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Dirección General de Divulgación de la Ciencia UNAM • Número Los años preciosos Quiero decir a todos ustedes que mi a- gradecimiento hacia la Universidad Na- cional Autónoma de México, que me ha acogido durante estos últimos 35 años de mi vida, es tan grande como mi alegría y la emoción que siento en estos instantes al dirigirme a ustedes para expresarlo. Agradecimiento porque la UNAM, durante esos 35 años, no sólo me ha brindado grandes oportunidades, si- no que ahora y para colmo me hace el honor de otorgarme este maravi- lloso Premio Universidad Nacional, que recibo, seguramente al igual que mis compañeros pre- miados lo han recibi- do el día de hoy, con una bella mezcla de profundos sentimien- tos que no podría enu- merar... Ingresé al Palacio de Minería hace casi 62 años para cursar la ca- rrera de Ingeniería Me- cánica Y Eléctrica, y en lugar de hacer la carre- ra en cinco años, la hi- octubre – diciembre 2005 1 El 7 de noviembre del año pasado, el ingeniero José de la Herrán, uno de los pilares y decano de la divulgación científica y técnica en México, recibió el Premio Universidad Nacional en el área de creación artística y extensión de la cultura. Ahí leyó, a nombre de todos los premiados, el discurso que a continuación reproducimos. Posteriormente, los días 8 y 9 de diciembre, se realizó en su honor en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM el simposio "Ciencia, Técnica y Divulgación". El muégano divulgador se congratula y celebra presentando en esta edición algunos de los textos leídos en este evento. José de la Herrán ce en 10... Y lo digo sin pena y hasta con gusto, porque así, por 10 años, a la vez que trabajaba, tuve la oportunidad de convivir con varias generaciones de estu- diantes en las que hice excelentes amigos y además tuve el privilegio de aprovechar las enseñanzas de grandes profesores como el maestro Rivero Borrell, el maes- tro Castelazo, el maestro Mascott, el ma- estro Avilés, el maestro Vallejo Márquez, el maestro Don Aurelio Torres H., aún ac- tivo en la facultad y cuya materia, que era estática, la pasé a título de suficiencia, como tantas otras, porque pocas veces, de- bido a mi trabajo, alcanzaba las asisten- cias necesarias para el examen ordinario. Pero no solamente eran sus enseñan- zas; era también la amistad que tuve el honor de recibir de ellos, sus consejos, producto de su experiencia en el trabajo y en la vida; y ya fuera de lo académico, la alegría de poder, de vez en cuando, pasar con ellos horas inolvidables... Siempre recordaré con admiración y cariño al maestro Rodrigo Castelazo to- cando al piano el Vals Capricho, de Ri- cardo Castro, en su casa. O al maestro Rivero Borrel con su pasión por aquellos relojes de bolsillo marca Illinois, ajusta- dos en 7 posiciones, y capaces de soste- nerse dentro de 4 o 5 segundos a la semana, precisión extraordinaria para re- lojes mecánicos... estoy hablando de los años 50. Terminada la carrera, y por unos 20 años, me alejé de la UNAM, esta maravi-

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Dirección General de Divulgación de la Ciencia� UNAM • Número ��

Los años preciosos

Quiero decir a todos ustedes que mi a-gradecimiento hacia la Universidad Na-cional Autónoma de México, que me haacogido durante estos últimos 35 años demi vida, es tan grande como mi alegría y

la emoción que siento en estos instantesal dirigirme a ustedes para expresarlo.

Agradecimiento porque la UNAM,durante esos 35 años, no sólo me habrindado grandes oportunidades, si-no que ahora y para colmo me haceel honor de otorgarme este maravi-lloso Premio Universidad Nacional,

que recibo, seguramente al igualque mis compañeros pre-

miados lo han recibi-do el día de hoy, conuna bella mezcla deprofundos sentimien-tos que no podría enu-merar...

Ingresé al Palacio deMinería hace casi 62años para cursar la ca-rrera de Ingeniería Me-cánica Y Eléctrica, y enlugar de hacer la carre-ra en cinco años, la hi-

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El 7 de noviembre del año pasado, el ingeniero José de la Herrán, uno de los pilares y decanode la divulgación científica y técnica en México, recibió el Premio Universidad Nacional en elárea de creación artística y extensión de la cultura. Ahí leyó, a nombre de todos los premiados,el discurso que a continuación reproducimos. Posteriormente, los días 8 y 9 de diciembre,se realizó en su honor en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM elsimposio "Ciencia, Técnica y Divulgación". El muégano divulgador se congratula y celebrapresentando en esta edición algunos de los textos leídos en este evento.

José de la Herrán

ce en 10... Y lo digo sin pena y hasta congusto, porque así, por 10 años, a la vezque trabajaba, tuve la oportunidad deconvivir con varias generaciones de estu-diantes en las que hice excelentes amigosy además tuve el privilegio de aprovecharlas enseñanzas de grandes profesorescomo el maestro Rivero Borrell, el maes-tro Castelazo, el maestro Mascott, el ma-estro Avilés, el maestro Vallejo Márquez,el maestro Don Aurelio Torres H., aún ac-tivo en la facultad y cuya materia, que eraestática, la pasé a título de suficiencia,como tantas otras, porque pocas veces, de-bido a mi trabajo, alcanzaba las asisten-cias necesarias para el examen ordinario.

Pero no solamente eran sus enseñan-zas; era también la amistad que tuve elhonor de recibir de ellos, sus consejos,producto de su experiencia en el trabajoy en la vida; y ya fuera de lo académico,la alegría de poder, de vez en cuando,pasar con ellos horas inolvidables...

Siempre recordaré con admiración ycariño al maestro Rodrigo Castelazo to-cando al piano el Vals Capricho, de Ri-cardo Castro, en su casa. O al maestroRivero Borrel con su pasión por aquellosrelojes de bolsillo marca Illinois, ajusta-dos en 7 posiciones, y capaces de soste-nerse dentro de 4 o 5 segundos a lasemana, precisión extraordinaria para re-lojes mecánicos... estoy hablando de losaños 50.

