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LOS COLORES DEL AGUA, EL AGUA VIRTUAL Y LA HUELLA HÍDRICA: Conceptos para el desarrollo sostenible del recurso hídrico.
Sonia Yulieth Guerrero Nieto Julie Andrea Gil Gómez
Néstor Horacio Ruiz Daza Luis Bernardo Cañon
Introducción El agua es un elemento indispensable para el desarrollo de todas las formas de
vida del planeta. Plantas, animales y humanos la requieren esencialmente para
subsistir, la importancia del agua es clara, evidente y entendida globalmente. Sin
embargo el mundo actual se enfrenta a grandes problemáticas relacionadas con
este recurso: por una parte existen cifras escandalosas sobre la cantidad de
personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable, incrementando así la
pobreza; además de la inequidad en la distribución del recurso y el cobro excesivo
del mismo en casi todo el planeta gracias a la políticas de privatización propias del
capitalismo, de otra parte cada día ocurren más catástrofes relacionadas con el
agua derivadas del cambio climático y que dan cuenta de la manera como se ha
abusado del planeta con las respectivas consecuencias: sequias, inundaciones,
deshielo, escasez, desertificación, etc. En otro sentido, es claro también que las
proyecciones sobre el fin del recurso hídrico no han sido tan catastróficas, como
podría pensarse y que más que falta de agua, existe una pésima gestión de la
misma, sobre este particular es determinante la política económica actual que
definitivamente es incompatible-o parece serlo- con el cuidado y la protección del
medio ambiente y el desarrollo sostenible, ya que sus intereses sobrepasan por
principio propio cualquier consideración que no sea de beneficio económico.
Para comprender a profundidad las dinámicas actuales y la importancia del agua,
es necesario comprender los conceptos asociados a términos como los colores del
agua, el agua virtual y la huella hídrica, que recientemente se han consolidado
como nuevos paradigmas para entender el valor y la importancia del agua para el
futuro de la humanidad y cómo este valor puede ser utilizado, bien en la búsqueda
de un verdadero desarrollo sostenible o bien como un elemento más del mercado
global capitalista.
Los colores del agua
En principio es necesario establecer las diferencias entre lo que se ha llamado los
colores del agua, estos conceptos están asociados a los tipos de agua existente,
entre ellos están: el agua azul, que es aquella proveniente de las fuentes de agua
tanto superficiales como subterráneas y el agua verde, aquella producto de las
precipitaciones y que está en el suelo, también algunos autores como Shamir
(2000) mencionan que “las aguas que tienen un color amarillo dorado. Se refiere a
aquellas aguas con alta salinidad o componentes tóxicos que pueden ser
transformadas en agua potable o apta para la agricultura mediante los modernos
procedimientos de la ingeniería química” (Grajales Quintero, Jaramillo Robledo, &
Cruz Cerón, 2008, pág. 21). En aras de aclarar estos térmnos (Zehner & Hong,
2008) revisan algunos autores como Savenije, Falkenmark y Rockström y
establecen que
el agua de lluvia que cae sobre una cuenca hidrográfica puede ser dividida en
agua ‘verde’ y en agua ‘azul’ y que el concepto de agua verde se introdujo por
primera vez por Falkenmark (1995) para referirse al flujo de retorno de agua a la
atmósfera como evapotranspiración, que incluye una parte productiva de la
transpiración y una parte no productiva como la evaporación directa de las
superficies de los suelos, lagos, estanques, y de agua interceptada por el dosel.
Posteriormente el concepto de agua verde se ha utilizado generalmente para
referirse al agua almacenada en los suelos no saturados (Savenije, 2000). El agua
verde es la fuente de agua de la agricultura de secano. El agua azul se refiere al
agua en ríos, lagos, embalses, lagunas y acuíferos (Rockström et al., 1999). La
agricultura de regadío por lo general utiliza el agua azul como un suplemento a la
lluvia” (pág. 9),
Igualmente Zehner y Hong (2008), mencionan que estos dos tipos de agua tienen
características diferentes y que por lo tanto tienen un costo de oportunidad
distinto, así
el agua verde proviene de la lluvia. Se trata de un ‘bien libre’ en términos de la
oferta. Las plantas que no sean cultivos alimentarios (que a menudo tienen menor
valor económico directo del uso del agua) son los principales usuarios de la
competencia de esta agua (Yang y Zehnder, 2002). En comparación con el agua
azul, el costo de oportunidad del uso del agua verde es más bajo. Por el contrario,
el agua azul tiene muchas funciones. El riego a menudo produce el menor valor
económico de todas las funciones (Zehnder et al., 2003). Por lo tanto, el costo de
oportunidad del agua de riego es alto. Mientras tanto, el agua azul exige que las
instalaciones de almacenamiento y distribución estén disponibles antes de que
pueda ser entregado a los usuarios. El suministro de agua involucra costos. Por
otra parte, el riego excesivo puede provocar la salinización severa, el anegamiento
y la degradación de los suelos, que es evidente en muchas zonas del mundo
(Postel, 1999). Desde el punto de vista de costo de oportunidad del uso de los
recursos hídricos, el comercio de agua virtual verde es en general más eficiente
que el comercio de agua virtual azul, manteniendo constantes otros factores.
(Zehner & Hong, 2008, pág. 10).
Los autores resumen las características del agua azul y el agua verde en la
siguiente tabla:
Tabla 1. Características del agua azul y el agua verde
Tipo de Agua Azul Verde
Fuentes Ríos, Lagos, Reservorios, pozos, acuíferos
Agua que está almacenada en el suelo insaturado y puede ser usada por evapotranspiración
Movilidad Alta movilidad Alta inmovilidad
Substitución de fuentes Posible Imposible
Usos Competitivos Muchos Pocos
Facilidades de transporte Requeridas No requeridas
Costos de uso Altos Bajos
Fuente Zehner & Hong 2008 pág. 11
Respecto a la utilización del agua azul y el agua verde en la agricultura Zehner &
Hong (2008), explican que en general la producción agrícola de un país depende
del agua azul, sin embargo en los principales exportadores de alimentos (Francia,
Australia, Canada, Argentina), la agricultura predominante es de secano, es decir
solo utiliza agua lluvia, por lo que, según los autores, exportan en mayor
proporción agua verde y no azul, está situación no se da en los paises
importadores con escazo recurso hídrico, ni en los paises subdesarrollados, en los
que sus economias, se basan exclusivamente en la producción agrícola, que
utiliza generalmente agua azul, por tanto si se llegan a exportar productos, se está
exportando agua azul y no verde.
En el siguiente gráficos e puede observar la utilización del agua dulce en países
desarrollados y subdesarrollados.
