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1 EL ESTADO Y LA IDEA ORTEGUIANA DE NACIÓN. ESPAÑA Y EUROPA COMO CIRCUNSTANCIAS Fernando H. Llano Alonso Profesor Titular de Filosofía del Derecho Universidad de Sevilla RESUMEN: En el presente trabajo se analizan dos temas del pensamiento político de José Ortega y Gasset tan centrales como poco conocidos: el concepto de Estado y la idea de nación. En ambos casos se trata de conceptos circunstanciales que han ido evolucionando a lo largo de la historia. En particular, por lo que se refiere a la obra orteguiana, esta evolución es fácil de apreciar si se comparan tres de sus libros más representativos de su pensamiento político: España invertebrada (1922); La rebelión de las masas (1930); y De Europa Meditatio Quaedam (Meditación de Europa) (1960). Al hilo de lo expuesto en estos libros, en el presente artículo se someterá precisamente a estudio la relación existente entre la idea de Estado y el concepto de nación en Ortega, a partir de cuatro premisas: 1) la nación concebida desde un punto de vista dinámico, circunstancial e histórico; 2) las contradicciones internas de la ontología orteguiana de la nación; 3) la nación entendida a veces como sinónimo y otras como contrapunto del Estado; y, finalmente, 4) la interpretación no nacionalista del término nación por parte de Ortega. ABSTRACT: The current article analyses two topics of José Ortega y Gasset´s Political Thought which are as essential as not very well known: the notion of State and the idea of Nation. Both of them are circumstantial concepts which have been developed throughout history. Particularly, regarding Ortega’s work, this development is easy to see comparing three of the most representative works of his Political Philosophy: Invertebrate Spain (1922); The Revolt of the Masses (1930); and De Europa Meditatio Quaedam (Meditation on Europe) (1960). Following the thread of these books, in this article we will analyze the link between both concepts (‘Nation’ and ‘State’) in Ortega starting from following premises: 1) the Nation from a dynamic, circumstantial and historical point of view; 2) internal contradictions in

LLano Alonso El Estado y La Idea Orteguiana de Nación

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    EL ESTADO Y LA IDEA ORTEGUIANA DE NACIN. ESPAA Y EUROPA COMO

    CIRCUNSTANCIAS

    Fernando H. Llano Alonso

    Profesor Titular de Filosofa del Derecho

    Universidad de Sevilla

    RESUMEN: En el presente trabajo se analizan dos temas del pensamiento poltico

    de Jos Ortega y Gasset tan centrales como poco conocidos: el concepto de Estado

    y la idea de nacin. En ambos casos se trata de conceptos circunstanciales que han

    ido evolucionando a lo largo de la historia. En particular, por lo que se refiere a la

    obra orteguiana, esta evolucin es fcil de apreciar si se comparan tres de sus

    libros ms representativos de su pensamiento poltico: Espaa invertebrada (1922);

    La rebelin de las masas (1930); y De Europa Meditatio Quaedam (Meditacin de

    Europa) (1960). Al hilo de lo expuesto en estos libros, en el presente artculo se

    someter precisamente a estudio la relacin existente entre la idea de Estado y el

    concepto de nacin en Ortega, a partir de cuatro premisas: 1) la nacin concebida

    desde un punto de vista dinmico, circunstancial e histrico; 2) las contradicciones

    internas de la ontologa orteguiana de la nacin; 3) la nacin entendida a veces

    como sinnimo y otras como contrapunto del Estado; y, finalmente, 4) la

    interpretacin no nacionalista del trmino nacin por parte de Ortega.

    ABSTRACT: The current article analyses two topics of Jos Ortega y Gassets

    Political Thought which are as essential as not very well known: the notion of State

    and the idea of Nation. Both of them are circumstantial concepts which have been

    developed throughout history. Particularly, regarding Ortegas work, this

    development is easy to see comparing three of the most representative works of his

    Political Philosophy: Invertebrate Spain (1922); The Revolt of the Masses (1930);

    and De Europa Meditatio Quaedam (Meditation on Europe) (1960). Following the

    thread of these books, in this article we will analyze the link between both concepts

    (Nation and State) in Ortega starting from following premises: 1) the Nation from

    a dynamic, circumstantial and historical point of view; 2) internal contradictions in

  • 2

    Ortegas Nations ontology; 3) the Nation sometimes understood as synonym,

    sometimes as counterpoint, of the State; 4) finally, Ortegas non-nationalist

    interpretation of the term Nation.

    PALABRAS CLAVE: Filosofa poltica, Nacin, Estado, Europesmo, Federalismo

    europeo

    KEY WORDS: Political Philosophy, Nation, State, Europeanism, European

    Federalism

  • 3

    SUMARIO:

    I. PLANTEAMIENTO: ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO A LA IDEA DE

    NACIN EN LA OBRA ORTEGUIANA. II. EL CARCTER DINMICO DE LA NACIN

    COMO PROYECTO DE EMPRESA COMN ABIERTO AL FUTURO II. EL CARCTER

    DINMICO DE LA NACIN COMO PROYECTO DE EMPRESA COMN ABIERTO AL

    FUTURO. III. A PROPSITO DE LAS CIRCUNSTANCIAS VARIABLES Y CONSTANTES

    DEL CONCEPTO ORTEGUIANO DE NACIN. IV. NACIN Y/O ESTADO: TRASUNTO

    O CONTRAPUNTO? IV.1 LA NACIN FRENTE AL ESTADO. IV.2 LA NACIN EN EL

    ESTADO IV.3 EL ESTADO EN LA NACIN. V. A MODO DE CONCLUSIN: LA IDEA

    ORTEGUIANA DE EUROPA COMO ESTADO ULTRANACIONAL.

    No lo que fuimos ayer, sino lo que vamos a hacer maana juntos nos rene en el Estado.

    Jos Ortega y Gasset, La rebelin de las

    masas, 1930

    I. PLANTEAMIENTO: ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO A LA IDEA DE

    NACIN EN LA OBRA ORTEGUIANA

    Aunque la idea de nacin ocupa un lugar preferente en la obra filosfico-poltica

    de Ortega, no es posible identificar, como ocurre con otros conceptos centrales de su

    doctrina socio-jurdica, un texto especfico que est dedicado a tratar

    monogrficamente esta cuestin. Sin embargo, es preciso aadir que, junto a las

    numerosas referencias dispersas en muchos de sus escritos, hay, al menos, tres trabajos

    que merecen especial atencin por su especial relacin con el tema que da ttulo a este

    artculo: Espaa invertebrada (1922); La rebelin de las masas (1930); y De Europa

    Meditatio Quaedam (Meditacin de Europa) (1960)1

    1 Soy consciente de haber dejado fuera de esta terna una cuarta obra en la que el concepto de nacin tiene una presencia no menos relevante: La redencin de las provincias (1931). Sin embargo, teniendo en cuenta que este ensayo constituye para muchos la gran teorizacin de Ortega en torno a la reforma territorial del Estado y la defensa de un

    .

  • 4

    En mi opinin, un estudioso del pensamiento poltico de Ortega que llevara a cabo

    una lectura comparada de estos ensayos, podra extraer fcilmente algunas

    conclusiones interesantes: la primera de ellas sera que la nacin no aparece en dichos

    trabajos como un trmino esttico, definitivo o uniforme, sino todo lo contrario, ms

    bien como un concepto dinmico, provisional (en tanto que temporal) y complejo (ya

    que, como veremos, se trata de un concepto circunstancial que ha ido evolucionando al

    ritmo marcado por los acontecimientos histricos y los problemas vitales ante los que se

    ha ido enfrentando en cada momento el hombre moderno).

    Otra consideracin que tal vez podra hacerse al hilo de la anterior reflexin es

    que, del mismo modo que no hay una teora del Estado dentro de la filosofa orteguiana

    (sino ms bien una idea), tampoco sera muy riguroso afirmar que Ortega defiende la

    existencia de una teora general de la nacin tout court, puesto que, aunque el

    problema conceptual de la nacin aparezca segn Bastida- con obsesiva reiteracin a

    lo largo de su obra2

    En tercer lugar, a propsito de esta clasificacin objetivista/subjetivista de la

    nacin a la que acabamos de referirnos, hay otro hecho que podra causar perplejidad

    en aquel investigador que pretendiera analizar la relacin existente entre el Estado y la

    nacin en el pensamiento poltico de Ortega. A este respecto, sirvindonos de la

    conocida distincin establecida por Meinecke entre la Kulturnation y la Staatsnation

    , lo cierto es que nuestro autor se referir en sus escritos a la nacin

    unas veces en su acepcin cultural, objetivo o esencialista (como ocurre en

    Rectificacin de la Repblica, de 1931), otras, en cambio, lo har desde un punto de

    vista poltico, subjetivo o voluntarista (como puede apreciarse en Espaa invertebrada

    o en La rebelin de las masas), y otras incluso, sobre todo en su madurez, apelar a la

    nacin en sentido eclctico (por ejemplo, en Una interpretacin de la historia universal

    o en De Europa Meditatio Quaedam, de 1949); en todo caso, ms adelante tratar de

    encontrar una explicacin satisfactoria a esta contradiccin interna presentada por la

    ontologa orteguiana de la nacin.

    3

    programa de poltica nacional, he optado por ocuparme de su estudio en el ltimo captulo de mi monografa ms reciente que se titula: El Estado en Ortega y Gasset, Madrid, 2010.

    ,

    2 BASTIDA FREIXEDO, X., La bsqueda del grial. La teora de la nacin en Ortega, Revista de Estudios Polticos (Nueva poca), n 96 (1997), p. 43. Esteban Polakovic ha ido an ms lejos al aseverar que a Ortega le atormentaba ese problema (el de la nacin), aunque en lugar de referirse como hace Bastida- a la teora de la nacin en Ortega, el estudioso argentino prefiere utilizar el trmino nacionologa. Cfr., POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, E. Renan y L. Stur, Madrid, 1983, pg. 45. 3 MEINECKE, F., Weltbrgentum und Nationalstaat (1907), Mnchen, 1962, pg. 10. Segn explica este autor, el trmino Kulturnation se refiere a la nacin construida a partir de unos datos culturales y unos vnculos naturales e identitarios comunes, con independencia de la adscripcin voluntaria de sus miembros, y sin que sea necesaria la

  • 5

    podramos convenir que en buena parte de sus escritos Ortega menciona en sentido

    poltico el trmino nacin, aunque con mayor o menor claridad, o sea, entendindolo

    como expediente de cohesin dentro del Estado (llegando en algunas ocasiones, como

    podremos comprobar posteriormente, hasta equiparar ambos vocablos). No obstante,

    hay otros trabajos orteguianos (por ejemplo un artculo publicado en la revista Espaa

    el 12 de febrero de 1915) en los que la nacin es valorada como el contrapunto del

    Estado4

    Por ltimo, a tenor de la antipata profesada por Ortega hacia el internacionalismo

    un sentimiento que pondra de manifiesto ya desde sus primeros artculos, como La

    guerra, los pueblos y los dioses (1915)

    .

