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L L a a l l l l e e g g a a d d a a d d e e l l C C r r i i s s t t i i a a n n i i s s m m o o a a E E s s p p a a ñ ñ a a . . Hipótesis y reflexión. Sergio Martín Guerrero “Asignación hecha en cumplimiento de los requisitos exigidos por el Profesor Don Julio Díaz, como parte de la calificación de la asignatura Historia del Cristianismo – I”. Diciembre de 2008 SEMINARIO TEOLÓGICO UEBE

LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

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Page 1: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

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Sergio Martín Guerrero

“Asignación hecha en cumplimiento de los requisitos exigidos

por el Profesor Don Julio Díaz, como parte de la calificación

de la asignatura Historia del Cristianismo – I”.

Diciembre de 2008

SEMINARIO TEOLÓGICO UEBE

Page 2: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

1

INDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 2

I. CONTEXTO SOCIOCULTURAL IBÉRICO EN EL SIGLO I. ............... 3

1. Poblaciones y urbanizaciones hispanas. .............................................. 3

2. Vías de comunicación en el Imperio. .................................................. 5

3. Las religiones paganas. ....................................................................... 7

II. HIPÓTESIS DEL INICIO DEL CRISTIANISMO EN ESPAÑA. .......... 10

1. Evidencias documentales. ................................................................. 10

2. El Apóstol Pablo en España. ............................................................. 12

3. Santiago el mayor en España. ........................................................... 14

4. 7 varones apostólicos son enviados a España. ................................... 15

5. España: “punto de misión” del norte de África y Roma. .................... 15

6. Otras alternativas de sentido común .................................................. 17

III. EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO EN ESPAÑA. ............................... 19

CONCLUSIÓN ................................................................................................ 21

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 22

Page 3: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

2

INTRODUCCIÓN

Una de las cuestiones más oscuras y confusas de la historia del

cristianismo en España es, sin duda, su origen.

Altamente arraigada a nuestra cultura está la creencia de la venida del

Apóstol Santiago a Galicia antes de su muerte, sin embargo: ¿Pisaron realmente

sus pies las calzadas romanas que atravesaban la Península? ¿Fue quizás el

Apóstol Pablo el precursor del cristianismo en España?

La intención de este ensayo no es desvelar un secreto guardado durante

siglos, ni encontrar una respuesta única a estas incógnitas. Por el contrario, hemos

afrontado este reto reconociendo las limitaciones documentales, así como la

inexistencia de fuentes primarias que puedan guiarnos a una solución definitiva.

Por ello, queremos presentar una descripción somera de la situación de

España en el Imperio Romano, entendiendo que ello nos ayudará a poder enfrentar

las diferentes hipótesis que se barajan sobre el tema que nos ocupa. Más que

llegar a alcanzar verdades absolutas, nos gustaría aprender sobre la realidad de

España, del Imperio Romano, del cristianismo, y de cómo la fusión de estos tres

elementos ha hecho posible que el Evangelio siga hoy vigente entre nosotros.

Page 4: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

3

I. CONTEXTO SOCIOCULTURAL IBÉRICO EN EL SIGLO I

1. Las poblaciones y urbanizaciones hispanas

Para centrarnos en un modelo geográfico que nos sirva de guía, tomamos

como referencia la España de Augusto tras la división provincial llevada a cabo

entre los años 2 y 7 a.C. De esta forma, encontramos tres provincias en todo el

territorio: la Provincia Hispania Citerior (Tarraconensis) cuya capital era Tarraco

(Tarragona); la Provincia Hispania Ulterior Baetica (Baetica) con capital en

Corduba (Córdoba); la Provincia Hispania Ulterior (Lusitania) con Emerita

Augusta (Mérida) como capital.

Mapa 1: La España de Augusto.1

Las regiones más pobladas eran la Bética y las zonas costeras de la

Tarraconense, fruto de migraciones provenientes mayormente de Italia

(comerciantes, soldados y colonos); también llegaban galos, griegos, egipcios,

sirios, y posiblemente germanos. A su vez Lusitania, el Noreste, y la Meseta

central fueron escasamente colonizadas.

Estas poblaciones que se van formando ya tienen un marcado carácter

romano, con el latín como lengua común. No obstante, y como es de imaginar, la

romanización no alcanzó igualmente a todos los lugares de Hispania, siendo más

1 “Hispania” en http://es.wikipedia.org/wiki/Hispania, visitada el 3 de diciembre de 2008.