Fig. 1. Utilización del agua dulce en el mundo
Fuente: Water at a glance FAOWATER
Según La Global Water Systeme Project,
estamos en una situación donde las percepciones convencionales de los recursos
hídricos están incompletas. Su foco está en el agua líquida o azul, que ha colmado
muy bien las necesidades particulares de ingenieros, que participan en el
suministro de agua y proyectos de infraestructura de diversos tipos. El agua azul
ha dominado las percepciones de agua en el pasado, sin embargo, representa
sólo un tercio de los recursos básicos de las aguas lluvias que caen sobre los
continentes” (www.gwsp.org, 2005)
de la misma manera la GWSP, explica que el mundo ha manifestado un gran
interés pensar cómo utilizar solo un 4% del recurso hídrico disponible, del 100%
existente, “un 10% se consume en la producción de cultivos que es casi dos veces
más que toda el agua azul extraída para su uso social La mayor parte el 90 por
ciento restantes es consumido por otros ecosistemas terrestres”. (www.gwsp.org,
2005). En general este proyecto (GWSP), manifiesta que debe pensarse el
recurso hídrico teniendo en cuenta los colores del agua, ya que el interés a lo
largo de mucho tiempo se ha centrado solo en el agua azul, por lo que “incorporar
el agua verde en la conceptualización del agua significa una comprensión mucho
más realista de la base de recursos.” (www.gwsp.org, 2005), a continuación se
muestra una tabla en la que se observan los diferentes ámbitos de utilización tanto
del agua azul como del agua verde.
Tabla 2. Ámbitos de utilización del agua verde y el agua azul
Fuente: www.gwsp.org (2005)
Agua virtual y gestión del recurso hídrico Así como surgió el concepto de huella de carbón para medir el grado de dióxido de
carbono generado por un bien o producto, John Anthony Allan, en 1998, propuso
el concepto de agua virtual “al estudiar la opción de importar agua virtual (en lugar
de agua de verdad) como una solución parcial al problemas de escasez de agua
en el Medio Oriente. Allan elaboró la idea de usar el agua virtual de importación
{…} como una herramienta para liberar la presión sobre los recursos hídricos
apenas internos disponibles” (Hoekstra, 2008, pág. 11).
Dominio de Flujo del agua
Verde Azul
Directo Económicos: Crecimiento de la biomasa: agricultura de secano, madera, fibras, leña, pastos, etc
Económicos: Uso en la sociedad: Riego, industria y usos domésticos
Indirecto Ecosistemas/ Crecimiento de la biomasa: Las plantas y los árboles en los humedales, pastizales, bosques y otros biotopos
Ecosistemas/ Funciones: habitats acuáticos de agua dulce
Biodiversidad Biodiversidad
Se entiende por agua virtual “El agua necesaria para producir un bien o un
servicio” (Llamas, 2005, pág. 8), pero la
la potencialidad del concepto viene de la mano de dos factores: 1) por un lado, el
AV nos proporciona información de los requerimientos de agua, no únicamente de
los productos agrícolas, sino también del resto de bienes y servicios. Así, se puede
hablar de la cantidad de agua (en metros cúbicos) que hay que utilizar para
producir un kilo de trigo, un kilo de carne de vaca, una cerveza, etc. 2) Por otro
lado, el AV alcanza todo su potencial cuando se la relaciona con el comercio,
facilitando información de los flujos de AV entre países. Así, se puede hablar del
agua virtual exportada y el agua virtual importada a través del agua “contenida” en
los productos comercializados.” (Velásquez, 2009, pág. 4)
Según Velásquez (2009) el agua virtual puede comprenderse como un
instrumento de la política de oferta del agua, es decir permite en un momento
dado, aumentar los recursos hídricos de una región. Aunque más adelante se
tratará solo el concepto de huella hídrica, es importante aclarar la diferencia y
relaciones entre estos: el agua virtual y la huella hídrica son “dos indicadores
sobre requerimientos de agua, uno entendido desde la perspectiva de la
producción, el agua virtual; y el otro, desde la perspectiva del consumo, la huella
hídrica” (Velásquez, 2009, pág. 5), el agua virtual, es el agua necesaria para
producir un bien, producto o servicio, y la huella hídrica es “la suma de toda el
agua virtual que necesita un país o una región para atender la necesidad de
bienes y servicios de los habitantes de esa zona” (Llamas, 2005, pág. 8), para
comprender mejor los conceptos Velásquez los ejemplifica de la siguiente manera,
colocando como ejemplo una fresa: “el AV de la fresa es el agua que ha hecho
falta utilizar para producirla; y la HH es el agua necesaria para que una
determinada persona consuma la fresa. Así pues, la diferencia podríamos
resumirla en una simple frase: el AV es la fresa en la planta y la HH es la fresa en
la mesa (del consumidor).” (2009, pág. 5)
Comprender el concepto de agua virtual es esencial para reconocer el papel
preponderante de la eficaz administración del agua dentro de las políticas
económicas y sociales de un país; en los últimos años se ha clarificado que más
que una crisis por falta de agua existe una crisis por el deficiente manejo de este
recurso y que además de la deficiente gestión del agua intervienen muchos
factores sociales, económicos, políticos y culturales. Sin embargo y a pesar de la
importancia del agua para la vida hasta hace pocos años se está hablando del
agua virtual y de la huella hidrológica.
Dentro de la gestión del agua, anota Llamas (2005) es importante tener en cuenta
varios aspectos, de los cuales puede depender o no, un uso eficiente del recurso.
En primer lugar la manera de administrar el agua, si la apuesta es por el modelo
clásico, en el que se administra cuenca y territorio en lo que el autor llama
administración hidrocentrica, o si más bien se entiende dicha gestión dentro de
áreas problémicas del agua y se trasciende la relación primaria entre la cuenca y
su limitado territorio. Otro aspecto importante es la relación entre el agua, el
comercio y el medio ambiente, y no solo entre el manejo del agua y el medio
ambiente, es claro que el agua es un bien comercial y que su uso y transacción
puede ser definitiva en la economía de un país. El otro factor a tener en cuenta es
el consumo sostenible del agua por parte de los países industrializados, pues
claramente se sabe que estos países han abusado de los recursos naturales-entre
ellos el agua- como estrategia de desarrollo; ahora es importante que frente a la
crisis del medio ambiente, se racionalice el uso del mismo. El último aspecto que
el autor anota como imprescindible para tener en cuenta en la gestión del recurso
hídrico es la conciencia de la relación entre la ética y la ecología, es decir que es
justo admitir que más que problemas ecológicos, estamos enfrentando problemas
éticos, y que es desde los modelos económicos que sistemáticamente se ha
adoptado una ética anti ecológica de abuso y desgaste de los recursos naturales.
Por tanto se requiere evidentemente una nueva ética ecológica, que incluya el
manejo del agua.
