto, crea una biografía para Cruz. Desarrolla una

historia donde cuenta quiénes  eran sus padres, cuáles fueron sus andanzas, menciona que

participó en numerosas guerras y que fue nombrado sargento de la policía rural.

 

El dato más significativo es que Borges logra crear una escena imaginada del momento en que

Cruz decide formalizar su acercamiento a Martín Fierro. En una de sus intervenciones, cuyo

objetivo era apresar a un desertor -que en estado de embriaguez había asesinado a dos hombres,

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ese hombre mostró gran valentía y al igual que Cruz decidió no rendirse y luchar. Según Borges,

Cruz impresionado creyó que un hombre tan valiente no podía morir, “que todo hombre debe

acatar el destino que lleva dentro” y se unió al desertor Martin Fierro.

 

Borges siempre priorizó mostrar otra visión de Martin Fierro, donde no se lo veía como un hombre

lleno de virtudes, sino un verdadero desertor, provocador de duelos sin motivo y habitante de

tolderías cuando tuvo que escapar de la justicia.

 

Borges destaca que Martin Fierro es moralmente imperfecto y sostiene que, a pesar que

históricamente, se lo haya querido ubicar en un lugar de privilegio nacional, como dice Beatriz

Sarlo, en el lugar “de paladín y defensor de la Nación”, Borges pretende ubicarlo en el lugar de un

cuchillero. Es por ello, que como ocurre “En la casa de Asterión”, dignifica otro lugar, otra visión

que, previamente, fue descartada o por lo menos, inconclusa.

 

En “El Fin”, publicado en 1944, Borges presenta la muerte de Martin Fierro. Cabe recordar que los

últimos fragmentos del poema de Hernández, Fierro se aparta de sus hijos y del hijo de Cruz

después de haber intercambiado las historias de sus vidas. En “El Fin”, Borges imagina la historia a

partir de otro punto de vista, en efecto, imagina lo que Hernández no escribió. Ubica a Fierro, como

un viejo, que aguarda la muerte sin más que una esperanza: una muerte digna.

 

Además, Borges refuerza los códigos de honor  y venganza, por ello, Moreno se prepara para

encontrarse con Fierro ya que sabe que lo va a encontrar, porque él volverá a pagar su deuda.

Ambos personajes recuerdan el pasado, de esta manera, Borges vuelve a introducir un concepto

que ya está presente en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” y en “La Casa de Asterión”: un hombre

debe cumplir con su destino.

 

Además, en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, hay dos personajes que sobresalen de una manera

particular: Fierro y Cruz; cada uno de ellos funciona como espejo del otro; cada uno de ellos

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encuentra en el otro a su propia persona. Ésta es probablemente la base de reflexión teórica más

arraigada en Borges: no somos únicos, sino que nuestra existencia se halla ya en otros, vive y

actúa en las vivencias y procederes de nuestro igual. Cruz en José Hernández es la representación

del espíritu libre que no ha tenido más remedio que someterse al poder; es también símbolo de la

amistad que se entrega sin reservas. En “El Fin”, Borges no construye a un otro desde un nuevo

punto de vista, sino que muestra a un personaje en un tiempo y espacio no especificado en la

narración original, Martin Fierro.

 

Ese nuevo punto de vista describe un  Martín Fierro que ha perdido sus hábitos, carece de fuerza

emocional, sin énfasis, escéptico y pacífico. Un Fierro que espera su destino, que inexorable algún

día llegará. Borges, en el cuento, pretende “darle” un fin al personaje.

 

El relato de “El fin”, es la continuación (efecto) de un pasaje (causa) del Martín Fierro de José

Hernández. El personaje común a ambos relatos es Martín Fierro. Mientras sólo fue parte del

poema de José Hernández, el tema de la pelea entre Martín Fierro y el Moreno era la prueba del

coraje a que todo gaucho se enfrenta a cada momento de su vida.

 

Como sostiene Beatriz Sarlo, en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, Borges escribe que el Martin

Fierro es un libro insigne, es decir, un libro cuya materia puede ser todo para todos, pues es capaz

de casi inagotables repeticiones, versiones y perversiones”. Borges garantiza una acción

fundamental pervertir. Borges siempre está confrontando, logra construir, indiscutiblemente,

paralelismos y fricciones. Él ha pensando en un final para el personaje más famoso de la literatura

argentina. Borges destaca la tradición, pero al mismo tiempo la corrompe y la desgrana aportando

nuevos conceptos y afirmaciones.