    5- y, consiguientemente, si tomamos al pie de la

    letra todo lo dicho por nuestro autor sobre la necesidad de nacionalizar urgentemente

    la vida poltica espaola, algunos crticos podran deducir, como en efecto ha sucedido,

    que el concepto orteguiano de nacin coincidira con la tpica definicin que de este

    trmino podra hacer cualquier nacionalista (en este caso, un nacionalista espaol)6. Sin

    embargo, difcilmente podra asumir una interpretacin nacionalista de la nacin quien,

    como Ortega, cree que el nacionalismo es un concepto agresivo, tribal y excluyente que

    se halla en las antpodas de su idea integradora y plural de Espaa, una realidad

    entendida como gran unidad histrica y como unidad de destino, que habr de

    converger junto a las dems grandes naciones de Europa en un espacio de convivencia

    comn (es decir, en la realidad ultranacional sobre la que algn da se edificar el

    Estado supernacional europeo)7

    existencia de un Estado previamente constituido, mientras que la Staatsnation parte ex post de un Estado ya constituido, por lo que acta como factor de cohesin interna y como condicin legitimadora del mismo, en la medida en que se trata de una construccin comunitaria basada en la voluntad individual ciudadana representada simblicamente por la figura del contrato social.

    .

    4 La nacin frente al Estado (1915), I, pgs. 836-838. En el presente trabajo, por cierto, se citan dos ediciones de las Obras completas de Ortega: la primera fue la que prepar en 1983 Paulino Garagorri para Revista de Occidente/Alianza Editorial, Madrid (12 volmenes), y la segunda, que es la que desde el ao 2004 est publicando la Fundacin Jos Ortega y Gasset/Taurus, Madrid (esta edicin, que a mi juicio es ms completa, consta de 10 volmenes, de los cuales, a da de hoy, han sido publicados 8). As pues, de ahora en adelante, para distinguir mejor la edicin antigua de la nueva, cuando las citas aludan a la edicin de 1983, antepondr las siglas Oc83, seguidas del tomo correspondiente en romanos y las pginas en arbigos. En cambio, cuando las citas aludan a la edicin contempornea (2004-2010), aparecer reflejado el ttulo de la obra en cursiva (si es un libro) o entre comillas (si es un artculo), seguido del tomo correspondiente en romanos y las pginas en arbigos. 5 La guerra, los pueblos y los dioses (1915), I, pgs. 914-918. 6 RECALDE, J. R., La construccin de las naciones, Madrid, 1982, pgs. 111 y ss. DE BLAS GUERRERO, A., Sobre el nacionalismo espaol, Cuadernos y Debates, n 15 (1989), pgs. 62 y ss. GARCA TREVIJANO, A., Del hecho nacional a la conciencia de Espaa o El discurso de la Repblica, Madrid, 1994; BASTIDA FREIXEDO, X., La bsqueda del grial. La teora de la nacin en Ortega, op. cit., pgs. 56. 7 Miscelnea socialista (1912), I, pg. 567; La rebelin de las masas (1930), IV, pg. 493; Europa y la idea de nacin, Madrid, 2003 (3 ed.), pg. 92.

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    En el presente trabajo someter a estudio la relacin existente entre la idea de

    Estado y el concepto de nacin en Ortega, precisamente a partir de estas cuatro

    conclusiones que acaban de adelantarse: la nacin concebida desde un punto de vista

    dinmico, circunstancial e histrico; las contradicciones internas de la ontologa

    orteguiana de la nacin; la nacin entendida a veces como sinnimo y otras como

    contrapunto del Estado; y, finalmente, la interpretacin no nacionalista del trmino

    nacin por parte de Ortega. A travs de los interrogantes estructurados en estos cuatro

    apartados, a partir de los cuales pretendo justificar la importancia que el hecho

    nacional tiene en la obra de nuestro filsofo, sintetizar las principales claves de la

    idea orteguiana de nacin, en general, y la de la nacin espaola y la supernacin

    europea, en particular8

    .

    II. EL CARCTER DINMICO DE LA NACIN COMO PROYECTO DE EMPRESA COMN

    ABIERTO AL FUTURO

    Como toda produccin caracterstica de la vida humana, la nacin tiene carcter

    histrico. Teniendo en cuenta este carcter provisional y variable de la nacin,

    carecera de sentido que nos preguntemos cul puede ser la naturaleza de un concepto

    que, como todo lo humano, es insustancial9. A este rasgo de comn historicidad,

    compartido por el hombre y la nacin, se refiere Ortega cuando se pregunta quin hace

    la nacin y responde que, a diferencia de la Ciudad-Estado, que fue construida por los

    individuos, a la Nacin la hace la historia, por eso es de tanta suculencia10

    8 A propsito de la importancia que la teora de la nacin tiene para la filosofa orteguiana, cfr., DE BLAS GUERRERO, A., Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, en F. H. LLANO y A. CASTRO (eds.), Meditaciones sobre Ortega y Gasset, Tbar, Madrid, 2005, pgs. 647-670.

    . En otras

    palabras: la nacin, que surgir en la Modernidad como una nueva forma de

    organizacin de la convivencia humana, suceder histricamente tanto a la plis como a

    los imperios, y encontrar en el Estado (en la institucin de la nacin-Estado) su

    principal componente dinmico. A diferencia de la Ciudad, que como organizacin

    poltica creada a partir del pacto o acuerdo voluntario de los poltai [ciudadanos]

    comienza siendo un Estado, la Nacin es algo previo a la voluntad constituyente de sus

    miembros (para evitar equvocos, conviene insistir en que Ortega hace esta lectura tan

    objetivista de la nacin slo en algunos escritos y en una fase determinada de su

    9 Cfr., GARAGORRI, P., Ortega, una reforma de la filosofa, Revista de Occidente, Madrid, 1958, pg. 81. 10 De Europa Meditatio Quaedam, Oc83, IX, pg. 282.

  • 7

    itinerario intelectual)11. Por otra parte, la nacin tampoco puede fundarse como la

    plis, sino tan slo nacerse en ella, por lo que slo llegar a ser Estado en su fase de

    plena maduracin. La nacin, en suma, tiene para Ortega un origen vegetativo,

    espontneo y como sonmbulo que contrasta con la gnesis jurdico-poltica de la

    Ciudad12

    Ahora bien, en opinin del filsofo madrileo, hay una singularidad en la Nacin

    que sirve para distinguirla definitivamente de la Ciudad, y es que, mientras que la plis

    vive enclavada en un perpetuo presente, la Nacin posee una extraordinaria dimensin

    de futuro que se concreta en un proyecto de vida en comn que se identifica con un

    Estado que es puro dinamismo

    .

    13. En esta empresa comn se combinan, a la vez, dos

    fuerzas: la vis a tergo de la tradicin (el arrastre inercial del pasado) y la vis

    proiectiva (la fuerza creadora de futuro o el ideal de vida hacia el porvenir)14. Por

    eso, advierte Ortega, para que haya una verdadera nacin no basta con que se

    consolide una comunidad de raza, lengua, sangre o religin dentro de un mismo

    territorio, porque como ya se ha dicho- la nacin es, ante todo, un sujeto poltico que

    forma parte activa del Estado, un proyecto sugestivo de vida en comn cuya realidad es

    puramente dinmica (al contrario que la plis, cuya dimensin sera esttica) y se

    encuentra siempre en permanente y efectivo hacer15

    .

    No es la comunidad anterior, pretrita, tradicional o inmemorial en suma:

    fatal o irreformable-, la que proporciona ttulo para la convivencia poltica, sino la

    comunidad futura en el efectivo hacer. No lo que fuimos ayer, sino lo que vamos a

    hacer maana juntos nos rene en el Estado16

    .

    La dimensin dinmica de la nacin se entender en su plenitud si se contempla a

    la luz de la razn histrica, la cual no obedece a un factum, sino a una concreta

    realidad in fieri, pues, como sostuviera Ortega en Historia como sistema (1941), toda

    11 En sentido anlogo se ha pronunciado recientemente Andrs DE BLAS, Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 657. 12 Ibid., pg. 61. 13 La rebelin de las masas, op. cit., pg. 484: Nacin en el sentido que este vocablo emite en Occidente desde hace ms de un siglo- significa la unin hiposttica del Poder pblico y la colectividad por l regida. 14 De Europa Meditatio Quaedam, op. cit., pgs. 283-286. 15 J. A. Maravall no cree que esta sea una definicin de la nacin completamente original de Ortega, de hecho, piensa que en la misma se evocan aquellas palabras de Adam Mller en las que se exhortaba a hacer sugestiva y obligatoria la gran asociacin. Cfr., MARAVALL, J. A., La aportacin de Ortega al desarrollo del concepto de nacin, Cuadernos Hispanoamericanos, n 403-405 (1984), pg. 528.

  • 8

    realidad humana, social o histrica como la nacin- tiene el carcter diacrnico y

    procesal del quehacer. Al hilo de esta ltima consideracin nuestro autor propone,

    frente a la razn pura fsico-matemtica, una razn capaz de narrar el proceso

    histrico y vital por el que transita el hombre.

    Para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar una

    historia. Este hombre, esta nacin hace tal cosa y es as porque antes hizo tal otra

    y fue de tal otro modo. La vida slo se vuelve un poco transparente ante la razn

    histrica17

    .

    En el anlisis histrico encuentra Ortega el mtodo adecuado para aclarar la idea

    de nacin, porque a las naciones, como al hombre, no hay que buscarlas en la

    naturaleza, sino en la historia18

    . No obstante, observa Ortega en Espaa invertebrada,

    la tradicin es solamente una condicin necesaria, pero no suficiente, para que la

    nacin exista. No basta con la conformidad de los ciudadanos de permanecer juntos en

    la comunidad nacional, sino que adems se requiere su compromiso con la realizacin

    de un programa de vida en comn (de un quehacer colectivo). En este sentido escribir:

    No es el ayer, el pretrito, el haber tradicional, lo decisivo para que una

    nacin exista () Las naciones se forman y viven de tener un programa para el

    maana19

    .

    A tenor de estas palabras podemos concluir que, a juicio de Ortega, para que se

    pueda garantizar la continuidad de la nacin no basta con revivir la resonancia del

    pasado, sino que debe introducirse tambin un elemento innovador: una voluntad de

    renovacin cotidiana de su proyecto comn de futuro. Ntese en este punto la

    influencia en Ortega de la metafrica definicin de nacin acuada por Ernest Renan:

    un plbiscite de tous jours [un plebiscito de todos los das]20

    16 La rebelin de las masas, op. cit., pg. 485.

    . Aunque ms adelante

    volveremos sobre este argumento, conviene adelantar que, al menos en este escrito de

    17 Historia como sistema, VI, pg. 71. 18 MARAVALL, J. A., La aportacin de Ortega al desarrollo del concepto de nacin, op. cit., pg. 527. En sentido anlogo, POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, E. Renan y L. Stur, op. cit., pgs. 50 y 72. 19 Espaa invertebrada. Bosquejo de algunos pensamientos histricos, III, pg. 442.

