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Locos y Locura a Finales de La Edad Media. Representaciones Literarias y Artísticas

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loco; locura; edad media

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  • Revista de Filologa Romnica ISSN: 0212-999-X2008, vol. 25 127-138

    Locos y locura a finales de la Edad Media:representaciones literarias y artsticas

    Roco PEALTA CATALN

    [email protected]

    RESUMENLa proliferacin de obras literarias y artsticas en torno al tema de la locura en la Baja Edad Media yel Renacimiento demuestra la importante presencia que esta cuestin tena en el imaginario de la poca.La actitud que las gentes mantienen hacia la figura del loco es ambigua. La fascinacin, el temor, elodio, la curiosidad o la repugnancia se manifiestan en la exclusin, la crtica, el escarnio, la clemenciao la proteccin hacia estos necios y dementes. Todos estos gestos quedan ampliamente plasmados entextos literarios y obras pictricas de los siglos XV y XVI. Son abundantes las muestras que han lle-gado hasta nosotros, desde los discursos humanistas de Sebastin Brant y Erasmo de Rotterdam, hastalas enigmticas representaciones de Jeroen Bosch.

    Palabras clave: Locura, Fiesta de los locos, Erasmo de Rotterdam, Sebastin Brant, Narrenschiff, Cu-ra de la demencia.

    RSUMLa prolifration douvrages littraires et artistiques autour du sujet de la folie au Bas Moyen ge et laRenaissance demontre limportante presnce que cette question avait dans limaginaire de lpoque.Lattitude que les gens maintiennent vers la figure du fou est assez ambigu. La fascination, la peur, lahaine, la curiosit ou la rpugnance se manifestent par lexclusion, la critique, la raillerie, la clmenceou la protection vers ces idiots et ces dments. Tous ces gestes restent largement exprims dans les tex-tes littraires et les oeuvres picturales du XVe et du XVIe sicles. Ils sont abondants les tmoignagesqui sont arrivs jusqu nous, des discours humanistes de Sebastian Brant et dErasmo de Rotterdam,jusquaux nigmatiques reprsentations de Jeroen Bosch.

    Mots clef: Folie, Fte des fous, Erasmo de Rotterdam, Sebastian Brant, Narrenschiff, Cure de la dmence.

    1. Introduccin

    A lo largo de la Edad Media y, especialmente, en la poca de transicin hacia laEdad Moderna, surgen numerosas obras literarias y artsticas que tienen como pro-tagonistas a locos y necios. Estos trabajos, junto con las fiestas y manifestacionespopulares, son testimonio de que la locura ocupaba un espacio privilegiado en elimaginario occidental de los siglos XV y XVI.Hay que sealar que la literatura medieval y los textos de los humanistas se refie-

    ren indistintamente a locura, necedad o estulticia. Sin nimo de establecer diferen-cias, los autores emplean indistintamente trminos como stultus, fatuus, insipiens odemens, que en la antigedad servan para denominar diferentes actitudes y estadosmentales.

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    El Humanismo burgus persigue con su literatura fines didcticos y ejemplari-zantes; por eso construye numerosos discursos en torno a la locura, consideradacomo un vicio desde la Edad Media. En este contexto podemos situar obras comoLa nave de los necios de Sebastin Brant (1494), el Elogio de la locura de Erasmode Rotterdam1 (1509) o la Conjura de los necios de de Thomas Murner (1512).Tambin en la pintura hallamos numerosas imgenes protagonizadas por la locu-

    ra, como las obras del Bosco La cura de la demencia (1475-1480) y la Nave de loslocos (h. 1494), la Dulle Grete de Brueghel, o algunos grabados de Durero. Enmuchas de estas obras aparecen representadas la Fiesta de los locos y la Narrentanz;del mismo modo, las celebraciones populares toman motivos y smbolos de la lite-ratura y el arte, como la carroza en forma de nave que figuraba en muchos desfilesy espectculos.

