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CIUDAD DE LOS CÉSARES GEOPOLÍTICA Y ESCATOLOGÍA LO QUE EUROPA Y EL MUNDO ESPERAN DE VLADIMIR PUTIN LOS DESTINOS ESCATOLÓGICOS DE LA «NUEVA RUSIA» OS años decisivos vuelven. El vertiginoso torbellino de un trastocamiento final, de dimensiones abisales, de la historia mundial en curso, se impone en el presente sobre el estancamiento obscuro de los tiempos de esas de- licuescencias dimisionarias de las que estamos en trance de salir y en las que había sido necesario que nos perdié- ramos. «Todo entra en el presente en la zona de atención suprema». Porque es así: a la misma hora en que Vladimir Putin accedía al poder presidencial en Moscú, un inmenso trastocamiento tenía lugar en los entretelones invisibles de la «gran historia» mundial en marcha. No solamente el interregno del siglo de la sangrienta dictadura de las tinieblas del marxismo-leninismo tenía verdade- ramente fin, sino el sentido mismo de la historia que había permitido que esto pudiese hacerse se encontraba in- vertido, para ceder su lugar a la rea- nudación de la predestinación esca- tológica de la «Rusia anterior», de la Rusia en tanto que «concepto absoluto» de la historia del mundo concebida como el desarrollo bajo control de un «gran designio» secreto de la Di- vina Pro vi dencia. Así, en la visión cristológica del mundo y de su historia, el terrible sacrificio sangriento de la crucifixión de Rusia y de sus pueblos cautivos de la conjuración mundial del comunismo so- viético no habrá sido vano: porque no es sino por los caminos litúrgicos del mis- terio de la Cruz que pasa el recorrido oculto, final, del supremo misterio actuante de la Resurrección. Ahora bien, a pesar de esos primeros tiempos equívocos y des- garrantes que marcan el retorno a la vida después del largo descenso procesional a través de los abismos negros de la muerte, es justamente la esplendorosa mañana de la Resurrección que Rusia, que la «Nueva Rusia» de Vladimir Putin se encuentra llamada a conocer hoy, y esto incluso si tal vez no tiene aún la con- ciencia plena de su nuevo estado, que es esencialmente un estado de gracia. Porque una cierta contracorriente de impedimento, de torpor ontológico y de demora, marca subterráneamente, en la hora presente, todo lo que en Rusia y en el mundo entero atestigua el retorno al ser, ya iniciado, todo lo que comparte el impulso resurreccional naciente: lo que no es ya más no se encuentra aún reemplazado por lo que no está del todo allí. No nos dejemos engañar, pues, por apariencias falaces, traficadas de intento: este temible torpor general, esta impotencia hipnótica más y más insos- tenible, esta demora de todo, que parecen haberse apoderado de todo lo que, estos últimos años, quiere ir adelante es, a pesar de todo, y debe ser para aque- llos que saben verdaderamente ver, 1. EL SÉPTIMO SELLO El Presidente Putin con Alexis II,Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, y Christodoulos, Patriarca de Atenas L

Lo Que Europa y El Mundo Esperan de v Putin

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CIUDAD DE LOS CÉSARES

GEOPOLÍTICA Y ESCATOLOGÍA

LO QUE EUROPA Y EL

MUNDO ESPERAN DE

VLADIMIR PUTIN

LOS DESTINOS ESCATOLÓGICOS DE LA «NUEVA RUSIA»

OS años decisivos vuelven.

El vertiginoso torbellino de un trastocamiento final,

de dimensiones abisales, de la historia

mundial en curso, se impone en el presente sobre el estancamiento obscuro de los tiempos de esas de-

licuescencias dimisionarias de las que estamos en trance de salir y en las que

había sido necesario que nos perdié-ramos. «Todo entra en el presente en la zona de atención suprema».

Porque es así: a la misma hora en que Vladimir Putin accedía al poder presidencial en Moscú, un inmenso

trastocamiento tenía lugar en los entretelones invisibles de la «gran

historia» mundial en marcha. No solamente el interregno del siglo de la sangrienta dictadura de las tinieblas del

marxismo-leninismo tenía verdade-ramente fin, sino el sentido mismo de la historia que había permitido que

esto pudiese hacerse se encontraba in-vertido, para ceder su lugar a la rea-nudación de la predestinación esca-

tológica de la «Rusia anterior», de la Rusia en tanto que «concepto absoluto»

de la historia del mundo concebida como el desarrollo bajo control de un «gran designio» secreto de la Di-

vina Pro vi dencia. Así, en la visión cristológica del

mundo y de su historia, el terrible sacrificio sangriento de la crucifixión de Rusia y de sus pueblos cautivos de la

conjuración mundial del comunismo so-viético no habrá sido vano: porque no es

sino por los caminos litúrgicos del mis-terio de la Cruz que pasa el recorrido

oculto, final, del supremo misterio actuante de la Resurrección.

Ahora bien, a pesar de esos

primeros tiempos equívocos y des-garrantes que marcan el retorno a la vida después del largo descenso procesional

a través de los abismos negros de la muerte, es justamente la esplendorosa

mañana de la Resurrección que Rusia, que la «Nueva Rusia» de Vladimir Putin se encuentra llamada a conocer hoy, y esto

incluso si tal vez no tiene aún la con-ciencia plena de su nuevo estado, que

es esencialmente un estado de gracia. Porque una cierta contracorriente

de impedimento, de torpor ontológico y

de demora, marca subterráneamente, en la hora presente, todo lo que en Rusia y en el mundo entero atestigua el retorno al

ser, ya iniciado, todo lo que comparte

e l impulso resurreccional naciente: lo que no es ya más no se encuentra aún reemplazado por lo que no está del todo

allí. No nos dejemos engañar, pues,

por apariencias falaces, traficadas de

intento: este temible torpor general, esta impotencia hipnótica más y más insos-

tenible, esta demora de todo, que parecen haberse apoderado de todo lo que, estos últimos años, quiere ir adelante es, a

pesar de todo, y debe ser –para aque-llos que saben verdaderamente ver,

1. EL SÉPTIMO SELLO

El Presidente Putin con Alexis II,Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, y Christodoulos, Patriarca de Atenas

L

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PARVULESCO: PUTIN

más allá del simple hecho de ver- el

signo de la instalación, difícil, muy difícil por el momento, pero absolu-

tamente ineluctable a la larga, de un cambio de estado mitológico del mundo y de su historia actual el signo mismo

de la «gran inversión» que se hace, que está en trance de hacerse en la «línea de paso» hacia el Tercer Milenio.