  • 9

    los aos 20, al igual que el clebre polgrafo francs Ortega tiene la conviccin de que,

    al acotar conceptualmente el trmino nacin, es preciso mantener en equilibrio la

    doble dimensin objetiva/subjetiva del mismo. En efecto, ambos autores son

    conscientes del peligro que entraa una interpretacin extrema tanto de la tesis

    objetivista (que podra desembocar en un nacionalismo tnico y orgnico como el que

    abon en la Alemania de la primera posguerra mundial el terreno del nazismo), como de

    la tesis subjetivista (que igualmente podra degenerar en un nacionalismo de tipo

    voluntarista). Una nacin necesita tener un presente y un futuro, pero, teniendo en

    cuenta que ninguna nacin es improvisable, tambin precisa de un pasado que legitime

    su derecho a existir como tal21

    Sin embargo, pese a que Renan intuy la ndole dual de la nacin, e incluso lleg a

    relacionar sus componentes con dimensiones temporales de la vida humana, al exponer

    su tesis plebiscitaria cometi el error de no advertir que el dinamismo de la nacin no

    se constata en el presente, sino en el futuro. Para Ortega, en cambio, el carcter

    dinmico de la nacin est basado en dos postulados metapolticos que condicionan

    cualquier proceso de construccin nacional que aspire a la creacin de una nacin-

    Estado: de un lado, en la ilusin de futuro que comparten los individuos que la

    conforman y, de otro, en el proyecto que tienen stos de hacer algo en comn

    .

    22. En

    relacin con dicha ilusin bastara con que nos remitiramos a lo que ya explicado en un

    artculo anterior sobre la teora del origen deportivo del Estado, puesto que en esta

    tesis subyace la confianza en alcanzar, a travs de un procedimiento permanente de

    toma de decisiones y de convergencia de afanes, un objetivo comn: la adhesin

    voluntaria a la nacin como unidad de convivencia poltica23

    20 RENAN, E., Quest-ce quune nation? et autres crits politiques (1882), Paris, 1996, pg. 240.

    . Respecto a la

    consideracin de la nacin como una empresa o proyecto de vida comn, merece

    destacarse su fuerza integradora, la capacidad de atraer hacia ese nuevo y sugestivo

    modelo de convivencia nacional-estatal a grupos humanos que histricamente haban

    venido coexistiendo entre s aunque de manera yuxtapuesta. La combinacin de ambos

    21 Cfr., RENAN, E., Quest-ce quune nation? et autres crits politiques, op. cit., pg. 241. ORTEGA Y GASSET, J., Espaa invertebrada, op. cit., pg. 457. Para una explicacin ms amplia del concepto renaniano de nacin, vid., DE BLAS GUERRERO, A., Nacionalismo e ideologas polticas contemporneas, Madrid, 1984, pg. 51. Vase tambin, del mismo autor, Renan, Ernest, en Enciclopedia del nacionalismo (dir. A. DE BLAS), Tecnos, Madrid, 1997, pgs. 462-463. 22 Respecto a estas dos condiciones metapolticas de Ortega aplicadas a su idea de nacin, cfr., LASAGA MEDINA, J., Europa versus nacionalismo (Examen de algunas ideas de Ortega sobre nacionalismo, Revista de Estudios Orteguianos, n 5 (2002), pg. 120.

  • 10

    presupuestos (proyecto de hacer algo en comn e ilusin de futuro) se hallan presentes

    en la concepcin orteguiana del Estado nacional, tal y como se pone de manifiesto en el

    siguiente texto, extrado de La rebelin de las masas:

    El Estado es siempre, cualquiera que sea su forma primitiva, antigua,

    medieval o moderna-, la invitacin que un grupo de hombres hace a otros grupos

    humanos para ejecutar juntos una empresa. Esta empresa, cualesquiera sean sus

    trmites intermediarios, consiste a la postre en organizar un cierto tipo de vida en

    comn. Estado y proyecto de vida, programa de quehacer o conducta humanos, son

    trminos inseparables. Las diferentes clases de Estado nacen de las maneras segn

    las cuales el grupo empresario establezca la colaboracin con los otros. As, el

    Estado antiguo no acierta nunca a fundirse con los otros. Roma manda y educa a

    los italiotas y a las provincias, pero no los eleva a unin consigo. En la misma urbe

    no logr la fusin poltica de los ciudadanos. No se olvide que, durante la

    Repblica, Roma fue en rigor dos Romas: el Senado y el pueblo. La unificacin

    estatal no pas nunca de mera articulacin entre los grupos, que permanecieron

    externos y extraos los unos a los otros. [] Pero los pueblos nuevos traen una

    interpretacin del Estado menos material. Si es l un proyecto de empresa comn,

    su realidad es puramente dinmica; un hacer, la comunidad en la actuacin. Segn

    esto, forma parte activa del Estado, es sujeto poltico, todo el que preste adhesin

    a la empresa raza, sangre, adscripcin geogrfica, clase social, quedan en

    segundo trmino. [] De aqu la facilidad con que la unidad poltica brinca en

    Occidente sobre todos los lmites que aprisionaron al Estado antiguo. Y es que el

    europeo, relativamente al homo antiquus, se comporta como un hombre abierto al

    futuro, que vive conscientemente instalado en l y desde l decide su conducta

    presente24

    .

    Aunque en primera instancia Ortega coincide con Renan al definir al Estado

    nacional como una estructura histrica de carcter plebiscitario, lo cierto es que, a la

    hora de la verdad, slo el filsofo espaol parece ser consciente de la importancia de

    un detalle aparentemente insignificante que, como en el caso del pensador francs,

    23 LLANO ALONSO, F. H., La teora orteguiana sobre el origen deportivo del Estado, Revista de Estudios Orteguianos, n 18 (2008), pgs. 139-174. 24 La rebelin de las masas, op. cit., pgs. 484-485.

  • 11

    puede pasar desapercibido: y es que el plebiscito decide el porvenir de la nacin, y que

    sta constituye un excelente programa para el maana. Si la nacin indica Ortega

    desmarcndose de Renan- consistiese exclusivamente en principios tan estticos y

    rgidos como la sangre, el idioma o el comn pasado ni siquiera merecera la pena

    defenderla, porque se tratara tan slo de un concepto arcaizante. Por consiguiente,

    concluye Ortega, la causa que en realidad nos impulsa a comprometernos con nuestra

    nacin y alienta nuestro patriotismo es la conviccin de que de ella depende nuestro

    futuro. Por lo dems, aunque la idea de nacional se halle lastrada por recuerdos

    compartidos, y est condicionada por la renovacin cotidiana de la voluntad de

    adhesin a esta empresa o quehacer colectivo que es la nacin, resulta un hecho

    estupefaciente que en ella triunfe siempre el puro principio de unificacin humana en

    torno a un incitante programa de vida25

    Las tres naciones ms antiguas de Europa (Inglaterra, Francia y Espaa) poseen, de

    acuerdo con el anlisis histrico de Ortega, un denominador comn, y es que fueron las

    primeras del Viejo Continente en constituirse como Estados despus de completar las

    tres etapas clsicas que hay en todo proceso de creacin y unificacin nacional, a

    saber: en primer lugar, la fusin de varios pueblos en una unidad de convivencia

    poltica y moral (una versin todava primitiva del Estado) que empieza actuando

    especialmente en aquellos grupos que se hallan ms cercanos en trminos geogrficos,

    tnicos y lingsticos; en segundo lugar, nos encontraramos con el denominado proceso

    de consolidacin, momento en el que el nuevo Estado se repliega hacia dentro por

    considerar como extraos y rivales a los otros pueblos, aunque ello no sea bice para

    que convivan econmica, moral e intelectualmente entre ellos (este es justamente el

    instante en el que el proceso nacional se convierte en exclusivista, es decir, se hace

    nacionalista); por ltimo, el tercer perodo de este proceso gentico se corresponde con

    la versin ms madura de la nueva idea nacionales, es el momento en el que el Estado

    goza ya de plena consolidacin y surge una nueva empresa: unirse a los pueblos que

    hasta ese instante haban sido sus enemigos

    .

    26

    Como prototipo de la potencia de nacionalizacin que, a travs de las tres fases

    consabidas, impulsa vitalmente la unificacin poltica de un Estado, Ortega se refiere al

    .

    25 Ibid., pg. 487. 26 Ibid., pg. 489. Esta clasificacin por etapas del proceso gentico de las naciones creo que encuentra un complemento ideal en la tesis defendida por Hans KOHN en el primer captulo de su libro: Nationalism: Its Meaning and History (1955), Toronto-New York-London, 1965 (2 ed.), pgs. 9-15.

  • 12

    proceso de incorporacin que Castilla impone progresivamente a los dems pueblos

    peninsulares hasta ver realizado su incitador proyecto de la Espaa una como nacin

    poltica -o sea, como Estado nacin- tras la fusin, al filo de la modernidad, de los

    proyectos de poltica internacional de las coronas de Castilla y Aragn. Este proyecto de

    incorporacin nacional aade Ortega- ira aumentando mientras Espaa tuvo empresas

    a las que dar cima y en tanto que hubo un sentimiento compartido de vida en comn.

    En el momento en que nuestra nacin perdi esa fuerza expansiva y abandona su

    Weltpolitik, comienza a resquebrajarse a medida que va ganando terreno el

    particularismo. Precisamente el particularismo es uno de los males principales que

    aquejan a la Espaa del primer perodo de entreguerras (el de la dcada de los 20).

    Esta es el principal motivo por el que Ortega asevera en Espaa invertebrada que: Hoy

    es Espaa, ms bien que una nacin, una serie de compartimentos estancos27

    . De

    acuerdo con este diagnstico orteguiano, la sociedad espaola se consuma por

    entonces vctima del particularismo que haba empezado por el Poder central y acab

    extendindose hasta la eclosin a finales del siglo XIX- de los nacionalismos perifricos.

    Este pesimismo de Ortega respecto al futuro de la nacin espaola fue el que, por aqul

    entonces, le llev a afirmar que:

    Castilla ha hecho a Espaa, y Castilla la ha deshecho [] Espaa se va

    deshaciendo, deshaciendo Hoy ya es, ms bien que un pueblo, la polvareda que

    queda cuando por la gran ruta histrica ha pasado galopando un gran pueblo28

    .

    A fin de evitar incurrir en errores o excesos exegticos propios lecturas

    descontextualizada de esta obra (acaso sea la interpretacin pronacionalista de

    Polakovic29

    27 Espaa invertebrada, op. cit., pg. 460.

    , que extrae consecuencias excesivas y rotundas en torno al supuesto

    esencialismo castellanista de Ortega, el supuesto ms significativo de dicha

    tergiversacin textual), convendra como propone Andrs de Blas- circunscribir estas

    28 Ibid., pp. 455 y 457. Entre esta tesis orteguiana y la de Snchez-Albornoz, segn la cual: Castilla hizo a Espaa y Espaa deshizo a Castilla, hay una postura intermedia que me parece especialmente lcida; me refiero a la frmula de Julin Maras, que vendra a sugerir una suerte de tercera va: Castilla se hizo Espaa, frmula que l mismo aclarara poco despus diciendo: Castilla se dedic, no a hacer Espaa, sino a hacerse Espaa. Lo que, al fin y al cabo, quiere decir Maras es que la espaolizacin de Castilla es un primer paso hacia la nacionalizacin, la invencin, el descubrimiento o hallazgo de una nueva forma de convivencia histrica, un nuevo modelo de sociedad y de Estado que es, ni ms ni menos, que la nacin espaola. Cfr., MARAS, J., Espaa inteligible. Razn histrica de las Espaas, Alianza Editorial, Madrid, 1985, pgs. 145 y 151.