    2. Actitud y remedios contra la locura

    La actitud que los hombres muestran ante el demente, el posedo, el epilptico oel deforme es siempre ambigua y, a menudo, contradictoria. Este ser, marcado porel signo de lo sobrenatural, suscita repulsin, horror, curiosidad, compasin, diver-sin y respeto.Los locos son considerados a menudo como iluminados, profetas, seres que ven

    lo que los dems no pueden ver, capaces incluso de predecir el futuro y conocer eldestino de los hombres2. Ante este elegido las sociedades reaccionan con reveren-cia. Pero por esta misma razn, por ser diferente al resto de los mortales y teneracceso a lo vedado, el loco inspira angustia y repulsin.Poco a poco, va arraigando en la sociedad la idea de la locura como castigo divi-

    no, no por una falta particular, sino por los pecados de los hombres. El dementeencarna la cada, padece por su causa, lleva en s mismo el castigo infligido a todos.Habitado por Satn, sera el chivo expiatorio (Heers 1988:124). En este sentido,algunos roman courtois presentan a un hroe condenado a cumplir la penitencia deabandonar su mundo, sus familiares, sus hbitos e incluso su propia apariencia nor-mal y razonable para asumir la condicin de loco y andar errante por la tierra, arro-jado de todas partes3.Desde otro punto de vista casi contradictorio, se considera que el loco no est

    sometido a los instintos, los apetitos y las pasiones que dominan a los dems sereshumanos. La locura de los cuerdos excesos, vicios, manas, ridiculeces es msgrave que la de los dementes porque atenta contra Dios. Esta inversin de los valo-res, que ya se manifestaba en la exaltacin de los dbiles y los incapaces en la Fiesta

    1 Mijail Bajtn (1974:19) considera que el Elogio de la locura representa la culminacin de la literaturacmica latina medieval y una eminente muestra del humor carnavalesco.

    2 Esta concepcin mgica de la locura se puede encontrar, segn indica Philippe Mnard, en religionesdistintas al cristianismo y en regiones lejanas a la Europa occidental, como por ejemplo en el mundo musul-mn (Heers 1988:123-124).

    3 Heers menciona como ejemplo el roman de Robert le Diable.

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    de los Nios y la Fiesta del Asno, culmina con el ensalzamiento del demente en losregocijos y bufonadas de la Fiesta de los Locos.El enfermo mental es apartado de la vida social porque, en algunos casos, puede

    mostrarse violento y resultar peligroso. Los locos furiosos se rasgan las ropas y ata-can a los dems hombres; as se les representa en muchas ocasiones, con vestidosandrajosos y empuando una maza o palo tosco.Era muy frecuente encontrar en las cortes europeas personajes locos y deformes4.

    Los reyes sentan gran atraccin por estos prodigios de la naturaleza, que acom-paaban y divertan al monarca con sus locuras. Su presencia, no slo junto a reyesy prncipes, sino tambin en los castillos de nobles y obispos, era una seal de pres-tigio y responda a una curiosidad y un gusto por lo extraordinario caractersticos dela poca. En otros casos, se deba a una creencia supersticiosa: el loco era una espe-cie de amuleto que proporcionaba proteccin a su dueo5. Cada uno de estos seresreciba el apelativo de loco, sin establecer diferencias entre bufones, hombres deingenio, truhanes, dementes, enanos o jorobados.Los locos participaban en espectculos y representaciones para entretener a los

    cortesanos. Algunos de ellos eran actores que viajaban por las ciudades ofreciendosus servicios como animadores de fiestas pblicas o privadas, siempre vestidos conel atuendo tpico de los locos, con el capuchn y los cascabeles.Esta costumbre de reyes y nobles de rodearse de necios y bufones, que exhiban

    sus deformidades y su estulticia en pblico, fue motivo de crtica por parte demuchos moralistas hasta bien entrado el siglo XVII6.En cuanto al trato dispensado a los locos, resulta igualmente ambiguo y desigual,

    pues oscila entre la crueldad y la misericordia, entre la burla despiadada7 y la ternu-ra, entre el escarnio y la admiracin respetuosa.Las comunidades rurales y urbanas, ante el miedo y la repulsin que provocan los

    dementes, conciben numerosas medidas para contrarrestar la locura o para alejar a loslocos de la ciudad. Estos remedios son muy significativos para conocer la concepcinque tenan los europeos acerca de la locura en la Edad Media y el Renacimiento.En el caso de las manifestaciones furiosas de la demencia, la nica solucin era

    acudir al auxilio divino mediante oraciones, prcticas mgicas y devociones espec-ficas, con el fin de que se obrase el milagro de la curacin sobrenatural. El locopuede estar posedo por el demonio o ser vctima de un maleficio; en estos casos, sepractica el exorcismo: se logra liberar al demente de su mal a fuerza de rezos, sea-les de la cruz y conjuros. Ciertos mdicos o charlatanes pretendan extirpar la dolen-cia mediante una operacin de crneo, como se puede observar en el cuadro delBosco Extraccin de la piedra de la locura o La cura de la demencia. Se confa en

    4 Conservamos numerosos retratos de Velzquez en los que aparecen bufones y enanos de la corte deFelipe IV.

    5 Exista la creencia de que tocar la chepa de un jorobado atraa la buena suerte.6 Especialmente criticados fueron los casos de prncipes que nombraron consejero ulico o ministro a su

    bufn, como lo fue Coquinet, le fou de Borgogne (Cfr. Huizinga 1985 y Bouza 1996).7 En 1425, se organiza en Pars una diversin en la que cuatro ciegos armados luchaban por un cochini-

    llo. El da anterior recorren con sus armaduras la ciudad, precedidos de un gaitero y de un hombre con ungran estandarte en el que est pintado el cochinillo (Huizinga 1985:37).

