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SESIÓN 6 LA ARQUITECTURA EN ARQUEOLOGÍA: NUEVAS PERSPECTIVAS PARA UNA VIEJA DISCIPLINA

Jlntroducción Bartomeu Vallori Márquez (Coords.)

Comunicaciones Imatge i poder a partir de }'arquitectura: el cas de l'Edifici Singular A del Moli

'I:spígol (Tornabous, l'Urgel). • eritxell Monrós Gonzalez.

templo toscano y Vitruvio meu Vallori Márquez

• emes d'abastiment i evacuació d'aigua protohistorics a la plana occidental

para un estudio arquitectónico: la domus republicana de Carteia Roque, Cádiz)

::erro Romero Molero.

dio de la arquitectura doméstica en cosa: el ejemplo de la casa 1 1 Moreno Alcaide

pio di Iside a Benevento: l'architettura e gli arredi, l'architettura ·erso gli arredi. ~Vergineo

ta d'aplicació de la micromorfologia a l'estudi deis materials de strucció protohistorics

lateu Sagués.

-an las piedras con fortalezas medievales? La heterodoxia disciplinar en dio de las fortalezas de la Terra de Santiago

- l Galbán Malagón.

· ectura hidr!mlica protohistorica: algunes propostes metodologiques per

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_/ a un nou tema. Meritxell Oliach Fabregas.

Conclusiones Bartomeu Vallori Márquez (Coords.)

SESIÓN 7 ANÁLISIS TECNOLÓGICOS Y FUNCIONALES EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS COMPORTAMIENTOS HUMANOS.

Introducción Bartomeu Vallori Márquez (Coords.)

Comunicaciones Os seixos talhados no Paleolítico Superior do Sudoeste peninsular. Telmo Jorge Ramos Pereira

Proyecto de creación de la litoteca arqueológica del departamento de prehistoria y arqueología de la universidad de granada. Antonio Jesús Ortega Pereña

La interpretación arqueopetrológica como medio para la obtención de patrones de explotación territoriales en sociedades cazadoras-recolectoras. Irantzu Elorrieta Baigorri

Objetivos, métodos e interpretación: reflexión desde la caracterización tecnológica de las industrias líticas del mesolitico. Adriana Soto

A paleotecnologia lítica no magdalenense final e terminal algarvio. Carolina Mendonva

Caracteriza~tiio tecnológica da industria lítica em sílex das comunidades dos concheiros do Muge. Anabela Branco Joaquinito '--

POMAR: Urna oficina de talhe do Calcolitico da Estremadura portuguesa. Luís Filipe Correia de Jesus

Tra~tos de manufactura na utensílagem óssea gravettense e solutrense de Vale Boi (Vila do Bispo, Algarve). Marina Almeida Evora

Una nueva metodología, a medio camino entre la tipología y el SLA: Un caso práctico en las terrazas bajas del Tormes. ,

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L ·os.

Í11dex

Andrés A F emández Gómez

Pósters Estudio de la industria osea en el norte del proximo oriente neolítico: ele­mentos para una nueva propuesta metodologica. Buchra Taha, Javier Gordo y Silvia Calvo

Sobre las bases teóricas de los estudios de tecnología lítica. Adriana Soto

Conclusiones . Joao Marreiros, Paloma de la Peña, Marcel Bradtmoller (Coords.)

SESIÓN 8 EL PRODUCTO CERÁMICO

Introducción Anna Gómez Bach y Elena Molina Muñoz (Coords.)

Comunicaciones Tecnología cerámica experimental: cuestiones en torno a la construcción de cuencos de Terra Sigillata y las decantaciones de los engobes. Javier Fanlo Loras, Alfonso Soro y Fernando Pérez Lambán

Reciclaje y reutilización de material anfórico en caesaraugusta y su entorno. Pilar Gascón Lascas, Lara Íñiguez Berrozpe y Alberto Sevilla Conde

El artefacto en vida. integración del análisis de residuos orgánicos en el estudio de la producción alfarera. Elena Molina Muñoz

La cerámica impresa con decoración cardial: Cerdeña versus Cataluña una aproximación a la reconstrucción de la cadena operativa. Anna Gómez Bach y Consuelo Congia

_ Iás allá de la tipología. Herramientas para un enfoque funcional de la erárnica protohistórica.