De tal suerte pues no es más el hecho de que. por la marcha misma de

las cosas, sea necesario librarse sin cesar de la muerta pesadez del pasado lo que nos fuerza todavía a avanzar

pese a todo, sino ya la llamada irracional en nosotros de un irresistible impulso nuevo, revolucionario, de un

otro renuevo, que implica el salto adelante por encima de los precipicios

del fin del régimen anterior de las cosas, el salto por encima del vacío: porque estamos efectivamente allí, y

no hay más vuelta atrás. Esperando, debemos por tanto

cada día hacer frente al misterio de lo

que sin cesar se oculta aún ante nosotros, de lo que parece no poder encontrar nunca su cumplimiento, de

lo que se sume indefinidamente en el cieno vago y sucio, muy sucio en

efecto, de su propia imposibilidad de ser: esta invasión de lo que remonta de las profundidades más nocturnas de los

abismos a la hora de la suspensión verdaderamente final del aliento del ser, es precisamente la parle que es hoy la

nuestra en un mundo golpeado por la interdicción del ser subversivamente

significada en todas las fuer/as de la vida, del renuevo, del rccomienzo. Pero sepámoslo también, todo eslo no

podría ser. en realidad, sino esen-cialmente provisional. «Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo

un silencio en el ciclo, alredor de media hora», se lee en el Apocalipsis deSan

Juan. Eso son pues los tiempos de las ambigüedades extremas del no-scr en el poder y de- la degradación pasajera de

los poderes del ser, los sombríos tiempos de la última exaltación de la abyección. Los tiempos del interregno de

la dominación ilegal de los abyectos que termina.

Es la razón además por la cual la

doble subversión social-demócrata y

liberal-demócrata –que serán

siempre los regímenes del equívoco, de la diversión alienante y del paso di-

simulado al enemigo- ha prevale-cido, y no termina aún de mantenerse ilegalmente en el poder en los tres países

principales de Europa del Oeste, en Gran Bretaña, en Francia y en Alemania, en el corazón mismo del campo de

batalla donde todo deberá pasar. Y ello, hasta que el renuevo en las

profundidades no venga a sumer-gir revolucionariamente, a franquear el «paso de la línea» para imponer

revolucionariamente, con Vladimir Putin y con lo que Vladimir Putin significa simbólicamente en la hora

actual, su ley del cambio total, irreversible, la ley del gran

«Trastocamiento Final», de la Paravrtti.

En sí mismo, el interregno no es

nunca otra cosa que la garantía de la salida del interregno.

2. EL «GRAN DESIGNIO»

IMPERIAL ESCATOLÓGICO DE

VLADIMIR PUTIN

¿Cuáles son entonces las líneas de fuerza magnéticas corno se las podría llamar, si no la doctrina

gubernamental de Vladimir Putin, por lo menos su proyecto fundamental de acción político-estratégica en un

próximo y más lejano porvenir? Muy en primer lugar, volver a

Rusia a sí misma, de una manera revolucionaria, toltal, incondicional. Religar inmediatamente con la gran

predestinación suprahistórica de Rusia, predestinación escatológica por encontrar, por retomar allí, preci-

samente, donde la revolución soviética ha venido a interrumpirla, en el cuadro

de una conspiración suprahistórica oculta cuyas dimensiones superaban de lejos los solos destinos de Rusia.

Y ello muy precisamente también porque al continuar entonces la obra de sus predecesores, Nicolás II, a quién su

primo el Kaiser Guillermo II había llamado «el emperador del Pacífico», estaba a punto de hacer de Rusia la

superpotencia mundial presente «del

Atlántico al Pacífico» y poder así

poner en fin en marcha el «designio secreto» de su propia predestinación

suprahistórica imperial gran-continental.

Porque es para impedir que Rusia

imponga, «del Atlántico al Pacífico», su propia voluntad imperial esca-tológica a la historia mundial en cur-

so, que Rusia ha sido abatida, des-alojada a la fuerza de la historia que ella

había escogido hacer llevar hacia .delante hasta su culminación trascendente final, que hubiese sido la

de su transfiguración cristológica imperial. Desarrollar pues las concepciones de la Santa Alianza hasta

sus dimensiones planetarias e históricas últimas, hasta la puesta en

situación real de su identidad suprahistórica decisiva.

Ahora bien, eso es justamente lo

que las potencias nocturnas que representan, en los entretelones prohibidos de la «gran historia», la

identidad abisal oculta de lo que la doctrina cristológica tradicional llama el «Misterio de Iniquidad» en obra

hasta el «Segundo Advenimiento», no podían permitir en absoluto que llegase a

realizarse. De donde la conspiración mundial de las potencias de las tinieblas que se emplean en des-

mantelar, a través de complicidades interiores y exteriores que. aún hoy, permanecen desconocidas e in-

cognoscibles, el Imperio Ruso en su identidad escatológica secretamente ya

activada, ya en paso de entrar en la corriente de la historia.

