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ITURGIA DE LAS HORASL
Y SU PASTORAL
Mario Borello G. sdb.
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PRESENTACIÓN
Sin duda, que dentro de nuestra pastoral, la oración ha de ocupar un lugar preeminente. Especial importancia le debemos dar a la liturgia de las horas; por medio de esta oración nos unimos a la Iglesia Universal que se dirige confiada a su Señor.
La liturgia de las horas la vivieron en las catedrales y monasterios; fue la oración de obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y laicos. Hoy debe ser también nuestra oración.
Por lo dicho, nos es grato presentar este breve escrito sobre Pastoral de la Liturgia de las Horas. Son muchas las personas que habían pedido que se publicase algo al respecto.
El P. Mario Borello G. sdb. hace una presentación muy sencilla y apropiada del tema; por esto mismo consideramos que esta publicación va a ser útil para sacerdotes, diáconos, religiosos y especialmente para nuestros laicos; orientará nuestra espiritualidad y acción pastoral. En ella hay servicios litúrgicos y todos participan; existen símbolos, estructuras y otros elementos de gran riqueza espiritual y pastoral.
Que esta publicación nos ayude a conocer, estimar y practicar más y mejor la liturgia de las horas. Que esta oración tenga un verdadero sentido pastoral y nos acompañe en nuestras actividades; ellas nos sumergirá en la experiencia de Dios y nos pondrá en contacto con los diferentes sentimientos humanos. Nos ayudará a salir de nuestro subjetivismo y a conectarnos con la universalidad del Señor, de la Iglesia y de la humanidad.
+ ALEJANDRO GOIC- KARMELICAdministrador Apostólico de la Sma. Concepción
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Presidente Área Eclesial CECH
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LA LITURGIA DE LAS HORAS Y SU PASTORAL.
1.UN POCO DE HISTORIA
La oración del Pueblo Hebreo
El Pueblo Hebreo le dio siempre mucha importancia a la oración. En la sagrada Biblia encontramos a cada página bellísimas oraciones, insertas en la vida personal y en la historia comunitaria del primer Pueblo de Dios. Hay un libro bíblico exclusivamente dedicado a la oración: el Salterio.
El Deuteronomio recomienda al Pueblo orar con el "Shemá", “cuando te acuestes y cuando te levantes”: "Escucha Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es único. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas" (Dt. 6,4).
Del profeta Daniel se cuenta que, cuando el rey prohibió orar al Señor, él sin embargo, “tres veces al día, puesto de rodillas, oraba y alababa a Dios" (Dan. 6,11).
El Salmo 54 dice: "Por mi parte clamo al Señor y el Señor me librará. Por la tarde, por la mañana y al mediodía me lamento y suspiro y él oirá mí voz".
Estos tres momentos de oración estaban vinculados con la liturgia cotidiana del templo. También en las Sinagogas se observaba lo mismo. Los que no podían participar, oraban en privado; incluso por las calles y plazas.
En el templo y las sinagogas la liturgia de las horas consistían en el canto de los Salmos, en la lectura de la Biblia y en las oraciones.
También Jesús oró con estas oraciones y con esta liturgia.
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Las primeras comunidades cristianas.
Después de la Ascensión del Señor, hasta que los discípulos fueron dispersados por la persecución, éstos continuaron frecuentado con asiduidad el templo (Hech. 2,46).
Conservaron los tiempos de oración de los Judíos, como se puede percibir del libro de los Hechos. El Espíritu Santo aparece en Pentecostés durante la oración de la mañana (la hora tercia corresponde a las 09 horas); en Joppe Pedro reza a la hora sexta, es decir a las 12 horas (Hech. 10,9) ; Pedro y Juan van al templo a la hora nona, a las 15 horas, y sanan a un paralítico (Hech. 3,1).
Aunque conserven los tiempos de oración de los Judíos, los cristianos lo hacen con el nuevo espíritu aportado por Jesús.
El libro de la Didajé es el primer libro de oraciones de los cristianos. En él se enseña a sustituir tres veces al día el Shemá por el Padre Nuestro. La liturgia de hoy conserva este precepto. El Padrenuestro se ora en las laudes, en la misa y en las vísperas.
Al separarse del mundo judío, los cristianos fueron creando su propia liturgia.
Las catedrales y los monasterios.
Al llegar el siglo cuarto tenemos documentos más claros.Podemos distinguir dos tipos de oracíón de las horas: la oración de
los cristianos laicos y la oración de los monasterios.La oración popular de los cristianos se desarrollaba en las catedrales
con el Obispo y sus presbíteros y diáconos. Los fieles cantan "los salmos de la mañana" y "'los salmos de la tarde", con otros himnos y oraciones que se concluyen con la oración colecta del obispo o presbítero.
En los monasterios, en cambio, además de la mañana (laudes) y de la tarde (vísperas) se fueron estableciendo otros momentos de oración: al comenzar el trabajo (tercia), al interrumpirlo al mediodía (sexta) y luego
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a la hora 15 (nona); al acostarse las completas y en la noche los nocturnos con lecturas.
Los laicos a veces participaban con los monjes en sus horas de oración. Sucedió que también se vivieron interferencia y complementariedad entre las liturgias de las catedrales y las de los monasterios.
La historia, en realidad, es muy compleja, porque no fue uniforme en todas partes. Aquí hemos simplificado los hechos para poder comprender lo que fundamentalmente ha ocurrido .
Los tiempos de sobrecarga.
Hubo una época en que, por el deseo de orar sin interrupción, en los monasterios se produjo una sobrecarga de momentos litúrgicos.
