Lopez Arnal Salvador - Cinco Historias Logicas y Un Cuento Breve

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  • Salvador Lpez Arnal

    Cinco historias lgicas y un cuento breve

    Prlogo: Luis Vega Ren

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  • NDICE

    PRLOGO: LUIS VEGA REN.

    PRESENTACIN: UN GERMANISTA REPRESALIADO POR EL FRANQUISMO QUE ADMITA ADICCIN POR LA LGICA.

    I. CARTAS LGICO-FILOSFICAS. NOTAS ACERCA DE LA CORRESPONDENCIA ENTRE JOSEP FERRATER MORA Y MANUEL SACRISTN.

    II. MARXISTAS CON COMPETENCIAS LGICAS. TRES CARTAS DE LUDOVICO GEYMONAT A MANUEL SACRISTN EN TORNO A UN SEMINARIO DE LGICA COMBINATORIA.

    III. TELEGRAMAS Y CARTAS DE DOS LGICOS ANTIFRANQUISTAS: MIGUEL SNCHEZ-MAZAS Y MANUEL SACRISTN.

    IV. DEL AUTOR DE LA PELL DE BRAU AL TRADUCTOR DE JOAN BROSSA Y AUSIS MARC. SOBRE LGICA, SOLIDARIDAD, GIULIA ADINOLFI Y UNA CTEDRA UNIVERSITARIA.

    V. ENTRE FILSOFOS AMANTES DE LA LGICA. CARTAS, ANOTACIONES Y SUGERENCIAS DE VCTOR SNCHEZ DE ZAVALA A PROPSITO DE LA PUBLICACIN DE INTRODUCCIN A LA LGICA Y AL ANLISIS FORMAL. VI. Y EL CUENTO BREVE.

    EPILOGO: VCTOR SNCHEZ DE ZAVALA, EN MEMORIA DE MANUEL SACRISTN.

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  • Copyleft 2010

    Este libro de Salvador Lpez Arnal, con prlogo de Luis Vega Ren, es de propiedad pblica.

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  • A LA MEMORIA DEL POETA SALVADOR ESPRIU.

    A LA MEMORIA DE JOSEP FERRATER MORA, JUAN- DAVID GARCA BACCA LUDOVICO GEYMONAT, MANUEL SACRISTN, VCTOR SNCHEZ DE ZAVALA Y MIGUEL SNCHEZ-MAZAS: FILSOFOS, LGICOS, MAESTROS.

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  • [] Por mencionar slo los manuales ms utilizados escritos por autores de nuestro entorno, ni el buen manual de Sacristn de mediados de los aos sesenta, ni los de Mostern, Garrido o Deao de cinco o diez aos ms tarde, tambin apreciables en diversos aspectos, sitan las nociones de semntica modelista en el centro del desarrollo de la disciplina que presentan [....] El captulo 5 presenta de forma comprimida el contenido esencial de los grandes resultados clsicos sobre los sistemas de lgica, incluidos los llamados teoremas limitativos y muy especialmente los de Gdel. Entre los manuales ms utilizados en nuestro pas, slo el de Sacristn introduce parcialmente este material...

    Daniel Quesada Casajuana, Olga Fernndez Prat y Manuel Prez Otero (2001), Lgica y metodologa de la ciencia. Resultados clsicos y nuevas ideas.

    [] Pero, repito, cuando repaso la vida que he llevado, me parece que es natural que procediera as; y seguramente si tuviera que volver a empezar lo hara del mismo modo. No parece que hubiera otra posibilidad. Las dos nicas veces en que escrib largo tuve que suspender la actividad militante. Fue cuando redact mi tesis doctoral y cuando escrib el manual de lgica. Dos veces qued claro que era imposible escribir un texto largo y llevar a cabo diariamente trabajo conspirativo. Y ganarme la vida, adems. Creo que veo claramente las limitaciones de lo que he escrito, que siempre ha sido con urgencia.

    Manuel Sacristn habla con Dialctica (1983)

    Te doy la enhorabuena, pues, y me la doy a mi mismo, pues tus noticias [la edicin de Introduccin a la lgica y al anlisis formal] aportan un elemento animador a mi visin del futuro de Espaa uno de los pocos- y constituyen un estimulante, hasta cierto punto inesperado. Tengo inters en conocer ms detalles de ese panorama entrevisto.

    Miguel Snchez-Mazas (Carta a M. Sacristn, 1965)

    Las consideraciones crticas de los dos captulos anteriores estn animadas por una concepcin del objeto de la lgica que puede resumirse as: lo lgico en general es onticidad de razn (con fundamento real, precisin que en adelante se dar por sobreentendida). Y lo lgico-formal en sentido estricto, el objeto propiamente dicho de la lgica, es la onticidad de razn mximamente abstracta, obtenida por abstraccin total del nivel ms elevado.

    Manuel Sacristn (Apuntes de filosofa de la lgica,1962)

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  • PRLOGO.

    Como saben muy bien todos los interesados en la obra de Manuel Sacristn, Salvador Lpez Arnal es por dedicacin, casi se dira por destino, uno de sus albaceas ms slidos y acreditados. Salvador cuenta en su haber con ms de ocho ediciones de textos de Sacristn de diverso gnero (anotaciones manuscritas, apuntes de clase, conferencias, entrevistas, correspondencia, etc.), en su mayor parte inditos. Uno de sus trabajos editoriales puede considerarse precedente de la recopilacin presente. Se trata de Amables cartas lgicas, incluido en Salvador Lpez Arnal y otros, eds., Donde no habita el olvido (Barcelona: Montesinos, 2005), pp. 161-191, un libro concebido como celebracin y en recuerdo del 40 aniversario de la publicacin de la Introduccin a la Lgica y al anlisis formal de Sacristn (1964). Amables cartas lgicas reuna la correspondencia mantenida por Sacristn, a propsito de la aparicin de su conocido y reconocido manual, con Jos Ferrater Mora, Miguel Snchez Mazas y Vctor Snchez de Zavala. Salvador es, por aadidura, autor de estudios por ahora que yo sepa inditos, como una esplndida monogrfica (2009), Manuel Sacristn y la obra del lgico y filsofo norteamericano Willard van Orman Quine.

    La compilacin presente de historias por correspondencia aade las tambin amables cartas del filsofo e historiador de la ciencia italiano, Ludovico Geymonat, amn de un invitado, el gran Salvador Espriu, que podra considerarse inesperado en este contexto de no mediar alguna penosa experiencia de la vida de Sacristn sentida por sus amigos, como su expulsin de la universidad por el procedimiento de la no renovacin del contrato o el fallecimiento de Giulia Adinolfi por no traer a colacin el acontecimiento ms sonado en medios acadmicos, su fallida oposicin a la ctedra de Lgica de la universidad de Valencia. Tiene adems el colofn de un cuento breve en el que comparece otro nuevo convidado, quizs ms presentido que presente en las relaciones de Sacristn, Juan David Garca Bacca.

    En el presente libro, las cinco historias, ms el cuento aadido, se desenvuelven en sendos captulos autocontenidos. La escritura de Salvador es viva y directa, y gusta demorarse en los detalles contextuales para situar el momento vital e intelectual del propio Sacristn y mostrar el sentido de su relacin con sus corresponsales. No es extrao que en ocasiones se reiteren algunas referencias de especial significacin o repercusin. La repeticin no siempre es mala; no lo es en absoluto cuando se trata de circunstancias y opresiones que conviene recordar para no volverlas a vivir. Este es un legado de Sacristn que viene a recordarnos el final, entre desiderativo e imperativo, de la nota necrolgica: En memoria de Manuel Sacristn de V. Snchez de Zavala (1985), nota que justamente constituye el eplogo de la presente compilacin: hacer permanentemente imposible que las discrepancias de ideas, de valoraciones, de perspectiva de las cosas que nos puedan separar de una persona de vala demostrada, cualesquiera que sean, nos lleven jams, caso de tener entre las manos algn poder de decisin pblica, a vetarle el paso. Esto es lo que se hizo con l reiteradamente; que a todos nos sea ya invencible la repugnancia si ocasin llegase a hacer nada parecido.

    La compilacin de Salvador no es un trabajo de erudicin y rescate editorial, meramente acadmico. Tiene el valor del testimonio que declara el desgarro personal de Sacristn entre la adiccin lgica por un lado y, por el otro, las gestiones y responsabilidades prcticas y, como dira Pablo Rdenas,

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  • politicas. Segn es bien sabido, la aficin de Sacristn a la lgica como disciplina formal es un caso un tanto curioso: sigue, desde su franco nacimiento en los aos 50, una especie de curso Guadiana con reapariciones cada vez ms espordicas aunque persistentes hasta los 80. Y el propio Sacristn, si bien no se ahorra observaciones y confesiones sobre las vicisitudes de su dedicacin a la lgica, tiende a hacerlas ms descriptivas que explicativas. Lo que Salvador nos ofrece a este respecto son mltiples referencias contextuales que, en conjunto, trazan un cuadro impresionista de la circunstancia nacional-catlico-escolstica en que se vio asfixiada la posibilidad de la dedicacin y la investigacin lgicas de Sacristn, aunque no pudiera con sus arraigados hbitos de precisin conceptual, rigor metodolgico y fino sentido lgico. Salvador no reconstruye un cuadro sistemtico, ni hace una historia lineal: como antes deca, su trabajo no es un ejercicio meramente acadmico, erudito. Tiene intereses y compromisos ms directos y vivos, y a ellos responde la composicin del libro. Se trata de una floracin por rizomas: cinco historias centrales que luego, cada una ellas por su cuenta, crecen germinando en otras historias, a veces incidentales, pero no menos determinantes e instructivas.

    As esta composicin rizomtica da a la compilacin de Salvador el inestimable valor de un documental histrico sobre los empeos intelectuales y las lacras culturales e intelectuales de la poca franquista, el valor de un No-DO subversivo en el que unas pocas palabras valen miles de imgenes de frustraciones y miserias. De este modo el testimonio de unas peripecias vitales deviene en testimonio de poca. Saltan a la vista las dificultades de una aculturacin y una modernizacin del pas en los estudios de Lgica formal, la imposibilidad de formar un colegio invisible en este campo a pesar de los contactos epistolares entre los pioneros interesados y, en suma, las limitaciones del conocimiento pblico en esta rea. No dejan de ser sintomticos en este sentido el inopinado relieve que cobra la lgica combinatoria como avanzadilla de la investigacin formalizada no estndar o, al menos, no escolar, o el reproche de que la Introduccin a la Lgica y al anlisis formal parece prestar recordemos, a mediados de los 60 menor atencin a la presentacin axiomtica de la Lgica que a su presentacin como sistema de deduccin natural. Mientras tanto, brillan por su ausencia en los estudios lgicos en la Espaa de entonces la madurez semntica de la teora de modelos, el crecimiento de la teora de la computabilidad o los desarrollos alternativos, fueran complementarios o se pretendieran divergentes, de las lgicas no estndar con la salvedad en este caso de las incursiones intensionales de M. Snchez Mazas.