Gadea C. Cabanillas de la Torre

Cerámica y sociedad: problemas metodológicos en el estudio de la erámica. udit López de Heredia Martínez de Sabarte

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R itando identidades perdidas: problemas en torno a la cerámica rurdetana. . laría Concepción Coto Sarmiento

Grandes contenedores de cerámica -dolía- en la villa romana del cortijo del canal (albolote, granada). Carlos Maeso Taviro y Francisco Martinez-Sevilla

"Donec figlina percoquantur" (Plinio) Libro XXXIV - 35. Lourdes Girón Anguiozar

Pósters Las primeras evidencias cerámicas en la región cantábrica. El yacimiento de Los Gitanos (Sámano, Castro Urdiales). Miriam Cubas

La cerámica calcolitica en la región cantábrica. Los restos de la cueva de la llana. andrín. asturias. Cristina Vega Maeso

La detección de diferentes periodos de ocupación a través del análisis del material cerámico hallado en el patio de la tumba 33 en la necrópolis de qubbet el-hawa (asuán, egipto). Marta Valenti Costales

Conclusiones Anna Gómez Bach y Elena Molina Muñoz (Coords.)

SESIÓN9 LA EXPLICACIÓN DE LA EDAD MEDIAA TRAVÉS DE LA ARQUEOLOGÍA

Introducción Gerard Cantoni i Gomez, Xavier Gonzalo Arango (Coords.)

Comunicaciones El metal en la edad media: tecnología y usos María González Castañón

Arqueología, documentació escrita i toponímia en l'estudi del' Alta Edat Mitjana: els casos deis toponims pharus, monasteriolum i palatium Cristian Folch Iglesias i Jordi Gibert Rebull.

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¿Estudiar lo cas aplicados a lo monc LucaManei

"Agua dulce. agua: del recurso hídri Guillermo García-C

La defensa medie,­Jordi Plans Cana;.

Las necrópolis alto estudio Carlos Tejerizo

Aproximación al _ 1 Cadálso de los ' i · _ lana Crespo Fem;..

La configuración d Primeros resultado: Patricia Aparicio ~~

Aportaciones de la_ la Península Ibéri _.larcos García Gar-.

Del complejo militar m msformaciones d d los asentamiento

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Pósters rna üsión arqueo! '

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e onclusiones

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¿Estudiar los castillos sin excavarlos? propuestas y métodos de investigación aplicados a los montes occidentales de Granada LucaMattei

"Agua dulce, agua salada". Propuestas y problemas del análisis arqueológico del recurso hídrico en al-Andalus Guillermo García-Contreras Ruiz y Luis Martínez Vázquez

La defensa medieval a través de la toponímia: el cas del Llu~anes Jordi Plans Canal

Las necrópolis altomedievales de la cuenca del duero: límites y posibilidades de estudio Carlos Tejerizo

Aproximación al estudio del yacimiento arqueológico de "La Mezquita" (Cadalso de los vidrios, Madrid): nuevas aportaciones científicas. Marta Crespo F emández

La configuración del territorio en la alta edad media en la cuenca del Duero. Primeros resultados y problemas de la prospección en el valle del Cea. (León) Patricia Aparicio Martínez

Aportaciones de la Arqueobiología para el conocimiento de la Edad Media en la Península Ibérica. Marcos García García

Del complejo militar romano al monacato altomedieval: aproximación a las transformaciones del espacio interior galaico entre los siglos 1 y X d. C. a partir de los asentamientos de A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña). José Manuel Costa García, Emilio Rodriguez Álvarez y David Varela Gómez

Pósters Una visión arqueológica desde las fuentes escritas: Almuñécar Carlos Alberto Toquero Pérez

Conclusiones

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Del complejo militar romano al monacato altomedieval: aproximación a las transformaciones del espacio interior galaico entre los siglos I y X d. C. a partir de los asentamientosde A Cidadela (Sobrado dos Monxes, A Coruña).José Manuel Costa García, Emilio Rodríguez Álvarez y David Varela Gómez Universidad de Santiago de [email protected] [email protected] [email protected]

RESUMENA Cidadela es, a día de hoy, uno de los más emblemáticos yacimientos de la arqueología gallega. Cono-cido desde inicios del siglo XX, sus excavaciones modernas cumplirán el próximo año su treinta aniver-sario. Con todo, siguen existiendo no pocos puntos oscuros en su historia: no hemos alcanzado acomprender el porqué de un asentamiento militar romano en la región; su cronología de ocupación siguesiendo, cuanto menos, confusa; la investigación apenas se ha ocupado del entorno del yacimiento; y lasfases germánica y altomedieval siguen sumidas en la penumbra. Es nuestro objetivo arrojar alguna luzsobre estas y otras problemáticas en base al trabajo de un grupo interdisciplinar. Palabras clave:Ejército Romano, Época Germánica, Noroeste Hispano, Periodo Altomedieval