A lo que hemos visto anteriormente, se le agregaron la hora de prima (hora 6 de la mañana), el capítulo (a las 9), la duodécima (hora 18), la hora llamada "ante-léctulum" (antes de acostarse), las “grandes completas”, etc.
En la edad media hubo también otra sobrecarga. Se le agrego el oficio de la Virgen, el oficio de los difuntos, los salmos penitenciales, las letanías de los santos...
La liturgia de las horas conoció otra degradación más considerable todavía: progresivamente fue la verdad de las horas la que se abandonó. Se rezaban las horas todas en la mañana o todas en la noche y aún se adelantaban al día anterior sin tener en cuenta su significación.
Todo esto influyó para que desde el siglo XIV esta liturgia perdiera en gran parte su carácter popular. A esto agréguese el hecho que el latín ya no era lengua hablada por el pueblo. Los laicos dejaron entonces de participar en la liturgia de las horas.
Para suplir este vacío fueron naciendo las devociones populares. El mismo rosario con sus 150 avemarías recordaba los 150 salmos. En la mañana, al mediodía y al atardecer tocaba la campana de los conventos,
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cuando los monjes iban a rezar la liturgia de las horas. Los fíeles entonces se unían a ellos rezando el "Angelus".
El Concilio Vaticano II.
Durante el transcurrir de los siglos hubo diferentes reformas que simplificaron la liturgia de las horas; pero la verdadera renovación es fruto del Concilio Vaticano II.
Ante todo se redescubre la verdad de las horas: "Siendo el fin del oficio divino la santificación del día, restablézcase el curso tradicional de las horas, de modo que éstas correspondan de nuevo a su tiempo natural" (SC 88 y 84).
El Papa Pablo VI creó una comisión, que trabajó durante siete años. Se consultaron a expertos en liturgia, en teología, en espiritualidad y en pastoral. Se pidió el parecer de todos los Episcopados, a muchos sacerdotes, religiosos y también laicos.
Finalmente el Papa aprobó la actual liturgia de las horas por medio de la Constitución Apostólica "Laudis cánticum".
La estructura actual comprende: las dos horas fundamentales las laudes (u oración de la mañana) y las vísperas (oración del atardecer). El Concilio llama a estas dos horas “quicios” o “bisagras” o“ejes” sobre los que gira el oficio cotidiano; se deben celebrar como las horas principales (SC 89).
Luego viene la hora intermedia, que según el momento en que se celebre se llamará tercia, sexta o nona.
Para terminar el día se rezan las completas.Existe finalmente el oficio de lectura. En los monasterios se celebra
a hora muy temprana, a las cuatro de la mañana. Para los demás que trabajan en pastoral, se ubica en una hora cómoda y tranquila del día, para poder meditar.
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2.TEOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD
La liturgia de las horas hunde sus raíces en la oración del Pueblo de Dios del Antiguo Testamento y que Jesús asumió e hizo suya.
Sin embargo la vida de oración de Jesús desborda ampliamente las costumbres de su Pueblo. Los evangelios señalan, a menudo, ocasiones en que Jesús se aparta de la gente para orar.
Muchas veces el Señor inculcó a sus discípulos la imprescindible necesidad de la orací6n: “oren” "oren en todo tiempo", “oren siempre sin desanimarse”, “pidan", “pidan en mi nombre”...
Después de la Ascensí6n de Jesús, se lee en los Hechos que los apóstoles y los discípulos “se mantenían unidos en oración en compañía de algunas mujeres y de María, la Madre de Jesús”(Hech. 1,14).
A medida que los discípulos aumentaban "eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la fraternidad, en la fracción del pan y en las oraciones" (Hech. 2,42).
La Iglesia sigue siendo fiel a la palabra de su Señor y se une constantemente a él en la oración.
Por eso el Papa Pío XII dice que la liturgia de las horas es el “cántico de alabanza que resuena eternamente en las moradas celestiales y que Jesucristo, sumo Sacerdote, introdujo en esta tierra".
Es una oración universal que recoge las oraciones de toda la familia humana. Aún las oraciones de las religiones que no son cristianas, encuentran aquí el cauce para llegar al Padre común.
La plegarla de cada cristiano y de cada hombre es asumida por la liturgia y unida a todo el Cuerpo de Cristo.
Esta oración está puesta en favor de todos los hombres también de los "ateos". La liturgia de las horas es Cristocéntrica porque en Cristo y
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sólo en Cristo, las religiones del hombre alcanzan su valor salvífico y su fin.
San Agustín exhorta a que "mientras celebramos la liturgia de las horas, reconozcamos nuestra propia voz en Cristo y la voz de Cristo en nosotros". Es 1a voz de la esposa que se dirige al Esposo, Cristo.
Santa Teresa de Los Andes decía: “El Oficio Divino es el grito incesante que la Iglesia eleva a Dios por el mundo”.
Descubrimos también la acción del Espíritu Santo. La unidad de la Iglesia orante es realizada por él. Nos infunde “el espíritu de hijos adoptivos y nos hace gritar ¡Abba!".
Hay también un aspecto escatológico que considerar. En los días de nuestro peregrinar en la vida terrena, por medio de la liturgia, nos aproximamos cada vez más “a aquella alabanza plena, que eternamente se tributa al que se sienta en el trono y al Cordero" (Apoc. 5,13).
Es alimento para nuestra espiritualidad. Dice Pablo VI: "La meditación debe encontrar un alimento continuo en las lecturas, en los salmos y en las oraciones"... Cuando la liturgia de las horas se convierte en verdadera oración personal, entonces se manifiestan mejor los lazos que unen entre sí la liturgia y toda la vida cristiana".