Pero, en la hora actúal, es ese

inisnio designio imperial escatológico de Rusia que se encuentra, una vez más. puesto a la orden del día por Vladimir

Putin, quien pretende devolver, de nuevo, Rusia a sí misma, apoyándose

para ello en su «Nueva Rusia» y en la «gran ortodoxia» rusa y este-europea. Pero apoyándose también, al mismo

tiempo, a pesar de las resistencias de la ortodoxia y más allá de esas resistencias, y cualesquiera que puedan ser sus

intransigencias y el rechazo de con-cierto, exhibido por ésta, sobre Roma y la catolicidad tradicional romana. Y

eso, tal como él había mostrado –y

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CIUDAD DE LOS CÉSARES

demostrado- en su primer viaje al

extranjero en tanto Presidente de Rusia recientemente elegido, cuando

había tenido muy significativamente lo que haya tenido lugar en Italia, y ante Juan Pablo I I , con quien luvo el largo

coloquio confidencial que se sabe. Se hablará más lejos, en el curso de este mismo artículo, de las relaciones parti-

culares de Vladimir Putin con Roma y el catolicismo romano, dado que

Vladimir Putin es un ferviente lector de Vladimir Soloviev. Lo que es-clarece muchas cosas.

Así pues resulta totalmente evidente que para que esto pueda verdaderamente hacerse. Vladimir

Put in debe ante todo llegar a forjarse el útil político-estratégico de acción

revolucionaria planetaria que pueda realmente dar curso a sus designios visionarios, a saber un Estado Ruso que

tenga el peso propio de una supcr-polencia planetaria, y que dirija el bloque de una concentración política

imperial gran-continental europea de identidad trasccndental y polar. Y ésta v u e l t a también, en sus últimas ins-

tancias revolucionarias, hacia la mo-vilización trans-continental de

America Latina, continente católico, así como de Estados Unidos mismos, desembarazados, a favor de una nueva

guerra civil de secesión –pero esta vez jugando en un sentido contrario al de la primera guerra de secesión- de sus

sujeciones nocturnas a la subversión protestante iluminista y sobre todo a lo

que, desde el comienzo, se disimula espectralmente detrás de ésta, y respecto de la cual no oso decir el

nombre ni tratar de develar el rostro de tinieblas.

El combate fundamental de

Vladimir Putin será, en estas condi-ciones, el de la liberación interior de

Rusia de los formidables pesos ne -gat ivos que cont inúan entorpe-ciendo –siempre- el milagro de su resu-

rrección política, y la puesta en marcha de su renovación administrativa, económica y militar, que debe conducir

a que recobre, en tiempo útil, su esta-tuto –ya dos veces perdido- de super-potencia planetaria imperial (estatuto

perdido, una primera vez, en 1917 y

enseguida con la liquidación de la

Unión Soviética). Lo que aparece en-tonces en perspectiva es la figura reno-

vadora de una Tercera Rusia, que debería también quererse, finalmente, una Tercera Roma.

Un cierto número de tareas de rectificación esperan a Vladimir Putin en el giro de un destino infinitamente

periclitado de partida, destino periclitado al cual, además del carisma

personal de Vladimir Putin, reco-nocido muy en profundidad por la actual colectividad nacional rusa, no se podría

oponer, de hecho, más que su propia calma glacial, su decisión inconmovi-ble, y la confianza actuante en sus pre-

disposiciones visionarias, de su con-fianza en su «estrella secreta». ¿Es esto

poco? Es mucho, el porvenir lo decidirá. Pero nosotros somos de aquellos ya persuadidos de que el porvenir está ya

del lado de Vladimir Putin, que el por-venir pertenece ya a Vladimir Putin.

Y sobre todo su conciencia de

tener a su lado las estructuras sanas, vivientes, de la nación. Estoy al lado del Ejército, estoy al lado de. la Flota,

estoy al lado del pueblo, declaraba cuando los dramáticos aconteci-

mientos que siguieron al accidente fatal del submarino nuclear Kursk.

. 3. ¿QUÉ TAREAS DE RECTIFI-

CACIÓN? Por lo tanto, los días aparecen a

lo menos apretados. Estas dramáticas «tares de rectificación» a las que Vladimir Putin debe enfrentar

urgentemente parecerían ser, en cuanto a su conjunto en el momento, las siguientes.

(1) La liquidación de las es-

tructuras oligárquicas y de mando económico-social y político, de ingerencia y de chantaje, heredadas de

la situación inventada por el régimen caótico, podrido y putrefactor, de la «familia» de Boris Yeltsin, feuda-

lidades en plaza de peso exorbitante, y que habrá que abatir a cualquier precio y con toda urgencia. La arro-

gancia ultrajantemente cosmopolita

de Boris Berezovski, de Vladimir

Gussinski, de todo su clan intérlope de hienas antirrusas, debe ser sancionada

duramente, se debe recurrir de nuevo a la limpieza por el vacío. Porque es un hecho: el pillaje vergonzoso y comple-

tamente criminal de los bienes nacio-nales rusos con ocasión de las grandes desnacionalizaciones del

fin de la URSS equivale, de hecho, a un verdadero cataclismo económico

para Rusia, a una gigantesca opera-ción, conspirativamente concertada, de apropiación fraudulenta del con-

junto de la «gran economía» de Rusia por esos grupos oligárquicos de procedencia, fines e identidad por lo

menos dudosos, actuando con medios más que sospechosos, que aparecen en

el presente como los de una ofensiva antirrusa llevada secretamente desde el exterior. En tanto que la tara conti-

nua de la actual conspiración oligár-quica aún en plaza y de sus abundantes metástasis subversivas no sea aniquilada,

la economía nacional de la «Nueva Rusia» no podrá soltar amarras de un modo realmente decisivo.