En “La casa de Asterión”, Borges describe a un personaje central desde un punto de vista

humanizado, en “El fin”, otorga un desenlace desconocido y absolutamente original a un final

anunciado por Hernández pero no explicitado y en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, da los

antecedentes necesarios para entender a un personaje clave en la historia de Martín Fierro, que

Hernández no contó.

 

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En efecto, Borges construye y teje paralelismos, hace un uso absoluto de la intertextualidad y

completa, en la mayoría de los casos, las historias con su propio punto de vista y dimensión: una

perspectiva que realza el valor del tiempo, del destino inobjetable y de una vida cíclica y laberíntica

que encuentra siempre un nuevo comienzo y un futuro difícil de esquivar.

Análisis -resumen de El fin de Jorge Luis Borges

Dice Borges sobre el cuento “El fin”:"Todo lo que hay en él está implícito en un libro famoso y yo he sido el primero en desentrañarlo"-; con esta narración, Borges agrega "un canto" a la segunda parte de Martín Fierro, de José Hernández.La intervención del protagonista de este gran poema concluye así: Martín Fierro se separa de sus hijos y del hijo de Cruz, ("Después, a los cuatro vientos / los cuatro se dirigieron".)pero Borges lo hace regresar a la pulpería donde había llevado a cabo la payada con el moreno, "un pobre guitarrero", y donde los presentes habían procurado "que no se armara pendencia".De todas maneras, en el poema hernandiano Martín Fierro no quiere pelear -"Yo ya no busco peleas, / las contiendas no me gustan; / pero ni sombras me asustan / ni bultos que se menean"-, pero hace alarde de su valentía, es decir, sabe defenderse si lo provocan. Estos versos constituyen ya una clave para comprender el desenlace del cuento borgeano. Además, su título -"El fin"- responde a una de las estrofas del poema (La vuelta de Martín Fíerro, canto XXX, vs. 4481-4486):Yo no sé lo que vendrá /tampoco soy adivino;/pero firme en mi camino/hasta el fin he de seguir: /todos tienen que cumplir /con la ley de su destino.El tema de "El fin" es el encuentro del hombre con su destino inexorable.El moreno es vencido en la célebre payada, pero continúa en la pulpería como a la espera de "alguien". Ese "alguien" es Martín Fierro, quien hace siete años ha matado a su hermano (Canto VII de Martín Fierro)El pulpero Recabarren había presenciado el primer contrapunto entre "el forastero" y el moreno. "Ahora" asiste, desde su lecho, inmóvil por la parálisis, al segundo, el de la vida contra la muerte. Ve llegar a un jinete, pero no puede identificarlo:Recabarren vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la cara del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito. A unas doscientas varas dobló. Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque y entrar con paso firme en la pulpería.El moreno recibe complacido a Fierro. Este trata de justificar su actitud pacífica al finalizar aquella payada que los unió:-Más de siete años pasé yo sin ver a mis hijos. Los encontré ese día y no quise mostrarme como un hombre que anda a las puñaladas.

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- Ya me hice cargo -dijo el negro-. Espero que los dejó con salud.El destino le pone otra vez "el cuchillo" en la mano e inexorablemente debe cumplir con él. Se alejan "un trecho" de las casas y se preparan para el duelo:-Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.Sólo Recabarren presencia los hechos, a través de la ventana de su rancho; sólo él ve "el fin", la muerte de Martín Fierro:Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.Ahora el negro es "el otro", es decir, Martín Fierro, pues, como él, ya arrastra una muerte sobre la tierra: "La sangre que se redama / no se olvida hasta la muerte" . Su victoria es, en realidad, su derrota. Como bien dice Donald L. Shaw, "ha liberado a Fierro de la trampa para encerrarse a sí mismo en ella".El narrador es omnisciente, pero finge no saber con exactitud qué relación existe entre Recabarren y el "chico de rasgos aindiados". Borges intercala estos elementos de duda -"(hijo suyo, tal vez)"- para intensificar la verosimilitud de la narración.Los personajes son cuatro. Recabarren, testigo de los hechos, no interviene en la narración; parece estar fuera del tiempo -en el presente--, en la eternidad. Un chico, sin voz -"le dijo por señas que no"-. El moreno y Martín Fierro, cuya identidad se oculta hasta el final, son los únicos personajes que dialogan. El absoluto silencio del pulpero y del chico -meras presencias- contrasta con las palabras de los otros personajes, en las que late la idea de venganza.El narrador determina tres espacios: la habitación de Recabarren, apenas sugerida, en la que sólo una ventana lo comunica con una parte de la realidad exterior; la pulpería, escenario de la famosa payada, y la llanura "casi abstracta, como vista en un sueño". El contraste entre los espacios es evidente: oscuridad, estatismo (el cuarto del pulpero) y luz, movimiento (la llanura iluminada por "el último sol").El tiempo gobierna la narrativa borgeana. El cuento comienza al atardecer: " ... se dilataban la llanura y la tarde ... "; " ... aún quedaba mucha luz en el cielo". Luego, anochece: " ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia. [ ] La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta ... " Por fin, noche cerrada: "Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía".Desde el punto de vista físico, la gradación temporal es perfecta. Además, Fierro aclara que sólo transcurre "una porción de días" desde la memorable payada. También surge el tiempo psíquico: Recabarren solamente vive en el presente. Un breve "racconto" explica la situación actual del "sufrido" pulpero.