ABSTRACTA Cidadela is, nowadays, one of the most emblematic sites of Galician archaeology. Well-known sincethe beginnings of XX century, the modern excavations are going to achieve next year their thirtieth an-niversary. Even so, there are still several points in its history not entirely resolved: we have not got to un-derstand the reason for a roman military settlement in the region; the chronology of its occupation is, atleast, confusing; the research has barely paid attention to the environment of the site; and the Germanicand Early Medieval periods are still plunged in the half-light. It is our aim to throw light on these and otherproblems based on the work of an interdisciplinary group.Keywords:Early Medieval Period, Germanic Period, NW Spain, Roman ArmyRESUMA Cidadela és, a dia d'avui, un dels jaciments més emblemàtics de l'arqueologia gallega. Conegut des d'i-nicis del segle XX, les seves excavacions modernes compliran el proper any el seu trentè aniversari. Toti així, segueixen existint diversos punts obscurs en la seva història: no hem arribat encara a entendre elperquè d'un assentament romà a la regió; i les fases germànica i alt-medieval continuen immerses en lapenombra. El nostre objectiu és aportar alguna llum sobre aquestes i altres problemàtiques en base al tre-ball d'un grup interdisciplinar. . Paraules Clau: Exèrcit romà, Època germànica, Nord-oest hispà, Període alt-medieval

Estrat Crític 5.Vol.2 (2011): 454-464Rebut: 1 septembre 2010; Acceptat: 1 decembre 2010

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El yacimiento de A Cidadela, encuadrado ad-ministrativamente dentro de la parroquia deSanta María de Cidadela (Concello de Sobradodos Monxes, A Coruña) (Fig. 1), se asientasobre un altozano conformado por la confluen-cia de los ríos Cabalar y Pequeno. Las estriba-ciones montañosas de la Serra da Corda limitanel espacio al N-NE y E-SE, mientras que hacenlo propio al oeste las elevaciones de la vecinaparroquia de San Vicenzo de Curtis. Se confi-gura, así, un paisaje agreste caracterizado porcontar con un clima húmedo pero extremo enlo que a variaciones de temperatura se refiere.

Figura 1.- Localización del yacimiento.En sí, el yacimiento arqueológico es conocidodesde inicios del siglo XX gracias a la labor delos eruditos de la época (García Romero, 1909;Balsa de la Vega, 1909), que ya lo identifica-ron como asentamiento romano. Las primerasexcavaciones, llevadas a cabo por Á. del Cas-tillo (1935) en la década de los treinta, afina-ron esta adscripción al confirmar que se tratabade un recinto militar. No será, sin embargo,hasta la década de los 80 que se retomen unasexcavaciones que, bajo la dirección del Prof.Caamaño Gesto, continúan en la actualidad. Si por algo es conocida A Cidadela es porque

bajo sus tierras se encuentra la base de la co-hors I Celtiberorum, una unidad militar auxiliarde época altoimperial. Sin embargo, el yaci-miento ofrece también interesantes vestigios delas épocas germánica y altomedieval, dos delos periodos menos conocidos de la historia deGalicia. Pero, como suele suceder en estoscasos, la investigación se ha centrado en el es-tudio de las fases de ocupación romana en de-trimento de aquéllas más modernas, ya que enningún momento han sido objeto de un estudioen exclusiva.No terminan aquí los problemas, puesto que in-cluso en época romana las fases se suceden y lacronología es confusa (Costa, 2010). Además,los estudios se han centrado a menudo en lo es-tructural, buscando antes identificar las partesintegrantes del fuerte romano que comprenderel porqué de su asentamiento en el lugar a ini-cios del siglo II d. C.DEFINIENDO UN TERRITORIOLo cierto es que únicamente se ha llevado acabo una prospección del entorno campamen-tal inmediato (Fernández Rodríguez, 1998)cuyo objetivo era definir ciertos elementos te-nidos por integrales y canónicos dentro del des-pliegue militar romano clásico (uicus,necrópolis, vía, vertedero…) (Fig. 2). Pese a lacorrección de la metodología empleada y a lavalidez de los datos obtenidos, se echa en faltala presencia de un aparato interpretativo quebusque conocer el verdadero impacto del asen-tamiento sobre el territorio y su funcionamientoorgánico dentro del mismo a lo largo deltiempo.Creemos, por tanto, que deben ser estos nue-vos criterios (organicidad e impacto) los quenos guíen en el estudio de los asentamientosmilitares romanos y nos alejen un tanto del de-terminismo estructural, formal y funcional quea menudo limita el análisis de los entornoscampamentales. De ahí que hayamos adoptado

