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“Mi padre era castellano

y tenía los ojos azules;

y mi madre, andaluza

con los ojos negros”

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:Carmen Beltrán Falces

Los ascendentes riojanos de Juan Ramón Jiménez*

* Con el más sincero agradecimiento a Carmen Hernández-Pinzón Moreno, en calidad de representante delos herederos del poeta, por la cesión de las imágenes de Juan Ramón Jiménez y de su familia, por la valiosainformación suministrada y, por supuesto, por su amabilidad. Igualmente agradecer a Don Ángel y a DonPablo Díaz Bodegas, la clarificación de ciertos pasajes de la vida del padre y de los tíos del Nobel. Por últimono puedo dejar de mencionar la hospitalidad de Martín Hurtado Ramírez y María Quintana Adalid que nosacompañaron en nuestra visita a Nestares.

1956 - 2006: 50 Aniversario de la concesión del Premio Nobel

(22) actualidad

Si siempre es bueno y necesario no olvidar anuestros grandes autores, suele ser en fechasseñaladas de sus vidas cuando volvemos lamirada a ellos y les brindamos el tiempo y elprotagonismo que merecen. Así pues, este añose conmemora el cincuenta aniversario de dosmomentos cruciales en la vida del gran poetaonubense Juan Ramón Jiménez, hijo de unemigrante de la riojana población de Nestaresde Cameros: la concesión del Premio Nobel deLiteratura y el fallecimiento del amor de suvida, su eterna compañera,Zenobia Camprubí,en Puerto Rico. Sólo tres días mediaron entreambos acontecimientos (el Nobel le fue con-cedido el 25 de octubre de 1956 y Zenobiafallecía de cáncer el 28 de octubre del mismoaño) que, sin duda, tuvieron una trascendentalimportancia en la vida del poeta, sumiéndoleen un estado de dolor y aislamiento que leacompañó hasta el mismo día de su muerte, el29 de mayo de 1958.

La representante de sus herederos, CarmenHernández-Pinzón Moreno, nos habló,durante una amena charla con la que nosobsequió en una reciente visita a Logroño, dela felicidad de Zenobia, a pesar del dolor quesu enfermedad le inflingía, por la concesióndel Nobel a Juan Ramón y de cómo ella fue,hasta el final, el verdadero sustento y aliento dela vida del poeta, demasiadas veces precedido

Juan Ramón Jiménez, hijo de un emigrante

de la riojana población de Nestares de Cameros.

(23)Los ascendentes riojanos de Juan Ramón Jiménez

de cierta fama negativa e injusta e incompren-dido durante décadas por quienes pretendie-ron leerlo sirviéndose para ello de clavesinadecuadas.

Mucho antes de todo esto, el poeta, incansa-ble perseguidor de la belleza absoluta, nacía enel luminoso pueblo de Moguer (Huelva) el 23de diciembre de 1881 a las 12 de la noche. Sumadre, Purificación Mantecón, era del mismoMoguer, y su padre, Víctor Jiménez, deNestares, uniendo así paisajes tan disparescomo el moguereño, de casas encaladas, vastasllanuras y a escasos kilómetros de la inmensi-dad del Atlántico, y el camerano, de sobriascasas de piedra y luz contenida, situado enmedio de montañas y abundante vegetaciónserrana, en pleno corazón del norte deEspaña. Se habían casado en Moguer el 30 deagosto de 1877, siendo para él su segundomatrimonio, y Juan Ramón era el tercero yúltimo de sus hijos.

Víctor Jiménez era hijo de Manuel JiménezSainz del Prado y de Ignacia Jiménez Jiménez.Nació el 12 de abril de 1827 y fue bautizadodos días después en la parroquia de SanMartín. Posteriormente pasaría a formar partede la numerosa colonia de cameranos que, amediados del siglo XIX, anticipando un éxo-do progresivo que aún continúa en nuestrosdías, partieron hacia otras tierras en busca deun porvenir más prometedor.