Un universo de símbolosDesde las primeras líneas, Borges nos da la clave de su cuento:De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente ...La palabra laberinto' tiene una gran significación en el texto. Para Borges es la prisión en que está encerrado el hombre; es el lugar donde encontrará la muerte y, tal vez, la liberación; es el origen y el fin, el infinito y el caos, el paso de la vida a la muerte. Nuestro escritor explica cuándo surge en él la idea del laberinto: "Recuerdo un libro con un grabado en acero de las siete maravillas del mundo; entre ellas estaba el laberinto de Creta. Un edificio parecido a una plaza de toros, con unas ventanas muy exiguas, unas hendijas. Yo, de niño, pensaba que si examinaba bien ese dibujo, ayu¬dándome con una lupa, podría llegar a ver el Minotauro. Además, el laberinto es un síntoma evidente de perplejidad [ ... l. Yo, para expresar esa perplejidad que me ha

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acompañado a lo largo de la vida y que hace que muchos de mis propios actos me sean inexplicables, elegí el símbolo del laberinto o, mejor dicho, el laberinto me fue impuesto, porque la idea de un edificio construido para que alguien se pierda, es el símbolo inevitable de la perplejidad".La vida de Martín Fierro es un extenso espacio sin salida. Vive prisionero de sus muertes; vive perseguido. De ahí que cobre singular significado el poema "Laberinto" (Elogio de la sombra):No habrá nunca una puerta. Estás adentroy el alcázar abarca el universoy no tiene ni anverso ni reversoni externo muro ni secreto centro.No esperes que el rigor de tu caminoque tercamente se bifurca en otro,que tercamente se bifurca en otro, tendrá fin. Es de hierro tu destinocomo tu juez .. 

El cuchillo del moreno le da la muerte, pero, al mismo tiempo, la vida profunda.Fierro despierta hacia la libertad que pregonaba. "Morir es haber nacido", dice Borges en uno de sus poemas ("Milonga de Manuel Flores"). Si en la famosa payada fue la guitarra el símbolo de la victoria de Fierro, en el duelo -"otra clase de contrapunto"-, el cuchillo simboliza su derrota. Leemos en el poema de Hernández:Vamos, suerte, vamos juntos /dende que juntos nacimos,y ya que juntos vivimos/ sin podemos dividir,yo abriré con mi cuchillo/ el camino pa seguir.El gaucho Martín Fierro, VIII, vs. 1385-1390.En El otro, el mismo, Borges dice que el cuchillo "es de algún modo eterno; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso" '.Leemos en "El fin": " ... el acero filoso rayó y marcó la cara del negro". En el poema hernandiano no ocurre esto; todo es a la inversa, pues el otro moreno, el muerto, es el que le corta la cara a Fierro:. Aunque si yo lo matémucha culpa tuvo el negro.Estuve un poco imprudente,puede ser, yo lo confieso,pero él me precipitóporque me cortó primero;y a más me cortó en la cara,que es un asunto muy serio.La vuelta de Martín Fierro, XI, vs. 1599-1606.