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el término Complejo Militar Romano (CMR)para referirnos al fenómeno histórico resultantedel asentamiento de una base militar en un te-rritorio dado. Se trata, en efecto, de un complejo militar,puesto que su epicentro es la base de operacio-nes de un cuerpo del ejército y a su alrededor sedesarrollan los anexos necesarios para el cum-plimiento de su misión, pero es complejo tam-bién en cuanto que la presencia delestablecimiento militar da lugar a una enmara-ñada red de relaciones (de índole política, eco-nómica, social y cultural) dentro de su ámbitode actuación inmediato y para con aquellosasentamientos situados fuera de él. Por su parte,el epíteto romano no debe ser visto desde unaperspectiva colonialista: alude más bien a la na-turaleza exógena inicial del destacamento y auna misión a él asignada en cuanto vicario delpoder imperial. Con todo, el complejo integrapor igual en su seno asentamientos de tipo ro-mano (uici o canabae, uillae…) y otros de ori-gen indígena (castros, en este caso).

Debemos tener en cuenta también que CMR noes un concepto extensible a la totalidad de losasentamientos militares romanos (no es lomismo un campamento de campaña que unabase militar) y han de ser los propios criteriosde impacto y organicidad los que nos ayuden adefinir sus límites e identificar su naturaleza úl-tima.Cabe señalar, igualmente, que el grado de des-arrollo alcanzado por los CMR no siempre es elmismo y depende en buena medida del éxito ofracaso de otras iniciativas de organización te-rritorial (especialmente la fundación de asenta-mientos civiles de nuevo cuño). El productoresultante es siempre de indudable cuño ro-mano pero también se ve notablemente in-fluenciado por las tradiciones locales. Se trata,pues, de un término que debe ser usado conmucha cautela y teniendo siempre en cuenta locamaleónicos que pueden llegar a ser los hori-zontes de época romana.

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Figura 2.- A Cidadela y su entorno.

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Pero, volviendo al caso concreto de Cidadela,¿qué criterio emplear para definir los límitesdel CMR? ¿cómo calibrar el impacto de la basemilitar sobre el territorio? ¿cómo acercarnos almodo en que los romanos aprehendían el espa-cio? Los sistemas de información geográficapodrían en buena medida facilitarnos la tareade acotar, en lo territorial, nuestro objeto de es-tudio a través de un análisis de visibilidades.Elegimos para ello las cuatro puertas campa-mentales como puntos primarios de observa-ción. Los cálculos debían realizarse, noobstante, sobre una base documental segura, demodo que, para restituir la altura a la que podíaproducirse la vigilancia desde las mismas (Fig.3), reproducimos los datos ofrecidos en un tra-bajo anterior cuyo cometido era ofrecer una hi-pótesis para la restitución, a sus dimensionesoriginales, de las defensas de Cidadela (Costa,2011).

Figura 3.- Torre de intervalo. Hipótesis reconstruc-tiva.

Asimismo, creímos conveniente seleccionarotros dos puntos secundarios de observación.El primero de ellos se encuentra a 1,25 km alSE y recibe el nombre de medorra de Fanegas.Se trata, en efecto, de un túmulo megalíticoreutilizado en época romana como soporte parauna torre de vigilancia (Caamaño y Criado,1992). Por sus inmediaciones pasa la antiguavía que desciende hacia el campamento.El segundo, a menos de un kilómetro al nortedel fuerte, recibe el nombre de Sandá y no pa-rece ser un monumento megalítico, sino unmontículo artificial sobre el que han aparecidomateriales de época romana (Fernández Rodrí-guez, 1998), por lo que podría tratarse de otropunto de vigilancia. Su proximidad al antiguoCamiño Real (parcialmente sobrepuesto a laantigua vía romana) resulta igualmente intere-sante (Ferreira Priegue, 1988:197).Para la realización de los mapas se recurrió ala herramienta de software libre GRASS, ver-sión 6.3, que nos permite, sobre una base car-tográfica raster de 30 m, analizar lasvisibilidades desde una localización determi-nada. El módulo utilizado es terrain analysis=> visibility/ line of sight dando como resul-tado un mapa binario en el que las áreas que elobservador puede ver son expresadas con un 1(coloreado en las imágenes) y las que no puedever en 0 (transparentes). Para la generación derutas, el módulo utilizado es terrain analysis=>least cost route or flow, consistente en hallarsobre un mapa de coste energético la ruta mássimple para el desplazamiento de un individuoen base al gasto calórico y la dificultad del te-rreno.Como sospechábamos, desde las torres delfuerte se divisan perfectamente uicus, necró-polis y sendas torres de vigilancia (Figs. 2 y 4).Dentro de este espacio quedan englobadosigualmente los restantes puntos en los que sehabía detectado algún resto romano durante la

