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1 PAISAJES DE GRECIA EN WALTER BENJAMIN Prof. Gabriel Livov Sección de Filosofía Antigua Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires “La verdadera imagen del pasado pasa fugazmente. El pasado puede ser aferrado sólo como imagen que relampaguea en el instante de su cognoscibilidad para no ser vista ya más” (W. Benjamin, Sobre el concepto de historia, tesis V) “La tradición, fábula errante que se recoge, entrecortada como el viento entre las hojas” (Victor Hugo, La fin de Satan, citado por Benjamin en Passagenwerk N8, a2) Numerosos fragmentos de Grecia se hallan diseminados a lo largo de la obra de Benjamin: fragmentos filosóficos, pero también referencias a la tragedia, la épica y la lírica, remisiones a la arquitectura, a las formas artísticas, a la historiografía, notas acerca del derecho y la mitología, de la economía y de la sociedad. Dado que a su vez nos enfrentamos a una obra que de por sí es fragmentaria, y para que este mosaico de citas fragmentarias no devenga rapsodia de alusiones inconexas, como correlato de lo cual resultaría imposible constituir más o menos coherentemente ciertos paisajes de Grecia, adoptaremos como principio organizador del material textual el motivo benjaminiano de la crisis contemporánea de los espacios de la tradición, en tanto espacios heredados, habituales, en sucesión acumulativa y transmitidos bajo la forma de la continuidad. El problema que emerge dentro de este marco epocal, ante la crisis general de las legitimidades tradicionales, consiste en pensar cómo tiene lugar la apropiación de la tradición del helenismo, qué legitimidad otorgarle al espacio griego en tanto “Antigüedad clásica”, cómo operan los paisajes de Grecia en el siglo de la técnica. Precisamente a partir de aquí comenzaremos el recorrido de la presente comunicación, desde el diagnóstico de una crisis cultural que halló en la época de la Alemania de entreguerras

Livov - Paisajes de Grecia en Walter Benjamin

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Benjamin Grecia

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    PAISAJES DE GRECIA EN WALTER BENJAMIN Prof. Gabriel Livov Seccin de Filosofa Antigua Facultad de Filosofa y Letras Universidad de Buenos Aires

    La verdadera imagen del pasado pasa fugazmente. El pasado puede

    ser aferrado slo como imagen que relampaguea en el instante de su cognoscibilidad

    para no ser vista ya ms (W. Benjamin, Sobre el concepto de historia, tesis V)

    La tradicin, fbula errante que se recoge,

    entrecortada como el viento entre las hojas (Victor Hugo, La fin de Satan,

    citado por Benjamin en Passagenwerk N8, a2)

    Numerosos fragmentos de Grecia se hallan diseminados a lo largo de la obra de Benjamin:

    fragmentos filosficos, pero tambin referencias a la tragedia, la pica y la lrica, remisiones a la

    arquitectura, a las formas artsticas, a la historiografa, notas acerca del derecho y la mitologa,

    de la economa y de la sociedad.

    Dado que a su vez nos enfrentamos a una obra que de por s es fragmentaria, y para que

    este mosaico de citas fragmentarias no devenga rapsodia de alusiones inconexas, como

    correlato de lo cual resultara imposible constituir ms o menos coherentemente ciertos

    paisajes de Grecia, adoptaremos como principio organizador del material textual el motivo

    benjaminiano de la crisis contempornea de los espacios de la tradicin, en tanto espacios

    heredados, habituales, en sucesin acumulativa y transmitidos bajo la forma de la continuidad.

    El problema que emerge dentro de este marco epocal, ante la crisis general de las legitimidades

    tradicionales, consiste en pensar cmo tiene lugar la apropiacin de la tradicin del helenismo,

    qu legitimidad otorgarle al espacio griego en tanto Antigedad clsica, cmo operan los

    paisajes de Grecia en el siglo de la tcnica.

    Precisamente a partir de aqu comenzaremos el recorrido de la presente comunicacin,

    desde el diagnstico de una crisis cultural que hall en la poca de la Alemania de entreguerras

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    su campo privilegiado de visibilidad, en el clima intelectual de la Repblica de Weimar, signado

    por el eclipse de los valores heredados de la tradicin moderna y por la ruina de los sueos

    decimonnicos. Inmerso en esta turbulenta atmsfera de ideas, Benjamin enlaza los tpicos de

    la tcnica, de la Primera Guerra Mundial y de los tiempos acelerados de la modernidad para

    pensar el ocaso de la tradicin y la destruccin de la experiencia. A continuacin se considera a

    la tradicin clsica como matriz que hace posible la determinacin diferencial de las miserias

    del presente. Se inscribe luego el tratamiento de la tradicin en el marco de la concepcin

    hebraica de la temporalidad, a la que Benjamin convoca en el esbozo de un nuevo concepto de

    historia, adecuado a la vivencia del tiempo propia del siglo XX. Por ltimo, situamos la

    dimensin del instante que articula su filosofa de la historia como base conceptual del

    emplazamiento de los paisajes griegos como escenarios de una racionalidad sin races que

    acontece en las intermitencias de la tradicin.