Page 5: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

4

evidente su influencia en los grandes focos de población; debemos tener en cuenta

que la mayoría de la población seguía siendo la indígena, por lo que la identidad

de muchas comarcas no llegó a perderse.2

Hay una dificultad grande a la hora de conocer la demografía de la

península debido a la falta de datos concluyentes; no obstante, estudios basados en

datos censales cifran una posible población en Hispania de alrededor de 7

millones de personas.

3 Para hacernos una idea de la cantidad de pueblos y

asentamientos en Hispania, reflejaremos algunos datos sobre las más importantes.

En la comarca de Tarraco se encontraban más de 40 pueblos y en Carthago Nova

más de 60; entre Asturias, Galicia y el norte de Portugal se contabilizó una

población de casi 700.000 hombres libres (sin contar esclavos). En cuanto a

extensión, si bien las ciudades de Hispania no eran tan grandes como algunas de

las Galias (Nimes tenía 220 Ha. y Vienne 200 Ha.), Córdoba llegó a tener unas 70

Ha., Tarraco más de 40 Ha., y Caesaraugusta unas 50 Ha. Todo esto nos da una

idea de que Hispania se encontraba relativamente poblada y contaban, además,

con hermosas edificaciones: circos donde se realizaban carreras de carros (el de

Mérida tiene cabida para 26.000 espectadores), teatros (Mérida, Antequera,

Córdoba, y Sevilla, entre otros), y anfiteatros donde se celebraban combates de

gladiadores (Ampurias, Segóbriga, Cádiz, y Córdoba entre otros). Todas estas

edificaciones están fechadas en el siglo I y dan fe de papel importante que

desempeñaron los espectáculos públicos en la sociedad hispanorromana.4

2 Luís G. de Valdeavellano, Historia de España, Tomo 1 (Madrid: Alianza Editorial, 1980), pp. 200-201.

3 Ángel Cabo y Marcelo Vigil, Condicionamientos geográficos. Edad antigua, en Historia de España Alfaguara, vol. 1, edit. Miguel Artola (Madrid: Alianza Editorial, Alfaguara, 1981), pp. 305-306. 4 A. Tovar y J. M. Blázquez, Historia de la Hispania Romana (Madrid: Alianza Editorial, 1982), pp. 309-314.

Page 6: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

5

Debemos tener en cuenta que las provincias hispánicas eran consideradas,

como la mayor parte del imperio romano, zonas de creación de riqueza al servicio

de Roma; nuevos lugares donde conseguir recursos que contribuyeran a la

expansión del Imperio.

Entre las personas que decidieron apostar por una nueva vida en España

encontramos a judíos, los cuales formaban núcleos que no se mezclaban con los

habitantes del país. Ciudades donde había presencia de colonias judías son: Livia,

Emporiae, Iluro, Tarraco, Saetabis, Ilici y Carthago Nova en la Provincia Citerior;

Abdera, Iliberri, Malaca, Gades, Nebrissa, Ilipa, y posiblemente Corduba, en la

Provincia Baetica; Emerita Augusta y la actual Trujillo en la Provincia de

Lusitania.5

2. Vías de comunicación en el Imperio

Los romanos supieron aprovechar muy bien las rutas comerciales

existentes en Hispania desde antes de su conquista; gracias a ello, se

modernizaron provocando una intensificación del comercio, tanto en el interior de

la península, como hacia el exterior. España era una zona de abundante materia

prima, así que el imperio se preocupó por tener bien comunicados los centros

productores entre sí, y éstos con las principales vías de salida al exterior por tierra

y mar. Si bien por tierra hubo que salvar el problema de superar la meseta, el mar

contaba con grandísimas posibilidades para el comercio. Se construyó una especie

de cinturón de calzadas que rodeaba toda la meseta, y que comunicaba las

ciudades más importantes del interior con la costa mediterránea.

5 L. García Iglesias, Los judíos en la España antigua (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1978), pp. 59-68.

Page 7: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

6

Entre las vías terrestres más importantes destacamos:

- La Augusta: unía Las Galias con Carthago Nova y seguía hasta Itálica.

- Por el norte, otra gran vía unía Burdigala con Asturica Augusta.

- Al Oeste, otra unía Emerita Augusta con Asturica Augusta, que se

conocía como la Vía de Plata, y continuaba hasta Onuba.

- Al Sur, otra vía partía desde Gades, pasando por Malaca, y enlazaba

con la Augusta en Carthago Nova.