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    el poder curativo de las peregrinaciones: pequeos grupos de enfermos son condu-cidos hasta determinados santuarios, donde se celebran plegarias, procesiones entorno a la tumba del santo, prcticas rituales, baos y abluciones, por lo generaldurante nueve das8. Son tambin populares santos patronos como SanAntonio, SanHermes, San Blas o Santo Toms de Canterbury, a quienes se encomienda el almade los necios y los furiosos.Frente a los violentos, la comunidad reacciona con su expulsin fuera de las

    murallas de la ciudad o con su encierro en prisiones o en las Narrentrme (torrespara los locos) de Alemania. A los ms peligrosos, se les encerraba en las gayoles,jaulas de madera estrechas con slo dos aberturas como ventanas. Hasta el siglo XVno aparecen los hospitales y asilos especializados para internar a los posesos hastasu curacin. Surgen gracias a la iniciativa de las cofradas de caridad y a las dona-ciones de ciudadanos ricos y prncipes. Las primeras instituciones consagradas alcuidado de los locos se encontraban en Alemania y Espaa.De esta manera, los dementes llevaban una existencia errante. Expulsados del

    recinto urbano, vagaban por los campos solitarios, o se les confiaba a mercaderes,peregrinos o navegantes que los llevaban lejos de la ciudad9.Otra accin frecuente, que se ha reflejado en numerosas creaciones literarias y

    artsticas, era la deportacin masiva de dementes10. Ya no se trata simplemente deaislar a un hombre posedo arrojndolo fuera de la ciudad, sino que se reuna a todoslos locos de la regin para expulsarlos ms fcilmente, llevndolos a algn lugarlejano del que no pudieran regresar. Todos estos enfermos mentales eran embarca-dos en un buque conocido como Narrenschiff o la nave de los locos que los tras-ladaba de una ciudad a otra11.

    3. La imagen de la locura en la literatura y el arte

    En la Baja Edad Media y el Renacimiento, la locura se haba convertido des-pus de la lepra en el azote que suscita miedo, afn de separacin y necesidad depurificacin. Esta obsesin por la demencia est muy presente en figuras y smbo-los esenciales de la literatura y el arte de la poca.Hasta la segunda mitad del siglo XV, el tema privilegiado en las representacio-

    nes artsticas haba sido el de la muerte. El trmino del hombre y el fin de los tiem-pos representados por las guerras y la peste eran una amenaza que se cerna cons-tantemente sobre los hombres. En los ltimos aos del siglo, la inquietud se trans-

    8 Es lo que en la poca se conoca como la novena de los locos (Heers 1988:127).9 La consecuencia es la concentracin de gran nmero de locos en las ciudades importantes, lugares de

    paso o zonas comerciales, como Nuremberg.10 En todas estas formas de exclusin que afectan a pobres, vagabundos, dementes y personas conflicti-

    vas, Foucault ve el mantenimiento de las estructuras de aislamiento que se haban aplicado anteriormente alos leprosos. Considera que esta separacin rigurosa entre los ciudadanos y los locos no se debe a motivosmdicos, sino que se trata de una separacin moral. De esta exclusin, se espera una salvacin, tanto paralos que la sufren como para quienes les excluyen (Foucault 1976:18).

    11 Mientras que Michel Foucault (1976:21-23) est convencido de la existencia real de estos navos, JacquesHeers (1988:129) considera que no son ms que una creacin literaria y artstica con un valor simblico.

