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1 III Simposio Internacional del Centro de Estudios de Narratología, “Perspectivas narratológicas de la ficcionalidad”. Organizado por el Centro de Estudios de Narratología, con el auspicio de la UNESCO y declarado de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación (R. SC N° 1828/04). Buenos Aires, 21- 23 de julio de 2004. Bravo Herrera, Fernanda Elisa, “Lo épico en ‘La Patriótica’ de Leopoldo Marechal”, en Altamiranda, Daniel Smith, Esther (ed.), Perspectivas de la Ficcionalidad. [Actas del III Simposio Internacional de Narratología “Perspectivas de la Ficcionalidad]. Buenos Aires: Editorial Docencia, Vol. I, 2005, pp. 269 277. [I.S.B.N. O. C. N° 987-506-107-7; I.S.B.N. T. I. N° 987-506-108-5]. __________________________________________________________ Lo épico en La Patriótica de Leopoldo Marechal Fernanda Elisa Bravo Herrera Università degli Studi di Siena - Italia Universidad Nacional de Salta - Argentina Si la Patria es un acto de hoy, es también una criatura del futuro y un itinerario que se traza para enamorar al tiempo. Leopoldo Marechal 1 Dentro de la producción marechaliana, compleja y extensa en su variedad genérica, el poemario Heptamerón asume las características discursivas e intertextuales de una “summa poética”, de un “testamento” espiritual y literario que retoma nudos semánticos di spersos en toda su escritura. Los siete días, en los cuales el “hacer poético” se dirige a la unidad centralizante/ del amoroso entendimiento humano (Marechal, 1974 a: 154), proponen un recorrido didáctico y ejemplar, desde la elección del canto de la alegría, pasando por la construcción de la patria, la aceptación de la muerte, el encuentro con Cristo, la enunciación poética, la exaltación del amor, hasta concluir en la oferta del arte al Principio, después del azaroso laberinto. El Segundo Día, La Patriótica, había sido publicado en forma parcial e independiente en 1960, antes de su inclusión definitiva en Heptamerón. Esta “jornada” se concentra en la experiencia poética y moral de la patria y, por su carácter narrativo y didáctico, supera las estructuras líricas. La Patriótica se organiza en dos “movimientos” que se desarrollan entre la

LLo épico en La Patriotica de Leopoldo Marechal-libre

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Ensayo sobre la naturaleza épica y clásica del famoso poema.

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    III Simposio Internacional del Centro de Estudios de Narratologa, Perspectivas narratolgicas de la ficcionalidad. Organizado por el Centro de Estudios de Narratologa,

    con el auspicio de la UNESCO y declarado de inters cultural por la Secretara de Cultura de la Presidencia de la Nacin (R. SC N 1828/04). Buenos Aires, 21- 23 de julio de 2004.

    Bravo Herrera, Fernanda Elisa, Lo pico en La Patritica de Leopoldo Marechal, en

    Altamiranda, Daniel Smith, Esther (ed.), Perspectivas de la Ficcionalidad. [Actas del III Simposio Internacional de Narratologa Perspectivas de la Ficcionalidad]. Buenos Aires:

    Editorial Docencia, Vol. I, 2005, pp. 269 277. [I.S.B.N. O. C. N 987-506-107-7; I.S.B.N. T. I. N 987-506-108-5].

    __________________________________________________________

    Lo pico en La Patritica de Leopoldo Marechal

    Fernanda Elisa Bravo Herrera Universit degli Studi di Siena - Italia

    Universidad Nacional de Salta - Argentina

    Si la Patria es un acto de hoy, es tambin una criatura del futuro y un itinerario que se traza para enamorar al tiempo.

    Leopoldo Marechal1

    Dentro de la produccin marechaliana, compleja y extensa en su variedad genrica, el

    poemario Heptamern asume las caractersticas discursivas e intertextuales de una summa potica, de un testamento espiritual y literario que retoma nudos semnticos dispersos en toda su escritura. Los siete das, en los cuales el hacer potico se dirige a la unidad centralizante/ del amoroso entendimiento humano (Marechal, 1974 a: 154), proponen un

    recorrido didctico y ejemplar, desde la eleccin del canto de la alegra, pasando por la

    construccin de la patria, la aceptacin de la muerte, el encuentro con Cristo, la enunciacin

    potica, la exaltacin del amor, hasta concluir en la oferta del arte al Principio, despus del

    azaroso laberinto.