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prospección de 1996. Las estribaciones mon-tañosas circundantes reducen, no obstante, elárea de máxima visibilidad a un radio de ape-nas dos kilómetros. Sólo en aquellos lugaresdonde el terreno se abre naturalmente (al nortey al sur) es posible aumentar esta distancia. Delmismo modo, la suavidad de las colinas per-mite en ocasiones otear las cimas de otros mon-tes más alejados (al oeste y al sudeste).Cabría esperar que las torres de vigilancia ofre-ciesen un rango de visibilidad mayor dado sumejor posicionamiento en altitud. Sin embargo,la mejora no parece sustancial a primera vista,superponiéndose a menudo su área de control ala propia de las torres campamentales. Un aná-lisis más detenido refleja, no obstante, que lospuestos avanzados vienen a reforzar notable-mente el control de los accesos al fuerte a tra-vés de las aberturas en la Serra da Corda. Sonprecisamente estas las sendas por las que su-ponemos discurría la antigua vía romana. Ade-

más, al sur de Fanegas y labrado por el río Pe-dregoso, existe un valle en dirección E-Ocuyas laderas pueden ahora controlarse a laperfección desde la torre de vigilancia.Una vez demostrado que existía por parte delpoder romano una voluntad por el control delentorno inmediato, quisimos comprobar tam-bién si las visibilidades guardaban alguna rela-ción con la ubicación de los castros vecinos. Elresultado es que, directa o indirectamente, hastauna quincena de asentamientos indígenas entradentro del rango de visión de los emplaza-mientos militares romanos en el entorno máscercano y es posible que, una vez ampliadonuestro ámbito de estudio, debamos incluir al-guno más. Naturalmente, no todos ellos esta-rían ocupados en el momento de fundación delfuerte de Cidadela, y sólo una prospección mi-nuciosa o la excavación sistemática de los mis-mos podría ofrecernos datos más concretos.

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Figura 4.- Visibilidades desde A Cidadela y sus torres de vigilancia. En blanco, yacimientos ro-manos, en negro, los castros.

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Con todo, creemos que la presencia de la co-horte en la región no debe verse tanto bajo laóptica de la estrategia militar como de la geo-estrategia política. Debemos ser conscientes deque con los soldados viene siempre un impor-tante contingente civil. En conjunto formaríanun núcleo poblacional que podría haber supe-rado las mil almas. Esta concentración demo-gráfica difícilmente la pueden igualar losnúcleos de época romana documentados en lamitad norte del interior galaico, por lo que esmuy probable que fuese a partir de Cidadelaque se procediese a poner en explotación estaextensa región. Sabemos que el asentamientomilitar perduró hasta al menos finales del sigloIII (Costa, 2010), pero ello en ningún caso deberelacionarse con las dificultades provocadaspor la población local. Antes bien, este dato nosestaría indicando que el producto resultante delasentamiento militar, la llegada de nuevos apor-tes poblacionales y la presencia de poblaciónindígena habría configurado un nuevo espacio,galaicorromano y perfectamente viable. No envano, el topónimo Curtis (cohortis), siguedando nombre a dos parroquias (San Vicenzo ySantaia) vecinas de Cidadela. Ambas, entran,curiosamente, dentro del área de visibilidades.No es habitual que un topónimo haya conser-vado una forma latina en genitivo, por lo quecreemos que está aludiendo a la pertenencia(política –territorium cohortis- o económica –prata cohortis-) de estos territorios al ámbitode actuación de la unidad militar. Pero conocer en su totalidad los ritmos detransformación cultural, política y económicadel territorio durante la antigüedad es un obje-tivo demasiado ambicioso para el presente tra-bajo, que sólo pretende anunciar la apertura denuevas sendas a la investigación.A CIDADELA DESPUÉS DE ROMAEs muy difícil saber qué sucedió en el antiguoasentamiento militar tras la marcha de la co-hors, aunque es posible que se produjese una