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    forma en burla; el horror que supona enfrentarse a los lmites absolutos de la muer-te se interioriza de manera irnica. El mejor modo de desarmar la muerte es trans-formarla en algo risible y ridculo. El aniquilamiento de la muerte no es nada, pues-to que la vida misma no es ms que fatuidad, vanas palabras, ruido de cascabeles(Foucault 1976:31). Surge as la imagen de la locura asociada al vaco, a la nada.Al igual que en la vida real, en las manifestaciones literarias y artsticas la locu-

    ra y el loco son figuras muy presentes y siempre ambiguas. Son una amenaza almismo tiempo que algo ridculo, representan la sinrazn del mundo y las manas yextravagancias de los hombres.El necio ya apareca como personaje en el Antiguo Testamento, en la literatura

    grecolatina y en la literatura alemana medieval de los siglos XII y XIII. Tambin estpresente en fbulas y cuentos populares, especialmente en los que se refieren al Pasde Jauja, motivo que recogen en sus textos Brant y Erasmo.El tema alcanza gran popularidad a finales de la Edad Media y el loco se convier-

    te en el protagonista de muchas obras. La locura refleja y estigmatiza vicios y defec-tos, pero no se refiere ya al orgullo, la falta de caridad o el olvido de las virtudes cris-tianas, como ocurra en el pasado, sino a una sinrazn general, de la cual nadie esculpable, pero que arrastra a todos los hombres, que se muestran complacientes(Foucault 1976:28-29).El demente es objeto de desprecio y de irrisin, y se le han adjudicado unos atri-

    butos y una indumentaria singulares que permiten identificarlo claramente. Estaimagen ficticia del loco no se corresponde con su apariencia real, sino que se tratade un disfraz, un estereotipo que se mantiene sin variantes en las representacionesliterarias y artsticas a lo largo de varios siglos.En la iconografa clsica, el loco lleva un vestido largo o una capa con faldones

    recortados en puntas y una caperuza o coqueluchon con dos largas orejas colgantesy cascabeles. En la mano sostiene su clava o marotte, cetro burlesco que termina conla forma de una cabeza de mujer, pintada de vivos colores y adornada con campani-llas. En otras ocasiones, el demente aparece desnudo o envuelto en harapos pues, enun ataque de furia, ha desgarrado sus ropas.Tambin se le impuso una tonsura caracterstica que no dejaba en la cabeza ms

    que dos bandas de cabello, que se cortan formando una cruz12. Otro de los atributosdel necio es la gaita, instrumento propio de los estamentos inferiores de la sociedad.Ni siquiera se alimenta el loco como los dems hombres. En la tradicin litera-

    ria de los roman courtois y las farsas o jeux cmicos, suele comer queso y pur deguisantes, considerados alimentos malsanos (Heers 1988:133).Muchas de las escenas descritas en estos textos y representaciones no son inven-

    ciones dramticas: las persecuciones de dementes por las calles, las pullas e insul-tos con que se les abruma, los golpes, las pedradas y las basuras que se les arrojan,las injurias que sufren, estn documentados en crnicas de la poca. Estas agresio-nes se repiten cada vez que un demente aparece por la calle, se convierte en un haz-

    12 Heers plantea varias preguntas al respecto: Era un uso profilctico? Se buscaba la comodidad paraaplicar determinados ungentos? Era quizs la voluntad de debilitar su fuerza corporal, para hacer sus furiasmenos peligrosas? O un simple aunque duro signo de infamia, como tantos otros? (1988:124-125).

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    merrer y en una diversin para el vulgo. Su paso se transforma en una huida grotes-ca, en una cabalgata bufa, entre grandes manifestaciones de jbilo.Otro elemento fundamental del imaginario ligado al tema de la locura es el de la

    Nave de los locos o Narrenschiff, ya mencionado. Dejando a un lado el debate acer-ca de su historicidad, hay que sealar que tiene una fuerte carga simblica.La idea de recoger en un barco o en una carreta a los necios, a los locos o a los

    personajes del carnaval tambin tiene antecedentes. Pero es en el Renacimientocuando la composicin de Naves alcanza mayor xito.La tripulacin de estos buques est formada por hroes imaginarios, modelos ti-

    cos o tipos sociales, que se embarcan para realizar un viaje alegrico. Surgen asobras como el Narrenschiff de Sebastin Brant, Stultiferae naviculae scaphae fatua-rum mulierum de Josse Bade (1498), la Nef des dames verteuses de SymphorienChampier (1503). Tambin el cuadro del Bosco la Nave de los necios pertenece aesta flota imaginaria.Estos navos simblicos, que conducen a los locos en busca de razn, tienen un

    sentido que va ms all de la utilidad social de alejarlos de la comunidad. La parti-da de los locos es una suerte de exilio ritual. El agua que transporta al demente lopurifica. En la navegacin, el hombre queda expuesto a la suerte, cada uno quedaentregado a su propio destino, pues cada viaje es, potencialmente, el ltimo (Fou-cault 1976:25). El loco realiza en su barco un trnsito hacia el otro mundo.