    * * *

    En el final de Calle de direccin nica, el pensador alemn traza una sugestiva comparacin

    entre la Antigedad y la moderna era de la tcnica: sta ltima habra perdido la inmediatez de

    la experiencia de comunin con el cosmos, prdida que habra tratado de compensar en el

    curso de la movilizacin de la Primera Guerra Mundial, mediante un

    intento por celebrar nuevos e inauditos desposorios con las potencias csmicas. Masas humanas, gases, fuerzas elctricas fueron arrojadas a campo raso, corrientes de alta frecuencia atravesaron el paisaje, nuevos astros se elevaron al cielo, el espacio areo y las profundidades marinas resonaron con el estruendo de las hlices y en todas partes se excavaron fosas de sacrificio en la madre tierra. Este gran galanteo con el cosmos se realiz por primera vez a escala planetaria, es decir, en el espritu de la tcnica. Pero [] la tcnica traicion a la humanidad y convirti el lecho nupcial en un mar de sangre1. Lejos de las promesas de prosperidad que auguraban las mentes positivas del siglo XIX,

    la maquinizacin de la muerte producto de la movilizacin tcnica de la Gran Guerra inaugura

    una pobreza del todo nueva para el hombre que vuelve de las trincheras, pobreza de

    experiencia, que el pensador alemn califica de especie nueva de barbarie2. Nuestra miseria

    como sujetos modernos coincide con que se nos sustrajo la capacidad de intercambiar

    experiencias: ante la configuracin tcnica de la vida cotidiana, la experiencia est en trance de

    1 DU: 97. [Las obras de Benjamin aparecen citadas segn siglas que se aclaran en la bibliografa]. 2 Experiencia y pobreza, en DI: 168-169.

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    desaparecer3. La nica experiencia que parece sobrevivir orbita en torno al desarraigo

    corporal:

    Una generacin que haba ido a la escuela en tranvas tirados por caballos estaba parada bajo el cielo en un paisaje en el cual solamente las nubes seguan siendo iguales, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas de corrientes destructivas y explosiones, estaba el frgil y minsculo cuerpo humano4. La experiencia a la que Benjamin se refiere se enuncia en alemn con el trmino

    Erfahrung, cuyo equivalente verbal erfahren (experimentar) se conecta etimolgicamente con el

    verbo fahren (viajar) y evoca un conocimiento en trminos de trnsito e itinerario, un

    experimentar que cristaliza luego de un proceso5; un provenir de (ex) y un ir a travs de

    (per-ientia) (ex-per-ientia)6. La experiencia como Erfahrung, cuya crisis seala Benjamin, consiste

    en la sedimentacin progresiva de la memoria, coincide con una apropiacin que resulta de una

    dotacin de sentido de los sucesos biogrficos a travs de una elaboracin y una asimilacin, y

    que se produce por inclusin de los tejidos vivenciales en una trama habitualizada.

    El nuevo sustituto de la Erfahrung es la mera vivencia, la Erlebnis, la intuicin inmediata y

    puntual, en cuya emergencia halla Benjamin la cifra de la destruccin tcnica de la experiencia,

    impuesta por los ritmos de la mquina en la experiencia hostil enceguecedora de la gran

    industria, correspondiente a la afirmacin de la percepcin por shocks que en la ciudad

    sufre el transente en medio de la multitud y que conoce tambin el obrero al servicio de

    las mquinas7.

    El conflicto entre Erfahrung y Erlebnis es el campo de manifestacin de una discordancia

    de fondo entre el tiempo de las sociedades tradicionales (cualificado, vinculado con una

    duracin intergeneracional, con la transmisin de un patrimonio compartido, con el espesor de

    la memoria colectiva) y el tiempo aceleracin de la civilizacin tcnica (instantneo, puntual,

    yuxtapuesto, fragmentado, discontinuo, de novedad incesante, de recepcin abstracta, que hace

    imposible la constitucin misma de un legado y que reduce la experiencia a una coleccin

    impersonal de impresiones aisladas entre s). La velocidad del tiempo moderno impide la

    consolidacin cultural de las experiencias, corroe los cimientos del recuerdo, fractura la

    continuidad de la tradicin, lesiona el fundamento de las habitualidades, torna abstracta e

    3 El narrador. Consideraciones sobre la obra de N. Leskov, en SPF: 189. 4 Experiencia y pobreza, en DI: 169. 5 Cf. Koselleck, 2001: 36. 6 Cf. Agamben, 2001: 42.

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    incualificada la recepcin subjetiva de la historia, abrevia drsticamente los espacios de la

    Erfahrung hasta disolverlos en las intermitencias de la Erlebnis.

    En el origen de este profundo diagnstico cultural podemos introducir una primera

    aparicin de Grecia, en tanto matriz que hace posible la determinacin diferencial de las

    miserias del presente.

