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que deja la prole a medio criar; depende de las capacidades diferen- ciales de las personas para gestionar los recursos a su alcance, o para gestionar nuevos recursos de una nueva forma, lo que les permite obtener ventajas diferenciales; depende finalmente de la habilidad para conducir el proceso reproductivo, para planificar un número de hijos con quienes trabajar las tierras, pero que no amenacen en el futuro con Ilevar a una fragmentación excesiva del patrimonio familiar. En último término no existe la «casa» como unidad pensante autónoma y dotada de voluntad. Lo que hay es la articulación entre un conjunto de individuos, a veces corresidentes, que partici- pan diferencialmente en la gestión de unos recursos, animados cada uno de ellos por intereses individuales, pero que coyunturalmente pueden hacer coincidir sus voluntades en un proyecto común. A veces ese proyecto común es «algo así» como el «engrandecimiento de la casa», especialmente en una sociedad donde la producción agroganadera sobre bienes propios asegura un nivel de vida mejor que el trabajo para otros o que la emigración. Pero todo proyecto reproductivo depende de los individuos que lo formularon, en rela- ción a una coyuntura concreta. Antonio Peña Arias llevó adelante a sus hijos a través del «engrandecimiento de su casa». Antonio murió, sus hijos desarrollaron proyectos propios y marcharon, que- daron sólo tierras y una vivienda vacía, y la venta de esos bienes ayudó a los hijos de Antonio a hacer su vida. IIL5. LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELAR CON LOS AMOS La importancia del «acasaramento» como forma de cesión de la tierra en la Galicia contemporánea es una cuestión abierta a debate (112), como también se discute cual es el contenido real de (112) No he podido incorporar el sugerente tratamiento que de la cuestión del «acasaramento» hace José A. Durán, en diversos textos que leí tras finalizar la redacción de este libro. 323

LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELAR CON LOS AMOS · lación ^ de Derecho Foral de Galicia lo define como contrato «a medias», en que el amo recibe la mitad de la cosecha y proporciona

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que deja la prole a medio criar; depende de las capacidades diferen-

ciales de las personas para gestionar los recursos a su alcance, o

para gestionar nuevos recursos de una nueva forma, lo que les

permite obtener ventajas diferenciales; depende finalmente de la

habilidad para conducir el proceso reproductivo, para planificar

un número de hijos con quienes trabajar las tierras, pero que no

amenacen en el futuro con Ilevar a una fragmentación excesiva del

patrimonio familiar.

En último término no existe la «casa» como unidad pensante

autónoma y dotada de voluntad. Lo que hay es la articulación

entre un conjunto de individuos, a veces corresidentes, que partici-

pan diferencialmente en la gestión de unos recursos, animados cada

uno de ellos por intereses individuales, pero que coyunturalmente

pueden hacer coincidir sus voluntades en un proyecto común. A

veces ese proyecto común es «algo así» como el «engrandecimiento

de la casa», especialmente en una sociedad donde la producción

agroganadera sobre bienes propios asegura un nivel de vida mejor

que el trabajo para otros o que la emigración. Pero todo proyecto

reproductivo depende de los individuos que lo formularon, en rela-

ción a una coyuntura concreta. Antonio Peña Arias llevó adelante

a sus hijos a través del «engrandecimiento de su casa». Antonio

murió, sus hijos desarrollaron proyectos propios y marcharon, que-

daron sólo tierras y una vivienda vacía, y la venta de esos bienes

ayudó a los hijos de Antonio a hacer su vida.

IIL5. LOS CASEIROS: LA RELACION CLIENTELARCON LOS AMOS

La importancia del «acasaramento» como forma de cesión de

la tierra en la Galicia contemporánea es una cuestión abierta a

debate (112), como también se discute cual es el contenido real de

(112) No he podido incorporar el sugerente tratamiento que de la cuestión del

«acasaramento» hace José A. Durán, en diversos textos que leí tras finalizar la

redacción de este libro.