Los religiosos, consagrados al servicio de Dios, no se sentirán obligados por una ley a observar, sino más bien, por la reconocida importancia de la oración y de su utilidad pastoral y ascética.
La liturgia de las horas es propia de todo el Pueblo de Dios, pero a los presbíteros y diáconos se les confía un mandato especial, para asegurar de modo constante la oración de toda la comunidad: la Iglesia quiere mantener sin interrupción la oración de Cristo. Ellos hacen presente al buen Pastor que ora.
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En fin, esta liturgia crea en la Iglesia la unidad; alimenta la oración personal; alienta la acción pastoral y misional; es contemplación en la acción.
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3.SIMBOLISMO DE CADA UNA DE LAS HORAS
En la liturgia cada hora tiene su fisonomía propia, su espiritualidad original; unas son más importantes que otras.
Así "las Laudes y las Vísperas son el doble quicio, bisagra y eje sobre el que gira el oficio cotidiano y se deben celebrar como las horas principales" (SC. 89).
Las Laudes matutinas.
Amanece: la naturaleza se despierta a la vida; todo recobra sus colores... Esta maravilla de luz nos recuerda la aurora de la creación, cuando “se hizo la luz".
Del corazón cristiano brota la alabanza, las loas o laudes, al Creador. En este sentido hay que tomar muy en cuenta el tercero de los salmos de 1as Laudes, porque es el más característico de la hora, en que alabamos a Dios.
San Basilio de Cesarea comenta: "Alabanza de la mañana, para consagrar a Dios los primeros movimientos de nuestro espíritu, para que no emprendamos nada antes de habernos alegrado con el pensamiento de Dios, tal como está escrito: "Me acordé del Señor y me regocijé" (Sal. 76,4); y para que nuestros cuerpos tampoco se pongan a trabajar antes de haber cumplido lo que está escrito: "Dirigiré hacía ti mi oración, Señor; por la mañana escucharás mí voz; por 1a mañana me presentaré ante Ti y te veré" (Sal. 5).
En la mañana sale el sol. El Evangelio nos presenta a Cristo como "el sol que nace de lo alto" (Lc. 1,78), que realiza la profecía de Malaquías "saldrá para ustedes el sol de la justicia" (Mal. 4,2). El es "la luz verdadera que, llegando a este mundo ilumina a todo hombre" (Jn. 1,9).
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Un nuevo día significa también una vida nueva y evoca la resurrección de Jesús. Dice San Cipriano: “Hay que orar para celebrar con esta oración la resurrección del Señor”.
“¡Bendita la mañana que trae la noticiade tu presencia joven, en gloria y poderío,la serena certeza con que el día proclamaque el sepulcro de Cristo está vacío!”
Clemente Romano comenta: “El día y la noche nos ponen un ejemplo patente de resurrección: se duerme la noche, se levanta el día”.
Este fenómeno natural es también símbolo del día escatológico, la mañana sin tarde que proseguirá en la luz eterna.
Un día nuevo, un trabajo nuevo, una Vida nueva en Cristo.
Las Vísperas, oración del atardecer.
Atardece y el día va declinando. “Cuando se pone el sol, dice San Basilio, se celebran 1as Vísperas en acción de gracias, por todo lo que el Señor nos otorgó en la jornada y por todo lo que hemos logrado con acierto”.
Así como la mañana evoca la resurreccí6n, la oración de la tarde evoca la pasión del Señor.
Rezamos las vísperas con Jesús en las horas en que cenó con sus discípulos por última vez el jueves santo. En esa hora se ofreció como sacrificio vespertino: "Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde" (Sal. 140).
Es también la hora en que Jesús consumió su sacrificio en la cruz el Viernes Santo, elevando sus manos hacia el Padre. “Cuando me levanten de la tierra en alto, atraeré a todo hacia mí” (Jn. 12, 32).
En el cansancio del día buscamos reposo en Dios y nos orientamos, con esperanza, hacía la luz que no conoce ocaso.
“Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
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Al acabar el día su jornada,y, libres ya mis manos del trabajo, a hacerte ofrenda del trabajo vengo.
Señor, tú eres mi paz y mi consueloCuando las luces de este día acaban,Y, ante las sombras de la noche oscura,Mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo”.
El Oficio de Lectura.
Tiene su origen en la Vigilia Pascual, cuando nos preparamos para celebrar a Jesús resucitado, meditando las Sagradas Escrituras y orando.
Por eso este Oficio tuvo carácter nocturno y aún hoy lo conserva para los contemplativos, que lo celebran a las cuatro de la mañana.
Para todos los demás de vida activa es fundamentalmente una hora de meditación.
Consta de una lectura continuada de la Sagrada Biblia y de otra lectura de los Santos Padres, de los Papas y Concilios, o también de escritos de los Santos que se celebran o comentarios sobre su vida.
“Hijo mío, conserva mis palabrasConserva mis mandatos y vivirás”.
No es una simple lectura informativa, sino verdadera oración. Por eso comprende salmos, himnos, responsorios y oración; pues "la oración debe acompañar la lectura, a fin de que se establezca un Coloquio entre Dios y el hombre"; lo dice San Ambrosio. Por eso puede ser muy oportuno hacer la medítací6n con el oficio de Lecturas.
Las horas mayores y las horas menores.
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Hasta aquí hemos hablado de las laudes, las vísperas y el oficio de lectura. Estas tres horas se llaman horas mayores. Pasamos ahora a considerar las horas menores, es decir la hora Intermedia y las completas.
La Hora Intermedia.
