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  1 La trama de la autono mía en el Defensor Pacis  de Marsi lio de Pa dua Gabriel Livov Universidad de Buenos Aires El Defensor Pacis, en su intención de fondo, no es un sereno tratado de ciencia política sino antes un texto esencialmente polémico, una máquina de guerra. Concebido en el marco de las batallas teóricas alrededor del conflicto de jurisdicciones entre Papa y Emperador, el texto aspira a ser un arma doctrinaria al servicio del Imperio de Luis de Baviera, un arsenal conceptual con todos sus dardos dirigidos contra la expresión ideológica de la ambición papal por hacerse fuerte en los dominios temporales: la teoría de la plenitudo potestatis. El movimiento teórico de Marsilio va a consistir esencialmente en una defensa de la autonomía e inmanencia de lo político contra toda posible intromisión trascendente. La hipótesis-guía de este trabajo sostiene que la defensa marsiliana de la autonomía de lo político se comprende en toda su riqueza y profundidad sólo si se la interpreta teniendo presentes tres niveles distintos y complementarios: un primer nivel epistemológico; otro ontológico; y un tercero político en sentido estricto. Intentamos así reconstruir el trazado general de los enlaces que genera, de los componentes que estructura y de las posiciones que ocupa la noción de autonomía en sus apariciones dentro de los varios y entramados momentos argumentativos de la red textual del Defensor Pacis. i) Nivel de la Ciencia política

Livov - La Trama de La Autonomia en El Defensor Pacis de Marsilio de Padua

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Marsilio de Padua Defensor Pacis

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    La trama de la autonoma en el Defensor Pacis de Marsilio de Padua

    Gabriel Livov Universidad de Buenos Aires

    El Defensor Pacis, en su intencin de fondo, no es un sereno tratado de ciencia

    poltica sino antes un texto esencialmente polmico, una mquina de guerra.

    Concebido en el marco de las batallas tericas alrededor del conflicto de jurisdicciones

    entre Papa y Emperador, el texto aspira a ser un arma doctrinaria al servicio del

    Imperio de Luis de Baviera, un arsenal conceptual con todos sus dardos dirigidos

    contra la expresin ideolgica de la ambicin papal por hacerse fuerte en los dominios

    temporales: la teora de la plenitudo potestatis.

    El movimiento terico de Marsilio va a consistir esencialmente en una defensa de la

    autonoma e inmanencia de lo poltico contra toda posible intromisin trascendente.

    La hiptesis-gua de este trabajo sostiene que la defensa marsiliana de la autonoma

    de lo poltico se comprende en toda su riqueza y profundidad slo si se la interpreta

    teniendo presentes tres niveles distintos y complementarios: un primer nivel

    epistemolgico; otro ontolgico; y un tercero poltico en sentido estricto.

    Intentamos as reconstruir el trazado general de los enlaces que genera, de los

    componentes que estructura y de las posiciones que ocupa la nocin de autonoma en

    sus apariciones dentro de los varios y entramados momentos argumentativos de la red

    textual del Defensor Pacis.

    i) Nivel de la Ciencia poltica

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    El momento en que Marsilio se sienta a disear los planos para la construccin de

    su impugnacin de las pretensiones temporales del Papa, se halla enmarcado por

    numerosos intentos de deslindar la constelacin de problemas propia de la ciencia

    poltica respecto de otras disciplinas1, de asignarle una rama autnoma dentro de la

    triparticin de la philosophia moralis2 y de ensayar la conformacin de una terminologa

    poltica tcnica, ms especfica y precisa. La poltica comienza a definirse y legitimarse

    como una ciencia en s misma dentro de las diversas ramas del rbol tardomedieval del

    saber, y estos movimientos de autonomizacin epistemolgica no son excntricos

    respecto del fenmeno de la recepcin medieval de la Poltica de Aristteles, sino que

    se corresponden y co-determinan mutuamente con l3.

    Marsilio no puede evitar recurrir a ciertos materiales proporcionados por la poltica

    aristotlica para disear su armamento conceptual, y el tratado marsiliano est armado

    a partir de una gran cantidad de referencias, explcitas e implcitas, al corpus

    aristotlico, referencias predominantemente diferidas hacia la discusin de

    problemticas y realidades a l contemporneas.