    3.1. Denuncia de la locura en las obras literarias

    En los textos literarios de la poca, la necedad, la estulticia o la demencia no sonenfermedades mentales ni un castigo divino, sino formas de locura entendidas comodefectos llevados al extremo, como perturbaciones en la moral. As la interpretanSebastin Brant o Erasmo de Rotterdam, en cuyas obras la locura encabeza toda unaronda de faltas e inmoralidades.La Edad Media haba situado la locura en la jerarqua de los vicios. As, los

    insensatos pasajeros del Narrenschiff retratados por Brant son avaros, delatores,borrachos, aquellos que se entregan a la orga y el desorden, quienes interpretan mallas Escrituras, los adlteros, etc.Los textos humanistas siguen la tradicin de la literatura didctica, religiosa, satri-

    ca y alegrica. Todos estos rasgos podemos encontrarlos en La nave de los necios y enel Elogio de la locura. La reflexin en torno a la locura como falta o defecto desembo-ca en una crtica moral de la sociedad. En estas obras se concretan los vicios, se criti-can las costumbres y se lamenta la vaciedad del mundo. Tambin estn presentes loscomponentes didctico y satrico. Aunque comparten estos elementos con la literaturamedieval alemana, son obras realizadas sobre la base de la retrica renacentista. Aspues, la denuncia de la locura se convierte en una forma de crtica muy extendida.La Locura protagoniza juegos acadmicos; es objeto de discursos y alabanzas, y

    ella misma los pronuncia; cuando se la denuncia, alega en su defensa que ella es lacausante de la felicidad, y se considera ms prxima a la verdad y a la razn que lapropia razn. En el centro de estos juegos retricos, se encuentran los grandes tex-tos de los humanistas.

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    En farsas y soties, el personaje del Loco, el Necio o el Bobo adquiere muchaimportancia. Deja de ser la figura ridcula y familiar que permaneca en un segun-do plano, a modo de comparsa, para ocupar el centro de la representacin. Eldemente se convierte en el poseedor de la verdad, representa el papel contrario alque desempeaba la locura en los cuentos y las stiras. Mientras que la locuraarrastra a los hombres a una ceguera que los pierde, el loco, por el contrario, escapaz de recordar a cada uno su verdad; con su lenguaje de necio, aparentementesin razn, dice verdades y palabras razonables que dan un desenlace cmico a laobra. Hasta las Fiestas de locos, tan apreciadas en Flandes y en el norte de Europa,salen a escena y transforman en crtica social y moral la parodia religiosa espont-nea que haba en su origen.En la literatura humanista, como hemos visto, la locura tambin se sita en el

    centro de la verdad y la razn, y aparece asociada a la sabidura. As, el primer cantodel poema de Brant est consagrado a los libros y a los sabios13. Tambin Erasmoreserva en su catlogo de locos un amplio espacio para los hombres de ciencia: gra-mticos, poetas, escritores, jurisconsultos, filsofos y telogos. En estos casos, lalocura aparece como el castigo cmico de un conocimiento intil, que no se basa enla experiencia, sino en libros necios y discusiones ociosas.Brant se incluye a s mismo entre estos necios de los libros. El autor del Narren-

    schiff es el primero de los locos, capitn y timonel del barco: El primer danzantesoy en el baile de los necios, pues sin provecho muchos libros tengo, que ni leo nientiendo (Brant 1988:69). Pero haciendo penitencia, este necio puede convertirseen el buen profesor que ensea y alecciona a sus contemporneos. Desde la nave,recomienda a sus lectores que no suban a ella.Erasmo da un paso ms y se identifica con la Estulticia para hacer su propia ala-

    banza. La Locura aparece rodeada del alegre coro de las debilidades humanas, y as,como su directora, presenta al cortejo, formado por Filauta (el amor propio), Cola-cia (la adulacin), Letea (el olvido), Misopona (la pereza), Hedon (la voluptuosi-dad), Anoia (la demencia), Trif (la molicie), el Festn y el Sueo Profundo. LaEstulticia tiene el privilegio de reinar sobre todos los defectos del hombre; pero, delmismo modo, a ella se debe todo el bien que de estos vicios se pueda derivar: Perobien poca cosa sera que a m se deba el semillero y la fuente de la vida, si no pudie-ra demostraros adems que cualquier elemento agradable de los que hay en toda unavida tambin es por entero obra de mi munificencia (De Rotterdam 1983:33).La Filauta es la primera figura alegrica que acompaa a la locura en su danza.