    El Segundo Da, La Patritica, haba sido publicado en forma parcial e independiente

    en 1960, antes de su inclusin definitiva en Heptamern. Esta jornada se concentra en la experiencia potica y moral de la patria y, por su carcter narrativo y didctico, supera las

    estructuras lricas. La Patritica se organiza en dos movimientos que se desarrollan entre la

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    ontologa y la deontologa de la patria y trazan particulares modalidades discursivas,

    cognoscitivas y didcticas.

    La primera instancia, Descubrimiento de la Patria, funciona como una especie de

    Gnesis o relato fragmentario y parcial sobre los orgenes de la Patria y de la experiencia potica que sta genera. Este conocimiento de la Patria sigue el trabajo potico del primer da,

    en el cual se alcanza el despertar espiritual del poeta con la manifestacin de La Alegropeya.

    El espacio simblico desde el cual se elabora la imagen potica de la Patria y se define la voz

    del sujeto de la enunciacin es el Sur, matriz metafrica fundamental de la potica marechaliana (Lojo, 2003: 131). La configuracin del sur como horizonte cultural, simblico

    y mtico de la escritura inicia en el segundo poemario de Marechal, Das como flechas (1926),

    delinendose, en la velocidad y en la vitalidad vanguardistas, el espacio abierto de la llanura,

    mundos hermosos, tierra imaginada que puede volvrsenos patria (Borges, 1995: 11). Es en

    el tercer poemario, Odas para el hombre y la mujer (1929), en donde ese horizonte asume

    explcitamente valores identitarios y elegacos con la patria, que se reafirman en Cinco

    poemas australes (1937) y constituyen una constante en la produccin marechaliana, en sus

    diferentes modalidades genricas. El Sur asume autnticos rasgos elegacos y heroicos que se

    oponen al estereotipo vaco y falso del sur criollista, malevo y orillero parodizado en la

    excursin nocturna por Saavedra en Adn Buenosayres (1948). La percepcin vitalista y

    entusiasta de la naturaleza, sublimada con la elega, construye una representacin de la patria

    mtico-heroica, sostenida por el eje histrico a travs de la inscripcin metafrica de imgenes

    que condensan momentos histricos2 significativos y se suceden, en la visin evocadora del

    poeta, para vencer el Tiempo [...] y a fin de que las cosas vivan en tu canto un gozoso

    presente (Marechal, 1994 a: 309).

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    De esta forma, el espacio y el tiempo de la Patria superan las barreras temporales y el

    eje diacrnico para instaurarse, por la distancia mtica y heroica, en oposicin a la actual

    perspectivacin ideolgica de la Patria, alejada de los valores heroicos y, por tanto, picos. En

    la narracin de la Invasin al Gran Oligarca, el discurso del cronista de la gesta megafoniana

    se intertextualiza con el Descubrimiento de la Patria, en la evocacin de la experiencia

    personal del poeta en los campos de Maip, opuesta a la posesin material del oligarca, que

    evidencia el conflicto entre un mundo heroico y otro alejado de esos valores3. La experiencia

    potica del Sur, como espacio heroico autntico que construye metafrica y mticamente la

    Patria, en la produccin narrativa de Marechal coincide con la propuesta ontolgica de

    percepcin de la Patria que se estructura en Heptamern.