También se construyeron vías secundarias que unían entre sí los centros

más importantes por donde pasaban estas grandes vías. 6

Mapas 2 y 3: Vías comerciales de Hispania y del Imperio Romano.7

6 Cabo, pp. 314-316. 7 http://web.educastur.princast.es/proyectos/jimena/pj_isabelan/imagenes/viasrom.jpg, visitada el 5 de diciembre de 2008.

Page 8: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

7

Como es de imaginar, el comercio exterior se llevaba a cabo

fundamentalmente por vías marítimas. Roma había luchado casi tres siglos para

conseguir la hegemonía del mediterráneo; en tres ocasiones con Cartago en las

llamadas guerras púnicas, y tras ellas, contra griegos, asiáticos, y egipcios.8 El

mar mediterráneo era ahora seguro y la comunicación era constante con Roma,

capital del imperio. Los puertos principales de recepción y partida del comercio

eran: Híspalis, Emerita Augusta, Gades, Carthago Nova y Tarraco; se cubría con

ellos las desembocaduras del río Guadalquivir y el Guadiana, el Océano Atlántico,

así como el Mar Mediterráneo. Además, gracias a Galicia y varios puertos en la

actual provincia de Santander, se mantenían abiertas vías marítimas con Las

Galias y Britania.9

Todas estas rutas terrestres y marítimas posibilitaron que Hispania tuviera

intercambios comerciales con: Las Galias (cerámicas), Germania (bronces y

vidrios), Britania, Italia (vidrios y sarcófagos), Norte de África (ladrillos

estampados); de España salían oro, plata, sal, caballos para carreras, productos del

cerdo, lana asturiana, púrpura de las baleares, esparto, trigo, aceite, etc.

10

3. Las religiones paganas

Si alguna conclusión podemos adelantar del sentimiento religioso en la

Península Ibérica prerromana, es que era politeísta. Esto queda confirmado por los

casi 300 nombres de dioses que se conocen y lo variado de su naturaleza. Los

hallazgos de restos son muy escasos y nada sabemos sobre grandes santuarios, al

igual que de tradiciones sacerdotales de la época. No obstante, hay certeza de

8 Gonzalo Bravo, Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica (Madrid: Alianza Editorial, 1995), pp. 464-465. 9 Cabo, p. 323. 10 Tovar, pp. 319-331.

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8

cultos realizados a los árboles, danzas rituales a la luna, dioses acuáticos, y

animales sagrados como buitres, ciervos, y el toro. La mayoría de los dioses que

componían el panteón ibérico sólo aparecen en una ocasión, y en las fuentes

literarias se ha comprobado que el nombre de muchos de ellos sólo tiene que ver

con la situación geográfica del culto. Casi la totalidad de los dioses se han

encontrado en inscripciones halladas a lo largo de Lusitania, lo cual nos habla del

bajo grado de romanización que adquirió la zona.11

Mapa 3: Principales divinidades del Panteón hispano.12

Con la llegada del imperio romano a la península ni mucho menos

desaparecieron, sino que incluso se revitalizaron; de hecho, y siendo fieles a sus

costumbres oficiales, las religiones indígenas se toleraron, llegando a asimilar

alguno de los dioses ibéricos. Fue una religión aceptada de una forma

generalizada en toda España, aunque el norte de la península se resistió a ella. La

religión romana carecía de cualquier dogma o moral propios y había adoptado

dioses tan dispares como los griegos y los orientales. Gracias a esta tolerancia

11 Tovar, pp. 167-171. 12 “Mapa de los principales dioses hispanos” en http://hispaniadeorum.losforos.es/foro/ viewtopic.php?t=23&start=0&postdays=0&postorder=asc&highlight=, visitada el 5 de diciembre de 2008.

Page 10: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

9

siguieron los cultos indígenas en Lusitania y en la Tarraconense; sin embargo en

la Bética pronto se comenzó a rendir culto a las divinidades romanas, entre ellos a

Júpiter, Juno, Minerva, Isis, Serapis, Cibeles y Mithra. Debemos tener presente

que para los romanos era muy importante rendir culto a sus dioses; en una

relación bilateral debían complacerles para que influyeran positivamente en ellos,

quedando el dios obligado a responder ante un culto debidamente ofrecido.13

Poco a poco fue dándose un sincretismo de dioses mistéricos, como

evidencian algunos restos de estatuas donde figuras humanas y animales se

mezclaban con dioses como Saturno, Neptuno, Mercurio, Serapis y Venus.