Comercio de agua virtual
Según (Zehner & Hong, 2008, pág. 3) en el ámbito mundial “los flujos de agua
virtual entre naciones se situaron en alrededor de 1000 km3/año a finales del siglo
pasado (desde la perspectiva de los países exportadores). De los cuales,
alrededor de 650 km3/año se atribuyó al comercio relacionado con cultivos. El
volumen de agua virtual asociado con el comercio de alimentos fue de
aproximadamente 15% del uso total de agua en la producción de alimentos”, estos
autores aclaran que usualmente en el comercio de alimentos los volúmenes de
importaciones y exportaciones tratan de mantener un equilibrio, sin embargo en el
comercio de agua virtual no pasa lo mismo, ya que la productividad del agua, varia
de acuerdo a ciertos aspectos (clima, prácticas agrícolas, etc.), este desequilibrio
da muestra de la brecha existente entre países desarrollados y no desarrollados,
que en últimas son los que pueden estar poniendo en peligro su seguridad
alimentaria. En este sentido, los países desarrollados como los de América del
Norte y los europeos presentan una alta productividad del agua, mientras que en
los países subdesarrollados como los países africanos la productividad es baja,
esto tiene que ver, en general con las prácticas agrícolas y la gestión del agua
(Zehner & Hong, 2008). Respecto a los países importadores y exportadores de
agua virtual se puede decir que
América del Norte, América del Sur y Oceanía son las regiones exportadoras netas
de agua virtual. Todas las demás regiones son importadores netos. Asia oriental,
América Central, Norte y Oeste de África y Oriente Medio son los destinos
principales de agua virtual. Se puede observar que los volúmenes de agua virtual
difieren en gran medida de los lados de exportación e importación. Por ejemplo, el
volumen de 73 km3 de agua virtual exportada desde América del Norte es digno
de 149 km3 de agua virtual en el Este de Asia. En el Medio Oriente, los volúmenes
correspondientes son de 17 km3 y 55 km3, respectivamente. Una excepción es la
exportación de agua virtual desde Sudamérica hasta Europa Occidental. El agua
virtual exportada desde América del Sur vale menos en Europa occidental debido
a la menor productividad del agua en la primera región que en la segunda” (Zehner
& Hong, 2008, pág. 6)
Llamas (2005) establece una serie de ventajas y desventajas del comercio del
agua virtual, entre ellas y una de los aspectos más importante está la Seguridad
alimentaria entendida como la capacidad de un estado “para proporcionar a sus
habitantes alimento suficiente y sano ahora y en un futuro” (Llamas, 2005, pág.
21), en este sentido es claro que aspectos como las importaciones y las
exportaciones y los tratados de libre comercio deben leerse con minucia, pues es
posible que se esté importando y pagando agua virtual, sin necesidad, es decir
teniendo el recurso, o que se esté exportando agua sin cuantificar su costo real en
beneficio de la economía, en este sentido, es posible que “la importación de agua
virtual reduce con eficacia el uso del agua para la producción de alimentos en los
países importadores de alimentos. Para los países donde los recursos hídricos
son escasos, la importación de agua virtual ayuda a aliviar el estrés hídrico. Para
muchos de ellos, ha sido a menudo más barato y ecológicamente menos
destructivo importar alimentos, especialmente los cultivos de uso intensivo de
agua como los cereales”. (Zehner & Hong, 2008, pág. 13)
También anota Llamas (2005) es indispensable superar la pobreza, pues es el
principal detonante de la falta de seguridad alimentaria, pero en el sistema
económico actual, en el que cada vez los pobres son más pobres, el ciclo pude ser
interminable. Así “el comercio de agua virtual puede permitir a los países de
escasos recursos hídricos evitar lo que hasta hace muy poco se consideraba una
probable e inminente crisis. Casi la única condición requerida es que esos países
tengan un nivel económico que les permita comprar en los mercados
internacionales los alimentos portadores de agua virtual.” (Llamas, 2005, pág. 14),
esto genera la pregunta, ¿si los países ricos pueden comprar agua, qué pasa con
los países pobres?, al respecto Zehner & Hong (pág. 13) mencionan lo siguiente:
para los países pobres con abundantes recursos hídricos, sin embargo, se
muestran las importaciones de alimentos desde una perspectiva de ahorro de
agua no muy significativo. Para estos países, la agricultura es un sector económico
importante y una gran proporción de la población depende de la agricultura para
vivir. El flujo de las importaciones de alimentos de estos países a menudo socava
la producción local de alimentos ya que los agricultores no pueden competir con
los excedentes de alimentos baratos y subsidiados a menudo de los principales
países exportadores.
El segundo aspecto que trata Llamas (2005) dentro de las ventajas y las
desventajas del comercio de agua virtual es el de los Precios, subsidios y
comercio, que se alcanza a visualizar de hecho como una desventaja para los
países pobres, las grandes subvenciones a la agricultura en algunos países
industrializados hacen que evidentemente exista una competencia desleal, pues
los productos de los países pobres en los que no existen ese tipo de subsidios, no
pueden competir mano a mano con aquellos que si están subsidiados. De manera
que “las subvenciones a los agricultores de los países de la OCDE (dos mil
millones de dólares al día) tienen un gran impacto negativo en la producción
agrícola de los países en vías de desarrollo” (Llamas, 2005, pág. 23), pues 1/3 de
las rentas de la agricultura de la OCDE procede de subvenciones y es cinco veces
superior a la ayuda para promover el desarrollo de los paises pobres y dos veces
superior a las exportaciones provenientes de estos paises; en la UE, por ejemplo,
la subvención por cabeza de ganado es mayor a dos dolares diarios, esta cifra es
escandalosa si se tiene en cuenta que 1500 millones de personas viven con
menos de dos dolares diarios . El siguiente aspecto evaluado entre las ventajas y
desventajas es el relacionado con los Cambios sociales, es decir se ha pasado,
especialmente en el último siglo, de un población rural a una población
eminentemente urbana con demandas diferentes y grandes consumos de agua y
la perspectiva es seguir aumentando la población y especialmente y en grandes
proporciones la población urbana, todos estos cambios, como por ejemplo las
migraciones, desatan nuevas necesidades que deben resolverse desde la
economía y la política. Por otra parte llamas menciona los Efectos ecológicos,
que puede tener el comercio indiscriminado de agua virtual, pues en pro de
comercializar puede generarse un gasto innecesario del recurso, el autor
menciona lo siguiente al respecto: “Hofwegen (2004) estima que la liberalización
del comercio de alimentos (y por ello de agua virtual) podría tener efectos
negativos en el medio ambiente. Esto podría ocurrir en los países que utilizaran de
modo exagerado o insostenible sus recursos hídricos con objeto de producir
productos agrarios que pudieran vender en otros países.” (Llamas, 2005: 26). El
último aspecto considerado es el de los “Transvases intercuencas o
importación intranacional de agua virtual” en este sentido se advierte sobre la
necesidad de cambiar el pensamiento sobre las gestión del agua hacia aspectos
que trasciendan la relación cuenca-territorio y pensar en los transvases, con el fin
de mejorar la disponibilidad de agua en cuencas supraterritoriales o enfrentarse
realmente, especialmente en los países pobres en recurso hídrico, a la
importación del agua virtual.