    As, la voz del poeta, al convocar la visin elevada de la Patria y enunciar su posesin

    potica en las formas resplandecientes de las criaturas [...] en aquel idioma que [...]

    adelantaba la certidumbre de lo bello, lo verdadero y lo bueno (Ibid: 306), instaura la

    distancia pica y tica con respecto a quienes limitan el crecimiento de la Patria en lo material

    y se concentran en el negotium, perdiendo el sentido heroico de la existencia (Ibid: 135) por la tentadora invitacin al desorden (Ibid: 136). El poeta, ubicado en Buenos Aires -la Ciudad

    de la Yegua Tordilla (Ibid, 1974 a: 59), llamada en el Prlogo de Adn Buenosayres, la

    Ciudad de la Yegua Tobiana (10)-, conoce, define y comprende la Patria desde la experiencia potico-mtica del Sur y de sus valores picos, en donde los hroes son los

    hombres y las mujeres de Maip, que saban rer o llorar a su debido tiempo, trabajar o

    dormir, combatir o reconciliarse, bien plantados en la vistosa realidad de este mundo (Ibid:

    338), y posean, por ello, las cosas en sus esencias (Ibid, 1994 b: 143), en lo potico y en lo

    metafsico (Ibid). Desde la concepcin marechaliana, hroe es slo el que realiza un sacrificio

    amoroso entre los hombres (Ibid, 1936: 487), es decir, quien emprende, como el mstico, el

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    viaje amoroso que une al Amante con el Amado (Ibid, 1944: 17), y quien, como un domador

    de caballos, logra ordenar y equilibrar las fuerzas en las batallas4. La prdida de la heroicidad

    se manifiesta en la cristalizacin de los valores autnticamente picos y en la transfiguracin

    pardica de los antiguos hroes porteos en espectros, como se denuncia en la segunda

    excursin del cronista a Saavedra, operativo organizado para buscar en el pueblo la vieja

    sustancia del hroe (Ibid, 1994 b: 52), necesaria para las Dos Batallas que liberarn a la Patria

    de su vieja peladura.

    El conocimiento de la Patria es, sin embargo, en cierta medida inefable, ya que si bien la accin y la contemplacin poticas conducen, por la va amorosa a la posibilidad de

    traducir imperfectamente, mediante palabras, el esplendor de las formas, la Patria se revela en

    su juventud, en su niez, en su faltante realizacin. En Descubrimiento de la Patria, Marechal

    retoma algunos versos de la oda De la Patria joven (Ibid, 1998, I: 151-152)5, definiendo a la

    Patria como un dolor que an no tiene bautismo, [...] que an no sabe su nombre (Ibid, 1974

    a: 59; Ibid, 1998, I: 152), que nuestros ojos/ no aprenden a llorar (Ibid, 1998, I: 151), en tanto

    todava no ha alcanzado el conocimiento del destino y de su esencia, enunciados en su nombre

    y, por tanto, no ha cumplido el itinerario pico que le permite desarrollar su vocacin

    espiritual. Por otra parte, frente a la enajenacin, a la ausencia, al olvido de la nobleza de la

    Patria, la posesin de sus esencias conduce al dolor, al silencio de la agona, a la pena metafsica de ser argentinos (Ibid, V: 289). Marechal, en una carta a Eduardo Mallea6, en la

    que expone a su amigo sus impresiones de lectura de Historia de una pasin argentina, cita,

    justamente, los versos de la oda De la Patria joven, uno de los cuales se actualiza en

    Descubrimiento de la Patria. Esta coincidencia ideolgica de Marechal con Mallea frente al

    conflicto de la Patria, tensionada entre una Argentina visible y otra invisible, determina la

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    pasin argentina y el dolor de ser argentino, enunciados como si fueran una herida que re-

    presenta la Pasin salvfica de Cristo:

    El temor de la Patria y su niez me atraves el costado (la cicatriz me dura). (Ibid, 1974 a: 62)7

    Este dolor que se lleva en el costado/ sin palabra ni grito (Ibid: 65), como si fuera una

    virtud en potencia (Ibid, 1998, V: 291) revela el horizonte agnico de bsqueda de expresin y de realizacin de los designios espirituales, en conflicto y contradiccin con el universo

    antiheroico que se presenta. La agona de la Argentina y la pena metafsica de ser argentinos

    que definen a la Patria sealan el programa narrativo de la heroicidad que se busca recuperar y

    que se opone a la ausencia y a la inexistencia en la que es condenada por los ojos vacos y

    verticales que no la miran. El poeta se erige, entonces, como la voz que arenga a la guerra y

    proclama que

    La Patria es un peligro que florece: [...] necesario es vestirla con metales de guerra

    y calzarla de acero para el baile del laurel y la muerte. (Ibid, 1974 a: 63)