(2) Dar a la s Fue rzas Ar-

madas, sin tardar más, los medios de su potencia -de su superpotencia- estratégica de dimensiones conti-

nentales y planetarias, así como la su-perficie de afirmación político-social decisiva que debe imperiosamente

ser la suya en el proceso de renovación fundamental –refundacional- del

Estado. Cuya reestructuración revolu-cionaria deberá forzosamente pasar por la militarización del trabajo, de

la enseñanza, de la organización social, cultural y religiosa del conjunto de la nación. Organización dirigida ente-

ramente hacia un solo objetivo salva-dor de autosuperación de naturaleza

trascendental, suprahistórica, «religio-sa». Proceso de conjunto en el cual el papel motor, pedagógico y de encua-

dramiento en profundidad de las Fuerzas Armadas va revelarse como constitu-yente de la espina dorsal de la vida de la

nación, así como había sido ya bajo los Zares: Rusia no será jamás sino lo que hacen de ella sus Fuerzas Armadas, y

Vladimir Putin es, ante todo, el hombre de

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PARVULESCO: PUTIN

las Fuerzas Armadas. Porque, tal como

lo había sido el Imperio Romano, Rusia es fundamentalmente una nación

imperial, por su naturaleza misma, por su predestinación secreta. Toda su historia anterior lo prueba.

En último análisis y funda-mentalmente, la «Nueva Rusia» de Vla-dimir Putin no podrá alcanzar su obje-

tivo de renovación salvadora de la historia rusa actual si la conciencia nacio-

nal-revolucionaria de sus Fuerzas Arma-das no puede asumir realmente el entero control del proceso de renovación ya

en curso, y llevarlo finalmente a su meta. La suerte de la «Nueva Rusia» de Vladimir Putin y por tanto la suerte

misma de la más Grande Europa nacional-revolucionaria en curso de

emergencia depende pues de una ma-nera estrechamente decisiva, en las circunstancias presentes, del actual

despertar, de la actual evolución de la conciencia revolucionaria de las Fuerzas Armadas rusas y de su papel en

el despertar, en la toma de conciencia europea gran-continental de Rusia, dicho de otra manera del retorno de

Rusia a su predestinación escatológica anterior. La carta de Vladimir Putin

es la carta de las Fuerzas Armadas. Las doctrinas del mariscal Nicolai Ogarkov han finalmente prevaleci-

do1 1

. Porque el proceso nacio-nal-revolucionario empeñado en el presente por Vladimir Putin no data de

hoy; tiene tras si un largo camino sub-terráneo.

(3) La instalación de un

nuevo dispositivo político-estratégico

secreto de protección ideológica sobreactivada, de información y de intervención especial, de poderes

ampliados, destinado a garantizar la seguridad interior del conjunto de las

empresas revolucionarias imperiales de 1 J.P. se ha referido en otro artículo, «Vladimir

Putin y el Imperio Eurasiático del Fin» [ahora en Vladimir Poutine et l’Eurasie, París, 2005],

al mariscal N. V. Ogarkov, jefe del Estado

Mayor General de la URSS a fines de los años

60, quien propuso la «militarización integral» y la «movilización general y permanente» del

aparato industrial y de la economía soviética

en su conjunto. (N.dlR.)

Rusia y del bloque gran-continental eura-

siático de su presencia exteriormente activa.

Se trata del aparato con tra-estratégico revolucionario de vanguar-dia al cual corresponderá la responsabi-

lidad de levantar un dique de contención permanente ante las tentativas de ingerencia negativa enemiga proce-

dentes del exterior, y de las propias debi-lidades interiores del campo

gran-continental eurasiático en su con-junto. Muchas cosas habría que decir sobre esto, pero seguramente no aquí.

(4) Así como la definición de

una doctrina metafísica, geopolítica y

teológica de Estado, coherente, total, profundizada y, precisémoslo, de una

nueva teología imperial cristológica gran-europea, ortodoxa y católica. Vladimir Putin sabe en efecto que no hay

nueva emergencia imperial sin la apa-rición de una nueva religión imperial, y debe conocer también la palabra

proféticamente decisiva de Moller van den Bruck según la cual no hay más que un solo Reich tal como no hay más que

una sola Iglesia. La «gran ortodoxia» resucitada

por Vladimir Putin así como el catolicismo tradicional romano deberán reencontrarse reunidos,

juntos, por la fuerza de acción misma del Imperio, del Imperium Ultimurn, en el movimiento llevándolos hacia atrás, a su

propia unidad anterior, y por esto mismo conduciéndoles adelante hacia el Tercer

Estado de la religión imperial gran-continental europea reunificada.

(5) Restablecer, hacer renacer de nuevo el tejido conjuntivo íntimo, vital, la profunda unidad irradiando

de la sociedad rusa en su conjunto, a la cual habría que poder dar una fe nueva

en sí misma, y en sus propios des-tinos nacionales y supranacionales que son naturalmente los suyos, por su

propia predestinación fundacional de sus propios orígenes arcaicos, abisa-les; por sus misiones escatológicas

imperiales, por sus tareas revoluciona-rias inmediatas, por el formidable esfuerzo de auto-enderezamiento on-

tológico y político- histórico exigido

de ella, a la hora actual, por la

marcha misma de la historia mundial que llega a un giro trágicamente irre-

versible. (6) Toca a Moscú también sos-

tener muy efectivamente los es-fuerzos de los «grupos geopolíticos» que emergen por doquiera en Europa, in-

cluso en el mundo entero, y que si-guen la línea política

gran-continental eurasiática del con-cepto geopolítico fundamental de Karl Haushofer, el concepto de

Kontinentalblock. Porque Moscú debe convertirse

en la plataforma giratoria sobreac-

tivada del conjunto de las redes contraes-tratégicas que se movilizan en la actua-

lidad en la vanguardia del movi-miento de concentración revolucio-naria en combate por la más Grande

Europa continental, por el «Gran Impe-rio Eurasiático del Fin».

(7) La puesta en cintura definitiva y el contraencuadramiento de la administración política de las re-

giones interiores de Rusia, compro-metidas, casi en su conjunto, en una

peligrosa espiral centrífuga, que tendían al autocomando, a la «autosuficien-cia», situación implícitamente

opuesta al principio centralizador de Moscú, y que puede en cualquier instante encontrarse explotada por

ingerencias clandestinas del exterior, por manipulaciones pertenecientes

al campo de la subversión mundialista en acción. Reemplazar los gober-nadores delictivamente elegidos por

militares seguros. (8) Aniquilar el conjunto de las

estructuras en acción de la crimi-nalidad organizada, de la sub-

versión social de las mafias en plaza y de la insostenible inseguridad permanente de la sociedad rusa actual, inseguridad

en trance de alcanzar límites peli-grosamente críticos, y cuyas ingeren-cias exteriores pueden igualmente

captarse, para fines de desestabiliza-ción y de tentativas de apropiación clandestina de ciertos sectores de la

sociedad civil más expuestos que

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otros a ese género de maniobras a cu-

bierto.