    Para el terico del s. XIV, Aristteles opera como eleccin epistemolgica

    fundamental, activa, que lo autoriza filosficamente a moverse estrictamente dentro de

    los confines de la razn natural autnoma. Marsilio apela no slo a una constante

    readaptacin de las doctrinas polticas aristotlicas, adecundolas mediante la

    formalizacin y la dinamizacin al anlisis poltico de su tiempo, sino que tambin hace

    suya toda una metodologa que puede adscribirse al Estagirita, principalmente

    receptada a travs del filtro averrosta. La investigacin se basa en el criterio de la

    evidencia, busca definiciones de una cosa y su contrario, hace uso del silogismo y

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    parte de razonamientos basados en la induccin. Utiliza tambin la diferenciacin

    tpicamente aristotlica de los diversos significados de un trmino para evitar

    ambigedades, basndose en la variedad de sentidos que las palabras adquieren en el

    habla de los hombres, no pautando significados por remisin a alguna autoridad bblica

    o cristiana, sino movindose en el mbito autnomo de la relacin de un significado con

    otro4.

    Ya en el primer captulo de la I dictio una decisin arquitectnica fundamental de

    Marsilio deja asentada una distincin metodolgica basilar que desde un comienzo se

    dirige contra el agustinismo poltico, que es como suele denominarse el trasfondo

    terico de la doctrina de la plenitudo potestatis papal. En DP I, i, 8, formula una divisin

    tajante entre las dos partes de su texto, entre la primera y la segunda dictio, reservando

    para la primera la demostracin por las vas encontradas por el ingenio humano y las

    proposiciones firmes y de por s evidentes, y para la segunda los testimonios de la

    Verdad eterna, de los santos intrpretes y doctores de la fe cristiana. As, en lugar de

    cruzar lo natural con lo sobrenatural, fundamentando descendentemente la legitimidad

    y haciendo filosofa poltica con textos de autoridades cristianas, Marsilio advierte que

    para afirmar la autonoma de lo temporal hay que razonar tambin temporalmente. En

    una palabra, que mtodo y contenido constituyen un mdulo inescindible. De este

    modo, la I dictio ser el espacio autnomo de la ciencia poltica, con principios propios

    y una legalidad inmanente, mientras que en la II se har teologa y eclesiologa. En

    esta misma lnea se encuentran ciertas afirmaciones5 en las que se excluye del

    conocimiento de la ciencia poltica los orgenes divinos del poder, y en las que se

    sostiene que slo puede conocerse por demostracin a partir de la humana certeza la

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    institucin propiamente humana del gobierno, la que depende de la voluntad y el

    arbitrio humanos (antecedente del principio viquiano del verum ipsum factum aplicado

    al mundo civil). Ntese aqu la remisin del mbito epistemolgico al ontolgico, de la

    ciencia a su objeto de estudio: a la ciencia poltica autnoma le corresponde una

    porcin autnoma de la realidad humana, una determinada ontologa regional6.

    ii) Nivel de la Ontologa poltica

    De la autonomizacin de la ciencia poltica se desprende, como su correlato, la

    autonomizacin del objeto de estudio.

    En estrecha conexin con la distincin metodolgica entre la dictio I y la II, Marsilio

    distingue dos tipos de vidas buenas, una temporal-intramundana-terrestre-de aqu,

    mbito cognoscible por la ciencia poltica y la razn natural, y otra celeste-eterna-

    futura-ms all, de la que la ciencia poltica no puede decir nada.

    Encontramos la distincin entre natural y sobrenatural, y vemos a Marsilio

    posicionado, en esta dictio, al interior del sector ontolgico natural7. En el marco de un

    biologicismo poltico decididamente anti-teolgico, Marsilio afirma que la civitas es

    como una naturaleza animal8, carente de cualquier vestigio de trascendencia.

    Dentro del campo de inmanencia de lo humano, Marsilio esboza una suerte de

    ontologa prctico-poltica, una delimitacin, dentro de la praxis humana, de los actos

    especficamente polticos. Las dos clasificaciones de las acciones y pasiones humanas

    que encontramos en el Defensor Pacis9 apuntan a situar la esfera estrictamente poltica

    de lo humano dentro de lo que cae bajo el dominio de la ley coactiva, el foro externo,

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    permetro relacional de los actos transitivos de los hombres que deben ser regulados

    por la parte gobernante10.