Terminada la carrera, y por unos 20años, me alejé de la UNAM, esta maravi-

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José Antonio Ruiz de la Herrán Villa-gómez es ingeniero, astrónomo y divul-gador de la ciencia y la tecnología. Esmiembro fundador de la Sociedad Mexi-cana para la Divulgación de la Ciencia yla Técnica (SOMEDICYT) y trabaja en laDGDC-UNAM.Comentarios: delaruiz@servidor�unam�mxComentarios: delaruiz@servidor�unam�mxComentarios: delaruiz@servidor�unam�mxComentarios: delaruiz@servidor�unam�mxComentarios: delaruiz@servidor�unam�mx

llosa universidad querepresenta para mí la institu-ción más seria y confiable del país, porsólida, por estable, por dedicada y por in-teligente, hasta que, trabajando en la em-presa Campos Hermanos en la fabricaciónde aceros aleados, surgió la oportunidadde entrar en contacto con el Instituto deAstronomía, en relación con el nuevo ob-servatorio astronómico que se pensabaconstruir en la serranía de San Pedro Már-tir, Baja California.

Para mí, que había construido como afi-cionado y con mi padre telescopios debuen tamaño, poder colaborar con el ins-tituto me pareció maravilloso, y más ma-ravilloso aún fue el que, con la venia delrector Guillermo Soberón, el doctor Ar-cadio Poveda, director del instituto, meencomendase el diseño y construcción deltelescopio principal del nuevo observa-torio; por ello no dudé en dejar CamposHermanos y venir a la UNAM; aunque con

menores emolumentos, con la seguridadde grandes satisfacciones futuras. Una de

ellas fue que la UNAM haya confiado enmí para aquel proyecto, que ahora esuna realidad. No podré agradecerlosuficientemente en lo que me queda

de vida.Diez preciosos años en el Instituto de

Astronomía, diez preciosos años en elCentro de Instrumentos, donde bajo ladirección del maestro Héctor Domín-guez, entre otros logros, pudimos iniciarel primer laboratorio de metrología di-mensional... Y después, como para re-galo de mis esperanzas, la oportunidadde participar en la erección del Museode las Ciencias Universum, gracias alrector José Sarukhan y al doctor JorgeFlores: un museo como el que yo so-ñaba desde niño. Un museo quemillones de jóvenes mexicanos nohabían podido visitar simplemen-te porque no existía. Un museoque vino a convertir en realidadaquel soñado deseo, que, de he-cho, fue creciendo con mi edad.

Y digo esto porque tuve la for-tuna, en un viaje al extranjerocon mi padre, de visitar a los 11años un gran museo de ciencias,visita que aunque solamenteduró un día, cambió mi vidapara siempre; visita que mástarde me hizo pensar en quelo mismo sucedería a millonesde niños y jóvenes en Méxicoque pudieran gozar de una ex-periencia como aquella. Estaba se-guro de que, como a mí, una sola visitaa un museo de ciencias cambiaría susvidas....

También estoy seguro de que todos losque hoy recibimos estos premios y re-conocimientos, lo hacemos con un tri-ple agradecimiento: agradecimiento porsentir que nuestro trabajo ha sido juz-gado como útil; agradecimiento tambiénporque la UNAM nos ha brindado la opor-tunidad de realizarlo, y agradecimientoporque el sabernos premiados nos lle-na de alegría, y la propia alegría de sa-berlo nos invita a trabajar con más

empeño y así seguir siendo útiles a nues-tra querida alma mater y a nuestra na-ción, a las que vamos a dedicar aúnmuchas más horas-amor.

Por mi parte, gracias una vez más porhaberme honrado con la oportunidad dedirigirme a ustedes mediante este senci-llo pero muy sincero discurso. De verdad,señores y señoras... ¡muchas gracias!

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comentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mxcomentarios: sregules@universum�unam�mx

por Sergio de Régules

Cuando entré a trabajar en la DGDC creía quela divulgación de la ciencia era una especiede cruzada en la que todos los participantesdebíamos luchar juntos. Pensaba que una la-bor tan importante, y al mismo tiempo tan pocoapreciada, exigía que quienes nos dedicamosa ella fuéramos colaboradores, sin importar sitrabajamos en Universum o en Papalote Mu-seo del Niño, en la UNAM o en la UniversidadNicolaita de Michoacán, en el DF o enGuadalajara. Me imaginaba que era fundamen-tal cooperar.

Je, je. ¡Qué tonto!Y si ustedes pensaban lo mismo, je, je, ¡qué

tontos! también.Hoy soy más viejo y por lo tanto (quién lo

dudaría) más sabio. Más aún, hoy me he em-papado en las edificantes costumbres de mientorno –sobre todo gracias a la contiendaelectoral– y he constatado la profunda verdady belleza de lo que un autor francés remilga-do y llorón llama el «cinismo ambiente de unasociedad de perros», pero que yo llamaré la«sagacidad postingenua de una comunidad deiluminados». En efecto, la cooperación es unacursilería sentimental propia de otro tiempo.En esta época postmoderna, postindustrial,posthistórica y postcivilizada lo chic no es lacooperación –y ni siquiera el desacuerdo cor-tés y la competencia leal, esas ñoñerías– sinola reyerta encarnizada y chachalaquera.

Sobrevivir, para muchos de nosotros, quieredecir llenar anualmente un informe de activi-dades. Pero no sólo llenarlo, sino atiborrarlo.Con lo que se pueda. Con lo que sea. Lo impor-tante no es que las actividades sean buenas, quétontería, sino que sean muchas.

El reciclaje en esta época es una virtud. Québueno, porque podemos aprovecharlo para fin-gir productividad. Si tienes que escribir un ar-tículo, no lo escribas, sácalo de tus archivos. Sitienes que hacer una exposición, no la hagas,sácala de tu bodega. El divulgador sagaz ypostingenuo sabe que las cosas hay que hacer-las rápido, no bien. Al que se retrasa por insistiren la calidad, le comen el mandado los otrosdivulgadores sagaces y postingenuos.

Porque, en efecto, los hay. Y esos otrosdivulgadores sagaces y postingenuos no se pri-varán de hacernos a nosotros lo mismo que no-sotros les hacemos a ellos, los muy cochinos.Esos otros salvajes recurrirán a las más suciasestratagemas, como criticarnos o escribir artí-culos satíricos en este mismísimo boletín (aun-que dudo que el editor lo permita). Paraneutralizarlos es imperativo rechazar sus críti-cas con la violencia que sea necesaria. Échen-les a la cara las frases «cómo te atreves», «tú noeres nadie para» y desde luego «chachalaca».Si la crítica se mantiene pese a este inteligenterazonamiento, entonces échenle la culpa al ve-cino y así matan dos pájaros –o a dos colegas–de un tiro.