La huella hídrica
El concepto de huella hídrica, tiene en cuenta el de agua virtual o agua
incorporada, mencionado anteriormente, fue introducido por Hockstra y Hung
hacia el 2002 y en general es un indicador del uso del agua, contempla además el
uso de agua directa e indirecta, como agua directa se conoce aquella que es
utilizada directamente en la producción de un bien o servicio y como agua
indirecta aquella utilizada para el consumo de dicho bien o servicio. “El uso del
agua se mide en términos de volúmenes de agua consumida (evaporada) y/o
contaminada. Una huella hídrica se puede calcular para cualquier producto o
actividad, así como para cualquier grupo bien definido de los consumidores {…} o
los productores {…} a un público, organización, la empresa privada o de todo un
sector económico)”. (Hoekstra, 2008, pág. 11). Es entonces posible diferenciar,
entre la huella hídrica de un producto, de un individuo, de una comunidad y de un
negocio, así: “la huella de agua de un producto se define como el volumen total de
agua dulce que se utiliza directamente o indirectamente para producir el producto.
Se calcula teniendo en cuenta el uso del agua en todas las etapas de la cadena de
producción” (Hoekstra, 2008, pág. 14), la huella de un individuo o grupo de
individuos “está formado por dos componentes: el uso directo de agua, es decir, el
uso del agua en el hogar o en el jardín, y el uso del agua indirecta, es decir, el uso
del agua en las cadenas de producción y suministro de los bienes y servicios
consumidos.” (Hoekstra, 2008, pág. 16), de otro lado la huella hídrica de un
negocio está definida
como el volumen total de agua dulce que se utiliza directamente o indirectamente
a ejecutar y apoyar un negocio. Esta huella hídrica puede ser evaluada mirando
tanto el uso directo de agua, es decir, el uso del agua por parte del productor para
la fabricación o para actividades de apoyo, y el uso del agua indirecta, es decir, el
uso del agua en la cadena de suministro del productor. La huella hídrica de un
negocio por lo tanto incluye dos componentes: el operativo de la huella hídrica y la
cadena de suministro.” (Hoekstra, 2008, pág. 16);
Sin embargo para entender el concepto completo de huella hídrica se mencionará,
que la huella hídrica se divide en tres partes: “la huella de agua azul se refiere al
volumen de agua azul (agua superficial o subterránea) que se ha evaporado como
resultado de su apropiación para fines humanos {…} La huella de agua verde se
refiere al volumen de agua verde (agua de lluvia almacenada en el suelo) que se
ha evaporado como resultado de su apropiación para fines humanos. La huella de
agua gris es el volumen de agua contaminada que está asociada con la
producción de bienes y servicios. Se calcula como el volumen de agua que se
requiere para diluir los contaminantes hasta tal punto que la calidad del agua se
mantiene por encima de acuerdo normas de calidad del agua.” (Hoekstra, 2008,
pág. 11)
Hoekstra (2008), explica que la huella hídrica es un indicador muy diferente al de
extracción de agua, pues este último incluye los flujos de retorno, y solo mide el
consumo de agua azul, mientras que la huella hídrica mide el uso del agua que se
evapora, y mide además el consumo del agua azul, verde y gris, y tiene en cuenta
tanto el agua que se consume como la que se usa en la producción (agua
indirecta y directa), esto lo explica en la gráfica siguiente:
Fig. 2. “Representación esquemática de los componentes de una huella de agua. Esto demuestra que el
consumo no consuntivo de las extracciones de agua (el flujo de retorno) no es parte de la huella hídrica.
También muestra que, contrariamente al indicador de extracción de agua, la huella hídrica incluye el agua
verde y gris y el componente indirecto del uso del agua.”
Fuente: Hoekstra (2008, pág. 14)
Se puede concluir que la huella hídrica es “un indicador geográfico explicito, que
no sólo muestra volúmenes de agua y contaminación del agua sino también los
lugares donde la misma se causa” (Grajales Quintero, Jaramillo Robledo, & Cruz
Cerón, 2008, pág. 16)
Hoekstra (2008), explica que la huella hídrica está en relación directa con el uso
real del agua por unidad de producto, bien o servicio y no se calcula sobre
promedios globales, por lo tanto para calcularlas se debe tener en cuenta la
procedencia de los productos y el uso en los lugares de origen.
Seguridad alimentaria y huella hídrica
Es también importante diferenciar entre la huella hídrica interna y externa:
Grajales, Jaramillo y Cruz (2008) explican que la interna se define como “el
volumen de agua utilizado de los recursos hídricos nacionales para producir
bienes y servicios consumidos por los habitantes del país” (pág. 18) y la externa
es “el volumen de agua usada en otros países para producir bienes y servicios
importados y consumidos por los habitantes del país de referencia” (pág. 18), los
mismos autores indican que los factores que inciden en la determinación de la
huella hídrica son entre otros: volumen total de consumo, patrones de consumo,
clima y prácticas agrícolas (pág. 18), es decir existen varios factores para poder
determinarla, uno de los más importantes es el consumo y sus patrones como por
ejemplo: el excesivo consumo de carne de los estadounidenses, igualmente las
condiciones climáticas que han cambiado debido a la contaminación y algunas
prácticas agrícolas poco tecnificadas en las que existe mucho desperdicio del
agua. Sin embargo es evidente que son los patrones de consumo los que
determinan en gran porcentaje la huella hídrica. A continuación se puede
visualizar una gráfica en la que se observa el consumo nacional per cápita, y en
ella se observa por ejemplo, que los países que aparecen señalados en rojo, son
aquellos que tienen una huella hídrica mayor al promedio global, entre estos
vemos claramente a Estados Unidos y Canadá, Brasil, Australia, mientras que los
países que aparecen en verde tiene una huella hídrica menor al promedio global,
entre los que se observan por ejemplo la India y China, los países de áfrica
central, algunos de estos con el mayor crecimiento demográfico a nivel mundial.
Fig. 3. Promedio de huella hídrica de consumo nacional en m3/año per cápita en el periodo 1996-2005. Los
países que aparecen en verde tienen una huella hídrica más pequeña que el promedio global, los países que
aparecen en amarillo-rojo tienen una huella hídrica mayor al promedio global
Fuente: Mekonnen and Hoekstra (2011).Información tomada de http://www.waterfootprint.org
Según la waterfootprint.org
La huella hídrica de consumo nacional se define como la cantidad total
de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios
consumidos por los habitantes de la nación. La huella hídrica del
consumo nacional puede ser evaluada de dos maneras. El enfoque de
abajo hacia arriba es considerar la suma de todos los productos
consumidos multiplicada por la huella de agua del producto
correspondiente. En el enfoque de arriba hacia abajo, la huella hídrica
del consumo nacional se calcula como el uso total de los recursos
hídricos nacionales, más la importación de agua virtual bruto menos la
exportación bruta de agua virtual. Con base en el enfoque de abajo
hacia arriba, la huella media mundial del agua se encuentra en 1.385
m3/año por habitante en el período 1996-2005 (Mekonnen y Hoekstra,
2011). Hay grandes diferencias entre países. En los EE.UU. la huella
hídrica promedio es de 2.842 m3/año por habitante. En China, la huella
hídrica promedio es de 1.071 m3/año por habitante. La huella hídrica de
consumo en un país depende de dos factores: ¿qué y cuánto consumen
los consumidores? y ¿cuáles son las huellas del agua de los productos
consumidos?. Este último depende de las circunstancias de la
producción en los lugares de origen de los diversos productos. Los
rendimientos agrícolas muy bajos y las correspondientes huellas
grandes de agua por unidad de cosecha en algunos países en
desarrollo se explican por qué algunos países pobres tienen una huella
de agua relativamente grande del consumo nacional.