    En el artculo El narrador, dedicado a la obra de Nicolai Leskov, se sita la posibilidad de

    un saber artesanal de la narracin, ese saber expropiado por la vivencia del tiempo de la edad

    abstracta del mundo de las mquinas, en la musa Mnemosyne, que era para los griegos la musa

    de lo pico, de quien dependa el recuerdo que establece la cadena de una tradicin que

    mantiene de generacin en generacin lo sucedido8. El tejido de recuerdos es caracterizado

    como la tela de Penlope de la rememoracin, y de ella depende la concepcin elegaca de

    la felicidad, que convierte a la existencia en el bosque encantado de la memoria9. Ante el

    vrtigo de las sociedades de la informacin, en las que cada maana se nos informa sobre las

    novedades del planeta y sin embargo, somos pobres en historias singulares, se presenta la

    persistencia casi mgica del arte de narrar, en el que los antiguos eran maestros, Herdoto a la

    cabeza10:

    El mrito de la informacin pasa en cuanto deja de ser nueva. Ella slo vive en ese momento. Debe entregarse a l y explicarse sin perder tiempo. Pero con el relato sucede otra cosa; l no se agota, sino que almacena la fuerza reunida en su interior y puede volver a desplegarla despus de largo tiempo []. Se parece a las semillas que durante miles de aos estuvieron hermticamente cerradas en las cmaras de las pirmides y conservaron su fuerza germinadora hasta hoy11.

    En El origen del drama barroco alemn, se opone el teatro griego, determinado por su

    carcter de culto, con su base en la idea de sacrificio y su potica en la doctrina aristotlica

    de los efectos trgicos, influida por la teora de la purificacin de los misterios12, al Trauerspiel

    barroco, definido por una separacin entre teatro y vida nsita en la nocin central de

    alegora, que vive en abstracciones13 (y en cuanto abstraccin parece ser la armadura de lo

    7 Sobre algunos temas en Baudelaire, en SPF: 90, 107, 108-109. 8 El narrador, en SPF: 196, 201, 202. 9 Para una imagen de Proust, en SPF: 240-241. 10 El arte de narrar, en CP: 151. 11 Ibid.: 152-153. 12 ODB: 46, 95. 13 Ibid.: 231.

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    moderno14), en la que se pierde la conexin naturaleza/historia, por lo que la historia ha

    quedado reducida a una presencia perceptible en la escena15.

    La felicidad del hombre antiguo, que en la inocencia ingenua, grande, vive en contacto

    directo con todas las fuerzas y las formas del cosmos, y encuentra sus propios smbolos en la

    pureza, en la fuerza y en la belleza de la forma, se transmuta en el hombre moderno en un

    alma que no sabe nada de la naturaleza, que se avergenza de su estado [] y se odia a s

    misma con una actividad continua, coartando articialmente sus propios sentimientos16.

    En el clebre ensayo La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica, el concepto

    central de aura, eje vertebrador de la crtica, es establecido en funcin de la experiencia griega

    del arte. Entre los griegos, casi todas las obras eran irrepetibles y no se prestaban a

    reproduccin tcnica alguna17. Una estatua antigua de Venus [] estaba en un contexto

    tradicional entre los griegos, que hacan de ella objeto de culto18. El aura, entendida como

    valor cultual de la obra de arte, se desintegra con el predominio de la moderna tcnica

    reproductiva, que desvincula lo producido del mbito de la tradicin, causando la

    conmocin, la liquidacin del valor de la tradicin en la herencia cultural19. Los efectos de

    las tecnologas reproductivas del arte sobre la percepcin determinan una recepcin dispersa, y

    ocluyen la posibilidad de adentrarse, de sumergirse en la obra20. Este cambio en la recepcin de

    la obra de arte se muestra de modo manifiesto en el teatro de Brecht, centrado en torno a la

    interrupcin, el shock y la discontinuidad de las secuencias dramticas, en las que desaparece

    la ktharsis aristotlica y se busca provocar asombro, no compenetracin21. En este sentido

    Benjamin sentencia: en el pas de la tcnica, la visin de la realidad inmediata se ha convertido

    en una flor imposible22. Todo pasa ahora por las mediaciones de la sociedad del espectculo:

    La humanidad, que antao, en Homero, era un objeto de espectculo para los dioses olmpicos, se ha convertido ahora en espectculo de s misma. Su autoalienacin ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destruccin como un goce esttico de primer orden23.

    14 Zentral Park en CP: 202. 15 ODB: 170. 16 La felicit delluomo antico, en MG: 159. 17 La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica, en DI: 19. 18 Ibid.: 25. 19 Ibid.: 22-23. 20 Ibid.: 54. 21 TB: 36, 64. 22 La obra de arte op. cit.: 43. 23 Ibid.: 57.