Por cierto, «colegas» ¡mis polainas! Es más,no sé por qué estoy yo aquí, de menso, dándo-les consejos para aumentar su productividad.Rásquense con sus propias garras y que gane elmás sagaz y postingenuo.

O sea, yo.

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sus pasiones. Al salir de la escuela por latarde, tomaba el tranvía que lo llevaba alMonumento de la Revolución, de dondese dirigía a la pista que estaba en la callede José María Iglesias, donde patinaba delas 6 a las 8 de la tarde. Se encontrabacon su papá y juntos iban a cenar al CaféColón, muy cerca de ahí, para luego re-gresar a la pista y seguir patinando hastalas 11 de la noche.

Su interés por las estrellas y los telesco-pios surge a partir de una tarea de su pa-dre, quién periódicamente revisaba por lasnoches el ajuste de la antena de la XEW.Frente a ese cielo repleto de estrellas, elniño José empezó a conocer e interesarsepor la bóveda celeste. Su padre era unhombre estudioso y dedicado, y cuandosurgía una pregunta de José para la cualno conocía la respuesta, le decía: «Mira,vamos a hablar de eso mañana». De in-mediato el señor de la Herrán buscabadónde informarse y de esa forma respon-día cabalmente a su hijo. Así, el niño Joséempezó a familiarizarse con las estrellasy construyó, con la ayuda de su papá, suprimer telescopio a los 12 años edad.

Cuando ingresó a la preparatoria ob-tuvo su licencia como radiotelefonista detercera y fue contratado como ayudantede operador en el turno nocturno en laXEW. Mientras monitoreaba la estación deradio, leía sus libros, sus notas de la es-cuela y hacía la tarea.

La segunda guerra mundial acarreó unaépoca complicada para la radiodifusión.Escaseaban las partes de repuesto y elpapá de José pensó que había llegado elmomento de construir transmisores deradio en México. José en ese tiempo pasóa ser radiotelefonista de primera y jefede operadores. De aquí surgió su inicia-tiva de crear un taller a fin de darle man-tenimiento y construir algunas partes delas radiodifusoras. Cuando José contabaapenas con 18 o 19 años colaboró en laconstrucción del equipo de la estación

Héctor Domínguez A.

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Elaborar una semblanza de un hombrecomo José de la Herrán es una tarea densaen personajes, situaciones, anécdotas ysorpresas. No queda más que disfrutaresta versión abreviada de lo que escribióel autor de este texto.

Hay personas y situaciones que influyenen forma determinante en nuestra forma-ción, nuestro desarrollo, nuestra persona-lidad y nuestros intereses. José de laHerrán tuvo a lo largo de su vida la pre-sencia de su padre, don José Ruiz de laHerrán, quien con su ejemplo, guía e in-condicional apoyo, no sólo fue el padresino además el gran maestro, dejando ennuestro homenajeado una gran huella.

Durante su infancia, cuando tenía entre5 y 6 años de edad, José y su papá se mu-daron a una casa que construyó don Emi-

lio Azcárraga Vidaurreta a fin de que elpapá de José, quien atendía y manejabala planta transmisora de esta estación, pu-diera estar cerca cuando alguna falla sepresentara, como generalmente ocurría.Este cambio modificó totalmente el entor-no de José, ya que ahora se encontraba enun lugar muy alejado de la ciudad, prácti-camente en el campo, rodeado de maiza-les y alfalfares en los llanos de Coapa.

Apenas a los 6 años le fue asignado suprimer trabajo: limpiar y poner en su lu-gar la herramienta que era utilizada du-rante el día en el funcionamiento de laplanta transmisora. Al poco tiempo se leencargó, adicionalmente, aceitar los ge-neradores de la planta, lo cual llenabade satisfacción al niño José. Fue apren-diendo a manejar el transmisor y pronto,con apenas ocho años, sabía como vigi-lar su adecuado funcionamiento y cómo

cambiar los grandes bulbos deeste equipo, si fuera necesario.Sus juguetes preferidos eran labicicleta, los patines y desdeluego su Meccano.

José no fue a la primaria ensus primeros años. Fue OthónM. Vélez, gerente de la XEW,quien urgió al padre de José aque lo llevara a la escuela a finde que obtuviera el certificadode primaria.

En su primer año en esa es-cuela, José no tuvo una fácil re-lación con sus compañeros, yaque estaba habituado a conver-saciones de mayores, como lasque sostenían los amigos de supapá, que frecuentemente los vi-sitaban en la casa de Coapa,donde José se sentaba con ellosy escuchaba con atención los te-mas que se comentaban y hastaen algunas ocasiones intervenía.Durante los primeros años de se-cundaria, el patinaje era una de

José de la Herrán: arte, ciencia y tecnologíaoc

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XEQ, recientemente adquirida por EmilioAzcárraga y que fue inaugurada en 1938.Así surgió la primera radiodifusora de altapotencia, 50 mil watts, diseñada en Méxi-co por el papá de José.

En 1947, José instala y pone al aire laXEQ-FM, primera estación de frecuenciamodulada en el país. Inmediatamente des-pués, en 1948, José recibió el encargo deinstalar en San Luis Potosí una radiodifusorade 150 mil watts, donde su labor fue des-de buscar y comprar el terreno hasta po-ner en el aire la señal correspondiente. Esteproyecto iba ser, figurativamente, su tesisprofesional muchos años antes de que serecibiera de ingeniero.

Sin dejar su trabajo, José y su padrecontinuaban con gran dedicación su afi-ción a los telescopios; el papá de Joséhabía pulido un espejo de 30 centíme-tros de diámetro y nuestro homenajeadose encargó de diseñar la montura. Estetelescopio aún existe y fue donado a laDirección General de Divulgación de laCiencia de la UNAM.

Ante el advenimiento de la televisión,hacia finales de la década de los cuaren-ta, José propuso la creación de un labora-torio de televisión, a fin de conocer decerca esta nueva tecnología y hacer algu-nos desarrollos. El proyecto fue aceptadoy en un espacio de la XEW radio se instalóun laboratorio que permitió diseñar yconstruir dos cámaras de TV,así como dar capacitacióna los operadores de radioque eventualmente llegarona ser operadores de TV. En1949, José dio una demos-tración de TV con cámarasconstruidas en México, en la Asociaciónde Ingenieros y Arquitectos. En 1950, enun espacio de la XEW radio, se instala elprimer estudio de TV y pronto saldría alaire la primer señal televisiva; esto ocurreel 21 de marzo de 1951, cuando se trans-mite en vivo un partido de beisbol desdelo que fue el parque Delta.