323

este contrato. En el marco concreto del capítulo, en que se analiza

la relación que guardan las distintas formas de cesión de la tierra

con las estrategias productivas y reproductivas campesinas, y con

la organización social de la aldea, es de vital importancia dilucidar

el peso del «acasaramento» en San Martiño, y el carácter de estarelación contractual.

La cuestión fue ya planteada unas páginas atrás. Si hacia 1850

encontramos en San Martiño una capa de «labradores» con la

posesión de la tierra consolidada, aún cuando estén obligados a

pagar rentas forales; si arrendamiento y aparcería tienen en ese

momento una incidencia menor en la parroquia como formas de

cesión de la tierra, ... entonces, zpor qué en 1873 un 25 % de los

vecinos son denominados en una escritura como «caseros»?. El

estudio de la estructura social de la parroquia en la segunda mitad

del S. XIX está lleno de referencias a«caseiros». Es este papel

una de las salidas con que cuentan los hermanos del «casado en

casa» en las «casas» de labradores. Y es esta la forma que tienen

los «ricos» de ceder las tierras que no explotan directamente.

La importancia del «acasaramento» se deduce directamente de

dos cuestiones. La primera, que a partir de 1850 sigue habiendo

la necesidad de una fórmula contractual para organizar nuevas

cesiones de tierras a terceros. La segunda, que esta fórmula contrac-

tual ya no puede ser el «foro», dado que el advenimiento de una

ley de redención forzosa a favor del campesinado comienza a ser

una posibilidad cada vez más real (113).

Dos contratos, arrendamiento y aparcería, podían cumplir efi-

cazmente el papel de instrumentos para organizar la cesión de la

tierra. Ambos permitían a los amos mantener un control sobre los

(113) Sobre todo a partir de la ley de redención forzosa promulgada el 20-

VIII-1873, durante la Primera República, y derogada pocos meses más tarde. En

otras áreas de Galicia donde el foro tenía una mayor importancia como forma de

cesión de la tierra, se siguen aforando tierras durante el tercer cuarto del S. XIX

-Villares, 1982, p. 292-293-. En San Martiño, en cambio, no me consta la

realización de ningún foro con posterioridad al año 1845.

324

bienes cedidos, contar con la posibilidad de desalojar a los llevado-

res y disponer libremente de esos bienes, y en todo caso beneficiarse

del incremento de productiyidad de la tierra que experimenta la

comarca de Terra Cha en la segunda mitad del S. XIX. EI arrenda-

miento, con renta fija pero pactada por un número corto de años,

permitía aumentar periódicamente la renta; en la aparcería la renta,

proporcional a la cosecha, experimentaba una revalorización porsí sola.

Pero ^cuál era el contenido real del «acasaramento»?. La Compi-

lación ^ de Derecho Foral de Galicia lo define como contrato «a

medias», en que el amo recibe la mitad de la cosecha y proporciona

algo de simiente y ganado al llevador. En la historiografía también

ha sido interpretación usual asimilar «acasaramento» a aparcería,

y en cuanto tal caracterizarlo por el pago de renta proporcional a

la cosecha, sea la mitad, sea el tercio, y porque el pago de rentasforales y contribución territorial corran en cambio a cargo del amo.

Pero arrendamiento y aparcería son figuras jurídicas con un conte-

nido bien delimitado, en tanto el «acasaramento» es una relación

social entre amo y llevador, y como tal relación extremadamentevariable en función de la posición de fuerza de cada una de laspartes y sus intereses respectivos.

En el Cuadro XXVII sistematizo la información que poseo

sobre los ocho principales «lugares» cedidos en «acasaramento» enSan Martiño de forma continua a partir de mediados del S. XIX.