  • 13

    lapidarias palabras de Ortega dentro de un perodo concreto de nuestra historia, y

    entenderlas sobre todo como una advertencia o aldabonazo frente a la

    insensibilizacin de la conciencia nacional ante fenmenos tan antisociales y disolventes

    como el particularismo y la accin directa que entonces ponan en riesgo a las

    democracias liberales europeas30

    Esta visin tan negativa de la realidad nacional espaola se vera corregida a partir

    de 1929, un ao el de gran crack burstil- en el que las perspectivas econmicas y

    polticas para nuestro pas y el resto de naciones europeas eran bastante sombras. En

    efecto, a punto de estrenar la nueva dcada, Ortega se decidira a entrar en poltica

    porque entenda que haba que construir urgentemente un nuevo Estado mediante un

    gran ensayo de reorganizacin nacional

    .

    31. Es sabido que, conforme fueron pasando los

    primeros aos de la dcada de los 30, Ortega se ira distanciando de la vida poltica

    (fundamentalmente debido a su desacuerdo con la marcha de la II Repblica y a su

    posterior exilio tras el estallido de la Guerra Civil espaola); sin embargo, frente al

    fracaso de su proyecto poltico nacional, lo que nuestro autor seguira manteniendo

    contra viento y marea sera su fe inquebrantable en la solucin europea, como

    tendremos ocasin de comprobar en el ltimo epgrafe del presente artculo32

    .

    III. A PROPSITO DE LAS CIRCUNSTANCIAS VARIABLES Y CONSTANTES DEL

    CONCEPTO ORTEGUIANO DE NACIN

    Como seal al principio, creo que tiene razn Friedrich Meinecke cuando afirma

    que no existen leyes generales para explicar el proceso creativo de las naciones, pues

    para este propsito slo el anlisis de la casustica resulta til33

    29 POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, E. Renan y L. Stur, op. cit., pgs. 55 y ss.

    . En lo sucesivo ser

    oportuno tener muy en cuenta esta advertencia porque corresponde al autor que en su

    da acu y distingui tericamente dos trminos centrales en el estudio de la doctrina

    30 DE BLAS GUERRERO, A., Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, op. cit., pgs. 655-656. 31 ZAMORA BONILLA, J., Ortega y Gasset, Barcelona, 2002, pg. 305. 32 El protoeuropesmo militante de Ortega data al menos de 1914. Ese ao, el filsofo espaol public su primer libro: Meditaciones del Quijote, obra en la que nuestro autor hace la siguiente declaracin: "No me obliguis a ser slo espaol, si espaol slo significa para vosotros hombre de la costa reverberante. No metis en mis entraas guerras civiles; no azucis al ibero que va en m con sus speras, hirsutas pasiones contra el blondo germano, meditativo y sentimental, que alienta en la zona crepuscular de mi alma. Yo aspiro a poner paz entre mis hombres interiores y los empujo hacia una colaboracin. Cfr., Meditaciones del Quijote, I, pg. 787. 33 MEINECKE, F., Weltbrgentum und Nationalstaat (1907), R. Oldenbourg, Mnchen, 1962, pg. 10.

  • 14

    nacionalista: la nacin cultural (Kulturnation) y la nacin poltica (Staatsnation)34.

    El primer trmino hara referencia a una entidad o comunidad pre-estatal que

    aglutinara a sus miembros apelando a unos mismos vnculos histricos, religiosos,

    tnicos o lingsticos que supuestamente les confieren homogeneidad e identidad y, por

    ello, les diferencian de otras naciones o colectivos humanos. El segundo concepto, en

    cambio, estara aludiendo ms bien a una realidad construida sobre la base de una

    historia poltica, unos lmites territoriales y una tradicin jurdica comunes para los

    individuos que se integran en sta, y cuya finalidad prioritaria sera, conforme al

    principio de autodeterminacin, la de constituir un Estado nacional35. Es verdad que,

    como suele presumirse, abundan los ejemplos en los que la construccin de un Estado

    nacional es la consecuencia de la transformacin de una nacin originalmente cultural

    en una nacin poltica: tal es el caso, como apunta el propio Meinecke, de Inglaterra o

    Francia; pero no es menos cierto que tambin existen otros Estados nacionales fundados

    exclusivamente a partir de una nacin poltica sin que para su unificacin haya sido

    necesaria la previa accin unificadora de una nacin cultural, y la Confederacin

    Helvtica, es decir, Suiza, es una buena prueba de ello; dentro de esta diversidad

    gentica de los Estados nacionales, habra incluso un tercer grupo eclctico en el que

    los Estados nacionales seran el producto derivado de la simbiosis entre una parte

    desgajada de una nacin cultural (o de una nacin cultural dominante que absorbe a las

    colindantes) con una nacin poltica, y el mejor ejemplo lo han proporcionado

    histricamente aquellos Estados nacionales que, como Austria o Prusia, se han fundado

    bajo el imperio de un rgimen absolutista o aristocrtico-parlamentario36

    34 Ibid., pg. 10.

    . En este

    sentido, estimo que una muestra excelente de la artificialidad de la que adolece

    cualquier intento o pretensin terica de sistematizar, en unos simples esquemas o

    estereotipos conceptuales, el largo y complejo proceso de formacin de los Estados

    nacionales, nos la proporciona, sin ningn gnero de dudas, el estudio de la evolucin

    del concepto orteguiano de nacin, sobre el que se han vertido tantas crticas y plantea

    no pocas interrogantes a las que pretendo dar respuesta en el presente apartado.

    35 He preferido ser fiel a la traduccin que tradicionalmente ha venido haciendo de estos dos trminos meineckeianos la doctrina espaola, a pesar de que no existe una traduccin castellana de esta obra. Dentro de las lenguas romances, la nica traduccin que he manejado ha sido la italiana de A. OBERDORFER, aunque en ella se ha traducido el segundo trmino (Nationalstaat) como nacin territorial. Vid. MEINECKE, F., Cosmopolitismo e Stato nazionale (I), trad. it. de A. Oberdorfer, La Nuova Italia Editrice, Perugia-Venezia, 1930, pg. 3. 36 MEINECKE, F., Weltbrgentum und Nationalstaat, cit., pgs. 14-15.

  • 15

    Al abordar la cuestin del significado que la idea de nacin posee para Ortega, es

    preciso recordar que nos encontramos ante uno de los trminos que, por antonomasia,

    mejor representa la polisemia en el campo conceptual de sus escritos polticos37. A este

    respecto, han sido varios los autores que han podido constatar la existencia de una serie

    de etapas recorridas por Ortega a lo largo de su vida intelectual y que determinaran la

    variacin de su criterio acerca del concepto de nacin38. Entre las distintas voces que se

    han pronunciado sobre esta evolucin de la cuestin nacional en diversas fases, ha

    habido incluso quien ha sugerido que, tras una aparente falta de continuidad y

    sistematicidad, Ortega oculta un inters veleidoso por adaptar su idea de nacin al

    paradigma objetivo/cultural o al subjetivo/poltico dependiendo de lo que en cada

    momento resulte ms conveniente para Espaa: de esta forma, segn el argumento de

    esta curiosa tesis, cuando el objetivo principal persiga la reafirmacin de la conquista

    estatal por parte del nacionalismo espaol, en detrimento de los nacionalismos

    perifricos, Ortega postular el paradigma objetivo, mientras que si lo que se busca es

    propiciar el ingreso de nuestro pas en una unidad superior a la del Estado nacional,

    como es Europa, entonces pasar a defender el paradigma subjetivo39

    En relacin con la conclusin que se deriva de este ltimo argumento, es decir:

    que la aparicin de los nacionalismos de signo disgregador habra sido el detonante que

    condicionara la teora orteguiana del Estado a partir del advenimiento de la II

    Repblica, pienso que parece ms adecuado que me ocupe de ella ms adelante,

    concretamente cuando trate de refutar el prejuicio nacionalista con el que algunos

    autores juzgan el preautonomismo y el protoeuropesmo de Ortega

    .

    40. As pues,

    atenindonos ahora estrictamente al tema principal del presente apartado, hemos de

    advertir que, si se tiene en cuenta como sostiene Dez del Corral- que la obra

    orteguiana forma un conjunto vivo, sin partes ya definidas y muertas, sino en proceso

    continuo de crecimiento y desarrollo, como una gran constelacin expansiva41

    37 Cfr., MARAVALL, J.A., La aportacin de Ortega al desarrollo del concepto de nacin, op. cit., pg. 511. ELORZA, A., La razn y la sombra. Una lectura poltica de Ortega y Gasset, Barcelona, 1984, pg. 13.

    , resulta

    38 Cfr., SNCHEZ AGESTA, L., Principios de teora poltica, Madrid, 1966, pg. 152. POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, E. Renan y L. Stur, op. cit., pgs. 49-50. ELORZA, A., La razn y la sombra. Una lectura poltica de Ortega y Gasset, op. cit., pgs. 145 y ss. GONZLEZ NAVARRO, F., Espaa, nacin de naciones. El moderno federalismo, Pamplona, 1993. FERNNDEZ AGIS, D., Reflexiones sobre algunas propuestas de vertebracin de Espaa, en F. VALIDO, A. MAESTRE y D. FERNNDEZ AGIS (eds.), El proceso de unidad europea y el resurgir de los nacionalismos, Madrid, 1993, pg. 144. LPEZ SASTRE, G., Por una ciudadana ilustrada y solidaria, en El proceso de unidad europea y el resurgir de los nacionalismos, op. cit., pg. 81. 39 BASTIDA FREIXEDO, X., La bsqueda del grial. La teora de la nacin en Ortega, op. cit., pg. 56. 40 BASTIDA FREIXEDO, X., Miseria de la autonoma. Una filosofa del Estado autonmico, Oviedo, 1999, pg. 112. 41 DEZ DEL CORRAL, L., Saber y personalidad en Ortega, en Obras completas (II), Madrid, 1998, pg. 1017.