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    Paisajes de Grecia aparecen as como lugares de enunciacin de la crtica, como

    autnticas condiciones originarias de visibilidad, contra las cuales resaltan las fuerzas que

    escinden al sujeto de la corriente clida de la experiencia (comunitaria pero tambin sagrada) de

    las estructuras de la tradicin. No parece posible la apropiacin de lo nuevo por medio de una

    inclusin en un complejo experiencial cristalizado (Erfahrung) que entreteja las diferentes

    vivencias (Erlebnisse): si obtener experiencia de algo significa quitarle su novedad, neutralizar

    su potencial de shock. En la poca del imperio de la mercanca y de la novedad, un hombre

    al que se le ha expropiado la experiencia se expone sin ninguna defensa a la recepcin de los

    shocks, momento de eclipse y suspensin de la experiencia24.

    Pero si bien Grecia es matriz que hace posible el enjuiciamiento de lo existente25, no

    aparece sin embargo proyectada sobre el futuro como utopa a realizar. En esto se separa

    nuestro filsofo de la tradicin romntica clsica, y aunque recupere de ella cierto germen

    anticapitalista de raigambre preindustrial (que puede hallarse alrededor de esos aos tambin en

    el Bloch de Espritu de la utopa y en el Lukcs de la Teora de la novela), no existe aqu la idea de

    retornar a una armona originaria (Lukcs), ni siquiera bajo la forma de la direccionalidad de la

    utopa (Bloch): por el contrario, se da en Benjamin el reconocimiento de la irreversibilidad de

    los efectos de la tcnica, frente a los cuales no cabe plantearse un salvataje general de los

    espacios de la tradicin, sino elaborar un nuevo concepto de historia que est a la altura de las

    circunstancias.

    Para la conformacin de un nuevo concepto de historia adecuado a las experiencias

    contemporneas del tiempo y en polmica con las historiografas tradicionales centradas en la

    idea de progreso lineal, el pensador alemn convoca la concepcin hebraica de la temporalidad,

    que se enlaza singularmente con su materialismo histrico. Contra la continuidad uniforme y

    acumulativa del tiempo de la historiografa del siglo XIX, cobra fuerza una visin mesinico-

    24 Agamben, 2001: 55. 25 La utilizacin de Grecia como perspectiva desde la cual se hace visible la falsedad existente de la civilizacin capitalista tie a la crtica benjaminiana de una clara tonalidad diacrnica, frente a las clsicas diatribas de la tradicin marxista contra la alienacin de la experiencia del obrero que resulta de la inabarcable diferenciacin de funciones. Al privilegiar, dentro del rechazo de la expropiacin de la experiencia, los modos de habitar el tiempo, las formas de la memoria y las metamorfosis de la tradicin, la alienacin del sujeto de Benjamin se reconoce en todas las zonas de lo social, y no queda por lo tanto subsumida dentro del mbito de la produccin, lo que reductivamente podra agotarse dentro de la esfera econmica. La expropiacin de la experiencia, por lo tanto, no tiene un punto de localizacin economicista, en la prdida del saber orgnico del artesano virtuoso, con lo cual la crtica dependera de la experiencia de una determinada clase (horizonte del marxismo clsico), sino que la denuncia de las miserias del modo de produccin capitalista encuentra su anclaje vital en la universal experiencia cotidiana del tiempo del siglo XX occidental, tiempo de las mquinas, velocidad de las ciudades, tiempo de la sociedad de la informacin.

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    revolucionaria de la historia, para la que la temporalidad procede de modo discontinuo y en la

    que todo avance hacia la meta (el advenimiento final del reino de los cielos, la Parusa) es ledo

    en trminos de salto en direccin al futuro, que aporta la novedad desde afuera, desde una

    exterioridad irreductible a desplazamientos cuantificables y uniformes26. La interrupcin

    mesinica del acontecer consiste en hacer saltar una determinada poca del decurso

    homogneo de la historia27. La experiencia juda del tiempo gira alrededor de un tiempo pleno

    en el que cada segundo es la pequea puerta por donde puede entrar el Mesas28.

    El concepto fundamental de esta nueva concepcin de la temporalidad es el tiempo-

    ahora (Jetzt-Zeit), en el que estn regadas astillas del tiempo mesinico y resume en

    descomunal abreviatura la historia de toda la humanidad29. En contraposicin con la

    representacin de un progreso del gnero humano en la historia, que no puede ser disociada

    de la representacin de su marcha recorriendo un tiempo homogneo y vaco30, la Jetzt-Zeit, el

    tiempo-ahora, constituye un presente que no es trnsito, sino en el cual el tiempo est fijo y

    ha llegado a su detenimiento31. Esta vivencia intensiva y pletrica del instante se relaciona con

    la tradicin bajo la forma de la construccin, partiendo del presupuesto bsico de la

    discontinuidad histrica:

    Articular histricamente el pasado no significa conocerlo tal como verdaderamente ocurri. Significa apoderarse de un recuerdo tal como ste relampaguea en un instante de peligro. Al materialismo histrico le concierne aferrar una imagen del pasado tal como sta sobreviene de improviso al sujeto histrico en el instante de peligro. [] En cada poca ha de hacerse el intento de ganarle de nuevo la tradicin al conformismo que est a punto de avasallarla. [] Tampoco los muertos estarn a salvo del enemigo cuando ste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer32.