Su contacto con la industria de acerosse dio a raíz de la relación estrecha quelogró cultivar con Francisco CamposDomínguez, quien junto con sus hermanosfundó una de las empresas siderúrgicasmás importantes de esa época: CamposHermanos. Esta misma empresa fue la queconstruyó en 1940 la torre antena de XEW

de 200 metros de altura, la de mayor altu-ra en Latinoamérica en aquel entonces.

Años más tarde, por iniciativade Campos, José recibió la invita-ción para echar a andar un nue-vo equipo de radiofrecuenciaque servía para templar martillos,a través del control de la tempe-ratura y del tiempo, técnica nue-va en México. José aceptó el retoy lo resolvió favorablemente, lo que le sig-nificó una invitación para permanecer enesta empresa resolviendo problemas im-portantes como las continuas fallas quese tenían con el horno eléctrico de arco,con las consecuentes pérdidas de mate-rial y tiempo. Posteriormente se le encar-ga el proyecto para la fabricación deaceros especiales. Así fue como José per-maneció en Campos Hermanos por 10años; ahí tuvo la oportunidad de impartircharlas de divulgación sobre temas de as-tronomía al personal de esta fábrica.

Hacia 1970, el Instituto de Astronomíade la UNAM decidió construir un gran te-lescopio en el Observatorio AstronómicoNacional en San Pedro Mártir. El director,Arcadio Poveda, decidió consultar conCampos Hermanos la posibilidad de queesta empresa ayudara a desarrollar la par-te mecánica de este gran proyecto. Muypronto José asumió el compromiso de di-señar un telescopio reflector con un espe-jo de uno y medio metros.

Cuando este proyecto fue presentado alrector Guillermo Soberón,les propuso que pensaran engrande y construyeran un te-lescopio cuando menos de2 metros de diámetro. Fueasí como José se encargó nosólo del diseño, sino de la

coordinación de la fabricación del telesco-pio de 2.12 metros. En 1979 se inauguróeste gran telescopio, que hasta la actuali-dad es el más grande en nuestro país.

En el Centro de Instrumentos de laUNAM José trabajó e impulsó varios pro-yectos, entre ellos los hornos de induc-ción para el templado de aceros, el diseñoy construcción de telescopios de media-no tamaño para universidades del país,la creación de un laboratorio para desa-rrollar la técnica de recepción de señalesde satélite, y la instauración del labora-torio de metrología, que en aquel enton-ces llegó a ser el más importante a nivelnacional. De su estancia en este Centrosurge el curso-taller «Construya su tele-scopio» que posteriormente se traslada-

ría a la Dirección Gene-ral de Divulgación de laCiencia. En él se hanconstruido 600 telesco-pios aproximadamente.

José tiene gratos re-cuerdos de un viajeque realizó en 1938,

cuando tenía 12 años y acompañó a supapá a la ciudad de Nueva York. En eseviaje conoció el museo de ciencias del Ins-tituto Franklin en Filadelfia, el cual lo dejómaravillado, así como su planetario. A suregreso a México y a su escuela, lamenta-ba que no se contara con un museo de estetipo en nuestro país. Es de imaginarse elentusiasmo de José cuando recibió a fina-les de 1989 la invitación de rector JoséSarukhán y del doctor Jorge Flores para in-corporarse al proyecto del museo de cien-cias de la UNAM, que ahora conocemoscomo Universum.

Su pasión por la música de Agustín Laranace a partir de su trabajo como opera-dor en el turno nocturno de la XEW. Ahídescubre la música de Lara y, años mástarde, al inicio de la década de los cua-renta, aprovechando la relación de supadre con este músico, José lo acompañay logra colarse a las transmisiones en vivoque Lara ofrecía en su programa La horaíntima, que se realizaba cada martes porla noche. Aunque José no tomó clases depiano, era tal su entusiasmo e interés portocar este instrumento que con sólo mirarcon atención cómo tocaba Lara en el te-clado, llegaba a su casa y lograba repro-ducir aquellas piezas que momentos antesel gran músico había interpretado. Joséinterpretaba la música del maestro respe-tando no sólo los acordes y notas sinotambién el estilo.

Actitudes y valores como el respeto, ladisciplina, la constancia, la responsabili-dad, la honestidad, la congruencia y la hu-mildad han hecho que José de la Herrándeje una profunda huella por los caminosque ha recorrido y en los compañeros yamigos que hemos tenido la oportunidady el privilegio de conocerlo.

Héctor Domínguez Álvarez es divulgadorcientífico y autor de varios libros dedivulgación de la física. Labora en laDirección General de Divulgación de laCiencia de la UNAM.Comentarios: hectord@universum�unam�mxComentarios: hectord@universum�unam�mxComentarios: hectord@universum�unam�mxComentarios: hectord@universum�unam�mxComentarios: hectord@universum�unam�mx

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Lo imprescindibleLo imprescindible

Durante el simposio en honor de José dela Herrán en diciembre de 2005, JuanTonda presentó el siguiente texto —aquíen versión abreviada—, en el que reme-mora su relación con el homenajeado.

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José de la HerránLa divulgación de

Conocí a José de la Herrán en el año de1981, cuando me contrataron como re-portero de la revista Información científi-ca y tecnológica, del Consejo Nacionalde Ciencia y Tecnología(CONACYT), de la que élera editor, una épocadorada de la divul-gación del consejo.Durante esa épocase publicaban cua-tro revistas: Ciencia ydesarrollo, bimestral;Información científica ytecnológica, quincenal y des-pués mensual; y Research and deve-lopment y Comunidad CONACYT, ambasmensuales. Además de publicar cuatrorevistas de divulgación, éstas por primeravez tenían una difusión masiva (con tirajesde hasta 65 mil ejemplares) y se crearonalrededor de 50 librerías con textos y re-vistas de ciencia y técnica en todo el país.Fue un acierto que el CONACYT se preocu-para por darle un fuerte impulso a la di-vulgación y que tanto científicos, técnicos,escritores y periodistas trabajaran juntoscon un objetivo común: la divulgación.Para muchos fue una escuela en la queaprendimos a llevar la ciencia y la técni-ca a la población, y José fue uno de misprincipales maestros.