    Este precioso secreter de historias, cartas y retazos de relaciones personales que ha labrado Salvador, con el rigor y la sabidura del maestro artesano, puede ayudar al lector no solo a comprender, sino a sentir y compartir, la fuerza, la frustracin y el desgarro de la adiccin a la Lgica de un Manuel Sacristn al que le tocaron, como habra dicho Jorge Luis Borges, malos tiempos que vivir.

    Luis Vega Ren [email protected]

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  • PRESENTACIN: UN GERMANISTA REPRESALIADO POR EL FRANQUISMO QUE ADMITA ADICCIN POR LA LGICA.

    En una nota autobiogrfica sin fecha, probablemente escrita a finales de los aos sesenta1, tras la invasin de Praga por tropas de pases del Pacto de Varsovia encuadradas en la operacin Danubio y poco despus de su dimisin del comit ejecutivo del Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC), Manuel Sacristn reflexionaba sobre aspectos esenciales de su vida apuntando nuevos senderos de estudio e intervencin poltica. El arco temporal de su reflexin se iniciaba en 1956:

    I. 1. La causa es que est sin resolver la cuestin del quin soy yo?2. La pregunta fue suscitada con gran virulencia esta ltima vez por la crisis poltica. 2.1. Pero no era la primera vez que apareca. Se me present en marzo de 1956, nada ms volver a Espaa. Y varias otras veces.3. Por lo tanto, el repaso ha de arrancar de la vuelta a Espaa, pero, al llegar a la crisis de 1968, ha de detenerse con atencin.II. 1. La decisin de volver a Espaa significaba la imposibilidad de seguir haciendo lgica y teora del conocimiento en serio, profesionalmente.1.1. Las circunstancias me llevaron luego a la inconsecuencia de no evitar equvocos (oposicin, etc). Este es un primer error, no cronolgicamente hablando.1.1.1. En la misma primavera del 56 llegu a esa conclusin. Lo que agrava el error posterior.2. La vida que empez a continuacin tiene varios elementos que obstaculizaban no ya el estudio de la lgica, sino el intento general de mantenerme al menos al corriente en filosofa. Los elementos predominantes de aquella vida eran las clases y las gestiones. Poco estudio

    Sacristn haba regresado a Espaa en 1956, tras renunciar a una plaza de profesor ayudante en el Instituto de Lgica Matemtica y Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Mnster, la institucin donde haba cursado cuatro semestres de lgica y epistemologa entre 1954 y 1956, y poco despus de incorporarse a las entonces poco concurridas clulas del PSUC-PCE en la primavera de ese mismo ao y asumir las arriesgadas y agotadoras gestiones que esa decisin conllevaba.

    Haba sido su segunda visita a la Repblica Federal Alemana. En 1950, junto a Carlos Barral, Joan Revents, Hilari Raguer y otros amigos, Sacristn haba estado en Heidelberg donde conoci a Luis Martn-Santos, el malogrado autor de Tiempo de silencio. l mismo escribi una nota sobre el viaje para Laye2 y en una carta a Josep M Castellet de 7 de agosto de 1950, un da despus de pisar tierra alemana, Sacristn le explicaba entusiasmado que segua sin poder ponerse de nuevo el sombrero3:

    1 De una de las carpetas depositadas en Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristn.2Manuel Sacristn, Heidelberg, agosto de 1950. Notas de un cursillista de verano. Laye 8 y 9, octubre-noviembre de 1950, pginas 9 y 11.

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  • Hace treinta horas largas que estoy en Heidelberg. Treinta horas con el sombrero quitado. Cuando das un paso en Heidelberg tus pies sienten la necesidad de disculparse por tocar tierra pisada por Fichte, Schiller, Schubert, Wagner, Heidegger, Hace cuatro das estuvo aqu Jaspers. He visto su fotografa en la prensa. Es un hombre de aspecto impresionante. Pero no entremos en detalles. Heidelberg es una ciudad exclusivamente universitaria. Y esa estupenda cualidad se apoya sobre una gran belleza fsica la cual es tan grande que te mandar algunas postales sin texto (el texto de la postal es siempre odioso, como el de los telegramas) para que las juzgues como fotografas. Las cosas agradables que contarte se agolpan ante m producindome una oligofrnica dificultad de expresin. Esquematizar Habra podido elegir una habitacin alquilada en casa particular. Pero he preferido -con Barral, Revents y otros- el Collegium Academecium. Es ms barato, pero eso es lo menos interesante. En el escaparate de una librera prxima a la Universidad he visto ber die Liebe y Der Aufstand der Massen [Estudios sobre el amor y La rebelin de las masas], de Jos Ortega y Gasset.

    El deslumbramiento no se detuvo en los das iniciales, prosigui hasta el final del viaje. Su corazn segua vibrando en Heidelberg tras su regreso a Espaa. El 12 de septiembre de 19504, cinco das despus de su llegada a Barcelona, escriba de nuevo a J. M. Castellet explicndole que estaba inmerso en el shock del contraste y admitiendo que se tena que ser aislante puro, ferozmente no-conductor, para no sentir nostalgia de aquel viaje, de aquella experiencia inolvidable.

    Estoy en Sant Feliu desde el sbado y en Barcelona desde el jueves- sin decidirme a escribirte por el propsito que tena de subir a Puig dOlena [SLA: el sanatorio donde se recuperaba Josep M Castellet]. Pero como la hipottica visita se retrasa considerablemente maana salgo para Crdoba con la familia- decido darte parte de mi supervivencia. Supervivencia -y con qu mpetu me lanzo!- problemtica y descorazonadora: estoy bajo el shock del contraste. De aquello a esto. Mis cinco das en Espaa han sido ntegramente dedicados a luchar contra la nostalgia que llega a ser sentimental, cosa inslita en m que soy en este terreno sentimental completamente aptrida. Una vieja cancin estudiantil alemana empieza con el cursi verso. He perdido mi corazn en Heidelberg Y hay que ser ferozmente no-conductor, aislante puro, para no adoptar como lema la frase lacrimosa. No se trata, desde luego, en mi caso de la misma prdida a la que alude el poeta aunque no ha sido mala la experiencia de la mujer alemana. Es aquello lo que me provoca Heimweh, nostalgia. Es la mensa acadmica de Heideberg o Tbingen y Heimsoeth enseando filosofa en Colonia. Pero no me da la gana charlar por carta acerca de esto. Por ti y por m prefiero cambiar impresiones oralmente, para eludir toda posible literatura. Calculo que dentro de diez das estar de vuelta de Crdoba. Aprovecho este viaje como lenitivo -hasta tal punto est deprimido el antes indestructible Manuel Sacristn Luzn!

    3Josep MCastellet, Seducts, il.lustrats i visionaries, Ediciones 62, Barcelona, 2009, p. 49.4Ibidem, pp. 56-57.

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  • No se deprimi el antes indestructible Sacristn seis aos ms tarde, tras el regreso de su segundo viaje a Alemania, a pesar de lo que pudo suponer para l la decisin tomada en la primavera de 19565: imposibilidad, tras su renuncia a ser profesor en Mnster y pasar a participar activamente en las organizaciones y movilizaciones de los principales partidos de la oposicin antifranquista (PSUC-PCE), para seguir haciendo lgica y epistemologa en serio, profesionalmente, con la inconsecuencia, segn su reflexin posterior, de no evitar equvocos al presentarse a las oposiciones a la ctedra de lgica de Valencia celebradas en Madrid, en 1962, bajo la hegemona poltico-cultural del Opus Dei. A la atmsfera poltico-cultural de esta oposicin se refera l mismo en una carta dirigida a Carmina Virgili i Rodn6 en julio de 1980, a propsito de su no nombramiento como catedrtico extraordinario por el Consejo de Rectores de la poca :

    Estimada amiga,reciba mi agradecimiento por su carta del 27 de junio7 (que he

    recibido hoy lunes, a causa de que la Facultad de Econmicas no est donde dice su sobre en el edificio central, sino en Pedralbes), y tambin por todas las molestias que se toma en este fastidioso asunto del consejo de rectores. Probablemente le estoy ms agradecido de lo que usted pueda pensar, porque he de confesar que a m no me ha indignado ni sorprendido la decisin del consejo de rectores. Primero, porque uno mismo conoce sus insuficiencias mejor que los dems, y, segundo, porque s quines son la mayora de esos rectores, y cmo piensan. Por ejemplo: el rector Candau8 fue secretario del tribunal de mis nicas oposiciones, en 1963 o 1964 [SLA: 1962 en realidad], y no tuvo reparo en denunciarme pblicamente (por motivos polticos) desde la mesa ya en el primer ejercicio9. Eran, dicho sea de paso, oposiciones a una ctedra

    5Vase sobre este punto las declaraciones de Albert Domingo Curto y Juan-Ramn Capella para los documentales dirigidos por Xavier Juncosa, Integral Sacristn, El Viejo, Topo, Barcelona, 2006.6 Carmina Virgili i Rodn, doctora en Ciencias Naturales por la Universidad de Barcelona, obtuvo en 1963 la ctedra de Estratigrafa de la Universidad de Oviedo. Fue la primera mujer catedrtica de dicha Universidad (y la tercera en Espaa). Virgili I Rodn fue ms tarde profesora de la Complutense y Secretaria de Estado de Universidades e Investigacin en el primer gobierno del (posteriormente) asesor de Carlos Slim. En 1987 fue nombrada Directora del Colegio de Espaa en Pars. Puede consultarse la carta de Sacristn en la carpeta Correspondencia depositada en Reserva de la BC de la UB, fondo Sacristn.7 En su carta, Carmina Virgili sealaba que desde su posicin institucional estaba apoyando todas las propuestas que estimaba correctas y entre ellas se encuentra la tuya y por ello me pongo a tu disposicin para cualquier accin en que pueda ser til para conseguir tu incorporacin a la Universidad espaola en las condiciones debidas. Carmina Virgili y Sacristn no se conocan personalmente y creo que, finalmente, no llegaron a conocerse.8 Alfonso Candau Parias era entonces catedrtico de Fundamentos de Filosofa e Historia de los sistemas filosficos de la Universidad de Valladolid. Figuraba en la terna propuesta por el Consejo Nacional de Educacin y haba seguido, como Sacristn, cursos de posgrado en la Universidad de Mnster. Fue asiduo colaborador de Arbor, Ateneo y El Alczar.9 Candau Parias intervino el 5 de julio de 1962 en torno al artculo La filosofa desde la terminacin de la II Guerra Mundial hasta 1958, afeando a Sacristn que gran parte de su trabajo se ocupara del marxismo y de la filosofa analtica y preguntndole si eso era lo que el seor opositor entenda por filosofa. En las deliberaciones

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  • de lgica10, y no haba pizarra en el aula. Tuve que pedirla, con regocijo del tribunal, y me trajeron una tan pequea que, para una demostracin de poca importancia, tuve que borrar tres veces...11

    Conclua su carta Sacristn admitiendo que, en su opinin, a pesar de todo, algo se haba progresado. Por lo dems, ironizaba, no le haba contado esas cosas para entristecerla, sino para divertirla, en modesto pago de sus bondades.