    Ambas estn ntimamente ligadas, pues el apego a s mismo es la primera seal delocura. Este apego hace que el hombre acepte como verdad el error, como realidadla mentira, como belleza y justicia, la violencia y la fealdad. La locura surge igualque un espejismo. El espejo se convierte en uno de los smbolos de la demencia, sinreflejar nada real, sino el sueo de la presuncin de quien se contempla en l. Lalocura no se refiere tanto a la verdad del mundo, como al hombre y la verdad que escapaz de percibir (Foucault 1976:44-45).

    13 En la edicin latina de 1497, el grabado que ilustra este pasaje representa al Maestro sentado en su cte-dra y rodeado de libros. Bajo el birrete de doctor lleva el capuchn de los locos, adornado con cascabeles.

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    3.1.1. La flota de los necios

    El poema de Sebastin Brant, publicado en lengua vulgar en Basilea en 1494,inspira toda una corriente literaria, y el tema de la Nave de los locos ms o menosrespetado, enriquecido con toda clase de aadidos, glosas e invenciones es recogi-do por distintos autores, imitadores, falsificadores e incluso autores de parodias14.La fortuna editorial que alcanz el texto se debe a la importancia que se daba enton-ces, especialmente en los crculos humanistas y eruditos, a la crtica de la sociedadde los cuerdos.Aunque resulte sorprendente, el motivo de la nave est apenas esbozado en la

    obra. No es ms que un pretexto para abordar la pintura de tipos y la stira.Y es queeste embarque que conduce a un exilio forzoso permite a cada artista imaginar qugnero de hombres y mujeres viajarn en su nave, a quines quiere alejar de lacomunidad. En el barco, los posesos autnticos son siempre muchos menos que losindividuos sanos de juicio, pero afligidos por vicios, manas y ridiculeces. Enumerara los pasajeros y explicar el motivo de su presencia en el barco conduce a una sti-ra burlesca, incluso cruel, de la sociedad de la poca y de sus diversos estamentos.La tipologa de necios es inagotable.Con la palabra narr no designa Brant al bufn o al demente, sino al necio y, por

    extensin, al pecador15. Ms raramente se refiere al que comete locuras. El autorconsidera necedades el adulterio, la blasfemia, la insolencia ante Dios y ante loshombres, el desenfreno y la glotonera, la imprudencia, la pereza, la presuntuosidady la soberbia, as como algunas locuras y pecados menores. Brant pretende aleccio-nar a sus lectores y as lo manifiesta en el prlogo de su obra: Para provechosa ysalutfera enseanza, exhortacin y logro de la sabidura, razn y buenas costum-bres; tambin para condena y enmienda de la necedad, ceguera, desvaro e ignoran-cia de los humanos de todo gnero y condicin (Brant 1988:65).

    3.1.2. La locura carnavalesca

    Otra lnea de desarrollo literario del tema de la locura est asociada al humor car-navalesco. Las manifestaciones de la risa en la Edad Media se oponan a la culturaoficial, al tono serio, religioso y feudal de la poca. A pesar de la gran diversidad deformas que adoptaban los carnavales y las celebraciones burlescas (fiestas de niosy de locos, mascaradas, ritos y cultos cmicos, procesiones bufas, etc.) existe ciertaunidad de estilo que define la cultura cmica popular y, especialmente, la culturacarnavalesca.

    14 La obra de Brant obtiene enseguida un enorme xito. El mismo ao de su publicacin, surgen otrasediciones en Nuremberg, Augsburgo y Reutlingen. Un impresor de Estrasburgo saca, sin el consentimientodel autor, una versin aumentada del poema (aade 4.000 versos a los 7.000 del original). El libro es tradu-cido al latn tres aos ms tarde por Jacobus Loches, y al francs por el humanista Josse Bade. Se siguen unadecena de ediciones, tanto en prosa como en verso, en ingls y en francs.

    15 Al igual que en el resto de la literatura de su tiempo, en el texto de Brant tambin se funden locura yestulticia.

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    Este humor festivo es universal y ambivalente, es alegre y sarcstico al mismotiempo, y se burla de los propios burladores. Bajtn (1974:10) divide sus manifesta-ciones en tres categoras: formas rituales y del espectculo, obras cmicas verbalesy parodias, y vocabulario familiar y grosero. Todos estos rasgos podemos encontrar-los en la obra de Franois Rabelais, principal exponente del humor carnavalesco enla literatura de la poca.En el Carnaval no hay distincin entre actores y espectadores, pues todos partici-

    pan en la celebracin. As pues, en el prlogo a la obra, el autor de Garganta (1534)se dirige al lector y a s mismo con apelativos como loco o grandsimo asno:

    Muy ilustres bebedores, y vosotros, galicosos muy preciados pues a vosotros yno a otros estn dedicados mis escritos []. A qu propsito obedece, en vuestraopinin, este preludio y ensayo? Porque vosotros, mis amados discpulos, y algunosotros locos ociosos, al leer los festivos ttulos de ciertos libros de nuestra invencin,como Garganta, Pantagruel, Fessepinte, La dignidad de las braguetas, Las habi-chuelas con tocino cum comento, etc., juzgis demasiado a la ligera pensando queen ellos slo hay mofas, embustes chistosos y tonteras, en vista de que la muestraexterior es decir, el ttulo se toma comnmente a burla e irrisin sin intentar averi-guar ms. Mas no conviene juzgar con tal ligereza las obras de los humanos (Rabe-lais 1982:14-15).