Algunos estimados dicen que el volumen de agua requerido para producir los
alimentos para todo el planeta (6.000 millones de personas) es de 6000 km3 de los
cuales según Llamas (2005) el 29% se utiliza para producir carne, el 17% para
producir productos animales elaborados y el 23% para producir cereales, si esto
se evalúa frente al poder energético de estos alimentos se observa que los
cereales tienen un valor energético de 51% frente al de la carne de un escaso
15%. Llamas (2005) también menciona que según Hoekstra y Chapagain la huella
hídrica de la humanidad es de 7500 km3/año, en la que estos autores contemplan
la huella de los alimentos, el uso urbano y doméstico y los productos industriales.
A partir de este valor – 7500 km3/año, la huella hídrica per cápita es de 1200
m3/año (por persona), sin embargo existen grandes diferencias en los valores per
capita, mientras en Estados Unidos es de 2500 m3/año, en China es de 700 m3
(Llamas, 2005)
Según Llamas (2005) algunos factores que inciden en la huella hidrológica son: el
Producto Nacional Bruto, las costumbres de consumo y dieta alimentaria, las
condiciones climáticas y la baja eficiencia del agua en los usos agrícolas. Estos
cuatro factores asociados pueden aumentar o disminuir la huella hidrológica, y en
general contribuir a la mala gestión del agua, pues las condiciones en los países
desarrollados con un alto PNB y por ejemplo alta eficiencia en el manejo agrícola
son muy diferentes a las de países pobres, cuya PBN es muy bajo y en los que las
condiciones agrícolas son poco tecnificadas y por lo tanto ineficientes. Las
condiciones climáticas son determinantes también y se observa que el cambio
climático genera transformaciones abruptas en los ciclos y las cosechas, por tanto
en este caso las responsabilidades sobre la huella hidrológica son compartidas
entre los países contaminantes y los que no lo son tanto pero si ven afectada su
economía y medio ambiente. El otro factor que llama la atención, es la dieta y las
costumbres de alimentación, es sorprendente ver como la producción de carne
requiere tanta agua y deja una altísima huella ecológica, en ese sentido valdría la
pena preguntarse si es necesario incluir cambios en las costumbres de
alimentación que propendan por un manejo eficaz de los recursos. Respecto al
uso del agua para la agricultura, se hace necesario entonces una modernización
de las técnicas de regadío, en tal sentido la FAO argumenta que “la disponibilidad
de agua varía considerablemente según la región. Sin embargo, incluso en zonas
con limitados o erráticos suministros de agua, maximizando su uso puede
incrementar la productividad agrícola enormemente. Esa es la clave para mejorar
la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza, especialmente en las zonas
rurales, donde viven tres cuartas partes de las personas que padecen hambre en
el mundo” (FAOWATER, s.f, pág. 4), igualmente explica que “hay dos ingredientes
principales para maximizar la producción agrícola de un determinado volumen de
agua: las personas y la tecnología. Una no puede ir sin la otra. La tecnología mejor
y más innovadora en el mundo no sirve de nada si la gente en sí no se lo puede
permitir, no ven ninguna ventaja a él, o no la entienden” (pág.7), estas
afirmaciones tienen que ver con la introducción de técnicas agrícolas por ejemplo
para mejorar la producción de la agricultura de secan y para maximizar los
sistemas de riego, pero si estas mejoras tecnológicas no son asequibles al tercer
mundo difícilmente se lograrán mejoras en la producción agrícola. La FAO es
enfática al afirmar que “el derecho a la alimentación no es negociable. Entre hoy y
el 2030, la población mundial se espera que crezca a 2 mil millones de personas.
Alimentar a esta población creciente y reducir el hambre sólo será posible si los
rendimientos agrícolas se pueden incrementar de manera significativa - y de
manera sostenible. Con mucha del agua de la Tierra utilizada para la agricultura,
es claro que una mejora en la gestión de agua en la agricultura se convierte en
clave para el logro de la seguridad alimentaria mundial.” (FAOWATER, s.f, pág.
14)
La situación de la región (América Latina y el Caribe)
Una vez comprendidas las implicaciones del concepto de la huella hídrica y el
agua virtual, es claro por qué la gestión de agua se torna en algo urgente para la
sociedad, ya que “la seguridad alimentaria, así como toda una serie de bienes y
servicios medioambientales, dependen de los ecosistemas de agua dulce.”
(Grajales Quintero, Jaramillo Robledo, & Cruz Cerón, 2008, pág. 9). Por lo tanto
las luchas por el agua, se convierten en este siglo en uno de los mayores
conflictos geopolíticos, pues se calcula que en el año 2025, la demanda de este
elemento será un 56% superior que el suministro y quienes posean agua podrían
ser blanco de saqueos forzados.” (Grajales Quintero, Jaramillo Robledo, & Cruz
Cerón, 2008, pág. 10). Por lo tanto, requiere atención primordial, evaluar la
situación de la región y verificar los alcances de las Metas y Objetivos del Milenio.