    La identificacin de lo poltico-civil con lo coactivo responde a la necesidad de

    sostener la autonoma de la esfera poltica respecto del gobierno espiritual, que de este

    modo no sera propiamente un gobierno ya que los preceptos que emanan de l

    careceran de poder coactivo.

    El momento mismo de elaboracin de la ley pertenece en rigor al campo de lo

    humano, en tanto no hay revelacin alguna que dicte desde el cielo los contenidos de

    las normas civiles, sino que son necesarias para su confeccin la observacin y la

    experiencia11. La ley es fruto de una ciencia poltica colectiva que determina lo justo y

    lo til en las cosas civiles12. En la ley, oculus ex multis oculis, saber de la multitud,

    cristaliza el conocimiento y la prudencia poltica de numerosas generaciones, un

    proceso de construccin colectiva que requiere tiempo13, un desarrollo que es gradual y

    perfectible y que por esto excluye la dimensin instantnea y eterna de la ley divina,

    promulgada perfecta de una vez y para siempre.

    Recortndose de la tradicin del agustinismo poltico, donde la ley era un don de

    Dios, Marsilio distingue entre ley humana y ley divina, localizando la sede del poder

    coactivo en el legislador humano. La ley se elabora en la esfera de lo humano (aspecto

    material de la ley) y vuelve coactivamente sobre l (aspecto formal de la ley) sin haber

    pasado por ninguna instancia ontolgica trascendente que le otorgue una sancin

    sobrenatural.

    iii) Nivel de Legitimacin de la autoridad poltica. Nivel propiamente poltico

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    La funcin de la civitas (que ya en Marsilio podemos traducir como Estado) dentro

    del universo de discurso de la tesis de la plenitudo potestatis papal estaba inscripta

    dentro del plan de salvacin, por lo que su misma existencia tena una justificacin

    trascendente, y su fin estaba orientado hacia la vida futura. El Estado o el Imperio

    seran el correctivo del pecado original de los hombres.

    Apropindose de terminologa y conceptos aristotlicos, Marsilio coloca a la civitas

    dentro del mbito de lo natural, y la dota de un fin propio, autnomo, dentro de la esfera

    intra-humana, distinguindose de la teleologa divina que se arrogaba la plis

    agustiniana.

    Desde una mirada exterior y negativa, la autonoma de la civitas aparece

    caracterizada como autonoma respecto de cualquier poder externo. En este sentido,

    ella depende del mantenimiento del orden y de la paz, orden que est determinado por

    la armona de las diferentes partes de la plis, bajo el principio de especializacin de

    las funciones. Las partes de la comunidad poltica deben cumplir la funcin que les es

    propia y evitar el quiebre de la armona social, de cuya desaparicin resulta la

    reduccin a esclavitud de los ciudadanos por opresores extraos.

    El filsofo de Padua apela a este organicismo poltico de cuo aristotlico no slo

    para garantizar la autonoma de la civitas respecto de cualquier potencia extranjera,

    sino tambin para subsumir lo eclesistico dentro del compuesto orgnico-poltico. El

    estar encargado del culto de Dios no es ms que otra funcin de las tantas dentro de la

    civitas14, y por lo tanto, debe respetar su rol en el interior de la diferenciacin social, sin

    pretender un lugar ms importante del que le fue asignado.

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    Pero Marsilio no se limita a indagar este aspecto, digamos, exterior de la autonoma,

    sino que se preocupa por atravesar positivamente sus caminos internos, y, como la

    herencia aristotlica marca, el corazn de lo poltico, sus principios fronticos

    vertebradores se manifiestan en el momento central de la ley.

    De lo que se trata, entonces, para Marsilio, es de determinar quin establece la ley y

    de qu modo.

    Habamos ya indicado respecto del nivel i) que la elasticidad y perfeccin material de

    la ley dependen de su creacin colectiva a lo largo del tiempo, como resultado de una

    ciencia poltica acumulada y refinada a travs de sucesivas generaciones, que ningn

    intelecto individual podra jams producir por s solo15.