Tras el nombre del «lugar» se recoge la fecha más antigua en que

me consta estaba ya cedido a«caseiros»; el año en que cesó el

último contrato; los cambios de Ilevadores (no se contabilizan como

cambios la transmisión de padre a hijo/-a de la condición de Ileva-

dor); la renta que se pagaba los últimos años; y finalmente si los

«caseiros» adquirieron del amo una parte sustancial de las tierras,al finalizar el contrato.

Una primera constatación: la cesión se realiza en forma de

«lugar acasarado», que se compone de la casa y dependencias

agrícolas, un conjunto de fincas con diversa dedicación, y a veces

parte de los aperos. La unidad de este conjunto de bienes es talque, cuando a finales del S. XIX los «lugares» de Pereiras y Honra-

325

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326

do se concentren en manos de un solo amo, cada uno de ellosseguirá constituyendo una explotación independiente confiada aun «caseiro». Los ocho «lugares» que se recogen en el Cuadro

XXVII son amplios, de dimensiones similares a los de muchos

labradores.El origen de la cesión a «caseiros» es diverso. Los «lugares» de

Fiouqueira, Ceide, Pallín y, probablemente, Monte, estaban ya

explotados de esta forma hacia 1830-40, y el hecho de que los

Ilevadores no consiguieran escritura de foro -a diferencia de otrosmuchos vecinos- quizás guarde relación con el hecho de que los

amos residían en parroquias vecinas, y podían ejercer un control

más eficaz sobre sus bienes. El «lugar» de Carballo procede del

reparto de los bienes en 1858 entre los ocho hijos herederos de Cas

Carballo, la única «casa de ricos» con que contó San Martiño: lacasa petrucial y parte de las tierras en la parroquia tocaron al hijomayor, José Benito, que los cedió a un «caseiro» cuando marchó

a la ciudad de Ferrol como abogado; y siguieron explotados de esa

manera cuando José Benito ^vendió el «lugar» a su sobrino Serafin

Carballo, residente en una parroquia vecina de San Martiño.El «lugar» de Honrado era una de las más prósperas «casas»

de labradores de la parroquia, en el tercer cuarto del S. XIX; fue

cedida a«caseiros» cuando su heredero marchó a casar a unaparroquia vecina, precisamente con la propietaria del «lugar» dePereiras de San Mártiño, también cedido a«caseiros». De este

modo ambos «lugares» quedaron en manos de un mismo amo.Finalmente el «lugan> de Andión estaba constituído por parte delas propiedades de una «casa» de labradores que fue vendiendosus bienes en el tercer cuarto del S. XIX, víctima de las deudas:los antiguos propietarios siguieron cultivando parte de esas tierras,pero esta vez comó «caseiros» del cura de Quintela.

Ya vimos previamente como, a través del juego de compras,préstamos usurarios, matrimonios y herencias, las «casas de ricos»del ayuntamiento reúnen bienes dispersos en varias parroquias, yorganizan su explotación en forma de «lugares» que ceden a«casei-ros», sobre los que ejercen una estrecha supervisión. A esta dinámi-ca responde la cesión a«caseiros» de los ocho «lugares» comprendi-

327

dos en el Cuadro XXVII, que habían pasado a depender de amosresidentes en parroquias vecinas.

Posteriormente esta forma de organizar posesiones vacantes

será copiada por las «casas» de labradores. Así, cuando a finales

del S. XIX la heredera del «lugar» de Chafarica de San Martiño

case en casa de un labrador vecino, cederá su herencia a«caseiros».

Y lo mismo harán los herederos de la «casa de labradores» de

Constante, cuando marchen a Cuba a principios del S. XX. O los

herederos de Cas Penas, al marchar a Buenos Aires en. 1951. Deeste modo la cesión a«caseiros» es también una forma eventual

de gestionar unos bienes cuya explotación directa no resulta renta-

ble o posible, pero sin renunciar al derecho a poder reclamarlos yexpulsar a los llevadores en el futuro.