Hay que mencionar, entonces que los llamados países del tercer mundo
atraviesan con dificultad muchos de sus procesos de desarrollo, se ha
mencionado por expertos en desarrollo sostenible, que la principal amenaza del
medio ambiente es la pobreza, y que combatirla es la principal estrategia que
permitirá que los países lleguen a metas aceptables de desarrollo. La región de
Latinoamérica y el Caribe ha tenido un proceso de urbanización importante en los
últimos años, registrando porcentajes de crecimiento en los últimos 30 años del
240% en la población urbana (Naciones Unidas, 2005, pág. 192), este proceso
trae consigue consecuencias en todos los aspectos, la concentración de la
población en áreas urbanas, además de las demandas en servicios públicos-
muchas veces insatisfechas-la informalidad en la tenencia de la tierra, las
construcciones en zonas de riesgo, el déficit en vivienda digna, etc., son aspectos
que involucran la falta de desarrollo de nuestra región. Respecto al manejo del
agua en la región, el Documento de Las Naciones Unidas sobre los objetivos de
desarrollo del milenio a la luz de América latina y el Caribe (2005), es enfático al
analizar que si bien en la región se recibe una gran proporción de las
precipitaciones del planeta y además cuenta en su geografía con una alta
proporción del agua dulce de la Tierra, su distribución inequitativa e inaccesible,
sumado a los grandes usos agrícolas y de ganadería extensiva, y a los procesos
desmesurados de crecimiento demográfico y urbanización, los procesos de
deforestación industriales y de construcción han generado severas problemáticas
sobre la disponibilidad el agua; de manera que
las mayores presiones sobre el recurso contrastan con el inadecuado marco
normativo para la gestión del agua, inexistente u obsoleto en gran parte de la
región. Por primera vez en los últimos 30 años, la disponibilidad de agua es una
limitante para el desarrollo socioeconómico de algunas áreas, especialmente el
Caribe. La contaminación del agua por uso doméstico e industrial se debe a que
las aguas residuales no reciben tratamiento y se depositan crudas en los cuerpos
de agua. (Naciones Unidas, 2005, pág. 176)
Además de los problemas asociados con la disponibilidad y acceso del recurso, la
contaminación y la falta de tratamiento del agua es otra condicionante importante,
aún existe un alto grado de contaminación de las fuentes hídricas producto del
vertimiento de las aguas residuales que no se tratan adecuadamente y por
manejos inadecuados en las labores agrícolas.
Respecto a la extracción del agua y a la cobertura, se puede mencionar que en
general no existe una falta determinante de agua, si no más bien unas grandes
carencias en la administración de la misma, de manera que “la mayor dificultad
para mejorar la gestión del agua radicaría entonces en los aspectos políticos,
económicos, sociales e institucionales y en la harmonización de los aspectos
técnicos con los institucionales. Lo que parece faltar es un mejor conocimiento de
la capacidad de la sociedad para poner en práctica las medidas consideradas
como correctas para lograr la gestión integrada del agua.” (Dourojeanni, 2002,
pág. 10); en la cobertura es importante mencionar que existen cerca de “80
millones de personas aún no tienen acceso a los servicios de agua potable y más
de 100 millones carecen de saneamiento, sobre todo las personas pobres en las
áreas rurales” (Naciones Unidas, 2005, pág. 196), por tal motivo esta población
debe someterse a la obtención del agua sin criterios de calidad lo que además de
afectar al medio ambiente, causa grandes daños en la salud pública y numerosas
enfermedades, además las Naciones Unidas (2005) documentan que
aproximadamente 210 millones de personas vierten agua sin tratamiento a los
cuerpos de agua causando serios problemas de contaminación, esta situación se
suma al mal estado de la infraestructura de servicios y su cada vez menos
capacidad de operación frente a las demandas de la creciente población. Si bien
en Latinoamérica y el Caribe existen cifras aceptables sobre la cobertura del agua
potable en áreas urbanas, aún existe un gran déficit de cobertura en las áreas
rurales y especialmente existe aún mucho por hacer respecto al tratamiento de
aguas residuales ya que “actualmente, solamente se trata el 63% de las aguas
residuales de tipo doméstico de la región y existen países en donde no se realiza
ningún tratamiento”. (Grey & Sadoff, 2006, pág. 26). Con está última afirmación
están de acuerdo también Grajales, Jaramillo y Cruz (2008) cuando afirman que
“en la mayoría de las regiones, el problema no es la falta de aguadulce potable
sino más bien la mala gestión y distribución de los recursos hídricos y sus
métodos” (pág. 10), en este sentido se refieren tanto a prácticas administrativas
como técnicas, como por ejemplo los desperdicios propios de malas prácticas de
riego. La problemática del agua, ocasionada por considerase como un bien
comerciable ha traído dos consecuencias graves, la primera la apropiación
territorial por terceros y la segunda la privatización del agua, en últimas la primera
produce guerras y la segunda facilita los monopolios. Según Grajales, Jaramillo y
Cruz (2008), en el objetivo Nº 7 de las Metas y Objetivos de Desarrollo del Milenio:
Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, incluye entre otros aspectos para
el 2015 tener dentro de las políticas y programas nacionales los principios del
desarrollo sostenible, reducir la pobreza y reducir a la mitad la población que no
tiene acceso al agua potable, en ese sentido podría decirse que ya en el 2012,
este objetivo no ha sido cumplido, en dicha declaración los firmantes se comporten
a “Poner fin a la explotación insostenible de los recursos hídricos formulando
estrategias de ordenación de esos recursos en los planos regional, nacional y
local, que promuevan un acceso equitativo y un abastecimiento adecuado”
(Declaración del milenio, 2000), este compromiso está en contra de las políticas
neoliberales y neo colonialistas que se han dedicado a promover la privatización
de los servicios públicos incluido el recurso hídrico. Respecto también al
compromiso anterior es claro que “cuando se considera la cantidad de agua que
está embebida en los alimentos que se transportan por todo el planeta, resulta que
hay un tráfico masivo de agua virtual. Las regiones más húmedas del mundo
envían cada año buques con grandes cantidades de agua a las partes más secas
del planeta. Esto tiene enormes consecuencias ecológicas y geopolíticas, y como
el cambio climático se intensifica, se generan grandes conflictos.” (Grajales
Quintero, Jaramillo Robledo, & Cruz Cerón, 2008, pág. 16). En tal sentido, un país
pobre en recurso hídrico pero rico a nivel económico, puede comprar sus
alimentos y garantizar su seguridad alimentaria sin poner en riesgo su escaso
recursos hídrico, pero un país pobre económicamente y sin desarrollo, pero con
buen recurso hídrico (como los países latinoamericanos), están vendiendo su
seguridad alimentarias, y ni siquiera están cobrando por ella, es decir al exportar el
agua virtual en un mundo que privilegia la competencia del mercado y los
monopolios.
Según Faowater “el agua es importante para la seguridad alimentaria, que se
define como el acceso regular de personas a una cantidad suficiente calidad de
alimentos para llevar una vida activa y saludable. Esto es especialmente cierto en
los países en desarrollo. Las personas que tienen mejor acceso al agua tienden a
tener menores niveles de desnutrición. Si el agua es un ingrediente clave para la
seguridad alimentaria, la falta de ella puede ser una de las principales causas del
hambre y la desnutrición, especialmente en las zonas donde las personas
dependen de la agricultura local de alimentos e ingresos.”(pág. 4) Es decir en la
mayoría de los países subdesarrollados, estamos ante la amenaza constante de
nuestra seguridad alimentaria.