La hora intermedia tiene fundamentalmente por finalidad la santificación del trabajo; orar al comienzo o en medio del trabajo: el trabajo se hace oración.
“El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad”.
Según el momento en que se celebren, toma el nombre de Tercia (las nueve), Sexta (el mediodía) o Nona (las quince horas). Ya hemos recordado las relaciones bíblicas, que estas horas evocan: tercia es la hora de Pentecostés (Hech.2,1) en la hora sexta Pedro reza en Joppe (Hech. 10.9); Pedro y Juan sanan a un paralítico en nombre de Jesús, al momento de ir al templo en la hora nona (Hech. 3,1).
Las Completas.
Las completas son la última oración del día, que se hace antes del descanso nocturno. La composición literaria de esta hora, especialmente los salmos, quieren estimular nuestra confianza en el Padre, que es protector: en paz nos acostamos (Sal. 4).
La noche con su oscuridad despierta diferentes sentimientos especialmente en la época en que no existía la luz eléctrica. Evoca el pecado: cuando Judas salió de la íntima cena "era de noche" (Jn. 13,30), también en su corazón. Además la noche evoca los peligros, las enfermedades y la muerte.
Por eso la liturgia nos invita a superar las tinieblas del pecado con la esperanza de la misericordia del Padre y con la vigilancia de parte nuestra, frente al enemigo (Completas del martes).
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Nos invita a superar el temor a la muerte con la esperanza en la resurrección (Salmo 15 del jueves).
Después de la oscuridad de la noche, nace ciertamente un nuevo día; por eso podemos abandonar "nuestro espíritu en las manos del Padre" (responsorio).
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4.PASTORAL DE LA LITURGIA DE LAS HORAS.
Los Servicios Litúrgicos
También para la liturgia de las horas, como para la misa, es bueno que haya una repartición de servicios, roles o ministerios litúrgicos, que favorezcan la participación y la dramaticidad.
Ante todo la Asamblea celebrante que, para el caso, se constituirá en dos coros, para hacer posible el diálogo.
Un hebdomadario (semanero, en griego) se encarga de organizar la oración. Será siempre discreto en dar las indicaciones pertinentes.
Uno o más salmistas entonan las antífonas, los salmos y, según el caso, proclaman algún cántico o salmo o lo dialogan entre sí. También dialogan los versículos con la Asamblea.
El lector proclama las lecturas breves o largas. El músico o instrumentista se preocupa del canto.Según las circunstancias podría haber un coro para algún canto
especial o polifonía, sin desmedro de la participación de la Asamblea.Cuando hay algún presbítero o diácono pueden desempeñar el
ministerio de presidente: introduce la liturgia con la invocación y las preces; invita a orar el Padrenuestro; proclama la oración colecta y da la bendición de envío.
Símbolos
Según las ocasiones para solemnizar la celebración, se pueden usar diferentes símbolos. El presbítero o diácono pueden presidir revestidos.
Puede colocarse el cirio Pascual u otras velas para evocar la luz.En las vísperas, por ejemplo, se puede expresar la ofrenda del trabajo
y la acción de gracias con diferentes objetos: flores, frutos, semillas, instrumentos de trabajo... aprovechar el lenguaje de las cosas.
El pan puede, evocar la eucaristía, cuando el, salmo proclama "Los alimentó con flor de harina...”
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El agua puede también ser rica de simbolismos y estar relacionada con expresiones bíblicas: la cierva que busca corrientes de agua...
Una piedra puede recordar la dureza del corazón...La cruz puede ser significativa para el día viernes.Son ejemplos. Nuestra sensibilidad estética puede sugerir discretas
y bellas expresiones.Los diferentes tiempos litúrgicos son un punto de referencia
importante.
Estructura fundamental de las horas.
Consideramos especialmente la estructura de las Laudes y de las Vísperas. La Iglesia nos quiere hacer vivenciar toda la historia de la salvación, desde el Antiguo Testamento, al Nuevo Testamento, a la historia de la Iglesia.
HIMNO
SALMOS
LECTURA BREVE
CÁNTICO delEVANGELIO
PRECES,COLECTA
BENDI-CIÓN
La Asamblease reúne
Vivencia delPrimerTestamento
Habla elProfeta o elApóstol
Es la buena Noticia deJesús
La Iglesiaora
Es el envío
El himno inicial y la invocación tienen por finalidad integrar las voces de las personas en la Asamblea. Crea el clima cálido y amable, disponiendo a la oración. Nos ubica en el tiempo litúrgico, en la fiesta o en el momento del día.
Los salmos son la experiencia del pueblo de Dios del Primer Testamento, que nosotros revivimos hoy, pero a la luz de Cristo.
En la lectura hablan los profetas o los apóstoles. En las vísperas será siempre un apóstol que habla, porque le presidió un cántico que es del Nuevo Testamento. Si hablara un profeta sería como volver atrás en la experiencia histórica de la salvación.
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Los cánticos de Zacarías, de María y de Simeón nos ubican en el gozoso anuncio de la buena noticia -evangelio- de Jesús.
Las intercesiones, el padrenuestro y la oración colecta son las expresiones de la Iglesia orante.
La hora termina con la bendición de envío, que conecta la oración con la vida y el quehacer histórico. La historia de la salvación continúa con nosotros.
Después de haber visto la estructura general, vamos a considerar cada uno de los momentos litúrgicos.
El versículo de introducción
Cada hora comienza con un versículo que es una invocación al Señor, para pedir el don de la piedad, de la oración.
Cuando al comienzo del día se inicia por primera vez la liturgia de las horas, se reza el versículo: "Señor, abre mis labios...", mientras se traza una cruz sobre los labios. Puede pensarse como una invocación al Espíritu Santo para que ore en nosotros. No sigue el Gloria al Padre.