    La tradicin se entiende como una batalla que hay que librar a cada instante, que hay que

    refundar continuamente para rescatar la imagen fugaz del pasado33, para sustraer la memoria de

    los muertos a la neutralizacin de que es objeto a manos de los vencedores de la historia.

    Frente a quienes postulan la imagen eterna del pasado, el materialista histrico opone una

    26 M. Lwy caracteriza detalladamente esta concepcin escatolgica de la historia, adscribindola a la generacin intelectual (que l nuclea en torno al concepto de judasmo libertario) de la Mitteleuropa de la primera mitad del siglo XX y oponindola al paradigma de las filosofas del progreso y de la temporalidad continuista. Cf. 1997: 199-206: El mesianismo histrico. 27 Sobre el concepto de historia, tesis XVII, en DS: 64. 28 Ibid., Apndice B: 66. Para los nexos de Benjamin con el mesianismo hebraico, vase Consigli, 1986. 29 Sobre el concepto de historia, tesis XVIII y Apndice A. DS: 64-65. 30 Ibid., tesis XIII. DS: 60. 31 Ibid., tesis XVI. DS: 62-63. 32 Ibid., tesis VI. DS: 51.

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    experiencia con ste que es nica34, ilustrada por los revolucionarios franceses de 1789, que al

    atardecer disparaban contra los relojes de las torres para detener el da35.

    La historia es objeto de una construccin cuyo lugar no es el tiempo homogneo y vaco, sino aquel pletrico de tiempo-ahora. As, para Robespierre, la antigua Roma era un pasado cargado de tiempo-ahora, que l haca saltar del continuum de la historia36.

    En este sentido debe entenderse la relacin de Benjamin con Grecia. Frente al

    descolorido helenismo de saln37 de cierta Alemania clasicista de su tiempo, en la cual lo

    griego se pavonea polvoriento y falaz en el gesto duro como el mrmol38, Benjamin

    combate una tradicin helenista alemana que gustaba de proyectar en el espacio griego las

    verdades eternas de la humanidad. Con este objetivo de fondo, evoca la oposicin de Novalis a

    la canonizacin goethiana de los griegos. Si para Goethe las obras de los antiguos son las que

    ms se acercaron a los arquetipos (Urbilden) del arte, hasta convertirse ellas mismas en modelos

    o arquetipos, Novalis afirma que mucho se yerra si se cree que existe la Antigedad. Slo

    ahora comienza a nacer la Antigedad, dando a entender que los antiguos son producto del

    futuro y del pasado a la vez39. Benjamin comenta: la Antigedad existe slo all donde un

    espritu creador la reconoce; no es ningn factum en el sentido goethiano40.

    En El origen del drama barroco alemn, nuestro pensador critica los estudios estticos

    continuistas, que se resuelven en el mero inters anticuario41 y en la simplificacin

    historicista, en el marco de una acumulacin en la que los hechos originales quedan

    cubiertos por la maraa de los hechos modernos42. Ledo a la luz de la tragedia griega, el

    Trauerspiel aparece como distorsin, como torpe renacimiento43, bajo la hiptesis de que lo

    trgico puede actualizarse incondicionalmente en cualquier constelacin de hechos de las que

    se dan en la vida cotidiana44. La relacin con Grecia no debe establecerse a partir de

    continuidades abstractas, sino que debe construirse tomando como punto de partida la

    33 Apuntes sobre el concepto de historia, en DS: 97. 34 Ibid., tesis XVI: 63. 35 Ibid., tesis XV: 62. 36 Ibid., tesis XIV: 61. 37 DM: 58. 38 Mosc, en CP: 53. 39 Citado en CCA: 162-164. 40 Idem. 41 ODB: 216. 42 Ibid.: 22, 32. 43 Ibid.: 33. 44 Ibid.: 89.

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    dimensin discontinua e intermitente del instante, teniendo en cuenta que para que un

    fragmento de pasado sea alcanzado por la actualidad, no ha de haber continuidad entre ellos45.

    De este modo, los paisajes de Grecia debern inscribirse en una nueva racionalidad que

    encuentra en la captacin instantnea de la iluminacin sbita la compensacin de la prdida

    de tradicin. Dicha forma de racionalidad es delineada, en relacin con la interrupcin

    mesinica del acontecer, como breve minuto de plena posesin de formas, como el akm

    de los griegos46. Esta instancia de conocimiento a la manera del relmpago47, visin

    estereoscpica y dimensional en la profundidad de las sombras histricas48, recibe el nombre

    de imagen dialctica, y consiste en un relmpago esfrico que atraviesa el horizonte entero

    de lo pasado, en el que el pasado se contrae en un instante49, en estado de suspensin