José de la Herrán, junto con ArcadioPoveda y Christine Allen, iniciaron la sec-ción «Descubriendo el universo» en Cien-cia y desarrollo, en la que colaboraron lostres durante muchos años; fue un foro enel que se le dio un impulso muy fuerte ala divulgación de la astronomía. José noha dejado de colaborar en la sección du-rante más de 30 años. Se dice fácil, pero¡escriban más de 180 artículos de divul-

gación ininterrumpidamente! Todo lo an-terior, sin contar con que José era editorde Información científica y tecnológica,donde por supuesto escribía gran canti-dad de artículos, al igual que en las otrasdos publicaciones.

Lo primero que me llamó la atenciónde José fue su inmensa capacidad de tra-bajo; por supuesto, ninguno de los quetrabajábamos con él en el CONACYT po-díamos aguantarle el paso. Nos decía queel tiempo vale mucho dinero y que no

hay que desperdiciarlo. Hoy en día,después de tanto años, sigue tra-bajando al mismo ritmo.

Según cuenta, su primera parti-cipación en divulgación fue unaconferencia en la Asociación de

Ingenieros y Arquitectos de Méxi-co en junio de 1949, hace más de

cincuenta años. La conferencia se lla-mó «Sistemas modernos de televisión condemostraciones objetivas». En ella pre-sentó dos cámaras de televisión que ha-bía construido en la estación XEW parapreparar a los técnicos que después seencargarían del Canal 2, y que él inició.

Desde entonces José no se ha deteni-do, porque ha dictado alrededor de milconferencias en toda la república, sobretodo tipo de temas científicos y técnicos.Una de las grandes virtudes de las pláti-cas de José es que la mayoría de las ve-ces realiza alguna demostración práctica,para que el público pueda ver realmentede lo que está hablando. Una de las quemás me han gustado fue la demostraciónen la que José llevaba a «Pascal», «el pri-mer autómata educativo», un robot dealrededor de 50 cm capaz de servir unvaso de agua sin derramar una sola gota.A partir de ahí, José nos explicaba lo quepuede y no puede hacer un autómata,los grados de libertad de sus movimien-tos, y entraba a la famosa polémica de silos robots desplazarán a los humanos ysu utilidad en la industria mexicana, ade-más de contar la historia de los mismos.Para José una gran máxima es que «hay que

enseñar haciendo»: él armó a Pascal y loprogramó para sus conferencias. Nos ex-plicaba lo que pueden hacer los robots ylo veíamos con sus demostraciones: una en-señanza que deja su huella para siempre.

Posteriormente, José de la Herrán es-cribió uno de sus primeros artículos dedivulgación en la revista Física, que mástarde se convertiría en Naturaleza, diri-gida por el querido Luis Estrada; la pri-mera revista mexicana de divulgación enla era moderna. Y así como a José de laHerrán le dio mucho gusto que apare-ciera su artículo y publicar en ella, a mítambién me produjo satisfacción leerlaen la preparatoria. El artículo de José erasobre el sistema de propulsión que em-plearon los astronautas que llegaron porprimera vez a la luna, en 1969. Pero co-mo siempre, José no deja de sorprender-nos: presenció el lanzamiento a unoscuantos kilómetros de distancia, comouno de los pocos integrantes de la pren-sa mexicana, si no el único, que estuvoen Cabo Cañaveral, y más aún: apareceen las hoy famosas fotos de la revista Life.

Después de ser editor en el CONACYT,José dirigió la Asociación Mexicana dePeriodismo Científico (AMPECI) en 1983.Ahí tuve la oportunidad de sacar junto

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con él y Rocío Incera la revista Prismacientífico, cuya vida fue efímera por ra-zones económicas y políticas.

En 1985, año del sismo, a un grupo dedivulgadores en activo también se nosmovió el suelo, y pensamos que era im-portante juntar fuerzas y trabajar para quela ciencia y la técnica llegaran verdade-ramente al resto de la población. Con elprincipio de que la unión hace la fuerzanos juntamos en total 19 divulgadores ynos reunimos regularmente durante unaño en las instalaciones del Museo Tec-nológico de la Comisión Federal de Elec-tricidad. A partir de dichas reuniones, seredactó tanto el hoy famoso Manifiestode los divulgadores, que se publicó enlas revistas del CONACYT, y los estatutosde la sociedad, después de largas discu-siones. El 12 de diciembre de 1986 sefundaría la SOMEDICYT. Después de casi20 años, la mayoría sigue haciendo di-vulgación por el país, lo que demuestrael acierto de fundarla; hoy cuenta conmás de 150 miembros. José fue y es unapieza fundamental de la sociedad. Añosmás tarde se encargó de dirigirla y des-pués, en 2002, obtuvo el Premio Nacio-nal de Divulgación de la Ciencia.

Para José de la Herrán, al igual quemuchos de nosotros, existe un públicoal que es prioritario llevar la ciencia y latécnica mexicana e internacional: losniños y jóvenes. Consecuente coneste punto de vista, José de laHerrán fue también un incansa-ble colaborador de la revistaChispa, dirigida por GuillermoFernández de la Garza, ymiembro de su consejo edito-rial. En ella trabajaron y colabo-raron destacados divulgadores;entre ellos, Guadalupe Zamarrón, Hora-cio García y Julieta Montelongo, quienesla llevaron a cuestas durante muchos añoseditándola, Roberto Sayavedra (el tío Bo-lita) y su querido padre, quienes estuvie-ron desde el principio hasta el final de lamisma, así como Ernesto Márquez, quiense encargó de la gerencia durante algu-nos años. Chispa, además de ser la pri-mera revista de divulgación para niños enLatinoamérica, fue también una escuelapara acercar a los niños a la ciencia y latécnica, así como para formar a losdivulgadores. Es lamentable que desapa-reciera por falta de apoyo económico.

Creo que existen muy pocas revistasde divulgación mexicanas en las José nohaya escrito, haya participado en el con-sejo editorial o sido entrevistado. En to-

das ha tenido una participación relevan-te, y en sus colaboraciones siempreaprendemos algo nuevo. Nuevamente,como en sus conferencias, el númerode artículos para revistas, periódicos, se-manarios, boletines, gacetas y páginasde internet que ha escrito es apabu-llante. Si alguien quisiera publicar susobras completas se vería en serios pro-blemas únicamente para recopilarlas ycapturarlas. Espero que José tenga cuan-do menos una copia de todo.