    3.2. Las representaciones pictricas de la locura

    En la Edad Media, la pintura tena una funcin didctica e ilustrativa, que semanifestaba especialmente en la iconografa religiosa que decoraba las iglesias.Tambin en lo que se refiere al tema de la locura el arte conserva este carcter alec-cionador. Los rostros grotescos y los cuerpos monstruosos que se pueden observaren los cuadros del Bosco o de Brueghel representan al hombre que slo persigue lasatisfaccin de sus deseos, ilustran el envilecimiento del espritu cuando cede a lalocura del pecado.Esta intencin crtica y burlesca puede detectarse en la Cura de la demencia del

    Bosco. La obra representa la extraccin de la piedra de la locura, una especie de ope-racin quirrgica que se realizaba durante la Edad Media y que consista en la extir-pacin de una piedra que, segn las supersticiones populares, causaba la necedad delhombre. El cirujano no es ms que un curandero, un charlatn, como demuestrael embudo que le sirve de sombrero. Este tema, del que existen diferentes versionesliterarias y artsticas, est relacionado con las prdicas morales contra la vanidad delarte mdico y tambin supone un ataque a la credulidad humana.En el siglo XV, el grillo16, como imagen de la locura humana, se convierte en

    una de las figuras privilegiadas de las innumerables Tentaciones. Bajo esta ima-gen se insertan tantas y tan diversas significaciones que la pintura termina por con-

    16 El grylle o grillo es un pequeo monstruo contra natura en forma de hombre-pjaro, hombre-insec-to, con una o ms caras, nariz en la espalda, etc. de inspiracin miniaturista. Ya Plinio los describa como ungnero de la pintura burlesca, introducido por el greco-egipcio Anftilo hacia el 300 a. C.

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    vertirse en un enigma. En estos casos, pierde su funcin de enseanza para adquirirel poder de fascinar al observador.Esta fascinacin que ejerce la locura, se ve reforzada por representaciones como

    Las tentaciones de San Antonio del Bosco17. Figuras extraas y animales fantsticosacechan al hombre. As aparecen representados tambin en El Jardn de las Deliciasdel Bosco, El Infierno de Peeter Huys y algunos grabados de Brueghel el Viejo. Losanimales han escapado a la domesticacin de los valores y smbolos humanos; laanimalidad fascina por su desorden, su furor, su monstruosidad que revela una locu-ra infecunda que habita el corazn de los hombres.En las representaciones pictricas, la locura adquiere un carcter fantstico e

    inhumano, est dotada de un extrao poder, se transforma en tentacin. Es la tenta-cin del saber, pues esas figuras absurdas son, en realidad, smbolos de un conoci-miento oscuro y esotrico. Es un saber temible e inaccesible, que adopta la formadel grillo. Es el animal que acecha al loco en sus pesadillas y que le descubre unaverdad inaccesible, le revela los secretos de la naturaleza.Las imgenes vanas de la locura forman el gran saber del mundo; y ya, en este

    desorden, en este universo enloquecido, se adivina lo que ser la crueldad del final.En muchas imgenes, el Renacimiento ha expresado lo que presenta de las amena-zas y secretos del mundo, y eso es lo que les da gravedad, lo que dota a su fantasade coherencia (Foucault 1976:41).Otro smbolo del saber que aparece con cierta frecuencia en estas obras es el del

    rbol, antao plantado en el corazn del Paraso Terrenal. Este rbol de la ciencia seha convertido en el mstil del navo de los necios, como puede verse en la Nave delos locos del Bosco.Pero en la pintura tambin se asocia la locura al desorden de las costumbres y los

    sentidos. El loco, cargado de toda clase de vicios, provoca el escndalo con sus ape-titos sexuales. En Los siete pecados capitales de Jeroen Bosch, es un loco el que pre-side el cuadro de la lujuria18.