    Empero, a pesar de esa supuesta inconsistencia, a pesar de su renuncia a la plaza de profesor en el Instituto de Lgica alemn, a pesar de su frentica y agotadora militancia en el PSUC-PCE, especialmente a lo largo de la dcada de los sesenta, no es ni mucho menos insustancial el balance de las aportaciones lgicas de Sacristn. Tal vez la decisin de volver a Espaa en 1956 signific la imposibilidad de seguir haciendo lgica y teora del conocimiento en serio, profesionalmente pero los trabajos de Sacristn no fueron de orden menor tampoco en este mbito.

    Poco despus de su regreso de Alemania escribi una necrolgica sobre Heinrich Scholz, uno de sus pocos maestros, recogiendo unas palabras suyas de 1979, que public la revista Convivium: Lgica formal y filosofa en la obra de Heinrich Scholz. Durante 1956-1957, al igual que durante el curso siguiente, la Cooperativa Universitaria de la UB edit su primer libro no juvenil: Apuntes de filosofa, cuyo ncleo central estaba dedicado a temas de lgica. Son de 1961 y 1962 su memoria de oposiciones y su investigacin Sobre el Calculus Univeralis de Leibniz en los Manuscritos nmeros 1-3 de 167912. Sacristn escribi tambin en 1967 una entrada sobre Lgica formal para la Enciclopedia Larousse y dos aos ms tarde fueron varias las voces por l escritas para la edicin castellana del Diccionario de filosofa editado por Dagobert D. Runes cuya traduccin castellana coordin. Church, Lesniewski, Quine, Scholz, son algunas de esas voces. En 1978 o 1979 escribi un esquema desarrollado de ayuda para las oposiciones de un amigo barcelons sobre El principio de la identidad de los indiscernibles en Leibniz. Fueron numerosas sus traducciones de lgica as como sus prlogos y presentaciones: cinco Quines, Granger, Hassenjaeger, Curry-Feys y su manual de lgica ltimas del tribunal, a propsito de este trabajo de Sacristn para la enciclopedia Espasa Calpe, se sealaba: De carcter expositivo, indica una buena preparacin instrumental de su autor, aunque sea muy discutible la proporcin que, desde el punto de vista de la extensin, establece entre las distintas corrientes filosficas [el nfasis es mo]. He tomado la informacin de Christian Martn Rubio, Mientras la esperanza espera. Materiales en torno a la oposicin a la ctedra de lgica de la Universidad de Valencia en 1962. En Salvador Lpez Arnal, Albert Domingo et al (eds), Donde no habita el olvido. Montesinos, Barcelona, 2005, pp. 257-286.10 Entre los cinco miembros del tribunal, slo Leopoldo Eulogio Palacios Rodrguez era catedrtico de Lgica de la Universidad de Madrid. De hecho, era la nica ctedra de lgica dotada en la Espaa de aquellos aos. Julin Besteiro la haba ocupado en los aos de II Repblica Espaola.11 Adems de la exposicin oral del Concepto, mtodo, fuentes y programa presentado por los opositores -recogido parcialmente en Manuel Sacristn, Apuntes de filosofa de la lgica, Papeles de filosofa, Icaria, Barcelona, 1984, pp. 220-283-, uno de los temas expuestos por Sacristn fue la leccin nmero 21 del programa por l defendido: Motivacin y estructura del clculo de inferencia natural. 12 Puede verse ahora, como el segundo trabajo sobre Leibniz que se cita a continuacin, en Manuel Sacristn, Lecturas de filosofa moderna y contempornea. Trotta, Madrid, 2007 (edicin, presentacin y anotaciones de Albert Domingo Curto).

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  • combinatoria, Newman, etc. Adems de todo ello, es necesario recordar sus clases de Metodologa de las ciencias sociales y sus seminarios sobre clsicos de la epistemologa e historia de la ciencia de los aos setenta, Popper, Bunge, Kuhn, Feyerabend, Lakatos, entre otros, tras su vuelta a la Universidad despus del fallecimiento del general golpista, un tratado de lgica de 1964 o 1965, escrito para una enciclopedia temtica que pensaba editar Labor, y que fue editado pstumamente por su hija Vera Sacristn con el ttulo Lgica elemental13, y, desde luego, su Introduccin a la lgica y al anlisis formal, un libro que, como ha sealado Luis Vega Ren, ha sido esencial para la consolidacin de los estudios de lgica en nuestro pas.

    En esta Introduccin, y en algunas traducciones y trabajos complementarios, se focalizan la mayor parte de los materiales recogidos en este volumen que intentan dar cuenta de las observaciones, reflexiones y propuestas que sobre l escribieron otros grandes lgicos e intelectuales de nuestro pas, y de ciudadanas y pases amigos. Miguel Snchez Mazas, Josep Ferrater Mora, Ludovico Geymonat, Vctor Snchez de Zavala, Juan David Garca Bacca y Salvador Espriu son sus protagonistas principales.

    En 1983, en una carta escrita desde Mxico, donde estaba impartiendo dos cursos de posgrado en la UNAM14, Sacristn recordaba a su amigo, compaero y discpulo Antoni Domnech su dependencia lgico-formal:

    [] El segundo comentario es subjetivo: desde que estoy aqu estoy, como quiz te dije, enterrado en temas de lgica; durante el semestre pasado hice induccin, y este semestre, que ahora empieza, estoy haciendo dialctica. En un rincn de la estantera tengo libros que tratan de cosas, y no de palabras -desde lengua nhuatl hasta entropa-, pero la verdad es que no tengo tiempo de mirarlos. Las cuestiones lgicas son (al menos para los aficionados) mucho ms peligrosas que la morfina; cuando me dieron morfina en cantidad, a los veintitantos aos, no me crearon hbito; en cambio, la lgica crea inmediatamente adiccin. Pero, de todos modos, durante todo el ao he estado sabiendo que trabajar es lo otro. Tu ponencia me ha devuelto a las cosas reales, y aunque no creo que en lo que queda de semestre pueda dedicarme a ellas, me ha agudizado mucho la esquizofrenia lgico-material.

    La morfina que no le cre hbito fue necesaria en su juventud, cuando sufri una tuberculosis renal y en 1949 tuvo que practicrsele una nefrectoma15. Su adiccin a la lgica, y los peligros subsiguientes, irrumpieron cinco aos ms tarde, durante su estancia en el Instituto de lgica de Mnster,

    13Manuel Sacristn, Lgica elemental, Editorial Vicens Vices, Barcelona, 1995 (edicin de Vera Sacristn; presentacin de Jess Mostern).14Sobre Karl Marx como socilogo de la ciencia y sobre Induccin y dialctica. El primero dio pie a un artculo con ese mismo ttulo que fue inicialmente un libro editado en Mxico. Se conservan tambin grabaciones de algunas clases de ese curso. Materiales del segundo curso -esquemas desarrollados, apuntes, fichas comentadas- pueden consultarse entre los materiales depositados en Reserva de la BC de la UB.15Desde entonces, desde 1949, vivi Sacristn con un solo rin, y a principios de 1985, el deterioro de su segundo rin, le oblig a dializarse. Falleci, meses despus, de un ataque al corazn al regresar a casa tras una sesin de dilisis en un dispensario pblico prximo al domicilio familiar en la calle Diagonal, en cuya fachada no ha podido colgarse una placa que lo recuerde por oposicin activa e intransigente de la propietaria del edificio.

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  • donde conociera al gran lgico pisano Ettore Casari16, padrino en su boda con Giulia Adinolfi en 1957.

    Desde entonces, en muchos rincones de sus estanteras, siempre tuvo Sacristn libros que trataban de palabras y no de cosas directamente, y encontr tiempo para mirarlos y estudiarlos. Lgica elemental, Introduccin a la lgica y al anlisis formal, asunto central, como se seal, en las historias que aqu se recogen, sus aproximaciones a Leibniz17, sus cursos iniciales de Fundamentos de la filosofa, sus artculos para enciclopedias, su bella aproximacin a la obra lgica y filosfica de H. Scholz, sus traducciones de Quine y Hasenjaeger, sus materiales de la oposicin de 1962, sus magnficas clases y seminarios de metodologa de las ciencias sociales, son prueba fehaciente de todo ello, de que la adiccin lgica tuvo en l un filsofo competente cuyas difciles circunstancias, a cuya altura supo estar como pocos otros, impidieron una dedicacin profesional a ella, a la vieja dama aristotlica, sin que fueran un obstculo insalvable para una labor de cuyos hilos se han tejido muchas otras aportaciones decisivas en la historia de la lgica en nuestro pas.

    PS: Es un gran honor para m, y un magnfico regalo para los lectores, que Luis Vega Ren, al que considero no slo un maestro sino un generoso amigo y un lgico e historiador competentsimo del que siempre se aprende, haya escrito el excelente y generoso prlogo que abre el volumen. Mejor imposible.

    16Vanse sus declaraciones sobre la instancia de ambos en el Instituto de Mnster y sobre algunos avatares lgicos en los documentales dirigidos por Xavier Juncosa, Integral Sacristn, ed cit.17Vale la pena recordar esta anotacin de Sacristn a un pasaje del libro de Nicholas Rescher sobre La filosofa de Leibniz: Leibniz, como Marx, tiene el encanto de la oscuridad de lo que nace, de las promesas que nunca se podrn cumplir porque cuando la inspiracin tenga que hacerse mtodo, se ver que no da para tanta realizacin como pareca en la confusin del nacimiento.

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  • I. CARTAS LGICO-FILOSFICAS.NOTAS ACERCA DE LA CORRESPONDENCIA ENTRE JOSEP

    FERRATER MORA Y MANUEL SACRISTN.

    Hay dos referencias a Josep Ferrater Mora (1912-1991) en la obra publicada de Manuel Sacristn (1925-1985).

    La primera aparece en El dilogo: consideracin del nombre, los sujetos y el contexto, un artculo de 1968 publicado en la revista Criterion, que fue incorporado poco tiempo despus a un volumen coordinado por Jess Aguirre18 antes de su ascensin al ducado de Alba: Cristianos y marxistas: los problemas de un dilogo.

    El dilogo entre cristianos y marxistas, la confluencia poltica de sectores ciudadanos resistentes de ambas tradiciones en la lucha antifranquista, y en aspiraciones socialistas y comunistas de alcance ms estratgico, no fue una cuestin marginal en la trayectoria poltica de Sacristn. Fue tambin tema central para el PSUC y el PCE, para otros partidos comunistas europeos, y para sectores de la izquierda revolucionaria. Lo sigue siendo en la actualidad, innecesario es recordarlo, en pases latinoamericanos que intentan romper con el yugo poco afable del aliado americano y el no menos desptico de sus propias e incorregibles oligarquas. Honduras, por ejemplo, ensea. Sigue enseando.