(9) Además de la obligación que ella debería hacerse de proveer, por su lado, por todos los medios a su dis-

posición, a la promoción sobreactivante del Polo Carolingio franco-alemán, del que hay que

recordar que el General de Gaulle afirmaba que constituía, por sí solo,

una «Revolución Mundial», Rusia debe también encargarse de una apertura continental gran-europea en

dirección de la India, pivo-te revolucionario de la presencia y de la acción europea en Asia. ¿No decía

Alexander Duguin que Rusia es el puente de Europa hacia la India, y a

través de la India hacia la Gran Asia? Será pues en esta perspectiva que habrá que situar la visita del presidente

Vladimir Putin, el año pasado, a la India, y la puesta en explotación de un vasto designio contraestratégico gran-

continental ruso-indio. Y es totalmente en la misma perspectiva eurasiática gran-europea que hay que siturar la

verdadera significación de la visita reciente del presidente Vladimir Putin al

Japón, donde habían sido puestas en esta ocasión las bases confidenciales de ciertos acuerdos de línea común. Tal como

Rusia, Francia está igualmente atenta al acercamiento absolutamente decisivo de la Gran Europa con India y Japón, lo que

aparece como una convergencia fran-co-rusa de las más significativas, como

un signo secreto del destino. (10) Es muy a propósito que he

querido que se abordase por último el problema de la desestabilización isla-mista revolucionaria de Chechenia y del

abceso de la subversión antirrusa y an-tieuropea que se encuentra mantenida

artificialmente en el estado de crisis aguda en la región, por las instancias encubiertas de la ofensiva mundialista en

curso. Atajar el foco de incendio

wahabita de Chechenia es para la Rusia

actual una cuestión de vida o muerte: si el fuego no se extingue allí a tiempo, y totalmente, todo el flanco meridional del

Gran Continente eurasiático se encon-

trará en llamas a breve plazo, desde

Pakistán hasta la cadena de repúblicas islámicas de la ex URSS, hasta el

Sudeste del continente europeo, donde Bosnia y Albania, el Kosovo ya incluido, sirven de posta a la vez al Islam

revolucionario en el terreno y a las maniobras subversivamente clandes-tinas de los servicios especiales de

Washington, que mantienen allí inten-samente el terrorismo islamista revolu-

cionario de importación, con el fin de desestabilizar Europa, la Gran Europa emergente y la «línea geopolítica

europea» actualmente en proceso de afirmarse en el nivel de su nueva historia naciente, una nueva historia

gran-continental eurasiática. El cortafuego encendido por el

presidente Putin en la reunión del «Grupo de Shanghai», en julio del 2000, en Dushambe (Rusia, China,

Tayikistán, Kirguizistán, Kazajstán), ¿tendrá aún mucho tiempo ante el impulso irresistible de las milicias

islamistas? Por intermedio de Turquía y de Israel subterráneamente en te-rreno, la conspiración mundialista de

Estados Unidos –y de lo que se man-tiene detrás de éste, en la sombra- atiza

continuamente al Islam fundamenta-lista, instalando los jalones políti-co-estratégicos de su futura toma de

posesión en la línea geopolítica trans-continental subversiva Tira-na-Sarajevo-Grozny-Kabul-Islamabad.

Rusia y el Sudeste europeo se encuentran hoy, de nuevo, en primera

línea frente a la ofensiva revolu-cionaria del Islam ñmdamentalista; y es necesario darse cuenta que se trata

de una larga tradición sacrificial de resistencia, dado que Rusia y el Sudeste europeo han debido ya durante siglos

formar una barrera frente a la ofen-siva islamista hacia el centro de Europa.

Ahora bien, el Islam es utilizado por la conspiración mundialista de Estados Unidos como una fuerza estratégica de

diversión y de bloqueo en la guerra clandestina que éste hace a Europa, y como tal el Islam se beneficia de

apoyos secretamente considerables, política y estratégicamente, llegando a ser' así más y más una amenaza ex-

trema para la Gran Europa emergente,

y esto tanto desde un punto de vista exte-

rior como, también ya, desde un punto de visla interior, puesto que las inmigracio-

nes islámicas en Europa hacen de ca-beza de puente avanzada hacia el interior de las líneas europeas de resistencia.

Chechenia es el cerrojo del frente Sur de Europa y, en Chechenia, es por cuenta de Europa que Vladimir Putin ha

comprometido a Rusia en una batalla decisiva.

Toda empresa contra el empeño de Rusia en Chechenia es un acto de alta traición contra la unidad y la libertad de

la Gran Europa naciente.

4. EL EJE PARÍS-BERLÍN-MOSCÚ

Sería necesario, a lo que parece,

que París, Berlín y Moscú –pero, en las circunstancias actuales, Moscú sobre todo- lo comprendieran: la integración

europea gran-continental pasa ineluc-tablemente por la instalación previa de un Eje París-Berlín-Moscú.

Ahora, en la hora actual, la iniciativa del Eje París-Berlín-Moscú no podría venir sino de Moscú.

En efecto, si Berlín se mantiene, en relación con este proyecto, en una

expectativa un poco indecisa, des-confiada y friolera, París, por el contra-rio -y tan incomprensible como esto

pueda parecer cuando se considera las posiciones que habían sido anterior-mente las del poder gaullista a este mismo

respecto-, frena e impide -por no decir sabotea-, con una obstinación morosa,

inconfesada, toda iniciativa que vaya en el sentido del proyecto de este eje europeo transcontinental.