Así, sabemos que a mediados del siglo XIXemigraron a Huelva un grupo de familias deLos Cameros que se asentaron en la meridio-nal provincia y que lograron desarrollar diver-sas y prósperas actividades económicas, llegan-do en ciertos casos a hacerse con un granpoder económico, como en el caso de D.Pedro García Jalón y la de FranciscoDomínguez Santamaría de Laguna deCameros, o a ocupar cargos de gran relevan-cia allende nuestras fronteras, como PedroGarcía Morales, también escritor y amigo per-sonal de Juan Ramón, que llegó a ser directorde la Orquesta Filarmónica de Londres.

Los Jiménez, por su parte, llegaron a Moguersiguiendo los pasos de unos familiares suyos (losRodríguez y los Sáenz), que se habían estable-

Diversas imágenes de Víctor Jiménez,padre de Juan Ramón

Víctor Jiménez nació el 12 de abril de 1827

y fue bautizado dos días después en la parroquia

de San Martín.

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cido en la citada localidad creando una socie-dad llamada Ramón Rodríguez. Hasta entonces,la extensa familia permaneció en Nestares.

Fue el mayor de los seis hermanos de VíctorJiménez, Eustaquio (1825), el primero enestablecerse en Moguer y en 1951 ya constaen el padrón de Huelva. Posteriormente seaventuraron Gregorio (1838), que llegó en1856, Francisco (1842) que hizo lo propio en1860, y Juan (1833) que, al igual que Víctor,arribó a la antigua Mogauar en 1861.

Eustaquio, el mayor, había fallecido en 1860,dejando el cargo que ostentaba desde 1857 deapoderado de la firma Ramón Rodríguez,encargada de gestionar negocios varios debanca, ferrocarril, vinos, vinagre y aguardien-tes. Fue entonces cuando Víctor tomó ladeterminación de marchar a Moguer parahacerse cargo de los bienes de su hermano yrepresentando también los bienes e interesesde su hermana Bibiana, que se había quedadoen Nestares. Crearon entonces los hermanosuna nueva compañía llamada como el padredel Nobel, Víctor Jiménez, que después se con-vertiría en Gregorio Jiménez y Cía, y de la queparticiparon todos ellos más sus primosEsteban Jiménez Rubio y AnastasioRodríguez Jiménez, hijo de Bibiana.

Posteriormente crearon la sociedad FranciscoJiménez y Cía, que se convirtió en una de lasmás poderosas de Huelva, llegando a mono-polizar prácticamente todo el negocio vitivi-nícola de la zona y entablando fructíferas rela-ciones con bodegueros franceses, mermadosgravemente en su producción por la brutalplaga de filoxera que se cebó con sus viñedosa partir de 1862 y que no haría su apariciónen las viñas moguereñas hasta comienzos delsiglo XX. Bajo dicha denominación comer-cial, los hermanos Jiménez explotaron distin-tos negocios de banca, vapores y tabacos.Tenían en Huelva la representación de laTabacalera y la Compañía Trasatlántica paratoda la provincia, minas en la provincia de

Víctor tomó la determinaciónde marchar a Moguer para

hacerse cargo de los bienes de su hermano y representar

los bienes e intereses de su hermana.

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Cádiz, y sesenta viñedos, veinte lagares y tresmagníficas bodegas en Moguer dedicadas a laelaboración de licores, vinos, aguardientes ycoñacs finos de marca.

Por todo ello, y a partir de los datos aparecidosen el registro mercantil y en la prensa de laépoca, podemos asegurar que la empresa de lafamilia de Juan Ramón fue una de las másboyantes de Huelva y que, no en vano, perte-necieron a las Sociedades más prósperas eimportantes de entonces, como el CírculoMercantil, el Consorcio de Puertos, etc.Además, tuvieron una importante relevancia eimplicación política y social, de modo queFrancisco Jiménez, tío carnal de Juan Ramón,fue alcalde de Huelva por el Partido Liberal enel año 1874.Víctor, por su parte, se encargófundamentalmente de los negocios de Moguer(bodegas y fincas), mientras que sus hermanoshicieron lo propio con los de Huelva.