También fue muy extendido el culto a la diosa africana Dea Caelestis, así como a

diversos dioses sirios.

Lo que terminó de unificar en lo religioso a los diferentes pueblos de la

península fue el culto imperial. En Hispania se comenzó a adorar a Augusto como

“hijo del divino César”14

Tarraco era el centro religioso más importante de la península seguida de

cerca por Itálica, aunque hallazgos arqueológicos demuestran una amplia

aceptación de los cultos romanos en toda la Baetica.

convirtiéndose en un acto organizado tras su muerte. Si

bien tuvo diferentes épocas de auge y decaimiento, el emperador Claudio fue

extensamente venerado en todas las provincias. Finalmente, y fruto de la

evolución sufrida durante años, se pasó de dar culto a los emperadores vivos, los

cuales fueron más multitudinarios y seguidos. Con ello, el culto a Roma y a sus

grandezas fue perdiendo fuerza paulatinamente.

15

13 de Valdeavellano, pp. 240-242.

14 Tovar, pp. 182. 15 Ibid., p. 183.

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10

II. HIPÓTESIS DE LA LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

Es imposible tener un amplio concepto y entendimiento de las hipótesis

que vamos a desarrollar en este punto, sin conocer la situación de Hispania en este

tiempo. Por ello hemos hecho un énfasis en aspectos que a continuación

aparecerán, dándonos una perspectiva más completa de si las hipótesis tienen

mayor o menor fundamentación.

1. Evidencias documentales

Antes de adentrarnos en las diferentes hipótesis sobre cómo llegó el

Cristianismo a España, nos parece de rigor señalar algunas evidencias

documentales al respecto de este hecho; es decir, existen escritos, testimonios, y

restos arqueológicos, que dan fe de la existencia del Cristianismo en España

durante los primeros siglos de nuestra era.

En siglo IV vemos cómo el cristianismo se arraiga definitivamente en

España, y en este sentido, el Concilio de Elvira constituye uno de los documentos

más importantes de historia del Cristianismo en España. Celebrado sobre el año

300 en Elvira (Granada) sirvió para unificar criterios de orden y disciplina dentro

de la Iglesia. Asistieron 19 Obispos y 26 presbíteros de Iglesias establecidas en

toda la Baetica y en Carthago Nova. Se hace referencia a 23 iglesias en la

Provincia Baetica, ocho en la Cartaginense, tres en Lusitania, dos en la

Tarraconense, y una en Gallaecia.16

Este Concilio sentó las bases de la Iglesia Española, suponiendo además la

ley eclesiástica más antigua sobre temas como:

16 Manuel Sotomayor y Muro, “La Hispania cristiana”, en 2000 años de cristianismo, Tomo 1, Dirigido por Juan Bautista Valero, (Madrid: Sedmay Ediciones, 1979), p. 145.

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11

El celibato de los clérigos, la institución de las vírgenes consagradas (virgines Deo sacratae), referencias al uso de imágenes (de interpretación discutida), a las relaciones con paganos, judíos y herejes, y muchas otras, relativas a temas como matrimonio, bautismo, ayuno, excomunión, enterramiento, usura, vigilias, o cumplimiento de la obligación de asistir a misa.17

El número de representantes eclesiásticos asistentes a este Concilio, unido

a la variedad y profundidad de temas allí tratados, nos habla de una Iglesia

extendida, pero de cristianos que “en muchos casos participaban de las ideas y

costumbres de sus connacionales paganos.”18

Retrocediendo en el tiempo, en el 254 encontramos la 65 carta de

correspondencia de San Cipriano, Obispo de Cartago. Fue respuesta a las

comunidades de León-Astorga y de Emerita Augusta, con motivo de la apostasía

de sus Obispos (Basílides y Marcial respectivamente) durante la persecución de

Decio.

(Recordemos el sincretismo que se

daba en la religión romana).

19

El siglo III parece ser la época de una Iglesia nacional floreciente.