    Sacristn escribi un material19 que circul entre miembros del partido y activistas prximos sobre la militancia de cristianos en partidos comunistas20. Manifestndose sin vacilacin a favor del encuentro poltico de ambas tradiciones, el traductor de Gramsci intentaba combatir las confusiones tericas, los imposibles acuerdos lgico-filosficos, sin travestismos encubridores, entre creencias trascendentes y concepciones materialistas documentadas, al igual que las apologas sin matices -y con frecuentes excesos y olores de romanticismo rosa interesado- construidas desde la atalaya de un pragmatismo oportunista que no apostaba por transitar por senderos de principios y honestidad intelectual. Un ejemplo de esta 18 Alianza Editorial, Madrid, 1969. El artculo est recogido ahora en el tercer volumen de Panfletos y materiales: Manuel Sacristn, Intervenciones polticas. Icaria, Barcelona, 1985, pp. 62-77.19 En la Nota previa que escribiera para el primer volumen de Panfletos y Materiales, Sobre Marx y marxismo, Sacristn daba la siguiente definicin: Para la edicin en italiano de una de las pocas cosas de estos papeles que se han traducido a otras lenguas escrib una advertencia en la que contaba al lector que aquel texto era lo que en el movimiento obrero de tradicin marxista se llama o se llamaba un material. Un material en ese sentido es un escrito destinado a ser utilizado en el curso de una discusin determinada por gente a la que uno conoce, mejor o peor; o bien en una escuela de partido; en todo caso, por personas de un ambiente determinado y con las que el que escribe se comunica bastante fcilmente, por obra de cierta afinidad. Materiales son casi todos los artculos y cursillos y casi todas las conferencias en que he trabajado durante muchos aos [el nfasis es mo]. Si es as, si fueron materiales casi todos los artculos y cursillos, y casi todas las conferencias en las que Sacristn trabaj en sus ltimos aos, la vindicacin del gnero parece slida y razonable.20 Escrito en discusin abierta con compaeros/as y militantes del PSUC, el artculo apareci en el primer nmero de la revista Materiales. No fue recogido, en cambio, en el tercer volumen de Panfletos y Materiales, Intervenciones polticas, probablemente porque Sacristn no crea ser propiamente el autor del texto.

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  • perspectiva crtica que Sacristn cultivaba y abonaba en un escrito, por lo dems, polticamente nada sectario:

    (...) la descripcin del cristianismo como primer movimiento igualitario conocido por la humanidad es una curiosa falsedad, apologtica de esa religin. En primer lugar, no se puede decir sin ms que el cristianismo de los primeros tiempos fuera un igualitarismo econmico-poltico, social, que es lo que da a entender esa afirmacin ya por el mero hecho de hacerla un partido comunista. Elementos de tipo igualitario social estuvieron mucho ms claros en momentos posteriores del cristianismo, en ciertos movimientos herticos de masas medievales y renacentistas; pero todos esos movimientos fueron exterminados por el tronco principal de la tradicin cristiana, tanto la catlica como la protestante. Por lo dems, en todos estos movimientos el cristianismo fue a la vez ideologa de los igualitarios e ideologa de sus opresores. La ideologa es el terreno en que se libran con ideas las luchas (de clases) y, en general, se trabajan los problemas de la sociedad (a menudo, con una consciencia engaada y engaosa)21. En pocas sin ms ideologas generalizadas que las religiosas, se expresan religiosamente tanto los explotados, como los explotadores.

    Todo ello haba ocurrido tambin, apuntaba Sacristn, antes del cristianismo y segua ocurriendo al margen de esta tradicin religiosa. Rebeliones igualitarias de explotados con ideologas religiosas las haba habido en las mismas tierras del cristianismo antes de que ste naciera, y las haba habido y las segua habiendo en otros lugares que no haban conocido este credo religioso:

    [...] Pensar que el igualitarismo ha aparecido en el mundo por la idea, considerada cristiana, de hijos de Dios es haber entrado ya, confusionariamente, en la apologtica del cristianismo, pues ni esta frase era igualitarismo social ni la han acuado los cristianos.

    Aos despus, Sacristn tambin particip en la presentacin, totalmente inusual en su caso, de Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia, un ensayo de su admirado Alfonso Carlos Comn22. Su intervencin fue recogida en el tercer volumen de sus Panfletos y Materiales23.

    Las tesis del artculo de 1968 sobre el dilogo entre cristianos y marxistas apuntaban en la siguiente direccin:

    [] Hace ya mucho tiempo que el modo de vida burgus no tiene problemas con las iglesias, las cuales, una vez aceptado el principio de la usura, no tropezaron ya con obstculo alguno para aceptar el ms elegante del beneficio industrial y financiero. Las mismas iglesias son, en mayor o menor medida -mxima en la Iglesia Catlica- propietarias burguesas tpicas, activas en el comercio y la finanza y, en menor medida, en la industria. La prohibicin franciscana de poseer bienes

    21 Sacristn us generalmente la acepcin marxista de ideologa como falsa consciencia. El a menudo que acompaa su reflexin en este caso, posibilitara usos alternativos de la categora.22Para una aproximacin sucinta a la figura poltica y al cristianismo-comunismo de Alfonso Carlos Comn, vase: Jos A. Gonzlez Casanova, El Evangelio segn Marx, Pblico, 25 de enero de 2010, p. 7.23Manuel Sacristn, Intervenciones polticas, ed cit, pp. 208-210.

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  • inmuebles pesa poco en la era de los valores mobiliarios. Para los pases catlicos queda, de todos modos, la interesante peculiaridad de que la Iglesia Catlica no se adopt a los valores burgueses del modo drstico caracterstico, por ejemplo, del calvinismo. Se limit en lo esencial a operar con la casustica, tocando lo menos posible la misma teologa moral, en vez de lanzarse a fundar desde los cimientos y revolucionariamente, como los calvinistas, la misma doctrina de la salvacin personal segn el modelo del xito mercantil. Pero, a pesar de todo, nadie sostendr que haya en los ltimos ciento cincuenta aos una pugna seria entre la Iglesia Catlica y los bancos o las grandes empresas modernas autofinanciadas, algunas de las cuales posee ella misma.

    Sacristn no se olvidaba, desde luego, de lo que l mismo llam la excepcin castellana, acompaada eso s de su derivada posterior:

    [] Los grandes religiones, pese a lo corriente que es llamarlas universales, han coexistido siempre con poblaciones sustradas a su disciplina teolgica especulativa y moral y a su autoridad material de instituciones. Pero, con alguna excepcin de mucho inters, en el pasado esa convivencia se produjo en reas marginales ms o menos confusas poltica y culturalmente: la vieja ecumene realmente vivida por cada cultura no era hasta hace poco planetaria, sino que alrededor y fuera de ella vivan poblaciones brbaras... Las excepciones interesantes antes aludidas son ejemplificables con la situacin religiosa de Castilla antes de la Inquisicin: las disputas entre rabinos, doctores islmicos y telogos cristianos, presididas por algn sabio monarca o por eruditos servidores de los reyes castellanos, dan testimonio de una convivencia no slo factualmente dialctica, sino tambin dialgica o dialogada, entre las grandes religiones.

    Pero se trataba de excepciones, adverta el lector de San Juan de la Cruz24 y Fray Luis de Len25: no era mala intencin erstica el que el ejemplo 24 En un carta a J. M Castellet, fechada el 13 de octubre de 1952 (J. M.Castellet, Seducts, il.lustrats i visionaries. Sis personatges en temps adversos, ed cit, pp. 65-66), Sacristn trazaba una comparacin entre San Juan y Simone Weil. En los trminos siguientes: [] Simone [Weil] es la mejor tratadista de religin que conozco () es, no superior como mstica, pero s mejor tratadista que San Juan de la Cruz. Me explicar: a) en San Juan tienes que separar t mismo lo que es tcnica de lo que es sustancia ideolgica. Simone no confunde jams esas dos cosas. b) San Juan andaba flojo en teologa. Simone, empolladsima, verdadera teloga, llega incluso a algo que yo persigo desde hace ms de un ao: el estudio del misterio como nica realidad teolgica, el misterio como nico tema de la teologa, en el que sta se [] con la mstica y se fundan ambas en algo que solo a partir de esa unin puede llamarse religin dignamente c) En San Juan es tcita la solucin a uno de los ms fuertes problemas de la mstica: la visin y aceptacin del mundo natural. Bergson supo leer entre lneas y desvel e hizo explcita esa tcita solucin. Simone lo consigue con xito mucho mayor trabajando simplemente el misterio que yace debajo de la cuestin (..) d) San Juan usa una tradicin filosfica sin saberlo. Simone sabe lo que la mstica la religin pura- debe a Platn () e) San Juan se ve a veces oprimido por una dogma (Aunque sobre estoy hay mucho que hablar). Simone odia los dogmas. 25 En una conversacin de 1979 con Jordi Guiu y Antoni Munn para El Viejo Topo (ahora en S. Lpez Arnal y Pere de la Fuente (eds), Acerca de Manuel Sacristn, Barcelona, Destino, 1996, pp. 104-105), trazaba Sacristn este significativo apunte sobre s mismo: [] Entre otras cosas porque si yo me recompongo, quin me ha

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  • castellano debiera redondearse con la expulsin de hebreos y moriscos por la corona de Castilla. Era justo recuerdo de lo que fue norma general.

    El apunte sobre Ferrater Mora26, la primera referencia al autor del Diccionario de Filosofa, aparece en un fragmento en el que Sacristn hace referencia a una conversacin entre ambos en torno al liberalismo:

    [] Mucho antes que los cardenales, papas o presidentes y ministros hablaran de dilogo entre los hombres de iglesia y la gente irreligiosa, intelectuales de ambas procedencias dialogaban con cierta eficacia. La interesante, por ms que unilateral, relacin intelectual del joven Gramsci con Pguy y los Cahiers de la Quinzaine [Cuadernos quincenales] puede ser ejemplo de esa situacin. Y era por 1917, para mayor diversin de los amantes de fechas. La causa de esa anticipacin es probablemente un hecho que Jos Ferrater Mora formul, en el curso de una conversacin, del modo siguiente: el liberalismo, al mismo tiempo que caducaba como sistema de tesis econmico-sociales, ha salvado su esencia moral universalizndola, de tal modo que, al menos entre intelectuales, hoy es posible encontrar liberales en todas las tradiciones vivas de pensamiento [el nfasis es mo].

    El liberalismo, no ya el neoliberalismo, dicho ello adems por un reconocido filsofo liberal, haba caducado ya entonces, en pleno 1968, como sistema de tesis, como cosmovisin econmico-social, si bien haba salvado y generalizado su arista moral, politica, en el plano de las relaciones individuales, cuanto menos entre sectores de determinados mbitos intelectuales. La tradicin marxista no estaba excluida desde luego.

    La segunda referencia de Sacristn a Josep Ferrater Mora aparece en Corrientes principales del pensamiento filosfico27, un artculo publicado en 1968 en el suplemento de la Enciclopedia Labor que recoga algunos pasos del trabajo de 1958 sobre La filosofa desde la terminacin de la Segunda Guerra Mundial, el largo texto que haba aparecido en otra enciclopedia, la Espasa Calpe en este caso, escrito poco despus de su regreso a Barcelona tras su estancia en el Instituto de Mnster.