Asimismo ha escrito gran muchos librosde divulgación y capítulos de libros. Enradio y televisión su producción es tam-bién impresionante. Lo hemos visto con-duciendo programas de radio, haciendocientos de cápsulas de radio, dando noti-cias científicas y técnicas en radio y tele-visión, entrevistado en todos los medioscuando se trata de saber sobre algún fe-nómeno astronómico o por una consultatécnica o científica.

MuseosJosé, consecuente con sus principios, seacercó a José Sarukhán y Jorge Flores, asícomo Luis Estrada, para colaborar en lafundación de un museo de ciencia, nue-vamente con el objetivo de llevar la cien-cia y la técnica a los niños y los jóvenes.Y lo logró. Fue así como se encargó de

llevar adelante el gabinete de inge-niería de Universum, el Museo

de Ciencias, inauguradoen 1993, con el único ob-

jetivo de aplicar todos susconocimientos técnicos y

científicos en los equipos quemiles y millones de niños, jó-venes y adultos han disfruta-

do desde entonces.Hoy más de 7 millones de personas han

disfrutado Universum y del Museo de laLuz, y la tarea de José de la Herrán hasido fundamental.

La educaciónCon respecto a la educación, José sostie-ne que «la cultura que se tiene en Méxi-co, y en la educación en general, debeconsiderar de manera prioritaria la cultu-ra del saber hacer». La cultura que hemosabsorbido en México —apunta José— yen toda Latinoamérica, «es saber hablarde las cosas; en México sabemos muchode lo que debe ser y hacemos poco de loque tenemos. Yo estoy de acuerdo en ha-blar de todas las cosas del mundo, perono estoy de acuerdo en no saberlas ha-cer, y esa es la gran diferencia.»

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Para muestra un botón, señala. «Yo doyun curso que se llama «Construya su tele-scopio», en la que asisten personas de 8a 75 años, que afirman “yo quiero tenermi propio telescopio”, personas humildesque no tienen para comprar uno. Eviden-temente no se requiere un título universi-tario, ni mucho menos, para hacerlo, perola pregunta es: ¿por qué no se da en Méxi-co? Me consta que a los mexicanos noles hace falta habilidad, porque he traba-jado con obreros a todos los niveles. Aninguna persona le falta capacidad. Y esahí donde siento que los profesores de-berían aprender más sobre cómo hacerlas cosas, incluso los universitarios; en lamayoría de los casos, la enseñanza for-mal trata de muchas clases de pizarrón,leer libros, hacer ejercicios teóricos, y eseno es el futuro de las naciones, el futuroes saber cómo hacer las cosas.»

Más allá de la cultura del saber hacerestá la de privilegiar a la educación y lacultura de los mexicanos, más allá de laeducación formal, y ese es el reto de losdivulgadores. Sacar la ciencia y la técnicade los laboratorios, las aulas y las universi-dades. Eso es lo que hacemos los divulga-dores. Y eso es lo que José de la Herrán hahecho desde hace muchos años.

ConclusiónJosé de la Herrán no sólo es uno de losgrandes divulgadores mexicanos; me atre-vería a decir que es un elegido de los dio-ses por sus grandes capacidades,inteligencia, constancia y práctica, queserá muy difícil de igualar.

Querido José, espero que vivas otrosochenta años. Los divulgadores estamosmuy felices con tus reconocimientos,amistad y cariño.

Juan Tonda Mazón es físico, divulgadorcientífico, editor de libros y subdirectorde Medios Escritos en la DirecciónGeneral de Divulgación de la Ciencia dela UNAM.

Comentarios:jtonda@universum�unam�mxComentarios:jtonda@universum�unam�mxComentarios:jtonda@universum�unam�mxComentarios:jtonda@universum�unam�mxComentarios:jtonda@universum�unam�mx

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Como parte de los festejos por el X ani-versario del Diplomado en Divulgaciónde la Ciencia de la Universidad Nacio-nal Autónoma de México, hoy nos reu-nimos para festejar a losestudiantes que culminan las240 horas de clases teóricasy prácticas que los invitan aformar parte del gremio dedivulgadores de la ciencia,cada vez más sólido y rico.

Como coordinadora delproyecto del diplomado du-rante los últimos cinco años, debo resal-tar la participación que este actoacadémico tiene en la formación dedivulgadores científicos en nuestro país.

Iniciemos por los profesores: contamoscon el privilegio de una planta docentecompuesta por especialistas reconocidosnacional e internacionalmente en elámbito de la divulgación científica.

Entre los maestros con los que com-partimos ideas y experiencias tenemosganadores del premio Kalinga de laUNESCO, del Premio Nacional de Divul-

gación de la Ciencia, y últimamente dela Distinción Universidad Nacional

para Jóvenes Académicos.Muchos de mis colegas, ac-tuales divulgadores reconoci-

dos, cursaron las primerasversiones del diplomado,y yo misma fui alumna dela quinta generación,bajo la coordinación deAna María Sánchez.

En lo personal le debo

mucho al diplomado, como alumna que fuiy como coordinadora que he sido. Tuve laoportunidad de ser alumna primero, y des-pués colega, de un conjunto de personali-dades en el ámbito de la comunicaciónde la ciencia, quienes amablemente meacogieron e invitaron a formar parte delgrupo. Lo mismo le ha sucedido a muchosestudiantes de generaciones pasadas y,estoy segura, les pasará también a ustedessi continúan ejerciendo (como esperamos)la labor de divulgación científica.

En cuanto a los estudiantes que han pa-sado por estas bancas de la SalaJuárez a lo largo de diez años, po-demos decir que el diplomado endivulgación ha aportado nuevos yactivos miembros a la SociedadMexicana para la Divulgación dela Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT);me enorgullece anunciar que esraro el mes en el que no encuentre

al menos a uno de los exalumnos como au-tor de textos en la revista ¿Cómo ves? Losnombres de Gertrudis Uruchurtu, Juan Ma-nuel Ruiz Sánchez y otros tantos son ya fa-miliares y reconocidos.

Este año publicaron sus primeros librosde divulgación exalumnas como MónicaGenis, Aline Guevara y Libia Barajas.Brenda Carolina Arias Martín ganó el se-gundo lugar del Premio Miguel ÁngelHerrera para Jóvenes Divulgadores de laCiencia a partir de las cápsulas radiofó-nicas que diseñó con nuestro apoyo.