  • 16

    bastante forzado querer diferenciar etapas conceptuales en forma de compartimentos

    estanco, porque eso supondra interpretar el mtodo orteguiano, que es la prctica de

    la razn histrica (que consiste, segn Garagorri, en pretender ante el problema x

    planteado en cada caso- investigar y representarse de dnde viene y adnde va eso que

    al pronto aparece con la figura de ser el problema x), como algo petrificado y carente

    de nervio vital42. As pues, una vez que hemos admitido el carcter dinmico tanto de la

    nacin como del Estado, y tras haber explicado las causas por las que el planteamiento

    del problema nacional no puede, en trminos metodolgicos, permanecer uniforme a lo

    largo de la obra de Ortega, cabra destacar al menos tres hitos importantes en el curso

    de las meditaciones que nuestro autor dedic a esta cuestin durante su vida

    intelectual43

    En primer lugar, se puede apreciar un inicial enfoque subjetivo o voluntarista de la

    nacin en dos sus ensayos polticos ms conocidos de la dcada de los aos 20: Espaa

    invertebrada y La rebelin de las masas. Como ya sabemos, en ambos trabajos la visin

    orteguiana de la nacin estara prxima a la formulacin renaniana de la misma. No es

    el momento de referirme al sentido la idea reformista y al sentido regeneracionista que

    inspira el pensamiento poltico de Ortega en aquel perodo de su vida (son, como

    veremos, los aos en que se produce su defeccin de la Monarqua y su crtica al modelo

    de Estado centralista heredado de la Restauracin, cuyo deterioro se acelerara a partir

    de 1898)

    .

    44

    . Lo que ahora nos interesa es dejar claro que, para Ortega, la nacin forma

    parte del Estado (es decir, que el trmino nacin posee una acepcin puramente

    poltica). Esta interpretacin resulta extraordinariamente til para conjurar la amenaza

    que representa el fenmeno particularista para la unidad poltica de algunas naciones

    europeas siendo el caso de Espaa uno de los ms emblemticos. Al hilo de esta ltima

    consideracin, Ortega advierte el riesgo que supone para la supervivencia de un Estado

    como el espaol una conciencia nacional que est debilitada o, peor an, que sea

    inexistente.

    42 GARAGORRI, P., La filosofa espaola en el siglo XX. Unamuno, Ortega, Zubiri, Madrid, 1985, pg. 99. 43 A diferencia de Esteban Polakovic, no creo que la trascendencia de las reflexiones que Ortega realiza en torno a la nacin en una obra de juventud anteriormente citada: La guerra, los pueblos y los dioses (en la que se aprecia una fuerte influencia de la filosofa mitolgica de Schelling), sea comparable en modo alguno con la enorme relevancia de otras obras posteriores de Ortega -como, por ejemplo, en Espaa invertebrada, La rebelin de las masas, Rectificacin de la Repblica (1931), o De Europa Meditatio Quaedam, en las que la idea de nacin no ocupa precisamente un lugar tan secundario como el que le corresponde en ese artculo de 1915. 44 ZAMORA BONILLA, J., Ortega y Gasset, op. cit., pgs. 206 y ss.

  • 17

    As, pues, yo encuentro que lo ms importante en el catalanismo y el

    bizcaitarrismo es precisamente lo que menos suele advertirse en ellos; a saber: lo

    que tienen de comn, por una parte, con el largo proceso de secular

    desintegracin que ha segado los dominios de Espaa; por otra parte, con el

    particularismo latente o variamente modulado que existe hoy en el resto del pas.

    Lo dems, la afirmacin de la diferencia tnica, el entusiasmo por sus idiomas, la

    crtica de la poltica central, me parece que, o no tiene importancia, o si la tiene,

    podra aprovecharse en sentido favorable45

    .

    En relacin con el estilo literario con el que est escrita Espaa invertebrada, se

    ha podido afirmar que el texto de este libro contiene algunas licencias retricas que

    contribuyen a oscurecer la compresin orteguiana de la nacin46

    . No obstante, este

    inconveniente quedar definitivamente superado en el que, para muchos, es

    considerado como el gran ensayo poltico de Ortega: La rebelin de las masas. En este

    ensayo se pone de manifiesto la ntima conexin existente entre la idea poltica de

    nacin y la vida del Estado nacional. Es all donde cobra mayor relieve el carcter

    subjetivo y voluntario de la nacin frente a la vez que se relativiza la relevancia que

    pueda tener para la nacin el factor objetivo, entendido en sentido tnico-cultural (que

    se expresa a travs de vnculos comunitarios como la sangre o la lengua). Por

    consiguiente, concluye Ortega:

    ni la sangre ni el idioma hacen al Estado nacional; antes bien, es el Estado

    nacional quien nivela las diferencias originarias de glbulo rojo y son articulado. Y

    siempre ha acontecido as. Pocas veces, por no decir nunca, habr el Estado

    coincidido con una identidad previa de sangre o idioma. Ni Espaa es hoy un

    Estado nacional porque se hable en toda ella el espaol, ni fueron Estados

    nacionales Aragn y Catalua porque en un cierto da, arbitrariamente escogido,

    coincidiesen los lmites territoriales de su soberana con los del habla aragonesa o

    catalana. Ms cerca de la verdad estaramos si, respetando la casustica que toda

    realidad ofrece, nos acostsemos a esta presuncin: toda unidad lingstica que

    45 Espaa invertebrada. Bosquejo de algunos pensamientos histricos, op. cit., pg. 457. 46 DE BLAS GUERRERO, A., Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 656.

  • 18

    abarca un territorio de alguna extensin es casi seguramente precipitado de alguna

    unificacin poltica precedente. El Estado ha sido siempre el gran truchimn47

    .

    Fue la proclamacin de la II Repblica, el 14 de abril de 1931, un acontecimiento

    histrico que Ortega interpretara como el momento adecuado para entrar de lleno en

    la poltica activa48. En cuanto al balance global de su actuacin en la vida pblica, creo

    que tiene razn Francisco Lpez Fras al comentar que, a pesar de la enorme relevancia

    del papel desempeado por Ortega en las Cortes Constituyentes como diputado de la

    Agrupacin al Servicio de la Repblica (algo que quedara demostrado en sus dos

    discursos sobre el Estatuto de Catalua), su actuacin en su doble vertiente poltica e

    intelectual- ha sido minusvalorada desde el desconocimiento general de su obra, en

    otras ocasiones descontextualizada, e incluso a veces tendenciosamente utilizada49

    A propsito de la decepcin experimentada por Ortega con la evolucin de los

    acontecimientos tras los primeros meses de rodaje de la II Repblica, algn autor -

    partidario de dividir en fases la doctrina de la nacin en Ortega- ha valorado este

    desencanto como el hecho que marca el corte entre la etapa poltica, subjetiva o

    voluntarista y el perodo cultural, objetivo o esencialista

    . Es

    cierto que las ilusiones y las expectativas puestas por Ortega en la joven Repblica

    quedaran frustradas ms pronto que tarde, aunque esta circunstancia, lejos de

    perjudicar su actividad intelectual, le estimulara para escribir numerosos artculos y

    discursos polticos -entre los que sobresalen sus dos Discursos sobre el Estatuto de

    Catalua (1932) y los artculos de prensa recopilados en Rectificacin de la Repblica

    (1931)- e incluso le animara a editar una primera edicin de sus obras.

    50

    47 La rebelin de las masas, op. cit., pg. 482.

    . Por otra parte, otros crticos

    coinciden en sealar lo difcil que resulta conciliar la comprensin histrica y poltica

    de la nacin en escritos precedentes de Ortega, con un concepto que, en el perodo

    republicano, aparece cubierto de una capa de irracionalismo, aadindole al sentido

    comunitario y proyectivo de aos anteriores un elemento sacralizador al utilizar la

    48 CEREZO GALN, P., Ortega y la regeneracin del liberalismo: tres navegaciones y un naufragio, en F. H. LLANO y A. CASTRO (eds.), Meditaciones sobre Ortega y Gasset, op. cit., pg. 641. 49 LPEZ FRAS, F., tica y poltica. En torno al pensamiento de J. Ortega y Gasset, Barcelona, 1985, pg. 356. 50 DE BLAS GUERRERO, A., Sobre el nacionalismo espaol, op. cit., pgs. 65-66. Hay otros autores, como Xacobe Bastida, para los que no se puede hablar de diversas etapas en la evolucin de la idea orteguiana de nacin, dado que, en su opinin, la concepcin que tiene Ortega de la nacin adopta en todo momento los caracteres del nacionalismo cultural derivado del uso del paradigma objetivo en la definicin de la Nacin. Cfr., BASTIDA FREIXEDO, X., La bsqueda del grial. La teora de la nacin en Ortega, op. cit., pg. 45. A mi juicio, resulta tan forzado tratar de

  • 19

    expresin comunidad de destinos51

    . Un texto paradigmtico de este enfoque

    esencialista lo encontramos en una conferencia pronunciada por Ortega, el 6 de

    diciembre de 1931, en el Cinema de la pera de Madrid:

    Los grandes capitales, el alto Ejrcito, la vieja aristocracia, la Iglesia, no se

    sentan nunca supeditados a la nacin, fundidos con ella en radical comunidad de

    destinos, sino que era la nacin quien en la hora decisiva tena que concluir por

    supeditarse a sus intereses particulares. Resultado? Que el pueblo espaol, el

    alto, medio e nfimo, aparte esos exiguos grupos, no ha podido nunca vivir de s

    mismo y por s mismo; no se le ha dejado franqua a su propio, intransferible

    destino; no ha podido hacer la historia que germinaba en su interior, sino que era

    una y otra vez y siempre frenado, deformado, paralizado por ese Poder pblico, no

    fundido con l, yuxtapuesto o sobrepuesto a la nacin e inspirado por intereses

    divergentes de los sagrados intereses espaoles; y les llamo sagrados, porque la

    historia de un pueblo, su misterioso destino y emigracin por el tiempo, seores,

    es siempre historia sagrada. En ello va algo tan profundo, tan imprevisible y tan

    respetable, que trasciende de la voluntad y del criterio de los individuos. Por eso

    los grandes hechos claros de un pueblo tienen que ser profundamente respetados y

    nunca desvirtuados. sta es la tesis principal de mi discurso52

    .

    Es probable que la razn de este giro esencialista sea meramente coyuntural:

    frente a las embestidas secesionistas, dirigidas por los nacionalismos perifricos contra

    la cohesin territorial del Estado, y movido por la profunda inquietud que le produca la

    sucesin de deslealtades y abusos cometidos contra el nuevo rgimen, Ortega se habra

    visto obligado a apelar, con carcter urgente, a la rectificacin del rumbo errtico de la

    Repblica, a la unidad nacional, al consenso institucional y al respeto de todos a las

    reglas de juego democrticas. De ah que, en el tramo final de su conferencia, afirme lo

    siguiente:

    seccionar el pensamiento poltico de Ortega sin tener en cuenta su carcter transitorio e integral, como pretender reducir su compleja visin de la nacin a uno de sus paradigmas (en este caso al objetivista). 51 ELORZA, A., La razn y la sombra. Una lectura poltica de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 202. BLAS GUERRERO, A., Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 658. 52 Rectificacin de la Repblica, IV, pg. 846.

  • 20

    El Estado contemporneo exige una constante y omnmoda colaboracin de

    todos sus individuos, y esto no por razones de justicia poltica, sino por ineludible

    forzosidad. Las necesidades del Estado actual son de tal cuanta y tan varias que

    necesitan la permanente prestacin de todos sus miembros, y por eso, en la

    actualidad, gobernar es contar con todos. Por tal necesidad, que inexorablemente

    imponen las condiciones de la vida moderna, Estado y nacin tienen que estar

    fundidos y en uno: esta fusin se llama democracia53

    .