    Hay en este artculo de 1968 un preciso e interesante apunte sobre la consideracin marxista de la crtica, expuesto adems por un autor que conoca (y reconoca) muy bien las virtudes y limitaciones del anlisis formal, que vale la pena destacar28:

    hecho a m? A mi me han hecho los poetas castellanos y alemanes. En la formacin de mi mentalidad no puedo prescindir ni de Garcilaso, ni de Fray Luis de Len, ni de San Juan de la Cruz, ni de Gngora, pero tampoco puedo prescindir de Goethe, por ejemplo, e incluso de cosas ms rebuscadas de la cultura alemana, cosas ms pequeas, Eichendorff, por ejemplo, o poetas hasta menores, y no digamos ya, sobre todo, y por encima de todo, Kant. Y Hegel, pero sobre todo Kant. Bueno el Hegel de la Fenomenologa tambin26Sobre la biografa, filosofa y evolucin intelectual de Josep Ferrater Mora, vanse Josep-Maria Terricabras, El exilio espaol en Estados Unidos: Ferrater Mora y El segundo cnit de Ferrater Mora, en Manuel Garrido, Nelson R. Orringer, Luis M. Valds y Margarita M. Valds (coords), El legado filosfico espaol e hispanoamericano del siglo XX. Madrid, Ctedra, 2009, pp. 617-629 y 751-760 respectivamente.27 Ahora en Manuel Sacristn, Papeles de filosofa. Barcelona, Icaria, 1984, pp. 381-410.28 Ibidem, p. 398

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  • El marxismo como crtica tiene en cambio que negar redondamente todo valor filosfico a las ideologas, y considerar las vigencias de stas, lo que Gramsci llama su validez psicolgica, como uno de los males de la tradicin cultural que debe extirparse. Crtica y anlisis son palabras de peculiar significacin en el pensamiento: la crtica o el anlisis formal, de la consistencia de las ideas, no puede ser sino preparacin de otra crtica que es la fundamental para el marxismo: la crtica que aspira a poner de manifiesto la tendencia histrica de lo criticado, su sentido en el contexto de la historia de la lucha de clases. Cuando Marx hace crtica de la economa poltica, por ejemplo, no estudia slo defectos tcnicos de las ideas o teoras que considera, sino tambin y sobre todo -interprentando dichos defectos- el sentido clasista de los conceptos y las teoras, su funcin tendencial histrica [el nfasis es mo].

    La segunda referencia a la obra de Ferrater Mora aparece en el ltimo apartado del trabajo, a propsito de las Discusiones acerca del concepto de filosofa. Sacristn coincide con el espritu que mueve la reflexin del autor de El juego de la verdad, netamente consistente con sus propias consideraciones sobre la filosofa y el filosofar expuestas esencialmente en su conocido opsculo Sobre el lugar de la filosofa en los estudios superiores (Nova Terra, 1968):

    La cuestin. J. Ferrater Mora, en su libro La filosofa en el mundo de hoy, ha descrito del modo siguiente la crisis contempornea del concepto de filosofa: En la filosofa contempornea [] es tan embarazoso acotar el tema de investigacin, como el de determinar los mtodos que debe usarse con el fin de tratarlo. De acuerdo con ello, los propsitos y los mtodos que los filsofos sientan son tan cambiantes y encontrados, como los principios y las teoras que formulan. Una determinada interpretacin filosfica difiere de cualquier otra interpretacin filosfica en algo ms que algunos respectos; por lo comn difiere de ella in toto, de modo que ms que con dos teoras filosficas nos parece habrnoslas con dos distintas ramas del conocimiento. Y aade ms adelante: Lo grave (o lo interesante) del caso es que la pulverizacin de la opinin filosfica va aparejada con una correspondiente diversidad de definiciones dadas del trmino filosofa []. Lo peculiar de la situacin contempornea no es, en efecto, la disputa de escuela. sta es ms bien un rasgo tan crnico de la filosofa que debera incluirse en toda descripcin histrica de la misma. Lo caracterstico hoy es el resquebrajamiento del concepto mismo de filosofa reflejado sobre todo en la caducidad de la esperanza en una armonizacin final de todas las filosofas. Ferrater formula esto as, a propsito del pasado ms inmediato: As los filsofos del siglo XIX se encontraban en una situacin tan ingrata como la nuestra. Pero mientras que ellos vivan todava embaucados en la ilusin de que la filosofa poda recobrar un da su unidad perdida, nosotros no estamos ya dispuestos a dejarnos embaucar por tal espejismo.29

    A lo que Sacristn aada que era oportuno recordar que dos de las tres tradiciones ms destacadas del pensamiento contemporneo, el

    29 Ibidem, pp. 402-403.18

  • neopositivismo y el marxismo concretamente, aunque fuera usual considerarlas filosofas, haban contribuido y seguan contribuyendo declarada y voluntariamente a este resquebrajamiento del concepto de filosofa recibido de la tradicin.

    El existencialismo y la filosofa de Heidegger tambin eran crticos respecto de la tradicin filosfica pero su terminologa, apuntaba irnicamente el autor de Las ideas gnoseolgicas de Heidegger, probaba suficientemente que se trataba ms bien de [] una crtica entre competidores ante un mismo pblico que no se considera transformado.

    Las crticas marxistas y neopositivistas no alimentaban la vieja llama, eran crticas exgenas por as decirlo.

    Importa aqu destacar aqu que, aos antes de todo ello, hubo una breve pero significativa relacin epistolar entre estos dos importantes filsofos hispnicos30.

    La primera de las cartas est fechada el 22 de diciembre de 1958. Manuel Sacristn, en su nombre y en el de su esposa, la hispanista italiana Giulia Adinolfi, agradeca a Josep Ferrater Mora el envo de su Diccionario de Filosofa en los trminos siguientes:

    Estimado amigo:Recib en noviembre su esplndido regalo, y por no decidirme a

    escribirle enseguida agradecindolo, me ha pasado, como suele ocurrir en estos casos, que me pongo a hacerlo cuando el retraso ya da vergenza y est a punto de perecer la dilacin sine die de la empresa.

    La cuarta edicin del Diccionario es verdaderamente impresionante para m, que me haba quedado en la segunda. Pero le ahorro a usted expresiones admirativas que seran seguramente mucho ms plidas que su conciencia del esfuerzo.

    Tanto mi mujer como yo -cada uno en lo que entendemos algo- nos proponemos ayudarle sistemticamente en lo que supongo ser una de sus grandes pesadillas: la persecucin de erratas. He aqu dos con las que he tropezado hasta ahora:

    pg col. lnea dice debe decir 781 3 5

    in die G. in der G.

    1239 3 3 silogismo Friedrich, Friedrich

    Siento tener que escribirle a mano; estoy pasando unos das mal de salud, y me encuentro en cama. No queriendo que terminara el ao sin escribirle, me he decidido a aumentarle la molestia que ya en cualquier caso le habra producido la escasa claridad de mi letra.

    Le saludo muy amistosamente, repitindole mi agradecimiento por su envo y expresndole mis mejores deseos para 1959. Tales son tambin los de mi mujer.

    30 Reserva de la Biblioteca Central de la UB, fondo Sacristn, carpeta Correspondencia. Agradezco al profesor Josep M Terricabras i Nogueras, director de la Ctedra Ferrater Mora de Pensament Contemporani del Departament de Filologia i Filosofia de la Universitat de Girona, haberme facilitado copia de cartas de la correspondencia Sacristn-Ferrater.

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  • Cinco aos despus, el 9 de diciembre de 1963, un ao y medio despus de las oposiciones a la ctedra de lgica de la Universidad de Valencia celebradas en Madrid, Sacristn escriba nuevamente a Ferrater Mora, por un asunto laboral en esta ocasin. El tono de la carta indica fuerte preocupacin, probablemente relacionada con su inestable ubicacin acadmica y por su temor ante futuras represalias que, desgraciadamente, se confirmaran dos aos despus:

    Estimado amigo Ferrater:Hace alguna semanas le mand unas lneas con una pregunta, y

    empiezo ahora a temer que o bien mi carta no le lleg o bien su respuesta se ha perdido31.

    Le preguntaba entonces si sabra usted darme alguna indicacin sobre posibilidad de trabajo, por modesto que fuese al principio, para un recin doctorado en Filosofa por Barcelona32. Con este mismo ruego le vuelvo a importunar ahora. Disclpeme y acepte mi amistoso saludo.

    No se ha encontrado la casi segura respuesta de Ferrater Mora a la peticin de Sacristn.

    En 1965, el polifactico filsofo analtico barcelons, el joven intelectual republicano que tuvo que exiliarse tras la derrota de 1939, visit Barcelona pero, lamentablemente, no pudo coincidir con Sacristn. Este ltimo, el 5 de octubre de ese mismo ao, le escriba disculpndose por no haber podido agradecerle personalmente su generosa valoracin de Introduccin a la lgica y al anlisis formal, y apuntando al mismo tiempo algunos puntos de autocrtica.

    Apreciado amigo Ferrater:Desgraciadamente no volv a Barcelona en fecha an oportuna

    para verle a Ud. Lo siento de verdad, sobre todo por no haber podido agradecerle personalmente su juicio de manga ancha sobre mi manual de lgica (Mi experiencia didctica con l no es, por ahora, demasiado feliz: no me va mal en segundo, pero creo que me he pasado de rosca en cuanto a exigencias puestas a los alumnos de primero, que eran en rigor los que ms me interesaban; y as yo mismo me he visto obligado a seguir usando el Ferrater, por hablar argot de estudiantes, para mi curso general de primero. La experiencia no caer en saco roto, lo cual (me consuelo) prueba que an no estoy demasiado viejo: si hay segunda edicin, arrancar al manual unas cuantas pginas y le quitar toda la pedantera que pueda).

    Espero su compensacin con la satisfaccin del que hace un buen negocio -tal vez el nico buen negocio que pueda hacerse en un curso acadmico que empiezo sacudido, como bastantes otras personas, por muy malos y arrasadores vientos.

    Muy cordialmente, Manuel Sacristn31No he encontrado hasta la fecha copia de la carta a la que Sacristn hace referencia. No es imposible la prdida temida por l mismo.32 Sacristn se doctor en 1959 con una tesis sobre la gnoseologa de Heidegger. En aquellos aos trabajaba como profesor ayudante en la Universidad de Barcelona con sueldo reducido. Completaba sus ingresos con traducciones y colaboraciones editoriales. Entre 1960 (o 1959) y 1962 tradujo veintids libros. Entre ellos, Prismas de Adorno, Fundamentos de la filosofa del Derecho de H. Coing, Los mtodos de la lgica de Quine, La economa como ciencia de Papandreou e Historia del espritu griego de Nestle.

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  • Sacristn no us, pues, slo su manual en el primer curso de Econmicas, donde l mismo haba impartido la asignatura de Fundamentos de Filosofa, sino que se acompa del ensayo de Ferrater y Hugues Leblanc Lgica Matemtica, Mxico, FCE, 1955- para su curso general de primero dadas las dificultades que presentaba ILAF para alumnos de facultades de ciencias sociales sin formacin lgico-matemtica y epistemolgica previas. Ya entonces pens Sacristn revisar algunas secciones de su ensayo, tarea que no lleg a emprender nunca33.

    Los vientos arrasadores a los que Sacristn se refera en su carta se hicieron pronto efectivos: l mismo, junto con un numeroso grupo de profesores, fue expulsado de la Universidad ese mismo curso, va no renovacin de su contrato laboral, suceso que debera sumarse a lo que pudo significar para l, y para su tarea de profundizacin (cientfica y filosfica) en el mbito de la lgica, lo acontecido en las oposiciones a la ctedra de Valencia de 196234.