Es que en París las presiones negativas extremas que mantienen sin cesar, y que exacerban, respecto del

concepto de la Gran Europa conti-nental eurasiática, y más aún actual-

mente en cuanto al proyecto del Eje París-Berlín-Moscú, ciertas influen-cias ocultas subversivamente en acción al

servicio de la conspiración mundialista, acaban de alcanzar a un estado de pa-roxismo al descubierto verdaderamente

último, absolutamente intolerable, y tal vez ya sin retomo, para algunos al me-nos, que no se conoce sino demasiado

bien. Lo que por esto mismo exige una

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PARVULESCO: PUTIN

contrareacción urgente y tan dura

como exhaustiva de parte de las fuer-zas todavía sanas de la nación entregada,

por la conspiración en plaza, a un es-tado final de parálisis y de embota-miento, de impotencia, más y más trági-

co; en que se quiere llegar a que Fran-cia, finalmente, se vea proscrita de Europa, a que se anule la herencia de la

visión revolucionaria gran-europea del General de Gaulle. Pero ellos no saben lo

que les espera. El choque de rebote, que vendrá, va a ser, en efecto, absolu-tamente aterrorizador.

No siendo las cosas, pues, más de lo que han llegado a ser, corresponde a Moscú tomar sobre sí el echar las

bases de la puesta en situación del proyecto del Eje París-Berlín-Moscú, y

ello apoyándose también, y en la espe-cie tal vez sobre todo, en el trabajo de agitación y de penetración de los

"grupos geopolíticos", muy dis-puestos a lanzarse en la batalla ide-ológica y político-estratégica de la

creación de las vastas y profundas co-rrientes de apoyo respecto a ese proyecto europeo fundamental.

Ésta será la ocasión, para Moscú, de poder actuar directamente en el seno del

frente político europeo, en el nivel in-mediato de la nueva conciencia eu-ropea en proceso de afirmarse revo-

lucionariamente.

5. SERBIA Y EL SUDESTE

EUROPEO

Los servicios de información de Yugoeslavia sabían desde largo tiempo que la subversión islámica kosovar

preparaba planes para tomar Mace-donia también. Así en octubre de 2000 el Presidente de Yugoeslavia había

convocado, en Skopje, en Macedonia, una conferencia general de la región, a la

cual había invitado los jefes de Estado y de Gobierno de Albania, de Bulgaria, de Grecia, de Macedonia, de Bosnia, de

Rumania y de Croacia. Bajo el pre-texto de superficie de la implementación de un "pacto de estabilidad" para el con-

junto de los Balcanes, el Presidente Vo-jislav Kostunica contaba, en realidad, producir, y sostener personalmente, un

proyecto, muy confidencial aún,

concerniente a la integración políti-

co-económica a breve plazo del conjunto de los Estados del Sudeste europeo, con

el objetivo de oponer un frente común al diálogo con la Unión Europea, ante la cual la Europa del Este, desestabi-

lizada todavía por las secuelas del comunismo, se encuentra por el mo-mento en una situación de inferioridad

difícilmente aceptable. Lo que habría que remediar.

Es cierto que la presencia eu-ropea de Rusia debe apoyarse funda-mentalmente en Serbia –en primer

lugar- y en los otros Estados ortodoxos de la Europa del Este, Serbia en-conrándose ya empeñada al lado de

Rusia en la actual batalla contraes-tratégica de ésta contra el terrorismo

revolucionario islámico. Al mismo tiempo, Serbia es también el primer Estado europeo en haber sufrido di-

rectamente la agresión anticontinental de la conspiración mundialista regida por la «Superpotencia Planetaria de

Estados Unidos»: la movilización total de la nación serbia en su totalidad frente a la agresuión político-militar

de la OTAN hace que ella sea hoy el país de Europa que dispone de la

conciencia política más despierta respecto de los manejos conspirativos de la OTAN y de la ofensiva mundia-

lista en curso. De todas maneras, el Sudeste

europeo permanece todavía la zona

crítica en que se mantiene el cerco del continente europeo por la avanzada

político-militar de la OTAN com-prometida a servicio de la conspira-ción mundialista de la «Superpoten-

cia Planetaria de Estados Unidos» y, como tal, el Sudeste europeo debe movilziar en forma permanente la

atención contraofensiva del conjunto europeo gran-continental, y esto por

encima del hecho de que el actual poder social-demócrata y libe-ral-demócrata en toda la Europa del

Oeste participe de las exacciones político-militares de la OTAN. Pero no es la traición en la superficie lo

que cuenta: son las opciones pro-fundas de las naciones cautivas, reducidas subversivamente al silencio,

amordazadas, víctimas de la alienación

extraña a su ser, naciones como muertos-vivientes, naciones hechas

zombies por los especialistas del vudú mediático. Y una cierta degeneración de las masas va mucho en ello.

6. LAS CUATRO INVITACIONES

CRISTOLÓGICAS

Las tareas presidenciales de

Vladimir Putin se desprenden dialécticamente del reencuentro –de las nupcias, se podría decir incluso- entre el

concepto fundamental de la pre-destinación imperial suprahistórica y

escatológica de Rusia, de la «Nueva Ru-sia» de hoy y de la Rusia de siempre, y las condiciones reales, tal como son,

de la actual situación político-social, económica y administrativa de la Rusia de hoy. Dicho de otra manera:

algo debe hacerse obligatoriamente, y lo será sin duda, en las condiciones que

se presentan realmente a la hora en que esta obligación deba cumplirse, dada a la luz, proyectada en la corriente de la

historia en marcha. Pues bien, lo que así debe ser hecho, es sobre el Presi-dente Vladimir Putin que recae en el pre-

sente la tarea histórica de hacerlo. Ahora, si acabamos de intentar

pasar revista a lo que constituye, precisa-

mente, las condiciones reales de la rectifi-cación de la situación actual de Rusia,

nos queda no obstante determinar aún el contenido efectivo de la rectifica-ción trascendental de la situación, lo que

habría que hacer actualmente para res-tablecer, también, la identidad escatoló-gica predestinada de Rusia, su misión

suprahistórica propia, que le ha sido im-puesta desde los comienzos de su historia, e

incluso antes. Así, cuatro invitaciones a la ac-

ción cristológica inmediata se desprenden

de la actual situación de Rusia, que son la siguientes:

(1) Obtener la elevación a los al-tares, la canonización oficial de Nicolás II

Page 7: Lo Que Europa y El Mundo Esperan de v Putin

CIUDAD DE LOS CÉSARES

y de la familia imperial entera, así como de

un número simbólicamente significativo de testigos de la Fe caídos en las persecu-

ciones, las matanzas sangrientas de los años del terror leninista y stalinista, en los “años de las tinieblas”.