    De esta forma, el conocimiento de la Patria conduce a la elaboracin de una epopeya

    patritica que expresa la necesidad de recuperar los valores heroicos descubiertos en el Sur,

    espacio generador mtico, y manifiesta el deseo de poblar a la Patria en su costado de Arriba

    [...], ya que debe ser una provincia/ de la tierra y del cielo (Ibid: 64)8. Esta concepcin

    dualista del devenir histrico y del recorrido metafsico de la Argentina, explcita en la Carta

    a Eduardo Mallea y en Megafn o la Guerra (1970), no slo presenta la doble ontologa de

    la Patria, descubierta en el Sur, sino tambin determina el urgente imperativo de construccin

    celestial y de rescate histrico de la Patria, definiendo as su carcter pico.

    Sin embargo, el poeta, despus de desbordar la plenitud de su lenguaje, de domar la

    furia del verbo y de buscar el orden en la poesa, declara su propia agona potica, marcada

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    por la gestacin, an inmadura, de la Patria y de los argentinos, que impide la concretizacin

    del mensaje de grandeza. Esa imposibilidad de la inmediata consecucin de la heroicidad se

    revela en la oda De la Patria joven, en la certeza de Adn Buenosayres en su Viernes de

    Pasin9 y concluye el Descubrimiento de la Patria en su manifestacin potica y mtica.

    Y descubr en mi alma: Todava no es tiempo: no es el ao ni el siglo ni la edad.

    La niez de la Patria jugar todava ms all de tu muerte y la de todos los herreros que truenan junto al ro.

    [...] Por eso, nunca ms hablar de la Patria. (Ibid: 64-65)

    En espera de la maduracin heroica de la Patria, el poeta elige el silencio, como una

    forma de rechazo a lo fugaz10 que permita alcanzar la heroicidad, y como gestacin de la

    esperanza11. Si el Descubrimiento de la Patria configura la imagen de la Patria en su

    potencialidad y en su conflicto con un mundo antiheroico, proponiendo la realizacin de su

    destino para re-instaurar el horizonte pico generado simblicamente en el Sur, la eleccin del

    silencio no es una renuncia al proyecto blico de construccin de la Patria, sino una

    reafirmacin de la voluntad de hacerla. Efectivamente, la segunda instancia de La Patritica

    no presenta las mltiples imgenes dolorosas y elegacas de la Patria, sino se concentra en el

    ser argentino, delinendose discursivamente desde la modalidad deontolgica, como la nica

    forma de realizar a la Patria en su doble vocacin.

    En Didctica de la Patria se abandona el tono elegaco de la primera parte y el

    discurso, imperativo y persuasivo, oscila entre la potencialidad y la posibilidad, entre el

    presente y el futuro. Si en Descubrimiento de la Patria se figura el estado de originariedad y

    de plenitud mtica de la Patria (Del Corro, 1976) y se evidencia la necesidad de recuperar

    blicamente la heroicidad y la trascendencia espiritual, es en Didctica de la Patria en donde

    esa voluntad pica desarrolla un programa deontolgico, dirigido a la comunidad, es decir, a

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    los argentinos. El hacer potico del Segundo Da de Heptamern ofrece ahora un proyecto poltico-moral subordinado a la metafsica12, ya que la realizacin de la Patria slo es posible

    con el trabajo individual e interno de los argentinos. El protagonismo asignado a los hombres

    se opone a la concepcin abstracta de la Patria, limitada a su dimensin productiva agrcola-

    ganadera, ya que para Marechal el concepto de Patria es de orden moral, inconcebible si no

    se funda en la virtud, inalcanzable si no parte de la virtud individual y se proyecta sobre la

    virtud colectiva (Fraschini, 1992-1993: 60).

    El imperativo moral y civil, que compromete a los argentinos, exigiendo el ascetismo,

    valorando el esfuerzo y el dolor y exaltando la severidad moral, constituye la respuesta

    patritica al llamado pico del Descubrimiento. Esta consigna que recoge el destino individual

    y colectivo, y se encuentra preestablecida picamente en el nombre, en la imagen primordial

    de la Patria, requiere, sin embargo, la aceptacin individual, vital y voluntaria:

    El nombre de tu Patria viene de argentum. Mira que al recibir un nombre se recibe un destino!