Me gustaría pensar que pronto podre-mos poner a varios de los alumnos que hoyobtienen su diploma en esta lista deexalumnos que hoy son divulgadoresexitosos.

Me gustaría también señalar quelos esfuerzos para fomentar la for-mación de divulgadores de la cien-cia se extienden más allá de lasfronteras universitarias, e incluso,fuera del Distrito Federal. En un es-fuerzo desinteresado que mucho le

agradezco a los profesores participantes,estamos brindando clases de comunica-ción de la ciencia en Tlaxcala, comoparte de la Maestría en Ciencias Bioló-gicas. Como fruto de este esfuerzo quecumple ya tres años, se realizó una pu-blicación editada por la UniversidadAutónoma de Tlaxcala que contiene lostrabajos de divulgación científica de losestudiantes de la maestría. También sedebe destacar el sostenido esfuerzo queesta dependencia está realizando desdeoctubre del 2004 para impartir una ver-sión del diplomado en La Paz, BajaCalifornia.

Son muchos los años, muchos los es-fuerzos y muchas, afortunadamente, laspersonas y las experiencias enriquece-doras. Hay muchos miembros del equi-po que hacen posible la suma de éxitos,y es el momento de mencionarlas: SandraPiña, que nos apoya con la parte admi-nistrativa; Élida Peláez y su equipo (losmuchachos del teatro), que nos dan suapoyo logístico, y por supuesto los pro-fesores Gerardo Hernández, Carlos LópezBeltrán, Luis Estrada, María Trigueros,Lourdes Berruecos, Gloria Valek, JuanTonda, Rolando Ísita, Javier Crúz, Mar-tín Bonfil Olivera, Sergio de Régules yCarmen Sánchez.

A todos ustedes, muchas gracias anombre de la coordinación del X diplo-mado en divulgación de la ciencia. Hanhecho que mi experiencia como coor-dinadora, hoy saliente, esté llena de mo-

mentos gratos como formadorade comunicadores cien-

tíficos para la UNAM ypara México.

María Emilia Beyer es bióloga, divul-gadora de la ciencia y hasta 2005 fuecoordinadora del Diplomado en Divul-gación de la Ciencia de la UNAM.Comentarios: maria_emiliab@hotmail�comComentarios: maria_emiliab@hotmail�comComentarios: maria_emiliab@hotmail�comComentarios: maria_emiliab@hotmail�comComentarios: maria_emiliab@hotmail�com

Diplomado en Divulgación10 añosdel

María Emilia Beyer

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En 2005 el Diplomado en Divulgaciónde la Ciencia de la DGDC cumplió 10años, hecho que nos llena de orgullo. Sucoordinadora hasta hace poco, pro-nunció un discurso cuyo texto se presen-ta aquí: un recuento de la primera décadade este valioso proyecto.

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Ideas

La opinión que prevalece entre los aca-démicos de la Universidad Nacional Au-tónoma de México que se dedican a ladivulgación científica –y que parecen es-tar unánimemente de acuerdo– es que suevaluación debe realizarse por medio desus pares; ¿de quién más?

Por este motivo, se establecen comitésacadémicos que periódicamente revisany evalúan el trabajo hecho por los divul-gadores. Quisiera proponer otro criterio,totalmente diferente, para evaluar a losdivulgadores y que me parece mucho más

justo y exacto.Para mí, la evaluación de un di-

vulgador de la ciencia debe hacer-la justamente su público meta.Procedo a sustentar la propuesta.La razón de ser de los divulga-

dores es precisamentetransmitir ciertos con-

tenidos de la cien-cia, o aspectos

colaterales,

a otros segmentos mayoritarios de la po-blación, a fin de hacer popular lo queinicialmente se encontraba al alcance demuy pocos individuos. Se supone quedebe realizar esta tarea correctamente,sin dar pie a que el receptor entienda e-quivocadamente los contenidos; ademásdebe hacerlo con el lenguaje adecuadoy buscando ser lo suficientemente in-teresante y ameno como paraque su público se mantengaconstante y conozca com-pleto su trabajo de divulga-ción. Ese sería su cometidoideal. Estoy pensando encualquier medio que seutilice para divulgar: vi-deo, multimedia, materialescrito, exhibiciones, museosy otros más.

Bien, entonces, ¿cómo un públicometa dado (y no sus pares académicos)podrá evaluar ese trabajo de divulgaciónde un divulgador cualquiera? Eviden-temente al público meta no se le pregun-tará cándidamente “¿qué le pareció esetrabajo?”, ni otro tipo de preguntas deesta clase. El procedimiento debe sermucho más técnico. Sería indispensableelaborar una serie de cuestionarios –he-chos a la vez por conocedores del tema–que pudieran evaluar fielmente lo quehe mencionado. Que fueran capaces deevaluar, en una muestra representativadel público meta, esencialmente dosaspectos que considero medulares: la

exactitud en la comprensión de lasideas o conceptos científicos que

se transmitieron, y segundo, siel público meta fue moti-

vado para ver y analizarpor completo el trabajo

de divulgación. Yo

considero que deesta manera sin lugar a dudas se es-

tará evaluando la calidad del trabajo deun divulgador, porque esa es su razón deser: que se le entienda y mejor aún, quese le entienda completo. Nadie mejor queel público meta (y no un comité aca-

démico evaluador) para realizaresa evaluación. ¿Cuántos

productos de divulgaciónpasan por las manosde los comités eva-luadores, son con-tados como tales,pero nadie sabe quétan correctamente

está transmitiendo loscontenidos científicos, o

si despertaron genuina-mente el interés de su público?

Evidentemente este procedimiento im-plica mucho trabajo, meticulosidad y laparticipación de especialistas. Entonces,¿por qué hago una propuesta de esta na-turaleza, que pareciera complicar las eva-luaciones? Pues porque opino que si nosvan a evaluar –que es bien sabido que lohacen únicamente para poder dar un so-bresueldo que no figurará en la pensiónde los universitarios académicos para pa-liar una situación salarial abiertamente in-justa– pues entonces, ¡que nos evalúencorrectamente al menos!

Una propuesta

de los divulgadores científicosGuillermo Mosqueira

sobre la

evaluación

Algunos temas nunca terminan dediscutirse. Presentamos aquí una propuestasobre uno de ellos: la evaluación deltrabajo que hacemos los divulgadores. Yael lector opinará sobre su pertinencia y,esperamos, enviará a este boletín suspropias reflexiones y propuestas.