Las demás veces el versículo es "Dios mío, ven en mi auxilio...", haciendo la señal de la cruz. Se alaba a la Trinidad con el Gloria al Padre. Se proclama "aleluya", porque siempre es pascua; menos en la cuaresma porque ella nos prepara a la pascua.
El himno
Puede cantarse antes o después del versículo de íntroducción. Cuando se canta antes, el tono es de mayor solemnidad y puede haber procesión de entrada. El cantarlo después, expresa un tono más ferial o penitencial.
El contenido del himno expresará la fiesta que se celebra o el sentido de la hora.
No debe ser un salmo. Los salmos tienen su lugar a continuación.
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Motivación
Con breves palabras se puede expresar el sentido de la hora o de la fiesta; relacionar la celebración con la vida y los acontecimientos; señalar alguna intención especial.
Hay que evitar lo exhortativo y moralizante. No es tampoco una mistagogía ni una catequesis u homilía.
Títulos y frases bíblicas
Antes de la proclamación de los Salmos, la IGLH invita a rezarlos con atención e interioridad. Para ello nos ofrece una ayuda a través de:
Los títulos de los salmos; Las frases bíblicas; Breves introducciones; Las antífonas; Los momentos de silencio; Las oraciones sálmicas.
Comentamos brevemente estos recursos pedagógicos.
El hebdomadario puede leer el título del salmo que ayuda su comprensión. También puede leer la frase bíblica junto con el título o por separado. Ella tiene por finalidad iluminar el salmo a la luz del Nuevo Testamento.
La IGLH sugiere que la frase bíblica puede ser repetida por la asamblea después de cada estrofa proclamada por el salmista, en forma responsorial. Esto puede favorecer la interpretación del salmo a la luz de Cristo.
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Breve introducción al salmo.
Puede ser un buen servicio para la oración de la comunidad preparar unas breves introducciones a cada salmo. Unas pocas líneas. Servirán para ubicar el salmo en la fiesta que se celebra o relacionarlo con la vida y los acontecimientos comunitarios o sociales. También pueden prestar el mismo servicio que las frases bíblicas, es decir iluminar el salmo con el nuevo testamento.
Las antífonas
Su uso es muy antiguo. Han sido compuestas como una ayuda para rezar mejor. Es generalmente una frase que tipifica el salmo. Por eso no deben separarse de su salmo. Tienen unidad literaria.
Hay celebraciones que tienen antífonas propias. Ellas dan un nuevo sentido y contexto al salmo. En este caso generalmente es impropio leer los títulos y las frases bíblicas.
Algunas antífonas propias de las laudes exigen unirse a los salmos festivos (primer domingo), para que no haya incongruencia entre la antífona y el salmo. Un ejemplo de incongruecia: si la antífona dice: “Celebremos con gozo el nacimiento de Santa María...” y luego el salmo dijera, “¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome ...” 11 (Sal. 12). No hay que temer la repetición de los salmos del primer domingo. Repetir es parte de la vida humana. Todas las veces que hay un cumpleaños cantamos "Cumpleaños feliz..." siempre igual y no nos aburre.
Los salmos
El salterio es el elemento base de la Liturgia de las Horas.Los salmos expresan un contenido teológico y otro antropológico
profundamente integrados.Siguen de cerca y proclaman la acción de Dios en la historia de la
salvación. Son un diálogo vivo entre Dios y su Pueblo.
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Son también hondamente humanos, porque contienen las experiencias del Pueblo de Dios y de toda persona: desde los sentimientos más sublimes, hasta la tristeza y el enojo.
Cuando los rezamos es provechoso pensar que el mismo Jesús los rezó con su pueblo, en su oración personal y desde la cruz, cuando realizaba su ofrenda como sacerdote de toda la humanidad.
También los rezaron los santos a lo largo de la historia de la Iglesia.Por lo tanto los salmos son ricos de experiencia de Dios,
experiencia humana y experiencia de santidad.Podemos recoger sus frutos, porque elevan la mente hacía Dios,
despiertan sentimientos santos, producen gratitud por los dones del Espíritu, proporcionan consuelo y firmeza en la adversidad.
El rezo de los salmos puede producir en nosotros algunas dificultades. Como cuando el salmo es de alegría y nosotros estamos tristes; o al contrarío, el salmo expresa tristeza y nosotros estamos alegres. En estos casos hay que recordar que no los rezamos exclusivamente en nombre propio, sino en nombre de Cristo y de su Iglesia.
Reconoceremos en ellos la voz del Pueblo de Dios, de los Profetas, de los Apóstoles, de los mártires... de las personas que sufren o que se alegran. Es decir realizamos el consejo de San Pablo, cuando dice. "Alégrense con los que se alegran, y lloren con los que lloran" (Rom. 12,15).
Es siempre fundamental buscar en el salmo su sentido místico: es decir lo que aconteció con Jesús. Así los salmos nos ayudan a salir de nuestra subjetividad y sintonizar con la universalidad de la humanidad y de la Iglesia, que se contiene en la persona del Señor.
Cuando hay que proclamar un salmo hay que tener presente que ellos son composiciones poéticas; son cantos como dice su nombre griego "psalmoi", que se cantan con el instrumento "psalmos". Por lo
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tanto habrá que realizarlos como conviene a la poesía, a los poemas: con alegría de espíritu, con dulzura amorosa o con sentir doloroso.
La ejecución litúrgica de los salmos
Hay diferentes maneras de ejecutar los salmos.