20

Durante la persecución de Valeriano (258) son martirizados San Fructuoso y dos

de sus diáconos, siendo este hecho “el mejor testimonio de la plena vitalidad de la

Iglesia de Tarragona”.21

Por último, en el siglo II hay indicios de que el evangelio ya estaba

17 “Concilio de Elvira” en http://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Elvira, visitada el 6 de diciembre de 2008. 18 José M. Martínez, La España evangélica ayer y hoy (Barcelona: Publicaciones Andamio y Editorial CLIE, 1994), p. 19 19 Tovar, p. 185. 20 Ian Sellers, “España” en Diccionario de Historia de la Iglesia, ed. Wilton M. Nelson (Miami: Editorial Caribe, 1989), p. 403. 21 Jesús Álvarez Gómez, Historia de la Iglesia I. Edad Antigua (Madrid: Biblioteca de autores cristianos, 2001), p. 84.

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12

extendido por toda la península22 (se calcula que a finales de este siglo casi la

décima parte de todo el Impero Romano era ya cristiana)23

, aunque la falta de

documentación explícita convierte esta posibilidad en una consecuencia natural de

las siguientes hipótesis.

Mapa 4: La Iglesia cristiana en el siglo IV d.C.24

2. El Apóstol Pablo en España

Bien conocido es el deseo que el Apóstol manifestó de viajar a España:

"cuando" vaya a España, iré a vosotros" (Romanos 15:24)25; esta pretensión es la

base para argumentar su visita. Si bien el libro de Hechos de los Apóstoles no

relata este viaje, la tradición nos dice que tras ser librado de la cárcel en Roma

“llegó hasta España predicando el evangelio”26

Se han compilado otros escritos que apoyan esta hipótesis. Según declara

Clemente Romano en su Epístola a los corintios a finales del siglo I, Pablo había

.

22 Martínez, p. 18. 23 H. H. Muirhead, Historia del Cristianismo (El Paso, Texas: CBP, 1953), p. 119. 24 John Strange, Atlas Bíblico (Sociedad Bíblica, 1999), p. 66. 25 Reina Valera Revisada (1995) Electronic ed. (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998). 26 Pablo Burguess, Los XX siglos del Cristianismo (Barcelona: Editorial CLIE, 1986), p. 21.

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13

llegado a España y había predicado allí el evangelio. En otro escrito del siglo II, el

Fragmento de Muratori, se habla también de este viaje de Pablo a España.

Además, figuras importantes de la Iglesia de los primeros siglos como Atanasio,

Epifanio, Juan Crisóstomo, y Jerónimo, lo aseguran igualmente.27 Como afirma

Boulenger: “Tiene, pues, esta tradición una sólida garantía histórica en su favor

que la hace aceptable con mucha probabilidad”.28 Sin embargo, de la predicación

de Pablo no han quedado huellas y ninguna Iglesia española se erigió como

descendiente directa del Apóstol.29

Lo más que podemos hacer es seguir haciendo suposiciones que refuercen

esta hipótesis. En su empeño de llevar el evangelio a los gentiles, y como vemos

en su visita a Atenas

30, el “método de propaganda era el de hablar en las

sinagogas judaicas establecidas en los lugares que visitaron, donde Pablo como

rabí, sabía explicar la verdad cristiana de una manera bien adaptada al

entendimiento de los hijos de Israel.”31

Igualmente hemos desarrollado las importantes infraestructuras y vías de

comunicación que la península tenía por tierra y mar; Pablo “concentró su obra en

estratégicos centros densamente poblados: ciudades comerciales y de influencia

política, desde donde el evangelio sería llevado con rapidez a las zonas

Como hemos visto ya, en España había

comunidades judías establecidas, y no sería descabellado pensar que Pablo

finalmente realizara su viaje y las visitara.

27 Martínez, pp.18-19. 28 A. Boulenger, Historia de la Iglesia, traducida por Arturo García de la Fuente (Barcelona: Editorial Litúrgica Española, 1946), p. 70. 29 Tovar, p. 190. 30 Hch. 17:17. 31 Burguess, p. 17.

Page 15: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

14

circunvecinas.”32

Estas no dejan de ser suposiciones cuyo valor más destacado es la propia

ilusión que suscitan. Más aún, si Pablo realmente alcanzó las costas españolas, su

labor no debió ser muy fructífera, ya que no dejó grandes comunidades fundadas

como en Asia Menor y Siria; al menos no nos ha sido transmitida memoria o

herencia alguna en forma de escritos o restos arqueológicos.

Siguiendo esta argumentación, y si Pablo tuvo oportunidad de

viajar a España, tomaría fuerza una posible llegada de Pablo vía Tarraco,

Carthago Nova, o Malaca, tres de los puertos comerciales más importantes de la

Hispania Romana.