    Este argumento favorable a la unidad de la poltica nacional y, por ende, contrario

    a cualquier iniciativa dispuesta a poner en duda la indivisibilidad de la soberana (bien

    desde el federalismo, o bien desde el nacionalismo particularista), volvera a ser

    invocado por el pensador madrileo en las Cortes Constituyentes, el 13 de mayo de

    1932, en su primer discurso sobre el Estatuto Cataln. Una vez ms, Ortega

    sorprendera a la cmara con un agudo diagnstico sobre el carcter irresoluble del

    problema planteado por el nacionalismo particularista -en este caso, el cataln-,

    aunque en dicho discurso se vuelve a tratar a la nacin (que, en esta ocasin, aparece

    identificada con la acepcin filosfica del trmino pueblo54

    ) como una suerte de

    entidad natural dotada de sentimientos que tiene sealado un destino histrico:

    Pues bien; en el pueblo particularista, como veis, se dan, perpetuamente en

    disociacin, estas dos tendencias: una, sentimental, que le impulsa a vivir aparte;

    otra, en parte tambin sentimental, pero, sobre todo, de razn, de hbito, que le

    fuerza a convivir con los otros en unidad nacional. De aqu que, segn los tiempos,

    predomine la una o la otra tendencia y que vengan etapas en las cuales, a veces

    durante generaciones, parece que ese impulso de secesin se ha evaporado y el

    pueblo este se muestra unido, como el que ms, dentro de la gran Nacin. Pero

    no; aquel instinto de apartarse contina somormujo, soterrneo, y ms tarde,

    53 Ibid., pg. 848. 54 Tanto de la equivocidad del trmino pueblo, como de las diversas acepciones con las que ste puede asumirse, da buena muestra el estudio que a este concepto ha dedicado A. E. PREZ LUO en su libro Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitucin, Tecnos, Madrid, 2003 (8 ed.), pg. 195. En dicho trabajo, el autor llega a distinguir hasta cuatro sentidos diferentes del mismo trmino: 1) "Pueblo" en sentido filosfico, entendido como una "totalidad orgnica"; 2) "pueblo" en sentido jurdico, concebido como "el mbito de validez personal del ordenamiento jurdico estatal"; 3) "pueblo" como una categora sociolgica con que se alude a "la colectividad de personas fsicas cuantitativamente mensurable que integran un Estado"; 4) finalmente, "pueblo" en sentido ideolgico, es decir, "aquellas personas o grupos que por profesar ciertas ideas o poseer determinadas cualidades, y porque son o se

  • 21

    cuando menos se espera, como el Guadiana, vuelve a presentarse su afn de

    exclusin y de huida55

    .

    En lugar de considerar definitiva esta propuesta objetivista, Ortega continuara

    meditando en torno a la idea de nacin despus de su breve paso por la vida poltica.

    Esta reflexin le llevara a revisar sus planteamientos anteriores y, por ende, a

    proponer un concepto de nacin eclctico, que sera ya el que mantendra hasta el final

    de sus das. A este respecto, es posible que las traumticas experiencias vividas, como

    espaol y como europeo, en el intervalo de tiempo que media entre el estallido de la

    Guerra Civil espaola y el final de la II Guerra Mundial, forzaran la relectura y posterior

    reformulacin de lo que algunos han denominado a mi modo de ver de manera

    impropia- como nacionologa orteguiana56. La principal consecuencia de este nuevo

    giro sera la contemplacin de la nacin desde una perspectiva europesta, o dicho en

    otras palabras, la relativizacin de la importancia de un concepto que deba ser

    superado en aras de la construccin de un proyecto transnacional que hasta entonces

    slo haba sido una simple utopa: la idea del Estado europeo (como se ver despus,

    esta iniciativa sera acogida con recelo por muchos de sus crticos, especialmente por

    parte de los filonacionalistas)57

    En particular, tal y como seal al principio de este trabajo, son dos los ensayos de

    Ortega en los que puede apreciarse este nuevo enfoque de la nacin desde una posicin

    europesta y antinacionalista, que ampla y profundiza en la idea de Europa como

    supernacin acuada veinte aos atrs en La rebelin de las masas, me refiero a: De

    Europa Meditatio Quaedam y a Una interpretacin de la historia universal. Conviene

    tener muy presente esta apuesta decidida a favor de Europa, que es concebida por

    Ortega como una comunidad supranacional donde deben converger, en ltima instancia,

    los Estados nacionales europeos, para no caer as en el error de simplificar la

    reconsideracin del concepto de nacin efectuada por nuestro autor y, a partir de esta

    .

    considera que son mayoritarios, se entiende que pueden equivaler al pueblo", desde un punto de vista democrtico slo seran aceptables las acepciones jurdica y sociolgica de dicho vocablo. 55 El Estatuto Cataln, V, pg. 58. 56 POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, E. Renan y L. Stur, op. cit., pgs. 49 y ss. 57 A este hecho se refiere precisamente A. DE BLAS GUERRERO en: Nacin y nacionalismo en la obra de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 661. Una de las crticas ms descarnadas dirigidas contra Ortega corresponde a Gregorio MORN, quien en una monografa sobre la figura y la obra de Ortega llega a descalificar sin contemplaciones ni rigor la idea de nacin defendida por el filsofo madrileo al final de su vida, al mismo tiempo que la tacha de enrevesada

  • 22

    equivocacin, llegar a la conclusin de que esta ltima versin de la nacin formulada

    por Ortega no es ms que el producto inane que se obtiene despus de combinar

    arbitrariamente los dos paradigmas nacionales clsicos que hemos estudiado hasta

    ahora: el voluntario, poltico y subjetivista frente al modelo esencialista, tnico-

    cultural y objetivista. Al igual que en otros escritos precedentes, Ortega piensa que hay

    en Espaa una sola nacin soberana, que es el resultado de un proceso histrico de

    unidad poltica entre los distintos pueblos que la habitan. Como se recordar, a partir

    de este presupuesto inicial, nuestro autor llegaba a la conclusin, a comienzos de los

    aos 30, de que el Estado nacin haba entrado en crisis cuando, como empresa de

    futuro y proyecto asociativo comn, empez a perder su energa vital en beneficio de

    los particularismos. Pues bien, como ya se ha comentado, una vez diagnosticada esta

    enfermedad nacional que consuma a Espaa, y despus de asistir como testigo

    impotente al conflicto fratricida que enfrent a sus compatriotas, Ortega slo atisbaba

    una solucin para una nacin tan desmoralizada y exhausta como la suya: avanzar hacia

    una unidad poltica junto a las dems naciones europeas58

    Ahora bien, cuando Ortega nos habla de una unidad europea compuesta por

    naciones federadas, a qu tipo de nacin se est refiriendo exactamente?, y cul de

    los dos paradigmas nacionales prevalece? En mi opinin, cabe nicamente una respuesta

    paradjica para ambas preguntas: al referirse a la nacin, Ortega nos sugiere una suerte

    de frmula intermedia en la que se armonizan elementos de ambas tradiciones, la

    subjetiva y la objetiva. En este sentido, aunque el modelo que surge de esta fusin

    resulta complejo, hay que resaltar que se trata de un modelo nuevo y que constituye

    una alternativa perfectamente vlida a esos dos conceptos tradicionales de nacin,

    completamente incapaces (por ser entidades anacrnicas) de proyectarse al futuro

    .

    59

    y frvola. Cfr., MORN, G., El maestro en el erial. Ortega y Gasset y la cultura del franquismo, Barcelona, 1998, pg. 211.

    .

    Entre las modificaciones introducidas por Ortega a propsito de esta reconsideracin

    del concepto de nacin figuran tanto las que rectifican el componente voluntarista (por

    ejemplo, cuando manifiesta que: una nacin es una intimidad en sentido homlogo a

    58 RALEY, H. C., Ortega y Gasset, filsofo de la unidad europea, Madrid, 1977, pg. 195. En relacin con la conciliacin entre el concepto de nacin espaola y la idea de Europa, tiene razn Inman FOX cuando sostiene que esta combinacin es posible habida cuenta de que Ortega, despus de todo, aboga por la creacin de una nueva Espaa europeizada. Cfr., FOX, I., La invencin de Espaa. Nacionalismo liberal e identidad nacional, Madrid, 1997, pg. 138. 59 De Europa Meditatio Quaedam, op. cit., pg. 265. Cfr., Las profesiones liberales (1954), en Europa y la idea de nacin (y otros ensayos sobre los problemas del hombre contemporneo), Madrid, 2003 (3 ed.), pg. 207.

  • 23

    como lo es una persona)60, como las que matizan la condicin esencialista de esta

    nocin (a este respecto, resulta muy ilustrativa su crtica a Toynbee por equiparar a la

    nacin con la tribu, a diferencia del filsofo e historiador britnico, para Ortega la

    nacin constituye una socialidad, es decir, una funcin vital que consiste en que el

    individuo siente que forma parte de una sociedad)61

    . De cuanto antecede se infiere, en

    primer lugar, una clara ruptura con las dos concepciones clsicas de la nacin: la

    liberal-democrtica y la romntica-orgnica; y, en segundo lugar, la formulacin de una

    idea hbrida de nacin en la que se combinan la tradicin y la empresa comn. Al hilo

    de este ltimo razonamiento, escribir Ortega:

    Slo los hombres capaces de vivir en todo instante las dos dimensiones

    sustantivas del tiempo pasado y futuro- son capaces de formar naciones62

    .

    En esta ltima versin del concepto de nacin se renen el elemento histrico-

    cultural de la nacin (vis a tergo) y su dimensin voluntarista o poltica, que est

    orientada hacia el futuro (vis proiectiva). A tenor de lo que dice Ortega acerca del

    proceso gentico de la nacin, podra dar la impresin de que nuestro autor asume los

    parmetros que caracterizan a la Kulturnation, esta es al menos la sensacin que nos

    trasmite cuando, al diferenciar la natio de la plis, asevera que, a diferencia del

    proceso fundacional de la Ciudad (son los hombres quienes la constituyen), la nacin

    sigue un proceso inverso, o sea, es algo previo a la voluntad constituyente de sus

    miembros. Luego, no somos nosotros quienes hacemos la nacin advertir Ortega-, sino

    que ms bien es ella quien nos hace63. Ahora bien, la nacin no puede vivir sola e

    inercialmente de su pasado, pues necesita tambin tener un porvenir, una ejemplar

    dimensin de futuro, pero es algo a lo que nicamente podrn aspirar aquellas naciones

    que completen su proceso evolutivo, y eso suceder cuando alcancen la perfeccin

    (teleosis), es decir, una vez que lleguen al estadio superior de madurez y se conviertan

    en Estados. Por lo tanto, en ltima instancia, Ortega recuperar el componente

    prospectivo de la nacin y se referir de nuevo a su acepcin poltica (Staatsnation)

    cuando equipare ambos trminos: Estado y nacin64

    60 Ibid., pg. 304.

    .