Sin embargo esta posibilidad de expulsión parece haberse ejerci-

do raramente, si atendemos a los ocho casos recogidos en el Cuadro

XXVII: antes al contrario, los llevadores tienden a transmitir su

papel de padres a hijos. Así, a lo largo de más de medio siglo, la

misma familia de «caseiros» trabajó el lugar de Andióri. Y en un

intervalo de tiempo superior a un siglo los «lugares» de Fiouqueira,

Ceide, Pereiras y Carballo sólo registraron un cambio de «caseiros».

Esta estabilidad en la tenencia de los llevadores se ve amparada

por el propio interés de los amos en prorrogar indefinidamente la

cesión, pues de otro modo los llevadores podrían tender a esquilmar

el «lugar» en los pocos años que se les confiara. La cesión a largo

plazo también responde a los intereses de los «caseiros» que organi-

zan su reproducción sobre la base de que uno de los hijos del

llevador le releve en su puesto. Y finalmente las cesiones a largo

plazo se apoyan en el establecimiento de relaciones clientelares

entre amos y «caseiros».

De la naturaleza de estas relaciones, y de la coyuntura histórica

concreta depende también en gran medida el- contenido real del

contrato de «acasaramento». Decíamos antes que, en tanto asimila-

do a aparcero, se tiende a considerar que el «caseiro» pagaba renta

proporcional a la cosecha, y estaba exento del pago de rentas forales

y contribuciones. Pero ninguna de estas condiciones se cumplía en

San Martiño. En cuanto a la contribución, por ejemplo los Ilevado-

328

res del «lugar» de Ceide entre los años 1930-64 satisfacían su impor-

te a los amos, añadido a la renta. En cuanto a rentas forales que

pesaran sobre las tierras, los últimos llevadores del <dugar» de

Pallín abonaron, además de la renta, un foro de 22 ferrados de

centeno al año; y los «caseiros» del «lugar» de Fiouqueira abonaban

de su cargo un censo y un foro que gravaban el «lugar», ya en laprimera mitad del S. XIX (114).

Finalmente, en lo que respecta a la forma de establecer el pago

de la renta, la cambiante evolución de producción y precios agrariosinteresó a los amos en cobrar ya rentas fijas, ya proporcionales a

la cosecha; mientras la cambiante legislación puede amparar la

perpetuación indefinida de rentas fijadas en función de una coyun-

tura muy específica. Así los llevadores de cas Andión abonaron

renta fija en cereal y dinero a principios de éste siglo, en los años

que precedieron a la compra del «lugar» por ellos mismos. A co-

mienzos de los años 30 de este mismo siglo los «caseiros» de los

«lugares» de Pallín, Ceide y Pereiras pagaban renta fija en centeno,respectivamente 48, 46 y 34 ferrados; y los dos últimos «lugares»

siguieron en manos de los mismos llevadores en los años 40 y 50,

y pagando la misma renta, protegidos en su tenencia por la Ley

de Arrendamientos Rústicos de 1942.

Tras la guerra civil en cambio, ante el alza de precios de los

productos agrarios, los amos se interesan en establecer rentas pro-

porcionales a la cosecha, y así lo pactaron en aquellos «lugares»

donde renovaron los «caseiros». De modo que el mismo amo que

seguía cobrando renta fija en cereal por el «lugar» de Pereiras,

cede a finales de los años 30 el «lugar» de Honrado a nuevos

«caseiros», fijando renta «a medias» en todos los productos, cereal,

patatas, ganado vacuno y porcino. En los años 50 se vuelve a

invertir la tendencia, ante la baja de precios del cereal, el interés

de los amos en cobrar en metálico para ahorrarse problemas de

gestión, y la necesidad de ofrecer buenas condiciones a los «casei-

(l l4) EI Ilevador de las tierras en arriendo figura también como responsable

del pago de censo y foro, en las Relaciones de Frutos Civiles de 1825, 183^ y 1840.