    Correlativamente con esta visin holstica del conocimiento poltico, que el Paduano

    hace descansar en la mxima de derecho romano de que lo que a todos concierne, por

    todos debe ser tratado16, Marsilio funda tambin su concepcin de la autonoma poltica

    sobre una perspectiva totalizante. Para Marsilio, desde el momento en que se

    considera la comunidad como el todo que engloba a las distintas partes, no puede

    afirmarse la preminencia legtima de una parte sobre las otras en la institucin de la ley

    y de la parte gobernante, ya que en ese caso tendramos que el todo estara regido

    heternomamente por la tirana de una de sus partes.

    La autonoma de la comunidad poltica tiene como condicin de posibilidad el hecho

    de que la ley tiene el consenso de la totalidad de los ciudadanos, y fcilmente

    cualquier ciudadano la guardara y la tolerara, porque es como si cada cual se la

    hubiera dado a s mismo17.

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    Marsilio afirma que la ley dada despus del examen y de la aprobacin de la multitud

    entera de los ciudadanos es una ley que parece ser la que cada cual se ha impuesto a

    s mismo, ley legtima, tratamiento de la legitimidad en el umbral de la auto-noma.

    Slo hay autonoma cuando hay soberana popular y slo hay soberana popular

    cuando se realiza la autonoma: crculo argumentativo entre dos ficciones legitimatorias

    que se sostienen recprocamente en la misin de separar las aguas del papado y el

    imperio, en cuanto momentos de afirmacin de la independencia del gobierno temporal

    respecto de lo espiritual.

    Consideraciones finales

    Finalizamos as el trayecto por la trama del discurso de la autonoma en el Defensor

    Pacis, luego de haberla recorrido en sus tres hilos centrales.

    Si nos interes el proceder terico de Marsilio fue en tanto movimiento complejo de

    fundamentacin, estrategia general en tres frentes, diferentes y articulados entre s,

    que se cimentan y sostienen recprocamente.

    As, contra los que acusan a Marsilio de cierta falta de originalidad en su uso del

    vocabulario filosfico, slo remarcar que su esfuerzo terico apunta ms a la

    instauracin de un plano antes que a la creacin de conceptos, replanteo necesario

    para hacer frente a las monumentales catedrales tericas elaboradas por la inteligencia

    de Roma, para configurar de modo distinto el campo de batalla. Por lo dems,

    movimiento terico constitutivamente polmico, en el que la poltica de la escritura

    resulta la continuacin de la guerra por otros medios.

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    Bibliografa Primaria The Defensor Pacis of Marsilius of Padua, edited by C.W. Previt-Orton, Cambridge,

    University Press, 1928. MARSILIO DE PADUA, El defensor de la paz, trad. cast. de L. Martnez Gmez,

    Tecnos, Madrid, 1989. Secundaria ARISTTELES (1970): Poltica, edicin bilinge y trad. cast. J. Maras y M. Araujo,

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    CASTELLO DUBRA, J., CANGIANO, E., ALIBERTI, A., (1997): La soberana popular

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    ULLMAN, W., (1985): Principios de gobierno y poltica en la Edad Media, Alianza,

    Madrid. WIELAND, G.: La recepcin de la Poltica aristotlica y el desarrollo del concepto de

    Estado en el tardo medioevo segn la concepcin de Toms de Aquino y Marsilio de Padua, (ponencia indita).