    [detencin] [Stillstand]. Otros conceptos que Benjamin utiliza para determinar esta forma de

    iluminacin histrica son protofenmeno (Goethe), mnada (Leibniz) e idea (Platn):

    La idea es una mnada; lo cual quiere decir, en pocas palabras: cada idea contiene la imagen del mundo. Y su exposicin impone como tarea nada menos que dibujar esta imagen abreviada del mundo50. [Los fenmenos se concentran en la idea a travs de] un proceso que metafricamente podra designarse como el llamear de la envoltura del objeto al penetrar en el crculo de las ideas: como una combustin de la obra en la que su forma alcanza el grado mximo de su fuerza luminosa51 Con estas palabras describe el pensador alemn el rescate de los fenmenos en las ideas:

    el t phainmena szein platnico52, que coincide con la imagen dialctica en tanto sntesis

    genuina y protofenmeno de la historia53, sujetos al principio constructivo

    monadolgico54 del materialista histrico, por el cual se cita historia, en tanto el objeto

    histrico resulta arrancado del contexto55. Esta singular apropiacin del platonismo demarca

    una forma de racionalidad instantnea, un rescate [Rettung] que debe ser recreado

    continuamente:

    45 AP: N 7,7: 470. 46 Apuntes sobre el concepto de historia en DS: 71. 47 AP: N1,1: 456. 48 Ibid.: N1,8: 458. 49 Apuntes sobre el concepto de historia en DS.: 77. 50 ODB.: 31. 51 Ibid.: 14. 52 Ibid.: 16. 53 AP: N9,a4: 474. 54 Apuntes sobre el concepto de historia en DS: 107. 55 AP: N11,3: 476.

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    El alegre mensaje que trae el historiador al pasado con pulsos alados viene de una boca que tal vez habla ya, en el instante en que se abre, al vaco. El rescate que es cumplido por el historiador a propsito de lo sido slo puede ser puesto en obra como algo que se pierde irremisiblemente en el instante que sigue56.

    En el reino discontinuo, fugaz, intermitente del instante, ante un tiempo interrumpido y

    en constante estado de excepcin, resultado de la dislocacin de la existencia y de la

    enfermedad de la tradicin57 que aquejan a la civilizacin tcnica del capitalismo tardo, se

    trata para Benjamin de practicar formas de racionalidad carentes de races prximas, sin

    tradicin58.

    Buscamos a continuacin las formas de relacin con Grecia en las intermitencias de la

    tradicin, dentro de estas formas de racionalidad sin races, que Benjamin sita en la niez, en

    el sueo, en la ebriedad, en la deriva urbana, y que demarca a partir de un registro literario a

    travs del que aborda una forma de discurso, quebrada/interrumpida/fragmentaria, para hablar

    de s mismo59.

    La experiencia del tiempo vivida en la niez halla su clave en una asombrosa capacidad

    de renovar la existencia: de hecho, los nios recrean en sus juegos los objetos desde el mero

    tocarlos ascendiendo hasta el ponerles nombre, haciendo saltar el continuum heredado en su

    renovar el viejo mundo60; los mismos nios se construyen su propio mundo de objetos a

    travs de muchos juegos que se remiten a una pura visin fantstica, una percepcin

    dispersa en el color61. En este sentido es que verdaderamente revolucionaria es la seal

    secreta de lo venidero que se revela en el gesto infantil62. Constatamos la recurrencia de

    ciertos paisajes griegos como filtros descriptivos del mgico estado de la infancia, en una

    percepcin animista y autobiogrfica de los lugares de la ciudad:

    De las caritides, atlantes, angelotes y pomonas que me miraron entonces, prefer aquellos del linaje de los guardianes del umbral cubiertos de polvo, que protegen el paso a la vida o al hogar. Pues ellos entendan algo de la espera. [] Bajo este signo, el antiguo Oeste de Berln se hizo el Occidente de la antigedad, de donde les viene a los navegantes el cfiro que hace remontar lentamente por el Landwehrkanal su barca con las manzanas de las Hesprides, para tomar

    56 Apuntes sobre el concepto de historia en DS: 100. 57 Dos iluminaciones sobre Kafka, en IS: 212, 207. 58 Cf. Bodei, 1982: 233. 59 La ausencia de la tradicin se ve compensada por una ganancia autorreferencial de la operacin de rescate del clasicismo, pero la superacin del solipsismo se da en tanto el pensador alemn nunca habla slo de s mismo, sino que halla en su propia persona un filtro textual inmejorable para representar los rasgos paradigmticos del hombre del siglo XX. 60 Desempaco mi biblioteca, en CP: 107. 61 Larcobaleno, en MG: 157. 62 Programa de un teatro infantil proletario, en LI: 106.

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    puerto en la pasarela de Heracles. Y una vez ms, como en mi infancia, Hidra y el len de Lerna tuvieron su lugar en los solitarios alrededores de la glorieta del Grosser Stern63.