La forma normal y más antigua es dialogar los salmos, pausadamente, entre dos coros, que se interpelan mutuamente y van aportando sus alabanzas y súplicas a Dios, como construyendo un lindo arreglo de flores.
La otra forma clásica, también muy antigua, es la responsorial: la Asamblea repite la antífona en cada estrofa que el salmista proclama o canta. Puede ser también que se repita la frase bíblica. Esta forma es excelente para facilitar la meditación.
También se favorece la meditación cuando el salmista proclama solo todo el salmo y la Asamblea reza la antífona únicamente al comienzo y al final. El salmista expresará con el tono de la voz lo que le sugieren las palabras y siente en el corazón. Esta forma se usa solamente si el salmo está en singular y no en plural. Pero no tiene sentido que el Salmista proclame una estrofa y que la Asamblea proclame la siguiente.
Una forma dramática de proclamar los salmos es hacerlo entre varios salmistas y el coro, según lo exija el sentido de las frases. Por ejemplo, el salmo 23 se presta muy bien para este dramatismo litúrgico. A saber :
La Asamblea proclama: “Del Señor es la tierra y cuanto 1a llena, etc.”
El salmista 1 pregunta: “¿Quién puede subir al monte del Señor ? ...”
El salmista 2 le contesta: “El hombre de manos inocente...”
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La Asamblea afirma: "Este es el grupo que busca al Señor... Portones, alzad los dinteles..."
El salmista 1 vuelve a preguntar: “¿Quién es ese rey de la gloría?”
Contesta el salmista 2: “El Señor héroe valeroso...” La Asamblea pide de nuevo : "¡Portones! alzad los
dinteles..."El salmista 1 nuevamente pregunta: ¿Quién es el Rey de la gloria?".
Vuelve a contestar el salmista 2: "El Señor, Dios de los ejércitos él es el Rey de la gloria."
Otras veces sucede, como en el salmo 90, donde los dos coros dialogan normalmente entre sí: "Tú que habitas al amparo del Altísimo..." Pero a un cierto punto interviene la voz de Dios. Esto se nota por las comillas, que introducen sus palabras directas. Entonces la asamblea se calla y escucha al Salmista que proclama: "Se puso junto a mí y lo libraré..."
Al elegir estas diferentes formas de proclamación hay que fijarse en el salmo mismo. No se puede hacer de cualquier manera. Por ejemplo si el Salmo habla en plural, es mejor dialogarlo en dos coros; en cambio cuando habla una sola persona ("El Señor es mi luz y mi salvación...", Salmo 26) puede proclamarlo un salmista. Lo mismo puede ser el salmista que se dirige al coro, cuando el salmo está en segunda persona: "comerás del fruto de tu trabajo..." (Sal. 127). También puede ser en segunda persona plural: "Escuchad, pueblos la palabra del Señor" (Cántico de Jeremías, jueves 1°)
Como se ve no basta cambiar por cambiar, sino hay que fijarse con atención en el sentido del salmo. Esto exige empeño, cariño y preparación de parte del hebdomadario, para un buen servicio a la asamblea. Además no hay que exagerar en el cambio de la manera de proclamar los salmos: pretender cambiar cada uno de los salmos. Esto distrae de la oración. Con que se cambie uno de los tres es suficiente.
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Ciertamente es cosa óptima cantar algunos salmos especialmente en las fiestas: o en dos coros o en forma responsorial con un salmista solista. Para esto tomar muy en cuenta el tercer salmo de las laudes, que es el más característico como alabanza matinal.
Una forma posible es también proclamar el salmo entero todos juntos a un solo coro. Sin embargo esta forma hay que usarla con discreción porque se presta al atropello de las frases. Se empobrece el diálogo. Cansa al coro. También en este caso hay que tomar en cuenta el sentido del salmo. Por ejemplo, el salmo 150 se presta a esta modalidad porque expresa la alabanza de todos los instrumentos de la orquesta: con trompetas, arpas, cítaras, tambores, trompas, flautas, platillos... Además el salmo es breve. Lo mismo dígase del salmo 116, "Alabad al Señor todas las naciones..."
Para una buena proclainación es también importante fijarse en la puntuación y no en los versos, de otro modo se pierde el sentido de la frase.
Por último tener presente que a veces los salmos largos han sido divididos en dos o tres partes. En este caso las indicaciones de la IGLH (Introducci5n General de la Liturgia de las Horas) dicen que se puede proclamar todo seguido con una sola antífona. Por ejemplo el salmo 44 (Vísperas del lunes 2).
La doxología de los Salmos
Todos los salmos terminan con una doxología a la Trinidad: es el “Gloria al Padre…” Al respecto hay una interesante sugerencia de la Comisión Episcopal de Liturgia de Chile que dice:
“Los cánticos del Nuevo Testamento de Vísperas no son salmos. Si bien los cánticos del A.T. de Laudes pueden ser asimilados a los salmos, los del N.T. son de una estructura y contenido totalmente
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distinto. Por eso se extiende la práctica de omitir la doxología “Gloria al Padre…” al final del Cántico de Vísperas.
El “Gloria al Padre” es una doxología, es decir, una breve fórmula de alabanza a Dios. Es la fórmula que más frecuentemente se repite en la Liturgia de las Horas. Dice la IGLH, n° 123: “El Gloria es conclusión adecuada que recomienda la tradición y que da a la oración del Antiguo Testamento un sendito laudatorio, cristológico y trinitario”.