breve reocupación del mismo por parte de lapoblación civil local. Con todo, los indiciosmateriales no nos permiten hablar de ocupaciónhumana en el mismo más allá del siglo IV d.C. o, como mucho, inicios del V (Pérez López,2006: 433; Costa García, 2010). Tan sólo la in-tervención arqueológica en el vecino uicus deÍnsua (lat. Insula) podrá ofrecernos en el futurodatos fiables sobre lo ocurrido en el entorno deCidadela entre los siglos IV y VI d. C.Sin embargo, los edificios que configuran lapars nobilis campamental van a ser testigos deuna nueva ocupación. Al tiempo que se erigennuevos muros y pavimentos, se recrecen y con-solidan algunas estructuras murarias de épocaromana. Asimismo, se detecta en algunos sec-tores un potente derrumbe de losas de pizarraque se ha identificado como cubierta de las edi-ficaciones de esta fase. Su datación en el sigloVII viene dada por la presencia de dos hebillasde cinturón en bronce –con paralelos en otrosyacimientos peninsulares de esta cronología–(Caamaño Gesto, 1983 y 1991) y una más ela-borada en hierro (Ramil González, 2006).Aunque el aprovechamiento de las estructurasantiguas nos indica que la elección del empla-zamiento no fue casual y que la reocupación seconsideraba una opción más viable que la cons-trucción de nueva planta, lo cierto es que esteproceso se desarrolló de manera selectiva. Y esque tanto los muros romanos reutilizados comolos erigidos en este momento se adaptan sinduda alguna a un ordenamiento del espacio quesigue unos criterios funcionales completamentenovedosos.El elemento clave para la comprensión de estefenómeno es una estructura rectangular absi-dada (dimensiones) que, siguiendo una orien-tación E-O, ocupa parcialmente el solar de losantiguos principia. La lectura de paramentosha confirmado, asimismo, que se trata del con-junto de estructuras murarias más homogéneo

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de todas aquellas datadas en un momento pos-terior a la ocupación romana.Esta edificación central podría identificarse conla de una iglesia merced a su planta basilical ya la presencia de un ábside perfectamenteorientado hacia el Este (Fig. 2. Iglesia A; Fig.5). No se trataría de un caso aislado en Galicia,pues la arqueología ha documentado otras igle-sias con una fase de época germánica, como enAdro Vello (O Grove), que presenta tambiénuna nave rectangular con ábside y un atrio an-terior (Carro Otero, 1987); Eirexa Vella (Bares)(Ramil González, 2003); o Ouvigo (RodríguezColmenero, 1985); además de la conocida –aunque también discutida– Santa Comba deBande. Todas ellas apuntan al siglo VII comomomento del primer auge constructivo de igle-sias en el mundo rural galaico (Sánchez Pardo,2010: 154).Ahora bien, en el ejemplo que nos atañe no sólocontamos con la iglesia, sino que la ocupaciónde época germánica se extiende hasta configu-rar un complejo estructural organizado queafecta a la antigua pars nobilis del campa-mento. Aunque los usos constructivos y las ti-pologías edilicias visigóticas no permitenestablecer una clara distinción entre iglesia

rural y monasterio –la propia legislación de laépoca emplea ambiguamente los términos ec-clesia y monasterium– (Moreno Martín, 2009:276, 281-282) creemos que, por dimensiones,organicidad y articulación de las estructuras ex-humadas para con la iglesia, podríamos estardelante de un complejo cenobítico.Es una hipótesis, que, por otra parte, concuerdacon la eclosión del fenómeno monástico his-pano, que para el s. VII testimonian las fuentesescritas, siendo la Gallaecia un territorio espe-cialmente sensible a estas manifestaciones: sedocumentan un buen número de fundacionesfruto de las predicaciones de S. Martín deBraga o S. Fructuoso, mientras que otras siguenprocedimientos de dudosa ortodoxia, como es-pecíficamente denuncian para esta región loscapítulos I y II de la Regula Communis (DíazMartínez, 1986: 189-190; Freire Camaniel,1998: Vol. 1, 140-141). Volviendo a las estructuras, ya hemos indicadoque la iglesia cuenta con una perfecta orienta-ción canónica, con el ábside “hacia el Cristoescatológico que habría de volver por elOriente” (Rodríguez G. de Ceballos, 1965:321), al que se opone axialmente una puerta deacceso a la nave en el testero occidental. Es po-

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Figura 5.- Complejo cenobítico. Hipótesis reconstructiva.