329

ros» tentados como estos se encontraban por las nuevas posibilida-

des migratorias. Y así en 1951 el «lugar» de Penas se arrienda ya

en renta mixta, 1/3 de la cosecha por las fincas de labradío, y 2.000

pts. anuales por prados y montes. Y ya a finales de los años 50 los

«caseiros» de Carballo y Chafarica pagan rentas fijas en metálico

(aunque renovables anualmente).

En el espacio de 30 años pues, se invierten dos veces las condicio-

nes en que se pactan nuevas cesiones a«caseiros». Rentas fijas en

cereal a principios de los años 30, proporcionales a la cosecha en

los años 40, nuevamente fijas pero establecidas en metálico y revisa-

bles anualmente en los años 50. No pretendo extrapolar estos datos

a toda la comarca, sobre todo porque no es este el objetivo de la

investigación. La cuestión consiste en establecer como el «acasara-

mento» es ante todo una relación social organizada jurídicamente,

y las condiciones en que se pactan los contratos dependen de la

posición de fuerza de amos y llevadores en cada momento, y del

papel que juega la relación contractual en sus procesos reproducti-

vos respectivos. Ya vimos previamente cómó, a partir de los años

cincuenta, la renta de la tierra es cada vez más un recurso menor

para los «ricos», que colocan a sus hijos en carreras profesionales

urbanas. Veamos ahora cómo simultaneamente ha ido cambiando

el valor del «lugar acasarado» en las estrategias reproductivas de

los «caseiros».

III.5.1. De «caseiroĉ a«labradoresN o emigrantes: lasparentelas de «Os TorcatosN y«Os de Farruco»

El concepto de «casa» no es aplicable en absoluto a los grupos

domésticos de «caseiros», y esto es perceptible en la misma forma

de organizar la memoria: los descendientes de «caseiros» son identi-

ficados en las genealogías añadiéndoles el nombre propio o el apodo

de un antepasado común.

El patrimonio no es la base sobre la que se organiza entre ellos

la reproducción porque los «caseiros» carecen de él: son herederos

secundarios de «labradores» pobres, hijos de «camareiras» o hijos

330

de «caseiros». Como precisa Assier (1986) es el contrato de aparce-

ría el que informa su proceso reproductivo, y en especial la composi-

ción del grupo familiar. Los «caseiros» dependen de la mano de

obra familiar para trabajar sus tierras, y necesitan contar con mano

de obra ábundante para que un amo con^e a su cargo un buen

«lugar», por lo que tienen que procrear un número apreciable de

hijos. Por ello el matrimonio es condición indispensable de su repro-

ducción, ya que les permite dotarse de mano de obra familiar

abundante a su cargo. En cambio no tienen que organizar el reparto

de los bienes entre dichos hijos, ya que sólo uno de ellos podrá

sustituirlos en el papel de responsable ante el amo, y en• el futuro

hacerse cargo de sus padres ancianos. Los demás hijos van mar-

chando, y ora casan con otro/a hijo/a de «caseiros» destinado a

suceder a sus padres como llevador, ora casan y arriendan un nuevo«lugar».

Si los hijos mayores van marchando, es uno/-a de los hijos/-as

menores quien casará y tomará el relevo de sus padres. Es frecuente

también que uno de los hijos mayores case y resida durante algunos

años con sus padres, hasta que les salga la oportunidad de tomar

en renta un «lugar» por su cuenta: entonces marchará, y uno de

sus hermanos menores casará y le remplazará como llevador.

Ejemplifiquemos este proceso con la parentela de «Os Torca-

tos», representada en la Genealogía V. Desconozco la posición

social del matrimonio fundador de la parentela, Manuel Fernández

y Torcata Amoroso, pero bien pudieran haber sido «caseiros», ya

que sus hijos no heredaron tierras, y Torcata es identificada en su

partida de defunción como «pobre». La identificación de sus cinco

hijos, los hermanos Fernández Amoroso, no resulta en cambio

dificultosa: los cinco son denominados «caseros» en una escritura

de 1873 (115), y ninguno de ellos aparece tributando por «rústica»

en el Reparto de la Contribución del año siguiente (116); y a la

(115) Acta de parcelación de una porción de los montes de San Martiño, 20-V-1873, Documentación privada.