    Pocas semanas despus, el 1 de noviembre de 1965, Ferrater Mora, desde el departamento de filosofa del Bryn Mawr College, responda a Sacristn ratificndose tarskianamente en su valoracin de ILAF:

    Querido amigo:Gracias por su amable carta. Espero que nos sea dado vernos en

    otra oportunidad.Mi juicio sobre su Introduccin es de manga justa; 'el libro es

    excelente' porque, y slo porque, es excelente. Comprendo que sea un tanto fuerte para los alumnos de primero, y agradezco que a causa de ello haya usted decidido seguir usando mi manualito, pero no veo por qu no podra usarse el mo y partes del suyo, reservando todo el suyo para alumnos ms avanzados.

    Alguien me dijo que estaba usted quejoso de las numerosas erratas. Cuando vea usted la nueva edicin de mi Diccionario [de filosofa] tendr ocasin de comprobar que en todas partes cuecen habas y en algunas partes las cuecen a toneladas. A veces las correcciones de pruebas sirven slo para que se elimine una errata... a base de introducir dos o tres ms. Supongo que no tardar en llegarle dicha obra, aunque yo por ahora he recibido solamente un ejemplar por avin. Los libreros tienen, sin duda, preferencia sobre los amigos del autor y sobre el autor.

    Un abrazo cordial de, Ferrater Mora

    33 Jess Mostern ha recordado que, en sus conversaciones privadas de inicios de los ochenta, Sacristn le haba propuesto una reedicin, revisada por ambos, de ILAF. No llegaron a ponerse nunca en la tarea. Vase: Entrevista con Jess Mostern, en S. Lpez Arnal y Pere de la Fuente (eds), Acerca de Manuel Sacristn, ed cit, pp. 631-668. 34 En una carta de 1959, dirigida a J. C Garca Borrn (Espaa siglo XX . Recuerdos de observador atento. Barcelona, Ediciones del Serbal 2004, pp. 129-130), Sacristn reflexionaba sobre su presencia en estas oposiciones en los trminos siguientes: No pienso que esa ctedra la pueda ganar alguien que viva tan en off-side como vivo yo y creo que hay alguien calificado para ella... Pero si no la ctedra, s que busco con mucho inters dos cosas: primera, terminar con mi falta de presencia en toda oposicin; segunda, hacer unos ejercicios decentes que den armas en Barcelona a los miembros de la seccin que -con la oposicin de otros- querran encargarme la lgica de aqu, que es ctedra no cubierta, ni dotada.[el nfasis es mo].

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  • Mi manualito es expresin de Ferrater Mora que no merece ser pasada por alto.

    Sacristn volvi otra vez sobre la obra de Ferrater Mora aos ms tarde, al preparar una conferencia Sobre la muerte para el Colegio de Mdicos de Barcelona que, finalmente, no lleg a impartir. En una carta de 25 de octubre de 1980 a destinataria para m desconocida35, Sacristn explicaba las razones de la suspensin:

    [] te agradezco mucho tu carta, y lamento no recordar yo mismo las conversaciones que hemos tenido sobre la muerte. Sospecho que no las conocer nunca, porque no tiene que ser fcil reproducirlas despierta, razn por la cual no te considero nada obligada a contrmelas.

    En todo caso, esas conversaciones son una bonita coincidencia, porque desde hace meses leo y pienso principalmente sobre la muerte. Hace un ao, un poco antes de que Giulia se agravara, me compromet a intervenir en un ciclo de conferencias organizado por el Colegio de Mdicos de Barcelona sobre La Vida y la Muerte. Al agravarse Giulia36 me qued sin ninguna gana de dar la conferencia, y la anul pero segu obligado a entregar mi intervencin por escrito. Y as he seguido metido mentalmente en esas reflexiones. Ya ves.

    En el cuaderno El problema de Unamuno37, depositado en Reserva de la BC de la Universidad de Barcelona, pueden verse unas anotaciones de Sacristn sobre El ser y la muerte. Bosquejo de una filosofa integracionista (Nueva edicin revisada y aumentada, Barcelona, Planeta, 1979), un ensayo de Josep Ferrater Mora. Sin fecha, las observaciones probablemente fueran escritas a finales de 1979. El libro de Ferrater Mora fue uno de los materiales consultados y estudiados por Sacristn para preparar su conferencia, programada, como se ha apuntado, por el Colegio de Mdicos de Barcelona. Se muestran a continuacin una seleccin de las anotaciones de Sacristn que, claro est, son notas personales, de estudio, no de publicacin:

    1. JFM: En filosofa hay que repensar las cosas. Pero esto no quiere decir comenzarlo todo de nuevo. (p. 45)MSL: Es la justificacin de su integracionismo. Como principio me parece

    justo.

    2. Define su concepcin como un materialismo de carcter emergentista (p. 70).

    3. JFM: p. 104 (Desde Observar, para terminar [MSL: para terminar el punto 14, Perspectivas filosficas, ltimo del captulo. sobre la muerte biolgica) que la mortalidad del ser orgnico... hasta ...La forma viviente donde estas posibilidades se cumplen mximamente es el ser humano].MSL: Se podra llamar a eso biocentrismo Se apoya en los dos

    consuelos ms clsicos, o los da de s: el vitalista-pantesta (biocentrismo tpico) y el sublimador. l mismo se avergenza, como lo muestran las comillas. A todo eso hay que contraponer materialmente la termodinmica y metodolgicamente la docta ignorantia. Es mucho ms sensato Heidegger.

    35Carpeta Correspondencia, Reserva de la BC de la UB, fondo Sacristn.36Giulia Adinolfi haba fallecido en febrero de 1980, ocho meses antes.37 Vase el anexo de este apartado.

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  • 4. JFM: Hacer la propia vida significativamente las posibles conveniencias e intereses de la especie a las exigencias de la realidad objetiva. Puede que stas acaben por armonizar con las conveniencias e intereses de la especie humana. Al fin y al cabo, conocer la realidad tal cual ha sido el medio ms eficaz que ha ingeniado el hombre para dominar la realidad. (p. 114)MSL: Este fundamento del progresismo es una buena muestra de que

    todo el mundo necesitara un poco de marxismo. Las exigencias a las que se sacrifica la especie pueden ser las de la objetividad de una subjetividad, la de la clase dominante.

    5. JFM: En suma, para cualquier organismo puramente biolgico, O, el hecho de que O muera es siempre ms importante que lo que significa (o pueda significar) para O el morir. En cambio, en los seres humanos la muerte es ya un acontecimiento bsicamente significante; no slo pone fin a su existencia, sino que tambin en gran parte la constituye. (p. 137)MSL: Estpido ponerse como un Dios espectador. Y por qu no ha de

    tener biografa un perro?

    6. JFM: p. 139 [Desde La interioridad de la muerte en la vida humana hace que el morir no sea solamente un lmite.. hasta ...Es otro modo de decir que la muerte entra plenamente en la cuenta de la vida humana]. MSL: Esta vieja idea es bastante odiosa. En el juicio Final individual, tal

    como lo expone Aris38, era ms perdonable.

    7. JFM: No se diga que esta muerte [MSL: la de un combatiente de la guerra civil, el segundo de sus ejemplos] era explicable, porque haba una causa -buena o mala-. por la que el hombre, de grado o por fuerza, haba entregado su vida. Tales causas pueden explicar, y aun solo en parte, la historia, pero escasamente la vida de una persona. (p. 147). MSL: Esta razonable doctrina contradice la chorrada del sentido, que

    invierte neciamente la intuicin de Rilke.

    8. JFM: p. 150 [Desde Por lo dems, que no sea explicable ni justificable la muerte de nadie, que suscite incluso un sentimiento de rebelda... hasta ...el de que al destruir la insignificancia ontolgica de las personas la muerte otorga a sta una hasta entonces no advertida dignidad y hasta una singular nobleza]. MSL: La teorizacin contiene un paralogismo claro, eso de que la muerte

    se da sentido a s misma. Adems, es perversa, porque justifica la habitual conducta antihumana.

    9. JFM: pp. 154-155 [Desde (...) la descripcin del morir de un individuo o de un tipo de individuo es tomada como modelo para la comprensin de la ndole esencial del morir humano hasta ...que se manifiesta en la actitud por lo comn respetuosa ante el cadver]. MSL: Si es pura descripcin, puede pasar. Pero lo del sentido me parece

    que sigue [mal] pensado. Sentido es algo que depende de la intencin, no del redondeo. El sentido que se puede advertir despus es el puesto antes. Y la muerte es la destruccin tambin de ese dar sentido.

    10. JFM: La muerte misma carece de sentido y, sin embargo, otorga sentido a la vida (p. 156).

    38Vase comentario en el anexo.

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  • MSL: La monstruosa chorrada procede de un pensamiento fijista esteticista, que slo puede ver sentido en lo parado, en lo muerto. Cuando lo que razonablemente se puede relacionar con el sentido es la accin.

    11. Para aclarar qu tipo de nueva moda es la de la muerte hay que precisar que no se trata de que en el eufrico perodo anterior no hubiera literatura sobre ella. Ferrater cita incluso un Que sais-je de 1947, Paul Chauchard, La mort. Y en nota escribe que la bibliografa es inmensa. Slo limitndose a trabajos universitarios alemanes entre 1900 y 1955 hay 81 ttulos (p. 151).

    Trabajando esta conferencia sobre la vida y la muerte, al anotar un paso de A. Ernest Becker, El eclipse de la muerte, Mxico, FCE, 1977 (edicin original de 1973), sealaba Sacristn agudamente:

    AEB: Cuando el individuo confunde el amor personal con el herosmo csmico, est destinado a fracasar en ambas esferas (p. 249).MSL: Aparte de que en este asunto ignora cosas como el circolo amoroso

    delluniverso, se olvida sobre todo -y esta es mi principal discrepancia- de que el herosmo lo es de tragedia, no de pica, puesto que acaba en muerte.

    E igualmente:AEB: (...) Muchos antiguos indios norteamericanos se sintieron aliviados cuando los grandes jefes en Ottawa y en Washington tomaron el mando y les impidieron realizar guerras entre las tribus. Esto alivi la constante angustia por la muerte de sus seres amados, si no la de ellos; pero tambin el mismo tiempo supieron con tristeza que este eclipse de sus sistemas heroicos tradicionales equivala a la muerte (p. 283).MSL: Y qu pasa cuando se sabe esto? Me sugiere un nuevo Qu es la

    Ilustracin? siguiendo a Kant. Osa ver desde fuera tu cultura. Por lo dems, me entra ahora la sospecha de que la muerte cultural slo sea muerte para la clase dominante, y an slo para sus cabezas viejas.

    De hecho, en opinin de Sacristn39, el pensamiento hegelo-feuerbachiano era mucho ms rico que el de la versin Ivan Illich del tema. Era, adems, ms explcito en su fundamentacin -la muerte, el espritu-, la manera de referirse al poder opresivo de la medicalizacin era muy buena y, adems, tena una motivacin ms. A todo ello, aada:

    [] habra que oponer (a) que no se trata de luchar contra la muerte, sino por la vida grata, como los griegos; b) que en ese sentido el mdico es higienista, a la griega; c) que la solucin es todos mdicos.