El agua como aspecto constituyente del desarrollo sostenible
El agua ocupa el 70% de la superficie de la tierra, su particular composición la
hacen un elemento indispensable para la vida de las especies del planeta, hace
parte fundamental de la vida del ser humano, es indiscutible que es uno de los
elementos más importantes para lograr el desarrollo sostenible, en ese sentido es
importante entender que “los recursos hídricos constituyen los cimientos sobre los
que se asienta el tan reclamado y publicitado desarrollo sostenible, al mismo
tiempo que los ecosistemas y el sustento humano dependen de un uso eficiente y
racional de este líquido vital y cada vez más escaso y precioso. Por lo tanto, no
sólo es necesario preservar el agua, sino hacer también una distribución más
equitativa y mejorar su calidad.” (Segrelles, 2007, pág. 17). Sin embargo y a pesar
de las muchísimas voces que pregonan la importancia del agua, se ha demostrado
históricamente un desdén en el uso de los recursos naturales-incluyendo el agua-,
especialmente de los países desarrollados, que avanzaron justamente en su
desarrollo a partir de menoscabar los recursos naturales, esto sumado a los
principios del capitalismo y su “ falsa concepción del ambiente y de los recursos
naturales dentro de la categoría de bienes libres…que define una equivocada
relación sociedad-naturaleza y se constituye en uno de sus principales factores de
degradación y agotamiento.” (Díaz, Chingaté, Muñoz, Olaya, Sánchez, & Sánchez,
2009, pág. 91).
Como se ha mencionado, en realidad no es que exista una gran falta de recurso
hídrico, por el contrario, existen muy buenas reservas del mismo, pero como factor
del desarrollo sostenible, lo verdaderamente apremiante es la gestión del agua,
pues es claro que: “El éxito de las políticas de desarrollo sostenible depende en
gran medida del grado de evolución y de la calidad de la infraestructura
institucional y organizacional, así como de los mecanismos que permitan al
aparato público y a la sociedad actuar como un todo armónico a mediano y largo
plazo.” (Naciones Unidas, 2005, pág. 207); por tanto y consecuentemente debe
tenerse en cuenta que “[…] la solución de los problemas del sector de agua
potable y saneamiento no debe desvincularse de la necesidad, más general, de
mejorar la capacidad de gestión del agua. […] (Naciones Unidas, 2005, pág. 208)
Debería entonces entenderse como una política de estado el velar por la gestión,
calidad y acceso del agua potable y del saneamiento ambiental, en virtud de la
importancia y trascendencia que el agua tiene para la vida y el desarrollo de las
comunidades, en ese sentido una de las conclusiones importantes del IV Foro
Mundial del agua es aquella en la que se indica que “el agua es un factor clave
para el crecimiento sustentable y para el alivio de la pobreza ya que constituye la
materia prima de prácticamente toda la producción relacionada con agricultura,
industria energía y transporte realizada por personas sanas dentro de ecosistemas
saludables.” (Grey & Sadoff, 2006, pág. 8). Por lo tanto “la sostenibilidad
ambiental del desarrollo está cada vez más en riesgo. Los problemas ambientales
más importantes […] (degradación de tierras y bosques, deforestación, pérdida de
hábitat y de biodiversidad, y contaminación del agua dulce, costas marítimas y
atmósfera) están agravándose en términos generales. (Naciones Unidas, 2005,
pág. 176) y es claro que estas problemáticas evidentes especialmente en los
países en vía de desarrollo discrepan con las políticas y normas para la gestión
del agua, que en la mayoría de los países-en Latinoamérica y el Caribe por
ejemplo- son extremadamente desarticulados o bien no existen, por lo menos con
claridad.
El agua como bien económico: Modelo económico, neoliberalismo,
comercio de agua y TLC
Así como el agua es indispensable para la vida, la salud, la educación, el medio
ambiente sano, etc. es también considerada fundamental para la economía. Esta
dualidad en las funciones del agua se ha encargado de aumentar la brecha sobre
el manejo de la misma, con la balanza inclinada obviamente hacia la
consideración de que el agua es un bien económico por encima de un derecho
fundamental, en ese sentido los seguidores de este postulado (la mayoría de
gobiernos de países desarrollados en llave con los grandes emporios económicos)
toman con principio fundamental uno de los establecidos en los llamados
Principios de Dublín dentro del marco de la Conferencia Internacional sobre el
Agua y el Medio Ambiente realizada en Dublín en 1992, que dice “El agua tiene
un valor económico y debería reconocerse como un bien económico” esta
declaración ha dado pie para que los enemigos de considerar el agua como
derecho fundamental, argumenten la validez de sus posiciones o propongan
reflexiones mediadoras disfrazadas de dialogo y concertación, pero que en el
fondo llevan a lo mismo: considerar el agua como un bien económico, de manera
que “los impactos de una creciente globalización y liberación comercial se
comienzan a percibir en los recursos hídricos nacionales, […] y continúa
generando preocupación en diversos países. Los paradigmas de manejo del agua
continúan siendo fuertemente debatidos en toda la región y muchos obstáculos se
tendrán que vencer antes de que se pueda decir que uno domina en la región”.
(Grey & Sadoff, 2006, pág. 75). Sin ir a la minucia del tema es claro que el
paradigma del agua como bien económico es el que domina la región y que
históricamente se ha tratado así, pues durante los últimos años “las actividades
del sector público vinculadas a hidroenergía y en parte a servicios de agua potable
y saneamiento fueron transferidas en varios países a la actividad privada.”
(Dourojeanni, 2002, pág. 4), esto como parte de las políticas expansionistas y
aperturistas del neoliberalismo que ha llevado en casi todos los países de
Latinoamérica y en Colombia especialmente a la privatización de casi todos los
servicios básicos. Por tanto la incidencia de diversos factores exógenos en las
problemáticas del agua es tal, que igualmente se generan escasas
responsabilidades al respecto, ya que en la medida que no existe control ni
gestión de parte del estado, todos los actores involucrados, entes estatales,
empresas privadas prestadoras de servicios públicos, emporios económicos,
transnacionales, etc. toman decisiones importantes sobre los recursos hídricos y
cambian sin consecuencias las condiciones hídricas de una región o un país. Ante
esta situación es importante que los estados recuperen la gobernabilidad y el
control sobre los actores que inciden en el manejo y uso del agua, pues
“según Rogers, la gobernabilidad sobre el agua es la capacidad de un sistema
social para movilizar energías en forma coherente para alcanzar el desarrollo
sostenible de los recursos hídricos. La coherencia implica tener capacidad de
articular los elementos que intervienen en un sistema complejo. A la definición de
Rogers se le podría agregar que la gobernabilidad requiere de racionalidad para
llevarse a cabo, definiéndose racionalidad como la capacidad de tomar decisiones
proporcionales y coherentes con el conocimiento del medio donde se van a aplicar
tales decisiones e igualmente proporcionales y coherentes con la capacidad de
llevarlas a cabo” 12 (Dourojeanni, 2002, pág. 12)
Si no existen estos principios de gobernabilidad y control que generan un sistema
de manejo coherente del agua es posible que se evidencie “una fragmentación
excesiva, sobre todo de la estructura industrial, lo que… dificultada la actividad
regulatoria. Además se…pierden las economías de escala y faltan incentivos para
la protección de fuentes de captación y el control de la contaminación.” (Naciones
Unidas, 2005, pág. 196)
A pesar de que “todos los países ricos han alcanzado la seguridad básica del agua
a través de la prestación de servicios públicos y lo han hecho fundamentalmente
a través de financiamiento público con una mezcla sensata de financiamiento
privado”. (Grey & Sadoff, 2006, pág. 36), sus políticas neoliberales apuntan a que
los países pobres sean cada vez más pobres, promoviendo la privatización total y
parcial de los servicios y considerando los recursos naturales, entre ellos el agua,
como un bien meramente económico.