Se trata del acto fundamental de inversión de los tiempos, y este acto fun-damental acaba de ser efectivamente

cumplido por el Patriarca de Moscú Alexis II, en presencia y bajo las disposiciones

personales especiales del Presidente Vla-dimir Putin.

(2) Se sabe –algunos lo saben- que la liberación de Rusia de las tinieblas sangrientas del comunismo no ha sido

posible sino por la intervención sobrena-tural directa de la Inmaculada Concepción,

liberación puesta en obra a partir del ins-tante en que, siguiendo su propio voto sacramental formulado ya en 1917, Rusia

se encontraba consagrada a su Corazón Inmaculado por el Soberano Pontífice reinante, en comunión profunda con el

conjunto del cuerpo episcopal del mundo entero.

Ahora bien, hay una visión

profética de San Maximiliano Kolbe, el héroe católico de Auschwitz, según la cual

la Estrella Roja del comunismo va a en-contrarse un día reemplazada, en el re-mate del Kremlin, por la estatua de la

Inmaculada Concepción, y que ese día va a comenzar una nueva etapa de la historia de Rusia, la etapa final, decisiva,

de toda su historia y de su misión su-prahistórica secreta.

Hay que recordar que existe, en la iglesia católica de la Inmaculada Con-cepción en Moscú, calle Malaia Gru-

zinskaia, una estatua de la Inmacu-lada Concepciuón que se tiene precisa-mente por aquella que debería encon-

trarse en lo venidero presente y radiante en la cima del Kremlin, en lugar de la

Estrella Roja, y es justamente lo que el Presidente Vladimir Putin debe en la actualidad hacer muy imperiosamente,

porque no tiene elección. Las grandes disposiciones de la

Divina Providencia no son nunca

significativas a la escala de las apreciaciones humanas. Un simple hecho como el de la elevación de la

estatua de la Inmaculada Concepción en

el remate del Kremlin puede tener re-

percusiones incalculables, conse-cuencias político-históricas inmensas.

Tal como la no-ejecución de esas mismas disposiciones puede provocar impe-dimentos, incluso catástrofes impre-

visibles, definitivas. El estatuto de la elevación de la

estatua de la Inmaculada Concepción

sobre la aguja del Kremlin es el de una petición providencial de la misma

naturaleza que la que Santa Margarita María Alacoque había hecho saber a Luis XIV en nombre del cielo, a saber que él

hiciese marcar todos los estandartes del Reino con las armas del Sagrado Co-razón de Jesús. Como Luis XIV no creyó

que debiese dar curso a la invitación que le era hecha así por el cielo, por esto

mismo hizo contraer a Francia una deuda negativa que ésta se halla lejos aún de haber terminado de pagar.

Habrá por tanto que velar para que esta misma desventura trágica no venga a producirse, también, a propósito de la

orden venida de lo alto en cuanto al em-plazamiento de la estatua de la Inmacu-lada Concepción en la cima del Kremlin.

Que ningún malentendido en el tra-yecto se produzca.

(3) Tal como se ha dicho ya, aquí

mismo, si Rusia debe tomar parte entera en

el acontecimiento a la vez histórico y suprahistórico de un "Gran Imperio Eu-rasiático del Fin", comprendiendo la

Europa del Oeste, la Europa del Este, Rusia y la Gran Siberia, el Tibet, la India

y el Japón, y como no puede haber un nuevo Imperio sin una renovación de la religión propia del Imperio, co-

rresponde pues al Presidente Vla-dimir Putin hacer proceder a la reinte-gración de la "gran ortodoxia" rusa y

este-europea y del catolicismo tradicio-nal romano en un "tercer estado" de

hecho, en el que las dos grandes reli-giones europeas reencontrarían su unidad originaria, renovada por su inte-

gración al seno de la identidad imperial nuevamente establecida, "del Atlán-tico al Pacífico".

Es necesario que Vladimir Putin se arriesgue a jugar la "gran ortodoxia" contra ella misma por ella misma,

sabiendo imponerle las elecciones

necesarias, todas las elecciones necesarias, en nombre de los más

grandes destinos imperiales de Rusia. La fortaleza intransigente de la "gran orto-doxia", sólo Vladimir Putin puede hoy

maniobrarla para llevarla a la razón de la historia que cambia.

( 4 ) E l s o l o g e s t o fun-damental en estado de poder marcar el

momento en que la historia europea gran-continental se imponga sobre su propia anti-historia, el momento de la

inversión de los tiempos, es el de la liberación político-histórica y religiosa de la Basílica Imperial de Santa Sofía, en

Constantinopla, y de su gloriosa vuelta al culto de antes del hundimiento del

Imperio de Oriente sumergido por la marea irresistible y caótica del Islam. Porque es necesario que el fin del luto

abisal de la historia occidental del mundo coincida sobrenaturalmente con la liberación del santuario de la

Basílica de Santa Sofía, cuya destitución había marcado precisamente la toma de luto por los nuestros, y por el conjunto de

nuestra historia después. El mito movilizador de van-

guardia del nuevo ascenso revolu-cionario de la Gran Europa conti-nental de dimensiones eurasiáticas,

que representa hoy la tarea escatológica predestinada de la "Nueva Rusia" de Vladimir Putin, no podría ser otro que el

de la liberación de Santa Sofía, voto y juramento fundamental del nuevo co-

mienzo de la historia de Rusia liberada de las tinieblas del comunismo y por

Vladimir Putin

Page 8: Lo Que Europa y El Mundo Esperan de v Putin

PARVULESCO: PUTIN

esto mismo devuelta a sus propios desti-

nos anteriores, a su propia identidad arcaica, abisal, de los orígenes.