    Tambin aqu, en el mbito de la lucha por una vida grata, la ilustracin ciudadana y la democratizacin efectiva, real, no epidrmica, eran tareas polticas necesarias. Josep Ferrater Mota y Sacristn seguramente coincidiran tambin en que sta era otra de las tareas urgentes de la hora De su hora y, acaso, de una hora, la nuestra, no muy distante.

    39 Sobre D. Marx, Rheinische Zeitung n 132, 12.5.1842, p. 59; en Reserva de la BC de la UB, fondo Sacristn.

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  • ANEXO: SOBRE LA MUERTE.

    De la carpeta El problema de Unamuno depositada en Reserva de la BC de la UB, estas notas de Sacristn en forma de esquema, material del que iba a extraer el guin de la conferencia que iba a impartir en el Colegio de Mdicos de Barcelona. Las anotaciones estn fechadas el 20 de marzo de 1980, un mes despus del fallecimiento de Giulia Adinolfi. Salvo error por mi parte, Sacristn no slo no lleg a dictar la conferencia sino que tampoco la redact.

    1. La reflexin de esta maana acababa o desembocaba en que hay que admitir un decisionismo racional o racionalizado. Esto implica discusin de las nociones psicoanalticas de racionalizacin y sublimacin.

    1.1. Aqu hay que recoger a Muguerza y Mostern sobre racionalidad [1]. 2. Adems, la decisin socialista exige el choque con la nietzscheana, la

    nazi y, tal vez, la de los nuevos eugenistas. Esto acarrea el problema de la sociobiologa [2], y el de la biologa misma (la base de la base).

    3. No recuerdo bien cul haba sido mi camino esta maana en esta reflexin.

    3.1. Evidentemente haba partido de cmo tomar el asunto de la conferencia de los mdicos.

    3.1.1. Pedir a Acarn [Nolasc] resmenes y grabaciones.4. El punto de partida ms natural parece el unamuniano, la pregunta de

    Unamuno, porque es un thaumzein literalmente.4.1. Ese punto de partida debe ir precedido de modesto prologuillo.4.2. Ese prologuillo implica la metafsica.4.3. Que habr que abreviar con citas clsicas.4.3.1. Estas son de dos tipos, y probablemente entran en momentos

    distintos de la conferencia:4.3.1.1. Epimelea, thantou.4.3.1.2. eupsyke, tekion, oudes athnatos. 5. En todo caso, tiene que salirme un socialismo trgico y sensato.5.1. Que, por un lado, no niegue la muerte.5.2. Y, por otro, sepa contestar ya lo sabemos a los reaccionarios.5.3. Muy particularmente a los reaccionarios de moda.5.3.1. Aunque tambin sub specie Unamuno.6. La fundamentacin de la alegra ha de ser sobre base biolgica, todo

    lo sublimada que se quiera.6.1. La teora de los sentidos7. Insistencia en el marco biolgico de todo. La muerte [3] es biologa, o

    bioqumica.7.1. Crtica de A. Schmidt.8. Esta alegra implica resignacin? Probablemente toda alegra implica

    resignacin o furor olvidadizo.9. El asunto del ciclo es de los caractersticos para docta ignorancia.9.1. Con mencin de lo que se sabe.9.1.1. Y los desastres prcticos (respiracin asistida, reaccin sana de los

    mdicos)9.1.2. No insistir, por no hacer contramoda ideolgica.10. Cmo hacer la crtica de la ideologa? Me gustara no hacerla segn

    el viejo esquema joven-marxiano (que yo reproduje de joven) de Vermengung beider. Me gustara separarla de la de la cosa. Pero tal vez punto por punto.

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  • Aunque con un punto ms amplio precisamente aqu, a propsito de lo que se sabe.

    11. La longitud, el desarrollo, depende del detalle del proyecto. Seguramente la mejor medida es una gran limitacin gramsciano-ecologista, o sea, tico-ecologista, con remisin de mucho a los especialistas.

    12. Pero adems puede haber tctica. Principio de la secta.12.1. Pero problema del estado y de las tareas planetarias.

    Notas:[1] Sacristn escribi una resea sobre el ensayo de J. Mostern, Racionalidad y accin humana, que apareci en Mundo Cientfico 1981; 1: 106-107 (ahora en M. Sacristn, Lecturas de filosofa moderna y contempornea. Madrid, Trotta, 2007, edicin de Albert Domingo Curto). En ella sealaba: (...) No es fcil apuntar con brevedad las varias discusiones que sugiere este libro riguroso y estimulante. Tal vez algunos lectores queden poco convencidos por el optimismo gnoseolgico que inspira al autor. Ese optimismo tiene varias manifestaciones: hace que el autor pase por alto la funcin de la valoracin en las creencias (aunque, como es natural, considera el papel de la voluntad en la racionalidad prctica), tambin le conduce a cierto absolutismo respecto de los fines ltimos de la accin, pese a reconocer explcitamente el momento de gratuidad que hay en ellos (p. 31): pues una condicin de la conducta racional consiste, en la asuncin de los propios intereses en el sistema de fines; es decir, el bienestar propio ha de ser uno de nuestros fines ltimos (p. 53). Por razonable que sea, esa condicin implica que ciertos fines ltimos son fuente de racionalidad, lo que equivale a decir a la moderna lo que los antiguos expresaban diciendo que hay ciertos fines que son intrnseca, absolutamente buenos. No es cosa de afirmar sin ms que esta posicin sea inevitablemente inconsistente con la afirmacin de la gratuidad de los fines ltimos, pero sin duda habra habido que construir explcitamente su consistencia, o declarar que es una posicin separada del anlisis por un hiato decisional (...) Hay en el libro de Mostern una expresin de optimismo racionalista que a algunos lectores puede parecer un poco pattica. En medio del presente renacimiento de tradiciones, filosofas y actitudes irracionalistas (probablemente relacionados con la extensa crisis econmica y cultural a la que tambin alude el autor), la introduccin al volumen empieza as: Las palabras racional y racionalidad gozan actualmente de buena salud y se usan ms (y en tono ms positivo) que nunca (p. 11). Eso parece ser ms un deseo que una observacin. Sin embargo, este libro de Jess Mostern puede contribuir a que ese deseo se acerque a la realidad.

    2) De una de las carpetas de resmenes depositadas en Reserva, estas notas de Sacristn sobre el prlogo de Luciano Gallino (Oltre il gene egosta) a la edicin italiana de Kenneth E. Boulding y otros, Sociobiologa e natura umana. Una discussione interdisciplinare. Con un saggio introduttivo. Torino, Einaudi, 1980, a partir de Sociobiology and Human Nature, Jossey-Bass Inc, Publishers 1978.1. Dos lagunas evidentes caracterizan el conjunto de la literatura sociobiolgica: la falta de toda discusin mnimamente profunda de la relacin gene-comportamiento, particularmente llamativa por el lugar esencial que esa relacin ocupa en el modelo sociobiolgico, y la nula atencin prestada hasta ahora a las crticas formuladas desde varios sectores a la teora sinttica o neodarwiniana de la evolucin y a las modificaciones introducidas por esas crticas (p. XIX)MSL: Aparte de motivos ideolgicos evidentes, en la sordera crtica de los sociobilogos puede actuar tambin la euforia de una investigacin reciente.2. p. XL. MSL: Muy importante para la cuestin de la abstraccin bsica, sobre todo si se tiene en cuenta que el autor va a proponer una alternativa sistmica a la comprensin puramente geneticista. En cuanto a la sustancia, la tradicin dialctica haba conseguido una visin ms articulada del problema.

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  • 3. pp. XLII-XLIII MSL: En las transposiciones sociolgicas esto suministrara una fundamentacin biolgica a los nacionalismos y las xenofobias.4. p. XLIV-XLV. MSL: Como lo muestra el final, la resonancia poltica de estas observaciones es, en casi todos los autores, la valoracin de estas instancias irracionales y la declaracin de quiebra del universalismo religioso y el internacionalismo poltico. Pero la verdad es que no se ve porqu el universalismo y el internacionalismo no podran ser adquisiciones de nueva identidad. Seguramente hay mucha ms distancia evolutiva entre la vieja identidad filogentica y la primera identidad asociativa o de neocrtex que la que pueda haber entre dos de stas, como son la religiosidad tribal y la universal, el nacionalismo y el internacionalismo, la identidad particular y la especfica.

    [3] Una seleccin de las observaciones de Sacristn sobre la obra de Philippe Aris, Studien zur Geschichte des Todes im Abendland [Estudios sobre la historia de la muerte en Occidente], Mnchen, Hanser Verlag, 1976, podra tomar la forma siguiente:Prlogo. 1. MSL: Explica por qu la primera parte del libro es el conjunto de conclusiones.2. MSL: Que su tardanza en terminar la investigacin se debe tambin al carcter metafsico de la muerte (p. 10).3. p. 15. MSL: Justifica que s que lo reproduce y habla a este respecto de una dialctica de lo cercano y lo separado (del arte, se entiende) respecto de lo comn, que es lo que hace que perviva, a diferencia de lo no cercano y no separado. Es notable cmo documenta mi tesis sobre dialctica y arte (mismo objetivo).

    II. Parte primera: las actitudes respecto de la muerte.0. MSL: El libro est concluido (con textos de varias pocas) el 2 de marzo de 1975.1. MSL: Sobre mtodo de Aris, es decir, su concepcin histrica (pgina 31). El no-marxismo de Aris no es todava antimarxismo, aunque s sensata oposicin a la sustitucin de esquemas propia del vulgarismo.2. PA: Ese libro, el liber vitae, se entendi quizs al principio como tremendo cuadro del universo, como libro csmico. Pero hacia finales de la Edad Media se ha convertido en registro de la conducta individual (p.33). MSL: De modo que Aris ve eso mismo.3. p. 31. MSL: Hay que ver el original francs, porque aqu, al pie de la letra, es un paralogismo: obrar slo por milagro es el colmo de la separacin. Pero quiz quiere decir que la mayor intimidad ha resultado un mal. Eso es, en mi opinin, una parte de lo que habra que decir. Aqu se puede y se tiene que aplicar un modo dialctico de pensar, el cual, por otra parte no descubre nada muy nuevo, sino -como los de la teora general de sistemas- el atraso de lo humano -de lo sociopoltico- respecto de lo cosmolgico en el conocimiento y en la capacidad.4. pp. 39-40. MSL: Este paso es un buen ejemplo de lo bien que ve y lo mal que construye. Literalmente, est implicando que la autoconsciencia profunda implica escisin respecto de la naturaleza (aferrarse antinatural). De qu naturaleza hablamos, de la naturaleza o de la del hombre? Hay est el centro de la confusin lgica del autor. El hombre lo considera naturalsimo. Hasta los escolsticos han entendido que el ente quiere perdurar en su ser. Entonces, o bien el hombre no es un ente (Monod ya lo dice, y no slo l: supongo que se ha dicho muchas veces, y cientficamente desde Karl Ernst von Baer), o bien es natural que tienda a persistir en su ser. Y tambin es innatural, segn queda dicho. Valdr la pena trabajar esa contradiccin.5. p. 42 MSL: Dicho lo cual se cita a s mismo y por tres veces, mientras que no menciona a Rilke. Aqu termina el captulo diacrnico. Ahora vienen los dos dedicados al presente.