La luna, otro símbolo del cuento, preside el duelo _" ... y la luna resplandecía"-, pues: "Es uno de los símbolos que al hombre / da el hado o el azar para que un día / de exaltación gloriosa o agonía / pueda escribir su verdadero nombre" ("La luna"). Martín Fierro ya no regresará a su laberinto. Borges ha salvado a la criatura hernan¬diana. Tal vez, como Francisco Narciso de Laprida, Fierro, en su "agonía laboriosa", ha pensado:... Al fin me encuentrocon mi destino sudamericano.A esta ruinosa tarde me llevabael laberinto múltiple de pasosque mis días tejieron desde un díade la niñez. Al fin he descubierto

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la recóndita clave de mis años,la letra que faltaba, la perfectaforma que supo Dios desde el principio.En el espejo de esta noche alcanzomi insospechado rostro eterno. El círculose va a cerrar. Yo aguardo que así sea." Poema conjetural", en El otro, el mismo.El adverbio infinitamente crea una atmósfera de inquietud y de ensoñación en el cuento. Ante el infinito, la realidad desaparece.Recabarren ya no puede cambiar "las cosas cotidianas" por otras. Borges considera que lo cotidiano y reiterado destruye la sucesión temporal y crea la eternidad, pues si se viven momentos iguales a los del pasado se interrumpe el fluir de las horas. De ahí que leamos: "Habituado a vivir en el presente ... ".Tiempo y espacio forman una sola dimensión infinita a través del verbo se dilataban: " ... se dilataban la llanura y la tarde ... ".La referencia al ocaso -"bajo el último sol"- también es simbólica: alude al tiempo que huye hacia la muerte. Para Borges, el ocaso "atañe doblemente a una lontananza espacial y a una perdición de las horas".El desenlace presenta la identidad del sacrificador y de la víctima. El duelo del canto VII (El gaucho Martín Fierro) se repite, pero el vencedor de aquél es ahora el vencido:... nunca me puedo olvidarde la agonía de aquel negro.Limpié el facón en los pastos,desaté mi redomón,monté despacio y salíal tranco pa el cañadón.(vs. 1237-1238 y 1249-1252)... el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás.El cuento de Borges responde, pues, al concepto de la literatura como reelaboración de la literatura *. Su contenido ya se halla en el poema hernandiano, pero -como dice Fierro- "aquí no hay imitación, / ésta es pura realidá". Indudablemente, nuestro escritor presenta otra realidad; compone -según Pedro Luis Barcia- el canto XXXIV del Martín Fierro :De las generaciones de los textos que hay en la / tierra / sólo habré leído unos pocos, / los que sigo leyendo en la memoria, / leyendo y transformando. Jorge Luis Borges

Una comparación entre “Facundo” y “Martín Fierro”

En un estudio serio de Argentina, la literatura local es sumamente importante en

comprender la situación básica del país. En la historia de Argentina, especialmente a

los fines del siglo 19, se encuentra un conflicto esencial: entre la barbaridad y la

civilización. Dos autores prominentes representan este conflicto: Domingo Faustino

Sarmiento y José Hernández representando la civilización y la barbaridad

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respectivamente. 

En “Facundo”, el trabajo de Sarmiento, se encuentra la representación liberal de la

civilización. Para él no hay campo para el gaucho ni las indígenas si están demorando

progreso y libertad. En términos de género, es muy difícil colocar su obra; es una

“historia, biografía, novela y estudio sociológico”. El progreso triunfará sobre “las

tradiciones envejecidas” en su opinión. El no se culpa a los gauchos por ser gaucho, o

en mejores palabras, las bárbaros por ser bárbaro, son simplemente un resulto de la

opresión de Rosas. Aunque no pueden controlar sus “instintos barbarízanos”, crea que

son un impedimento al progreso, entonces tuvo que destruirlos. No solo culpó a los

gauchos sino las indígenas también. Esta creencia que era compartida por muchos

pensadores liberales empezó el genocidio impuesto por el gobierno Argentino en las

Campañas del Desierto, un capítulo muy triste en la historia de ese país. 

En “Martín Fierro” por José Hernández se encuentra el otro lado de este argumento

entre la civilización y la barbaridad. Se creció en el campo y tuvo una opinión diferente

sobre la vida campesina. Se puede encontrar su opinión contra-liberal en los títulos de

algunos de sus artículos: “¿Qué civilización es la de las matanzas” en cuál afirmó “La

civilización sólo puede darnos derechos que se deriven de ella misma.” Para el gaucho

su herramienta más importante era la guitarra y el poema de Hernández captura su

canción solitaria. Está escrito en el lenguaje coloquial y aunque es una visión romántica

del gaucho, captura su situación perfectamente. Martín Fierro no es un héroe, es

simple un gaucho que viva la vida gauchesca hasta un día cuando una patrulla de

reclutamiento forzoso se ponga en el ejército. Ahí no le pagan ni le alimentan, entonces

el se deserta y se va a su hogar, pero su mujer ya se fue y no tiene nada. Es la

situación jodida del gaucho y de los bárbaros: su manera de vida destruido en el

nombre del progreso.