33

3. Santiago el Mayor en España

Aunque algunos autores siguen defendiendo la predicación de Santiago el

Mayor en España34, la gran mayoría de historiadores dejan este hecho relegado a

una simple leyenda.35 Los argumentos de Dídimo el ciego (389), San Jerónimo

(420), y Teodoreto de Ciro (458), son los más precoces y dudosos; el silencio

producido durante más de 400 años por los más relevantes cristianos hispanos cae

como una losa sobre estos escritos tardíos, ante lo cual en última instancia, se

acaba acudiendo al respeto de la tradición para no despreciar esta leyenda.36

La tradición defiende que Santiago estuvo predicando en la zona de

Gallaecia y en Caesaraugusta. Tras su pésima acogida y de vuelta a Jerusalén, fue

visitado por la Virgen María (la cual aún vivía), quien le alentó. Tras volver a

Jerusalén es que fue decapitado, siendo su cuerpo llevado de vuelta a Galicia,

32 Allen Roland, Missionary Methods: St. Paul’s or Ours? (Chicago: Moody, 1956), pp. 3-4, en Ruth A. Tucker, Hasta lo último de la tierra, traducido por Jorge Arbeláez Giraldo (Miami, Florida: Editorial Vida, 1983), p. 28. 33 Sotomayor, p. 145. 34 Álvarez, p. 72. 35 Justo González, Historia de las Misiones (Buenos Aires: Editorial La Aurora, 1970), p. 43. 36 Álvarez, 74-75.

Page 16: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

15

donde fue sepultado. Esta es la historia en la que se fundamenta esta hipótesis, y

que es hasta hoy parte de la tradición del comienzo de la cristiandad en España.37

¿No debió suscitar rechazo que el Apóstol Santiago fuera sepultado en una

zona carente de importancia y casi desconocida en la época de su muerte? No fue

así y de hecho, la fe en esta tradición sirvió para sostener, muchos siglos después,

a los que lucharon contra los musulmanes por defender España.

38

4. 7 varones apostólicos son enviados a España

Parte de la tradición española es también la débil hipótesis de que Pedro y

Pablo enviaron a España siete varones para que la evangelizaran: Torcuato a Acci,

Cecilio a Ilíberis, Eufrasio a Iliturgis, Indalecio a Urci, Tesifonte a Vergi,

Hexiquio a Carcesa, y Segundo a Abula. Los documentos en los cuales se apoya

este supuesto hecho son calendarios que pueden fijarse en el siglo V.39

5. España: “punto de misión” del norte de África y Roma

Sin duda una de las hipótesis más sostenidas, documentadas, y respaldadas

es que los orígenes del cristianismo en Hispania están estrechamente ligados al

norte de África. Hemos venido hablando del Concilio de Elvira por varios

motivos, pero aún puede haber uno más. En él se pueden ver comunidades

cristianas muy organizadas y dirigidas por presbíteros; esta figura era muy

conocida en ciertas zonas de África, apareciendo en escasamente en el resto de

occidente. Además, la representación mayoritariamente de Iglesias pertenecientes

a la Baetica, puede hacer gala a las estrechas relaciones del sur de la península con

37 Justo González, Historia del Cristianismo, Tomo 1 (Miami, Florida: Ed. Unilit, 1994), p. 43. 38 Américo Castro, España en su historia. Cristianos, moros y judíos (Barcelona: Grupo Editorial Grijalbo, 1983), pp. 104-105. 39 Boulenger, p. 71.

Page 17: LLEGADA DEL CRISTIANISMO A ESPAÑA

16

el norte del continente africano.

Arqueológicamente es también clara la influencia africana en el

cristianismo español. Los abundantes restos de mosaicos sepulcrales encontrados

en las costas y en las Islas Baleares, tienen parecidos y parentescos

impresionantes con ejemplares sirios; la concentración de hallazgos en las costas,

cerca de grandes afluentes fluviales, la Baetica, y el norte de la Tarraconense

siguen apoyando estas teorías.40

Pero sin duda, lo que más despierta la curiosidad a la hora de atribuir al

norte de África cualquier vinculación con España, es el hecho de que las

comunidades de Emerita Augusta y Leon Astorga escribieran a San Cipriano,

obispo de Cartago, para mediar en las apostasías de sus obispos. Esto ha sido visto

por muchos historiadores como una solicitud de ayuda a una Iglesia Madre.