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sible apreciar, igualmente, que en su interior lanave se compartimenta siguiendo las pautasexigidas para la celebración cultual según la li-turgia visigótico–mozárabe o liturgia hispana,tal y como postulan los cánones establecidospor la Iglesia visigoda. Así, el canon 18 del IVConcilio de Toledo (633), a la hora de prescri-bir cómo se debe de recibir la comunión, se-ñala que el espacio sagrado de las iglesias estácompartimentado en tres ámbitos: “Se sumi-nistrará el Sacramento del Cuerpo y Sangredel Señor observando este orden: que el obispoy el levita comulguen delante del altar, el cleroen el coro, y el pueblo fuera del coro”. Una ar-ticulación espacial que, según González Sali-nero (2009: 18-19) “obedecía a un principiolitúrgico conforme al cual el grado de sacrali-dad del escenario cultual disminuía en virtuddel alejamiento respecto de la zona reservadaal altar”.En primer lugar, nos encontramos con una zonadestacada, expresamente asignada al oficiantey su ayudante, el sanctuarium altaris en el áb-side. Se trata del lugar más importante de laiglesia, al estar situado en él el altar mayor,hacia el que se orienta el culto y que, por tanto,articula todo el espacio interior de la iglesia. Enconsecuencia, su ubicación se solemnizaba(González Salinero, 2009: 20), y así aparece enCidadela, con un nivel de pavimento por en-cima del suelo de uso de la nave.Más difícil es constatar en planta la división deésta, pero una serie de elementos nos dan laclave para poder vislumbrar la compartimenta-ción canónica del templo. Por una parte, seconserva in situ una pavimentación de épocagermánica que cubre el área occidental de lanave y colmata el muro perimetral Este de losprincipia. Por otra, observamos en el muroNorte de la iglesia la presencia de un vano a laaltura del límite del pavimento, lo que nos estáseñalando la presencia de una entrada lateral.Ambos elementos parecen indicar la diferen-

ciación litúrgica entre el chorus reservado alclero –o, en este caso, al ordo monastico– y elspatium fidelium reservado a los fieles, aunqueno contemos con restos arquitectónicos que li-miten claramente sendos espacios.Como indica el Liber ordinum (XII, col. 43),esta separación entre los diferentes ámbitos (in-cluido el sanctuarium altaris) se realizaría ori-ginariamente mediante el empleo de canceleso cortinas colgadas de una viga (Rodríguez G.de Ceballos, 1965: 315-316; González Sali-nero, 2009: 19). Sólo en momentos posterioresesta diferenciación se monumentaliza y petri-fica en un iconostasio, como se ha constatadoarqueológicamente en la iglesia de El Gatillode Arriba (Cáceres), en donde una segregaciónde espacios litúrgicos que existiría ya en unafase inicial y vendría marcada, al igual que enCidadela, por la presencia de una puerta en lazona delantera del muro Norte, se consolidamediante unos canceles bien avanzado el s.VIII (Caballero Zoreda & Sáez Lara, 2009).En el ámbito reservado al clero apareció unaúnica tumba de lajas orientada hacia el ábsidey que ha de relacionarse, por tanto, con este ho-rizonte y que tal vez pertenezca a algún perso-naje de importancia de la época (fundador?abad?). Pero, como indica Moreno Martín (2009: 281-283), los elementos señalados no nos permitendiferenciar una iglesia monástica de otra queno lo es, ni tampoco son concluyentes las di-mensiones de la nave. Así pues, basamos nues-tra identificación en la presencia de un buennúmero de estancias que circundan el templo.Es muy probable que algunas, anejas a él,hayan servido para un uso litúrgico (sacrarium,thesaurum, praeparatorium…) o como habita-ciones para monjes reclusos (Rodríguez G. deCeballos, 1965: 310-313; González Salinero,2009: 22-23), mientras que otras, formandoedificaciones independientes, parecen relacio-

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narse con funciones propias de la vida en co-munidad (dormitorios, refectorio, silos de al-macenamiento y despensa, enfermería…).Es muy difícil valorar el impacto que sobre elterritorio pudo tener este asentamiento. Sabe-mos que estas comunidades a menudo se di-solvían pasada una generación y pocas de ellasperduraron en el tiempo (de lo que también sequejan los concilios visigodos) (González Sa-linero, 2009:16). Esto parece haber sucedidotambién en Cidadela, ya que nada nos permiteprolongar la cronología del asentamiento másallá del siglo VII. No obstante, hemos podidoapreciar que existen dos fases constructivas deépoca germánica, por lo que tal vez alcanzaseel complejo cierta prosperidad y reorganizasede nuevo sus estructuras. No cabe duda de queel área afectada por la ocupación germánica eslo suficientemente amplia como para pensar enun asentamiento completamente autónomo: unnúcleo central conformado por la iglesia y susanexos, las edificaciones circundantes y tal vezun espacio destinado a huertos a su alrededor(pues se documenta una capa con mucha ma-teria orgánica que rellena el antiguo interua-llum).No creemos, sin embargo, que el entorno delyacimiento quedase despoblado durante los si-glos que siguieron al fin del Imperio. La con-servación de los topónimos romanos es unindicio de que en la región continuó existiendouna población rural. Asimismo, pueden encon-trarse en la zona algunos topónimos de épocagermánica (Guitizá, Sesmonde, Guitiriz…) quenos hablan inequívocamente de una reorgani-zación del espacio en un momento indetermi-nado de los siglos V-VII, momento en quetambién se constata por vez primera la organi-zación territorial eclesiástica de Galicia a tra-vés del llamado Parrochiale Suevum (finalesdel s. VI).Desconocemos lo sucedido en la región du-