Guillermo Mosqueira es ingeniero bio-químico, doctor en ciencias químicas yforma parte del personal académico de laDGDC-UNAM. Ha escrito textos dedivulgación y de crítica-divulgación.Comentarios:gmosque@universum�unam�mxComentarios:gmosque@universum�unam�mxComentarios:gmosque@universum�unam�mxComentarios:gmosque@universum�unam�mxComentarios:gmosque@universum�unam�mx 9

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por Hércules Delgadillo

La columna de Hércules

Julia Tagüeña PargaDirectora General

Juan Tonda MazónSubdirector de Medios de ComunicaciónJuan Manuel Valero CharvelSubdirector de Prensa y Radio

Martín Bonfil OliveraEditor

Lourdes Arenas BañuelosNemesio Chávez ArredondoSergio de RégulesJuan Tonda MazónRedacción

Ma. del Carmen MercadoDiseño original

Alejandra [email protected] [email protected]ño y diagramación electrónica

El muégano divulgador, boletín mensual editado porla Subdirección de Prensa y Radio de la DirecciónGeneral de Divulgación de la Ciencia de la UNAM; 2o.piso de Universum, zona cultural de CU, Coyoacán. Tel:5622-7315. E-mail: [email protected]

Las opiniones expresadas en los textos son respon-sabilidad de sus autores y no necesariamente reflejanel punto de vista de la institución. El material se publi-ca con propósitos de difusión y sin fines de lucro. Paracualquier aclaración, favor de ponerse en contacto conel editor.

DIRECCIÓN

GENERAL

DE DIVULGACIÓN

DE LA CIENCIA

EL MUÉGANO

DIVULGADOR

Por razones que a nadie más que a mí concier-nen, he tenido que comprometerme este encogi-do semestre a impartir una cátedra, es decir daruna aburrida clase semanal, para que una cáfilade aprendices trasnochados absorban cual espon-jas la sabiduría que nunca tuve ni tendré.

Si estoy frente al grupo de marras es porque lefue imposible a mi jefa encontrar otra víctimamagisterial para un sacrificio que consiste en so-portar y ser soportado durante largas horas; comoUlises a las sirenas, la escuché durante horas,aunque lo sustancioso le habría llevado unos se-gundos. Finalmente me convenció basándose enmi añejada experiencia como divulgador de laciencia y en mi (así lo dijo ella) «entregainstitucional». Me hizo tanta gracia la expresiónque sonreí, lo que mi jefa tomó como gesto deaquiescencia.

Pero lo que quería relatar es algo monstruoso yprovocador: resulta que en la sesión pasada (nome pregunten fechas, que no viene a cuento) ha-blé, como era de esperarse, de todas las bellezasy bondades de la ciencia, de las que soy un firmeconvencido y un adepto incondicional. Pues bien,en ésas estaba cuando del fondo del aula se escu-chó una voz masculina poco agraciada y total-mente visceral: «profesor Delgadillo, es usted unejemplar de museo: positivista, decimonónico ycientificista. La ciencia es una de muchas formasde explicar el mundo, y no tiene por qué ser pri-vilegiada». Los presentes, como era de esperarsedada su edad mental y su mala educación, solta-ron la carcajada.

«¡Aprendices de divulgadores! Son ustedes laiglesia en manos de Lutero», les espeté antes dedejarles una tarea interminable y árida y salir delaula dando un portazo.

Dos semanas después no han vuelto a clases.Me imagino que todavía se estarán preguntandoqué quise decirles con eso.

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por Martín Bonfil Olivera

no divulgarás

El lúcido aunque pesimista biólogo molecular Erwin Chargaff expresa ensu ensayo «Los amateurs» (reproducido en la compilación Todo por sa-ber, DGDC-UNAM, 1999) su convicción de que «los expertos son los res-ponsables del lío en que nos encontramos», y considera que «si el mundoaún puede salvarse será por los amateurs».

La propuesta resulta pertinente cuando se considera la muy extendi-da opinión –sobre todo entre investigadores científicos– de que losdivulgadores, periodistas científicos y fauna relacionada son una es-pecie de amateurs de la ciencia (llegan incluso a negarles el apellido«científicos», permitiéndoles tan sólo considerarse «de la ciencia»).

Pocos especialistas hay más especializados que los investigadorescientíficos. Desde ese punto de vista, es cierto que un divulgador, alabordar un tema especializado, es en cierto modo un amateur. Perose olvida que las necesidades intrínsecas de la labor de poner laciencia al alcance del público no científico son tales que no que-da más remedio que convertirse, en mayor o menor medida, enun generalista. Alguien que pueda abordar diversos temas –lo am-plio de la gama dependerá de los intereses y capacidades perso-nales– con el nivel de profundidad adecuado para poder realizarla labor correctamente... y quizá hasta con algo de creatividad,si es posible. Abarcar mucho y apretar tanto como se pueda...No más, por más que uno quisiera.

En vez de tomar la falta de especialización del divulgadorcomo signo de amateurismo (en el sentido peyorativo; la pala-bra ha llegado a convertirse en sinónimo de «improvisado»),convendría reconocer la profunda importancia que tiene parael divulgador su carácter generalista. Es gracias a ello quelogra mantener el interés de su público para convertirlo enpúblico cautivo y cotidiano, en «cliente» de la ciencia. Paraconstruir una cultura científica en el ciudadano no bastacon ofrecer eventos únicos; hay que mantener una ofertaconstante y necesariamente variada de ciencia accesibley atractiva.

Chargaff defiende el valor de los amateurs: son los úni-cos capaces de lograr lo que los especialistas no pue-den. No por nada propone «deshacernos de una vezpor todas de la ridícula reverencia a la especializaciónque se nos ha metido en la cabeza». Reconoce que,fuera de su campo, un especialista es quizá el tipo depersona que puede causar más estropicios.

Si la investigación es imposible sin valiosos espe-cialistas, la divulgación científica requiere por natu-raleza, en cambio, gozosos generalistas de la ciencia.(Aunque, necesaria, inevitablemente, un buen di-vulgador sea también un especialista... en comuni-cación de la ciencia).

¿especialistas o generalistas?

Divulgadores:

Piscolabis

«Disentir es un privilegio de la inteligen-

cia, no un pretexto para la violencia. Coin-

cidir es un privilegio de la razón y una

consecuencia de la libertad, no de la subor-

dinación.»

Juan Ramón de la Fuente,rector de la UNAM

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