41

No existen documentos ni hechos que acrediten de forma clara la llegada

de misioneros desde Roma a través de la Tarraconense. Muestra del riesgo de dar

por absoluto un posicionamiento a favor de una de estas hipótesis, son las palabras

del profesor Manuel Sotomayor, quien condena:

No existen argumentos históricos ni arqueológicos convincentes en favor de un origen africano de nuestro cristianismo. Las estrechas, frecuentes y variadas relaciones directas de nuestras provincias con Italia y Roma garantizan una incipiente evangelización, muy temprana, de origen principalmente itálico.42

Esto deja otra posibilidad abierta: que pudiera darse independiente y

simultáneamente desde la capital del imperio y desde el norte de África.

43

40 Tovar, pp. 187-189.

41 Álvarez, p. 83. 42 Sotomayor, p. 145. 43 Martínez, p. 18.

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17

6. Otras alternativas de sentido común

Teniendo en cuenta todo lo que hasta aquí se ha expuesto, no cabe duda de

que la hipótesis más equilibrada podría ser a la vez la más racional; debido a la

falta de documentación explícita sobre una llegada apostólica a Hispania, toma

fuerza que la cristianización se produjera “a través de mediaciones más sencillas,

como pudieron ser los comerciantes, los esclavos, los militares, que iban y venían

de Roma a España y de España a Roma, por las calzadas terrestres o por las

innumerables vías marítimas creadas por el Imperio Romano.”44 Debemos incluir

también en esta lista a los nuevos colonos y viajeros que llegaron desde oriente,

África e Italia, haciendo que el Evangelio fuera conocido en las principales

ciudades hispanas.45 De hecho, en el primer punto de este trabajo hemos reflejado

los movimientos migratorios de los que España fue objeto, con la idea de hacer

mención de ello aquí. Sin duda debemos pensar en las miles de personas anónimas

que llegaron a la península por mar y tierra, haciendo uso de las vías romanas, las

rutas comerciales, y del idioma común.46

Nuevamente, el ejemplo del Apóstol Pablo nos sirve para traer a colación

una reflexión: Si él mismo aprovechó las circunstancias de su trabajo para llevar

el evangelio (Hch. 18:1-4)

47, siendo incluso este método un valioso para los

misionólogos48

Igualmente importante debió ser el papel desempeñado por los soldados

llegados a España en la Legio VII Gemina; entre los primeros mártires hispanos

, no es descabellado en absoluto pensar que otros mercaderes

pudieran hacer lo mismo.

44 Álvarez, p. 82. 45 Sotomayor, p. 145. 46 Tucker, p. 22. 47 Reina Valera Revisada (1995). 48 Tucker, p. 28.

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18

aparecen Emeterio y Celedonio, dos soldados cristianos degollados en

Calahorra.49 Nótese que este acontecimiento tuvo lugar en el siglo IV. Sin

embargo, desde el primer siglo la Legio VII Gemina estuvo asentada en Legio, la

actual León. Participó en múltiples combates a lo largo y ancho de la península,

además de tener destacamentos repartidos por varias ciudades de España;50

Los evangelios y otros documentos nos muestran el deseo tan ferviente

que los primeros cristianos tenían de compartir el evangelio, hecho este que puede

resumir perfectamente la idea que venimos desarrollando en este punto: ‘El

soldado trataba de reclutar personas para las huestes celestiales; el prisionero

buscaba la manera de ganar al carcelero para Cristo; la esclava susurraba el

evangelio al oído de su ama; … todos los que habían conocido el gozo de creer

trataban de traer a otros a la fe.’

si

cristianos hubo entre sus filas, debieron ser de testimonio.

51

49 Tovar, p. 187. 50 “Legio VII Gemina” en http://es.wikipedia.org/wiki/Legio_VII_Gemina, visitada el 7 de diciembre de 2008. 51 John Foxe, Foxe’s Christian Martyrs of the World (Chicago: Moody, s.f.), p. 41, en Tucker, p. 23.

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III. EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO EN ESPAÑA

Si “todo lo concerniente a los primeros tiempos del cristianismo de España

aparece envuelto en espesa niebla”,52

El cristianismo se abrió paso en el Imperio valiéndose principalmente de

cinco herramientas: “la predicación y enseñanza de los evangelistas, el testimonio

personal de los creyentes, las obras de caridad y bondad, la fe demostrada en la

persecución y la muerte, y el razonamiento intelectual de los primeros

apologistas”;

a la misma debemos colocar los motivos por

los qué éste se propagó. No obstante, respetando la peculiaridad que caracteriza

cada situación, podemos hacer comparaciones y establecer puentes de similitud

con lo acaecido en otras tantas partes del Imperio Romano.