    61 Ibid., pg. 287. Cfr., Una interpretacin de la historia universal. En torno a Toynbee, Oc83, IX, pg. 239. 62 De Europa Meditatio Quaedam, op. cit., pg. 283. 63 Ibid., pg. 272. 64 Ibid., pg. 270-271.

  • 24

    IV. NACIN Y/O ESTADO: TRASUNTO O CONTRAPUNTO?

    Si el carcter dinmico de la nacin nos impide hablar con propiedad de una Teora

    orteguiana de la nacin -al igual que, como ya sabemos, tampoco podemos confirmar la

    existencia de una Teora orteguiana del Estado-, tampoco cabe esperar que, desde un

    anlisis estrictamente semntico, el concepto de nacin al que se refiere nuestro autor

    a lo largo de su obra sea necesariamente unvoco. A este respecto, uno de los flancos

    de la doctrina poltica de Ortega que se encuentra ms expuesto a la crtica (que ha

    sido estimulada, en los ltimos tiempos, sobre todo por los tericos del nacionalismo

    contemporneo) es, precisamente, el de la supuesta confusin en la que cae Ortega al

    identificar a la nacin con el Estado. Esta es, por ejemplo, la direccin en la que

    apuntan los comentarios de Esteban Polakovic. En su opinin, cuando Ortega habla del

    proceso de incorporacin que caracteriza la construccin de un Estado nacional como el

    espaol, est refirindose al concepto de nacin en un sentido claramente poltico, con

    lo cual estara soslayando la existencia de una historia nacional (tnico-cultural) que

    puede ser narrada racionalmente y al margen de la historia poltica de un Estado-nacin

    como Espaa65

    A mi juicio, hay una parte de este argumento que parece razonable, una especie

    de verdad a medias, a saber: la doble vertiente cultural y poltica por la que, sin entrar

    en disquisiciones ontolgicas, discurre la historia de una nacin. Es ms, incluso Ortega

    podra haber llegado a advertir esta omisin al reconocer en De Europa Meditatio

    Quaedam que, junto a aquellas naciones que, ya en su madurez, han culminado sus

    respectivos procesos de unificacin nacional convirtindose en Estados, hay otras que,

    sin embargo, pese a existir como tales no han logrado an constituir su propio Estado

    .

    66

    Sin embargo, al concluir estas consideraciones, Polakovic no parece que haya

    reparado en un dato revelador: que Ortega establece una clara diferencia entre la idea

    de nacin y el concepto pueblo. En efecto, tras una lectura superficial de la filosofa

    poltica de Ortega podra interpretarse que, en su opinin, las naciones sin Estado y los

    pueblos son trminos con significado anlogo, casi idntico, por cuanto que ambos

    comparten una misma vis a tergo o fuerza de lo tradicional. Sin embargo, a decir

    verdad, hay una nota diferencial entre ambas nociones, en la que el propio Ortega

    .

    65 POLAKOVIC, E., Teora de la nacin. Nacionologa de J. Ortega y Gasset, op. cit., pg. 76.

  • 25

    insiste, y que debera ser tenida siempre en cuenta para evitar incurrir en confusiones

    innecesarias: mientras que el vocablo pueblo entraa un sentido sociolgico referido a

    algo que nos encontramos como una realidad preconstituida en el pasado, es decir,

    como una forma de convivencia estable que fue realizada por las generaciones

    anteriores a la nuestra, la nacin, en cambio, es una empresa colectiva que no slo se

    concibe como una mera vis a tergo que la ata al pasado, sino que tambin se compone

    de una vis proiectiva o fuerza creadora de futuro que la convierte ideal de vida hacia el

    porvenir. A propsito del trmino pueblo comentar Ortega:

    Este tipo de sociedad que consiste en ser ya lo que es que no tiene una

    dimensin hacia el futuro, por tanto, en perpetuo fieri y, por lo mismo,

    esencialmente problemtica-, esta pura inercialidad social es lo ms contrario que

    cabe a la Nacin67

    .

    As pues, a juicio de Ortega, slo los hombres capaces de vivir en todo instante las

    dos dimensiones sustantivas temporales pasado y futuro- sern capaces de formar

    naciones68. Por consiguiente, la nacin es tradicin y empresa, con independencia de

    que este proyecto nacional se haya visto coronado o no con la constitucin de un Estado

    nacional. Otra cosa ser la importancia que las naciones-Estado adquirirn para el

    pensador madrileo con posterioridad, cuando trate el problema de Europa como

    realidad supranacional que aspira a crear una unidad poltica y cultural, puesto que,

    llegado ese momento, slo considerar a las naciones que ya sean Estado, y no a las que

    an estn en trmites de serlo o, simplemente, conformen el enjambre de pueblos

    occidentales69

    A propsito de la relacin semntica que media entre los dos trminos que

    integran el binomio Estado-Nacin, hay que sealar que las referencias al mismo a lo

    largo de la obra poltica de Ortega se resumen y alternan en dos sentidos: bien como

    trminos distintos y/o contrapuestos aunque al mismo nivel, o bien como trminos

    similares e/o integrados aunque desiguales (en este sentido, el Estado y la Nacin se

    intercambian las funciones de continente y de contenido, de manera que a veces es la

    .

    66 De Europa Meditatio Quaedam, pg. 271. 67 Ibid., pg. 282. 68 Ibid., pg. 283. 69 Ibid., pg. 304.

  • 26

    Nacin quien acta dentro del Estado como factor de cohesin, y otras, en cambio, es

    el Estado es el que funciona como una maquinaria interna al servicio de la Nacin). Se

    trata, en cierto modo, de una relacin tan peculiar y ambivalente como la que vincula

    al Estado con el Derecho entendido como uso social fuerte (relacin que ya he analizado

    en otro trabajo anterior a este)70

    . Veamos, por separado, cada una de las tres variantes

    de este binomio que, por complejo, no se ajusta a ninguna de las dos opciones tan

    estrictas que se proponen en el ttulo de este cuarto epgrafe.

    IV.1 LA NACIN FRENTE AL ESTADO

    A lo largo de la historia, el Estado ha sido una superorganizacin que ha venido

    actuando, junto a la ley, como prtesis de una sociedad que a Ortega se le antojaba

    siempre quebradiza. Se daba as una curiosa paradoja: que el Estado surge para

    reforzar una sociedad en el momento en que esta empieza a debilitarse y a perder

    vitalidad. La nacin, como unidad de convivencia social, tambin propender a medida

    que vaya madurando- a fusionarse o integrarse dentro del Estado. As, mientras que la

    plis griega o la civitas romana surgan ya como Estados, el proceso gentico de la

    Nacin es opuesto, su existencia es anterior a la aparicin de la voluntad de constituir

    por parte de sus miembros una comunidad poltica71. Este distinto origen histrico de la

    Nacin frente al Estado servir para reivindicar la autonoma de la poltica nacional

    respecto a la poltica de Estado, especialmente en periodos en los que, como en la

    Espaa de comienzos de siglo XX, las instituciones pblicas (el Gobierno, las Cortes, la

    Justicia y la Administracin) estaban al borde del colapso. Tomando el legado de la

    generacin del 98, Ortega y sus contemporneos reclamaban, adems de una pedagoga

    social como programa poltico, la regeneracin y la europeizacin de Espaa en clave

    nacionista (no nacionalista)72. Se trataba, en definitiva, de sustituir la Espaa oficial

    por la Espaa vital73

    70 LLANO ALONSO, F. H., El Derecho y la idea de Estado en Jos Ortega y Gasset: su proyeccin en la doctrina iusfilosfica contempornea, Derechos y Libertades, n 22 (2010), pgs. 85-117.

    . El desprestigio irremediable de las instituciones diseadas en la

    71 En el fondo, querra lo mejor (1953), VI, pp. 838. Vase tambin: De Europa Meditatio Quaedam, pg. 271. 72 Ortega pertenece a la generacin del 14, de la que tambin formaron parte: Manuel Azaa, Amrico Castro, Manuel Garca Morente, Salvador de Madariaga, ramn Prez de Ayala, Fernando de los Ros, Pedro Salinas, adems de otros ilustres nombres que integraran la primera generacin intelectual espaola deliberadamente poltica, segn la cita que Juan Marichal atribuye a Manuel Azaa. Cfr., MARICHAL, J., La vocacin de Manuel Azaa, Madrid, 1971, pg. 69. 73 Vieja y nueva poltica (1914), I, pgs. 709-737. Vase tambin: La pedagoga social como programa poltico (1910), II, pgs. 86-102. Los momentos supremos (1918), III, pgs. 135-138.

  • 27

    Restauracin, unido a la crisis moral de la nacin espaola en el concierto de la

    sociedad europea (dividida y desangrada en la Primera Gran Guerra), llevara a Ortega a

    defender la independencia y la primaca de la Nacin frente al Estado:

    Cambiemos ntegramente la perspectiva: hagamos que la nacin espaola

    vuelva las espaldas al Estado espaol, como a un domstico infiel. Que dejen de

    ser las instituciones de Estado lo sustantivo () Proclamad la supremaca del poder

    vital trabajar, saber y gozar- sobre todo otro poder. Aprendamos a esperarlo todo

    de nosotros mismos y a temerlo todo del Estado. En suma, poltica de nacin

    frente a poltica de Estado. Se quiere un maestro y una orientacin? Inglaterra,

    donde el Estado y sus instituciones son un adjetivo y nada ms de la nacin. Pero

    el primer paso haba de consistir en hacer de hecho intangible aquel margen legal

    ya conquistado de derecho por la nacin para conducir su vida

    independientemente del Estado74

    .

    A modo de aclaracin, convendra precisar que, cuando Ortega confronta al Estado

    y la Nacin en trminos de oposicin, se refiere al Estado legalista que absorbe las

    energas, la espontaneidad y la vitalidad de la sociedad en todas sus expresiones (siendo

    este un hecho que se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones a lo largo de la

    historia, desde la fundacin del Estado-Ciudad hasta el crepsculo de la Repblica de

    Roma, pasando por la instauracin del Estado absolutista del Despotismo ilustrado,

    hasta llegar al Estado totalitario y liberticida, de naturaleza comunista o fascista), pero

    en modo alguno pretende criticar con ello al Estado-nacin en su versin democrtica,

    que es precisamente el modelo al que debe aspirar Espaa (es decir, precisamente el

    mismo modelo de Estado de Derecho descentralizado que sera consagrado

    posteriormente en la efmera Constitucin de 1931)75

    .