En cuanto a los cánticos del N.T., son himnos de la Iglesia primitiva que se insertaron en las Cartas Apostólicas y en el Apocalipsis. Ya son, en sí mismos, doxologías plenamente cristológicas: por eso, no es necesario añadir otra doxología trinitaria. (Se notará también que no tienen oración sálmica conclusiva como los salmos y cánticos del A.T.). A tal punto que conviene utilizarlos como cantos eucarísticos para la Exposición de Jesús en la eucaristía, cuando se une la alabanza vespertina con la adoración eucarística: después del segundo salmo, se hace la exposición, y se sigue con el cántico neo-testamentario como canto de exposición.
Sin embargo, los cánticos evangélicos de Zacarías, María y Simeón, tomados del Evangelio de la infancia de Jesús en san Lucas, concluyen tradicionalmente con la doxología, porque son de composición pre-pascual, cánticos que integran reminiscencias de los salmos o cánticos del A.T.: es el tiempo de los anuncios antes de la manifestación de Jesús como Hijo de Dios Padre, en la unidad del Espíritu. Y a estos tres cánticos evangélicos, “se concede la misma solemnidad y dignidad con que se acostumbra oír la proclamación del evangelio” (IGLH 138): de pie y con la señal trinitaria de la cruz, al inicio” (Comisión Episcopal de Liturgia de Chile).
Silencio de medítací6n. Después de la proclamación de cada salmo pueden ser oportunos
unos breves segundos de silencio, para que cada uno le repita, en silencio al Padre, la expresión que más lo ha interpretado. A veces también se puede poner en común.
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Oraciones sálmicas
Desde el siglo quinto se habla de estas oraciones. Después de cada salmo se guarda unos segundos de silencio y luego el presbítero o diácono hace la oración colecta. En su defecto lo hace un laico.
Han llegado a nosotros ricas colecciones de estas oraciones. La reforma de Pablo VI invita a aprovecharlas. Ellas ayudan a comprender bien el salmo y a darle sentido cristiano. El librito de Farnés, o de otros autores, trae una buena colección. También se pueden crear otras nuevas. Va un ejemplo para el Salmo 62 de Laudes del primer domingo:
“Creador de la luz eterna, Padre misericordioso, otorga la luz sin ocaso a este pueblo que por ti madruga; haz que nuestros labios te alaben jubilosos, que toda nuestra vida te bendiga y que nuestro día entero desde este amanecer, glorifique tu santo nombre. Por Jesucristo nuestro Señor”.
La lectura breve y la lectura larga
La lectura breve es una corta cita de los Profetas o de los Apóstoles. Ayuda a poner de relieve determinadas palabras o expresiones, a las que, tal vez, no se presta atención en una lectura más amplia de la Biblia. Son una especie de zum.
En algunas ocasiones se puede preferir una lectura más extensa. En este caso se puede ampliar, usando la misma cita bíblica de la lectura breve. También se podrá elegir otro texto del leccionario o de la Biblia, con criterio litúrgico: es decir en armonía con el tiempo, la fiesta, o el retiro espiritual...
La IGLH dice que la lectura, de las horas nunca debe ser del Evangelio (n° 158 a.). Se rompería la estructura misma de esas horas. La proclamación del Evangelio en las laudes y en las vísperas se realiza en el cántico de Zacarías o de María.
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En las laudes la lectura larga puede extraerse del antiguo testamento o también del nuevo. En cambio en las vísperas siempre será del nuevo testamento, porque viene después de un cántico, que ya es del nuevo testamento: sería ilógico volver al antiguo testamento.
A continuación de la lectura bíblica, según la ocasión, puede efectuarse una homilía o una lectura espiritual incorporada en la hora litúrgica.
También es posible y oportuno unos minutos de silencio meditativo, antes o después del responsorio, a gusto.
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El responsorio
El responsorio tiene por finalidad ayudar a transformar en oración la lectura bíblica. Por eso puede también omitirse, si se hace un minuto de silencio de oración o si hubo homilía o lectura espiritual.
Puede sustituirse con otro canto en forma responsorial (es decir solo y coro), con tal que tenga relación con la lectura o que la enlace con la vida y lo que se celebra.
El cántico evangélico
Es el momento culminante de las laudes, de las vísperas y de las completas.
La IGLH dice que estos cánticos "deben ser honrados con la misma solemnidad y dignidad con que se acostumbra oír la proclamación del Evangelio" (138). Por eso la asamblea se pone de pie y hace la señal de la cruz, como en toda proclamación evangélica.
El hebdomadario puede preparar una breve introducción que sirva de enlace con la vida.
La antífona que se usa es la señalada o también puede usarse otro estribillo con tal que tenga sentido litúrgico.
En las laudes bendecimos al Padre celestial, con el Cántico de Zacarías: porque su Hijo Jesús, más que el sol material, será el “Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.
En las vísperas con María damos gracias al Padre, por medio de su Cántico. Así lo explica San Beda, el Venerable: “Se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable costumbre de cantar diariamente este cántico de María en la salmodia de la alabanza vespertina, ya que así el recuerdo frecuente de la encarnación del Señor enardece la devoción de los fieles y la meditación repetida de los ejemplo de la Madre de Dios los corrobora en la solidez de la virtud. Y ello precisamente en la hora de
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vísperas, para que nuestra mente, fatigada y tensa por el trabajo y las múltiples preocupaciones del día, al llegar al tiempo del reposo, vuelva a encontrar el recogimiento y la paz del espíritu”.
Las preces
Con las preces de las laudes consagramos al Señor el comienzo del día y el trabajo de la jornada; con las preces de las vísperas elevamos al Señor nuestras súplicas de petición.