    Detrs de unas alambreras, cada una provista de un nmero, ocupaban sus tronos las pesadas mujeronas, sacerdotisas de la venal Ceres, vendedoras de toda clase de frutos del campo, aves, pescados, mamferos comestibles64.

    La experiencia de viajar en calesita es relatada por Benjamin como el renovado rapto de

    Europa a manos de un Toro-Zeus de madera65, la ciudad se le ofrece como un laberinto en

    cuyo centro est el Minotauro66, una calle se aparece como un Elseo, un nebuloso reino de

    sombras de abuelas muertas pero inmortales67.

    Las impresiones de viaje se articulan tambin como una forma de acceso intuitiva a la

    ciudad, un mbito en que la vida cotidiana del hombre se revela como una sucesin

    ininterrumpida de shocks, eventos imposibles de abordar sin una racionalidad fragmentada,

    relampagueante, casi cinematogrfica (slo al cine se le abren vas pticas de acceso a la

    esencia de la ciudad68). Dentro de las recurrentes imgenes de Grecia a travs de las que se

    estructuran las derivas urbanas de Benjamin encontramos ninfas de pecho alto, sus cabezas de

    medusas cubiertas de serpientes69, vemos el encuentro con una mujer descripto en clave

    Circe/Odiseo70, leemos la descripcin de ciertos mascarones de proa nrdicos como mnades

    de Tracia, niobides del mar, bestias seguidoras de Artemisa71.

    En el sueo encuentra Benjamin tambin una forma de iluminacin sbita: soar quiere

    decir captar las imgenes en su pureza72. La individualidad del sujeto conoce un estado de

    relajacin en el andamiaje del mundo del sueo, que coincide con el paso de imgenes que

    se agitan en masa73: lo que nos pasa en sueos es un descubrimiento nuevo y singular que

    parte del seno de la costumbre74, en el sueo todo est baado en colores75 y con estrpito

    caen al suelo las imgenes fantsticas de las cosas como pginas de un libro de estampas76. La

    63 Tiergarten, en IB: 18. 64 El mercado de la Plaza de Magdeburgo, en IB: 47. 65 El tiovivo, en IB: 78. 66 Crnica de Berln, en EA: 193. 67 Ibid.: 226. 68 Ibid.: 195. 69 Marsella, en CP: 78. 70 Pranzo caprese, en CP: 93-94. 71 Mar del Norte, en CP: 104. 72 Larcobaleno, en MG: 158. 73 El surrealismo. La ltima instantnea de la inteligencia europea, en IS: 45. 74 Costumbre y atencin, en CP: 128. 75 Al sol, en CP: 146. 76 Onirokitsch, en O: 112.

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    estructura imaginativa y la dislocacin racional del sueo coincide con las visiones

    experimentadas en estado de ebriedad: se le antoja a uno no estar en el fondo entregndose a

    nada con hondura, estar movindose siempre, por hondo que se penetre, en un umbral.

    Especie de baile en puntas de la razn77. Esta forma de racionalidad que se mantiene en los

    pliegues de la superficie y compensa la falta de profundidad de las races de la tradicin ausente

    por una ganancia en intensidad, coincide con un instante de ensimismamiento, un estado de

    rapto78, en el que cada imagen es de suyo un sueo79 que proporciona visiones de colores

    parecidas a las de los libros infantiles y tal y como las conocemos en las pinturas de los

    surrealistas80. En estas ensoaciones Benjamin se mueve entre ciertas visiones de Grecia: la

    ebriedad es descripta como un desenrollar la madeja del hilo rojo de Ariadna que nos da la

    danza a travs de su laberinto81 o como una desubjetivacin cercana a categoras existenciales

    griegas (en esta ebriedad menos hombres y ms daimon y pathos); las ensoaciones se acercan

    a ciertos personajes como Hermes82, Medea mezcladora de venenos83, Dafne y Apolo84.

    Tambin se evocan paisajes griegos para hablar del momento de creacin del poeta, que

    irrumpe con su palabra e instaura el tiempo de la sntesis creativa (Baudelaire suea, segn

    Benjamin, con interrumpir el curso del mundo): Goethe es asimilado a Odiseo en el Hades,

    con la espada desnuda ante la cueva ensangrentada, rechazando a las sombras sedientas

    para tolerar slo a aqullas cuyas escasas palabras busca85. Finalmente, tambin convoca

    Benjamin a Grecia para caracterizar la experiencia ms disruptiva, el ltimo acercamiento, la

    muerte, sede del peligro por excelencia86, ltima interrupcin, ausencia absoluta de races; en

    estos trminos cierra su coleccin de sonetos dedicados a su fallecido amigo Heinle:

    Del vino derramaban las primeras gotas los griegos antes de reclinarse para el gape honrando al dios a quien as rogaban que comida y bebida les fueran provechosas. Cuando por la maana me levanto del campo donde en la larga noche estuvieron inmviles

    77 Rasgos capitales de la primera impresin de haschisch en H: 59. 78 Ibid.: 60. 79 Notas sin fecha, en H: 172. 80 Haschisch, comienzos de marzo de 1930, en H: 119, 122.. 81 Ibid.: 127. 82 Rasgos capitales de la segunda impresin de haschisch en H: 66. 83 Haschisch, comienzos de marzo de 1930, en H: 120. 84 Rasgos capitales de la segunda impresin de haschisch en H: 73. 85 Las afinidades electivas de Goethe en DEG: 77. 86 ODB.: 93.