Allí en Moguer vio la luz por primera vezJuan Ramón Jiménez Mantecón en 1881 ypasó su infancia correteando entre viñedos,olivares y pinares, siempre en intenso con-tacto con la naturaleza. Cuando sólo conta-

ba con 19 años, su padre falleció de unaembolia cerebral, lo que sumió al poeta, deuna sensibilidad extrema, en un estado deprofunda conmoción que le alimentó laobsesiva idea de que llevaba la muerte a sulado y que precipitó su ingreso en variossanatorios, como el francés para enfermosmentales de Castel d´Andorte, en LeBouscat, Burdeos, o el Sanatorio delRosario, de las Hermanas de la Caridad deSanta Ana, ya de regreso a Madrid.

La relación del padre y de los tíos de JuanRamón con Nestares fue intensa, no obstan-te y a pesar de su asentamiento definitivo enla provincia de la luz. No en vano, los abue-los de Juan Ramón se encuentran enterradosen el camposanto del pueblo camerano, aligual que Rafaela, la hermana pequeña delpadre del poeta, que falleció cuando sólosumaba doce años. Así Gregorio Jiménez, tíoy padrino de Juan Ramón, dejó en su testa-mento una partida de dinero específicamenteencomendada a la construcción de unaescuela en Nestares.

Gregorio Jiménez, tío de JRJ, apoyóeconómicamente la construcción de la escuela

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La única visita del Nobel a La Rioja de la quese tiene constancia se produjo en agosto de1924. En una postal con la imagen del antiguoGran Hotel de la ciudad de Logroño, fechadael día 23, Zenobia escribía de su puño y letraa Purificación Mantecón, la madre del poeta,las siguientes líneas:

“Querida Mamá Pura: Juan Ramón yyo estamos aquí con mis hermanos ysobrinas. Ayer pasamos por Torrecilla, ¿elpueblo del abuelo de Juan Ramón?, quees una preciosidad y hoy estamos enLogroño ¿dónde nació su padre? Todo estoes liadísimo. ¡Cuánto le gustaría a usted!

Un abrazo de Zenobia y Juan Ramón.”

Desconocemos si llegaron a visitar Nestares yla tumba de sus abuelos, pero sí nos quedaconstancia de esta visita, así como de lainfluencia que su padre dejó en el poeta y decuán dolorosa fue para él su pérdida, que,

Tapia del cementerio de Nestares

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según sus propias palabras inundó mialma de una preocupación sombría; de pron-to una noche sentí que me ahogaba y caía alsuelo. También sabemos del innegableparecido que los unía, si bien no com-partieron el color de los ojos, que JuanRamón heredó de su madre, ni la loza-nía, dado que el Nobel padeció delestómago a lo largo de toda su vida.Padecimientos, dicho sea de paso, quetrató de aliviar con abundante manzani-lla directamente recolectada de la sierrariojana.

Recientemente aparecía un texto queJuan Ramón escribía referido a supadre, enterrado en Moguer:“Mi padre,al pasar yo en el coche de la madrugada porel cementerio blanco y luminoso bajo el luce-ro de la madrugada, se incorpora otra vez ensu nicho. Nosotros nos callamos, descubier-tos.Y en el frío de la hora, una plenitud deamor silencioso lo para todo -sólo se oye fluirel mundo inmenso- en el coche que se va yél no viene que se queda. Pasa el camino,viene la luz, cantan los pájaros, preguntanlos niños. Mi padre vuelve a echarse en sunicho, con sus ojos azules, y se vuelve amorir contento.”

La inmensa minoría de riojanos amantesdel universal poeta sabemos hoy que JuanRamón también vio a través de los ojosde su padre que, a su vez, tantas veces vie-ron los milenarios montes de Cameros.

Los abuelos de Juan Ramón se encuentran enterrados

en el camposanto del pueblo camerano. En el nicho inferior descansan los restos de

los abuelos del Premio Novel