    III. La muerte del otro.

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  • 1. MSL: El mtodo de Aris construye tipos ideales que igual que los modos de produccin se solapan en el tiempo y en el espacio. Lo que sugiere que los tipos ideales no andan tan lejos de los modelos. Se refiere luego a que se empieza a desear la muerte joven. Pero a mi me parece que ste es un locus viejo. Claro que el autor dira que no es viejo, sino antiguo, precristiano (pp. 45-46).2. PA: El culto de los muertos es hoy una de las formas y actitudes expresivas del patriotismo. Por eso en Francia la victoria de la primera guerra mundial se entiende como celebracin y conmemoracin de los soldados cados en guerra (p.53)MSL: Es verdad al pie de la letra. Pero es parcial. Hay tambin un patriotismo humano especfico, cuando desaparece la fe. Y para que ste repugne, hay que practicar la necia coherencia literaria de Rafael [Snchez Ferlosio], Agustn [Garca Calvo], Savater, y ponerse a negar el YO, la especie, etc. (Donde dice coherencia se puede decir soberbia).

    IV. La muerte prohibida1. p. 65. MSL: Antes de que lo financiaran y mimaran en USA (Lhomme devant la mort) el maurrassiano saba hacer anticapitalismo. Nada de esto queda en el libro gordo.

    V. Segunda parte: jalones 1966-1975.1. PA: Sera precipitado suponer que en una sociedad caracterizada por la felicidad y el bienestar no queda sitio para el sufrimiento, la amargura y la muerte. Eso sera confundir causa y efecto. (p. 163).MSL: No sera confundir causa y efecto, porque ni la muerte es la causa del mal social ni el mal social causa de la muerte. Lo que sera es una metbasis hacia otro gnero. Si se lo rebaja un poco, el principio poltico de Kant es correcto.2. PA: La muerte era en otro tiempo una tragedia -a menudo cmica- en la que se representaba el papel del que ha de morir. La muerte se ha convertido hoy en una comedia -siempre dramtica- en la que se representa el papel del que no sabe que va a morir. (p. 165).MSL: Esto ltimo no recoge exactamente la experiencia de muchos mdicos acerca de la verdadera represin de la consciencia de la muerte en enfermos terminales.

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  • II. MARXISTAS CON COMPETENCIAS LGICAS. TRES CARTAS DE LUDOVICO GEYMONAT A MANUEL

    SACRISTN EN TORNO A UN SEMINARIO DE LGICA COMBINATORIA

    Ludovico Geymonat (Turn, 1905-Miln, 1991) fue uno de los filsofos italianos y europeos ms importantes del pasado siglo. Abonado por las tradiciones kantiana, neopositivista y marxista, Geymonat fue profesor de filosofa de la ciencia en la Universidad de Miln y escribi diversos ensayos epistemolgicos y polticos entre los que cabe destacar Studi per un nuovo razionalismo (1945), Saggi di filosofia neorazionalisticia (1953), Filosofia e filosofia della scienza (1960), Galileo Galilei (1968), Ciencia y realismo (1980) y La libertad. Algunos de estos libros han sido traducidos al castellano y a otras lenguas hispnicas. El ltimo, por ejemplo, fue publicado por Crtica en 1991 y su Galileo Galilei, editado por Pennsula, fue durante largos aos un clsico muy reconocido para aproximarse a la figura y la obra del gran cientfico y filsofo renacentista.

    Hubo ms de un punto de contacto entre el marxista italiano y Manuel Sacristn. Ambos jugaron un papel decisivo en la introduccin de la filosofa de la ciencia y estudios afines en sus pases respectivos; ambos fueron competentes en grado sumo en el mbito de las ciencias formales; ambos militaron en los partidos comunistas de sus respectivos pases; ambos defendieron un marxismo alejado de liturgias epistmicamente perezosas al tiempo que amigo de saberes cientficos naturales y sociales y, finalmente, ambos defendieron un concepto de dialctica alejado, muy alejado, de las interpretaciones al uso de este programa de investigacin y estilo de pensamiento de tradicin hegeliano-marxista40.

    Hubo adems una relacin directa entre ambos que tiene como trasfondo la lgica combinatoria. Esta sera su historia:

    Sacristn tradujo Filosofa y filosofa de la ciencia de Geymonat para la Editorial Labor en 1966. El original italiano era de 1960. Este ensayo introductorio muy de aquellos aos tuvo cuatro ediciones hasta 1972. En la solapa interior de la edicin castellana se apuntaba:

    La filosofa de la ciencia es una de las disciplinas que han suscitado ltimamente mayor inters en los pases adelantados y en torno a la cual se han entablado vivas discusiones. Se trata, en efecto, de una de las facetas del pensamiento que ms directamente entroncan con el vertiginoso desarrollo cientfico y tcnico al que estamos asistiendo y con los nuevos problemas que esta evolucin plantea a la sociedad humana.

    El autor del libro, el profesor Ludovico Geymonat, aborda temas candentes, tales como el problema de la unidad del saber, el concepto de progreso cientfico y la relacin entre teora y experiencia, por citar los ms esenciales, con la mayor agudeza, proyectndoles la luz de su humanismo filosfico. Esta obra viene a su tiempo.

    Sus lectores sabrn apreciar la claridad y el rigor con que enfoca las importantes cuestiones en ella planteadas.

    40Ciencia y realismo no fue, ciertamente, la mejor aproximacin de Geymonat a la categora.

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  • No es imposible que el texto, esta breve nota, fuera escrito o sugerido por el propio traductor de la obra.

    Aos ms tarde, en 1975, en la coleccin Hiptesis de Grijalbo que Sacristn codiriga con Francisco Fernndez Buey, se edit Ciencia y materialismo, con traduccin del filsofo y cineasta Mariano Lisa.

    El volumen, el undcimo de los editados, haba sido publicado en 1972 por Critica marxista. Contena tres trabajos filosficos de orientacin materialista41. De Giulio Giorello, Silvano Tagliagambe y un tercero del propio Geymonat que se centraba en las diferencias y similitudes entre la metodologa neopositivista y el materialismo dialctico42.

    Francisco Fernndez Buey escribi una breve semblanza de Geymonat para la ocasin

    Ludovico Geymonat, doctor en filosofa (1930) y en matemticas (1932) es uno de los iniciadores de los estudios de filosofa de la ciencia en Italia y autor de varios libros sobre el tema. El lector en lengua castellana conoce ya sus obras Filosofa y filosofa de la ciencia (traduccin de Manuel Sacristn, Barcelona, 1966) y Galileo Galilei (traduccin de J. R. Capella43, Barcelona, 1969). Durante los ltimos aos Geymonat ha dirigido una importante Storia del pensiero filosofico e cientfico (Miln, 1972) en la que han colaborado tambin G. Giorello y S. Tagliagambe.

    El artculo de Geymonat que abre el presente volumen replantea la discutida y no por ello menos actual- cuestin de las relaciones entre metodologa neopositivista y materialismo dialctico con una matizada ptica cuya caracterstica es la recuperacin crtica de los trabajos leninianos sobre materialismo y empiriocriticismo, sin despreciar

    41En 1967, Sacristn escribi para la edicin castellana de la Enciclopedia Larousse, las voces Marx, Lgica formal y Materialismo (esta ltima reimpresa en Papeles de filosofa, ed cit, pp. 294-301). Sacristn se aproximaba a esta ltima nocin en los siguientes trminos: Trmino tcnico filosfico y a la vez de uso comn y frecuente en el lenguaje cotidiano, materialismo es una de las voces ms equvocas del discurso de los filsofos... Pero la confusin ms importante en el uso del trmino materialismo est determinado por las conexiones objetivas que pueden admitirse entre dos sentidos filosficos fundamentales de la palabra: un sentido ontolgico y otro epistemolgico... Segn la primera de esas dos contraposiciones, el uso ms corriente de materialismo es epistemolgico: materialismo es en este caso la tesis, o el conjunto de tesis, segn el cual el conocimiento es conocimiento de un ser externo a cualquier consciencia e independiente de ella. De la naturaleza de ese ser no se dice por de pronto nada concreto, y es plausible que la tesis materialista as entendida no necesite comprometerse en una afirmacin filosfica acerca de la naturaleza del ser real o material... Si se atiende, en cambio, a la segunda contraposicin, materialismo es la tesis o el conjunto de tesis segn el cual todo el ser material es bsica y genticamente de la naturaleza del estudiado por la fsica... En cualquier caso, la distincin entre un sentido epistemolgico y otro ontolgico de materialismo no anula el parentesco entre ambos: parece coherente con la tesis de que el ser conocido es independiente de la consciencia (materialismo epistemolgico) la tesis de que el ser real no es todo l, de la naturaleza de la consciencia, ni lo es bsica y genticamente (materialismo ontolgico)...42La expresin apenas fue usada por Sacristn. Sobre esta compleja y polisemntica categora, vase Manuel Sacristn, Sobre dialctica. Barcelona, El Viejo Topo, 2009. 43 Juan-Ramn Capella, amigo y discpulo de Sacristn. Autor, entre otras numerosas obras, de La prctica de Manuel Sacristn. Una biografa poltica. Trotta, Madrid, 2005.

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  • determinadas innovaciones de algunos autores fustigados por Lenin (por ejemplo, Mach)

    Los volmenes de la coleccin mostraban en la contraportada tres citas sobre la nocin de hiptesis extradas de un volumen que haba preparado Sacristn sobre la categra y que no lleg finalmente a editarse. Dos ejemplos de ellas: Newton: Yo no fantaseo hiptesis; Engels: La peor hiptesis es mejor que la falta de hiptesis. La tercera, la de Goethe, cuya obra en prosa, traducida al castellano por Jos M Valverde, fue presentada por Sacristn, La veracidad de Goethe, sigue siendo de cita obligada:

    Curiossima exigencia sta, presentada, sin duda, alguna vez, pero incumplida siempre, incluso por los que la esgrimen; que hay que exponer las experiencias sin conexin terica alguna, dejando que el lector, el discpulo, se formen a su arbitrio la conviccin que les plazca. Todo mirar se convierte naturalmente en un considerar, todo considerar en un meditar, todo meditar en un entrelazar; y as puede decirse que ya en la simple mirada atenta que lanzamos al mundo estamos teorizando.

    Pero fue unos diez aos antes cuando se produjo la comunicacin

    epistolar entre Geymonat y Sacristn a propsito de una actividad acadmica relacionada con la lgica combinatoria.

    En Introduccin a la lgica y al anlisis formal44 slo hay una referencia al autor esencial de esta tradicin lgica, H. B Curry: Es a propsito de la presentacin de los lenguajes formalizados y los clculos formales: apartado 18: Lenguajes bien hechos. Es el siguiente paso:

    Puede observarse que la introduccin de la idea de clculo en lgica hace que sta rebase el enfoque lingstico. Un clculo, como se ha dicho, no es un lenguaje pues sus formaciones no significan directamente. Un clculo slo es un lenguaje en cuanto est interpretado, atribuyndose significaciones. Cuando no lo