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    pensamientos y afectos encerrados ofrezco un sacrificio que mantengo secreto87.

    * * *

    En la era de la aceleracin tcnica, la recuperacin significativa del pasado depende de un

    acto fuerte de interrupcin, de suspensin, que abre la posibilidad de conformar, en la

    dimensin intermitente del instante, la incorporacin en el tiempo-ahora de una imagen del

    pasado, actualizada a partir de una visin vivificante. Incorporacin y vivificacin: si el cuerpo

    es un caleidoscopio que a cada paso muestra formas cambiantes de la verdad88 y si entre los

    objetos favoritos de Benjamin se contaban esas esferas de cristal que contienen un paisaje en

    el que nieva cuando se las agita89, los paisajes de Grecia recuperados por Benjamin aparecen,

    en el momento en que su mirada los invierte, teidos por los diversos colores del sueo, de la

    ebriedad, de la infancia, iluminaciones sin races que sobrevienen en los espacios en los que la

    tradicin se interrumpe.

    87 Del vino derramaban las primeras gotas, en S: 165. 88 Cuesta abajo, en CP: 129. 89 Adorno, 1995: 16.

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    BIBLIOGRAFA OBRAS CITADAS DE BENJAMIN AP The Arcades Project [Passagenwerk], trad. H. Eiland y K. McLaughlin, Cambridge,

    Harvard University Press, 1999. CCA El concepto de crtica de arte en el romanticismo alemn, trad. J.F. Yvars y Vicente Jarque,

    Barcelona, Pennsula, 1988. CP Cuadros de un pensamiento, seleccin A. Mancini, trad. S. Mayer y A. Mancini,

    Buenos Aires, Imago Mundi, 1992. DEG Dos ensayos sobre Goethe, trad. G. Caldern y G. Mrsico, Gedisa, Barcelona, 1996. DI Discursos interrumpidos, trad. J. Aguirre, Barcelona, Planeta-Agostini, 1994. DM Diario de Mosc, trad. M. Delgado, Taurus, Buenos Aires, 1990. DS La dialctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia, trad. P. Oyarzn Robles,

    Santiago, ARCIS-LOM, 1995 DU Direccin nica, trad. J.J. del Solar y M. Allendesalazar, Madrid, Alfaguara, 1987 EA Escritos autobiogrficos, trad. T. Rocha Barco, Madrid, Alianza, 1996. H Haschisch, trad. J. Aguirre, Madrid, Taurus, 1995. IB Infancia en Berln hacia 1900, trad. K. Wagner, Buenos Aires, Alfaguara, 1990. IS Imaginacin y sociedad. Iluminaciones I, trad. J. Aguirre, Madrid, Taurus, 1999. LI La literatura infantil, los nios y los jvenes, trad. J.J. Thomas, Buenos Aires, Nueva

    Visin, 1989. MG Metafisica della giovent. Scritti 1910-1918, Torino, Einaudi, 1982. O Onirokitsch. Walter Benjamin y el surrealismo, trad. R. Ibarluca, Buenos Aires,

    Manantial, 1998. ODB El origen del drama barroco alemn, trad. J. Muoz Millanes, Madrid, Taurus, 1990. S Sonetos, trad. P. Estelrich, Barcelona, Pennsula, 1993. SPF Sobre el programa de la filosofa futura y otros ensayos, trad. R. Vernengo, Planeta-

    Agostini, Barcelona, 1986. TB Tentativas sobre Brecht, trad. J. Aguirre, Taurus, Madrid, 1975.

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    BIBLIOGRAFA SECUNDARIA Adorno, Th. (1995), Caracterizacin de Walter Benjamin en Sobre Walter Benjamin, trad. C. Fortea, Madrid, Ctedra. Agamben, G. (2001), Infancia e historia. Destruccin de la experiencia y origen de la historia, trad. S. Mattoni, Buenos Aires, Adriana Hidalgo. Bodei, R. (1982), Le malattie della tradizione. Dimensioni e paradossi del tempo in Walter Benjamin, en Walter Benjamin: tempo, storia, linguaggio, Roma, Editori Riuniti. Consigli, P. (1986), Ricomporre linfranto. Walter Benjamin e il messianismo ebraico en Aut Aut n. 211-212, enero-abril de 1986. Koselleck, R. (2001), Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia, trad. D. Innerarity, Barcelona, Paids. Lwy, M. (1997), Redencin y utopa. El judasmo libertario en Europa central. Un estudio de afinidad electiva, trad. H. Tarcus, Buenos Aires, Ediciones El Cielo Por Asalto.