(116) Sección Hacienda, Serie Territorial, Leg. I06-1, A.H.P. de Lugo.

331

muerte de los cinco, dos de ellos, Antonio y José, serán identificados

como «pobres» en la partida de defunción, en tanto de otros dos,

Ramón y Francisco, sólo sabemos por la misma fuente que no

dejaron testamento (117).De los hermanos Fernández Amoroso, M.a Juana se hizo cargo

de su madre anciana, y casó con Andrés Varela, heredero residual

de una «casa» de labradores. Andrés y M.a Juana fueron toda su

vida «caseiros», primero en el «lugar» de Díaz, y posteriormente

en el «lugar» de Honrado.Un segundó hermano, Antonio Fernández Amoroso, casó con

Josefa González, hija de un matrimonio de «caseiros», Francisco

González y Rosa Alvarez (estos dos, Fran ĉisco y Rosa, serán regis-

trados «pobres» en sus partidas de defunción) a los que sucederán

como Ilevadores del «lugar» de Ceide. Antonio Fernández Amoroso

y Josefa González tuvieron ocho hijos, los hermanos Fernández

González, que repetirán las estrategias reproductivas de sus padres.

El primero en casar es José Fernández González, con Francisca

Aguiar, hija de campesinos pobres. La joven pareja quedó residien-

do con los padres del maridó, en el «lugar» de Ceide, durante

quince años, hasta que marcharon como «caseiros» al vecino «lu-

gar» de Pallín, que por entonces quedara vacante. Es ahora cuando

la hermana de José, Carmen Fernández González, casa en 1906

con Constante Varela, y quedan como «caseiros» en el «lugar» de

Ceide, en sustitución de su hermano José. Y ahí seguirán hasta la

muerte de Constante en 1925, cuando la viuda Carmen Fernández

González abandona el «lugar».Entre los matrimonios de José en 1892 y el de Carmen en 1906,

habían ido casando otros tres hermanos Fernández González. La

primera en casar fue la hermana mayor, Manuela Fernández Gon-

zález, con Ramón Miragaya, un músico ambulante ciego; Josefa

(117) Me refiero al Libro Parroquial de Defunciones. Desafortunadamente en

1902 adviene un nuevo párroco, que deja de realizar anotaciones sobre los medios

de fortuna de sus feligreses en las partidas de defunción.

332

Fernández González casó con un hijo de jornaleros pobres, José

Ramón Palmeiro, y ambos vivieron toda su vida en un «caseto»

siendo recordados como «camareiros»; y finalmente María Fernán-

dez González contrajo matrimonio con Juan Díaz, hijo de «casei-

ros», y la jovén pareja quedó a residir con los padres del marido,sustituyéndolos años más tarde como llevadores del <dugar do Mon-

te».

Desde 1850 hasta 1925 los llevadores del «lugar» de Ceide

habían ido traspasando su puesto de generación en generación:

primero de Francisco González a su hija Josefa; de Josefa a su hijo

José Fernández González y, al marchar éste, a su otra hija Carmen

Fernández González. Cuando esta Carmen al enviudar en 1925

marche, pasarán a hacerse cargo del «lugar» de Ceide iunos parien-

tes!, Manuela Aguiar Varela y Benedicto Folgueira, que habían

casado ese mismo año. En efecto, la madre de Manuela Aguiar

Varela, la nueva «caseira», era prima carnal por vía materna de .

Carmen Fernández González, la antigua «caseira»; y también prima

carnal por vía paterna del marido de Carmen Fernández, Constante

Varela. Y el padre de Manuela Aguiar Varela, José Aguiar, era

«curmán» -cuñado- de la misma Carmen Fernández González.