El principio de Dublín que considera el agua como un bien económico y que
permitió que los opositores de entender el agua en sus demás dimensiones se
intentó contrarrestar “por las organizaciones de la sociedad civil durante las
reuniones preparatorias del IV Foro Mundial del Agua que definieron seis
pronunciamientos con respecto al manejo del agua” (Grey & Sadoff, 2006, pág.
29), entre los que se destaca que el agua es un derecho fundamental de la
humanidad; al respecto es importante anotar que en América Latina solamente
Uruguay ha incluido en su Constitución el derecho al agua potable y al
alcantarillado. Sin embargo en los demás países y en Colombia aún se está lejos
de lograr algo similar puesto que “en el marco del sistema de comercio
internacional, el agua figura como un bien comerciable en la lista de productos de
la Organización Mundial de Comercio (OMC) y del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (NAFTA).” (Defensoría del Pueblo, 2005, pág. 24)
A pesar de que muchos países cuentan con excelentes recursos hídricos, sus
poblaciones se encuentran en condiciones precarias, esta situación la explica
(Segrelles, 2007) al afirmar que
el origen de la paradoja por la que varios países latinoamericanos dotados de
vastas extensiones de uso agropecuario y abundantes recursos naturales, como
Brasil, Colombia o México, no pueden ser autosuficientes en materia alimenticia,
estriba en un asfixiante endeudamiento que les obliga a conseguir divisas a
cualquier precio. El objetivo de los planes de ajuste estructural que el Fondo
Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) imponen a los países con
problemas de crédito se centra en que estas naciones exporten cada vez más para
que no dejen de pagar los elevados intereses de sus abultadas deudas externas.
Es así como mucho países latinoamericanos se ven obligados a reorientar su
producción agropecuaria o a sobreexplotar sus recursos naturales, pero siempre
con el norte de dirigirse a los mercados exteriores en detrimento del consumo local
y el respeto ecológico. (pág. 5)
Igualmente advierte Segrelles (2007) que en la escalada inminente de las políticas
neoliberales cada vez existirán más conflictos geográficos y políticos por el manejo
y control de los recursos hídricos.La situación social y económica que están
viviendo los países del tercer mundo víctimas de las políticas económicas
neoliberales, no se dimensiona por el conjunto de la sociedad, por el contrario los
gobiernos afinan su maquinaria para hacer parecer las bondades de las mismas
en pro del crecimiento de la economía, es preocupante ver como
algunos países, […] renuncian a la propiedad y gestión pública del agua siguiendo
los consejos de la banca internacional y el Banco Mundial, cuyas estrategias son
bien conocidas, ya que suelen preparar el terreno acusando y culpando a la gente
común, a los campesinos y a los servicios públicos por el mal uso y administración
de los recursos hídricos…Igualmente, el Banco Mundial representa un papel clave,
puesto que invierte, proporciona dinero para realizar reformas en el sistema del
agua e incluso actúa como juez en caso de conflicto entre los inversores y los
Estados, al mismo tiempo que ha llegado a amenazar a los países que se
muestran renuentes a privatizar sus servicios públicos de agua potable y
alcantarillado con negarles cualquier tipo de financiación para otras necesidades.
Así se comprueba en el documento firmado por el presidente del Banco Mundial,
P. Wolfowitz, emitido durante las sesiones del IV Foro Mundial del Agua celebrado
en México D. F. en marzo de 2006, pues fue catalogado como una amenaza para
aquellas naciones que pretendieran incluir en la declaración final del foro que el
agua es un derecho humano fundamental y que, por lo tanto, no puede quedar en
manos privadas” (Segrelles, 2007, pág. 13)
Dentro de las políticas de privatización relacionadas con el agua, explica Segrelles
(2007) existen varias circunstancias sobre las que llama la atención, puesto que
más allá de privatizar el agua, existe privatización de territorios y bioregiones,
privatización por desviación de aguas y por contaminación, privatización de
servicios públicos municipales, privatización por embotellamiento de agua, y
privatización por medio del monopolio de tecnologías.
Es claro entonces existe una incompatibilidad ideológica entre el pensamiento que
considera que el agua es un derecho fundamental y aquella corriente que insiste
en que el agua es un bien económico, es evidente entonces que “el modelo de
desarrollo económico tradicional, basado en el crecimiento y consumo desmedido,
está en clara contradicción con los procesos naturales y con la capacidad de
soporte de la naturaleza. Además socialmente implica poder y reparto de bienes
de forma inequitativa: quien puede pagar por su consumo y uso es quien tiene
derecho de acceso al recurso”. (Díaz, Chingaté, Muñoz, Olaya, Sánchez, &
Sánchez, 2009, pág. 90)
Conclusiones El sistema económico mundial está llamado a valorar con equidad la potencialidad
de los colores de agua, ya que solamente se han dedicado esfuerzo a trabajar con
la escasa proporción de agua azul, por eso, es importante que los estados
inviertan en la educación ambiental y en la producción científica que conlleve a
mejora el uso del agua, para todos los habitantes del planeta y no solo para
aquellos que tienen dinero.
El mapa geopolítico requiere cambiar sus nociones de territorio, en aras de
efectuar una gestión eficaz del agua, es claro que el agua trasciende la cuenca,
ahora que conocemos los indicadores de agua virtual, vemos como el comercio
del agua es un elemento fundamental en la economía, pero además es
fundamental para garantizar la seguridad alimentaria de todas las naciones,
especialmente de las más pobres.
El manejo de los conceptos de los indicadores de huella hídrica deben servir para
evaluar y modificar los patrones de consumo, e identificar las potencialidades de
un país para exportar agua y cobrar por ello, o para importar bienes que
demanden grandes cantidades de recurso, sin comprometer sus escasos recursos
hídricos y con ello la seguridad alimentaria.
El agua está relacionada con muchos otros aspectos, tal como su existencia es
fundamental para la vida, las relaciones con la reducción de la pobreza, el cambio
climático, la seguridad alimentaria, la desnutrición, entre otras, demanda una
conciencia ecológica vinculada una ética social.
Es fundamental garantizar que el agua sea un derecho de la humanidad antes de
un bien económico, solo este cambio de pensamiento puede modificar
radicalmente el curso del futuro de la humanidad, una humanidad que aunque
cuenta con agua, es socialmente inequitativa, en la que la pobreza ataca a la
mayoría de la población, en la que la privatización de los recursos naturales ha
llevado a la crisis climática actual, una humanidad que ha olvidado se razón de
ser: los seres humanos.
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