    En su metal simblico la plata es el noble reflejo del oro principal.

    Hazte de plata y espejea el oro que se da en las alturas,

    y verdaderamente sers un argentino. (Ibid: 69)

    La construccin de la Patria desde la interioridad13 es concebida como una prueba heroica, una guerra, una gesta ad intra para revertir la enajenacin del pas y alcanzar los valores trascendentes e histricos, individuales y colectivos. La Didctica de la Patria

    concibe esta vocacin dual en el trabajo personal, en el oficio del ser argentino14, tendiente al

    futuro, de tal modo que la tensin proyectada al avenir manifiesta la voluntad de re-construir

    desde el presente, y para el futuro, el pasado heroico de la Argentina. El smbolo pico del

    viaje, con valor religioso, asume en la Didctica el movimiento amoroso del lector15, inclinado hacia las virtudes, y se configura como la guerra cotidiana para la realizacin

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    espiritual de la Patria. La batalla a los pecados, que enajenan a la Patria y se enumeran desde la modalidad didctica en La Patritica, desenmascaran y critican el horizonte

    histrico-moral anti-heroico y anti-pico de la Argentina, en coincidencia con la posicin

    ideolgica trazada en las novelas, a travs de la estilizacin pardica y de los distintos

    descensos infernales. As, en este momento del Da, se ensea la responsabilidad en el

    servicio y en el ejercicio pblico, la honestidad al ser y a las propias potencialidades, se

    valoriza la estructura jerrquica del orden social16, se critica el autoritarismo demaggico y la

    corrupcin general, es decir, se impone, desde la concepcin clsica de la pica, la imitacin

    de acciones elevadas, en la simetra entre el orden terrestre y el celeste. La Didctica de la

    Patria es, por tanto, la expresin de la deontologa patritica y espiritual del itinerario moral,

    pico y mstico no slo del hroe y del santo, sino tambin de cada argentino, cuya sancin y

    calificacin ejemplar como sujetos picos en relacin con la divinidad y la comunidad est

    dominada por los smbolos de la guerra y de la cruz, del pilar y la semilla, segn la ley de la

    caridad que imita el Motor Primero, Principio Inmvil y modelo perfecto.

    La Patritica se construye as como una epopeya ontolgica y didctica de la Patria,

    que actualiza y re-escribe, desde la tica y la religiosidad, lo pico como conjunto de

    procedimientos ideolgicos unitarios y monolgicos, y como manifestacin de una

    realizacin espiritual o una experiencia metafsica de sus hroes (Ibid, 1974 b: 124). De esta forma, se traza un relato, una organizacin narrativa del itinerario heroico de un pueblo, fundante de un universo de valores picos, dirigido a una comunidad y a sus miembros, como una forma de hacer crecer la Patria, esa Novia/ del Suceder, en su ms claro

    da (Ibid, 1974 a: 78).

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    Notas:

    1 Marechal, Leopoldo, Megafn o la guerra. Buenos Aires: Sudamericana, 146.

    2 Algunos referentes histricos extratextuales que se pueden reconocer en La Patritica son las dos

    guerras mundiales, el proyecto poltico de la generacin del 80, la inmigracin. Por otra parte, la Argentina se identifica exclusivamente con la herencia de la inmigracin europea, como un pueblo de recin venidos (Marechal, 1974 a: 70), que llegan como el otoo, repletos de semilla,/ vestidos de hoja muerta (Ibid: 59), sin que se incluya la cultura indgena en el pasado heroico colectivo que se busca recuperar.

    3 Yo tena diecisis aos y estaba descubriendo a la Patria en su hermosura ontolgica o en su cono

    de luz. No saba entonces que la Patria tena igualmente un cono de sombra. (Marechal, 1994 b: 140). 4 Cfr. A un domador de caballos en Poemas australes. (Marechal, 1998, I: 185-188).