La «isogamia» que se registra entre los «caseiros»., o sea el

hecho de que los hijos de «caseiros» casen entre sí, se explica por

el papel del matrimonio dentro de su proceso reproductivo global,

como medio de acceder a uri «púesto de trabajo» como «caseiro»y de procurarse mano de obra familiar para trabajar las tierras

recibidas. Pero esta isogamia sostenida a través de sucesivas genera-

ciones crea una red de relaciones extremadamente densa, de forma

que cuando unos «caseiros» abandonan definitivamente un «lugar»

hay grandes posibilidades de que unos parientes vengan a sustituir-

los. De igual forma esta red de relaciones estructura su proceso de

trabajo a otros niveles. Por ejemplo, los hijos de «caseiros» y«cama-reiras» eran componente principal de las cuadrillas de jóvenes que

se formaban para ir a segar a jornal a«Terra de Lugo», una

comarca situada a unos veinte kilómetros de San Martiño. La

enumeración de los componentes de una de esas cuadrillas a princi-

pios de siglo vuelve a retrotraernos al linaje de los «Torcatos»: la

334

cuadrilla estaba compuesta por dos hijas de Josefa Fernández Gon-

zález, dos hijos de José Fernández González, un hermano de Ma-

nuela Aguiar Varela, ... Y la coparticipación en el trabajo de los

jóvenes facilita que se entablen relaciones que pueden conducir al

matrimonio: dos primos carnales componentes de esa cuadrilla de

segado"res, Adolino (hijo de José Fernández González) y Josefa(hija de Josefa Fernández González) acabaron casando.

Matrimonios isogámicos forman parte de las estrategias repro-

ductivas de 16s «caseiros» en tanto permiten a sus hijos acceder al

puesto de llevadorés de algún «lugar». Matrimonios isogámicos

generan una red de parentesco muy densa, sobre la que se estructura

el proceso de trabajo, tanto entreayudas agrícolas como organiza-

ción de cuadrillas para marchar a segar a jornal. Y la çoparticipa-

ción de los jóvenes en el trabajo facilita que se entablen entre ellos

relaciones que conducen al matrimonio. Pero, cuando unos «casei-

ros» abandonan un «lugar», como sucedió con el «lugar de Ceide»,

en 1925, ^por qué el amo habría de preferir como nuevos «caseiros»

a unos parientes de los antiguos llevadores?. La argumentación

puede completarse mejor a través de la historia de un segundo

linaje de «caseiros», «Os de Farruco».La descendencia de Farruco se desarrolla en la Genealogía VI.

La historia comienza cuando Francisco Folgueira, «Farruco», y

Genoveva Corbelle, hija ilegítima de una «camareira», entran a

servir como criados en casa de D. Ramón Pérez, un «rico» afincado

en un parroquia lindante con San Martiño, y dueño en esta última

de los «lugares» de Honrado y Pereiras. Francisco y Genovevacasan, y el amo los envía como «caseiros» al «lugar» de Pereiras,

que entonces tenía vacante. La relación entre amo y llevadores

dista aquí de ser meramente contractual, puesto que el amo va a

apadrinar a alguno de los hijos de su «caseiro». Se entabla así unarelación clientelar de larga duración. Un sobrino de FranciscoFolgueira, Salustiano Folgueira, entrará años más tarde como cria-

do en casa del mismo amo, D. Ramón Pérez. Y cuando el segundo

«lugar» que este amo posee en San Martiño, el «lugar» de Honrado,

quede vacante, el mismo Salustiano Folgueira se hará cargo de él

como «caseiro».

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Años más tarde los hijos de Francisco Folgueira y Genoveva

Corbelle empiezan a casar y marchar del «lugar» de Pereiras, y a

reproducir las estrategias seguidas por su padre. Casa Benedicto

Folgueira Corbelle y marcha como «caseiro» al «lugar» de Ceide.