La liberación de Santa Sofía, tarea simbólica suprema de la res-turación imperial de Rusia marcada por la

subida al poder providencial de Vladi-mir Putin, tarea simbólica suprema, también, del propio destino de Vladimir

Putin. En este sentido, la guerra

político-estratégica librada actual-mente por Rusia en Chechenia, contra el terrorismo revolucionario del Islam fun-

damentalista no es en el hecho sino una instancia dialéctica de la gran batalla simbólica final por la liberación de Santa

Sofía. En febrero de 2001, en Munich, el

secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Sergei Ivanov, decla-raba: Rusia se encuentra en primera

línea en la lucha contra el terrorismo internacional para salvar el mundo civilizado, de la misma manera como ha

salvado Europa de la invasión tárta-ro-mongola del siglo XIII, al precio de inmensos sufrimientos y sacrifi-

cios. Sergei Ivanov había hecho estas declaraciones en relación directa con el

combate político-estratégico de Rusia en Chechenia, que constituía el fondo de su discurso.

7. «EL ESPÍRITU HA NACIDO,

Y SE DESARROLLA»

Un doble objetivo se nos presenta así: no dejar de recordar a las élites revolucionarias de la «Nueva Rusia» la

urgencia de sus propias misiones en rela-ción con el devenir actual de la nueva historia imperial europea

gran-continental, eurasiática, y reve-lar, hacer comprender a las élites

revolucionarias europeas occidentales cuáles son el sentido y la realidad ac-tuante del actual giro escatológico im-

perial que está en trance de tomar la evolución histórica en curso de la «Nueva Rusia» del Presidente Vla-

dimir Putin. Porque nuestros objetivos de

guerra ideológica total son en el

presente, sobre todo, los objetivos de la

nueva toma de conciencia revolu-

cionaria de una generación predesti-nada, que está en proceso de constituirse

ella misma en tanto tal y accede de sí misma a la conciencia revolucionaria nueva que es la suya. Y lo que nosotros

hemos comprendido y lo que estamos en trance de hacer comprender a los nuestros, es la extraordinaria importan-

cia histórica y suprahistórica de la actual emergencia del «concepto absoluto»

Vladimir Putin en Rusia y, por tanto, en el corazón mismo de la nueva histo-ria europea gran-continental del mundo

que se afirma en el presente en términos de conciencia revolucionaria inmediata y en términos de acción

revolucionaria inmediata. Nosotros somos hoy algunos

portadores de esta nueva conciencia revolucionaria, y no debemos dejar de darla a conocer a todos aquellos que

sabemos son de los nuestros. Es lo que Raymond Abellio –que en ese mo-mento se llamaba todavía Georges Soulés-

había comprendido, ya en 1943, cuando escribía, en su libro profético fundamental, El fin del nihilismo, que

«el Espíritu ha nacido, y se desarrolla». Porque, en efecto, ¿qué puede ser la

nueva historia revolucionaria del mundo, sino la historia secreta del desarrollo del Nuevo Espíritu, ya en

acción? ¿Es otra cosa la historia que el lugar de la manifestación visible al mismo tiempo que invisible del Espíritu Santo?

¿Y nosotros, qué somos, en último análisis, sino los agentes secretos del

Espíritu Santo en acción en la historia en marcha, los agentes secretos de la cons-piración revolucionaria del Espíritu

Santo? Lo que hoy está en juego, se sabe:

que la civilización europea final

sobreviva o perezca. Y esto depende, en adelante, exclusivamente de noso-

tros; esto, precisamente, lo sabemos también. Que el centro de gravedad geopolítica de la actual historia euro-

pea gran-continental se haya desplazado hacia el Este, hacia la «Nueva Rusia» de Vladimir Putin, hacia ej Sudeste eu-

ropeo bajo la influencia ideológi-co-política de Vojislav Kostunica, re-presenta, hoy, un cambio histórico tan

imprevisto como absolutamente decisivo,

tan profundo como fundamentalmente

comprometido en el sentido de un renuevo del destino final que desde

ahora va tener que se r inelucta-blemente el nuestro.

Porque es a nosotros que co-

rresponde en el presente la decisión re-volucionaria final, el «salto por en-cima del precipicio» en el que des-

emboca hoy, fatalmente, la marcha de la historia del mundo a su fin, que es tam-

bién, se lo quiera o no, nuestra historia, y nuestro mundo. ¿Estamos a la altura de la situación? Es lo que se verá.

De todas maneras, somos, nosotros, el pequeño número de los que se supone tomarán sobre ellos la res-

ponsabilidad de hecho del actual giro revolucionario de la nueva historia europea

gran-continental en curso de emergencia a la luz del día; y nos conocemos ya entre nosotros, todos, desde Moscú

hasta Dublín, del «Atlántico al Pací-fico», cada uno de nosotros allí donde se encuentre en el momento. La «Línea del

Frente», la mantenemos sin ninguna interrupción.

Todo está ya en su lugar. Lo que

esperamos, es la señal que nos llevará al asalto revolucionario de nuestra propia

historia empeñada en la batalla conra las posiciones de su propia antihistoria ac-tualmente en el poder por todas partes en

la Europa del Oeste: la guerra de libe-ración contra la dominación final de la antihistoria occidental en el poder

será la guerra de liberación final del eterno occidente del mundo, del que

nosotros representamos hoy la con-ciencia suprahistóricamente activa, la conciencia revolucionaria de primera

línea. JEAN PARVULESCO

2

2 Publicado en Ciudad de los Césares N° 60,

Septiembre/Octubre de 2001.