    IV.2 LA NACIN EN EL ESTADO

    La segunda modalidad del binomio compuesto por los trminos Estado y Nacin

    coloca a esta ltima, a la nacin moderna, dentro del primero. Como ya sabemos, para

    Ortega, hay algunas naciones que, en su fase de plena maduracin, consiguen

    74 La nacin frente al Estado (1915), I, pg. 838.

  • 28

    convertirse en Estados independientes y soberanos. Como tendremos oportunidad de

    comprobar ms adelante, este modelo de Estado nacional representa en realidad un

    peldao ms en la escalada hacia la cumbre circunstancial de Ortega por excelencia: la

    constitucin de un Estado supernacional o ultranacional europeo76. El Estado

    desempeara pues una funcin de esencial atributo jurdico de la nacin, sera una

    especie de molde que vendra a dar consistencia y unidad a la natural dispersin de las

    comunidades tnicas77. Ese Estado que ha sido siempre, en palabras de Ortega, el gran

    truchimn, acta ahora como nivelador de las diferencias originarias de glbulo rojo y

    son articulado. La relativa homogeneidad de la raza o de la lengua de la que gozan

    suponiendo que ello sea un gozo, asevera Ortega- las nacionalidades es el resultado

    de una previa unificacin poltica. En resumen, no son los presuntos rasgos diferenciales

    de una nacin los que hacen al Estado nacional, y no pueden hacerlo porque, a juicio de

    Ortega, el Estado nacional, como empresa comn, o bien entendido como comunidad en

    la actuacin, es en su raz democrtica, porque se trata de una estructura histrica de

    carcter plebiscitario. Dicho en otras palabras, el Estado nacional del que habla Ortega

    depende, en realidad, de la voluntad del cuerpo poltico que est encarnado por los

    ciudadanos, y no de supuestos vnculos de sangre inspirados en oscuros mitos

    nacionalistas78

    . A propsito de la absorcin de la heterogeneidad tnico-cultural a la

    que se ha hecho alusin por parte del Estado nacional contemporneo, hay que sealar

    que Ortega defendi esta postura, ya desde sus primeros escritos, con rotundidad:

    Frente a la idea de nacin, que supone centenaria comunidad biolgica,

    significa la idea de Estado un poder imperativo de hacer mantenerse en la

    laboriosa convivencia grupos humanos de sangres diversas y an antagnicas79

    .

    De cuanto precede se desprende la siguiente conclusin: que adems de la

    dimensin coactiva del Estado mecanizado e intervencionista que tanto inquietaba a

    Ortega, nos encontramos con otra dimensin sutilsima de lo poltico, que penetra en la

    vida social e histrica, la dinamiza y la espolea hacia el futuro. Justamente por esa

    75 El mayor peligro, el Estado, La rebelin de las masas, op. cit., pgs. 449-450. 76 De Europa Meditatio Quaedam, pg. 294. 77 Prlogo a Una punta de Europa, de Victoriano Mart (1927), IV, pg. 111. 78 La rebelin de las masas, op. cit., pgs. 481-488.

  • 29

    visin dinmica de lo estatal es posible dentro de la concepcin orteguiana- trascender

    la forma concreta del Estado nacional y llegar a formas superiores ms integradoras de

    organizacin poltica, o bien, en palabras de Dez del Corral: a empresas ms

    ambiciosas y sugestivas de convivencia en un plano supranacional europeo80

    .

    IV.3 EL ESTADO EN LA NACIN

    La tercera variante del binomio que estamos analizando en el presente apartado,

    que hemos desglosado a su vez en tres subepgrafes, sita al Estado dentro de la

    Nacin. El Estado, escribir Ortega, es la reflexividad nacional, algo as como el

    espejo en el que la nacin se contempla a s misma81

    79 Impresiones de un viajero [Discurso pronunciado el 6-XII-1916 en el Instituto Popular de Conferencias de Buenos Aires. Publicado dos aos despus en la Revista Hebe, n 5, Buenos Aires, 1918], posteriormente incluido en Meditacin del Pueblo Joven (Buenos Aires, 1958- Madrid, 1962), Oc83, VIII, pg. 366.

    . De acuerdo con esta

    interpretacin orteguiana, el Estado actuara como una mquina en el interior de la

    nacin para servir a sta. Esta actitud de servicio por parte del Estado a la nacin -

    entendida en sentido poltico, es decir, como sociedad o cuerpo de ciudadanos- es la

    divisa que debe guiar los pasos de un buen poltico (o, al menos, de un poltico dotado

    del necesario sentido de la responsabilidad) en el desempeo de sus funciones. Ortega

    vuelve a poner el ejemplo de Espaa, su radical circunstancia, para diferenciar (que no

    separar) al Estado espaol de la nacin espaola. En este sentido, advierte nuestro

    autor, un pequeo poltico slo piensa en el Estado (es decir, en lo que ms le

    conviene hacer en y para el Estado), pero se desentiende del inters nacional,

    olvidndose con ello de la elemental relacin existente entre ambos trminos. El gran

    poltico, en cambio, analiza siempre los problemas de Estado a travs y en funcin de

    la problemtica nacional. Este poltico no es estatista, no busca la perfeccin formal

    del Estado aunque eso pudiera ir, en ltima instancia, en detrimento del imperio de la

    razn y del Derecho, de la Justicia y las libertades. Al contrario, el buen poltico

    trabaja para asegurar el porvenir de una nacin vigorosa y saludable, esto es, a situar el

    cuerpo nacional en forma que pueda fare da se. El perfeccionamiento del Estado

    depender, en buena medida, de la poltica que se realice desde esta institucin en

    aras de la nacin. Ortega expres esta conviccin con bastante nitidez en su opsculo

    Mirabeau o el poltico (1927):

    80 DEZ DEL CORRAL, L., Ortega ante el Estado, en Obras completas (II), op. cit., pg. 1043. 81 Intimidades (1929), Oc83, II, pgs. 643-644.

  • 30

    Cabra decir que un Estado es prefecto cuando, concedindose a s mismo el

    mnimum de ventajas imprescindible, contribuye a aumentar la vitalidad de los

    ciudadanos. Si nos abstraemos de esto ltimo, si nos ponemos a dibujar un Estado

    prefecto en s mismo, como puro y abstracto sistema de instituciones, llegaremos,

    inevitablemente, a construir una mquina que detendr toda la vida nacional.

    Como suele acontecer, esta reductio ad absurdum nos sirve para descubrir el error

    que hay en esa direccin del pensamiento poltico.

    En la historia triunfa la vitalidad de las naciones, no la perfeccin formal de

    los Estados. Y lo que debe ambicionarse para Espaa en una hora como sta es el

    hallazgo de instituciones que consigan forzar al mximum de rendimiento vital

    (vital, no slo civil) a cada ciudadano espaol82

    .

    Aos despus de escribir estas palabras, concretamente con motivo del

    advenimiento de la II Repblica (que Ortega salud como un acontecimiento de la vida

    nacional), el pensador madrileo crey que haba llegado por fin el momento de

    consolidar la tan ansiada fusin entre el Estado y la Nacin (fusin a la que l denomin

    solemnemente con el nombre de democracia, puesto que en ese nuevo orden podran

    armonizarse en Espaa, de una vez por todas, el poder pblico y la voluntad popular)83

    .

    A esta expectativa se refera, precisamente, en una conferencia titulada Rectificacin

    de la Repblica, a la que ya se ha hecho mencin anteriormente:

    Pues bien, seores, la Repblica significa nada menos que la posibilidad de

    nacionalizar el Poder pblico, de fundirlo como nacin, de que nuestro pueblo

    vaque libremente a su destino, de dejarle fare da se, que se organice a su gusto,

    que elija su camino sobre el rea imprevisible del futuro, que viva a su modo y

    segn su interna inspiracin84

    .

    Por lo tanto, haba que evitar hacer de la Repblica espaola un ejemplo de la

    vetusta y agotada democracia liberal heredada de la Restauracin, porque se tena

    82 Mirabeau o el poltico, IV, pgs. 218-219. 83 Cfr., OUIMETTE, V., Los intelectuales espaoles y el naufragio del liberalismo (1923-1936). Volumen II, Valencia, 1998, pg. 236. 84 Rectificacin de la Repblica, op. cit., pg. 848.

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    que superar ese concepto anticuado por otro ms moderno donde el Estado y la Nacin

    se fusionaran en un proyecto comn de futuro, capaz de integrar a todas las clases

    sociales (burguesas y proletarias). Esta es la razn por la que Ortega, como veremos en

    el Apndice de este trabajo, no deseaba que su proyecto se calificase de Repblica

    conservadora o de Repblica burguesa85. Nadie tena derecho a patrimonializar la

    Repblica (en esta opinin, por cierto, Ortega coincida con Unamuno)86. Por

    consiguiente, la rectificacin del rumbo de la Repblica no tena que producirse virando

    a la derecha o a la izquierda (salvo que se quisiera hacer resurgir los particularismos

    denunciados tiempo atrs por nuestro autor en su Espaa invertebrada). Una Repblica

    socialista era tan sectaria como tambin podan serlo una Repblica burguesa o una

    Repblica federal pues, a fin de cuentas, con cualquiera de estos dos modelos se daba

    la espalda al origen y a la realidad profunda de la nacin87

    .

    V. A MODO DE CONCLUSIN: LA IDEA ORTEGUIANA DE EUROPA COMO ESTADO

    ULTRANACIONAL.

    Al inicio de este trabajo sealbamos que algunos autores haban denunciado la

    utilizacin que hace Ortega del europesmo como coartada frente a los nacionalismos

    perifricos que ponan en riesgo la unidad territorial de Espaa. Entre las crticas ms

    significativas dirigidas contra Ortega, a propsito de su supuesto europesmo fingido,

    Antonio Elorza ha calificado la salida orteguiana a Europa como una precondicin de su

    nacionalismo progresivo88. Abundando en esta interpretacin desmitificadora del

    europesmo orteguiano, Xacobe Bastida sostiene que si el filsofo madrileo enarbola

    esa bandera europesta no es con otro propsito que el que sirve para fundamentar

    una unidad superior a la del Estado nacional Europa- que, con todo, refuerza el sentido

    opresor del nacionalismo que aqul implica89

    85 Cfr., LPEZ FRAS, F., tica y poltica. En torno al pensamiento de J. Ortega y Gasset, op. cit., pg. 348 y ss. ZAMORA BONILLA, J., Ortega y Gasset, op. cit., pg. 350. ORTEGA SPOTTORNO, J., Los Ortega, Madrid, 2002, pgs. 368-369.

    . En trminos similares se ha pronunciado

    tambin Esteban Polakovic, para el que, si bien Ortega dudaba sobre si Europa deba ser

    una super-nacin dentro de la cual quedaran salvaguardadas las naciones europeas, o

    86 Cfr., MARTN PUERTA, A., Ortega y Unamuno en la Espaa de Franco. El debate intelectual durante los aos cuarenta y cincuenta, Madrid, 2009, pgs. 39 y ss. 87 Cfr., ORTEGA SPOTTORNO, M., Ortega y Gasset, mi padre, Planeta, Madrid, 1983, pg. 156. CEREZO GALN, P., Ortega y la regeneracin del liberalismo: tres navegaciones y un naufragio, op. cit., pg. 642. 88 ELORZA, A., La razn y la sombra. Una lectura poltica de Ortega y Gasset, op. cit., pg. 76.

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    si, por el contrario, deba constituirse en una unin super-estatal por encima de las

    naciones existentes, lo cierto es que segn este profesor de la Universidad de

    Bratislava- en ltima instancia, debido a su doctrina sobre el Estado, Orte