53 cierto es también que el cristianismo polemizó contra el judaísmo

y el culto pagano, además de utilizar las escuelas cristianas y el culto como medio

para alcanzar a otros. Fue capaz de combinar la más estricta rigidez con una

sorprendente flexibilidad. En contra de lo que ofrecía la religión romana, fue

inflexible con el sincretismo y no incorporó todo tipo de creencias paganas; pero a

la vez, fue flexible a la cultura y las tradiciones del mundo romano.54

De gran impacto tuvo que ser ver un cristianismo abierto a todos: hombres

y mujeres, ricos y pobres; era para la gente sencilla y para la bien posicionada; no

era exclusivista como, por ejemplo, la filosofía o los cultos paganos a Mithra. Sus

instituciones eran atrayentes, pues aún tratándose de pequeñas comunidades en

vías de desarrollo, los cristianos cuidaban de los pobres, las viudas, y de los

hermanos presos en la fe, gracias a las ofrendas y a la ayuda en forma de

alimentos.

52 Martínez, p. 18. 53 Tucker, p. 22. 54 González, Historia de las misiones, p. 47-49.

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El cristianismo irrumpió en el mundo romano dando a las personas lo que

estaban buscando: a los que buscaban la inmortalidad presentó al Jesús histórico

resucitado, con la promesa de la vida eterna para los que en Él creyeran; a los que

anhelaban una mayor moralidad, les dio normas y poder para crecer; a las

personas que necesitaban compañerismo, proveyó un grupo que cuidaba de los

demás y que adoraba a su Dios en comunidad. La resurrección de Jesús hizo que

naciera el compañerismo cristiano, siendo el amor de Jesús este lazo que les

mantenía unidos. También a los que hartos de filosofía buscaban una fe sustentada

en la historia, presentó el Antiguo Testamento culminado en Jesucristo como

Mesías; a los que querían satisfacción intelectual, el cristianismo les ofreció una

literatura escrita por los autores más capaces.55

El fuerte testimonio que los cristianos transmitieron en sus vidas también

quedó patente en sus muertes. La persecución fue una amenaza real durante los

primeros cuatro siglos de nuestra Era, y ningún cristiano se sentía del todo libre de

ella. El amor e interés que tenían por los otros hizo que se les conociera.

Igualmente, hay algunos testimonios de personas que creyeron en el Señor tras

presenciar muertes de cristianos: “el valor demostrado por las víctimas inocentes

era algo que los incrédulos no podían pasar por alto.”

56

Podemos concluir con unas palabras de Muirhead llenas de verdad: “Fue el

impulso íntimo, dinámico, implantado en ellos por el Espíritu Santo lo que llevó a

los cristianos a la victoria.”

57

55 Kenneth Scott Latourette, Historia del cristianismo, Tomo 1, traducido por Jaime C. Quarles y Lemuel C. Quarles (El Paso, Texas: CBP, 1958), pp. 146-150. 56 Tucker, p. 24. 57 Muirhead, p. 120.

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CONCLUSIÓN

Hemos tenido la oportunidad de identificar y estudiar las diferentes

tradiciones y creencias sobre la llegada del cristianismo a España, desde varias

perspectivas históricas e hipotéticas.

Cabe la posibilidad de que el Apóstol Pablo cumpliera su sueño de

alcanzar las costas de Hispania; sin embargo, ante la escasez de pruebas

fehacientes, debemos barajar hipótesis con más peso.

Si alguna conclusión sacamos de este trabajo de investigación es que el

Evangelio llegaría a España debido al testimonio de diferentes personas: colonos,

mercaderes, esclavos, viajantes, y militares. Posiblemente este testimonio pudo

ser reforzado gracias a la obra evangelística directa de las Iglesias del norte de

África o de la Iglesia en Roma. Sin duda debemos dar gracias a Dios por las miles

de personas que dieron sus vidas proclamándole.

El cristianismo sigue ofreciendo lo mismo hoy que entonces: normas

morales, comunidades llenas de compañerismo, una fe basada en una historia

sólida, y lo que es más importante, Vida Eterna. Ojalá nosotros, al igual que

nuestros hermanos del primer siglo, podamos sentir esa necesidad apremiante de

llevar Su Palabra en medio de este mundo que sigue buscando respuestas.

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