Casa Jesús y marcha también como «caseiro» fuera de la parroquia

... hasta que diez años más tarde su tío Salustiano deje libre el

«lugar» de Honrado y Jesús Folgueira acuda a reemplazarlo!!!. Y

los demás hermanos Folgueira Corbelle continúan casando: lo hace

Benito en 1941, al morir su padre, y queda como nuevo llevador

del «lugar» de Pereiras. Y al año siguiente su hermano Manuel

casa y marcha como «caseiro» a una parroquia vecina.

El «acasaramento», en cuanto relación social entre amo y lleva-

dor, forma parte así de un conjunto de relaciones verticales entre

dos grupos de parentesco, a través de los que un primer grupo de

parentesco, el del «amo», recluta mano de obra en forma de criados

y«caseiros» entre los miembros de un segundo grupo de parientes.

A través de esta relación clientelar los «caseiros» organizan también

su proceso reproductivo, colocando a sus hijos como criados a veces

y más tarde como «caseiros», ya reemplazando a su padre en el

papel de llevador, ya tomando en arriendo nuevos «lugares» del

mismo amo o de parientes o amigos del amo. La relación clientelar

se entabla entonces ño entre dos individuos, sino entre dos grupos

de parientes. Y es esa relación vertical extremadamente compleja

y no simplemente él contrato de «acasaramento» lo que informa

el proceso reproductivo de los «caseiros». Así, cuando en los años

50 de este siglo los nietos de D. Ramón Pérez decidieron vender

las tierras de los dos «lugares» que poseían en San Martiño, dieron

preferencia para comprar las fincas que quisieran, y facilidades de

pago, a los «caseiros» que las venían trabajando.La historia y evolución del «acasaramento» en San Martiño a

lo largo del S. XX es la historia de una cambiante relación entre

amos y llevadores, o mejor dicho, de la cambiante relación entre

tierra poseída por amos que no la explotan directamente, y brazos

disponibles para trabajar, o dinero disponible para adquirir las

fincas.El primer tercio del S. XX está marcado por la emigración

337

americana, que genera un déficit de mano de obra para trabajartierras bajo ĉontrato de «acasaramento», pues son sobre todo los

hijos varones de los «caseiros», y los hermanos del «casado en casa»

en las «casas» de labradores quienes marchan a América. Hay falta

de personal dispuesto a trabajar la tierra como «caseiros», pero no

falta de dinero para adquirir esas mismas fincas: cuentan con él

los labradores, beneficiados por la comercialización del ganado, y

que necesitan incrementar la superficie de sus explotaciones; y

cuentan también con él emigrantes a Cuba que vuelven con sus

ahorros a finales de los años veinte, interesados en comprar unpequeño «lugar» donde establecerse.

No hay brazos para trabajar como «caseiros» pero sí dinero

para comprar las fincas: los «lugares» de Fiouqueira y Chafarica

en San Martiño,.explotados desde tiempo antes mediante «casei-

ros», son adquiridos por sendos emigrantes recién retornados de

Cuba, a finales de los años veinte, aunque parte de las fincas se

vende a varios labradores de la parroquia. Y cuando los bienes de

la «casa de Flores» son embargados por un prestamista, en 1935,

este no los cede a un «caseiro», sino que vende las fincas a varioslabradores.

La guerra civil y la economía de estraperlo de los años 40

significaron una inversión de esta tendencia, debido al cese de la

emigración. Pero ahora los hijos de «caseiros» y labradores pobres

encontraron trabajo en las minas que se vuelven a explotar en una

parroquia vecina, a partir de 1941. Los años 50 contemplan un

reavivamiento de la emigración, esta vez de ámbito nacional, que

se lleva a hijos de «labradores» y de «caseiros» dejando abandona-

dos no sólo los «lugares acasarados» sino también varias «casas»

de labradores. Las tierras se vuelven a vender, esta vez a«labrado-

res» y«caseiros» que deciden no marchar. Y una estructura social

tri- o cuatripartita organizada sobre la propiedad de la tierra empie-

za a ser recuerdo.

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