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    Notas

    1 Miethke, J., (1995): Seoro y libertad en la teora poltica del s. XIV, en Patristica et Mediaevalia XVI, p 9. 2 Bertelloni, F., (1995): Presupuestos de la recepcin de la Poltica de Aristteles, en Dominguez, F., Imbach, R., Pindl, T., et Walter, P., (eds): Aristotelica et Lulliana, Steenbrugis, Martinus Nijhoff International, The Hague, pp. 46-47. 3 Dentro de los comentadores del pensamiento poltico del filsofo de Padua que hemos podido consultar, la asimilacin marsiliana de Aristteles constituye un problema insuficientemente abordado. De Lagarde [Lagarde, G. De, (1948): La naissance de lesprit laque au declin du moyen age, Vol. II: Marsile de Padoue ou le premier thoricien de lEtat laque, Pars, pp. 154-155, 199] se afana en mostrar la distancia de las tesis de Marsilio respecto de lo afirmado por el Estagirita, acusando al Paduano de discpulo infiel y reprochndole que invoque tanto a Aristteles sin haberlo realmente comprendido. Por su parte, Quillet realiza un interesante examen del aristotelismo averrosta en el que habra abrevado Marsilio, pero ms all de esta reconstruccin, afirma que, en realidad, Aristteles es un obstculo para entender a Marsilio: el Paduano habla inevitablemente el lenguaje aristotlico de su tiempo, vive un trasfondo cultural aristotlico que lo obliga a permanecer bajo su autoridad, pero para decir cosas que nada tienen que ver con el filsofo griego; segn Quillet, si Marsilio se hubiera podido substraer al argot aristotlico dominante, hoy podramos comprender mucho mejor lo que tena l para decir [Quillet, J., (1970): La philosophie politique de Marsile de Padoue, Pars, pp. 51, 52, 57, 59]. Battaglia combina ambiguamente ciertas aproximaciones que nos parecen atinadas con la consideracin de fondo de que las formas de razonar y las doctrinas aristotlicas que con frecuencia aparecen en el Defensor Pacis son ropajes eruditos y convencionales, muertos y sin fuerza alguna [Battaglia, F., (1928): Marsilio da Padova e la filosofia politica del Medio Evo, Felice le Monnier, Firenze, pp. 53-54]. 4 DP I, ii, 2 (P-O 7, 9-26); DP I, x, 3 (P-O 37, 18 - 38, 14) [Citamos segn la edicin en latn de Previt-Orton (P-O), nmeros de pgina y nmeros de rengln.] 5 DP I, ix, 2 [P-O 48, 1-11]; DP, xii, 1 [P-O 31, 7-10]. 6 Cf. DP I, iv, 3 (P-O 12, 26-29). 7 Es importante tener en cuenta, en este punto, el cambio de perspectiva que Ullman [Ullman, W., (1960): Algunas observaciones sobre la evaluacin medieval del homo naturalis y el christianus, en LHomme et son destin, Louvain] hace notar respecto del hombre y de lo natural con el reingreso de los textos aristotlicos en Occidente: de una concepcin que haca hincapi en el homo christianus, renacido de la carne en virtud del bautismo, y de este modo participante de los atributos divinos (doctrinas paulistas y agustinianas), se pasa a una orientacin naturocntrica que concibe al homo en su autonoma, en su naturalidad, y no ya dependiendo de lo sobrenatural. 8 DP I, ii, 3 (P-O 8, 1-2). 9 La de DP II, viii (P-O 178-186) ms claramente que la de DP I, v, 4 (P-O 16, 13-29). 10 Actos que son referidos en trminos de actus civiles humani DP I, x, 1 (P-O 36, 21-37), politici seu civiles hominum actus DP I, x, 2 (P-O 37, 17) o directamente civilia DP I, xi, 3 (P-O 44, 8). 11 Marsilio se retrotrae a las consideraciones sobre la ley de la Retrica aristotlica para fundamentar este punto. 12 DP I, xi, 3 (P-O 44, 6-8).

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    13 DP I, xi, 3 (P-O 42, 14-25). 14 DP I, iv, 4 (P-O 14, 3-4). 15 unus solus homo, nec fortasse unius aetatis homines invenire aut retinere possent omnes actus civiles determinatos in lege [DP I, xi, 3 (P-O 41, 28- 42, 2)]. La verdadera dimensin del conocimiento poltico aparece como colectiva, y se da en el seno de la comunidad, dentro de la cual todo hombre tiene entendimiento y juicio para las cosas prcticas. El compuesto de los ciudadanos posee un juicio ms completo y acertado que el de cualquier individuo tomado aisladamente, dentro del optimismo holstico marsiliano segn el cual en el todo se corrigen los defectos de las partes [DP I, xiii, 4 (P-O 57, 14-16)]. En las cosas de mayor importancia en poltica, esto es, en las elecciones de las que depende el destino de la comunidad, no puede sino participar la totalidad de los ciudadanos, la multitud, porque el todo es mayor que su parte tanto en el hacer como en el discernir [DP I, xiii, 4 (P-O 57, 5-6]. 16 quod omnes tangit ab omnibus debet tractari. 17 DP I, xii, 6 (P-O 52, 20-24); trad. cast.: 57; subrayado nuestro.