rante los siglos VIII y IX, pero cuando volva-mos a tener datos sobre su ocupación en los úl-timos años del siglo X, ésta se realizará en basea nuevos criterios organizativos. El testimoniomás antiguo que tenemos es de un nuevo tem-plo, la Ecclesie Sancte Marie Cidadelie deCurtis, donada hacia 995 por Pedro de Me-zonzo (obispo de Iria–Compostela) al monas-terio de Santa Eulalia de Curtis durante surestauración tras una devastadora invasión nor-manda (Loscertales 1976: Vol. I, Doc. 137).Esta iglesia del siglo X, perdida tras su sustitu-ción por un nuevo templo románico de finalesdel s. XII (Castillo, 1925), se erigió a apenas100 metros al sur de la antigua iglesia cenobí-tica (Fig. 2, Iglesia B). Se encuentra, por tanto,fuera del recinto campamental antiguo y enfrente a una de sus puertas principales. En estaocasión no nos encontramos con ningún tipode estructura anexa y sus modestas dimensio-nes nos indican que se trata de una iglesia rural. En un momento en que se produce la integra-ción de Galicia en la monarquía astur, la fun-dación de este tipo de iglesias viene a ratificarla extensión de un nuevo modelo de organiza-ción territorial, “con un mayor y más profundoencuadramiento de las comunidades dentro dela organización eclesiástica, mediante el cualla iglesia se convertirá definitivamente en unelemento clave de la organización comunita-ria” (Sánchez Pardo, 2010: 157-8). De estemodo, Santa María de Cidadela encuadra so-cial, espacial y eclesiásticamente a la poblaciónde un espacio caracterizado por la dispersióndel hábitat, a la vez que a su alrededor creceráun nuevo núcleo poblacional sobre el que re-caerá la capitalidad parroquial. Esta comunidadperdurará durante toda la Edad Media, comopodemos apreciar a través de la documentacióndel vecino monasterio de Sobrado dos Monxes,contra el que los homines de Cidadella litiganpor unas heredades en el Monte de Ara en 1355(Loscertales, 1976: Vol. 1, Doc. 220).

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Es difícil saber qué ocurrió sobre el antiguofuerte romano en el periodo altomedieval. Sinembargo existen algunas estructuras encuadra-bles en este período, ya que se erigen sobre elderrumbe de época germánica pero reaprove-chan parcialmente muros romanos y germáni-cos. Es muy difícil comprender por el momentoforma y función de estas alteraciones. Aunqueuna tumba infantil de lajas parece indicar elempleo del área del antiguo cenobio comocamposanto, la reutilización de un sarcófagopétreo como parte de una estructura altome-dieval podría estar indicándonos que la fase dereforma tiene una finalidad bien diferente. Seacomo fuere, después de este momento, el re-cinto campamental no volverá a contar con fasede ocupación alguna, reservándose sus tierraspara el cultivo o el pasto. BIBLIOGRAFÍA BALSA DE LA VEGA, R. (1909): Enigmaarqueológico, Boletín de la Real Academia Ga-llega, III, 27-31.CAAMAÑO GESTO, J. M. (1983): Memo-ria de excavación de Cidadela, campaña de1983, Santiago de Compostela: Inédita, depo-sitada en la Dirección Xeral de Patrimonio,Consellería de Cultura e Turismo, Xunta deGalicia.CAAMAÑO GESTO, J. M. (1991): Memo-ria de excavación de Cidadela, campaña de1991, Santiago de Compostela: Inédita, depo-sitada en la Dirección Xeral de Patrimonio,Consellería de Cultura e Turismo, Xunta deGalicia.CAAMAÑO GESTO, J. M. & CRIADOBOADO, F. (1992): La medorra de fanegas(Sobrado dos Monxes, Coruña). Un monu-mento megalítico reutilizado en época romana,Brigantium, 7, 7-89.

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