    4. Conclusiones: visiones trgica y crtica de la locura

    En sus manifestaciones plsticas y literarias, la experiencia de la locura conser-va cierta coherencia. La pintura y el texto remiten el uno al otro continuamente; enste, el comentario, en aqulla, la ilustracin. Los motivos se repiten en diferentesobras con pequeas variantes.La Narrentanz o danza de los necios19, expresamente citada en algunos captulos

    del Narrenschiff, se encuentra en fiestas populares, en representaciones teatrales, en

    17 En la Tentacin de Lisboa, enfrente de San Antonio est sentada una de estas figuras nacidas de lalocura, de su soledad, de su penitencia, de sus privaciones. Esta silueta de pesadilla es a la vez sujeto y obje-to de la tentacin, ambos permanecen prisioneros de una especie de interrogacin y fascinacin especular.

    18 Desde el siglo XV, se utilizaba la expresin de folieuses o mujeres locas para referirse a las prosti-tutas (Heers 1988:125).

    19 Las danzas de los necios estn probablemente relacionadas con las danzas de la muerte y sus ilustra-ciones, que haban aparecido publicadas en varias ciudades alemanas y europeas.

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    los grabados; la ltima parte del Elogio de la locura est construida sobre el mode-lo de una larga danza de locos, donde cada profesin y cada estado desfilan comointegrantes de la gran ronda de la sinrazn. El Pas de la Cucaa, paraso de la abun-dancia al que los locos pueden acceder fcilmente, haba sido representado porBrueghel y el Bosco, y es el destino de una de las barcas de Sebastin Brant. Estetema tambin est relacionado con la distribucin de viandas en las grandes fiestascarnavalescas. La Nave de los locos del Bosco es una traduccin del Narrenschiff deBrant, cuyo ttulo conserva. El motivo de la Nave tambin se encuentra frecuente-mente en las carrozas del Carnaval. La pintura y el grabado representan visualmen-te lo que el teatro y la literatura ya haban expuesto.Tanto la pintura como la literatura de los siglos XV y XVI se caracterizan por su

    ilimitado detallismo. En los textos literarios, esta minuciosidad no se manifiesta enla descripcin fiel de la realidad, sino en la enumeracin de objetos. El sustantivopredomina sobre el adjetivo, pues el detallismo literario es ms de ndole cuantitati-va que cualitativa; consiste en el amontonamiento de objetos ms que en la exposi-cin de sus cualidades. Las ideas son siempre ensartadas en series lo ms completasposibles, como se observa en los amplios catlogos de locuras de Brant y Erasmo.La poesa es tan abundante en detalles como la pintura, que sigue a la palabra en larepresentacin de tipos y situaciones. Sin embargo, hay esferas de lo cmico inac-cesibles al arte plstico; cuando la burla trata de estimular la risa, domina siempre laliteratura: comedia, farsa, poesa burlesca, chascarrillos y, en general, todas las for-mas de lo cmico grosero (Huizinga 1985:434-435).Sin embargo, existe una importante separacin entre las distintas visiones de la

    locura: la pintura nos la presenta como una tentacin, algo enigmtico y atrayenteligado a un conocimiento esotrico; la literatura se acerca a la locura mediante lareflexin moral y la crtica de vicios y costumbres. Hay en la pintura un elementotrgico, mientras que en los textos literarios predomina el carcter crtico. Frente auna Nave de los locos cargada de rostros gesticulantes, navegando entre paisajesque hablan de alquimia, secretos de la naturaleza y conocimientos ocultos; existeotra Nave de los locos, cargada de pecados y defectos, que realiza un viaje ejem-plar y didctico.En el silencio enigmtico de las imgenes del Bosco, Brueghel o Durero, la

    locura se convierte en revelacin, lo onrico y lo real se confunden, la apariencia yel secreto constituyen lo que Foucault (1976:49) denomina la trgica locura delmundo.Por otra parte, con la tradicin humanista de Brant y Erasmo, la locura queda

    reducida al mbito de la retrica. Para el sabio, la locura es objeto de risa; es el cas-tigo cmico del saber y de su presuncin ignorante. El discurso por el cual se jus-tifica la locura proviene de la conciencia crtica del hombre (Foucault 1976:50).Este enfrentamiento de conciencia crtica y experiencia trgica construye la

    imagen de la locura de finales de la Edad Media y comienzos del Renacimiento.Con el paso del tiempo, esta estructura tan delimitada se ha perdido y se ha privi-legiado la lectura crtica de la locura, como una experiencia en la que el hombre seenfrenta a la moral y la verdad. Las figuras trgicas de la locura quedan relegadasa un segundo plano, aunque afloran en determinados momentos, en obras como lasde Sade o Goya.

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