    5 De la Patria joven en Odas para el hombre y la mujer. Buenos Aires: Manuel Gleizer Editor, 1929.

    6 Carta a Eduardo Mallea en Sol y Luna. Buenos Aires, n 1, 1938, 180-182. Reproducida en

    Marechal, 1998, V: 289-291. 7 Padecer la Argentina de hoy, llevarla como una herida en el costado, tal es tu historia y quizs la de

    muchos argentinos. (Ibid: 289-290) 8 Slo cuando el pas entero vibre y se exalte en la unidad de un solo acorde que sea msica de s

    mismo y vibracin de su alma, slo entonces nuestro pas ser una gran provincia de la tierra. Le pides, adems, una superacin de s mismo y un rapto de s mismo hacia las ltimas fronteras de lo humano? Cuidado! Porque entonces la Argentina ya no ser tan slo una gran provincia de la tierra, sino, adems, una gran provincia del cielo. (Marechal, 1998, V: 291).

    9 A tu regreso habas realizado aquella nueva confrontacin de dos mundos. Volvas a tu patria con

    una exaltacin dolorosa que se manifestaba en urgencias de accin y de pasin, y en un deseo de hacer vibrar las cuerdas libres de tu mundo segn el ambicioso estilo que te haban enseado las cosas de allende. Pero tu mundo escuchaba en fro aquel mensaje de grandeza; y en su frialdad no leas, ciertamente, una falta de vocacin por lo grande, sino el indicio de que todava no era llegada la hora. Despus haba cado sobre ti la noche verdadera. (Marechal, 1994 a: 318).

    10 Y el corazn responde:/ -Ya no dar mis labios/ al agua que se pierde. Gravitacin del cielo en

    Poemas Australes (Marechal, 1998, I: 182). 11

    No pudiendo solidarizarme con la realidad que hoy vive el pas, estoy solo e inmvil: soy un argentino en esperanza. Eso en lo que se refiere al pas. En cuanto a m mismo, la cosa vara: si al llegar a esta tierra mis abuelos cortaron el hilo de su tradicin y destruyeron su tabla de valores, a m me toca reanudar ese hilo y reconstruirme segn los valores de mi raza. En eso ando. Y me parece que cuando todos hagan lo mismo el pas tendr una forma espiritual. (Marechal, 1994 a: 136).

    12 ...la Poltica es o debe ser una hermana menor de la Metafsica; vale decir, una aplicacin del orden

    celeste al orden terrestre. Marechal, Leopoldo, El Poeta y La Repblica de Platn en Sol y Luna. Buenos Aires, n 1, 1938, 119-123. Reproducido en Marechal, 1998, V: 285-288. La cita se encuentra en pp. 287.

    13 Te ser preciso buscar la cifra que sabe construir el orden: contra lo que afirman tus partidarios, no

    es la tierra innmera quien te dar ese guarismo creador: bien sabes que la tierra, lejos de darlo, recibe su nmero del hombre, porque el hombre es la verdadera forma de la tierra. (Marechal, 1994 a: 309)

    14 Lo que podemos afirmar en lenguaje directo es que nuestra Argentina ir levantndose a medida que

    crezca el nmero de los despiertos, entre los dormidos, y de los sobrios entre los ebrios. Haremos un pas a nuestra imagen y semejanza? Entonces, a esta Argentina que nos rodea, le exigiremos lo que nos hemos exigido a nosotros mismo: nos hemos despojado lo bastante como para entrever el color de nuestras almas, y es necesario que el pas se desnude mucho para encontrar el de la suya. (Marechal, 1998, V: 290-291).

    15 ...(porque todo viajero debe ser un lector) (Marechal, 1974 a: 72). O haber mirado siempre con puros

    ojos de lector, como los que tena en mi niez, all en el huerto de Maip, cuando en la belleza de las formas inteligibles alcanzaba una visin de lo estable, de lo que no sufre otoo, de lo que no padece mudanza. Y ah estn la injusticia y el remordimiento: haber mirado con ojos de amante lo que deb mirar con ojos de lector. (Ibid, 1994 a: 338-339).

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    16 Cfr. Marechal, Leopoldo, Autopsia de Creso en Cuaderno de navegacin. Buenos Aires:

    Sudamericana, 1966.

    Bibliografa:

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