Hay dos maneras de ejecutarlas.Cuando el presidente invita a decir el estribillo, éste se repite a cada
invocación, proclamada por alguien de la Asamblea.Cuando el presbítero no invita a decir el estribillo, la asamblea
contesta con la segunda mitad de la invocación, que proclama algún miembro de ella.
Hay que tomar nota que en la Apéndice II del breviario hay otras preces breves para las vísperas. Puede ser útil la variedad.
El Padre nuestro
Las preces concluyen con el Padre nuestro. Así nos agregamos a la antigua tradición de rezarlo tres veces al día: en las laudes, en la eucaristía y en las vísperas.
La oración colecta
Es propia del presbítero y del diácono, cuando están presentes. De otro modo la reza el laico que guía la oración.
La bendición de envío
Los presbíteros y diáconos envían la comunidad a la misíón con la bendición. Es como en la Misa. En las fiestas y solemnidades puede ser
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con la oración del misal o con la triple invocación. Luego disuelven la asamblea con las palabras de envío.
Los laicos tienen su fórmula propia en ausencia del presbítero o diácono.
CONCLUSIÓN
A manera de conclusión podemos recordar las palabras del Papa Pablo VI: "Es verdaderamente deseable que la liturgia de las horas penetre, anime y oriente toda la oración cristiana, se convierta en su expresión y alimente con eficacia la vida espiritual del Pueblo de Díos" (Laudis Cánticum)
A veces sucederá que la liturgia nos pida superar nuestros gustos personales, para adoptar la oración de la Iglesia. Ella medita sin cesar la economía de la salvación: rehace el caminar del Pueblo del Primer Testamento y el itinerario de Cristo hasta la Pascua, y revive con los apóstoles y los santos todas las épocas de la historia, hasta que el Señor venga.
Nunca en la Iglesia faltará la liturgia que es su diálogo con Cristo. En este diálogo estamos comprometidos cada uno de nosotros, hasta que entremos a celebrar la acción de gracias eterna y beatificante en el Reino definitivo.
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APÉNDICE 1°
LOS DIFERENTES TIPOS DE OFICIO
Las solemnidades tienen todo el oficio propio. Les corresponde también la celebración de las primeras vísperas. Las completas son del domingo.
Las fiestas no tienen primeras vísperas. Las horas mayores, laudes, vísperas y el oficio de lectura, son propias. Las horas menores, la intermedia y las completas, se toman del salterio en el día de la semana que corresponde.
Las memorias obligatorias o libres dan la posibilidad de dos alternativas. Es decir: al himno, la lectura breve, el responsorio, la antífona del cántico evangélico y las preces, pueden tomarse del común de los santos o del salterio en el día de la semana correspondiente.
Los domingos y ferias se celebran en conformidad con el salterio y el propio del tiempo. Los domingos siempre tienen primeras vísperas.
APÉNDICE 2°.
EUCARISTÍA CON LAUDES
La IGLH en el n° 94 da las siguientes indicaciones:
1. En los días de feria y memorias: la acción litúrgica puede comenzar con la invocación inicial –“Señor abre mis labios…”- y el canto de entrada.
2. En los días festivos puede comenzar con el canto de entrada con la procesión y saludo del celebrante.
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En seguida se prosigue con la salmodia de las Laudes, hasta la lectura breve, exclusive. Después de la salmodia, omitido el acto penitencial y, según la oportunidad, también el “Señor, ten piedad”, se dice, si lo prescriben las rúbricas, el Gloria y el Presidente reza la colecta de la misa. Después se continúa con la liturgia de la palabra.
Las preces de las laudes se dicen en el lugar de la oración universal.Después de la comunión, se canta o proclama el Cántico de
Zacarías. Seguidamente el Presidente reza la oración para después de la comunión. Lo demás como de costumbre.
APÉNDICE 3°
EUCARISTÍA CON VÍSPERAS
La eucaristía se celebra como de costumbre hasta la oración para después de la comunión inclusive.
Dicha la oración, comienza la salmodia. Terminada la salmodia, omitida la lectura breve, se continúa con el cántico de María. En seguida se dice la oración conclusiva de las vísperas y se bendice al pueblo.
La razón de por qué las laudes se celebran antes de la eucaristía, es que ellas abren la liturgia del día. En cambio las vísperas son la hora conclusiva de la liturgia del día. Las completas son una hora a parte.
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APÉDICE 4°
VÍSPERAS CON BENDICIÓNDE JESÚS SACRAMENTADO
(En domingo)
Canto de convocación o Himno Invocación del Presidente y respuesta (Dios mío, ven en…) Motivación Salmo 1º Salmo 2º Exposición de Jesús Sacramentado de pie Cántico del N.T. de pie Lectura breve o larga: si es larga, puede ser del Apocalipsis o
alguna carta, no del AT, ni del Evangelio Silencio, Oración Personal, Homilía, Lectura Espiritual, etc. Cántico Evangélico Ahora hay dos opciones:
Luego, todo continúa igual:
Bendición con Jesús Sacramentado (Invocaciones) Canto de Envío
Preces de Vísperas Padre Nuestro Oración Colecta Adoremos Reverentes
Preces de Vísperas Padre Nuestro Adoremos Reverentes Oración Colecta
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BIBLIOGRAFIA
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, Introducción General a la Liturgia de las Horas, IGLH.
MARTIMORT A. G. , La Iglesia en oración, Edit. Herder,Barcelona, 1987.
SARTORE DOMENICO, Nuevo Diccionario de Liturgia, Ed.Paulinas, Madrid 1987.
Boletines de la COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA DE CHILE.
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Nota : Para hacer la lectura más llana, omití poner las citas de las fuentes consultadas.
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